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Lissandrello José María


Universidad Nacional de Córdoba – Universidad Nacional de Río Cuarto
lissandrellos@yahoo.com.ar

Hesíodo y el conocimiento: entre la experiencia religiosa y la intuición filosófica.

Hace ya un buen tiempo que las obras de Hesíodo son consideradas no sólo

como pertenecientes al género de la épica didáctica sino también como obras en las que

asoma ya un pensamiento de tipo filosófico1, caracterizado por una nueva

cosmovisión.

El presente trabajo reparará en cómo esa nueva visión del cosmos, plasmada

por el poeta beocio en Teogonía y Erga, si bien presenta aspectos claramente filosóficos,

emerge en un contexto de una fuerte revelación religiosa. Claro ejemplo de esto será el

encargo que le realicen las Musas al poeta, al entregarle una rama cortada de un laurel.

A partir de este hecho Hesíodo quedará comprometido a cantar lo pasado, lo presente

y lo futuro; podríamos decir, cantar una nueva historia que incluya a la totalidad del cosmos

no sólo en su conformación sino también en todo su devenir.

Esta nueva visión estará fuertemente signada, además, por la imagen de un

Zeus que imparte justicia no sólo entre sus pares en el Olimpo, sino también en el

mundo de los mortales haciendo que la justicia alcance a todos. Este mensaje estará

destinado a todos los contemporáneos del poeta beocio pero, de manera particular, a

los reyes quienes serán los que tengan una mayor responsabilidad al momento de

impartir justicia.

Reparemos, en primer término, en el ámbito religioso del poeta a partir del cual

surgirá esa nueva cosmovisión. Precisamente ese ámbito está caracterizado, ya desde el

inicio, por una variada y bella descripción de la actividad de las Musas: ellas danzan

con sus ligeros pies, alrededor del manantial de violáceas aguas del altar del

1
Baste nombrar el comentario introductorio que presenta Olof Gigon en el capítulo destinado a
Hesíodo; allí destaca los aspectos que para él hacen de Hesíodo el primero de los filósofos.
GIGON, (1980, 13 y ss. Primera edición en español) Los orígenes de la Filosofía Griega. Editorial
Gredos. Por otra parte, Schadewaldt, destaca la importancia del inicio del pensamiento
filosófico - ya en Hesíodo-, en el conocido pasaje de los versos 26 – 28 de Teogonía: para el
filólogo alemán este pasaje refleja, precisamente, el reclamo de la filosofía de “no dar la
apariencia de verdad, sino develar lo verdadero, de descubrir el ser real”. SCHADEWALDT
(1978, 85 y ss.).
2

todopoderoso Cronida. Luego de bañar sus cuerpos en el Permeso y ataviadas con

espesa niebla dejan oír un maravilloso canto con el que celebran a Zeus y a otros dioses

que serán, curiosamente, los principales referentes de los Olímpicos. Cabe destacar que

ya no se trata de “la Musa” a la que se invoca para que acuda en ayuda del canto de un

hecho memorable; son “las Musas” unidas muy estrechamente a Zeus y al resto de los

Olímpicos las que enseñarán a Hesíodo un canto divino (kalén aoidén). No estamos en

presencia de un pedido de asistencia para el canto; estamos en presencia de una

enseñanza que recibe el poeta en medio de su tarea cotidiana de apacentar el rebaño.

Ha llamado la atención de los comentaristas y la nuestra, también, cómo debe

entenderse ese “edídaxan”2. Un aoristo que designa claramente una acción puntual y

que señalaría “un momento”. A esto se suma la presencia bien concreta de las Musas

que experimenta el poeta; tan concreta y real que las Musas se hacen presente a

Hesíodo, le entregan un cetro, cortado de una rama de laurel e “insuflan” (enépneusan)

en el él un canto divino (audén théspin)3 para que cante las cosas que serán y las que han

sido antes. Cómo ha de entenderse esta suerte de aparición, es un hecho que ha tenido

diversas interpretaciones. Schadewaldt nos habla de los extremos a los que se ha

llegado en este intento: desde considerar que se trata de una mera creencia hasta

pensar que el poeta ha sentido todo este hecho como una verdadera aparición4. En esta

línea se inscribiría el filólogo alemán. No resulta fácil tomar partido. Sin embargo, no

se puede dudar de la fuerte carga religiosa que tienen las obras de Hesíodo y de la

importancia que tiene Zeus, junto con los dioses olímpicos, a partir del destronamiento

de Cronos. Por nuestra parte, creemos que no necesariamente habría que entender el

contacto con las Musas como un hecho real, material; sin embargo, es probable que el

poeta haya tenido una experiencia o varias, religiosamente tan fuertes, que él haya

experimentado la convicción y la necesidad de transmitirlas como “reales”. No deja de

ser llamativo, también, el hecho de que toda la experiencia religiosa se da en ese

quehacer cotidiano del trabajo. Sea como fuere, el poeta siente que esa experiencia le

2 Teogonía, v. 22.
3 Idem. v. 31.
4 Schadewaldt hace referencia a las posturas opuestas en relación a esta cuestión: por un lado, se

ha afirmado que se trataría de simple fantasia (blosse Phantasie); por otro lado –y aquí se
ubicaría este filólogo alemán, podría considerarse el episodio como una “visión”, comparable a
la del profeta Amós en el Antiguo Testamento. SHADEWALT (1978, 84).
3

demanda a él una tarea que es vivenciada como un pedido, como un encargo. Hasta

aquí domina en los versos la narración de un hecho dominado por lo religioso. Ahora

bien, el encargo que las Musas le hacen al poeta beocio es cantar las cosas que serán y

a las que han sido (ἵνα κλείοιμι τά τ' ἐσσόμενα πρό τ' ἐόντα)5. Le encargan, en

definitiva, cantar la totalidad de los tiempos, la totalidad de la historia, una nueva

totalidad en la que domina el reinado de Zeus. Cabe citar aquí el aporte de Gigon

cuando afirma que uno de los aspectos que permiten considerar a Hesíodo como el

primer filósofo es la aspiración a la totalidad6. Esta aspiración se suma a la pretensión

de verdad, que también rescata Gigon y que Schadewaldt destaca como primera

condición de la pretensión filosófica7. Las Musas que se le presentan a Hesíodo, en este

caso, dirán “verdades” y no mentiras que parecen verdades.

El canto a la totalidad de la historia al que se siente llamado el poeta encuentra

su correlato en la grata tarea de las Musas en el Olimpo: deleitar la mente, el interior de

Zeus, celebrando con himnos las cosas que son, las que serán y las que han sido:

“εἴρουσαι τά τ' ἐόντα τά τ' ἐσσόμενα πρό τ' ἐόντα8”.

Al comparar este verso, en el que se describe la actividad de las Musas en el

Olimpo, con las palabras que contienen el encargo que recibe Hesíodo de parte de las

hijas de Mnemosine, la correspondencia se vuelve particularmente clara. Apenas unos

versos antes, el poeta da la razón por la que las Musas insuflaron en él un canto divino:

poder cantar las cosas que serían o sucederían y las que habían sido (ἵνα κλείοιμι τά τ'

ἐσσόμενα πρό τ' ἐόντα). Tά τ' ἐσσόμενα πρό τ' ἐόντα: esta es la correspondencia

entre el plano divino y el plano humano; esta es la correspondencia entre el canto de

5
Teogonoía, v. 32.
6 Gigon plantea que el propósito de Hesíodo en Teogonía “no es sólo hablar de la verdad y de
los orígenes sino también del Todo… Mirada con atención, la relación es exactamente la
contraria de la que pudiera parecer a una visión superficial: las numerosas figuras nombradas
en la Teogonía no son traídas a colación porque sean dioses, sino que son llamados dioses,
porque no pueden faltar las zonas por ellos representadas en el cuadro de conjunto del Todo,
que Hesíodo tiene ante la vista, sin poderlo llamar todavía por su nombre”. (GIGON 1971, 27).
7 Schadewaldt destaca que precisamente el reclamo de la filosofía no es dar una apariencia de

verdad, sino develar lo verdadero. En ese sentido, afirma el filólogo, podría afirmarse que este
pasaje referido a las Musas puede ser considerado el comienzo de la filosofía aun cuando sea de
una manera incipiente. SCHADEWALDT (1978, 85 y ss.).
8
Teogonía, v. 38.
4

las Musas en el Olimpo y la misión de Hesíodo entre sus coetáneos. Hay un nuevo

orden en el Olimpo al que las Musas gustan cantar para deleitar la mente de Zeus;

habrá un nuevo orden en el mundo, que dominará también en el futuro, al que

Hesíodo se siente comprometido a cantar. Esta mirada del poeta beocio con claras

aristas filosóficas (por la pretensión de abarcar la totalidad en el marco de un relato que

dé cuenta de “la verdad”) germina en ese ámbito fuertemente religioso9.

Respecto del segundo punto (la convicción de que Zeus imparte justicia

también en el mundo de los mortales), en la primera parte de Trabajos y Días se

presentan las Musas, una vez más unidas a Zeus a través del canto que alaba al padre

de los dioses. La aspiración a la verdad que en Teogonía estaba dirigida a una nueva

cosmovisión en el plano divino con Zeus al mando del reino celestial, se mantiene aquí

pero destinada a destacar cómo el Cronida puede, con facilidad, intervenir y cambiar la

suerte de los mortales; puede, en definitiva, promover que el poderoso quede abatido o

quien no tiene fama devenga en ilustre.

La justicia, que en Teogonía Zeus impartía entre los mismos dioses, se extiende

aquí, según entiende el poeta, hasta el plano humano. Las Musas, también en esta obra

con un rol protagónico, son convocadas a cantar cómo el padre de los dioses

intervendrá para que este mundo responda también a la justicia.

Sin duda que en esto no puede dejarse de lado el conflicto que el poeta beocio

ha tenido con su hermano y la sensación de injusticia que este hecho provocó. En

efecto, Perses será uno de los principales destinatarios de la obra y, de hecho, será

invocado en más de una oportunidad. Ahora bien, de interés resulta que Hesíodo

conciba que ese nuevo orden deba alcanzar a aquellos que tienen la responsabilidad de

administrar la justicia en este mundo. Serán los reyes en quienes el poeta depositará la

máxima responsabilidad al momento de que impere Díke en este mundo. Y así como

las Musas insuflaron en el poeta un canto divino, así también las hijas de Mnemosine

están prestas a asistir a quienes ven nacidos de los reyes vástagos de Zeus. En la lengua

9
Disandro, en su capítulo dedicado a Hesíodo, hace un comentario del poeta beocio
comparándolo en algunos aspectos con Homero. De este último afirma que lo que lo
caracteriza, entre otras cosas, es la “proferición” mientras que aquél lo caracteriza por estar en
un ámbito de “revelación”: “el contexto hesiódico es literalmente revelación, frente al contexto
homérico que es literalmente convocación”. DISANDRO (2000, 73).
5

de éstos derraman dulce rocío y de la boca de los mismos fluyen dulces palabras10.

Todos contemplan a un gobernante tal en tanto discierne las leyes con rectos juicios y

con rapidez y destreza apacigua un gran pleito. Serán sensatos11 (ekfrónes) en tanto

puedan también lograr, mediante suaves palabras, que se le restituya a alguien lo

sustraído. Esta capacidad de los reyes de impartir justicia no ya a través de la fuerza

sino a través de una palabra persuasiva, a través de un lógos persuasivo, irá demarcando

los fundamentos de una polis ordenada; en palabras de Solón, el ámbito de Eunomíe.

Esta búsqueda de la justicia por parte de los reyes y este accionar sensato capaz de

resolver conflictos a partir de suaves palabras, será precisamente el don sagrado (ieré

dósis) que conceden las Musas. Lejos está de este don aquel accionar de los reyes que se

imponen sólo por el hecho de ocupar un lugar de poder. Para ellos va dirigida, de

manera particular, la fábula del ruiseñor y el gavilán. Es más, el poeta beocio aclara

que está dirigida aún para los reyes que puedan ser sensatos12. Nadie queda exento de

estos consejos: ya no debe primar la ley del más fuerte sino que debe regir en todo

ámbito la justicia. Lo que atenta fuertemente contra ésta es la hýbris: Hesíodo sabe que

es funesta tanto para los pobres cuanto para los poderosos. De todos modos el poeta

tiene la convicción de que Díke prevalecerá sobre aquélla llegado un término. La

expresión griega ἐς τέλος ἐξελθοῦσα “habiendo llegado al final / habiendo llegado a

término”, da cuenta de que el poeta no estaría pensando necesariamente en una justicia

inmediata; la palabra τέλος implica un llevar algo a término no sólo considerado en su

momento final sino también en su proceso. La fuerza de la justicia, su preeminencia

sobre la soberbia se evidenciaría al final cuando cada cosa haya llegado a su término.

En esta manera de concebir la sucesión de las cosas en el cosmos, Hesíodo

presume que el sufrimiento es frecuente como paso para el aprendizaje, de manera

particular, en el “ingenuo o necio”. Éste aprende después de haber sufrido: παθὼν δέ

τε νήπιος ἔγνω13. De todos modos, no supone el poeta que esto deba suceder así, de

manera irremediable en todos los casos; no todos deben ser o son népioi; basta seguir

con la lectura del poema para encontrar lo que podríamos llamar el modelo de areté

propuesto por el poeta. Por cierto ya no nos encontramos con el planteo homérico de

10
Teogonía, v. 81.
11
Idem. v. 88.
12
Trabajos y Días, v. 202.
13
Idem 218.
6

aquel guerrero capaz de toda hazaña; nos encontramos con alguien capaz de

reflexionar, capaz de comprender a partir de su noús y luego poder determinar qué es

lo mejor una vez que algo llega a su cumplimiento. El uso del noús que conlleva todas

aquellas facultades asociadas a la comprensión (pensamiento, memoria, razonamiento,

pero también intuición14, hace posible conocer el τέλος de todas las cosas. En este

pasaje el poeta beocio utiliza un neologismo que es panáristos 15 para designar aquella

persona que estaría en condiciones de tal acción.

Finalmente, no faltan en este poeta, las reflexiones que alcanzan un plano ético.

En efecto, quien dispone un mal contra otro, lo dispone contra sí mismo; es más, una

mala decisión afecta, en primer lugar a quien la concibe16 y esto no queda fuera del ojo

de Zeus que todo lo ve y todo lo comprende17. Esta mirada atenta de Zeus, que asegura

la ejecución de la justicia en este mundo, presupone una misma actitud de parte del

Padre de los dioses en el mismo Olimpo. Tampoco allí nada queda fuera de la mirada

de Zeus, nada queda fuera de su noàj. En Trabajos y Días, luego del mito de Pandora, el

poeta reflexiona: “así de ninguna manera es posible evitar o mejor “esquivar” el noús

de Zeus18. Una idea recurrente que encontramos también en Teogonía cuando se hace

14
K. Von Fritz en su artículo “Die Rolle des noús” plantea que la mayoría de las expresiones
utilizadas en la filosofía y en las ciencias son directa o indirectamente tomadas desde la lengua
pre-filosófica o filosófica. Tal utilización no hubiera sido posible, según el filólogo, si su
significación no hubiera tenido cierto parentesco con conceptos filosóficos. Von Fritz propone
un estudio de los términos más representativos y entre éstos toma el campo semántico
delimitado por noús, noeín, nóema, nóesis, etc. En su estudio, el filólogo refiere que Boehme
diferencia tres significados de la palabra noàj: en primer lugar, alma como portadora de
experiencia anímica; luego como comprensión y, finalmente, plan. Respecto de esto último no
escapa a la idea del campo semántico todo aquello que tiene que ver con lo “intuitivo”. VON
FRITZ (1968, 246 Y ss.)
15 El término panáristos no resulta tan sencillo de traducir ya que ¢ristoj representa ya “el mejor”;

el prefijo pan hace referencia a la todo. Por tanto podría plantearse, como una traducción
aproximada “el mejor en todo”, “el mejor absolutamente”, “el mejor de todos”. Sea como fuere,
el poeta está ponderando fuertemente esta capacidad de poder intuir qué es lo mejor una vez
que algo ha llegado a su cumplimiento o término.
16
Trabajos y Días. vs. 288.
17Cabe destacar que esta imagen de Zeus de que todo lo ve se ve reflejada a través del epíteto

euríopa que Hesíodo utiliza con preferencia en Trabajos y Dias; un ejemplo de su uso se ve en el
verso 229 de esta obra. El adjetivo resulta muy elocuente para destacar la facultad de Zeus de
ver y controlar todo ya que significaría “que ve en profundidad”, “que ve a lo ancho”;
podríamos decir, en síntesis, que barre con su mirada.
18 Trabajos y Días, v. 105.
7

referencia al engaño de Prometeo: “no es posible engañar la mente de Zeus ni

aventajarla”19.

En síntesis, Hesíodo concibe una nueva manera de entender cómo han sucedido

y cómo suceden las cosas en el cosmos. En esa nueva manera, hay todo un esfuerzo en

él en dar cuenta de cómo y por qué suceden las cosas no sólo en el Olimpo sino

también en su mundo. En su esfuerzo se percibe fuertemente una intención de “cantar

la verdad”; una verdad que para el poeta tiene que ver con un nuevo orden dominado

por la justicia de Zeus que impera en el Olimpo y que alcanza hasta los mismos

hombres. El poeta beocio sentirá la necesidad de cantar esa nueva historia que incluye

no sólo lo pasado sino también lo futuro.

Lo interesante y llamativo es que esta necesidad no parece emerger de un acto

puramente racional o de una profunda meditación. Emerge, por el contrario, de un

contacto directo con las Musas, mientras realiza su tarea diaria de apacentar las ovejas.

Dejando por un momento de lado cómo ha de interpretarse esta aparición, no

puede dudarse de la fuerte convicción religiosa que sostiene, que sustenta su

cosmovisión. Tan fuerte es esa convicción que se atreve a advertir, a manera de profeta,

cómo llegará la justicia de Zeus a todos y, de manera particular, a los reyes. Estos y

todos deberán dejar que actúe el don sagrado (ieré dósis) de las Musas para encontrar

aquellas palabras dulces y persuasivas que allanen todo conflicto.

Hay, en suma, en el poeta beocio, una fuerte necesidad de cantar, de revelar

cómo han de ser las cosas bajo el imperio de Zeus, tanto en el Olimpo cuando en este

mundo. En este nuevo planteo, el hombre no queda en un lugar en el que debe esperar

en forma resignada la voluntad de los dioses, sino que debe comprender con su noús

qué es lo mejor teniendo en cuenta el télos de cada hecho en este mundo. En tal sentido,

probablemente Hesíodo se erija como el primer panáristos.

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