Está en la página 1de 9

“Como leer la Biblia”

Diego O. Flores

Vamos a comenzar con esta breve exposición que tratara sencillamente de presentar un principio
mediante el cual uno puede leer la Biblia con más provecho y de una manera correcta, y es el
principio de la “intención del autor”.

Introducción

Cuando uno toma los evangelios entre sus manos, se dispone a leer en los mismos la vida de
Jesucristo para que a partir del mismo, uno pueda asemejarse y vivir como Jesús lo hacía, es decir,
imitar a Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, para que de esa manera también uno pueda
pasar por este mundo “haciendo el bien”, como lo afirma el apóstol Pedro cuando visito la casa de
Cornelio, según lo cuenta los Hechos de los Apóstoles (10,38).

Ahora, cuando uno comienza a leer los evangelios, uno se encuentra con una serie de
contradicciones que aparecen en los mismos que nos llevan a cuestionarnos seriamente lo que
leemos. Es decir, ¿Quién quiere leer algo en el cual en un aparte te dice una cosa, y en otra parte
(capitulo) otra cosa totalmente distinta? ¿Sera histórico lo que estamos leyendo? ¿Sera cierto lo
que cuenta la Biblia? Si la Palabra de Dios es verdadera, porque Dios no puede mentirse y
mentirnos, entonces ¿Por qué aparecen estas contradicciones para hacernos pensar que una de las
dos son mentiras? ¿A quién le creo? ¿Qué hay de cierto en todo esto?

Veamos unos ejemplos. Si leemos el evangelio de Mateo (5,1) cuenta que un día Jesús subió a una
montaña y ahí pronuncio las famosas Bienaventuranzas. Es decir, que estaba en un lugar
determinado, en una montaña, puesto que el mismo apóstol escribe en el capítulo 8, que Jesús
“bajo de la montaña” (8,1), o sea que estaba en una montaña. Sin embargo, cuando uno lee el
evangelio de san Lucas nos dice otra cosa totalmente distinta; nos cuenta que Jesús a las
bienaventuranzas las dijo en una llanura (6,17), y no en una montaña como decía Mateo. Entonces
¿Quién me está contando la verdad, Mateo o Lucas? ¿Por qué ambos escriben distintos, si ambos
apóstoles se supone que estaban con Jesús cuando pronuncio estas bienaventuranzas?

Una vez Jesús, según cuenta el evangelista Marcos, curo a un solo ciego en Jericó (10, 46);
mientras que Mateo sobre este mismo episodio cuenta que no era un ciego el que curo Jesús, sino
que eran dos (20, 30). Entonces ¿Quién está ciego? ¿Bartimeo o los evangelistas que cuentan
cosas distintas?

Si tomamos los evangelios, y buscamos los milagros que hizo Jesús, también uno se lleva cierta
sorpresa. ¿Por qué? Porque los distintos evangelistas cuentan que Jesús hizo un primer milagro,
pero los mismos cuentan ese primer milagro de distintas maneras y ni siquiera coinciden en el
mismo hecho milagroso. Entonces nos preguntamos ¿cuál fue el primer milagro que hizo Jesús? Si
leemos el evangelio de san Juan, dice que Jesús fue invitado a una bodas en Cana de Galilea y que
al faltar vino para la fiesta, Jesús convierte el agua en vino (2,1-11). Y el mismo evangelista lo
detalla con sus palabras “Éste fue el primer signo que hizo Jesús, en Cana de Galilea, con el cual
mostró su gloria, y sus discípulos creyeron en él” (Jn 2,11). Ahora, si leemos el evangelio de
Marcos, dice él, que el primer milagro que hiso Jesús fue la curación de un endemoniado en la
sinagoga de Cafarnaúm (1,21-28), narración totalmente distinto a san Mateo, puesto que este
cuenta que el primer milagro de Jesús no fue ni haber convertido agua en vino, ni el curar a un
endemoniado, sino que fue la curación de un leproso (8,1-4). ¿Qué hizo Jesús? ¿Curo a alguien o
convirtió algo?

¿Qué podemos decir frente a estos (y muchos tantos errores y contradicciones que uno puede
encontrar en la Biblia) errores o contradicciones que aparecen en la Sagradas Letras? Acaso no
nos viene a nuestra mente la pregunta: “¿A quién le hago caso? ¿Quién me está contando la
verdad? Es decir, “¿Qué hay de cierto en todo esto? Frente a tantas contradicciones no tengo
derecho a pensar ¿Qué es mentira? ¿Qué no es real?”.

Desarrollo

Qué es lo que tenemos que decir ante todo esto. En primer lugar, hay que tener en cuenta algo muy
importante y que lamentablemente mucha gente cree de una manera distinta, y es que los
evangelios no son libros de historia. Por lo general, cuando uno abre la Biblia, o los evangelios,
uno cree que en ellos se está contando los hechos tal cual sucedieron en la vida de Jesús. Y eso es
un error. Porque los evangelios cuentan la vida de Jesús pero de una manera subjetiva, y no
objetiva.

Los evangelistas cuentan la vida de Jesús, la historia de Jesús. Pero no son libros de historia. Dice
el teólogo que “en la época en que se escribieron los evangelios, no existía el concepto de historia
de hoy. Hoy cuando alguien quiere escribir un libro de historia, tiene que contar objetivamente,
fríamente, todas las cosas que sucedieron, uno no le puede agregar sus propias ideas. En cambio,
quienes escribieron los evangelios no escribieron crónicas de Jesús, o una biografía de Jesús. Por
eso la Iglesia jamás ha llamado a estos libros biografía de Jesucristo, sino que le llaman evangelio
de Jesucristo o sea Buena noticia”. Cada uno de estos libros están “teñidos por la idea personal
que cada evangelista tenia de Jesús”. ¿Y porque cada evangelista escribe de una manera distinta,
es decir con la idea que ellos tenían de Jesús? Porque cada autor conto la vida de Jesús, los hechos
de su vida pública, pero transmitiendo un mensaje a través de esa forma de contar que cada uno
empleo. ¿Y esto porque? Porque cada evangelista tenía la misión de llevar la Buena Nueva de
Jesús a esa comunidad que tenían a cargo, que tenían sus problemas diferentes a los de otra gentes.
Por eso es que cada autor, adapta el mensaje de Jesús a los problemas particulares que tenia las
distintas comunidades.

“San Mateo escribe para los cristianos de Siria, ellos tenían sus problemas; (entonces) san Mateo
adapto el mensaje de Jesús para esa comunidad; san Marcos escribe para los cristianos de Roma
que tenía sus problemas distintos, entonces el adapta el mensaje para esa comunidad; san Lucas
escribe para los Griegos. (Y) san Juan escribe para los de Éfeso, con otras características
diferentes”. Entonces, cada evangelista que tenía una comunidad a cargo, y que tenían sus
problemas personales, cada uno de ellos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) toma los hechos de la vida
Jesucristo y de ahí transmiten un mensaje de aliento, de solución, de esperanza ante los problemas
que tenía cada comunidad en particular. Y para ello, como cada comunidad tenía sus problemas
distintos entre sí, cada evangelista relata de una manera distinta el mensaje de Jesús.

“Entonces tenemos que los evangelios cuentan lo mismo pero de una manera distinta, cuentan la
vida de Jesús, la buena noticia que trae Jesucristo pero para responder a los problemas de cada
comunidad en particular”. Adaptan el mensaje que dejo Jesús, para que sea Buena nueva, para que
solucione los problemas o, podemos decir, las “malas noticias” que tenían esas comunidades. Y en
esto, es importante saber que, desde nuestra fe, “Dios estuvo inspirando a cada uno de estos
evangelistas para que cada uno adaptara el libro a cada comunidad. Estos libros son una buena
noticia. Todos cuentan cosas ciertas de Jesús. ¿Cómo hago yo para que esta vida de Jesús sea
buena noticia para estos cristianos? (adapto) el mensaje, (lo cambio) de tal manera que cada uno
puede tener un libro que sea buena noticia para ellos; lo que podía ser buena noticia para uno no
podía ser para otro. Entonces algunos evangelistas suprimen ciertas cosas y agregan otras”.

Por ejemplo, si dentro de una comunidad parroquial existen dos grupos que está atravesando sus
problemas internos; entonces uno con el mensaje de Jesucristo le puede llevar ánimos a ese grupo
pero adaptando el mensaje de Jesús para esos problemas distintos. Por ejemplo, si hay un grupo
que siempre cuando reza lo hace de pie, porque es costumbre en ellos orar de pie, yo no le voy a
decir: porque Jesús dijo “cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, a quienes le gusta orar
de pie…” (Mt 6, 5). No le voy a decir eso, porque los va a hacer sentir culpables, los hará sentir
mal. Mas bien, le diré “cuando ustedes oren, cierren la puerta y ora en secreto a tu Padre”. Lo que
dijo Jesús y el mensaje que dejo es cierto es verdadero, pero el autor lo adapta a cada destinatario
para que se para él Buena Noticia.

Por ello, es importante para comprender el mensaje de Jesucristo, saber a qué comunidad escribió
cada evangelista. Saber a quienes estaba dirigido cada evangelio, nos ayuda a comprender la
respuesta que le daba cada autor sagrado, puesto que su misión era la de transmitirles un mensaje
de paz, de esperanza ante los problemas que ellos tenían, desde las palabras y hechos del Señor
Jesús. Así uno puede entender, como se logro descubrir este principio por el cual nos ayuda a
interpretar correctamente el mensaje de Jesucristo, el principio de “la intención del autor”. Es
decir, antes los problemas de tal comunidad en particular, saber cuál era la intención que tuvo san
Mateo, o san Marcos, o Lucas o Juan, por el cual lo llevo a escribir de tal manera el evangelio.

Habiendo entendió este idea clave para comprender la lectura de la Palabra de Dios, veamos pues,
cuáles eran las “intenciónes” que tenia cada autor al escribir su evangelio y el mensaje que con
ello pretendía dejarle a sus comunidades.

Habíamos dicho más arriba, que Mateo coloca a Jesús en un monte para pronunciar las
bienaventuranzas, a diferencia de san Lucas que dice que fue en una llanura donde pronunció tales
palabras.

Según los estudiosos en Biblia y los principios exegéticos que ellos manejan para analizar los
sagrados Libros, se sabe que seguramente a las bienaventuranzas Jesús las dijo en un lugar llano
tal como lo cuenta Lucas. Entonces ¿Por qué Mateo coloca a Jesús en una montaña para decir las
bienaventuranzas? Simplemente porque Mateo le escribía a una comunidad que estaba formada
por cristianos provenientes del judaísmo, es decir judíos convertidos al cristianismo. Ahora, para
los judíos, había una figura muy importante en su historia como pueblo elegido, y es la persona de
Moisés, a quien Dios le da los mandamientos en la montaña, en el monte Sinaí. Entonces,
sabiendo Mateo esta realidad en los judíos, tuvo la idea de colocar a Jesús en un monte también
¿Por qué? ¿Con que “intención”? Para mostrar que Jesús ahora es el nuevo Moisés, que entrega
los nuevos mandamientos de Dios, no ya en un plano terrenal como lo fueron los 10
mandamientos sino que lo eleva a un plano celestial como lo son la Bienaventuranzas1. Por eso,
cuando los de la comunidad de Mateo leían ese pasaje, inmediatamente lo asociaban a Moisés, y
decían: «…si, Jesús es el nuevo Moisés». Y ese mensaje que transmitía el evangelista solo lo
podían entender esa comunidad judía, ¿Por qué? Y porque conocían la historia de Moisés. No
podía suceder así con la comunidad de Lucas quien escribe para los griegos y ¿Por qué? porque
sencillamente ellos no sabían de Moisés, por eso no tenían ningún sentido que Lucas coloque a
Jesús en una montaña para que sus destinatarios lo asocien a Moisés, simplemente porque no
conocían a Moisés.

Cuenta san Marcos que una vez Jesús curo a un solo ciego en Jericó (10, 46), mientras que Mateo,
de este mismo hecho, dice que eran dos los ciegos (20, 30) y no uno. Ahora, según los biblistas, el
evangelista Marcos es el que escribe primero su evangelio, y lo hace casi de una manera exacta, en
el sentido en que cuenta lo que sucedió realmente en la vida pública de Jesús tal cual como fueron
las cosas (por supuesto no todas las cosas que hiso, sino de una manera cronológica). Por eso,
seguramente habría sido solo un ciego el que curo Jesús, y no dos como cuenta Mateo. Entonces
¿porque Mateo dice que eran dos los ciegos?

Mateo, como decíamos más arriba, escribía para una comunidad cristiana que provenían del
judaísmo (judíos convertidos). Ahora, los judíos en aquellos tiempos, a los números le daban un
significado particular, distinto del significado que hoy en día nosotros le damos a los números.
Para nosotros cada número representa “cantidad” y nada más que eso. Sin embargo, para los
judíos no es tan así. Para ellos, los números pueden tener tres tipos de significado: cantidad (como
lo empleamos nosotros), simbólico y gemàtrico. Es decir que para los semitas, los números
además de expresar cantidad (en algunos casos), también podían expresar una idea. Por ejemplo,
el número 1 significa Dios (1 = Dios), por eso cuando en una ocasión se le acerca un joven rico a
Jesús y le dice: “Maestro bueno, ¿qué es lo que debo de hacer para heredar la vida eterna?” y Jesús
le responde “porque me preguntas quien es bueno…uno (1) solo es el bueno…”, es decir solo
“Dios” es bueno (Mt 19,16-17). O el número 7 que significa la perfección, cuando por ejemplo
Jesús expulso de la Magdalena 7 demonios (Lc 8,2), quiso decir el evangelista que salieron todos
los demonios de ella, que quedo perfecta o totalmente libre de los demonios, de las enfermedades
que tenia, pero no es que salieron siete demonios como si uno los pudiera contar con los dedos
mientras iban saliendo los demonios.

Y en el caso de Mateo que dice que Jesús curo a dos ciegos, quiso decir que curo a la persona que
estaba enferma por el pecado, puesto que el numero 2 significa que «en el hombre siempre hay
una división por culpa del pecado». Por eso el que está en pecado, de algún modo, está ciego. Pero
no es que eran dos los ciegos, sino uno solo el que curo Jesús como lo cuenta san Marcos.

Que el diluvio duro 40 días y 40 noches, que los israelitas estuvieron 40 años en el desierto, que
Moisés estuvo 40 días en el monte Sinaí, que el profeta Elías peregrina por el desierto 40 días, que
Jonás predice la destrucción de Nínive en 40 días, que Jesús ayunara en el desierto 40 días… ¿será
coincidencia que todos estos hechos hayan ocurrido precisamente en 40 días o años? Claro que no.
Tiene un significado. Conocer el significado de los números en la Biblia, ayuda a entender
muchísimos pasajes de la Biblia.

Finalmente veamos cual fue el primer milagro que realizo Jesús. Mientras se estaba exponiendo el
tema y llegado a este punto, precisamente cuando se realizo la pregunta sobre cuál era el primer
milagro que hizo Jesús, inmediatamente respondió alguien: «convertir el agua en vino en las bodas
de Cana». Y efectivamente esto sucede así, si es que tomamos el evangelio de Juan y leemos en el
capítulo 2, sobre todo en el versículo 11 donde dice expresamente: “Éste fue el primer signo que
hizo Jesús, en Caná de Galilea, con el cual mostró su gloria, y sus discípulos creyeron en él”.

Sin embargo, como hemos planteado al principio, los otros tres evangelistas narran otro tipo de
milagro que hiso Jesús, y más aun, entre ellos mismo (salvo Lucas) no se ponen de acuerdo,
puesto que los dos dicen cosas totalmente distintas. Dos de ellos (Marcos y Lucas) cuentan que
Jesús curo a un endemoniado, pero el otro (Mateo) a un leproso. Entonces ¿a quién creerle? ¿Sera
cierto este episodio en la vida de Jesús? ¿O lo habrán inventado los evangelistas? ¿Qué hay que
decir ante esto? Dice el teólogo que “ellos no pretendieron contar a sus lectores lo que
históricamente hizo Jesús con su actividad milagrosa, sino transmitirles un mensaje religioso, que
cada uno adecuó como mejor le pareció”.

Por ejemplo, como se dijo más arriba, cuando planteábamos el tema de la curación de un ciego en
Jericó, san Marcos fue el primero que escribió su evangelio, es el más antiguo, y relata el primer
milagro de Jesús de esta manera:

“Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún. Y cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y se
puso a enseñar. Todos quedaron asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien
tiene autoridad, y no como los escribas. Había en la sinagoga de ellos un hombre poseído por un
espíritu inmundo, que se puso a gritar: « ¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has
venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: eres el Santo de Dios».

Jesús entonces lo reprendió: « ¡Cállate y deja a ese hombre!» El espíritu inmundo sacudió
violentamente al hombre, y dando un fuerte grito salió de él. Todos quedaron asombrados, y se
preguntaban unos a otros: « ¿Qué es esto? Una enseñanza nueva, llena de autoridad. Da órdenes
hasta a los espíritus inmundos, y le obedecen». Y su fama se extendió rápidamente por todas
partes, en toda la región de Galilea” (Mc 1,21-28).

Ahora, para entender porque Marcos dice que este fue el primer milagro que realizo Jesús, hay que
entender o tener en cuenta una cosa muy importante: conocer (en la medida en que se puede) el
contexto histórico-social de los tiempos de Jesús, las creencias que había en ese entorno y sobre
todo la cultura de aquellas comunidades para quien escribe cada evangelista.

Sabemos que el evangelista escribe para los cristianos de Roma, “es decir, para cristianos de
origen pagano. Y los quiere convencer del enorme poder y de la autoridad (que tiene) Jesús”.

Ahora, en aquellos tiempos en que se encontraban inmerso los paganos, para ellos no había otra
demostración de poder mas majestuosa que la expulsión de un demonio, mediante el rito del
exorcismo. ¿Y esto a que se debía? Para ellos, y en su mentalidad, se creía que todos los males que
acechaban el mundo cultural y social de ellos, se debía a los demonios que maltrataban a la gente,
y que estos no la dejaban sino hasta después de haber sido expulsados mediante un exorcismo.
“Según la mentalidad popular, el aire estaba infestado por miles de estos espíritus inmundos al
acecho del momento oportuno para introducirse en el hombre. Y una vez adentro, el enfermo sólo
podía librarse mediante la ceremonia del exorcismo, que para colmo no siempre resultaba eficaz.
Sólo alguien con mucho poder podía enfrentar a esos espíritus”.

Cuenta el teólogo, según la lectura que hiso de un historiador2 judío llamado Flavio Josefo (37
d.C. – 101 d.C.) “que la ceremonia (del exorcismo) era muy compleja. Se tomaba un anillo de
metal, y se le ataba la raíz de una planta especial. Luego el exorcista lo colocaba en la nariz del
endemoniado, y recitaba una serie de encantamientos secretos conminando al demonio a
abandonar al hombre y no volver jamás. Para que la liberación del poseso quedara demostrada, el
espíritu debía derramar, al salir, un recipiente con agua colocado a distancia. (Además de que) la
raíz de la planta usada en el exorcismo no era fácil de conseguir. Y una vez hallada, resultaba
difícil de sacarla pues se resbalaba de las manos. Para poder extraerla había que echar sobre ella la
orina de una mujer. Y luego de ser arrancada, quien la tocaba moría, a menos que la enrollara en el
brazo mediante un rito especial”.

Entonces, ante esta situación en las creencias de los paganos, Marcos le da fuerza al mensaje del
Señor mediante la descripción o narración de un exorcismo realizado por Jesús, sin que este
necesitara ningún tipo de planta o realizara algunos de esos ritos tan complicados que utilizaban
los romanos. Simplemente Marcos coloca a Jesús expulsando a un demonio para demostrar a sus
lectores (romanos) el poder que Jesús tiene y que ellos nunca hasta entonces habían visto. “De este
modo (y este es el sencillo mensaje que quiso dejar el evangelista a su destinatarios) les enseña
que, quien se pone del lado de Jesús, puede derrotar a las fuerzas más poderosas del mal, aquéllas
que tanto los intranquilizaban y asustaban”. Nada más. Por eso cuando aquella comunidad leía
este pasaje del evangelio de Marcos, para ellos les dejaba una nueva manera de ver la lucha contra
el mal, es decir, solo Jesús puede vence el mal, y también aquel que se coloca al lado del Señor.
“Todos los exorcismos que Marcos relata (1,22-28; 5,1-20; 7,24-30; 9,14-24) se convierten, pues,
en un vigoroso mensaje para sus lectores: el poder y la fuerza de Jesús de Nazaret están al servicio
sobre todo de ellos, los paganos. De ellos, muchas veces perseguidos y postergados”.

El otro milagro que realizo Jesús, y que según Mateo fue el primero, es la curación de un leproso:

“Cuando Jesús bajó del monte, lo fue siguiendo una gran muchedumbre. Entonces se le acercó un
leproso, y se arrodilló ante él diciéndole: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Jesús extendió la
mano, lo tocó y le dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Entonces
Jesús le dijo: «Mira, no se lo digas a nadie. Vete y preséntate ante el sacerdote y llévale la
ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio»” (Mt 8,1-4).

Ahora, recordemos cuando planteábamos el tema de la bienaventuranzas, que Mateo coloco a


Jesús en un monte para dejarle un mensaje a sus destinatarios que eran cristianos provenientes del
judaísmo, por lo tanto era una comunidad que estaba empapada de la cultura de ese pueblo (judío)
Y es por eso que Mateo elige “como primer milagro de Jesús la curación de un leproso” ¿a qué se
debió esta intención del evangelista? “Porque para la mentalidad judía de aquel tiempo (como para
muchas culturas antiguas) no había quizás enfermedad más terrible y espantosa que la lepra”.
Según nos narra el teólogo, tenemos “algunos testimonios que conocemos de esas patologías (que
eran pavorosas): se caían las orejas, se desprendían los párpados, la piel se volvía una masa
ulcerosa, y se perdían paulatinamente los dedos de las manos y los pies. Poco a poco los músculos
del cuerpo se desintegraban, y las manos se contraían hasta adquirir el aspecto de garras o
pezuñas. Entonces el enfermo perdía la razón, entraba en coma, y finalmente moría en el marco de
una horrenda muerte… Además de esto, si a un miembro de la familia le agarraba esta terrible
enfermedad, era expulsado inmediatamente de la familia y estaba destinado a vivir en el campo y
marginado de la sociedad. Y peor aún, además de tener que taparse lo poco que tenia de cuerpo,
puesto que sus miembros de a poco se les iban desgarrando y se le caían a pedazos, tenían que ir
gritando por el campo sin que nadie le escuchara: “impuro, impuro” (Lv 13,45)

Entonces, conociendo esta realidad cultural de aquel tiempo, uno puede comprender porque Mateo
pone a Jesús curando a un leproso, como si fuera el primer milagro que hiso. Y esto por la sencilla
razón de que ver a un leproso a quien Jesús toca (cosa impensable en aquel tiempo y además
escalofriante para los judíos al leer que el evangelista dice: “…Jesús extendió la mano, lo tocó…”)
y aquel queda inmediatamente curado, era algo impresionante como para dudar del poder que
tenia Jesús de Nazaret.
“Pero había una segunda razón por la cual Mateo colocó este relato como el primer milagro de
Jesús. Y es que los grandes personajes de la tradición judía habían gozado del poder de curar
leprosos. Así, la Biblia contaba que Moisés había sanado a su hermana María de la lepra (Nm
12,9-16), y que el profeta Eliseo había hecho lo mismo con el general sirio Naamán (2 Re 5,1-14).
Por lo tanto, con este milagro Mateo quiso también enseñar a sus lectores que Jesús no era menos
que Moisés, ni menos que el profeta Elías, los dos grandes antepasados del pueblo de Israel”.

Y el ultimo que escribe y relata el milagro que hiso (como si fuere el primero) fue san Juan que
también al igual que los otros evangelistas, pretende o mejor dicho, tiene la intención de dejar un
mensaje para su comunidad mediante el magnífico milagro que hace Jesús.

Cuenta el evangelista lo siguiente:

“Se celebraba una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. También Jesús fue
invitado a la boda con sus discípulos. Como el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: «No
tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado
todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga».

Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de unos 100 litros
cada una. Jesús les dijo: «Llenen las tinajas de agua». Las llenaron hasta el borde. Jesús ordenó:
«Sáquenla ahora y llévenla al mayordomo». Ellos se la llevaron. Y cuando el mayordomo probó
el agua convertida en vino, como no sabía de dónde provenía (aunque los sirvientes que habían
sacado el agua sí lo sabían) llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo sirve primero el buen vino,
y cuando todos están bebidos se sirve entonces un vino de inferior calidad; pero tú has dejado el
mejor vino para el final». Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primer signo. Así
manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él” (Jn 2,1-11).

Ahora, como sucede con cada evangelista y como hemos explicado anteriormente, cada uno se
dirige a una comunidad en particular de la cual estaban a cargo. Y “la comunidad de Juan estaba
enfrentada con grupos de judíos que rechazaban a Jesús, y que no lo aceptaban como Mesías”. Por
lo tanto, el problema que Juan tenía no era el de convencer a sus lectores (muchos de ellos ex-
judíos) del gran poder de hacer milagros que tenía Jesús, sino de que Él era realmente el Mesías
esperado, el enviado de Dios… (Jn 20,31)”.

Frente a este problema, Juan relata el milagro de Jesús en una bodas y convirtiendo el agua en
vino ¿Por qué? Porque en “la creencia judía, cuando llegara el Mesías, Dios lo festejaría con una
inmensa fiesta de bodas, en la que el novio sería Dios, y la novia sería el pueblo de Israel. Ese día
Dios se casaría con su pueblo, y a partir de ese momento lo cuidaría y serviría con amor eterno, y
ya no lo abandonaría más. Así lo anunciaba, por ejemplo, el profeta Isaías: “Como un joven se
casa con una muchacha, así se casará tu Creador contigo; el gozo que siente el esposo por su
novia, sentirá Dios por ti” (Is 62,5). También según la tradición, esa fiesta de bodas se
caracterizaría por la gran abundancia de vino, como lo decían, entre otros: Amos 9,13. Isaías 25,6.
Joel 2,24. Oseas 2,21-22”.

Es decir, Juan al contar el milagro de Jesús, lo hace de esta forma (mostrando a Jesús en una fiesta
de bodas) pero para que sus lectores comprendan que “la boda escatológica, es decir, la que Dios
tenía preparada para el final de los tiempos, ya ha llegado con Jesús. Si a eso le añadimos que
Jesús en esa boda hace aparecer... ¡600 litros de vino!, una cifra desorbitante (en ninguna fiesta de
pueblo se podría haber bebido tal cantidad de vino), el mensaje estaba claro: Jesús es el Mesías
esperado, es el enviado de Dios que trae el vino abundante; por lo tanto, los últimos tiempos ya
han comenzado”.

Entonces vemos, como cada evangelista conto el primer milagro de Jesús pero a su manera, con su
significado propio, porque la intención de cada autor sagrado era la transmitir un mensaje para sus
destinatarios, una Buena Noticia de parte de Jesús, para que ellos crean más en Él y en su poder y
lo reconozcan como el Mesías.

“En Juan nos enseña que Jesús es verdaderamente el Mesías, el enviado de Dios, y que no
debemos esperar a ningún otro Salvador. En Marcos (y Lucas) nos dice que el poder del Mesías
está a nuestra disposición, para derrotar a las fuerzas oscuras y tenebrosas que nos oprimen
internamente. Y en Mateo nos indica que Jesús también tiene poder para vencer las divisiones
sociales y las discriminaciones que nuestra sociedad fabrica hacia cierta gente "impura"”.

Así es como llegamos al final de esta exposición, y en la cual vemos que importante es saber cuál
fue la intención del autor para conocer el mensaje que quiso dejar de Jesús. Todos cuentan cosas
ciertas de Jesús, pero cada uno adapta el mensaje, lo cambia de tal manera que cada comunidad a
quien le escribe cada evangelista, reciban una buena noticia para sus problemas particulares; lo
que podía ser buena noticia para uno no podía ser para otro. Entonces algunos evangelistas
suprimen ciertas cosas y agregan otras.

Conclusión:

Muchos estudiosos bíblicos toman un cuento3 para ejemplificar de una manera agradable, como a
veces uno pretende hacerle decir a alguien lo que aquel nunca imagino decir, y que es
perfectamente asociable con lo que acabamos de aprender sobre la manera de leer los textos
bíblicos a partir del principio que la Constitucion4 Dei Verbum nº 12 nos enseña, que es el
principio llamado la “intención de autor”.

Un estudioso de la Biblia que estaba comentando el evangelio de Juan, “al llegar a la Pasión de
Jesús leyó al final de la página lo siguiente: “los guardias encendieron fuego en medio del patio y
se sentaron alrededor. Pedro se sentó con ellos… (18,18)” Entonces el comentarista empezó a
preguntarse porque Pedro se sentaría aquella noche junto al fuego. Y encontró varias razones: 1ª
porque el fuego es símbolo del Espíritu Santo; 2ª porque es signo de unidad; 3ª porque representa
el amor; 4ª porque significa la pureza del corazón…, Y así encontró 24 razones. Entonces pasó la
página y siguió leyendo “…para calentarse” y jubiloso, por haber encontrado otra razón, anoto:
25ª para calentarse”. Es decir, Pedro se sentó aquella noche junto al fuego también, pero no porque
con el evangelista ello quería significar que al hacer esto era signo de unidad para con los
guardias, sino simplemente porque Pedro necesitaba calentarse, y se sentó junto al fuego para
calentarse sencillamente porque ¡hacia frio! ¡Y nada más!

Mucha gente aun se sigue escandalizando por estas cosas “contradictorias” que encuentran en la
Biblia, y que lamentablemente son ideas que la Iglesia nos viene enseñando a su debido tiempo, en
la medida en que progresa al conocimiento de la verdad plena, pero que todavía no llega del todo a
los que leen la Palabra de Dios porque no hay divulgadores que lleven a la gente sencilla esta
manera de comprender mejor los textos bíblicos, siendo que el Papa J.P. II en el año 1993 ya lo
pedía expresamente en un documento de la Iglesia.
Una vez decía San Agustín, en el siglo V: «No leemos en el Evangelio que el Señor haya dicho:
“Les envió el Espíritu Santo para que les enseñe el curso del sol y de la luna”. El Señor quiso
hacer cristianos, y no astrónomos». “Si en el siglo XVII los teólogos del Santo Oficio hubiesen
tenido en cuenta este principio tan claro, enseñado ya por la Tradición, no hubieran condenado a
Galileo Galilei”, quien el mismo científico dijo una vez: «La Biblia no enseña al hombre como es
el cielo, sino como llegar al cielo».

NOTA:

1_ Por eso es muy importante lo que dijo una vez el P. J.R. Méndez mientras enseñaba Teología
Moral Fundamental: “no se es cristiano sin los 10 mandamientos, pero tampoco se es cristiano
solo con los 10 mandamientos”, queriendo decir con esto que no nos tenemos que conformar solo
con los 10 mandamientos para aspirar al cielo, sino la de cumplir las Bienaventuranzas que son
como los 10 mandamientos que trae Jesús para vivir el mensaje de Dios, no ya de una manera
pasiva como lo presenta la Antigua Alianza sino de una manera activa como nos invita Jesucristo
para obrar el bien.

2_ FLAVIO JOSEFO, Antigüedades judías.


3_ D. ARENHOEVEL, Así nació la Biblia, Madrid 1980.
4_ CONCILIO VATICANO II, Constituciones, Decretos, Declaraciones. Madrid, 1991.

BIBLIOGRAFIA:

(Bibliografía base y algunos libros recomendados que están al alcance de todos y que sirven de
base para empezar a comprender esta manera de leer los textos sagrados)

 RIVAS L.H., ¿Qué es un Evangelio?, Bs. As. 2001.


 GRELOT, P., Hombre ¿Quién eres?, Estella, Verbo Divino, 1981.
 MESTERS C., Dios ¿Dónde estás? Una introducción practica a la Biblia, Estella Verbo
Divino, 1996.
 CHARPENTIER, E., Para leer el Nuevo Testamento, Estella, Verbo Divino, 1985.
 RIVAS L. H., Los libros y la historia de la Biblia. Introducción a las Sagradas Escrituras,
Ed. San Benito, Bs. As. 2001.
 LA OTRA CARA DE LA VERDAD, Programa televisivo auspiciado por la Universidad
Católica de Santiago del Estero (1997) LW 81 Tv canal 7, a través de la confrontación
periodística entre el Pbro. Ariel Álvarez Valdés y el periodista Rogelio Llapur
 ALVAREZ VALDES A., ¿Qué sabemos de la Biblia? (a quien me refiero en el escrito
como el teólogo)

También podría gustarte