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Analítica
Analítica
Sus teorías arrancan del convencimiento de que personas que entienden de distinta manera el
bien pueden ponerse de acuerdo sobre algunos principios éticos universales que sean
aplicables dondequiera que se dé una situación de desigualdad y de injusticia. Ha propuesto
también un marco constitucional y político respetuoso con las tradiciones y las instituciones
locales que sea capaz de traducirse en objetivos políticos en contextos concretos, sentando las
bases para fundamentar éticamente la ayuda al desarrollo
Fue miembro de la academia británica, entre 1986 y 1993 fue asesora de investigación en
el World Institute for Development Economics Research (Helsinki, Finlandia), que forma parte
de la Universidad de las Naciones Unidas. Ha presidido el Comité para la Cooperación
Internacional y el Comité para la Situación de la Mujer, ambos de la Asociación Americana de
Filosofía. Ha sido miembro del Consejo de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias y
de la Unión del Consejo Americano de Sociedades de Estudio.
Miembro de la Academia de Finlandia y correspondiente de la Academia Británica (2008), es
doctora honoris causa por más de treinta universidades de
Estados Unidos, Canadá, Asia y Europa
Ha escrito, entre otras obras, La fragilidad del bien: fortuna y ética en la tragedia y la filosofía
griega (1978), Justicia poética: la imaginación literaria y la vida pública (1996), El cultivo de la
humanidad: una defensa clásica de la reforma en la educación liberal (2004) y Las mujeres y
el desarrollo humano: el enfoque de las capacidades (2000)
Desde tiempos remotos la Literatura ha buscado reflejar el mundo del Derecho y sus conflictos. Ya
en los orígenes del género literario así lo demuestra Esquilo en “Las Euménides” y “La Orestiada”.
Sin embargo, sólo a partir de la segunda mitad del siglo XX empieza a desarrollarse una reflexión
sistemática y organizada sobre la relación entre Derecho y Literatura, la cual es armónica con una
tendencia, cada vez más fuerte, en orden a la promoción de estudios jurídicos interdisciplinarios.
Tal ejercicio se traduce en el movimiento “Derecho y Literatura”, el cual tiene sus antecedentes en
el trabajo de una serie de teóricos del Derecho, entre ellos Ronald Dworkin y Richard Posner, así
como de varios críticos literarios, quienes comienzan a explorar la vinculación entre ambas
disciplinas, centrando para ello su atención, fundamentalmente, en la obra de Hans-Georg Gadamer
así como en el problema de la hermenéutica.
La autora analiza la crítica que indica que la imaginación literaria “es poco científica y subvierte el
pensamiento social científico” contrastando la teoría utilitarista económica con una forma de
análisis más integral de los complejos problemas humanos. Así “el hábito del economista de
reducirlo todo al cálculo, combinado con la necesidad de una teoría simplista de los actos humanos,
crea una tendencia a ver cálculos por doquier, en vez de compromiso y comprensión”. Tal ejercicio
se opone a los prolegómenos de una auténtica ciencia, la cual tiene por misión “acopiar y organizar
todos los datos relevantes”. En tal sentido, la imaginación literaria “es parte esencial de la teoría y
la práctica de la ciudadanía”, siendo la novela “un vívido recordatorio de un sentido humano del
valor y un ejercicio en la capacidad de valoración que nos vuelve plenamente humanos”.