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MINERVA 12.09

comunidad
y violencia
Roberto Esposito
Traducción Rocío Orsi Portalo
hecho de poder ser todos, indistintamen-

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te, verdugos y víctimas. Si alguno fuese tan
Lo anterior hace que la conexión entre fuerte o tan inteligente que no se sintiera
comunidad y violencia posea un carácter to- amenazado por otros, la tensión se aplaca-
davía más intrínseco. En la representación ría. Los hombres se organizarían en rela-
mítica del origen, la violencia no sacude a la ciones estables de obediencia y mando.
Se podría decir que, desde siempre, los comunidad desde el exterior, sino desde su Pero no es así. Se temen recíprocamente
hombres han asociado comunidad y vio- interior, desde el corazón mismo de eso que porque saben que ninguna diferencia física
lencia en una relación que para ambos tér- es «común»: quien mata no es un extran- o intelectual podrá protegerlos de la ame-
minos es constitutiva. No en vano, dicha jero, sino uno de los miembros de la comu- naza de muerte que el uno constituye para
relación está en el núcleo de las expresio- nidad; e incluso el miembro más cercano, el otro. En sus dotes biológicas y técnicas,
nes más relevantes de la cultura de todos biológica y simbólicamente, de la víctima. los seres humanos son tan parecidos y están
los tiempos: del arte, de la literatura, de la Quienes combaten a muerte no lo hacen a tan cerca unos de otros que siempre pueden
filosofía. Si ya los primeros grafitos traza- pesar de que, sino precisamente porque, golpearse. Cada uno tiene, al menos en po-
dos en las cuevas prehistóricas represen- son hermanos, consanguíneos, mancomu- tencia, la misma capacidad de matar y por
tan a la comunidad humana mediante es- nados por el vientre de la misma madre. tanto de ser muerto por cualquier otro. Por
cenas de violencia –de caza, de sacrificio, Quizás el autor contemporáneo que inter- eso, en la escena que propone Hobbes lo
de batalla–, la guerra constituye el tema preta con mayor intensidad este mito funda- que produce miedo no es la distancia que
del primer gran poema de la civilización dor –no sólo el carácter común de la violen- los separa, sino la igualdad que los manco-
occidental. Pero el conflicto interhumano, cia, sino el carácter violento de lo que es co- muna en una misma condición. No se trata
con sus imágenes de violencia y de muerte, mún– es René Girard. En su reconstrucción de la diferencia, sino de la indiferencia, que
inaugura casi todas las literaturas, desde la genealógica, lo que subyace a la violencia es la que arrima a los hombres poniendo al
judía a la egipcia y la india, confirmando así más terrible son justamente los hermanos, uno literalmente en las manos del otro.
la existencia de una conexión que se perci- sobre todo los hermanos gemelos, desde el En todas las reconstrucciones artísticas,
be como esencial y originaria. momento en que la violencia, en su origen y literarias, filosóficas e incluso teológicas de
En la idea misma de origen del género en el transcurso de su historia infinita, re- la génesis –piénsese en el mito de la torre
humano resuenan claramente connota- sulta desencadenada por un deseo miméti- de Babel, la confusión de lenguas que hace
ciones violentas. La violencia entre los co: por el hecho de que todos los hombres indistinguibles las voces particulares– lo
hombres no sólo se sitúa al comienzo de miran en la misma dirección, y quieren que empuja a la comunidad al remolino de
la historia, sino que la comunidad misma todos lo mismo. Y no sólo eso: además, no la violencia es precisamente la indiferencia,
muestra estar fundada por una violencia lo desean por sí, en cuanto tal, sino preci- la ausencia de una barra diferencial que,
homicida. Al asesinato de Caín, que el re- samente porque lo desean todos los demás. distanciando a los hombres, los mantenga
lato bíblico sitúa en el origen de la histo- Lo que Girard sostiene es que los seres a salvo de la posibilidad de la masacre. La
ria del hombre, responde, en la mitología humanos no combaten a muerte porque masa, y por tanto la multitud indiferencia-
clásica, el de Rómulo en el momento de son demasiado diferentes –como hoy día da, está destinada en cuanto tal a la auto-
la fundación de Roma: en ambos casos, la tendemos a creer con ingenuidad– sino destrucción. Éste es el supuesto previo de
institución de la comunidad parece ligada porque son demasiado parecidos, e inclu- los grandes mitos de fundación, que la filo-
a la sangre de un cadáver abandonado en el so idénticos, precisamente como lo son los sofía política moderna no sólo asume sino
polvo. La comunidad se yergue sobre una hermanos y, aun más, los gemelos. Estos se que reformula en términos todavía más
tumba a cielo abierto, que nunca deja de matan recíprocamente no por exceso de di- explícitos. Dominado por el deseo ilimita-
amenazar con engullirla. ferencia, sino por defecto. Por una excesiva do de todo y por el miedo de ser muerto, el
No debe pasarse por alto el hecho de igualdad. Cuando hay demasiada igualdad, hombre del origen no puede sino autodes-
que estos homicidios originarios no se re- cuando ésta llega a afectar al ámbito del de- truirse.
presentan como simples asesinatos, sino seo y lo concentra sobre el mismo objeto, Lo que lo lleva a atacar a los otros es pre-
como fraticidios, es decir, homicidios en- entonces desemboca inevitablemente en la cisamente este juego de espejos cruzados
tre hermanos, como por otra parte lo es, en violencia recíproca. en el que cada uno ve su propia agresividad
la tragedia griega, el asesinato recíproco de En el origen de la filosofía política mo- reflejada en la mirada del otro, según esa
Eteocles y Polinices a las puertas de Tebas, derna, Thomas Hobbes lleva a su punto sensación primitiva, aunque nunca des-
también concluido en aquel caso con un extremo esta conexión, haciendo de ella la aparecida del todo, que Sartre compendia-
cadáver al que se niega la sepultura. Éste es base, el supuesto previo, de su sistema mis- ría en la terrible expresión «el infierno son
un elemento en el que conviene detener la mo: lo que produce una violencia insopor- los otros»; es decir que los otros, o sea la
atención: la sangre que cimenta los muros table no es un accidente externo cualquiera, comunidad misma, es el infierno para cada
de la ciudad siempre es sangre de familia, sino la propia comunidad en cuanto tal. De «yo». Lo que asusta a los hombres y, por
sangre que, aun antes de haber sido derra- hecho, se trata de lo más común en el hom- tanto, lo que les hace enfrentarse en una lu-
mada, ya ata indisolublemente a la víctima y bre: la posibilidad de matar y de ser muerto. cha a muerte por la supervivencia, o por el
al verdugo. Es más: precisamente este nexo En esta posibilidad se funda nuestra igual- predominio, es esa falta de límites que los
biológico –esta comunión de sangre– es lo dad primaria. Más que por ninguna otra pone en contacto directo con otros dema-
que parece originar el delito. cosa, los hombres están igualados por el siado parecidos a ellos como para tener que

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acabar antes o después a golpes en busca de siste precisamente en ese contagio. En una o Vico –y, a pesar de su exaltación del estado
afirmación. comunidad sin límites, en la que no existe de naturaleza, para el mismo Rousseau–, allí
El punto oscuro, el corazón negro de la un confín preciso entre el uno y el otro, la vida no puede conservarse. Resulta arro-
comunidad originaria se encuentra en su porque ambos son iguales como hermanos llada por su dimensión común: por la falta
ilimitación, en una ausencia de confines gemelos, la violencia asume la forma flui- de identidad, de individualidad, de diferen-
que hace imposible, antes incluso que la da de la contaminación. El canal, material cia. El munus que circula libremente en ella,
distinción entre sus miembros, su propia y simbólico, por donde fluye es la sangre, más que como ley del don recíproco, es vis-
determinación. Al ser todo lo que es, al porque la sangre es el símbolo mismo de la to como un veneno que transmite la muerte.
cubrir todo el espacio de la vida, ésta no es infección: «Apenas se desencadena la vio- Tanto fuera del logos, del discurso, como del
determinable, definible, según un princi- lencia –prosigue Girard–, la sangre se hace nomos, de la ley, esa comunidad, precisa-
pio de identidad. Ni hacia el exterior, ni en visible, comienza a correr y ya no es posible mente antinómica, constituye una amena-
su interior. También porque –al ser por su pararla, se insinúa por todas partes, se es- za insoportable para todos sus miembros.

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naturaleza ilimitada– no tiene, hablando en parce y se expande de manera desordenada:
sentido estricto, un exterior. Y, en conse- su fluidez concreta el carácter contagioso de
cuencia, tampoco tiene un interior. Es más, la violencia».
el elemento que caracteriza a la comunidad La primera sangre, la sangre de la pri-
originaria es precisamente la falta de dife- mera víctima, una vez vertida, infecta toda
rencia entre interior y exterior: el vuelco la comunidad arrastrándola a la violencia Precisamente contra esta amenaza de la
violento del uno en el otro. recíproca. Es la misma conexión entre tac- comunidad indiferenciada la Modernidad
Si volvemos a dos de las más elevadas re- to, contacto y contagio que Elias Canetti ha creado, en sus dinámicas reales y en su
presentaciones de nuestro lugar originario, reconoce en el ligero estremecimiento que autointerpretación, un enorme aparato de
la selva infernal de Dante y la ingens sylva todavía sentimos hoy cuando nos damos inmunización. Desde hace tiempo, inter-
de Vico, se ve que ambas son ilimitadas: cuenta de que hemos sido tocados por al- preto el concepto de immunitas en contraste
que no tienen nada fuera de ellas, desde el guien que no conocemos. Lo que nos hace directo con el de communitas. Ambos remi-
momento en que el espacio de su «afuera» contraernos, en este caso, es la amenaza ten al término munus, del que etimológi-
está incorporado y disuelto en su «aden- que se cierne sobre nuestra identidad in- camente proceden, pero el uno en sentido
tro». Y por eso quien está inmerso en ellas afirmativo y el otro en sentido negativo. Si
ya no puede salir. Precisamente porque no la communitas se caracteriza por la libre cir-
hay un afuera en el que refugiarse: porque En la representación mí- culación del munus –en su doble aspecto de
el afuera no es sino una proyección imagi- don y de veneno, de contacto y de contagio–,
naria del adentro. Justo aquí reside el dolor tica del origen, la violencia la immunitas es aquello que lo desactiva,
y el sufrimiento ineluctable que connota la no sacude a la comunidad aquello que lo deroga reconstruyendo nue-
selva del origen: no en la imposibilidad de desde el exterior, sino des- vos confines protectores hacia el exterior
la fuga, sino en la ausencia de un lugar ex- de su interior, desde el co- del grupo y entre sus propios miembros.
terno al que huir. Ya la sociedad antigua atribuía a la fron-
Pero si la comunidad originaria, tal y razón mismo de eso que es tera una función fundamental de orde-
como es figurada por los autores que tratan «común». nación frente a un mundo dado origina-
de representarla, no tiene límites externos, riamente en común y por tanto destinado
tampoco tiene límites internos. Aquellos al caos y a la violencia recíproca. El único
que la habitan –los pecadores de Dante, los dividual, sobre los confines que circuns- modo de circunscribirla, si no de abolirla,
gigantes de Vico, los lobos de Hobbes– no criben nuestro cuerpo diferenciándolo del parecía el de trazar fronteras resistentes,
están separados entre sí por nada que los de los demás. Es este riesgo atávico, que se cavar fosos insuperables, entre un espa-
pueda proteger recíprocamente. Están ex- remonta a nuestro origen lejano, lo que no cio y el otro. El lingüista Emile Benveniste
puestos, literalmente, a lo que tienen en co- soportamos, lo que hace que nos sobresal- recordó la relevancia simbólica de esta ac-
mún: a su ser nada-más-que-comunidad, temos y temblemos de desazón. tividad de demarcación de fronteras, iden-
comunidad desnuda, despojada/desvestida Se trata del miedo a recaer en la confu- tificando en ella el papel más antiguo del
de toda forma. Y por eso la violencia pue- sión y en la promiscuidad de la comunidad rex: el de regere fines, el de trazar confines
de comunicarse libremente del uno al otro, originaria, en esa comunión nefasta de gé- rectos e intraspasables entre una tierra y
hasta formar una unidad con dicha comu- nero, sangre y esperma que Vico veía en la otra. Fines y limes son las palabras median-
nicación. gran selva que, generada por el diluvio uni- te las que los antiguos romanos se referían
Lo que se comunica en la comunidad es versal, precede a la historia humana. Aquí a esta necesidad primaria de limitación del
su violencia y su violencia es la posibilidad los seres humanos no sólo no se distinguían espacio, hasta el punto incluso de hacer del
ilimitada de tal comunicación: «la violen- de los otros, amontonados como estaban «término» un dios, el dios Terminus.
cia –escribe Girard– se ha revelado entre en una forma indiferenciada, sino que no En la otra parte del mundo, la muralla
nosotros, ya desde el comienzo, como algo se distinguían tampoco de los animales, china responde a esta misma exigencia de
eminentemente comunicable». Contra las con los que compartían instintos y apetitos protección para quien se encuentra dentro
retóricas actuales de la comunicación ili- sin medida. Y «bestiones», por cierto, los y, al mismo tiempo, de exclusión para quien
mitada, los clásicos modernos y contem- llama Vico para indicar su contigüidad con está fuera. Como bien explicó Carl Schmitt,
poráneos aprecian el riesgo de este exceso las fieras; del mismo modo que Hobbes se nomos tiene como significado inicial la se-
de comunicación: de una comunicación que refería a ellos como «lobos». paración. Se instaura grabando en la tierra
llene de sí todo el espacio del mundo unifi- En el discurso filosófico de la moderni- la distinción, e incluso la oposición, entre
cándolo en un único y siniestro eco. dad, esa comunidad originaria, literamente lo mío y lo tuyo, entre lo nuestro y lo vues-
Esta relación intrínseca con la comuni- irrepresentable dado que está privada de tro. Desde su origen se puede decir que la
cación no sólo significa que la violencia de identidad, parece destinada a la autodiso- civilización humana ha practicado el trazado
la comunidad sea contagiosa, sino que con- lución. Tanto para Hobbes como para Locke de límites, términos, confines; el levanta-

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miento de muros entre un territorio y otro. La masa, y por tanto la multitud indiferenciada, está
Para una política a menudo identificada con destinada en cuanto tal a la autodestrucción. Éste es
el arte militar, lo que importaba era impe-
dir la violación de la frontera de quienes, el supuesto previo de los grandes mitos de fundación.
transgrediendo los términos protectores,
podrían nada menos que haber «extermi-
nado» a los habitantes de aquella tierra. que Marx teorizará con el concepto de alie- de declarar la guerra a los otros Estados,
Pero si esta actividad de delimitación y nación, antes de que Foucault perciba la co- desplazando la violencia del interior de las
confinamiento caracteriza a la civilización nexión estructural entre la constitución de la propias fronteras a su exterior.
humana desde los tiempos más remo- subjetividad y la sujeción: en el mundo mo- Muy bien se puede decir, desde este
tos, el dispositivo inmunitario puesto en derno nos hacemos sujetos sólo sometién- punto de vista, que desde el momento de
funcionamiento por la modernidad tiene donos a algo que a la vez nos hace objetos. su constitución el poder soberano desem-
una potencia muy distinta. En una situa- Dicho coste está, por otra parte, inte- peña su papel inmunitario de conserva-
ción caótica y sangrienta como la creada, grado en una lógica que, como la inmuni- ción de la vida manteniéndola siempre al
al final de la Edad Media, por las guerras taria, funciona sólo en negativo: negando borde de la muerte. Y lo hace al convertir a
de religión, que parece hacernos volver al la comunidad más bien que afirmándose a la muerte en el horizonte desde el cual sólo
riesgo de disolución de la comunidad ori- sí misma. En términos médicos se podría por vía negativa se identifica con la vida.
ginaria, los dos dispositivos unidos, el de decir que cura mediante el veneno, intro- Respecto a la comunidad sin ley de los
la soberanía estatal y del derecho indivi- duciendo en el cuerpo del paciente una orígenes, desde luego que la sociedad mo-
dual, muestran un paso nítido del régimen porción del mismo mal del que pretende derna está a salvo del riesgo inmediato de
de lo «común» al de lo «propio». Hobbes protegerlo. Aquí se revela el resultado au- extinción, pero de una manera que la ex-
y Locke son los primeros teóricos de este tocontradictorio de todo el paradigma in- pone a una violencia potencial todavía más
proceso general de inmunización en el que munitario activado para afrontar la amena- notable puesto que es interna a su propio
están implicadas todas las categorías polí- za de la comunidad originaria: en lugar de mecanismo de protección.
ticas modernas: desde la de soberanía a la desaparecer, la violencia de la communitas Hasta aquí, sin embargo, no estamos sino
de propiedad y a la de libertad. se incorpora en el mismo dispositivo que en una primera etapa del proceso de inmu-
Si en Hobbes el Estado absoluto nace debería abolirla. nización moderna que, en una fase inicial,
precisamente de la ruptura con la comuni- Esto es lo que Benjamin advierte, por está esencialmente volcado en garantizar el
dad originaria, a favor de un orden basado ejemplo, en el funcionamiento del dere- orden frente al conflicto que amenaza con
en la relación vertical entre cada súbdito in- cho, entendido no como la abolición sino disolver a la sociedad en el caos de la comu-
dividual y el soberano, en Locke, en cambio, más bien como la transposición moderna nidad originaria. Pero su función, y también
es la institución de la propiedad lo que divi- del antiguo ritual del sacrificio de una víc- su intensidad, sufre una completa mutación
de al mundo en tantas partes cuantos son los tima. En lugar de ser eliminada, la violencia desde el momento en que se da ese giro ge-
hombres que lo habitan y lo trabajan. La idea es asumida por el poder que la prohibiría. neral que Foucault ha sido el primero en
de derecho natural y la de contrato social La dialéctica inmunitaria que se determi- caracterizar en términos de biopolítica. En
convergen en esta labor de inmunización na de este modo se puede resumir en tres el momento en que la política asume como
orientada a prevenir el riesgo de lo «co- pasos conectados entre sí. Al comienzo hay objeto directo de las propias dinámicas la
mún». Frente a la ausencia de fronteras de siempre un acto violento –una guerra, una vida biológica, el paradigma inmunitario
la comunidad absoluta, exlege, el individuo y usurpación– que funda el orden jurídi- experimenta un salto cualitativo que lo lleva
el Estado nacen bajo el signo de la separa- co. Después, una vez fundado, el derecho al centro de todos los lenguajes de la exis-
ción y de la autonomía en el interior de los tiende a excluir cualquier otra violencia tencia individual y colectiva.
propios confines. Fronteras impermeables externa a sus procedimientos. Pero sólo La importancia creciente que, ya a fina-
recorren hoy el mundo entero, separando puede hacerlo violentamente, haciendo les del siglo xviii, adquieren las políticas
los Estados individuales y, en el interior de uso de la misma violencia que condena. sanitarias, demográficas y urbanas en el go-
los mismos, a los individuos que los habitan. Así es como Benjamin puede concluir que bierno de la sociedad pone de manifiesto un
Sólo esta división de aquello que es común el derecho no es otra cosa que violencia a incremento significativo de los procesos de
puede garantizar la seguridad ausente en la la violencia por el control de la violencia. inmunización. Desde aquel momento, es la
comunidad originaria. Éste es el fondo, escondido o suprimido, vida humana –el cuerpo de los individuos y
Naturalmente, tal seguridad tiene un de todo poder soberano –incluso cuando de las poblaciones– lo que se pone en juego
precio nada irrelevante. En el caso de Ho- parece renunciar a su derecho de vida o de en todos los conflictos políticos decisivos.
bbes, consiste en la cesión al soberano de muerte frente a los súbditos. Efectivamen- Lo que importa, por encima de cualquier
todos los derechos naturales, de modo que te, también en este caso, el poder soberano otra preocupación, es mantener la vida a
queda en sus manos toda decisión política. ejerce por un lado la justicia sobre ellos sin salvo de cualquier forma de contaminación
En el caso de Locke, en el paso del dominio que estos puedan oponerse a ninguna de sus capaz de amenazar la identidad biológica.
que cada uno ejerce sobre sus propias cosas decisiones y, por otro, la suspende cuando, Llegados a ese punto, no sólo la medicina
a la progresiva dependencia de éstas, toda en caso de excepción, su voluntad se salta el adquiere un papel cada vez más político, sino
vez que la propiedad se hace más fuerte que orden jurídico que también él representa. que la política misma termina por hablar
la identidad misma del propietario. Es lo Por lo demás, el soberano siempre es libre un lenguaje médico o incluso quirúrgico:
cualquier posible degeneración del cuerpo
debe ser evitada de forma preventiva me-
El concepto de immunitas está en contraste directo diante la eliminación de sus partes infectas.
Nunca ha resultado tan evidente como
con el de communitas. Ambos remiten al término mu- en este caso la consecuencia antinómica
nus, del que etimológicamente proceden, pero el uno que así resulta respecto a las intenciones de
en sentido afirmativo y el otro en sentido negativo. partida: una vez encarnado en los dispositi-

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Aunque nació para man- sus fines. Hoy, más que nunca, la demanda Desde luego, no hay que confundir la
tener a raya la violencia de seguridad se ha convertido en un verda- realidad con la imagen que los teóricos de
dero síndrome obsesivo. la globalización quieren difundir –si bien la
potencial de la comunidad No se trata sólo de que haya aumentado distinción misma entre realidad e imagen
originaria, el paradigma in- el umbral de atención al peligro. Más bien se está viniendo abajo en el universo de lo
munitario, a través de una es como si se hubiera invertido la relación virtual–. Lo que parece ser una unificación
serie de pasajes disconti- normal entre peligro y protección. Ya no es del mundo es, por el contrario, una ho-
la presencia del peligro lo que crea la de- mologación compulsiva que deja subsistir
nuos, termina por producir manda de protección, sino la demanda de –es más, que no deja de crear– diferencias
una violencia muy superior. protección lo que genera artificialmente la sociales, económicas y biológicas nuevas o
sensación de peligro. Después de todo, ¿no aún más profundas entre continentes, pue-
ha sido siempre ésta la lógica de las compa- blos y etnias. Se podría decir que, en el mo-
vos excluyentes del nacionalismo y luego del ñías de seguros, producir un temor cada vez delo actual de globalización, el mundo se ha
racismo, el paradigma inmunitario, que ha- mayor al riesgo para aumentar la escala de unificado por su misma división: que está a
bía nacido para proteger la vida de su deriva la protección? la vez más unido y más dividido de lo que lo
comunitaria, se convierte en aquello que Naturalmente, para que este mecanismo ha estado nunca.
prescribe la destrucción de lo que había de de recarga haya podido girar a velocidad Y, sin embargo, el efecto predominante
preservar. Como es bien sabido, el nazismo cada vez mayor, para que el cortocircuito de la globalización sigue siendo el de una
constituyó la cúspide catastrófica de esta entre protección y peligro haya podido ha- comunicación, y también una contami-
inversión de la biopolítica en su opuesto cerse cada vez más envolvente, algo debe nación, infinita entre hombres, pueblos y
tanatopolítico. Una vez que se ha concebi- haber ocurrido también en la configura- lenguajes, ahora ya superpuestos y compe-
do la vida de un único pueblo como el va- ción efectiva del mundo contemporáneo. netrados hasta el punto de no dejar espacio
lor último y absoluto que debe defenderse Y en efecto, los últimos decenios marcan a diferencia alguna. Contra este contagio
y potenciarse, resultó natural que a dicha la puesta en marcha a gran escala de esa incesante –una vez más asimilable a la pro-
vida le fuese sacrificada la de cualquier otro compleja dinámica a la que se ha dado el miscua confusión de la comunidad origina-
pueblo, o raza, que pareciera contaminarla nombre de globalización. Cómo sea, a ria– opera, con la mayor potencia que haya
desde su interior. cuántos ámbitos afecte, qué variedades de tenido nunca, el dispositivo inmunitario.
Aunque nació para mantener a raya la efectos provoque la globalización no es el Se trata de lo que en términos médi-
violencia potencial de la comunidad origi- tema de esta intervención. Ni es una cues- cos se conoce como acción de «rechazo».
naria, el paradigma inmunitario, a través de tión que se pueda abarcar en el espacio de Cuanto más contacto cobran entre sí grupos
una serie de pasajes discontinuos, termina una conferencia. éticos, religiosos o lingüísticos, invadiendo
por producir una violencia muy superior. Sin embargo, lo que sí debe señalarse los espacios recíprocos, mayor es el impul-
Las fronteras, en un principio instituidas –en relación con el aumento de la lógica in- so opuesto que se produce hacia un nuevo
para circunscribir el territorio soberano munitaria derivado de la globalización– es localismo, una nueva cerrazón identitaria.
de los Estados individuales o para proteger su afinidad estructural, y también simbóli- Nunca se han elevado, en todo el mundo,
el cuerpo individual de cada ciudadano, se ca, con los rasgos que el discurso filosófico tantos muros como tras la caída del gran
fijan en cierto momento en el interior de de la modernidad ha conferido a la comu- muro simbólico de Berlín. Nunca como
la vida humana misma, como umbrales ex- nidad originaria. Es decir, a ese mundo hoy, cuando el mundo es una totalidad uni-
cluyentes, para separar una parte de la vida caótico e ingobernable –infierno, selva, taria, se ha sentido la necesidad de trazar
que se declara superior de otra considerada estado de naturaleza– contra el que se ha nuevas líneas de bloqueo, nuevas redes de
inferior: inferior hasta el extremo de no ser definido el orden político moderno. Como protección capaces de detener, o cuando
digna de ser vivida. Los cincuenta millones la comunidad originaria, la globalización no menos de retardar, la invasión de los otros,
de muertos con los que concluye la Segunda es tanto un espacio cuanto un no-espacio, la confusión entre dentro y fuera, interior y
Guerra Mundial muestran el punto culmi- en el sentido de que, al coincidir con todo exterior, nosotros y ellos.
nante de este proceso apocalíptico. el globo, no contempla un exterior ni, por El efecto potencialmente catastrófico
consiguiente, tampoco un interior. de tal estado de cosas –de este perverso

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Como la comunidad originaria, la glo- entramado entre lo global y lo local– no
balización es ilimitada: no tiene confines ha tardado en manifestarse. Los aconteci-
ni términos. Es una totalidad fluida e in- mientos posteriores al 11 de septiembre de
vertebrada, destinada a empujar al mun- 2001 marcan la que sin duda se podría defi-
Contrariando las ilusiones de quien pen- do a una movilización perenne. Sin que nir como una crisis inmunitaria, y con esta
sara que la derrota del nazismo –y después, se pueda ya diferenciar en su seno Norte y expresión se quiere aludir a algo próximo a
a cuarenta años de distancia, la del comu- Sur, Este y Oeste, Occidente y Oriente, el lo que Girard definía como «crisis sacri-
nismo– conllevaría un debilitamiento de mundo global ve más bien cómo estos es-
los dispositivos inmunitarios, los últimos pacios se penetran entre sí, bajo el impacto
veinte años los han potenciado todavía más. de continuas migraciones que transgreden Contrariando las ilusiones
Por lo demás, el proceso de inmunización toda frontera. Todo ello a la vez que, en los
ha sido tan intenso y ha mostrado tal capa- planos financiero y tecnológico, los flu- de quien pensara que la
cidad de extenderse por todas partes que jos informáticos y de capital circulan por derrota del nazismo conlle-
es difícil imaginar que se retraiga de forma todo el globo en tiempo real. Si a Hobbes, varía un debilitamiento de
inesperada. Del mismo modo, aquel nudo Locke y Vico les parecía que la comunidad los dispositivos inmuni-
entre política y vida, cuya variación tanato- originaria no tenía freno alguno –sometida
política dio lugar al nazismo, aparece hoy como estaba a los empellones de impulsos tarios, los últimos veinte
más fuerte que en el pasado, si bien enor- irresistibles– nada parece hoy más desen- años los han potenciado
memente alterado en sus modalidades y en frenado que el proceso de globalización. todavía más.

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ficial», es decir, una explosión del meca- estarían destinados a potenciar de forma su interior. En efecto, el punto decisivo –y
nismo victimario que se propaga como una desmedida el conflicto que querían calmar. también el problema de la máxima dificul-
mancha de aceite sobre toda la sociedad, Por otra parte, todo cuanto se ha dicho tad– reside en este giro de ciento ochenta
inundándola de sangre. sobre la biopolítica se puede aplicar tam- grados de nuestra perspectiva. Un giro que,
Lo que ha ocurrido –si se interpreta en bién a la globalización: toda vuelta atrás es todavía antes que en el mundo real, debe
su sentido menos superficial– es una bre- impracticable. Hoy sólo la vida –su conser- tener lugar en nuestra propia cabeza: en el
cha en el sistema inmunitario que hasta vación, su desarrollo, su mejora– constituye espacio del pensamiento, que es precisa-
los años ochenta había mantenido unido una fuente de legitimación política. Cual- mente pensamiento cuando se muestra ca-
al mundo mediante la amenaza apocalípti- quier programa político que no tenga esto paz de anticipar lo que ocurre y también, a
ca de la bomba. Pero el final de un sistema en cuenta –que desvíe su objetivo del cuer- largo plazo, de influir en ello.
inmunitario ha producido otro quizás más po de los hombres y de las poblaciones hacia Es evidente que sin algún tipo de sistema
peligroso todavía, puesto que se ubica entre otros fines o proyectos­– sería barrido por el inmunitario el mundo, así como el cuer-
un fundamentalismo islámico que busca el desinterés general. Pero eso no quiere decir po humano individual, no podría aguantar.
desquite contra Occidente y un fundamen- –como ocurre con la globalización– que el Pero, como precisamente demuestra el sis-
talismo occidental a menudo igualmente régimen biopolítico dominante hoy día sea tema inmunitario de nuestros cuerpos, la
fanático, que sólo en estas últimas semanas el único posible. Que no se deba trabajar, inmunidad ya no debe concebirse sólo por
parece desmoronarse en favor de una lógica después de decenios de biopolítica negati- oposición a la comunidad. Hace falta volver
menos suicida. a ese elemento –el munus, concebido
Todavía una vez más, el exceso como donación, expropiación, alte-
de inmunidad parece producir más Como la comunidad originaria, la ración– que mantiene unidos estos
violencia de la que consigue ahorrar. globalización es ilimitada. Es una dos horizontes de sentido. Debemos
Nunca tanto como hoy los derechos totalidad fluida e invertebrada, conseguir pensar a la vez estos prin-
universales han resultado proclama- cipios de unidad y diferencia –es de-
ciones privadas de todo significado destinada a empujar al mundo a cir, de comunidad e inmunidad– que
real. Nunca tanto como hoy –en la una movilización perenne bajo el a lo largo de los siglos, y quizás de
culminación de la época biopolítica– impacto de continuas migraciones los milenios, se han encontrado en
el primero de estos derechos, el de- que transgreden toda frontera. una batalla ciega y sin perspectivas.
recho a la vida, ha resultado traicio- Es cierto que la comunidad siem-
nado y desmentido por millones de pre nos ha remitido a la identidad
muertos de hambre, enfermedad y guerra va, de tipo inmunitario, por una biopolítica y a la unidad, así como la inmunidad a la
en gran parte del mundo. Cuantos más fru- afirmativa: una biopolítica capaz de entrar separación y a la diferencia. La historia
tos envenenados produce la globalización en sintonía con esa nueva forma de comu- del mundo, al menos hasta este momento,
–el último de los cuales es esta dramática nidad que es precisamente la globalización. puede interpretarse como la lucha sin cuar-
crisis económica–, más parecen cerrarse las De lo que se trata –no sólo para la política, tel entre estos dos principios contrapues-
fronteras ante aquellos que buscan amparo sino también, aunque sea con instrumentos tos. Ahora se trata de ponerlos en tensión
y subsistencia fuera de sus propios países y tiempos distintos, para la filosofía– es de recíproca. De reconducir la comunidad a
de origen. pensar la biopolítica y la globalización la una la diferencia y la inmunidad a la contami-
Pero atribuir a la globalización la respon- dentro de la otra. De hecho, no hay nada más nación, como por otra parte adviene, en
sabilidad de este estado de cosas –o incluso global que la vida humana. El mismo mundo nuestros cuerpos, en todos los trasplantes
pretender atajarla restaurando los confines unificado ha asumido la forma de un cuerpo de órgano, consentidos, e incluso favore-
políticos de la modernidad– no puede lle- biológico que requiere el máximo cuidado, cidos, por la llamada tolerancia inmunita-
var a ningún resultado satisfactorio. Como que no soporta tener heridas en alguna de ria. Naturalmente, es cualquier cosa menos
ya ocurriera con la comunidad originaria, sus partes sin que se reproduzcan inmedia- fácil traducir a la realidad las que pueden
cuando se trató de dividir el espacio del tamente en alguna otra. parecer, y de hecho son, fórmulas filosó-
mundo con fronteras insuperables, los in- En este sentido, el sistema inmunitario ficas. Pero en la historia del pensamiento
tentos inmunitarios actuales de neutralizar del mundo ya no puede funcionar produ- –y también en la de los hombres– antes
las dinámicas globales también están desti- ciendo violencia y muerte. Debe, él mismo, de llevarse algo a cabo ha tenido que pen-
nados al fracaso. Primero, porque son im- hacerse guardián y productor de la vida. No sarse mucho tiempo. En esta dirección,
posibles. Y en segundo lugar porque, aunque debe ser barrera de separación, sino filtro trenzándose con el de muchos otros, trata
fueran posibles, serían contraproducentes: de relación con lo que lo presiona desde de caminar mi trabajo de los últimos años.

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