Cuando hablamos del COVID-19 o también llamado coronavirus, hacemos referencia
a un virus que se ha potencializado a nivel mundial por la fuerza de propagación y el nivel siniestro de daño con el que rápidamente ha acabado con miles de vidas alrededor del mundo. Es un agente causal para el cual, personalmente, el mundo no se encontraba preparado; se pensó que por manifestarse a nivel local en Wuhan, no llegaría a expandirse tan veloz y globalmente como hasta el momento se ha registrado. Personalmente, cuando el virus se comenzó a propagar en el continente americano, pensé en que si llegado el caso el virus colonizara alguna región cerca del país o en el peor de los casos, llegara directamente al país, se desencadenaría una catástrofe tanto en el campo de la salud como también a nivel social, económico, educativo y cultural. En Colombia, si analizamos el estado del sistema de salud, es un sistema que no se encontraba preparado para una pandemia de tal índole, partiendo de que desde hace muchos años nuestro país lleva una pelea correspondiente a insumos, atención, calidad de servicio, entre tantos otros. La necesidad de crear o recrear nuevas estrategias que vayan en conjunto a la necesidad del pueblo como del ente médico, es de suma urgencia para enfrentar cualquier crisis que desencadene una alerta roja en la población. Las estrategias planteadas en el documento, presentan una gran viabilidad para su implementación en el país en cuanto a la distribución de recursos para la atención de los afectados. Sin embargo, difiero en el aspecto en el que mencionan que "estos trabajadores se les debe dar prioridad no porque sean de alguna manera más dignos, sino por su valor instrumental: son esenciales para la respuesta ante una pandemia." Si dichos trabajadores no cuentan con el material para cubrir y proteger su bienestar, ¿cómo pueden garantizar el bienestar de los pacientes que son atendidos por el mismo personal médico? En el país falta por implementar la asignación del valor al personal asistencial que día a día se enfrentan al virus. Los recursos o herramientas que actualmente tienen no garantizar el resguardo de su integridad física ya que no cumple con todos los requisitos que en otros países se han visto implementados y que han asegurado de mejor forma la integridad del equipo médico. "Las medidas de salud pública que se sabe que reducen la propagación viral, como el distanciamiento social, la etiqueta de la tos y la higiene de las manos… Y pueden hacer que la escasez de recursos sea menos severa al reducir la brecha entre la necesidad médica y la oferta disponible de tratamientos", esta cita es lo totalmente opuesto a lo que sucede en el país. Si, las medidas de la salud pública son las mismas, sim embargo, el resultado no es el mismo ya que esto desencadeno cierto pánico en la sociedad que conllevo a una compra exagerada y compulsiva de las medidas entabladas, dejando a enfermos y personal a cargo sin medidas de protección, lo que genera un mayor riesgo de contagio y propagación. Adicional a las acciones entabladas o mencionadas en el artículo, lo primero que haría sería desestimar la 5ta recomendación en la que mencionan que aquellas personas que participen en la investigación y eficacia de las vacunas y la terapéutica recibirían prioridad para las intervenciones del COVID. Considero que el hecho de participar en ese tipo de proyecto no debe conferir beneficios más allá de los personales por hacer algo que va en conjunto con la vocación y realización de quienes lo realizan. Opino que merecen reconocimiento por su dedicación y aporte al conocimiento, pero no comparto que salgas beneficiarios ante aquellos que realmente cursan con un mayor riesgo de severidad como aquellos de edad avanzada, pacientes con múltiples comorbilidades o personal del área de la salud que se encuentro mayormente expuestos al contagia por no cursas con las mismas prevenciones. Por otro lado, la primera acción que ejercería sería la de otorgar el EPP al personal adecuado. Es decir, a aquellas personas que se encuentren en riesgo de adquirir la infección por motivo de contacto directo con los infectados. Es de conocimiento público, que este tipo de equipo ha sido entregado y utilizado por entes jurídicos y/o legales que no tienen participación ni contacto alguno con los casos reportados. En pocas palabras, el equipo de protección personal ha sido distribuido de forma desigual basándonos no en el valor instrumental del equipo médico sino por la posición jerárquica que confiere el poder político. La segunda acción que agregaría sería la de proporcionar, una vez finalice la crisis, un programa de atención social y psicológica para todos aquellos que se encontraron relacionados con el virus, con el fin de garantizar y velar no solo de la salud física sino también de la salud mental que en muchas ocasiones es olvidada como parte del concepto de salud. Por último, crearía un programa o fondo económico dirigido a la cobertura de situaciones que conlleven a una crisis poblacional como en este caso, donde debido a la cuarentena muchas personas han caído en crisis económicas y no cuentan con un sustento mientras pasa el resguardo; el dinero para el fondo ingresaría por parte del gobierno, es decir como una inversión así como la hay para la salud, educación, tecnología, entre otros. De esta forma, la cuarentena se llevaría con mayor adherencia ya que muchas de las personas que violan las medidas argumentan que es por no tener un soporte económico durante la crisis. Si retrocedemos unos cuantos años atrás, el dengue como evento importante en la salud pública de nuestro país, impacto de forma severa al sistema de notificación de la vigilancia epidemiológica en el cual se registraron altos ingresos de casos a pesar de que se contaba con toda la información referente a la propagación y prevención de este evento en la comunidad. Ahora, si lo comparamos con el impacto del COVID, un evento del cual aún se tiene poca información ya que anteriormente no se le había dado el estudio pertinente por no considerarse un evento prioritario en la salud pública, es probable, por no decir que seguro, que la presencia de este virus en el territorio colombiano generara un mayor impacto en cuanto a notificación y tasas de morbimortalidad. Por parte de la notificación, el INS ha registrado y propagado la información de la notificación de los casos confirmados diariamente así como también el acumulado y el número de fallecimientos a raíz del COVID. Sin embargo, hace pocas semanas, el INS manifestó que ya no daba abasto con las pruebas empleadas para el diagnóstico de la infección, es decir, el país se quedó sin recursos para seguir implementando la detección y posterior manejo de los pacientes afectados. En el artículo en mención, hacen referencia a la ley de California la cual indica que se requiere un terapeuta respiratorio por cada cuatro pacientes ventilados. Eso implica que el país debería otorgar a la salud una alta inversión para que cuente con insumos y personal suficiente con el que pueda combatir la pandemia. Pero como es sabido, los niveles más bajo de inversión por parte del gobierno se encuentran la educación y salud que son parte fundamental para el control del evento. Por un lado la educación, para la mayor gestión en investigación y aportes en el campo científico que de la mano con la salud, confieran la potencialización de medidas clínicas o epidemiológicas que de alguna manera soporten al sistema de salud. Mientras que la salud, por otro lado, tiene dos aspectos desfavorables: la baja inversión para el desarrollo tecnológico así como también la baja inversión para el soporte de insumos, personal, infraestructura, entre otros. Estos aspectos nos colocan en un nivel por debajo de los países mencionados en el artículo ya que resaltan la disposición de camas, ventiladores y personal preparados para enfrentar y controlar la pandemia. Este tipo de disposición se obtiene cuando a un sistema de salud se le inyecta un capital acorde a su importancia y desarrollo. Como conclusión, podemos concretar que Colombia es un país que requiere de una mejora en la organización con respecto a la salud. Si hubiese una mejora en ese aspecto, el capital se invertiría de mejor forma por lo cual habría mayor disposición de insumos y el personal suficiente para la atención, así como también herramientas tecnológicas que proporcionen a la población un mejor manejo y control de eventos de la salud pública que pongan en riesgo la integridad física y mental de la sociedad.