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Difusión y recepción de los Grundrisse en el mundo

Musto, Marcello

Musto, Marcello. Profesor de Filosofía y Política en la York University, Toronto, Canadá, autor
del libro Sulle tracce di un fantasma, trabaja actualmente en los Archivos de las obras de
Marx en Berlin y Amsterdam y en la redacción de un ensayo sobre Marx y los MEGA.

Introducción

1858-1953: 100 años de soledad

Después de haber abandonado los Grundrisse en mayo de 1858 para dedicarse a trabajar en
Una contribución a la crítica de la economía política, Marx usó fragmentos de los primeros
para componer este último texto, pero luego casi dejó de hacerlo. En realidad, si bien tenía
la costumbre de citar a sus propios estudios previos, incluso transcribiendo párrafos enteros
de ellos, ninguno de los manuscritos preparatorios para El capital, con excepción de aquellos
de 1861-1863, contienen referencia alguna a los Grundrisse. Éstos quedaron entonces entre
todos los demás borradores que no tuvo ninguna intención de utilizar, ya que lo absorbió la
necesidad de resolver problemas más específicos que los tratados en dichos textos.

No existe una certeza absoluta sobre este asunto, pero es probable que ni siquiera Friedrich
Engels haya leído los Grundrisse. Como se sabe, Marx apenas había logrado completar el
primero de los tomos de El capital cuando falleció. Engels seleccionó y editó para su
publicación los manuscritos incompletos para el segundo y el tercer tomo. En el curso de esta
actividad, debió haber examinado docenas de cuadernos que contenían borradores
preliminares de El capital. Es posible suponer que, cuando estaba tratando de poner cierto
orden en esa montaña de papeles, haya hojeado los Grundrisse y haya llegado a la conclusión
de que se trataban de una versión prematura de la obra de su amigo, anterior incluso a Una
contribución a la crítica de la economía política de 1859; y que por lo tanto no podían ser
usados para sus propósitos. Es más, Engels jamás mencionó los Grundrisse ni en sus prefacios
para los dos tomos de El capital que hizo publicar ni en ninguna de su vasta colección de
cartas.

Después de la muerte de Engels, gran parte de los textos originales de Marx se depositaron
en el archivo del Partido Social Demócrata de Alemania (SPD) en Berlín, adonde se los trató
con mucha negligencia. Los conflictos políticos internos del Partido impidieron la publicación
de muchos materiales importantes que Marx había dejado; hasta llegaron a dispersarse los
manuscritos y esto impidió durante mucho tiempo sacar una edición completa de sus obras.
Nadie asumió tampoco la responsabilidad de inventariar el legado intelectual de Marx, con el
resultado de que los Grundrisse quedaran enterrados con sus demás papeles.

La única parte que vio la luz durante este período fue la “Introducción” que Karl Kautsky
publicó en 1903 en Die Neue Zeit [Los Nuevos Tiempos], junto a una nota breve que los
presentaba como un “borrador fragmentario” fechado el 23 de agosto de 1857. Argumentando
que se trataba de una introducción a la ópera magna de Marx, Kautsky le dio el título de
Einleitung zu einer Kritik der politischen Ökonomie [Introducción a una crítica de la economía
política] y sostuvo que “a pesar de su carácter fragmentario ofrecía una gran cantidad de
nuevos puntos de vista” (Marx 1903: 710 n.1). Hubo un interés considerable por este texto:
las primeras versiones en otras lenguas fueron en francés (1903) y en inglés (1904) y
rápidamente recibió mayor atención después de que Kautsky lo publicara en 1907 como
apéndice de Una contribución a la crítica de la economía política. Siguieron luego más y más
traducciones, incluyendo al ruso (1922), al japonés (1926), al griego (1927) y al chino (1930),
hasta convertirse en una de las obras más comentadas de toda la producción teórica de Marx.
Aunque la suerte acompañó a la “Introducción”, los Grundrisse, sin embargo, no fueron
conocidos durante un largo tiempo. Es difícil creer que Kautsky no haya descubierto todo el
manuscrito junto con la “Introducción”, pero nunca lo mencionó. Y un poco más tarde,
cuando decidió publicar algunos escritos previamente desconocidos de Marx entre 1905 y
1910, se concentró en una colección de materiales de 1861-1863, a los cuales puso el título
de Teorías de la plusvalía.

El descubrimiento de los Grundrisse llegó en 1923, gracias a David Riazanov, director del
Instituto Marx-Engels (MEI) de Moscú y organizador de la Marx Engels Gesamtausgabe (MEGA),
las obras completas de Marx y Engels. Luego de examinar el Nachlass en Berlín, reveló la
existencia de los Grundrisse en un informe a la Academia Socialista de Moscú sobre el legado
literario de Marx y de Engels:

“Entre los papeles de Marx hallé otros ocho cuadernos de estudios económicos. (...) Este
manuscrito pudo ser elaborado hacia mediados de la década de 1850 y contiene el primer
borrador de la obra de Marx [El capital], a la que en esa época él todavía no había puesto un
título; [también] representa la primera versión de su Una contribución a la crítica de la
economía política”.[1] (Riazanov 1925: 393-4)

“En uno de estos cuadernos”, continua Riazanov, “Kautsky halló la ‘Introducción’ a Una
contribución a la crítica de la economía política; y los considera que los manuscritos
preparatorios para El capital tenían ‘un extraordinario interés por lo que nos dicen acerca de
la historia del desarrollo intelectual de Marx y de su método característico de trabajo e
investigación.’” (Riazanov 1925: 394).

Gracias a un acuerdo para la publicación de los MEGA entre el MEI, el Instituto de


Investigación Social de Frankfurt y el SPD (que todavía tenía a su cargo la custodia del
Nachlass de Marx y Engels), los Grundrisse fueron fotografiados junto con muchos otros
escritos inéditos y comenzaron a ser estudiados por especialistas en Moscú. Entre 1925 y
1927, Pavel Veller, del MEI, catalogó todos los materiales preparatorios para El capital, de los
cuales los Grundrisse fueron los primeros. En 1931 ya los había descifrado y mecanografiado
completamente y en 1933 una parte se publicó en ruso como el “Capítulo sobre el dinero”,
seguido dos años más tarde por una edición en alemán. Finalmente, en 1936, el Instituto
Marx-Engels-Lenin (MELI, sucesor del MEI) adquirió seis de los ocho cuadernos de los
Grundrisse, lo que posibilitó resolver los demás problemas editoriales.

Entonces, en 1939, el último manuscrito importante de Marx apareció en Moscú bajo el título
que le diera Veller (era un extenso trabajo de uno de los períodos más productivos de su
vida): Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie (Rohentwurf) 1857-1858. Dos años
después les siguieron un apéndice (Anhang) que comprendía los comentarios de Marx de 1850-
1 sobre los Principles of Political Economy and Taxation de Ricardo, las notas sobre Bastiat y
Carey y su propio índice para los Grundrisse y el material preparatorio (Urtext) para Una
contribución a la crítica de la economía política de 1859. El prefacio del MELI a la edición de
1939, destacó su valor excepcional: “el manuscrito de 1857-1858, publicado completamente
por primera vez en este volumen, marcó una etapa decisiva en la obra económica de Marx”
(MELI 1939: VII).

Si bien las pautas editoriales y la forma de publicación fueron similares, los Grundrisse no
fueron incluidos en los tomos de la MEGA, sino que aparecieron en una edición separada. Más
aún, la proximidad de la Segunda Guerra Mundial significó que la obra quedara virtualmente
desconocida: los 3,000 ejemplares pronto se volvieron muy escasos y sólo unos pocos lograron
cruzar las fronteras soviéticas. Los Grundrisse no figuraron en la Sochineniya de 1928-47, la
primera edición rusa de las obras de Marx y Engels y su primera reedición en alemán debió
esperar hasta 1953. Aunque es sorprendente que un texto como los Grundrisse fuera
publicado en el período estalinista, ya que era seguramente una herejía con respecto a los
indiscutibles cánones del diamat, el “materialismo dialéctico” al estilo soviético, debemos
recordar que era en ese momento el más importante de los escritos de Marx que no circulaba
por Alemania. Su eventual publicación de 30,000 ejemplares en Berlín Oriental fue parte de
las celebraciones por el Karl Marx Jahr, en el 70° aniversario de la muerte de su autor y el
sesquicentenario de su nacimiento.

Escrito en 1857-1858, los Grundrisse recién pudieron ser leídos en todo el mundo a partir de
1953, después de 100 años de soledad.

Por el mundo circulan 500.000 ejemplares

A pesar de la resonancia de este importante manuscrito, anterior a El capital, y a pesar del


valor teórico que se le atribuía, las ediciones en otras lenguas sólo fueron apareciendo muy
lentamente.

Después de la “Introducción”, otro resumen fue el primero en generar interés: se trata de las
“Formas que preceden a la producción capitalista”. Se lo tradujo al ruso en 1939 y luego del
ruso al japonés en 1947-1948. A partir de allí la edición separada en alemán de esta sección y
una traducción al inglés ayudaron a asegurar una audiencia más vasta: la primera, que
apareció en 1952 como parte de la Kleine Bücherei des Marxismus-Leninismus [Pequeña
Biblioteca de Marxismo-Leninismo] fue la base para las versiones húngara e italiana (1953 y
1954, respectivamente); mientras que la última, publicada en 1964, ayudó a difundirla en los
países anglófonos y mediante su traducción en Argentina (1966) y en España (1967) al mundo
de habla hispana. El editor de la edición inglesa, Eric Hobsbawm, agregó un prefacio que
ayudó a subrayar su importancia: Formaciones económicas precapitalistas, escribió, fue el
“intento más sistemático de Marx para abordar el problema de la evolución histórica” y
“puede afirmarse con seguridad que toda discusión histórica marxista que no (la) tome en
cuenta (...) debe ser reconsiderada a la luz que ella arroja” (Hobsbawm 1964: 10). Cada vez
más estudiosos en todo el mundo comenzaron a interesarse por este texto que apareció en
muchos países y en todos lados desató importantes discusiones históricas y teóricas.

A fines de la década de 1950 comenzaron las traducciones de los Grundrisse en su totalidad:


su difusión fue un proceso lento pero inexorable que, con el tiempo, permitió una apreciación
más completa y en algunos aspectos distinta de la obra de Marx. Los mejores intérpretes de
los Grundrisse lo abordaron en su versión original, pero su estudio más amplio -entre los
estudiosos que no sabían leer alemán y sobre todo entre los militantes políticos y los
estudiantes universitarios- fue recién después de su publicación en distintos idiomas
nacionales.

Las primeras que aparecieron fueron en Oriente: en Japón (1958-1965) y China (1962-1978).
En la Unión Soviética recién vio la luz en 1968-1969 una edición rusa, como complemento a la
segunda edición ampliada de las Sochineniya (1955-66). Su anterior exclusión tuvo una
repercusión más grave, ya que dio como resultado una ausencia similar en las Marx-Engels
Werke (MEW) de 1956-1968, que reproducían la selección de textos soviética. Los MEW -es
decir la edición más ampliamente usada de las obras de Marx y de Engels, así como la fuente
de la traducción a la mayoría de los demás idiomas- fue, por lo tanto, privada de los
Grundrisse hasta su eventual publicación como complemento en 1983.

Los Grundrisse también comenzaron a circular en Europa Occidental a fines de la década de


1960. La primera traducción apareció en Francia (1967-1968) pero era de inferior calidad y
tuvo que ser reemplazada por una más fidedigna en 1980. Le siguió una versión italiana entre
1968 y 1970, siendo significativo que la iniciativa proviniera, al igual que en Francia, de una
editorial independiente del Partido Comunista.
El texto fue publicado en español en la década del setenta. Si excluimos la versión de 1970-
1971 publicada en Cuba, que tuvo poco valor porque estaba hecha a partir de la versión
francesa y cuya circulación quedó confinada a los límites de la isla, la primera traducción
española propiamente dicha se realizó en Argentina entre 1971 y 1976. Le siguieron otras tres
realizadas conjuntamente por España, Argentina y México, logrando así que el español fuese
el idioma que cuenta con la mayor cantidad de traducciones de los Grundrisse.

La traducción inglesa fue precedida en 1971 por una selección de extractos, cuyo editor David
McLellan, avivó las expectativas de los lectores de este texto: 'Los Grundrisse son mucho más
que un borrador preliminar de El capital” (McLellan 1971:2); en realidad, más que cualquier
otra obra, “contiene una síntesis de las distintas líneas del pensamiento de Marx (...) En
cierto sentido, ninguna de las obras de Marx está completa, pero la más completa de todas,
son los Grundrisse” (McLellan 1971: 14-15). La traducción completa finalmente llegó en 1973,
20 años después que la edición original en alemán. Su traductor, Martin Nicolaus, escribió en
el prólogo:

“Además de su gran valor biográfico e histórico, [los Grundrisse] agregan mucho material
nuevo y son el único esbozo del proyecto económico y político de Marx (...) Los Grundrisse
desafían y ponen a prueba toda interpretación seria sobre Marx concebida hasta hoy”.
(Nicolaus 1973: 7)

Los años setenta fueron también la década crucial para las traducciones en Europa Oriental.
Pues una vez que se le dio luz verde en la Unión Soviética ya no había ya ningún obstáculo
para su aparición en los países “satélites”: Hungría (1972), Checoslovaquia (1971-1977 en
checo, y 1974-1975 en eslovaco) y Rumania (1972-1974), así como también en Yugoslavia
(1979). En ese mismo período, salieron a la venta más o menos en forma simultánea, dos
ediciones danesas opuestas: una por la editorial relacionada con el Partido Comunista (1974-
1978) y otra por un editor cercano a la Nueva Izquierda (1975-1977).

En la década de 1980 los Grundrisse también fueron traducidos en Irán (1985-1987, y se


convirtió en la primera edición rigurosa en farsi de todas las obras más importantes de Marx),
así como en otros países europeos. La edición eslovena data de 1985 y las ediciones polaca y
la finlandesa datan de 1986 (esta última con el apoyo soviético).

Con la disolución de la Unión Soviética y el fin del llamado “socialismo realmente existente”,
que en realidad había sido una flagrante negación del pensamiento de Marx, se abrió un
intervalo en la publicación de sus escritos. Sin embargo, aún en aquellos años en que el
silencio que rodeaba al autor sólo era roto por gente que aseguraba que estaba condenado al
olvido, los Grundrisse siguieron siendo traducidos a otros idiomas. Ediciones en Grecia (1989-
1992), Turquía (1999-2003), Corea del Sur (2000) y Brasil (planeado para el 2008) hicieron de
ésta la obra de Marx con el mayor número de nuevas traducciones en las últimas dos décadas.

En total, los Grundrisse han sido traducidos en su totalidad a 22 idiomas,[2] y en un total de


32 versiones diferentes. Sin incluir las ediciones parciales, han sido impresos más de 500.000
ejemplares[3], una cantidad que sorprendería enormemente al hombre que los escribió tan
sólo para resumir, con mucho apuro, los estudios económicos que había realizado hasta
entonces.

Lectores e intérpretes

La historia de la recepción de los Grundrisse, así como su difusión, se caracteriza por un


comienzo bastante tardío. La razón principal de ello, aparte de las idas y vueltas asociadas
con su redescubrimiento, es ciertamente la complejidad misma de este mismo manuscrito
fragmentario y preliminar, tan difícil de interpretar y traducir a otros idiomas. Al respecto, el
autorizado especialista Roman Rosdolsky ha señalado:

“En 1948, cuando por primera vez tuve la buena suerte de ver uno de estos entonces tan
escasos ejemplares (...) fue evidente desde un principio de que se trataba de una obra de
fundamental importancia para la teoría marxista. Sin embargo, su forma inusual y hasta
cierto punto, su oscuro modo de expresión, la hicieron muy poco adecuada para interesar a
un amplio círculo de lectores”. (Rosdolsky 1977: xi)

Estas consideraciones lo llevaron a Rosdolsky a intentar una exposición clara y un examen


crítico del texto. El resultado fue Zur Enstehungsgeschichte des Marxschen 'Kapital': Der
Rohentwurf des 'Kapital' 1857-58 [La gestación de “El capital” de Marx: el esbozo preliminar
de “El Kapital” 1857-59] que apareció en alemán en 1968 y que fue la primera y aún principal
monografía dedicada a los Grundrisse. Traducida a muchos idiomas, alentó la publicación y
circulación de la obra de Marx y ha tenido una influencia considerable sobre todos los
intérpretes que surgieron posteriormente.

El año 1968 fue significativo para los Grundrisse. Además del libro de Rosdolsky, en el número
de marzo-abril de la New Left Review se publicó el primer ensayo en inglés: “El Marx
desconocido” de Martin Nicolaus, que tuvo el mérito de hacer más ampliamente conocidos los
Grundrisse, y subrayar la necesidad de una traducción completa. Entretanto, en Alemania y
en Italia, los Grundrisse atrajeron a algunos de los principales actores de la revuelta
estudiantil, que estaban entusiasmados por su contenido radical y explosivo a medida que se
iban adentrando en sus páginas. La fascinación fue irresistible, especialmente entre quienes
en la nueva izquierda rechazaban la interpretación “marxista-leninista” de Marx.

Por otra parte, en el Este los tiempos también estaban cambiando. Tras un período inicial en
el que los Grundrisse fueron casi completamente ignorados o tratados con recelo, el estudio
introductorio de Vitali Vygodski: Istoriya odnogo velikogo otkrytiya Karla Marksa [La historia
de un gran descubrimiento: cómo escribió Marx “El capital”], publicado en Rusia en 1965 y en
la República Democrática alemana en 1967, adoptó un enfoque totalmente distinto. Vygodski
los definió como “la obra de un genio”, que “nos introduce en el ‘laboratorio creativo’ de
Marx y nos permite seguir paso a paso el proceso en el que elaboró su teoría económica” y a
los cuales era necesario, por lo tanto, prestarles la debida atención (Vygodski 1974: 44).

En el lapso de sólo unos pocos años, los Grundrisse se convirtieron en el texto clave para
muchos marxistas de gran influencia. Aparte de los ya mencionados, los especialistas que
especialmente se ocuparon de ellos, fueron: Walter Tuchscheerer en la República
Democrática Alemana, Alfred Schmidt en la República Federal Alemana, miembros de la
Escuela Budapest en Hungría, Lucien Séve en Francia, Kiyoaki Hirata en Japón, Gajo Petrovié
en Yugoslavia, Antonio Negri en Italia, Adam Schaff en Polonia y Allen Oakley en Australia. En
general, se convirtió en una obra que todo estudioso serio de Marx debía asimilar.

Con diversas variantes, los intérpretes de los Grundrisse se dividieron entre quienes los
consideraban una obra autónoma, conceptualmente completa en sí misma y aquellos que la
vieron como un manuscrito temprano que simplemente preparó el camino para El capital. El
trasfondo ideológico de las discusiones sobre los Grundrisse (siendo el núcleo de la disputa la
legitimidad o ilegitimidad de los enfoques en Marx, con sus inmensas repercusiones políticas)
favoreció el desarrollo de interpretaciones inadecuadas, e incluso de las que hoy en día
parecen ridículas. Pues algunos de los comentaristas más entusiastas de los Grundrisse
sostenían incluso que éstos eran teóricamente superiores a El capital, a pesar de los diez años
adicionales de intensas investigaciones que llevaron a la elaboración de este último. De
manera similar, entre los principales detractores de los Grundrisse, había algunos que
pretendían que, a pesar de las importantes secciones para nuestra comprensión de la relación
entre Marx y Hegel y a pesar de los significativos pasajes sobre la alienación, no agregaban
nada a lo que ya se sabía sobre Marx.

No sólo hubo lecturas opuestas de los Grundrisse; también hubo no-lecturas, siendo el
ejemplo más notable y representativo el de Louis Althusser. Aunque éste intentó hacer hablar
a los supuestos silencios de Marx y leer a El capital de un modo tal de “hacer visibles los
vestigios invisibles que hay en él” (Althusser y Balibar 1979: 32), se permitió soslayar la
conspicua masa de cientos de páginas escritas de los Grundrisse, y efectuar una división del
pensamiento de Marx (que fue luego acaloradamente discutida) entre las obras de juventud y
las de madurez, sin reconocer el contenido y la importancia de los manuscritos de 1857-1858.
[4]

A partir de mediados de la década del 1970, sin embargo, los Grundrisse ganaron cada vez
una mayor cantidad de lectores e intérpretes. Aparecieron dos extensos comentarios: uno en
japonés en 1974 (Morita y Yamada 1974), otro en alemán en 1978 (Projektgruppe Entwicklung
des Marxschen Systems 1978), pero también muchos otros autores escribieron sobre ellos. Una
gran cantidad de especialistas los consideraron como un texto de especial importancia para
uno de los temas más ampliamente debatidos respecto del pensamiento de Marx: su deuda
intelectual hacia Hegel. Otros quedaron fascinados por las afirmaciones casi proféticas en los
fragmentos sobre la maquinaria y la automación.

En Japón los Grundrisse fueron también leídos como un texto sumamente pertinente para
nuestra comprensión de la modernidad. En la década de 1980 comenzaron a aparecer los
primeros estudios detallados en China, donde se usó esta obra para arrojar luz sobre la
génesis de El capital, mientras que en la Unión Soviética se publicó un volumen colectivo
dedicado enteramente a los Grundrisse (Vv. Aa. 1987).

En los últimos años, la perdurable capacidad de las obras de Marx para explicar (al mismo
tiempo también para criticar) el modo capitalista de producción, ha promovido un renovado
interés de parte de muchos eruditos internacionales (véase Musto 2007). Si continúa esta
renovación y si es acompañada por una nueva demanda de Marx en el campo de la política,
los Grundrisse ciertamente demostrarán una vez más ser uno de sus escritos que pueden
atraer una especial atención.

Entretanto, con la esperanza de que “la teoría de Marx será una fuente viva de saber y de la
práctica política guiada por este saber” (Rosdolsky 1977: xiv), la historia que aquí
presentamos sobre la difusión y recepción globales de los Grundrisse sólo pretende ser un
modesto reconocimiento a su autor y un intento de reconstruir un capítulo aún inédito en la
historia del marxismo.

Tabla Cronológica de traducciones de los Grundrisse

1939-41: Primera edición alemana

1953: Segunda edición alemana

1958-65: Traducción japonesa

1962-78: Traducción china

1967-68: Traducción francesa

1968-69: Traducción rusa

1968-70: Traducción italiana


1970-71 Traducción al castellano

1971-77 Traducción al checo

1972: Traducción húngara

1972-74: Traducción al rumano

1973: Traducción inglesa

1974-75: Traducción al eslovaco

1974-78: Traducción danesa

1979: Traducción al serbio/serbo-croata

1985: Traducción eslovena

1985-87: Traducción al farsí

1986: Traducción polaca

1986: Traducción finlandesa

1989-92: Traducción griega

1999-2003: Traducción al turco

2000: Traducción coreana

2008: Traducción portuguesa

Traducido del italiano por Patrick Camiller

Referencias

Althusser, Louis and Balibar, Étienne (1979) Reading Capital, London: Verso. Hobsbawm, Eric
J. (1964) ‘Introduction’, in Karl Marx, Pre-Capitalist Economic Formations, London: Lawrence
& Wishart, pp. 9–65.

McLellan, David (1971) Marx’s Grundrisse, London: Macmillan.

Marx, Karl (1903) ‘Einleitung zu einer Kritik der politischen Okonomie’, Die Neue Zeit, 21, vol.
1: 710–18, 741–5 and 772–81.

Marx–Engels–Lenin Institute (1939) ‘Vorwort’ [‘Foreword’], in Karl Marx, Grundrisse der Kritik
der politischen Ökonomie (Rohentwurf) 1857–1858, Moscow: Verlag für Fremdsprachige
Literatur, pp. vii–xvi.

Morita, Kiriro and Yamada, Toshio (1974) Komentaru keizaigakuhihan’yoko [Comentarios sobre
los Grundrisse], Tokyo: Nihonhyoronsha.

Musto, Marcello (2007) ‘The Rediscovery of Karl Marx’, International Review of Social History,
52/3: 477–98.
Nicolaus, Martin (1973) ‘Foreword’, in Karl Marx, Grundrisse: Foundations of the

Critique of Political Economy (Rough Draft), Harmondsworth: Penguin, pp. 7–63.

Projektgruppe Entwicklung des Marxschen Systems (1978) Grundrisse der Kritikder

politischen Ökonomie (Rohentwurf). Kommentar [Outlines of the Critique of Political


Economy. Rough Draft. Commentary], Hamburg: VSA.

Rosdolsky, Roman (1977) The Making of Marx’s ‘Capital’, vol. 1, London: Pluto Press.

Ryazanov, David (1925) ‘Neueste Mitteilungen über den literarischen Nachlaß von Karl Marx
und Friedrich Engels’ [‘Latest reports on the literary bequest of Karl Marx and Friedrich
Engels’], Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung, 11: 385–400.

Séve, Lucien (2004) Penser avec Marx aujourd’hui, Paris: La Dispute.

Vv. Aa. (1987) Pervonachal’ny variant ‘Kapitala’. Ekonomicheskie rukopisi K. Marksa 1857–
1858 godov [The first version of Capital, K. Marx’s Economic Manuscripts of 1857–1858],
Moscow: Politizdat.

Vygodski, Vitali S. (1974) The Story of a Great Discovery: How Marx Wrote ‘Capital’,
Tunbridge Wells: Abacus Press.

Traducido del inglés por Sibila Seibert. Corrección de Francisco T. Sobrino.

[1] La versión rusa de este informe fue publicada en 1923.

[2] Ver la tabla cronológica de traducciones. A las traducciones completas mencionadas


anteriormente deberían agregarse las selecciones en sueco (Karl Marx, Grunddragen i kritiken
av den politiska ekonomin, Estocolmo: Zenit/R&S, 1971) y en macedonio (Karl Marx, Osnovi
na kritikata na politiékata ekonomija (grub nafrlok): 1857-1858, Skopje: Comunist, 1989), así
como las traducciones de la Introducción y Formas de producción precapitalistas a un gran
número de idiomas, del vietnamés al noruego, así como el árabe, el holandés y el búlgaro.

[3] El total ha sido calculado sumando las tiradas de las ediciones consultadas en los países
mencionados.

Ver Séve (2004), quien recuerda cómo “con la excepción de textos tales como la
Introducción, (…) Althusser jamás leyó los Grundrisse, en el real sentido de la palabra leer”
(pág. 29). Adaptando el término de Bachelard “corte epistemológico” (coupure
épistémologique), que el mismo Althusser había tomado prestado y usado, Séve habla de un
“corte bibliográfico artificial (coupure bibliographique) que condujo a las ideas más erróneas
de su génesis y por lo tanto de su consistencia con el pensamiento maduro de Marx” (pág. 30).
Los Grundrisse: el laboratorio de escritura de El Capital.

Lic. José Antonio Gómez Di Vincenzo. UNSAM

Lic. Ariel Mayo. UNSAM

Algunas cuestiones previas

En el 2008, se cumplió el 150º aniversario de la finalización de la redacción de los Grundrisse


der kritik der politischen ökonomie, también conocidos como los Manuscritos de 1857/58 o
simplemente, Los Grundrisse. Esta obra es, en rigor, la primera redacción sistemática de El
Capital y constituye, a pesar de su carácter de manuscrito no preparado para la publicación,
uno de los textos fundamentales de Marx.

Sin embargo y a pesar de que las ciencias sociales modernas se han construido en un diálogo
permanente con la obra de Marx, no recordamos haber escuchado referencias ni leído
artículos o notas realizadas para dar cuenta de semejante aniversario. Esto no quiere decir
que no se hayan escrito o se vayan a escribir algunos textos dedicados a conmemorar el
aniversario. ¿Cómo saberlo? Pero, en conjunto, la cuestión pasó y pasará casi desapercibida.
Creemos que esto no es casualidad, y que refleja con exactitud el estado de la teoría social
contemporánea, marcada por la aceptación del orden existente y una obsesiva vocación
ahistórica. En este marco, resulta casi impensable que se reconozcan los méritos de una obra
tan revolucionaria como los Grundrisse.

¿En qué consiste el carácter revolucionario de la obra? En la introducción de 1857


encontramos expuesto el método mediante el cual, Marx emprenderá el estudio de la
sociedad capitalista. Se trata de uno de los poquísimos textos en los que Marx se refiere
directamente al método (un antecedente se encuentra en Miseria de la Filosofía).

Coincidiendo con Vargas Lozano (2008), sostenemos que las tesis expuestas no pueden
tomarse en forma aislada sino que deben ponerse en contexto y articularse con las obras
publicadas. Los pasajes metodológicos de la Introducción de 1857 clarifican el método
seguido por Marx en su crítica de la economía política. Con estos textos inconclusos, más la
correspondencia de Marx y Engels, es posible adquirir una visión más acabada del conjunto de
la teoría de Marx. Esta aparece alejada de la imagen de dogmatismo y de determinismo
económico que construyó el marxismo de la II Internacional (1889-1914) y que luego, fuera
retomada por los partidos comunistas del período estalinista.

En opinión de Vargas Lozano (2008), Los Grundrisse (particularmente, su introducción)


contienen explicaciones, aclaraciones y profundizaciones en torno a los aspectos
metodológicos mediante los cuales, Marx emprendió el estudio de la economía política
capitalista; análisis que se plasmó en su obra cumbre, “El Capital”. Es por esto que debemos
tener en cuenta el estudio de los manuscritos de 1857/58, considerándolos como un aporte
sustancial para la comprensión de los principales conceptos y principios metodológicos del
materialismo histórico.

Pero la enorme riqueza de los Grundrisse no se agota en la Introducción. También se


encuentran en ellos:

El célebre análisis de las formaciones sociales precapitalistas (publicado en volumen aparte


por el historiador británico Eric Hobsbawm).
La exposición de la categoría de enajenación que había sido abandonada, luego de ser
presentada en los Manuscritos de 1844 y que es reformulada en “El Capital” en el capítulo
sobre El fetichismo de la mercancía.

El primer desarrollo de la categoría de plusvalor (a punto tal que puede decirse que los
Grundrisse constituyen un punto de llegada en la crítica de la economía política emprendida
por Marx en la década de 1840)

Lamentablemente, no contamos con el espacio suficiente para tratar todos estos puntos. En
el presente artículo, nos proponemos, específicamente, analizar la Introducción de 1857 a Los
Grundrisse. El abordaje de la misma permite tratar temas fundamentales para la comprensión
de la teoría de Marx. Comenzaremos con las premisas ontológicas desde las cuales, parte la
elaboración metodológica. Posteriormente, veremos la relación estructura – superestructura y
el lugar central que ocupa el proceso de producción. Trataremos de exponer el problema del
determinismo o la autonomía relativa de la superestructura, planteando una crítica de la
metáfora espacial de la base – superestructura, para pasar a analizar luego, las diferencias
entre las determinaciones generales abstractas y las determinaciones dialécticas. Veremos la
dialéctica de las categorías y el movimiento histórico de las mismas. Finalmente,
procuraremos realizar una síntesis que de cuenta de aquellos aspectos que consideramos
centrales para la comprensión del método marxiano.

LOS PRINCIPIOS ONTOLÓGICOS

Las premisas ontológicas desde las que parte Marx para elaborar el método ya habían sido
expuestas en otro de los textos manuscritos conocidos con posterioridad a su muerte. Se trata
de las famosas “Tesis sobre Feuerbach” (redactadas por Marx en Bruselas hacia marzo de
1845, y publicadas por primera vez por Engels en 1888, en su trabajo Ludwig Feuerbach y el
fin de la filosofía clásica alemana).

La primera de estas premisas ontológicas sostiene que la realidad, las cosas, lo concreto real,
tiene una existencia anterior a la captación conciente y a la práctica del ser humano. En
rigor, se trata del principio materialista. Sin embargo, es importante tener presente que no
se trata del viejo materialismo, basado en la pasividad del sujeto y en la negación del papel
de la práctica. En este sentido, es significativo que el “materialista” Marx rescate en las tesis
el aspecto positivo del idealismo, es decir, el énfasis en el rol activo del sujeto (aunque
considere que enfoca la cuestión de manera abstracta, unilateral).

En la introducción a Los Grundrisse, Marx realiza un comentario acerca de la posición


adoptada por Hegel y da cuenta de su propio punto de vista. Mientras que para Hegel la
realidad es puesta por el concepto, para Marx el concepto surge de la realidad. El
pensamiento del ser humano actúa como mediador entre el objeto y el concepto. Hegel
piensa la totalidad concreta “como producto del concepto que piensa y se engendra a sí
mismo, al margen de y por encima de la intuición y de la representación”. Marx nos dice que
“lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, porque es, por lo
tanto, unidad de lo múltiple. En el pensamiento lo concreto aparece, consiguientemente,
como proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de partida, a pesar de que es el
punto de partida real y, en consecuencia, también el punto de partida de la intuición y la
representación.” Vemos entonces que, mientras para Hegel existe una idea que se encarna en
lo concreto, en Marx lo que tenemos como punto de partida es la realidad concreta como
síntesis de múltiples determinaciones a las que el pensamiento mediante un proceso de
síntesis nos permite tener acceso.

La dialéctica marxista implica la unidad de dos procesos: uno que va desde lo abstracto a lo
concreto, otro que se dirige de lo concreto a lo abstracto. El resultado abstracto solo puede
ser considerado verdadero si se reproduce la unidad de lo diverso, la síntesis de las múltiples
determinaciones que se encuentra en lo concreto. Como sostuviera Lenin, la dialéctica en
Marx consiste en un doble análisis deductivo e inductivo, lógico e histórico. La dialéctica
integra y explica la relación entre la esencia del fenómeno y la apariencia. En términos de
Kosik (1976) ésta se plasma como el proceso que va de la parte al todo y del todo a la parte;
del fenómeno a la esencia y de la esencia al fenómeno; de la realidad a la contradicción y de
la contradicción a la realidad y del objeto al sujeto y del sujeto al objeto.

La segunda premisa ontológica, que también podemos encontrar desarrolla da en las Tesis
sobre Feuerbach, en particular en la segunda tesis, es la de la primacía que debe tener la
actividad práctica en la reflexión sobre la sociedad. Es mediante la actividad práctica que los
hombres logran construir una nueva realidad: la realidad social. Por otro lado, como ya se
había expresado en la segunda tesis es la práctica la que aporta los criterios de verdad sobre
el pensamiento humano.

Es a partir de estas premisas que Marx elaborará su método de investigación. Mandel (1979)
realiza una excelente descripción del mismo al sugerir una articulación de seis procesos que
darían cuerpo a la dialéctica marxista. Estos podrían enumerarse de la siguiente manera:

La apropiación abarcadora del material empírico y un dominio de este material en todas sus
determinaciones históricas pertinentes.

Progresión de lo concreto a lo abstracto que consistiría en la división analítica del material


para obtener sus elementos abstractos constituyentes.

Exploración de las conexiones entre estos elementos abstractos constituyentes que expliquen
su esencia.

Progresión de lo abstracto a lo concreto o reproducción de lo concreto en el pensamiento


como síntesis de múltiples determinaciones. El descubrimiento de los vínculos intermedios
que efectúan la mediación entre la esencia y las apariencias superficiales del material.

Verificación empírica de los pasos 2,3 y 4 en la historia concreta.

Descubrimiento de datos nuevos y pertinentes empíricamente y de nuevas conexiones a través


de la aplicación de los resultados en la práctica transformadora.

LA RELACIÓN ESTRUCTURA – SUPERESTRUCTURA. CENTRALIDAD DE LA PRODUCCIÓN

Tal vez la mejor forma de comprender la importancia de los Grundrisse consista en comparar
la concepción de la totalidad social que se encuentra en su introducción, con la concepción
expuesta en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859). En un
pasaje famoso, Marx presenta a la sociedad como una estructura, un todo organizado,
formada por un conjunto de relaciones complejas que se subordinan o determinan entre sí:
“en la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas,
necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un
determinado grado de desarrollo de su fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas
relaciones de producción constituyen la estructura económica de la sociedad, la base real,
sobre la que se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social.” Para poder describir esta estructura, Marx apela
a la metáfora del edificio (base-superestructura). Esta metáfora posee un indudable valor
didáctico, pues enfoca la atención hacia el proceso de producción, tradicionalmente ignorado
por la mayoría de los teóricos sociales. También es cierto que, hacia 1859, Marx era casi un
desconocido en el plano de las ciencias sociales puesto que sus escritos principales o bien
eran manuscritos o bien eran textos que no habían sido vueltos a editar (sólo a partir de la
décadas de 1870 y 1880 se produjo una difusión masiva de las principales obras de Marx – no
así de los manuscritos -). De ahí, que al publicar la Contribución, se propusiera exponer en su
prólogo las principales tesis de su teoría de la sociedad.

Sin dejar de tener en cuenta lo anterior, hay que decir que la metáfora del edificio deja de
lado buena parte de la riqueza del análisis marxista de la sociedad, pues contiene en sí misma
la tendencia a presentar la relación entre base y superestructura como una relación de
determinación unilateral, donde las modificaciones en la base se traducen automáticamente
en cambios en la superestructura. Es en este sentido que puede decirse que la metáfora del
edificio opera como una metáfora epistémica, en la que el tipo de imagen presentada
conlleva una forma particular de concebir la realidad. Es decir, no se trata sólo del uso de
una metáfora sino de toda una forma de pensar la totalidad social. Así, en el pasaje citado
del prólogo de 1859, vemos que en la base se desarrolla la contradicción entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción y que esta contradicción determina el movimiento
y la dirección de la superestructura. Aquí, Marx percibe el sesgo determinista de esta
afirmación y aclara que la dialéctica social se reproduce en todos los niveles y que en muchos
casos, las cuestiones superestructurales condicionan parcialmente los movimientos de la
base. Más adelante, volveremos sobre este punto.

En la introducción a los Grundrisse (1857), Marx desarrolla una concepción más rica y
compleja de la totalidad social, que permite eludir los riesgos del determinismo. Así, las
relaciones que se dan en el marco de la estructura social son concebidas condicionándose
mutuamente en forma dialéctica. En la introducción de 1857, Marx explica cómo se dan las
relaciones entre la producción, distribución, intercambio y consumo en la sociedad capitalista
y llega a la conclusión de que estos cuatro procesos se condicionan dialécticamente dentro
del todo de sus relaciones.

Esto no quiere decir que Marx supere el determinismo para caer en el relativismo. En la
introducción de 1857, Marx no pierde de vista la preponderancia lógica y ontológica de la
producción social por sobre los demás elementos y relaciones: “En todas las formas de
sociedad hay una producción determinada que asigna a todas las demás su rango e influencia.
Es una iluminación general en la que se sumergen todos los demás colores y que los modifica
en su particularidad.” Con esto, Marx quiere decirnos que la producción trasciende a todos los
demás elementos e imprime en ellos características especiales. Este hecho no puede
soslayarse a la hora de realizar un análisis complejo de las formaciones sociales. Para
entender claramente este punto, hay que tener en cuenta que Marx define a la producción de
una manera ampliada; es decir, que la producción implica tanto producción de bienes y
servicios, como producción de relaciones sociales e ideología.

Veremos, a continuación, cómo una lectura detallada de la introducción de los Grundrisse nos
permite entender la complejidad de esta cuestión, puesto que para no caer en el
determinismo economicista, debemos reconocer cierta autonomía relativa a nivel
superestructural y estudiar qué consecuencias trae aparejadas metodológicamente a la hora
de abordar el estudio del capitalismo

Determinismo o autonomía relativa de la superestructura

Ahora bien, retomaremos esta idea claramente expresada en la introducción de 1857 acerca
de la autonomía relativa de la superestructura. Tal vez, sea esta una de las cuestiones poco
aclaradas en el trabajo de 1859 y que debe tenerse en cuenta puesto que no existe desde la
óptica de Marx, un determinismo o una formulación simple de la causalidad en la influencia
que recibe la superestructura social de parte de la estructura.
En la introducción Marx nos da el ejemplo del arte griego: “Es sabido, por lo que al arte se
refiere, que determinadas épocas de florecimiento del mismo no están en modo alguno en
relación con el desarrollo general de la sociedad, y, por lo tanto, tampoco con el fundamento
material, con el esqueleto de su organización. [...] Es sabido que la mitología griega no sólo
era el arsenal del arte griego, sino además el terreno del que se alimentaba. ¿Es posible la
intuición de la naturaleza y de las relaciones sociales que sirve de base a la fantasía griega y,
por lo tanto, a la mitología griega, con las máquinas de hilar automáticas, con los
ferrocarriles y locomotoras y con los telégrafos eléctricos?”

Si bien todo arte se construye, por así decirlo, a partir de la influencia de las condiciones
materiales dadas en la estructura social propia de su época; esta influencia no es
absolutamente determinante pero además, trasciende su tiempo para conformar valores
permanentes. Esto puede darse también de esta manera si tomamos otros modos del saber
tales como por ejemplo: la filosofía, la ciencia, etc. De allí, que la metáfora del edificio nos
parece insuficiente para describir la concepción de la sociedad de Marx. En todo caso, para
poder avanzar en la comprensión de esta última, hay que partir de un concepción ampliada
del proceso de trabajo, del papel de las relaciones sociales y de la caracterización de la
política como una lucha de resultados indeterminados (en la que el resultado no se conoce de
antemano, es el producto de la lucha de clases). En este trabajo, sólo podemos limitarnos a
apuntar estos elementos.

DETERMINACIONES GENERALES ABSTRACTAS Y LAS DETERMINACIONES DIALÉCTICAS

A continuación, y una vez planteado ya el problema del efecto no determinante (en sentido
fuerte) de la producción sobre la superestructura (y esto sin perjuicio de reconocer el
carácter central del proceso de trabajo), sino el carácter relativamente autónomo de esta
superestructura por sobre las condiciones materiales, estamos en condiciones de avanzar en
el tratamiento de otro de los problemas que Marx debe resolver para dar forma al método
que le permitirá construir todas sus conceptualizaciones sobre la sociedad capitalista. Se
trata del problema del tránsito de las determinaciones particulares, que son válidas para un
solo momento histórico, y las generales abstractas, válidas para todo momento o época
histórica.

Aquí, es importante detenernos un poco para realizar un rodeo. Marx quiere fundamentar su
método de tal manera que quede claro que lo que está construyendo es ciencia en sentido
fuerte. Las discusiones sobre el status científico de la historia están presentes en el ámbito
académico desde fines del S XVIII. Por una cuestión de espacio, no desarrollaremos una
descripción y análisis de cada postura pero sí es preciso destacar que Hegel, por ejemplo,
subordinaba la historia a una filosofía de la historia que permitía al investigador volver
inteligible los hechos y datos históricos permitiéndole ver cómo el espíritu absoluto se
encarnaba en ellos. Lo que se discutía desde el punto de vista epistemológico era la
transhistoricidad de las categorías y la autonomía de la historia como ciencia. Marx apunta
justo al centro de la discusión aportando un método que permite precisamente estudiar las
categorías desde una postura autónoma: el materialismo histórico.

Marx plantea el problema de las determinaciones generales abstractas utilizadas por la


economía burguesa clásica y nos dice que debemos tener mucho cuidado a la hora de
comenzar el estudio de la economía política en general. El ejemplo de la población es
bastante gráfico: “Parece correcto empezar por lo real y concreto, con el presupuesto
efectivo; y en consecuencia, empezar, por ejemplo en la economía con la población, que es
el fundamento y sujeto de todo acto de producción social. Sin embargo, […] esto se
manifiesta como falso. La población es una abstracción, si dejo, por ejemplo, de lado las
clases de las que se compone...”
Para Marx, la generalidad población debe ser abordada teniendo en cuenta todas sus
determinaciones las cuales, pueden pertenecer sólo a algunas épocas históricas o por el
contrario, a todas ellas.

Siguiendo a Vargas Lozano (2008), aquí tenemos definida claramente la diferencia entre el
método de la Economía Política Clásica y el que construye Marx para su análisis: “Mientras la
economía Política inglesa hace uso de las abstracciones generales como un apoyo ideológico a
su teoría al hipostasiar las relaciones sociales burguesas, Marx, por el contrario, utiliza las
generalidades siempre sometidas a los procesos materiales específicos y determinadas por la
historia tanto en sus alcances como en sus limitaciones.”

En la introducción de 1857, Marx nos dice que el método de “elevarse de lo abstracto a lo


concreto” es el verdadero método científico para apropiarse de lo concreto tal como se nos
aparece. En este sentido, al comenzar por la población debe prestarse atención a las
determinaciones más simples que la componen. Si por el contrario, avanzamos pasando por
alto este proceso reproduciendo una imagen ideal difusa llegaremos solo a confusiones.

Entonces, vemos que en el plan de trabajo siempre esta presente la idea de elevarse de lo
abstracto hacia lo concreto. Se trata de tener siempre en cuenta las relaciones del todo con
las partes, de lo universal sometido a las determinaciones y de las determinaciones sometidas
a la influencia de lo universal. Marx considera a la economía como una totalidad, como un
todo organizado.

Por medio del pensamiento es posible partir de lo concreto real (población) para llegar a las
determinaciones simples que la componen. Pero es fundamental también tener en cuenta que
las determinaciones no son mentales e independientes de la realidad sino que se configuran
en la conciencia a partir de las relaciones reales que se dan en el marco de la estructura
social.

Una vez llevado a cabo el primer paso del análisis, Marx nos propone volver a emprender el
camino de regreso hasta llegar nuevamente a la población sólo que esta vez, esta no será una
representación caótica de la realidad sino “una totalidad rica de múltiples determinaciones y
relaciones”.

En resumen, Marx propone partir de lo concreto teniendo en cuenta que lo concreto es


síntesis de múltiples determinaciones, unidad de lo múltiple. Como esto se hace visible a
través de un proceso de síntesis o la reconstrucción de lo concreto a partir de sus
determinaciones abstractas simples, lo concreto parece el punto de llegada aunque en
realidad, a la hora de realizar el trabajo teórico, sea el punto de partida.

El orden histórico de las categorías

Queda aún un tema por resolver. En efecto, hay que distinguir la diferencia que existe entre
la forma en la que se organizan las categorías en la realidad y la manera en que las mismas
aparecen históricamente.

“La categoría más simple puede expresar las relaciones dominantes de un todo no
desarrollado, relaciones que existían ya históricamente antes de que se desarrollaran en el
sentido expresado por la categoría más concreta.” Con estas palabras, Marx nos quiere decir
que debemos tener en cuenta que ciertas categorías, como por ejemplo el dinero, ya existían
como categorías simples en sociedades anteriores y antes de ocupar su posición como
mediador universal de mercancías en la sociedad capitalista. Pero también, debemos advertir
que existen formas sociales y categorías muy desarrolladas en sociedades históricamente no
desarrolladas, como por ejemplo, la cooperación y la división del trabajo en sociedades
asiáticas. En palabras de Marx: “Así, a pesar de que la categoría más simple puede haber
existido históricamente antes que la más concreta, en su pleno desarrollo intensivo y
extensivo, sin embargo puede pertenecer precisamente a una forma de sociedad compleja,
mientras que la categoría más concreta estaba ya plenamente desarrollada en una forma de
sociedad menos desarrollada.”

Por lo tanto, sería incorrecto tomar las categorías en el orden en que fueron históricamente
determinantes. Marx expresa, claramente, que “su orden de sucesión está más bien
determinado por la relación que tienen entre sí en la moderna sociedad burguesa, y que es
exactamente el inverso del que se presenta como natural o que corresponde al orden de
[sucesión en el: JAGD] desarrollo histórico.” Es preciso, entonces, tener en cuenta desde el
principio, cómo se articulan y determinan las categorías en la sociedad burguesa.

La sociedad burguesa capitalista es la sociedad más desarrollada y compleja en cuanto al


proceso de producción. La comprensión de las categorías que expresan sus relaciones
proporciona la manera de estudiar al resto de las sociedades pasadas, sus relaciones de
producción, sus formas de organización. Marx lo expresa de este modo: “la economía
burguesa suministra, por lo tanto, la clave de la economía antigua, etc. Pero, en modo
alguno, de la forma en que proceden los economistas, que cancelan todas las diferencias
históricas y ven en todas las formas de sociedad la forma burguesa. Se puede comprender el
tributo, el diezmo, etc., cuando se conoce la renta de la tierra. Pero hay que no
identificarlas. (...) Marx marca la diferencia con el abordaje estándar: “El llamado desarrollo
histórico descansa en general en el hecho de que la última forma considera a las formas
pasadas como estadios que conducen a ella misma; y, puesto que ella rara vez y sólo en
condiciones completamente determinadas es capaz de criticarse a sí misma (...) las concibe
siempre de forma unilateral.

El ejemplo de la categoría trabajo es interesante. Marx nos demuestra que el trabajo como
una categoría simple ha existido en toda época. Pero tomarlo de este modo consistiría en una
verdad a medias del tipo de las generalidades abstractas. Se hace necesario entonces, tener
en cuenta el proceso dialéctico e histórico de su constitución como categoría compleja.

La generalización de la categoría trabajo es posible sólo en la sociedad capitalista: sociedad


en la cual, la categoría trabajo ha llegado a un nivel de generalidad que trasciende la
distinción entre distintos tipos de trabajo. Marx sostiene que “la abstracción más simple de la
economía moderna coloca en la cúspide, y que expresa una relación antiquísima y válida para
todas las formas de sociedad, se presenta, sin embargo, en esta abstracción, como verdadera
en la práctica sólo en cuanto categoría de la sociedad más moderna.” Vemos, entonces, que
la categoría más abstracta es producto de determinadas condiciones históricas.

Bibliografía

Directorio de sitios de internet. (Acceso: 15 de febrero de 2008)


(http://search.marxists.org/espanol/m-e/1880s/feuer/1.htm)

Directorio de sitios de internet. (Acceso: 05 de abril de 2008)


http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?
id=10&article=11&mode=pdf.

Dussel, E. (1985): La producción teórica de Marx: un comentario a los Grundrisse. Siglo XXI,
México D. F.

Kosik, K., (1976): Dialéctica de lo concreto. Grijalbo, México D. F.

Mandel, E., (1979): El capitalismo tardío. Ediciones Era, México D. F.


Marx, K. (2000): Contribución a la crítica de la economía política. Siglo XXI, México D.F.

Rosdolsky, R., (2001): Génesis y estructura de El Capital de Marx. Siglo XXI, Buenos Aires.

Zeleny, J., (1974): La estructura lógica de El Capital. En Teoría y Realidad, Num. 5, Pp


11Ediciones Grijalbo, Barcelona.

“El problema de si el pensamiento al humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es


un problema teórico sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que
demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El
litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un
problema puramente escolástico.”

Posteriormente, en el Libro I de El Capital (1867), Marx desarrollará esta tesis acerca de la


primacía de la práctica, al analizar el proceso de trabajo (que constituía para Marx la forma
principal de práctica) en el capítulo 5.

Nótese que a pesar de las críticas formuladas a la metáfora del edificio, seguimos
moviéndonos en el terreno marcado por esta, pues al hablar de autonomía relativa de la
superestructura estamos aceptando implícitamente el valor descriptivo de la metáfora. Somos
concientes de esta situación pero por el momento, no encontramos mejores conceptos para
elaborar la cuestión. Es por ello que corresponde apuntar que se trata de un problema no
resuelto.
I. CÓMO NACIERON LOS GRUNDRISSE

Written by Roman Rosdolsky

PRÓLOGO

Cuando, en 1948, el autor de este trabajo tuvo la fortuna de poder ver uno de los entonces
rarísimos ejemplares de los Grundrisse de Marx,(1) comprendió claramente de inmediato que
se trataba de una obra fundamental para la teoría marxiana, pero que por su forma peculiar y
en parte por su lenguaje, de ardua comprensión, era difícilmente apropiada para penetrar en
vastos círculos de lectores. De ahí su decisión de, por una parte, "comentar" la obra y, por la
otra, de aprovechar científicamente algunos de los nuevos descubrimientos allí contenidos. El
primer propósito (al que sirven sobre todo las partes ii-vi de este trabajo) creó la necesidad
de reproducir las ideas más importantes de los Grundrisse, en lo posible con las palabras del
propio Marx; el segundo objetivo exigía digresiones minuciosas, que se situaron en su mayoría
en la primera parte, que inicia esta obra, y en la séptima, que le da término.

Para la confección de su trabajo, el autor debió luchar contra innumerables dificultades. Las
bibliotecas de la ciudad en la que vive sólo contienen escasísimas obras socialistas en alemán,
ruso o francés. (Y ni hablar de publicaciones tan imprescindibles como la Neue Zeit de
Kautsky y otros.) Por ello se vio obligado a limitarse mayormente a los pocos libros de su
propiedad, lo que a menudo, como es natural, le hizo desesperar de la viabilidad de sus
objetivos. Pero eso no es todo. Cuanto más penetraba en el tema, tanto más claramente
comprendía el autor que sólo habría de rozar el problema más importante y teóricamente más
interesante que ofrecen los Grundrisse, sin poderlo tratar con mayor profundidad. Y ese
problema es la relación entre la obra marxiana y Hegel, y, en especial, con la Lógica de este
autor.

Por cierto que no existe problema de la teoría económica de Marx que haya sido más
descuidado que el de su método en general, y el de su relación con Hegel en particular. Lo
que puede leerse últimamente al respecto son, en su mayoría, lugares comunes que, para
decirlo con palabras de Marx, sólo revelan el "interés enorme por el tema" propio de los
autores y atestiguan una total indiferencia con relación al método de Marx. ¿Qué podría
decirse, por ejemplo, de un psicólogo teórico que sólo se interesase por los resultados
logrados por Sigmund Freud, pero que rechazara por improcedente y hasta por "metafísico" el
problema de la manera en que arribó Freud a dichos resultados? Todo cuanto podría
dedicársele sería —y con razón— un mero encogimiento de hombros. ¡Pero precisamente ésa
es la manera en que la mayor parte de los actuales críticos y "conocedores" de Marx emiten
juicios acerca de su edificio teórico-económico! Una de dos: o se niegan en absoluto a hablar
del método dialéctico de Marx, ya que (tal como cuadra a los partidarios de la "teoría
moderna") están en contra de toda metafísica (lo cual tiene, por añadidura, la ventaja de que
de ese modo pueden ahorrarse el verdadero estudio de este método), o bien se limitan a un
par de frases bienintencionadas, que mejor hubiesen hecho en omitir. Esto vale incluso para
un crítico de Marx tan destacado como Joseph A. Schumpeter.

En una de sus últimas obras afirma que pese a que el autor de El capital era un neo-
hegeliano, sería "un error y una injusticia respecto a la capacidad científica de Marx"
convertir a ese elemento filosófico "en la clave fundamental de su sistema". Es verdad que
Marx "se mantuvo fiel a su primer amor durante toda su vida. Se complacía en ciertas
analogías formales, tales como las que pueden hallarse entre su argumentación y la de Hegel.
Le gustaba rendir testimonio de su hegelianismo y emplear el lenguaje hegeliano. Pero eso es
todo. En ninguna parte traicionó la ciencia positiva en beneficio de la metafísica(2).
Lo que dice Schumpeter en este pasaje no es evidentemente nada nuevo. Ya en 1922 se
quejaba Lukács del vicio "de considerar a la dialéctica en Marx como un ingrediente estilístico
superficial [...] De manera que hasta investigadores por lo demás conscientes, como por
ejemplo Vorlánder, creían comprobar exactamente que Marx 'en realidad sólo había
coqueteado en dos pasajes', aunque luego les añade un 'tercer pasaje', con conceptos
hegelianos, ello sin advertir que toda una serie de las categorías decisivas constantemente
aplicadas del método proviene directamente de la Lógica de Hegel. Aun cuando el origen
hegeliano y la significación metodológica efectiva de una diferenciación a tal punto
fundamental para Marx como la existente entre 'inmediatez' y 'mediación' pudiera permanecer
inadvertida, lamentablemente aún hoy puede decirse, con razón, que a Hegel (pese a ser de
nuevo 'aceptable para las universidades', e incluso haberse puesto de moda) se lo sigue
tratando como a un 'perro muerto'. Pues, ¿qué diría Vorlánder de un historiador de la filosofía
que ante un continuador del método kantiano, por muy original y crítico que fuese, no
advirtiese que, por ejemplo, la 'unidad sintética de la apercepción' tiene su origen en la
Crítica de la razón pura?(3)

Vemos, pues, que las cuatro décadas que han pasado desde la publicación del revolucionario
estudio de Lukács no han aportado modificación alguna. Desde luego que Schumpeter no era
profesor de filosofía, como Vorlánder, y en cuanto economista acaso ni siquiera estuviese
obligado a leer el libro de Lukács (o, digamos, los Cuadernos filosóficos de Lenin, en los
cuales se dice aproximadamente lo mismo). Pero no hubiese debido pasar por alto en modo
alguno al propio Marx. Y precisamente en el epistolario de Marx aparece este conocido
pasaje: "Por otra parte encuentro bonitos desarrollos; por ejemplo, he arrasado toda la teoría
de la ganancia, tal como era hasta ahora. En mi método de elaboración me ha prestado
grandes servicios el hecho de haber vuelto a hojear, por pura casualidad, la Lógica de Hegel.
(4)

¿Acaso suena eso a "analogías formales" y al mero empleo del ''lenguaje" de Hegel? Por el
contrario, ¿no habrá que concluir de ello Una cierta superficialidad de la crítica marxista,
inclusive de la más Seriamente profesoral? (5)

En todo caso, los Grundrisse de Marx pondrán fin a esta superficialidad. Pues así como en El
capital de Marx la influencia de Hegel sólo parece manifestarse, a primera vista, en algunas
notas al pie, cabe Señalar a los Grundrisse como una gran remisión a Hegel, y en especial a su
Ciencia de la lógica, demostrando la forma radicalmente materialista en que se revirtió a
Hegel en este caso. Por ello, después de la aparición de los Grundrisse, a los críticos
académicos de Marx ya no les resultará prácticamente posible escribir sobre su obra
económica sin haber estudiado previamente su método y su relación con Hegel. De cualquier
manera, los Grundrisse serán un hueso muy duro de roer tanto para los adversarios como para
los partidarios del marxismo, pero en última instancia su publicación no hará más que elevar
el nivel general de la literatura económica marxista(6)

Para terminar, algunas palabras pro domo sua. El autor no es un economista ni un filósofo ex
profeso. Por ello, no se hubiese atrevido a escribir un comentario a los Grundrisse si aún
existiese en la actualidad —tal como la había en el primer tercio de nuestro siglo— una
escuela de teóricos marxistas que se hallasen más a la altura de esa tarea. Sin embargo, la
última generación de teóricos marxistas de renombre cayeron, en su mayoría, víctimas del
terror hitlerista y estalinista. Ello interrumpió durante décadas la prosecución de la formación
del patrimonio ideológico marxista. Bajo tales circunstancias, el autor se cree en la obligación
de presentar su trabajo —por defectuoso e incompleto que pueda ser— a los lectores, con la
esperanza de que después de él vendrá gente más joven, para quienes la teoría marxiana
volverá a ser una fuente viva de conocimientos y de la práctica que por ella se guía.

Marzo de 1967
ADVERTENCIA A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

La profusa bibliografía utilizada por Rosdolsky y las características de parte de la misma hace
necesario la aclaración de ciertos criterios utilizados en la presente edición.

Habida cuenta de la importancia de este libro y de su tomo polémico, lo cual seguramente


motivará que los textos citados sean consultados una y otra vez, hemos creído conveniente,
para una mayor comodidad del lector, mencionar las páginas de las ediciones españolas —en
todos los casos en que éstas existen— de los textos citados. En alguna oportunidad, cuando el
texto es objeto de diversas interpretaciones, decidimos incorporar más de una versión en la
creencia de que, de esa manera, se tendrá una comprensión más acabada del problema. En
todos los casos —a excepción de los Grundrisse, cuya versión utilizada registra además la
paginación de la edición alemana— se respetó la foliación de la edición citada por el autor, y
se incorporó entre corchetes la correspondiente a la versión española. Por otro lado, en las
notas, en no pocas ocasiones, empleamos abreviaturas para designar algunas versiones
españolas de libros citados, todas las cuales se podrán consultar en una lista agregada a
continuación de esta advertencia.

Para los Grundrisse der Kritik der politischen ókonomie (Rohentwurf) 1857-1858 —que en el
texto siempre se menciona como Grundrisse— hemos utilizado la traducción de Pedro Scaron
que Siglo XXI publicó con el título de Elementos fundamentales para la crítica de la economía
política (Grundrisse) 1857-1858. En cuanto a El capital hicimos uso de la edición en ocho
volúmenes, a cargo del mencionado Scaron, que también publicara nuestra editorial.

A su vez, en lo que concierne a las Theorien über den Mehrwert, a pesar de que Rosdolsky
sigue la edición de Kautsky, y ante los inconvenientes que se le presentarán al lector para
poder utilizar la versión española de la misma que publicara el Fondo de Cultura Económica,
hemos preferido emplear la traducción indirecta que Floreal Mazía hiciera de la edición
preparada por el Instituto de Marxismo Leninismo de la URSS y que fuera publicada por
Editorial Cartago.

Finalmente incorporamos la lista completa de la bibliografía empleada por Rosdolsky, con


todos los datos relacionados con las ediciones españolas de las mismas.

LISTA DE ABREVIATURAS

A La acumulación del capital

C Correspondencia

CC Cartas sobre "El capital"

CK Cartas a Kugelman

C de P Cuadernos de París

EBYEM Economía burguesa y economía marxista

EEV Escritos económicos varios

ESC Ensayas sobre "El capital"

IAC El imperialismo y la acumulación del capital

IEP Introducción a la economía política


IGCEP Introducción general a la crítica de la economía política

MEF Manuscritos económico-filosóficos de 1844

OE Obras escogidas

I. CÓMO NACIERON LOS GRUNDRISSE

El manuscrito del que trata nuestro trabajo tiene una prolongada historia previa. Era, tal
como lo destacara Marx en una carta a Lassalle,(7) fruto de quince años de estudios, en cuyo
transcurso enfocó los problemas de la economía política desde puntos de vista siempre
renovados, creando sólo entonces las bases para su propia construcción teórica en la
economía. Por ello es necesario que nos procuremos primeramente cierta claridad acerca de
las etapas durante las cuales fue madurando la obra de Marx.

Como primera de tales etapas debe citarse el trabajo de Marx en una obra de vastos alcances,
su Kritik der Politik und Nationalókonomie [Crítica de la política y la economía política] (1844-
1846),(8) de la cual lamentablemente sólo se han conservado fragmentos, que se publicaron
bajo el título de Ókonomisch-Philosophische Manuskripte [Manuscritos económico-filosóficos
de 1844] en el tomo ni de la edición de las obras completas.(9) Aquí nos encontramos todavía
con un Marx que es principalmente filósofo y que trata de aplicar al terreno de la economía
social, de importancia decisiva, su recién forjada concepción "humanística" —o, mejor dicho,
materialista— de la historia. Por ello, a menudo recoge simplemente las categorías
económicas tradicionales para demostrar el carácter "cosificado", alienado con relación al
hombre, tanto del orden social imperante como de la ciencia económica que refleja su
desarrollo. Pese a toda la genialidad de esta tentativa, aún se sigue tratando, desde el punto
de vista económico propiamente dicho, de un mero esbozo, del marco general que sólo habría
de colmarse gracias a la infatigable labor de investigación de las dos décadas siguientes.(10)

La etapa siguiente sería la época en que aparecen la obra de Marx contra Proudhon Das Elend
der Philosophie [Miseria de la filosofía], el Manifest der kommunistischen Partei [Manifiesto
del partido comunista] redactado conjuntamente con Engels, y sus ensayos sobre Lohnarbeit
und Kapital [Trabajo asalariado y capital]. Aquí Marx ya se revela en toda su estatura como un
investigador de la economía, totalmente independiente y original, plenamente consciente de
su parentesco con la escuela clásica como de su profunda oposición a ella. Sin embargo, en
algunos terrenos aún no ha superado las concepciones de Ricardo, que más tarde habría de
reconocer como erróneas o parciales, como por ejemplo en la teoría del dinero o en la teoría
de la renta de la tierra.(11) Tampoco está elaborada aún su teoría específica de la ganancia.
En cambio "hacia 1048 estaban trazadas las líneas fundamentales de su teoría del plusvalor",
(12) piedra angular de su doctrina económica, y sólo quedaba la tarea de desarrollar dicha
teoría en detalle, proceso que podemos estudiar minuciosamente en los Grundrisse.

La revolución de 1848-1849 interrumpió los estudios económicos de Marx, quien sólo los
retomó en el verano de 1850, en su exilio londinense. Los motivos que lo impulsaron a ello
eran, en primera instancia, de índole política: de acuerdo con la concepción materialista de
la historia, anteriormente descubierta, tratábase de investigar en qué medida habían estado
determinados por el aspecto económico el estallido y la derrota de la revolución. Con tal fin
estudió Marx (especialmente basándose en el Economist de Londres) la historia económica
concreta de los años 1848-1850,(13) llegando a la conclusión de que, del mismo modo que "la
crisis del comercio mundial de 1847 había sido la verdadera madre de la revolución de febrero
y marzo", la "prosperidad industrial, que volvió a iniciarse paulatinamente desde mediados de
1848, y que alcanzó su pleno florecimiento en 1849 y 1850", fue "la fuerza que reanimó a la
reacción europea nuevamente fortalecida [...]"(14) Pero ya en septiembre de 1850, y
cediendo a la insistencia de sus correligionarios,(15) Marx retoma el trabajo en su "economía",
lo cual se manifiesta, en primer término, en numerosos extractos de obras de economía (que
en esta ocasión ya no leía en francés, sino en inglés).(16) (También es posible que la
actividad "pedagógica" de Marx —las clases sobre economía que dictara en parte para sus
amigos más íntimos en su casa, en el curso de 1850(17)— lo haya incitado a reemprender sus
estudios teóricos.) De cualquier manera, su trabajo progresó tan bien que ya en mayo o junio
de 1851 creía poder comenzar a redactar la obra propiamente dicha.(18)

Lamentablemente no podemos decir si llegó efectivamente a ello, ya que, según el testimonio


de Riazánov,(19) no se encontró ningún manuscrito de esa índole entre el legado de Marx.
Sólo sabemos que Marx negoció (sin resultados) con varios editores sobre la publicación de la
obra, y que a tal efecto envió al amigo de Freiligrath, el periodista H. Ebner, de Francfort, un
memorándum (que se ha perdido) sobre esta obra(20). Desde luego que ello no basta para
deducir que Marx haya comenzado con la elaboración definitiva del manuscrito; es muy
posible que "se limitara a la confección de un memorándum y a la preparación del material,
para luego, una vez celebrado el contrato, abocarse a la elaboración de la obra".(21) Pero
hay varios indicios que pueden hallarse en la correspondencia entre Marx y Engels de ese
período, que hablan en contra de esa alternativa. Así, por ejemplo, el 14 de agosto de 1851
Marx solicita a su amigo que le ayude en su corresponsalía para el New York Tribune, ya que
en ese momento "tengo las manos ocupadas con la Economía"(22). Y más clara aún es la carta
del 13 de octubre de ese mismo año: "Por otra parte —le escribe Marx a Engels— tienes que
comunicarme finalmente tus puntos de vista sobre Proudhon. Me interesan tanto más cuanto
que en este momento estoy abocado a la elaboración de la economía."(23)
Correspondientemente aconseja Engels (el 27 de noviembre de 1851) hacerle saber al editor
de Francfort, Lowenthal, quien al parecer se habría manifestado contra la estructura dada
por Marx a la obra, que "no es posible que modifique todo tu plan, ya que has comenzado a
elaborar la crítica(24), etcétera"(25). Y finalmente escribía Marx a Engels, ya luego del
fracaso de todos los planes de publicación, el 13 de febrero de 1855: "Me he echado a perder
la vista por leer mis propios cuadernos sobre economía, si no para elaborar el asunto, cuanto
menos para dominar el material y mantenerlo listo para su elaboración."(26) De todo ello
acaso pueda deducirse la confección, por lo menos iniciada, de un proyecto de la "Economía"
planeada. Pero qué ocurrió con ese manuscrito, y por qué no se ha conservado, es un
interrogante al que tal vez jamás pueda responderse.

En lo que atañe al contenido y estructura de la obra planeada, dependemos únicamente de


las escasas noticias que al respecto se hallan en la ya citada carta de Engels del 27 de febrero
y de la precedente carta de Marx del 24- de noviembre de 1851. De ambas cartas surge que
Marx abandonó su plan anterior de incluir también una "crítica de la política" en su obra(27),
en la medida en que ahora quería limitarse a un "ajuste de cuentas" con la economía anterior
y los sistemas socialistas. Concordantemente, toda la obra estaba calculada para publicarse
en tres tomos, de los cuales el primero debía contener la crítica de las categorías económicas
tradicionales,(28) el segundo la de los socialistas, y el tercero la historia de la propia ciencia
de la economía.(29) Precisamente éste es el plan que hubiese debido "trastocar" Marx si, de
acuerdo con las ideas del editor Lowenthal, hubiese puesto la parte dogmático-histórica al
comienzo de la obra(30). Naturalmente que semejante modificación no podía resultarle
cómoda a Marx; pero, por otra parte, era tan desesperada su situación pecuniaria que ese
motivo no hubiese bastado para hacerle interrumpir las negociaciones. Por ello le aconsejaba
Engels que, en caso de necesidad, aceptase la proposición de Lowenthal, sólo que ante esta
eventualidad el editor debía comprometerse a publicar no uno, sino dos tomos de la historia
del dogma, pues de ese modo resultarían inevitables numerosas "anticipaciones del aspecto
crítico". "Entonces vendrían, como tercer tomo, los socialistas, y como cuarto volumen —ce
qu'il en resterait— lo famosísimamente 'positivo', lo que quieres en realidad. De esta forma, la
cuestión tiene sus dificultades, pero tiene la ventaja de que el muy anhelado secreto sólo se
dice al final de todo, y sólo después de que la curiosidad del lector se ha mantenido atizada a
lo largo de tres tomos se le revela que uno no fabrica pildoras de Morrison." Además, dada la
situación política imperante, "lo mejor es" comenzar con la parte "menos comprometedora de
la historia"(31).

Algunas cartas en las que Marx y Engels discuten problemas económicos echan un poco de luz
sobre los estudios llevados a cabo por Marx durante 1850 y 1851 y sobre los progresos que
había realizado como investigador económico desde 1847. Tal es el caso, especialmente, del
interesantísimo intercambio de opiniones de enero de 1851, referente a la teoría de la renta
de Ricardo(32). En ella Marx expone ya los reparos principales a la fundamentación de la
renta diferencial por parte de Ricardo, los que encontraremos luego en las Teorías sobre la
plusvalía y en el tomo III de El capital. Engels consideró tan acertados esos reparos, que
respondió, bromeando: "No cabe duda de que tu solución es la correcta, y de esa manera te
has ganado un nuevo título por sobre el de economista de la renta de la tierra. Si aún
existiesen el derecho y la justicia sobre la tierra, el total de la renta de la tierra te
correspondería a ti por lo menos durante un año, y eso sería lo menos que pudieras
pretender." Y agrega: "Si pudiera publicarse algún artículo tuyo sobre la renta de la tierra,
traducido, en alguna revista inglesa, causaría enorme revuelo [...] Una razón más para que te
apresures a concluir y publicar la Economía." (33)

Igualmente importante parece en este contexto la carta de Marx del 3 de febrero de 1851, en
la cual somete a Engels su crítica de la "currency-theorie"(34), en la cual vemos cómo se
separa de Ricardo también en la teoría del dinero.

Pero aquí reviste especial interés para nosotros la discusión detallada acerca de un libro de
Proudhon aparecido en 1851 L`idee genérale de la révolution au XIX siecle) y que se halla en
el epistolario. Pues precisamente sobre este libro escribió Marx un folleto de considerable
extensión, que ofreció (nuevamente sin éxito) a varios editores,(35) y cuyo manuscrito
también se perdió, como varios de sus trabajos anteriores. Sólo sabemos que ese escrito
permaneció durante un tiempo en manos de un íntimo conocido de Marx, Wilhelm Pieper,
quien prometió ofrecérselo a editores alemanes durante su viaje por Alemania en 1851,(36) y
que más tarde Marx quiso publicar ese mismo ensayo en forma de una serie de artículos bajo
el título de Neueste Offenbarungen des Sozialismus oder "Idée genérale de la révolution au
XIX siecle" par P. J. Proudhon. Kritik von Karl Marx, en el periódico neoyorquino Révolution,
editado por Weydemeyer. (37) Sin embargo (y tal como puede verse en las notas de la
redacción a los Grundrisse),(38) en los papeles póstumos de Marx se ha encontrado un
manuscrito, inédito hasta el presente, fechado en 1851, cuyo título es Das vollendete
Geldsystem [El sistema monetario perfecto] y que, según suponemos, constituye un
fragmento precisamente de ese escrito contra Proudhon. Sea como fuere, la ya mencionada
discusión en detalle sobre el libro de Proudhon en la Briefwechsel [Correspondencia]
constituye en cierto modo un sustituto del folleto perdido.(39)

Por la Marx-Chronik nos enteramos de que, en agosto de 1852, Marx ofreció al editor
Brockhaus un tratado sobre La literatura económica moderna en Inglaterra entre 1830-1852,
en el que se hablaría 1) de "las obras generales" y 2) de los "trabajos especiales" sobre
"población, colonias, el problema bancario, la protección aduanera y la libertad de comercio,
etc." (40) Puesto que Brockhaus rechazó el ofrecimiento de inmediato, seguramente la obra
no pasó de la etapa de plan.

Entre el verano de 1852 y el otoño de 1856, la labor de Marx en la "crítica de la economía


política" se vio interrumpida por su actividad en materia de publicaciones propagandísticas.
Ello no significa, naturalmente, que los estudios que llevaba a cabo a tales efectos carecieran
de importancia para su obra sobre economía. Por el contrario, puesto que muchas de sus
colaboraciones de corresponsal trataban acerca de "llamativos sucesos económicos en
Inglaterra y en el continente", Marx debió "familiarizarse con detalles prácticos" que si bien
"residían fuera del ámbito de la ciencia político-económica propiamente dicha"(41) luego le
fueron muy útiles. Baste señalar aquí sus numerosos artículos sobre la coyuntura económica,
los problemas de la política comercial y sobre el movimiento laboral y huelguístico inglés.
Pero también sus informes sobre las relaciones agrarias en Irlanda y en Escocia, así como
sobre la política inglesa respecto a la India se revelaron como sumamente fructíferos en este
aspecto, ya que los mismos indujeron a Marx a realizar un profundísimo estudio de las "formas
asiáticas de producción" y los resabios del comunismo agrario en Europa y Asia, con lo cual
experimentaron un enriquecimiento y una profundización fundamentales las partes de su obra
económica dedicadas a la historia de la economía.(42)

Eso es todo cuanto diremos acerca de los antecedentes propiamente dichos de los Grundrisse
de 1857-1858. El nacimiento de los propios Grundrisse y la historia de cómo la primera parte
del mismo pudo publicarse, luego de una profunda reelaboración, a comienzos de 1859, bajo
el título de Contribución a la crítica de la economía política, han sido descritos con tantos
pormenores en el trabajo ya citado de Riazánov y en el prólogo de los editores de los
Grundrisse,(43) que aquí nos limitaremos a lo más necesario.

Resulta sumamente característico que la decisión directa de redactar los Grundrisse, y la


prisa febril con que ello ocurriera (todo el manuscrito, de casi 50 pliegos de imprenta, se
concluyó en 9 meses, entre julio de 1857 y marzo de 1858)(44) se debieran especialmente al
estallido de la crisis económica de 1857. Esa crisis colmó de elevadas esperanzas al "partido
de los dos hombres en Inglaterra", como denominara a los dos amigos Gustav Mayer, el
biógrafo de Engels,(45) y por ello es natural que Marx quisiera llevar al papel cuanto menos
los rasgos fundamentales de su teoría "antes del diluvio", es decir, antes del comienzo de la
esperada revolución europea.(46) Desde luego que su pronóstico revolucionario se basaba en
una ilusión; ¡pero cuántas veces se han revelado como fructíferas esta clase de ilusiones! Así
ocurrió también en este caso. "Trabajo de una manera colosal, mayormente hasta las 4 de la
madrugada -—escribía Marx a Engels el 18 de diciembre de 1857. Porque el trabajo es doble:
1) Elaboración de los rasgos fundamentales de la economía [. . .] 2) La crisis actual. A ese
respecto, y salvo los artículos del Tribune, me limito a contabilizarla, pero eso me quita un
tiempo considerable. Pienso que hacia la primavera debemos hacer conjuntamente un folleto
sobre el asunto, como una nueva presentación al público alemán: que aún estamos, y nueva-
menta, aquí, always the same. He iniciado tres grandes libros: Inglaterra, Alemania, Francia
[...] Todo el material relativo a Norteamérica está en el Tribune. Más tarde se lo podrá
compaginar."(47) También en este caso todo no pasó, evidentemente, de un plan, si hacemos
abstracción de la sinopsis detallada del capítulo sobre Francia (en carta de Marx a Engels del
25 de diciembre de 1857),(48) así como de los numerosos artículos en el New York
Tribune(49) dedicados a la crisis financiera y comercial. Pero hasta dónde el hecho de
ocuparse intensivamente de los fenómenos de la crisis de 1857-1858 agudizó la visión teórica
de Marx, puede verse en la brillante digresión acerca del problema de la realización y la
crisis, que se halla en los Grundrisse.(50) En tal medida hemos sido ampliamente
compensados por la no concreción del folleto planeado.

Tan exterior como la esperanza depositada en el "turbulento año de 1858"(51) parece, a


primera vista, el otro motivo que impulsara a Marx a redactar sus Grundrisse: su aspiración a
ajustar cuentas con el "hermano falso" del movimiento obrero socialista, el proudhonismo. Por
cierto que no era casual que los Grundrisse comenzasen con una aniquiladora polémica contra
el proudhonista Darimon y contra la así denominada teoría del bono-horario, y que también
en el texto ulterior la refutación del proudhonismo ocupe un espacio considerable. Tal como
lo sabemos por su intercambio epistolar, el propio Marx veía en ello uno de los resultados
científicos decisivos de la primera parte de su obra (es decir, de la Contribución).(52) Hoy en
día, la variante específicamente proudhoniana del socialismo no desempeña prácticamente
papel alguno, y por eso nos debe parecer "desproporcionado" el que Marx destaque ese punto
de vista. Por el contrario, para nosotros el aniquilamiento teórico del proudhonismo está muy
a la zaga del segundo resultado que enfatiza Marx: que su análisis de la mercancía y del
dinero ya revela "el carácter específicamente social, y en modo alguno absoluto, de la
producción burguesa". Sin embargo, no hay que pasar por alto que también en este caso la
práctica fertilizó a la teoría, y que precisamente la disputa con el proudhonismo contribuyó
en forma muy fundamental a la formación de la teoría marxiana del dinero. Pero éste es un
punto de vista del que sólo tendremos que ocuparnos en el capítulo dedicado a esta teoría.

(1) Los Grundrisse fueron reimpresos en Berlín en 1953. (Cf. Karl Marx, Grundrisse der Kritik
der politischen Okonomie. Rohentwurf, 1857-1858.) Hasta ese momento sólo existían en el
mundo occidental unos 3 ó 4 ejemplares de la obra, editada por vez primera en Moscú en
1939. El bibliotecario de la Biblioteca Jos. Buttinger de Nueva York, O. Bauer, puso a mi
disposición, con la mayor generosidad, uno de dichos ejemplares, por lo cual le manifiesto
aquí mi más sincera gratitud.?

(2) Joseph Alois Schumpeter, Kapitalismus, Sozialismus und Demokratie [Capitalismo,


socialismo y democracia] 1946, p. 25 [p. 34].

(3) Gyórgy Lukács, Geschichte und Klassenbewusstsein, [Historia y conciencia de clase], p. 9


[pp. XLVI y XLVII]. Lo que dice Lukács también vale, en todo su Contenido, para la teoría
marxista de la época de la II Internacional. Así por Ejemplo respondía en 1911 Otto Bauer a la
pregunta "¿qué vincula al Marx Maduro con Hegel?": "La reflexión gnoseológica sobre la esencia
de la ciencia, que no es meramente un reflejo del acontecer, sino un 'producto de la mente,
que se apropia del mundo de la única manera que le es posible' " [cita de la Introducción de
Marx], "vale decir, la parte de Kant que hay en Hegel, desarrollada por Marx, sin el
conocimiento de Kant, en el lenguaje de Hegel, pero libre de la reinterpretación ontológica
de Kant por parte de Hegel". [Der Kampf, vi, pp. 189-190.)

(4) Briefwechsel,II, p. 341 [C., p. 91].

(5) Los contemporáneos de Marx filosóficamente instruidos comprendían con toda claridad el
estado de cosas. Así, Lassalle comparó Zur Kritik der Politischen Okonomie [Contribución a la
crítica de la economía política] de Marx con la fenomenología de Hegel, ensalzando a Marx
como un "Ricardo convertido en socialista, un Hegel convertido en economista". Por su parte,
Engels consideraba el "método dialéctico alemán" en que se basaba el sistema económico de
Marx como "un resultado que prácticamente no le iba a la zaga en importancia al punto de
vista materialista fundamental".

(6) Lamentablemente, el autor fue demasiado optimista en este aspecto... (el presente
Prólogo fue concluido en diciembre de 1955). Pues si bien los Grundrisse de Marx ya se hallan
editados desde hace 14 años, hasta el momento han permanecido poco menos que
inadvertidos. La única regocijante excepción la constituye la obra dedicada a los Grundrisse
por el erudito japonés Kojiro Takagi, aparecida hace varios años en el Japón. (Los propios
Grundrisse existen en traducción al japonés.)

También el trabajo Der Begriff der Natur in der Lehre von Marx [El con cepto de naturaleza en
Marx], (Francfort del Meno, 1962) de Alfred Schmidt atribuye gran importancia a la
comprensión del "Marx maduro" mediante la comprensión de los Grundrisse.

(7) Ferdinand Lassalle, Nachgelassene Briefe und Schriften, m, p. 117 ["Carta a Lassalle",
22.1.1858, en CC., p. 71].
(8) Cf. al respecto: Karl Marx, Chronik seines Lebens (en lo sucesivo citado como Chronik), pp.
22-23, 25-26, 30, 32, 35 y 37, así como Briefwechsel, i, pp. 15, 22-23, 78 y 80.

(9) MEGA, III, pp. 31-172.

(10) Desde entonces han aparecido numerosos entusiastas comentaristas de los Manuscritos
económicos filosóficos. También nosotros compartimos ese entusiasmo, aunque no podemos
evitar la impresión de que mucho de lo que parece tan sorprendente en los Manuscritos ya
hubiese podido encontrarse en El capital, de habérselo leído correctamente. El hecho de que
permaneciera inadvertido debe atribuirse, ante todo, a la concepción tradicional, puramente
"economicista", de la obra fundamental de Marx.

(11) Cf. Das Elend der Philosophie, pp. 69 y 174JJ. [pp. 29 y 141tt.].

(12) Grundrisse, vii (Prólogo de los editores) [p. XLI].

(13) Chronik, p. 92.

(14) La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, en Obras escogidas, en 3 tomos, Moscú,
Editorial Progreso, 1973, t. I, p. 293. [E.]

(15) Carta de la Liga Comunista de Colonia del 14.9.1850. (Ibid., p. 95.)

(16) Asi, entre septiembre de 1850 y octubre de 1851, Marx extractó obras de no menos de 52
economistas. (Cf. ibid., pp. 96-113.) Cf. asimismo Grundrisse, p. 766.

(17) Chronik, pp. 80, 84 y 90. (Cf. asimismo Wilhelm Liebknecht, Erinnerun- gen an Marx, en
Ausgewáhlte Schriften, 1934, i, pp. 109-110.) Es de suponer que esas clases continuaran, en
su contenido, las conferencias pronunciadas en Bruselas sobre "trabajo asalariado y capital".
La breve indicación contenida en el fascículo I de la Neue Rheinische Zeitung, 1850 ("Was ist
bürgerliches Eigentum? I. Das Kapital; II. Das Grundeigentum" ["¿Qué es la propiedad
burguesa? 1) El capital; 2) La propiedad de la tierra"]), abona esta hipótesis

(18) Cf. carta de Marx a Engels del 2.4.1851: "Ya he llegado a tal punto que en cinco semanas
más habré terminado con esa mierda de la economía. Et cela fait elaboraré en casa la
Economía y me lanzaré sobre alguna otra ciencia en el Museo. ça commence á m'ennuyer. Au
fond, esta ciencia ya no hizo progreso alguno desde A. Smith y D. Ricardo, por mucho que
haya ocurrido en algunas investigaciones aisladas, a menudo excesivamente sutiles."
(Briefwechsel, |, p. 218 [CC., pp. 43-44].)

(19) David Riazánov, "Siebzig Jahre 'Zur Kritik der politischen Okonomie' ", en Grünbergs
Archiv, 1930, (xv), pp. 5 y 8-9.

(20) Ibíd., pp. 4-5. (Según sabemos por las actas del Archivo de la Casa Real, la Corte y el
Estado de Viena, por entonces Ebner era confidente del gobierno austríaco.)

(21) David Riazánov, ibid. p. 8.

(22) Briefwechsel, i, p. 295 [CC., p. 48],

(23) Ibid., p. 335.

(24) Véase el párrafo siguiente.

(25) Briefwechsel, p. 348.

(26) Ibid. ii, p. 101.


(27) Cf. p. 21 de este capítulo. También esto constituía ya una modificación del plan juvenil
de Marx, el cual —además de la economía y la política— comprendía también una crítica del
derecho, de la moral, y sobre todo de la filosofía. (Véase el prólogo de Marx a los Manuscritos
económicos filosóficos en el t. III de MEGA, p. 33 [pp. 7-9].)

(28) La "crítica de la economía" debe entenderse aquí tal como la bosquejaba Marx, ocho años
después, en una carta a Lassalle: "Es al mismo tiempo una descripción del sistema y, en virtud
de la descripción, una crítica del mismo". (Carta del 22 de febrero de 1858, en Nachgelassene
Briefe und Schriften [de Lassalle], III, p. 116 [CC„ p. 70].)

(29) Cf. Chronik, p. 114.

(30) En ese sentido habría que enmendar el equívoco relato de este episodio en el citado
trabajo de Riazánov, ibíd., pp. 5-7.

(31) Briefwechsel, 1, p. 348.

(32) Ibid., pp. 152-155 y 163 [C„ pp. 31-36],

(33) Ibid? p 163 (C., pp. 31-36

(34) Ibid., pp. 165-170 y 190-191 (respuesta de Engels) [CC., pp. 36-42 y 42-43],

(35)Chronik, pp. 110 y 111, así como Briefwechsel,I, pp. 293 y 334.

(36)Briefwechsel, i, pp. 345, 347 y 357.

(37) Chronik, pp. 116.

(38)Grundrisse, p. 987.

(39) Briefwechsel, i, pp. 277-283, 288-289, 289-292, 293-295 y 297-298.

(40) Chronik, p. 126.

(41)Zur Kritik, p. 16 [p. 16].

(42) Seguramente valdría la pena comparar con mayor detalle los temas histórico-económicos
que trata Marx en sus artículos en el New York Tribune, por una parte, y en El capital, por la
otra.

(43) Grundrisse, VII-XIV [pp. XLI-LII],

(44) Véanse las notas del editor en las pp. vii-viii [pp. XLI-XLII], 4, 150 y 842 de los
Grundrisse. En ese sentido cabe enmendar los datos inexactos de la Marx-Chronik (pp. 162-
168).

(45) Baste citar aquí algunos pasajes característicos del epistolario de Marx- Engels: "Por
mucho que yo mismo estoy en financial distress —escribe Marx el 13 de noviembre de 1857—
desde 1849 no [me] he sentido tan cosy como en este outbreak." Y Engels respondía el 15 de
noviembre: "El aspecto general de la Bolsa local [a la que Engels debía concurrir por motivos
profesionales] era de lo más regocijante durante la semana pasada. Esos tipos se hacen una
mala sangre tremenda por mi estado de ánimo, súbita y curiosamente eufórico. Indeed la
Bolsa es el único lugar donde mi actual dullness se transforma en elasticidad y bouncing. A
todo esto, como es natural, siempre profetizo sombríamente, y eso hace rabiar doblemente a
esos burros." (Briefwechsel, II, pp. 297 y 300.)
(46) Ibíd., p. 314: "Trabajo como enloquecido durante todas las noches en la recopilación de
mis estudios económicos, para tener en claro por lo menos los Grundrisse (elementos
fundamentales [de ahí el título dado por los editores al borrador]) antes del déluge."

(47) Ibid., p. 320 [CC„ pp. 67-68],

(48) Ibid., pp. 323-326.

(49) Cf. Chronik, pp. 164-165.

(50) Véase el capítulo 21 de este libro.

(51) Briefwechsel, III, p. 331.

(52) Así escribía el 1.2.1859 a Weydemeyer: "En esos dos capítulos [de la Contribución...] se
destroza al mismo tiempo en sus fundamentos al socialismo proudhoniano, actualmente de
moda [fashionable] en Francia, que pretende dejar subsistir la producción privada pero
organizar el intercambio de los productos privados, que quiere la mercancía pero no quiere el
dinero. El comunismo debe deshacerse antes que nada de ese hermano falso". (Ausgewáhlte
Briefe, 1° edición, p. 99 [C., p. 105].) Y algo semejante se dice en la carta de Marx a Engels
del 22.7.1859: "En caso de que escribas algo [sobre la Contribución...], no debes olvidar 1)
que [en ella] se aniquila al proudhonismo de raíz, 2) que ya en su forma más sencilla, la de la
mercancía, se analiza el carácter específicamente social, y en modo alguno absoluto, de la
producción burguesa." (Briefwechsel, II, p. 500 [CC., p. 89].)

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