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UNA MIRADA SOCIOLÓGICA.
Howard Becker, uno de los sociólogos más destacados de la
segunda escuela de chicago, orientó sus investigaciones al
mundo de los músicos de jazz y el consumo de drogas, con la
intención de aportar posturas críticas ante la denominada
“sociología de la desviación”, sentando las bases de la teoría del
etiquetado. Es autor de una serie libros en diversos temas:
sociología del arte, investigación cualitativa y escritura en
ciencias sociales.
La obra fue publicada en 1953. La autonomía que el autor
maneja sobre como consumir marihuana, nos ilumina el acto de
entender la práctica de las ciencias sociales, que se presenta a
través de diálogos, es decir, demostró el acto social que implica
fumar marihuana, dejando huellas para la concepción de lo
social y la investigación en ciencias sociales.
Fumar marihuana no es una expresión psicológica enfermiza, es
un acto que se adquiere al aprender las formas de consumirla
para sentir sus efectos (disfrutar el momento), tener una
experiencia divertida. Al no ser un acto individual, es más bien
el resultado de relaciones sociales que facilitan la actividad.
La desviación como resultado de una relación social
Los decretos sociales pueden combatir el consumo de ciertas
sustancias, pero es inevitable erradicar la iniciativa a fumar, ya
que no es un proceso automático o unívoco; la investigación que
hace Becker es desde el punto del fumador, que hasta entonces
y hasta ahora es sentado como un carácter patológico
(psicológico), al realizar éste cambio de perspectiva, Becker,
deja tachada los ojos de la sociedad que mantienen etiquetados
a estos raros.
Un fumador de marihuana es un desviado social; por resultados
de procesos políticos en la diferencia dispar de poder, para
aplicar e imponer reglas respecto a prácticas, la complejidad
social y coexistencia de diversos grupos donde el
etiquetamiento es concurrente, generando conflictos que
nuestra contemporaneidad padece; entonces según él entorno
al que pertenece, es decir, termina rotulado en un proceso
conflictivo en ciertos grupos sociales quienes crean la desviación
según las normas que promueven cuya infracción genera una
desviación, pero estas desviaciones son variables, (sancionadas
por unas sociedades y por otras no); en conclusión, el fumador
no es alguien que sufre de una patología psicológica.
Becker enaltece la piedra filosofal al permitirnos ver que a
menudo se están dando procesos de normalización, infracción,
etiquetamiento, es decir contribuye a cuestionar la noción de
cultura como un aspecto homogéneo.
Un modo de obrar
Becker deja de preguntarse el porqué de cierto comportamiento,
para preguntarse por las condiciones bajo las cuales cualquier
persona puede llegar a ser consumidor y ésta práctica sea
considerada desviada, al permitirse éste desplazamiento, está a
merced de responder el conjunto de condiciones de interacción:
¿quiénes, ¿cuándo?, ¿con que amistades?, ¿qué tipos de
aprendizaje?; (la intención era conocer las secuencias, como una
cosa lleva a otra), así mismo acusaba a los investigadores de
llamar contexto a las demás partes integrantes como si los
fenómenos sociales se enlazaban en efectos causales aislados
en un determinado espacio. Es así que las sociologías
pragmáticas contemporáneas recibieron un gran legado de
Becker quien consideraba que las cosas también actúan y son
parte de sistemas de interacciones sociales.
La adicción a los opiáceos había dado origen al “yonqui”, un
individuo adicto que llegaba a cometer delitos por consumir su
droga, los expertos y la opinión pública creían que era a causa
de su depravación moral u enfermedad mental, Alfred
Lindesmith, escribió “opiate addiction-1947”, atribuía la adicción
de los opiáceos de que el consumidor las consumía haciéndose
la idea de aliviar síntomas físicos intensamente displacenteros,
este libro abrió la inquietud de repensar la marihuana, a Becker
le gustó la idea de entender la experiencia de “tener un viaje” o
“estar volado”.
Hacia los años 70´s un grupo de estudiantes universitarios
fueron detenidos por posesión de marihuana, desde entonces
Becker fue solicitado como experto ya que hacía años había
presentado un artículo “sobre como uno debía aprender a tener
un viaje”, ya que un grupo de agricultores se propuso hibridar la
planta para mejorar la concentración de THC, así contribuiría a
tener una experiencia más intensa (sería difícil saber que algo
raro pasaba); al seguir las investigaciones, un hombre
consumidor de drogas resumió algo importante, es decir, Becker
decía que los novatos tenían que aprender a vivenciar los
efectos, lo que el hombre respondió: ¿¿percibir los
efectos???,ese tal Becker debería cambiar de proveedor.
En cierto punto parece contradecir las afirmaciones de Becker,
pero si bien al fumarse el porro no sólo significa reconocer que
algo está sucediendo, también implica entender lo que la droga
hace por muy obvio que pueda parecer a otras interpretaciones.
Hasta entonces se habla de una cultura de la droga, un
desarrollo de hábitos personales (creencias políticas, aspecto
físico descuidado), pero lo que más de divulgó fue el corpus de
conocimiento acerca de lo que era fumar la marihuana (las
experiencias que producía), al circular ésta cultura entre amigos
y diversas comunidades se reducía la incidencia de experiencias
displacenteras entre consumidores novatos y experimentados,
minimizándose los miedos de intervención policial.