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Algo muy importante a tener en cuenta, es que dicha posición NO varía. Sea
hombre, mujer, de talla alta, baja, se encuentre acostado, parado o haciendo la
vertical, TODO se describirá a partir de la posición anatómica de referencia.
Y por último uno sagital, que presenta dirección anteroposterior, es decir desde
adelante hacia atrás como si fuera una flecha.
Mientras que por último, este eje marcado que tiene dirección anteroposterior,
podría analogarse al eje sagital.
Por otro lado, si nosotros observamos la sumatoria del eje longitudinal, sumado
a uno transversal, vemos que se forma un plano, que pintaremos de amarillo, el
cual denominaremos plano coronal, también llamado frontal.
Por último, si sumamos el eje transversal con el eje sagital, que se denomina
plano transversal y pintaremos de rojo.
Por otro lado, llevado esto mismo al movimiento de extensión, se define como
el enderezamiento o el aumento del ángulo formado entre huesos o segmentos
del cuerpo. Es el movimiento opuesto a la flexión. El segmento en movimiento
se desplaza en un plano sagital, alrededor de un eje trasverso. Como
conclusión, aquellos movimientos que son contrarios entre sí, como lo son la
flexión y extensión, se realizan alrededor del mismo eje (el transversal en este
caso) y a través de un mismo plano (el sagital en este caso).
• En posición ERGUIDA.
• Con la cabeza, los ojos y los dedos del pie hacia ANTERIOR,
mirando al horizonte.
Esqueleto:
Los huesos son órganos vivos que están formados por un tejido conectivo
duro y resistente.
A su vez cada miembro tiene dos porciones: una cintura, que lo relaciona con
el esqueleto axial, y una porción libre del miembro, que corresponde al resto de
sus huesos. La escápula y la clavícula forman la cintura pectoral y el coxal
forma la cintura pélvica.
Huesos largos, que son aquellos huesos donde el largo predomina por sobre el
espesor y el ancho. Estos huesos, tienen como principal, aunque NO única, la
función de hacer palanca. En los huesos largos, característicamente podemos
diferenciar un extremo proximal, denominado epífisis proximal, un extremo
distal, denominado epífisis distal, y uno intermedio denominado diáfisis. Entre
la epífisis y la diáfisis se encuentra una zona denominada metáfisis, donde en
jóvenes, podremos encontrar la fisis, o también conocido como cartílago de
crecimiento; encargado de que el hueso crezca a lo largo. Estos huesos tienen
en su periferia hueso compacto, y profundo a este, hueso esponjoso. En el
centro de la diáfisis, poseen lo que se denomina cavidad medular, cuya función
es albergar a la medula ósea, que tiene función hematopoyética, es decir, de
generar células de la sangre. Cabe destacar, que a medida que crecemos, la
médula ósea se va degenerando a tejido graso, y es en pocos huesos, donde
se conserva la función hematopoyética.
Otro tipo de hueso lo constituyen los huesos cortos. Estos se caracterizan por
la similitud de sus tres medidas, ni el ancho, ni el largo, ni el espesor sobresale
por sobre el resto. Su principal función es la de soportar peso.
Por último, encontramos a los huesos planos; estos tienen dos medidas
similares, el ancho y el largo, que predominan claramente por sobre el espesor.
Se caracterizan por no tener cavidad medular, y presentan superficialmente
tejido compacto, conocido como tabla, y un centro de hueso esponjoso
conocido como diploe.
Lo último que debemos describir en una articulación, son los medios de unión
que a grandes rasgos los podremos clasificar en la cápsula fibrosa, y los
ligamentos que estabilizan una articulación. Estos últimos podrán ser activos,
en caso de que sean músculos que colaboran en la estabilidad articular, o
pasivos, si son ligamentos de tejido conectivo denso elástico o fibroelástico sin
capacidad contráctil.
Un ligamento propiamente dicho, es una estructura que tiene como función dar
estabilidad a dos elementos articulados para que se mantengan congruentes.
La clasificación histológica del mismo excede a los objetivos de la clase, pero
es importante tener en cuenta que no está formado por tejido contráctil, sino
exclusivamente por tejido conectivo denso. Repasando un poco lo previamente
mencionado, cuando dos estructuras óseas se articulan a través de un
ligamento, constituyen una articulación de tipo fibrosa sindesmosis.
Por otro lado, podemos encontrar a la fascia profunda, que se encuentra por
debajo del tejido celular subcutáneo, y separa al compartimiento superficial del
profundo. De esta fascia, se desprenden láminas que envuelven a los
músculos, permitiéndoles contraerse y moverse sin afectar ni irritar a las
estructuras vecinas. También, se desprenden tabiques. Cuya función reside en
agrupar músculos que tengan una misma función generando compartimientos.
Por ejemplo, en el compartimiento anterior del brazo, se encuentran todos los
músculos que hacen flexión del codo; mientras que en el compartimiento
posterior, se encuentra el músculo encargado de hacer la extensión de la
articulación. Si estos músculos se encontraran en el mismo compartimiento, se
generarían movimientos contrarios dentro del mismo, generando un conflicto.
Por otro lado, para tener en cuenta, la fascia profunda dividirá al espacio
superficial, del profundo. Como concepto relevante, entonces superficial a la
fascia profunda, encontraremos los vasos que componen el drenaje venoso
superficial del cuerpo, al igual que el drenaje linfático superficial. También
encontraremos arterias de muy bajo calibre, y nervios sensitivos nervios
simpáticos motores para los músculos piloerectores. Por el contrario, profundo
a la fascia profunda, encontraremos a las arterias de mayor calibre y al drenaje
profundo tanto venoso como linfático, como así también nervios de mayor
calibre, que serán motores, sensitivos y/o autónomos.
Solemos escuchar que las venas son los vasos que llevan sangre sin oxígeno,
o que tienen válvulas. Si bien en GENERAL esto es así, no es lo que define a
una vena, ya que para las características anteriores, hay excepciones como
estudiarán la clase que viene con euge. De ahora en más definiremos a una
vena como aquel vaso que lleva sangre desde la periferia hacia el corazón, en
dirección centrípeta, sin importar el tipo de sangre que lleve, el espesor de su
pared, o la presencia o ausencia de válvulas.
Lo mismo sucede con las arterias pero en forma inversa. No importará si lleva
sangre oxigenada o carbooxigenada (es decir con dióxido de carbono), si el
espesor de la pared del vaso es mayor o menor, lo único que definirá a una
arteria es la propiedad de llevar sangre desde el corazón hacia los tejidos, o
sea de forma centrífuga.
Como vemos en esta imagen, una arteria, que por convención en anatomía las
encontraremos pintadas de rojo, se va ramificando en arterias de menor calibre
hasta llegar a una estructura que ya NO es una arteria, sino que es un vaso
que se denomina vaso capilar. Es a través de estos vasos que se produce el
intercambio de elementos entre el compartimiento vascular y el de los otros
órganos. Y acá hay que tener en cuenta que los elementos que se
intercambian entre los capilares y los tejidos, pueden ir de un lado a otro o
incluso a veces quedan en el medio, en lo que se conoce como espacio
intersticial en forma de líquido hístico.
Los órganos linfáticos primarios, que se caracterizan por tener una función
linfopoyética, es decir que es desde ellos donde se originan y maduran las
células de la inmunidad. Estos órganos son la médula ósea (como nombramos
cuando describimos la cavidad medular de las diáfisis de los huesos largos) y
el timo.
Por otro lado, están los órganos linfáticos secundarios, cuya característica es
que en ellos se monta una respuesta inmune, es decir que las células del
cuerpo reconocen y atacan a otras células, microorganismos o cualquier
elemento que el sistema inmune reconozca como extraño. Los órganos
linfáticos secundarios son el bazo, los nodos linfáticos, y los tejidos linfoides
asociados a mucosa.
Por otro lado, otro elemento que compone al sistema linfático son los vasos
linfáticos. Estos generalmente siguen a las venas, y también, al igual que ellas,
comienzan en la periferia en vasos de muy pequeño calibre, para luego ir
generando vasos de mayor calibre. La función de los vasos linfáticos es la de
recuperar y devolver, casi a nivel del corazón, el líquido hístico que queda en el
espacio intersticial cuando se produce el intercambio de nutrientes entre los
capilares y los tejidos. A este líquido recuperado dentro de los vasos linfáticos,
lo denominaremos linfa, y no es más que un ultra filtrado de plasma que posee
anticuerpos. Cuando este líquido se acumula en el espacio intersticial, por
ejemplo por alguna oclusión de los vasos linfáticos, se genera lo que
conocemos como edema linfático o linfedema.
A medida que la linfa discurre a través de los vasos linfáticos, estos, van
llevando la linfa a través de los nodos linfáticos, con el objetivo de ir
“controlando” por así decirlo, el contenido de la linfa. En caso de que se
encuentre algún elemento extraño, este se retendrá en los nodos linfáticos, y
se montará una respuesta inmune para poder atacarlo. Es por eso, por
ejemplo, que cuando tenemos una infección en la garganta, se nos inflaman los
ganglios del cuello. Esa es la traducción de que se está montando una
respuesta inmunológica para poder combatir al microorganismo que generó la
infección. Cabe aclarar que el sistema nervioso central CARECE de sistema
linfático.
Al sistema nervioso lo podemos clasificar según vario criterios, siendo los tres
más importantes:
El sistema nervioso simpático es aquel sistema que nos prepara para la huida,
o para una situación de estrés, por ejemplo cuando estamos por rendir un
examen:
Para finalizar, cuando de hablamos del tegumento, podemos decir que está
constituido por dos capas: la piel y el tejido subcutáneo.
Esta misma tiene diferentes estratos, que de superficial a profundo son los
estratos:
Córneo
Lúcido
Granuloso
Espinoso
Basal
Los vasos dentro del tegumento se disponen a través de dos plexos; uno
superficial, entre la dermis papilar y reticular; y otro profundo entre la dermis
reticular y la hipodermis. Recordemos que la epidermis es una capa
AVASCULAR.