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Melanie Klein: aportes a la noción de relaciones objetales.

Posición, defensas, Complejo de Edipo

POSICIÓN Para destacar el fenómeno que no es una siempre etapa o fase transitoria, sino que implica
una configuración específica de relaciones objetales, ansiedades y defensas, persistente a lo largo de la
vida. La posición esquizoparanoide y la posición depresiva son fases del desarrollo. Podrían
considerarse como subdivisiones de la etapa oral, ocupando la primera los 3 o 4 primeros meses siendo
seguida por la última en la segunda mitad del primer año. La posición esquizoparanoide se caracteriza
por el hecho de que el bebé no reconoce personas sino que se relaciona con objetos parciales y por el
predominio de la asiedad paranoide y de procesos de escisión. El reconocimiento de la madre como
objeto total marca el comienzo de la posición depresiva que se caracteriza por la relación con objetos
reales y por el predominio de integración, ambivalencia, asiedad depresiva y culpa. La posición depresiva
nunca llega a anular por completo a la paranoide y la integración lograda nunca es total. El individuo
puede oscilar entre ambas posiciones. La forma de integración de las relaciones objetales durante la
posición depresiva queda como base de la estructura de la personalidad. Lo que sucede luego es que las
ansiedades depresivas se modifican y atemperan gradualmente.Ciertas ansiedades paranoides y
depresivas siguen siempre activas en la personalidad, pero cuando el yo está lo suficientemente
integrado y durante la posición depresiva ha establecido una relación relativamente firme con la realidad,
los mecanismos neuróticos van sustituyendo poco a poco a los psicóticos. Así según Klein, la neurosis
infantil es una DEFENSA contra las ansiedades paranoides y depresivas subyacentes y una forma de
ligarlas y elaborarlas. La sublimación y la creatividad reemplazan en gran parte a los mecanismos de
defensa tanto psicóticos como neuróticos.

LA POSICIÓN ESQUIZOPARANOIDE Hay suficiente yo al nacer como para sentir ansiedad, utilizar
mecanismos de defensa y establecer primitivas relaciones objetales en la fantasía y en la realidad. Al
principio son embargo, el yo está muy desorganizado, tiene desde el comienzo la tendencia a integrarse.
A veces, bajo el impacto del instinto de muerte y de una ansiedad intolerable esta tendencia pierde
efectividad y se produce una desintegración defensiva. Durante las primeras etapas del desarrollo el yo
es lábil, está en constante fluencia. El yo del bebé está expuesto a la ansiedad provocada por la innata
polaridad de instintos, también bajo el impacto de la realidad externa. Cuando se va enfrentando a la
ansiedad que le produce el instinto de muerte, el yo lo deflexiona. Consiste en parte en una proyección,
en otra en la conversión del instinto de muerte en agresión. El yo se ESCINDE y proyecta fuera su parte
que contiene el instinto de muerte poniendola en el objeto original: EL PECHO. El miedo original al
instinto de muerte se transforma en miedo a un perseguidor, parte del instinto queda en el yo y se
convierte en agresión y se dirige a los agresores. Al mismo tiempo se establece una relación con el
objeto ideal y se proyecta la libido a fin de crear un objeto que satisfaga el impulso instintivo del yo a
conservar la vida. El yo proyecta parte de ella afuera y la restante la utiliza para establecer una relación
libidinal con ese objeto ideal. Así muy pronto el yo tiene relación con dos objetos, el primario: el pecho
que está en esta etapa disociado en dos partes: el pecho ideal y el persecutorio. Hay entonces una
fantasía del objeto ideal y una fantasía de persecución. Así la gratificación no solo satisface la necesidad
de amor y bienestar sino se la necesita para mantener a raya la aterradora persecusión.El objetivo del
bebé es tratar de adquirir y guardar dentro de sí al objeto ideal e identificádose con este que es el que le
da vida y lo protege, mantener afuera el objeto malo y las partes del yo que contienen el instinto de
muerte. La ANSIEDAD predominante es que el objeto o los objetos persecutorios se introduzcan en el yo
y avasallen tanto al objeto ideal como al yo. Se llama así porque la ansiedad predominante es paranoide
y el estado del yo y sus objetos se caracteriza por la escisión que es esquizoide.

Contra la ansiedad de ser aniquilado el yo desarrolla una serie de MECANISMOS DE DEFENSA, siendo
el primero el uso defensivo de la introyección y la proyección. El yo se esfuerza por introyectar lo bueno y
proyectar lo malo. Pero hay situaciones en las que se proyecta lo bueno para mantenerlo a salvo de lo
que se siente como una maldad interna. El rasgo constante es que en situaciones de ansiedad aumenta
la disociación y se usan la proyección e introyección para mantener los objetos persecutorios tan
alejados como sea posible de los ideales a la vez que se los mantiene a ambos bajo control. La
identificación proyectiva es otro mecanismo, mediante el cual se escinden y apartar partes del yo y
objetos internos y se los proyecta en el objeto externo que queda controlado por esas partes e
identificado con ellas.Cuando la persecución es tan intensa que se hace insoportable se la puede negar
completamente. Esta es la negación mágica. Otra forma de utilizarla es idealizar al objeto perseguidor
mismo y tratarlo como ideal. A veces el yo de identifica con este objeto pseudo-ideal. En la vida adulta
estos mecanismos conducen a la falta de discrimación entre lo bueno y lo malo y a fijaciones en objetos
malos que deben ser idealizados.Cuando estos mecanismos no alcanzan a dominar la ansiedad y esta
invade al yo, puede surgir la DESINTEGRACIÓN DEL YO como medida defensiva. El yo se fragmenta y
escinde en partes para evitar la experiencia de la ansiedad. Este mecanismo es muy dañino para el yo y
gralmente. aparece combinado con la identificación proyectiva. A fin de no sufrir la ansiedad el yo hace lo
que puede para no existir, intento que origina una aguda ansiedad específica: la de hacerse pedazos y
quedar pulverizado.

Así vemos que el bebé utiliza mecanismos de defensa, pero estos originan a su vez ansiedades propias,
la proyección hacia afuera de partes buenas le produce la ansiedad de quedar vacío de bondad e
invadido por perseguidores. La identificación proyectiva origina el miedo a que el objeto atacado proyecte
sobre uno y la ansiedad de tener partes de uno aprisionadas y controladas por el objeto en que se ha
proyectado. Es necesario recordar que el bebé normal no pasa la mayor parte del tiempo en estado de
ansiedad, sino que la pasa durmiendo. Pero los períodos de ansiedad en el bebé y las ansiedades y
defensas que constituyen el núcleo de la posición esquizoparanoide son parte del desarrollo normal del
humano. Además de una personalidad bien desarrollada, todas las etapas del desarrollo quedan
incluidas, ninguna está apartada o rechazada.

ESCISIÓN La escisión es lo que le permite al yo emerger del caos y ordenar sus experiencias. Sirve
también para ordenar el universo de las impresiones sensoriales y emocionales del niño y es una
condición para la integración posterior, es la base de la capacidad de discriminar entre lo bueno y lo malo
y para prestar atención. Es la base de lo que mas tarde llegará a ser la represión. Si la escisión temprana
ha sido excesiva la represión posterior será probablemente la excesiva rigidez neurótica. Si ha sido
menos severa la represión lesionará menos al sujeto y el inconsciente estará en mejor comunicación con
la conciencia.La escisión es un mecanismo de defensa muy importante que sigue funcionando en forma
atemperada a lo largo de toda la vida. Con ella se relacionan la ansiedad persecutoria y la idealización la
cuales están presentes en la vida aunque mas atemperadas. Son necesarias para poder reconocer,
evaluar y reaccionar ante situaciones externas extremadamente peligrosas. La identificación proyectiva
también tiene objetos valiosos: es la forma más temprana de la empatía: ponerse en el lugar del otro. Así
vemos que los mecanismos de defensa no son solo protecciones del yo de ansiedades sino también
etapas progesivas del desarrollo.

FINAL DE LA POSICION ESQUIZOPARANOIDE Para que se pase a la posición depresiva es necesario


que las experiencias buenas predominen sobre las malas, a este predominio contribuyen tanto factores
internos como externos. El yo llega a creer que el objeto ideal prevalece sobre los objetos persecutorios
y que su instinto de vida predomina sobre su instinto de muerte, produciendose el establecimiento del
objeto bueno en el yo. Así el yo se identifica con el objeto ideal, disminuye el miedo a los perseguidores y
la escisión entre objetos persecutorios e ideales. Se permite que ambos se aproximen y se prepara para
la integración. A medida que el yo se siente más fuerte y con mayor afluencia de la libido va
disminuyendo la escición dentro del yo. Así disminuye la necesidad de proyectar y el yo puede tolerar
cada vez mas su propia agresión y sentirla como parte de sí. El yo se prepara para integrar sus objetos y
a sí mismo distinguiendo cada vez mas entre el yo y el objeto.

POSICIÓN DEPRESIVA Surge cuando los procesos integrados se hacen más estables y continuos. Es la
fase del desarrollo en la que el bebé reconoce un objeto total y se relaciona con dicho objeto. Ahora el
bebé reconoce a la madre, lo que es crucial para el desarrollo infantil. Enseguida comienza a reconocer
también a otras personas de su ambiente. Se va relacionando así, no solo con el pecho, manos, rostro,
ojos de la madre como objetos diferenciados sino con la madre como persona total que puede ser a
veces mala o buena, presente o ausente. Comienza a percatarse de que sus experiencias buenas y
malas vienen de una misma fuente: su madre. Significa también reconocerla como individuo con una vida
propia y con sus propias relaciones con otras personas. El bebé descubre cuan desamparado está y
como depende totalmente de ella y los celos que le provocan los demás.

La INTEGRACIÓN del yo, que es el mecanismo que aquí predomina, y del objeto prosiguen
simultáneamente. Al percibir a la madre como objeto total el bebé ya puede recordarla es decir recordar
gratificaciones anteriores. El bebé reconoce más claramente que es una misma persona, que él odia y
ama a la misma persona: su madre. Se enfrenta entonces con los conflictos vinculados con su propia
ambivalencia.

Hay un cambio en las ansiedades, en la posición anterior el motivo principal de la ansiedad es que el
objeto o los objetos malos lleguen a destruir al yo. En la posición depresiva, las ansiedades brotan de la
ambivalencia y el motivo principal de la ansiedad es que sus propios impulsos destructivos hayan
destruido o lleguen a destruir al objeto amado de quien depende totalmente. En esta posición se
intensifican los procesos de INTROYECCION. El descubrir cuanto depende del objeto y cuan
independiente es ese objeto de él hace que necesite poseer ese objeto y si es posible protegerlo contra
su propia destructividad. Esta posición comienza en la fase oral del desarrolloen que el amor y la
necesidad provocan el deseo de devorar. Surge la ansiedad de que los poderosos impulsos destructivos
destruyan no solo al objeto bueno externo sino también al objeto bueno introyectado: la completa
destrucción de su mundo interno.El bebé bien integrado está expuesto a nuevos sentimientos: el DUELO
y la NOSTALGIA por el objeto bueno al que se siente perdido y destruido, y la CULPA, provocada por el
sentimiento de que perdió a su objeto bueno por su propia destructividad. En la cúspide de su
ambivalencia puede sobrevenirle la desesperación depresiva. Para él su mundo interno, identificado con
el objeto bueno, esta hecho pedazos. Y además de sufrir por sí mismo sufre por su madre. Sus
padecimientos se acrecientan porque se siente perseguido, esto se debe a que en la cúspide de los
sentimientos depresivos aparece cierta regresión por la cual nuevamente se proyectan los malos
sentimientos y se los identifica con perseguidores internos, y en cierta medida se vuelve a sentir como
perseguidor al objeto bueno. La depresión moviliza en el bebé el deseo de REPARAR (otro mecanismo)
a su objeto u objetos destruidos. Anhela compensar los daños que les ocasionó en sus fantasías
onmipotentes. Así como cree que su destrucción se debe a sus ataques, cree que su propio amor y
cuidados podrán deshacer los efectos de la agresión. El conflicto depresivo es una lucha constante entre
la destructividad del bebé y sus impulsos amorosos y reparatorios. El facaso en la reparación conduce a
la desesperación, el éxito a la esperanza. El bebé resuelve gradualmente las ansiedades depresivas y
recupera externa e internamente sus objetos buenos al reparar a sus objetos externos e internos en la
realidad de sus fantasías omnipotentes. La posición depresiva cambia radicalmente su concepción de la
realidad, al integrarse más su yo descubre su propia realidad psíquica. El desarrollo del sentido de
realidad psíquica está ligado al creciente sentido de realidad externa y el bebé comienza a diferenciar
ambas realidades. En circunstancias favorables, la reaparición de la madre tras su ausencia, su atención
y sus cuidados reducen gradualmente la creencia del bebé en la omnipotencia de sus impulsos
destructivos. El fracaso de su reaparición disminuye su creencia en la omnipotencia de su amor.

El punto de fijación de las enfermedades psicóticas yace en la posición esquizoparanoide y en los


comienzos de la depresiva. Cuando se produce una regresión a estos puntos tempranos del desarrollo el
sentido de realidad se pierde y el individuo se psicotiza. Pero si se alcanzó la posición depresiva y se la
elaboró por lo menos en parte, las dificultades que aparecen en el desarrollo posterior no son de carácter
psicótico sino neurótico. Con el desarrollo de la posición depresiva cambia su relación con los objetos. El
bebé adquiere la capacidad de amar y respetar a las demás personas como seres separados,
diferenciados. Puede ahora reconocer como propios sus impulsos, responsabilizarse por ellos y tolerar la
culpa. Cambia el carácter del superyo, los objetos ideales y persecutorios introyectados durante la
posición anterior forman las primeras raíces del superyo. El objeto persecutorio es vivenciado como autor
de castigos crueles, el objeto ideal con quien el yo anhela identificarse, se convierte en la parte del
superyo correspondiente al ideal del yo que también resulta persecutorio por sus elevadas exigencias de
perfección. El superyo se integra más y es vivenciado como un objeto interno total, amado con
ambivalencia.

El dolor del duelo vivenciado y los impulsos reparatorios que se desarrollan para restaurar objetos
internos y externos amados, constituyen las bases de la creatividad y la sublimación. Estas actividades
se dirigen tanto al objeto como al yo. Se realizan en parte por preocupación y culpa por el objeto, con el
deseo de restaurarlo y preservarlo, y en parte por el interés de la autoconservación. Así la preocupación
por el objeto cambia sus fines instintivos y se produce una inhibición de estos impulsos. La REPRESIÓN
reemplaza a la escisión. Los mecanismos psicóticos gradualmente ceden su lugar a los neuróticos:
inhibición, represión, desplazamiento. Para proteger al objeto el bebé inhibe en parte sus instintos y los
desplaza sobre sustitutos y quí comienza la formación de SIMBOLOS. De este modo, cambia
enteramente el clima del pensamiento. Se desarrolla la capacidad de establecer vinculaciones y la de
abstraer. Aumenta la confianza en su capacidad de conservar o recuperar objetos buenos y su creencia
en su propio amor y posibilidades. La posición depresiva nunca se elabora completamente, siempre
tenemos ansiedades relacionadas con la ambivalencia y la culpa y situaciones de pérdida que reavivan
experiencias depresivas. Cualquier pérdida de la vida posterior reaviva la ansiedad de perder el objeto
bueno itnerno y con ella todas las ansiedades sentidas originalmente durante la posición depresiva. Si
durante esta posición el bebé ha podido establecer un objeto bueno interno lo suficientemente afianzado,
las situaciones anteriores de ansiedad depresiva no le conducirán a la enfermedad sino a una
elaboración fructífera. Cuando no se ha elaborado el desarrollo posterior es mucho menos favorable, el
yo se siente acosado por la ansiedad constante de perder totalmente las situaciones internas buenas,
está empobrecido y debilitado y su relación con la realidad es frágil, hay un perpetuo temor y a veces una
verdadera amenaza de hacer una regresión a la psicosis.

Las DEFENSAS MANÍACAS se refieren a la a la posición depresiva vinculada con la vivencia de


dependencia del objeto. Las defensas maniacas se dirigirán contra todo sentimiento de dependencia,
que se evitará, negará o invertirá. La relación maníaca con los objetos se caracteriza por una tríada de
sentimientos: control, triunfo y desprecio. Estos sentimientos se corresponden directamente con
sentimientos depresivos de valorar al objeto y depender de él, con el miedo a la pérdida y la culpa, y
sirven de defensa contra ellos. La reparación puede formar parte de las defensas maníacas. Se intenta
reparar al objeto en forma maníaca y omnipotente. Es cuando se le puede tratar en forma parcial como
objeto de preocupación. La reparación como lo menciona la autora es un mecanismo de gran
importancia para el desarrollo del yo y para su adaptación a la realidad. La reparación maníaca es una
defensa en la medida en que su fin es reparar al objeto sin que aparezcan sentimientos de culpa o de
pérdida. La reparación maníaca no puede completarse nunca porque, de ser así, el objeto plenamente
restaurado se haría nuevamente digno de amor y aprecio, y libre del control omnipotente y del desprecio
del maníaco.

EL CONCEPTO DE MADRE Y EL COMPLEJO DE EDIPO TEMPRANO EN MELANIE KLEIN


Para M. Klein el C. de Edipo comienza en el primer año de vida, y en ambos sexos se inicia siguiendo
caminos similares. La relación con el pecho es uno de los factores esenciales que influye. La satisfacción
experimentada con el pecho materno le permite al niño dirigirse a otros objetos, ante todo al pene del
padre. La frustración, inevitable, sufrida con el pecho, impulsa al niño a abandonarlo y buscar el pene.
Pecho y pene son los objetos primarios de los deseos orales del niño.
La escisión en pecho bueno-idealizado y pecho malo-perseguidor es trasladada a la relación ulterior con
el pene del padre. El desengaño inevitable refuerza la regresión hacia el primer objeto. Según las
ocasiones cada objeto puede convertirse en bueno o malo. Esta oscilación entre los diferentes aspectos
de las imagos primarias significa una interacción entre los estadios tempranos del C. de Edipo, invertido
y positivo.
Los deseos genitales se unen pronto a los impulsos orales del niño, van dirigidos hacia la madre y el
padre. Desde el comienzo el temor del niño a la pérdida de sus objetos queridos, como consecuencia de
su odio y agresión, intervienen en su relación con los objetos y en el C. de Edipo. Como corolario de
estos sentimientos surge la necesidad de reparación.
El desarrollo edípico del varón: Si el niño puede desplazar una parte de sus deseos tiernos y libidinosos
del pecho de la madre al pene del padre, y al mismo tiempo seguir considerando al pecho como objeto
bueno, imaginará el pene del padre como un órgano bueno y creador que le causará satisfacción
libidinosa y le dará niños como se los da a su madre. Esta es la raíz del complejo de Edipo invertido.,
condición previa para la capacidad del varón de desarrollar sus deseos edípicos positivos. Sólo cuando
tiene la creencia de la bondad del genital masculino, del padre y el suyo, puede experimentar deseos
genitales hacia su madre. Cuando el temor al padre castrador está mitigado por su confianza al padre
bueno, puede enfrentar su odio y rivalidad edípicas. Se desarrollan simultáneamente las tendencias
edípicas invertidas y positivas.
Tan pronto se tienen sensaciones genitales se activa el temor a la castración. Este temor se vivencia bajo
el predominio de la libido oral (temor a que su pene vaya a ser arrancado de un mordisco por su padre, y
como contrapartida, deseo de arrancar mordiendo el pene del padre).
Si se produce una unión e identificación con su padre bueno el niño percibe que su pene adquiere
cualidades reparadoras y creadoras. Todas estas emociones y fantasías le permiten enfrentar su temor a
la castración y establecer de un modo firme su posición genital.
El desarrollo edípico en la niña:
Los estadios tempranos del desarrollo edípico coinciden con los del niño.
A la niña se le presenta el deseo de recibir el pene cuando, dada la naturaleza receptiva de sus órganos
genitales se le refuerzan las sensaciones correspondientes. Para M. Klein la vagina está representada en
el Inconciente. La niña tiene un conocimiento inconciente que su cuerpo contiene bebés en potencia. El
pene del padre como objeto que da bebés se convierte en un objeto fuertemente deseado y admirado
por la niña. La niña tiene dudas acerca de su capacidad de poder tener niños, se siente en una posición
de desventaja al compararse con su madre.
A diferencia del varón, cuya potencia se refuerza por la posesión del pene, la niña no tiene cómo
tranqulizarse respecto a su fertilidad futura. El rasgo esencial del desarrollo de la niña lo constituye el
hecho de que su desarrollo genital está centrado en el deseo femenino de recibir el pene paterno y su
preocupación inconciente principal sea la referente a sus bebés imaginados. Su deseo de poseer un
pene y de ser varón es expresión de su bisexualidad. Su deseo de tener un pene propio es secundario a
su deseo de recibir el pene.

DIFERENCIAS CON EL CONCEPTO FREUDIANO.


Es M. Klein misma quien establece las diferencias con los conceptos freudianos. Para ella:
-El desarrollo sexual y emocional del niño y de la niña incluyen desde la primera infancia sensaciones y
rasgos genitales, que constituyen los primeros estadios del complejo de Edipo positivo e invertido. Son
sentidos bajo la primacía de la libido oral, y se entremezclan con fantasías uretrales y anales.
En el estadio de la primacía genital la situación edípica positiva alcanza su punto culminante.
El niño y la niña tienen un conocimiento inconciente del pene y de la vagina. Considera mas adecuado
hablar de fase genital que de fase fálica.
-El superyó se inicia en la fase oral en ambos sexos. El primer objeto introyectado: el pecho materno
forma la base del superyó. La relación con la madre introyectada afecta de diversas formas a todo el
curso del desarrollo del superyó. Algunos de los rasgos más importantes del superyó, ya sea amante y
protector o destructivo y devorador, provienen de estos componentes tempranos maternos del superyó.
-Respecto a la angustia de castración, si bien coincide con Freud en que es la ansiedad predominante en
el varón, no la considera el único factor que determina el sepultamiento del complejo de Edipo. Durante
el desarrollo las ansiedades tempranas de diferentes orígenes cumplen un papel al lado de la angustia
de castración. La situación edípica pierde fuerza no sólo porque el niño teme la destrucción de su órgano
genital por un padre vengativo, sino que por sentimientos de culpa quiere preservar y proteger a su
padre.
-En cuanto a la niña, la fase en la que Freud considera que está únicamente unida a su madre, incluye
también los deseos dirigidos hacia el padre, y los estadios tempranos del complejo de Edipo, positivo e
invertido. Cada aspecto de la relación con la madre ejerce una influencia profunda y permanente en la
relación con el padre. La envidia al pene y el complejo de castración juegan un papel esencial en el
desarrollo de la niña, pero están muy reforzados por la frustración de los deseos edípicos positivos.
Los deseos de la niña del pene paterno se mezclan con sus primeros deseos genitales de recibir dicho
pene. Estos deseos genitales implican también el deseo de recibir un niño del padre, según la ecuación:
pene=niño.
Para M. Klein el pecho y el pene son objetos, con los cuales el niño establece relaciones diversas. El
FALO operador central del C. De Edipo, tanto para Freud como para Lacan, no está considerado como
tal, pues no sólo que el pene no es el falo, sino que el pene es un objeto, como lo es el pecho. Esta
divergencia respecto a la noción de falo, se correlaciona con el papel asignado a la angustia de
castración. El concepto de falta, el falo como significante de esta falta, no está incluido en el planteo
kleiniano.En este aspecto la madre, no es considerada como mujer, en relación a su falta, en relación a
su privación. Porque además, para esta autora, existe un conocimiento inconciente de la vagina.
Si bien desde esta óptica la madre no parece privada de nada, tampoco se valoriza la idea de la madre
fálica, dado que para Klein el deseo de la niña de tener un pene, es secundario al deseo genital de recibir
el pene del padre, y los bebés que éste puede darle.
LA MADRE, kleiniana, parece estar referida a LA MUJER, no atravesada por la castración, como un Gran
Otro gozador. Es por las marcas de este Otro que el viviente adviene al universo simbólico, pero es
gracias al reconocimiento de la falta en el Otro que este viviente puede adquirir la categoría de sujeto
deseante.
Para M. Klein la madre aparece como objeto total, en la medida en que en este objeto se reúnen los
aspectos idealizados y los persecutorios. Y esto sucede gracias a la primacía de los aspectos buenos, de
las experiencias gratificadoras. Recien cuando este objeto aparece como objeto total puede sobrevenir el
temor a perderlo. Si la escisión del objeto (en bueno y malo) es correlativa a la primariedad del instinto de
muerte, la integración del mismo es resultado de la fusión o mezcla adecuada de los instintos de vida y
de muerte.
LA ENVIDIA Y LOS CELOS La envidia, según la analista de niños Melanie Klein, se desarrolla durante
el período que va desde el nacimiento hasta el primer año de vida y es una respuesta a la dependencia e
indefensión totales del niño respecto de la madre. "Des de el comienzo de su vida el niño acude a la
madre para satisfacer todas sus necesidades", escribió Melanie Klein. El pecho materno, hacia el cual
están dirigidos los deseos del niño, es sentido instintivamente no sólo como una fuente de nutrición sino
como la fuente de la vida misma. No obstante, en la primera relación del bebé con la madre se introduce
inevitablemente un elemento de frustración, porque "aun en el caso de que se sienta satisfactoriamente
alimentado, ello de ninguna manera reemplaza la unidad prenatal con la madre". La frustración e
indefensión que el niño hambriento experimenta son las raíces de la envidia. El bebé "envidia" a su
madre por el poder que ella tiene de alimentarlo o privarlo del alimento. En su frustración, quiere devorar
la fuente de su alimento y del poder de ella: el pecho.

Melanie Klein piensa que los celos se basan en la envidia, pero que de todos modos son muy diferentes
de ella. La distinción que ella establece entre ambos es similar a la que planteamos aquí: "La envidia es
el sentimiento de enfado porque otra persona posee y disfruta algo deseable, y el impulso envidioso
apunta a despojarla de ese algo o echarlo a perder". Los celos, por su parte, conciernen a la relación de
la persona con por lo menos otras dos personas, "y se relacionan principalmente con un amor que el
individuo siente que le corresponde y le ha sido arrebatado, o bien está a punto de serle arrebatado". La
envidia, según la describe Melanie Klein, es una emoción anterior, más primitiva y más destructiva que
los celos. Es diferente del deseo que impulsa a los celos, en el que se trata de proteger la relación o de
recuperar al ser amado. Cuando en una situación de celos hay un componente de envidia éste se
manifiesta como impulso de destruir a la persona que goza de la ventaja envidiada, sea ésta el rival o el
amado, que tiene el poder de hacernos felices y prefiere no ejercerlo.

FANTASÍA Las percepciones y sensaciones internas y externas son interpretadas y representadas a sí


mismo en la mente, bajo la influencia del principio placer - displacer, por intermedio de la introyección y la
proyección, lo que hace que fantasía y realidad se influyan mutuamente.
Las fantasías inconscientes están siempre presentes y siempre activas en todo individuo, existiendo
desde el comienzo de la vida. Es una función del yo.

Avidez:

Emoción oral que consiste en un deseo vehemente, impetuoso e insaciable, que excede lo que el sujeto
necesita y lo que el objeto es capaz de dar. Siempre hay cierto nivel de avidez, que aumenta con la
ansiedad persecutoria y varía con cada niño. Introyección destructiva.

Las fantasías inconscientes siempre se encuentran presentes y activas en todos los individuos, por lo
tanto, dice ella, que la presencia de estas fantasías inconscientes no son índices ni de enfermedad, ni de
falta de sentido de la realidad; es la naturaleza de esas fantasías y su relación con el mundo externo (los
objetos) lo que determinará si se trata de una enfermedad o no. Las fantasías inconscientes son las
expresiones mentales de los instintos y que estos por definición están desde el momento de nacer. Como
se sabe los instintos son buscadores-de-objetos.Crear fantasías es función de Yo. Supone que desde el
nacimiento el Yo es capaz de establecer relaciones objetales primitivas en la fantasía y en la realidad. Así
mismo, plantea que la fantasía no es tan sólo una fuga de la realidad, sino más bien es una concomitante
constante e inevitable de las experiencias reales, en constante interacción con ellas. Como el objetivo de
la fantasía es satisfacer impulsos instintivos, prescindiendo de la realidad externa, se puede considerar
que la gratificación proveniente de la fantasía es una defensa contra la realidad externa de la privación,
sin embargo es más que eso, es una defensa contra la realidad interna.El Yo se identifica con algunos de
estos objetos: identificación introyectiva. Estos objetos son asimilados por el yo y contribuyen a su
desarrollo y características. Otros permanecen como objetos internos separados y el yo mantiene
relación con ellos (el superyó es uno de estos objetos).El hecho de que haya tan estrecha relación entre
estructura y fantasía inconsciente es importantísimo: es esto lo que hace posible influir en la estructura
del Yo y del superyó mediante el análisis. Pues justamente al analizar las relaciones del Yo con los
objetos internos y externos, es que podemos influir esencialmente sobre la estructura más permanente
del Yo.
Lenguaje : Lacan.

EL LENGUAJE En el juego del niño vemos la compulsión de repetición, la necesidad insistente de


realizar un acto que suele ser contrario a los deseos o a la línea consciente del sujeto. El niño que
desearía la presencia permanente de la madre se previene contra las ausencias periódicas de esta,
remedadndo con un objeto cualquiera la alternancia de sus partidas y sus retornos (juego FORT-DA).
Lacan ve en él la determinación que el animal humano recibe del orden simbólico. El momento en que el
deseo se humaniza es también aquel en que el niño nace para el lenguaje, su acción destruye al objeto
que ella hace aparecer y desaparecer en la provocación anticipatoria de su ausencia y presencia. El
símbolo se manifiesta al principio como el asesinato de la cosa y esa muerte constituye en el sujeto la
eternización de su deseo. Esto quiere decir una doble adquisición: por una parte el signo, el significante,
por otra parte el niño es remitido a su soledad, a la posibilidad de ejercitar por sí mismo elemento del
lenguaje que ha recibido del medio y por ende repetir y eternizar la expresión de su deseo.El
inconsciente está estructurado como el lenguaje, por lo que al llegar al lenguaje el sujeto estará
totalmente dominado por el orden simbólico y no solo dominado sino constituido por ese orde. El sujeto
está tejido por la trama del lenguae. Quien dice lenguaje dice relación de significante a significado.
Según Saussure un psicoanalista debe poder intruducirse con facilidad en la diferenciación fundamental
entre el significante y el significado y comenzar a ejercitarse en las dos redes. En la red de significantes
cada elemento toma en ella su empleo exacto por ser diferente de los demás. A la red del significado
Lacan la coloca en una posición inferior. La red del significado es el conjunto de los discursos
concretamente pronunciados. Según Lacan el conjunto de significados reactúa históricamente sobre la
red de significantes, el significado no tiene la consistencia, permanece flotante, la red a la cual se liga
carece de coherencia. Y finalmente solo adquiere coherencia relacionándose con la red de significantes.
Así la lengua rige a la palabra. El análisis lacaniano conduce a la supremacía de los significantes.El
deslizamiento incesante del significado bajo el significante se da porque en la cadena de los significantes
el sentido insiste pero ninguno de los significantes consiste en la significación de que es capaz en el
momento mismo. El espesamiento de la barra quiere decir que el lenguaje aparente, manifiesto no es
mas que una cadena de significantes que recubre bajo su barra otros significantes más y rápidamente
significantes inconscientes. El significante último se trata del falo como significante fundamental del
inconsciente. Lacan dice que el falo es un signnificante destinado a designar en su conjunto los efectos
del significado en cuanto el significante los condiciona por su presencia de significante. El inconsciente
es ese capítulo de mi historia que esta señalado con un blanco u ocupado por una mentira, es el capítulo
censurado. Pero la verdad puede ser reencontrada, escrita en otra parte:

· En los monumentos, y esto es mi cuerpo.

· En los documentos archivados que son los recuerdos de mi infancia.

· En la evolución semántica que responde al acervo y acepciones del vocabulario que me es


propio así también como a mi estilo de vida y carácter.

· En las tradiciones.

· En las huellas que conservan las distorsiones de la verdad.


Es necesario volver a la evidencia primera de que el psicoanálisis no posee más que un medio: la
palabra del paciente. Toda palabra apela a una respuesta. Siempre que tenga un oyento no existe
palabra sin respuesta aun cuando no encuentre otra cosa que el silencio. Sin embargo el análisis calla,
no emite sino una palabra vacía. El analista es ante todo el que escucha y traduce, no debe atraer sobre
sí la relación de identificación. Debe por el contrario, poner al analizado en relación con el Lenguaje, la
Cultura, la Sociedad, lo cual lo coloca en posición de mediador. Así Lacan asigna un papel de "muerto" al
analista, es expresar el papel frustrador del análisis. El paciente reclama respuestas a sus demandas y el
analista se rehúsa a darlas hasta la plena resolución del conflicto. Estas demandas encubren una
demanda implícita: curarse, ser revelado a sí mismo. El analista hace esperar, frustra al paciente de
respuestas a sus demandas y cuestiona toda una vida de demandas repetidas. Representar la muerte,
provocar la frustración es romper la cadena de demandas para que el paciente regrese a la primera e
inconsciente demanda de su deseo. Estas demandas constituyen la cadena de significantes. Hay en esto
una dialéctica de la palabra vacía: vacío o neutralidad del analista, hasta que el paciente descubre su
falta primera: NO HABER SIDO O EL NO SER FALO.La palabra plena se sitúa al término de la
regresión, en el momento de la interpretación o de la nominación según Lacan. El analista ha dejado de
hablar, distraídamente, ha escuchado el raudal de palabras y retiene los elementos capitales. Estos
elementos (lapsus, dificultad de expresión, palabra fútil, etc.) van a formar una red de significantes
inconscientes, toda una trama de ideas inconscientes del sujeto. El sujeto no tiene a su disposición esa
trama secreta. El analista la reconstruye pacientemente. La hora de la resolución o curación es aquella
en que el analista puede nombrar, revelar al paciente todo lo que este ha tejido a partir de su significante
primero. Esta nominación, esa palabra plena devuelve finalmente al sujeto al orden simbólico,
confiriéndole la posibilidad de decir, de verbalizar todo lo que inconscientemente ha tramado. Así vemos
que el lenguaje, el orden simbólico, constituye al sujeto y lo transcribe por una trama de significantes
desde su nacimiento. Los significantes no son sino variaciones individuales y solo adquieren coherencia
en la coherencia de la red significante. En el estadio del espejo todo acontece dentro de una relación de
identificación narcisista del niño con la madre. Mas tarde, durante el segundo tiempo del Edipo el papel
del padre es el de una palabra negadora que explica de alguna manera las ausencias de la madre. El
niño experimienta que él no es el falo. Cuando el Nombre del Padre se revela es la ley del padre la que
significa al niño su falta-de-ser, es decir que no es falo. Esto no pertence al orden de lo objeto sino que
es precisamente de un orden simbólico, significante. Siendo ahora signo de una ausencia designa de
manera primordial la falta-de-ser. Se abre sobre una multiplicidad de objetos y de demandas de objetos
porque él mismo NO es objeto. Por lo tanto, precisamente a partir de ese significante fundamental
comienza la larga búsqueda del hombre.

Importancia del vínculo primario durante los primeros años de vida. Noción de objeto transicional. Donald
Winnicot

LA PRIMERA POSESIÓN

La primera posesión es la de no-yo. Los fenómenos u objetos transicionales son la zona intermedia de
experiencia entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y la verdadera relación de objeto, entre la
creatividad primaria y la proyección de lo que se ha introyectado, entre el desconocimiento primario de la
deuda y el reconocimiento de la deuda y el reconocimiento de esta (deuda con los que nos dieron la vida
que nunca se paga y nos genera angustia). Así el parloteo del bebé y la manera en la que el niño mayor
repite un repertorio de canciones mientras se prepara para dormir, se ubican dentro de la zona
intermedia como fenómenos transicionales, junto con el uso de objetos que no forman parte del cuerpo
del niño aunque todavía no se los reconozca del todo como pertenecientes a la realidad exterior.

De cada individuo que ha llegado a ser una unidad, con una membrana limitante, y un exterior y un
interior, puede decirse que posee una realidad interna, un mundo interior que puede ser rico o pobre,
encontrarse en paz o en guerra. La tercera parte de la vida de un ser humano es una zona intermedia de
experiencia a la cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior. A esta zona no se le presentan
exigencias. Existe así, un estado intermedio entre la incapacidad del bebé para reconocer y aceptar la
realidad y su creciente capacidad para ello. Es la sustancia de la ilusión. El enfoque tiene que ver con la
primera posesión y con la zona intermedia entre lo subjetivo y lo que se percibe objetivamente. En el
desarrollo de un niño pequeño aparece, tarde o temprano, una tendencia a entretejer en la trama
personal objetos distintos que yo. En cierta medida estos objetos representan al pecho materno. Pero
hay casos en los que se ve, por ejemplo, la experiencia autoerótica de la succión del pulgar. Se puede
suponer que estas experiencias funcionales van acompañadas por la formación de fantasías o
pensamientos. Estas son los fenómenos transicionales. Son defensas contra la ansiedad, en especial
contra la de tipo depresivo. Puede que el niño haya encontrado algún objeto blando o de otra clase y lo
use. La pauta de los fenómenos transicionales empieza a aparecer desde los 4 a 6 meses hasta los 8 a
12 meses. Sin embargo algunas pautas pueden persistir en la niñez o puede reaparecer cuando se
presente la amenaza de una privación.No existe una diferencia apreciable entre los varones y las niñas,
en su uso de la primera posesión no-yo que se denomina objeto transicional. Cuando el bebé empieza a
usar sonidos organizados puede aparecer una palabra para nombrar al objeto transicional. A veces no
existe un objeto transicional aparte de la madre misma o el bebé se siente tan perturbado
emocionalmente que no puede gozar del estado de trasición o puede también quebrarse la secuencia de
objetos usados.

CUALIDADES ESPECIALES DE LA RELACIÓN

1. El bebé adquiere derechos sobre el objeto y nosotros los aceptamos.


2. El objeto es acunado con afecto y al mismo tiempo amado y mutilado con excitación.
3. Nunca debe cambiar, a menos que lo cambie el propio bebé.
4. Tiene que sobrevivir al amor instintivo, así como al odio y la agresión pura si la hubiere.
5. Al bebé debe parecerle que irradia calor o se mueve o posee cierta textura que parece demostrar
que posee vitalidad o realidad propias.
6. Proviene de afuera, pero no para el bebé, tampoco viene de adentro porque no es una
alucinación.

7. Se permite que su destino sufra una descarga gradual. En un estado de buena salud el objeto no
entra ni es forzoso que el sentimiento relacionado con él sea reprimido. No se lo olvida ni llora
sino que pierde significación con el tiempo.

RELACIÓN DEL OBJETO TRANSICIONAL CON EL SIMBOLISMO

Un objeto como una frazada simboliza un objeto parcial, como el pecho materno. Pero lo que importa no
es tanto su valor simbólico como su realidad. Cuando se emplea el simbolismo el niño ya distingue con
claridad entre la fantasía y los hechos, entre objetos internos y externos. Pero el objeto transicional deja
lugar para el proceso de adquisición de la capacidad para aceptar diferencias y semejazas.

ESTUDIO TEÓRICO

8. El objeto transicional representa el pecho materno o el objeto de la primera relación.


9. Es anterior a la prueba de realidad establecida.
10. En relación con el objeto transicional el bebé pasa del dominio omnipotente mágico al dominio
por manipulación que implica el erotismo muscular y el placer de la coordinación.

11. A la larga el objeto transicional puede convertirse en un objeto fetiche y por lo tanto persistir
como característica de la vida sexual adulta.

12. A consecuencia de la organización erótica anal, el objeto transicional puede representar las
heces.

COMPARACIÓN CON M. KLEIN

Es interesante comparar el objeto transicional con el objeto interno de M. Klein. El objeto transicional NO
ES un objeto interno, el cual constituye un concepto mental, es una POSESIÓN. Pero para el bebé
tampoco es un objeto exterior.

El bebé puede emplear un objeto transicional cuando el objeto interno está vivo, es real, y lo bastante
bueno. Pero este objeto interno depende en lo referente a sus cualidades, de la existencia, vivacidad y
conducta del objeto exterior. El fracaso de este último en el cumplimiento de alguna funciónn esencial
lleva al carácter inerte o persecutorio del objeto interno. Cuando subsiste la carcaterística de insuficiencia
del objeto exterior, el interno deja de tener significado para el bebé y solo entonces, el objeto transicional
se vuelve también carente de sentido.

Un niño no tiene la menor posibilidad de pasar del principio del placer al de realidad o a la identificación
primaria más allá de ella, si no existe una madre lo bastante buena. La madre lo bastante buena es la
que lleva a cabo la adaptación activa a las necesidades de este y la que disminuye poco a poco, según
la creciente capacidad del niño para hacer frente al fracaso en la adaptación, los resultados de la
frustración.

Entre los medios con que cuenta el bebé para enfrentar ese retiro materno se encuentran:

13. Su experiencia, a menudo repetida, de la frustración.


14. Una creciente percepción del proceso.
15. El comienzo de la actividad mental.
16. La utilización de satisfacciones autoeróticas.
17. El recuerdo, el revivir las experiencias, las fantasías, los sueños, la integración del pasado,
presente y futuro.

Al comienzo, gracias a una adaptación casi perfecta, la madre ofrece al bebé la oportunidad de crearse
la ilusión de que su pecho es parte de él. La tarea posterior de la madre consiste en desilusionar al niño
en forma gradual, pero no lo logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de ilusión . Así
el bebé crea el pecho una y otra vez por su capacidad de amor o su necesidad. Se desarrolla en él un
fenómeno subjetivo que llamamos pecho materno. La zona inmediata es la que se ofrece al bebé entre la
creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de realidad. Los fenómenos
transicionales representan las primeras etapas del uso de la ilusión.

La tarea principal de la madre, aparte de ofrecer la oportunidad para una ilusión, es desilusionar al niño.
Esto es previo a la tarea del destete y además sigue siendo una de las obligaciones de los padres y
educadores. Si las cosas salen bien en ese proceso de desilusión gradual, queda preparado el escenario
para las frustraciones que reunimos bajo la denominación de destete.

TEORÍA DE LA ILUSIÓN-DESILUSIÓN

Aquí se da por supuesto que la tarea de adaptación de la realidad nunca queda terminada, ningún ser
humano se encuentra libre de la tensión de vincular la realidad interna con la exterior y el alivio de esta
tensión lo proporciona una zona intermedia de experiencia que no es objeto de ataques (artes,
religión,etc.). En la infancia la zona intermedia es necesaria para la iniciación del niño con el mundo.
Para ello es necesaria la continuidad en el tiempo del ambiente emocional exterior y de determinados
objetos como los transicionales.

Si un adulto nos exige nuestra aceptación de la objetividad de sus fenómenos subjetivos, discernimos o
diagnosticamos locura. Pero si se las arregla para disfrutar de su zona intermedia sino presentar
exigencias, podemos reconocer nuestra correspondientes zonas intermedias y nos complacemos en
encontrar cierta medida de superposición, es decir de experiencia común entre los miembros de un
grupo de arte, religión y filosofía.

En resumen, los objetos y fenómenos transicionales pertenecen al reino de la ilusión que constituye la
base de iniciación de la experiencia. Esa primera etapa del desarrollo es posibilitada por la capacidad
especial de la madre para adaptarse a las necesidades del niño, con lo cual le permite forjarse la ilusión
de que lo que él cree existe en realidad.

La zona intermedia de experiencia que comparte en realidad externa e interna, constituye la mayor parte
de la experiencia del bebé y se conserva a lo largo de la vida en las intensas experiencias que
corresponden a las artes, religión, vida imaginativa y labor científica creadora.

Por lo general el objeto transicional del bebé se descarga poco a poco, en especial a medida que se
desarrollan los intereses culturales. Es claro que lo transicional no es el objeto sino el cambio de un
estado en que el bebé se encuentra fusionado a la madre a uno en el que se encuentra separado y en el
exterior. Así el bebé sale de una relación de objeto narcisista.

PSICOPATOLOGÍA

Cuando se encuentra ausente la madre o la persona de la que depende el bebé, no se produce un


cambio inmediato porque este tiene un recuerdo o imagen mental de la madre o una representación
interna de ella que se mantiene viva durante cierto período. Si la madre se ausenta durante un lapsus
superir a determinado límite de minutos, horas o días se disipa el recuerdo de la representación interna.
Cuando sucede esto, los fenómenos transicionales se vuelven poco a poco carentes de sentido y el bebé
no puede experimentarlos, presenciamos entonces la descarga del objeto. Antes de la pérdida vemos a
veces la exageración del empleo del objeto transicional como parte de la negación de que exista peligro
de desaparición de su sentido.
Psicoanálisis de la adolescencia. (Peter Blos)

FASES DE LA ADOLESCENCIA

Se encuentran mecanismos adaptativos y defensivos entretejidos y la duración de cada una de las fases
no puede fijarse por un tiempo determinado o por una referencia a la edad cronológica. El adolescente
de ninguna manera puede desviarse de las transformaciones psíquicas esenciales de las diferentes
fases, su elaboración resulta en una estructura compleja de la personalidad. Por medio de este proceso
de integración se preserva la continuidad en la experiencia del yo que facilita la emergencia de una
sensación de estabilidad en el ser o sentido de identidad.

PERÍODO DE LATENCIA

Proporciona al niño los instrumentos que le preparan para enfrentarse al incremento de los impulsos en
la pubertad. El niño puber esta listo para distribuir el influjo de energía en todos los niveles del
funcionamiento de la personalidad, desviar la energía instintiva a las estructuras físicas diferenciadas y a
diferentes actividades psicológicas, en lugar de experimentar solo como esto como un aumento de la
tensión sexual y agresiva. Los sentimientos sexuales expresados en la masturbación, voyeurismo,
exhibicionismo y sadomasoquismo no cesan pero no aparecen nuevas metas instintivas. Lo que en
verdad cambia durante el período de latencia es el incremento del control del yo y el superyo sobre la
vida instintiva. Surge una variedad de actividades del yo, sublimatorias, adaptativas y defensivas por
naturaleza. Las relaciones de objeto se abandonan y son sustituidas por identificaciones. Las
necesidades sexuales se fusionan con otras más complejas o están mantenidas en suspenso por
defensas entre las cuales son típicas en este período las obsesivo compulsivas.

La dependecia de los padres para los sentimientos de valía es reemplazado por un sentido de
autovaloración derivado de los logros y el control que ganan aprobación social. Con el superyo el niño es
capaz de mantener el balance narcisista en una forma más independiente. Las funciones del yo
adquieren mayor resistencia a la regresión y la precepción, aprendizaje, memoria y pensamiento se
consolidan, así tiene actitudes que estan motivadas por la lógica y hacia los valores y reduce en forma
decisiva el empleo del cuerpo como instrumento de expresión. Separa su pensamiento racional y su
fantasía con lo cual también separa su conducta pública y la privada.

El hecho de que el muchacho abandone la fase edípica en forma más definitiva que la muchacha hace
que la primera parte de su período de latencia sea tormentosa. La niña entra a este período con menos
conflicto. Cierto grado de identificación bisexual ocurre en la mayoría de las niñas durante alguna epoca
de la latencia, la niña entra en una situación más conflictiva durante los últimos años de su latencia,
cuando sus impulsos instintivos aparecen y su superyo es inadecuado para hacer frente a la primera
pubertad.

Un prerrequisito para entrar a la fase de la adolescencia es la consolidación del período de latencia, de


otro modo el niño puber experimenta una simple intensificación de sus deseos en la prelatencia y
muestra una conducta infantil un tanto regresiva.

Logros del período de la latencia, para el paso a la adolescencia:

· la inteligencia debe desarrollarse por una franca diferenciación entre el proceso primera y
secundario del pensamiento y a través del empleo del juicio y la lógica.

· la comprensión social, la empatía y el altruismo deben ser estables considerablemente.

· la estatura física debe permitir independencia y control del ambiente.

· las funciones del yo deben haber adquirido una mayor resistencia a la regresión y
desintegración.
· la capacidad sintética del yo debe ser efectiva y compleja.

· el yo debe ser capaz de defender su integridad con menos ayuda del mundo externo.
Estos logros deben dar paso al aumento puberal en la energía instintiva.

PREADOLESCENCIA Un aumento cuantitativo de la de la presión instintiva conduce a una catexis


indiscriminada de todas aquellas metas libidinales y adresivas de gratificación que han servido al niño
durante los años tempranos de su vida. Cualquier experiencia puede transformarse en estímulo sexual,
la excitación genital puede ser provocada tanto por un estímulo erótico como por el miedo, coraje, o
excitación en general. Cada sexo se enfrenta a los impulsos puberales en aumento en forma distinta. Un
aumento cuantitativo en los impulsos caracteriza la preadolescencia y esto lleva a un resurgimiento de la
pregenitalidad. Esta innovación lleva al período de latencia a su terminación, el niño es más inaccesible,
difícil de enseñar y controlar. Las muchachas se dan cuenta con mayor claridad de la separación entre el
sistema de reproducción y la eliminación, aunque todavía muestren una tendencia a confundirlos. La
curiosidad sexual de los dos sexos cambia de la anatomía y contenido a la función y al proceso. Saben
de donde vienen los niños pero la relación con su propio cuerpo esta un tanto mistificada. Entre las
muchachas la curiosidad manifiesta es reemplazada por el cuchicheo y el secreto. La gratificación
instintiva directa habitualmente se enfreta a un superyo reprobatorio. El yo recurre entonces a soluciones
defensivas como la represión, la formación reactiva y el desplazamiento. Esto le permite desarrollar
actividades que son aprobados por sus pares y dedicarse a muchas actirudes sobrecompensatorias en
conductas compulsivas y en pensamientos obsesivos para aliviar su angustia. Ej. coleccionista.Una
situación nueva de la preadolescencia es la socialización de la culpa, este nuevo instrumento para evitar
el conflicto con el superyo proviene de la madurez social lograda durante la latencia, el niño utiliza esto
para descargar su culpa en el grupo o más especificamente en el líder del mismo. Esto crea
temporalmente defensas autoplásticas que son en cierto grado formas de disculpa. No todas estas
defensas son suficientes para enfrentarse a las demandas instintivas, los miedos, fobias, tics nerviosos
puede aparecer como síntomas transitorios. Hay descargas tensionales en esta etapa: dolores de
cabeza y estómago, comerse las uñas, tartamudeo, taparse la boca, jugar con el cabello, estar tocando
cosas costantemente.

Los muchachos son hostiles con las muchachas y las atacan, tratan de evitarlas, cuando estan en su
presencia se vuelven presumidos y burlones. En realidad tratan de negar su angustia en lugar de
establecer una relación con ellas. La angustia de castración reaparece y conduce al muchacho a llevarse
exclusivamente con los compañeros del mismo sexo. En la niña esta fase esta caracterizada por una
actividad intesa en donde la actuación y el portarse como marimacha alcanza su clímax. En esta
negación de la femenidad puede verse el conflicto no resuelto en la niñez sobre la envidia del pene que
es el conflicto central de la jocen preadolescente.

El desarrollo psicológico en esta etapa es diferente entre los dos sexos. El muchacho toma una ruta
hacia la orientación genital a través de la catexis de sus impulsos pregenitales, por el contrario la
muchacha se dirige en forma más directa hacia el sexo opuesto. El resurgimiento de la pregenitalidad
marca la terminación de la latencia para el hombre. En esta epoca este muestra un aumento difuso de la
motilidad, voracidad, actitudes sádicas y anales y juegos fálicos exhibicionistas. El conflicto
preadolescente típico del muchacho es el miedo y envidia por la mujer. Su tendencia a identificarse con
la madre fálica le alivia la angustia de castración en relación con ella, normalmente se construye una
organización defensiva en contra de esta tendencia. En esencia tiene que resolver una identificación
bisexual. En esta fase el muchacho tiene que renunciar nuevamente y ahora definitivamente a sus
deseos de tener un niño (pasividad) y completar la tarea del período edípico. Los obstáculos que tiene
que resolver son sentimientos de coraje, envidia, rivalidad, y sobre todo la impotencia y la destrucción
agresiva que acompaña. En la niñez temprana tener hijos es vivido como un logro, una competencia con
la madre activa y productora. La angustia de castración en relación con la madre fálica no es solo una
ocurrencia universal de la adolescencia masculina sino que puede considerársela como el tema central.
La angustia de castración puberal del hombre esta relacionada en su fase inicial a la madre activa,
poderosa y procreadora. La fase típica de la preadolescencia en el hombre, antes de que efectúe con
éxito el cambio hacia la masculinidad, recibe su cualidad característica del empleo de una angustia
homosexual en contra de la angustia de castración.

En la fase homosexual del preadolescente masculino, un cambio hacia el mismo sexo es una conducta
defensiva, en la segunda fase homosexual un objeto narcisista se elige así mismo. La diferencia en la
conducta de esta etapa entre los sexos está dada por la represión masiva de la genitalidad que la
muchacha hubo de establecer antes de poder pasar a la fase edípica. Cuando la muchacha se separa de
su madre, debido a una decepción narcisista de sí misma como mujer castrada, reprime también sus
impulsos instintivos que estaban íntimamente relacionados con el cuidado materno y los cuidados
corporales, fundamentalmente la amplitud de la genitalidad.

La muchacha que no puede mantener la represión de la pregenitalidad encuentra dificultades en su


desarrollo. Como consecuencia exagera normalmente sus deseos heterosexuales en la adolescencia y
se junta con muchacho a menudo en forma frenética. El conflicto edípico de la mujer nunca se llevó a
una terminación abrupta como en el hombre. De ahí pues que la mujer luche con relaciones de objeto de
una forma mas intensa durante la adolescencia, la separación prolongada y dolorosa de la madre
constituye la tarea principal de este período.

El muchacho preadolescente lucha con la angustia de castración, temor y deseo, en relación con la
madre arcaica, de acuerdo a esto se separa del sexo opuesto, por otro lado la muchacha se defiendo en
contra de la fuerza represiva hacia la madre preedípica por una orientación franca y decisiva hacia la
heterosexualidad. En las muchachas prepuberales el apego hacia la madre representa así un mayor
peligro que el apego hacia el padre.

La fuerza con la que la muchacha se aleja de la fantasía y de la sexualidad infantil es proporcional a la


fuerza del impulso regresivo en dirección al objeto de amor primario, la madre. Si ella se rinde, actúa su
regresión por desplazamiento o regresa a los puntos tempranos de fijación preedípica, y dará como
resultado un desarrollo adolescente desviado.

LA ELECCIÓN DEL OBJETO ADOLESCENTE

El estado mental y físico que se asocia con la adolescencia (temprana y propiamente dicha) tiene
cualidades muy diferentes a la fase preadolescente. La diferencia se muestra en un vida emocional
mucho más rica, en una orientación dirigida a crecer, en un intento invencible para autodefinirse en
respuesta a la pregunta quién soy. El problema de relaciones de objeto pasa a primer plano como tema
central. Lo que diferencia a este período de la preadolescencia es el cambio meramente cuantitativo de
los impulsos con la aparición de una nueva cualidad de impulsos. Es muy notorio el abandono de la
posición regresiva preadolescente. La pregenitalidad pierda cada vez mas el papel de una función
satisfactoria siendo relegada a una actividad de iniciación mental y física, y da lugar a un nuevo
compenente instintivo: la anticipación del placer. Este cambio en la organización de impulsos da a la
genitalidad un lugar de primer orden.

El yo toma sus señales de estos cambios en la organización instintiva y elabora en su estructura una
organización jerárquica en sus funciones y en sus pautas defensivas. Ambos adquieren al final de la
adolescencia una fijación irreversible llamada carácter, esta estructura firme que emerge de las fases, en
verdad está constituida sobre los logros del período de latencia y no se completará sino hasta la fase de
la postadolescencia.

Después de la preadolescencia viene un período de intentos repetidos de separación de los objetos


primarios de amor. En la adolescencia temprana hay un resurgimiento de amistades idealizadas con
miembros del mismo sexo, emerge la búsqueda un tanto torpe, de valores nuevos. Durante la
adolescencia propiamente dicha ocurre un cambio decisivo hacia la heterosexualidad y una renunciación
final e irreversible del objeto incestuoso. Aparecen ciertos tipos de defensa como la intelectualización y el
ascetismo. Hay una tendencia hacia la experiencia interna y el autodescubrimiento. Este desarrollo es
una forma de sublimación del amor del niño por el padre idealizado y una consecuencia de la renuncia
final a los objetos de amor tempranos. El sentimiento de estar enamorados, y los intereses políticos,
filosóficos y sociales son típicos de la adolescencia. Hay una ruptura franca con la forma de vida de la
niñez. A la adolescencia tardía le corresponde la tarea de probar esos logros nuevos e integrarlos en la
experiencia total de la vida.

Lo que unifica a las dos fases, adolescencia temprana y propiamente dicha, es el separarse del objeto y
la búsqueda de otro, el cambio definitivo hacia una separación de la familia y la organización jerárquica
de los impulsos y funciones del yo. El ingrediente esencial de ambas fases es el darse cuenta de la
situación social con angustia y culpa. Durante estas fases ocurre una profunda reorganización de la vida
emocional con un estado de caos. La elaboración de defensas con frecuencia extremas y transitorias
mantiene la integridad del yo. El ensamble estable de todas las tendencias es el requisito para la vida
adulta en la sociedad.

El problema central de la adolescencia temprana y la propiamente dicha recae en un serie de


predicamentos sobre las relaciones de objeto. La necesidad de recibir en forma lenta y gradual de la
infancia provoca la contrapartida: la necesidad de dar. La ambivalencia tan característica de la
adolescencia comprende no solo la alternativa de amar y odia sino que se manifiesta mas en la polaridad
de las metas instintivas, activas y pasivas.

No es sino hasta la terminación del desarrollo durante la pubertad que la polaridad del sexo coincide con
lo masculino y lo femenino. En lo masculino se concentra la actividad y posesión del pene y lo femenino
lleva como objeto la pasividad. La vagina se valora como un asilo para el pene, es una herencia de la
matriz materna. La temprana dependencia pasiva de la madre posee una atracción innegable para el
adolescente de ambos sexos. La polaridad de los impulsos de actividad y pasividad se ejercita en
relación con el yo, con el objeto y con el mundo externo.

Durante la adolescencia temprana y la propiamente dicha debe lograrse la renunciación de los objetos
primarios de amor, los padres como objetos sexuales, los hermanos y substituos paternos deben ser
incluidos en este proceso de renunciación. Esto lleva a la búsqueda de otros. Los impulsos cambian
hacia la genitalidad, los objetos libidinales cambian de preedípicos y edípicos a objetos heterosexuales
no incestuosos. El yo guarda su integridad por medio de operaciones defensivas, algunos de carácter
restrictivo para el yo y que requieren de una energía catéctica para su permanencia mientras que otros
son de caracter adaptativo para permitir la descarga de impulsos inhibidos (sublimación), las que llegan a
ser los reguladores permanentes de la autoestimación.

ADOLESCENCIA TEMPRANA

Los muchachos y las muchachas buscan en forma más intensa objetos libidinales extrafamiliares. Este
proceso atraviesa por varios estadios hasta que se establecen las relaciones maduras de objeto. La
característica distintiva de la adolescencia temprana radica en la falta de catexis en los objetos de amor
incestuoso y como consecuencia una libido que flota libremente y que clama por acomodarse. El superyo
disminuye su eficiencia, esto deja al yo sin la dirección simple y presionante de la conciencia. El yo ahora
depende de sus propios esfuerzos para mediar entre los impulsos y el mundo externos, los cuales son
torpes e ineficaces. En veradad el superyo se convierte en un adversario por lo que el yo queda
debilitado.

En esta edad los valores, reglas, y leyes morales han adquirido una independencia apreciable de la
autoridad parental. A pesar de esto el autocontrol amenaza con romperse y en algunos extremos surge la
delincuencia. Normalmente este tipo de actuación puede detenerse recurriendo a la fantasía, al
autoerotismo, a las alteraciones en el yo como una vuelta al narcisismo. El retiro de la catexis de objeto y
la ampliación entre el yo y el superyo dan como resultado un empobrecimiento del yo. Este es sentido
como un sentimiento de vacío de tormento interno y puede dirigirse a buscar ayuda. El adolescente joven
se dirige hacia el amigo que adquiere una gran importancia, la elección de objeto en la adolescencia
temprana sigue el modelo narcisista. El muchacho hace amistades que exigen una idealización del
amigo, algunas características del cual son admiradas y amadas porque constituyen algo que el sujeto
mismo quisiera tener y en la amistad él se apodera de ellos.

Esta etapa de expansión en la vida amorosa del individuo conduce a la formación del yo ideal, por lo que
internaliza una relación de objeto que en otra forma podría conducir a la homosexualidad manifiesta o
latente. El yo ideal como formación psíquica dentro del to no solo remueve al superyo de la posición tan
segura que había tenido sino que también absorbe la libido narcisista y homosexual.

Cuando este ideal no se ha formado, la tendencia sexual aparece sin cambiar en la personalidad en la
forma de una perversión. La nueva distribución de la libido favorece la búsqueda del objeto heterosexual
y sirve para mantener relaciones estables.

El yo ideal que representa al amigo puede ceder bajo el deseo sexual y llevar a un estado de
homosexualidad con voyeurismo, exhibicionismo y masturbación mutua. Los sentimientos eróticos que
muchas veces acompañan a las amistades constituyen una explicación parcial de la ruptura repentina de
estas relaciones. Otros factores radican en la inevitable frustración que implica una amistad exclusiva.

En la adolescencia temprana la megalomanía que da al niño una sensación de perfección siempre y


cuando sea parte del padre, es ahora tomada por el yo ideal. Lo que proyecta ante sí como su ideal es el
sustituto del narcisismo perdido de la niñes en el cual él era su propio ideal. Este recién adquirido yo
ideal puede influir en la elección de objeto heterosexual y solamente en la adolescencia tardía puede
mostrar como este estado de falta de unidad interna puede resolverse.

En la muchacha la amistad juega un papel igualmente importante en su vida, la falta de una amiga puede
llevarla a una gran desesperación y su pérdida puede precipitar una depresión y la falta de interés en la
vida. Se ve la aparición de psicosis en algunas muchachas que han perdido a sus amigas y no han
podido encontrar compensación en sus madres.

Una forma típica de idealización entre las muchachas es el flechazo. Esta idealización y unión erotizada
se extiende tanto a hombres como a mujeres. Los objetos escogidos tienen cierta similtud o son
totalmente diferentes de los padres. El objeto del flechazo es amado en forma pasiva con el deseo de
obtener atención oafecto o también el sentirse invadido por toda clase de afectos eróticos y
sexualizados. Las cualidades masoquistas pasivas del flechazo son un estadio intermedio entre la
posición fálica de la preadolescencia y la progresión hacia la feminidad. Es el estadio intermedio
bisexual. La presencia de una tendencia bisexual intensa un poco antes de los conflictos de la
adolescencia, esta menos reprimida en las muchachas que en los muchachos. La muchacha esta
concientemente preocupada por la idea de si es un hombre o es una mujer.

Las jovenes experimentan una sensación de vaguedad en relación al tiempo y al espacio, esta vaguedad
hacia la realidad y la percepción yoica es un aspecto concomitante de la ambigüedad sexual.

La posición bisexual de la muchacha en esta etapa, esta relacionada con el problema del narcisismo. En
la adolescencia temprana la elección de objeto narcisista es prevalente mientras que en la propiamente
dicha las defensas narcisistas ganan amplitud. El pene ilusorio se mantiene como una realidad psíquica
para protegerla en contra de la vaciedad narcisista, ser idual a los muchachos es todavía una cuestión de
vida o muerte. Esto continúa existiendo hasta que vacía en todo su cuerpo aquella parte de la libido
narcisista que ha estado ligada con la imagen corporal bisexual y busca completarse no en sí misma sino
en el amor heterosexual.

La declinación de la tendencia bisexual marca la entrada a la adolescencia. En la adolescencia temprana


la muchacha muestra gran facilidad para vivir un sustituto y existe el peligro de que esto la lleve a una
actuación, a una relación sexual prematura para la cual no esta preparada. Estas experiencias tiene un
efecto traumático, favorecen un desarrollo regresivo y puede llevar a desviaciones en el desarrollo de la
adolescencia. Las amistades, enamoramientos, vida de fantasía, intereses intelectuales, deportes y
preocupaciones estéticas la protegen en contra de esa actitud precoz, es decir de una actividad
heterosexual defensiva. También esta protección la brinda en última medida, la accesibilidad emocional
de los padres, especialmente la madre o el sustituto materno.

LA ADOLESCENCIA PROPIAMENTE TAL

El hallazgo de un objeto heterosexual se hace posible por el abandono de las posiciones bisexual y
narcisista. Hay una afirmación gradual del impulso sexual adecuado que gana ascendencia y que
produce una angustia conflictiva en el yo. Los mecanismos defensivos y adaptativos en toda su compleja
variedad pasan a primer plano en la vida mental. La vida emocional es más intensa y con mayores
horizontes. El adolescente por fin de desprende de los objetos infantiles de amor. Los deseos edípicos y
sus conflictos surgen nuevamente. La finalidad de esta ruptura interna con el pasado agita y centra la
vida emocional del adolescente. Los conflictos internos han alcanzado un punto de evolvimiento
irrevocable pero al final aun no puede predecirse. Solamente la adolescencia tardía nos podrá decir si
vislumbramos correctamente el resultado.

Los cambios internos son esenciales y precondicionales para el avance a la heterosexualidad. Los
adolescentes que en esta fase entran rápidamente en una actividad heterosexual no alcanza las
precondiciones para el amor heterosexual. El problema principal reside en la naturaleza de los cambios
catécticos relacionados a los objetos internos y al ser más que en expresiones de la conducta como
índices importantes del cambio o de la progresión psicológica.

El retiro de la catexis hacia los padres o la representación de los objetos en el yo, produce una
disminución de la energía catéctica en el ser. En el muchacho este cambio lleva a una elección narcisista
de objeto basada en el yo ideal. En la muchacha hay una perseverancia en la posición bisexual con una
sobrevaloración del componente fálico. La formación de la identidad sexual es el logro final de la
diferenciación del impulso adolescente en esta fase.

En ambos sexos puede observarse un aumento en el narcisismo, este aumento procede de la


consolidación del amor heterosexual y está íntimamente ligado con el proceso de la búsqueda de objetos
no incestuosos. El cambio de catexis del ser a un nuevo objeto altera la economía libidinal pues la
gratificación se busca ahora en un objeto en lugar de en uno mismo.

Este estadio permite la preocupación mental con ideas que llevan a selecciones inventidas o a
construcciones mentales últiles, como la intelectualización.

El retiro de la catexis de objeto lleva a una sobrevaloración del ser, a un aumento de la autopercepción a
expensas de la percepción de la realidad, a una sensibilidad extraordinaria y un engrandecimiento.

El empobrecimiento del yo se debe a dos cosas: a la represión de los impulsos instintivos y a la


incapacidad de extender la libido de objeto a los objetos infantiles de amor. Las defensas narcisistas son
ocasionadas por la inhabilidad de dejar al padre gratificante en cuya omnipotencia el niño llegaba a
depender más que en el desarrollo de sus propias facultades. La etapa narcisista transitoria, que ayuda a
la separación y desprendimiento, es la consecuencia de la decatexis de los padres internalizados es
decir de sus representaciones de objeto, esto resulta en procesos de identificación primitivos y
transitorios que sirven a las necesidades narcisistas y las relativas al objeto. Esta decatexis es en la que
los padres se vuelven devaluados y son vistos como ídolos caídos. Este alejamiento de los objetos
infantiles es una consecuencia más de la deslibidinización del mundo externo. La difusión de los instintos
influye en los mecanismos proyectivos e introyectivos, los introyectos bueno y malo se confunden con los
padres actuales y su conducta real. El estadio narcisista también lleva a mantener el autoestima.

En el adolescente se observa un hambre de objeto que le lleva a uniones e identificaciones superficiales


y constantemente variantes por lo mismo transitorias. Un objeto, real o imaginario puede servir como
sostén en el mundo objetal, la identidad del objeto real de este hambre, negada, es el padre del mismo
sexo. La identificación positiva o negativa con el padre del mismo sexo tiene que llevarse a cabo antes
de que pueda existir el amor heterosexual. Los nuevos objetos son intentos de neutralizar las malas
introyecciones con nuevas introyecciones buenas.

El proceso de separación es lo que le da a la etapa narcisista su carácter de positiva y progresiva. El


aislamiento narcisista del adolescente es contrarrestado para mantener sus relaciones de objeto y los
límites firmes de su yo. La amezada de tales pérdidas ocasiona ansiedad y pánico, y sentimientos que
van desde leves sentimientos de despersonalización hasta estados psicóticos.

La vida de fantasía y creatividad estan en su esplendor por lo que también lo estan las expresiones
artísticas e ideacionales, frecuentemente las fantasías privadas son preparaciones para iniciar
transacciones interpersonales.
Los acontecimientos internos son experimentados como experiencias externas debido al cambio
catéctico y la hipercatexis de los órganos de los sentidos. Esto es una forma que ayuda al yo a agarrarse
al mundo de los objetos que esta constantemente en peligro de perder. Hay sentimientos de alejamiento,
irrealidad y despersonalización que amenazan con romper la continuidad de los sentimientos del yo, el
adolescente piensa que su forma de experimentar el mundo externo es totalmente distinta que la de los
demás. Esta hipersensibilidad esta particularmente presente en relación con el abrumador deseo de
amor.

El adolescente que esta impulsado por la necesidad de amar regresa a la costumbre infantil de
incorporar objetos por destrucción para reproducirlos en alucinaciones o fantasías como una realidad
exterior que ahora es idéntica a su yo. Este fenómeno parte de la doctrina del adolescente que sostiene
que el yo es lo único existente. La realización (fantasías en diarios) acerca siempre el contenido mental a
la calidad de la realidad.

Debido a que la niña esta mas preparada para la heterosexualidad su diario tiene la función de prevenir
una actuación heterosexual prematura a través de la experimentación y la actuación de un papel en la
fantasía. El diario así permite actuar un rol sin evolver la acción en la realidad, esta primero al servicio del
proceso de identificación y finalmente proporciona un mayor conocimiento de la vida interna.

Anna Freud describió el rol que juega la identificación en la vida amorosa del adolescente: es usada para
preservar el dominio sobre las relaciones objetales en el tiempo del retiro del narcisismo. Estas fijaciones
de amor no son en absoluto relaciones de objeto en el sentido que damos a los adultos, son
identificaciones sumamente primitivas. Los enamoramientos y amistades devotas y apasionadas pueden
ser entendidos como un fenómeno de restitución, provienen de una regresión libidinal total al narcisismo
por medio de la asimilación del objeto. Es esta relación de como si, el adolescente enriquece su yo
empobrecido (por el alejamiento de los padres actuales y del superyo), este componente se podría llamar
adaptativo. Todas estas relaciones ocasionan una sobreevaluación del amigo para gratificar necesidades
narcisistas.

También vemos estados voluntariosos del yo como una experiencia exaltada del mismo, es un fenómeno
de restitución del yo al que pertenecen los estados autoprovocados de esfuerzo, dolor y agotamiento que
son típicos del adolescente. Estos estados autoinducidos de intensidad afectiva y emocional permiten al
yo experimentar un autosentimiento y así protegen la integridad de sus límites y cohesión, promueven la
vigilancia del yo sobre la tensión instintiva. Estas tensiones son aliviadas por procesos de descarga
exterior por expresión motora, o hacia el interior y son la causa de tantos problemas fisiológicos.

La oscilación entre las formas en que el yo y el impulso instintivo llegan a un acuerdo es la regla durante
esta fase de la adolescencia. Como una etapa intermedia el yo se convierte en el recipiente de la libido
separado de representaciones de objeto, esta circunstancia le da al individuo un falso sentido de poder.
La debilidad relativa del yo en contra de las demandas del instinto mejora durante esta fase cuando el yo
cede en su aceptación de los impulsos.

La fase de la adolescencia propiamente dicha tiene dos temas dominantes: el revivir del complejo de
Edipo y la desconexión de los primeros objetos de amor. Hay dos amplios estados afectivos en esta fase:
duelo, y estar enamorado. El adolescente sufre una pérdida verdadera con la renunciación de sus padres
edípicos y experimenta un vacío interno. La elaboración del proceso del duelo es esencial para el logro
gradual de la liberación del objeto perdido, requiere tiempo y repetición

El estar enamorado señala el acercamiento de la libido a nuevos objetos, este estado se caracteriza por
un sentimiento de estar completo, acoplado con un singular abandono. El amor heterosexual a un objeto
implica el fin de la posición bisexual. Es el fenómeno de resonancia: el hecho de enamorarse hace que
se aumenten marcadamente los rasgos femeninos o masculinos, significa que las tendencias ajenas al
sexo han sido concedidas al sexo opuesto y pueden ser compartidas en el mutuo pertenecer de los
compañeros. El amor tierno: comúnmente precede a la experimentación heterosexual, predominan la
preocupación por conservar el objeto de amor, el deseo de pertenerce exclusivamente, aunque solo sea
espiritualmente el uno al otro. La pareja no representa solamente una fuente de placer sexual, significa
un conglomerado de atributos sagrados y preciosos que llenan al joven de admiración. Este sentimiento
al principio es experimentado por el muchacho como la amenaza de una nueva dependecia, así la unión
en sí despierta miedo de sumisión y rendición emocional. El sentimiento de amor tierno puede lograrse
solo cuando las posiciones narcisistas y bisexuales son cambiadas hacia la rendición final del
componente dominante sexual a un miembro del sexo opuesto. La catexis del objeto de amor con la
libido narcisista es responsable de su idealización. La intensidad y calidad de la idealización del objeto de
amor deriva de un grado normal de fijación materna en el muchacho.

La primera elección de un objeto de amor heterosexual esta comunmente determinada por algun
parecido físico o mental con el padre del sexo opuesto, o por algunas disimilitudes chocantes. Estos
primeros amores no son relaciones maduras sino intentos rudimentarios de desplazamiento que
adquirirían madurez solo con la resolución progresiva del complejo de Edipo.

Siempre que no pueda ser abandonada la organización de impulsos de la primera adolescencia, puede
ocurrir la precipitación hacia un matrimonio prematuro o relaciones sexuales transitorias como un intento
de saltarse una fase típica de la adolescencia en sí. Frecuentemente ocurren en esta fase episodios
homosexuales en muchachas y muchachos. En la joven dos predicciones favorecen la elección del
objeto homosexual: una es la envidia del pene que se compensa con el desdén por el macho en donde la
joven actua como un hombre, otra es una fijación temprana con la madre, la joven actúa como una niña
dependiente muy obediente y confiada, sobrecogida por sentimientos de felicidad y contento en su
presencia de la madre.

En el joven tres condiciones favorecen la elección de objeto homosexual: uno es el miedo a la vagina
como órgano devorador y castrante, reconocemos derivados del sadismo oral proyectado, otro reside en
la identifiación del joven con su madre cuando la madre fue inconsistente o frustrante mientras el padre
fue maternal o rechazante, una tercera se ramifica del complejo de Edipo que asume la forma de una
inhibición o restricción en que equipara a todas las mujeres con su madre y considera que la introyección
es una prerrogativa del padre.

El desarrollo emocional debe tender en dirección a relaciones de objeto estables con ambos sexos, fuera
de la familia y hacia la formación de una identidad sexual irreversible.

Es imprescindible el alejamiento decisivo del padre edípico antes de que pueda hacerse la elección de
un objeto no incestuoso. Durante las etapas previas a este alejamiento hay rasgos de venganza y rencor
que son destinados a herir al padre, que no pueden satisfacer por mas tiempo las necesidades del niño.
Esta relación edípica se hace presente en la actitud crítica del adolescente hacia uno de sus padres, en
la joven casi siempre es la madre y generalmente se da cuenta del aspecto negativo de sus sentimientos
hacia su madre, el lado positivo esta disfrazado en fantasías, sueños diurnos. La elección de la
muchacha de un objeto de amor no aceptable para sus padres sigue el patrón edípico de competencia y
venganza, los sentimientos de culpa que le siguen son aplacados con autocastigo, ascetismo y estados
de depresión.

La resolución de la fase edípica nunca es llevada a cabo por una joven con la misma rigidez y severidad
con la que lo hace un muchacho. El cambio de la joven hacia la heterosexualidad en la adolescencia en
sí y su uso defensivo en la preadolescencia se efectúa solo con sus asias edípicas ligeramente
reprimidas, como la represión de las fantasías edípicas del joven es mas severa su resurgimiento es
lento y resistente a la estimulación puberal. La joven llega a la adolescencia en sí con un amplio
procedente emocional expresado en fantasía, intuiciones y empatía. Estos origenes de la vida interna le
permiten tolerar el aplazamiento de la gratificación genital. La joven facilmente disocia la urgencia sexual
y su gratificación masturbadora. La anatomía de la joven permite la estimulación y excitación por medio
de presión muscular y posiciones posturales resultantes en descargas tensionales que van desde el
orgasmo hasta simples sensaciones. Al contrario en el joven el organo sexual es exterior, visible y
palpable, y cualquier excitación sexual es muy perceptible por eso la masturbación masculina es
eyaculatoria.

El declinamiento del complejo de Edipo en la adolescencia es un proceso lento y llega hasta la


adolescencia tardía. A través de la formación de una familia nueva el joven adulto crea una constelación
emocional con la ayuda de la cual él espera dominar cualquier remanente edípico que amenace con
reaparecer.

Existen dos fuentes de peligro interno durante la adolescencia: una es el empobrecimiento del yo que
lleva a los estados anormales del yo respecto al mantenimiento del contacto con la realidad y continuidad
en los sentimientos del yo. La otra fuente es la ansiedad instintiva despertada durante el movimiento
progresivo de la libido hacia la heterosexualidad. Para evitar el peligro el yo toma medidas defensivas
cuya elección esta de acuerdo con el surgimiento progresivo del carácter. Estas defensas eventualmente
abrirán el camino a procesos adaptativos.

Los mecanismos de defensa de la adolescencia fueron descritos por Anna Freud. El ascetismo y la
intelectualización. El ascetismo prohíbe la expresión del instinto y fácilmente cae en tendencias
masoquistas. La tendencia de la intelectualización es la de vincular los procesos instintivos con los
contenidos ideacionales y así hacerlos accesibles a la conciencia y sujetos a control. En cierto modo
anuncian el surgimiento del carácter y de los intereses especiales. Aparentemente la intelectualización
contiene más potencial positivo, mientras que el ascetismo es esencialmente restrictivo del yo.

La resolución de las fijaciones edípicas produce crudas fantasías sexuales y acciones que son
compulsivas y desafiantes al igual que sentimientos sublimes de amor tierno. Existe una disociación
durante la etapa de experimentación sexual entre la actividad física y la sensación por un lado, y por otro
lado el contenido ideacional. La experimentación sexual sirve como introducción a las sensaciones
sexuales de la pubertad, el acto de la disociación les permite estar menos cargados de culpa edípica.

El impulso parece perder su peligro al ser desviado en una ejecución competitiva y uniforme, que
favorece al narcisismo debido al fluir inhibido de libido objetal. La formación del grupo es regulada por el
hecho de que la mayor fuente de seguridad esta en el código compartido de lo que constituye una
conducta adecuada y en la dependencia de mutuo reconocimiento de igualdad. Es el uniformismo. Es un
fenómeno de grupo que protege al individuo dentro del mismo en contra de la ansiedad proveniente de
cualquier lado. El joven o la joven que no encaja dentro del uniformismo es generalmente considerado
como una amenaza y como tal es evitado, ridiculizado, desterrado o tolerado compasivamente. Varios
mecanismos de defensa son reconocidos en el uniformismo tales como la identificación, la negación y el
aislamiento. Esta carrera hacia el comportamiento precoz estandarizado hace cortocircuito con la
diferenciación e individualidad y prepara así el terreno para los problemas de identidad.

Durante la pubertad cualquier realidad que pudiera gratificar los deseos sexuales puede parecer
peligrosa y se lleva a cabo una regresión a la fantasía y la pseudología. La pseudología es usada como
defensa, la joven adolescente toma su fantasía por realidad para renunciar a una realidad que considera
quizá mas peligrosa.

Las medidas defensivas tomadas en esta época son medidas temporales de emergencia en
circunstancias normales. Son desechadas tan pronto como el yo ha ganado resistencia al unir sus
fuerzas con el movimiento progresivo de la libido hacia la heterosexualidad, tan pronto como la ansiedad
y la culpa han disminuido a través de cambios catécticos internos.

Aparece una organización jerárquica de funciones del yo y un ordenamiento superior del pensamiento,
es el asumir roles del adulto lo que implica una total reestructuración de la personalidad en la que las
transformaciones intelectuales son paralelas o complementarias a las afectivas. El adolescente es el
individuo que empieza a construir sistemas o teorías, tiene ese poder de reflexión. El pensamiento es
constantemente interferido por la propensión a la acción y el acting out, actuación, el alcance del ensayo
y el error se amplifica en el pensamiento abstracto. En el desarrollo del pensamiento, el adolescente
recapitula los diferentes estadios del desarrollo infantil, va del egocentrismo al descentramiento, el que
promueve la objetividad y así las nuevas relaciones de objeto. La entrada del adolescente en el mundo
ocupaciones representa el punto principal, el trabajo conduce al pensamiento lejos de los peligros del
formalismo hasta regresar a la realidad.

La alta introspección o la intimidad psicológica hacia los procesos internos permiten una mayor
creatividad artística por sentimientos que promueven la sensibilidad y la percepción. Las producciones
artísticas de los adolescentes son con frecuencia autobiográficas. Es un esfuerzo por completar tareas
urgentes de transformaciones internas.

La actividad creadora sublimada puede ser descrita por: narcisista, subordinada a las limitaciones de un
medio artístico y orientadas a la realidad, para da una nueva existencia al ser, una comunidad con el
medio ambiente por lo que esta relacionada parcialmente con objetos. La creatividad puede gratificar
necesidades narcisistas, alcanzar un apoyo en la realidad, reemplazar objetos de amor o preparar la
canalización de un don innato en un modo de vida perdurable.

La adolescencia llega a su fin con la delineación de un conflicto idiosincrático y la constelación de


impulso que durante el final de la adolescencia se tranforma en un sistema unido e integrado. Es el fin
llegar al sentimiento subjetivo de un modo de vida individual. La pregunta de quién soy se reduce y surge
una claridad de propósitos autoevidente y un conocimiento mucho más grande del ser.

ADOLESCENCIA TARDÍA

Con la declinación de la adolescencia el joven gana en acción propositiva, integración social,


predictibilidad, constancia de emociones y estabilidad de la autoestimación mas la unificación de
procesos afectivos y volitivos.

La adolescencia tardía es una fase de consolidación, constituye la elaboración de: un arreglo estable y
altamente ideosincrático de funciones e intereses del yo, una extensión de la esfera lubre de conflictos
del yo, una posición sexual irreversible resumida como primacía genital, una catexis de representaciones
del yo y del objeto relativamente constante, la estabilización de aparatos mentales que automáticamente
salvaguarden la identidad del mecanismo psíquico.

Vemos las diferencias individuales ya que la tolerancia al conflicto y la ansiedad varían enormemente.
Posiblemente haya un grado de ansiedad óptimo que varía de individuo a individuo que favorece el
desarrollo, da tonicidad a la personalidad. El logro de la adolescencia tardía es de una relativa madurez,
los cambios que se suceden son unicamente parciales.

La adolescencia tardía es un tiempo de crisis que prueba la capacidad integrativa del sujeto y resulta en
fracasos de adaptación, deformaciones yoicas, maniobras defensivas y psicopatología severa. Erikson
las llama crisis de identidad a partir de las cuales se establece la identidad.

A lo largo del camino el yo ha llegado selectivamente a buen término con la intensidad de los impulsos,
sus objetos y sus metas. Pero quedan fenómenos residuales que retienen una animación inquebrantable.

El aparato psíquico que sintetiza los diversos procesos adolescentes específicos de la fase, los convierte
en estables, irreversibles y les da un potencial adaptativo, la fuente de residuos específicos contribuye a
la formación del carácter y la fuente de energía que implica ciertas soluciones hacia un primer plano y
deja otras en estado latente, presta al proceso de consolidación una calidad de decisión e individualidad.

El trauma y su efecto depende de la magnitud y de lo improvisto del estímulo, y de la vulnerabilidad del


aparato psíquico. Es un fenómeno UNIVERSAL de la infancia. El dominio del trauma es una interminable
tarea de la vida. Los efectos posteriores de un trauma inducen a situaciones de vida que de algun modo
repite la original, por lo tanto el intento de dominar el trauma continúa. Se da una repetición compulsiva.
Al fina de la adolescencia la amenaza original o un componente de ella reaparece siendo activada en el
medio ambiente, su resolución es buscada dentro de un sistema de interacción específico. El alcance
con que el trauma obstaculice el desarrollo progresiva es el factor negativo del trauma y el alcance con
que promueva e impulse el dominio de la realidad es el factor positivo. Los efectos de un trauma tienen
dos caras, una positiva otra negativa: la primera son intentos de revivir el trauma, las reacciones
negativas buscan nunca recordar o repetir el trauma olvidado, lo que puede culminar con fobia o
inhibición y también contribuyen considerablemente a la formación del carácter.

Dentro del problema de consolidación del carácter en esta etapa debemos incluir el del trauma como
parte del proceso total. El aspecto positivo del trauma intenta llegar a un acuerdo con sus residuos
nocivos a través de la reactivación constante en el medio ambiente para el eventual dominio o
integración al yo del trauma. La dirección que tome este proceso es controlada en gran parte por las
influencias del yo ideal y del superyo y es influida por el medio ambiente. Los conflictos infantiles no son
eliminados sino que se restituyen y se tornan yo sintónicos, cualquier intento de dominio del yo sintónico
de un trauma residual incrementa la autoestimación. La estabilización de la autoestimación es uno de los
mayores logros de la edad adulta.

El fin de la adolescencia implica la transformación de los residuos edípicos en modalidades yoicas:


trabajo, valores, lealtades, amor; donde descarga los componentes de los impulsos libidinales
narcisistas, agresivos y aun eróticos. Este es un logro más de la adolescencia tardía. En la misma
medida las autorrepresentaciones asumen una fijación estable y segura. Entonces aquello que fue un
obstáculo e impedimento para la maduración se convierte precisamente en lo que da a la madurez su
aspecto especial. La tarea de aceptación de la realidad nunca es completada, ningún ser humano esta
libre del esfuerzo de relacionar la realidad interna y externa y un aligeramiento de ese esfuerzo es
provisto por un área intermedia de experiencia que no es definida, artes, religión, etc. El proceso de
consolidación se complica por la necesidad que hay en esta etapa de asignar a objetos de amor y odio
en el mundo externo catexis agresivas y libidinales que originalmente se fundían en representaciones de
objeto. Estos arreglos yo sintónicos producen estabilidad de actitudes, sentimientos y prejuicios.

Durante la adolescencia tardía la identidad sexual toma su forma final, de los 18 a los 20 años parece ser
que la selección sexual evidente se efectúa. Durante la adolescencia tardía la predisposición a tipos
específicos de relaciones amorosas se consolida. Con mucha frecuencia estos contienen mezclas de
compromisos entre fijaciones edípicas positivas y negativas.

La mayor estabilidad de pensamiento y acción se obtiene a cambio de la sensibilidad introspectiva, el


florecimiento de la imaginación creativa se opaca durante la adolescencia tardía. Los intentos de
imaginación y artísticos declinan hasta que gradualmente desaparecen por completo. Por supuesto el
verdadero artista es la excepción. Hay mayor capacidad de abstracción y construcción de modelos y
sistemas y la amalgama de pensamiento ya cción dan a la personalidad de esta epoca una calidad mas
unificada y consistente. La aplicación de la inteligencia le permite poner orden en el mundo que lo rodea.

Se realiza una función sintética del yo: es una aceptación final y el establecimiento de las tres antítesis
en la vida mental llamadas: sujeto-objeto, activo-pasivo, placer-dolor. Una posición estable entre ellas se
manifiesta subjetivamente a sí misma como un sentido de identidad. La fijación de roles y la necesidad
específica de gratifiación de estos roles en la relación del sujeto con el ambiente es una realización
esencial de los procesos mentales adaptativos.

POSTADOLESCENCIA

Es la transición de la adolescencia a la edad adulta. El sujeto que se describe es referido como un adulto
joven. Aun despues de todas estas fases anteriores y a pesar de que sean atravesadas con éxito le falta
armonía a la realización total. La estructura psíquica ha adquirido al final de la adolescencia tardía una
fijación que permite al postadolescente volver al problema de armonizar las partes componentes de la
personalidad, integración que surge gradualmente. Va de la mano con la actividad del rol social, con el
enamoramiento, la paternidad y la maternidad. La apariencia del rol manifiesto (teniendo un empleo,
preparandose para tener un hijo, una carrera, etc.) facilmente empaña el estado incompleto de formación
de la personalidad. Todo esto se completa si el yo tiene éxito en su función sintética. El proceso puede
ser llamado el logro del desarrollo en la organización de la personalidad que es específica para la
postadolescencia. Al fin de la adolescencia la organización del impulso había alcanzado normalmente un
estado de permanencia y fijación.

La organización psíquica es susceptible a alteraciones despúes del período adolescente, pero la


adolescencia ha logrado su tarea y ha sido completada cuando la organización de la personalidad puede
permitir la paternidad y maternidad para hacer su contribución específica al crecimiento de la
personalidad. El desarrollo emocional no se acaba acá. Durante la postadolescencia el proceso de
armonización en todo el impulso y organizaciones yoicas, así como las partes componentes de cada uno
estan en su mayor intensidad. Al fin de la adolescencia los conflictos no había sido resueltos en medio
alguno sino que se tornaban específicos y algunos se integraban en el yo como tareas de la vida. Este
era el logro de la adolescencia tardía. La tarea de la postadolescencia es el crear vías específicas a
través de las cuales estas tareas sean llevadas acabo en el mundo exterior. Así el sujeto articula sus
impulsos heterogéneos en la forma de persecución de componentes. En el reino del impulso sexual, la
experimentación es evidente en las relaciones con objetos de amor potencial que representan todas las
posibles combinaciones de amor degradado e idealizado, sensual y tierno. Entonces en la adolescencia
tardía se da una delimitación de las tareas de vida y en la postadolescencia se busca la realización de
estos fines en términos de relaciones permanentes, roles, etc. El yo fortalecido por el rechazo de los
conflictos instintivos se ve absorbido por estos esfuerzos.

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