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Ficha dramatúrgica

Titulo: Samo oubitsa (El suicidado)

Autor: Nicolai Erdman (Rusia: 1900 – 1970)

Traducción: Laura Pouso, sobre adaptación en francés de Michel Vinaver.

Duración aprox: 80 minutos, sin entreacto.

Personajes: 18 masc. / 12 fem.

Mínimo de actores requerido: 10 actores y 8 actrices. Se proponen, para los personajes


masculinos, intérpretes únicos para los personajes de Simón, Alexander, Aristarco, Igor,
Poutgachov, Victor, Elpidi y el muchacho sordo. Se requiere un actor para
desempeñarse como Kostia, Individuo 1, Muchacho 1 y Hombre 1, y un segundo actor
para doblar a Esteban, Individuo 2, Muchacho 2, Hombre 2 y Oleg.

En el dramatis personae figura un Hombre 3, que entra a escena con los otros Hombres
para traer el ataúd del muerto. Esta acción sucede luego de que los Individuos y los
Muchachos, en escena sucesivas, ingresan el cuerpo de Simón y las coronas de flores,
respectivamente. Como estos personajes son solo 2, resulta interesante que sean
interpretados por los mismos actores, con algún cambio exterior en su caracterización
y/o vestuario. Para mantener este juego, es que se propone eliminar al Hombre 3,
resultando innecesario.

También puede ser interesante que el personaje de Esteban, que aparece en el Acto III
sea en realidad Oleg, a quien Cleopatra nombre en el Acto IV, y recién tendrá su
aparición en el Acto V. Como Oleg es un elemento de discordia entre Raissa y
Cleopatra, y Esteban no es un personaje que aporte significativamente a la escena,
puede ser interesante incluir a Oleg en este cuadro, pudendo desarrollarse en la
contraescena la disputa entre las mujeres por este hombre.

Para el caso de los personajes femeninos, cinco actrices interpretarán individualmente


los roles de María, Serafina, Margarita, Cleopatra Maximovna y Raissa Filipovna. Otra
actriz será la Vieja, Grounia, la modista y la vieja 1, mientras que una segunda actuará
como Zimka, la costurera y Vieja 2. Ambas actrices permanecerán como Vieja 1 y Vieja
2 para la escena final.

La conformación del coro queda sujeta al director, siendo que estos intérpretes
intervendrán como los asistentes al entierro final de Simón.

Dramatis personae

Simon
Alexander
Aristarco
Igor
Poutgachov
Victor
Elpidi
Muchacho sordo
Kostia
Esteban
Individuo 1
Individuo 2
Muchacho 1
Muchacho 2
Hombre 1
Hombre 2
Hombre 3
Oleg

18 personajes / 10 actores

Maria
Serafina
Margarita
Cleopatra Maximovna
Raissa Filipovna
Vieja
Grounia
Zimka
La modista
La costurera
Vieja 1
Vieja 2

12 personajes / 7 actrices

Coro
Asistentes al entierro: gente del barrio, prostitutas, curiosos.

¿Por qué hacer esta obra hoy?

“SIMÓN: (…) Piensen. ¿Para qué vivir? Para las estadísticas.”


El suicidado, Acto III.

¿Para qué morir?


“El suicidado” plantea la pregunta de para qué vivir, o más bien, para qué morir. ¿Cuál
es la causa que enaltece una muerte? ¿La martirización del individuo es posible en la
sociedad actual?
En Uruguay, el suicidio es un problema socialmente sofocado. Presente pero
invisibilizado. Desde el año 2015, el índice de autoeliminación en nuestro país ha ido en
aumento, alcanzando niveles muy similares a los encontrados durante la crisis
económica del año 2002.
En nuestro actual contexto, con la sucesión de gobiernos de izquierda que el Uruguay ha
atravesado, cabe cuestionarse si este índice no actúa como elemento revelador de la
realidad social. Debemos atender al indicador en sí mismo, pero también al tratamiento
casi inexistente que se le otorga a esta problemática en el ámbito público. Sobre este
último punto, la puesta en escena de esta obra puede resultar un aporte en la
visibilización de esta realidad.
¿Las promesas de la primavera izquierdista llegaron a su fin?
El reordenamiento económico mundial que ha tenido lugar desde la puesta en práctica
del neoliberalismo, ha obligado al Uruguay a centrarse en una reestructuración de su
sistema de mercado. Lo que parece ser una “apertura al mundo”, termina siendo un
desajuste en el ámbito laboral. Crisis en el ámbito empresarial con pérdidas importantes
de empleo y su consiguiente descontento sindical, ponen en cuestión los valores reales
del imaginario progresista impulsado por la izquierda durante el siglo XX. En este
período, en regímenes como el de la URSS, la industrialización y el rol del Estado como
benefactor parecían prometer seguridad para los ciudadanos en todos los ámbitos, pero
el desempleo se mostraba como el lado más negativo y fallido de ese plan. En nuestros
días, con la proliferación de nuevas tecnologías y sistemas económicos en interrelación,
estar desempleado implica no pertenecer prácticamente a ningún registro. El desempleo
como una forma de expulsión y de obligación a la no existencia, de igual valor que el
acto suicida.

¿Apartamentos comunitarios como redes sociales?


Esta obra propone una serie de sucesos al ritmo del vaudeville, donde los personajes
proponen y reciben lo que acontece de manera muy rápida. Esta aceleración del tiempo
como elemento técnico de un género específico, se vuelve prácticamente mímesis del
vértigo de la vida social actual, cuyo paradigma son las redes sociales. El circuito de
información que conforman estas redes, podrían hacer que Fedia Petounin, en pleno
siglo XXI, reciba la declaración de Simón a través de un post en Twitter. Como si de un
challenge viral se tratara, todos los personajes incentivan al ciudadano Podsekalnikov a
que se suicide por alguna causa.

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