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Departamento Nacional de Planeación

World Values Survey Association

VI. CONCLUSIONES E IMPLICACIONES DE


POLÍTICA PÚBLICA
Los resultados comparados de la sexta ola de medición de la Encuesta Mundial de Valores en Colombia,
Chile, Perú, España, Suecia y Turquía buscan ofrecer una perspectiva diferente de las actitudes y valores de
los colombianos. Así mismo, se espera que los resultados contribuyan a la comprensión de los casos que
fueron seleccionados de acuerdo a la metodología explicada en los preliminares de este documento

Realizar comparaciones resulta útil para entender diferencias, paralelos y variaciones entre los países. Es una
manera de construir conocimiento y entender los retos que subyacen en la particularidad. Al mismo tiempo, la
comparación permite identificar y analizar las potencialidades que se encuentran en Colombia y en las otras
latitudes. A pesar de que el espacio para estas reflexiones limita un análisis de contextos, de procesos
históricos y coyunturas, la información aquí presentada procura ser un insumo para quienes desean incorporar
datos microsociales a análisis más amplios con implicaciones colectivas. Por lo anterior, este estudio busca
contribuir a un diálogo en perspectiva con sociedades próximas y lejanas para que los colombianos, en
general, y los diseñadores de política pública, en particular, piensen en los retos del desarrollo y en las
dinámicas del cambio social del siglo XXI.

Es preciso advertir sobre la limitación del análisis aquí presentado, ya que no es posible generar un solo perfil
de los ciudadanos encuestados en el mundo debido a la heterogénea composición social, económica, política
y cultural de los países analizados. Sin embargo, dado el marco teórico que orienta el trabajo analítico de la
World Values Survey estas son las variaciones que delimitan y permiten observar el movimiento de los países a
través de las dos dimensiones que definen el desarrollo y el cambio cultural.

En este sentido, los resultados de los dos índices aplicados para identificar el panorama cultural en los países
analizados permiten concluir que Colombia atraviesa un proceso mixto de transición o, dicho en otros
términos, un proceso compuesto por dos elementos complementarios. El primero, comenzando con los valores
materiales hasta valores posmateriales, y el segundo, entre la modernidad y el tradicionalismo. Desde una
perspectiva comparada Suecia es el país que más se ha movido hacia los valores posmateriales seguido por
Colombia y Chile. Así, una primera conclusión es que en el proceso de cambio cultural se evidencia que los
colombianos están experimentando una transición en la cual, si bien hay presencia de valores autoexpresivos,
el legado tradicional del país parece apaciguar el ritmo de dicha transición.

Por su parte, Suecia y España se ubican en un extremo de mayor autonomía marcada por valores como
determinación, perseverancia e independencia, mientras que países como Colombia y Perú continúan
perfilándose como tradicionales en sus valores culturales, denotan rasgos de obediencia y fe religiosa entre
sus habitantes, con bajos niveles de secularización y actitudes racionales frente a los aspectos políticos.
Turquía es un país conservador, apegado a la religión y poco abierto a la equidad de género y la
participación en organizaciones, pero incipientemente interesado en asuntos tecnológicos y políticos.

Aunque se registra que Colombia es similar a países de la región como Perú y Chile ―en principio por sus
coincidencias socioeconómicas y ciertos rasgos del legado hispanocatólico que pueden influir en el
moldeamiento de sus creencias y actitudes―, queda abierta la pregunta por la cercanía entre religión y
política, y sus efectos sobre la cultura política y ciudadana.

Como muestran los datos, Colombia es el país más feliz y satisfecho dentro de la comparación, incluso es el
que autorreporta mejor estado de salud. Por fuera de la familia, los niveles de confianza interpersonal son

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bajos, lo que confirma su amplia tradición religiosa. En política este país se ubica en la centro derecha, sus
ciudadanos defienden los aspectos formales de la democracia a la vez que profesan actitudes potencialmente
autoritarias y están poco interesados en la política.

En cuanto a los aspectos sociodemográficos, Colombia se destaca por sus altos niveles de uniones libres. En
términos de autoidentificación con una clase social hay discrepancias puesto que salen a la luz los imaginarios
de las posiciones sociales de los ciudadanos y su estrecha relación con las dinámicas sociales y económicas
de los países. En el caso colombiano, las personas se perciben como parte de una clase social baja y registra
el segundo más alto porcentaje de personas desempleadas y de bajo nivel educativo. Finalmente, los países
con tradición hispanocatólica como Chile, Perú, Colombia y la propia España siguen compartiendo la
identificación con esta religión. Vale la pena señalar que estos países son justamente los que expresan una
menor confianza interpersonal.

Al parecer, el reto de las políticas públicas tiene que ver con la importancia de sostener los esfuerzos en
materia de mejora de las condiciones de vida, los derechos laborales, así como la calidad y más años de
educación.

En materia de capital social se concluye que los suramericanos confían muy poco. Por un lado, se destacan los
niveles altos de confianza en la familia en general y, por otro, contrastan los bajos porcentajes de confianza
en los vecinos, en las personas de otra religión y en otros grupos. La acción colectiva se manifiesta con la
membresía a organizaciones, de tal manera que Suecia se consolida como el país en el que existe más
participación en grupos dentro de la comparación realizada, con excepción de organizaciones religiosas
donde Colombia y el resto de países suramericanos ocupan los primeros lugares. Entre los hallazgos resulta
interesante que, a pesar de los bajos niveles de participación en el resto de formas asociativas, Colombia
comparta con Suecia algunos de los primeros lugares de participación en otros grupos, como por ejemplo las
asociaciones profesionales.

Aunque la confianza es un fenómeno informal que no obedece de manera causal al diseño intencional es
importante tener en cuenta para la definición y formulación de políticas públicas que estas deben orientarse al
fomento de la protección y al desarrollo del tejido social que se construye y reproduce de abajo hacia arriba
en la cotidianidad local. Es urgente que quienes diseñan políticas públicas comprendan que la confianza es un
elemento central para el funcionamiento de la vida social y de la resolución pacífica de problemas
interpersonales. La literatura internacional ha demostrado que las formas familiares de confianza vuelcan las
relaciones sociales hacia el ámbito privado y son capturadas por la discrecionalidad, de este modo generan
efectos perversos en el mediano y largo plazo para las personas, las comunidades y la constitución de un
ámbito público. En este sentido, la construcción de confianza puede ser el eje del cambio social, el
empoderamiento local y el fortalecimiento institucional.

La evidencia muestra que los países suramericanos son los que ostentan las más bajas posiciones de interés en
aspectos políticos. Colombia es el país que, comparado, manifiesta mayor respaldo a la autoridad, a la
posibilidad de un líder que no se tenga que preocupar por el Congreso y las elecciones, a un posible
gobierno militar y a que haya un gobierno de expertos que tomen las decisiones. Colombia, además, es el
país con los niveles más bajos de percepción de respeto hacia los derechos humanos.

Sobre la confianza institucional en el mundo se destacan las universidades como las organizaciones que
gozan de mayores niveles de aceptación, seguidas, en algunos países, por las Fuerzas Armadas. En el
extremo contrario del espectro de confianza se ubican organizaciones sociales y políticas tales como partidos
políticos y sindicatos. Entre las ramas del Poder Público en el Estado, en general el Congreso tiene menores
niveles de confianza que el Gobierno, excepto en Turquía y Suecia. En todos los países estudiados se confía
menos en los funcionarios públicos.

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En Colombia, en particular, el reto para las políticas públicas reside en promover y asegurar la legitimidad de
las instituciones por cuanto estas son el núcleo de la democracia; asimismo, cabe insistir en que si bien en el
país se valora la democracia, también esta corre un gran riesgo dada la baja confianza de los ciudadanos en
los procesos e instituciones democráticas, además de la no despreciable aceptación por formas autoritarias
que promuevan el salto de las normas y controles constitucionales.

En términos comparativos, Colombia es el país que ostenta los niveles más altos de satisfacción con la vida y
la situación económica, es el que tiene mejor autopercepción de la situación de salud por parte de sus mismos
ciudadanos y, en general, se podría denominar como el país más feliz de los estudiados. No obstante, es uno
de los países que más baja capacidad de ahorro tiene entre su población, donde incluso 1 de cada 5 han
tenido que gastar sus ahorros y pedir prestado. En materia de decisiones y acciones estatales, el reto debe
orientarse a aprovechar la buena disposición de los ciudadanos hacia la vida y las situaciones y, por ende,
comprender la responsabilidad que se tiene de no traicionar estas percepciones sino potenciarlas al generar
condiciones objetivas que permitan el encuentro entre realidad y percepción de manera efectiva.

Adicionalmente, entre los posibles temas a los que los países deberían dar prioridad, el factor común para
dicha selección reside en los asuntos económicos (crecimiento económico y mantener una economía estable) y
de seguridad (mantener el orden de la nación). Los temas económicos se definen de manera prioritaria en
España mientras los de seguridad son más importantes en Turquía, Perú y Colombia.

Es importante comprender que la inequidad y la inseguridad son los fenómenos prioritarios para la agenda
social y política de los colombianos. Sin embargo, el reto para la política pública es comprender la sinergia
que subyace a estas problemáticas, lo cual muestra una oportunidad para entender las interrelaciones que
tienen estos fenómenos y la posibilidad de reorientar los enfoques de intervención en un camino en este
sentido.

En materia de medio ambiente se concluye que la mayoría de países tienen una alta sensibilidad hacia el
cuidado del medio ambiente; también que las mayores movilizaciones sociales, expresadas a través de
marchas, se localizan en Colombia y Perú. Los más altos niveles de confianza en organizaciones que protegen
el medio ambiente los registran Colombia y Suecia.

Con respecto de la ciencia y la tecnología, los países suramericanos revelan una mayor aceptación de que se
depende más de la ciencia que de la fe y, además, de que la ciencia ha destruido las ideas de lo que está
bien y mal en las personas. Sin embargo, hay un reconocimiento de la importancia y las bondades de la
ciencia y la tecnología para la vida.

Finalmente, sobresale el hecho de que alrededor del 40 % de los encuestados en todos los países todavía
muestren bajos niveles de acceso a computadores, excepto Suecia donde más del 80 % usa esta herramienta
tecnológica de manera frecuente. Este es un desafío en materia de tecnologías de la información y la
comunicación (TIC) y, asimismo, en lo que atañe a democratizar y facilitar el acceso en todo el país.

De las variables relacionadas con el enfoque diferencial se puede concluir que en general los países
estudiados son poco tolerantes hacia los grupos de drogadictos y alcohólicos.

Otro rasgo común a las variables referidas a la equidad de género es que los colombianos mostraron ser
tradicionales. No obstante, en promedio los ciudadanos del mundo respaldan la equidad entre hombres y
mujeres en lo económico, familiar y político, esto supone un gran avance de cara a las políticas de inclusión
social. A manera de recomendación, los programas de gobierno podrían potencialmente soportarse en las
organizaciones de mujeres que gozan de unos amplios niveles de confianza.

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Sobre la igualdad de acuerdo al grupo etario, la mayoría de encuestados cree que las personas mayores no
son muy respetadas en estos tiempos y se observa que Suecia muestra levemente un menor grado de
aceptación de este grupo en comparación con las posturas que tradicionalmente ha mostrado de respaldo a
otras poblaciones. También se cree que los adultos mayores tienen demasiada influencia política y, en
general, se percibe que ellos están en una menor posición social respecto a personas más jóvenes.

Finalmente, el análisis econométrico demuestra que la educación es un factor explicativo para avanzar en el
fortalecimiento del capital social y de ciertas actitudes cívicas. Así mismo, en él se observa una correlación
positiva entre educación y actitudes prosociales, interés en la política, así como actitudes proclives a la equidad
de géneros. Por esta razón, esta investigación sugiere que el reto fundamental de la política pública es
comprender la promoción de la educación como un mecanismo para la transformación de actitudes y
comportamientos en beneficio de la equidad, la cooperación y el fortalecimiento de la democracia en Colombia.

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