Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Apunts Llibre
Apunts Llibre
Distinguiremos entre:
Hay que tener en cuenta dos elementos relacionados con las prescripciones:
- La promulgación (comunicación a los sujetos normativos de las
prescripciones de la autoridad normativa).
- La sanción (amenaza de castigo, implícita o explícita, para el caso de
desobediencia de la norma).
2. reglas y principios
2.1 Los principios jurídicos como pautas no concluyentes
Entre las normas jurídicas prescriptivas hay que diferenciar:
- Reglas (tienen establecidas sus condiciones de aplicación de manera
cerrada en su supuesto de hecho)
- Principios (tienen establecidas sus condiciones de aplicación de manera
abierta).
Los principios jurídicos se pueden interpretar como pautas inconcluyentes, que
pueden entrar en conflicto con otras pautas, por eso se establece el concepto
de ponderación, relacionado con la dimensión de peso. Para ponderar
principios hay que tener en cuenta las circunstancias en que se desenvuelven,
cuáles son las condiciones de aplicación y las consecuencias.
2.2 Los principios como reglas ideales
Los principios establecen dimensiones de los estados de cosas ideales que
el mundo debe tener para ser conforme al Derecho. Establecen aquello que
debe ser.
“Los principios son mandatos de optimización: obligan a hacer aquello que
es necesario para que los estados de cosas ideales se realicen en la mayor
medida posible”. (alexy 1986).
Seminario 2: Principios
* Principios – estructura – funcional (ideales, considerados como algo precioso
que se trata de mantener). (definir que son, como diferenciarlos, tipos, conflicto
entre ellos “ponderación” …):
Principio = conjunto de estándares que no son normas
Llamo "directriz» o «directriz política» " al tipo de estándar que propone un
objetivo que ha de ser alcanzado i principio a un estándar que ha de ser
observado porque es una exigencia de la justicia, la equidad o alguna otra
dimensión de la moralidad.
Afirmar que un principio tiene una dimensión de peso, tiene que ver con que el
juez del caso decide donde hay conflicto de principios cual tiene más
importancia o cual prevalece en el caso concreto; se guía por las
circunstancias que afectan al caso concreto. Que un principio tenga más peso
que otro y que, por tanto, prevalezca sobre el otro mientras concurran las
circunstancias concretas, no significa negar la validez del otro principio.
Los principios son mandatos de optimización 13, que están caracterizados por
el hecho de que pueden ser cumplidos en diferente grado y que la medida
debida de su cumplimiento no sólo depende de las posibilidades reales sino
también de las jurídicas. (Alexy), principio aplicado en la medida del posible.
(Fenómeno de ponderación)
Las reglas son aplicables en el todo o nada, no se puede aplicar solo algo y lo
que no se aplique siga teniendo validez. Las reglas son mandatos definitivos,
como no aceptan graduación no tienen más peso unas que otras ni
dependiendo de la situación. Cuando dos reglas independientes se aplican los
resultados son incompatibles, una invalida a la otra, por lo tanto, no es que
una prevalezca sobre la otra.
Las reglas son normas que sólo pueden ser cumplidas o no 25. Si una regla
es válida, entonces de hacerse exactamente lo que ella exige, ni más ni
menos, Por lo tanto, las reglas contienen determinaciones en el ámbito de lo
fáctica y jurídicamente posible. Esto significa que la diferencia entre reglas y
principios es cualitativa y no de grado 2". Toda norma es o bien una regla o un
principio 27. (Alexy)
Se tienen que buscar casos en cada regla que se pueden cumplir sin afectar a
la segunda regla. Es decir un caso en cada regla donde o haya contradicción ni
conflicto de reglas.
os sistemas
normativos
inconsistentes son
altamente ineficaces:
los
sujetos normativos
son incapaces de
obedecer todas las
normas relativas a
un
supuesto de hecho,
puesto que si hacen
lo que una de ellas
dice, desobedecen lo
que dice alguna otra;
y los jueces tampoco
pueden fundar sus
decisiones en el
sistema normativo de
forma eficaz.
Para resolver las
antinomias se ha
optado por criterios
de ordenación
normativa.
Destacamos:
- Lex superior
derogat legi inferiori.
Criterio jerárquico.
Prevalece
siempre sobre el
cronológico y,
normalmente, sobre
el de
especialidad. Consiste
en que la
Constitución es
superior a las
Leyes, y éstas a los
Reglamentos.
- Criterio de
competencia. Si el
Estado regula M
mediante N, y
M es competencia
exclusiva de las
Comunidades
Autónomas
mediante N’’,
prevalecerá siempre
N’’ sobre N’.
- Lex posterior
derogat legi priori.
Criterio cronológico.
En las
antinomias total-
parcial y parcial-
parcial, este criterio
evita que
sea derogada la norma
que no prevalece.
- Lex specialis derogat
legi generali. Criterio
de especialidad. Sólo
se
aplica en las
antinomias total-
parcial, siendo la ley
especial la que
subsume su caso en la
ley general. Las leyes
posteriores generales
no derogan a las
anteriores especiales
Los sistemas normativos inconsistentes son ineficaces porque:
a) Los sujetos normativos son incapaces de obedecer todas las normas
relativas a un supuesto de hecho, puesto que, si hacen lo que una de
ellas dice, desobedecen lo que dice alguna otra.
b) Los jueces tampoco pueden fundar sus decisiones en el sistema
normativo de manera adecuada: si lo fundan en una de las dos normas
ignoran la otra y no pueden fundarla en ambas a la vez.
Para resolver las antonimias se ha optado por criterios de ordenación
normativa:
a) Lex posterior derogat legi priori:
Este criterio también es conocido como cronológico. Establece que entre dos
normas antinómicas prevalece la posterior en el tiempo, pero la norma posterior
solo deroga la anterior “en aquello que sea incompatible con la anterior”. En los
casos de antonimia total-parcial y parcial-parcial, el criterio solo establece la
preferencia por la norma posterior en algunos de los supuestos regulados por
la norma anterior.
b) Lex superior derogat legi inf
También conocido como criterio jerárquico, establece que entre dos normas
antinómicas prevalece la que es superior jerárquicamente. Los sistemas
jurídicos están jerarquizados de manera que la Constitución está por encima de
las leyes y estas por encima a los reglamentos.
c) Lex specialis derogat legi generali
También denominado criterio de especialidad. Entre dos normas antinómicas
prevalece la norma especial. Solo sirve para resolver los supuestos de
antonimia total-parcial, ya que la relación se da entre dos normas en que la
clase denotada por el supuesto de hecho de N’ está incluida en l clase
denotada por el supuesto de hecho de N’’.
Otro sentido en la teoría jurídica de “ley especial”: llamamos especial a un
cuerpo legal que regula una materia concreta, que también está regulada por
otro cuerpo legal que contiene una regulación más general.
Comentarios sobre los criterios:
1) Hay casos en que no se puede aplicar ninguno de los criterios
anteriores, así que a menudo se emplea el criterio de competencia.
(una subclase del criterio lex superior) ej. Una materia es competencia
exclusiva de una comunidad autónoma y las cortes generales regulan de
manera incompatible con la regulación establecida por la comunidad,
entonces prevalece la regulación de la Comunidad autónoma.
2) Los criterios pueden entrar en conflicto entre sí:
3.4. Pertenencia y
aplicabilidad
Esto está muy
relacionado con lo
que se explica en el
4.6. del Tema 7. No
todas las normas de un
sistema normativo N
que regulen el caso C
en el momento t
serán aplicables para
la resolución de un
caso C en el momento
t.
Es importante, por
ello, distinguir entre
pertenencia y
aplicabilidad. Serán
pertenecientes, pero
no aplicables:
- Las normas en
periodo de vacatio
legis.
- Las normas
canceladas
(suspendidas
temporalmente por
circunstancias
excepcionales o por
resolución de
antinomias).
Serán no
pertenecientes, pero
aplicables:
- Las normas
derogadas (aplicación
de la norma penal
más
favorable, si estaba en
vigor cuando el litigio
comenzó).
- Las normas
extranjeras (en
Derecho internacional
privado, p.e.).
- Las normas
irregulares (normas
inválidas que algún
órgano ha
validado).
3.5. Criterios de
identidad del orden
jurídico
Para Kelsen, la
validez de un
sistema jurídico se
asienta en una
norma
básica, o norma
fundamental que es
un presupuesto de la
ciencia jurídica. Si
hubiese distinguido
entre validez y
aplicación, no hubiera
sido necesario acudir a
un concepto tan
abstracto como el de
“norma básica”; los
órganos de aplicación
jurídica dirimen los
casos mediante la
identificación de las
normas, y las
identifican
según otras normas.
Hart establece, como
sabemos, reglas
primarias y reglas
secundarias. Las
primarias establecen
deberes y las
secundarias son
relativas a las
primarias.
Destacamos, de las
secundarias, las reglas
de reconocimiento,
que son las que nos
permiten identificar a
qué sistema
pertenece una norma
determinada. Hart
tampoco distingue
entre validez y
aplicación, e incluso
confunde normas
primarias
y secundarias al
afirmar que las reglas
de reconocimiento
establecen deberes
para
los jueces.
Concluimos diciendo
que la identidad y unid
- mbos tipos de
argumentos suponen
la afirmación de que
sus premisas
proporcionan razones
- o fundamentos para
establecer la verdad
de su conclusión,
pero solo el
argumento deductivo
- ti
Ambos tipos de argumentos suponen la afirmación de que sus premisas
proporcionan razones o fundamentos para establecer la verdad de su
conclusión, pero solo el argumento deductivo tiene la pretensión de que sus
premisas proporcionan un fundamento. Cuando el razonamiento en un
argumento deductivo es correcto, se denomina “válido”, por el contrario,
cuando el razonamiento es incorrecto se denomina “inválido”.
Entonces, “validez” puede definirse como: un argumento deductivo es válido
cuando sus premisas, de ser verdaderas, proporcionan bases concluyentes
para que su conclusión sea verdad. En un argumento inductivo, las premisas y
la conclusión se hallan relacionadas de un modo que resulta imposible que las
premisas sean verdaderas y la conclusión no lo sea. En todo argumento
deductivo, o bien las premisas apoyan realmente la conclusión de manera
concluyente, o no ofrece ese apoyo. Por tanto, cada argumento deductivo es o
bien válido o inválido
Un argumento inductivo, en cambio, no pretende que sus premisas sean
fundamentos para la verdad de su conclusión, sino solamente que sus
premisas proporcionen cierto apoyo a su conclusión. Por tanto, los
argumentos inductivos no pueden ser calificados como “válidos” o “inválidos”.
Sino como “fuertes” o “débiles”, de acuerdo con el grado de apoyo que
proporcionan sus premisas a sus conclusiones. Cuanto mayor sea la
probabilidad que sus premisas proporcionen a la conclusión, mayor será el
mérito de la argumentación, aunque estará lejos de la certeza.
Además, añadir nuevas premisas puede dar como resultado una
variación en la fuerza del argumento, haciéndolo más fuerte o más débil,
dependiendo de las premisas añadidas. Ejemplo pág. 182
Hasta ahora hemos tratado los dos argumentos de manera separada, pero lo
cierto es que la mayor parte de los razonamientos de la vida cotidiana y la
actividad judicial hacen una mezcla de elementos deductivos e inductivos. La
cuestión central radica en el peso de la evidencia necesario para considerar
que algo está probado. El peso de la prueba depende del tipo de caso y de las
circunstancias. En determinados sistemas jurídicos, como el estadounidense, el
peso de la prueba en un proceso penal debe ser mayor que en uno civil. En el
penal la probabilidad de la prueba de ser superior a un 0,5 en una escala del 0
al 1.
En realidad, la
probabilidad se basa en
ciertas relaciones entre
proposiciones: ninguna
propo-
sición es probable en sí
misma, sino en relación
con otras que actúan
como elementos de jui-
cio en su favor. La
frecuencia con que las
conclusiones son
verdadera es una
proporción de-
terminada de la
frecuencia con que lo son
l
En realidad, la probabilidad se basa en ciertas relaciones entre proposiciones:
ninguna proposición es probable en sí misma, sino en relación con otras que
actúan como elementos de juicio en su favor. La frecuencia con que las
conclusiones son verdadera es una proporción determinada de la frecuencia
con que lo son las premisas.
3.2 Problemas de calificación
Podemos estar razonablemente seguros, a través de las pruebas aportadas, de
cuál fue la conducta de S, pero aún queda por establecer si su conducta puede
ser calificada de robo o no. Aquí se pone de manifiesto la incidencia que tiene
la vaguedad y la textura abierta de los conceptos de clase o generales para la
interpretación del Derecho. Además, aunque a esta premisa se la denomina
como fáctica, en muchas ocasiones su verdad dependerá de lo que dispone en
una norma constitutiva.
El delito de robo se define como una acción de apoderamiento que cumpla las
siguientes propiedades (art. 237 CP): (1) de cosas muebles, (2) ajenas, (3)
con ánimo de lucro, (4) empleando fuerza en las cosas o violencia o
intimidación. Puede darse el caso de que el relato de los hechos probados
configure un supuesto que esté en la zona de penumbra, en relación con una o
varias propiedades. En este caso, el juez deberá tomar una decisión que se
regirá por razones extralingüísticas.
En este caso nos podemos encontrar con “lagunas de reconocimiento”: casos
individuales que no se saben si son o no instancia de un caso genérico por falta
de determinación de los conceptos.
4. Justificación de la premisa normativa
4.1 problemas de interpretación en sentido estricto
Para justificar la premisa normativa nos hallamos ante la necesidad de
establecer el significado del texto o textos normativos que haya que tomar en
consideración para resolver el caso en cuestión. En este caso surgen
problemas de ambigüedad, vaguedad y textura abierta.
4.2 Problemas de determinación de la norma aplicable
A veces, puede ocurrir que, estando de acuerdo con el significado de las
expresiones que aparecen, se discrepe acerca de si la norma expresada es o
no aplicable a un determinado caso. Una norma jurídica N es aplicable a un
caso C en relación con un sistema jurídicos S si, y solo si, hay otra norma
jurídica N’, que pertenece a S, y prescribe o autoriza a un órgano O
determinado a resolver C basándose en N. En este sentido, sabemos que las
propiedades de pertenencia y aplicabilidad de una norma no coinciden. Por
esta razón, hay normas que pertenecen a S y son aplicables en relación con S,
pero también existen normas que pertenecen a S y no son aplicables a S.
4.2.1 Normas pertenecientes, pero no aplicables
Se puede dar el caso de una norma que pertenece a un sistema jurídico S,
pero que en cambio no es aplicable en relación con el mismo sistema. Un
supuesto de este tipo es una norma que ha sido promulgada con el
procedimiento previsto, pero aún no ha entrado en vigor se conoce como
vacatio legis. Un juez no la puede apli-car que forma parte del sistema. Otro
supuesto con los casos de contradicciones o antinomias. En este caso,
nos hallamos ante las normas que pertenecen a un mismo sistema pero
que no pueden ser aplicadas al mismo tiempo y por tanto, debe decidirse
cuál de las normas en conflicto será la aplicable. Cabe mencionar, en este
contexto, el problema que plantea la interpretación de los textos
normativos que expresan principios y su aplicación en caso de conflictos. Como
ya hemos visto, las reglas se aplican según la idea de todo o nada. Esto implica
que un conflicto de contradicción de reglas se resuelve mediante algún criterio.
En cambio, los principios se aplicarán según el peso en la argumentación.
Cuando se produce un conflicto de principios, se debe aplicar el principio que
en el caso determinado tenga más peso, aunque en otro caso no lo tenga à
ponderación de principios.
4.2.2 Normas no pertenecientes, pero aplicables
Se pueden dar casos en que una norma no pertenezca a un determinado
sistema pero, en cambio, sea aplicable en relación con ese mismo sistema.
a) En el art. 2 del CP se establece que, a pesar de que las normas penales
no tienen efectos retroactivos, cuando se juzga a un reo se deberá
aplicar la norma más favorable desde la comisión del delito hasta el
enjuiciamiento. Esto implica que los jueces pena-les apliquen normas ya
derogadas (que no pertenecen al sistema).
b) Una disciplina jurídica se encarga de estudiar el “Derecho internacional
privado” que estudia la regulación de aquellos casos en que interviene el
elemento de la extranjería. En virtud de las normas que regulan esta
materia, que se denominan “normas de conflicto”, se puede dar el caso
de que un juez español este obligado a decidir de acuerdo con normas
jurídicas de un sistema que no sea el español.
c) También puede ocurrir que ninguna de las normas que pertenecen a un
sistema jurídico sean aplicable a un determinado caso à laguna
normativa. El hecho de que exista una laguna no hace desaparecer la
obligación del juez de dictar una resolución. Según la “prohibición de non
liquet” del art.1.7 del CC, el juez no puede abstenerse de resolver un
caso alegando que no existe una norma. El juez para justificar su
decisión deberá aplicar una norma que no pertenezca al sistema jurídico
a través del argumento de la analogía o a contrario.
e)
f) Esta discrecionalidad
tiene el peligro de caer
en la arbitrariedad, si
las decisiones que
toman
g) los jueces no están
debidamente fundadas
en las premisas
normativas y fácticas.
h) Ahora bien, si
pasamos del plano de
la justificación de las
decisiones judiciales,
al de la expli-
i) cación de los
mecanismos
psicológicos y sociales
que incluyen en la
toma de decisión de
los
j) jueces hay que evitar
caer en
simplificaciones
formalistas.
k) Los jueces no son
máquinas que se
dedican a aplicar de
forma mecánica a
casos individuales
l) las normas dictadas
por el legislador. Los
jueces son seres
humanos y por ello
detrás de las
m) decisiones que
toman se halla
inevitablemente su
personalidad.
Esta discrecionalidad tiene el peligro de caer en la arbitrariedad, si las
decisiones que toman los jueces no están debidamente fundadas en las
premisas normativas y fácticas. Ahora bien, si pasamos del plano de la
justificación de las decisiones judiciales, al de la explicación de los mecanismos
psicológicos y sociales que incluyen en la toma de decisión de los jueces hay
que evitar caer en simplificaciones formalistas. Los jueces no son máquinas
que se dedican a aplicar de forma mecánica a casos individuales las normas
dictadas por el legislador. Los jueces son seres humanos y por ello detrás de
las decisiones que toman se halla inevitablemente su personalidad.
Los jueces prestan mucha atención a su función social, tomando decisiones
que son correctas desde el punto de vista de la tradición jurídica y cultural à
conciencia jurídica material. Pero el respeto a la ley à conciencia jurídica
formal, no parece ser el único móvil de sus acciones. En ocasiones, puede
suceder que ambos tipos de conciencia (material y formal) entren en
conflicto. En la medida de lo posible, el juez interpreta los textos normativos a
partir de su conciencia jurídica material, esperando que su decisión sea
tomada por la comunidad como justa o, al menos, socialmente deseable. Si
la discrepancia entre la conciencia jurídica material y la con-ciencia jurídica
formal excede cierto límite, el juez puede llegar a prescindir de restricciones
impuestas por el lenguaje e incluso la intención del legislador. De ahí, que
pueda afirmarse que la decisión a la que llega un juez suele ser la combinación
de elementos cognoscitivos y actitudes valorativas.
4. IP2
5. à La determinación
de aquello que el
Derecho es, no
necesita depender de
su ade-
6. cuación a la
moralidad.
TIP2 La determinación de aquello que el Derecho es, no necesita depender
de su adecuación a la moralidad.
Según esta versión, la validez jurídica de las normas puede depender de su
validez moral de un modo contingente: si existen preceptos jurídicos que
incorporan conceptos morales o que requieren una argumentación moral,
entonces la validez jurídica de algunas normas depende de su adecuación a la
moralidad. Sino existen dichos preceptos jurídicos entonces la validez jurídica
no depende de la moralidad.
El positivismo jurídico inclusivo puede entenderse como la respuesta
iuspositivista a las críticas que Dworkin formuló al positivismo hartiano. Contra
esta tesis de Dworkin argumenta que hay estándares aplicables
jurídicamente (p.ej. los principios) para los que no existe ningún origen en
un hecho social. Lo cual implica que hay estándares jurídicamente válidos
porque son moralmente válidos. Según esta concepción del Derecho, los
jueces nunca tienen discreción (en sentido fuerte, es decir, no hay criterios que
guíen su decisión) cuando deciden los casos.
La tesis del positivismo inclusivo parece reconstruir mejor el positivismo
exclusivo la práctica de nuestro Derecho actual, sobre todo la aplicación que
hacen los jueces y Tribunales que, a menudo, deben recurrir a la
argumentación moral para tomar decisiones. Sin embargo, esta concepción
puede resolver la cuestión de si ¿hay criterios objetivos en la argumentación
moral? Porque si creemos que no hay criterios de corrección en el
razona-miento moral, entonces rechazamos el núcleo de las concepciones
iusnaturalistas: si no hay algo como Derecho natural, el conjunto de
principios y estándares universales que guían nuestro comportamiento en
sociedad, entonces el iusnaturalismo carece de sentido. Y también rechazamos
el positivismo jurídico inclusivo, dado que no hay criterios de corrección
en el razonamiento moral y cuando las normas exijan dicho razonamiento
moral, solo se remitirán ala discreción de los aplicadores, a la discreción de
acuerdo con las propias convicciones morales de los aplicadores del Derecho.
Si el objetivismo moral es una doctrina falsa, entonces el positivismo jurídico
exclusivo es una concepción del Derecho adecuada.
Podemos realizar algunas consideraciones:
a) Aceptar el escepticismo moral supone aceptar que nuestra práctica de
evaluación de muchas conductas es una práctica carente de sentido.
Por eso se tiene que intentar averiguar si estas prácticas pueden tener
algún tipo de fundamento.
b) A las posiciones escépticas subyace la errónea idea de que aceptar el
objetivismo moral conlleva dos consecuencias implausibles:
a. Aceptar algún tipo de absolutismo moral, como si existieran
verdades morales inscritas en la naturaleza.
b. No dejar espacio para la tolerancia y el respeto por los
diversos y plurales modos de vida humanos. P.200
3.4 La tercera versión de la tesis iuspositivista: el positivismo ético o
normativo
TIP3 La determinación de aquello que el Derecho es no debe depender de
su adecuación a la moralidad.
Presupone que es posible que la determinación del contenido del Derecho
dependa de argumentos morales, pero considera que el núcleo del positivismo
jurídico se halla en esta tesis normativa: el Derecho ha de ser de tal manera
que pueda identificarse aquello que prescribe sin recurrir a la moralidad.
La defensa del positivismo ético puede ser resumida en un argumento como el
siguiente:
a) Hay una inmensa discrepancia acerca de qué comportamientos son
moralmente correctos.
b) Para respetar la autonomía moral de las personas, debemos gobernar el
comportamiento humano mediante reglas claras y precisas que nos
permitan determinar con certeza cuándo determinados comportamientos
están jurídicamente prohibidos.
Las dos premisas anteriores implican:
c) Si para identificar los comportamiento que están jurídicamente
prohibidos se debe acudir al razonamiento moral entonces habrá
muchas discrepancia, por tanto no habrá certeza y se vulnerará la
autonomía personal.
Por lo tanto,
d) El Derecho debe ser identificado sin recurrir a la moralidad.
Hay razones normativas para condenar la incorporación de conceptos y
consideraciones morales al Derecho.
La premisa 1) hace referencia al desacuerdo en la moral. Ahora bien, como
muchos autores han defendido, no es preciso ser escéptico o relativista en
materia moral para aceptar el indiscutible desacuerdo en moral. Y hasta que
algunos desacuerdos son irresolubles. La premisa 2) insiste en la importancia
de contar con leyes claras y precisas y está claramente asociada con dos
ideales del liberalismo político: el ideal del Estado de Derecho; ser gobernados
por leyes y no por personas y la separación de poderes, con la
insistencia en separar la creación del Derecho y su aplicación. Ambas
premisas contienen una gran dosis de verdad. Pero a partir de ellas no puede
extraerse la conclusión de la tercera premisa de que el Derecho debe ser
identificado sin recurrir a la moral.
Volviendo a la premisa 1), si bien la discrepancia en materias morales es muy
amplia, no es absoluta. Cuando el Derecho permite la violencia en legítima
defensa o declara un contrato nulo que se hizo bajo coacción injusta, nadie
puede argüir que cuando el Derecho incorpora estos conceptos morales en
las normas jurídicas, entonces los jueces tienen siempre discreción. Esto
obliga a reformular l) de la siguiente manera:
1’. Hay un grado relevante de discrepancia acerca de qué comportamientos
son moralmente correctos.
En cambio, la premisa 2) debe ser más debatida. La certeza es un ideal de
regulación jurídica indiscutible, pero debemos determinar las razones que
cuentan a su favor, con el fin de establecer si es de importancia suficiente para
derrotar las razones en contra. Gran parte de las razones que confieren valor a
la certeza del Derecho se encuentran vinculadas con el valor que otorgamos a
la autonomía personal que se traduce en la capacidad de elegir y ejecutar los
planes de vida de uno mismo y solo las leyes claras, precisas y cognoscibles,
permiten trazar unos planes de vida con garantías.
Tampoco hay que llevar el ideal de la certeza al extremo. Porque la autonomía
personal también exige dejar abierta las posibilidad de que los destinatarios de
las normas tengan la oportunidad de expresar las razones subyacentes (que
son de naturaleza moral) para explicar su comportamiento cuando vulneran las
normas prima facie. Un Derecho penal sin causas de justificación sería mucho
más cierto, pero también más injusto puesto que vulneraría la autonomía
personal. Un Derecho privado sin vicios del consentimiento sería mucho más
cierto pero también más injusto. En resumen, para hacer honor a la autonomía
personal, que es lo que otorga valor a la certeza del Derecho, es preciso tener
en cuenta la argumentación moral aunque ello, en alguna medida, sacrifique la
certeza. El hecho de que la incorporación de conceptos morales en el Derecho
disminuya la certeza, no ha de verse como algo necesariamente inadecuado
porque a menudo es el único modo de hacer nuestro Derecho más respetuoso
con nuestra autonomía personal.
Pues bien, la sugerencia del manual es que el Derecho introduce
conceptos morales de un modo análogo al ejemplo anterior. Los conceptos
morales que el Derecho incorpora funcionan, a menudo, como clausulas de
revocación, permitiendo a los ciudadanos ciertos comportamientos (legítima
defensa) o prohibiendo determinadas regulaciones a las autoridades (el
establecimiento de penas crueles). Aunque en este caso la certeza en alguna
medida se sacrifica, nuestra autonomía moral es más respetada. Si se aceptan
estos argumentos, entonces la premisa 2) debe decir así:
2’. Para respetar la autonomía moral de las personas, debemos gobernar el
comportamiento humano mediante reglas claras y precisa, que incorporan
cláusulas de revocación con contenido moral, que nos permiten determinar,
con un grado de certeza razonable, cuándo determinados comportamientos
están jurídicamente prohibidos. P205