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Cuentos y Mitos de Los Piaroa PDF
Cuentos y Mitos de Los Piaroa PDF
de los piaroa
© Lajos Boglár
© Fundación Editorial El perro y la rana, 2015
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Edición
Yuruhary Gallardo
Corrección
Ninoska Adames
Diagramación
Joyce Ortiz Montoya
Lajos Boglár
NOTA EDITORIAL
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PRÓLOGO Y ESTUDIO SÍNTESIS
DE LOS RELATOS ORALES
1 La historia de Eötvös Loránd, otrora Trnava, data del año 1635 (N. del P.).
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Cuentos y mitos de los piaroa
tiempo, específicamente entre 1953 y 1956, había abierto dos áreas fun-
damentales de estudios: Artes y Ciencias.
Entre 1953 y 1979 Lajos Boglár fue curador del Museo de Etnografía
de Budapest y jefe del Departamento de Investigación Internacional. En
1966 se casa con Eva Horvath, con quien tiene dos hijos, Andrea en 1967
y Gabriel en 1969. En 1979 fue investigador de la Academia de Ciencias
de Hungría. Luego vuelve a la Universidad Eötvös Loránd como profesor
asociado de Antropología Cultural y se convierte en líder del grupo de
expertos en Estudios Internacionales. En 1989 fue vicepresidente de la
Sociedad Húngara de Latinamerikanisták (latinoamericanistas), perío-
do durante el cual publica en revistas científicas internacionales como
Szerkesztte (Estructura y Simbiosis). A partir de allí se da a conocer y lo
nombran presidente de la Sociedad Húngaro-Brasileña.
Su trabajo se conoció en nueve museos europeos dedicados a coleccio-
nes etnográficas y mantuvo una exposición permanente en Tatabánya que
es la mayor ciudad del condado Komárom-Esztergom en Hungría. Pronto
Lajos Boglár se dedicaría de manera definitiva a la investigación etnográfica
de pueblos indígenas, muy especialmente en Brasil y en Venezuela.
El antropólogo produjo varios documentales que causaron mucho
interés al público de la época. Rodó en filmes de 16 milímetros comen-
zando la década de los sesenta y también durante los años setenta. En
1969 realiza un documental llamado Los Nambikuara (pueblo indígena
de Brasil), investigación que alterna con trabajos de campo en Venezuela,
pues entre 1967-1968 y 1974 trabaja también con el pueblo piaroa de la
selva amazónica venezolana. De esta investigación surgió el documental
Piaroak Vilaga.
El autor se dedicó con entusiasmo a recoger la expresión literaria
indígena, trabajo del cual resulta Cuentos y mitos de los piaroa publicado
en principio por la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas en la
revista Montalbán n.° 6 fechada en 1977, el artículo está inserto entre
las páginas 218 y 313. Además, el documento fue publicado en la revista
Montalbán como una separata que consta de casi 100 páginas.
Entre 1979 y 1988 Lajos Boglár trabajó en un pueblo indígena guara-
ní en Brasil llamado kaiapó, cuyas manifestaciones culturales también
quedarían registradas en película de 16 milímetros. Entre los años 1991 y
1997 trabajó entre el pueblo indígena wayana, este pueblo está asentado
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Prólogo y estudio síntesis de los relatos orales
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Cuentos y mitos de los piaroa
Otros documentales:
L’Indien (1974)
Diario de viaje a Wayanad (1991-1996)
Húngaros en Brasil (1997)
Premios y reconocimientos:
Ciencias de la Etnografía (1969)
Doctorado en Sociología (1999)
Premio de la Fundación Soros-Creativas (1999)
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Prólogo y estudio síntesis de los relatos orales
quien afirma que Buoka, el primer dios creador, nació de las palabras del
canto, pues en el principio no existían más que las palabras. Las palabras
poseían pensamientos y visiones que fueron difundidas por el viento.
Esas palabras mágicas, que luego son asumidas por Buoka, fueron las que
crearon a los dioses del origen, pero también a los animales, a las plantas
y luego a los seres humanos. A través del canto de Buoka se van estruc-
turando todos los elementos que conformarán la vida en los espacios
vegetales, animales, minerales y humanos para vivir en armonía perfecta,
siempre y cuando se honren a sus dioses creadores. Así, en varias partes
de los cantos piaroa actuales se reafirma que ellos al principio no tenían
más que palabras y que estas eran sagradas.
Esta misma tradición del canto sigue siendo la norma para mantener
la extraordinaria cultura piaroa. Todos los actos fundamentales de su
vida se evocan, rememoran y predicen con el canto, asimismo los ritua-
les, las ceremonias, el nacimiento de todos los seres vivos, la cacería,
la labranza de la tierra y la agricultura, la construcción de sus casas de
habitación (itsode), las relaciones sexuales, la estructura de su parentes-
co, el aparecimiento de la cultura criolla en sus áreas de selva, sus imple-
mentos y los daños que provocan, también se enuncian y describen los
caminos de la muerte.
Una realidad que debe entenderse en la mitología y en los relatos
piaroa es que todo su mundo inicial se produjo de manera precisa en
los momentos primordiales del tiempo fuerte de sus orígenes, cuando
plantas, animales y espacios geográficos eran poblados solamente por
seres animales y, en algunas circunstancias muy especiales, cuando
seres humanos del origen –dioses y animales– podían entenderse en
un solo idioma, el idioma del conocimiento también llamado el wotjüja.
La virtud de este principio está en que todos los seres vivos, ya sean
humanos, aves, reptiles, insectos, etc., aún no eran diferentes a los “seres
humanos” y todos se comprendían. Hay, sin embargo, muchos relatos en
los cuales se afirma que algunas aves u otros animales no hablaban su
propio idioma y hay lamentos sobre este desencuentro.
También encontramos relatos en los cuales se describen a seres
primitivos, salvajes y caníbales. Estos seres no son despreciados por los
piaroa, pero sí colocados en observación. Los dea’ruwä (como se auto-
denominan) son “Seres de la selva”, y dentro de sus principios filosóficos
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Cuentos y mitos de los piaroa
todos los seres que viven en “su selva” son sus hermanos, por ello no
se pueden ingerir en su alimentación diaria. Dadas estas razones ellos
poseen en su cultura un ritual muy complejo y extremadamente sagrado
al que llaman Warime, cuya traducción no es esa que se ha asumido en
la cultura criolla, pues –con absoluto respeto a los colegas que lo han
interpretado de otra manera– no es una simple fiesta. Warime es un es-
tado del tiempo que se produjo en los orígenes de la vida con el fin de
solicitar a sus dioses creadores que les permitieran adquirir los alimentos
necesarios para su manutención. Según sus interpretaciones, es en este
estado sagrado en el cual los dioses primigenios aparecen enmascarados
para ocultar su verdadera persona, y a través de sus cantos o meñé les dan
las orientaciones para que puedan comer en abundancia de acuerdo con
la época, a la vez que se establece el sacrificio de los dioses del origen que
eran animales. Ellos mismos son los que, utilizando complejas comunica-
ciones en los cantos, les autorizan que pueden comerlos pero no sin antes
honrarlos. Este es el verdadero sentido del Warime, el cual, hasta hoy, es
un ritual sagrado y muy secreto. El hacerlo de forma artificial –como han
pretendido miembros de la sociedad dominante– puede traer muy malas
consecuencias para la comunidad piaroa, pues ellos afirman que no se
puede solicitar la presencia de sus dioses cuando no es el verdadero tiem-
po para hacerlo. Los chamanes o meñé-ruwä, es decir, los “Dueños del
canto y de la palabra” están atentos para llevar a cabo estos rituales en los
cuales se realizan infinidades de ceremonias sagradas, cantos, comidas
y bebidas muy eficaces para solicitar la continuidad de la vida de toda la
sociedad piaroa. Son sus ancestros quienes les brindan la posibilidad de
saber cómo vivir y perdurar en el tiempo.
Volviendo sobre el trabajo de compilación y estudio de Lajos Boglár
el texto introductorio ofrece una revisión de la ubicación del pueblo pia-
roa, una aclaratoria sobre la densidad poblacional para la época y una
descripción del área que en ese momento se llamaba Territorio Federal
Amazonas, el cual en 1992 pasó a ser estado Amazonas. El autor describe
además los diversos períodos en los cuales hizo su trabajo de campo,
reconoce los conocimientos que sobre los piaroa poseían los investiga-
dores y antropólogos norteamericanos Joanna Overing y Myron Kaplan,
y destaca el acompañamiento del etnomusicólogo István Halmos, hún-
garo como él, con quien formó equipo para la grabación de los cantos
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Debes redactar esta parte con mayor claridad. Lo que escribes sobre
la caza y las plantaciones se comprende plenamente pero hay varios
detalles que no son claros para mí, por eso redáctalos con mayor cla-
ridad para que no solamente los especialistas sino nosotros también lo
comprendamos puesto que lo que escribes es sobre nosotros y para no-
sotros. Aunque parte de mi vida haya pasado fuera de la selva, es por eso
que parte de nuestra religión no la comprendo, sin embargo por mi pa-
dre sé cómo era nuestra vida antes. No podría decir que yo comprenda
todo de la cultura piaroa pero estoy seguro en que todo lo que se pueda
debemos explicar puesto que es importante para ti y para nosotros. Eso
puede facilitar a que los niños y los jóvenes sepan cómo era la vida de los
piaroa antes y qué es lo que se conservó de aquella vida.
¿Qué es lo que pasará con los piaroa? En la selva vivían con toda tranqui-
lidad su “literatura”, la mitología, y seguían sus ritos pero hoy día tanto
viejos como jóvenes viven de otra manera aquí a poca distancia de Puerto
Ayacucho. Se mudaron para acá para sobrevivir porque en la selva en
los últimos años muchos se han muerto. De aquellos jefes que también
tú escribes se murieron Pjarapja, Ijure, Piu, Capita, Cabo, incluso el hijo
del jefe Pitah, José, ha muerto. Aunque hayamos escogido esta vida mo-
derna, la vida de hoy, no por eso quiero que se pierda todo lo que sea
tradicional incluso por eso está bien que tú anotes lo que hace seis años
existía porque la gente olvida muchas cosas, es poco lo que conserva la
memoria. Cuando el libro esté listo sobre nosotros, los niños piaroa ya lo
podrán leer, los niños que estoy enseñando. Es otra razón más para que
lo escribas con sencillez.
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La identificación con las plantas, a pesar de que los procesos sean re-
gularmente repetidos, por lo largo de esto (siembra-cosecha) son más
abstractos; es obvio que sea más real la relación con los animales –proyec-
ción mítica de los contactos verídicos–, pues incluso los cazadores suelen
domesticar animales como el perro, pájaro, etc., (es del todo natural que
los animales sean objetos de la identificación por excelencia. Hay varios
relatos que lo afirman, así, por ejemplo “El canto del danto”, “Canto de la
historia de la babilla”2).
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Cuentos y mitos de los piaroa
kareru. Era árbol sagrado del origen y Wajari bebió de su savia. Ambos
hermanos bebieron extractos de este árbol y tuvieron visiones y volaron
sus pensamientos de creadores. Este árbol es el padre de los animales
del origen. Es el que les da sus lenguajes. En sus visiones Wajari creó los
instrumentos musicales que representan a estos animales del origen del
mundo. Luego creo el sol, el agua, la tierra. Al fin, Wajari recobró la vista
porque seguía ingiriendo el jugo de kareru, que le enseñó a tomar un es-
píritu llamado Tjenemu Ofoda-a. Y así le confirmó a su hermano Buoka
que el jugo del kareru da las imágenes del futuro porque es el árbol de la
verdad. De esta manera Wajari se convierte en el creador de la sociedad
piaroa y de otros pueblos originarios, así como también de su cultura y
del firmamento en general con todos sus elementos. Por estas virtudes
de Wajari se inician las competencias entre los dos hermanos. Buoka,
entonces, disgustado, empieza a crear todo lo malo y especialmente las
enfermedades que producirán los animales cuando sean ingeridos por
los seres humanos. Tchejeru, hermana de ellos pero creada por Wajari,
se convierte en aliada de su hermano creador y representa la agricultura
y la naturaleza.
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criolla. Es decir que del lado femenino de los piaroa nace también la
descendencia criolla.
Kareru
Antes de la creación de los árboles Wajari levantó el firmamento,
empezó el ordenamiento de la tierra; sin embargo, todavía había oscu-
ridad. Luego, llamó a su espíritu auxiliar, de nombre Pjepju, para que le
ayudara a buscar todos los árboles necesarios, entre ellos: dada, tuminya
y kareru. Y una vez que bebió el extracto de kareru, con toda su fuerza y
sabiduría, colocó el sol en su lugar. Ahora vino la claridad.
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Cuentos y mitos de los piaroa
carne de pescado que ya tenía lista para su próxima obra. Sin embargo,
insistió, logró obtener más carne de pescado y así hizo a la segunda
pareja. Buoka, quería saber cómo lo hacía y transformado en diferentes
animales de la selva lo vigilaban de cerca. Wajari ya había creado a dos
parejas de seres humanos con carne de pescado. Pero obtenía los peces
cazándolos con “anzuelo de los blancos”. Luego se dio cuenta de que
les desgarraba la garganta y eso no le pareció. Entonces inventó otro
tipo de masa con yuca, plátano, piña y batata. Estos productos sirvieron
para los peces y para crear a los seres humanos. Al mismo tiempo creó la
brisa, el espacio y la bóveda celeste para que los seres vivos tuvieran una
adecuada separación del sol y así no quemarse. Los hijos de las parejas se
multiplicaron y asimismo los alimentos. Los seres humanos aprendieron
a cultivarlos, a cazar y a pescar, respetando a los animales como sus
hermanos de la selva.
Wajari no vivía solo en la tierra, pernoctaba en el firmamento, su
casa se llamaba Umonloja Ojuna, significa “La casa del cielo”. Wajari via-
jaba para saber cómo vivían los seres de su creación y así vio cómo los
humanos celebraban con el Warime que era llevado a cabo en honor a
sus dioses creadores, pero los seres humanos elaborados de carne de
pescado y luego de verdura y frutas, nada sabían de su creador. Él los
observaba porque entraba a sus casas transformado en mosquito rojo y
se colocaba en el techo. Y desde allí celebraba su creación con amor y
admiración. Por el contrario, su envidioso hermano Buoka, no aceptaba
a los seres de la creación de Wajari, los maldecía y les enviaba enferme-
dades e injurias con el fin de que fueran devorados por los jaguares y
por los malos espíritus. Buoka creó todos los peligros que hoy acechan
a su mismo pueblo y por eso mueren. También afirmó que los blancos
superarían a los piaroa.
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Mariweka
Ñemej pronunció: “¡Jina-itsoma mariwekane peyenne Kuaomine!”
“¡Venimos de abajo desde el origen donde Wajari nos creó!”, ese lugar
es Mariweka. Wajari dijo: “¡Jajkwawatamu!”, “¡Crezcan!” Crecimos y nos
dio nombre. Vivimos en el antiguo raudal, se llama, Piaje Muotsa. Wajari
cantó allí contra las enfermedades que aquejan a los piaroa y pronun-
ció los nombres de todos los animales y de las enfermedades que cau-
san a los humanos cuando se ingiere su carne sin hacerles los rituales
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correspondientes. Los cantos meñé son los que curan las enfermedades
del cuerpo y las fiebres altas. Son los espíritus de los animales los que
dejan de hacer daño al cuerpo a través del meñé-ruwä, chamán curador,
pues Wajari sopla el agua que bebemos. Las enfermedades son inconta-
bles, ellas provienen de cada animal. El canto general para curar todas las
enfermedades se llama meñé-jawapu, y todos los remedios juntos, jawapu.
Wajari creó las enfermedades para que no nos olvidemos de él. Él es nues-
tro creador y el abuelo de todos nosotros. También hay una verdad secreta
sobre Wajari y es que cometió incesto con su hermana Tchejeru. Y este
acto orienta las relaciones de parentesco entre los piaroa de toda la vida.
Debemos agregar aquí unas notas explicativas que no aparecen en
este relato pero que son necesarias para entender otros mitos de origen
sucesivos. Wajari está y siempre estuvo representado en el danto o tapir,
animal herbívoro y comedor de diversas frutas de la selva, considerado
el “Padre de los frutos”. Los piaroa comen danto o tapir en circunstancias
especiales por ser un animal grande que bien podría compararse con
algún vacuno de la cultura occidental. Sin embargo, él es el creador. Por
esta razón abundan los cantos o meñé sobre Wajari, creador y dador
de vida a través del sacrificio de su propio cuerpo. Se sacrifica ante su
pueblo posiblemente por el error cometido con su hermana y por otros
errores3. Por estas razones los cantos o meñé son sagrados, lo mismo que
el Warime; tanto que hoy día hay partes del ritual del Warime que no
pueden ser vistas por extraños, ni por mujeres o niños piaroa. Tampoco
pueden ser vistos los instrumentos musicales usados en el Warime, entre
ellos, diversas flautas, especialmente el instrumento más sagrado que es
el llamado wora, instrumento que representa las voces de los espíritus
del pasado cuyo sonido es muy respetado y solo aparece a la media no-
che desde el día que inicia la realización del Warime hasta que finaliza el
ritual. Pocos pueden ver el wora, todos los demás lo escuchan y le temen.
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retorna, pero ahora ocurre que Puruna la desprecia y así Tchejeru entra
en llanto, enloquece y sale de su casa a vagar llorando desconsolada
y se convierte en peregrina. Tanto Wajari como Tchejeru en Pureydo,
tuvieron mucha vergüenza de todo lo que había acontecido.
Enseguida aparece otro episodio, en el cual se afirma que Wajari ahora
también posee un comportamiento de paria, quizás por los errores cometi-
dos se va a vivir solo cerca de los raudales de Átures. Aquí se dedicó a pes-
car. Aparentemente allí aún no vivía nadie; sin embargo, alguien le robó
los pescados que había logrado agarrar y que colocaba en una sarta, a las
orillas del raudal. Así empezó a indagar sobre quién se los robaría. Pronto
encontró unas tortas de casabe bien fresco, las cuales comió y saboreó con
mucho gusto. Estas tortas de casabe las había elaborado Kwawañamu “La
cocinadora de casabe”. Así se dio cuenta de que ahora vivía allí la familia
de Kwoimoi. Y para descubrirlos, Wajari se convirtió en culebra de agua.
Luego se transformó en ijuri paují (pavo de monte) y su canto llamó la
atención. Así vinieron a verlo, pero antes de que lo descubrieran se trans-
formó otra vez, en esta oportunidad, obtuvo la apariencia de un anciano
arrugado, cabellos ralos y rostro repugnante. La primera persona que lo
descubre es Kwawañamu, la hija de Kwoimoi (serpiente-jaguar). Ella era
quien cocinaba el casabe. Se asusta, pero Wajari la detiene y es así como
se inicia otra relación en la cual todos opinan que él sí es un pensador, un
chamán, un pájaro, una serpiente, etc. Finalmente, Wajari vuelve a adquirir
su personalidad de hombre guapo, hermosísimo, deslumbrante, adornado
con collares, coronas de plumas y otros abalorios. Además, hablaba di-
versos idiomas de otros pueblos de la selva. Ahora Wajari solicita al señor
Kwoimoi que le dé a su hija Kwawañamu para hacerla su compañera de
vida, y le da como dote todos los peces de los raudales.
Wajari ahora emprende un largo viaje con su mujer a Pureydo, lugar
donde vive su hermana Tchejeru. Ella, al saber quién es y que su padre es
Kwoimoi le aconseja a su hermano que la deje y le dice que por esta mu-
jer el padre de ella lo matará, pues es un asesino. Wajari no teme y opina
que no va a morir por eso. Ambas mujeres se quedan en Pureydo y ahora
Kwawañamu se convierte en aliada de su cuñada Tchejeru y emprenden
un trabajo juntas en sus conucos. Luego se realiza una gran fiesta.4
4 Así se estrechan lazos entre este mito y el mito número 11 de esta selección.
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Redyo y la tortuga
Redyo, también llamado Rediñu, es un personaje selvático que se
dice representa el canibalismo. Sin embargo, nosotros lo interpretamos
como “El cuidador de la selva”. Pues también participa en el Warime. El
chamán o meñé-ruwä controla sus acciones con una piedrecita sagrada
llamada Redyo-Idoky. Algunas personas lo describen como el huérfano
de la selva, monstruo y mal espíritu. Sin embargo, cumple un papel im-
portante para la cultura piaroa. En cuanto a la tortuga o Kjeni, por ser
milenaria conoce muy bien a Redyo, y es ella la que en los cantos acon-
seja de qué manera hay que tratar a Redyo para que no mate o pierda en
la selva a los cazadores piaroa. Ella misma no aconseja exterminarlo ni
destruirlo sino llegar a diálogos inteligentes con él para no caer en sus
trampas. Este es un personaje importante y necesario para el adecuado
resguardo de la selva y de su biodiversidad.
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animales, en fin, todos los animales que él creó. Luego visitó también los
lugares donde conseguía los accesorios para sus ceremonias. Y también
vio dónde habría de encontrar la muerte. Y en la muerte se percibió
como un danto o tapir. Wajari vio que el espíritu del danto no perma-
nece mucho tiempo en la tierra. A él le pasará lo mismo que a los mo-
nos. Los blancos lo matarán y se comerán su carne. Y vio que el grupo
inakwedya, seres antiguos que eran parte de los piaroa, o parte de
su sangre, se lo comerían. También vio a un hombre que lo mataba con
arco y flecha. Vio que también el tigre se lo comía. Y vio también a un
hombre que lo mataba con escopeta y a otro que lo mataba con lanza.5
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Cuentos y mitos de los piaroa
¿Por qué el hombre se identifica con ciertos animales y qué factores pue-
den intervenir –en el caso de los indios piaroa– en la formación de la
relación hombre-animal?
Esta relación se manifiesta en el rito del Warime en el cual los animales
están representados por la forma-sonido-movimiento: se representa a
los “señores” míticos de los animales o de los espíritus de los mismos
y esta no es solamente una representación formal sino de contenido
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como la papa. Quisiera poder comer como Yubeku, como Enemey, como
Winilki...”. Estos últimos son espíritus primigenios, Tchejeru los llama
Chao, padres originarios en la creación de la vida.
En la investigación de campo se percibe que todo el Warime está
dedicado a buscar la armonía entre los seres humanos y la naturaleza.
Por esta razón a los piaroa se les considera “Los filósofos de la selva”,
el pueblo yek’kwana los llama “Los dueños de la palabra sagrada”. Se
afirma que son los más pacíficos, pues otros reconocen que sus cantos
tienen mucho poder sagrado. Bajo ninguna categoría los piaroa podrían
ser considerados salvajes como generalmente se definían a los pueblos
de la selva amazónica. Este ritual del Warime y sus cantos son prueba
fehaciente del respeto que tienen a todos los seres vivos que son parte
de su mundo, proveerse de los alimentos no es una tarea adjudicada a la
fuerza o a la ventaja de usar armas o utensilios para la caza, pesca o reco-
lección, sino al respeto, incluso al temor, pues saben que corren el riesgo
de adquirir las enfermedades de los distintos animales, especialmente, a
la veneración de lo ritual y ceremonial.
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Cuentos y mitos de los piaroa
se fue embarazada por el río hacia arriba y vagaba por diversos lugares,
por donde pasaba iba regando su sangre vaginal. Así, de esta sangre,
nacieron las frutas silvestres. Algunas son dulces, otras son amargas. Po-
siblemente también ácidas, pero este relato no lo declara.
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La muerte de Kwoimoi
Kwoimoi siempre quiso deshacerse de Wajari, y era alentado por su
hija Kwawañamu, esposa de Wajari; ella misma pidió a su padre que lo
aniquilara. Con gran gusto Kwoimoi aceptó la petición de su hija, y para
tales efectos Kwoimoi adquirió varias personalidades. Su más agresiva
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Cuentos y mitos de los piaroa
La muerte de Bouka
Un chamán especialista mató a Buoka, Ruwa’yai, el dueño del vene-
no. Le dio de beber ñiyaekwa. Wajari no se enteró, pero Buoka no murió
de manera definitiva. Recibió una nueva apariencia dada por Ohoj-Dae,
el alter ego de Kwoimoi, quien le puso sus ojos pero su espíritu estaba
contenido en el cuerpo del venado Tuwa Ñemeli, que es el ciervo rojizo.
La muerte de Wajari
Wajari murió asediado, perseguido y descuartizado por los perros.
Perros reales y perros espíritus. No hubo lugar en el cual pudiese ocul-
tarse. Wajari ya sabía de su muerte, lo había visto en sus visiones a través
del yopo. Y un gran chamán de nombre Yubeku también percibió su
muerte. En vano recorrió territorio para escapar de los perros. Al fin llegó
a un lugar hostil de nombre Dimoro, allí había seres humanos diferentes,
se trataba de los mabus y los wohitemus quienes dispararon sus lanzas
cumpliendo las órdenes de Kikaipuro. Yubeku, el gran chamán, trans-
formó la carne de Wajari en una planta comestible y la ingirió para que
Wajari pudiera vivir eternamente.
Aventuras de caza
Esta aventura es infructuosa y cómica. En ningún caso los cazadores
pudieron lograr la cacería de algún animal de la selva. Este es un cuento
que relata la experiencia de un enano llamado Viricha, quien cargaba
una gran piedra pintada de todos los colores. Empezaba la temporada
de lluvias fuertes y de pronto vio un enorme agujero en la selva y en
cuyo fondo percibió que había un ser humano al cual deseaba matar y
trató de hacerlo lanzándole la piedra, lo hizo pero no logró matarlo. Tres
intentos hizo por matarlo, pero el hábil indígena se escabulló del agujero
y subiéndose a la copa de un árbol observaba con sonrisa pícara los
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Prólogo y estudio síntesis de los relatos orales
intentos fallidos del enano. Entendemos que esta es una especie de burla
agradable contra algunos espíritus de la selva. Es un cuento relacionado
con animales enanos y seres humanos enanos que pertenecen a la selva.
También se detallan las trampas que se colocan para cazar animales, en-
tre ellos el picure. Se destacan las habilidades de algunos animales para
escaparse de las trampas y la potencialidad de algunos otros animales
míticos, o que pertenecen a su tradición, como lo que para ellos significa
el danto, que es Wajari, ser herbívoro por naturaleza, descubridor de los
frutos más exquisitos de la selva y dueño, señor o cuidador eterno de la
selva de los piaroa. Este otro cuento relata el encuentro en la selva de
un piaroa con un enano que cuidaba el bosque. En el diálogo el enano
se enteró que el piaroa andaba buscando hormigas rojas venenosas. El
enano manifestó su disgusto por esta búsqueda y el piaroa lo agredió.
Pero el enano, siendo un espíritu del bosque, tuvo más habilidad para
defenderse y mientras el piaroa se había escondido en la oquedad de un
árbol, el enano preparaba una gran cantidad de hormigas venenosas co-
locándolas en grandes hojas para luego depositarlas en el árbol en el cual
estaba escondido el piaroa. Este se dio cuenta de la revancha del enano y
por el mismo árbol agujereado subió a lo alto del mismo y luego, a través
de unas lianas o bejucos pudo escapar del lugar. Estas actitudes indican
que el humano posee menos posibilidades en contra de los espíritus de
la selva, sin embargo, aplica sus habilidades escapatorias.
Historia de ahora
Este es un relato influenciado por la cultura criolla, en el cual apare-
cen dos jóvenes que viajan solos por la selva. El joven, en una bicicleta.
A él le ocurre el encuentro fortuito con una extraña joven que emana
un mal olor. Al parecer, es una raposa. Sin embargo, su aspecto es de
una señorita hermosa a la cual invita a que sigan el camino juntos, ella
de mala manera lo acepta pero no ocurre nada extraordinario. Luego se
encuentran con un joven cazador de murciélagos que colabora con unos
norteamericanos. Les informa que su trabajo solo puede realizarse de
noche. Aquí ocurre que deben pasar una noche los tres juntos. El joven
cazador de murciélagos es el único que posee dos hamacas y mosqui-
tero. Le ofrece su hamaca a la joven, pero ella no acepta. Y ocurre que
la joven que huele mal no acepta dormir en la hamaca sino que decide
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Cuentos y mitos de los piaroa
Sobre la valentía
Opinaríamos que es más bien una historia sobre la desobediencia y
sobre la precaución pues una joven huye y se pierde en la selva debido
a que fue reprendida por no cumplir con las obligaciones de su casa. Un
buen piaroa que recolectaba frutos la encuentra perdida y le ofrece ayu-
da, ella acepta. En el trayecto se encuentran con una tortuga y luego con
una serpiente. Sin embargo, no deciden hacer nada con estos hallazgos.
Al día siguiente, al parecer debido al hambre, deciden volver a ubicar a la
tortuga para comerse sus huevos. En el trayecto hablan sobre la serpiente
y deciden que no es bueno comerla. Luego observan que cerca de ellos
está merodeando un enorme jaguar, pero no ocurre ningún incidente,
pues consideran que este animal huye si uno es precavido. Continúan
el viaje hacia el encuentro con la tortuga y al divisarla notan que hay un
buey y al parecer está furioso. Ante este hecho, el joven decide que de-
ben retirarse de allí de manera inmediata, pues según su consideración,
el buey es más peligroso que el jaguar.
Al ser el buey un animal de la cultura criolla no será posible para un
piaroa llegar con él a ningún entendimiento pues no conocen sus historias
y relatos de origen. Es posible que por esto hayan decidido emprender su
huida. El canto no muestra el final ni las consecuencias de sus actos.
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Prólogo y estudio síntesis de los relatos orales
La fila de piedras
Esta narración se transmite de generación en generación. El gran
chamán Pitah se lo contó a Ñemej, y Ñemej se lo transmitió al chamán
Carlos Caballero y, este a la vez, a su hijo Jesús Caballero. Este canto fue
grabado por el investigador Boglár en la palabra del chamán Caballero.
Se narra que los kerimine eran asesinos de seres humanos y que
además practicaban el canibalismo. Los piaroa, siendo pacíficos, casi
fueron exterminados por los kerimine. Es por esta razón que los pia-
roa antiguos, o los que se salvaron, en un afán de conocer la verdad y,
dirigidos por un gran chamán, durante una larga temporada buscaron
el lugar que para ellos estaba ya perdido en la selva. Se afirma que los
kerimine subieron a las montañas donde antes vivían los antiguos pia-
roa. Llevaba cada kerimine, fuera hombre, mujer o niño, una piedra para
colocarlas en hilera y cada piedra representaría a un piaroa asesinado
por los kerimine. Estas piedras están ubicadas en línea recta en el filo de
la cordillera. El número de piedras aún simboliza la cantidad de piaroa
asesinados y llevados casi a su extinción. Este pueblo antiguo, donde los
piaroa hacían sus conucos, se llamaba Meñu-rujewa.
Otros piaroa, de diversas regiones, que conocían esta historia, qui-
sieron vengarse de esta fatalidad, buscaron y buscaron el lugar por largos
períodos, hasta que al fin lo encontraron. Se establecieron allí, hicieron
vida y a la vez pensaron en una treta, así que elaboraron un gran puente
de lianas o bejucos muy fuertes que subía hacia las altas montañas. Y con
absoluta calma se dieron a la tarea de esperar a los kerimine. Así ocurrió,
los kerimine volvieron cuando descubrieron que había más piaroa en el
lugar e igual que en el principio de los tiempos, con el fin de matarlos y
comerlos, emprendieron su viaje hacia la montaña y en el trayecto nota-
ron el puente de lianas elaborado por los piaroa. Los piaroa esperaron
que llegaran cerca hasta que pudieron ver los dientes rojizos de uno
de los kerimine que iba adelante del ejército de kerimines y de manera
inmediata soltaron las lianas que detenían el largo puente y todos los
kerimine se fueron por los acantilados y en el acto murieron. Se asegura
que solo quedó viva una mujer kerimine embarazada. Y se afirma que a
partir de este embarazo, los kerimine se han vuelto a reproducir.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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Prólogo y estudio síntesis de los relatos orales
Lamento
El investigador Boglár no hace ninguna descripción sobre la carac-
terística de este tipo de canto que él, o su traductor, llama simplemente
Lamento. En realidad es un lamento, pero en piaroa se denomina “llanto
cantado”, lo cual lo vuelve una rareza de relato, pues estos cantos solo
fueron conocidos cuando el investigador Terry Agerkop trabajó entre los
piaroa en 1975. Estos cantos se producen cuando hay muertes, cuando
existe mucha tristeza, cuando la persona se queda sola y sin familia di-
recta, cuando se recuerda a los difuntos y, muy especialmente, cuando
se está en presencia del cuerpo de un difunto.
Este tipo de expresiones las habíamos investigado con el mismo et-
nomusicólogo Terry Agerkop cuando trabajamos juntos en el año 1974
entre los miskitos de Honduras y parte de Nicaragua. Aquí también se
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Cuentos y mitos de los piaroa
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Prólogo y estudio síntesis de los relatos orales
Ronny Velásquez
Siguatepeque, Honduras, 24 de agosto de 2015.
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Bibliografía consultada
Agerkop, Terry. (1983). Piaroa-Venezuela. Caracas: Publicaciones del Instituto
Interamericano de Etnomusicología y Folklore (Inidef). Incluye un casete y
36 diapositivas.
Anónimo. (1986). Poema de Gilgamesh. (Tomo vi). En: Biblioteca Personal
de Jorge Luis Borges. Barcelona: Ediciones Orbis.
Aretz, Isabel. (1991). Música de los aborígenes de Venezuela. Caracas: Ediciones
Fundef-Conac. Incluye un casete con ejemplos musicales grabados in situ.
Boglár, Lajos. (1986). Wahari. Eine Südamerikanische Urwaldkultur. Leipzig
& Weimar: Gustav Kiepenheuer Verlag.
Halmost, István. (2012). Music among the Piaroa Indians. Melodies and
Life of an Indigenous Community in Venezuela. Budapest: L’Harmattan
Könyvkiadó. Incluye 501 páginas, más 1 CD con cantos y ejemplos
musicales piaroa.
Lévi-Strauss, Claude. (1986). Mito y significado. Buenos Aires: Alianza Editorial.
Mansutti, Alexander. (2006). Warime. La fiesta. Flautas, trompas y poder en
el noreste amazónico. Ciudad Bolívar: Fondo Editorial Universidad de
Guayana.
Mosonyi, Esteban Emilio. (1975). El indígena venezolano en pos de su liberación
definitiva. Caracas: Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales, División de Publicaciones.
Mosonyi, Esteban Emilio. (2003). Temas de literatura Indígena. Caracas: Edi-
ciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes; Viceministerio de
Asuntos Educativos; Dirección General de Niveles y Modalidades; Dirección
de Educación Indígena.
Velásquez, Ronny. (2010). Estética aborígen. Caracas: Editorial Fundarte y
Finidef.
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Cuentos y mitos de los piaroa
Cinta cinematográfica
Bermúdez, Beatriz (Directora). (2001). Warime. Las máscaras de los Dioses.
(Documental). Venezuela (País): Producción Cinesa y Caribana Produc-
ciones. Color. 15 minutos de duración.
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PRESENTACIÓN
“Dicen que Buoka nació con las palabras, con las palabras del canto.
Y que lo crearon los pensamientos y visiones que el viento llevaba...”.
Estas son las palabras de un respetado jefe de los indios piaroa. Se mere-
ció la fama y la consideración por saber varias docenas de relatos sobre
animales, plantas y personas, lo veneraron como gran jefe, pues conocía
excelentemente la mitología de su tribu. ¡Y es grande la reputación de la
memoria allí donde la escritura no se conoce!
Llevaba un simple tejido de algodón y sobre la cabeza una corona, he-
cha de las plumas rojas y amarillas del piapoco. A pesar de ser interesante,
tenía un aspecto pobre, como si fuera la encarnación de sus propias pala-
bras: “¡No tenemos más que las palabras!”. ¿Quién creería lo abundantes y
multicolores que son los pensamientos tras el aspecto pobre?
¿Y cuál es la esencia de los pensamientos que se redactan en las cancio-
nes? Que los indios tratan de establecer armonía entre su comunidad y la
naturaleza que los rodea. Lo mismo que en formar la gama de sus utensilios
ponen todo lo que sea útil a su servicio, han humanizado y poblado con
cuentos el reino animal y vegetal. De esta manera, se convierten Wajari,
Buoka y otros héroes míticos en transmisores de la sociedad y cultura pia-
roa, no solo para los estudiosos, sino también para los niños indios que
aprenden a leer y escribir.
Hace algunos años al visitar escuelas de indios vi y escuché con qué
empeño aprendían los niños piaroa el idioma español y a leer y a escribir.
Lo mismo podía darme cuenta de cuán rápido se alejaban de los valores
culturales de sus tribus respectivas. Entonces surgió la idea: “Hagamos
una colección de textos, un tomo de cuentos, útil en las escuelas de in-
dios, que facilite salvar la abundante tradición en forma escrita”. El parecer
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Cuentos y mitos de los piaroa
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INTRODUCCIÓN
El número de los piaroa, “Los hombres de la selva”, se estima sobre
tres-cuatro mil almas. Sus asentamientos se hallan en la zona limitada por
los ríos Orinoco, Parguaza, Ventuari y en el Territorio Federal Amazonas.
En dos ocasiones visité a los piaroa, primero en 1967-1968, luego seis años
más tarde, en 19741. A fines de mi primer viaje, cuando me pareció tener
una idea sobre la cultura piaroa, les pedí a los propios indios ejercer la
crítica sobre las descripciones que expertos, viajeros, etc. habían escrito
sobre ellos. En 1974, cuando volví a visitarlos, me pareció importante que
los piaroa controlaran también lo que escribí sobre ellos. Leí el manus-
crito en el cual resumía los resultados de mis investigaciones de hace seis
años y los textos del tomo; los presenté a Jesús Caballero, mi intérprete y
colaborador de entonces, y algunos más de su familia. Sus observaciones
fueron grabadas en cinta magnetofónica2. Así entre todos ellos estuvi-
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Cuentos y mitos de los piaroa
importantes no solamente por haber criticado y completado los datos del manuscrito,
sino también por ilustrar hasta qué punto conoce un piaroa en el período de desinte-
gración y de la transformación de su comunidad la cultura tradicional de su tribu. Su
observación en cuanto al manuscrito y a la introducción ha sido la siguiente:
“Debes redactar esta parte con mayor claridad. Lo que escribes sobre la caza y las plan-
taciones se comprende plenamente pero hay varios detalles que no son claros para mí,
por eso redáctalos con mayor claridad para que no solamente los especialistas, sino,
nosotros, también lo comprendamos, puesto que lo que escribes es sobre nosotros y
para nosotros. Aunque parte de mi vida haya pasado fuera de la selva, es por eso que
parte de nuestra religión no la comprendo, sin embargo por mi padre sé cómo era
nuestra vida antes. No podría decir que yo comprendo todo de la cultura piaroa pero
estoy seguro de que todo lo que se pueda debemos explicar puesto que es importante
para ti y para nosotros. Eso puede facilitar a que los niños y los jóvenes sepan cómo era
la vida de los piaroa antes y qué es lo que se conservó de aquella vida”.
“¿Qué es lo que pasará con los piaroa? En la selva vivían con toda tranquilidad con su
literatura y su mitología, y seguían sus ritos, pero hoy día, tanto viejos como jóvenes
viven de otra manera aquí a poca distancia de Puerto Ayacucho. Se mudaron para acá
para sobrevivir porque en la selva en los últimos años muchos se han muerto. De aque-
llos jefes que también tú escribes se murieron Pjarapja, Ijure, Piu, Capita, Cabo, incluso
el hijo del jefe Pitah, José, ha muerto”. “Aunque hayamos escogido esta vida moderna,
la vida de hoy, no por eso quiero que se pierda todo lo que sea tradicional incluso por
eso está bien que tú anotes lo que hace seis años existía porque la gente olvida muchas
cosas, es poco lo que conserva la memoria. Cuando el libro esté listo sobre nosotros,
los niños piaroa ya lo podrán leer, los niños que estoy enseñando. Es otra razón más
para que lo escribas con sencillez”.
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Introducción
3 Ver más ampliamente sobre el tema: Luis, Boglár. “Aspects of Story-Telling among the
Piaroa Indians”, Acta Ethnographica, (tomo xix), 1970, pp. 38.52.
4 Durante mi primer viaje escribí un breve resumen, en español: Luis, Boglár. “Nota
sobre la cultura de los piaroa”. Boletín Venezolano de Folklore, (2/2), 1969, pp. 63-67.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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Introducción
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Cuentos y mitos de los piaroa
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Introducción
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Cuentos y mitos de los piaroa
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Introducción
anotar que también los relatos se hacían ante la comunidad pero frente
a los mitos y canciones míticas, las reacciones de la comunidad se mani-
festaban en la participación activa (intervenciones, preguntas, ampliacio-
nes) que en sí implican una forma menos estricta.
***
Los textos del libro fueron recogidos por el autor de estas líneas entre
1967 y 1968 y por los antropólogos J. O. y M. Kaplan en 19689. Apro-
vecho la oportunidad para expresar mi agradecimiento por haberme
proporcionado su colección de textos para esta publicación. Ante todo
debemos agradecer a los indios piaroa que no solo nos cantaron o relata-
ron sus creaciones orales, sino que, con mucha paciencia soportaron las
molestias y la fatiga propia de la traducción y redacción. Los que nos pro-
porcionaron los relatos y canciones fueron los siguientes: los capitanes
Carlos y Pitah, los meñé-ruwäs ya difuntos Ijure y y Pjarapja, el maestro
Jesús Caballero y su abuela, además de Joaquín y Carmen Solano.10
En cuanto a las circunstancias de la colección, todos trabajamos con
el mismo intérprete-traductor Jesús Caballero y con casi los mismos infor-
mantes. Los textos fueron grabados en cinta magnética y luego fueron tra-
ducidos. Las traducciones a pesar del control repetido, llevan en sí los giros
idiomáticos del “Informante bien informado” Jesús Caballero. En ningún
caso pudimos anotar el texto piaroa completo, por lo tanto no se podía
hacer una edición bilingüe. También esperamos que entre los estudiantes
piaroa que hoy estén aprendiendo el idioma castellano habrá alguno que se
encargue de fijar en letra escrita la abundante mitología de su tribu.
Espero que esta colección, aunque no sea un monumento al idioma,
presente los valores de la mentalidad rica y excitante de los piaroa que vi-
ven la época de la transculturación y del cambio socioeconómico general
de la región amazonense.
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1. LA CREACIÓN DE BUOKA (I)1
Al principio no había nada: ni hombres, ni aguas, ni animales, ni
montes, ni tierras. Después apareció el cielo. Comenzó la creación del
mundo.
—¡Jumora ujkwoku nkereu ujkwoku! –con estas palabras nació
Buoka. Su nombre es nombre humano. Se creó antes de la palabra, en la
propia palabra. Hablaron de él y lo vieron, aunque aún no había crecido,
pues dijeron las palabras completas:
—Jumora ujkwoku –y en esas mismas palabras creció y creció...
Antes de Buoka no había nada: ni tierras, ni árboles, ni montes, ni
aguas, ni animales; nada. Nada existía, solo la nada. Y nació un ser único,
creció con las palabras: era Buoka, Aruttu-Buoka.
Y nació con el viento de la palabra del canto. Y lo cantaron: el nom-
bre le vino del viento. Buoka se hizo de la nada. Y en su cabeza procreó,
en sus pensamientos vio a su hermano, Wajari. La mujer, hermana de
los dos, a la que llamaron Tchejeru, fue pensada por Wajari. Así fue la
creación de Wajari.
Y aún no había aguas, montes ni frutas; pero apareció la tierra. Antes
de la creación de la tierra solamente existían el aire y el viento. La palabra
trajo a Buoka, él a Wajari y este a Tchejeru.
Dicen que Buoka nació con las palabras, con las palabras del canto.
Y que lo crearon los pensamientos y visiones que el viento llevaba.
1 Las figuras centrales de la mitología piaroa son los tres hermanos Wajari, Buoka y
Tchejeru. No lejos de Puerto Ayacucho, en territorio colombiano, hay una montaña
de tres picos que lleva los nombres de los héroes míticos. En el primer relato se habla
sobre la creación de los hermanos; el que lo contó era el capitán Carlos y el que lo
interpretó, su hijo.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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1. La creación de Buoka (I)
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2. LA CREACIÓN DE BUOKA (II)
Estaba oscuro. No se veía el Sol. No se veía el agua. No se veía el
cielo. No se veían las montañas. No se veían los hombres. Esto ocurría
antes de Wajari.
Le dio nombre a un hermoso árbol: kareru. Y bebió del jugo de ese
árbol para ver el futuro. Buoka dijo que Enemey Ofoda le había dado del
jugo del árbol:
—Este árbol es del padre del báquiro, del padre del chácharo, y del
padre del armadillo. Este árbol era de mi padre y de mi abuelo.
Buoka bebió del jugo del árbol. Y en sus visiones vio el futuro. Y se
preguntó:
—¿Adónde volaron mis pensamientos? ¿Qué futuro me predicen las
visiones?
En sus visiones llegó a los lugares sagrados subterráneos del báquiro
y otros animales. Vio todos los animales de las profundidades y escuchó
las voces de los instrumentos musicales del báquiro.
Un solo trago de jugo de kareru le trajo la primera visión, y se le apa-
reció la imagen de los instrumentos musicales del báquiro. Vio a través
de las cascadas, atravesó el cielo con sus ojos, alcanzó a ver las monta-
ñas. Vio el Bajo Orinoco, el Alto Orinoco, el monte Paria, las montañas
Raya. Vio el Sipapo, los lugares del Alto Cuao, los lugares sagrados de los
animales en las montañas.
—El kareru da la voz del padre del báquiro, del padre del chácharo
y del padre del armadillo. También tiene adentro la voz de mi abuelo. Y
hasta lleva el grito del oso –dijo Buoka.
Él volvió a beber el jugo del kareru. En sus visiones vio y reconoció a
su hermanito:
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2. La creación de Buoka (II)
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Cuentos y mitos de los piaroa
Wajari dijo:
—¡Está bien! Son imágenes ciertas. Comencemos a trabajar en estas
cosas. El sol, el cielo, las estrellas, la tierra, las cascadas, han de ser vistos
por nuestro pueblo piaroa, pero también por los baniva, waika, jabarana.
Wajari levantó el sol después de haberlo limpiado y lo sopló hacia lo
alto. ¡Él se levantó al firmamento!
Todavía imperaban las tinieblas. Wajari no veía luz. Entonces se fue a
visitar todos los lugares sagrados en las cercanías de las montañas a ver si
encontraba el sol. Pera Buoka encontró la luz, la luna, allá en uno de los
lugares sagrados. Más tarde encontró el sol para sí.
Wajari se apoderó del sol, dio un salto bien alto y lo colgó del firma-
mento. Luego le dio una temperatura muy alta al sol. Después Buoka
experimentó, quiso colocar la luna en el firmamento. No pudo saltar tan
alto como Wajari. Por eso es que la luna tiene luz más débil que el sol.
Cuando Wajari saltó con el sol en la mano se escuchó un trueno: la
voz del báquiro. Wajari elevó más la luz del sol. Sus rayos llegaron a todo
el mundo. Todos los pudieron ver.
Buoka hizo lo mismo con la luna. Pero cuando saltó a lo alto para
crear la noche, chocó de tal manera que descascaró al firmamento. Aún
hoy la luna lleva las huellas de esto.
Dijo Buoka:
—¡La luna es mi pueblo, es mi figura!
Buoka regresó a la tierra y dijo:
—Soy pobre, no puedo tener nada. No tengo pensamientos, no tengo
máscaras que luego llevarán los chácharos y transmitirán enfermedades
como el báquiro transmite la enfermedad de Wajari. Y esas enfermeda-
des no dejarán nunca a los piaroa.
Wajari habló de Ku-upa2, el relámpago, su compañero celestial
cuando saltó a lo alto. Su voz nunca cesa y nuestro espíritu la escucha-
rá también. Wajari sentado en el borde del relámpago creó al hombre.
Preparó todas sus partes: la piel, los huesos, los ojos. Y mientras tanto
relampagueaba constantemente. Wajari dio al relámpago distintas voces,
suaves y fuertes.
Wajari saltó al penacho del cocorito que llegaba al cielo y cada salto
fue acompañado por relámpagos y truenos.
2 También el estampido de la escopeta se llama ku-upa.
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2. La creación de Buoka (II)
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Cuentos y mitos de los piaroa
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2. La creación de Buoka (II)
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3. WAJARI CREA A TCHEJERU
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3. Wajari crea a Tchejeru
—Tengo seis cajas llenas con todo tipo de cosas de blancos. Puedes
tenerlas si quieres, pero mucho te han de costar. Más que una persona.
Pero por una persona podrás recibir estas cosas.
Wajari le respondió así:
—Solamente me llevaría la mitad, pues todo junto costaría mucho.
Porque Wajari no quería cambiarlas por Tchejeru o por alguno de sus
sobrinos.
Mas Puruna le dijo:
—No, te lo tienes que llevar todo.
Lo que pasaba era que Tchejeru, que era bonita, le había gustado a
Puruna:
—Dame a Tchejeru o a uno de tus sobrinos.
—Cuesta demasiado, no puedo dar tanto en cambio. Me gustan esas
cosas, pero tengo poca gente y mi hermana vale más que las seis cajas
juntas –dijo Wajari.
Puruna dijo:
—Fíjate, nosotros somos parientes. Seamos amigos y no nos eno-
jemos uno con otro. Si me dejas aquí a tu hermana, le permitiré que te
visite varias veces.
Y así fue como Wajari tomó las seis cajas y le dejó su hermana a
Puruna. Puruna y Tchejeru se casaron.
Y desde entonces Wajari visitó a menudo a su hermana para conse-
guir nuevas piezas de las cosas de los blancos pues ¡su hermana valía
más que seis cajas!
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4. KARERU
En el centro del mundo había una selva en la que vivían las plantas
para bebidas: dada, tuminya, kareru. Claro, primero tuvieron que encon-
trar los árboles.
Wajari ordenó:
—¡A buscar los árboles! A conseguir un pedazo de cada uno de ellos
luego hacerlos polvo, echarles agua, y beberlo. Cuando los encontra-
ron, Wajari se tomó de verdad el jugo del kareru y al igual que a los
meñé-ruwäs nacieron sus pensamientos. La bebida de kareru ayudó a
los pensamientos.
Esto pasó antes que nos hubieran creado a nosotros. Cuando alza-
ron el firmamento. Porque Wajari levantó el firmamento pero todavía no
había claridad. Por eso, Wajari mandó a Pjepju, su ayudante, a buscar los
árboles con fuerza mágica. Porque solamente con esos podía conseguir
la luz, la claridad.
Wajari quería trabajar, por eso necesitaba la claridad. Y mandó a Pjepju
a buscar los árboles. Wajari bebió el kareru y consiguió la claridad.
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5. WAJARI CREANDO HOMBRES
Wajari creó cabellos negros, luego ojos, y dijo:
—Muchos peligros amenazarán a este hombre. También creó olor de
gente y luego el lugar donde el hombre podía vivir. Le preparó tierra y
arregló el lugar para poder crear a todos los hombres.
Wajari le dio forma a las caderas, luego dijo las enfermedades de las
mujeres, el jilichi papuli, el parto difícil.
No le gustaban las enfermedades de la mujer porque eran peligrosas
para todo el mundo. Wajari dijo que sin canto el niño ha de dejar el útero
con mucha dificultad.
Mientras Wajari estaba muy hacendoso creando hombres apareció
Buoka, su hermano, enmascarado para espiar a Wajari. Se escondió en
la figura de varios animales –ora lagarto, ora mosca, etc.– Y Wajari no se
dio cuenta, no se percató de su presencia.
Mientras espiaba, Buoka pensó:
—Le voy a decir a Wajari que también cree hombres para mí. Enmasca-
rado le dio la vuelta a Wajari y siguió observando. Luego salió revoloteando
disfrazado de pájaro. También revoloteó en torno del Tiannawa, el árbol sa-
grado de cuatro ramas. Y Wajari no sabía que se trataba de Buoka, pues se
había transformado. Y al revolotear en derredor del árbol Ñuema-a, Wajari
escuchó un ruido.
—¿Qué clase de animal será? –se preguntó–, voy a buscarlo. Y el
bichito colorado, el masate wala era Buoka.
Wajari pensó que había oído a una persona, pero vio un animal y dijo:
—Solo veo un bicho.
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6. LA CREACIÓN DE LOS PIAROA
Buoka quería ver cómo era que Wajari creaba a los hombres y tam-
bién hubiera querido que le creara hombres blancos para él.
—Le encargo a mi hermano, el gran capitán, que me prepare hom-
bres. Él es el capitán del mundo. Quisiera que me preparara hombres
como estos de aquí. Sé que mi hermanito crea hombres muy buenos,
como los piaroa.
En ese preciso momento Wajari había terminado la primera pareja.
Buoka pasó por dentro de un tronco y al salir por el otro lado volvió a
tener apariencia de hombre y se encaminó de vuelta a su casa.
Wajari preparó carne para la segunda pareja. Wajari se echó a des-
cansar, mientras tanto vinieron cangrejos muy grandes que se comieron
la carne preparada. Por eso fue que Wajari tuvo que tomar otro pescado
para hacer la carne humana. Formó el cuerpo, la garganta y por último el
corazón del segundo hombre. Y así quedó lista la segunda pareja.
Para la tercera pareja se fue a pescar a la otra orilla del río. Allá, en
aquella orilla, creó los pueblos del Sipapo, Guayapo y Autana. Wajari
habló sobre los peligros que amenazaban a los pueblos de los ríos:
—Y aquí, en este lugar ¿qué fruta ha de ser carnada para los peces
con los que he creado los pueblos del Sipapo, del Guayapo y del Autana?
Wajari decidió utilizar un anzuelo para tomar al pescado. Esperó y
mordieron los peces, pero el anzuelo les desgarró la garganta.
Y entonces dijo:
—¿Cómo capturar los peces para crear los pueblos del Sipapo, del
Guayapo y del Autana? Probaré con el anzuelo de los blancos.
Pero le pasó lo mismo. El anzuelo les desgarró la garganta a los peces.
—¿Qué haré? No sirven los anzuelos –dijo Wajari.
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6. La creación de los piaroa
Él amasó yuca, plátano, piña y batata. Con esa masa moldeó un an-
zuelo y un hilo de pescar y lo echó todo en el agua. Y esto sí que sirvió.
Los peces mordieron mejor que antes.
—Pues bien –dijo Wajari–, que todo esto sea el alimento de este
pueblo, los piaroa.
Los peces mordieron muy bien las frutas.
Wajari le dio nombre al aire y a la brisa. Él creó ambas cosas para los
hombres, para que el sol no los quemara tanto.
El edificio hecho de aire es atravesado por la brisa y refresca a los
piaroa, protege del sol a los piaroa. Y ese aire es la brisa del salto de agua.
Si no hay brisa, el sol calienta muy fuerte y la piel se seca y se endure-
ce. El sol puede matarlo a uno.
Wajari se dispuso a preparar la cuarta pareja con la misma carne. For-
mó los ojos, el pelo, las orejas, la boca, la nariz. Luego habló de los peligros
que acechan a este pueblo. El olor de los hombres puede ser peligroso para
ellos. Y puede ser peligroso si le gritan al capitán. Wajari le preparó esta
pareja al Guayapo y al Autana. También les hizo huesos y uñas.
La pareja tuvo hijos. Wajari creó el alimento para la familia y para
todas las familias. Preparó un poquito de cada fruto: yuca, piña, etc., y
los hombres sembraron mucho de cada uno de ellos y sus alimentos se
multiplicaron al igual que los niños. Wajari creó todas las plantas para
los piaroa. Siempre tuvieron que comer. Crecieron distintos troncos de
árboles y las tribus también crecieron como sus alimentos.
—Los piaroa se han de multiplicar, al igual que sus alimentos –dijo
Wajari.
El capitán Wajari vivía en su hogar, en Umonloja Ojuna, la casa del
cielo. Los hombres no sabían que a él le debían su creación. Había oído
en el aire que su pueblo era muy bueno: se multiplicaban los hombres y
se multiplicaban sus alimentos. Por ello Wajari decidió ir a ver cómo era
el pueblo que había creado.
Se acercó a sus churuatas y ya de lejos iba escuchando las conversa-
ciones y las exclamaciones llenas de alegría. Estaban de fiesta, bailaban
dos Warimes. Wajari escuchó lo que le decían los hombres a su capitán:
—¡A fiestear, tenemos mucho alimento!
Cuando Wajari decidió ir donde su pueblo, visitó uno a uno, con el
pensamiento, todos los lugares sagrados del Mariweka.
79
Cuentos y mitos de los piaroa
80
6. La creación de los piaroa
ancianos, pero no los niños ni los jóvenes. Buoka creó los peligros que
amenazan a los piaroa.
Peligros similares creó Wajari contra las familias de los blancos, de
Puruna y de Buoka.
Wajari dijo entonces:
—Ahora tu familia es como la mía. La espada y el cuchillo traerán
peligros a los blancos. Con esos matarán a sus amigos. Encerrarán en la
cárcel a sus amigos, a sus familiares.
Buoka respondió:
—Morirá mucha gente, mas los españoles se multiplicarán más que
los indígenas.
Así dijo Buoka.
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7. DIÁLOGO ENTRE DOS CREADORES
Buoka:
—Hermanito, bebí del jugo de kareru pero, no sé por qué, no se me
ocurrió nada.
Wajari:
—Y eso que dijiste que pensaste más que yo.
Buoka habló, pero muy poco.
Wajari habló mucho más. Habló sobre los lugares, las plantas, el sol,
las estrellas, las aguas, la tierra, las piedras.
Buoka le dijo:
—¡Tú soñaste más que yo!
El que bebe el agua soplada4 ya puede oír los ruidos extraños y así
puede pensar más largamente. El meñé-ruwä cierra los ojos y piensa, sue-
ña. Por eso fue que Buoka le puso a su hermano el nombre de Rua-Wajari,
porque soñó más que él.
—Eres mejor meñé-ruwä que yo –le dijo Buoka–, así que te llamaré
Rua-Wajari, dios.
—¿Por qué? –preguntó Wajari.
—Tú eres el capitán, has soñado mucho más que yo.
4 “El agua soplada es uno de los medios importantes del meñé-ruwä empleados casi
diariamente. Su esencia es que en las noches cuando el meñé-ruwä está cantando la
canción contra las enfermedades de los animales, después de haber absorbido yopo,
el humo de su tabaco lo sopla a través de un tubo delgado de caña en varios recipientes
llenos de agua. Con eso purifica simbólicamente el agua potable de la comunidad que
al mismo tiempo sirve para la cohesión de la misma. El meñé-ruwä emplea el humo
del tabaco en otras ocasiones también para purificar, por ejemplo, antes de la danza de
máscaras lo sopla sobre los instrumentos musicales pero también sobre las máscaras.
Frecuentemente ponen pedacitos pequeños de resina en el tabaco hecho por ellos
mismos aumentando de esta manera también la fuerza del humo. Ver el cuento titula-
do “La primera fiesta de Buoka y Wajari”.
82
7. Diálogo entre dos creadores
83
Cuentos y mitos de los piaroa
84
7. Diálogo entre dos creadores
Buoka encontró agua debajo del cielo, le ralló la corteza del kareru
y preparó el agua soplada. Amarró su chinchorro, tomó del líquido y se
puso a pausar y soñar. Buoka todavía no había tenido mujer.
Y soñó a la mujer. Puso su chinchorro al lado del suyo.
—Así la soñé –dijo Buoka.
Y la mujer estaba ahí. Mas en cuanto se levantó del chinchorro, la
mujer desapareció con chinchorro y todo. No la encontró por ninguna
parte, y eso que se trataba de Tchejeru, su hermana.
Wajari le preguntó:
—¿Dónde está la mujer? Solo los sueños de los verdaderos meñé-ruwä
se convierten en realidad. ¿Qué clase de sueño es ese que desaparece si te
despiertas?
Buoka seguía diciendo:
—Era mi mujer, se convirtió en mi esposa. Y tuve un hijo y una hija.
Ya los dos eran grandes cuando los conocí.
—¿Y cómo se llaman? –preguntó Wajari–. No tienen nombre porque
solamente los soñaste. Los soñaste, pero no los creaste.
Lo que Wajari sueña se convierte en realidad. Como lo soñó, así mis-
mo, creó las plantas y la claridad. Hoy en día las cosas son así: la gente se
casa y tiene hijos. Esto también lo soñó Wajari. Si no lo hubiera soñado,
no existiría nada ni nadie.
—¿Dónde está la mujer?, ¿dónde están los niños? –preguntó Wajari–. Los
soñaste, mas no se aparecieron. Lo que yo soñé sí se apareció. Soñé las plan-
tas, la tierra, las aguas, los animales, la creación en sí. ¡Lo que soñé, lo soñé
listo para aparecer! Lo que tú soñaste, no apareció –continuó Wajari (porque
Buoka no sabía que los sueños se hacían realidad).
Callaron y se pusieron a trabajar. Trabajaron con las plantas y crearon
muchas cosas. A decir verdad, Buoka no quería trabajar ni ese día ni al
otro día. Porque Buoka creaba menos, en vano existía el firmamento, las
estrellas, la luz. Buoka solo creó las nubes, las nubes cargadas de lluvia.
Primero Wajari situó la estrella pauji, luego las demás.
Nuestro cielo es azul, y el cielo de todo el mundo también es azul, no
solamente el de los piaroa, guajibo, kuiva, sino el de otros igual. El cielo
es de todo el mundo, todos lo pueden conocer. También los españoles lo
pueden ver.
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Cuentos y mitos de los piaroa
86
7. Diálogo entre dos creadores
partes, incluso allá donde más tarde celebraron la fiesta de Warime. El sol
de Wajari llegó a todas partes, visitó a todo el mundo. El sol iba y venía de
un lugar a otro. Wajari lo siguió, lo encontró, luego lo llevó al firmamento
y entonces se tranquilizó. Wajari encontró el sol en el ángulo de una
churuata. Allá fue que lo soñó.
En el caño Ihure se alza una montaña de piedra llamada Maparaku.
También el sol pasó por allá. En la churuata cada familia tiene su lugar
aparte. Ellos también recibieron nombre de Wajari. Todo tiene nombre,
incluso aquellos que están aquí por el Temblador. Todos los lugares tie-
nen nombres de animales.
También el lugar de la creación tiene innumerables nombres. A veces las
montañas tienen tres o cuatro nombres, incluso hasta veinte. El Maparaku
tiene cinco. También las montañas estaban bajo el sol: el Dyaho, la montaña
junto al Alto Paria, junto al caño Ihure, en todas partes hay montañas y todas
tienen innumerables nombres.
En un lugar así, Wajari encontró el sol y lo levantó. Tuarike es una
alta montaña, la más alta es Parake, junto a la que se alza otra llamada
5 Generalmente el piaroa liga todo lo ajeno a él con la sabana porque todo lo que sea
típicamente piaroa es de la selva.
87
Cuentos y mitos de los piaroa
Woloy. Esta mole de piedra tiene varios nombres al igual que las demás.
La montaña se alza bajo el sol.
El redondo sol anduvo por muchos, muchísimos lugares; por el Ventuari,
por el Cuao (donde también hay montañas por el sol). Vino y visitó. Por eso, el
sol cae tan a menudo.
En todas partes había un pueblito, una churuata. Wajari conoció al
sol junto a una churuata. Nosotros tenemos muchas montañas altas, junto
al nacimiento del Ventuari también hay un pueblito. Cerca está una alta
montaña. También más arriba, en el nacimiento del Cuao, en los alrede-
dores del Cataniapo. También junto a la cascada de Alto Cataniapo. Y
junto al raudal de Átures hay una montaña de piedra. Esta última es en sí
una casa submarina con muchas habitaciones por dentro. Por allá anduvo
el sol. Visitó tantos lugares cuando aún no estaba en el cielo, antes que
Wajari lo hubiera elevado al firmamento.
Wajari siguió al sol y así llegó a todas las aldeas. La corriente del Átures
es inmensa porque Wajari también estuvo por allá. La casa se llama ratuoda,
es grande como la de los blancos. Adentro estaba el sol. Allá fue donde Wajari
lo cambió.
Tjuawedya es el otro nombre de la casa donde Wajari encontró al sol
y lo cambió.
Todo esto pasó aquí en el raudal de Atures. En vano lo buscó por
otros lugares, no lo encontró. Si entraba en una casa, el sol seguía andan-
do y ya estaba por otra. Wajari no hacía más que seguirlo, pero el sol se
le adelantaba constantemente. Lo buscó por todas partes hasta que por
fin lo encontró junto al Atures. Y andando en pos del sol, le dio nombre a
todos los lugares. En cuanto encontró el sol se lo llevó consigo, lo sopló y
lo elevó a las alturas. Más tarde también encontraron la luna.
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8. MARIWEKA6
—Jina-itsoma mariwekane peyenne Kuaomine –dijo Ñemeh.
Venimos desde abajo, desde abajo del Mariweka. Donde nacimos,
donde Wajari nos creó. Donde nos dio nombre.
Allá crecimos, allá nos creó, allá nos dio nombre Wajari.
Mariweka es un lugar, es un nombre. Ya lo llamaban así antes de
habernos creado a nosotros. Con ese nombre, con esa palabra, nos qui-
sieron llamar para podernos crear.
Y bajo el Mariweka, allá en el medio, Wajari pronunció la palabra
Jajkwawatamu. Y poco a poco empezamos a crecer. Dijo:
—¡Jajkwawatamu! –y les dio nombre a los piaroa y a los españoles.
Wajari era así, si no hubiese sido así, ¡no hubiéramos nacido! Pero
aquí estamos. Así comenzó.
Entre el Cuao y el Autana se alza Parake, la montaña. Somos de allá,
parientes del capitán Pitah. Allá nació y se robusteció la familia de los
piaroa. ¡He aquí la obra de Wajari!
Por él nos hicimos hermanos, por eso somos amigos.
El viejo raudal se llama Piahé Muotsa. Porque así lo llamaron. Por allá
pasó Wajari cantando contra las enfermedades. Nosotros también canta-
mos, todos los parientes piaroa, si pasamos por ahí, por el escenario de la
creación del mundo. Los piaroa cantan si están enfermos, si tienen fiebre.
Así dice el canto: “Parake nyuerike urarike kwawatamu...”. Son nom-
bres, los nombres de nuestras regiones. Porque Wajari les dio nombre,
por eso son así nuestros nombres. Él lo cantó así.
6 No es el relato completo sino las interpretaciones de Jesús Caballero con varias expli-
caciones que las canciones no contienen.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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8. Mariweka
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Cuentos y mitos de los piaroa
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9. LA PRIMERA FIESTA DE BUOKA Y WAJARI
Estaban sentados juntos Wajari, Buoka, Imiña Enemey (el protector
de los piaroa, al que Wajari llamó Chujorimu) y Ujori Ruadyei (al que Wa-
jari llamó Chujori) soplando yopo mientras que hacían los preparativos
de su fiesta. Trabajaban juntos y ayudaron a Wajari en la celebración de
la fiesta.
Sembraron mucha yuca para la ceremonia. Por el efecto del yopo se les
presentaron las imágenes de lo que iba a pasar en la fiesta. Wajari y Buoka
cantaban juntos sus pensamientos. Imiña Enemey y Ujori Ruadyei se reían
juntos del canto de Wajari y Buoka que, así y todo, les gustaba mucho.
También Tchejeru oyó el canto y quiso que su hermano le preparara
la fiesta para ella. Hoy en día, si no ves con anticipación las imágenes de
la fiesta con una churuata, no puedes dar la fiesta.
Al otro día todo se repitió. Wajari y Buoka cantaron juntos y vieron las
imágenes de su fiesta. Buoka le dijo a Wajari que sus imágenes no eran
buenas. En cambio, Wajari le explicó que las suyas eran muy hermosas.
Por eso Buoka le dijo a Wajari que se sentía capaz de preparar la fiesta.
Así Wajari comenzó la fiesta. Le dijo a Tchejeru que si ella quería una
fiesta para ella, tendría que sembrar mucha yuca y de la cosecha hacer
mucha yucuta.
Wajari se dispuso a construir el ruwode, en donde, con Buoka, se
darían a la tarea de preparar las máscaras para la fiesta.
A las mujeres gustaba oír la música del Warime. Así trabajaban en los
conucos y luego venían a escuchar.
Ya casi todo está preparado. Tchejeru estaba orgullosa de su herma-
no. Y dijo: “Pues sí, en realidad mi hermano es un gran pensador”.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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10. WAJARI Y LOS INSTRUMENTOS MUSICALES
La voz de Wajari sale por la flauta nasal, porque no la descubrieron
en aquella época. Tchejeru, la hermana de Wajari, hubiera querido des-
cubrirla. Porque Wajari estaba tocando el chuwo fuera de la churuata.
Tchejeru estaba adentro, acostada en el chinchorro. Desde allí oyó la voz
y así despertó su curiosidad.
—Debe ser algo interesante. ¿Qué es lo que suena allá afuera? –preguntó
Tchejeru.
Le gustó la voz de la flauta nasal.
—¿Quién la estaría tocando? –se preguntó.
Y entonces fue que empezó a tener miedo.
Wajari, andando cautelosamente, estaba tocando el chuwo fuera de
la churuata, mientras que su hermana estaba adentro.
En cuanto salió el sol, con mucho cuidado escondió y enterró el ins-
trumento. Luego su hermana salió y se puso a buscar el instrumento,
pues quería saber de dónde había venido esa voz.
—¿Qué estás buscando, hermanita? –preguntó Wajari.
—Quisiera saber quién estaba tocando ese instrumento que sonaba
tan bien. Lo escuché acostada en el chinchorro.
—No te ocupes de eso –le dijo Wajari–, es una cosa secreta.
—¿Por qué? –insistió Tchejeru.
—Porque es secreto –dijo Wajari–, y no se puede descubrir.
Tchejeru quería descubrirlo de todas maneras; mas en vano buscó al
chuwo, no lo encontró.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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10. Wajari y los instrumentos musicales
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11. KWOIMOI SE COME LAS MÁSCARAS
Buoka le explicó a Wajari que él siempre quería comer antes que
todo el mundo. Wajari le dijo:
—¡No! ¡Nosotros somos capitanes! ¡Nosotros somos los últimos en
comer!
Buoka se fue para la casa muy enojado y aplicándole a Wajari
cuantos insultos se le ocurrieron. Wajari hizo lo mismo. Después de su
muerte, las malas palabras se convirtieron en serpientes, porque los her-
manos se dijeron entre sí palabras repugnantes. Por eso es que ahora,
después de cada fiesta, los piaroa tienen que cantar contra el peligro de
las serpientes.
Según Wajari y Buoka estas dos serpientes son los abuelos de Kwoimoi,
la serpiente venenosa. Por eso es que ellos también se burlan de Kwoimoi. Los
piaroa dicen que esas serpientes son cosas de Kwoimoi.
Kwoimoi estaba muy curioso. Había ido varias veces hasta la casa de
Pureydo para saber cómo había que organizar una fiesta. Pero Wajari siem-
pre olía cuando iba a venir porque lo veía acercarse con el pensamiento. Y
entonces se iba de caza con Buoka y Tchejeru, salía con Kwawañamu para
el conuco. Kwoimoi vino tres veces, mas no los encontró en casa ni una
sola vez. Por último fue hasta el conuco y le preguntó a las mujeres que por
qué desaparecían Wajari y Buoka siempre que él venía de visita. Su hija,
Kwawañamu, le respondió así: “No se escaparon, lo que pasa es que tenían
hambre y salieron a buscar comida”.
—¿Por qué no vienes a visitarme con tu marido? No te he visto desde
que te casaste –dijo Kwoimoi.
Kwoimoi le pidió a su hija que un día de estos mandara a Wajari a
verlo, pues quisiera conversar con él sobre la fiesta.
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11. Kwoimoi se come las máscaras
—En caso de que Wajari no pudiera ir, vendré yo. ¡Pero no se vaya de
la casa como hasta ahora!
Sin embargo, las mujeres no le dijeron nada a Wajari de la visita y la
invitación de Kwoimoi. Kwawañamu le dijo a Tchejeru: “Mi padre es un
asesino. Con toda seguridad quiere matar a Wajari. Mi padre es un mal
hombre”.
Un día Kwoimoi se volvió a aparecer y volvió a encontrar vacía la
churuata. Más tarde volvió a venir y encontró en casa a Wajari. Mientras
tanto las mujeres que trabajaban en el conuco regresaron y se pusieron a
escuchar.
Kwoimoi le dijo a Wajari: “Mis hijos me contaron de lo bien que que-
dó la fiesta que hiciste. Por eso seguro que gozarás de una larga vida”.
Kwoimoi agregó que él también quería dar una fiesta, y para ello
tenía un poquito de casabe. Luego le preguntó a Wajari si no le podía dar
un poquito de su yopo y que, en cambio, él le daría del suyo. Y cambia-
ron los yopos. Pero Wajari con el pensamiento transformó su yopo en
otro material y esto fue lo que cambió por el fuerte yopo de Kwoimoi.
Kwoimoi le preguntó a Wajari: “¿Te dieron el recado las mujeres?”.
—No sé nada –respondió Wajari.
—¿Por qué? –preguntó Kwoimoi.
—No sé, yo vivo en silencio, no digo nada –fue la respuesta de Wajari.
Kwoimoi comenzó por decirle a Wajari:
—Mi madre y mi abuela me mandaron a conversar contigo, porque
ellas también quisieran ver la fiesta (lo que por supuesto era mentira).
¿Por qué no vienes a mi casa para hablar de todo esto?
Wajari respondió:
—Fíjate, suegro, eso no fue una fiesta verdadera sino un ensayo,
pero ya sabemos que quedará bien. Antes yo no sospechaba nada. Cuan-
do Tjenemu Ofoda-a me dio a beber jugo de palo, yo no sabía nada. Era
un pensador malo, aún no había escuchado lo que traía el viento, lo que
decía el agua. Tampoco había captado los rumores de la fiesta. ¡Y aún
sigo siendo ignorante!
Kwoimoi respondió:
—Está bien, no vengas a mi casa ignorante. ¡No me visites si no eres
capaz de dar una fiesta!
Wajari respondió:
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Cuentos y mitos de los piaroa
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11. Kwoimoi se come las máscaras
101
Cuentos y mitos de los piaroa
Kwoimoi oyó que Wajari se acercaba y quiso salir para comerse tam-
bién las cosas de Wajari.
Sin embargo, los hijos de Kwoimoi, que estaban del lado de Wajari, le
dijeron a su padre: “¡Te amenaza un peligro si abandonas la casa!”.
Vinieron también los espíritus de los muertos.
Kwoimoi sonrió irónicamente (siempre hacía así cuando se estaba
rompiendo la cabeza en algo malo).
Afuera estaban las mujeres junto a la yucuta y de vez en cuando se
les acercaban a ellas para beber.
Mientras Kwoimoi anunció: “Estoy dispuesto a soplar yopo y así mis
pensamientos se comerán las cosas”.
Pero su hijo le advirtió: “No lo hagas, así será más peligroso”.
Los hijos de Kwoimoi le dijeron a Wajari lo que le había pasado a las
máscaras de Buoka. Wajari respondió: “Yo no tengo la culpa de que no
me haya hecho caso”.
Uno de los hijos de Kwoimoi le dijo a su cuñado Wajari:
—Tengo un polvo hecho de una fruta muy rara, te lo daré y te defen-
derás contra mi padre. Si tienes contigo el amuleto, mi padre no te podrá
vencer y de esto se volverá loco. –Y se rio a carcajadas.
El muchacho regresó a su churuata.
Wajari le pidió a las máscaras que fueran al final del cortejo y mandó
adelante a los músicos. Los indígenas, con los instrumentos, se acercaron
a la churuata donde vivían la madre y la abuela de Kwoimoi, las que
querían ver los instrumentos musicales y no hablar de Kwoimoi.
Pero el hijo de Kwoimoi le explicó a su padre el peligro que represen-
taba si alguien veía los instrumentos:
—Si los miras te morderá una serpiente venenosa.
Por ello escondieron los instrumentos en el ruwode.
Wajari le ordenó a su hermana Tchejeru y a Enemey que todo el mun-
do recibiera tabaco soplado en la churuata. Tchejeru le dio a las mujeres,
y Enemey a los hombres. Mientras tanto, Wajari le dijo a Tchejeru: “¡Dile a
todo el mundo que los instrumentos no se pueden ver!”.
Al frente de los bailadores venía Jischu, el de la máscara de mono,
luego los Ime, los de máscaras de báquiro, la fila estaba cerrada por
Redyo, el huérfano. A la cabeza del cortejo de máscaras venía Enemey; al
medio, Wajari, y cerrándolo, uno de sus cuñados; cuidando los tres que
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11. Kwoimoi se come las máscaras
103
12. WAJARI, LOS WAIKUNIS Y LA GESTACIÓN
Esta historia la dicen en todos los cantos contra las enfermedades de
animales para ayudar al parto rápido de las mujeres embarazadas.
Los pensamientos de Wajari andaban por Mariweka y visitaron nu-
merosos recintos del mundo inferior. ¿Y qué encontraron por allá?
Que todas las hembras de los animales estaban embarazadas y en-
fermas. Los pensamientos también vieron que la madre del mono, del
báquiro, del armadillo paren con mucha dificultad. Wajari dijo: “Ya hace
tiempo que creé a los piaroa, sin embargo, se enferman tanto al parir,
como los animales. Y si me muero, las enfermedades quedarán”.
Wajari usó a los waikunis, que son hombres como los piaroa, pero en
la tierra ellos son el “Pueblo de Mariweka”. Como si ese pueblo fuera la
madre de los piaroa.
Los piaroa dicen: “Los waikunis son nuestros parientes. Nos los co-
memos en forma de pájaros porque nunca nos enfermaremos de la carne
de nuestros parientes”.
Los waikunis le dijeron a Wajaris: “Nosotros somos el pueblo de Mariweka.
Queremos un canto que facilite el nacimiento de los niños”.
Wajari dijo:
—¡Sé un canto así!
El canto les sirvió a los waikunis: lo cantaron y al momento sus muje-
res dieron a luz.
Dijeron los waikunis: “Nosotros no necesitamos enfermedades así.
De ahora en adelante nuestras mujeres comerán siempre carne de ani-
males y parirán fácilmente. No queremos esta enfermedad. Podemos
comer todo tipo de animales y tenemos nuestro canto, ya ahora nuestras
mujeres tienen menos problemas”.
104
12. Wajari, los waikunis y la gestación
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13. CANTO SOBRE WAJARI, SOBRE SU
HERMANA TCHEJERU Y SOBRE JUREWEI
Wajari fumó yopo y en su pensamiento vio a su hermana Tchejeru.
Un día Wajari hizo el amor con su hermana. Tchejeru quedó embarazada,
pero Wajari no lo supo. Luego de preñar a Tchejeru, Wajari la dejó sola en
su casa, en Pureydo, y emprendió su camino a otras tierras.
Poco después nació un niño, Jurewei, que fue la imagen exacta de su
padre. El niño tenía siete años cuando Wajari regresó a Pureydo.
Tchejeru le pidió a Jurewei que saliera a jugar delante de la casa, y así
podría ver primero a su padre cuando llegara.
Y es que no existía otro hombre que Wajari. Tchejeru le dio un jugue-
te al niño, una totuma con algunas semillas por dentro.
Wajari se echó a volar por el aire de regreso a casa, y aterrizó en las
cercanías de la casa. El niño, en lugar de saludar a su padre, se asustó y
entró corriendo y gritando a la casa:
—¡Ha venido un extraño!
Pero Tchejeru lo tranquilizó diciéndole que no era un extraño sino su
padre, Wajari, el que había venido. Tchejeru escondió al niño.
Wajari llegó con su equipo de caza: arco, flecha y cerbatana. Dejó
sus armas fuera de la casa y atravesó el umbral de la puerta. Wajari le
preguntó a su hermana:
—¿Cómo estás?
—Bien –respondió Tchejeru.
Wajari dijo que no se podía quedar por la noche pues ese mismo día
tenía que seguir su camino para pescar. Y dijo:
—Me voy a pescar a la gran cascada donde antaño creé a los hombres.
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13. Canto sobre Wajari, sobre su hermana Tchejeru y sobre Jurewei
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Cuentos y mitos de los piaroa
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13. Canto sobre Wajari, sobre su hermana Tchejeru y sobre Jurewei
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13. Canto sobre Wajari, sobre su hermana Tchejeru y sobre Jurewei
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Cuentos y mitos de los piaroa
—Sí, por aquí vive un animal que también se comió mi ropa. Subió la
corriente y mi ropa desapareció. No sé qué le pudo haber pasado a tu ropa.
Wajari sacó del río una gigante culebra de agua. Kwoimoi pasó un
susto terrible y se puso a dar carreritas completamente desnudo. Kwoimoi
preguntó que cómo podrá matar a la serpiente y cómo recuperaría su
ropa. Wajari le respondió:
—Si matas esta culebra, morirá alguien de tu familia.
Kwoimoi le preguntó a Wajari:
—Y tú, ¿cómo recuperaste tu ropa?
Wajari respondió:
—Le di yopo a la culebra y vomitó la ropa.
Kwoimoi le dio yopo a Wajari para que lo aprovechara, pero era de-
masiado fuerte, por eso Wajari lo botó y le dio de su propio preparado.
Luego Wajari golpeó el lomo de Pjarapja, la culebra que inmediatamente
vomitó la ropa y Kwoimoi se puso de lo más contento. Lavaron las ropas,
las secaron al sol y luego se encaminaron a la churuata de Kwoimoi.
Wajari dijo:
—Me robaron los peces más valiosos. Si te quieres quedar con los
peces que me robaste tienes que darme a tu hija Kwawañamu por espo-
sa. Luego que me robaste los peces, págamelos con tu hija.
Kwoimoi estuvo de acuerdo con la proposición y Kwawañamu se fue
con Wajari.
Wajari regresó a casa de su hermana en Pureydo, la que le preguntó:
—¿Dónde conseguiste esta mujer? Tú siempre has dicho que no hay
nadie que viva por el raudal ¿Acaso es una blanca?
—No –respondió Wajari–, es tu chobiya, tu cuñada. Su padre es tu
chimiña, tu tío.
Tchejeru se asombró y dijo:
—Si se queda contigo, su padre te matará, pues es un asesino.
Sin embargo, Wajari opinó que no iba a morirse por eso.
Tchejeru le tomó aprecio a la mujer, trabajó junto con ella en el conuco.
Luego hicieron una gran fiesta.
112
14. TCHEJERU ENLOQUECE Y LOS PIAROA
PIERDEN LAS COSAS DE LOS BLANCOS
Varia gente le contó a Wajari que su hermana se había vuelto loca.
Por eso se fue a ver a Puruna y le preguntó:
—¿Es cierto que mi hermana se volvió loca?
Puruna respondió:
—Es cierto. Como ves, no está en casa. Se pasa el tiempo vagabun-
deando, de una churuata a otra.
Wajari pensó que seguramente Puruna fue el que enloqueció a su
hermana, pues tal vez le ocasionaba muchas preocupaciones o la enga-
ñaba con otra mujer.
Pero Puruna no cesaba en decir:
—Yo no soy el culpable, la culpable es Tchejeru. Pregúntale a ella
misma, es la loca.
Wajari salió para buscar a su hermana y llamarla a contar. Y la en-
contró en una churuata, donde su hermana, metida en un chinchorro,
cantaba sobre relaciones amorosas mantenidas con jóvenes buen mozos.
Wajari se acercó a ella y la llamó a contar:
—¿Por qué eres así? ¿Por qué dejaste a Puruna?
Tchejeru contestó:
—Fíjate, ¿acaso me quieres injuriar porque dejé a mi marido? ¡Lo hice
porque tú me abandonaste en su casa!
Wajari la interrumpió:
—No me gusta que hayas dejado a Puruna. Si una mujer tiene esposo
e hijo, ¡no puede hacer una cosa así!
Y se marchó.
113
Cuentos y mitos de los piaroa
114
14. Tchejeru enloquece y los piaroa pierden las cosas de los blancos
Por eso es que los piaroa no pueden alcanzar las cosas de los blan-
cos, porque Tchejeru se volvió loca y dejó a su marido. Por eso es que
aún hoy en día los piaroa son más pobres que los blancos.
También Puruna le dijo a Wajari que los piaroa se podrían casar con
los blancos y tendrían muchos hijos. Mas los piaroa también perdieron
esta oportunidad cuando Tchejeru se volvió loca.
Los waikunis llamaban madre a Tchejeru y ella los llamaba hijos. Los
waikunis le preguntaron:
—¿Por qué nos dejaste?
Y se la llevaron con ellos a su casa para curarla, le cantaron y la bañaron
en la caída del agua. Todo esto lo hicieron para que se le quitara la locura.
Y Tchejeru se curó, luego de lo cual hicieron una gran fiesta. Hoy también
hacen lo mismo los piaroa a las mujeres que se vuelven locas.
A Puruna le llegó la noticia de que Tchejeru era la misma de antes, se
sentía bien y vivía con sus hermanos.
Puruna decidió ir a visitar a Tchejeru.
Sin embargo, Tchejeru le dijo a sus hijos:
—No me gusta la churuata de Puruna. Todos los días le pedía a los
waikunis que impidiera con brujería que Puruna viniera a buscarla.
Puruna planeaba todos los días visitar a Wajari, pero siempre se sen-
tía cansado. Esa era la brujería de los waikunis.
Y ni para la fiesta de los waikunis vino Puruna. Por eso es que los
blancos no tienen bailes con máscaras.
115
15. REDYO Y LA TORTUGA9
En aquella época vivían en la selva muchos piaroa. Pero no solamen-
te vivían los indígenas, sino también Redyo, el que se comía a todos los
hombres. Y también la tortuga habitaba en la selva.
Una vez Redyo le dijo al indígena: “Ven conmigo al conuco a recoger
batata”.
—Está bien, vamos, pero mejor a recoger fruta de seje.
Sabía que era costumbre de Redyo matar a las mujeres. Pero el indí-
gena estaba consciente de que era la esposa de Redyo la que acostum-
braba matar a los hombres; por eso fue a pedirle consejo a la tortuga. La
tortuga propuso lo siguiente: “Si vas a la selva, lleva contigo un bejuco y
prepáralo bien. Corre, apúrate y sube a las palmeras de seje, porque si
vas despacio, te matarán”.
—Está bien –respondió el hombre y se adentró en la selva.
Al llegar al palmar, se subió a una palmera y se puso a esperar. Al
poco rato llegó la esposa de Redyo y lanzó un palo hacia arriba.
—Me quiere matar –dijo el indígena.
—¡Oh, qué va! –respondió la esposa de Redyo–. Solamente tiré el
palo para tumbar los racimos de frutas.
El hombre arrancó los racimos.
—Tíralos –le dijo la esposa de Redyo–, no los vayas a probar, pues
son muy amargos.
9 El único cuento que nos relató una mujer (Carmen Solano, la esposa de uno de nues-
tros intérpretes, de Joaquín Solano, ellos viven junto al caño Temblador). (Unas pa-
labras al cuento: la figura central es Redyo, ser que figura en varios mitos piaroa que
también tiene papel en la danza de máscaras. Es un espíritu de la selva, frecuentemen-
te es fuente de peligros, el meñé-ruwä protege su comunidad con una piedra especial
(Redyo-idoki). Tiene varias formas, al traducir su nombre emplearon tres expresiones:
huérfano, monstruo y diablo.
116
15. Redyo y la tortuga
—Lo mejor será si los dejo caer poco a poco –pensó– y se inclinó
hacia abajo.
Pero la mujer, la esposa de Redyo, quería atraparlo. Él colgando a una
altura como de dos a tres metros, de repente soltó el racimo que cayó
sobre la esposa de Redyo, exactamente sobre su cabeza.
La esposa de Redyo se fue de lado y pereció de muerte horrible.
¡Y el hombre se salvó! Poco después entró en la madriguera de Kjeni
la tortuga. La tortuga le dijo: “Sácale el hígado y cocínalo para que Redyo
se lo coma. Él vendrá más tarde, seguramente por la tarde”.
Cocinó el hígado con mucha pimienta.
Y de verdad vino Redyo y se comió el hígado.
—Yo me comí mi parte –dijo y luego se echó a reír–. Ay, ay, ay –dijo–.
Porque la pimienta picaba. Redyo pidió agua.
—No traje agua –dijo el indígena–, mejor será que tú mismo vayas
al caño.
La tortuga habló:
—En cuanto Redyo regrese y entre por la puerta, agárralo y rómpele
la cabeza, pues si no te matará.
Así pasó, Redyo entró por la puerta, el indígena lo agarró por detrás
y le dio un fuerte golpe en la nuca. Y Redyo murió al igual que la esposa.
Con un ramo de espinas le pincharon la barriga, las piernas, los brazos. Y
hasta le echaron encima el palo del sebucán.
—Me voy –dijo el hombre.
—Quédate un ratico más –dijo la tortuga. Si te vas ahora, vendrá
otro Redyo y te comerá. Mejor si esperas un ratico. Yo te avisaré cuando
podamos salir.
Más tarde la tortuga dijo:
—Súbeme a tu espalda y te diré por donde vamos.
Casi enseguida llegaron al conuco de la tortuga y entonces el animal dijo:
—Ahora siémbrame todo un claro de túpiro y tráeme los frutos a mi
madriguera.
Pasó un tiempo y el indígena le llevó como cuarenta túpiros a la
tortuga.
—Ven a visitarme dentro de cinco meses –dijo la tortuga.
Obedeció el indígena y visitó de nuevo a la tortuga. Kjeni lo estaba
esperando en el conuco. Ahora le dijo de nuevo al hombre:
117
Cuentos y mitos de los piaroa
118
16. ¿CÓMO CREARON AL BÁQUIRO?
Muchas veces cantamos sobre el báquiro, el ime, antes de comernos
su carne y mientras bailamos con su máscara. Hay varios cantos sobre
los ime, y también hay una historia sobre su creación.
El canto de la danza de máscaras sigue derecho, mientras que el can-
to sobre las enfermedades del báquiro serpentea como el caño. Me gusta
el canto del Warime y también el del báquiro porque son interesantes.
En la zona de los manantiales, el Sipari-aje, allá donde en época de la
seca se alza la churuata de Marepa hay una montaña, la Ime-tajtawinawa.
Allá crearon al báquiro. Yo sé dónde está la gran montaña de piedra, la
Ime-tajtawinawa. Frente al caño Sipari, en la selva.
Allá cantaban también el Warime, el canto de la fiesta del báquiro. Son
innumerables las palabras del canto: ujku-vasruve, luego ujku-yuwe-yuwe,
luego arikoto. Son muchas las palabras como esas. Cuando suenan los ins-
trumentos y bailan las máscaras, se puede escuchar el canto del Warime.
Los bailadores se van deteniendo, van diciendo las palabras del canto y las
mujeres responden. Solamente las mujeres que dan las respuestas conocen
el canto. Las otras, no. Y los que responden van vertiendo de su garganta las
palabras.
Los bailadores y cantantes se quedan un rato en el monte, como
una hora, luego siguen subiendo. Arikoto, dicen abajo. Nea-a parewa, se
encaminan hacia abajo. Luego vuelven a subir y a bajar como el báquiro.
Allá fue donde crearon al báquiro. Esa es también obra de Wajari.
Pureydo es el lugar donde las sierras se suceden entre sí. Los hombres
andan enmascarados. Luego entran en una churuata, en otra, en otra
tercera.
119
Cuentos y mitos de los piaroa
120
17. EL CANTO DEL BÁQUIRO
Buoka llegó primero, lo siguió Kwoimoi, la culebra venenosa. Buoka
nunca fue a visitar a Kwoimoi porque tenía miedo que lo atacara y se lo
comiera.
Wajari después de haber sido creado por Buoka, quiso ir a visitar a
Kwoimoi, porque no lo conocía y no sabía que Kwoimoi había probado
varias veces matar a Wajari y a Buoka porque le envidiaba las ceremonias
enmascaradas, quería robárselas para poderse comer a los bailadores
enmascarados. La culebra venenosa se escondía tras todo tipo de más-
caras y no hacía más que pensar cómo podría matar a los dos hermanos.
Sin embargo, en cuanto a sabiduría, Kwoimoi quedaba mucho más
atrás que Wajari, sus pensamientos eran más pequeños.
Wajari le dijo a Kwoimoi:
—¡Primero te mataré antes que tú me mates!
Los dos hermanos decidieron celebrar una gran fiesta y enseguida
comenzaron a prepararla. Mientras tanto, Kwoimoi, bajo la forma de
todo tipo de animales los iba espiando. Sin embargo los dos hermanos
estaban alerta, advirtieron al enemigo y salieron corriendo.
El único deseo de Buoka era el de dirigir la primera fiesta. Pero Wajari
le dijo:
—No lo hagas. Nosotros tenemos que organizar juntos la fiesta, pues
tú no sabes lo suficiente y va a terminar mal la cosa si celebras solo la
ceremonia.
Sin embargo, Buoka no le hizo caso a su hermano y salió para prepa-
rar él solo la ceremonia de los enmascarados. Pero vino Kwoimoi y se co-
mió todos los objetos sagrados que Buoka había preparado para la fiesta.
121
Cuentos y mitos de los piaroa
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18. LA CREACIÓN DEL PERRO Y DEL TIGRE
Kwoimoi creó al tigre a puño limpio. Lo creó para que se comiera los
desperdicios.
—El tigre es mi perro –dijo–, y luego se llevó al animal a Jerenyefi,
donde vivía su familia.
Wajari se enteró que Kwoimoi había creado un perro muy singular y
con fama de ser excelente cazador.
Kwawañamu le dijo:
—Está bien, esposo. Vete a la churuata de mi padre y trae un ca-
chorro, si es posible que sea hembra. Pero no importa tampoco que sea
macho.
Wajari sopló su tabaco y su yopo. Así se protegió contra el tigre y
luego se despidió de su esposa:
—¡Si no regreso en cinco días, da por seguro que fui asesinado!
Wajari entró en la churuata de Kwoimoi, los hijos del dueño de la
casa estaban jugando. Wajari les preguntó que dónde estaba su padre.
—Está durmiendo –respondieron los niños (ya que el cauteloso Wajari
había hecho dormir a Kwoimoi).
Los niños se pusieron a mover el chinchorro para despertar a Kwoimoi,
que se despertó con un gemido y frotándose los ojos soñolientos, preguntó:
—Sobrino, ¿por qué has venido? Acércate más, ¡déjame verte! Pero
en realidad le mandaba que se acercara para matarlo.
Los tres niños sabían que Kwoimoi era malo y comenzaron a regañarlo:
—¿No sabes que hay que brindarle tabacos al capitán que viene de
visita? Recibe a Wajari de acuerdo con su fama. ¡No puedes portarte así
con el capitán que viene a visitarte!
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Cuentos y mitos de los piaroa
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18. La creación del perro y del tigre
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19. EL CANTO DE LOS WAIKUNIS
Los waikunis eran hijos de la buena Tchejeru. Los waikunis eran de
Mariweka y su poblado se llamaba Ruweydu.
Un día la buena Tchejeru bebió dada, pero no la coló como era debi-
do. Y lo espeso se le trabó en el estómago. De ahí nacieron los waikunis.
Los waikunis tienen un canto contra las enfermedades de los animales,
que hacen a la gente cada vez más flaca y esquelética. Es el canto de los
waikunis. El huérfano Rediñú manda esta enfermedad y contra ella es
que los piaroa emplean este canto. El canto de los waikunis expulsa la
fiebre de los waikunis.
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20. HISTORIA SOBRE EL PERRO
Wajari dijo que se iba donde los blancos a conseguir una perra, por-
que nunca había tenido perros.
Wajari regresó a su churuata, donde su esposa estaba trabajando con
su hermana Tchejeru. Wajari no trajo nada y su esposa le preguntó:
—¿Dónde está el perro?
Wajari respondió:
—Tu padre pide demasiado por el perro, que para colmo no caza bien.
Kwawañamu se enojó con su marido Wajari.
Wajari dijo así:
—No tengo la culpa. Mis amigos me prometieron darme un perro
mejor. Voy a verlos y conseguiré uno –así dijo, pues todavía no había
podido conseguir un perro.
Wajari se puso a crear un perro con sus propias manos. En primer lu-
gar un perro grande para los blancos y luego uno más pequeño para los
pueblos del alto Orinoco. Creó una perra y un perro. Le dio a su esposa
el perro más pequeño.
Kwoimoi oyó que Wajari creaba perros mejor que él:
—Déjame ir a pedirle un perro a Wajari. Mi perro no es buen cazador.
Kwoimoi llegó a la churuata de Wajari en Pureydo. El señor de la casa
le preguntó a Kwoimoi:
—¿Por qué viniste? Si el capitán del grupo viene de visita, siempre
quiere algo. ¿Viniste a ver a tu hija?
Kwoimoi respondió:
—Oí hablar de tus perros, que son buenos cazadores. Atrapan todo
tipo de animales. Yo también quiero comer de la cacería.
Wajari continuó así:
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Cuentos y mitos de los piaroa
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21. HISTORIA SOBRE LOS INSECTOS
Los zancudos fueron creados por Kwoimoi para que mataran a Wajari.
Les ordenó que picaran a Wajari mientras dormía, pero Wajari se defendió
soplando y no pudieron acercársele.
Kwoimoi dijo:
—¿Cómo podría matar a Wajari para comérmelo?
—A mí no me pican los insectos, pero después de mi muerte picarán
a mis familiares –dijo Wajari.
Luego le mandó los insectos a Kwoimoi al que estuvieron picando
toda la noche. Kwoimoi tomó la cosa a risa, mas los insectos lo atacaron
toda la noche y no hacía más que dar ayes. Algunos insectos se introdu-
jeron muy bien en la piel de Kwoimoi y se le hincharon tanto las piernas
que ya no podía ni pararse. Kwoimoi plañía y gritaba.
Con el dolor de muelas pasa lo mismo. Si bien Kwoimoi lo inventó
para Wajari, este se lo devolvió inmediatamente a Kwoimoi.
Mientras Wajari estaba de caza, Kwoimoi se infiltró en la churuata
de Wajari y preparó una gran hechicería contra la vida de Wajari. Pero
Wajari lo sabía, así es que le hizo lo mismo a Kwoimoi.
Una noche Kwoimoi despertó con un horrible dolor de muelas. Salió
corriendo, dando vueltas gritando:
—Me muero, me muero –y se dio cabezazos contra el suelo–. ¿Qué
habré comido que me dan estos dolores?
Por último se arrancó el diente que le dolía, mas al momento le em-
pezó a doler el otro. Se lo arrancó también, y así continuó, uno detrás de
otro. Al final, no le quedó ni un solo diente.
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22. SOBRE LOS MONOS
El mono y la mona tuvieron un monito.
Wajari le dio forma al monito: pelo, ojos, carne, piel, etc. El mono
creció. Se reunieron todas las especies de monos y Wajari se dispuso a
enseñarlos. Les dio agua amarga y yopo. Pero no les dio ni dada, ni tuipa
ni espinas de raya.
Wajari les dio a los monos varias clases de yopo, todas muy fuertes.
Wajari les preparó a los monos varias clases de yoperas y cigarros
también. Sobre las yoperas sopló el humo de los cigarros sagrados.
Wajari les dio a probar esos yopos, una especie tras otra, y los monos
crecieron y comenzaron a chillar. Gritaron las mismas palabras que acos-
tumbran hoy en día. Y en sus visiones vieron el futuro. Wajari les dijo que
esos eran los peligros que los acechaban. “Ustedes están chillando ahora,
y de hoy en adelante será así como chillarán. Y ustedes mismos transmi-
tirán esta fiebre si los piaroa se enferman, chillan como los monos”.
Allá se alza un árbol, el K’elau Mak’ ili’a. También así se llama la en-
fermedad de los monos. Wajari creó el árbol para proteger a los monos.
Los monos ebrios de yopo saltaron a este árbol, donde poco a poco
volvieron en sí.
Wajari les preguntó a los monos:
—Les he dado yopo. ¿Cómo ven ahora el futuro?
Y dijeron:
—Nuestro futuro no parece muy largo que digamos. Morimos, como
todo el que llega a viejo. Así será nuestro futuro. Un águila nos matará,
un hombre nos matará con cerbatana.
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23. EL CANTO DEL DANTO
Wajari bebió dada y vio su propio futuro en la imagen del danto.
Pero primero vio el recinto sagrado de todos los animales, como el
báquiro, el mono y otros, en fin, de todos los animales que él creó. Luego
vio también los lugares donde conseguía los accesorios para su ceremo-
nia. Y también vio dónde habría de encontrar la muerte. Y en la muerte
se vio como un danto. Wajari vio que el espíritu del danto no queda
mucho tiempo en la tierra. A él le pasará lo mismo que a los monos. Los
blancos lo matarán y se comerán su carne.
Y vio que el grupo inakwedya de los piaroa también comerán de su
carne. Y también vio a un hombre que lo mataba con arco y flecha.
Vio que también el tigre lo mataba.
Y vio también a un hombre que lo mataba con escopeta y a otro con lanza.
Luego de estas visiones, Wajari creó el cielo, la luna y el sol.
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24. CANTO SOBRE LA HISTORIA DE LA BABILLA
Wajari le dio cuerpo a la babilla, le dio forma sobre una mesa, luego
le dio piel y por último le sopló los pensamientos con agua amarga y
chicha envenenada.
La babilla no tiene lengua. La chicha se la quemó. Por eso dijo Wajari
que era mejor si la babilla vivía en el agua, donde también vivían su
madre y su padre.
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25. MUKA KUYELI: “CANTO CONTRA TODAS
LAS ENFERMEDADES ANIMALES”
En la montaña sagrada de Tiannawa hay un águila que los piaroa
jamás han visto. Se llama Muka Kuyeli. Cantan sobre ella en todos los
cantos. También Muka tiene un canto, que protege a los pichones con-
tra la enfermedad si comen carne, puesto que el águila come todo tipo
de animales: monos, pavos, báquiros. Este canto de Muka transforma la
carne de los animales en alimento vegetal inofensivo, como la papa. Los
piaroa cantan contra sus propias enfermedades el canto de esta águila.
Muka Kuyeli vive como Enemey y Redyo. Mucha gente, hombres y ani-
males se encuentran en la casa de la buena Tchejeru y del bueno Enemey y
cantan contra las enfermedades animales. El de ellos fue el primer canto en
el mundo. Y los piaroa todavía lo siguen cantando.
Los cantores piaroa dicen así: “Quisiera poder comer como Muka, para
que la carne del pavo, del mono y de otros animales sea como la papa.
Quisiera poder comer como Yubeku, como Enemey, como Winilki...”.
Tchejeru los llama chao, es decir padre.
133
26. EL CANTO DEL ARMADILLO
Al principio solamente Remu, el gran armadillo, vivía en su recinto
sagrado, junto al bajo Orinoco. Eso fue antes del nacimiento de Buoka.
Remu dijo:
—Enemey Ofo’daa me dio cuerpo, huesos, piel. Aún era un niño
cuando llegó a la superficie de la tierra: no vio claridad, no vio agua, ni
montañas, ni estrellas.
Luego nació su hermano Sera, el pequeño armadillo, y él también
siendo niño, dejó el recinto sagrado. Cuando llegó a la superficie de la
tierra, él tampoco vio nada.
Llegaron a la superficie bajo un platanal. Primero vino Remu y luego Sera.
—Sera –preguntó Remu–, ¿cómo puedes ver sin claridad? ¿Cómo
puedes vivir sin agua?
Sera respondió así:
—Vivo porque le ordené a mis pensamientos que me consiguieran
agua. ¡Me acostumbré a vivir así!
Bajo la tierra escucharon la voz de una cascada. Remu se dispuso al
momento a excavar la tierra a ver si encontraba la caída del agua. En sí no
sabía cómo llegar hasta el agua.
Su hermano, Sera, era más pequeño y más delgado. Primero escuchó la
cascada y una voz animal sobre sí. Acechó durante un rato y luego volvió a
la superficie.
Entonces escuchó bajo sí la voz de la cascada.
—¿Qué pasa aquí? –preguntó–. Esta voz se mueve.
Sera dijo:
—Sopla yopo, tal vez entonces puedas encontrar el agua.
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26. El canto del armadillo
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27. Canto del armadillo y del oso hormiguero
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Cuentos y mitos de los piaroa
—Dáselo, Sera.
Woya dijo:
—No, no quiero que sea Sera el que me lo dé. Pues así no vale nada.
El propietario del yopo es el que tiene que dármelo, o sea tú, Remu. Yo
soy un mejor pensador que tú. Yo he soplado yopo y he bebido dada
también.
Remu solamente quería darle un poquito, pero Woya lo quería todo
de golpe. Y en verdad se lo sopló todo de una vez.
Woya dijo:
—Está bien. Tú también puedes soplar yopo y podrás convertirte
también en un pensador como yo.
Y así Woya le dio tres veces yopo a Sera. Y dos veces a Remu.
El yopo de Remu no le hizo efecto a Woya, pero el de Woya era más
fuerte.
No le hizo efecto a Sera, pero a Remu sí.
Remu vomitó y gritó:
—Woya me quiere matar, yo mato hombres.
Sera dijo:
—Esa es una visión del futuro.
Remu gritó:
—Ese hombre que entró en mi casa va a matarme.
Sera le dijo a Remu:
—No vales mucho si te emborrachas tan rápido. Es tu error. No tenías
que haber pedido yopo.
Remu gritaba y gritaba y en la figura del armadillo que antes había
sido hombre, corría por toda la churuata, daba brincos y tirábase al suelo
diciendo:
—Woya me quiere matar, pero yo lo mataré.
Sera ató a su hermano, pero Remu rompió las amarras. No había qué
hacer. Sera le pasó la maraca por la cabeza a su hermano y se curó.
Remu le preguntó a su hermano:
—¿Qué me pasó? Tuve visiones sobre el futuro.
—Sí –respondió Sera.
—¿Grité algo malo? ¿Qué fue lo que me pasó? –preguntó Remu.
Woya mientras tanto intervino, le pidió a Sera que no contara lo que
había pasado, pues de lo contrario se iba a enojar.
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27. Canto del armadillo y del oso hormiguero
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28. WAJARI CREA LAS FRUTAS
Del estómago de Wajari creció un árbol gigante y en él germinaron
todas las frutas comestibles. Un buen día Wajari estaba sentado en la
orilla del Orinoco esperando un bote que le transportara las frutas río
arriba. Al poco tiempo llegó su sobrino, que después de llenarse con
frutas condujo a Wajari a San Carlos del Río Negro. Poco tiempo después
Wajari fue transportado por sus sobrinos hasta Puerto Ayacucho para
conseguir allá más alimento.
Mientras tanto, una mujer, Paruba Awektuva’ju, también hubiera
querido probar las frutas. Un pájaro acuático voló sobre ella y dijo así:
—Wajari está en Ayacucho ¿por qué no lo esperas?
La mujer fue por los alrededores del puerto y sentada en una roca se
puso a esperar.
—Dame de tus frutas –le pidió la mujer a Wajari, que llegaba en esos
momentos.
—No es posible –respondió– porque ya las probé y todas me dieron
fiebre de mujer: Se me hinchó el vientre, sentí dolores y tuve pérdidas de
sangre. ¡Esas frutas son peligrosas!
Wajari violó a la mujer, que de todas formas quería probar las frutas
y luego se fue.
Una fruta creció en el vientre de la mujer, que vomitó y orinó sangre.
La mujer, ya embarazada, salió río arriba, vagando de un lugar a otro. En
cada lugar que se detuvo derramaba gotas de sangre, de las que nacie-
ron, silvestres, las frutas de Wajari.
Porque hay frutas que nacen silvestres y frutas que hay que sembrar-
las. Los nombres de los lugares nos indican por dónde fue Paruba, la que
hubiera deseado endulzar las frutas amargas, mas no fue capaz.
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29. LA CREACIÓN DE LAS FRUTAS CULTIVADAS
Los waikunis trabajaron y luego descansaron. Aún no habían visto
agua, pues todavía no existían los ríos. Los waikunis le pidieron agua a
Wajari, pero Wajari respondió así:
—Los hombres no beben agua cuando trabajan. Solamente las mu-
jeres lo hacen. Los hombres soplan yopo o beben kaapi. Pero ustedes
siempre quieren agua. Y no está bien. Yo siempre trabajo con yopo y no
con agua.
En verdad Wajari tenía agua, pero no les quería dar.
En las plantaciones trabajaban varias mujeres y Wajari les pidió agua:
“Nosotras tomamos agua mientras trabajamos, pero los hombres no ha-
cen así”.
Wajari les preguntó de dónde tomaban agua.
—Nosotras tomamos el agua de allá –y señalaron hacia el campo.
Wajari dijo así:
—Está bien. Tengo sed. Y se fue para el arroyo.
Y entonces ocurrió, cuando se dirigió hacia el arroyo, que los waikunis
soplaron magia a los pensamientos de Wajari.
Wajari se enajenó y estuvo vagando por la selva durante años.
Pero antes Wajari preparó una soga bien gruesa y ató entre sí las ramas
del árbol, para que los waikunis no lo pudieran cortar.
Wajari les preguntó a los waikunis que por qué no habían cortado los
árboles.
Trataron pero no pudieron.
Un bicho se subió al árbol y se comió las amarras.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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29. La creación de las frutas cultivadas
143
30. LA CREACIÓN DEL CASABE
Kwoimoi dormía en la churuata grande mientras Wajari preparaba yopo,
es decir, narcótico, en la churuata pequeña. Wajari conjuró a Kwoimoi para
que durmiera mientras él trabajaba.
Kwoimoi se despertó y sintió el olor del narcótico de Wajari. Y como
siempre, se echó a reír y luego dijo así:
—¡Quiero de este yopo! Tiene un olor muy bueno. ¡Me lo quiero comer!
Pero Wajari, dijo:
—No, suegro, es un alimento malo, muy amargo.
Sin embargo, Kwoimoi siguió queriendo comérselo. Wajari le respondió:
—Más tarde puedes soplar yopo.
Kwoimoi dijo así:
—¡Dame un poquito, seré tan feliz! –Por eso fue que Wajari le prepa-
ró a Kwoimoi un poquito de yopo.
Kwoimoi le preguntó a Wajari que dónde había comprado el yopo.
—Yo también quisiera para mí –dijo.
Wajari le dijo que se lo había comprado a los blancos y a los yaruro.
—Y suegro, no uses demasiado de él porque es muy fuerte y aún no
te has acostumbrado.
Wajari le dio un poquito de yopo. Pero Kwoimoi quería más y más.
—Quiero más para poder aprender –dijo.
Wajari le dijo a Kwoimoi que si le da más, verá visiones y narcotizado
hasta podrá ver la muerte de Wajari.
Kwoimoi le respondió:
—No, yerno, no quiero emborracharme.
Así Wajari le dio más. Y Kwoimoi quedó un poco atontado. Wajari dijo:
—¡Más no!
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30. La creación del casabe
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Cuentos y mitos de los piaroa
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31. LA CREACIÓN DE LOS ESPAÑOLES
Buoka observaba escondido a su hermano Wajari. Quería que Wajari le
creara familia a él también. Habló también con su suegro sobre esta cuestión
de que si quería familia él también. Puruna le respondió afirmativamente.
Buoka es el amigo de los guajibo, mientras que Puruna lo es de los
blancos. El jefe Wajari creó a los blancos por el parake, junto a las mon-
tañas que se alzan en el territorio del Sipapo. Allá había un lago donde
pescaba los peces para crear tanto a los hombres, como a los piaroa.
Puruna le pidió a Wajari que le preparara hombres a él también.
Buoka le preguntó a Wajari que si podía ver cómo era que creaba a
los blancos. Wajari dijo así:
—No te preocupes, todo ocurre igual que antes.
Pero Buoka dijo que él pensaba que iba a ser distinto, y por eso
quería verlo:
—Hermanito, quisiera ver cómo es que preparas a nuestros amigos.
Quisiera ver cómo pescas y cómo creas a los hombres.
Pero Wajari respondió así:
—No hermano, si los dos observamos, los peces apenas morderán y
no habrá hombres suficientes.
Wajari conjuró un dique al lago y así los peces destinados a los piaroa
fueron a parar a un lado y los destinados a los blancos a otro. Conjuró un
nombre de un gran animal que los piaroa nunca habían visto. La tarea
de este animal era la de asustar a los blancos y hacer peligrosa la selva
para ellos. Wajari conjuró también la dirección de los blancos: preparó
una figura para el centro del lago. Por eso es que los blancos tienen idea
de los hombres y los animales. La figura la hizo en base de su hermano
Buoka: Chubuo Buoka, Aruttu Buoka, Avika Jawikwo, Tsañaka Buoka.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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31. La creación de los españoles
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32. LA MUERTE DE KWOIMOI
Ya desde hacía tiempo Kwoimoi venía rompiéndose la cabeza para
ver cómo podía matar a su yerno Wajari, porque se lo quería comer.
Su hija, Kwawañamu no era una esposa muy buena que digamos
para Wajari. Estaba un poquito loca y se pasaba la vida quejándose de
Wajari. Un buen día fue donde su padre y le dijo:
—Me gustaría que te comieras a mi marido.
Y Kwoimoi se echó a reír lleno de maldad, pues eso era lo que quería
desde hacía tiempo.
Precisamente andaba Kwoimoi por la churuata de Wajari, mas ya Wajari
sabía que su suegro estaba preparándose para matarlo. Se puso a pensar:
—¿Por qué querrá mi suegro matarme?
Kwoimoi tomó la figura de diferentes animales para poder observar
a Wajari pasando inadvertido. Wajari siguió su ejemplo transformándose
primero en tigre, luego en serpiente y por último en águila.
Una noche Kwoimoi también se transformó en tigre y se escabulló en la
churuata de Wajari para devorarlo. Pero Wajari se escondió bien en el techo,
tomando la forma de águila, luego descendió sobre Kwoimoi le dio un pico-
tazo en el hocico a su enemigo y, bien sujeto, salió volando con él hacia lo
alto. Y tanto voló y voló alrededor de la tierra que Kwoimoi se murió.
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33. LA MUERTE DE BUOKA
Un veneno mató a Buoka: el ñiyaekwa. Ruwa’yai le dio el veneno
porque Buoka puso en ridículo a un niño y los padres se ofendieron.
Ellos fueron los que le pidieron a Ruwa’yai que matara a Buoka.
Wajari no sabía nada de lo ocurrido. Un buen día salió a visitar a
Buoka. Entró en la churuata y preguntó por Buoka.
—Se fue a visitar a los blancos y a los indígenas waika.
Wajari buscó a su hermano por todas partes, pero nadie supo darle
noticias de él. Solamente sabían que Wajari tenía un hermano que se
llamaba Buoka. Wajari regresó a la churuata de Buoka y acusó a los que
allí vivían:
—¡Ustedes mataron a Buoka y no se atrevieron a decírmelo!
Más tarde Buoka renació y se convirtió en lo mismo que era antes.
Recibió de Enemey Ofo’daa su figura y todas las partes de su cuerpo.
Renació en la figura de Tuwa Ñemeli, el ciervo rojo.
Buoka recibió los ojos de Enemey Ojo’daa y eran exactos a los suyos.
151
34. LA MUERTE DE WAJARI
Wajari entre sus viajes fue a parar entre los hombres blancos, donde
lo atacaron perros rabiosos y lo botaron de allí. Y por dondequiera que
viajó fue perseguido por los perros. Por los perros de los makiritare, de
los yabarana o de los waika.
Wajari corrió hasta Colombia, y luego todavía más al sur. Bajo los
raudales de Ayacucho cambió de figura y se sumergió bajo el agua, lle-
gando a la orilla después de Mariweka. Pero allá lo persiguieron los virus
de los perros. Se escapó corriendo.
Wajari saltó al agua y los perros detrás de él. Se zambulló bajo el agua
y saltó de una tierra a la otra, saliendo por aquí y por allá. Pero siempre
los perros le seguían el rastro.
Wajari llegó a Dimoro y lo atacaron los perros de los indígenas mabu y
wohitemu. Se escondió en los montes que se encontraban entre el Sipapo y
el Cuao. Allá escaló la montaña y se sentó a pensar:
—¿Por qué esos perros me persiguen? ¿Tal vez por el olor de mi
cuerpo?
Después de decirlo, se lavó minuciosamente y se cepilló el cuerpo.
Pero la limpieza no le sirvió de nada.
Apenas se puso en camino, los perros se le tiraron. Por fin Wajari
cayó desmadejado de tanto correr y lo mataron las lanzas de los mabu y
los wohitemu cumplieron las órdenes de los kikaipuro.
La muerte de Wajari apareció en una de las visiones de Yubeku, uno
de los grandes sopladores. Yubeku transformó la carne de Wajari en una
planta comestible y se la comió.
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35. AVENTURAS DE CAZA
1.
Un día el piaroa se fue de caza. Anduvo varios días por la selva, pero
regresó sin cazar ninguna presa.
Al otro día dos indígenas, dos cuñados, emprendieron su camino, tam-
bién de caza. Llevaban perro consigo y palos en la mano. De repente se vie-
ron cubiertos por un tremendo aguacero, llovió durante tres días seguidos.
Los cazadores llegaron a un arroyo. Uno de ellos en la orilla descu-
brió una cueva llena de murciélagos. Y los cuñados se refugiaron ahí.
Dijo uno:
—Verás que aquí hay hasta armadillos gigantes. Su cuñado se dirigió
hacia el interior de la cueva, con el machete en la mano. El otro hombre
avanzaba tras él. Caminaron durante mucho tiempo y ya creían que ha-
bían llegado al final de la cueva.
De repente asustaron a un tigre. El animal se les fue corriendo.
El hombre que iba delante pasó un susto grandísimo. Su cuñado dijo:
—¿Por qué no te fijaste? ¿Por qué no usaste el machete?
—Se me asustó hasta el machete en la mano –contestó el otro–; aunque
sabía, tenía el machete en la mano para cortar en dos al tigre.
El tigre se fue corriendo. Uno de los hombres le salió atrás:
—¡Tigre, tigre, eres tú tan grande que me asustaste! ¡Me asustaste
pero te fuiste corriendo! Vete, vete, mejor si te vas por tu lado.
Luego llamó a su cuñado y volvieron a casa sin cacería.
2.
Un buen día un indígena abrió un hoyo, tendría como diez metros. Por
allá pasó el enano Viricha, con una piedra pintada gigante a cuestas. En la
153
Cuentos y mitos de los piaroa
piedra había tanta pintura como en una flor. A cada lado arañas gigantes,
serpientes, lunas, estrellas pintadas, y muchas flores, flores de mayo.
Vino el enano y descubrió al hombre en el hoyo. El indígena salió del
hoyo cautelosamente y vio al enano con la piedra gigantesca. Y el enano
quiso matar al hombre, agarró el pedrusco y lo tiró contra el hoyo.
El enano le debía dinero al indígena, por eso quería matarlo. El ena-
no bajó al hoyo para sacar la piedra, pero de repente oyó un ruido:
—¡El hombre vive todavía! –pensó.
De nuevo volvió a arrojar la piedra. Solo que no cesaron las voces del
fondo del agujero. ¡El hombre quedó con vida!
Por tercera vez volvió la piedra en el hoyo, y ya esta vez no escuchó
nada. Se murió el hombre –pensó el enano.
Sacó la piedra y aunque no encontró nada abajo, siguió su camino.
Mientras tanto, el indígena estaba sentado en la copa de un árbol. Y
riendo se iba diciendo:
—Si me hubiera quedado en el hoyo, el mal agradecido de Viricha
me hubiera matado.
3.
Una vez los indígenas prepararon una trampa en el sendero del pi-
cure. Vinieron muchísimos animalitos. Serían como quinientos y todos
enanitos. No sabían que en el camino había una trampa.
En la cabeza del largo cortejo avanzaba un diminuto enanito y la
trampa lo agarró.
Una vez un indígena fue a la selva a ver al pendare, pues habían
madurado ya sus frutos. El indígena que andaba por la selva encontró
grandes racimos de frutas allá en la selva, adonde había ido.
Junto a un árbol encontró una escalera, hecha de finas ramitas y
lianas delgadas. Díjose el hombre para sí:
—¿Qué clase de gente habrá puesto aquí la escalera? No creo que
pesaran más que yo.
Pues se subió a la escalera, pero enseguida se cayó. La escalera se
desbarató a sus pies. El indígena se apoyó en el árbol como un mono. Ya
casi había llegado a la corona cuando aparecieron enanitos chillando y
rodearon el pendare.
154
Aventuras de caza
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Cuentos y mitos de los piaroa
4.
Un piaroa decidió ir a recoger hormigas rojas. Y salió para ver la casa
de las hormigas.
Por el camino se encontró con un enano que le preguntó:
—¿Cómo están las hormigas?
—Bien –respondió el hombre–. Las hormigas rojas están bien. Den-
tro de poco saldrán volando.
Luego siguieron conversando.
El piaroa dijo:
—Tan chiquito que eres y lo gruesa que tienes la voz –y le dio un
golpe en la frente al enano–. ¡Sé que me quieres matar, pero yo soy quien
te mataré!
El enano se defendió, agarró un palo del grueso de un brazo, pero el
hombre salió corriendo y se escondió en un árbol. El enano creyó que se
había escondido en la oquedad del árbol y tapó la abertura.
Pero el piaroa descubrió un pequeño agujerito como a la mitad del
árbol, se escabulló a través de él y con una liana se dejó caer al suelo.
Mientras tanto el enano se encontraba acechando tras otro árbol y
recogió las hormigas más venenosas para echárselas al indígena.
—Pues así me quiere matar –pensó el hombre–, pero esto no me lo
hace a mí.
Y se escapó corriendo.
De jovencito se había encontrado ya una vez con el enano, acostado
bajo un palo. Aquella vez el enano le puso una zancadilla al hombre y
luego le pidió que lo curara.
—No, a ti no te curaré –dijo el piaroa, llorando de dolor–. ¡Mejor será
que te mueras!
El enano dijo:
—Yo no me muero, sé como ayudarme a mí mismo.
Y por fin se curó, y con la ayuda de las hormigas quiso vengarse.
156
36. HISTORIA DE AHORA
Había una vez una muchacha que dejó la churuata de sus padres y se
tomó el sendero de la selva; un muchachito de unos ocho años también
estaba en camino.
—¿Para dónde vas? –le preguntó el muchachito.
—Aquí cerca no más –respondió la niña.
—¿Por qué no vas más lejos? –continuó el chico.
Pero la muchacha siguió diciendo que solamente iba por ahí cerquita.
El muchachito la acompañó hasta el final del camino. Encontraron
una bicicleta y se sentaron arriba de ella. El muchacho no podía impul-
sarse más, por lo que le pidió a la niña:
—No te muevas pues nos caeremos en el hueco.
La niña le respondió:
—No, no nos podemos caer.
—¿Por qué no? –preguntó el muchacho, pero no obtuvo respuesta–.
Agárrate pues nos caemos, nos vamos a despeñar.
Siguieron andando y de repente el muchacho sintió un olor muy
desagradable, como si hubiera algún animal muerto cerca. Tal vez una
serpiente, esa suele tener tanta peste. Le preguntó a la muchacha:
—¿Por qué tienes tanta peste?
La muchacha le respondió:
—Mi familia apresó muchos pescados y comimos mucho. Y después
no me lavé las manos, solo me las pasé por el pelo.
—¿Por qué lo hiciste?
—Esa es la costumbre en mi familia –dijo la niña.
—Si alguna vez comes pescado, después lávate siempre las manos
–dijo el muchacho.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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36. Historia de ahora
159
Cuentos y mitos de los piaroa
Una hora después vio una raposa. La raposa tenía las dos manos ata-
das. El muchacho pasó un susto tan grande que se cayó de la bicicleta, se
dio en la cabeza y se desmayó. Quedó veinte minutos sin conocimiento.
No había nadie por ahí. El muchacho se incorporó y se fue a su
casa dando tumbos. Descansaba un poco y luego seguía media hora
pedaleando.
En la casa, su madre lo esperaba muy triste. El muchacho le contó
que había visto una raposa amarrada que lo había querido morder, y el
muchacho se dio cuenta de repente que se había desmayado.
Su madre le pidió:
—Nunca te vuelvas a ir de la casa.
El muchacho le hizo caso y no dejó más la churuata.
A eso de las tres o de las cuatro de la mañana, se apareció el caza-
dor de murciélagos y preguntó por él, pero el muchacho estaba en lo
mejor de su sueño. Aunque al poco rato se levantó y le preguntó al otro
indígena:
—¿Qué hacen los animalitos, los murciélagos?
—Y tú, ¿cómo estás? —preguntó el cazador.
El muchacho estaba triste por el accidente:
—Me siento mal, estoy triste porque me asustaron, a lo mejor me
morí, pensé para mí –así dijo el muchacho.
Entonces dijo el anciano padre del muchachito:
—¡No te moriste porque te cuidé! Te estuve observando todo el tiempo.
La madre lo reafirmó:
—Por eso fue que te salvaste –le dijo.
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37. SOBRE LA VALENTÍA
Una vez una niña entró a la selva y se perdió. Se detuvo en medio del
sendero y lloró.
Por allá pasó un indígena con una carretilla y siguió su viaje. Cami-
naron juntos un largo trecho. La niña le preguntó:
—¿Por dónde vamos?
—Hacia la orilla del río –respondió el indígena.
—¿Qué haremos allá? –preguntó la niña.
—Nos bañaremos y luego iremos a mi churuata.
El indígena preguntó:
—¿Por qué te pegaron tus padres?
—Porque me porté mal.
Porque la niña nunca hizo nada en la casa, no trabajó, no cocinó, no
cosió, no mantuvo el orden entre sus cosas. En cambio andaba por los
senderos, hasta después del crepúsculo, hasta la madrugada.
—No pasas la vida en casa, sino por ahí por los caminos –le dijeron.
Le pusieron tres días de castigo, pero ya no resistió más y se fue
huyendo. Allá fue donde se encontró con el indígena.
Siguieron andando y primero se encontraron con una gran tortuga.
Luego anduvieron otro tramo y se toparon con una culebra.
La muchacha le preguntó al muchacho:
—¿Te comes la carne de la tortuga y de la culebra? Porque a mí no me
gusta la tortuga, tiene mal sabor.
—¡Cómo no! Opino que la tortuga tiene una carne muy sabrosa –dijo
el muchacho.
—¿Y cómo son los huevos? –preguntó la muchacha.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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38. LA FILA DE PIEDRAS
Pitah conoce bien la historia, él se la contó a Ñemej, que fue quien se
la contó a mi padre.
Por aquella época vivían pocos piaroa porque los kerimine los habían
matado. Los asesinos atacaron las churuatas: apresaron tres o cuatro, se
los comieron y luego atacaron otras churuatas. Después los kerimine su-
bieron a la montaña donde hoy en día se encuentran las piedras en fila,
fueron para la montaña Meñerujewa y todos llevaban una piedra consigo.
Su jefe le ordenó:
—Todos y cada uno de nosotros tiene que llevar una piedra.
Cada uno tomó una piedra y la llevó. Hombres, mujeres, niños. Lle-
varon tantas piedras para la montaña, como piaroa habían asesinado, y
colocaron en fila las piedras en la montaña.
Desde la cima se ve hasta muy lejos. Los kerimine se pusieron a
observar la selva: se fijaron en la columna de humo que iba ascendiendo,
porque donde hay piaroa trabajando en las plantaciones queman las ma-
las hierbas. Y siempre subía el humo por sobre la selva. Y como desde la
montaña se podía ver hasta muy lejos, el humo les mostró el camino a los
kerimine. Salieron en dirección a las churuatas y asesinaron.
Las piedras quedaron allá. Las puedes contar. Si alguien subía, lleva-
ba consigo una piedra. Así siempre sabían cuántos piaroa habían matado.
De la alta montaña podían ver todas las churuatas, todas las planta-
ciones, y partían siempre por donde se alzaba la columna de humo. Si
encontraban vacía una churuata, seguían avanzando, porque si en una
casa atrapaban a un piaroa para comérselo, la noticia se extendía y la
gente huía. Hombres, mujeres iban de casa en casa para alertar a los pia-
roa de lo sucedido. Si los kerimine encontraban una churuata habitada,
163
Cuentos y mitos de los piaroa
apresaban tres, cuatro y a veces hasta cinco piaroa. Los kerimine eran
muchos y los piaroa eran cada vez menos.
Los piaroa buscaban y buscaban la montaña y por fin la encontraron.
Se llamaba Meñerujewa. Todos los piaroa subieron juntos la montaña.
Entre cimas de montañas, en lugares bien visibles colocaron especies de
puentes tejidos de lianas.
Vinieron los kerimine a la montaña. Algunos tenían cascos en la
cabeza, parecidos a las cazuelas de aluminio y se alegraron mucho del
puente. Los piaroa los estaban esperando arriba en la montaña.
Los kerimine avanzaron, cada vez ascendían más. Ya casi habían
llegado a la cima; de tan cerca que estaban, se pudieron ver los dientes
rojizos de un kerimine. Cuando llegaron a la cercanía inmediata de la
cima, se desprendió el puente tejido con tanta habilidad. Los kerimines
se despeñaron en el vacío. Solamente quedó con vida una mujer embara-
zada. Todos los demás murieron.
Dicen que la mujer dio a luz a su hijo que ya es un adulto y de nuevo
se multiplicaron los kerimine. También dicen que en el futuro harán lo
mismo, al igual que sus antecesores: regresarán a la montaña.
Pero la montaña tiene también una historia anterior. Antes que los
kerimine hubieran situado las piedras, Kwoimoi, la serpiente venenosa,
había andado por ahí. Hay que saber que esta montaña es el centro del
mundo de los piaroa. Tiene cuatro nombres, cuatro lados, cuatro partes,
Iyakome se llama la montaña de enfrente y la otra Neñurekju. Dicen
que fue allí donde Kwoimoi les dio nombre a los animales venenosos,
y también donde les entregó el veneno, pues Kwoimoi es en sí la misma
serpiente venenosa. Los animales recibieron de él sus dientes venenosos.
Pero esto ocurrió hace mucho tiempo, antes de nosotros nacer. Dicen
que una vez un hombre descubrió la peligrosa madriguera de Kwoimoi,
en el otro lado de la montaña. El hombre andaba de cacería, seguro que
vio el veneno, esta cosa prohibida, y luego siguió tranquilamente su ca-
mino sin sospechar que no se podía contemplar el veneno. Partió para su
casa cuando de pronto comenzó a llover, soplaba un viento muy fuerte,
tronaba y relampagueaba. Se acercó a su churuata y en el sendero una
serpiente venenosa lo mordió. Todo esto ocurrió donde Kwoimoi la ser-
piente venenosa, mezcló y pintó el veneno.
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38. La fila de piedras
Dicen que al otro lado de la montaña hay todavía más pinturas ru-
pestres que en este lado, y que el hombre que las miró se murió. Vio todo
tipo de figuras pintadas, por eso lo mordió la serpiente. Pero antes de
morir, hizo el cuento de lo que había en las rocas. Dijo así:
—Allá están las figuras pintadas y cual guapitas tejidas se enredan
las serpientes. También Kwoimoi estaba allá.
Kwoimoi preparó el veneno, pintó las figuras sobre la roca, incluso
allá por donde brota agua de la montaña. Este lugar solamente puede ser
visto por animales. Si el hombre lo mira, muere. Si alguien quiere mo-
rir, vaya a verlo. Pero las laderas de acá no son peligrosas. Hace mucho
tiempo, sobre estas laderas soplando madyaka, cera mágica, pintaron las
figuras contra la serpiente venenosa. Y la serpiente no se atreve a venir
por aquí.
En aquella época los piaroa primero se imaginaron las figuras, luego
cantaron en las cercanías de la montaña, por último llenaron las paredes
de las rocas de pinturas. Solo después de esto se fueron a casa.
El hombre que no sabía nada de esto descubrió el secreto; pero la
serpiente venenosa lo mordió y el cazador se murió. Desde entonces
nosotros tampoco podemos ver el secreto, porque es un lugar secreto
tampoco podemos pronunciar el nombre de la montaña si aparece a
nuestros ojos ni aunque estemos lejos, como por ejemplo, ahora.
Los manantiales del Verras, el caño Caracol, y el río Paria rodean la
montaña, y no está lejos del curso superior del Cuoto. La montaña se
llama Meñerujewa.
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39. ÑEMEJ ENSEÑÓ A CANTAR A MI PADRE
Escuchaba, escuchaba el canto y luego preguntó:
—Ñemej, ¿qué vas a cantar esta noche?
—Voy a cantar el ime, el báquiro y sus enfermedades.
—Está bien, canta no más –dijo mi padre.
Escuchaba, escuchaba el canto y se le quedó en la cabeza. Esto pasó
aquí, donde ahora escuchan ustedes el canto de mi padre.
Mi padre vino aquí al Temblador desde el Caño de Ijure. Llegó y en
seguida le dijo a Ñemej:
—Tío (siempre lo llamó así, mientras que yo le decía abuelo, pues
según mi padre era el hermano de mi abuelo), ¿sobre qué vas a cantar
esta noche? ¿Qué trabajas? (Pues ese es el trabajo del meñé-ruwä, del
hombre de los cantos).
—Tengo un canto sobre las enfermedades del báquiro –respondió
Ñemej.
—Está bien –dijo mi padre.
Había caído ya la tarde cuando Ñemej se preparó para soplar yopo.
Poco tiempo después llegó su hija. Mi madre aún no había llegado. Yo
tampoco. Y la hija de Ñemej le preguntó a mi padre:
—Dime, ¿por qué no trajiste a mi hermana? Tengo algo que decirle.
—No podía venir –respondió mi padre–, trabaja en el sembrado, pre-
para el conuco.
—Me engañas –continuó la muchacha–. ¿Por qué dejaste a mi herma-
na? –así le dijo mordaz a mi padre.
Nemej empezó a cantar. La muchacha dijo así:
—Está bien, esposo de mi hermana, tú responderás al canto de mi
padre. Mi padre se separó de ella.
166
39. Ñemej enseñó a cantar a mi padre
Y la muchacha repitió:
—Mira, esposo de mi hermana, contesta a lo que mi padre canta.
—¿Yo? –preguntó mi padre–, yo sí que tengo mucho sueño –así dijo.
—Vete a soplar yopo –dijo la cuñada–, con eso se te quitará el sueño.
—Me cansé –respondió mi padre–, tuve que cargar mucha yuca.
La muchacha decía y decía:
—Vete a soplar yopo, te quitará el cansancio, te quitará el sueño. Vete
y respóndele a mi padre.
Mi padre respondió:
—Está bien, voy, soplaré yopo y dormiré un poquito.
—No –dijo la muchacha–, ve donde mi padre, conversa con él.
—Sí, sí –dijo mi padre, riendo juguetón.
De nuevo Ñemej se dispuso a cantar. Mi padre se dirigió a su chin-
chorro. La muchacha le preguntó:
—¿Soplaste yopo?
—Pues sí, soplé, pero me dijiste: “El yopo te quitará el sueño”, pero
me dio más sueño todavía –dijo mi padre sonriendo e hizo como si dur-
miera. Porque no quería responder al canto. Dormir era su único deseo.
—¿Soplaste mucho o poco? –preguntó la muchacha.
—Mucho, pero no me sirvió de nada, solo me dio más sueño –fue la
respuesta.
—Vete y respóndele a mi padre –pidió la muchacha–, y por fin mi
padre se dirigió al meñé-ruwä.
Y luego cantaron hasta la madrugada.
Mientras tanto llegó mi madre también. Mi padre, según su costum-
bre, se dirigió a ella y le dijo algunas palabras juguetonas. Mi madre le
pidió que la dejara en paz porque quería conversar con tranquilidad.
Pero mi padre no cedió y siguió hablando.
Sin embargo, más tarde la dejó y se fue a soplar yopo. Y entonces fue
cuando mi madre pudo conversar tranquilamente con su hermana.
Dentro de un rato mi padre regresó a donde estaban las mujeres y mi
madre le preguntó:
—¿No tienes sueño?
—Ustedes me pidieron que soplara, ¿no? soplé un poquito, pero no
me quitó el sueño. Luego le pedí a Ñemej que cantara sobre las enferme-
dades del mono.
167
Cuentos y mitos de los piaroa
Ñemej era brujo, mi padre también, aunque más joven, por eso visi-
taron a Ñemej, él era el centro de todo. Mi padre fue para ayudarlo, pues
era su pariente.
Ñemej le dijo a mi padre:
—Fíjate, sobrino, vete al odú (como llaman en piaroa al lugar desti-
nado a los huéspedes), amarra tu chinchorro y canta desde ahí. Mi padre
cantó la respuesta acostado en el chinchorro, unas veces solo una pala-
bra. La canción era sobre las enfermedades de los monos.
Luego también llegaron los otros, entre ellos hombres, que enten-
dían de cómo responder los cantos. El hijo de Ñemej le preguntó a mi
padre que qué había pasado.
—Tu padre me mandó a venir –dijo–, a responder desde aquí –contestó
mi padre.
—Está bien, canten no más.
Dentro de poco, todo el mundo cantó bien bajito.
Así fue. Ñemej le dijo a mi padre:
—Canta tú solo.
—No sé cantar –respondió mi padre.
Pues él había venido a estudiar, a escuchar el canto.
Ñemej cantó sobre el mono. Mi padre lo escuchó, le gustó la palabra,
tomó su chinchorro y lo amarró a la cercanía de Ñemej para poderle
contestar desde allá. Así fue como lo contó mi padre.
Luego la hija de Ñemej habló de nuevo:
—Mi padre pide que seas tú el que cante ahora, y de otra cosa.
—Pero yo solamente sé un solo canto –respondió mi padre.
Luego escucharon el canto del mono y luego otro canto también.
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40. CUANDO VI BLANCOS POR PRIMERA VEZ
Por aquel tiempo vivíamos por el arroyo Caracol, allá estaba la chu-
ruata de mi padre. Vinieron algunos civilizados, eran como españoles.
Nosotros estábamos dentro del arroyo, pescando con plantas venenosas
y atrapamos un montón de peces, grandes y chiquitos.
El perro encontró una liebre y corrió tras ella. El marido de la her-
mana de mi madre –al que en aquel entonces no lo había mordido la
serpiente– esperaba el botín con un machete en la mano. La liebre saltó
de pronto hacia unos matorrales planos, donde encontró una madriguera.
La liebre sabía bien que si salía la mataban. Aunque tampoco quería salir,
pues se había cansado en la persecución. Al igual que el perro.
La liebre se escondió, el perro no la encontró. Y allá seguía parado el
esposo de la hermana de mi madre, con el machete en la mano. Metió la
mano en la cueva y la descargó sobre el animal: ¡Tak! Y la liebre se murió
en seguida. Luego el esposo de la hermana de mi madre vino con el
botín hacia el montón de pescados, donde estábamos nosotros.
—Fíjate –le dijo a su esposa–, maté a la liebre de un machetazo. No
quería salir del agujero donde había caído. El machete había partido en
dos al animal, todo se embarró de sangre.
Hay que saber que si cazamos, nuestra ropa se ensucia mucho. Mi
tío me dio el botín en la mano, se puso un guayuco limpio y partió para
la casa. Yo me quedé con el guayuco sucio. Serían como las diez cuando
junto a la churuata me vi a los civilizados que estaban parados por ahí.
Esto ocurriría en 1949 o quizás un año después.
Los españoles me agarraron y me dijeron que me iban a retratar con
la liebre en la mano. La toma de fotografías tardó varias horas, serían ya
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Cuentos y mitos de los piaroa
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41. LAMENTO
Tristemente veo cada día caer el sol. Mi esposo, tu abuelo, me dijo
que te cuidara cada día. Mi esposo me dijo:
—Cuida al hijo de tu hija, cada día.
Tú eres el único hijo y tu abuelo dijo que te quería mucho.
—Cuídalo mucho cada día.
Cada día estoy triste.
El niño me despierta cada noche, ¡y cuídalo bien! –me dijo.
—No soy hombre –le dije–, no puedo conseguirle agua a mi nieto
que está enfermo. ¡Si es que no soy hombre!
—Estoy muy cansado y ya no puedo cuidarlo –me dijo tu abuelo.
Muchas veces estoy triste por las noches porque no soy hombre y
no puedo conseguirle agua a mi nieto enfermo. Todas las mañanas me
despierto muy triste. Todas las mañanas tengo la garganta seca.
—Padre mío, padre mío...
Él me dijo:
—No soy capaz de levantarme porque estoy muerto. Hija mía, eres
joven y no sabes nada. ¡Qué temprano te dejo!
Y todavía estoy viva, pese a que me convertí en una vieja. Pero ahora
me acuerdo de mi padre.
—Madre mía, madre mía... ¡La tierra no está aquí! Y yo soy su hija.
Es decir, no somos de aquí. Pero yo me quedo aquí, en este lugar, sola,
triste. Tengo la garganta seca. Pero veo claro las montañas: la montaña
vive mucho tiempo y no muere como el hombre. Veo la montaña y me da
tristeza.
Mi nieto, tu madre, tu madre... Estuvo tanto tiempo con el estómago
malo y no fue capaz de cuidar a su hijo. Por eso es que yo te llevaba y
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41. Lamento
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41. Lamento
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41. Lamento
Pero pienso en otras cosas: que no soy capaz de darle agua al hijo de
mi hija. Por eso estoy triste todos los días. No soy una buena piaroa. En este
pueblo todas las casas me entristecen. No soy de aquí. Duermo muy triste.
Mi padre antes de morir me dijo que me acordara de él si envejezco.
Me dijo:
—Hija mía, me muero. Lástima que sabes muy poco. Pero acuérdate
de mí cuando seas vieja. Te hablo de mi muerte, pero tú no sabes nada.
Los jóvenes no lloran; cuando envejezcas, lo comprenderás.
Ahora que hace tiempo que se murió realmente pienso muy triste en
todo. Constantemente estoy triste y no puedo dormir tranquila.
Mi madre, mi propia madre, me dijo:
—Si una mujer no tiene hijos, no piensa en nada. Cuando crezcas ya
lo comprenderás. Yo te lo digo: soy vieja, estoy compungida, soy capaz
de dejarte. Eso le dije a tu tiíto.
Pero mi padre me dijo:
—Te dejé en la otra orilla del arroyo. Hijo mío, yo no soy de aquí. Te
lo digo, mi hijo, hijo de mi hija, que mi espíritu volverá allá adonde antes
viví. Soy vieja, pero me acuerdo de donde me crié, de donde se crió mi
padre. Estoy triste, allá, en ese lugar, creció mi hermano y toda la familia.
Allá no hay más hombres. ¡Allá no hay más hombres! Una montaña
de piedra se alza por allá. Ha pasado mucho tiempo, pero la montaña
sigue allá. Por la madrugada la montaña está como si echara humo. Sigo
llorando. Mi madre oyó hablar a los viejos. Mi madre también lloró. Mi
madre me dijo que lloraba por todas partes y siempre tenía los ojos llenos
de lágrimas. Nunca se le secaron las lágrimas. Lloró por doquiera que fue.
Tu madre me dijo que antes no era un cuervo viejo. Ahora solo sé llo-
rar. Pero tu padre y tu abuelo me dijeron que yo seré capaz de quedarme
con el esposo de mi hija. Puedes cuidar al esposo de tu hija, pobre madre
de mi hija, cómo te dan órdenes.
No te preparé agua de tomar. Pero aquí hay casabe y agua para que
bebas. Sigo durmiendo contigo, muy triste. Hijo mío, estás enfermo. Es-
tás flaco. No crees qué triste estoy si te enfermas. Pero yo sigo estando
triste si te enfermas, aunque no sea una buena piaroa. Siempre te tuve
conmigo cuando eras pequeño. Me acuerdo de cómo jugaste, pero ahora
no soy capaz.
Bebiste de mis senos, pero ya no lo puedes hacer.
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Cuentos y mitos de los piaroa
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ÍNDICE
Presentación...................................................................................................53
Introducción...................................................................................................55
4. Kareru..........................................................................................................76
8. Mariweka....................................................................................................89
41. Lamento...................................................................................................171
Bibliografía...................................................................................................179
Edición digi ta l
a g o s t o d e 2 016
C a r a c a s -V e n e z u e l a