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Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~

Convicción de la sangre y las ideas


febrero 7, 2018
 
La integración de los pueblos, y en especial de la región latinoamericana, ha sido un
esfuerzo histórico y una de las fortalezas ante el enfrentamiento de las ansias
hegemónicas imperiales.
Así lo demuestra la nueva edición del libro “Raúl Castro y Nuestra América. 86
discursos, intervenciones y declaraciones”, del compilador Abel Enrique González
Santamaría, presentado por el Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal
Spengler, este 7 de febrero en la Sala Nicolás Guillén de la Fortaleza de San Carlos de
la Cabaña.
Resultado de una investigación de más de mil 400 documentos públicos – entre ellos,
entrevistas y discursos ofrecidos por el Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros y General de Ejército Raúl Castro Ruz –, el volumen nos ofrece una selección
de los que el autor ha considerado los mejores 86 textos relacionados con el tema de la
integridad latinoamericana.
“Raúl Castro y Nuestra América…”, publicado bajo el sello de la Editorial Capitán San
Luis, está estructurado cronológicamente por décadas y demuestra una realidad
irrefutable: el más fidelista de todos los cubanos durante todos los tiempos es Raúl
Castro Ruz.
Durante la presentación, Santamaría afirmó que uno de los objetivos del libro es
contribuir modestamente a que se conozca cada vez más la obra del presidente cubano y
su impronta en la historia de Cuba. Se recogen palabras que, como expresó, hay que
leerlas e interpretarlas en el contexto en que fueron dichas, y portadoras de un
pensamiento revolucionario, de una cubanía, de unas ideas martianas, con un mismo
hilo conductor en el tiempo y que van madurando con los años. “Lo hice por pasión, por
convicción revolucionaria y, sobre todo, por acercar la obra, a los más jóvenes, de un
hombre que le ha hecho gala a su segundo nombre que es Raúl Modesto”, afirmó
González Santamaría.

“¿Qué más podemos hacer? Siempre es la pregunta. Les pudiera decir: seguir siendo
cada uno consecuente, invariablemente en el tiempo, como lo han sido ellos dos:
invariablemente en el tiempo fieles y leales a la patria cubana. Si cumplimos con eso
durante todos los tiempos por venir, habremos entonces cumplido a cabalidad la gran
tarea, que nos dejó el Comandante en Jefe, de construir todos los días, de acercarnos
todos los días al concepto de Revolución. Ahí están sus ideas, aquí está parte de su
pensamiento, aquí está parte de su obra, y de su trayectoria revolucionaria; aquí está la
síntesis del pensamiento revolucionario cubano desde Carlos Manuel de Céspedes”,
aseveró Santamaría.
El Historiador de la Ciudad de La Habana comenzó reconociendo que el empeño del
autor de este libro parte de una base sólida para entender por qué el maestro escogió un
discípulo: “De una Patria como de una madre, nacen los hombres y cuando saben buscar
su raíz en el tiempo, cuando saben apreciar el trabajo que crean y cuando saben
comprender lo que esto significa, entienden después la Historia”.

Una verdad que todos conocemos, y así lo afirmó Leal, Raúl sentía una admiración
devota por su hermano Fidel: “Sabía que su destino lo arrastraría como un cometa tras
él. Fue, sin embargo, el primero que saliendo de Cuba pudo ver la realidad de lo que era
entonces el Campo Socialista de Europa, y en vísperas prácticamente de los grandes
acontecimientos que transformarán la historia de Cuba regresa para incorporarse al
movimiento, en el cual ya estaba, y para incorporarse en la gran aventura.
Simbólicamente, en el entierro de la Constitución lleva la bandera. Y esa imagen de un
adolescente es realmente el retrato temprano de lo que iba a ser su destino: le tocaría
llevar la bandera, mucho más allá del tiempo en el que el protagonista principal la
llevaría con orgullo hasta el final de su vida”.

“Raúl es la memoria – sentenció Leal –, como lo fue Fidel. Como podrán leerlo en el
libro, se formó en las ideas revolucionarias desde muy joven. Profundamente martiano,
amó con pasión y ama la historia de Cuba y cree que la clave de la pervivencia de la
Revolución está en el conocimiento, precisamente, de la historia de este país y de sus
hombres. No es que le complazca estar trasladando, de un lugar a otro, los restos de los
muertos. En realidad, va encendiendo candelas en el camino para que los que son ciegos
o tienen vista corta, no olviden nunca a los que nos precedieron en el tiempo y por los
cuales hay que sentir una enorme e inmensa gratitud”.
El Historiador recordó también la hermosa unión entre Raúl y su esposa Vilma Espín,
su compañera inseparable, muy querida, su apoyo constante y consejera siempre. Y es
que, como afirmó, ellos fueron “cultura e ideas”.

Para Leal, Raúl es de una sensibilidad totalmente desconocida: “Ha sido de día el
Ministro; por la tarde, y siempre, el hombre del Partido, en la convicción de que el
Partido es la Revolución. Cuando quieran destruir la Revolución, desbaraten el Partido.
No una cosa hermética, no una pirámide que no admita la interpretación moderna y
nueva de la doctrina y del pensamiento de Fidel. A tal punto que él ha convertido en
tarea que se interprete y se lea el concepto de «Revolución»”.
Certeza absoluta la expresada por el Historiador: “El líder de la Revolución hoy se
llama Raúl Castro Ruz, no porque se lo mandaron ni porque lo heredó – en este caso, el
sentimiento de cuna de padre y madre es puramente accidental –. Esta convicción fue de
la sangre y de las ideas, y está ahí por lo que hizo, por lo que ha hecho y por lo que
hará”.
Al finalizar, un consejo para los jóvenes: “Sigan el ejemplo de Raúl, siempre creador,
siempre capaz de hacer lo adecuado”.

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