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Cristal

En física del estado sólido y química, un cristal es un sólido que presenta un


patrón de difracción no difuso y bien definido.1
La palabra proviene del griego krystallos. Inicialmente el nombre provenía de
"kryos" que significa frío, aludiendo a la formación del hielo a partir del agua.
Posteriormente el nombre cambió de connotación al referirse más bien a la
transparencia, por lo que los griegos dieron el nombre "krystallos" al cuarzo,
creyendo inicialmente que se trataba de una variedad de hielo que no se licuaba a
temperatura ambiente.2
La mayoría de los cristales naturales se forman a partir de
la cristalización de gases a presión en la pared interior de cavidades rocosas
llamadas geodas. La calidad, tamaño, color y forma de los cristales dependen de
la presión y composición de los gases en dichas geodas (burbujas) y de la
temperatura y otras condiciones del magma en el que se formen.
Aunque el vidrio se suele confundir con un tipo de cristal, en realidad no posee las
propiedades moleculares necesarias para ser considerado como tal; el vidrio, a
diferencia de un cristal, es amorfo. Los cristales se distinguen de los sólidos
amorfos no solo por su geometría regular, sino también por la anisotropía de sus
propiedades, que no son las mismas en todas las direcciones, y por la existencia
de elementos de simetría. Los cristales están formados por la unión de partículas
dispuestas de forma regular siguiendo un esquema determinado que se
reproduce, en forma y orientación, en todo el cristal y que crea una
red tridimensional. En un cristal, los átomos e iones se encuentran organizados de
forma simétrica en redes elementales, que se repiten indefinidamente formando
una estructura cristalina. Estas partículas pueden ser átomos unidos por enlaces
covalentes, como el diamante y los metales, o iones unidos por electrovalencia,
como el cloruro de sodio. En otras palabras, los cristales podrían
considerarse moléculas colosales, que poseen tales propiedades, a pesar de su
tamaño macroscópico. Por tanto, un cristal suele tener la misma forma de la
estructura cristalina que la conforma, a menos que haya sido erosionado o
mutilado de alguna manera.
Del estudio de la estructura, composición, formación y propiedades de los cristales
se ocupa la cristalografía.
Las relaciones que existen entre los fenómenos físicos y la simetría se conocen
desde hace tiempo, pero fueron concretadas en el siglo XIX por Pierre Curie,
quien las expresó en forma de principios que suelen llamarse leyes de Curie. En
general, puede considerarse que un fenómeno físico traduce una relación de
causa a efecto. Curie planteó en principio que la dismetría que se encuentra en los
efectos debe preexistir en las causas, pero que, por el contrario, los efectos
pueden ser más simétricos que las causas.
A partir de estas consideraciones, es posible demostrar que ciertas simetrías
cristalinas son incompatibles con la existencia de ciertas propiedades físicas. Por
ejemplo, un cristal no puede estar dotado de poder rotatorio si es superponible a
su imagen en un espejo; del mismo modo, un cristal es piroeléctrico, es decir,
posee una polarización eléctrica espontánea sólo si pertenece a uno entre diez de
los 32 grupos cristalográficos.
A partir de un razonamiento que afecta a estas consideraciones de simetría, Curie
descubrió la piezoelectricidad, es decir, la presencia de una polarización
eléctrica cuando se aplica una presión. Este efecto que, en particular, no puede
aparecer en los cristales que poseen un centro de simetría, ha sido objeto de un
gran número de aplicaciones como osciladores, relojes de cuarzo, cabezales de
fonocaptores, micrófonos, sonares y otros.
La clasificación principal de los cristales se efectúa con arreglo a su simetría. Un
objeto tiene simetría si con él puede efectuarse alguna operación tal que
permanezca idéntico a sí mismo.
Solamente se presentan algunos elementos de simetría en los cristales. Estos
son: centro de simetría, ejes secundarios, ejes ternarios, ejes cuaternarios, ejes
senarios, ejes de inversión cuaternarios, ejes de inversión senarios y plano de
simetría. Un cristal es invariante con relación a un eje de orden Q, si el conjunto de
las propiedades del cristal es el mismo a lo largo de dos direcciones, las cuales se
deducen una de otra por una rotación de un ángulo 2N/Q radianes en torno a ese
eje. Por lo que, como consecuencia de su triple periodicidad, se demuestra que el
medio cristalino sólo puede poseer ejes de orden 2, 3, 4 o 6; los ejes de simetría
quinarios no se encuentran en los cristales, porque el ángulo del pentágono, 108°,
no es divisor de 360°.
Son muchos los métodos existentes para determinar la simetría y la estructura de
un cristal, en particular el goniómetro óptico y el microscopio polarizante y sobre
todo la difracción de rayos X.
Los cristales se presentan en treinta y dos combinaciones de elementos de simetría
denominadas las treinta y dos clases de cristales.

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