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Separata
MJ 476 (Septiembre 2016)
estudios
Páginas 05-12
“Es verdad, Tú eres
un Dios escondido” (Is 45,15).
El cuidado del discípulo
en la Escritura
Ianire Angulo Ordorika
estudios
“Es verdad, Tú eres un Dios
escondido” (Is 45,15).
El cuidado del discípulo en la Escritura
Ianire Angulo Ordorika
Religiosa de las Esclavas de la Stma. Eucaristía y de la Madre de Dios.
Profesora de Sagrada Escritura en La Universidad de Comillas, en la Facultad de Teología
de Granada y en el Instituto Teológico de Vida Religiosa
Abstract
The author describes how Yahve guides and encourages the transition from a group of slaves to beco-
me the people of Israel and how Jesus teaches his disciples the path of following. In both cases, care
involves not only protect or clothing, helping to grow often implies cause and leave the comfortable
and known to spread their wings.
Todos hemos compartido alguna vez la des- o dificultad. Si esto es lo único que nos evoca el
agradable experiencia de descubrir en una con- verbo cuidar, me temo que podemos estar uti-
versación que, aunque estemos empleando las lizando un lenguaje diferente al que la Escritura
mismas palabras, el significado que cada inter- emplea, pues el Dios cristiano tiene un peculiar
locutor otorga a estas difiere de modo radical. empeño por lanzar a lo incierto a quienes se
Nos suele suceder con esos grandes conceptos fían de Él (Gn 12,1), y no le ahorra a nadie nin-
que adquieren en cada persona matices, conno- gún sufrimiento si este lleva a una vida mayor,
taciones y sentidos diversos: amor, libertad, fe… ni siquiera a su propio Hijo (Heb 5,8). Por eso,
Algo parecido nos puede suceder con cuidar. como punto de partida necesario para atisbar
cómo entiende la Escritura el cuidado divino,
Es fácil confundir esta acción con arropar, pro-
tenemos que renunciar de modo inevitable a
teger, resguardar o evitar cualquier sufrimiento
que este sea su único sentido.
6 Misión Joven • N.º 476 • Septiembre 2016
Cuidar tiene que ver, sobre todo, con poten- sar desde el comienzo la incapacidad de este
ciar y ayudar a que la otra persona saque a la luz artículo para contener todos los matices del
su mejor yo. Se trata de colaborar con el otro cuidado al discípulo en la Biblia; por eso nos
en su crecimiento y en el constante ejercicio limitaremos a esbozar algunos rasgos que se
de descubrir cómo Dios le sueña, y esto impli- entrevén en uno y otro Testamento.
ca unas veces la necesidad de consuelo y otras
La forma en que Yahvé guía y alienta la tran-
la exigencia de abandonar los cálidos espacios
sición de un grupo de esclavos hasta conver-
de confort para desplegarnos como personas
tirse en Israel será el ejemplo de un modo de
y como creyentes. De hecho, el cuidado bíbli-
acompañar que da prioridad a la adquisición
co no se parece tanto a la atención calmante y
de libertad como punto de partida necesario
analgésica que puede suministrar una enfer-
para poder confiar en su Salvador. En cambio,
mera, como a la ayuda de una sabia comadro-
volver la mirada a cómo Jesús enseña a sus
na, que unas veces susurra palabras de ánimo al
discípulos lo que implica seguirle nos permi-
oído y otras alienta con entusiasmo los esfuer-
tirá dibujar un acompañamiento en el que el
zos necesarios para que una nueva vida se haga
protagonismo lo ostenta la dimensión cre-
paso entre dolores. Está claro que nuestra pre-
yente. Tal y como advertíamos, ambos ejem-
disposición es mayor para todo lo que nos alivie
plos están íntimamente relacionados, pues
que a cuanto nos descoloca y nos exige dejar a
ser dueños de nuestra historia y tener la pro-
un lado rutinas e inercias, pero en ese caso el
pia vida entre las manos es siempre la condi-
cuidado quedaría cojo, tuerto o manco.
ción sine qua non para ir aprendiendo a entre-
Si recapitulamos lo dicho hasta ahora, cui- garla al estilo del Maestro: libremente y por
dar va a tener mucho que ver con acompa- amor. Estas serán las dos paradas del viaje
ñar a quienes nos rodean para que descubran que emprenderemos en las próximas líneas.
la voluntad de un Padre que nos quiere con
locura. Como sucede con Jesucristo, verdade-
ro Dios y verdadero hombre, este acompaña- 1
“El Señor caminaba
miento no entiende de distinciones entre el delante de ellos” (Ex 13,21):
crecimiento creyente y el desarrollo personal. El cuidado divino
Ambos aspectos se articulan en nosotros sin
separación, pero también sin confusión. Eso Por mucho que las necesitemos para referir-
sí, según el momento existencial que tenga- nos a Dios, las imágenes que empleamos para
mos entre manos, una u otra dimensión irá hablar de Él son siempre un traje que le que-
adquiriendo algo más de protagonismo, recla- da demasiado pequeño. Ni siquiera llamarle
mando una atención especial. Padre se le ajusta como un guante, por mucho
que el mismo Jesús nos enseñase a llamarle
Está claro que no vamos a encontrar en la así, porque nuestra experiencia personal de la
Escritura un tratado sobre el acompañamien- relación paterno-filial nos pesa y nos limita de
to, pero sí que vislumbramos en Ella el testi- modo inevitable. Si analizamos los rasgos con
monio de un pueblo que se supo cuidado por los que el Antiguo Testamento (AT) dibuja al
el Señor. De este modo, no solo se nos darán Señor nos llevaríamos alguna que otra sorpresa.
pistas para reconocer esa misma experiencia
creyente en nuestra vida, sino que podremos Una de ellas es que, por más que se emplee el
delinear un estilo al caminar junto a los que masculino para referirse a Él, los trazos con los
nos rodean que resulte coherente con la aten- que se perfila a Dios en la experiencia creyente
ción que recibimos. Se hace necesario confe- del AT tienen mucho de femeninos. Esto no es
una novedad que ofrece la Biblia, pues desde el
Ianire Angulo Ordorika • “ Es verdad, Tú eres un Dios escondido” (Is 45,15).
El cuidado del discípulo en la Escritura
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comienzo de la historia del ser humano el mis- Esta acción divina final es descrita con imáge-
terio de la vida y de la muerte tiene un rostro nes que evocan a un nuevo y definitivo Éxodo.
materno en las más diversas expresiones reli-
Seguro que nos sabemos muy bien que esta
giosas1. A Israel, deudor de su contexto cultural
hazaña comienza porque Yahvé, que ha visto
también en este aspecto2, no le tiembla la voz
la aflicción de los israelitas y ha escuchado su
al confesar que Yahvé tiene entrañas de mujer
clamor (Ex 3,7-10), se empeña en sacarles de
y que estas se le conmueven ante su pueblo3.
tal situación y convierte a un temeroso Moisés
No puede sorprendernos, por tanto, que en el cómplice de su propósito. Aunque escabu-
un modo de comprender y expresar en el llirse del faraón no resultó sencillo, el paso del
AT el cuidado que Dios les dispensa se ase- Mar Rojo será el momento culminante a partir
meje a la atención de una madre para con su del que se consiguen zafar de los egipcios que
hijo que, como es lógico, va adaptándose a les persiguen (Ex 14). Muchos estudiosos de la
la edad y a las circunstancias del niño. Hay Escritura han reconocido en ese relato los ecos
un momento en el que la fragilidad del bebé de un nacimiento. Atravesar las aguas y pasar
implica la absoluta iniciativa de su progeni- de la opresión a la libertad, de la muerte a la
tora, pues es ella la que debe proporcionar- vida, es un verdadero “parto” en el que Dios da
le lo necesario para su crecimiento. Pero este a luz a su pueblo. Se trata de una “Madre” que
protagonismo materno se tiene que ir que- trae a la existencia a Israel y es capaz de gene-
dando en un segundo plano a fin de que el rarles confianza en medio del temor.
hijo pueda convertirse en dueño de su pro-
Pero, de forma irónica, lo que parece ser el
pia existencia. Algo similar a este proceso de
punto final de la esclavitud se convierte en el
crecimiento descubrimos en el AT.
comienzo de un amplio y complejo peregri-
nar que se va a prolongar en la Biblia a lo lar-
1.1 Éxodo: nacimiento y adolescencia
go de los últimos cuatro libros del Pentateuco.
de un pueblo
Se trata de una longitud nada desestimable y
Si existe una experiencia salvífica paradigmáti- que delata lo que ya conocemos en prime-
ca para Israel esta es la liberación de Egipto. Lo ra persona: que la propia libertad resulta una
es de tal modo que el pueblo regresa una y otra conquista muy ardua. El desierto adquiere un
vez a esa vivencia como condición de posibili- carácter ambiguo en la Biblia. Por un lado es el
dad para dar sentido a su presente y vislumbrar lugar en el que Dios se da a conocer a sí mis-
la salvación futura, el momento en el que Dios mo, donde la alianza que establece con el pue-
ponga las cartas de la historia sobre la mesa. blo se expresa de diversos modos y donde se
hace evidente el cuidado y la protección divi-
1 La extensa monografía de Anne Baring y Jules Cashford na. Por otro lado, es también el ámbito de la
ofrece un recorrido sobre los rasgos femeninos de la
divinidad desde la prehistoria: A. Baring – J. Cashford, El prueba, del encuentro con los propios límites,
mito de la diosa. Evolución de una imagen, Madrid 2005. de las situaciones que pueden sacar a la luz los
2 El mundo de la Biblia comparte imaginario con otros pue- “demonios” que escondemos en el sótano de
blos del Antiguo Oriente Próximo. Sobre esta cuestión nuestra vida. Ambos aspectos del desierto se
resulta de interés el artículo de Marta García: M. García
entrecruzan constantemente, de modo muy
Fernández, El rostro materno de Dios en los textos bíblicos
y orientales: Estudios Eclesiásticos 89 (2014) 115-140. especial en estos primeros libros bíblicos.
3 No es este el lugar para largas explicaciones sobre tér- Israel va a ir aprendiendo quién es el Dios
minos hebreos y griegos, simplemente apuntamos a
que en estas lenguas bíblicas amar, compadecerse o
que le ha liberado y quién es él mismo, pero
ser misericordioso procede de la misma palabra que se este proceso no será sencillo. La precariedad
emplea para denominar al útero o vientre materno. del desierto le hace mascar su vulnerabilidad
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triunfalista del Mesías que alberga el pescador to y la dificultad. No haber dado la talla ante la
se pone en evidencia cuando quiere corregirle Cruz no implica que se terminen las atenciones
al Señor. En realidad, se le ha olvidado que el del Galileo para con sus amigos. Al revés, Él irá
lugar del discípulo es “ir detrás” del Maestro, y delante de ellos a Galilea, el lugar de sus ruti-
no intentar cambiar los planes de Dios porque nas, donde un día les llamó por el nombre. El
no encajen en sus lógicas. Jesús le devuelve a Resucitado continúa cuidando a sus amigos en
su sitio original y aprovecha este acontecimien- lo escondido, en lo gris y cotidiano, y se hace
to para explicarles a todos que caminar tras Él presente en las pequeñas y silenciosas entre-
tiene que ver con perder la vida para ganarla. gas de tanta gente que nos rodea.
Este mismo patrón narrativo se repite cuan-
do los compañeros de Jesús discuten sobre
quién es el mayor (Mc 9,33-34) o cuando los
3 Recapitulando:
una certeza y una misión
Zebedeos le piden puestos de honor a través
de su madre (Mc 10,35-40). Estas situaciones Agotar el tema del cuidado divino en la
no solo reflejan que, tal y como dice el narra- Biblia es, sin duda, una tarea imposible. En
dor (Mc 9,32), los discípulos no se enteran por el recorrido que hemos realizado “de punti-
más que el Señor avise de su destino trágico, llas” por ambos Testamentos se nos ha con-
sino que se convierten en la excusa del Maestro firmado, por una parte, que cuidar no impli-
para insistir en que solo es grande el que se ca solo proteger o arropar, pues ayudar a cre-
hace pequeño y pone su vida al servicio de los cer supone en muchas ocasiones provocar,
demás. Estos capítulos son un “refuerzo esco- cuestionar y expulsar de lo cómodo y cono-
lar” intensivo del Galileo para ver si sus segui- cido para poder desplegar las alas.
dores son capaces de aprobar el “examen final”
Por otra parte, esta mirada panorámica nos
del discipulado que tendrá lugar en Jerusalén.
permite extraer una certeza y una misión. La
¿Creéis que aprobaron? No, al menos, en pri-
certeza es la misma que ha sostenido a los
mera convocatoria: uno le traiciona (Mc 14,10-
creyentes a lo largo de milenios: que nuestras
11), el otro le niega (Mc 14,66-72) y todos le
existencias están en las Buenas Manos de Dios.
dejan solo y salen huyendo cuando la cosa se
Por muy discretas que sea sus atenciones o
pone complicada en Getsemaní (Mc 14,50).
por muy oculta que nos resulte su presencia,
Menos mal que la resurrección les abre los ojos
Él está empeñado en sacar nuestro mejor yo y
de un modo totalmente nuevo y pueden vol-
en hacernos crecer en todas nuestras dimen-
ver a empezar su seguimiento. En Galilea, don-
siones. Pero con frecuencia su compañía se
de todo comenzó, estará el Resucitado guián-
realiza a través de otras personas, y es de aquí
doles y acompañándoles (Mc 16,7).
de donde brota una llamada a responder: ser
El cuidado de Jesús a sus compañeros en mediación de su cuidado para los demás. Haber
estos últimos capítulos del segundo evangelio experimentado en primera persona las atencio-
tiene mucho que ver con ir transformando sus nes que Él nos dispensa se convierte en invi-
esquemas mentales en la lógica divina. Les va tación a que nuestro modo de caminar junto
enseñando con su propio ejemplo que la vida a otros sea reflejo y expresión de esa vivencia.
solo tiene sentido en la medida en que se entre- Como dice el profeta, el nuestro es “un Dios
ga en lo pequeño y escondido, sin alharacas ni escondido” (Is 45,15), cuyo cuidado podemos
aplausos. Aprovecha los errores de los discípu- reconocer en los entresijos de la historia y en
los y su dificultad de comprensión para llevar- el rostro de tantas personas.
les más allá de sus ideas previas y les lanza a
un amor que va de la mano con el sufrimien- Ianire Angulo Ordorika