Está en la página 1de 4

Bogotá, 30 de marzo de 2020.

Estimadas y estimados,
Comunidad de la Facultad de Artes

Carta abierta de los profesores de las asignaturas de Medios EAPV

Ante la coyuntura presente ocasionada por el COVID-19 y la necesidad de toda la comunidad


universitaria de trasladar los espacios académicos presenciales a entornos digitales, sentimos como
profesores del área de Medios de la Escuela de Artes Plásticas, que es responsabilidad nuestra
pronunciarnos, ante todo por las múltiples manifestaciones que se han generado en los grupos
profesorales y estudiantiles en estas dos semanas que consideramos han sido de prueba y ensayo para
movilizar las actividades académicas a entornos virtuales.

Sobre esto, debemos aclarar que justamente nuestra cercanía y conocimiento con ciertos dispositivos,
recursos y discursos referentes a los medios electrónicos y digitales, la postura que consideramos que
debemos adoptar y que hemos adoptado en nuestro quehacer como docentes y creadores en y con
medios tecnológicos, es una construida desde la crítica frente al uso cotidiano masivo y oculto de las
tecnologías, pero al mismo tiempo propositiva y abarcadora de lo que estas posibilidades conllevan,
ante todo en momentos de crisis y de aislamiento obligatorio de los cuerpos físicos.

La propuesta inicial, sería revisar en profundidad términos que consideramos han sido utilizados
últimamente de manera superficial, para poder aportar en los saberes que cada docente comparte en la
Universidad (ante todo en una Facultad con tantas particularidades como la nuestra), sin estandarizar
(pues el modo múltiple y vivo en cómo se realizan las clases de manera presencial, en las aulas de la
Escuela y la Facultad es algo a lo que debemos propender). Apostaremos a NO homogeneizar las
prácticas educativas en modos predictivos de las plataformas digitales académicas (tales como moodle
o classroom google, aunque por supuesto pueden ser soporte y apoyo de algunas actividades
puntuales), ni tampoco en modos uniformados aparentemente “populares” y generalizados (como la
figura del youtuber o el influencer de redes sociales), sin distinguir las facilidades o dificultades
técnicas de los docentes, pues de ellas no dependen los contenidos ni los modos de enfrentarse al arte
y a la academia. Si el conocimiento técnico de algún docente puede radicar en activar una
teleconferencia con los estudiantes, con ello, su clase puede ser igual de interesante y propositiva,
como la del que edita videos complejos y utiliza recursos técnicos poco conocidos.

Para ello, sostenemos que nuestra respuesta debe ser creativa y novedosa, no solo en cada asignatura
diferente, sino en cada sesión, pues requiere de temporalidades y modos diferentes en cómo el cuerpo
encara la posición y disposición entre los otros cuerpos conectados directamente por la mirada, la
proxemia y las dinámicas de las prosaicas humanas (Mandoki 2006), a la relación mediada por
pantallas y dispositivos que en tiempo transcurren en al menos dos espacialidades diferentes con
requerimientos de atención y participación particulares, ya sean estos propuestos sincrónica o en
diferido. Respuestas que dependen del ánimo, del diálogo con los estudiantes y de las posibilidades
que el transcurrir de la cotidianidad permitan. Somos conscientes que el hecho de preparar clases en
entornos virtuales, conlleva al menos el doble de tiempo que las clases que estábamos acostumbrados
a llevar (pues la traducción/transducción requiere de mucho trabajo). Por ello cada respuesta de los
docentes, es valiosa y merece ser compartida y reconocida. Pese a que lo electrónico y digital es
poderoso, creemos que en estos tiempos es vital, reconocer lo analógico de nuestros cuerpos y
nuestros modos de compartir conocimiento, desde la oralidad, desde nuestra gestualidad y desde
nuestra propia duración y temporalidad.

Así, nuestra primera crítica ante las propuestas que hemos conocido, consiste en la lógica de traducir
nuestras clases a las dinámicas de las redes sociales: Aunque la idea o el concepto mismo de calidad
de contenido es algo bastante discutible, no se puede caer en la lógica del influencer en la cual la
“dictadura de la atención” predomina y lo importante es el “engagement” (obligación consumista)
para aumentar las cifras de modo exponencial a través de conseguir “seguidores” y “replicantes de
información”. Nuestra Universidad no debería ceder ante el consumo capitalista a la que la
modernidad ha querido reducir la educación y la academia. No podemos caer en un rizoma imaginario
de comunidad de las redes sociales, cuando lo común en estos entornos jamás pasó por la creación ni
disputa del sentido (en tanto acto político); al contrario, se estandarizó y “compartió” generando este
imaginario de comun-idad propio de los “challenges” virales tan amados por los influencers.

No se trata entonces de no utilizar la potencia que nos brindan los nuevos medios en tanto conexión,
(no es sino darle un repaso a la historia del net art y encontrarnos la importancia que tuvo y tiene la
red como mecanismo generador de conexiones), pero no podemos confundir esto con las lógicas de
mercado de generación de audiencia. La idea de lo mutimodal no se puede confundir con la idea de
tener cuentas abiertas en todas las redes sociales. Recordar que esto proviene de la idea del valor
cuantitativo: antes número de likes ahora número de interacciones, número de vistas, número de
seguidores, número de horas transmitidas, etc., juego al que no podemos entrar como docentes, esto
no es un problema de convencer y convertir, ese no es el modo del conectar que estamos
construyendo.

La búsqueda del contacto que impulsa nuestros cuestionamientos está conectada más con las raíces
del net art que con la contemporaneidad de los influencers y youtubers (sin desconocer que pueden ser
materia plástica). Desde sus inicios por ejemplo el trabajo handshake
(http://www.blankjeron.com/sero/Handshake-Feldreise/) surgió como pregunta por el contacto en
potencia del internet antes incluso del establecimiento de los navegadores de internet, más que una
búsqueda por el “usuario” a “captar” es una búsqueda por el lenguaje que permite conectarnos. Crear
los modos de conectarnos antes que conectarnos a través de UN solo modo.

Por otro lado, cabe cuestionarse sobre los modos uniformados que vienen encarando los sistemas
virtualizados de educación no formal y universitaria. Aunque, claramente podrían enmarcarse en
nuevos modos de acercarse a lo educativo virtualizado, las técnicas parecen coincidir en plataformas
como coursera, edx, Kahn Academy, Udemy y un largo etc., las cuales buscan otros modos hacer
accesible la educación. Pero es precisamente allí donde establecen su raíz genealógica, en el problema
de difusión del conocimiento, y de allí también su cercanía con métodos de enseñanza magistrales
(énfasis/privilegio a la cobertura). Es por esto que los modos de propender del conectar para el
profesor son diferentes, éste tiene a “su cargo” miles de estudiantes a quienes no conoce, ni puede
entablar un diálogo particular dentro de la multitud que tiene. Hay una imposibilidad de particularizar
el contacto en pro de la generalidad que permiten aumentar la cobertura, pero resulta fundamental
preguntarnos si esa imposibilidad, aunque efectiva, se debe extender a todos los escenarios. Por otra
parte la homogeneización y estandarización de estos modos apela al paradigma de la especialización,
donde un profesor cuenta con varios asistentes de todo orden, de contenidos pedagógicos, de guión,
de escenografía, etc., con lo cual nos podemos preguntar si son los modos del profesor (su oralidad,
gestualidad y sus modos de duración y temporalidad) o de la plataforma los que imperan, esto sin
desconocer que los formatos que crean cumplen eficientemente su función comunicativa.

Nuestro caso es otro: seguimos apuntando a una generación de conocimiento que se da en el contacto
humano, en el diálogo, la discusión, los afectos, las emociones y los conceptos que sólo se pueden
generar con el contacto, la responsabilidad y la sinceridad del trato entre humanos. Estos afectos,
aunque pueden estar mediados, dependen del encuentro. No todas las clases en estas circunstancias
deben ser llevadas en su totalidad con la presencialidad (incluyendo una presencialidad tras los
computadores o celulares que agotan los cuerpos muy rápido) pero los espacios de reflexión y
diálogo, de preguntas y respuestas, sean escritas en un chat o dichas por los micrófonos, son lo que
aún nos conecta con el diario vivir de nuestros estudiantes. Continuar siendo sensibles a las
dificultades y necesidades de los estudiantes, y dar un tiempo a su escucha, es ahora más necesario
que nunca.

Claro que se puede aspirar a un alto rango de audiencia y a un crecimiento de la misma, del mismo
modo se puede aprovechar la temporalidad mezclada de las redes y sus modos no lineales que antes
no asomaban (podemos por ejemplo recordar un antecedente nacional de no presencialidad en Radio
Sutatenza y su proyecto de educación a distancia) y donde incluso hay un cierto nivel de interacción y
diálogo entre estudiantes.

Más allá entonces de esos lugares de privilegio a la difusión del conocimiento, están laboratorios y/o
comunidades que exceden los lugares físicos y producen conocimiento de forma generativa. Aquí el
contacto dentro de lo particular resulta esencial, es necesario conocer a los otros (así sea por una
presencia virtual) y construirnos juntos en la medida en que deviene comunidad, en que se siente lo
común y esto fue atravesado por el hacer. No es meramente lógica del youtuber, en la que se comparte
conocimiento (aunque en el modo influencer el contenido/conocimiento no resulta tan importante
como la forma de envolverlo) y la interacción esperada es más del orden del consumo del audiovisual
que de la gestación continua y colectiva. En estos espacios vivos no hay un sólo y único youtuber
generador de conocimiento, porque hay una comunidad que coincide en uno o varios lugares (físicos
y virtuales) donde la gestación y la generatividad devienen naturalmente. No importa en cuántas redes
están o cuántas vistas han tenido, importa el hacer (del orden del contenido y el continente sin
dicotomía), no sólo el modo en que se comparte, el compartir no se puede escindir del crear.

Las presentes palabras son sólo algunos puntos de reflexión sobre conceptos que hemos atrapado en el
aire, y que deben ser problematizados; no pretenden ser un tutorial de uso de los medios para la
docencia de todas las asignaturas, ni una única propuesta para definir cómo deberían ser las clases.
Nosotros mismos, estamos en proceso de experimentación en nuestras materias, en pruebas y
transformaciones de lo que puede funcionar o no en las asignaturas en Medios. Queridos profesores,
estamos convencidos que sus modos y tratamientos de sus encuentros con los estudiantes, han sido
generadores de prácticas indiscutiblemente valiosas, y nos gustaría conocerlas y escucharlas. Queridos
estudiantes, sabemos que esta exploración puede ser dificultosa para ustedes también, pero sus
generaciones, más cercanas a las tecnologías que las nuestras pueden con sus sugerencias potenciar
nuestros encuentros. Cavilamos ahora en Pierre Lévy, él escribe:

Al Farabi e Ibn Sina situaron en el centro de su antropología la idea de una inteligencia única
y separada, la misma para el conjunto del género humano, que se puede considerar
anticipadamente como un intelecto común o colectivo. Este “conciente colectivo” fue
nombrado el intelecto agente por esos místicos artistotélicos porque es una inteligencia
siempre en acción – que no cesa de contemplar ideas verdaderas- y que hace pasar al acto
(que hace efectivas) las inteligencias humanas emitiendo hacia ellas todas las ideas que
perciben o contemplan. […] En lugar de ampliar las fortalezas del poder, refinemos la
arquitectura del ciberespacio, el último laberinto. En cada circuito integrado, en cada chip
electrónico se ve y no se sabe leer la cifra secreta, el emblema complicado de la inteligencia
colectiva, mensaje irénico disperso al viento (Lévy 2004).

Queremos que esto sea tomado como un agradecimiento y un impulso a esos nuevos modos de ver,
para que entre todos sigamos construyendo Escuela en estas épocas de dificultad mundial no sólo en
términos de salubridad, sino también y ante todo en términos políticos, éticos y epistémicos.

Cordial saludo,
Diego Aguilar, Sergio Romero, Luis Miguel Hernández Vera

También podría gustarte