De la cibernética a la sociocibernética Más o menos 30 años después de la fundación de la
primera cibernética, Heinz Von Foerster (1991) prueba la versatilidad y potencia de la
cibernética cuando la aplica sobre ella misma (cibernética de la cibernética), y con ello fija la atención no tanto en el objeto de control o de los sistemas observados, sino en el sujeto que observa los sistemas observados. Al hacer esto, Von Foerster desplaza el foco de la atención justo sobre los sistemas observantes. A ello, sabemos, le pone por nombre cibernética de segundo orden, que incluye algunas diferencias importantes con la de primer orden, como el énfasis en procesos emergentes con mayor grado de incertidumbre pero organizados en torno a la vida y la supervivencia, la auto-referencia, la autoorganización, la resiliencia (Geyer, 1995). 12 Líbero – São Paulo – v. 14, n. 28, p. 9-32, dez. de 2011 Jorge Alejandro González – Cibercultur@ y sociocibernética: ideas para una reflexión conjunta en paralelo En el campo de la sociología, esta nueva clase de cibernética modificó el foco de interés [...] desde el intento de explicar la estructura y la estabilidad de los sistemas sociales hacia el análisis de los procesos que los causan y evolucionan hacia mayores grados de complejidad, desde el intento de lograr homeóstasis de arriba hacia abajo, a explicar su morfogénesis como resultado de la interpenetración de procesos de abajo hacia arriba (Geyer, 1995:4). Con este énfasis, la segunda fundación de la cibernética y el diálogo que sigue potenciando entre los intersticios descuidados de las ciencias y las disciplinas, tiene interesantes potencialidades para ayudarnos a comprender y a operar mejor en algunos dominios del mundo contemporáneo. Con la sociocibernética, el sujeto y su subjetividad reflexiva, que desde siglos atrás había prácticamente quedado fuera del paradigma dominante en las ciencias, retorna – como decía Jesús Ibáñez (1991) – con una mirada más fundada en la biología que en la ingeniería, más interesada en las formas flexibles de adaptación inteligente, que en el control de los procesos (Holland, 2004). Pero, en la rígida estructura del campo científico, la aceptación de estas perspectivas no ha sido miel sobre hojuelas. La misma historia reciente de las ciencias sociales nos puede documentar la resistencia que durante muchos años las asociaciones de científicos “tradicionales” – igual que con la primera – han tenido contra esta segunda cibernética. De hecho, los desarrollos de la segunda cibernética y su diálogo con las ciencias sociales han sido publicados en revistas de cibernética, no de sociología, como bien apunta Geyer (1995).