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Nombre
Camila Lagos Basoalto
Asignatura
Teoría Psicoanalítica Postfreudiana
Profesores
Matías Marchant
Pablo Reyes
Fecha de entrega
18 de abril de 2019
1. El complejo de Edipo
Según lo postulado por Freud, el complejo de Edipo se experimenta entre los tres y
cinco años de edad. Su punto de partida es la fase fálica y su declinación comienza con
la entrada al periodo de latencia. Más tarde, en la pubertad, tendría una reaparición y
se superará, de manera más o menos exitosa, con la elección de objeto (Laplance y
Portalis, 2004).
Cabe destacar la importancia que otorga Klein a la figura de la madre del niño o niña,
ya que ella será concebida como la primera relación objetal del niño. En un primer
momento, esta relación de objeto será parcial, es decir, las fantasías del niño o niña
escindirán a la madre en un pecho bueno (gratificador) y en un pecho malo (frustrador)
(Klein, 2012). Con el paso del tiempo, alrededor de los seis meses de edad, el niño o
niña introyectará a la madre como objeto total. De esta forma, los mecanismos de
defensa de la proyección y la introyección jugarán un rol esencial en el desarrollo del
niño ya que “estos procesos intervienen en la construcción del yo y del superyó, y
preparan el terreno para el advenimiento del complejo de Edipo en la segunda mitad
del primer año” (Klein, 2009, p. 12). Desde esta perspectiva se observa que ya durante
el primer año de vida están llevándose a cabo los procesos que están a la base de la
configuración e integración del yo, así como del desarrollo paralelo del superyó
temprano y arcaico (Klein, 2009).
Resulta relevante mencionar que junto con la introyección del objeto total, Klein (2009)
identifica el surgimiento de una posición depresiva en el niño, en la segunda mitad del
primer año de edad. Esta posición jugará un papel central en el desarrollo temprano del
niño, porque al ocurrir la introyección de un objeto total- con aspectos buenos y malos
a contenidos en la misma figura- la relación objetal del niño se modificará de manera
esencial. Por esta razón, Klein (2009) afirma que “la síntesis entre los aspectos
amados y odiados del objeto total da origen a sentimientos de duelo y de culpa que
implican progresos vitales en la vida emocional e intelectual del niño. Esto constituye
un punto crucial para la elección de psicosis o neurosis” (p. 12).
Por su parte, Melanie Klein critica a Anna Freud, ya que considera que ella no
interpreta el complejo de Edipo (Hinshelwood, 2004). Al considerar que ya al año de
edad sería posible encontrar un superyó en el niño, que además se caracteriza por su
severidad, Klein sostiene que la cantidad de angustia y culpa asociada a este superyó
justifica la intervención psicoanalítica temprana del niño (2009).
En primer lugar, es preciso señalar que Anna Freud (1973) plantea un cambio de
perspectiva para el desarrollo de la terapia psicoanalítica. Esta autora estima que
durante mucho tiempo el psicoanálisis había concentrado su atención en el estudio del
inconsciente, enfocándose en los contenidos del ello, sin considerar la importancia del
yo como elemento central y articulador del sujeto y su relación con el mundo. En este
sentido, Anna Freud (1973) considera que es necesario situarse desde la importancia
del yo, ya que este se constituye como un elemento fundamental, actuando y medianto
como un mediador entre el ello y el superyó. En consecuencia, es el yo quien articula y
hace posible la adaptación de las personas a su realidad cotidiana.
Además del trabajo directo con el niño, Anna Freud (1993) incorporará el trabajo con
los padres y el entorno familiar, solicitando a la familia que colabore con informes
respecto al niño. Freud (1973) considera que el ambiente familiar del pequeño es
fundamental y que además del trabajo psicoanalítico es posible incorporar una
dimensión pedagógica y educativa que fomente la adaptación del niño a su contexto. El
resultado del trabajo psicoanalítico y pedagógico para Anna Freud generará un
fortalecimiento del yo y una mejor adaptación del sujeto a la realidad (Freud, 1973).
3. Juego y simbolismo
Entre los muchos puntos de desencuentro que se pueden observar en las propuestas
teóricas de Anna Freud y Melanie Klein, destaca el rol del juego y el simbolismo como
un espacio de desacuerdo relevante.
En primer lugar, es necesario señalar que para Melanie Klein el rol del juego resulta tan
fundamental que es capaz de sustituir la asociación libre como principal regla para el
trabajo psicoanalítico con niños. Klein (2009) considera que debajo de cada juego
existe un significado oculto al que se puede llegar mediante su interpretación. Además,
plantea que el juego también puede dar cuenta de la defensa. Para ella en todo juego
se encuentra no solo un proceso de representación simbólica, sino también una
oportunidad de descarga de la fantasía de masturbación (Klein, 2009). En este sentido,
adquiere gran relevancia la noción de fantasía ya que esta enriquece y permite el
trabajo de interpretación. Es así como Klein señala (2009) que “es en la fantasía que el
niño escinde al objeto y al yo, pero el efecto de esta fantasía es muy real, porque
conduce a sentimientos y relaciones (y luego a procesos de pensamiento) que están
desconectados entre sí” (p. 15).
Respecto al rol el juego en Anna Freud (1973), esta no estará de acuerdo con el
pensamiento de Melanie Klein de que este constituye un equivalente a la asociación
libre, posible de ser interpretado por medio de símbolos. Lo anterior se sostiene en que
los símbolos no siempre son unívocos y por lo tanto se cometería un error el considerar
que el juego puede tener una interpretación única y total (Freud, 1973). Anna Freud se
encuentra en un profundo desacuerdo con esta noción de juego y señala que “por
razones teóricas dudamos en llevar esta interpretación simbólica hasta límites
extremos y en aceptar una tan completa equivalencia entre juego y asociación libre” (p.
48).
Otra de las razones por las que el juego no sería adecuado para la técnica
psicoanalítica según Anna Freud sería que “el análisis de los niños nos presenta un
peligro, pues si bien suministra un rico material de información acerca del ello, el
conocimiento del yo infantil que por su mediación obtenemos resulta sumamente
escaso” (Freud, 1973, p. 47). Si se considera que para esta autora lo fundamental en el
análisis es el conocimiento y el fortalecimiento del yo, la falta de información
proporcionada por las técnicas que solo dejan fluir contenidos del ello sin mayores
resistencias, tendrían una gran carencia para el logro de un análisis exitoso.
4. Conclusión
En segundo lugar, se puede afirmar que ambas autoras, a pesar de sus diferencias,
generaron un aporte fundamental a la teoría psicoanalítica, cuyas consecuencias tiene
implicancias técnicas, teóricas y políticas hasta el día de hoy. En este sentido, es
posible observar que adherir a los postulados de una o de otra implica abordar de una
manera distinta la aproximación al trabajo psicoanalítico con niños. En el caso de
seguir el enfoque propuesto por Anna Freud, nos encontraríamos con una imposibilidad
para considerar considerar a los niños menores de siete años como pacientes
adecuados para realizar una trabajo psicoanalítico. Lo anterior debido a que desde
Freud, antes de esa edad los niños no generan transferencia, lo que es un requisito
fundamental para el análisis. Las consecuencias de esto se pueden observar incluso en
Chile, donde la regulación de la institucionalidad del SENAME, considera que los niños
muy pequeños, deben ser abordados modificando las condiciones y vulneraciones
dadas por su contexto, sin considerar una terapia reparatoria donde se analice
directamente al niño, antes de los siete años.
Por otro lado, considerar los postulados de Melanie Klein, sin matizar la técnica de
interpretación directa, podría tener consecuencias negativas para el niño/paciente,
como la actuación de la transferencia fuera de la situación psicoanalítica, lo que
conllevaría el riesgo de exponer al niño a situaciones peligrosas, fuera del contexto
protegido de la terapia, generando un riesgo para su integridad física, por ejemplo.
Sin embargo, resulta indispensable señalar que, a pesar de lo anterior, Melanie Klein
dirige la atención a la vida intrapsíquica temprana del niño o niña y erige su importancia
fundamental. Esto redunda en otorgarle una nueva dignidad y consideración a la
experiencia personal interna/externa y social de niños y niñas. Además, nos permite
hacer un trabajo de reparación e intervención directa con el niño en casos de
vulneración grave de derechos. El Impacto de estos postulados en la vida del niño,
desde temprano, confluye en una importancia y dignidad a su subjetividad, antes
desconocida.
En este sentido, los niños y niñas ya no son considerados solamente como adultos
incompletos, cuya vida psíquica no es tan relevante como sus condiciones materiales o
contextuales, sino que se deja establecido que estos poseen un importante y rico
mundo interior en desarrollo que puede causarles conflictos intrapsíquicos, angustia y
culpa y el psicoanálisis se constituye en una herramienta importante para curar o aliviar
estos sentimientos y mejorar su calidad de vida.
Referencias
Klein, M. (2012). El psicoanálisis de niños. Obras completas vol II. México: Editorial
Paidós.
Klein, M. (2009). Envidia y gratitud. Obras completas vol. III. México: Editorial Paidós.