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Misión Joven Revista de Pastoral Juvenil

Separata
MJ 476 (Septiembre 2016)
estudios
Páginas 05-12
“Es verdad, Tú eres
un Dios escondido” (Is 45,15).
El cuidado del discípulo
en la Escritura
Ianire Angulo Ordorika
estudios
“Es verdad, Tú eres un Dios
escondido” (Is 45,15).
El cuidado del discípulo en la Escritura
Ianire Angulo Ordorika
Religiosa de las Esclavas de la Stma. Eucaristía y de la Madre de Dios.
Profesora de Sagrada Escritura en La Universidad de Comillas, en la Facultad de Teología
de Granada y en el Instituto Teológico de Vida Religiosa

Síntesis del artículo


La autora describe cómo Yahvé guía y alienta la transición de un grupo de esclavos hasta convertir-
se en el pueblo de Israel y cómo Jesús enseña a sus discípulos el camino del seguimiento. En ambos
casos, cuidar no implica solo proteger o arropar, pues ayudar a crecer supone en muchas ocasiones
provocar y salir de lo cómodo y conocido para poder desplegar las alas.

Abstract
The author describes how Yahve guides and encourages the transition from a group of slaves to beco-
me the people of Israel and how Jesus teaches his disciples the path of following. In both cases, care
involves not only protect or clothing, helping to grow often implies cause and leave the comfortable
and known to spread their wings.

Todos hemos compartido alguna vez la des- o dificultad. Si esto es lo único que nos evoca el
agradable experiencia de descubrir en una con- verbo cuidar, me temo que podemos estar uti-
versación que, aunque estemos empleando las lizando un lenguaje diferente al que la Escritura
mismas palabras, el significado que cada inter- emplea, pues el Dios cristiano tiene un peculiar
locutor otorga a estas difiere de modo radical. empeño por lanzar a lo incierto a quienes se
Nos suele suceder con esos grandes conceptos fían de Él (Gn 12,1), y no le ahorra a nadie nin-
que adquieren en cada persona matices, conno- gún sufrimiento si este lleva a una vida mayor,
taciones y sentidos diversos: amor, libertad, fe… ni siquiera a su propio Hijo (Heb 5,8). Por eso,
Algo parecido nos puede suceder con cuidar. como punto de partida necesario para atisbar
cómo entiende la Escritura el cuidado divino,
Es fácil confundir esta acción con arropar, pro-
tenemos que renunciar de modo inevitable a
teger, resguardar o evitar cualquier sufrimiento
que este sea su único sentido.
6 Misión Joven • N.º 476 • Septiembre 2016

Cuidar tiene que ver, sobre todo, con poten- sar desde el comienzo la incapacidad de este
ciar y ayudar a que la otra persona saque a la luz artículo para contener todos los matices del
su mejor yo. Se trata de colaborar con el otro cuidado al discípulo en la Biblia; por eso nos
en su crecimiento y en el constante ejercicio limitaremos a esbozar algunos rasgos que se
de descubrir cómo Dios le sueña, y esto impli- entrevén en uno y otro Testamento.
ca unas veces la necesidad de consuelo y otras
La forma en que Yahvé guía y alienta la tran-
la exigencia de abandonar los cálidos espacios
sición de un grupo de esclavos hasta conver-
de confort para desplegarnos como personas
tirse en Israel será el ejemplo de un modo de
y como creyentes. De hecho, el cuidado bíbli-
acompañar que da prioridad a la adquisición
co no se parece tanto a la atención calmante y
de libertad como punto de partida necesario
analgésica que puede suministrar una enfer-
para poder confiar en su Salvador. En cambio,
mera, como a la ayuda de una sabia comadro-
volver la mirada a cómo Jesús enseña a sus
na, que unas veces susurra palabras de ánimo al
discípulos lo que implica seguirle nos permi-
oído y otras alienta con entusiasmo los esfuer-
tirá dibujar un acompañamiento en el que el
zos necesarios para que una nueva vida se haga
protagonismo lo ostenta la dimensión cre-
paso entre dolores. Está claro que nuestra pre-
yente. Tal y como advertíamos, ambos ejem-
disposición es mayor para todo lo que nos alivie
plos están íntimamente relacionados, pues
que a cuanto nos descoloca y nos exige dejar a
ser dueños de nuestra historia y tener la pro-
un lado rutinas e inercias, pero en ese caso el
pia vida entre las manos es siempre la condi-
cuidado quedaría cojo, tuerto o manco.
ción sine qua non para ir aprendiendo a entre-
Si recapitulamos lo dicho hasta ahora, cui- garla al estilo del Maestro: libremente y por
dar va a tener mucho que ver con acompa- amor. Estas serán las dos paradas del viaje
ñar a quienes nos rodean para que descubran que emprenderemos en las próximas líneas.
la voluntad de un Padre que nos quiere con
locura. Como sucede con Jesucristo, verdade-
ro Dios y verdadero hombre, este acompaña- 1
  “El Señor caminaba
miento no entiende de distinciones entre el delante de ellos” (Ex 13,21):
crecimiento creyente y el desarrollo personal. El cuidado divino
Ambos aspectos se articulan en nosotros sin
separación, pero también sin confusión. Eso Por mucho que las necesitemos para referir-
sí, según el momento existencial que tenga- nos a Dios, las imágenes que empleamos para
mos entre manos, una u otra dimensión irá hablar de Él son siempre un traje que le que-
adquiriendo algo más de protagonismo, recla- da demasiado pequeño. Ni siquiera llamarle
mando una atención especial. Padre se le ajusta como un guante, por mucho
que el mismo Jesús nos enseñase a llamarle
Está claro que no vamos a encontrar en la así, porque nuestra experiencia personal de la
Escritura un tratado sobre el acompañamien- relación paterno-filial nos pesa y nos limita de
to, pero sí que vislumbramos en Ella el testi- modo inevitable. Si analizamos los rasgos con
monio de un pueblo que se supo cuidado por los que el Antiguo Testamento (AT) dibuja al
el Señor. De este modo, no solo se nos darán Señor nos llevaríamos alguna que otra sorpresa.
pistas para reconocer esa misma experiencia
creyente en nuestra vida, sino que podremos Una de ellas es que, por más que se emplee el
delinear un estilo al caminar junto a los que masculino para referirse a Él, los trazos con los
nos rodean que resulte coherente con la aten- que se perfila a Dios en la experiencia creyente
ción que recibimos. Se hace necesario confe- del AT tienen mucho de femeninos. Esto no es
una novedad que ofrece la Biblia, pues desde el
Ianire Angulo Ordorika • “ Es verdad, Tú eres un Dios escondido” (Is 45,15).
El cuidado del discípulo en la Escritura
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comienzo de la historia del ser humano el mis- Esta acción divina final es descrita con imáge-
terio de la vida y de la muerte tiene un rostro nes que evocan a un nuevo y definitivo Éxodo.
materno en las más diversas expresiones reli-
Seguro que nos sabemos muy bien que esta
giosas1. A Israel, deudor de su contexto cultural
hazaña comienza porque Yahvé, que ha visto
también en este aspecto2, no le tiembla la voz
la aflicción de los israelitas y ha escuchado su
al confesar que Yahvé tiene entrañas de mujer
clamor (Ex 3,7-10), se empeña en sacarles de
y que estas se le conmueven ante su pueblo3.
tal situación y convierte a un temeroso Moisés
No puede sorprendernos, por tanto, que en el cómplice de su propósito. Aunque escabu-
un modo de comprender y expresar en el llirse del faraón no resultó sencillo, el paso del
AT el cuidado que Dios les dispensa se ase- Mar Rojo será el momento culminante a partir
meje a la atención de una madre para con su del que se consiguen zafar de los egipcios que
hijo que, como es lógico, va adaptándose a les persiguen (Ex 14). Muchos estudiosos de la
la edad y a las circunstancias del niño. Hay Escritura han reconocido en ese relato los ecos
un momento en el que la fragilidad del bebé de un nacimiento. Atravesar las aguas y pasar
implica la absoluta iniciativa de su progeni- de la opresión a la libertad, de la muerte a la
tora, pues es ella la que debe proporcionar- vida, es un verdadero “parto” en el que Dios da
le lo necesario para su crecimiento. Pero este a luz a su pueblo. Se trata de una “Madre” que
protagonismo materno se tiene que ir que- trae a la existencia a Israel y es capaz de gene-
dando en un segundo plano a fin de que el rarles confianza en medio del temor.
hijo pueda convertirse en dueño de su pro-
Pero, de forma irónica, lo que parece ser el
pia existencia. Algo similar a este proceso de
punto final de la esclavitud se convierte en el
crecimiento descubrimos en el AT.
comienzo de un amplio y complejo peregri-
nar que se va a prolongar en la Biblia a lo lar-
1.1 Éxodo: nacimiento y adolescencia
go de los últimos cuatro libros del Pentateuco.
de un pueblo
Se trata de una longitud nada desestimable y
Si existe una experiencia salvífica paradigmáti- que delata lo que ya conocemos en prime-
ca para Israel esta es la liberación de Egipto. Lo ra persona: que la propia libertad resulta una
es de tal modo que el pueblo regresa una y otra conquista muy ardua. El desierto adquiere un
vez a esa vivencia como condición de posibili- carácter ambiguo en la Biblia. Por un lado es el
dad para dar sentido a su presente y vislumbrar lugar en el que Dios se da a conocer a sí mis-
la salvación futura, el momento en el que Dios mo, donde la alianza que establece con el pue-
ponga las cartas de la historia sobre la mesa. blo se expresa de diversos modos y donde se
hace evidente el cuidado y la protección divi-
1 La extensa monografía de Anne Baring y Jules Cashford na. Por otro lado, es también el ámbito de la
ofrece un recorrido sobre los rasgos femeninos de la
divinidad desde la prehistoria: A. Baring – J. Cashford, El prueba, del encuentro con los propios límites,
mito de la diosa. Evolución de una imagen, Madrid 2005. de las situaciones que pueden sacar a la luz los
2 El mundo de la Biblia comparte imaginario con otros pue- “demonios” que escondemos en el sótano de
blos del Antiguo Oriente Próximo. Sobre esta cuestión nuestra vida. Ambos aspectos del desierto se
resulta de interés el artículo de Marta García: M. García
entrecruzan constantemente, de modo muy
Fernández, El rostro materno de Dios en los textos bíblicos
y orientales: Estudios Eclesiásticos 89 (2014) 115-140. especial en estos primeros libros bíblicos.
3 No es este el lugar para largas explicaciones sobre tér- Israel va a ir aprendiendo quién es el Dios
minos hebreos y griegos, simplemente apuntamos a
que en estas lenguas bíblicas amar, compadecerse o
que le ha liberado y quién es él mismo, pero
ser misericordioso procede de la misma palabra que se este proceso no será sencillo. La precariedad
emplea para denominar al útero o vientre materno. del desierto le hace mascar su vulnerabilidad
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y su propia mediocridad. Apenas iniciada su en la persona de confianza del mismo Dios,


senda por el desierto, Israel empieza ya a que- que hablaba con él “como habla un hombre
jarse y a arrepentirse de haber salido de Egipto con su amigo” (Ex 33,11). La del Señor es, en
(Ex 15,24; 16,2-3; 17,2-3). Pronto se olvidan realidad, una “maternidad compartida”, tal y
de la insoportable opresión que sufrían e idea- como evidencia el mismo Moisés:
lizan su estancia en ese país, donde “comía-
“¿Acaso he sido yo el que ha concebido a todo
mos pan hasta hartarnos” (Ex 16,3). No se tra- este pueblo y lo ha dado a luz, para que me
ta solo de que el hambre y la sed les empu- digas: «Llévalo en tu regazo, como lleva la nodri-
jen a preferir la esclavitud a la libertad, pues za al niño de pecho, hasta la tierra que prome-
el problema de fondo es que no acaban de tí con juramento a sus padres?»” (Nm 11,12).
fiarse de Aquel que les ha salvado.
Esta queja de Moisés muestra que su lideraz-
Por su parte, Yahvé no cede en su empeño go y su mediación no son otra cosa que com-
de cuidar al pueblo peregrino. No solo se ocu- partir con Yahvé su atención hacia el pueblo.
pa de alimentarles y saciar su sed, sino que Se trata de hacerse responsables con el Señor
su Presencia es una más entre los caminan- del crecimiento de quienes se han puesto en
tes que avanzan hacia la tierra prometida. El nuestro camino.
texto bíblico recurre a la columna de nube o
a la columna de fuego (Ex 13,21; 14,24) para Si retomamos lo dicho hasta ahora, el modo
expresar esta cercanía constante de un Dios en que Dios cuida a Israel no incluye solo libe-
que guía, protege y acompaña a Israel sin dejar rarles de la esclavitud, sino también ir ense-
por ello de ser absolutamente transcenden- ñándoles quiénes son ellos y quién es Él. Ir
te. Pero el modo discreto en el que el Señor tomándose la medida de uno mismo, poner
camina junto a ellos no les resulta suficiente nombre a las posibilidades y debilidades de
y, en cuanto Moisés se descuida, le piden a cada uno, caer en la cuenta de la propia vul-
Aarón que les haga “un dios que vaya delan- nerabilidad, aprender a soportar la frustra-
te de nosotros” (Ex 32,1). Confiar en una pre- ción de que los deseos no sean saciados al
sencia que no siempre es evidente forma par- momento y como se quisiera, hacerse cargo
te del aprendizaje creyente que Israel y todos de la responsabilidad personal en el proceso
nosotros tenemos que realizar. de convertirse en mejores personas… son
aprendizajes que va a ir realizando el pueblo
Esta compañía a través de la nube y la colum- en su peregrinar por el desierto. En este largo
na de fuego no es la única forma en la que se proceso de crecimiento, Israel va a aprender a
delata la atención divina que reciben los libe- confiar en Aquel que le ama, que le acompa-
rados de Egipto, pues Yahvé les cuida también ña de forma permanente y que le otorga su
a través de Moisés. Este personaje va evolucio- identidad más profunda: ser pueblo de Dios.
nando a lo largo de los libros del Pentateuco,
y aquel que podía llegar a ser agresivo con los Este crecimiento humano y creyente es
demás (Ex 2,11-12), se nos dibuja después guiado por Yahvé, que comparte esta tarea
tembloroso y cobarde ante la vocación que con Moisés. De este modo se hace patente
recibe, poniendo mil excusas para declinar la una vez más que el cuidado divino en nues-
llamada que le dirige Yahvé (Ex 3,11-14; 4,1 tras vidas se lleva adelante a través de media-
3.10 15). Moisés, poco a poco, se va convir- ciones. No hace falta ser un “super-hombre” o
tiendo en un líder capaz de alentar a sus com- “super-mujer” para colaborar con Dios en esta
patriotas (Ex 14,13), en un mediador entre- tarea, igual que no lo fue ese miedoso Moisés
gado al cuidado de su pueblo (Ex 32,30 32) y que acabó convirtiéndose en líder, compañe-
ro y persona de confianza del Señor.
Ianire Angulo Ordorika • “ Es verdad, Tú eres un Dios escondido” (Is 45,15).
El cuidado del discípulo en la Escritura
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1.2 La pedagogía divina de los profetas vínculo con Él que estaba dañado. Israel, que
Del mismo modo que la mayoría de edad no es el pueblo de Dios, se juega su verdad más
implica que nuestros padres se desentiendan profunda y su propia identidad en recuperar
de nuestro crecimiento, el cuidado divino a su la relación con Él; por eso los profetas pue-
pueblo no termina al llegar a la tierra prometida, den resultar tan vehementes.
aunque sí adquiere nuevos rasgos. Si la crude- Pero si las circunstancias históricas han deja-
za del desierto hacía que la atención de Yahvé do malherida la esperanza de Israel, los pro-
fuera más urgente, ahora Israel camina por su fetas se convierten en mensajeros de buenas
propio pie, pero siempre bajo la atenta mira- noticias que anuncian el consuelo (Is 40,1-2).
da del Dios que le cuida a través de otros per- Entonces todo sirve para hacerle compren-
sonajes. De entre las mediaciones a las que el der al pueblo que Dios no puede olvidarles (Is
Señor recurre en el AT para acompañar a Israel 49,14-16), que Él sigue actuando cariñosamen-
destaca de modo especial el envío de profe- te con ellos aunque en ese momento no pue-
tas. Ellos son los responsables de entresacar el dan apreciarlo y que, por muy árida que sea su
espíritu que a veces se esconde bajo la letra de situación, Yahvé es capaz de hacer florecer y
las normas, de interpretar los acontecimientos llenar de vida al mismo desierto (Is 43,18 20).
desde una mirada de fe, de desenmascarar las
Un principio clave en pedagogía es la nece-
realidades que le roban al Señor el puesto que
sidad de adaptarse al destinatario de nues-
solo Él debe ocupar… de, en definitiva, ser la
tra enseñanza, y esto es lo que Dios realiza
voz y el gesto de Dios en medio de su pueblo.
a través de los profetas. Las atenciones para
Si recorremos el modo en que el AT perfila con Israel están mediadas por ellos, que son
a estos personajes, nos daremos cuenta de compatriotas cuyo mensaje se va adaptando
cómo varía el tono de sus profecías según el según las necesidades que el pueblo tenga.
momento en el que se encuentre Israel. Sus
palabras y acciones pueden ser muy duras si
el pueblo está olvidándose de que el culto y la 2  “Irá delante de vosotros
justicia social deben ir de la mano (Is 1,10-17), a Galilea; allí le veréis” (Mc 16,7):
de que un comportamiento puede ser legal y El cuidado de Jesús
no por ello ser justo (Am 2,6 8), de que no se
puede estar poniendo una vela a Dios y otra Uno de los errores más frecuentes que sole-
a los dioses cananeos de la fertilidad “por si mos cometer con respecto a los evangelios
acaso” (Os 2,7-10) o de que la elección divi- es olvidarnos de que, por más que los cuatro
na no es un seguro a todo riesgo que no exija nos hablen de Jesús, cada uno de ellos tiene
una respuesta responsable (Jr 7,8-11). su propia teología, sus acentos diferenciado-
res y su peculiar modo de contarnos quién es
Con frecuencia algunas de esas expresio- el Galileo. Tenemos la tendencia a elaborar en
nes presentes en el AT hieren nuestra sen- nuestra mente una mezcla de episodios diver-
sibilidad moderna y nos resultan demasiado sos sacados de su contexto, sin tener en cuenta
violentas o crueles para reconocer tras ellas que cada escena adquiere sentido dentro de la
a un Padre-Madre cariñoso. Se nos olvida que narración a la que pertenece y en el lugar pre-
el profeta emplea cualquier recurso, incluso ciso en el que está colocada. Un claro ejemplo
la amenaza o la agresividad, con tal de pro- de esta “amalgama” mental es la composición
ducir un cambio en el pueblo. La finalidad es que solemos hacer del nacimiento de Jesús. En
siempre provocar una reacción que les lleve ella los elementos propios de Mateo y los de
a volverse de nuevo al Señor y a restaurar un Lucas, los únicos evangelistas que nos ofre-
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cen un evangelio de la infancia, se mezclan en lo que el evangelista nos narra es la vocación


nuestras representaciones navideñas sin nin- personal de Simón, Andrés, Santiago y Juan
gún tipo de pudor, de modo que pastores y (Mc 1,16 20). La misión que el Maestro inicia
magos, independientes en su origen, casi se no es la de un “llanero solitario”, ya que desde
acaban conociendo frente al establo de Belén. el comienzo implica a otros y los hace com-
pañeros de camino. A partir de ese momento
Si se nos ocurre preguntar por el modo en
arranca una actividad frenética por parte del
que el Galileo se relacionó con sus discípulos,
Señor que incluye sanaciones, exorcismos,
seguro que nos pasa algo parecido a lo que aca-
enseñanzas y hasta enfrentamientos con los
bo de describir. Es posible que nos venga a la
líderes religiosos. Los primeros ocho capítulos
cabeza la imagen idealizada de Pedro que nos
del segundo evangelio dan sensación de rapi-
presenta Mateo o la ausencia de conflicto en la
dez y de una agenda muy apretada en la que
comunidad que dibuja Lucas. Pero si leemos de
se incluyen viajes por las aldeas de alrededor.
forma continuada el evangelio de Marcos fiján-
donos en cómo Jesús se relaciona con los Doce, Con este panorama no resulta difícil ima-
igual acabamos teniendo una idea algo distin- ginarnos a los discípulos disfrutando de las
ta a la que teníamos al principio. Quizá menos palabras y acciones del Galileo. Ellos mismos
“bonita”, pero seguro que más cercana al cami- son enviados compartiendo la sorprenden-
no creyente que cualquiera de nosotros pode- te autoridad de Jesús a anunciar el Reino en
mos recorrer. Y es que uno de los rasgos más otros lugares (Mc 3,14-15; 6,8-13). ¡Por fin
seductores de la Escritura, al menos para quien Dios ha dado un “golpe de mesa” y va a hacer
suscribe, es que sus personajes sean con fre- justicia contra los opresores! ¡Yahvé va a dar a
cuencia tan torpes y “duros de mollera” como cada uno lo que se merece! Sí, ya sé que estas
podemos serlo cualquiera de nosotros. exclamaciones no encajan demasiado con
la imagen que tenemos del actuar de Jesús,
El segundo evangelio dedica una especial
pero las expectativas mesiánicas que circu-
atención a la relación que Jesús establece con
laban de modo muy variado y confuso en el
sus discípulos y al modo en que Él los cuida y
judaísmo de esa época tenían mucho más de
les enseña a seguir sus huellas4. Ese vínculo
éxito y de victoria definitiva contra la maldad,
con los Doce va variando y adquiriendo mati-
que del sufrimiento que esto pudiera implicar.
ces diversos a lo largo del relato. Esta evolu-
En ese caldo de cultivo de esperanzas resul-
ción nos ayudará a adquirir una visión global
taría inevitable interpretar los gestos y pala-
de cómo Jesús acompaña a sus discípulos.
bras del Maestro desde esas ideas triunfalis-
2.1 El entusiasmo mesiánico de Galilea tas, despertando entre los Doce un entusias-
mo muy similar al de aquellas multitudes que
Las primeras palabras que Marcos pone en se agolpaban con tal de poder verle (Mc 3,7-9).
boca de Jesús son el anuncio de la cercanía del
Reino y la exhortación a convertirse (Mc 1,14- Los discípulos, además de ser testigos de
15). Pero, inmediatamente después de esto, primera mano de sus curaciones y de com-
partir con Él comidas y debatidas sobreme-
4 Son numerosos los libros y artículos que se ocupan
sas (Mc 2,15-17), reciben explicaciones en
de este interés de Marcos por el discipulado. Sirvan de casa de lo que no han acabado de compren-
ejemplo estas obras en castellano: J.J. Bartolomé, El der (Mc 4,10.13). Pero estas aclaraciones pri-
discipulado de Jesús en Marcos. Motivo y metodología de
vadas no parecen suficientes para ir amoldán-
un modelo evangélico de vida cristiana: Estudios Bíblicos
51 (1993) 511-530; H.O. Martínez Aldana, El discipu- dose al mensaje de Jesús. Vamos, que con el
lado en el evangelio de Marcos, Buenos Aires 2006; S. paso de los días se va haciendo evidente que
Guijarro Oporto, El camino del discípulo. Seguir a Jesús los Doce se enteran de bastante poco.
según el evangelio de Marcos, Salamanca 2015.
Ianire Angulo Ordorika • “ Es verdad, Tú eres un Dios escondido” (Is 45,15).
El cuidado del discípulo en la Escritura
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El propio evangelista nos informa de que el guntas, sin desesperarse porque sus explica-
motivo por el que no consiguen entender cier- ciones no siempre den resultado.
tos gestos de Jesús es porque su mente está
Pero respetar el ritmo no está reñido con
embotada (Mc 6,51-52). Los reproches van in
alentar el crecimiento. Cuidar implica también
crescendo en Marcos y se ponen en boca del
provocar una reacción cuando vivimos ador-
Maestro, que les recriminará que estén “sin inte-
milados, por eso no debería sorprendernos
ligencia” (Mc 7,18) y sigan sin ver por mucho
que el Galileo intente estimular un cambio de
que tengan ojos (Mc 8,14-21). Y es que este es
actitud y de mirada en quienes le siguen. Del
el problema fundamental de los Doce, que no
mismo modo que el primer paso para evolu-
acaban de intuir el alcance de cuanto realiza el
cionar es siempre percibir que hay algo que
Galileo. No se trata de un problema intelectual,
no funciona, para poder desear ver, como
sino de una cuestión de mirada, de apertura,
hará más tarde el ciego Bartimeo (Mc 10,46-
de ir más allá de lo evidente; por eso la sana-
52), primero es necesario reconocer que se
ción del ciego de Betsaida será la mejor ima-
está ciego. A esta tarea se dedicará Jesús con
gen de lo que Jesús va a tener que ir haciendo
intensidad en la segunda parte de Marcos.
con sus compañeros: apartarles de la actividad
e ir, poco a poco y con paciencia, abriéndoles 2.2 Las “clases particulares” y el examen final
los ojos hasta recuperar la vista (Mc 8,22 26).
La pregunta que Jesús lanza a sus discípu-
Al preguntamos por el modo en que Jesús los sobre quién dicen que es Él y la confesión
cuida a sus discípulos en estos primeros capí- mesiánica de Pedro van a marcar un antes y un
tulos de Marcos podríamos responder que nin- después en la dinámica del segundo evangelio
guno de ellos es anónimo para Él. Son llamados (Mc 8,27-30). A partir de ese momento el movi-
de forma personal y por su nombre en medio miento del Galileo y de quienes le siguen se va
de sus propias circunstancias. No se presenta a dirigir inexorablemente hacia Jerusalén. La
celoso de su autoridad, sino que la compar- actividad frenética de los ocho primeros capí-
te con ellos. Y es que los lazos que establece tulos se va a serenar. Pareciera que el Maestro
con sus discípulos están tejidos de la respon- dirige todos sus esfuerzos a ir enseñando a los
sabilidad y la confianza que implica enviarles discípulos qué implica su mesianismo y cuál va
en su nombre para anunciar el Evangelio allí a ser el trágico destino que le espera en la capi-
donde el Maestro no puede llegar. tal. De este modo, los capítulos que se sitúan
Aunque nos desconcierten las correcciones de camino hacia Jerusalén van a ser una espe-
de Jesús por la incomprensión de los Doce, Él cia de “clases particulares” para quienes que-
respeta su ritmo con mucha delicadeza. Para ramos ser discípulos del Señor.
poder comprender qué significa el mensaje del Esta sección del evangelio mantiene una
Reino y el estilo de Dios a la hora de llevarlo estructura que se repetirá en tres ocasiones y
adelante, es necesario que se vayan derrum- que contiene tres elementos (Mc 8,27–10,52).
bando las ideas previas de los discípulos, mar- Al anuncio de la pasión y resurrección (Mc 8,31;
cadas por una ideología triunfalista. Pero el 9,31; 10,32-34), le sigue una acción de los dis-
Señor no tiene prisa por cambiar su forma de cípulos que evidencia su incomprensión y que
interpretar aquello de lo que son testigos, sino Jesús aprovecha para enseñarles lo que impli-
que va explicándoles con paciencia lo que no ca seguirle. Después de la primera vez que el
alcanzan a entender. Aunque Jesús es cons- Galileo habla de su muerte y resurrección, es
ciente de las dificultades de sus compañeros, precisamente Pedro el que intenta convencerle
respeta el compás de sus inquietudes y pre- de que no puede ser así (Mc 8,31 33). La visión
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triunfalista del Mesías que alberga el pescador to y la dificultad. No haber dado la talla ante la
se pone en evidencia cuando quiere corregirle Cruz no implica que se terminen las atenciones
al Señor. En realidad, se le ha olvidado que el del Galileo para con sus amigos. Al revés, Él irá
lugar del discípulo es “ir detrás” del Maestro, y delante de ellos a Galilea, el lugar de sus ruti-
no intentar cambiar los planes de Dios porque nas, donde un día les llamó por el nombre. El
no encajen en sus lógicas. Jesús le devuelve a Resucitado continúa cuidando a sus amigos en
su sitio original y aprovecha este acontecimien- lo escondido, en lo gris y cotidiano, y se hace
to para explicarles a todos que caminar tras Él presente en las pequeñas y silenciosas entre-
tiene que ver con perder la vida para ganarla. gas de tanta gente que nos rodea.
Este mismo patrón narrativo se repite cuan-
do los compañeros de Jesús discuten sobre
quién es el mayor (Mc 9,33-34) o cuando los
3 Recapitulando:
una certeza y una misión
Zebedeos le piden puestos de honor a través
de su madre (Mc 10,35-40). Estas situaciones Agotar el tema del cuidado divino en la
no solo reflejan que, tal y como dice el narra- Biblia es, sin duda, una tarea imposible. En
dor (Mc 9,32), los discípulos no se enteran por el recorrido que hemos realizado “de punti-
más que el Señor avise de su destino trágico, llas” por ambos Testamentos se nos ha con-
sino que se convierten en la excusa del Maestro firmado, por una parte, que cuidar no impli-
para insistir en que solo es grande el que se ca solo proteger o arropar, pues ayudar a cre-
hace pequeño y pone su vida al servicio de los cer supone en muchas ocasiones provocar,
demás. Estos capítulos son un “refuerzo esco- cuestionar y expulsar de lo cómodo y cono-
lar” intensivo del Galileo para ver si sus segui- cido para poder desplegar las alas.
dores son capaces de aprobar el “examen final”
Por otra parte, esta mirada panorámica nos
del discipulado que tendrá lugar en Jerusalén.
permite extraer una certeza y una misión. La
¿Creéis que aprobaron? No, al menos, en pri-
certeza es la misma que ha sostenido a los
mera convocatoria: uno le traiciona (Mc 14,10-
creyentes a lo largo de milenios: que nuestras
11), el otro le niega (Mc 14,66-72) y todos le
existencias están en las Buenas Manos de Dios.
dejan solo y salen huyendo cuando la cosa se
Por muy discretas que sea sus atenciones o
pone complicada en Getsemaní (Mc 14,50).
por muy oculta que nos resulte su presencia,
Menos mal que la resurrección les abre los ojos
Él está empeñado en sacar nuestro mejor yo y
de un modo totalmente nuevo y pueden vol-
en hacernos crecer en todas nuestras dimen-
ver a empezar su seguimiento. En Galilea, don-
siones. Pero con frecuencia su compañía se
de todo comenzó, estará el Resucitado guián-
realiza a través de otras personas, y es de aquí
doles y acompañándoles (Mc 16,7).
de donde brota una llamada a responder: ser
El cuidado de Jesús a sus compañeros en mediación de su cuidado para los demás. Haber
estos últimos capítulos del segundo evangelio experimentado en primera persona las atencio-
tiene mucho que ver con ir transformando sus nes que Él nos dispensa se convierte en invi-
esquemas mentales en la lógica divina. Les va tación a que nuestro modo de caminar junto
enseñando con su propio ejemplo que la vida a otros sea reflejo y expresión de esa vivencia.
solo tiene sentido en la medida en que se entre- Como dice el profeta, el nuestro es “un Dios
ga en lo pequeño y escondido, sin alharacas ni escondido” (Is 45,15), cuyo cuidado podemos
aplausos. Aprovecha los errores de los discípu- reconocer en los entresijos de la historia y en
los y su dificultad de comprensión para llevar- el rostro de tantas personas.
les más allá de sus ideas previas y les lanza a
un amor que va de la mano con el sufrimien- Ianire Angulo Ordorika

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