Descubriendo la obesidad central en niños por pruebas simples de campo
El Índice de masa corporal, otra ancla clavada en el siglo XX
Jorge Roig (junio 2017) Según la Federación Internacional de Diabetes, dicha patología se incrementará desde 2011 (366 millones ) a 2030 (552 millones) en 186 millones de personas, con el agravante de que ese aumento además se observa en sujetos en edades cada vez más tempranas. Al respecto,, no es novedad que la obesidad central ha sido identificada como un fuerte factor de riesgo de padecer diabetes (DBT) (Hu D, et al. Central rather than overall obesity is related to diabetes in the Chinese population: the InterASIA study. Obesity (Silver Spring) 2007). Sin embargo, e incomprensiblemente, todavía no son pocos los profesionales que fuerzan la utilización del índice de masa corporal (BMI) como criterio de medición antropométrica para reflejar la obesidad (OB). Infelizmente este ya caduco método para identificar a personas con excedente de tejido graso no tiene en cuenta aspectos centrales como lo son la masa muscular y, no menos cuestionable, la distribución del tejido graso en el cuerpo del evaluado. Y justamente en este punto, la desconsideración de la valoración de la adiposidad localizada en la región abdominal desmerece al BMI como prueba que ayude a identificar personas en zonas de alto riesgo cardio- metabólico. Al respecto, y tal como lo afirman Lam y colegas, el BMI es una medida limitada debido a que la distribución de la grasa se ha demostrado diferir según la edad, el sexo y el origen étnico (Lam BC, et al. Comparison of body mass index (BMI), body adiposity index (BAI), waist circumference (WC), waist-to-hip ratio (WHR) and waist-to-height ratio (WHtR) as predictors of cardiovascular disease risk factors in an adult population in Singapore. PLoS One. 2015). Analizando el índice cintura/cadera (WHR), también este puede sobreestimar o subestimar el riesgo para las personas altas o bajas al no considerar las diferencias de altura, incluso mostrar datos muy relativos en quienes han perdido peso, tal como lo destacan Browning y colegas, ya que tal pérdida se puede ver también simultánea en cintura y cadera (Browning LM, et al. Systematic review of waist-to-height ratio as a screening tool for the prediction of cardiovascular disease and diabetes: 0·5 could be a suitable global boundary value. Nutr Res Rev. 2010) . Enumerando los varios índices que han sido propuestos para ponderar el riesgo cardio-metabólico y la probabilidad estadística de padecer DBT, el perímetro de cintura (WC), Cintura/cadera (WHR), y BMI han marcado la línea de elección primaria. Sin embargo todos ellos tienen sus cuestionamientos por varias razones que no viene al caso acá numerar pero que pueden leerse en varios trabajos que al respecto se han publicado. Observando sin embargo el ratio cintura/altura (WHtR), recientes meta-análisis de varios estudios prospectivos y transversales, han concluido que este es un predictor significativo de DBT, la hipertensión arterial, la enfermedad cardiovascular (HTA), los niveles de lípidos sanguíneos, y el síndrome metabólico (SM). Y si algo aporta como mensaje además este WHtR, es lo expresado por autores como Browning ( Browning LM, et al. A systematic review of waist-to-height ratio as a screening tool for the prediction of cardiovascular disease and diabetes: 0·5 could be a suitable global boundary value. Nutr Res Rev. 2010; ) y también Ashwell (Ashwell M, et al. Waist-to-height ratio is a better screening tool than waist circumference and BMI for adult cardiometabolic risk factors: systematic review and meta-analysis. Obes Rev. 2012). Ellos sugieren fuertemente “mantener la circunferencia de la cintura a menos de la mitad de la altura”. Y esto da justamente el valor que la ecuación sugiere y que se puede apreciar en el siguiente ejemplo. Si la persona tiene un perímetro de cintura de 96cm y la altura es de 170cm, la ecuación 96/170 da como resultado 0,56, lo que supera la mitad (0,50cm), o sea en zona de riesgo. El valor que mostraría “normalidad” o “saludable”, se encontraría para el ejemplo dado recién con un perímetro de cintura de 85 para esa altura (o sea la mitad de la altura). Aun considerando lo expresado, varios autores hablan de la posibilidad de tener factores reales de riesgo cardio-metabólicos cuando dicho índice supera el valor de 0,60. Considerar a la OB junto a la DBT es una necesidad imperiosa, y quizás lo es más desde el conocimiento de que, al igual que esta última, está aumentando dramáticamente entre los niños, tal como lo manifiesta Mei y colegas (Mei Z, et al. Validity of body mass index compared with other body-composition screening indexes for the assessment of body fatness in children and adolescents. Am J Clin Nutr. 2002). Y este dato es de fuerte implicancia a futuro, porque ella está vinculada con un mayor riesgo de obesidad en la edad adulta, la morbilidad y la mortalidad. Dado que no se ha definido aun cuál es el criterio que delimita a un individuo en algún grado de sobrepeso-obesidad, encontrar la manera de ubicarlo en algún punto es una prioridad. Al respecto, y comparando el BMI con el WHtR, Panjikkaran encontró que midiendo la circunferencia de cintura, los niños se mostraban con un 53,2% de obesidad, pero por BMI clasificaban como con sobrepeso o normales. Y además que el 16,8% estaba en riesgo cardio-metabólico al observar la relación cintura/altura (Panjikkaran ST et al. Augmenting BMI and Waist-Height Ratio for Establishing More Efficient Obesity Percentiles among School-going Children, Indian Journal of Community Medicine 2009). Lo interesante acá, y en línea con lo que los autores mencionados sostienen, debe considerarse que en verdad la altura está respondiendo al pasado nutricional así como a un vínculo muy estrecho con factores genéticos. Sin embargo, el peso graso que presenta al momento de la evaluación revela al estado nutricional presente así como a factores medioambientales, incluso a uno de tipo obesogénico en el cual el niño puede estar inmerso y estar siendo contaminado por el mismo. Finalmente cabe acá tener un dato más aportado ya hace algunos años por Flodmark y colegas. Estos investigadores observaron que niños obesos de entre 12 y 14 años con aumento del perímetro abdominal, tenían un perfil lipoproteico alterado negativamente (Flodmark CE, et al. Waist measurement correlates to a potentially atherogenic lipoprotein profile in obese 12-14 year old children. Acta Paediatr. 1994). Y sumando información en esta misma línea, un trabajo muy importante denominado Bolgousa Heart Study dio evidencia que una distribución concentrada de grasa abdominal e identificada por la circunferencia de la cintura en niños de entre 5 y 17 años de edad, fue asociado con una concentración negativa de triglicéridos, alto colesterol LDL, bajo colesterol HDL, y alteraciones de la hormona insulina (Freedman DS, et al.. Relation of circumferences and skin fold thicknesses to lipid and insulin concentrations child and adolescents: The Bogalusa Heart Study. Am J Clin Nutr. 1999). Así y tal como lo afirman Ashwell y Hsieh (Ashwell M, Hsieh SD. Six reasons why the waist-to-height ratio is a rapid and effective global indicator for health risks of obesity and how its use could simplify the international public health message on obesity. Int J Food Sci Nutr. 2005), la relación cintura-altura es más sensible que el BMI como una alerta temprana de riesgos para la salud. Y su alteración negativa se encuentra vinculada a todos los factores de riesgo propios de la OB y el SM, pudiendo predecir así la morbilidad e incluso la mortalidad en estudios de tipo longitudinal respecto al referido índice. Entonces, seguimos con el BMI? Para reflexionar…