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Material 1 y GA#1 PDF
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MANAGUA, MAYO DE 2019
I- Objeto de estudio de la Didáctica de las Ciencias
Campanario y Brincones (2011) afirman que la Didáctica de las Ciencias constituye “el cuerpo de
conocimientos procedentes de la investigación sobre los problemas que tienen lugar durante el
proceso de enseñanza-aprendizaje de las Ciencias”, como consecuencia tiene como objeto el
estudio, análisis y explicación de los procesos formales de enseñanza-aprendizaje de las Ciencias
que se dan en el marco institucional académico. Estos problemas se refieren a qué, cuándo y cómo
enseñar y qué, cómo y cuándo saber si se ha logrado el aprendizaje. De esta forma, algunos tienen
que ver con la propia asignatura, otros con los alumnos que deben aprenderla, el profesor que la
enseña, y finalmente otros proceden del medio en el que se desarrolla, en el que podemos incluir el
contexto y la sociedad. Pero en una visión sistémica todos estos elementos están relacionados entre
sí, lo que en la práctica supone que las acciones didácticas deben planificarse teniendo en cuenta
que todo el proceso y todos los factores intervinientes en el mismo interactúan entre sí.
En cada grupo de clase y en cada aprendizaje influyen, además del tipo de contenido a enseñar y de
las características del grupo, variables como el tiempo y el material disponible, el espacio, qué se ha
hecho en la clase anterior, el horario, el tiempo atmosférico, las características de la escuela y del
equipo de profesores, etc., por lo que unas mismas actividades de aprendizaje pueden dar lugar a
resultados muy diversos.
En consecuencia, tal como señalan Joshua y Dupin (citado por Sanmartí, 2009), las leyes de la
Didáctica que se pueden enunciar se refieren más a las cosas que no pueden suceder
(constricciones) que a las que deberían suceder (prescripciones). La búsqueda de estas
constricciones conlleva una reflexión en distintos campos, especialmente en relación a (ver figura
1):
Además, para poder responder a la pregunta sobre qué enseñar, se debe profundizar en el para qué
enseñar. La democratización de la sociedad y los cambios sociales y económicos han hecho que
esta pregunta tenga respuestas muy distintas a las que se daban hace relativamente pocos años. El
objetivos de la enseñanza de las ciencias ya no es solamente preparar a los que en el futuro serán
estudiantes universitarios de ciencias, sino a todos los ciudadanos en general, por lo que se tienen
que revisar a fondo planteamientos tradicionales.
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Cómo los estudiantes aprenden ciencias, es decir, cómo influye en la construcción de su
conocimiento científico la forma de percibir los hechos, sus razonamientos, sus sentimientos y
actitudes, las interacciones con otras personas y con la cultura, su contexto, etc.
Para aprender ciencias se necesita cambiar las formas de percibir los fenómenos, de hablar sobre
ellos, de razonar, e incluso de sentir. Entre las condiciones que pueden favorecer estos cambios y
reestructuraciones es importante destacar las que tienen que ver con los procesos de
autorregulación, ya que es el propio alumno el que ha de aprender a reconocer las incoherencias y
regularlas.
Cómo enseñar para favorecer el aprendizaje de las ciencias y, por tanto, qué actividades
promover y por qué.
Los alumnos construyen sus ideas de ciencia a partir de su actividad, que sin duda ha de ser
coherente con la actividad científica. Para aprender, el alumnado debe y puede llevar a cabo un
gran número de tareas diversas, y el profesorado ha de conocer muchas técnicas y recursos. Pero
esas actividades se han de seleccionar, organizar y secuenciar en función de criterios
fundamentados en modelos didácticos. No existe un modelo de enseñanza que se pueda aplicar de
forma que queden garantizados unos buenos resultados.
Entre las actividades que los estudiantes llevan a cabo a lo largo de su aprendizaje son
especialmente importantes las de evaluación, tanto desde el punto de vista de su función de
detección y regulación de dificultades y errores, como del conocimiento de los resultados de los
procesos de aprendizaje y de enseñanza. Las decisiones que toma el profesorado en relación a ellas
condicionan fuertemente todo el aprendizaje de sus alumnos.
Por último, también es objeto de estudio de la Didáctica de las Ciencias todo lo referido a la gestión
del aula y a la organización del trabajo para atender a la diversidad de intereses y de necesidades.
El clima del aula es un condicionante muy importante del aprendizaje, y para enseñar ciencias es
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necesario tomar decisiones que favorezcan la institucionalización de formas gratificantes de
comunicación y de trabajo.
En torno a esta pregunta hay un debate abierto entre filósofos e historiadores de la ciencia,
sociólogos del conocimiento, psicólogos cognitivos e, incluso, didactas de la ciencia, quienes han
elaborado diferentes respuestas a preguntas del tipo: ¿cómo se genera la ciencia?, ¿cómo se sabe
que un determinado conocimiento es científico y otro no?, ¿qué relación hay entre la observación y
la teoría, y entre la experimentación y el descubrimiento del conocimiento?
Es evidente que este tipo de cuestiones deben interesar al profesorado tanto para tomar conciencia
sobre qué es lo que enseña, como para reflexionar sobre las posibles relaciones entre la génesis del
conocimiento científico, tanto a lo largo de la historia como en los propios estudiantes.
En los últimos años se han escrito numerosos libros y artículos que analizan las diferentes
posiciones en relación a la naturaleza de la ciencia. Por ejemplo, Duschl (1994) diferencia entre:
Bacon (1561-1626), considerado como el padre de los empíricos, defendía que la ciencia avanzaba
gracias a la capacidad del hombre para observar a través de los sentidos, a la posibilidad de hacer
observaciones objetivas e inducciones. Descartes (1596-1650), en cambio, en su Discurso del
método, defiende la capacidad humana de pensar como el verdadero motor del progreso en el
conocimiento. Considera que a través de razonamientos lógicos, combinando juicios o
proposiciones, se puede llegar a los cimientos del conocimiento.
Un nuevo paso, y muy fundamental, en la discusión sobre cómo se genera la ciencia, lo hizo Galileo
(1564-1642) con su propuesta de realización de experimentos. En un experimento se crea una
situación artificial en la que se observan regularidades que se identifican como leyes científicas.
Esto es, se parte de una hipótesis deducida de teorías previas y se hacen observaciones en las que se
seleccionan y combinan unas variables, las que se consideran significativas, y se descartan otras.
Así, por ejemplo, para estudiar el fenómeno de la caída de los cuerpos,
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Galileo prescinde del rozamiento del aire, es decir, crea unas condiciones ideales para estudiar el
fenómeno ignorando una variable que cuando se experimenta en condiciones naturales siempre está
presente.
A principios de este siglo, después de una época en la que emergieron un gran número de nuevas
teorías que significaban cambios importantes en relación a los planteamientos anteriores como, por
ejemplo, la teoría de la evolución, los estudios en el campo de la termodinámica, la teoría cinético-
molecular, etc., filósofos adscritos al llamado Círculo de Viena promovieron la corriente positivista.
Pretendían desarrollar reglas lógicas consistentes que permitieran decidir que unas afirmaciones
teóricas se derivan de unas determinadas afirmaciones observacionales.
Fue el momento álgido de la ciencia, que llevó a considerar que todo aquello que pudiera ser
adjetivado como científico tenía la patente de verdadero, de indiscutible. Es el punto de vista aún
mayoritario entre buena parte de la población.
• La Nueva Filosofía de la Ciencia surgió en los años 50 al poner en duda, primero, la relación
entre la experimentación y la génesis de nuevas teorías científicas y, posteriormente, la racionalidad
de la ciencia. La confrontación entre, por un lado, una visión de la ciencia objetiva, racional y
rigurosa y, por el otro, el estudio sobre cómo el conocimiento se ha ido generando realmente a
través de la historia, ha hecho surgir numerosos interrogantes.
La idea básica desarrollada fue que el conocimiento científico está condicionado por las
perspectivas teóricas de los que investigan o de la comunidad de investigadores.
Aun así, se pueden encontrar diferentes aproximaciones. Así encontramos, desde los epistemólogos
que continúan defendiendo la racionalidad, con diferentes variantes, como motor del progreso de la
ciencia, caso de Popper, Lakatos o Laudan, hasta los que opinan que los cambios son fruto
básicamente de condicionamientos sociales, como es el caso de Kuhn.
Incluso hay quien considera, como Feyerabend, que no hay ningún indicio de racionalidad ni
ningún método en el progreso de la ciencia. En los planteamientos de la Nueva Filosofía de la
Ciencia tienen mucha importancia los estudios del campo de la Sociología de la Ciencia, que ponen
de manifiesto la relevancia de los factores sociales en el desarrollo científico.
La figura 1 esquematiza las diferencias y las relaciones entre las diferentes escuelas epistemológicas
(Nussbaum, 1989).
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Figura 1: Esquema clasificatorio de las escuelas de pensamiento en filosofía de la ciencia
(Nussbaum, 1989).
El giro cognitivo en la Nueva Filosofía de la Ciencia se ha desarrollado en los últimos años, a partir
del intento de preservar y comprender la racionalidad de la ciencia (Duschl, 1994).
Una teoría cognitiva de la ciencia es la que intenta explicar cómo los científicos utilizan sus
capacidades cognitivas –percepción, control motor, memoria, imaginación y lenguaje– para,
interactuando con el mundo, construir la ciencia moderna.
Esta concepción se basa, en cierto modo, en una visión evolutiva de la ciencia análoga a la
evolución biológica. Los procesos cognitivos se relacionan con la evolución de las teorías de forma
similar a cómo los mecanismos genéticos se relacionan con la evolución de las poblaciones.
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La genética condiciona la diversidad entre los organismos y la herencia, pero la supervivencia y la
evolución dependen de las condiciones ambientales. Asimismo, se puede hablar de diversidad de
representaciones o de modelos científicos y de herencia a través de la transmisión cultural de estas
representaciones, cuya supervivencia o evolución también depende de factores sociales (Giere
1988).
Por todo ello, el desarrollo de la ciencia se basaría tanto en aspectos cognitivo-racionales como
socio-culturales.
Como puede verse, el debate está abierto y nos muestra que la génesis del conocimiento científico
responde a un proceso complejo, que no se puede reducir a la aplicación de reglas, y en el que los
factores racionales, los empíricos y los sociales se interrelacionan fuertemente.
Las relaciones entre las teorías filosóficas y los métodos de enseñanza de las ciencias afectan
principalmente a tres grandes temas de debate:
En relación a los dos primeros apartados, aunque como hemos visto no hay un solo punto de vista
filosófico, se puede afirmar que se da un conjunto de ideas que actualmente gozan de cierto
consenso y que, en diferentes formas, son reclamadas por buena parte de los investigadores en
Didáctica de las Ciencias. Estas ideas se podrían resumir tal como lo hacen Driver et al. (1994)
diciendo que «el conocimiento científico es de naturaleza simbólica y negociado socialmente, y que
los objetos de la ciencia no son los fenómenos de la naturaleza sino los constructos que la
comunidad científica ha elaborado para interpretarla». Ello no implica que se pueda considerar
que el conocimiento científico sea relativo y que se pueda prescindir de la relación teoría-
experimentación, es decir, del componente empírico que ha de permitir establecer relaciones entre
el mundo de las ideas y el mundo de los hechos.
Pero en lo que no hay tanto acuerdo es en cómo se cambia de modelo, cómo se reestructuran los
conocimientos científicos. Se han elaborado muchas propuestas o modelos de enseñanza de las
ciencias basados en el cambio conceptual, y las diferentes versiones presentan diferencias a menudo
significativas. Es un tema de debate y de investigación en el campo de la didáctica de las ciencias,
pero que aún se ha traducido poco en cambios reales en la forma de trabajo en las aulas.
(Neus Sanmartí)
Hoy en día pone en duda que enseñar Ciencias a toda la población hasta los 16 años, e incluso más,
es importante. Sin embargo, esta concepción es muy reciente, ya que la generalización de su estudio
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ha tenido lugar a lo largo del siglo XX, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial.
Anteriormente, la enseñanza de la Física, de la Química o de la Biología a los alumnos adolescentes
estaba muy vinculada a su preparación para acceder a la Universidad o a estudios específicos y, por
tanto, solo una minoría muy seleccionada de chicos (y todavía más de chicas) estudiaba estas
disciplinas.
En los inicios del siglo XIX tan solo se enseñaba Ciencias a estudiantes que se formaban en “artes
mecánicas”, ciencia militar o agricultura. A finales de esa centuria, cuando fueron surgiendo nuevas
profesiones que necesitaban conocimientos científicos, su estudio se sistematizó como
“asignaturas”. Los programas y la estructura de los estudios del área científica, con la separación
entre disciplinas de Física, Química y Biología, se concibieron hacia 1860 en Alemania, país
entonces pionero en el campo científico, y se han mantenido casi sin cambios relevantes hasta
ahora. Solo aproximadamente un siglo después, a partir las nuevas demandas sociales de una mayor
y mejor formación científica para toda la población, se empezó a investigar sobre problemas
relacionados con la enseñanza de las ciencias y se desarrollaron nuevas propuestas curriculares
orientadas a la educación científica de todos los jóvenes.
Después de las reformas iniciadas en Estados Unidos y el Reino Unido a partir de 1960, la
Didáctica de las Ciencias se ha ido consolidando como un campo de investigación, pero sin duda es
una ciencia muy joven y aun se sabe poco sobre cómo dar respuesta a los retos de las nuevas
necesidades de educación científica. Incluso se puede afirmar que evoluciona más rápidamente la
sociedad y el tipo de problemas generados que la investigación realizada para darles respuesta.
Enseñar Ciencias en el momento actual es una profesión compleja, y necesita un buen proceso de
formación para ejercerla con éxito. Los educadores deben estar preparados para promover en los
jóvenes adolescentes el gusto y el esfuerzo por aprender Ciencias, y para desarrollar capacidades en
los menos dotados. Cada escuela y cada grupo clase tienen características y condicionamientos
distintos, que además cambian rápidamente, en paralelo a los cambios sociales. Consecuentemente,
para ser profesor se necesitan conocimientos teóricos y prácticos acumulados a partir de la
investigación didáctica y de la experiencia que posibiliten, más que aplicar mecánicamente dichos
conocimientos, investigar cómo dar respuesta a los nuevos problemas que surgen e innovar en
función de las nuevas realidades. Autonomía para continuar aprendiendo a enseñar y para regular la
propia práctica, creatividad y pensamiento crítico (no conservador) son condiciones básicas para
responder al reto de enseñar Ciencias a toda la población.
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FACTORES QUE CONDICIONAN EL PROBLEMA DE ENSEÑAR CIENCIAS
En los últimos años ha habido cambios importantes, en la ciencia y en la sociedad, que han
motivado sin duda que el problema de enseñar ciencias aumentara su complejidad y redefiniera su
estatus. Se pueden destacar:
a) Los cambios sociales han propiciado cambios en la política educativa y, por tanto, una
redefinición del problema de enseñar Ciencias. En buena parte han sido consecuencia del
desarrollo económico que ha comportado la necesidad de profesionales, tanto hombres como
mujeres, con más conocimientos básicos y generales. Se ha comprobado que en el trabajo no se
necesitan tanto personas formadas en técnicas específicas relacionadas con profesiones
concretas, como personas con una formación científica y tecnológica que les permita continuar
aprendiendo al cambiar las tecnologías a al cambiar el puesto de trabajo.
Al mismo tiempo, en las sociedades democráticas se valora como necesario que las personas tengan
conocimientos que posibiliten comprender, opinar y tomar decisiones autónoma y colectivamente.
Basta pensar en temas objeto de debate reciente, como la enfermedad de las “vacas locas”, los
trasvases de agua, los alimentos transgénicos o muchos otros, cuya comprensión requiere conocer
teorías generadas en el campo de las Ciencias de la Naturaleza (como también en el de las Ciencias
Sociales), y haber desarrollado capacidades que posibiliten valorar críticamente las informaciones
recibidas y continuar aprendiendo. Sin estos conocimientos es difícil poder participar
democráticamente en las decisiones colectivas.
La generalización de la enseñanza científica a toda la población hasta los 16 años (en algunos
países hasta los 18). De una enseñanza para una élite (por ejemplo, a mediados del siglo pasado
no más del 10% de la población estudiaba Ciencias hasta los 16 años), se ha pasado al 100%.
Ello conlleva que el problema de enseñar ciencias sea mucho más complejo, ya que el objetivo
es que todos los individuos aprendan y no sólo los más dotados o interesados.
En una sociedad altamente tecnificada, también se le pide a la enseñanza de las Ciencias que las
nuevas generaciones sean tanto usuarios competentes de muchas de las aplicaciones que la
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ciencia ha desarrollado, como generadores de nuevas ideas y tecnologías. La ciencia a aprender,
más que la relacionada con el conocimiento de hechos, definiciones y leyes, será la de los
modelos interpretativos y de los procesos de génesis de este tipo de saberes.
b) Los cambios en la epistemología de las Ciencias han hecho perder a éstas el papel de
paradigmas del conocimiento. Poco a poco se ha desdibujado la frontera entre las Ciencias de la
Naturaleza y las Ciencias Sociales y, frente a concepciones más basadas en la lógica positivista,
se resalta el carácter evolutivo y racionalmente moderado del conocimiento científico.
El reto consiste en establecer un corpus de saberes a enseñar que sea consecuente con la nueva
función de la escuela. Unos conocimientos que posibiliten a los estudiantes entender la información
que les llega por distintos medios, comunicar sus ideas, contrastarlas con hechos y con otros
discursos, y ponerlas en crisis si fuera necesario.
El aumento de los medios a través de los que se reciben informaciones (TV, internet, museos de
ciencias y otros) conlleva que la escuela deje de ser el lugar donde prioritariamente se transmiten
datos para pasar a ser, en cambio, el lugar en el que se ponen las bases para poder interpretarlos. Las
teorías de la ciencia actual no se aprenden leyendo, escuchando o mirando, sino que es necesario
reelaborar las propias formas de entender la información recibida. Esta reelaboración o
reconstrucción, al menos de momento, solo se puede hacer en la escuela con la ayuda de
profesorado.
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de vista que pueden realizarse desde el domicilio y con centros escolares alejados, en la
comunicación visual de las ideas y conclusiones de trabajos, etc., conlleva que la estructura de las
actividades a realizar en el aula y la distribución del tiempo sean muy distintos a las de las clases
tradicionales. Incluso puede y deberá variar el mismo concepto de “clase”, la distribución horaria y
la arquitectura de los centros.
Sin embargo, es difícil que cambie la función del profesorado como mediador del conocimiento,
que no sólo pone al alcance del alumnado los medios tecnológicos y las informaciones adecuadas,
sino que, como persona experta en educar, promueve la reconstrucción de las ideas utilizando
dichos medios.
No hay duda de que las nuevas tecnologías cambiarán la práctica de la enseñanza, pero no
supondrán un cambio radical, ni mucho menos un aumento de su “productividad”, en el sentido de
proporción entre el número de aprendices en relación con el de profesionales de la enseñanza.
En esta línea han sido muy importantes los estudios que relacionan aprendizajes y contenidos
científicos, en los que se han podido reconocer cómo las características del contenido condicionan
los aprendizajes. Consecuentemente, es necesario generar modelos y prácticas adecuadas a cada
tipo de contenido, lo cual constituye el campo de estudio de la Didáctica de las Ciencias. Hasta hace
pocos años, la enseñanza de las ciencias era una actividad fundamentalmente empírica que se
aprendía sólo a través de la experiencia. Los modelos aplicados eran los propios del sentido común
y no se disponía de teorías alternativas que explicaran por qué muchos estudiantes no aprendían y
sirvieran para hacer predicciones sobre posibles prácticas distintas. Actualmente, aunque no existen
teorías globales que explican todos los hechos, se dispone de marcos teóricos que abren caminos
sugerentes para pensar y actuar.
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EVOLUCIÓN DE LA INVESTIGACIÓN EN LA DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS
A lo largo de estos años se pueden identificar distintas etapas que se analizan en los próximos
apartados. Es importante considerar las teorías y modelos sobre la enseñanza de las Ciencias desde
su perspectiva evolutiva y no como simples “modas” más o menos improvisadas. En Didáctica de
las Ciencias aparecen nuevos modelos cuando hay hechos que no concuerdan con los antiguos y
cuando se identifican nuevos referentes. Tal y como sucede en otros campos de la ciencia, los
modelos antiguos no se deben considerar como “erróneos”; hay que considerar más bien que cada
nueva propuesta supera a la anterior en algunos aspectos, pero avanza a partir de ella y acostumbra
a recoger muchas de sus ideas y prácticas.
En el año 1957 la Unión Soviética lanzó al espacio el primer satélite artificial. Este hecho puso de
manifiesto un posible avance de la ciencia soviética respecto de los países occidentales y
desencadenó en éstos, especialmente en Estados Unidos, un fuerte cuestionamiento del sistema de
enseñanza de las Ciencias. Se promovió un cambio radical en sus contenidos y métodos en cuanto
campo de investigación. Las primeras evaluaciones mostraban que los alumnos, con los métodos de
enseñanza tradicionales, no se interesaban por loso estudios de Matemáticas, Física y Química, y
que los resultados de los aprendizajes eran muy deficientes.
Diversas instituciones, encabezadas por The National Science Foundation, subvencionaron costosos
estudios de los que surgieron numerosas propuestas. Treinta años después en EE UU se habían
invertido más de 1.500 millones de dólares en investigaciones realizadas sobre la enseñanza de las
Ciencias y se habían promovido un buen número de proyectos curriculares.
Los primeros estudios se concretaron en la reforma del currículo de los últimos cursos de
Secundaria, en cada una de las disciplinas científicas. De ellos surgieron proyectos, que aún hoy son
referentes importantes para la enseñanza de la Química: “CBA. Sistemas Químicos” (1962) y
CHEMS. Química, una ciencia experimental (1963); para la enseñanza de la Física: PSSC. Physical
Science Study Committee (1965, 2a. edición), IPS. College Introductory Physical Science (1967) y
el HPP. Harvard Project Physics (1970), y para la enseñanza de la Biologia: BSCS. Biological
Science Curriculum Study (1968). Todos ellos iban dirigidos a estudiantes de los últimos cursos de
Secundaria y fueron elaborados conjuntamente por científicos de reconocido prestigio y profesores
experimentados. Igual proceso se desarrolló en Gran Bretaña, donde a partir del año 1962 la
Fundación Nuffield diseñó proyectos para la enseñanza de la Física, la Química y la Biología.
Promover una enseñanza más conceptual de las disciplinas científicas, frente a los
planteamientos vigentes en aquel momento, centrados en la transmisión de conocimientos
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descriptivos. Por ejemplo, se pasó de enseñar las propiedades, métodos de obtención y
aplicaciones de distintos ácidos, a enseñar el concepto de ácido, Y de enseñar cómo distintas
clases de seres vivos se nutrían, reproducían o relacionaban, a enseñar el concepto de nutrición,
de reproducción y de relación.
Dar una mayor importancia a la relación entre la teoría y los hechos, por lo que se promovió el
trabajo experimental. Cada proyecto curricular tenía asociado un conjunto de prácticas de
laboratorios, en las que se priorizaba el aprendizaje de los procesos asociados al llamado
método científico.
Muy pronto se tomó conciencia de que a estos cursos los alumnos ya llegaban desmotivados hacia
el aprendizaje de las Ciencias y con fuertes deficiencias a nivel conceptual y procedimental, por lo
que se consideró que la renovación curricular debía abarcar todos los niveles educativos y no sólo la
enseñanza Secundaria superior. En los niveles de primaria, a los equipos de investigadores,
diseñadores curriculares provenientes del campo de las ciencias se sumaron profesionales de otras
áreas, como Psicólogos, epistemológicos, historiadores de la ciencia, pedagogos, sociólogos, etc.
Un psicólogo como Robert Gagné, por ejemplo, dirigió el importante proyecto Science-A Process
Approach (SAPA). Por otro lado, los científicos se pusieron a estudiar psicología, como Robert
Karplus, físico de la Universidad de Berkeley, que dirigió el proyecto Science Curriculum
Improvement Study (SCIS) y estudió con Jean Paiget en Ginebra.
El número de currículos para la enseñanza de las ciencias diseñados en estos años fue muy elevado.
En 1979 se podían consultar más de 400 grandes proyectos en todo el mundo, cuando en 1956 solo
había 2. Muchos de ellos eran interdisciplinares, destacando por su influencia el proyecto Ciencia
Combinada Nuffield (1970) que supuso, además, la introducción de nuevos puntos de vista en
relación con la coordinación de la enseñanza de las diferentes disciplinas científicas.
Paralelamente, en esta época empezaron a surgir los museos de ciencia interactivos. La educación
científica dejó de ser patrimonio de la escuela, especialmente en su finalidad de despertar el interés
por la ciencia y de llegar seducir a las jóvenes generaciones y a la población en general por esta
forma de la cultura. Al mismo tiempo, estos museos fueron motores de renovación en la enseñanza
científica, ya que promovieron nuevas líneas de reflexión y nuevas prácticas.
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Se puede concluir que en esta época la Didáctica de las Ciencias se fue configurando como una
nueva área de estudio. Consecuencia de todo ello fue la aparición de diversas revistas de
investigación en este campo que se sumaron a la ya existente, desde 1916, Science Education.
Entre otras, el Journal Research in Science Teaching en 1964, Studies in Science Education en
1974, European Journal of Science Education (actualmente, International Jorunal.) en 1979 y
Enseñanza de las Ciencias en 1983. En ellas, los referentes para dar respuesta al problema de
enseñar ciencias no era ya solo la disciplina científica objeto de enseñanza , sino también cómo se
aprende, cómo se ha generado la ciencia a través de la historia, la diversidad de métodos
instruccionales, los condicionamientos sociales, las necesidades de la sociedad, etc.
Los estudios sobre la enseñanza de las Ciencias realizados antes de los años setenta se centraba muy
especialmente en el desarrollo y evaluación de currículos para aplicarlos en las aulas. La mayoría de
las investigaciones se basaban en la comparación de los resultados obtenidos entre un grupo
experimental y un grupo de control. Eran, pues, estudios fundamentalmente empíricos, conducentes
más a describir los resultados de una acción educativa que a interpretarla.
En los años 1977 y 1978 se realizó una completa evaluación de los resultados de las Ciencias en
Estados Unidos. Debe recordarse que en esas épocas ya habían concluido sus estudios en la escuela
obligatoria las primeras generaciones de estudiantes formados según los currículos diseñados en los
años sesenta, por lo que se esperaba obtener datos que los avalaran.
Los resultados de estos estudios pusieron de manifiesto que, a pesar del dinero invertido en la
investigación didáctica y en el diseño de materiales curriculares, el nivel de cultura científica de la
población continuaba siendo muy debajo. Aunque los estudiantes manifestaban que las clases eran
más interesantes, sus conocimientos eran muy deficientes y, ante el fracaso, optaban por no escoger
asignaturas científicas en su currículo. Por ello, se empezó a hablar de crisis y a abrir nuevas líneas
de trabajo.
Una de las líneas teóricas que influyeron en el proceso de cambio fueron los trabajos de David
Ausubel, quien el 1968 publicó su libro sobre psicología educativa. Su famosa frase: “El más
importante y simple factor que influencia el aprendizaje es aquello que el aprendiz ya conoce
.Averigua lo que sabe y enséñale de acuerdo con ello” impulsó el estudio de las ideas de los
alumnos y alumnas. Se empezaron a identificar sus conocimientos previos a los proceso de
enseñanza y se comprobó con gran sorpresa que ya antes de empezar el estudio de un tema
manifestaban los mismos errores que al final.
También fue importante el impacto de las nuevas corrientes epistemológicas. Los que inicialmente
tuvieron una mayor repercusión fueron los trabajos de T. S. Kuhm, S. Toulmin e I. Lakatos, ya que
el establecimiento de paralelismos entre la génesis del conocimientos científico a través de la
historia de la ciencia y en los estudiantes jóvenes posibilitaba explicar algunas de sus dificultades de
aprendizaje.
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A partir de este momento, en la investigación en didáctica de las Ciencias se fue consolidando el
llamado paradigma constructivista, del cual se derivaron nuevas propuestas curriculares. Algunos
de sus principales elementos definitorios fueron:
Los conceptos se construyen, más que descubren. Las ideas de la ciencia son teorías
construidas para explicar la realidad, pero no son la realidad. De la mismo forma, el que
aprende construye formas propias de ver y de explicar el mundo, cosa distinta de pensar que
redescubre los conceptos y teorías de la ciencia actual.
Cuando se “empieza” el estudio de una teoría o de un concepto, el alumno ya tiene
construidas ideas sobre el mismo. se considera que el aprendizaje de las ciencias es más una
consecuencia de la actividad mental del que aprende que de una acumulación de
informaciones. estas son reinterpretadas y reelaborados en función de los conocimientos
previos.
Para enseñar se debe partir de las concepciones previas de los estudiantes y deben proponer
actividades que ayuden a cuestionar dichas concepciones previas, para así provocar su cambio
o evolución hacia otras más acordes con las de la ciencia actual.
Los errores de los alumnos deben considerarse como etapas, totalmente normales, del
desarrollo de sus ideas. El aprendizaje se entiende como el proceso de cambio de dichas ideas
y no como la repetición de conceptos y procedimientos incluidos en libros de texto o
explicados por el profesorado.
En estos principios convergen todas las diversas formas de entender el constructivismo, por otra
parte muy variadas, ya que en ellas se interrelacionan referentes epistemológicos y psicológicos
diversos. No hay duda de que el punto de vista constructivista ha sido, en palabras de Duit (1993),
“la fuerza conductora más poderosa y fructífera” en la investigación en Didáctica de las Ciencias.
Este constructivismo didáctico, que reúne puntos de vista sobre cómo se genera la ciencia, sobre
cómo se aprende y sobre cómo enseñarla, no se puede identificar ni con el constructivismo
psicológico ni con el constructivismo epistemológico, aunque las relaciones son evidentes.
Si hasta 1960 no se habían realizado más de 50 estudios que pudieran ser cualificados como
relacionados con el conocimiento de las ideas de los estudiantes, a fínales del año 1992 el número
de dichos trabajos superaba los 2800. En estos años también se desarrollaron muchos nuevos
currículos y se impulsaron, en muchos países, reformas educativas fundamentadas en las nuevas
visiones de la enseñanza de las ciencias. Como proyectos más importantes cabe destacar el
Children’s Learning in Science Project (CLISP), dirigido por Rosalind Driver en Gran Bretaña, y el
Learning Science Project (LSP) desarrollado en Australia.
La visión constructivista inicial de la Didáctica de las Ciencias estuvo muy influenciada por la
psicología piagetiana y por la ausubeliana. Pero poco a poco se empezó a dar mucha mayor
importancia a los aspectos relacionados con la construcción social del conocimiento a partir del
redescubrimiento de los estudios realizados por L. S. l. Vigostsky en los años treinta. Estos estudios
ofrecían un marco más explicativo del aprendizaje que tiene lugar en el aula, en la que son
fundamentales las interacciones entre los distintos componentes y la cultura propia del contexto
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social en la que se ubica. El lenguaje apareció también como una variable importante en la
enseñanza y aprendizaje de las ciencias, al igual que todos los procesos de comunicación.
Las dificultades en “cambiar” las ideas alternativas del alumnado también conlleva la revisión del
concepto de “cambio conceptual”. Se constata que los procesos de aprendizaje de los modelos
expertos, entendidos como tales, se han de considerar a largo plazo, y entonces aparece el concepto
de modelización, entendido como un proceso de construcción de modelos explicativos de los
fenómenos. Los alumnos siguen dicho proceso a lo largo de su escolaridad, y los modelos que
construyen evolucionan al mismo tiempo que cambian tanto los hechos que se analizan como los
conceptos y lenguajes utilizados para hablar de ellos.
Otro de los campos de investigación abiertos lo sugiere la escasa aplicación que los proyectos
innovadores de enseñanza de la Ciencias encuentran en las escuelas. Se han llevado a cabo muchas
investigaciones sobre las ideas del profesorado y se constató que también tiene sus propias
concepciones sobre la ciencia, sobre el aprendizaje y sobre la enseñanza, y que en función de dichas
concepciones reinterpreta las orientaciones curriculares y aplica los nuevos proyectos.
Consecuentemente, cualquier evaluación de la calidad de alguna propuesta pasa por analizar como
el profesorado la ha interpretado, ya que, si se aplica sin cambiar las ideas que la han impulsado, no
se puede concluir sobre su posible validez.
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Se puede resumir que en estos momentos la investigación en el campo de la didáctica de las
ciencias dispones de un cuerpo teórico abierto, el constructivismo, que ha ido evolucionando a
partir de unos principios iniciales y que continúa siendo útil y fructífero. En su marco se han ido
integrando nuevos problemas surgidos de la práctica educativa de la enseñanza de las ciencias y
de otros marcos teóricos (epistemológicos, psicológicos, sociolingüísticos…). Ello no quiere
decir que las prácticas constructivistas de actuación en el aula se hayan generalizado, ni que se
puedan deducir del constructivismo normas y reglas de actuación simples que garanticen
buenos resultados. en el aprendizaje influyen numerosas variables, muchas de las cuales van
más allá de las que se pueden controlar a través del diseño y aplicación de un currículo para la
enseñanza de unos determinados contenidos.
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La formación necesaria para ejercer con competencia la profesión de enseñar ciencias es pues
compleja. Es evidente que se necesitan conocimientos científicos sólidos en relación con los
contenidos a enseñar, así como conocimientos didácticos tanto de tipo teórico como practico. Estos
conocimientos didácticos son a su vez síntesis de campos de estudios muy diversos, ya que para la
formulación de sus conceptos se parte, entre otros, de:
Cada una de las disciplinas científicas, que tienen una problemática y una estructura
especifica.
La historia y la Epistemología de la Ciencia, que explican la génesis, el desarrollo y la
evolución del conocimiento científico.
La psicología de la Educación que aporta el conocimiento sobre como aprenden los
individuos.
DISCIPLINA CIENTIFICAS
EPISTEMOLOGÍA
Definen los contenidos
Aporta diferentes visiones
específicos de cada ciencia.
sobre cómo se genera el
conocimiento. Científico.
PEDAGOGÍA OTRAS
Aportan diferentes visiones Lingüística
sobre como diseñar el CC de la Comunicación
proceso de instrucción. Inteligencia artificial.
etc.
La Sociología, que aporta el análisis de los factores sociales en la construcción del saber, así
como conocimientos acerca de la interdependencia entre Ciencias y Sociedad, y entre
Sociedad y Educación.
La Sociolingüística, que aporta el conocimiento sobre las características del discurso dela
ciencia y en el aula.
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Las Ciencias de la Comunicación, ya que la educación es fundamentalmente un proceso
comunicativo.
Pero aprender a enseñar Ciencias no consiste en conocer unas ideas para aplicarlas tal cual. Por un
lado, porque no existen (ni existirán) reglas generales aplicables a cualquier situación. Por otro lado,
porque, al ser la enseñanza una profesión que todos los profesores han experimentado como
estudiantes, todos ellos tienen sus propios puntos de vista o modelos sobre cómo es mejor enseñar
ciencias, e incluso que técnicas y recursos aplicar. Generalmente, estos modelos responden a
problemáticas de enseñanza que no se corresponden con la realidad actual de la escuela, por lo que
muchas veces la formación implica cambiarlos.
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FACULTAD DE EDUCACIÓN E IDIOMAS
DEPARTAMENTO DE ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS
DIDÁCTICA I FÍSICA
GUÍA DE AUTOAPRENDIZAJE # 1
CONTENIDO:
Objeto de estudio de la Didáctica de la Física.
Corrientes filosóficas de la Génesis del conocimiento científico.
I- OBJETIVOS:
Con el desarrollo de esta guía de Autopreparación se pretende que el alumno/a:
III- ACTIVIDADES
Lea reflexivamente cada una de las preguntas planteadas, conteste y ejemplifique fundamentando
adecuadamente. Emplee los conocimientos adquiridos en la temática a través de la lectura previa
del material de estudio.
2- En la actualidad es un reto ser profesor/a de Ciencia, en particular de Física pues las exigencias
del nuevo milenio son muchas. ¿Qué características debe poseer un docente de Ciencias para
estimular el aprendizaje de sus alumnos?
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3- Elabore un organizador gráfico que le permita explicar los factores que condicionan el
problema de enseñar Ciencias, incluya ejemplos.
4- Examine las principales características del paradigma constructivista y explique a través de
ejemplos.
5- Explique cuál es el objeto de estudio de la Didáctica de las Ciencias.
6- Comente mediante ejemplos físicos los siguientes aspectos:
La ciencia a enseñar.
Como los estudiantes aprenden Ciencias.
Como el enseñante debería actuar.
7- Después de examinar el material de estudio, dispóngase a reflexionar sobre la siguiente
cuestión: ¿Qué aspectos debe poseer un currículo para responder a una formación adecuada del
profesorado de ciencia, que le permita enfrentar la problemática de la Enseñanza-Aprendizaje
de la Física?
8- Según su experiencia como estudiante de la Carrera de Física, el currículo que se gestiona para
su formación docente le prepara para enfrentar los retos que impone un mundo globalizado?
¿Por qué?
9- A la luz de las concepciones positivistas, nueva filosofía de la ciencia y el giro cognitivo,
explique el significado de aprender y enseñar ciencias, apóyese en ejemplos.
IV- EVALUACIÓN: