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San Juan Eudes:

Iba a cumplir 79 años el primero de noviembre de 1.680, pero el


19 de agosto se le adelantó el cumpleaños en el cielo. Estaba
enfermizo, cansado. Le pesaba la edad y todo lo que había hecho
por el bien de los hombres. De manera especial, lo había afectado
el viaje de regreso a Paris a la reconciliación con el rey.
Evidentemente esos viajes largos y sin las comodidades
modernas, causaban malestares en personas de la edad del padre
Juan Eudes.

Muere rodeado de los suyos y pronunciando los nombres de Jesús


y María. Todo el pueblo sintió profundamente la muerte de este
hombre. Y no era para menos. Su cuerpo fue inhumado el 20 en
la Iglesia del Seminario de Caen. 130 años después fue trasladado
a la Iglesia de Nuestra Señora de la Gloriette. El cráneo v los dos
fémures fueron donados a las Hijas de Nuestra Señora de la
Caridad.

La Iglesia entera estaba orgullosa de este hijo suyo que dedicó su


vida hasta el último momento a ayudar en la renovación del
Pueblo de Dios. Y el 6 de Enero de 1.903 la madre Iglesia decreta la heroicidad de sus virtudes, el 29 de
Abril de 1.909 beatífica a este siervo de Dios y el 31 de mayo de 1.925 lo eleva a los altares como a uno de
los incomparables santos de Dios. Su estatua bella e imponente se encuentra majestuosa en las columnas de
la Basílica de San Pedro.

La comunidad Eudista está feliz de contar con tan eximio fundador, y se siente retada a seguir tras las huellas
de Jesús y María con el acento, el fervor, el dinamismo de Juan Eudes. Ojalá muchos jóvenes vengan a
acompañarnos. Jóvenes con un proyecto claro en su vida y queriendo evangelizar y formar para la iglesia los
mejores obreros del Evangelio en su historia.

Mártir
Juan, como todos los santos, amaba el martirio. Esa era una forma, entendía
él, perfecta para asemejarse y entrar en comunión con Jesucristo. Alguien
que aspire a la total perfección debe aspirar también al martirio. Desde muy
niño se sintió inclinado por asemejarse a Jesús en todo. Por eso en su tierna
infancia cuando solo contaba con 11 años ya piensa vivir casto y célibe,
cumplir el evangelio al pie de la letra, como cuando aquella anécdota de la
bofetada y entregar su vida total a Dios en el servicio presbiteral.

En el Oratorio experimenta el dolor y la enfermedad de una manera brusca


y todo lo acepta queriendo encontrar en ello la expresión de la Voluntad de
Dios. En 1.637 escribe "el voto del Martirio" y lo firma con su propia
Sangre, que era una cosa inusual en aquella época. En ese mismo año
escribe el libro "Vida y reino de Jesús" y allí consigna su profundo
pensamiento sobre el martirio y sobre el deseo que tiene de llegar a sufrir
por el nombre de Dios y por el bien de los hermanos,
Vivir el martirio, no significa sufrir por sufrir, es ante todo vincularse estrechamente a la cruz de Cristo y a
la voluntad de Dios que son dos de los fundamentos sobre los que edificó la Congregación de Jesús y María.
Porque vincularse a la Crin de Cristo y someterse a la voluntad de Dios es rechazar todo tipo de mal, es
renunciar al mundo, es adherirse al Señor que es la esencia del compromiso bautismal que tanto pregona.

Juan experimenta la cruz del Señor de un modo especial cuando se entrega a las fundaciones. Ser fundador
le produce una serie de sinsabores. Sus hermanos y colegas se vuelven adversarios suyos. Los obispos le
crean más de una dificultad porque no entendían su obra. Lo mismo que el retraso de las aprobaciones
eclesiásticas a sus obras, las incomprensiones de la Iglesia, los jansenistas, aún el rey que le quita la
protección.

Pero él sufrió con valentía y heroísmo. No se dejó llevar por el pesimismo ni por el dolor. Controló su espíritu,
mantuvo la esperanza, permaneció sereno, que es cosa de santos, perseveró y salió airoso. La amargura se le
volvió paz, como al salmista. No todo es noche oscura, él sentía que su vida era obra de Dios, y las obras de
Dios nadie las puede clausurar.

De esta forma, en su vida de dolor y angustia, descubre la misericordia profunda de Dios y de María y aprende
a tener misericordia de los demás. Juan hace de su vida una entrega permanente al corazón misericordioso
de Jesús, el Buen Pastor, y de María, la madre de misericordia.

Aunque no murió como hubiera querido, martirizado, identificado con Cristo en la muerte cruenta de cruz,
podemos decir que toda la vida de Juan Eudes fue un identificarse permanente con la cruz de Jesucristo. El
aspiró a ser mártir de verdad, pero lo fue a su modo y en la medida en que le fue permitido. Por eso el rostro
de nuestro amigo adquirió también el rasgo de mártir.

Padre, Doctor y Apóstol


Juan Eudes amaba intensamente a Jesús y María, A ellos les hablaba así:
"Yo no deseo sino amarte, Jesús. Tú eres el mayor de mis amigos, eres mi
solo y único amigo, mi hermano, mi padre, mi esposo, mi cabeza. Tú eres
todo para mí, y yo quiero serlo todo para ti".

Otro tanto decía cuando se refería a María. En razón de este amor intenso y
sincero, no quiso que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y María fuera
una devoción particular, personal.

El sentía que celebrar el amor de Dios en Jesús y María era algo tan
trascendental, tan significativo para la Iglesia, tan lleno de contenido
teológico, que le dio estructura litúrgica. De esta forma toda la Iglesia
universal acogió esta devoción cuya iniciativa se debe al apasiona do Juan,
quien primero la celebró en la intimidad de sus seminarios. Fue en la catedral
de Autun donde primero se celebró como liturgia católica el 8 de febrero de
1.648, la fiesta del Corazón de María.

En 1.670, Juan Eudes compuso el oficio del Corazón de Jesús y podía celebrar la fiesta ya aprobada por la
Iglesia. Primero fue el profeta del Corazón de María y de esta devoción va a entender y a desprender la del
Corazón de Jesús.

Es precisamente en 1.672, un 20 de Octubre, cuando celebra por vez primera en forma litúrgica la fiesta del
Corazón de Jesús.
El papa León XIII reconoce en 1.903 que "Juan Eudes es el autor del culto litúrgico de los corazones de Jesús
y de María", y Pío X en el decreto de beatificación dice que: "Juan Eudes abrasado en un gran amor hacia
los sagrados Corazones de Jesús y de María, fue no sin inspiración de Dios, el primero que pensó en rendir
a ellos un culto litúrgico". Más tarde Pío XI en la bula de canonización se expresa así: "En lo que brilló el
celo de Juan Eudes, fue en promover la saludable devoción a los sagrados corazones de Jesús y de María a
los que él, no sin inspiración divina, pensó primero que todos, en rendir culto litúrgico... su obra en la
propagación de este culto, del que él es el padre, doctor y apóstol, excitó el odio implacable de los
jansenistas".

Fundador
Las predicaciones de Juan, su ejemplo, su palabra,
su celo por la salvación de los hombres, convirtieron
a numerosas personas, pero en especial a mujeres
depravadas. Con el deseo de hacer un seguimiento a
estas convertidas e inspirado en el amor que Dios
profesa por los grandes pecadores, se atrevió a
fundar en 1.641, ayudado por la carismática María
de Vallées, la Congregación de Nuestra Señora de la
Caridad. El objetivo era atender a estas mujeres
despreciadas por la sociedad, pero no por Dios,

De este árbol, se va a desprender una robusta rama, la comunidad de hermanas del Buen Pastor, fundada por
una ilustre hija de Juan Eudes, María Eufrasia Pelletier, en 1.835, y que obviamente bebe de la espiritualidad
eudista. Esta comunidad invade el mundo entero con el gran deseo de proseguir la obra y el espíritu de Juan
Eudes.

Siendo superior del Oratorio de Caen, descubre el designio que Dios tiene para él de ser el fundador de una
comunidad de presbíteros, dedicada a la renovación de la fe del Pueblo de Dios y a la formación de buenos
obreros del Evangelio. Él había experimentado podredumbre dentro de la Iglesia y dentro del orden de los
presbíteros. Juan Eudes sentía que había que hacer algo por renovar a la Iglesia. Siente el apoyo del cardenal
Richelieu, del Rey y de muchos particulares. Entonces el 25 de Marzo de 1.643 nace la pequeña
Congregación de Jesús y María, llamada familiarmente, comunidad de los padres eudistas.

El 24 de Marzo de 1.643, Juan Eudes de 41 años, Simón Mannoury de 29, Pedro Jourdan de 35, Andrés
Godefroy, Juan Fossey, fueron al santuario de la Virgen de la Delivrande, hicieron oración y penitencia, y el
25 de marzo día de la Anunciación y de la Encarnación, fundaron la Congregación de Jesús y María, conocida
como padres eudistas. Pronto se les unió Ricardo Le Mesle de 35 años y Santiago Finel de 45. Esta naciente
comunidad no tendrá votos, solo el compromiso bautismal y el de la caridad evangélica, la norma que da a
su Congregación es la misma de Cristo, "la regla de las reglas es la caridad". El ideal es vivir con Cristo, para
él, en él, y llega a tener todos un solo corazón con el Corazón de Jesús y María.

Pero Juan Eudes es también el fundador de la Sociedad de la Madre Admirable. En esta sociedad acoge a
todas las personas piadosas que deseen santificarse en el mundo y servir a Dios y al prójimo, orar por los
sacerdotes y ayudar a buscar y proteger a quienes se sientan llamados al presbiterado.
Biografía
En la segunda mitad del siglo XVI, vivía en Ri, Normandía
(Francia), un granjero llamado Isaac Eudes, casado con Marta
Corbin. Como no tuviesen hijos al cabo de dos años de matrimonio,
ambos esposos fueron en peregrinación a un santuario de Nuestra
Señora. Nueve meses después tuvieron un hijo, al que siguieron
otros cinco. El mayor recibió el nombre de Juan y, desde niño, dio
muestras de gran inclinación al amor de Dios. Se cuenta que,
cuando tenía nueve años, un compañero de juegos le abofeteó; en
vez de responder en la misma forma, Juan siguió el consejo
evangélico y le presentó la otra mejilla.

A los catorce años, Juan ingresó en el colegio de los jesuitas de


Caén. Sus padres deseaban que se casara y siguiera trabajando la
granja de la familia. Pero Juan, que había hecho voto de virginidad,
recibió las órdenes menores en 1621 y estudió la teología en Caén con la intención de consagrarse a los
ministerios parroquiales. Sin embargo, poco después determinó ingresar en la congregación del oratorio, que
había sido fundada en 1611 por el futuro cardenal Pedro de Bérulle. Tras de recabar con gran dificultad el
permiso paterno, fue recibido en París por el superior general en 1623. Juan había sido hasta entonces un
joven ejemplar: su conducta en la congregación no lo fue menos, de suerte que el P. Bérulle le dio permiso
de predicar, aunque sólo había recibido las órdenes menores. Al cabo de un año en París, Juan fue enviado a
Aubervilliers a estudiar bajo la dirección del P. Carlos de Condren, el cual, según la expresión de Santa Juana
Francisca de Chantal, "estaba hecho para educar ángeles".

El fin de la congregación del oratorio consistía en promover la perfección sacerdotal y Juan Eudes tuvo la
suerte de ser introducido en ella por dos hombres de la talla de Condren y Bérulle.

Fue ordenado presbítero el 20 de diciembre de 1625. Durante estos años se impregnó del pensamiento
espiritual de Bérulle, centrado totalmente en Cristo, y compartió su deseo de "restaurar en su esplendor el
orden sacerdotal". Penetrado de este espíritu, evangelizó como misionero apostólico muchos pueblos y
ciudades de Normandía, He de France, Borgoña y Bretaña.

Al servicio de los enfermos


En ese año, se desató en Normandía una violenta epidemia de peste, y Juan se ofreció para asistir a sus
compatriotas. Bérulle le envió al obispo de Séez con una carta de presentación, en la que decía: "La caridad
exige que emplee sus grandes dones al servicio de la provincia en la que recibió la vida, la gracia y las órdenes
sagradas, y que su diócesis sea la primera en gozar de los frutos que se pueden esperar de su habilidad,
bondad, prudencia, energía y vida". El P. Eudes pasó dos meses en la asistencia a los enfermos en lo espiritual
y en lo material. Después fue enviado al oratorio de Caén, donde permaneció hasta que una nueva epidemia
se desató en esa ciudad, en 1631. Para evitar el peligro de contagiar a sus hermanos, Juan se apartó de ellos
y vivió en el campo, donde recibía la comida del convento.

Predicador ungido
Pasó los diez años siguientes en la prédica de misiones al pueblo, preparándose así para la tarea a la que Dios
le tenía destinado. En aquella época empezaron a organizarse las misiones populares en su forma actual. San
Juan Eudes se distinguió entre todos los misioneros. En cuanto acababa de predicar, se sentaba a oír
confesiones, ya que, según él, "el predicador agita las ramas, pero el confesor es el que caza los pájaros".
Mons. Le Camus, amigo de San Francisco de Sales, dijo refiriéndose al P. Eudes: "Yo he oído a los mejores
predicadores de Italia y Francia y os aseguro que ninguno de ellos mueve tanto a las gentes como este buen
padre". San Juan Eudes predicó en su vida unas ciento diez misiones.

Una de las experiencias que adquirió durante sus


años de misionero, fue que las mujeres de mala vida
que intentaban convertirse, se encontraban en una
situación particularmente difícil. Durante algún
tiempo, trató de resolver la dificultad alojándolas
provisionalmente en las casas de las familias
piadosas, pero cayó en la cuenta de que el remedio
no era del todo adecuado. Magdalena Lamy, una
mujer de humilde origen, que había dado albergue
a varias convertidas, dijo un día al santo: "Ahora os
vais tranquilamente a una iglesia a rezar con
devoción ante las imágenes y con ello creéis
cumplir con vuestro deber. No os engañéis, vuestro
deber es alojar decentemente a estas pobres mujeres
que se pierden porque nadie les tiende la mano".

Estas palabras produjeron profunda impresión en


San Juan Eudes, quien alquiló en 1671, una casa
para las mujeres arrepentidas; en la que podían
albergarse en tanto que encontraban un empleo
decente. Viendo que la obra necesitaba la atención
de religiosas, el santo la ofreció a las visitandinas,
quienes se apresuraron a aceptarla.

Después de mucho orar, reflexionar y consultar,


San Juan Eudes abandonó la congregación del oratorio en 1643. La experiencia le enseñó que el clero
necesitaba reformarse antes que los fieles y que la congregación sólo podría conseguir su fin mediante la
fundación de seminarios. El P. Condren, que había sido nombrado superior general, estaba de acuerdo con
el santo; pero su sucesor, el P. Bourgoing, se negó a aprobar el proyecto de la fundación de un seminario en
Caén.

Entonces el P. Eudes decidió formar una asociación de sacerdotes diocesanos, cuyo fin principal sería la
creación de seminarios con miras a la formación de un clero parroquial celoso. La nueva asociación quedó
fundada el día de la Anunciación de 1643, en Caén, con el nombre de "Congregación de Jesús y María". Sus
miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos y no estaban obligados por ningún voto. San
Juan Eudes y sus cinco primeros compañeros se consagraron a "la Santísima Trinidad, que es el primer
principio y el último fin de la santidad del sacerdocio". El distintivo de la congregación era el Corazón de
Jesús, en el que estaba incluido místicamente el de María; como símbolo del amor eterno de Jesús por los
hombres.

Entonces el P. Eudes decidió formar una asociación de sacerdotes diocesanos, cuyo fin principal sería la
creación de seminarios con miras a la formación de un clero parroquial celoso. La nueva asociación quedó
fundada el día de la Anunciación de 1643, en Caén, con el nombre de "Congregación de Jesús y María". Sus
miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos y no estaban obligados por ningún voto. San
Juan Eudes y sus cinco primeros compañeros se consagraron a "la Santísima Trinidad, que es el primer
principio y el último fin de la santidad del sacerdocio". El distintivo de la congregación era el Corazón de
Jesús, en el que estaba incluido místicamente el de María; como símbolo del amor eterno de Jesús por los
hombres.

Hombre de realizaciones, fundó la Orden de Nuestra Señora de la Caridad para acoger y ayudar a las mujeres
y a las jóvenes maltratadas por la vida.

Sigue una amplia trayectoria de misiones (117), funda varias comunidades; deja un legado de libros de
oración y cartas de gran valor para la comunidad y la doctrina espiritual se denota su amor al pobre, al rico,
al hombre, la mujer, al enfermo, al benefactor, al clero, al laico.

De mártir, su castidad, la ayuda al enfermo, el pesimismo y el dolor no le


fueron un karma, sino una oportunidad de ver el amor de Jesús en su camino
y la fortaleza para seguir una vida de entrega al corazón de Jesús.

Hizo amar a Cristo y a la Virgen María, hablando sin cesar de su Corazón,


signo del amor que Dios nos da y de la comunión a la que estamos llamados.
Para tributarles un culto litúrgico, compuso misas y oficios e hizo celebrar
la primera fiesta del Corazón de María el 8 de febrero de 1648 en Autun y
la del Corazón de Jesús el 20 de octubre de 1672.

Además, con numerosos escritos contribuyó a propagar la espiritualidad de sus maestros del Oratorio, al
mismo tiempo que por su carisma propio le imprimía un carácter personal, hasta el punto de que se le
considera a él también un maestro de espiritualidad.

Murió el 19 de agosto de 1680. El Papa Pío XI lo canonizó el 31 de mayo de 1925 y es elevado a los altares
como uno de los incomparables santos de Dios.

UNIMINUTO, 2009

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