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(continuación clase anterior)

1. ESTRUCTURA JUDICIAL Y DEL MINISTERIO PÚBLICO EN EL


CÓDIGO PROCESAL PENAL FEDERAL (esto NO está vigente en
Buenos Aires al 17/3/20)

Órganos jurisdiccionales competentes

ARTÍCULO 52.- Órganos jurisdiccionales. Son órganos jurisdiccionales,


en los casos y formas que las leyes determinan:

a. Los jueces con funciones de revisión;

b. Los jueces con funciones de juicio;

c. Los Tribunales de Jurados;

d. Los jueces con funciones de garantías;

e. Los jueces con funciones de ejecución.

ARTÍCULO 53.- Jueces con funciones de revisión. Los jueces con


funciones de revisión serán competentes para conocer:

a. En la sustanciación y resolución de las impugnaciones, de acuerdo


con las normas de este Código;

b. En los conflictos de competencia de los jueces con funciones de


garantías, revisión y ejecución;

c. En el procedimiento de excusación o recusación de los jueces con


funciones de garantía, de revisión y ejecución;
d. En las quejas por retardo de justicia o por impugnación denegada;

e. En forma unipersonal, en la audiencia de control de la acusación y


en la sustanciación y resolución de las impugnaciones

que allí se interpongan;

f. En las impugnaciones interpuestas contra las decisiones de los


jueces con funciones de ejecución;

g. En los casos del artículo 330.

En los casos de los incisos b), c), e), f) y g) del presente artículo, así
como en las impugnaciones deducidas en procesos por delitos de
acción privada, delitos reprimidos con pena no privativa de la
libertad, en materia de suspensión del proceso a prueba y de
procedimientos abreviados, el conocimiento y decisión de las
impugnaciones se hará de manera unipersonal.

ARTÍCULO 54.- Jueces de revisión con funciones de casación. Los


jueces con funciones de casación serán competentes para conocer:

a. En la sustanciación y resolución de las impugnaciones interpuestas


contra las decisiones j udiciales adoptadas por l os Tribunales
Federales de Juicio de cada distrito y de los Tribunales Federales de
Juicio en lo Penal Económico, de acuerdo con las normas de este
Código;

b. En los conflictos de competencia entre los Tribunales Federales de


Juicio de cada distrito y de los Tribunales Federales de Juicio en lo
Penal Económico;
c. En el procedimiento de excusación o recusación de los jueces de los
Tribunales Federales de Juicio de cada distrito y de los Tribunales
Federales de Juicio en lo Penal Económico;

d. En las quejas por retardo de justicia o por impugnación denegada


interpuestas contra los Tribunales Federales de Juicio de cada distrito
y de los Tribunales Federales de Juicio en lo Penal Económico;

e. En la revisión de las sentencias condenatorias firmes en los


términos fijados por el artículo 366 y siguientes de este Código.

En los casos de los incisos a), b), y c) del presente artículo, así como en
las impugnaciones deducidas en procesos por delitos de acción
privada, delitos reprimidos con pena no privativa de la libertad, en
materia de suspensión del proceso a prueba y de procedimientos
abreviados, el conocimiento y decisión de las impugnaciones se hará
de manera unipersonal, sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo
siguiente.

En los casos en que los jueces con funciones de juicio hubieran


resuelto en forma colegiada, el conocimiento y decisión de la cuestión
a revisar se hará de idéntica forma.

ARTÍCULO 55.- Integración del tribunal de juicio. El tribunal de juicio


se integrará:

a. Con UN (1) juez si se tratare de:

1. Delitos reprimidos con pena no privativa de la libertad.

2. Delitos cuya pena máxima privativa de la libertad en abstracto no


exceda de SEIS (6) años.

3. Delitos cuya pena máxima privativa de la libertad en abstracto


supere los SEIS (6) años y no exceda de QUINCE (15) años o, en caso
de concurso de delitos, ninguno de ellos se encuentre reprimido con
pena privativa de la libertad que supere dicho monto, salvo cuando el
imputado y su defensor requirieran la integración colegiada. Esta
opción podrá ser ejercida durante la audiencia de control de la
acusación.

a. Con TRES (3) jueces si se tratare de:

1. Delitos cuya pena máxima privativa de la libertad en abstracto


supere los QUINCE (15) años.

2. Delitos cometidos por funcionarios públicos en ejercicio u ocasión


de sus funciones.

En caso de existir DOS (2) o más imputados con pluralidad de


defensores, la elección realizada por UNO (1) de ellos del juzgamiento
colegiado obligará en igual sentido a los restantes.

ARTÍCULO 56.- Jueces con funciones de garantías. Los jueces con


funciones de garantías serán competentes para conocer:

a. En el control de la investigación y de todas las decisiones


jurisdiccionales que se deban tomar durante la etapa preparatoria;

b. En el procedimiento abreviado cuando se presenten acuerdos


plenos;

c. En la suspensión del proceso a prueba.

ARTÍCULO 57.- Jueces con funciones de ejecución. Los jueces con


funciones de ejecución tienen a su cargo:
a. Controlar que se respeten todas las garantías constitucionales e
instrumentos internacionales de Derechos Humanos en el trato
otorgado a los condenados y personas sometidas a medidas de
seguridad. En los casos en que tuviere conocimiento de la violación de
una garantía en relación a una persona sometida a prisión
preventiva, pondrá de inmediato la situación a conocimiento del juez
que ordenó la medida;

b. Controlar el cumplimiento efectivo de las sentencias de condena;

c. Resolver todos los planteos que se susciten durante la ejecución de


las penas y medidas curativas o educativas, así como los referidos a la
expulsión de condenados extranjeros en situación irregular en el país;

d. Resolver las impugnaciones que se presenten contra las decisiones


de la administración penitenciaria;

e. Visitar periódicamente los establecimientos donde se encuentren


personas privadas de su libertad, a su disposición;

f. Dejar sin efecto una pena o modificar las condiciones de su


cumplimiento cuando entre en vigencia una ley penal más benigna;

g. Realizar la unificación de condenas o penas que se adviertan


durante la ejecución de la pena.

ARTÍCULO 58.- Oficina judicial. Los jueces serán asistidos por una
oficina judicial cuya composición y funcionamiento defina la Ley de
Organización y Competencia de la Justicia Penal Federal y Nacional. A
su director o jefe le corresponderá como función propia, sin perjuicio
de las facultades e intervenciones de los jueces previstas por este
Código, organizar las audiencias, organizar todas las cuestiones
administrativas relativas a los jurados, dictar los decretos de mero
trámite, ordenar las comunicaciones, custodiar los objetos
secuestrados en los casos que corresponda, llevar al día los registros y
estadísticas, dirigir al personal auxiliar, informar a las partes y
colaborar en todos los trabajos materiales que los jueces le requieran.

A tal fin, deberá confeccionar una carpeta judicial donde asentará la


actividad que realice para cada uno de los casos, bajo el principio de
desformalización.

La delegación de funciones jurisdiccionales a la oficina judicial tornará


inválidas las actuaciones realizadas y será considerada falta grave y
causal de mal desempeño.
ARTÍCULO 90.- Funciones. El MINISTERIO PÚBLICO FISCAL tiene a su
cargo la investigación de los delitos y la promoción de la acción penal
pública contra los autores y partícipes.

Le corresponde la carga de la prueba y debe probar en el juicio oral y


público los hechos que fundamenten su acusación. Tiene la obligación
de motivar sus requerimientos y resoluciones. Todas las dependencias
públicas estatales están obligadas a proporcionar colaboración
pronta, eficaz y completa a los requerimientos que formule el
representante del MINISTERIO PÚBLICO FISCAL en cumplimiento de
sus funciones, bajo apercibimiento de incurrir en las
responsabilidades previstas en la ley.

La distribución de las funciones de los miembros del MINISTERIO


PÚBLICO FISCAL se realizará de conformidad a las normas que
regulan su ejercicio, procurando la especialización de la investigación
y persecución penal mediante fiscalías temáticas.

Para el más adecuado cumplimiento de sus funciones, el MINISTERIO


PÚBLICO FISCAL de la Nación promoverá una amplia coordinación y
actuación conjunta con los Ministerios Públicos Fiscales de las
provincias y de la CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES, mediante
la celebración de los respectivos convenios.

ARTÍCULO 91.- Principios de actuación. El representante del


MINISTERIO PÚBLICO FISCAL, en su actuación, debe regirse por los
principios de objetividad y lealtad procesal.
Conforme al principio de objetividad, el representante del MINISTERIO
PÚBLICO FISCAL deberá investigar todas las circunstancias relevantes
del hecho objeto del proceso y formular sus requerimientos de
conformidad con las pruebas de las que tomare conocimiento, incluso
si ello redundara en favor del imputado.

Conforme al principio de lealtad procesal, el representante del


MINISTERIO PÚBLICO FISCAL estará obligado a exhibir, tan pronto
como sea posible, las pruebas que obren en su poder o estén bajo su
control y que, a su juicio, indiquen o tiendan a indicar la inocencia del
acusado, o a atenuar su culpabilidad, o que puedan afectar la
credibilidad de las pruebas de cargo.

ARTÍCULO 92.- Diferimiento de medidas. Si las características de un


caso de especial gravedad lo hiciesen necesario, el representante del
MINISTERIO PÚBLICO FISCAL, con autorización del fiscal superior,
podrá disponer que se difiera cualquier medida de coerción o cautelar
si presume que su ejecución inmediata puede comprometer el éxito
de la investigación.

Si la demora pusiere en riesgo la vida o la integridad de las personas o


amenazare con frustrar la localización de los imputados, el
representante del MINISTERIO PÚBLICO FISCAL procederá de
inmediato a la ejecución de las medidas que hubiesen sido diferidas o
suspendidas en los términos del párrafo anterior.

ARTÍCULO 93.- Actuación conjunta. Cuando en razón de la


complejidad del caso, su magnitud, la especialidad de la materia, o
las características del territorio en el cual deba realizarse una
investigación, la autoridad competente del MINISTERIO PÚBLICO
FISCAL disponga la asignación de fiscales coadyuvantes para que
colaboren en el proceso, estos últimos podrán ejercer todas las
facultades que este Código le otorga al representante del MINISTERIO
PÚBLICO FISCAL.

ARTÍCULO 94.- Auxiliares fiscales. Los auxiliares fiscales podrán


realizar todos los actos autorizados por este Código a l os fiscales, a
excepción de la facultad de formular acusación contra el imputado y
de adoptar decisiones que impliquen disponer de la acción penal en el
proceso.

ARTÍCULO 95.- Inhibición y recusación. El representante del


MINISTERIO PÚBLICO FISCAL, el auxiliar fiscal y el asistente fiscal se
inhibirán y podrán ser recusados si existe algún motivo serio y
razonable que afecte la objetividad en su desempeño.

La recusación y las cuestiones de inhibición serán resueltas por el juez


ante el cual actúe el funcionario recusado o de cuya inhibición se
trate.
2. LA PRESCRIPCIÓN
Recordar que la prescripción de la acción penal, se encuentra
regulada en Código Penal de la Nación. A los efectos de esta materia, solo
se requerirá la lectura de los artículos del mencionado código que la
regula, que se transcriben a continuación:

1.2 Prescripción de la acción penal


ARTÍCULO 59.- La acción penal se extinguirá:

1) Por la muerte del imputado;

2) Por la amnistía;

3) Por la prescripción;

4) Por la renuncia del agraviado, respecto de los delitos de acción


privada;

5) Por aplicación de un criterio de oportunidad, de conformidad con


lo previsto en las leyes procesales correspondientes;

6) Por conciliación o reparación integral del perjuicio, de


conformidad con lo previsto en las leyes procesales correspondientes;

7) Por el cumplimiento de las condiciones establecidas para la


suspensión del proceso a prueba, de conformidad con lo previsto en este
Código y las leyes procesales correspondientes.

(Artículo sustituido por art. 1° de la Ley N° 27.147 B.O. 18/06/2015)

Una aclaración: el modo de concluir una investigación o excluir a un


imputado de ella; por extinción de la acción penal, es mediante el
sobreseimiento (art. 336 primer inciso del Código Procesal Penal de la
Nación).

ARTICULO 62.- La acción penal se prescribirá durante el tiempo


fijado a continuación:
1º. A los quince años, cuando se tratare de delitos cuya pena fuere
la de reclusión o prisión perpetua;

2º. Después de transcurrido el máximo de duración de la pena


señalada para el delito, si se tratare de hechos reprimidos con reclusión o
prisión, no pudiendo, en ningún caso, el término de la prescripción
exceder de doce años ni bajar de dos años;

3º. A los cinco años, cuando se tratare de un hecho reprimido


únicamente con inhabilitación perpetua;

4º. Al año, cuando se tratare de un hecho reprimido únicamente


con inhabilitación temporal;

5º. A los dos años, cuando se tratare de hechos reprimidos con


multa.

ARTICULO 67.- La prescripción se suspende en los casos de los


delitos para cuyo juzgamiento sea necesaria la resolución de cuestiones
previas o prejudiciales, que deban ser resueltas en otro juicio. Terminada
la causa de la suspensión, la prescripción sigue su curso.

La prescripción también se suspende en los casos de delitos


cometidos en el ejercicio de la función pública, para todos los que
hubiesen participado, mientras cualquiera de ellos se encuentre
desempeñando un cargo público.

El curso de la prescripción de la acción penal correspondiente a los


delitos previstos en los artículos 226 y 227 bis, se suspenderá hasta el
restablecimiento del orden constitucional.

En los delitos previstos en los artículos 119, 120, 125, 125 bis, 128,
129 —in fine—, 130 —párrafos segundo y tercero—, 145 bis y 145 ter del
Código Penal, se suspende la prescripción mientras la víctima sea menor
de edad y hasta que habiendo cumplido la mayoría de edad formule por sí
la denuncia o ratifique la formulada por sus representantes legales
durante su minoría de edad. (DE ESTE TEMA, COMPLETAR CON LECTURA
DEL FALLO F.N. S/ VIOLACIÓN DE MENOR)

Si como consecuencia de cualquiera de los delitos indicados hubiera


ocurrido la muerte del menor de edad, comenzará a correr desde la
medianoche del día en que aquél hubiera alcanzado la mayoría de edad.

La prescripción se interrumpe solamente por:

a) La comisión de otro delito;

b) El primer llamado efectuado a una persona, en el marco de un proceso


judicial, con el objeto de recibirle declaración indagatoria por el delito
investigado;

c) El requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio, efectuado


en la forma que lo establezca la legislación procesal correspondiente;

d) El auto de citación a juicio o acto procesal equivalente; y

e) El dictado de sentencia condenatoria, aunque la misma no se encuentre


firme.

La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para


cada delito y para cada uno de sus partícipes, con la excepción prevista en
el segundo párrafo de este artículo.

(Artículo sustituido por art. 2° de la Ley N° 27.206 B.O. 10/11/2015)

ARTICULO 65.- Las penas se prescriben en los términos siguientes:

1º. La de reclusión perpetua, a los veinte años;

2º. La de prisión perpetua, a los veinte años;


3º. La de reclusión o prisión temporal, en un tiempo igual al de la
condena;

4º. La de multa, a los dos años.


3. GARANTÍAS CONSTITUCIONALES EN PROCESO PENAL

Convención Americana sobre Derechos Humanos – Pacto de San José


de Costa Rica
Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal

1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales.

2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones
fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes
dictadas conforme a ellas.

3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.

4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y
notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella.

5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro
funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser
juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe
el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia
en el juicio.

6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente,
a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detención y ordene su
libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén
que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a
recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que éste decida sobre la legalidad de tal
amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse
por sí o por otra persona.

7. Nadie será detenido por deudas. Este principio no limita los mandatos de autoridad judicial
competente dictados por incumplimientos de deberes alimentarios.

Artículo 8. Garantías Judiciales

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella,
o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter.

2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en
plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:

a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, si no


comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal;

b) comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada;


c) concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su
defensa;

d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su


elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor;

e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado,


remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni
nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley;

f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la


comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los
hechos;

g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y

h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.

3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de ninguna


naturaleza.

4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los
mismos hechos.

5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los
intereses de la justicia.

Artículo 9. Principio de Legalidad y de Retroactividad

Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de cometerse no
fueran delictivos según el derecho aplicable. Tampoco se puede imponer pena más grave que
la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad a la comisión del
delito la ley dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello.

Artículo 25. Protección Judicial

1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo
ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal
violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.

CONSTITUCION NACIONAL

Artículo 18.- Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones
especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la
causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino
en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en
juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también
la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en
qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y
ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas
políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán
sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en
ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más
allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.
Artículo 19.- Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo
ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo
reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún
habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado
de lo que ella no prohíbe.
2.1 Garantías constitucionales: introducción.

Las garantías constitucionales son las ideas plasmadas en texto


constitucional del ámbito de libertad de los contratantes y su consecuente
posibilidad de vulneración por parte de los órganos vitales del Estado.

De acuerdo a nuestro ordenamiento constitucional, al sujeto le está


permitido todo aquello que no se encuentre expresamente prohibido, en
tanto que al estado y sus órganos, por regla inversa, todo aquello que
expresamente no se le permita le es vedado, se encuentra prohibido, no
puede avanzar más allá de la autonomía conferida por el permiso y debe
mantenerse solo en ella (principio de reserva del art. 19 C.N.).

La paradoja reiterada del derecho penal consiste en que para


asegurar ciertos bienes; amenaza y provoca determinados males.
Entonces si estos últimos son mayores que los que pretendía evitar se
ingresa en una zona calificable de absurda y de hecho intolerable para una
sociedad.

La existencia de garantías limitativas del poder penal hace a la


necesidad de contar con márgenes objetivos de seguridad que dificulten el
arbitrio e impidan el desborde autoritario y con él la incertidumbre.

La necesidad de evitar los desbordes autoritarios del poder estatal


nos interpelan a dotar al individuo de una valla protectora: las garantías,
esencialmente, las de origen constitucional.

El derecho procesal penal es fundamentalmente el desarrollo de las


garantías constitucionales preservando su sentido original

La garantía del juicio previo es una fórmula sintética en la que está


contenida: 1) una limitación objetiva al poder penal del Estado (la forma
que prevé la CN); y 2) una limitación subjetiva al ejercicio de ese poder (el
juez como único funcionario habilitado para desarrollar el juicio).

Es el punto de máxima eficacia de todas las garantías procesales.


Por otra parte, las garantías de la jurisdicción, que hacen a la
imparcialidad de los jueces implican que es:

-Única: por emanar de la soberanía del pueblo, que le otorga la


potestad de administrar la justicia.

-Predeterminado por ley: de modo que en cada caso concreto se


entable el proceso sin jueces especiales ni extraordinarios.

-Imparcialidad: el juez que entenderá no puede ser parte interesada


en el litigio consagrándose como un tercero juzgador.
Respecto a esta garantía de “imparcialidad”, es importante tener en cuenta el
fallo de la Corte Suprema de Justicia “Llerena”.1 En dicha resolución, se decide que el
Juez Correccional que instruye una causa no puede ser el mismo que juzga. Se
reconoce el temor objetivo de parcialidad como causal de recusación.

-Independencia: deriva de la función misma del poder judicial en la


búsqueda del equilibrio, por lo que se justifica su control constitucional
difuso, y también que ninguna otra autoridad podrá influir en su labor ni a
la hora de tomar decisiones.

3. La garantía genérica del “debido proceso”.

Artículo 18 de la Constitución Nacional: “Ningún habitante de la


Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho
del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces
designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser
obligado a declarar contra sí mimo. Es inviolable la defensa en juicio de la
persona y de los derechos”

También se encuentra en los artículos 8 de la CADH y 14 del PIDCyP


por remisión del artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional.

El objetivo del debido proceso legal es que las personas puedan


proteger de manera efectiva y eficaz sus derechos. Es decir, el proceso
tiene que ser idóneo para el ejercicio y goce de los derechos. La
consecución de este propósito debe guiar la interpretación de cada una de
las garantías procesales que lo integran, ya que el cumplimiento de dichas
1
“Llerena”, Fallos 328:1491, 2005, en igual sentido “Dieser-Fraticelli”, Fallos 329:3034, 2006
formalidades no es un fin en sí mismo, sino que representa un
instrumento fundamental para garantizar los demás derechos de las
personas.

Es necesario superar la visión simple y estanca de esta garantía -


concebida a veces como un mero cumplimiento de formalidades para
asegurar el derecho de defensa- y efectuar una interpretación que vaya
más allá, demandando que el Estado no se limite a ofrecer el instrumento
o medio de debate, sino que se asegure que las autoridades públicas
también presten atención al fondo de los asuntos a ellas sometidos y al
contenido de los derechos y obligaciones en juego, exigiéndoles que no
sólo cumplan las formalidades, sino que las decisiones que ellas adopten -
además de ser fundadas, justas y razonables- sean útiles y efectivas.2

Así, podría delimitarse el concepto de debido proceso legal a partir


de sus dos aspectos esenciales, definiéndolo como aquella garantía que
asegura el ejercicio del derecho de defensa en un proceso que debe
culminar en una decisión fundada, justa y razonable.3

Así pues, tenemos las garantías procesales derivadas del “debido


proceso”, que son las siguientes

3.1 Juicio previo

Esta garantía implica, en su aspecto más importante dos aspectos:

3.1.A Una sentencia fundada condenatoria firme para imponer una


pena. Una sentencia queda firme, con el rechazo del recurso queja
presentada ante la CSJN, en virtud del recurso extraordinario federal no
concedido por la Cámara de Casación pertinente (CSJN,”Olariaga, Marcelo
Andrés s/ causa 35/03”, 26/06/2007)”.

2
En palabras de la Corte IDH, "el proceso es un medio para asegurar, en la mayor medida posible, la
solución justa de una controversia". Corte IDH, Opinión Consultiva, OC-16/99, El Derecho a la
Información sobre la Asistencia Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso Legal, del 1-
10-99, párr. 117.

3
Corte IDH, caso “Yatama vs. Nicaragua”, sentencia 23/06/2005, párr. 149; caso “Palamara Iribarne vs.
Chile”, sentencia 22/11/2005, párr. 216; caso “Claude Reyes y otros vs. Chile”, sentencia 19/09/2006,
párrs. 120 y 122.
Sin perjuicio de lo expuesto, se debe tomar especial nota al fallo
plenario nº 8 (Agüero Irma Delia s/ recurso de casación, 12/6/2002) de la
Cámara Federal de Casación Penal; en donde, contradiciendo lo dicho por
la CSJN en Olariaga, sostuvo que: “En el supuesto de un recurso de
casación declarado mal concedido por esta Cámara y recurrido por vía
extraordinaria, se considera firme la sentencia cando este Tribunal declara
inadmisible al recurso extraordinario federal”

3.1.B. Que esa sentencia sea precedida por un proceso regular.

Se entiende por “Proceso regular” que se han cumplido las etapas


insoslayables de acusación, defensa, prueba y alegación.

La condena debe ser el resultado de un juicio lógico, expresado en


una sentencia debidamente fundada (artículos 123 y 404 CPPN).

Juicio es la subsunción de los hechos al derecho que hace el juez al


dictar sentencia.
Así pues, conveniente analizar un fallo de la Cámara Federal de Casación Penal
del cual trata este tema.

Así pues, en la causa “Cortez”4, de forma sintética, se analizó lo


siguiente:
Hechos: El Tribunal Oral en lo Penal Económico n° 3 resolvió decomisar el
dinero secuestrado al Sr. Cortez. Fundó tal decisión en los artículos 23 del Código
Penal, 30 de la ley 23.737 y 876 inc. 1° del Código Aduanero.

De la interpretación de aquellos artículos, se deriva que los jueces se


encontrarían obligados a, una vez que se prueba el delito –contrabando de
estupefacientes-, decomisar todos los bienes que provengan a consecuencia del
mismo.

Ahora bien, el Sr. Cortez poseía estupefacientes y dinero en un vuelo entre la


Argentina y el Reino de España. El a quo, aplicó automáticamente los artículos
mencionados y decomisó todo el dinero.

Sin embargo, la Cámara Federal de Casación Penal, precisó que, en la sentencia


debe haber una referencia respecto a que ese dinero haya servido como un

4
Cámara Federal de Casación Penal, causa N° 13.340 –Sala II- “Cortez, Silvio Alejandro Eduardo s/
recurso de casación”, registro n° 19.442
instrumento para la comisión del delito. Así pues, hay una falta de fundamentación en
la misma; y declaró la nulidad parcial, ordenando al a quo que dicte un nuevo
pronunciamiento.

La Corte tiene dicho reiteradamente que en materia criminal la


garantía consagrada por el artículo 18 de la Constitución Nacional exige la
observancia de las formas sustanciales del juicio relativas a la acusación,
defensa, prueba y sentencia, dictada por los jueces naturales (Fallos
125:10; 127:36; 127:374; 189:34; 308:1557, entre muchos otros).

3.2. Juez natural

Esta garantía implica que el Juez o Tribunal, debe estar constituido


previamente al hecho, no debiendo existir jueces o comisiones especiales
que se creen al solo fin de juzgar ese hecho. Asimismo, el Juez o Tribunal a
juzgar, debe ser nombrado conforme los procedimientos establecidos en
la constitución.

3.3. Ley anterior

Esta garantía hace referencia a que tiene que el Congreso de la


Nación debe haber sancionado una ley penal previa, que establezca de
forma precisa una acción y que individualice una pena. Este principio se
encuentra, entre varios lugares, en el art. 8 del Pacto de San José de Costa
Rica., 18 y 19 de la Constitución Nacional. Asimismo, ante discrepancias
jurisprudenciales, la CSJN resolvió en la causa “Videla”, que no solamente
esta garantía abarca a las leyes penales de fondo, sino también a las leyes
procesales penales de forma.

El problema en el régimen penal cambiario. Fallo “Cristalux”.


Inconstitucionalidad.

Un aspecto interesante para analizar a la luz de las disposiciones


constitucionales, es respecto a si el régimen penal cambiario5 viola la
garantía constitucional de la aplicación de la ley penal más benigna.

5
ley N° 19.359, aprobada por el decreto N° 480 (B.O. 25/09/1995), y modificada por las leyes
22.338 y 24.144
Es por ello, que mencionaré que el artículo 20 inc. A de la ley objeto
de estudio establece expresamente que no será aplicable el artículo 2 del
Código Penal (aplicación de la ley penal más benigna).

Ahora bien, al respecto se expidió la Corte Suprema de Justicia de la


Nación, en el fallo “Argenflora”.

El hecho del caso consistió en que la Cámara Nacional en lo Penal


Económico confirmó una sentencia condenatoria a la firma Argenflora6
S.C.A. y a Lino Mavolo, por violar el régimen de control de cambios
impuesto por el decreto 2581/64, en razón de la falta de ingreso y
negociación de las divisas fuera de término por las exportaciones
realizadas.

Lo cierto es que, en el año 1991 se dicta el decreto N° 530/91 (o sea,


con posterioridad al hecho), el cual importaba una liberación de las
obligaciones del decreto 2581/64, que se imponía a los imputados, ya que
con esta nueva norma desaparecía la obligación de ingresar y negociar
divisas en el mercado oficial de cambios.

Es por ello que, ante la existencia de una norma más benigna, los
recurrentes solicitaron que no se les aplique las sanciones oportunamente
impuestas.

Al respecto, invocaron los Arts. 9 del Pacto de San José de Costa


Rica y 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ambos
con jerarquía constitucional, y que en forma idéntica prescriben que “Si
con posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la imposición de
una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello”.

Sin embargo, a pesar de lo dispuesto por la norma con rango


constitucional mencionada, el Supremo Tribunal no hizo lugar a las
pretensiones, bajo el argumento de que no quedó configurado en el caso
el supuesto de aplicación de una ley más benigna, toda vez que el inciso
“E" del artículo 1 (en virtud del cual se los condenó) no fue modificado; y
que a pesar de que se haya sustituido el régimen represivo vigente al

6
Corte Sup., 6/5/1997, “Argenflora”, Fallos 320:763.
momento de los hechos, por otro de libre acción -establecido en el
decreto 530/91-, tal aplicación regirá para el futuro.

En otras palabras, el tipo penal sigue subsistiendo, por más que la


situación fáctica que motivó la reglamentación complementaria haya
cambiado. No hay una ley más benigna, toda vez que no hubo una nueva
norma que desincriminara la conducta o redijera las penas.

Contrariamente a los argumentos sostenidos en ese decisorio; en el


fallo “Cristalux”7 la Corte Suprema de Justicia–en su actual composición-,
cambió el criterio sostenido en “Argenflora”, remitiéndose a un voto en
disidencia emitido por el Dr. Santiago Petracchi, en el fallo “Ayerza”.

Así pues, se estableció que las conductas reputadas ilícitas a la luz


del sistema ordenado por el decreto 2581/1964 dejaron de estar
prohibidas con el dictado del decreto 530/1991, trayendo aparejado la
derogación del régimen anterior. Por ende, estableció la Corte como
principio, que el imputado debe beneficiarse de ello, por aplicación de la
ley penal más benigna.

3.4. Inviolabilidad de la defensa en juicio

Dentro de esta garantía se pueden mencionar algunas


características:

1. A ser informado en forma previa y detallada de la acusación (Corte


IDH, caso “Tibi s. Ecuador”(sentencia del 07/09/2004), párr. 1878

2. A un abogado defensor (art. 8.2. e) de la CADH Esta convención


dispone que, entre los derechos “irrenunciables” que otorga al
inculpado, se encuentra “...el de ser asistido por un defensor).

3. A la aplicación de la ley más benigna.


7
Corte Sup., 11/4/2006 – “Cristalux SA s/24.144”
8
La Corte IDH ha dicho, en forma reiterada, que "el artículo 8.2.b de la Convención Americana ordena a
las autoridades judiciales competentes notificar al inculpado la acusación formulada en su contra, sus
razones y los delitos o faltas por los cuales se le pretende atribuir responsabilidad, en forma previa a la
realización del proceso. Para que este derecho opere en plenitud y satisfaga los fines que le son
inherentes, es necesario que esa notificación ocurra antes de que el inculpado rinda su primera
declaración. Sin esta garantía, se vería conculcado el derecho de aquél a preparar debidamente su
defensa."
4. A recurrir el fallo (Corte IDH, caso “Herrera Ulloa vs. Costa Rica”
(sentencia del 02/07/2004), párrs. 158 y 159; caso “Castillo
Petruzzi vs. Perú” (sentencia del 30/05/1999), párr.161. Ver en este
aspecto el art. 21 del Código Procesal Penal Federal (este artículo ya
se encuentra vigente en todo el territorio del país)

5. A interrogar a los testigos y peritos9

6. A tiempo y medios adecuados para preparar la defensa10.

7. A un traductor o intérprete11.

8. A la igualdad en el proceso.

3.5. Estado Jurídico de inocencia

La persona sometida a proceso disfruta de un estado o situación


jurídica que no requiere construir sino que incumbe hacer caer al
acusador.

Artículo 1 del Código Penal: Nadie puede ser considerado culpable


mientras una sentencia firme no desvirtúe la presunción de inocencia de
que todo imputado goza”.

Es consecuencia de su condición de persona. Para condenar se


exige certeza de culpabilidad.

Por remisión del art. 75:22 CN está legislado en arts. 8:2 CADH y
14:2 PIDCyP.

9
Corte IDH, caso “Tribunal Constitucional vs. Perú” (sentencia 31/01/2001), párr.. 83

10
Corte IDH, caso “Tribunal Constitucional vs. Perú” (sentencia 31/01/2001), párrs. 80/83; caso
“Chaparro Álvarez y Lapo Iñiguez vs. Ecuador” (sentencia 21/11/2007), párrs. 151/154

11
Este derecho se aplica tanto a los extranjeros como a los nacionales, y en el caso particular de la
República Argentina, reviste aun mayor relevancia respecto de los pueblos originarios, cuya
participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten
deviene imperativa por mandato constitucional (CN, art.75:17). El derecho de los pueblos
originarios a la traducción de los procesos en que se debaten cuestiones que pueden afectar sus
intereses, ha sido recientemente reconocido por la SC de Salta, en el fallo Comunidad Eben Ezer c/
Everest S.A.; Secretaría de Medio Ambiente de la Provincia de Salta s/ Amparo - Recurso de apelación,
LLNOA, 2007 (noviembre), pág. 1011. En este caso, se hizo lugar a la acción de amparo deducida por una
comunidad indígena a fin de que se declare la nulidad del procedimiento administrativo referido a una
iniciativa privada para el desmonte de miles de hectáreas, entre otros motivos, por encontrarse viciada
la audiencia pública realizada, que fue llevada a cabo sin la traducción a la lengua Wichi y sin la
presencia de los amparistas.
El imputado es sólo eso, un sospechoso, el sujeto pasivo del
proceso, y únicamente la prueba puede definir su situación.

La presunción de inocencia se afirma en el momento de la decisión,


ya que la duda, la falta de certeza, implica la sentencia favorable al
imputado (artículo 3 CPPN).

Para la condena es necesario el presupuesto indispensable de la


prueba suficiente.

Como consecuencia de lo expresado precedentemente, se deriva


que:

 Es un verdadero estado (status) jurídico

 Solo la sentencia tiene esa virtualidad

 La culpabilidad debe ser jurídicamente construida

 Esa construcción reclama un grado de certeza

 El imputado no debe construir su inocencia, pero tiene el derecho


de aportar prueba

 El imputado no puede ser tratado como culpable

 No pueden existir ficciones de culpabilidad

 El estado de libertad durante el proceso solo puede ser dejado de


lado con carácter cautelar para neutralizar riesgos procesales que
malogren los fines del proceso, en función del principio de afianzar
la justicia

En virtud de lo explicado precedentemente, del estado jurídico de


inocencia, se derivan otros principios:

3.6. La libertad del imputado durante el proceso

Toda restricción a su libertad ambulatoria, solamente se puede


basar a título de medida de seguridad o de cautela, “cuando sea
indispensable para asegurar el imperio de derecho, es decir la aplicación,
efectiva y actual de la ley”.
Así pues, se debe comprobar la necesidad, efectiva y actual, de
evitar el peligro de un daño jurídico; ya sea por la presumible realización
de actos capaces de entorpecer la investigación y recolección de pruebas;
o por eludir el accionar de la justicia; o por que pueda continuar con la
ejecución de hechos que alteren el orden jurídico.

En este orden de ideas, las formulaciones realizadas de modo


genérico y sin anclaje en concretas circunstancias de la causa vinculadas
con el procesado, resultan insuficientes para sostener que acceder al
beneficio de la libertad pudiera conducir a afectar los fines del proceso.

A modo de resumen, se pueden extraer las siguientes conclusiones:

 El juicio previo y el estado de inocencia son dos caras de la misma


moneda.

 Son garantías básicas.

 Hasta que exista una sentencia condenatoria no se pueden aplicar


consecuencias penales.

 El ciudadano llega al proceso con un status que debe ser destruido y


en ello consiste la construcción de la culpabilidad.

 No es un beneficio a favor del hombre sino una limitación precisa a


la actividad sancionatoria del Estado.

 El tratamiento como inocente se vincula al carácter restrictivo de las


medidas de coerción en el proceso penal.

3.7. Plazo razonable (del proceso)

Voto de la Dra. Ángela Ester Ledesma: “…el Estado ha de


comprometerse a prestar una justicia ágil y rápida, a pesar de que no es
posible dictar una regla universal que clasifique el concepto del plazo
razonable. Debe apreciarse la infracción en cada caso según las siguientes
características: complejidad del asunto; comportamiento de las partes,
cuestiones individuales recursos abusivos, provocando suspensiones
injustificadas del procedimiento, que su conducta adolezca de la falta de
diligencia necesaria; estándares de actuación y rendimientos normales en
el servicio de justicia.”12

¿Cómo se materializa esta garantía en el C.P.P.N.?

Voto mayoritario: “…la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha


reconocido varias veces la relación existente entre “duración razonable
del proceso” y “prescripción de la acción penal” (cfr. causa “Baliarde,
José”, supra cit.; Fallos: 306:1688 y 316:1328 -en los que se consideró que
constituía un apego ritual injustificado la postergación del planteo de
prescripción al momento de la sentencia-; 312:2075 -caso en el que se
admitió por analogía la aptitud de la prescripción, a pesar de no
encontrarse expresamente prevista en la norma entonces en discusión,
para producir los efectos de otras formas de finalización del proceso
favorables al imputado-).-”13

“De estos precedentes se desprende que el derecho del imputado a que


se ponga fin a la situación de indefinición que supone el enjuiciamiento
penal puede encontrar tutela en la prescripción de la acción. Como se
destacó en Fallos: 312:2075: el “pronunciamiento garantizador del art. 18
de la Constitución Nacional (...) puede consistir naturalmente en la
declaración de prescripción de la acción penal”. En consecuencia, aun
cuando la inteligencia del concepto de “secuela de juicio” sea un artículo
que excede la jurisdicción extraordinaria, si la duración indefinida del
procedimiento provoca una lesión a un derecho de rango constitucional,
la decisión que rechaza la extinción de la acción penal por haber existido
actos procesales interruptivos de la prescripción puede y debe ser
revisada en esta instancia, a fin de evitar que so color de que se trata de
interpretaciones de derecho común se esquive la intervención de esta
Corte en asuntos que, como se ha dicho, afectan derechos federales (cfr.
Fallos 322:360 voto en disidencia de los doctores Petracchi y Boggiano).-
”14

3.8 OTROS DERECHOS DEL IMPUTADO

12
“Baigorria, Claudia Elizabeth”, Cámara Nacional de Casación Penal, Sala III, 11/10/2006
13
“Bicher, Domingo Emilio”, Cámara Nacional de Casación Penal, Sala III, 12/04/2007
14
“Bicher, Domingo Emilio”, Cámara Nacional de Casación Penal, Sala III, 12/04/2007
 al silencio,

 a un tribunal independiente e imparcial,

 a ser oído con las debidas garantías15,

 Prohibición de la doble persecución penal (non bis in idem o ne bis


in idem)16,

 de todo detenido a ser llevado sin demoras ante el juez,

 La duda debe resolverse a favor del imputado (favor rei o indubio


pro reo) art. 3 CPPN,

 a ser informado de los cargos en su contra (art. 7 inc. 4 CADH “Toda


persona detenida o retenida debe ser informada SIN DEMORA del
cargo o cargos formuladas contra ella”),

 Inviolabilidad del domicilio, los papeles privados y la


correspondencia,

 Nadie puede ser arrestado sin orden emanada de juez competente,

15
Es sinónimo de tutela judicial efectiva, significa que toda persona tiene derecho a acceder a un
tribunal para que éste pueda pronunciarse.
16
CADH, art. 8.4: El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio
por los mismos hechos. La CSJN ha definido a la garantía del non bis in idem como "aquella que impide
la múltiple persecución penal, simultánea o sucesiva, por un mismo hecho"; agregando que "no se trata
exclusivamente de que una persona sea condenada dos veces por el mismo hecho, sino que basta para
incurrir en la violación de la garantía con que se la someta al 'riesgo' -por medio de un nuevo proceso-
de que pueda ser condenada'', Fallos 326: 2805, Videla, 2003.
4. DERECHOS DEL IMPUTADO EN LA DECLARACIÓN INDAGATORIA.
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES.

El imputado debe ser impuesto de su derecho a la defensa y del que


tiene a una entrevista previa con el defensor elegido. Tras ello elegirá
declarar o no hacerlo. La presencia del asesor es prescindible. Aunque se
niegue a firmar el acta es válido el acto.

Está vedada toda forma de compulsión o trampa para inducir a una


confesión.

El imputado puede pedir declarar cuantas veces quiera, siempre que


no se trate de maniobra para perturbar el trámite del proceso.

Los descargos del imputado deben ser verificados (art. 304 CPPN)

La declaración del art. 279 del CPPN puede ser equivalente a


indagatoria, no así la explicación escrita del art. 73 CPPN. Estas
presentaciones son un derecho del imputado. Esto se llama, la declaración
espontánea.

4.1 GARANTÍAS CONSTITUCIONALES EN LA INDAGATORIA

 al silencio- sin que ello implique presunción alguna en su contra


 a ser oído
 de todo detenido a ser llevado sin demoras ante el juez
 a ser informado de los cargos en su contra (art. 7 inc. 4 CADH “Toda
persona detenida o retenida debe ser informada SIN DEMORA del
cargo o cargos formuladas contra ella”) además art. 8.2.b) CADH.
 a un abogado defensor (art . 8.2 e) de la CADH Esta convención
dispone que, entre los derechos “irrenunciables” que otorga al
inculpado, se encuentra “...el de ser asistido por un defensor)
 a tiempo y medios adecuados para prepara la defensa (8.2.c)
 a un traductor o interprete (8.2.a)
5. LA COERCIÓN EN EL PROCESO PENAL

La regla siempre es la libertad del imputado durante la tramitación


de la causa. A los fines de aplicar tal regla deberá seguirse el criterio
esbozado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en “Fallos”
316:1934 “Gotelli”, de manera tal que los únicos impedimentos de la
eximición de prisión o excarcelación deben ser que la persona intente
obstaculizar el trámite del proceso (entorpecimiento) o bien sustraerse a
la jurisdicción (peligro de fuga), en cuyos supuestos los jueces deberán
valorar las pautas de que se trate con valor relativo y sujetos al contralor
del superior, sea por recursos ordinarios o extraordinarios.

La coerción personal será legítima si se dan dos requisitos:

1) Verosimilitud del derecho: del derecho del Estado a imponer una


pena, en razón de la presunción de culpabilidad del imputado; y

2) Peligro en la demora: porque peligran los bienes del proceso, esto


es la averiguación de la verdad histórica y la aplicación de la ley

La afectación legítima de la libertad por parte del Estado no puede


ser ilimitada, y siempre está sujeta al control de legalidad y de
razonabilidad.

El primer límite legal a la prisión preventiva, es la presunción de


inocencia (CN, art. 18, CADH art. 8.2, PIDCP art. 14.2), principio que tiene
un necesario correlato con la libertad.

5.1. PLAZO RAZONABLE QUE UN IMPUTADO PUEDE ESTAR EN


PRISIÓN PREVENTIVA

El actual texto del art.1 de la ley 24390 (según ley 25430), restringe
el límite objetivo en 2 años prorrogables hasta 3, cuando la cantidad de
delitos atribuidos al procesado o la evidente complejidad de la causa
hayan impedido el dictado de la misma en el primer término.
El art. 2 establece que dichos plazos no se computarán cuando se
cumplieren después de haberse dictado la sentencia condenatoria, y
aunque la misma no se encontrara firme.

Y a la hora de fijar los límites, entran en juego derechos


fundamentales: el derecho a ser juzgado en un plazo razonable o a ser
puesto en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso (CN arts. 1, 18,
75 inc. 22; y arts. 7 inc. 5 CADH y 9 .3 del PIDCP).

Es una derivación del derecho a la libertad; (art. 7 CADH, 9 PIDCP,


CN arts. 18, 75 inc. 22) del que solo debiera ser privada la persona por una
pena, impuesta luego de un debido proceso, con todos los recaudos
previstos por el art. 18 de la CN y el los arts. 8 de la CADH, y 9 del PIDCP.

Sin perjuicio de todo lo expuesto, debe señalarse que la Corte


Suprema de Justicia de la Nación ha considerado en varios casos de lesa
humanidad que “…la validez del art. 1° de la ley 24.390 se halla supeditada
a la circunstancia de que los plazos fijados en aquella norma no resulten
de aplicación automática por el mero transcurso de los plazos fijados, sino
que han de ser valorados en relación a las pautas establecidas en los arts.
380 y 319 del Código de Procedimiento en Materia Penal y Código Procesal
Penal, respectivamente, a los efectos de establecer si la detención ha
dejado de ser razonable” (conf. Fallos 319:1840).

En la misma sintonía, la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación


Penal (causa 10.580) “…no corresponde la liberación automática por el
mero transcurso del tiempo de personas acusadas de delitos de lesa
humanidad, ocurridos durante la última dictadura militar, siempre que se
verifiquen riesgos procesales, a pesar de haber cumplido el imputado más
de tres años en prisión preventiva”.
6. GARANTÍAS CONSTITUCIONALES, PRUEBA ILÍCITA Y NULIDADES
PROCESALES

Las nulidades absolutas son las que violan formas procesales que
están directamente vinculadas o que reglamentan garantías procesales
indisponibles por los particulares, que interesan al orden público por
constituir formas sustanciales del proceso penal (art. 168, 2do.párrafo
CPPN)

Ejemplos:

*la prohibición de declarar contra sí mismo,

*el juez natural,

*la imparcialidad del órgano jurisdiccional,

*el derecho a ser oído, etc.

Características de las nulidades absolutas

*su declaración no esta supeditada a la instancia de parte


interesada, pueden y deben ser declaradas de oficio (art. 168 CPPN
y 203 CPPBsAs),

*no existe plazo de caducidad para su interposición, puede


efectuarse mientras el proceso tenga vida,

*no pueden ser subsanadas ni convalidadas.

La prueba ilícita

Para nuestro sistema jurídico los medios de prueba obtenidos en


violación a las garantías constitucionales no son admisibles como
pruebas de cargo. Ello en virtud de la denominada regla de
exclusión, por la cual se priva de todo valor al material probatorio
obtenido contra-Constitución, caso inverso es decir si se
pretendiera conferir valor alguno a aquellos se llegaría al absurdo
de “constituir a la administración de justicia en beneficiaria de
actividad Ilícita”.
“No es posible aprovechar las pruebas obtenidas en
desconocimiento de garantías constitucionales, aún cuando presten
utilidad para la investigación, pues ello compromete la
administración de justicia al pretender constituirla en beneficiaria
de un hecho ilícito” (Fallo 317:1985 “Daray”).

Cuando la prueba obtenida contraviniendo la normativa


constitucional se presenta directa, evidente, opera la regla de
exclusión, con la finalidad de privar de efectos a dicho material
probatorio de cargo contra el imputado. La CADH la consagra en
una interpretación integral en el art. 8.2.g.

Esa prueba no puede ser incorporada válidamente al debate


por aplicación de los artículos 167:3 y 168 CPPN y de la regla de
exclusión acuñada por nuestra CSJN desde el precedente “Charles
Hnos” (Fallos 46:36) y desarrollada posteriormente en “Rayfort”
(Fallos 308:733); Montenegro (Fallos 303:1938); “Daray” (Fallos
317:1985) y más recientemente “Baldivieso” (Fallos 333:405).

No debe confundirse el problema atinente a la validez de la


prueba obtenida por un medio ilegal, que es tema de la regla de
exclusión, con el de la admisibilidad de la prueba originada,
derivada o vinculada aún mediatamente, con el primer acto
ilegítimo. Esto es lo que se conoce en el derecho norteamericano
con el nombre de la doctrina del “fruto del árbol venenoso” (Fruit of
the poisounous tree).

En los casos más sencillos de regla de exclusión la prueba


cuestionada es claramente directa o primaria en su relación con: 1)
el arresto previo; 2) un interrogatorio; o 3) un allanamiento

Otras veces la prueba cuestionada es de naturaleza indirecta,


secundaria o derivada.

Ejemplos: 1) cuando se obtiene una confesión a partir de un


arresto ilegal; o 2) la prueba física es habida luego de una confesión
obtenida ilegalmente.
En estos casos es necesario determinar si la prueba derivada
está manchada con la violación a la constitución: Debe decidirse si
la evidencia es “fruto del árbol venenoso”.

Siendo el procedimiento inicial violatorio de las garantías


constitucionales, tal ilegalidad se proyecta a todos aquellos actos
que son su consecuencia y que se ven así alcanzados o teñidos por
su ilegalidad.

De tal manera, no solo resultan inadmisibles en contra de los


titulares de las garantías las pruebas directamente obtenidas del
procedimiento inicial, sino además todas aquellas otras evidencias
que son fruto de la ilegalidad originaria. Es el efecto extensivo de
las prohibiciones probatorias.

Excepciones:

*Si existe en un proceso un cauce de investigación distinto del


que se tenga por ilegítimo, de manera de poder afirmarse que
existía la posibilidad de adquirir la prueba cuestionada por una
fuente independiente, entonces esta prueba será válida

*Ese curso de prueba alternativo debe constar en la causa de


manera que sea claro que el mismo no es una invención a
posteriori de quien pretende invocarlo.

*Debe tratarse de un curso de prueba con suficiente entidad y


verosimilitud como para suponer que la prueba cuestionada
habría sido adquirida de todas formas, con la simple utilización
de la lógica de dicho camino alternativo e independiente
"RAYFORD, REGINALD R. Y OTROS S/ TENENCIA DE
ESTUPEFACIENTES (ART. 6°, LEY 20771)” - CSJN - 13/05/1986
Buenos Aires, mayo 13 de 1986.//- Considerando: 1) Que en la
madrugada del día 4 de febrero de 1982 se constituyó una comisión
policial en el cruce de las calles Florida y Viamonte de esta Capital
Federal, con el objeto de investigar la actividad de una persona de
origen extranjero que, según informaciones confidenciales, se
dedicaría en esa zona a la consumición y distribución de "picadura
de marihuana". A las 4.45 se individualizó a Reginald R. Rayford, de
nacionalidad estadounidense, en tránsito en el país domiciliado en
Florida 878, 6° piso, dpto. 21, quien refirió consumir marihuana y
poseer esa sustancia en su domicilio. Allí concurrieron de inmediato
los policías -que al efecto recabaron la presencia de un testigo-, y
ante la falta de reparo por parte de Rayford se procedió a la
inspección de la morada, secuestrándose de un portafolios una
envoltura de papel conteniendo dicho estupefaciente. Durante el
traslado a la comisaría, el detenido entregó una tarjeta personal de
A. E. B., quien sería el que le suministró la marihuana. A las 9.45, el
menor B. fue detenido en la casa de sus padres y sus
manifestaciones condujeron a la detención de A. M. L. S., también
menor de edad.- Rayford relató que se hallaba circunstancialmente
en el país por pertenecer a una compañía extranjera de
espectáculos, y que conoció casualmente a B., con quien trabó
cierta relación que los llevó a convenir la compra de marihuana para
consumo personal, que sería provista por el nombrado, entregando
Rayford el dinero. Reconoció que la sustancia secuestrada era el
sobrante de la que le llevó B. A su vez, éste admitió haber adquirido
la marihuana con el dinero de Rayford, para lo que solicitó la
colaboración de L. S., quien le presentó a un proveedor a fin de
comprar el estupefaciente, que luego fumó en parte con Rayford en
su departamento, quedándose éste con el resto. Por último, L. S.
aceptó haber intervenido en el acercamiento de B. con el
proveedor.- 2) Que el ministerio público formuló acusación a fs.
197/201, solicitando que se condenase a Rayford a la pena de 1 año
de prisión y multa como autor del delito de tenencia de
estupefacientes (art. 6°, ley 20.771), y a B. y L. S. a la pena de 3 años
de prisión y multa como autores del delito de suministro de
estupefacientes (art. 2°, inc. d, ley citada). Luego del período de
prueba, la defensa de Rayford cuestionó a fs. 268/270 la validez del
allanamiento y secuestro, sobre la base de la violación del art. 188
del Código de Procedimiento en Materia Penal.- La sentencia de 1ª
instancia absolvió a los imputados por considerar nula la diligencia
de secuestro, en razón de no () aberse recabado la pertinente orden
de allanamiento, la ausencia de consentimiento válido del
interesado, la hora en que se realizó, y por ser insuficiente la
presencia de un solo testigo. Valoró también el haberse omitido la
exhibición del material secuestrado al tiempo de rendirse las
respectivas declaraciones indagatorias, concluyendo en la falta de
acreditación del cuerpo del delito. Apelado este pronunciamiento
por el fiscal, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional, sala IV, lo revocó con fecha 27 de octubre de 1983,
condenando a los procesados de acuerdo a la pretensión de aquél.
La alzada sostuvo la validez del secuestro por haber mediado el
consentimiento del interesado, circunstancia que consideró no
negada por éste y que sólo introdujo la defensa al alegar. Tampoco
encontró óbice en la hora del procedimiento por corresponder al
momento de la detención del sospechoso;; ni estimó inválida el acta
por haber concurrido un solo testigo, ya que este punto no fue
cuestionado y -a su juicio- debían computarse también los
testimonios de los policías intervinientes. Desechó, asimismo, el
vicio derivado de la falta de exhibición de la sustancia en las
indagatorias, pues ese tema no se había planteado antes y porque
siempre reconocieron los imputados la calidad de lo secuestrado.-
3) Que dicha sentencia dio lugar al recurso extraordinario articulado
por la defensa de A. E. B., en el que se impugna la condena, entre
otros agravios, a raíz de la ilegitimidad de la actividad policial que
condujo a la formación del proceso.- Cuestiona, en ese sentido, los
actos iniciales de la investigación por cuanto resultarían violatorios
de las garantías contenidas en el art. 18 de la Constitución Nacional.
En particular se agravia del ilegítimo allanamiento en el domicilio de
Rayford y todo lo que fue su consecuencia.- En este orden
corresponde resolver como asunto previo el interrogante que
podría suscitarse en torno a la legitimación del recurrente para
impugnar los actos iniciales del procedimiento, en tanto podría
sostenerse que su validez o invalidez afectarían sólo el interés del
coprocesado Rayford, mas no el de B. que fue ajeno a ellos. La
respuesta no puede ser sino afirmativa porque, como luego se verá,
fue a partir de la inspección realizada en el domicilio de aquel que
se desenvolvieron los distintos pasos de la pesquisa que llevaron a
su incriminación en esta causa. Tales acontecimientos, pues,
aunque en apariencia habrían ocurrido fuera del ámbito de
protección de sus derechos, resultan indisolublemente relacionados
con su situación, a punto tal que la condena es fruto de todos los
antecedentes del sumario, desde el comienzo mismo de los sucesos
que tuvieron a Rayford como protagonista.- En consecuencia, la
garantía del debido proceso que ampara a B. lo legitima para
perseguir la nulidad de dichas actuaciones, y su recurso ha sido
entonces bien concedido por el a quo a fs. 369. Es de destacar,
asimismo, que la circunstancia de que Rayford no haya apelado el
fallo condenatorio por la vía prevista en el art. 14 de la ley 48, no
configura óbice a los agravios de B. Esa omisión no debe entenderse
en el caso como si aquél admitiese, en definitiva, la validez del
allanamiento, ya que durante el curso del proceso lo cuestionó, y
ello fue inclusive admitido por el juez de primera instancia; y
porque, además, la especial situación personal de Rayford, al
tratarse de un extranjero no radicado en el país -que por otra parte
ya abandonó-, hace presumir su falta de interés en continuar la
causa. En estas condiciones, la interpretación de su actitud
particular no puede ampliarse hasta perjudicar el derecho de un
tercero que cuenta con interés legítimo en la impugnación.- Cabe
anticipar por último, antes de ingresar en la consideración de las
cuestiones a resolver, que su naturaleza exigirá necesariamente al
tribunal incursionar en las circunstancias fácticas del caso, que
aunque son regularmente extrañas a la instancia extraordinaria, se
encuentran aquí de tal modo ligadas al planteo constitucional que
resulta imposible su solución sin atender a ellas.- 4) Que esta Corte
tiene declarado que la ausencia de objeciones por parte del
interesado respecto de la inspección domiciliaria que pretenda
llevar a cabo el personal policial, no resulta por sí sola equivalente al
consentimiento de aquél, en la medida en que tal actitud debe
hallarse expresada de manera que no queden dudas en cuanto a la
plena libertad del individuo al formular la autorización (doc. causas,
"Fiorentino, Diego E." y "Cichero, Ariel L.", del 27 de noviembre de
1984 y 9 de abril de 1985, respectivamente -Revista LA LEY, t. 1985-
A, p. 160; t. 1985-C, p. 391-). Para ello es útil el examen de las
circunstancias que han rodeado al procedimiento y las
particularidades en que se manifestó la falta de oposición al
registro. En este sentido corresponde tener especialmente en
cuenta que, en el caso, se procedió a la detención de Rayford en la
vía pública y durante la madrugada, a escasos metros de su
domicilio, al que penetró de inmediato la comisión policial. Pero, y
ello es fundamental, esa persona era extranjera y desconocedora
del idioma nacional, de modo que ante la falta de auxilio por algún
intérprete, resulta extremadamente dudoso que pudiera
comprender cabalmente el alcance del procedimiento que se
realizaba y, en concreto, la posibilidad que tenía de oponerse a su
ejecución. Cabe concluir, pues, que en estas condiciones, la mera
ausencia de reparos no puede razonablemente equipararse a una
autorización válida. Como consecuencia de lo expuesto debe
desecharse la legitimidad de la requisa y, por ende, del secuestro
que es su resultado.- 5) Que, sin embargo, si bien la invalidez
declarada precedentemente resulta decisiva en cuanto elimina la
prueba esencial referente a la existencia misma del objeto material
sobre el que recae el delito de tenencia de estupefacientes, es de
destacar que B. no ha sido condenado por esa figura, sino por la de
suministro, cuya comprobación no requeriría necesariamente el
secuestro de la sustancia incriminada y podría extraerse de otros
medios de prueba.- En la especie, la condena del nombrado se
sustenta en el secuestro de la m Al respecto, la regla es la exclusión
de cualquier medio probatorio obtenido por vías ilegítimas, porque
de lo contrario se desconocería el derecho al debido proceso que
tiene todo habitante de acuerdo con las garantías otorgadas por
nuestra Constitución Nacional. Ya ha dicho esta Corte que conceder
valor a esas pruebas y apoyar en ellas una sentencia judicial, no sólo
es contradictorio con el reproche formulado, sino que compromete
la buena administración de justicia al pretender constituirla en
beneficiaria del hecho ilícito por el que se adquirieron tales
evidencias (Fallos, t. 303, p. 1938 -Rev. LA LEY, t. 1982-D, p. 225-).-
Pero dicha regla, no obstante su categórica formulación, admite
también el concurso de factores que pueden atenuar los efectos
derivados de una aplicación automática e irracional. Así, por
ejemplo, de ordinario los elementos materiales indebidamente
obtenidos perderán valor de una vez y para siempre por su espuria
adquisición, dada la inmutabilidad del objeto que constituye la
evidencia. Por el contrario, la prueba que proviene directamente de
las personas a través de sus dichos, por hallarse ellas dotadas de
voluntad autónoma, admite mayores posibilidades de atenuación
de la regla. En este aspecto, el grado de libertad de quien declara no
es irrelevante para juzgar sobre la utilidad de sus manifestaciones,
de modo que la exclusión requiere, en estos supuestos, un vínculo
más inmediato entre la ilegalidad y el testimonio que el exigido para
descalificar la prueba material.- En definitiva, apreciar la proyección
de la ilegitimidad del procedimiento sobre cada elemento
probatorio es función de los jueces, quienes en tal cometido deben
valorar las particularidades de cada caso en concreto. Resulta
ventajoso para esa finalidad el análisis de la concatenación causal
de los actos, mas no sujeta a las leyes de la física sino a las de la
lógica, de manera que por esa vía puedan determinarse con claridad
los efectos a los que conduciría la eliminación de los eslabones
viciados. Debe tenerse en cuenta, asimismo, la posibilidad de
adquisición de las evidencias por otras fuentes distintas de las que
se tengan por ilegítimas.- No cabe olvidar, por último, como ya lo
recordó el tribunal en el citado precedente de Fallos, t. 303, p. 1938,
que la materia en examen siempre encierra un conflicto entre dos
intereses fundamentales de la sociedad, como lo son el de una
rápida y eficiente ejecución de la ley y el de prevenir el menoscabo
de los derechos individuales de sus miembros a raíz de la aplicación
de métodos inconstitucionales por partes de quienes se encuentran
encargados de resguardar su cumplimiento.- 6) Que, en
consecuencia, corresponde ahora examinar concretamente las
circunstancias del caso sobre la base de las pautas señaladas. Y en
esta tarea se observa que, como ya se dijo, desechado el secuestro
ilegítimo, quedarían aún en pie las manifestaciones de Rayford y L.
S., y la confesión de B.- Para determinar la utilidad de esos
elementos, y de acuerdo al método expuesto, se debe retornar al
punto de origen de la investigación. Para ello habrá que guiarse por
las constancias efectivas del sumario, pues de los informes
confidenciales a que se alude a fs. 1/2, 10 y 12/13 no existen otros
antecedentes que los allí expresados. Con esto se quiere significar
que no se advierte que la pesquisa haya tenido vida por una vía
distinta de la que consta efectivamente en la causa, es decir, la
intercepción de Rayford en la vía pública y el inmediato
allanamiento ilegítimo de su domicilio.- Una observación racional de
lo ocurrido a partir de entonces conduce a la conclusión invalidante
de los actos subsiguientes. En efecto, en ese procedimiento se
incauta indebidamente parte del estupefaciente suministrado por B.
De no haber sido por ese medio, resulta harto conjetural suponer
que Rayford lo hubiera involucrado espontáneamente. Ello es así
porque surge obvio que la indagación ha girado, desde el comienzo,
sobre esa sustancia secuestrada y no sobre otra, de modo que
existe un nexo directo entre el secuestro ilegítimo y la mención que
Rayford trae de B. Es más, aun antes de que aquél efectuara
manifestaciones en la comisaría, ya en camino hacia ella entregó a
la comisión policial una tarjeta personal de B. a quien indicó como
vendedor de "dicha marihuana", vale decir, de la que fue
específicamente objeto de la requisa.- En tales condiciones, la
incriminación de B. por Rayford no puede tenerse en cuenta porque
las circunstancias en que se efectuó autorizan a descartar que sus
manifestaciones sean el fruto de una libre expresión de la voluntad.
Al contrario, aparecen evidentemente inducidas por la situación en
que se lo colocó a raíz del allanamiento ilegal que, por otra parte,
no fue casual sino que llevaba el específico propósito de reunir
evidencias del delito. Si se elimina el secuestro y su inmediata
consecuencia que son los dichos de Rayford, ¿cómo se podría haber
llegado a la individualización de B." Tal como se encaminó la
investigación se puede aseverar que ello habría sido imposible
porque no existen otros indicios que conduzcan a éste.- En otras
palabras, B. quedó vinculado a la investigación como efecto
exclusivo del procedimiento ilegítimo en el que se secuestró el
estupefaciente, desde que esa circunstancia determinó las
manifestaciones de Rayford y la consecuente incriminación de
aquél. No hubo varios cauces de investigación sino uno solo, cuya
vertiente original estuvo viciada y contaminó todo su curso,
abarcando también el reconocimiento del propio B. en tanto ello es
consecuencia directa de su ilegítima vinculación al sumario.
También deben caer los dichos de L. S. por los mismos motivos,
pues se lo incorporó a los autos a través de las explicaciones de B.
Cabe señalar que, de todos modos, en rigor aquél no presenció el
suministro a Rayford, lo que minimiza su relevancia.- Por ello, y de
conformidad con lo dictaminado en sentido concordante por el
Procurador General, resultando innecesaria toda otra sustanciación,
se revoca la sentencia apelada y, en ejercicio de la facultad
conferida en la par. 2ª del art. 16 de la ley 48, se absuelve a
Reginald R. Rayford, A. E. B. y A. M. L. S., por los delitos de tenencia
de estupefacientes el primero, y tráfico de estupefacientes los dos
últimos, que fueron objeto de acusación en esta causa.- José S.
Caballero (en disidencia). - Augusto C. Belluscio (en disidencia). -
Carlos S. Fayt. - Enrique S. Petracchi. - Julio C. Imardi.- Disidencia del
doctor Caballero Considerando: 1) Que en la madrugada del día 4
de febrero de 1982 se constituyó una comisión policial en el cruce
de las calles Florida y Viamonte de esta Capital Federal, con el
objeto de investigar la actividad de una persona de origen
extranjero que, según informaciones confidenciales, se dedicaría en
esa zona a la consumición y distribución de "picadura de
marihuana". A las 4.45 se individualizó en la vía pública a Reginald
R. Rayford, de nacionalidad estadounidense, en tránsito en el país,
domiciliado en Florida 878, 6° piso, dpto. 21, quien refirió consumir
marihuana y poseer esa sustancia en su domicilio. Allí concurrieron
de inmediato los policías -que al efecto recabaron la presencia de
un testigo-, y ante la falta de reparo por parte de Rayford, se
procedió a la inspección de la morada, secuestrándose de un
portafolios una envoltura de papel que contenía dicho
estupefaciente. Ya detenido, durante el traslado a la comisaría,
Rayford entregó una tarjeta personal de A. E. B., quien sería el que
le suministró la marihuana. A las 9.45, el menor B. fue detenido en
la casa de sus padres y sus manifestaciones condujeron a la
detención de A. M. L. S., también menor de edad.- 2) Que Rayford
relató que se hallaba circunstancialmente en el país por pertenecer
a una compañía extranjera de espectáculos, y que conoció
casualmente a B., con quien trabó relación. Explicó que éste lo
invitó a su departamento, donde lo convidó con algunos cigarrillos
de marihuana -luego negó esto último- y que, asimismo, dicha
relación los llevó a convenir la compra de marihuana para consumo
personal, que sería provista por B., entregándole Rayford el dinero.
Reconoció que la sustancia secuestrada era el sobrante de la que le
llevó B. A su vez, éste admitió haber adquirido la marihuana con el
dinero de Rayford, para lo que solicitó la colaboración de L. S., quien
le presentó a un proveedor a fin de comprar el estupefaciente, que
luego fumó en parte con Rayford en su departamento, quedándose
éste con el resto. Por último, L. S. aceptó haber intervenido en el
acercamiento de B. con el proveedor, y refirió que en esa ocasión B.
llevó una balanza para pesar la droga y discutió con el vendedor por
la calidad y el precio.- 3) Que el ministerio público formuló
acusación a fs. 197/201, solicitando que se condenase a Rayford a la
pena de 1 año de prisión y multa como autor del delito de tenencia
de estupefacientes (art. 6°, ley 20.771), y a B. y L. S. a la pena de 3
años de prisión y multa como autores del delito de suministro de
estupefacientes (art. 2°, inc. d, de la citada ley). Unicamente
después del período de prueba, la defensa de Rayford cuestionó a
fs. 268/270 la validez del allanamiento y secuestro, sobre la base de
la violación del art. 188 del Cód. de Procedimiento en Materia
Penal, y afirmó que la absolución de su asistido se inspiraba en los
principios fundamentales que garantizan la seguridad individual
consagrados por la Constitución Nacional. Con cita de Fallos de esta
Corte Suprema y de la Cámara Criminal de la Capital, recordó que
no resulta posible admitir la prueba ilegalmente obtenida ni la que
es consecuencia de ella, y que ello es así, a fin de salvaguardar el
derecho de defensa y la garantía del debido proceso legal, para no
hacer, en definitiva, beneficiara a la administración de justicia de un
hecho ilícito.- 4) Que la sentencia de 1ª instancia absolvió a los
imputados por considerar nula la diligencia de secuestro en razón
de no haberse recabado la pertinente orden de allanamiento, la
ausencia de consentimiento válido del interesado, la hora en que se
realizó, y por ser insuficiente la presencia de un solo testigo. Se
adhirió al criterio de la defensa del procesado Rayford y también
valoró el haberse omitido la exhibición del material secuestrado al
tiempo de rendirse las respectivas declaraciones indagatorias,
concluyendo en la falta de acreditación del cuerpo del delito.
Apelado este pronunciamiento por el fiscal de primera instancia,
contestaron la vista el fiscal de Cámara y la defensa de A. E. B., tras
lo cual, la sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional lo revocó con fecha 27 de octubre de 1983,
condenando a los procesados de acuerdo a la pretensión del
representante del ministerio público. La alzada sostuvo la validez
del secuestro por haber mediado el consentimiento del interesado,
circunstancia que consideró no negada por éste, ya que de otro
modo lo hubiera hecho saber al juez instructor o su defensa la
habría referido al contestar la acusación; máxime cuando la tacha
habría sido introducida recién al alegar. Tampoco encontró óbice en
la hora del procedimiento, por corresponder al momento de la
detención del sospechoso; ni estimó inválida el acta por haber
concurrido un solo testigo, toda vez que no se desconoció el
secuestro, ni se cuestionó la identidad del material; ni tampoco el
punto fue impugnado oportunamente. Asimismo, a su juicio, debían
computarse la hora en que el procedimiento se realizó y los
testimonios de los policías intervinientes. Desechó el vicio derivado
de la falta de exhibición de la sustancia en las indagatorias, pues ese
tema no se había planteado antes y porque siempre reconocieron
los imputados la calidad de lo retenido, circunstancia, que ponderó,
al igual que la de las confesiones judiciales.- 5) Que dicha sentencia
solamente dio lugar al recurso extraordinario articulado por la
defensa de A. E. B., condenado por suministro de estupefacientes,
en el que impugna el fallo, a raíz de la ilegitimidad de la actividad
procesal que condujo a la formación del sumario, y en virtud de la
violación del régimen penal de la minoridad (ley 22.278). En tal
sentido, cuestiona los actos iniciales de la investigación, producidos
con relación a Rayford, por cuanto resultarían violatorios de las
garantías consagradas en el art. 18 de la Constitución Nacional,
agraviándose del ilegítimo allanamiento en el domicilio de éste y de
todo lo que fue su consecuencia; y refiere en lo que concierne a su
defendido, que el a quo debió limitarse a declarar la responsabilidad
penal del procesado, ya que la imposición de una pena se hallaba
supeditada, conforme al art. 4° de la ley 22.278, al cumplimiento de
una serie de requisitos, entre ellos, dicha declaración previa de
responsabilidad. También afirma que se ha despojado al causante
del derecho a la 2ª instancia, que no se trajo al proceso el
expediente tutelar de B., y que los magistrados no tomaron
impresión directa de su defendido, por todo lo cual aduce la
conculcación de la garantía constitucional de la defensa en juicio.-
6) Que, en primer lugar, cabe recordar que la cuestión federal, base
del recurso extraordinario, debe introducirse en la primera ocasión
posible que brinde el procedimiento, a fin de que los jueces de la
causa puedan tratarla y resolverla, pues tanto la admisión como el
rechazo de las pretensiones de las partes son eventos previsibles
que obligan a plantear en su momento las defensas a que hubiera
lugar (Fallos, t. 291, p. 354; t. 297, p. 285; t. 302, p. 1081 -Rep. LA
LEY, t. XXXVI, J-Z, p. 1316, sum. 244; Rev. LA LEY, t. 1978-B, p. 680, J.
Agrup. 2913; t. 1981-A, p. 284-; entre otros). En ese sentido, se ha
expresado que la invocación de que se halla involucrada en el pleito
una cuestión constitucional, no puede ser el resultado de una
reflexión tardía o de una mera ocurrencia (Fallos, t. 179, p. 5; t. 188,
p. 482; t. 210, p. 718; t. 302, p. 468 -Rev. LA LEY, t. 8, p. 246; t. 21, p.
138; t. 50, p. 626; t. 1980-D, p. 190-).- 7) Que por ser ello así, los
agravios del único apelante vinculados con la supuesta violación del
art. 18 de la Constitución Nacional en virtud del presunto
allanamiento ilegítimo practicado en el domicilio de quien resultó
condenado por tenencia de estupefacientes, no pueden tener
cabida, pues tal cuestión federal, que se pretende someter al
conocimiento de esta Corte Suprema, ha sido tardíamente
introducida en el escrito de interposición del recurso extraordinario,
cuando la primera oportunidad posible fue al mejorar los
fundamentos del fallo de 1ª instancia, que acogió las objeciones
constitucionales de la defensa de Rayford y sustentó la absolución,
en lo pertinente, en aquélla. De modo que debió al menos
proponerse el caso federal ante la alzada, en la oportunidad
prevista por el art. 538 del Cód. de Proced. en Materia Penal, en vez
de efectuar afirmaciones genéricas e insistir sobre la falta de
tipificación de la figura del suministro de estupefacientes; máxime si
se tiene en cuenta que -según pretende- la validez o invalidez de los
actos iniciales del procedimiento afectarían no sólo el interés del
coprocesado Rayford sino también el suyo propio (causas C 905.XIX
"Cattaneo, Andrés s/ usura";C. 183.XX "Cecchini, Carlos A. del C. de
J. y otros s/ desobediencia"; B.279.XX "Blanco, Héctor O. y otros s/
contrabando", y G.370.XX "Geniso, José O. s/ causa N° 284", falladas
el 25 de setiembre de 1984 y el 11 de junio, el 15 de octubre y el 30
de diciembre de 1985).- 8) Que también resultan inatendibles las
alegaciones que plantean la violación del régimen penal de la
minoridad. Ello es así, puesto que el recurrente no demuestra que el
condenado sufra gravamen actual por la no aplicación del régimen
que propugna, ya que, si bien era menor de 18 años al tiempo de
comisión de los hechos ilícitos incriminados, a la fecha ha excedido -
tiene 22 años- la pauta temporal que tal norma fija para la
aplicación del régimen especial; lo que determina que resulte
inoficioso un pronunciamiento del tribunal a su respecto (Fallos, t.
280, p. 355; t. 292, p. 589 -Rep. LA LEY, t. XXXII, J-Z, p 1259, sum. 94;
t. XXXVI, J-Z, p. 1302, sum. 80-; t. 296, p. 604; causas E.220.XIX
"Editorial Latinoamericana S. R. L. c. Municipalidad de la Capital";
V.243.XIX "Velázquez, Luis c. Gobierno nacional", y D.18.XX "Diez,
Alberto L. c. Universidad Nac. del Sur s/ nulidad acto administrativo,
reposición en el cargo y cobro de pesos", falladas el 22 de marzo y
el 31 de mayo de 1984, y el 4 de julio de 1985).- 9) Que, asimismo,
además de la falta de fundamentación que revela el recurso
deducido, que en este aspecto carece de la crítica concreta y
razonada de los argumentos de la sentencia que ataca, lo decidido
sobre el punto remite al examen de temas de hecho y prueba y de
derecho común y procesal, que han sido resueltos con fundamentos
de igual carácter que, al margen de su acierto o de su error, brindan
al fallo sustento bastante que lo pone a cubierto de la tacha de
arbitrariedad. En efecto, a partir de considerar que A. E. B., tenía 19
años de edad al tiempo de dictar la Cámara su sentencia, y tras
estimar acreditado el delito de suministro de estupefacientes -
independiente de la tenencia- y la intervención que en aquél cupo al
causante a título de autor responsable, el a quo efectuó una
interpretación del art. 4° de la ley 22.278 en función del art. 8° de la
misma norma, que le llevó a condenarlo haciendo mérito de las
constancias de la causa que brindaban información sobre su
conducta, considerando cumplidos los fines tutelares que persigue
el citado régimen legal, dada la edad del imputado al momento de
la decisión.- 10) Que, en las condiciones expuestas, no media entre
lo resuelto y las garantías constitucionales invocadas, la relación
directa e inmediata que exige el art. 15 de la ley 48.- Por ello, y
habiendo dictaminado el Procurador General, se declara
improcedente el recurso extraordinario interpuesto.- José S.
Caballero.- DISIDENCIA DEL DOCTOR BELLUSCIO Considerando: 1)
Que en la madrugada del día 4 de febrero de 1982 se constituyó
una comisión policial en el cruce de las calles Florida y Viamonte de
esta Capital Federal, con el objeto de investigar la actividad de una
persona de origen extranjero que, según informaciones
confidenciales, se dedicaría en esa zona a la consumición y
distribución de "picadura de marihuana". A las 4.45 se individualizó
en la vía pública a Reginald R. Rayford, de nacionalidad
estadounidense, en tránsito en el país, domiciliado en Florida 878,
6° piso, dpto. 21, quien refirió consumir marihuana y poseer esa
sustancia en su domicilio. Allí concurrieron de inmediato los policías
-que al efecto recabaron la presencia de un testigo-, y ante la falta
de reparo por parte de Rayford, se procedió a la inspección de la
morada, secuestrándose de un portafolios una envoltura de papel
que contenía dicho estupefaciente. Ya detenido, durante el traslado
a la comisaría, Rayford entregó una tarjeta personal de A. E. B.,
quien sería el que le suministró la marihuana. A las 9.45, el menor B.
fue detenido en la casa de sus padres y sus manifestaciones
condujeron a la detención de A. M. L. S., también menor de edad.-
2) Que Rayford relató que se hallaba circunstancialmente en el país
por pertenecer a una compañía extranjera de espectáculos, y que
conoció casualmente a B., con quien trabó relación. Explicó que éste
lo invitó a su departamento, donde lo convidó con algunos
cigarrillos de marihuana -luego negó esto último- y que, asimismo,
dicha relación los llevó a convenir la compra de marihuana para
consumo personal, que sería provista por B., entregándole Rayford
el dinero. Reconoció que la sustancia secuestrada era el sobrante de
la que le llevó B. A su vez, éste admitió haber adquirido la
marihuana con el dinero de Rayford, para lo que solicitó la
colaboración de L. S., quien le presentó a un proveedor a fin de
comprar el estupefaciente, que luego fumó en parte con Rayford en
su departamento, quedándose éste con el resto. Por último, L. S.
aceptó haber intervenido en el acercamiento de B. con el
proveedor, y refirió que en esa ocasión B. llevó una balanza para
pesar la droga y discutió con el vendedor por la calidad y el precio.-
3) Que el ministerio público formuló acusación a fs. 197/201,
solicitando que se condenase o Rayford a la pena de 1 año de
prisión y multa como autor del delito de tenencia de
estupefacientes (art. 6°, ley 20.771), y a B. y L. S. a la pena de 3 años
de prisión y multa como autores del delito de suministro de
estupefacientes (art. 2°, inc. d, de la citada ley). Unicamente
después del período de prueba, la defensa de Rayford cuestionó a
fs. 268/270 la validez del allanamiento y secuestro, sobre la base de
la violación del art. 188 del Cód. de Proced. en Materia Penal, y
afirmó que la absolución de su asistido se inspiraba en los principios
fundamentales que garantizan la seguridad individual consagrados
por la Constitución Nacional Con cita de Fallos de esta Corte
Suprema y de la Cámara Criminal de la Capital, recordó que no
resulta posible admitir la prueba ilegalmente obtenida ni la que es
consecuencia de ella, y que ello es así, a fin de salvaguardar el
derecho de defensa y la garantía del debido proceso legal, para no
hacer, en definitiva, beneficiaria a la administración de justicia de
un hecho ilícito.- 4) Que la sentencia de primera instancia absolvió a
los imputados por considerar nula la diligencia de secuestro, en
razón de no haberse recabado la pertinente orden de allanamiento,
la ausencia de consentimiento válido del interesado, la hora en que
se realizó, y por ser insuficiente la presencia de un solo testigo. Se
adhirió al criterio de la defensa del procesado Rayford y también
valoró el haberse omitido la exhibición del material secuestrado al
tiempo de rendirse las respectivas declaraciones indagatorias,
concluyendo en la falta de acreditación del cuerpo del delito.
Apelado este pronunciamiento por el fiscal de primera instancia,
contestaron la vista el fiscal de Cámara y la defensa de A. E. B., tras
lo cual, la sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional lo revocó con fecha 27 de octubre de 1983,
condenando a los procesados de acuerdo a la pretensión del
representante del ministerio público. La alzada sostuvo la validez
del secuestro por haber mediado el consentimiento del interesado,
circunstancia que consideró no negada por éste, ya que de otro
modo lo hubiera hecho saber el juez instructor o su defensa la
habría referido al contestar la acusación; máxime cuando la tacha
habría sido introducida recién al alegar. Tampoco encontró óbice en
la hora del procedimiento, por corresponder al momento de la
detención del sospechoso; ni estimó inválida el acta por haber
concurrido un solo testigo, toda vez que no se desconoció el
secuestro, ni se cuestionó la identidad del material; ni tampoco el
punto fue impugnado oportunamente. Asimismo, a su juicio, debían
computarse la hora en que el procedimiento se realizó y los
testimonios de los policías intervinientes. Desechó el vicio derivado
de la falta de exhibición de la sustancia en las indagatorias, pues ese
tema no se había planteado antes y porque siempre reconocieron
los imputados la calidad de lo retenido, circunstancia que ponderó,
al igual que la de las confesiones judiciales.- 5) Que dicha sentencia
solamente dio lugar al recurso extraordinario articulado por la
defensa de A. E. B. condenado por suministro de estupefacientes,
en el que impugna el fallo, a raíz de la ilegitimidad de la actividad
procesal que condujo a la formación del sumario, y en virtud de la
violación del régimen penal de la minoridad (ley 22.278). En tal
sentido, cuestiona los actos iniciales de la investigación, producidos
con relación a Rayford, por cuanto resultarían violatorios de las
garantías consagradas en el art. 18 de la Constitución Nacional,
agraviándose del ilegítimo allanamiento en el domicilio de éste y de
todo lo que fue su consecuencia; y refiere en lo que concierne a su
defendido, que el a quo debió limitarse a declarar la responsabilidad
penal del procesado, ya que la imposición de una pena se hallaba
supeditada, conforme al art. 4° de ley 22.278, al cumplimiento de
una serie de requisitos, entre ellos, dicha declaración previa de
responsabilidad. También afirma que se ha despojado al causante
del derecho a la 2ª instancia, que no se trajo al proceso el
expediente tutelar de B., y que los magistrados no tomaron
impresión directa de su defendido, por todo lo cual aduce la
conculcación de la garantía constitucional de la defensa en juicio.-
6) Que, aun partiendo de la base de la nulidad del allanamiento
llevado a cabo en el domicilio de Rayford -con arreglo al criterio
establecido por esta Corte a partir de la causa F.508.XIX "Fiorentino,
Diego E. s/ tenencia ilegítima de estupefacientes"-, la sentencia
recurrida tiene sustento en otros elementos probatorios que
permiten arribar a similares conclusiones, en especial la existencia
de parte de todos los procesados de confesión judicial del delito
cometido, aun cuando la versión de los hechos haya sido diferente
según quien los haya relatado y, en lo que se refiere
específicamente al recurrente, su admisión de haber recibido dinero
de Rayford con el fin de conseguirle marihuana, las gestiones
realizadas para ello, y la concreción de la operación de compra,
corroborada por la de Rayford, que expresa haber adquirido el
estupefaciente a B. Esa circunstancia impide la descalificación de lo
decidido por el a quo por la sola impugnación de la diligencia
llevada a cabo por la policía.- 7) Que también resultan inatendibles
las alegaciones que plantean la violación del régimen penal de la
minoridad. Ello es así, puesto que el recurrente no demuestra que el
condenado sufra gravamen por la no aplicación del régimen que
propugna, ya que, si bien era menor de 18 años al tiempo de
comisión de los hechos ilícitos incriminados, a la fecha ha excedido -
tiene 22 años- la pauta temporal que tal norma fija para la
aplicación del régimen especial; lo que determina que resulte
inoficioso un pronunciamiento del Tribunal a su respecto (Fallos, t.
280, p. 355; t. 292, p. 589; t. 296, p. 604);; causas E.220.XIX
"Editorial Latinoamericana S. R. L. c. Municipalidad de la Capital":
V.243.XIX "Velázquez, Luis c. Gobierno nacional, y D. 18 .XX "Diez,
Alberto L. c. Universidad Nac. del Sur s/ nulidad acto administrativo,
reposición en el cargo y cobro de pesos", falladas el 22 de marzo y
el 31 de mayo de 1984, y el 4 de julio de 1985).- Por ello, y habiendo
dictaminado el Procurador General, se declara improcedente el
recurso extraordinario interpuesto.- Augusto C. Belluscio.//-

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