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Facultad de Ciencias Veterinarias

-UNCPBA-

Uso de Plasma Rico en Plaquetas (PRP) como


terapia regenerativa en lesiones articulares
degenerativas (osteoartritis) en caballos
deportivos

Diego Zapata Gonzalez, Fernando Gutiérrez, Paula Viviani, Carlos Hernán Moscuzza

Julio, 2019.

Tandil
Uso de Plasma Rico en Plaquetas (PRP) como terapia
regenerativa en lesiones articulares degenerativas
(osteoartritis) en caballos deportivos

Tesina de la Orientación Producción Animal, presentada como parte


de los requisitos para optar al grado de Veterinario del estudiante
Diego Zapata Gonzalez.

Tutor: MV Fernando Gutiérrez

Director: Dr. Carlos Hernán Moscuzza

Codirector: Vet. Viviani Paula

Evaluador: Vet. Mascioli Maria del Carmen


Agradecimientos

Agradezco a Cecilia Redolatti por haberme guiado en el comienzo del armado


de la tesina. A Paula Viviani, Hernán Moscuzza y a Maria del Carmen Mascioli
por haberme ayudado a finalizar el escrito de la misma. A Yanina Ingliso por su
pasión y su enseñanza sobre el uso del plasma en caninos. A Diego Quinteros
y Clara Sardoy por haberme dado la oportunidad de trabajar con ellos en
equinos deportivos y conocer esta técnica. A Gustavo Perkins por todas las
oportunidades que me dio y por su cariño. A Fernando Gutiérrez por haberme
acompañado en mi residencia y por haberme ayudado en la elección de la
temática de esta tesis. Y finalmente a la facultad pública, a todos sus docentes
y su vocación con todo lo que ello conlleva.
Dedicatoria

A mis padres por su amor, sus valores y por haberme dado la oportunidad de
dedicarme a lo que me apasiona.
Resumen

El plasma rico en plaquetas (PRP) es una fracción concentrada del plasma (2 a


6 veces más que lo normal) que se obtiene por centrifugación de sangre
entera. Esta fracción rica en plaquetas es separada para luego ser
administrada al mismo animal (PRP autólogo) donde fuera necesario. Esta
novedosa terapia regenerativa comenzó a utilizarse en humanos hacia finales
de la década del noventa en cirugías estéticas y maxilofaciales. Hacia el año
2003 se empezaron a notificar los primeros usos del plasma en equinos y
animales de compañía con resultados positivos. El PRP cuenta con factores de
crecimiento (FC) que, aunque se encuentran en diversas partes del cuerpo, se
ha comprobado que se hallan también en concentraciones elevadas en los
gránulos citoplasmáticos de las plaquetas. La importancia de estos factores de
crecimiento plaquetarios es que contribuyen a una regeneración tisular, es
decir a la restauración del tejido con propiedades indistinguibles del original y
sin formación de cicatriz, lo que ayuda a que el cartílago recupere su anatomía
y su función en procesos de osteoartritis. El objetivo de esta tesina fue el de
realizar una revisión bibliográfica dirigida a demostrar la utilidad del uso de PRP
como tratamiento de enfermedades articulares degenerativas (osteoartritis) en
equinos deportivos, así como describir sus ventajas y desventajas, y la técnica
de obtención de esta fracción del plasma. Se recurrió a la recopilación de datos
de diferentes materiales bibliográficos que abordan el tema de interés. Dicha
recopilación permitió comprender y confirmar la importancia de seguir
realizando estudios que avalen su uso como tratamiento de patologías
articulares equinas. Se abordaron además todos los aspectos referidos a la
patogenia de la osteoartritis así como su tratamiento convencional. Se culmina
esta tesina con la descripción de distintas posturas de varios autores respecto
de las técnicas, materiales y resultados obtenidos con el uso de PRP, basados
en estudios de casos.

Palabras clave

Equinos, plasma rico en plaquetas, osteoartritis, plaquetas, terapias


regenerativas, factores de crecimiento plaquetarios.
INDICE

1- Introducción …………………………………………………..…….…. pág.1


2- Metodología……………………………………………………..…….. pág.3
3- Resultados: Matriz de datos .……………………………….….....… pág.4
4- Anatomía y composición de la articulación……………………....... pág.8
5- Enfermedad articular degenerativa…………………………….....… pág.11
5.1-Diagnóstico de la OA………………………………………….…. pág.14
5.2- Tratamiento de la OA……………………………………………...pág.17
6- Plasma rico en plaquetas y OA……………………………..…………pág.22
6.1- Historia y uso…………….…………………………………….. pág.22
6.2- Qué es el PRP………………………………………………..…pág.23
6.3- Técnica de obtención de PRP…………….………………..….pág.23
6.4- Anticoagulantes………………………………………….…….. pág.25
6.5- Activadores………………………………………….………….. pág.26
6.6- Rol de los leucocitos en el PRP……………………….………pág.26
6.7- Estudios que prueban la eficiencia del uso de PR…………..pág.27
6.8- Factores intrínsecos del equino que pueden afectar el recuento de FC y
el recuentro plaquetario…………………………………….…..pág.32
7. Discusión………………………………………………………………..pag.34
8. Conclusiones……………………………………………………..…....pág.35
9. Referencias……………………………………………………..…..….pág.36
Introducción

Esta revisión bibliografía está enfocada en la utilización de plasma rico en


plaquetas (PRP) para el tratamiento de enfermedades crónicas y degenerativas
en articulaciones de los miembros de los equinos, en particular de la
osteoartritis, antes conocida como artrosis.

La osteoartritis (OA) es una enfermedad articular que corresponde a una de las


causas más comunes de cojera en el equino, con importantes pérdidas
económicas. Este problema puede ser causado por diversos factores tales
como traumatismo constante, inestabilidad articular, edad, infección,
alteraciones en la osificación endocondral, entre otros (Jara y Correa, 2016).

En el equino, esta enfermedad corresponde aproximadamente al 60% de los


problemas de claudicación. La OA es una de las enfermedades más
debilitantes y prevalentes que afectan al equino y posee un notable impacto
económico en la industria hípica. El costo médico y quirúrgico de cojeras
relacionadas a OA fue mayor a 700 millones de dólares dentro de Estados
Unidos en 1998 (Jara y Correa, 2016).

Por razones deportivas, esta revisión está enfocada en articulaciones de los


miembros aunque el PRP se puede usar en cualquier articulación y en diversos
tejidos. La articulación metacarpo falángica es la más comúnmente afectada
por OA en equinos de carrera, seguida por las articulaciones del carpo (Muller,
2007).

La OA se manifiesta primero por una degeneración molecular con alteración del


metabolismo del cartílago que lleva a daño histológico y degradación
anatómica. Las cadenas de glucosaminoglucanos del cartílago junto con el
colágeno tienen la capacidad de atraer agua y por lo tanto de darle lubricación
a la articulación. En procesos degenerativos estos componentes del cartílago
se pierden y por ende se pierde la capacidad de atraer agua, la elasticidad y la
funcionalidad. El hueso subcondral de las articulaciones, a diferencia del
cartílago, está altamente vascularizado e inervado. Es decir que cuando el
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dolor ya está instalado el daño del cartílago en la OA es avanzado. Por lo tanto
de una degeneración molecular llegamos hasta una alteración fisiológica de la
articulación que culmina en enfermedad dolor e incapacidad motriz. Si bien la
edad es uno de los factores predisponentes, hay ejemplares de alta
performance que manifiestan signos de cojera a temprana edad y por lo tanto
en edad deportiva. Un diagnóstico temprano de las claudicaciones de origen
articular sería lo ideal para comenzar un tratamiento regenerativo que permita
estabilizar la articulación y así poder optimizar la carrera deportiva (Jara y
Correa, 2016).

Los tratamientos para OA son solo paliativos y se enfocan en recuperar la


lubricación articular y reducir la inflamación sinovial. Estos tratamientos
requieren varios meses de rehabilitación sin obtener un 100% de tejido
funcional, obteniendo como resultado un tejido cicatrizal que difiere en la
composición con el original, de menor calidad y con una mayor cantidad de
colágeno tipo 3. Algunos de estos son infusiones de corticoesteroides,
antiinflamatorios no esteroides (AINES) o hialuronato. Las nuevas propuestas
regenerativas de infusión de PRP autólogo pueden favorecer la reparación del
cartílago original (Jara y Correa, 2016).

El objetivo de esta revisión es la actualización bibliográfica sobre el uso de PRP


en el tratamiento de enfermedades crónicas y degenerativas en las
articulaciones de los miembros de los equinos. Se describirán los posibles
usos, las ventajas y las desventajas de esta terapia. También se describirán
distintas posturas de autores respecto de las técnicas, materiales y resultados
obtenidos con esta herramienta, basados en estudios de casos.

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Metodología

Se han utilizado para la recopilación de información: libros de texto, revistas


científicas, artículos originales, artículos de investigación, tesinas de libre
acceso en Internet y tesinas solicitadas a las instituciones correspondientes. Se
recurrió principalmente a artículos de investigación científica de la web del
National Center for Biotechnology Information (www.ncbi.nlm.nih.gov), del
International Veterinary Information Service (http://www.ivis.org),
https://www.researchgate.net y www.sciencedirect.com.

El criterio de selección fue temporal, primero se recabaron datos de las


primeras etapas en que se comenzó a utilizar esta técnica en los años noventa,
su evolución, y finalmente se recabó información lo más actualizada posible de
lo que se utiliza eficientemente en este momento y cómo se podría
perfeccionar. Se buscaron en primera instancia aquellos artículos orientados a
la especie equina y sus articulaciones en particular. Al finalizar esta búsqueda,
se continuó profundizando sobre equinos y PRP en el aparato locomotor en
general, finalizando la búsqueda de PRP en diversas especies, extrapolando lo
que interesa al uso de PRP en el tratamiento de OA en equinos deportivos.

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Resultados

En la Tabla 1 se presenta la matriz de datos correspondiente a las fuentes


bibliográficas utilizadas para la elaboración de la presente revisión bibliográfica.

Tabla 1. Matriz de datos

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Anatomía y composición de la articulación normal

La articulación es un órgano compuesto por hueso subcondral, cartílago,


cápsula articular y líquido sinovial. Al igual que el esqueleto óseo, estas
estructuras deben absorber y transmitir las fuerzas generadas por la
locomoción, y además deben permitir el deslizamiento de un hueso sobre otro
(Jara y Correa, 2016). Las estructuras de la articulación normal se ilustran en la
Figura 1.

El hueso subcondral soporta el cartílago y está conectado con él a través de


una capa de cartílago calcificado. Típicamente, el hueso subcondral se
compone de una capa de hueso compacto directamente adyacente a la capa
de cartílago calcificado seguido por un hueso trabecular el cual es
aproximadamente 10 veces más deformable que el hueso compacto. Esta
conformación posee consecuencias mecánicas: el plato subcondral compacto
provee un soporte firme, pero es rígido, mientras que el componente trabecular
provee algo de elasticidad (Jara y Correa, 2016).

Otro componente de la articulación es la membrana sinovial que reviste la


cavidad articular. Es una membrana delgada, muy irrigada e inervada, y
frecuentemente forma pliegues y vellosidades que se proyectan dentro de la
cavidad articular. Está formada por sinoviocitos de tipo A con actividad
fagocítica y por sinoviocitos de tipo B que sintetizan el ácido hialurónico que
forma parte del líquido sinovial. La membrana sinovial participa en la formación
del líquido sinovial, que es un ultra-filtrado del plasma sanguíneo. Así, en el
líquido sinovial se encuentran sinoviocitos y condrocitos, células derivadas de
la membrana sinovial y del cartílago, respectivamente, y células propias del
plasma sanguíneo, como monocitos, linfocitos y polimorfonucleares (PMN).
Este líquido tiene múltiples funciones como lubricar la articulación, transportar
material nutricio hacia el cartílago articular, eliminar productos de desecho del
cartílago y amortiguar las fuerzas de presión que soportan estas articulaciones
(Müller, 2007).

Otro componente de gran importancia es el cartílago de tipo hialino que recubre


las superficies articulares óseas. El cartílago articular carece de nervios y de

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vasos sanguíneos, por lo que la nutrición de los condrocitos depende del
líquido sinovial (Müller, 2007).

Figura 1. Corte sagital que muestra las principales estructuras de la articulación


metacarpo-falange equino. (Müller 2007)

Histológicamente, la matriz del cartílago está formada por proteoglicanos que


son la proteína central de este tejido a la cual se unen glicosaminoglucanos
formando así glicoproteínas con gran cantidad de grupos sulfato. Otros
componentes de interés dentro del cartílago son el colágeno y los condrocitos
que sintetizan colágeno y proteoglicanos de la matriz. Los proteoglicanos
atraen agua y junto al colágeno le proporcionan características visco elásticas a
la articulación. El colágeno tipo II que predomina dentro del cartílago tiene
como función principal la resistencia a la presión intermitente, que se asocia a
las distintas fuerzas que actúan sobre las fibrillas de colágeno, ejerciendo
tracciones y desplazamientos sobre ellas y provocando su compactación. El
proteoglicano más importante es el condroitín sulfato formado por ácido
glucurónico y N-acetil D-galactosamina sulfato. El condroitín 6 sulfato se
encuentra en cartílagos maduros (en baja concentración en la articulación
enferma) y el condroitín 4 sulfato en cartílagos inmaduros (Muller, 2007).

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Otro componente de la matriz del cartílago es el ácido hialurónico que es un
polímero de ácido glucurónico y N-acetilglucosamina. Los condrocitos en el
cartílago y los sinoviocitos en el líquido sinovial son los encargados de producir
estos componentes de la matriz (Müller, 2007). Las cadenas de
glucosaminoglucanos como el condroitín 6 sulfato y el ácido hialurónico poseen
alta carga negativa en sus moléculas, lo que atrae 50 veces su peso en agua
(Jara y Correa, 2016).

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Enfermedad articular degenerativa

Se cree que las enzimas proteolíticas sintetizadas por los condrocitos y


sinoviocitos son los mayores mediadores de la disminución de matriz. Enzimas
como proteinasas y metaloproteinasas (MMP) contribuyen a la degradación del
cartílago produciendo lisis de colágeno tipo 2 y de proteoglicanos (Jara y
Correa 2016). Esto resulta en pérdida de la capacidad de retener agua y
pérdida de funcionalidad (Müller, 2007). Las MMP son las más potentes y se
han encontrado en concentraciones elevadas en cartílagos lesionados. Las
MMP asociadas a OA son colagenasa 1, 2 y 3, estromelisina 1 y dos
gelatinasas (Jara y Correa, 2016). En una articulación enferma, se observa
pérdida de la estructura de la matriz extracelular (MEC) del cartílago, por lo que
hay disminución de sus componentes, como el condroitín-sulfato y el colágeno
lo que lleva a una pérdida de agua en la articulación (Müller, 2007).

Dentro de las enfermedades musculo-esqueléticas, las tendinosas son la


principal causa de bajo rendimiento y las articulares la segunda causa; esto
depende de la actividad ecuestre (Jara y Correa, 2016). Los pura sangre de
carrera suelen lesionarse el nudo, carpo y tarso. Los caballos que realizan
endurance y prueba de rienda suelen lesionarse el tarso y las articulaciones
interfalángicas (Perrone, 2016).

El 70% del peso de un equino se encuentra distribuido en el miembro anterior


y dentro de este, la articulación metacarpo falángica es la que mayor peso y
mayor fuerza de compresión tiene que soportar, lo que genera predisposición a
inflamación y degeneración (Müller, 2007).

Como se observa en el Esquema 1, las causas desencadenantes del proceso


de OA pueden ser varias e incluyen traumatismo constante, inestabilidad
articular, edad, infección, alteraciones de la osificación endocondral, entre
otros. Esto lleva a que se produzca estrés celular y degradación de la matriz
extracelular (ME), que activa respuestas pro inflamatorias de inmunidad innata
seguidas por degeneración anatómica (degradación de la matriz del cartílago,
remodelación ósea con formación de osteofitos y esclerosis, inflamación
articular y pérdida de la función articular normal) que resultan en inestabilidad

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fisiológica. Se ha observado que el hueso trabecular (epífisis) es
aproximadamente 10 veces más deformable que el hueso compacto. En
procesos de OA el hueso subcondral pierde su elasticidad agravando así el
cuadro al no permitir la óptima amortiguación articular. Este hueso, a diferencia
del cartílago, está altamente vascularizado y tiene bien desarrollado el aporte
nervioso por lo que al formarse fisuras en él comienza a manifestarse el dolor;
esto quiere decir que la OA se encuentra avanzada. Otra degradación
anatómica se manifiesta por la formación de osteofitos, inflamación y pérdida
de función articular normal (Jara y Correa, 2016).

Esquema 1. Ruta de degradación del cartílago articular secundaria al trauma


articular (Perrone, 2016).

En resumen, se puede decir que la patogenia de la OA está dada por una


cascada de procesos que se inician con un daño de diversa etiología, seguido
por inflamación, aumento de flujo sanguíneo, aumento de la permeabilidad
capilar, atracción de células fagocíticas que liberan enzimas lisozomales y
mediadores proinflamatorios como las citoquinas interleucina 1 y factor de
necrosis tumoral alfa (IL-1 y TNF-α respectivamente) dentro de los más
importantes (Muller, 2007).

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Estas citoquinas aumentan la producción de proteinasas degradativas del
cartílago y aumentan la producción de fosfolipasa A en células que sintetizan
prostaglandina E2 (PgE2). Esta se libera al medio y aumenta a su vez la
producción de MMP. Esto confluye en degradación de proteoglicanos y
disminución de su síntesis. La PgE2 es sintetizada por leucocitos, condrocitos y
sinoviocitos. La prostaglandina produce vasodilatación, potencia el dolor y
estimula la degradación de proteoglicano (Carmona y Giraldo- Murillo, 2006).

En procesos de OA, los receptores de condrocitos para citoquinas (IL-1, TNF-α)


están aumentados; estas citoquinas inducen a condrocitos y sinoviocitos a
producir otras citoquinas (IL 8 y 6) que agravan el cuadro (Jara y Correa. 2016).
La IL1, además, estimula la formación de radicales libres como óxido nítrico
(NO) y también estimula eventos proliferativos (formación de osteofitos) (Jara y
Correa, 2016).

Esquema 2: Componentes endógenos que participan en la homeostasis del


cartílago (Mcilwraith 2009)

En resumen, los cambios histológicos más importantes son fibrilación


superficial que puede progresar a fisuras verticales hasta el hueso subcondral y
necrosis de condrocitos (Muller, 2007). Este proceso es seguido por un proceso
antioxidante de regeneración, pero cuando se prolonga en el tiempo y la
capacidad antioxidante es sobrepasada se produce estrés oxidativo. Se
generan especies reactivas del oxígeno por reducción del oxígeno molecular
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dando radicales como anión superóxido y radical oxidrilo. En el caso del
equino, la suplementación con antioxidantes podría mejorar su estado de salud
general existiendo en el mercado suplementos orales que combinan ácido
hialurónico, condroitín sulfato, ácido ascórbico entre otros. Estos tratamientos
deben ser combinados con otras terapias tradicionales (Muller, 2007)

Diagnóstico de la OA

La herramienta más utilizada para detectar problemas articulares sigue siendo


la clínica (Jara y Correa, 2016). La anamnesis puede orientar en la clasificación
del proceso en agudo o crónico. La inspección, confirmará la presencia de
claudicaciones y/o cambios en la biomecánica según la articulación afectada,
así como cambios en su anatomía. La palpación-presión ubicará zonas álgidas
en la articulación. La evaluación de la respuesta al dolor en un miembro, se
evalúa primariamente por el grado de claudicación que este presenta en
diferentes aires y sobre distinto tipo de superficies. Estos exámenes se
completarán con la maniobra de flexión forzada y las anestesias diagnósticas
tronculares e intraarticulares (Perrone, 2016).

La OA se manifiesta clínicamente con mayor frecuencia como una lenta y


progresiva cojera que puede, a menudo, ser bilateral. Esta cojera puede ser
debido a dolor articular, disminución del rango de movimiento articular, variable
efusión articular o inflamación sin efectos sistémicos. En algunas
enfermedades articulares, la localización del problema en una articulación en
particular puede ser difícil, y la realización de pruebas de flexión puede ser útil
para acentuar la claudicación en un miembro. Esta prueba se basa en
mantener una articulación en flexión forzada durante un minuto
aproximadamente para luego dejar al animal que camine o trote y que si hay
algún dolor o molestia presente, esto se manifieste durante la marcha. En
general, las respuestas más severas a las pruebas de flexión son más
confiables para ser tomadas en cuenta. Los caballos sanos pueden mostrar
una respuesta positiva en las pruebas de flexión y esta respuesta varía
directamente con la presión aplicada al miembro, por lo que se debe tener
cuidado al basarse en la prueba de flexión para diagnosticar claudicaciones.

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Sin embargo, el lugar del problema se define de mejor forma con bloqueos peri-
neurales o intraarticulares (Jara y Correa, 2016).

La efusión es un factor común de OA y se manifiesta en el miembro equino


como una visible y palpable distensión de los recesos articulares. Aunque el
incremento del líquido sinovial puede ser iniciado por un evento inflamatorio
articular, la efusión sinovial es en parte resultado de una permeabilidad
vascular incrementada (fenómeno de ingreso) y un disminuido drenaje linfático
(fenómeno de egreso) (Jara y Correa, 2016). Carmona et al. (2007 y 2009)
clasificaron el grado de efusión articular de 0 a 3, donde 0 = articulación de
apariencia normal; 1 = efusión articular ligeramente palpable, sin
engrosamiento de la cápsula articular; 2 = efusión articular palpable, cápsula
articular moderadamente engrosada y ligera reacción dolorosa durante la
palpación articular profunda; y 3 = efusión articular evidente, engrosamiento
marcado de la membrana sinovial acompañado de signos clínicos de
inflamación y con reacción dolorosa acentuada durante la palpación superficial
de la cápsula articular y la movilización pasiva de la articulación (Perrone
2017).

A continuación se describen algunas pruebas complementarias para respaldar


el diagnóstico.

Análisis de líquido sinovial

Según Frisbie (2012) y Caron (2011), se observan cambios en el contenido del


líquido sinovial en la mayoría de los casos de OA y la reducción en la
viscosidad del líquido sinovial es un hallazgo frecuente en caballos con sinovitis
activa. La viscosidad del líquido sinovial es resultado de la polimerización del
hialuronato. En combinación con la observación física del líquido sinovial que
usualmente es amarillo claro libre de material floculante, la determinación de
proteínas totales del líquido sinovial en laboratorio a menudo guarda relación
con el grado de sinovitis y daño del cartílago articular. Steel (2008) afirma que
la examinación citológica es la parte más importante del análisis del líquido
sinovial. En el análisis citológico del líquido sinovial, el conteo de leucocitos y la
citología proveen importante información diagnóstica sobre la causa del
aumento de la efusión sinovial (Jara y Correa, 2016).

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Ultrasonografia

Otro buen método para detectar cambios del líquido sinovial así como cambios
en otras estructuras blandas articulares puede ser el uso de ultrasonido
(Perrone, 2016). El principal beneficio de un examen ultrasonográfico
comparado con la radiografía convencional es la superioridad para demostrar
las anormalidades de los tejidos blandos como alteraciones en la vaina sinovial,
cápsula articular, ligamentos periféricos articulares y presencia de daño
intraarticular. La técnica implica un cuidadoso aprendizaje y conocimiento de la
anatomía. La indicación para examinación ultrasonográfica de la articulación en
equinos incluye distensión por líquido sinovial, hinchazón local, dolor a la
manipulación pasiva de la articulación o analgesia peri-neural y hallazgos
radiológicos y gammagráficos positivos. Aunque el ultrasonido no puede
penetrar la corteza, las características de la superficie ósea pueden ser
evaluadas, incluyendo osteofitos periarticulares, fragmentos osteocondrales e
irregularidades del plato subcondral (Jara y Correa, 2016).

Radiografía

Este método diagnóstico es útil para descubrir osteofitos o estrechamiento de


la articulación, todos estos cambios morfológicos de una OA avanzada (Jara y
Correa, 2016). La mayor desventaja de la radiografía es que los cambios
radiográficos pueden no estar presentes en etapas tempranas de OA que se
caracteriza por la degradación del cartílago. Esto puede retrasar el diagnóstico
y tratamiento disminuyendo consecuentemente el pronóstico a largo plazo.

Artroscopia

La cirugía artroscópica es el avance más importante y uno de los más


relevantes métodos diagnósticos y terapéuticos de la enfermedad articular en
equinos. Esta técnica posee una alta sensibilidad y especificidad. El uso de
artroscopia para la examinación de articulaciones supone ventajas tales como
la reducción del trauma a ser realizado mediante pequeñas incisiones y la
disminución del riesgo de daño a tejidos blandos articulares. Además, permite
un rápido retorno al trabajo del equino y es más versátil al posibilitar el acceso
a articulaciones que son difíciles de abordar. La artroscopia permite la

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visualización directa del cartílago, sinovia y ligamentos intra-articulares y es
más sensible en la identificación de degeneración del cartílago leve a
moderada. Nos permite así detectar signos tempranos de degeneración que la
radiografía no sería capaz de identificar (Jara y Correa, 2016; Perrone 2016).

Biomarcadores

Los biomarcadores (BM) se definen como cualquier indicador molecular directo


o indirecto que corresponde a un componente normal o a un subproducto de
los procesos metabólicos del tejido articular (Perrone, 2016)

Como se explicó previamente, los procesos inflamatorios resultantes de la OA


producen citoquinas proinflamatorias que activan MMP, que retroalimentan el
proceso de destrucción de la MEC. Mario Perrone (2016) estudió la aplicación
de BM del líquido sinovial (TNF-α; IL1, 3, 6; MMP) y de sus efectos en la
cascada inflamatoria en el diagnóstico precoz de la OA.

La modificación o elevación de citoquinas y MMP es un signo precoz que


antecede a la presentación de los signos clínicos. En este estudio se demostró
la ausencia de BM en animales sanos, mientras que sí se detectó su presencia
en animales con OA activa. Sin embargo en animales con ausencia de signos
clínicos fue posible encontrar BM elevados como indicador precoz de OA
(Perrone, 2016). Se demostró que los BM no sirven solo para detectar OA
precozmente, sino también para seguir la evolución de la enfermedad (Perrone,
2016).

Se observaron animales sanos o en periodos de remisión de la enfermedad sin


signos de OA pero con aumento de BM en líquido sinovial. Meses después, se
presentaron signos de cojera. Este estudio concluye que la modificación en los
valores de los BM antecede a los signos clínicos y signos radiológicos por lo
cual es una herramienta de gran valor diagnóstico (Perrone, 2016).

Tratamiento de la OA

Los tratamientos convencionales están enfocados a bloquear las enzimas


ciclooxigenasa (Cox) o fosfolipasa A para aliviar los signos clínicos, pero no
retardan el proceso de destrucción. Dentro de los tratamientos para OA

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tenemos fármacos que actúan a nivel paliativo para el dolor y la efusión como
AINES y corticoides; y tenemos fármacos modificadores de la OA que detienen
o retrasan la destrucción del cartílago y algunos pueden actuar a nivel
signológico o no. Estos son el ácido hialurónico, los glucosaminoglucanos,
entre otros (Carmona y Giraldo-Murillo, 2007).

Según Goodrich y Nixon (2006) y McIlwraith (2011), el objetivo del tratamiento


temprano de la OA se enfoca en inhibir los cambios degenerativos. Una terapia
temprana y enfocada a tratar la inflamación podría reducir estos cambios
degenerativos. Además de reducir el grado de cojera y permitir el retorno del
caballo al trabajo, la supresión de la sinovitis y capsulitis son medidas
importantes para evitar que los productos de la inflamación comprometan el
cartílago articular y empeoren la OA (Jara y Correa, 2016).

Cortico-esteroides intra-articulares

Los cortico-esteroides son los fármacos más comúnmente usados para


tratamiento intra-articular de sinovitis, con un potente efecto anti-inflamatorio y
actividad analgésica. Goodrich y Nixon (2006) afirman que en algunos reportes
se han comprobado efectos adversos del uso de corticoides en el cartílago
articular tales como disminución del tamaño y/o necrosis de condrocitos,
pérdida de proteoglicanos y disminución de su síntesis. Esto se acentúa al
realizar repetidas inyecciones de cortico-esteroides combinadas con ejercicio
continuo (Jara y Correa, 2016). Al utilizar cortico-esteroides, debemos
contemplar las posibles limitaciones y complicaciones de este tipo de fármacos
a nivel sistémico. Los corticoides administrados en forma prolongada están
contraindicados tanto en enfermedades degenerativas articulares como en
diversos estados sistémicos. Se debe limitar su uso en hembras gestantes ya
que existe riesgo de aborto, y se debe contemplar también su uso previo a
cirugías por el retraso en la cicatrización que estos producen. En infecciones
bacterianas o virales, así como en aplicación de vacunas, los cortico-esteroides
pueden deprimir el sistema inmune produciendo riesgo de infección o
potenciandola.

Reposo, inmovilización y rehabilitación

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El principio básico del reposo es reducir la fuerza y estrés en el tejido dañado y
permitir que los procesos reparativos normales procedan. La reparación del
cartílago es complicada debido a la metaplasia del tejido durante el proceso.
Dicha reparación toma alrededor de 4 a 6 meses. El cese de la actividad no
tendría que ser total; según algunos autores, tiene que haber una actividad
pasiva en el animal para mantener así las concentraciones normales de
proteoglicanos en el cartílago dañado. Este periodo prolongado de descanso
no siempre es respetado ya que la ansiedad y la ignorancia del dueño o
cuidador suelen acortar los tiempos recomendados de reposo logrando así que
el animal no sane correctamente. Por lo tanto, la calidad y cantidad de reposo
dependen de la severidad de la lesión y del tejido afectado, así como del
temperamento del animal y del conocimiento de sus cuidadores. Sin embargo
McIlwraith (2004) explica que la inmovilización es importante cuando hay
cualquier tipo de lesión desestabilizante pero no es lo ideal si el problema está
limitado a una sinovitis/capsulitis puesto que la inmovilización prolongada
puede conducir a la atrofia muscular y a la formación de adherencias dentro de
la articulación, así como también a la atrofia del cartílago articular (Jara y
Correa, 2016).

Anti inflamatorios no esteroides (AINES)

La fenilbutazona (FBZ) es el AINES más comúnmente usado para el manejo de


inflamaciones músculo esqueléticas y dolor en caballos. Goodrich y Nixon
(2006) mencionan que existe inhibición de la síntesis de proteoglicanos in vivo
asociada a la administración de FBZ; por el contrario Frean et al (2002)
mencionan que el fármaco no interfiere con la síntesis de proteoglicanos. La
FBZ comúnmente es comparada con otros AINES. Por ejemplo, flunixin
meglumine y FBZ parecen tener un efecto analgésico similar en caballos con
síndrome navicular. Aunque FBZ es un inhibidor de la Cox como muchos otros
AINES, inhibe la síntesis de prostaglandinas a una dosis mucho más baja que
aquellas requeridas para suprimir el edema o el acúmulo leucocitario en los
focos inflamatorios (Jara y Correa, 2016)

Terapias regenerativas

19
El objetivo de la terapia regenerativa articular es restaurar la estructura normal
y fisiológica de la superficie articular, hueso subcondral, ligamentos, meniscos,
membrana sinovial y otras estructuras alrededor de la articulación afectada,
dañadas por trauma, degeneración o procesos inflamatorios (Sandoval et al.,
2013).

Dentro de los glucosaminoglucanos inyectables por vía intraarticular, el ácido


hialurónico es un glicosaminoglucano no sulfatado producido por sinoviocitos y
se encarga de la lubricación articular. Interfiere entre proteínas catabólicas y
sus receptores, inhibe la migración de células blancas, atrapa radicales libres y
tiene acción condroprotectora al promover la síntesis de proteoglicanos
(Carmona y Giraldo-Murillo, 2006). También se pueden utilizar
glucosaminoglucanos sulfatados, que son polisacáridos ricos en sulfato
producidos por condrocitos y componen la matriz extracelular del cartílago.
Dentro de sus funciones protectoras, disminuyen los niveles de óxido nítrico
(NO) y de metalopreoteinasa-1. También es condroprotector al promover la
síntesis de procolágeno 2 (Carmona y Giraldo-Murillo, 2006). Existen también
glucosaminoglucanos orales (condroitín sulfato y glucosamina) que previenen
la producción de NO, liberan proteoglicanos e inhiben la colagenasa y
gelatinasa (Carmona y Giraldo-Murillo, 2006).

Una nueva terapia que aún se encuentra en estudio es el uso de tiludronato el


cual es un bifosfonado recientemente indicado. Actúa sobre el metabolismo de
osteoclastos inhibiendo la resorción ósea. Luego de administrado, sigue
actuando por uno o dos meses y puede usarse hasta 3 veces al año. La mayor
dificultad que hay en su uso se encuentra en las pruebas de doping pudiendo
dar positivos no deseados en caballos deportivos (Carmona y Giraldo-Murillo,
2006).

Dentro de las terapias regenerativas se encuentra el plasma rico en plaquetas


el cual es un concentrado natural de FC autólogos obtenidos desde la sangre.
Es fácil de realizar, de bajo costo, y la obtención de la muestra es mínimamente
invasiva (Hassan et al, 2015; Jara y Correa, 2016). Este concentrado contiene
factores de crecimiento angiogénicos que incrementan la vascularización del
tejido con un aumento subsecuente del metabolismo de las células

20
constitutivas. Algunos FC también son quimiotáxicos para células madre,
particularmente en la membrana sinovial. Estas proteínas además, inducen la
diferenciación de estas células a condrocitos. Otros FC actúan como anti-
inflamatorios y proteínas anabólicas (Sandoval et al., 2013; Jara y Correa,
2016).

21
Plasma rico en plaquetas y OA

Historia y uso

Se ha descubierto que las plaquetas, además de su papel en la coagulación,


contienen grandes cantidades de factores de crecimiento alojados en gránulos
alfa citoplasmáticos (Figura 2), que al activarse son liberados al medio
(Fernández-Delgado et al., 2012). Los factores de crecimiento (FC) son
péptidos con acción anabólica y proliferativa que actúan sobre receptores de
condrocitos y matriz extracelular (Carmona y Giraldo-Murillo, 2006).

El primer FC fue descubierto en 1948 por Rita Levi Mortalcini y el segundo en


1952 por Stanley Cohen. Ambos fueron galardonados con el premio Nobel
(Sánchez, 2010). A finales de los años 80 se empezó a usar la fibrina adhesiva
en distintas aplicaciones de cirugía maxilo-facial. El objetivo principal era sellar
e impedir el sangrado. Posteriormente se utilizó este adhesivo de fibrina en
cirugía ortopédica. Ya a fines de la década del 90 se pone en evidencia, en el
campo de la cirugía maxilo-facial, el papel de la fibrina y las plaquetas en la
regeneración tisular (Sánchez 2010). El uso de concentrados plaquetarios data
de los años 90 cuando se usaron para sustituir a la fibrina por sus propiedades
selladoras. Esto fue porque el costo de la producción de fibrina era alto y la
técnica era compleja. (Sánchez., 2010).

Knighton et al (1990) hallaron que estos concentrados podían disminuir en un


50% el tiempo de sanado de úlceras crónicas. Durante esta década se
descubrió que la administración de FC derivados de concentrados plaquetarios
podía estimular a los fibroblastos, células endoteliales y células
osteoprogenitoras (Shamekhi et al., 2017).

La fibrina se empezó a usar en lesiones ortopédicas en equinos pero el tiempo


de preparado era una limitante por lo que se empezó a utilizar PRP homólogo
(Nixon 2010).

El gel autólogo plaquetario fue descubierto a principios de los años 90 como


subproducto del plasma centrifugado. Este gel tiene las capacidades de

22
tensibilidad y adhesividad para formar un depósito de liberación sostenida de
FC (Nixon 2010).

Qué es el PRP

Los equinos presentan un promedio de 150.000-300.000 plaquetas/uL.(Maia


2009). PRP se define como plasma con 2 o más veces incemetada su
concentración en plaquetas (Fortier 2010).

El concepto de que PRP mejora las enfermedades articulares, se basa en los


efectos fisiológicos de las plaquetas. Estas modulan la respuesta inflamatoria,
promueven la angiogénesis local y atraen células madres locales circulantes.
(Fortier 2010).

En el citoplasma plaquetario, se encuentran gránulos alfa que luego de la


activación plaquetaria liberan su contenido al medio. Estos gránulos contienen
distintos FC en su interior como lo son el factor de crecimiento transformante
beta (TGF-b), el factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF), factor de
crecimiento similar a la insulina tipo 1 y 2 (IGF-1,-2), factor de crecimiento
fibroblástico (FGF), factor de crecimiento epidérmico (EGF) y factor de
crecimiento celular endotelial entre otros (Mcilraith 2015).

Los FC son liberados por la degranulación de granulos alfa del citoplasma


plaquetario tras la activación. El PRP realza el proceso fisiológico de reparación
tisular estimulando la regeneración intrínseca al estimular la angiogénesis,
proliferación y migración de fibroblastos, síntesis de colágeno y quimiotaxis de
macrófagos. (Ashraf 2015).

Técnica de obtención de PRP

Hasta el momento se han descrito cuatro técnicas generales para producir


concentrados plaquetarios en equinos: aféresis (automatizada), capa
leucoplaquetaria (semiautomatizada), capa leucoplaquetaria más filtro y
centrifugado en tubo (manual). En un estudio en el que se compararon los
efectos de los factores intrínsecos del equino en el conteo plaquetario y de FC,
se explica que los protocolos para concentrar plaquetas deben ser
estandarizados en función de los factores intrínsecos del animal en estudio.
Aunque también se ampara en que se necesitan más estudios para saber

23
realmente la influencia de estos factores intrínsecos sobre el potencial
terapéutico del PRP. La técnica que se describirá es la de centrifugado simple y
doble en tubo que ha adquirido gran popularidad en clínica equina ya que es un
procedimiento fácil de realizar y económico pero aún no se encuentra
estandarización en las técnicas que demuestren ser óptimas (Carmona et al.,
2008).

Para la extracción se prepara asépticamente la zona yugular y se obtiene


sangre por punción mediante catéter mariposa 23 G y fue depositada en tubos
Vacutainer® de 5 ml de capacidad con 3,2% de citrato de sodio. (Carmona et
al., 2009; Carmona et al., 2005). Luego de la extracción viene la centrifugación
para separar la fracción del plasma que contiene plaquetas de la fracción de
eritrocitos y células blancas. La primera centrifugación se suele hacer a bajas
revoluciones (120 G por 5 minutos) y luego una segunda centrifugación a
revoluciones elevadas (240 G por 5 minutos) que se puede hacer o no. Esta se
suele hacer para crear más concentración de plaquetas en la misma capa que
las células blancas. Luego de la primer centrifugación, el primer supernadante
(50%) adyacente a la capa leucoplaquetaria se obtuvo bajo condiciones
asépticas en cámara de flujo laminar para ser centrifugado nuevamente. Luego
de la segunda centrifugación, el 25% de la primera fracción fue obtenido y
aspirado a jeringas y activado con cloruro de calcio (Carmona et al., 2005) La
centrifugación simple resulta en una concentración final de plaquetas 2 a 3
veces de la muestra inicial. En cambio con la técnica doble se obtienen de 3 a
8 veces más plaquetas que la muestra inicial. Una vez obtenido el PRP, se
preparan asépticamente las articulaciones para la inyección. Los pacientes son
sedados con detomidina y tartrato de butorfanol en bolo intravenoso. Con esta
técnica se obtuvo 250.000 +/- 70 plaquetas/uL de PRP. La cantidad (ml) usada
en cada articulación dependio subjetivamente dependiendo el tipo y tamaño de
la articuación asi como el peso del paciente (Carmona et al., 2005).

En otra técnica descrita, la sangre venosa es mezclada con anticoagulante y se


centrifuga a 250 g por 10 min. Luego el plasma y la capa leucoplaquetaria se
colectan y centrifugan a 1000 g por 15 min. Luego la capa superior de plasma
es desechada y la capa inferior (1 mL) y la capa leucoplaquetaria son

24
colectadas y usadas para PRP con alta concentración leucocitaria (Tsuzuki et
al., 2014).

Según Carmona et al. (2009), para obtener PRP la muestra se centrifuga a 120
g por 5 minutos. La primera fracción sobrenadante (50%) es obtenida,
depositada en tubos sin aditivo y se centrifuga a 240 g por 5 minutos. Luego se
extrae el 25% del fondo del tubo y se deposita en jeringas estériles para ser
activada con cloruro de calcio previa inyección intraarticular.

Otra tecnica se basa en la recolección de sangre por punción yugular que luego
se deposita en tubos Vacutainer de 8,5 mL de capacidad con ACD solución A
como anticoagulante. Estos tubos con sangre entera son llevados a la
centrífuga a 120 g por 5 minutos; el 50% del plasma que se encuentra por
encima de la capa leucoplaquetaria es recolectado y centrifugado nuevamente
ahora a 240 g por 5 minutos. La fracción superior se identifica como PPP y se
descarta, y la fracción del fondo se considera PRP y se recolecta para la
aplicación intraarticular. Se calcula un volumen entre 3 y 6 mL de PRP total a
inyectar dependiendo de la articulación. Este PRP obtenido puede ser activado
o no previo a la aplicación dependiendo del criterio del profesional (Giraldo et
al., 2013).

Anticoagulantes

El uso de anticoagulantes en PRP evita la coagulación y agregación


plaquetaria durante su preparado. En el equino aun es un tema de debate qué
anticoagulante usar para preparar PRP (Giraldo et al., 2015). Según resultados
de un estudio se encontraron menos leucocitos en plasma con citrato de sodio
que con ácido citrato dextrosa, aunque la presencia y el rol de los glóbulos
blancos en el PRP aún está en debate (Miranda et al., 2018). El resto de los
resultados fueron similares aunque se concluyó que de acuerdo a estos
hallazgos los recuentos de plaquetas y leucocitos no tienen utilidad como
indicadores para la elección del anticoagulante para preparar PRP (Giraldo et
al., 2015).

Por otro lado, el EDTA no es buen anticoagulante para PRP ya que produce la
fragmentación de las plaquetas y una sobreestimación en el recuento. Un

25
anticoagulante ideal debe prevenir la activación plaquetaria por el mayor tiempo
posible y no debe interferir en análisis de laboratorio (Miranda et al., 2018).

Activadores

En reparación de cartílagos, el PRP es activado para formar gel plaquetario con


la adición de trombina bovina o gluconato calcio, lo que le da mayor poder de
adherencia y liberación sostenida (Nixon 2010).

Una vez aislado, el PRP puede ser inyectado en la articulación con agente
activador (gel de PRP) o sin este. Se puede incorporar el agente activador
antes o durante la inyección (Fortier 2010).

Las plaquetas se pueden activar con agentes fisiológicos como trombina,


colágeno, tromboxano, serotonina y epinefrina. Y también con agentes
farmacológicos como calcio y cloruro de calcio (Maia et al., 2009).

Rol de los leucocitos en el PRP

Hay mucha especulación acerca del rol de los leucocitos en el PRP (Miranda et
al., 2018).

Los leucocitos están relacionados con las plaquetas en diversas funciones de


defensa del cuerpo; por citar un ejemplo, los leucocitos mandan señales para
permitir la transmigración de las plaquetas y estas a su vez, envían señales de
reclutamiento de leucocitos hacia la zona inflamada (Lansdown y Fortier, 2017).
Las plaquetas en caso de trauma endotelial, producen un coágulo liberando FC
y citoquinas. Esto es el resultado de una compleja comunicación entre células
madre y leucocitos (Jiménez et al., 2017).

Diferentes estudios han mostrado que la presencia de leucocitos no es


beneficiosa en inyecciones intraarticulares. Se ha documentado mayor
inflamación y cojeras en aquellas formulaciones que contenían leucocitos;
asimismo, en pruebas in vitro se han encontrado sustancias que no favorecían
el anabolismo del cartílago en formulaciones ricas en leucocitos. (Lansdown y
Fortier, 2017). Negata et al. (2010) explican que los leucocitos liberan
proteasas y especies reactivas de oxígeno que promueven una liberación
prematura de FC (Miranda et al., 2018). Filardo et al. (2011) reportan

26
reacciones inflamatorias adversas en humanos con OA (Miranda et al 2018).
Algunos autores, sin embargo, sostienen que los leucocitos poseen funciones
inmunomoduladoras capaces de acelerar la regeneración tisular, optimizando
así el efecto del PRP. Por su parte la presencia de células rojas en PRP no es
beneficiosa y puede afectar su calidad al secretar sustancias vasodilatadoras
(ATP, NO). La hemoglobina también puede liberar componentes citotóxicos
(Miranda et al., 2018).

Según un estudio in vitro donde se comparaba la liberación de distintos FC de


dos preparados plaquetarios equinos ricos en coágulos de fibrina, se llegó a la
conclusión de que algunos FC fueron producidos por leucocitos del coágulo
que contiene plaquetas ricas en fibrina, mientras que otros FC fueron
producidos en mayor cantidad por la degranulación de esas plaquetas.
También se observó que estos últimos FC eran producidos también, en menos
cantidad, por los leucocitos del coágulo demostrando así el poder de los
leucocitos en la regeneración de heridas (Jimenez et al., 2017).

Estudios que prueban la eficiencia del uso de PRP

En un estudio que incluyó artropatias, se evaluó el efecto clínico de la inyección


intraarticular de un concentrado autólogo de plaquetas (APC) en 7 caballos con
enfermedad articular grave (4 con osteoartritis y 3 con osteocondrosis). Se
documentó el grado de cojera (GC) y distensión articular (DA). Se aplicaron
tres inyecciones de APCs con un intervalo de dos semanas entre cada
aplicación. Los caballos fueron evaluados antes de cada inyección y dos meses
después del último tratamiento. Se realizó seguimiento clínico durante un año.
Se determinaron los niveles de plaquetas y leucocitos y los niveles de factor de
crecimiento transformante beta 1 (TGF-β1⋅) por ml de APC. El APC preparado
presentó un promedio de 250 (rango: 140-480) x 106 plaquetas y 8,68 (3,3-18)
x106 leucocitos por y 12,5 (3-15) ng de TGF.β1. La inyección de los APCs
produjo una mejoría clínica en el GC y DA. La mejoría más marcada se
observó dos meses después del último tratamiento y persistió durante ocho
meses posinyección. No se observaron signos clínicos adversos significativos
asociados al tratamiento. Los caballos con OA mantuvieron su nivel de

27
claudicación por 8 meses y luego mostraron un incremento (Carmona et al.,
2009).

En otro estudio, se perforaron quirúrgicamente ambos carpos y luego se


inyectó una solución que contenía gelatina hidrogel de PRP y en la articulación
contralateral que se usó como control, se inyectó solución salina. Las
inyecciones se realizaron a los días 1, 14 y 28 observándose los resultados a
los 4 meses. La perforación subcondral iatrogénica estimularía la acción de
células madre que junto con la inyección de PRP promovería una buena
regeneración del cartílago hialino. A los 4 meses se eutanasiaron los 6
animales para realizar análisis histológicos. Macroscópicamente el área de
lesión en las articulaciones con PRP se vio más suave que en las
articulaciones control. Histológicamente se vio más colágeno 2 en lesiones con
PRP y más cobertura de cartílago hialino (Tsuzuki et al., 2014).

Brossi et al. (2015), realizaron una revisión bibliográfica del uso del PRP en
terapia ortopédica en distintas especies, haciendo hincapié su búsqueda en
humanos y equinos. Los objetivos de esta revisión fueron evaluar resultados de
estudios clínicos y experimentales para comparar la efectividad del PRP en la
curación de tendones, ligamentos y articulaciones en pacientes equinos y
humanos. Incluyeron 123 estudios experimentales y clínicos. Dentro de los
estudios clínicos, el 46,7% arrojó resultados positivos, y el 73% dentro de los
estudios experimentales resultaron positivos. Sin embargo, encontraron
distintos defectos en los estudios analizados como número insuficiente de
muestra utilizada, lo que resulta en muestras no representativas así como
cortos periodos de seguimiento de ensayo (menor a 12 meses). También
encontraron que los métodos empleados para la preparación y administración
de PRP no fueron homogéneos en todos los estudios. Algunos estudios
realizaron una sola centrifugación para obtener el PRP, otros 2 y otros 3.
Dentro de esos estudios, algunos autores activaban el PRP previo a su
inyección, otros no lo activaban y otros no contaban con dicha información. Se
observó mayor porcentaje de estudios clínicos positivos en la especie equina
que en humanos. Dentro de los ensayos en humanos se vio que los diseños
utilizados en estos ensayos fueron más rigurosos y completos, a diferencia de
los estudios en equinos. Esto indica que hubo un alto riesgo de sesgo general

28
en los ensayos de equinos que arrojaron resultados positivos. Dentro de los
estudios clínicos, el uso de PRP en las lesiones cartilaginosas obtuvo mayor
cantidad de resultados positivos en comparación con tendinopatias o lesiones
ligamentosas. En cambio, en los estudios experimentales, se halló más
porcentaje de resultados positivos al uso de PRP en tendinopatias. Esta
revisión sugiere el uso del PRP pero no demuestra completamente su eficacia.
Se encontró mayor cantidad de estudios rigurosos en humanos y también
mayor porcentaje de efectos negativos en esta especie. (Brossi et al, 2015).

Un estudio in vitro de la función metabólica de los condrocitos en PRP en


comparación con plasma pobre en plaquetas mostró el impacto positivo de
PRP en la función de los condrocitos (Figura 2) (Nixon 2010).

Figura 2: Cultivo in vitro de cartílagos expuesto a distintos tipos de preparados


plaquetarios. B) Se observan nódulos de condrocitos metabólicamente activos
expuestos a PRP. C) No se observan nódulos significativos al ser expuesto a
PPP.

En un estudio se cultivaron sinoviocitos de pacientes con OA en PRP,


demostrando un aumento significativo de producción de ácido hialurónico
sugiriendo que el PRP puede servir potencialmente como fuente endógena
condroprotectora y lubricante de articulaciones luego de la inyección
intraarticular (Fortier et al., 2010).

En un estudio sobre el efecto pro-inflamatorio y/o antiinflamatorio del PRP


sobre enfermedades articulares, se aplicó 4 ml de plasma en articulaciones
metacarpo-falángicas de 10 equinos elegidas al azar y luego se midieron
distintos componentes del líquido sinovial para analizar cómo estos varían. Se
tomaron muestras de líquido sinovial a las 3, 6, 24 y 48 horas post-inyección y
a los 7 días post-inyección. En las articulaciones contralaterales se inyecto

29
solución salina y se utilizaron como pruebas control. Se vió un aumento de IL-1
y PGE2 a las 3 horas, volviendo esta última a valores basales a las 24 horas.
Las células nucleadas también fueron evaluadas evidenciando aumento de
estas a las 6 horas post-inyección, volviendo a valores basales a los 7 días
post-inyección. Por otro lado, los valores de condroitín sulfato aumentaron a las
24 horas y volvieron a valores basales a los 7 dias post-inyección. El autor
concluye en que es posible que la acción del plasma sea pro-inflamatoria y
conduzca a un mayor catabolismo de los proteoglicanos de la matriz, que estos
a su vez, tienen actividad anabólica (Baccarin et al., 2013).

En otro estudio también se evaluaron las propiedades pro-inflamatorias del


PRP. El autor sostiene que las plaquetas no son solo FC; estas contienen
gránulos densos con distintos componentes como interleucinas, citoquinas,
serotonina, dopamina, histamina, glicoproteínas, hormonas, electrolitos y
cientos de proteínas. Todos estos componentes podrían ser activos en la
homeostasis tisular y la respuesta inflamatoria, sin embargo en ensayos
clínicos no se han visto efectos dañinos y los hallazgos sugieren que el PRP
tiene una acción leve y transitoria pro-inflamatoria que no conduce al
catabolismo del cartílago (Michelacci et al., 2013).

En otro estudio in vitro, se evaluaron los efectos pro-inflamatorios y los efectos


anabólicos del PRP gel sobre cultivos de membrana sinovial. Estos cultivos se
expusieron a preparados de PRP leucoreducido (Lr) y PRP leucoconcentrado
(Lc), ambos a concentraciones altas (50%) y bajas (25%) de plaquetas. Se
evaluaron las concentraciones de distintas metaloproteinas, colágeno tipo 1 y
2, y proteína oligomerica de la matriz del cartílago (COMP), todas ellas
implicadas en la homeostasis y patología articular. También se evaluaron las
concentraciones de PDGF-BB y TGF-b1. En los resultados se vio aumento
significativo de PDGF-BB en los preparados a los que se añadió PRP-Lc. Se
vió también una disminución de MMP en PRP-Lc y -Lr versus los cultivos
controles; y a su vez, mayor disminución de MMP en los PRP
leucoconcentrados. Los mejores efectos antiinflamatorios se vieron con PRP-Lc
y -Lr al 50%, pero se evidenció un pequeño efecto catabólico en los
leucoconcentrados. El colágeno de tipo 1 aumento en los controles y disminuyo
en los cultivos PRP, lo que sugiere que el PRP disminuye la formación de

30
fibrocartílago y en procesos traumáticos de artritis, evitaría la consiguiente
formación de fibrosis de la membrana sinovial. Se vio aumento de colágeno
tipo 2 en PRP versus control, y dentro de estos, se vio mayor anabolismo en el
PRP-Lr al 25%, lo que acompaña a algunas teorías de que el PRP con altas
concentraciones plaquetarias inhibiría la regeneración. El PRP-Lc (50%) indujo
mayor aumento de IL-1 (Catabolica), y el PRP-Lr (25%) indujo mayor aumento
de IL-4 (Anabólica) (Carmona et al., 2017).

Durante abril de 2005 y octubre de 2008, Abellanet ha realizado un interesante


estudio el cual justifica una descripción más detallada. En este estudio se
incluyeron 42 caballos de diferente raza, edad, sexo y aptitudes. El objetivo de
este trabajo fue el de evaluar la posible eficacia del tratamiento de lesiones
agudas y crónicas en articulaciones de caballos de distintas disciplinas
deportivas, mediante la administración de PRP autólogo obtenido por el método
del tubo y doble centrifugación, y obtener conclusiones que puedan ayudar a
establecer un protocolo de tratamiento mediante el recuento plaquetario, el
número de dosis de PRP administrado, los resultados clínicos y deportivos
obtenidos y los resultados bioquímicos. Dentro de esos 42 caballos, un primer
grupo de 12 equinos con lesiones antiguas y recurrentes se trataron con PRP
intraarticular en 12 articulaciones en donde se inyecto 24 dosis de PRP. Este
grupo se usó como control ya que se conocía su historial de lesiones y no
respondieron bien a tratamientos convencionales previos. Un segundo grupo
de 30 caballos, de los cuales 10 presentaban lesiones recientes y los otros 20
padecian lesiones antiguas y recidivantes. Se trataron 30 articulaciones y se
administraron 56 dosis de PRP. Previo al ensayo, se realizó un examen
completo de cojera determinando el grado de la misma, bloqueos perineurales
e intraarticulares, radiografías y ecografías. Se volvieron a evaluar antes de
cada tratamiento (cada 10 a 15 días) y a intervalos no definidos hasta que se
reincorporaron al entrenamiento. Se utilizó análisis T para comparar la
evolución de las cojeras antes y luego del tratamiento. También se utilizó test
ANOVA para evaluar la influencia en el resultado final de las variables “lesiones
agudas o crónicas”, “cambios radiográficos”, “recuento plaquetario”, “número de
dosis de PRP”. En los caballos de carrera, se consideraron favorables aquellos
que pudieron competir sin manifestar cojera en, al menos, 5 carreras. Dentro

31
del grupo 1, de 12 caballos, 9 volvieron a competir y 3 de ellos recayeron tras
alcanzar el nivel de competición (Es decir, el 50% volvió a competición). Estos
pacientes experimentaron evolución más favorable y más duradera que la que
se obtenía con tratamientos convencionales. El factor “número de dosis de
PRP” no resultó significativo entre 2 y 3 dosis. El factor “cambios radiológicos”
si resulto relevante en el resultado final. El factor “recuento plaquetario” no
resultó significativo. En el grupo de 30 caballos, el análisis T también mostró
diferencias significativas entre la situación clínica previa y posterior al
tratamiento ya que 21 caballos consiguieron volver a competición y solo 2
recayeron al llegar a ese nivel (el 63,3% volvió a competición y se mantuvo sin
cojera de forma estable). El factor “lesión aguda o crónica” resultó relevante, y
el resto de las variables arrojo valores similares al grupo 1. Las recaídas antes
de alcanzar el nivel de competición, se vieron influenciadas por el factor
“cambios radiológicos”. La disminución del dolor frente a la prueba de flexión ha
sido evidente luego de la primera dosis de PRP. En total, se administraron 80
dosis de PRP entre los 42 equinos del estudio y no se observó ninguna
reacción adversa. Finalmente, el factor “cambios radiológicos” ha resultado
muy influyente sobre las posibilidades de recuperación del nivel atlético previo
o sobre el regreso a la competición, lo que hace pensar que el PRP puede ser
altamente recomendado en lesiones de tejido blando articular y en situaciones
que se observen cambios radiológicos limitados (Abellanet 2009).

Factores intrínsecos del equino que pueden afectar el recuento de FC y el


recuento plaquetario

Un estudio reunió 20 caballos criollos argentinos y 20 caballos criollos


colombianos los cuales fueron muestreados y analizados por laboratorio para
comparar la composición celular de PRP con sangre completa y PPP. También
se comparó la concentración de FC transformante beta y FC plaquetario de
isoformas BB entre PRP, PRG (gel) y PPP. Luego de estos análisis, se usaron
pruebas estadísticas T-test y ANOVA para ver la correlación de efectos de
raza, género y edad sobre el conteo celular y la concentración de FC en cada
tipo de sangre (Giraldo et al., 2013).

En cuanto a la raza, se observó que los criollos colombianos tenían mayores


niveles plaquetarios y leucocitarios en sangre entera y PPP. La concentración

32
de FC de isoformas BB también fue mayor. Respecto al sexo, los conteos
plaquetarios fueron mayores en hembras así como las concentraciones de
ambos FC. Una teoría en este caso sería que las hormonas ejercerían distintos
efectos sobre estos conteos en cada género. Y en cuanto a la edad, no se
encontraron diferencias estadísticamente significativas (Giraldo et al., 2013).

Si bien este estudio tiene su relevancia en comparación con otros realizados ya


que la muestra (n=40) es aceptable, se concluye que los factores intrínsecos
influyen en los resultados estadísticos pero son diferencias poco significativas e
inapreciables a niveles clínicos. Se deberían realizar más estudios para
analizar el poder terapéutico de cada plasma según estos factores intrínsecos
(Giraldo et al., 2013).

33
Discusión

El uso de PRP en enfermedades osteoarticulares en equinos es una técnica


que lleva no más de 20 años de desarrollo y hay limitadas publicaciones
científicas que avalen su uso. Hay muchos estudios que avalan la efectividad
de PRP pero están restrictos a la literatura humana de OA. Hay estudios in vitro
en equinos que arrojan datos prometedores, pero utilizan número de muestra
pequeña o usan sangre de un solo donador para todos los cultivos analizados.

Como varios autores lo repiten, se deberán realizar aún más estudios


poblacionales y análisis de laboratorio para profundizar más en su eficacia y
poder estandarizar así su empleo en la medicina veterinaria equina. Algunos
valores, como el grado de dolor, son de carácter subjetivo en la actividad hípica
por lo que se hace aun mayor énfasis en la recolección de nuevos datos
clínicos que avalen su uso. Está comprobado que el tiempo de reparación del
cartílago articular equino requiere de 6 a 12 meses; lapso que la mayoría de los
estudios no llega a abarcar. Otros autores señalan que el PRP homólogo ha
demostrado ser un tratamiento fácil de obtener y de bajo costo económico así
como seguro ya que al provenir de la sangre del mismo paciente, no es tóxico y
no hay posibilidad de rechazo ni contagio. Por otro lado, varios estudios avalan
que clínica e histológicamente, en equinos que presentaban OA, se han visto
notables mejorías al ser tratados con PRP intraarticular.

Respecto a la técnica de obtención y preparado de PRP, y la concentración


óptima de plaquetas en el preparado, aún no se cuenta con estandarización de
técnicas ni valores científicos que establezcan una concentración óptima
plaquetaria.

Una limitación en el uso de PRP es la necesidad de poseer una centrífuga y


una de sus desventajas es la necesidad de tomar los mayores recaudos de
esterilización posibles para no producir una infección intraarticular iatrogénica.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la respuesta biológica a la aplicación de
PRP depende tanto de la concentración de FC (dato que aún no está
establecido) en el preparado como de los receptores celulares de cada
paciente, es decir, de la idiosincrasia del equino.

34
Conclusiones

Si bien se reconoce actualmente el uso de PRP como tratamiento de OA en


equinos deportivos por parte de profesionales de la medicina veterinaria, no se
puede demostrar aun su eficacia científicamente. De acuerdo a la recopilación
bibliográfica de esta revisión, y a pesar de los efectos aparentemente positivos
del PRP en varios estudios con aval científico, es limitado el número de
equinos con enfermedad articular degenerativa in vivo que han sido utilizados
en dichos estudios. Con lo cual, así como lo describen varios autores, se
deberán realizar más estudios poblacionales para profundizar aún más su
eficacia y poder estandarizar la técnica de obtención y preparado de PRP para
así poder determinar su empleo en medicina veterinaria equina.

35
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