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JUEVES 2 DE ENERO DEL 2020 16 el Periódico Opinión E s bastante terrible ver envejecer a los padres
y un poco terrorífico ver envejecer a los amigos, pero no hay nada peor que ver envejecer a los ídolos. No
me refiero a verlos envejecer físicamente, el cuerpo se va gastando con el uso, claro, y me parece que
también hay algo grandioso en eso, a pesar de la devastación, una especie de resistencia, de honor. No
me gustan las personas que lamentan el paso del tiempo (ellos dirían los «estragos del tiempo») en sus
cuerpos y en sus rostros, me parece frívolo e impúdico, una triste falta de respeto hacia uno mismo. Se
puede envejecer con honor, yo lo he visto. La película El irlandés de Martin Scorsese se me hizo
larguísima, las dos primeras veces que intenté verla me dormí, por fin al tercer intento decidí verla en tres
tandas para no morir de aburrimiento, mi amigo desistió antes. ¿Dónde está la electricidad de Casino o de
El lobo de Wall Street? Ese cine que te deja jadeando, con la lengua fuera y con ganas de ver mundo.
Justo durante esos días vi un extraordinario documental sobre la Mafia, Corleone: mafia y sangre, si
tienen tiempo y ganas, véanlo y compárenlo con la peli de Scorsese. Lo mismo me ocurrió con la última
de Woody Allen, la esperaba con fervor, me hacía mucha ilusión que volviese a estar situada en Nueva
York y en la época contemporánea, y me pareció una bobada de película, me gustaría contarles la
razones de mi decepción, pero dos días después de haberla visto ya la había olvidado. Los pelos de
punta El cine, la literatura, el arte, tienen que electrizar, ¿no? Electrizar, hacer que se te pongan los pelos
de punta, esas cosas, ¿o es demasiado pedir? En una de las últimas escenas de la alucinante Saraband,
la última película de Ingmar Bergman, que filmó con 85 años, 85, hay una conversación en una iglesia
entre un padre y su hijo que te deja literalmente clavado en el sillón, incapaz de moverte, atónito. Y no es
que solo me electrice Bergman, no soy una esnob (aunque mi editor, Jorge HeAl contrataque Milena
Busquets Un poco de electricidad
    rralde, afirme que soy la más esnob del mundo), la última de Tarantino, aunque también sea
demasiado larga (casi todo acaba resultando siempre demasiado largo), es electrizante. Y ver a Kilo Ren
(¡qué actor Adam Driver!) en Star Wars: el ascenso de Skywalker intentando resistir a las fuerzas del mal
también es electrizante. Como ver jugar a Messi. O reír con mis hijos. O darse cuenta de que alguien te
quiere de verdad. Les deseo un año eléctrico, no desfallezcan. Porque como dice uno de los
protagonistas del genial Voces de Chernóbil, de la genial Svetlana Alexiévich: «Lo principal es la vida y la
muerte. No existe nada más. No hay nada más que colocar en la balanza». Feliz 2020, amigos. H La
oportunidad de la sentencia de Junqueras CARLES Campuzano E l año 2019 terminó cargado de
incertidumbres y de dificultades. La situación política en Catalunya, España y Europa sigue siendo
compleja. Nada augura que a corto plazo la situación tienda a mejorar y, ciertamente, como hemos
aprendido a lo largo de estos años, todo puede empeorar. Pero es verdad también que hay hechos y
datos que apuntan en la dirección contraria. Y, sin duda, la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión
Europea (TJUE) sentenciando el caso Junqueras es uno de ellos, acompañada de una posición de la
Abogacía del Estado que defiende la excarcelación del exvicepresidente. La dinámica de judicialización
del conflicto entre Catalunya y el Estado ha entrado en una nueva dimensión cuando se ha reconocido
que Junqueras goza de inmunidad como europarlamentario desde el momento que fue proclamado
diputado al Parlamento Europeo. Esta sentencia hace entrar en crisis toda la causa judicial del Estado
contra los líderes sociales y políticos del proceso soberanista. El espacio europeo de justicia se convierte
en una garantía para los derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos europeos por encima de las
justicias y las soberanías de los estados. La innovación europea que es el entramado de tratados e
instituciones que han ido construyendo un artefacto único como es la Unión Europea, que limita y
condiciona el poder de los estados, continúa demostrando su vigor y fortaleza, a pesar de todo. El rule of
law, fundamental en el modelo europeo de entender la primacía de los derechos de los ciudadanos y que
articula una concepción de la política que aspire a limitar el poder, nos recuerda a todos que no todo vale
a la hora de imponer y defender una determinada aspiración política. Para España, el mensaje es muy
claro; la defensa de la unidad de España no puede hacerse vulnerando derechos y libertades de ninguno
de sus ciudadanos y los representantes electos del pueblo deben ser protegidos en sus derechos políticos
como garantía de funcionamiento de un sistema democrático plural. Vulnerar derechos y libertades en
nombre de la unidad de España es un precio imposible de Ahora bien, para los soberanistas catalanes, la
sentencia del Tribunal Europeo nos recuerda que si aspiramos a encontrar una respuesta política a
nuestras demandas de reconocimiento nacional y poder político y financiero en el marco europeo solo la
vía del diálogo y el acuerdo, respetando la legalidad vigente, que aspiramos a transformar o a interpretar
de manera avanzada y progresiva, es posible. Algunos lo hemos dicho un montón de veces. No hay
atajos, ni soluciones mágicas, ni un botón que pulsamos y nos llevará a la independencia o a un
autogobierno más robusto y consistente. Solo existe el lento y a menudo frustrante camino de la política
democrática en una sociedad abierta y plural, que implica el dialogar, transaccionar, acordar, hacer
viables los deseos de las mayorías y respetar a las minorías. El tablero catalán Vulnerar derechos en
nombre de la unidad de España es un precio imposible de asumir Durante estos años de ?procés? nos ha
gustado hacer hincapié en el papel de la sociedad civil organizada; la capacidad de movilización de las
diades, la solidaridad económica con los damnificados por la justicia, la defensa de los colegios durante la
jornada del 1-O. Es cierto, son ejemplos enormes y sin demasiada comparación en el resto de Europa de
esta sociedad civil vibrante. En la mejor tradición del país, el entramado cívico y asociativo son
verdaderas fortalezas de la causa soberanista y sin esta densidad social no podemos entender lo que
hemos vivido estos años.

    PERO LO QUE determina el éxito y la consolidación de una aspiración social mayoritaria y legítima
acaba siendo siempre la capacidad de la política institucional de concretar las ambiciones de la sociedad
en reformas y cambios ampliamente consentidos y legitimados. Y sin duda lo que ha fallado y que explica
el bloqueo en el que estamos instalados tiene que ver con la política hecha desde las instituciones. De las
españolas y las catalanas, porque ni quisieron entender y actuar en consecuencia desde la máxima que
afirma que las aspiraciones colectivas pueden ser infinitas pero las capacidades para hacerlas efectivas
son siempre limitadas. Ahora la sentencia del Tribunal de Luxemburgo nos da una nueva oportunidad.
Para las instituciones del Estado de limitar el uso de su fuerza al respeto de la ley y los derechos y
libertades de los ciudadanos. H Exdiputado en el Congreso. MARÍA TITOS Si el soberanismo

    aspira a una respuesta política, solo la vía del diálogo es posible El TJUE nos recuerda a todos que no
todo vale a la hora de imponer y defender una determinada aspiración política asumir para una sociedad
democrática. Y nos viene a dar la razón a aquellos que hemos defendido que la incapacidad del Estado
de canalizar por vías democráticas y legales las demandas mayoritarias de la sociedad catalana haría que
el precio que se pagara para impedir las aspiraciones catalanes fuera el de erosionar y degradar la
democracia en España.

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