Está en la página 1de 55

LUIS CARLOS BURNEO

© Luis Carlos Burneo, 2015


© YoPublico, 2015

Estoy durmiendo, siempre.

Desarrollo editorial, conversión y distribución digital por:


YoPublico S.A.C.
www.yopublico.net
Lima, Perú

Fotografía de cubierta: Ricardo Zegarra


Fotografía de interiores: Leo Galdós
Diseño: Manuel Ugarte

ISBN 978-612-4279-23-2

Esta publicación está auspiciada por Fundación Telefónica y BBVA Continental


© Luis Carlos Burneo, 2015
© YoPublico, 2015

Estoy durmiendo, siempre.

Desarrollo editorial, conversión y distribución digital por:


YoPublico S.A.C.
www.yopublico.net
Lima, Perú

Fotografía de cubierta: Ricardo Zegarra


Fotografía de interiores: Leo Galdós
Diseño: Manuel Ugarte

ISBN XXXXXX

Esta publicación está auspiciada por Fundación Telefónica y BBVA Continental


POR QUÉ EXISTE ESTO
Prólogo de Marco Sifuentes

Por supuesto que yo también creía que Henry


Spencer era tremendo huevonazo.
En agosto de 2007, después de negarme varias
veces a postear un video suyo (porque qué iban a decir
todos mis amigos a los que también les parecía un
huevonazo), coloqué en mi blog un bello registro que
Spencer hizo de una presentación de Pauchi Sasaki
Índice en Neomutatis.
“Insoportable pero chambero” fue lo que dije de
Prólogo 05 él en ese post —lo primero que escribí sobre él, ever—
Abuela y Enano 09 casi como excusándome por haber cometido el pecado
Juana sin memoria 13
Conversaciones con mamá 20 de lesa posería de rebotar algo suyo.
Una conversación con Miseliti 24 Un par de meses después no pude más de la
Papá y las Coronitas 29 curiosidad ante este inagotable integrante de esa cosa
1994 33
Cuando sea grande 38 rara, nueva y emocionante que era la blogósfera. Le
En busca de mi hermanita menor 41 pedí entrevistarlo. No debería haber sorprendido lo que
La importancia de nunca tirar la toalla 46 encontré. Alguien que ni remotamente es un huevón.
Diez pequeñas cosas para ser (un poco
más) feliz 50
POR QUÉ EXISTE ESTO
Prólogo de Marco Sifuentes

Por supuesto que yo también creía que Henry


Spencer era tremendo huevonazo.
En agosto de 2007, después de negarme varias
veces a postear un video suyo (porque qué iban a decir
todos mis amigos a los que también les parecía un
huevonazo), coloqué en mi blog un bello registro que
Spencer hizo de una presentación de Pauchi Sasaki
Índice en Neomutatis.
“Insoportable pero chambero” fue lo que dije de
Prólogo 05 él en ese post —lo primero que escribí sobre él, ever—
Abuela y Enano 09 casi como excusándome por haber cometido el pecado
Juana sin memoria 13
Conversaciones con mamá 20 de lesa posería de rebotar algo suyo.
Una conversación con Miseliti 24 Un par de meses después no pude más de la
Papá y las Coronitas 29 curiosidad ante este inagotable integrante de esa cosa
1994 33
Cuando sea grande 38 rara, nueva y emocionante que era la blogósfera. Le
En busca de mi hermanita menor 41 pedí entrevistarlo. No debería haber sorprendido lo que
La importancia de nunca tirar la toalla 46 encontré. Alguien que ni remotamente es un huevón.
Diez pequeñas cosas para ser (un poco
más) feliz 50
Ni un groupie pánfilo ni un artie hueco. Un ¿Por qué lo hacía si supuestamente era tan reservado?
tipo ingenuo y entusiasta, sí, como un niño. Pero, sobre Spencer —nunca he podido llamarlo de otra
todo, era un tipo con mucho amor por lo que hacía. forma— ama mucho su privacidad, lo he visto proteger-
Amar lo que haces es el requisito indispensable para la de las formas más inverosímiles. Y, sin embargo, se
entender lo que haces. Y todo aquel que realmente sabe expone en estas páginas. ¿Saben por qué? Porque la ama
lo que está haciendo es alguien con quien vale la pena tanto que la entiende perfectamente. Sabe perfectamen-
conversar más de una vez. te qué exponer y qué guardar. Este libro no es una catar-
(¿Alguna vez se han sentado a conversar con un sis adolescente ni un selfie convertido en palabras. Este
niño sobre algo que lo obsesione? Pocas veces tendrán libro es un paseo cuidadosamente planificado por la
un interlocutor tan esclarecido). vida privada de una persona que ha decidido exponerla
Ese Spencer privado es distinto al que baila para seguir protegiéndola. Para que, ante ti, como en la
Gangnam Style con los congresistas. O quizá no tanto. transformación final de Pinocho, el personaje Spencer
Ya les dije que él entiende lo que hace y sabe por qué se convierta en una persona. En un niño de verdad.
lo hace (y se cuestiona —uf, vaya que se cuestiona— lo
que hace). En todo caso, el Spencer privado de estas
páginas es un aspecto diferente de ese personaje a veces
estridente que todos conocen aunque sea superficial-
mente. Y, la verdad, no sé si este libro sea lo que esperan
aquellos que han consumido religiosamente todos
sus videos.
(Quizá sus haters no se sorprendan. Después
de todo, si Spencer les resulta —nos resultaba— tan
antipático, creo, es justamente por eso: por su perpetua
sorpresa infantil ante situaciones que ya todos hemos
pasteurizado mentalmente y hemos convertido en coti-
dianas, abúlicas, adultas).
Ese Spencer privado, expuesto en este libro,
se parece un poco al que asoma si rascas lo suficiente
debajo del personaje televisivo y youtubero. Eso sí: ese
Spencer privado nunca fue tan privado. Ya escribía
algunos de los textos que van a leer en un blog relativa-
mente caleta lanzado, sin que nadie lo supiera, casi en la
misma época en la que yo escribía que era un insoportable.
Ni un groupie pánfilo ni un artie hueco. Un ¿Por qué lo hacía si supuestamente era tan reservado?
tipo ingenuo y entusiasta, sí, como un niño. Pero, sobre Spencer —nunca he podido llamarlo de otra
todo, era un tipo con mucho amor por lo que hacía. forma— ama mucho su privacidad, lo he visto proteger-
Amar lo que haces es el requisito indispensable para la de las formas más inverosímiles. Y, sin embargo, se
entender lo que haces. Y todo aquel que realmente sabe expone en estas páginas. ¿Saben por qué? Porque la ama
lo que está haciendo es alguien con quien vale la pena tanto que la entiende perfectamente. Sabe perfectamen-
conversar más de una vez. te qué exponer y qué guardar. Este libro no es una catar-
(¿Alguna vez se han sentado a conversar con un sis adolescente ni un selfie convertido en palabras. Este
niño sobre algo que lo obsesione? Pocas veces tendrán libro es un paseo cuidadosamente planificado por la
un interlocutor tan esclarecido). vida privada de una persona que ha decidido exponerla
Ese Spencer privado es distinto al que baila para seguir protegiéndola. Para que, ante ti, como en la
Gangnam Style con los congresistas. O quizá no tanto. transformación final de Pinocho, el personaje Spencer
Ya les dije que él entiende lo que hace y sabe por qué se convierta en una persona. En un niño de verdad.
lo hace (y se cuestiona —uf, vaya que se cuestiona— lo
que hace). En todo caso, el Spencer privado de estas
páginas es un aspecto diferente de ese personaje a veces
estridente que todos conocen aunque sea superficial-
mente. Y, la verdad, no sé si este libro sea lo que esperan
aquellos que han consumido religiosamente todos
sus videos.
(Quizá sus haters no se sorprendan. Después
de todo, si Spencer les resulta —nos resultaba— tan
antipático, creo, es justamente por eso: por su perpetua
sorpresa infantil ante situaciones que ya todos hemos
pasteurizado mentalmente y hemos convertido en coti-
dianas, abúlicas, adultas).
Ese Spencer privado, expuesto en este libro,
se parece un poco al que asoma si rascas lo suficiente
debajo del personaje televisivo y youtubero. Eso sí: ese
Spencer privado nunca fue tan privado. Ya escribía
algunos de los textos que van a leer en un blog relativa-
mente caleta lanzado, sin que nadie lo supiera, casi en la
misma época en la que yo escribía que era un insoportable.
—¿Has escuchado el chiste del “¿Tengo ham-
bre?” —me dice mi abuela con una sonrisa traviesa.
—No, ¿de qué va?
Y abriendo la palma de su mano me lo cuenta.
—El dedo gordo le dice al índice “Tengo ham-
bre”, y el índice le dice al medio “¿Qué haremos?”, el otro
le responde “Robaremos”, y el anular “¿Y si nos pillan?”,
y el chiquito responde “Correremos”.
Los dos reímos como niños.
Ella es mi abuela.
En el año 2007, cuando iniciaba La Habitación
de Henry Spencer, se hizo famosa en el Internet —no
“en las redes”, porque todavía nadie utilizaba Twitter y
Facebook en ese entonces— por una hermosa sección
de videos de cocina que creamos juntos.
Esos videos se convirtieron en los primerísimos
episodios de mi blog y crearon una conexión especial
con miles de usuarios que se sintieron totalmente iden-

Estoy durmiendo, siempre 9


—¿Has escuchado el chiste del “¿Tengo ham-
bre?” —me dice mi abuela con una sonrisa traviesa.
—No, ¿de qué va?
Y abriendo la palma de su mano me lo cuenta.
—El dedo gordo le dice al índice “Tengo ham-
bre”, y el índice le dice al medio “¿Qué haremos?”, el otro
le responde “Robaremos”, y el anular “¿Y si nos pillan?”,
y el chiquito responde “Correremos”.
Los dos reímos como niños.
Ella es mi abuela.
En el año 2007, cuando iniciaba La Habitación
de Henry Spencer, se hizo famosa en el Internet —no
“en las redes”, porque todavía nadie utilizaba Twitter y
Facebook en ese entonces— por una hermosa sección
de videos de cocina que creamos juntos.
Esos videos se convirtieron en los primerísimos
episodios de mi blog y crearon una conexión especial
con miles de usuarios que se sintieron totalmente iden-

Estoy durmiendo, siempre 9


tificados, porque sus abuelas también cocinaban o por- que has grabado en ese casete, y cómo gente de todo el
que aprendieron de ellas a cocinar o simplemente porque mundo puede verlo? No entiendo”, y yo le explicaba con
la imagen de mi abuela les recordaba a su propia abuela. calma lo que era un blog y cómo funcionaba Internet.
“Qué suerte que tienes de tenerla todavía. Yo (Una vez, en 2007, mi abuela me llamó emocio-
extraño mucho a la mía, Spencer”, era un comentario nada porque escuchó en televisión el comentario de un
que se repetía una y otra vez —y cada vez que lo leía me especialista que decía que, en un futuro muy cercano,
sentía realmente agradecido de tenerla y pensaba que “Qué suerte los bloggers tomarían Internet, se convertirían en los
no podría imaginar la vida sin ella—. que tienes nuevos periodistas/comunicadores, y la forma de ente-
Han pasado siete años desde que grabamos de tener a tu rarnos de las cosas sería a través de una red de informa-
esos videos. ción creada por nosotros mismos.
Luego del almuerzo mi familia hace sobremesa. abuela “Tú eres blogger, ¿no?”, me preguntó por teléfono).
Yo estoy con mi abuela, al ladito, en la sala de TV. todavía. Mi primera experiencia de complicidad con ella
Nos abrazamos y nos contamos chistes. Ríe mu- Yo extraño fue a los seis años.
cho. Siempre ríe mucho conmigo. Me recogía del colegio todos los días y me en-
Se me ocurre sacar mi celular. mucho a la greía mucho.
Busco los episodios de cocina que grabamos. Se mía, Me compraba cositas, dulcecitos, me llevaba al
los muestro uno por uno. Spencer”. mercado de Lince a encontrar las figuritas que me falta-
La abuela sonríe impresionada. Mira la pantalla ban para llenar mi álbum de Navarrete, me acompañaba
de mi teléfono mientras se ve a ella misma cocinando. a comprar mis primeros casetes de rock.
—Enano… ¿cuándo hemos grabado eso? — “Pero no le Un día se le ocurrió invitarme un helado.
me pregunta. “Pero no le vas a decir nada a tu mamá, enano,
—Hace como siete años.
vas a decir ¿eh?”, me hizo prometer. (Recuerdo que mi mamá le
—¿Tanto grabamos? ¿Y la gente lo veía? nada a tu pedía que no me comprase helado —“no le des cosas
—A la gente le encantaba… y le encanta todavía. mamá, heladas”, decía— porque podía resfriarme).
—Sí, pues. Dirán “vieja boba” que se deja grabar Esa tarde mi abuela y yo disfrutamos juntos un
por el nieto. Se reirán, ¿no?
enano, helado de chocolate, que era como la mejor recompensa
—¿Qué hablas? Al contrario. Estos episodios ¿eh?”. tras estar encerrado durante siete horas en ese invento
son probablemente los más bonitos de la historia llamado colegio.
del blog. Al día siguiente, claro, me resfrié.
—Ay, enano. Yo no entiendo nada de esas Mi mamá se molestó y casi me exigió confesar si
cosas modernas. mi abuela había comprado algo helado.
Recordamos juntos esa época donde su único Como es obvio, chibolo asustado, le tiré dedo.
cuestionamiento era “¿Cómo pasas a la computadora lo “Me delataste, canallita”, se ríe ahora a carcajadas

10 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 11


tificados, porque sus abuelas también cocinaban o por- que has grabado en ese casete, y cómo gente de todo el
que aprendieron de ellas a cocinar o simplemente porque mundo puede verlo? No entiendo”, y yo le explicaba con
la imagen de mi abuela les recordaba a su propia abuela. calma lo que era un blog y cómo funcionaba Internet.
“Qué suerte que tienes de tenerla todavía. Yo (Una vez, en 2007, mi abuela me llamó emocio-
extraño mucho a la mía, Spencer”, era un comentario nada porque escuchó en televisión el comentario de un
que se repetía una y otra vez —y cada vez que lo leía me especialista que decía que, en un futuro muy cercano,
sentía realmente agradecido de tenerla y pensaba que “Qué suerte los bloggers tomarían Internet, se convertirían en los
no podría imaginar la vida sin ella—. que tienes nuevos periodistas/comunicadores, y la forma de ente-
Han pasado siete años desde que grabamos de tener a tu rarnos de las cosas sería a través de una red de informa-
esos videos. ción creada por nosotros mismos.
Luego del almuerzo mi familia hace sobremesa. abuela “Tú eres blogger, ¿no?”, me preguntó por teléfono).
Yo estoy con mi abuela, al ladito, en la sala de TV. todavía. Mi primera experiencia de complicidad con ella
Nos abrazamos y nos contamos chistes. Ríe mu- Yo extraño fue a los seis años.
cho. Siempre ríe mucho conmigo. Me recogía del colegio todos los días y me en-
Se me ocurre sacar mi celular. mucho a la greía mucho.
Busco los episodios de cocina que grabamos. Se mía, Me compraba cositas, dulcecitos, me llevaba al
los muestro uno por uno. Spencer”. mercado de Lince a encontrar las figuritas que me falta-
La abuela sonríe impresionada. Mira la pantalla ban para llenar mi álbum de Navarrete, me acompañaba
de mi teléfono mientras se ve a ella misma cocinando. a comprar mis primeros casetes de rock.
—Enano… ¿cuándo hemos grabado eso? — “Pero no le Un día se le ocurrió invitarme un helado.
me pregunta. “Pero no le vas a decir nada a tu mamá, enano,
—Hace como siete años.
vas a decir ¿eh?”, me hizo prometer. (Recuerdo que mi mamá le
—¿Tanto grabamos? ¿Y la gente lo veía? nada a tu pedía que no me comprase helado —“no le des cosas
—A la gente le encantaba… y le encanta todavía. mamá, heladas”, decía— porque podía resfriarme).
—Sí, pues. Dirán “vieja boba” que se deja grabar Esa tarde mi abuela y yo disfrutamos juntos un
por el nieto. Se reirán, ¿no?
enano, helado de chocolate, que era como la mejor recompensa
—¿Qué hablas? Al contrario. Estos episodios ¿eh?”. tras estar encerrado durante siete horas en ese invento
son probablemente los más bonitos de la historia llamado colegio.
del blog. Al día siguiente, claro, me resfrié.
—Ay, enano. Yo no entiendo nada de esas Mi mamá se molestó y casi me exigió confesar si
cosas modernas. mi abuela había comprado algo helado.
Recordamos juntos esa época donde su único Como es obvio, chibolo asustado, le tiré dedo.
cuestionamiento era “¿Cómo pasas a la computadora lo “Me delataste, canallita”, se ríe ahora a carcajadas

10 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 11


mi abuela veinticinco años después mientras celebra-
mos Navidad.
Es como la gran anécdota que amamos, que cada
año —a cada rato, en realidad— nos gusta recordar.
Yo amo, también, nuestras constantes conversa-
ciones telefónicas.
Siempre me llama a casa para saber cómo estoy,
para chismear, para tontear.
Nos quedamos diez, veinte, treinta y hasta cua-
renta minutos a veces, hablando de todo y nada, acom-
pañándonos como uno acompaña a ese amigo al que
llamas cuando no tienes nada que hacer y simplemente
quieres decir “¿qué hay?”.
Esas conversaciones casi siempre terminan con
palabras suyas que, aunque las he escuchado mil millo-
nes de veces, siempre me conmueven.
“Ya pues, enano. Hablamos en un ratito. Te
I
dejo para que hagas tus cosas. Yo te quiero mucho. Te
recuerdo todos los días y siempre le pido al Señor por
Soy un feliz repartidor de stickers de La Habita-
ti en todas mis oraciones. Y estoy segura de que Él me
ción de Henry Spencer. Esa sería mi descripción under-
escucha, porque sé que te va muy bien y por eso estoy
ground del trabajo.
orgullosa de tener un nieto como tú”.
Para el público general, claro, soy “el reportero
Ella es mi abuela. Por eso la amo.
loco que la semana pasada hizo bailar a los congresistas
El baile del caballo”.
Y está bien. La primera descripción me hace
sonreír —¿puede haber mayor felicidad que regalar algo
como el sticker de una chamba que te hace sentir orgu-
lloso?—y la segunda, la descripción televisiva, me hace
cagar de risa.
Esta semana estoy mezclando ambas profesio-
nes, visitando en medio de mis grabaciones diarias
las casas de todas las personas que, vía Twitter, me
piden stickers.

12 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 13


mi abuela veinticinco años después mientras celebra-
mos Navidad.
Es como la gran anécdota que amamos, que cada
año —a cada rato, en realidad— nos gusta recordar.
Yo amo, también, nuestras constantes conversa-
ciones telefónicas.
Siempre me llama a casa para saber cómo estoy,
para chismear, para tontear.
Nos quedamos diez, veinte, treinta y hasta cua-
renta minutos a veces, hablando de todo y nada, acom-
pañándonos como uno acompaña a ese amigo al que
llamas cuando no tienes nada que hacer y simplemente
quieres decir “¿qué hay?”.
Esas conversaciones casi siempre terminan con
palabras suyas que, aunque las he escuchado mil millo-
nes de veces, siempre me conmueven.
“Ya pues, enano. Hablamos en un ratito. Te
I
dejo para que hagas tus cosas. Yo te quiero mucho. Te
recuerdo todos los días y siempre le pido al Señor por
Soy un feliz repartidor de stickers de La Habita-
ti en todas mis oraciones. Y estoy segura de que Él me
ción de Henry Spencer. Esa sería mi descripción under-
escucha, porque sé que te va muy bien y por eso estoy
ground del trabajo.
orgullosa de tener un nieto como tú”.
Para el público general, claro, soy “el reportero
Ella es mi abuela. Por eso la amo.
loco que la semana pasada hizo bailar a los congresistas
El baile del caballo”.
Y está bien. La primera descripción me hace
sonreír —¿puede haber mayor felicidad que regalar algo
como el sticker de una chamba que te hace sentir orgu-
lloso?—y la segunda, la descripción televisiva, me hace
cagar de risa.
Esta semana estoy mezclando ambas profesio-
nes, visitando en medio de mis grabaciones diarias
las casas de todas las personas que, vía Twitter, me
piden stickers.

12 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 13


II este momento y no quiero olvidarlo, porque me parece
lindo que te hayas tomado el trabajo de venir a regalar-
Siempre me han gustado los nombres bonitos, me stickers.
los nombres bonitos de personas, animales o cosas. Nos tomamos una foto. Nos abrazamos. Nos
Las cosas que he creado, los proyectos que ma- despedimos.
nejo, llevan nombres bonitos, recordables, que creo te “Bueno, no te olvides de mí”, le digo mientras
dan ganas de mencionar. Eso es básico. camino hacia el auto.
Cuando conozco a una persona y me gusta su Me sonríe.
nombre —o su apellido o la combinación de sus nom-
bres y apellidos— siempre se lo menciono.
“Oye, qué bonito nombre tienes”, y la gente sonríe. III
Hoy nos hemos desviado un poquito de la ruta
de grabaciones del programa —por favor, no lo mencio- Pasa una semana y, revisando Twitter, encuen-
nen a la producción del canal—, y ahora estoy frente a tro un tuit de Juana, que ahora lleva como nombre de
la puerta de la casa de una chica que, en Twitter, se hace usuario “Juana sin memoria”.
llamar “Juana Desmemoria”. “Estoy pasando por una crisis. Me gustaría ha-
Me ha pedido stickers. Le he traído stickers y blar con alguien”, escribe.
postales. Le envío un mensaje directo y le pido su teléfo-
Abre la puerta y me queda mirando, sonriendo. no —si yo algún día escribiera algo así, me gustaría que
—¿Qué fue? —le pregunto. alguien me llamara para conversar—.
—Nada. En verdad has venido —me responde Me envía su número. La llamo.
sorprendida. Se sorprende. Reacciona de la misma manera
—Claro. ¿No quedamos en eso? que cuando la visité en casa para regalarle stickers.
—Sí, pero no pensé que realmente fueras a venir. Conversamos por casi veinte minutos. Me expli-
Le entrego stickers y postales. Me agradece. ca de modo detallado su condición.
Conversamos unos minutos y antes de irme le Cuando escribió ese tuit ella sentía que le estaba
digo “Oye, qué paja tu nombre de Twitter. Juana Des- viniendo un ataque epiléptico. “Yo puedo sentir que está
memoria. Suena bien bonito”. viniendo. Mi cuerpo me lo anuncia para que de algún
—Es que es verdad —me explica—. Tengo pér- modo esté preparada”.
didas de memoria porque sufro de epilepsia. Hablamos sobre su memoria. Me dice que su
Me quedo sin palabras. mamá murió hace poco. Que se reía mucho con mis
—Es más, voy a llamar a mi hermana para que notas en la tele. Que a veces se despierta, olvida que su
nos haga una fotografía, porque de lo contrario olvidaré madre murió y empieza a buscarla por la casa. La llama.

14 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 15


II este momento y no quiero olvidarlo, porque me parece
lindo que te hayas tomado el trabajo de venir a regalar-
Siempre me han gustado los nombres bonitos, me stickers.
los nombres bonitos de personas, animales o cosas. Nos tomamos una foto. Nos abrazamos. Nos
Las cosas que he creado, los proyectos que ma- despedimos.
nejo, llevan nombres bonitos, recordables, que creo te “Bueno, no te olvides de mí”, le digo mientras
dan ganas de mencionar. Eso es básico. camino hacia el auto.
Cuando conozco a una persona y me gusta su Me sonríe.
nombre —o su apellido o la combinación de sus nom-
bres y apellidos— siempre se lo menciono.
“Oye, qué bonito nombre tienes”, y la gente sonríe. III
Hoy nos hemos desviado un poquito de la ruta
de grabaciones del programa —por favor, no lo mencio- Pasa una semana y, revisando Twitter, encuen-
nen a la producción del canal—, y ahora estoy frente a tro un tuit de Juana, que ahora lleva como nombre de
la puerta de la casa de una chica que, en Twitter, se hace usuario “Juana sin memoria”.
llamar “Juana Desmemoria”. “Estoy pasando por una crisis. Me gustaría ha-
Me ha pedido stickers. Le he traído stickers y blar con alguien”, escribe.
postales. Le envío un mensaje directo y le pido su teléfo-
Abre la puerta y me queda mirando, sonriendo. no —si yo algún día escribiera algo así, me gustaría que
—¿Qué fue? —le pregunto. alguien me llamara para conversar—.
—Nada. En verdad has venido —me responde Me envía su número. La llamo.
sorprendida. Se sorprende. Reacciona de la misma manera
—Claro. ¿No quedamos en eso? que cuando la visité en casa para regalarle stickers.
—Sí, pero no pensé que realmente fueras a venir. Conversamos por casi veinte minutos. Me expli-
Le entrego stickers y postales. Me agradece. ca de modo detallado su condición.
Conversamos unos minutos y antes de irme le Cuando escribió ese tuit ella sentía que le estaba
digo “Oye, qué paja tu nombre de Twitter. Juana Des- viniendo un ataque epiléptico. “Yo puedo sentir que está
memoria. Suena bien bonito”. viniendo. Mi cuerpo me lo anuncia para que de algún
—Es que es verdad —me explica—. Tengo pér- modo esté preparada”.
didas de memoria porque sufro de epilepsia. Hablamos sobre su memoria. Me dice que su
Me quedo sin palabras. mamá murió hace poco. Que se reía mucho con mis
—Es más, voy a llamar a mi hermana para que notas en la tele. Que a veces se despierta, olvida que su
nos haga una fotografía, porque de lo contrario olvidaré madre murió y empieza a buscarla por la casa. La llama.

14 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 15


No la encuentra. De pronto ve un pequeño altar con sus Te preguntó si te gustaban los documentales.
fotos y recuerda todo. Le respondiste que sí.
(Se me salen las lágrimas mientras cuenta esto La neuróloga te recomendó ver películas y documenta-
pero no se lo digo). les, ya que ayudan a que tu cerebro esté en constante ejercicio y
Me agradece mucho por llamar. agudiza tu memoria (tampoco es que haya funcionado mucho
—No te olvides de esta llamada —le digo. hasta el momento, ja).
—No te preocupes, apenas colguemos voy a “Es más, voy
Te recomendó el documental About a Son sobre
escribirme un correo para recordarme todo esto y no a llamar a Kurt Cobain.
olvidar que me llamaste cuando necesitaba conversar. mi hermana Te contó que estaba hecho con audios de entrevistas.
—¿En serio? ¿Te vas a mandar un correo a Recuerda verlo. Si te lo recomendó debe ser bueno.
ti misma? para que nos
Le contaste acerca de mamá, que se reía con sus notas
—Claro, mi mamá me enseñó eso, a recordar haga una en Canal 2 y Canal 5.
esas cosas que olvido como historias. fotografía”. Que tu viejo renegó harto con la nota del Gangnam
—Qué bonito.
Style en el Congreso.
Colgamos. Luego de media hora me reenvía un
Además, no sé cómo se enteró de que te gustaba
correo que lleva como título Recordatorio.
Blink 182 y te recomendó Angels and Airwaves, la banda de
Tom DeLonge.
Te llamó Henry Spencer, el que sale en Canal 5.
Quizá puede leer la mente.
Te llamó el 21 de octubre de 2012 a las 7:07 pm.
No recuerdo mucho más.
No te sorprendas, te sentías deprimida, escribiste un “Veo Él dijo que te haría recordar más cosas si tú no podías.
par de tuits depresivos en Twitter y él te respondió y te llamó.
pajaritos No te olvides de leer esto, porque si algún día vuelves a
¿Te acuerdas que se conocieron, no?
Eso sí lo recuerdas, por la foto que te tomaste con él. en el techo, conversar con él o te lo encuentras, sería bueno que le agradez-
gatitos de cas por llamarte y hablar contigo por veinte minutos cuando
Bueno, le contaste que tienes epilepsia.
estabas en medio de una crisis depresiva.
Fue muy lindo al llamarte. Te preguntó cómo estabas. colores
Recordaste que te dio risa la nota del Gangnam Style
en el Congreso.
caminando
por el piso”. IV
A él también le pareció un cague de risa hacer bailar a
los congresistas, pero luego te comentó que le llegaba al pincho
Al día siguiente suena mi teléfono.
que, como a todos les había encantado la nota, el programa lo Es Juana.
mandara a todos lados a hacer lo mismo, y como él ya no que- —¿Aló? ¿Con quién hablo? —me pregunta.
ría, había tenido algunas (varias) discusiones con la producción. —Juana, soy Luis Carlos. ¿No has guardado
Ya no le parecía gracioso hacerlo tantas veces. mi número?

16 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 17


No la encuentra. De pronto ve un pequeño altar con sus Te preguntó si te gustaban los documentales.
fotos y recuerda todo. Le respondiste que sí.
(Se me salen las lágrimas mientras cuenta esto La neuróloga te recomendó ver películas y documenta-
pero no se lo digo). les, ya que ayudan a que tu cerebro esté en constante ejercicio y
Me agradece mucho por llamar. agudiza tu memoria (tampoco es que haya funcionado mucho
—No te olvides de esta llamada —le digo. hasta el momento, ja).
—No te preocupes, apenas colguemos voy a “Es más, voy
Te recomendó el documental About a Son sobre
escribirme un correo para recordarme todo esto y no a llamar a Kurt Cobain.
olvidar que me llamaste cuando necesitaba conversar. mi hermana Te contó que estaba hecho con audios de entrevistas.
—¿En serio? ¿Te vas a mandar un correo a Recuerda verlo. Si te lo recomendó debe ser bueno.
ti misma? para que nos
Le contaste acerca de mamá, que se reía con sus notas
—Claro, mi mamá me enseñó eso, a recordar haga una en Canal 2 y Canal 5.
esas cosas que olvido como historias. fotografía”. Que tu viejo renegó harto con la nota del Gangnam
—Qué bonito.
Style en el Congreso.
Colgamos. Luego de media hora me reenvía un
Además, no sé cómo se enteró de que te gustaba
correo que lleva como título Recordatorio.
Blink 182 y te recomendó Angels and Airwaves, la banda de
Tom DeLonge.
Te llamó Henry Spencer, el que sale en Canal 5.
Quizá puede leer la mente.
Te llamó el 21 de octubre de 2012 a las 7:07 pm.
No recuerdo mucho más.
No te sorprendas, te sentías deprimida, escribiste un “Veo Él dijo que te haría recordar más cosas si tú no podías.
par de tuits depresivos en Twitter y él te respondió y te llamó.
pajaritos No te olvides de leer esto, porque si algún día vuelves a
¿Te acuerdas que se conocieron, no?
Eso sí lo recuerdas, por la foto que te tomaste con él. en el techo, conversar con él o te lo encuentras, sería bueno que le agradez-
gatitos de cas por llamarte y hablar contigo por veinte minutos cuando
Bueno, le contaste que tienes epilepsia.
estabas en medio de una crisis depresiva.
Fue muy lindo al llamarte. Te preguntó cómo estabas. colores
Recordaste que te dio risa la nota del Gangnam Style
en el Congreso.
caminando
por el piso”. IV
A él también le pareció un cague de risa hacer bailar a
los congresistas, pero luego te comentó que le llegaba al pincho
Al día siguiente suena mi teléfono.
que, como a todos les había encantado la nota, el programa lo Es Juana.
mandara a todos lados a hacer lo mismo, y como él ya no que- —¿Aló? ¿Con quién hablo? —me pregunta.
ría, había tenido algunas (varias) discusiones con la producción. —Juana, soy Luis Carlos. ¿No has guardado
Ya no le parecía gracioso hacerlo tantas veces. mi número?

16 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 17


—¿Luis Carlos? No lo recuerda. Sabe que somos amigos pero no
—Luis Carlos Burneo. Estuvimos hablando ayer puede recordar cómo se inició todo.
por teléfono. Le cuento lo de los stickers.
—¿Sí? Disculpa, no lo recuerdo. Discúlpame si —¿Yo te di mi dirección? ¿Sí? Qué raro. Yo nun-
te molesté por teléfono. ca haría eso. No confiaría.
—No, ninguna molestia. Hablamos bien. Escri- Termina la presentación.
biste un tuit. Te llamé. Lo escribiste todo en tu correo. Óscar, nuestro profesor, anuncia que es la última
—¿Sí? Está bien. Lo leeré. actividad del colegio en ese local —lugar donde viví mi
Está confundida. Se disculpa. Se despide de mí. inolvidable quinto de media—, ya que pronto lo derri-
barán para hacer un edificio.
“Esto es casi una despedida”, dice.
V Debo irme.
Juana me acompaña a recoger mi bicicleta y me
Un año después Juana y yo somos amigos. hace la taba hasta la puerta de mi colegio.
Me invita a la presentación de la Editorial Cartone- Conversamos un ratito. Quedamos en vernos
ra de los alumnos del colegio donde terminé secundaria. pronto.
Asisto encantado. Me siento junto a ella en “No te olvides de mí”, le digo ya montado en mi bici.
el salón. Me sonríe.
Le doy la mano un ratito porque minutos antes “Tú tampoco”, responde.
me ha contado por teléfono que no se siente muy bien.
—Tengo alucinaciones —me dice.
—¿Qué ves? —le respondo susurrando en me-
dio de la presentación.
—Veo pajaritos en el techo, gatitos de colores
caminando por el piso.
—Ok, pero sabes que no están.
—Sí, sé que no están, pero igual los veo.
—¿Sí? ¿Sabiendo que no son de verdad igual los ves?
—Sí, se llaman alucinaciones complejas.
—Tranquila. No hay nada.
—Lo sé —me responde.
Luego de un rato le pregunto si se acuerda cómo
nos conocimos.

18 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 19


—¿Luis Carlos? No lo recuerda. Sabe que somos amigos pero no
—Luis Carlos Burneo. Estuvimos hablando ayer puede recordar cómo se inició todo.
por teléfono. Le cuento lo de los stickers.
—¿Sí? Disculpa, no lo recuerdo. Discúlpame si —¿Yo te di mi dirección? ¿Sí? Qué raro. Yo nun-
te molesté por teléfono. ca haría eso. No confiaría.
—No, ninguna molestia. Hablamos bien. Escri- Termina la presentación.
biste un tuit. Te llamé. Lo escribiste todo en tu correo. Óscar, nuestro profesor, anuncia que es la última
—¿Sí? Está bien. Lo leeré. actividad del colegio en ese local —lugar donde viví mi
Está confundida. Se disculpa. Se despide de mí. inolvidable quinto de media—, ya que pronto lo derri-
barán para hacer un edificio.
“Esto es casi una despedida”, dice.
V Debo irme.
Juana me acompaña a recoger mi bicicleta y me
Un año después Juana y yo somos amigos. hace la taba hasta la puerta de mi colegio.
Me invita a la presentación de la Editorial Cartone- Conversamos un ratito. Quedamos en vernos
ra de los alumnos del colegio donde terminé secundaria. pronto.
Asisto encantado. Me siento junto a ella en “No te olvides de mí”, le digo ya montado en mi bici.
el salón. Me sonríe.
Le doy la mano un ratito porque minutos antes “Tú tampoco”, responde.
me ha contado por teléfono que no se siente muy bien.
—Tengo alucinaciones —me dice.
—¿Qué ves? —le respondo susurrando en me-
dio de la presentación.
—Veo pajaritos en el techo, gatitos de colores
caminando por el piso.
—Ok, pero sabes que no están.
—Sí, sé que no están, pero igual los veo.
—¿Sí? ¿Sabiendo que no son de verdad igual los ves?
—Sí, se llaman alucinaciones complejas.
—Tranquila. No hay nada.
—Lo sé —me responde.
Luego de un rato le pregunto si se acuerda cómo
nos conocimos.

18 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 19


Suena el teléfono de mi casa por la noche mien-
tras estoy sentando frente a mi sistema de sonido escu-
chando a Cerati.
Es mi mamá.
Contesto.
—Papito, qué milagro que te encuentro. Toda la
semana te he llamado y nada. ¿Dónde es que paras?
—Pucha, ma, entro y salgo todo el día.
—Sí. Todo el día, porque nunca te encuentro.
Oye, vi el nuevo episodio que grabaste para el banco.
Me emociono. Estoy particularmente orgulloso
de ese episodio, ya que creo que marca el tono para las
siguientes cosas que haremos en este extraño y diverti-
do mundo de ficción donde nos interpretamos a noso-
tros mismos.
Mi mamá, además, siempre tiene interesantes
puntos de vista y me ayuda, como público, a confirmar
si las cosas que creemos graciosas finalmente dieron risa.

20 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 21


Suena el teléfono de mi casa por la noche mien-
tras estoy sentando frente a mi sistema de sonido escu-
chando a Cerati.
Es mi mamá.
Contesto.
—Papito, qué milagro que te encuentro. Toda la
semana te he llamado y nada. ¿Dónde es que paras?
—Pucha, ma, entro y salgo todo el día.
—Sí. Todo el día, porque nunca te encuentro.
Oye, vi el nuevo episodio que grabaste para el banco.
Me emociono. Estoy particularmente orgulloso
de ese episodio, ya que creo que marca el tono para las
siguientes cosas que haremos en este extraño y diverti-
do mundo de ficción donde nos interpretamos a noso-
tros mismos.
Mi mamá, además, siempre tiene interesantes
puntos de vista y me ayuda, como público, a confirmar
si las cosas que creemos graciosas finalmente dieron risa.

20 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 21


—¿Cómo es que te enteras tan rápido de todo? —Qué raro. Se te ve gordo, hijito.
¿Estás siguiendo la página de La Habitación… en Face- Le cambio de tema. Es evidente que no me co-
book, no? mentará sobre el episodio en sí. No importa.
—Sí, claro. Ahí leo todito. Hablamos de los planes de Navidad, de su arbolito.
Y el gran momento llega. Me pide que rescate todas las fotos de las fiestas
—Entonces, ¿qué te pareció el nuevo episodio pasadas de su antigua tablet —mi primera tablet, que
del banco? “Ahh. Otra le regalé hace un año y recientemente se la cambié por
—Mira, está bonito, pero… ¿por qué sales con cosa, hijo… una más bonita y moderna—.
esa barba, hijo? pero no te —¿Cómo estás de tu cuello? —me pregunta.
—¿Cómo? —Muy bien. Pasó lo más gracioso. Estuve
—¿Desde cuándo no te afeitas? Cómo vas a salir vayas a tomando pastillas por un par de días y nada. Luego me
así, pues. molestar, ¿eh? puse ese collarín de hierbitas…
—Pucha, hace tiempo no me afeito. Pero, ¿qué Te ves gordo. —¿El que se calienta en el microondas?
te pareció la historia? —Sí, ese. Me lo puse toda una mañana, lo ca-
—Está bien, pero tienes que afeitarte antes de Se te ve lenté como cinco veces, y al toque esa tarde ya no me
grabar pues, hijito. ¿Y esos pelos? ¿Estás usando el rea- grueso”. molestaba el cuello.
condicionador que te regalé? —Ay, hijo. Es lo que siempre te digo, pues. No
—Sí, siempre lo uso. ¿Entonces te pareció gra- me haces caso. Ustedes nunca me hacen
cioso? ¿Qué partes te hicieron reír? caso. Igual tu hermano. Estaba con tos el
—¿Por qué tu pelo sale tan ondulado? ¿No te otro día y yo “Hijo, toma propóleo”, y él
peinan antes de grabar? nada. “Hijo, propóleo”. Nada. Luego de
—Sí, sí me peinan. Es que me despeino al toque dos días tomó y le paró al toque. Es que
porque saltamos, corremos, nos tiramos al piso. nunca me hacen caso, pues.
—Ahh. Otra cosa, hijo… pero no te vayas a mo- Luego de un ratito le digo que
lestar, ¿eh? Te ves gordo. Se te ve grueso. tengo que cortar porque debo bañarme.
—¿Sí? —le pregunto, ya con el ego herido. —¿Te vas a bañar a esta hora,
—Sí, se te ve grueso, distinto. ¿Sigues comiendo hijito?
tus vegetales? —Es que acabo de venir de correr
—Sí, todos los días. del parque, ma.
—Pero, ¿estás haciendo dieta? —¿Cómo? ¿Has estado hablando
—O sea, he dejado por completo la comida todo el rato con la ropa húmeda? No
chatarra, gaseosas, harinas y siempre trato que en toda pues, hijo. Se te va a enfriar el cuerpo.
comida haya vegetales. Anda, rápido, báñate de una vez, ¡no
te vayas a resfriar!

22 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 23


—¿Cómo es que te enteras tan rápido de todo? —Qué raro. Se te ve gordo, hijito.
¿Estás siguiendo la página de La Habitación… en Face- Le cambio de tema. Es evidente que no me co-
book, no? mentará sobre el episodio en sí. No importa.
—Sí, claro. Ahí leo todito. Hablamos de los planes de Navidad, de su arbolito.
Y el gran momento llega. Me pide que rescate todas las fotos de las fiestas
—Entonces, ¿qué te pareció el nuevo episodio pasadas de su antigua tablet —mi primera tablet, que
del banco? “Ahh. Otra le regalé hace un año y recientemente se la cambié por
—Mira, está bonito, pero… ¿por qué sales con cosa, hijo… una más bonita y moderna—.
esa barba, hijo? pero no te —¿Cómo estás de tu cuello? —me pregunta.
—¿Cómo? —Muy bien. Pasó lo más gracioso. Estuve
—¿Desde cuándo no te afeitas? Cómo vas a salir vayas a tomando pastillas por un par de días y nada. Luego me
así, pues. molestar, ¿eh? puse ese collarín de hierbitas…
—Pucha, hace tiempo no me afeito. Pero, ¿qué Te ves gordo. —¿El que se calienta en el microondas?
te pareció la historia? —Sí, ese. Me lo puse toda una mañana, lo ca-
—Está bien, pero tienes que afeitarte antes de Se te ve lenté como cinco veces, y al toque esa tarde ya no me
grabar pues, hijito. ¿Y esos pelos? ¿Estás usando el rea- grueso”. molestaba el cuello.
condicionador que te regalé? —Ay, hijo. Es lo que siempre te digo, pues. No
—Sí, siempre lo uso. ¿Entonces te pareció gra- me haces caso. Ustedes nunca me hacen
cioso? ¿Qué partes te hicieron reír? caso. Igual tu hermano. Estaba con tos el
—¿Por qué tu pelo sale tan ondulado? ¿No te otro día y yo “Hijo, toma propóleo”, y él
peinan antes de grabar? nada. “Hijo, propóleo”. Nada. Luego de
—Sí, sí me peinan. Es que me despeino al toque dos días tomó y le paró al toque. Es que
porque saltamos, corremos, nos tiramos al piso. nunca me hacen caso, pues.
—Ahh. Otra cosa, hijo… pero no te vayas a mo- Luego de un ratito le digo que
lestar, ¿eh? Te ves gordo. Se te ve grueso. tengo que cortar porque debo bañarme.
—¿Sí? —le pregunto, ya con el ego herido. —¿Te vas a bañar a esta hora,
—Sí, se te ve grueso, distinto. ¿Sigues comiendo hijito?
tus vegetales? —Es que acabo de venir de correr
—Sí, todos los días. del parque, ma.
—Pero, ¿estás haciendo dieta? —¿Cómo? ¿Has estado hablando
—O sea, he dejado por completo la comida todo el rato con la ropa húmeda? No
chatarra, gaseosas, harinas y siempre trato que en toda pues, hijo. Se te va a enfriar el cuerpo.
comida haya vegetales. Anda, rápido, báñate de una vez, ¡no
te vayas a resfriar!

22 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 23


Me despierto de madrugada. Debe faltar poco
para que amanezca, pienso, porque aunque es de noche
algunos pajarillos ya anuncian tímidamente la mañana.
¿Y ahora cómo hago para dormir?, me pregunto
mientras intento estirar mi brazo, aún medio dormido,
hacia mi S4 para revisar mi cuenta de Twitter.
El problema es que si cojo el teléfono ya no
dormiré. Porque tampoco es que tenga sueño, pero si
empiezo mi día a esta hora (estando en Twitter, saliendo
a correr, duchándome, viendo series, todo en ese or-
den), a las ocho o nueve de la noche ya estaré buscando
mi almohadita.
Obviamente, termino con el teléfono en la mano.
Son las 4:36 am.
Entro a distraerme viendo los tuiteos madru-
gadores —siempre interesantes, con un tono distinto,
mucho menos apasionado que los del día— y encuentro

24 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 25


Me despierto de madrugada. Debe faltar poco
para que amanezca, pienso, porque aunque es de noche
algunos pajarillos ya anuncian tímidamente la mañana.
¿Y ahora cómo hago para dormir?, me pregunto
mientras intento estirar mi brazo, aún medio dormido,
hacia mi S4 para revisar mi cuenta de Twitter.
El problema es que si cojo el teléfono ya no
dormiré. Porque tampoco es que tenga sueño, pero si
empiezo mi día a esta hora (estando en Twitter, saliendo
a correr, duchándome, viendo series, todo en ese or-
den), a las ocho o nueve de la noche ya estaré buscando
mi almohadita.
Obviamente, termino con el teléfono en la mano.
Son las 4:36 am.
Entro a distraerme viendo los tuiteos madru-
gadores —siempre interesantes, con un tono distinto,
mucho menos apasionado que los del día— y encuentro

24 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 25


un tuit de Gisela Ponce de León, actriz de cine, teatro y da y no sentía la necesidad de mostrar el “entusiasmo”
TV que, para mi suerte, es protagonista de un montón característico de cualquier entrevista mediática.
de episodios de La Habitación de Henry Spencer. Me pareció algo fascinante. Siempre he creído
“¿Y ahora cómo hago para dormir?”, dice. que algunas personas son más interesantes que los pa-
Sonrío. peles que representan en la tele o el cine, y por eso vivo
Le hago reply con una respuesta súper tonta con la ilusión de que hagan de ellos mismos en alguna
pero que, al menos para mí, tiene como única película y que, al recibir el elogio del público, puedan
finalidad pasar la voz al otro que ya se despertó (o decir “Pero hice de mí mismo, o sea que yo te gusto/cai-
que no puede dormir) o decirle “hola” al que abrió go bien”).
los ojos un ratito para visitar brevemente el baño y, “Ya, ¿y de qué va la película?”, me tuitea de vuelta.
claro, Twitter. “Eres tú. Una actriz a punto de filmar una nueva
“¿Ovejitas?”, le sugiero para el sueño. película que está preocupada de que la gente se diga
“Spencer, anda duerme”, me responde. ‘¿Qué? ¿Otra vez esa chica en el cine?’”.
Aprovecho para lanzarle, nuevamente, una pro- “Ja. ‘Una actriz que anda bien preocupada en ge-
puesta que le hice en verano. neral’, sería. ¿Pero qué es esto, un documental o algo así?”.
“¿Alguna vez te dije que quiero hacer contigo “No, es ficción. Pásame tu teléfono”.
una película donde te interpretes a ti misma? Ahh, sí. Y Y me siento huevón. ¿Qué hago pidiéndole su
me choteaste”. teléfono a las cuatro de la mañana para hablarle de una
“Es que después me van a decir cosas horribles película pastrula donde básicamente quiero que haga de
como ‘¿Qué? ¿Otra vez esa chica en el cine?’ o que estoy ella?, pienso.
overrated o cualquier cosa”. Me manda su número telefónico por mensaje
“Qué importa lo que diga la gente. La cosa es directo.
pasarla bonito. Te llamarías ‘Gisela’ y estos tuits serían el La llamo.
inicio de la película”. —Amigo Spencer —contesta con la tierna voz
(Conozco a Gisela desde el año 2007, gracias a de adolescente con la que habla en muchos de los episo-
una conversa en La Habitación… que grabamos en un dios de La Habitación...
parque cerca a su casa. Desde el primer minuto sentí —Amiga Piseli —la llamo por una de las tantas
que se aburría mucho. Se le veía seria, pausada, como variaciones de su nombre en Twitter—. No es un docu-
si charlara de modo relajado con un amigo de todos mental. Es una película de ficción donde interpretas a
los días y no con una persona que recién conocía y la un personaje basado en ti misma. Estoy seguro de que
grababa con una cámara. sería una cinta muy bonita.
Al llegar a casa vi la grabación y cambié de idea. Se queda en silencio unos segundos, pensando.
Pensé que Gisela, al contrario, aparecía cómo- De pronto me llena de preguntas.

26 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 27


un tuit de Gisela Ponce de León, actriz de cine, teatro y da y no sentía la necesidad de mostrar el “entusiasmo”
TV que, para mi suerte, es protagonista de un montón característico de cualquier entrevista mediática.
de episodios de La Habitación de Henry Spencer. Me pareció algo fascinante. Siempre he creído
“¿Y ahora cómo hago para dormir?”, dice. que algunas personas son más interesantes que los pa-
Sonrío. peles que representan en la tele o el cine, y por eso vivo
Le hago reply con una respuesta súper tonta con la ilusión de que hagan de ellos mismos en alguna
pero que, al menos para mí, tiene como única película y que, al recibir el elogio del público, puedan
finalidad pasar la voz al otro que ya se despertó (o decir “Pero hice de mí mismo, o sea que yo te gusto/cai-
que no puede dormir) o decirle “hola” al que abrió go bien”).
los ojos un ratito para visitar brevemente el baño y, “Ya, ¿y de qué va la película?”, me tuitea de vuelta.
claro, Twitter. “Eres tú. Una actriz a punto de filmar una nueva
“¿Ovejitas?”, le sugiero para el sueño. película que está preocupada de que la gente se diga
“Spencer, anda duerme”, me responde. ‘¿Qué? ¿Otra vez esa chica en el cine?’”.
Aprovecho para lanzarle, nuevamente, una pro- “Ja. ‘Una actriz que anda bien preocupada en ge-
puesta que le hice en verano. neral’, sería. ¿Pero qué es esto, un documental o algo así?”.
“¿Alguna vez te dije que quiero hacer contigo “No, es ficción. Pásame tu teléfono”.
una película donde te interpretes a ti misma? Ahh, sí. Y Y me siento huevón. ¿Qué hago pidiéndole su
me choteaste”. teléfono a las cuatro de la mañana para hablarle de una
“Es que después me van a decir cosas horribles película pastrula donde básicamente quiero que haga de
como ‘¿Qué? ¿Otra vez esa chica en el cine?’ o que estoy ella?, pienso.
overrated o cualquier cosa”. Me manda su número telefónico por mensaje
“Qué importa lo que diga la gente. La cosa es directo.
pasarla bonito. Te llamarías ‘Gisela’ y estos tuits serían el La llamo.
inicio de la película”. —Amigo Spencer —contesta con la tierna voz
(Conozco a Gisela desde el año 2007, gracias a de adolescente con la que habla en muchos de los episo-
una conversa en La Habitación… que grabamos en un dios de La Habitación...
parque cerca a su casa. Desde el primer minuto sentí —Amiga Piseli —la llamo por una de las tantas
que se aburría mucho. Se le veía seria, pausada, como variaciones de su nombre en Twitter—. No es un docu-
si charlara de modo relajado con un amigo de todos mental. Es una película de ficción donde interpretas a
los días y no con una persona que recién conocía y la un personaje basado en ti misma. Estoy seguro de que
grababa con una cámara. sería una cinta muy bonita.
Al llegar a casa vi la grabación y cambié de idea. Se queda en silencio unos segundos, pensando.
Pensé que Gisela, al contrario, aparecía cómo- De pronto me llena de preguntas.

26 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 27


—¿Y quién más juega? ¿El final es feliz? ¿Can-
tamos todos? ¿Hay magia involucrada? ¿Magia como
cosas mágicas de la vida, bonitas?
—Claro —le respondo—. El final es lindo porque
terminas grabando la película sobre la que tenías dudas.
Y es un éxito. La gente se enamora de ti porque siente
que te conoce un poquito más. Conoce a “Gisela” más.
Se queda en silencio de nuevo. Luego regresa
con entusiasmo y me reclama.
—Pero después tendré que esforzarme el triple
cada vez que actúe.
—No, no tendrás que esforzarte el triple. La
gente ya conocerá a “Gisela”, que eres tú, y ahora verán a
esa Gisela interpretando personajes.
—Ya, está bien —me dice a las 5:15 am por teléfono.
Y se ríe, tranquila, como si acabara de escuchar
un bonito chiste.
De chibolo me sentía un súper héroe cada vez
—¿Qué fue? —me río también.
que mi papá, antes de dejarme en el colegio, me daba un
Suspira.
billete de diez intis para comprar mis galletas Coronitas
—Qué bonita es esta conversación sobre la pelí-
en el quiosco.
cula. ¿Y ya sabes cómo empezaría?
Solo necesitaba eso para sentirme millonario:
—Sí, contigo contándole a alguien, como me
un billete de diez intis y la certeza de que en el recreo
contaste a mí una vez, de por qué Miseliti.
correría a comprar mis galletas.
—Giselita, amiga Giseliti, amiga Piselita, amiga
Esa pequeñez era lo que me impulsaba durante
Miseliti, Miseliti.
el día y me ayudaba a olvidar la flojera de lidiar con una
—Claro.
mancha de cursos que, muchas veces, ni comprendía
—¿Entonces qué? ¿La película se llamaría Miseliti?
para qué nos dictaban.
—No, la película se llama Gisela.
A veces —por mi culpa, por su culpa— llegábamos
—Ah, ok. Gisela. Me gusta.
tarde al cole, raspando el cierre de la puerta —si escuchá-
Y luego de un ratito cortamos el teléfono.
bamos El Informativo Solar de RPP Noticias a las 7:55 de la
Todavía no amanece.
mañana, sabíamos que ya estábamos tarde—, pero cuan-
do nos quedaban minutitos antes de la hora, a mi papá le
gustaba bromear con una frase que nunca olvidaré.

28 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 29


—¿Y quién más juega? ¿El final es feliz? ¿Can-
tamos todos? ¿Hay magia involucrada? ¿Magia como
cosas mágicas de la vida, bonitas?
—Claro —le respondo—. El final es lindo porque
terminas grabando la película sobre la que tenías dudas.
Y es un éxito. La gente se enamora de ti porque siente
que te conoce un poquito más. Conoce a “Gisela” más.
Se queda en silencio de nuevo. Luego regresa
con entusiasmo y me reclama.
—Pero después tendré que esforzarme el triple
cada vez que actúe.
—No, no tendrás que esforzarte el triple. La
gente ya conocerá a “Gisela”, que eres tú, y ahora verán a
esa Gisela interpretando personajes.
—Ya, está bien —me dice a las 5:15 am por teléfono.
Y se ríe, tranquila, como si acabara de escuchar
un bonito chiste.
De chibolo me sentía un súper héroe cada vez
—¿Qué fue? —me río también.
que mi papá, antes de dejarme en el colegio, me daba un
Suspira.
billete de diez intis para comprar mis galletas Coronitas
—Qué bonita es esta conversación sobre la pelí-
en el quiosco.
cula. ¿Y ya sabes cómo empezaría?
Solo necesitaba eso para sentirme millonario:
—Sí, contigo contándole a alguien, como me
un billete de diez intis y la certeza de que en el recreo
contaste a mí una vez, de por qué Miseliti.
correría a comprar mis galletas.
—Giselita, amiga Giseliti, amiga Piselita, amiga
Esa pequeñez era lo que me impulsaba durante
Miseliti, Miseliti.
el día y me ayudaba a olvidar la flojera de lidiar con una
—Claro.
mancha de cursos que, muchas veces, ni comprendía
—¿Entonces qué? ¿La película se llamaría Miseliti?
para qué nos dictaban.
—No, la película se llama Gisela.
A veces —por mi culpa, por su culpa— llegábamos
—Ah, ok. Gisela. Me gusta.
tarde al cole, raspando el cierre de la puerta —si escuchá-
Y luego de un ratito cortamos el teléfono.
bamos El Informativo Solar de RPP Noticias a las 7:55 de la
Todavía no amanece.
mañana, sabíamos que ya estábamos tarde—, pero cuan-
do nos quedaban minutitos antes de la hora, a mi papá le
gustaba bromear con una frase que nunca olvidaré.

28 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 29


“Sobrado llegamos. Nos da tiempo hasta para Esos días de disfrute me ayudaron a entender lo
parar en la bodega a comprar una gaseosa y unas Co- importante, necesario y hermoso que es pasar tiempo
ronitas”, me decía, ante lo que yo —que siempre me la con la familia.
creía— respondía con un desesperado “¡¡¡Nooo!!!”. Comprendí cómo la sola presencia de un hijo
Hace algunos meses fue el Mundial —“el mejor puede causar enorme alegría a nuestros padres.
Mundial de la historia”, qué paja— y pasó algo muy Me prometí a mi mismo pasar más tiempo con
bonito con papá. “Gracias por ellos y valorar, muchísimo más, cada momento que tene-
La celebración coincidió con algunos días bas- acompañarme mos juntos, sea un súper paseo a algún lugar bonito o el
tantes libres de chamba para mí y con la llegada de una y ser mi simple hecho de sentarse frente a la tele para ver, juntos,
tele megaultrahipergrande a mi sala. un partido, una película o los canales de noticias.
Poco a poco, y sin darme cuenta, mi papá se compañerito El día de la final del Mundial, mi tía nos invitó a
hizo de la costumbre de llegar temprano a casa con el todos estos su casa para una parrillada.
desayuno para ver los partidos. días. Gracias A veces, entre bañarme y cambiarme, me demo-
Fue divertida la transición de recibir sus llama- ro un poquito de más —“te demoras como hembrita”,
das cada mañana pidiendo permiso/anunciando su lle- por darte el dice mi vecina Luciana—.
gada a simplemente escuchar el timbre, ya él con la total tiempo”. Ese día los papeles se invirtieron.
confianza de caer como si fuese su casa —sin anuncios, Esta vez papá estaba medio desesperado porque
sin cojudeces—. andábamos algo tarde.
Hace años no pasaba tanto tiempo, tantos días Me apuré, pedí el taxi y zafamos a la casa de mi
seguidos, con papá. “Comprendí tía —que nos reventaba el celular para ver por dónde
Luego de los partidos nos íbamos a pasear a estábamos—.
todos lados.
cómo la sola En el camino, sabiendo que al día siguiente reto-
Traté de llevarlo a todos mis lugares favoritos. presencia de maba mis días de trabajo, había en el ambiente ese filin
Una tarde terminamos en el restaurante del piso un hijo puede de nostalgia de cuando se están terminando las vacacio-
21 de un hotel miraflorino, impresionados por la vista nes y tienes que regresar al cole.
panorámica de Lima.
causar enorme Mi papá me agradeció por pasar tiempo con él.
(Para un lado se levantaba el imponente car- alegría a Yo le dije que, al contrario, había sido una ale-
tel de Field en el clásico edificio Concorde al lado del nuestros gría para mí haber pasado juntos tanto tiempo.
mercado de Surquillo. Ese día le estaban colocando otro “Gracias por acompañarme y ser mi compañe-
cartelito que decía “150 años”. El cartel grande es casi
padres”. rito todos estos días. Gracias por darte el tiempo”, me
como una batiseñal, pues se ve desde varios lugares de dijo, y nos abrazamos.
Miraflores). Mientras tanto, mi tía seguía reventándonos
Papá y yo recordamos las galletas Coronitas, las el celular.
propinas y mis carreras hacia el quiosco del cole. “¿Sabes qué?”, le dije a papá, “Sobrado llegamos.

30 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 31


“Sobrado llegamos. Nos da tiempo hasta para Esos días de disfrute me ayudaron a entender lo
parar en la bodega a comprar una gaseosa y unas Co- importante, necesario y hermoso que es pasar tiempo
ronitas”, me decía, ante lo que yo —que siempre me la con la familia.
creía— respondía con un desesperado “¡¡¡Nooo!!!”. Comprendí cómo la sola presencia de un hijo
Hace algunos meses fue el Mundial —“el mejor puede causar enorme alegría a nuestros padres.
Mundial de la historia”, qué paja— y pasó algo muy Me prometí a mi mismo pasar más tiempo con
bonito con papá. “Gracias por ellos y valorar, muchísimo más, cada momento que tene-
La celebración coincidió con algunos días bas- acompañarme mos juntos, sea un súper paseo a algún lugar bonito o el
tantes libres de chamba para mí y con la llegada de una y ser mi simple hecho de sentarse frente a la tele para ver, juntos,
tele megaultrahipergrande a mi sala. un partido, una película o los canales de noticias.
Poco a poco, y sin darme cuenta, mi papá se compañerito El día de la final del Mundial, mi tía nos invitó a
hizo de la costumbre de llegar temprano a casa con el todos estos su casa para una parrillada.
desayuno para ver los partidos. días. Gracias A veces, entre bañarme y cambiarme, me demo-
Fue divertida la transición de recibir sus llama- ro un poquito de más —“te demoras como hembrita”,
das cada mañana pidiendo permiso/anunciando su lle- por darte el dice mi vecina Luciana—.
gada a simplemente escuchar el timbre, ya él con la total tiempo”. Ese día los papeles se invirtieron.
confianza de caer como si fuese su casa —sin anuncios, Esta vez papá estaba medio desesperado porque
sin cojudeces—. andábamos algo tarde.
Hace años no pasaba tanto tiempo, tantos días Me apuré, pedí el taxi y zafamos a la casa de mi
seguidos, con papá. “Comprendí tía —que nos reventaba el celular para ver por dónde
Luego de los partidos nos íbamos a pasear a estábamos—.
todos lados.
cómo la sola En el camino, sabiendo que al día siguiente reto-
Traté de llevarlo a todos mis lugares favoritos. presencia de maba mis días de trabajo, había en el ambiente ese filin
Una tarde terminamos en el restaurante del piso un hijo puede de nostalgia de cuando se están terminando las vacacio-
21 de un hotel miraflorino, impresionados por la vista nes y tienes que regresar al cole.
panorámica de Lima.
causar enorme Mi papá me agradeció por pasar tiempo con él.
(Para un lado se levantaba el imponente car- alegría a Yo le dije que, al contrario, había sido una ale-
tel de Field en el clásico edificio Concorde al lado del nuestros gría para mí haber pasado juntos tanto tiempo.
mercado de Surquillo. Ese día le estaban colocando otro “Gracias por acompañarme y ser mi compañe-
cartelito que decía “150 años”. El cartel grande es casi
padres”. rito todos estos días. Gracias por darte el tiempo”, me
como una batiseñal, pues se ve desde varios lugares de dijo, y nos abrazamos.
Miraflores). Mientras tanto, mi tía seguía reventándonos
Papá y yo recordamos las galletas Coronitas, las el celular.
propinas y mis carreras hacia el quiosco del cole. “¿Sabes qué?”, le dije a papá, “Sobrado llegamos.

30 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 31


Tenemos tiempo hasta para parar en la bodega y com-
prar una gaseosa y unas Coronitas”.
Se echó a reír.
Y solo por joder le pedí al taxista que se detuvie-
ra en la bodega para comprar mis galletas.

Salí del colegio a las cuatro de la tarde —me


quedaba en clases de refuerzo de matemáticas, siempre
fui muy malo para los números— y tomé el Covida en
la avenida Primavera con dirección a casa.
El pasaje escolar: diez céntimos. La música en el
bus: Even Flow, de Pearl Jam, gracias al conductor que
escuchaba Radio Miraflores.
Hasta ahora recuerdo cómo, de la emoción, excla-
mé para mí mismo “Qué hermosa época estoy viviendo”.
(Yo ya había tomado el Covida antes. En cierto
punto de mi adolescencia, un amigo del colegio y yo recor-
damos a primos y amigos mayores contando que en la ave-
nida Brasil existía un lugar legendario donde encontrabas
toda esa música a la que no tenías acceso en las discotien-
das regulares como Phantom, Music Box y La Discoteca.

32 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 33


Tenemos tiempo hasta para parar en la bodega y com-
prar una gaseosa y unas Coronitas”.
Se echó a reír.
Y solo por joder le pedí al taxista que se detuvie-
ra en la bodega para comprar mis galletas.

Salí del colegio a las cuatro de la tarde —me


quedaba en clases de refuerzo de matemáticas, siempre
fui muy malo para los números— y tomé el Covida en
la avenida Primavera con dirección a casa.
El pasaje escolar: diez céntimos. La música en el
bus: Even Flow, de Pearl Jam, gracias al conductor que
escuchaba Radio Miraflores.
Hasta ahora recuerdo cómo, de la emoción, excla-
mé para mí mismo “Qué hermosa época estoy viviendo”.
(Yo ya había tomado el Covida antes. En cierto
punto de mi adolescencia, un amigo del colegio y yo recor-
damos a primos y amigos mayores contando que en la ave-
nida Brasil existía un lugar legendario donde encontrabas
toda esa música a la que no tenías acceso en las discotien-
das regulares como Phantom, Music Box y La Discoteca.

32 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 33


Ese lugar se llamaba Galerías Brasil, pero noso-
tros, chibolos muy interesados en la música pero aún
con poca calle, no teníamos cómo llegar, así que toma-
mos el Covida “todo Brasil” y decidimos embarcarnos a
la aventura.
Preguntamos a algunos pasajeros, y al tercero
o cuarto vimos la luz: “Galerías Brasil está en la cuadra
doce”, nos dijeron. Y claro, llegar allí fue como entrar a
una especie de Disneylandia underground de la música).

II

—Buenos días, señor. Quisiera por favor saber si


su servicio de cable ya llega a mi zona.
—Ok, joven. Es sencillo y usted mismo lo pue-
de comprobar. Verifique en los postes de su cuadra si
la puntita está pintada de color naranja. Si es así, infór-
menos y enviaremos un técnico para la instalación.
Luego de meses de esperar la puntita naranja,
el servicio de cable llegó a casa… y nos conectamos
al mundo.
MTV era como la constatación visual de todo lo
que estaba sucediendo musicalmente en el planeta, en
tu país, en tu ciudad, en tu barrio.
La explosión del CD como formato hizo co-
mún visitar casas de amigos o familiares y encontrar el
“Unplugged” de Nirvana, el “Dookie” de Green Day, el
“Smash” de The Offspring —y Cranberries y Counting
Crows y Collective Soul y muchísimos más— encima
del minicomponente de la sala.
(Era usual, además, salir a la calle a latear y es-
cuchar pasar carros tocando a todo volumen canciones
de esos discos).

34 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 35


Ese lugar se llamaba Galerías Brasil, pero noso-
tros, chibolos muy interesados en la música pero aún
con poca calle, no teníamos cómo llegar, así que toma-
mos el Covida “todo Brasil” y decidimos embarcarnos a
la aventura.
Preguntamos a algunos pasajeros, y al tercero
o cuarto vimos la luz: “Galerías Brasil está en la cuadra
doce”, nos dijeron. Y claro, llegar allí fue como entrar a
una especie de Disneylandia underground de la música).

II

—Buenos días, señor. Quisiera por favor saber si


su servicio de cable ya llega a mi zona.
—Ok, joven. Es sencillo y usted mismo lo pue-
de comprobar. Verifique en los postes de su cuadra si
la puntita está pintada de color naranja. Si es así, infór-
menos y enviaremos un técnico para la instalación.
Luego de meses de esperar la puntita naranja,
el servicio de cable llegó a casa… y nos conectamos
al mundo.
MTV era como la constatación visual de todo lo
que estaba sucediendo musicalmente en el planeta, en
tu país, en tu ciudad, en tu barrio.
La explosión del CD como formato hizo co-
mún visitar casas de amigos o familiares y encontrar el
“Unplugged” de Nirvana, el “Dookie” de Green Day, el
“Smash” de The Offspring —y Cranberries y Counting
Crows y Collective Soul y muchísimos más— encima
del minicomponente de la sala.
(Era usual, además, salir a la calle a latear y es-
cuchar pasar carros tocando a todo volumen canciones
de esos discos).

34 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 35


El cable no solo te conectaba al universo musical sonado tanto en las radios limeñas que los jóvenes ya
sino también a las noticias, a los deportes, a capítulos los tildaban de “pacharacos”.
adelantados de las series de moda —Beverly Hills 90210 “Por eso, grupos no tan manoseados como
y Melrose Place— y hasta a la variedad más loca de Stone Temple Pilots o Green Day comienzan a con-
dibujos animados jamás vista en tele nacional: esa joyita vertirse en los nuevos ídolos de la juventud adoles-
de canal llamado Cartoon Network —quienes, como los cente”, finalizaba la nota.
demás canales, invitaban a los espectadores a escribir
cartas, pero también a escribir “por medio de la compu-
tadora” a cn@aol.com—.
Ese año se pusieron muy de moda los videoclips
de Aerosmith —Crying, Crazy, Amazing— protagoniza-
dos por Liv Tyler y Alicia Silverstone.
Ese año, también, inventé una tarea escolar para
hablarle a una chica que vivía frente a mi casa. (“Me han
dejado en el colegio una encuesta…”).

III

“Los adolescentes”, escribió la revista Somos


en ese entonces, “los que todavía no llegan a los vein-
te, pululan por el centro comercial de Chacarilla, por
la heladería”.
(Pero también parábamos en el Centro Co-
mercial Camino Real —casi raspando su última buena
época— donde todavía era bonito ir al cine —al Real 1
y el Real 2— o simplemente dar vueltas por allí).
En el mismo artículo, titulado “Qué radical. Los
in y los out de los jóvenes de los 90”, la revista hacía una
extensa revisión de la moda del momento y, en plena
explosión del rock alternativo, le bajaba el dedo a las
camisas de franela.
También le bajaba el dedo a grupos como Coun-
ting Crows y The Cranberries, comentando que habían

36 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 37


El cable no solo te conectaba al universo musical sonado tanto en las radios limeñas que los jóvenes ya
sino también a las noticias, a los deportes, a capítulos los tildaban de “pacharacos”.
adelantados de las series de moda —Beverly Hills 90210 “Por eso, grupos no tan manoseados como
y Melrose Place— y hasta a la variedad más loca de Stone Temple Pilots o Green Day comienzan a con-
dibujos animados jamás vista en tele nacional: esa joyita vertirse en los nuevos ídolos de la juventud adoles-
de canal llamado Cartoon Network —quienes, como los cente”, finalizaba la nota.
demás canales, invitaban a los espectadores a escribir
cartas, pero también a escribir “por medio de la compu-
tadora” a cn@aol.com—.
Ese año se pusieron muy de moda los videoclips
de Aerosmith —Crying, Crazy, Amazing— protagoniza-
dos por Liv Tyler y Alicia Silverstone.
Ese año, también, inventé una tarea escolar para
hablarle a una chica que vivía frente a mi casa. (“Me han
dejado en el colegio una encuesta…”).

III

“Los adolescentes”, escribió la revista Somos


en ese entonces, “los que todavía no llegan a los vein-
te, pululan por el centro comercial de Chacarilla, por
la heladería”.
(Pero también parábamos en el Centro Co-
mercial Camino Real —casi raspando su última buena
época— donde todavía era bonito ir al cine —al Real 1
y el Real 2— o simplemente dar vueltas por allí).
En el mismo artículo, titulado “Qué radical. Los
in y los out de los jóvenes de los 90”, la revista hacía una
extensa revisión de la moda del momento y, en plena
explosión del rock alternativo, le bajaba el dedo a las
camisas de franela.
También le bajaba el dedo a grupos como Coun-
ting Crows y The Cranberries, comentando que habían

36 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 37


No artista plástico, sino pintor de brocha gorda.
Vivía fascinado cada vez que venían a pintar
las paredes de la casa. Me quedaba pegado viendo la
chamba que, para mí, era básicamente como tener un
cuaderno gigante e ilimitado para colorear. Me gustaba
mucho la idea.
Inclusive, ante el asombro —y seguro burla— de
muchos familiares y amigos de mis padres, yo res-
pondía orgulloso “Quiero ser pintor” cada vez que me
preguntaban qué quería ser de grande.
Pero mi mayor deseo o fantasía, casi pueden
adivinarlo, era trabajar en televisión.
Pero no la televisión de esa época, una tele de
grandes espectáculos y gente famosa —como la de aho-
ra pero sin la cojudez—.
No. Mi sueño era trabajar en alguna estación de
televisión pequeña, poco conocida, casi escondida.
De chico —chiquito, en verdad— mi mamá me Lo veía mucho más interesante y real: trabajar en un
daba Kiwigen en el desayuno de las mañanas. “Esto canal pequeñito donde, lejos de los estándares de
toman los astronautas”, solía decirme. “diversión” y “espectáculo” de la tele tradicional, uno
Y era cierto. O sea, los visitantes del espacio no pudiera crear sus propios contenidos y tener un público
se llevaban un envase de Kiwigen para el viaje sino que, pequeño pero fiel.
como parte de su dieta, consumían kiwicha, ese podero- Por eso, cuando descubrí el UHF —los canales
so cereal. “normales” van del dos al trece, y la señal UHF, siempre
En el comercial de la tele, año 1986, unos chibo- semiclandestina, va del catorce para adelante—, dije
los viajaban al espacio dentro de un envase de Kiwigen, “Esta es mi oportunidad”.
que asemejaba una nave espacial. Y pensé lo mismo cuando vi que en otros países
En mi inocente razonamiento de alumno de existía algo llamado Public Access TV, televisión de
pre-primaria, mientras más Kiwigen consumiera, más acceso público, donde alquilabas un espacio para hacer
posibilidades tendría de convertirme en astronauta. tu propio programa.
Así de sencillo y claro: yo quería ser astronauta. Veinte años después llegó YouTube —cuyo her-
No recuerdo en qué momento cambié de idea, moso slogan es “Transmítete a ti mismo”—, y para mí
pero puedo asegurar que no fue porque creyera que no fue como un sueño hecho realidad. Era hora de hacerlo.
pudiera serlo. Sigo cumpliendo mi sueño todos los días a tra-
Por esa época también me interesó ser pintor. vés del trabajo más bonito que he hecho en mi vida, La
38 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 39
No artista plástico, sino pintor de brocha gorda.
Vivía fascinado cada vez que venían a pintar
las paredes de la casa. Me quedaba pegado viendo la
chamba que, para mí, era básicamente como tener un
cuaderno gigante e ilimitado para colorear. Me gustaba
mucho la idea.
Inclusive, ante el asombro —y seguro burla— de
muchos familiares y amigos de mis padres, yo res-
pondía orgulloso “Quiero ser pintor” cada vez que me
preguntaban qué quería ser de grande.
Pero mi mayor deseo o fantasía, casi pueden
adivinarlo, era trabajar en televisión.
Pero no la televisión de esa época, una tele de
grandes espectáculos y gente famosa —como la de aho-
ra pero sin la cojudez—.
No. Mi sueño era trabajar en alguna estación de
televisión pequeña, poco conocida, casi escondida.
De chico —chiquito, en verdad— mi mamá me Lo veía mucho más interesante y real: trabajar en un
daba Kiwigen en el desayuno de las mañanas. “Esto canal pequeñito donde, lejos de los estándares de
toman los astronautas”, solía decirme. “diversión” y “espectáculo” de la tele tradicional, uno
Y era cierto. O sea, los visitantes del espacio no pudiera crear sus propios contenidos y tener un público
se llevaban un envase de Kiwigen para el viaje sino que, pequeño pero fiel.
como parte de su dieta, consumían kiwicha, ese podero- Por eso, cuando descubrí el UHF —los canales
so cereal. “normales” van del dos al trece, y la señal UHF, siempre
En el comercial de la tele, año 1986, unos chibo- semiclandestina, va del catorce para adelante—, dije
los viajaban al espacio dentro de un envase de Kiwigen, “Esta es mi oportunidad”.
que asemejaba una nave espacial. Y pensé lo mismo cuando vi que en otros países
En mi inocente razonamiento de alumno de existía algo llamado Public Access TV, televisión de
pre-primaria, mientras más Kiwigen consumiera, más acceso público, donde alquilabas un espacio para hacer
posibilidades tendría de convertirme en astronauta. tu propio programa.
Así de sencillo y claro: yo quería ser astronauta. Veinte años después llegó YouTube —cuyo her-
No recuerdo en qué momento cambié de idea, moso slogan es “Transmítete a ti mismo”—, y para mí
pero puedo asegurar que no fue porque creyera que no fue como un sueño hecho realidad. Era hora de hacerlo.
pudiera serlo. Sigo cumpliendo mi sueño todos los días a tra-
Por esa época también me interesó ser pintor. vés del trabajo más bonito que he hecho en mi vida, La
38 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 39
Habitación de Henry Spencer, que se ha convertido en
mi propia estación de televisión pequeña, subterránea,
semiclandestina… que un montón de gente conoce y
aprecia en Internet.
En la cuenta de Facebook de La Habitación…
pregunté si recordaban qué querían ser de chibolos.
Obtuve toda clase de respuestas. Desde las más
honestas de personas que realmente quisieron hacer tal
o cual cosa cuando eran chiquitos, hasta las tomadas
con humor de algunos que probablemente creen es una
pregunta tonta.
La semana pasada estuve en el programa de
Marco Sifuentes —un show de televisión por cable
sobre novedades en la red— y me preguntó algo que
todos los días, desde hace siete años, me preguntan:
“¿Qué consejo le darías a los jóvenes que quieren hacer
las cosas como tú?”. I
Mi respuesta es la misma desde siempre: piensa
en lo que te gusta hacer y que harías gratis. Así nadie Me reúno con un director de cine peruano para
te pague. Así sepas que es probable que nadie nunca te grabar una conversa para La Habitación… sobre su
vaya a pagar. Eso que harías gratis, sacrificando muchas película, que no solo me ha gustado, sino que me ha
otras cosas —principalmente una economía “cómo- conmovido muchísimo.
da”— si es lo que más te gusta en la vida. Mientras caminamos por Miraflores, me comenta
Y tienes que hacerlo —y no puedes dejar que su esposa me conoce, que me alucina desde pequeñito.
de hacerlo—. Porque si lo haces con esa pasión Claro que nos conocemos, le digo. Le pregun-
y obsesión con las que uno hace lo que ama, to cómo está ella, en qué anda, pero en verdad quiero
brillará. Y si brilla, a alguien le gustará y te preguntarle por Vadela, la hermana menor de su esposa
llamará para hacer algo de lo que, finalmente, y, alguna vez, también mi hermana menor.
puedas vivir. A Vadela la conocí en 1995, uno de los años más
Y, en serio, todavía puedes comprar tu pajas de mi vida, en su casa.
envase de Kiwigen para volar al espacio Caí de pura casualidad.
conmigo. Paraba en el barrio de un amigo del cole y, a la
vez, sus amigos del barrio paraban en la casa de tres
hermanas cuyos nombres empezaban con V.

Estoy durmiendo, siempre 41


Habitación de Henry Spencer, que se ha convertido en
mi propia estación de televisión pequeña, subterránea,
semiclandestina… que un montón de gente conoce y
aprecia en Internet.
En la cuenta de Facebook de La Habitación…
pregunté si recordaban qué querían ser de chibolos.
Obtuve toda clase de respuestas. Desde las más
honestas de personas que realmente quisieron hacer tal
o cual cosa cuando eran chiquitos, hasta las tomadas
con humor de algunos que probablemente creen es una
pregunta tonta.
La semana pasada estuve en el programa de
Marco Sifuentes —un show de televisión por cable
sobre novedades en la red— y me preguntó algo que
todos los días, desde hace siete años, me preguntan:
“¿Qué consejo le darías a los jóvenes que quieren hacer
las cosas como tú?”. I
Mi respuesta es la misma desde siempre: piensa
en lo que te gusta hacer y que harías gratis. Así nadie Me reúno con un director de cine peruano para
te pague. Así sepas que es probable que nadie nunca te grabar una conversa para La Habitación… sobre su
vaya a pagar. Eso que harías gratis, sacrificando muchas película, que no solo me ha gustado, sino que me ha
otras cosas —principalmente una economía “cómo- conmovido muchísimo.
da”— si es lo que más te gusta en la vida. Mientras caminamos por Miraflores, me comenta
Y tienes que hacerlo —y no puedes dejar que su esposa me conoce, que me alucina desde pequeñito.
de hacerlo—. Porque si lo haces con esa pasión Claro que nos conocemos, le digo. Le pregun-
y obsesión con las que uno hace lo que ama, to cómo está ella, en qué anda, pero en verdad quiero
brillará. Y si brilla, a alguien le gustará y te preguntarle por Vadela, la hermana menor de su esposa
llamará para hacer algo de lo que, finalmente, y, alguna vez, también mi hermana menor.
puedas vivir. A Vadela la conocí en 1995, uno de los años más
Y, en serio, todavía puedes comprar tu pajas de mi vida, en su casa.
envase de Kiwigen para volar al espacio Caí de pura casualidad.
conmigo. Paraba en el barrio de un amigo del cole y, a la
vez, sus amigos del barrio paraban en la casa de tres
hermanas cuyos nombres empezaban con V.

Estoy durmiendo, siempre 41


Una de ellas —la menor, preciosa, de cerquillo, Un día estaba en un lugar llamado Oso Bar, en
que vivía pegada a su perro peludo— era Vadela. Miraflores, y se me acercó una chica a decirme al oído
No recuerdo cómo me pegué a ella. Simplemen- —una bulla de mierda había—: “Mi amiga dice que te
te sucedió. conoce, que te alucina desde pequeñito”.
—¿Y cómo está Vadela? Sonreí reaccionando a lo que —estaba seguro—
—Muy bien —me dice F. mientras buscamos un era un floro.
buen lugar para grabar—. Está trabajando en una agencia. “Mi amiga Cuando volteé no podía creerlo.
—Qué bueno. Me alegro mucho. Ya no la dice que te Era Vadela convertida en toda una señorita de
veo, ¿sabes? conoce, que veintidós años.
—¿Por qué? La abracé, la cogí de la mano, le invité una cer-
—No lo sé. Creo que le caigo mal —le contesto. te alucina veza y nos sentamos a ponernos al día.
—¿Por celebrity? desde A partir de esa noche tratamos de recuperar los
—¿Por celebrity? No entiendo. pequeñito”. diez años de tiempo perdido parando un montón, en
exceso, como debe ser.
Caminamos, por meses, todas las calles de
II Barranco y Miraflores una y mil veces y otra vez, recor-
dando cómo éramos de niños.
Ese verano de 1995 Vadela y yo decidimos Fuimos a decenas de bares y cafés para celebrar
hacernos hermanitos —que en los noventas era el nuestro reencuentro.
juego/excusa perfecta, decisión tomada de a dos, para “Creo que le Hicimos varias pijamadas en mi casa —donde
automáticamente andar más pegado a esa persona que caigo mal yo le “armaba” su cama al lado de la mía, jalando un
querías alucinar más—. colchón del cuarto de al lado—.
Ella era, oficialmente, mi hermana menor: una —le contesto. —Tienes que poner música —me decía Vadela.
de las figuras más dulces que recuerdo de mi adolescen- —¿Por —Yo no puedo dormir con música, o en todo
cia —yo tenía quince y ella doce, creo—. celebrity? caso nunca lo he intentado —respondía.
Poco a poco empecé a dejar de parar en el barrio —Pero yo no puedo dormir sin música o tele o
de mi amigo, y poco a poco dejé de ver a Vadela. —¿Por bulla. ¿No podemos encontrar un punto medio?
El 2005 fue un año raro pero bonito. celebrity? No Entonces entraba a radioblogclub.com —pare-
Hice algo que nunca había hecho en mi vida: entiendo”. cido a un Spotify del 2005— y ponía Nirvana o Green
salir, salir un montón a bares, cafés, fiestas, reuniones. Day o Metric —ella me enseñó Metric— y dormíamos
Conocí a un montón de gente y bebí, por única con un playlist random y eterno que armaba y nos arru-
vez en mi vida, más de lo debido —pero nunca llaba como hermanitos —“hermanis” nos llamábamos
tanto, pezweon—. el uno al otro—.

42 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 43


Una de ellas —la menor, preciosa, de cerquillo, Un día estaba en un lugar llamado Oso Bar, en
que vivía pegada a su perro peludo— era Vadela. Miraflores, y se me acercó una chica a decirme al oído
No recuerdo cómo me pegué a ella. Simplemen- —una bulla de mierda había—: “Mi amiga dice que te
te sucedió. conoce, que te alucina desde pequeñito”.
—¿Y cómo está Vadela? Sonreí reaccionando a lo que —estaba seguro—
—Muy bien —me dice F. mientras buscamos un era un floro.
buen lugar para grabar—. Está trabajando en una agencia. “Mi amiga Cuando volteé no podía creerlo.
—Qué bueno. Me alegro mucho. Ya no la dice que te Era Vadela convertida en toda una señorita de
veo, ¿sabes? conoce, que veintidós años.
—¿Por qué? La abracé, la cogí de la mano, le invité una cer-
—No lo sé. Creo que le caigo mal —le contesto. te alucina veza y nos sentamos a ponernos al día.
—¿Por celebrity? desde A partir de esa noche tratamos de recuperar los
—¿Por celebrity? No entiendo. pequeñito”. diez años de tiempo perdido parando un montón, en
exceso, como debe ser.
Caminamos, por meses, todas las calles de
II Barranco y Miraflores una y mil veces y otra vez, recor-
dando cómo éramos de niños.
Ese verano de 1995 Vadela y yo decidimos Fuimos a decenas de bares y cafés para celebrar
hacernos hermanitos —que en los noventas era el nuestro reencuentro.
juego/excusa perfecta, decisión tomada de a dos, para “Creo que le Hicimos varias pijamadas en mi casa —donde
automáticamente andar más pegado a esa persona que caigo mal yo le “armaba” su cama al lado de la mía, jalando un
querías alucinar más—. colchón del cuarto de al lado—.
Ella era, oficialmente, mi hermana menor: una —le contesto. —Tienes que poner música —me decía Vadela.
de las figuras más dulces que recuerdo de mi adolescen- —¿Por —Yo no puedo dormir con música, o en todo
cia —yo tenía quince y ella doce, creo—. celebrity? caso nunca lo he intentado —respondía.
Poco a poco empecé a dejar de parar en el barrio —Pero yo no puedo dormir sin música o tele o
de mi amigo, y poco a poco dejé de ver a Vadela. —¿Por bulla. ¿No podemos encontrar un punto medio?
El 2005 fue un año raro pero bonito. celebrity? No Entonces entraba a radioblogclub.com —pare-
Hice algo que nunca había hecho en mi vida: entiendo”. cido a un Spotify del 2005— y ponía Nirvana o Green
salir, salir un montón a bares, cafés, fiestas, reuniones. Day o Metric —ella me enseñó Metric— y dormíamos
Conocí a un montón de gente y bebí, por única con un playlist random y eterno que armaba y nos arru-
vez en mi vida, más de lo debido —pero nunca llaba como hermanitos —“hermanis” nos llamábamos
tanto, pezweon—. el uno al otro—.

42 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 43


A veces yo me despertaba de madrugada para ir Pero es eso. Los últimos diez años de mi vida me
al baño y tenía que “cruzar” sigilosamente su colchón, he preguntado por qué.
cuidándome de no despertarla. Y la única manera que encuentro de acercarme
Cuando regresaba —y hacía los mismos malaba- nuevamente a Vadela es escribir, porque aquí todo —tal
res de puntitas—, la quedaba mirando algunos segun- vez, espero— puede tener un final (más) feliz.
dos mientras dormía. Porque si Vadela lee esto y siente alguito de lo
(Y si estaba destapada la tapaba, y ella se daba que sentí, aunque no quiera llamarme o verme o comu-
cuenta entre sueños y sonreía). nicarse conmigo, estaré un poco más contento.
“Hay que dejar de hablar de lo de hace diez años Porque no tengo miedo a que haya una mala
y concentrarnos en los próximos diez”, me dijo un día, reacción o un desplante tipo “Ay, LC, para qué escribes
emocionada, mientras caminábamos por las mismas esas cosas, éramos un par de niños, ya pasó”, porque
calles de Barranco. creo —una vez más, es solo mi teoría— que mientras
más crecemos, más nos acercamos a los sentimientos de
pureza, encanto e inocencia que teníamos de niños.
III Y si de chibolos podíamos, sin roche, acercarnos
a un amigo o amiga a decirle, con una sonrisa tierna,
—¿En verdad alguien puede dejar de querer “Ya, pues, no estés molesta conmigo”, de grandes tam-
a alguien porque se volvió famoso? —le pregunto al bién podríamos hacerlo.
director peruano. (Pero sí odiaría, me haría sentir muy mal, que
—O sea, lo que pasa generalmente es que la me respondiera como si nada pasase, como si todo
gente asume que, al volverte conocido, y a veces más estuviera bien, para “salir del paso”, y proponerme un
ocupado por la chamba, te distancias porque ahora te encuentro que finalmente nunca se hiciera realidad).
sientes parte de “otro mundo”: como que los choteas, Es curioso cómo por cojudeces —por cojude-
como que te sobras, ¿manyas? —me explica F. ces, en verdad—, nos alejamos de personas con las que
—No, pero no fue por eso, creo. hemos disfrutado momentos claves en nuestra vida que
—¿Entonces qué pasó? nunca olvidaremos.
—No lo recuerdo. Ese es el problema. Yo nunca olvidaré el día que conocí a Vadela —y
Y es verdad. No recuerdo por qué me alejé de a su perro peludo—, la noche que una amiga suya me
Vadela o, en realidad, por qué ella se alejó de mí. dijo al oído que en aquel bar había alguien que me cono-
Debo haber sido un pesado del carajo —que lo cía desde chiquito, ni la tarde que caminé con un director
soy, cada vez menos, por cierto—. ¿O fueron algunos de cine por Miraflores pensando que la vida es muy corta
engreimientos, desplantes y tonterías mías que prefiero para andar distanciados diez años más, Vadela.
no recordar?

44 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 45


A veces yo me despertaba de madrugada para ir Pero es eso. Los últimos diez años de mi vida me
al baño y tenía que “cruzar” sigilosamente su colchón, he preguntado por qué.
cuidándome de no despertarla. Y la única manera que encuentro de acercarme
Cuando regresaba —y hacía los mismos malaba- nuevamente a Vadela es escribir, porque aquí todo —tal
res de puntitas—, la quedaba mirando algunos segun- vez, espero— puede tener un final (más) feliz.
dos mientras dormía. Porque si Vadela lee esto y siente alguito de lo
(Y si estaba destapada la tapaba, y ella se daba que sentí, aunque no quiera llamarme o verme o comu-
cuenta entre sueños y sonreía). nicarse conmigo, estaré un poco más contento.
“Hay que dejar de hablar de lo de hace diez años Porque no tengo miedo a que haya una mala
y concentrarnos en los próximos diez”, me dijo un día, reacción o un desplante tipo “Ay, LC, para qué escribes
emocionada, mientras caminábamos por las mismas esas cosas, éramos un par de niños, ya pasó”, porque
calles de Barranco. creo —una vez más, es solo mi teoría— que mientras
más crecemos, más nos acercamos a los sentimientos de
pureza, encanto e inocencia que teníamos de niños.
III Y si de chibolos podíamos, sin roche, acercarnos
a un amigo o amiga a decirle, con una sonrisa tierna,
—¿En verdad alguien puede dejar de querer “Ya, pues, no estés molesta conmigo”, de grandes tam-
a alguien porque se volvió famoso? —le pregunto al bién podríamos hacerlo.
director peruano. (Pero sí odiaría, me haría sentir muy mal, que
—O sea, lo que pasa generalmente es que la me respondiera como si nada pasase, como si todo
gente asume que, al volverte conocido, y a veces más estuviera bien, para “salir del paso”, y proponerme un
ocupado por la chamba, te distancias porque ahora te encuentro que finalmente nunca se hiciera realidad).
sientes parte de “otro mundo”: como que los choteas, Es curioso cómo por cojudeces —por cojude-
como que te sobras, ¿manyas? —me explica F. ces, en verdad—, nos alejamos de personas con las que
—No, pero no fue por eso, creo. hemos disfrutado momentos claves en nuestra vida que
—¿Entonces qué pasó? nunca olvidaremos.
—No lo recuerdo. Ese es el problema. Yo nunca olvidaré el día que conocí a Vadela —y
Y es verdad. No recuerdo por qué me alejé de a su perro peludo—, la noche que una amiga suya me
Vadela o, en realidad, por qué ella se alejó de mí. dijo al oído que en aquel bar había alguien que me cono-
Debo haber sido un pesado del carajo —que lo cía desde chiquito, ni la tarde que caminé con un director
soy, cada vez menos, por cierto—. ¿O fueron algunos de cine por Miraflores pensando que la vida es muy corta
engreimientos, desplantes y tonterías mías que prefiero para andar distanciados diez años más, Vadela.
no recordar?

44 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 45


Y claro. Respondí eso porque me daba roche
decirle la verdad. “No tengo plata”.
Ese fue uno de los años más difíciles de mi vida.
Acababa de tener mi primera experiencia televisiva —
por ciertas diferencias había renunciado a mi chamba
como reportero a comienzos de ese año— y estaba,
literalmente, colgado, misio.
Y no misio de “No puedo ir al concierto de
Metallica porque estoy misio” sino misio de “No tengo
plata para comer, y me preocupa”.
Lo de la comida lo solucioné a mi manera.
Recién había descubierto el chocolate, el cacao orgá-
nico —suelo comer cocoa en polvo, pero cacao 100%
puro—, y lo tomaba por las mañanas, dos o tres tazas,
para quitarme el hambre.
Para el almuerzo preparaba quinua —agárren-
se: seis soles el kilo en esa época. Ahora cuesta 27—, y
Era mediados del año 2010 y había quedado con
comía un poco, tranquilo, y lo demás lo guardaba para
Verónica Linares, una popular narradora de noticias,
la noche.
para almorzar.
Para mí 2010 fue el año del cacao y la quinua.
Recién nos habíamos conocido hacía unas
No tenía para más. Me bastaba con eso. Y ambos
semanas grabando una conversa para La Habitación
alimentos costaban relativamente barato y duraban
de Henry Spencer. (En medio de esa linda conversa, y
mucho —y son, de hecho, los alimentos más podero-
como habíamos detectado una química inmediata entre
sos de la naturaleza—.
los dos, ella dijo “Oye, y después de esto supongo que ya
¿Trabajo? No quería regresar a la tele. De allí
seremos amigos, ¿no?”).
acababa de salir. En realidad contaba con algo mucho
En el restaurante revisé mi bolsillo y solo tenía
más poderoso, la razón que precisamente me había
siete soles. Así que, considerando los cincuenta cénti-
permitido ingresar al mundo de la televisión: mi blog.
mos de ida y vuelta que pensaba pagar en el bus —esto
Cada semana preparaba proyectos, ideas, inno-
ocurría en la era pre-bicicleta—, solo podía comer algo
vaciones, para mostrar a empresas —lo que ahora se
de seis soles.
llama “marketing de contenidos” y está tan de moda:
Pedí un pastel de acelga —ella una ensalada gran-
contar historias relacionadas a la marca a través del vi-
de, creo—, y su reacción inmediata al ver lo mío fue “¿Solo
deo— y ofrecerles hacer cosas distintas en Internet más
vas a comer eso?”, y yo “Sí, voy tranquilo en el almuerzo”.

46 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 47


Y claro. Respondí eso porque me daba roche
decirle la verdad. “No tengo plata”.
Ese fue uno de los años más difíciles de mi vida.
Acababa de tener mi primera experiencia televisiva —
por ciertas diferencias había renunciado a mi chamba
como reportero a comienzos de ese año— y estaba,
literalmente, colgado, misio.
Y no misio de “No puedo ir al concierto de
Metallica porque estoy misio” sino misio de “No tengo
plata para comer, y me preocupa”.
Lo de la comida lo solucioné a mi manera.
Recién había descubierto el chocolate, el cacao orgá-
nico —suelo comer cocoa en polvo, pero cacao 100%
puro—, y lo tomaba por las mañanas, dos o tres tazas,
para quitarme el hambre.
Para el almuerzo preparaba quinua —agárren-
se: seis soles el kilo en esa época. Ahora cuesta 27—, y
Era mediados del año 2010 y había quedado con
comía un poco, tranquilo, y lo demás lo guardaba para
Verónica Linares, una popular narradora de noticias,
la noche.
para almorzar.
Para mí 2010 fue el año del cacao y la quinua.
Recién nos habíamos conocido hacía unas
No tenía para más. Me bastaba con eso. Y ambos
semanas grabando una conversa para La Habitación
alimentos costaban relativamente barato y duraban
de Henry Spencer. (En medio de esa linda conversa, y
mucho —y son, de hecho, los alimentos más podero-
como habíamos detectado una química inmediata entre
sos de la naturaleza—.
los dos, ella dijo “Oye, y después de esto supongo que ya
¿Trabajo? No quería regresar a la tele. De allí
seremos amigos, ¿no?”).
acababa de salir. En realidad contaba con algo mucho
En el restaurante revisé mi bolsillo y solo tenía
más poderoso, la razón que precisamente me había
siete soles. Así que, considerando los cincuenta cénti-
permitido ingresar al mundo de la televisión: mi blog.
mos de ida y vuelta que pensaba pagar en el bus —esto
Cada semana preparaba proyectos, ideas, inno-
ocurría en la era pre-bicicleta—, solo podía comer algo
vaciones, para mostrar a empresas —lo que ahora se
de seis soles.
llama “marketing de contenidos” y está tan de moda:
Pedí un pastel de acelga —ella una ensalada gran-
contar historias relacionadas a la marca a través del vi-
de, creo—, y su reacción inmediata al ver lo mío fue “¿Solo
deo— y ofrecerles hacer cosas distintas en Internet más
vas a comer eso?”, y yo “Sí, voy tranquilo en el almuerzo”.

46 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 47


allá de postear sus comerciales de televisión y buscar Haciendo malabares, cachueleando en cositas,
likes. (Ese 2010 fue el año en que todas las marcas se llegué a fin de año, y a comienzos de 2011, Aldo Mi-
volvieron locas por los likes sin entender realmente por yashiro me llamó, de la nada, para formar parte de su
qué y para qué). programa de televisión.
Y cada semana, cada mes, rebotaba. Y me Acepté inmediatamente y, apenas cortamos la
frustraba más. Y terminaba caminando sin rumbo por llamada, me prometí a mí mismo que este nuevo reto,
Miraflores cuestionando toda mi vida. Me pregunta- que me nivelaría económicamente, no podría distraer-
ba: “¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Debo tirar la toalla? me de lo mío: crear y seguir creando contenido intere-
¿Algún día Internet y las redes sociales estallarán de sante para Internet.
popularidad y permitirán vivir de eso? ¿Debo regresar a
la televisión? ¿Debo buscar una chamba ‘normal’?”.

Y caminaba sin rumbo y a veces me ponía a Nunca esperé un sueldo con tanta angustia/emoción
llorar y tomaba calles solitarias para que nadie me viera como ese primer sueldo de Enemigos Públicos.
llorando —algunos me podían reconocer de la tele—. Mientras caminaba hacia una tienda de discos
Y, llorando, me respondía a mí mismo. No que- para engreírme un poco y comprar un vinilo, entendí
ría dejar todo atrás. No quería tirar la toalla. Sabía —lo que todo en esta vida rocanrolera se trata de no ren-
sabía, en serio— que este era mi camino, Internet, y que dirse, de aguantar, y de saber que si regresan los días
todo, de alguna manera, se alinearía a mi favor. complicados, allí estaremos, sonriendo.
Y sabía que, al menos hacia afuera, debía mante- Esa es la importancia de nunca tirar la toalla. De
ner mi sonrisa y decir que todo estaba bien y que estaría perseguir lo que amas, lo que realmente te hace feliz. De
pronto mejor, por si me preguntaban. atreverte a pasarla difícil, tal vez hasta el culo por mo-
Nunca dejé de generar contenido valioso para mentos, pero saber en el fondo de tu corazón que no hay
La Habitación… otra cosa que te pondría igual de contento. De decir “Esto
No tenía plata pero tenía una cámara, una lap- es mío porque no me rendí y se lo entrego al mundo”.
top y una conexión a Internet —que era lo único que De comerte un pastel de acelga, tranquilo, sa-
no podían cortarme por falta de pago— para hacer el biendo que estás haciendo lo correcto.
trabajo más bonito que he hecho en mi vida.

48 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 49


allá de postear sus comerciales de televisión y buscar Haciendo malabares, cachueleando en cositas,
likes. (Ese 2010 fue el año en que todas las marcas se llegué a fin de año, y a comienzos de 2011, Aldo Mi-
volvieron locas por los likes sin entender realmente por yashiro me llamó, de la nada, para formar parte de su
qué y para qué). programa de televisión.
Y cada semana, cada mes, rebotaba. Y me Acepté inmediatamente y, apenas cortamos la
frustraba más. Y terminaba caminando sin rumbo por llamada, me prometí a mí mismo que este nuevo reto,
Miraflores cuestionando toda mi vida. Me pregunta- que me nivelaría económicamente, no podría distraer-
ba: “¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Debo tirar la toalla? me de lo mío: crear y seguir creando contenido intere-
¿Algún día Internet y las redes sociales estallarán de sante para Internet.
popularidad y permitirán vivir de eso? ¿Debo regresar a
la televisión? ¿Debo buscar una chamba ‘normal’?”.

Y caminaba sin rumbo y a veces me ponía a Nunca esperé un sueldo con tanta angustia/emoción
llorar y tomaba calles solitarias para que nadie me viera como ese primer sueldo de Enemigos Públicos.
llorando —algunos me podían reconocer de la tele—. Mientras caminaba hacia una tienda de discos
Y, llorando, me respondía a mí mismo. No que- para engreírme un poco y comprar un vinilo, entendí
ría dejar todo atrás. No quería tirar la toalla. Sabía —lo que todo en esta vida rocanrolera se trata de no ren-
sabía, en serio— que este era mi camino, Internet, y que dirse, de aguantar, y de saber que si regresan los días
todo, de alguna manera, se alinearía a mi favor. complicados, allí estaremos, sonriendo.
Y sabía que, al menos hacia afuera, debía mante- Esa es la importancia de nunca tirar la toalla. De
ner mi sonrisa y decir que todo estaba bien y que estaría perseguir lo que amas, lo que realmente te hace feliz. De
pronto mejor, por si me preguntaban. atreverte a pasarla difícil, tal vez hasta el culo por mo-
Nunca dejé de generar contenido valioso para mentos, pero saber en el fondo de tu corazón que no hay
La Habitación… otra cosa que te pondría igual de contento. De decir “Esto
No tenía plata pero tenía una cámara, una lap- es mío porque no me rendí y se lo entrego al mundo”.
top y una conexión a Internet —que era lo único que De comerte un pastel de acelga, tranquilo, sa-
no podían cortarme por falta de pago— para hacer el biendo que estás haciendo lo correcto.
trabajo más bonito que he hecho en mi vida.

48 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 49


2. Música

Date un tiempo y un espacio en casa para escu-


char música.
No para escucharla mientras te bañas, estás en la
compu o con el smartphone. Literalmente siéntate frente
al equipo —¿suena raro, verdad?—, a la computadora o
al Ipod con parlantes, coge una taza de té o una botella
de agua y escucha la música, disfrútala, alucínala, deja
que tu cerebro te transporte a aquellos lugares donde
esa canción o esa banda formó parte del soundtrack de
tu vida.
Pero hazlo, pezweon.

3. Caminata

1. Chocolate Date un espacio en el día —mañana, tarde o


noche— para caminar. ¿Hacia dónde? Hacia donde
Todos hemos escuchado que el chocolate pro- quieras o a ningún lugar, depende de ti.
porciona felicidad. No voy a meter floros técnicos ni No es necesario que tengas un plan específico.
químicos, pero es cierto. Latea por tus calles, por el barrio, por esos espacios
Yo lo consumo en forma de polvo de cacao y lo disponibles a segundos de distancia pero que casi siem-
tomo por las mañanas hace cinco años. La inyección de pre solo puedes ver a través de la ventana de un auto o
alegría inmediata que te provoca es alucinante. Literal- mientras caminas por la avenida para chapar un micro
mente, como yo, podrás terminar cantando, bailando, o un taxi.
saltando solo en tu casa con el ánimo perfecto para Esas calles son tus calles. Disfrútalas. Todos los días.
iniciar el día. Bonus: Las caminatas son mucho más bonitas
Si no me crees, pruébalo. con unos buenos audífonos y un Ipod/mp3 —que pre-
(Consíguelo en las bioferias de Miraflores y Sur- viamente tienes que haber cargado con la música más
quillo y en el Chocomuseo de la Calle Berlín). paja ever—.

50 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 51


2. Música

Date un tiempo y un espacio en casa para escu-


char música.
No para escucharla mientras te bañas, estás en la
compu o con el smartphone. Literalmente siéntate frente
al equipo —¿suena raro, verdad?—, a la computadora o
al Ipod con parlantes, coge una taza de té o una botella
de agua y escucha la música, disfrútala, alucínala, deja
que tu cerebro te transporte a aquellos lugares donde
esa canción o esa banda formó parte del soundtrack de
tu vida.
Pero hazlo, pezweon.

3. Caminata

1. Chocolate Date un espacio en el día —mañana, tarde o


noche— para caminar. ¿Hacia dónde? Hacia donde
Todos hemos escuchado que el chocolate pro- quieras o a ningún lugar, depende de ti.
porciona felicidad. No voy a meter floros técnicos ni No es necesario que tengas un plan específico.
químicos, pero es cierto. Latea por tus calles, por el barrio, por esos espacios
Yo lo consumo en forma de polvo de cacao y lo disponibles a segundos de distancia pero que casi siem-
tomo por las mañanas hace cinco años. La inyección de pre solo puedes ver a través de la ventana de un auto o
alegría inmediata que te provoca es alucinante. Literal- mientras caminas por la avenida para chapar un micro
mente, como yo, podrás terminar cantando, bailando, o un taxi.
saltando solo en tu casa con el ánimo perfecto para Esas calles son tus calles. Disfrútalas. Todos los días.
iniciar el día. Bonus: Las caminatas son mucho más bonitas
Si no me crees, pruébalo. con unos buenos audífonos y un Ipod/mp3 —que pre-
(Consíguelo en las bioferias de Miraflores y Sur- viamente tienes que haber cargado con la música más
quillo y en el Chocomuseo de la Calle Berlín). paja ever—.

50 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 51


4. Almuerza solo misma tienda otros ricos postres para disfrutar la próxi-
ma vez que estés por ahí o te provoque uno.
Conozco a muchísimas personas que no pue- (Yo adquirí esta deliciosa costumbre gracias a
den almorzar solas, que deben hacerlo necesariamente Amanda. Un día, al poco tiempo de conocerla, me dijo
con compañía. “¿Vamos a comer helados?”: era una frase que nunca
Yo amo almorzar solo y no tener que hablar con había escuchado o nadie me había dicho, haciéndome
nadie y comer al ritmo que desee o no desee y hacer sobre- entender que uno podía decidir ir a comer postres, y
mesa conmigo mismo, pensando cosas, alucinando gente, que no son un elemento que deba tener, obligatoria-
teniendo un pequeño espacio durante el día para mí. mente, un plato de comida salada antes).
Pruébalo. Es una buena excusa para estar solo y
pasarla de la puta madre.
7. Visita con mayor frecuencia tus lugares favoritos

5. Regálate algo Mis espacios preferidos en Lima —ya deben


saber, todo el día hablo de ellos— son Galerías Brasil, Jr.
Hace catorce años mi amigo y profe Pipo García Quilca, Polvos Azules y Camino Real.
dijo algo muy bonito en clase: “¿Conocen lo lindo que No tengo ninguna razón en especial para
es regalarse algo a ustedes mismos?”. visitarlos. Simplemente me gusta frecuentarlos, cami-
Tienes una hora —o media, qué importa— libre. narlos, sentirme allí, porque todos tienen ese espíritu
Sal y anda a esa tienda a comprarte el disco que quieres, semiclandestino de lugar-que-ya-fue-pero-se-resis-
el polo que sabes te quedará lindo, las zapatillas que te-a-morir, y somos nosotros, fanáticos, quienes les
hace tiempo viste y te encantan. damos vidas extras.
Regálate algo a ti mismo. Algo que creas —y Piensa en los lugares que más te gustan y no es-
sepas— te mereces. peres tener una razón para transportarte mágicamente a
esos espacios.

6. Ve por un postre, por las huevas


8. Chapa bici, trota o métete a un gimnasio
Están de moda los cupcakes y de pronto tenemos
un montón de lugares lindos para postrear —yo acabo No tienes que montar bici ni trotar ni ir al
de descubrir, sí, recién, el arroz con leche—. gimnasio todos los días. Puedes hacerlo cuando
Chapa un dulcecito, el que más te provoque, y quieras, pero debes saber que existe esa opción en
disfrútalo como si fueras un chibolo. Y chequea en la tu vida.

52 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 53


4. Almuerza solo misma tienda otros ricos postres para disfrutar la próxi-
ma vez que estés por ahí o te provoque uno.
Conozco a muchísimas personas que no pue- (Yo adquirí esta deliciosa costumbre gracias a
den almorzar solas, que deben hacerlo necesariamente Amanda. Un día, al poco tiempo de conocerla, me dijo
con compañía. “¿Vamos a comer helados?”: era una frase que nunca
Yo amo almorzar solo y no tener que hablar con había escuchado o nadie me había dicho, haciéndome
nadie y comer al ritmo que desee o no desee y hacer sobre- entender que uno podía decidir ir a comer postres, y
mesa conmigo mismo, pensando cosas, alucinando gente, que no son un elemento que deba tener, obligatoria-
teniendo un pequeño espacio durante el día para mí. mente, un plato de comida salada antes).
Pruébalo. Es una buena excusa para estar solo y
pasarla de la puta madre.
7. Visita con mayor frecuencia tus lugares favoritos

5. Regálate algo Mis espacios preferidos en Lima —ya deben


saber, todo el día hablo de ellos— son Galerías Brasil, Jr.
Hace catorce años mi amigo y profe Pipo García Quilca, Polvos Azules y Camino Real.
dijo algo muy bonito en clase: “¿Conocen lo lindo que No tengo ninguna razón en especial para
es regalarse algo a ustedes mismos?”. visitarlos. Simplemente me gusta frecuentarlos, cami-
Tienes una hora —o media, qué importa— libre. narlos, sentirme allí, porque todos tienen ese espíritu
Sal y anda a esa tienda a comprarte el disco que quieres, semiclandestino de lugar-que-ya-fue-pero-se-resis-
el polo que sabes te quedará lindo, las zapatillas que te-a-morir, y somos nosotros, fanáticos, quienes les
hace tiempo viste y te encantan. damos vidas extras.
Regálate algo a ti mismo. Algo que creas —y Piensa en los lugares que más te gustan y no es-
sepas— te mereces. peres tener una razón para transportarte mágicamente a
esos espacios.

6. Ve por un postre, por las huevas


8. Chapa bici, trota o métete a un gimnasio
Están de moda los cupcakes y de pronto tenemos
un montón de lugares lindos para postrear —yo acabo No tienes que montar bici ni trotar ni ir al
de descubrir, sí, recién, el arroz con leche—. gimnasio todos los días. Puedes hacerlo cuando
Chapa un dulcecito, el que más te provoque, y quieras, pero debes saber que existe esa opción en
disfrútalo como si fueras un chibolo. Y chequea en la tu vida.

52 Luis Carlos Burneo Estoy durmiendo, siempre 53


Fuera de todas las razones buenas para hacer
actividad física, la más importante para mí es que me
hace feliz.
¿Conocen esa sensación de extrema frescura al
salir de la ducha? Ya. Si antes de eso fuiste al gimnasio,
montaste bici o simplemente saliste a trotar unos mi-
nutos por tu casa, ese filin de frescura crece diez, veinte,
treinta veces, y literalmente te sientes bien, muy bien, y
respiras más rico y te dices “Carajo, qué lindo día”.

9. Llama a un amigo

Llama, por las huevas, a esa(s) persona(s) que


extrañas, que hace tiempo quieres ver, que tienes en
Facebook y que siempre dices “Caracho, me gustaría ver
más a esta persona”.
Llámala e invítala a almorzar, a tomar lonche,
al cine y, si se sorprende y te pregunta “¿Qué milagro?”, LUIS CARLOS BURNEO
respóndele con la verdad: “Simplemente quería verte”.
Si lo haces, hay muchas posibilidades de que esa
persona haga lo mismo con otra y así hasta el infinito.

10. Haz infinita esta lista y deja un comentario


acerca de esa pequeña cosa que te hace feliz y que
podrá hacer feliz a otros.

Vamos, no tengas roche. De esas cojudecitas está


hecha la vida, pezweon.

54 Luis Carlos Burneo


Fuera de todas las razones buenas para hacer
actividad física, la más importante para mí es que me
hace feliz.
¿Conocen esa sensación de extrema frescura al
salir de la ducha? Ya. Si antes de eso fuiste al gimnasio,
montaste bici o simplemente saliste a trotar unos mi-
nutos por tu casa, ese filin de frescura crece diez, veinte,
treinta veces, y literalmente te sientes bien, muy bien, y
respiras más rico y te dices “Carajo, qué lindo día”.

9. Llama a un amigo

Llama, por las huevas, a esa(s) persona(s) que


extrañas, que hace tiempo quieres ver, que tienes en
Facebook y que siempre dices “Caracho, me gustaría ver
más a esta persona”.
Llámala e invítala a almorzar, a tomar lonche,
al cine y, si se sorprende y te pregunta “¿Qué milagro?”, LUIS CARLOS BURNEO
respóndele con la verdad: “Simplemente quería verte”.
Si lo haces, hay muchas posibilidades de que esa
persona haga lo mismo con otra y así hasta el infinito.

10. Haz infinita esta lista y deja un comentario


acerca de esa pequeña cosa que te hace feliz y que
podrá hacer feliz a otros.

Vamos, no tengas roche. De esas cojudecitas está


hecha la vida, pezweon.

54 Luis Carlos Burneo

También podría gustarte