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Que una vía terciaria esté en buen estado no solo mejora las condiciones de vida de los
habitantes de las zonas rurales sino que trae muchos otros beneficios. En esta parte de
Antioquia, por ejemplo, ha motivado a cientos de campesinos que han vivido de la minería
ilegal y de los cultivos ilícitos, a encontrar formas lícitas de vincularse a la economía.
Lo que está pasando en Cáceres es una muestra de la realidad que se vive en buena parte
del campo colombiano, pero también es un ejemplo a seguir, más si se sabe que de los
142.000 kilómetros de vías terciarias que hay Colombia cerca del 65 por ciento se
encuentra en regular o mal estado, de acuerdo con cifras de la Unidad de Planificación
Rural Agrícola (UPRA) adscrita al ministerio de Agricultura. También explica, en parte,
que la pobreza en las zonas rurales (45 por ciento) sea casi 3 veces más alta que en las
urbanas (15 %).
Con esta estrategia, la Agencia de Renovación del Territorio aspira a intervenir de
forma prioritaria unos 2.308 kilómetros en 51 municipios afectados por el conflicto
armado, la debilidad institucional, la pobreza y los cultivos de uso ilícito. Y el ministerio
de Transporte actualmente gestiona la inversión de los 1.2 billones de pesos para
mejorar estas vías, recursos que hacían parte del fondo de Ciencia y Tecnología.Para
Kevin Whitaker, embajador de Estados Unidos en Colombia, las vías terciarias tienen un
papel crítico para asegurar que haya un “solo país” pues, desde el trabajo que ha realizado
la Embajada en diferentes regiones, está claro que Colombia tiene “una cantidad de
‘colombias’ que deben estar conectadas también desde lo físico”, aseguró el diplomático
durante el conversatorio Los retos de la ruralidad para el 2018, realizado por SEMANA
RURAL, proyecto que recibe el apoyo de Usaid a través del Programa de Alianzas para la
Reconciliación que implementa en Colombia Acdi Voca.
Este no es un secreto, menos para los campesinos que han vivido históricamente
desconectados y tienen que recorrer trochas por las que solo pueden entrar mulas, y en el
mejor de los casos, motos o chivas. Además, la imposibilidad de sacar los productos de las
veredas y corregimientos explica en parte el auge de cultivos de uso ilícito, ya que los
grupos armados al margen de la ley “compran a domicilio” a los campesinos que no tienen
cómo asumir los riesgos y los costos de transitar por estas vías.
Si ya de por sí este es un panorama difícil, lo es aún más sin vías terciarias, de las que
también depende que el país le dé respuesta a la pregunta que hizo el alcalde de Medellín,
Federico Gutiérrez: ¿El campo para quién? ¿Para la legalidad o la ilegalidad?
En el campo, según el DANE, viven 2,7 millones de productores, muchos de los cuales
no reciben los beneficios del Estado. La ausencia de vías, por ejemplo, dificulta que
cambie un panorama recurrente: escuelas y centros médicos que, además de padecer la falta
de equipamientos tienen una infraestructura deteriorada.
“Llegar a estas escuelas no es solo costoso sino difícil por la falta de vías de penetración,
lugares donde hay que andar a caballo por más de 10 horas”, asegura Eliécer Arteaga,
alcalde de Apartadó, en el Urabá antioqueño, quien espera que la primera inversión del
proceso de paz en ese municipio permita mejorar vías y la infraestructura de 16 escuelas
rurales, gracias a los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).
Las vías terciarias son el sistema circulatorio del posconflicto y de su mejoramiento
dependerá en gran parte la implementación exitosa de los acuerdos de paz con las FARC, la
competitividad rural, un mayor flujo de bienes y servicios, reducir la brecha entre la ciudad
y el campo, y dignificar los habitantes rurales.
https://semanarural.com/web/articulo/vias-terciarias-la-ruta-del-progreso/424