Está en la página 1de 9

Universidad de Chile

Facultad de Ciencias Sociales


Departamento de Psicología

Revisión comparada de la teoría psicoanalítica de Anna Freud y


Melanie Klein

Nombre
Camila Lagos Basoalto

Asignatura
Teoría Psicoanalítica Postfreudiana

Profesores
Matías Marchant
Pablo Reyes

Fecha de entrega
18 de abril de 2019
1. El complejo de Edipo

El complejo de Edipo planteado por Sigmund Freud, se entiende como un “conjunto


organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta respecto a sus
padres” (Laplanche y Portalis, 2004, p. 61). Este complejo presenta una forma positiva
en la que el niño desea sexualmente al padre del sexo opuesto y tiene un deseo de
muerte hacia el padre del mismo sexo. El Edipo en su forma negativa se presenta a la
inversa, con amor al progenitor del mismo sexo y celos y odio hacia el padre del sexo
opuesto (Laplanche y Portalis, 2004, p. 61).

Según lo postulado por Freud, el complejo de Edipo se experimenta entre los tres y
cinco años de edad. Su punto de partida es la fase fálica y su declinación comienza con
la entrada al periodo de latencia. Más tarde, en la pubertad, tendría una reaparición y
se superará, de manera más o menos exitosa, con la elección de objeto (Laplance y
Portalis, 2004).

Las teorizaciones de Sigmund Freud respecto al Edipo resultan de una importancia


fundamental para la teoría tanto de Anna Freud, como para la de Melanie Klein. Sin
embargo, existen diferencias ostensibles en los planteamientos de estas dos autoras al
respecto. Por una parte, Anna Freud no realiza grandes modificaciones a la teoría del
complejo de Edipo de Freud. En este sentido, mantiene la idea de un superyó que se
generará como resultado de la finalización del Edipo, al llegar a la fase de latencia.
Siguiendo esta línea, Anna Freud (1973) considera que este punto del desarrollo del
niño será el momento en que se instalará la represión, lo que tendrá una importancia
fundamental para el trabajo psicoanalítico.

Un punto de vista diferente al anterior estará contenido en los postulados de Melanie


Klein (2012) respecto al tema. Esta autora modifica la teoría clásica del Edipo
planteada por Freud, situando el inicio del complejo en un periodo bastante anterior del
desarrollo del niño. Además, Klein (2012) no considera que el superyó se forme como
consecuencia de la finalización del Edipo a los cinco años, sino que para ella el
desarrollo y la integración del yo iría en paralelo con la formación del superyó. De esta
manera, Klein (2012) afirma que las experiencias y las relaciones objetales tempranas
del niño son fundamentales para el desarrollo de un yo integrado y del superyó. En este
sentido, plantea que desde su nacimiento el niño comenzará una relación entre su
mundo interior la que contribuirá directamente a la configuración de un yo y un superyó
temprano.

Cabe destacar la importancia que otorga Klein a la figura de la madre del niño o niña,
ya que ella será concebida como la primera relación objetal del niño. En un primer
momento, esta relación de objeto será parcial, es decir, las fantasías del niño o niña
escindirán a la madre en un pecho bueno (gratificador) y en un pecho malo (frustrador)
(Klein, 2012). Con el paso del tiempo, alrededor de los seis meses de edad, el niño o
niña introyectará a la madre como objeto total. De esta forma, los mecanismos de
defensa de la proyección y la introyección jugarán un rol esencial en el desarrollo del
niño ya que “estos procesos intervienen en la construcción del yo y del superyó, y
preparan el terreno para el advenimiento del complejo de Edipo en la segunda mitad
del primer año” (Klein, 2009, p. 12). Desde esta perspectiva se observa que ya durante
el primer año de vida están llevándose a cabo los procesos que están a la base de la
configuración e integración del yo, así como del desarrollo paralelo del superyó
temprano y arcaico (Klein, 2009).

Resulta relevante mencionar que junto con la introyección del objeto total, Klein (2009)
identifica el surgimiento de una posición depresiva en el niño, en la segunda mitad del
primer año de edad. Esta posición jugará un papel central en el desarrollo temprano del
niño, porque al ocurrir la introyección de un objeto total- con aspectos buenos y malos
a contenidos en la misma figura- la relación objetal del niño se modificará de manera
esencial. Por esta razón, Klein (2009) afirma que “la síntesis entre los aspectos
amados y odiados del objeto total da origen a sentimientos de duelo y de culpa que
implican progresos vitales en la vida emocional e intelectual del niño. Esto constituye
un punto crucial para la elección de psicosis o neurosis” (p. 12).

Ahora bien, al observar los planteamientos de ambas autoras respecto al complejo de


Edipo, destaca la gran diferencia existente entre ambas en relación al estadio de
desarrollo en que inicia el complejo y la edad en que se produce la aparición del
superyó. Para Anna Freud, este será resultado de la finalización del Edipo y se situará
aproximadamente a los seis años de edad. Este planteamiento tiene importantes
consecuencias prácticas ya que antes de instalada la represión, para Anna Freud el
niño no es considerado apto para realizar un trabajo psicoanalítico con él. Lo anterior
se debe a que ella considera que realizar una reconstrucción de la historia de la
represión es un requisito indispensable para la tarea del psicoanalista, lo que no sería
posible de realizar si la represión aún no se ha instalado en el paciente.

Por su parte, Melanie Klein critica a Anna Freud, ya que considera que ella no
interpreta el complejo de Edipo (Hinshelwood, 2004). Al considerar que ya al año de
edad sería posible encontrar un superyó en el niño, que además se caracteriza por su
severidad, Klein sostiene que la cantidad de angustia y culpa asociada a este superyó
justifica la intervención psicoanalítica temprana del niño (2009).

2. La técnica psicoanalítica aplicada a niños y a niñas

En la historia del psicoanálisis, es conocida la disputa que se generó entre los


planteamientos teóricos de Melanie Klein y los de Anna Freud. Uno de los principales
puntos de conflicto fue aquel referido a la técnica psicoanalítica, debido a que las
autoras tenían propuestas teóricas y aplicaciones prácticas de la técnica que eran
bastante disímiles y en ocasiones incluso contradictorias.

En primer lugar, es preciso señalar que Anna Freud (1973) plantea un cambio de
perspectiva para el desarrollo de la terapia psicoanalítica. Esta autora estima que
durante mucho tiempo el psicoanálisis había concentrado su atención en el estudio del
inconsciente, enfocándose en los contenidos del ello, sin considerar la importancia del
yo como elemento central y articulador del sujeto y su relación con el mundo. En este
sentido, Anna Freud (1973) considera que es necesario situarse desde la importancia
del yo, ya que este se constituye como un elemento fundamental, actuando y medianto
como un mediador entre el ello y el superyó. En consecuencia, es el yo quien articula y
hace posible la adaptación de las personas a su realidad cotidiana.

Siguiendo este punto de partida, Anna Freud realiza un cambio en la técnica


psicoanalítica centrando su trabajo en el develamiento y análisis de los mecanismos de
defensa del yo contra las fuerzas del ello. Para esta autora, el trabajo directo con los
contenidos del inconsciente no es recomendable, ya que puede traer consecuencias
peligrosas para los pacientes, como la actuación de la transferencia (Freud, 1973). De
esta manera, lo relevante en la terapia psicoanalítica será la observación de la puesta
en movimiento de mecanismos de defensa del yo cuando los contenidos del ello
pugnen por salir a flote en el análisis. Para Anna Freud (1973), no se deben analizar ni
interpretar directamente los contenidos del ello, sino que un procedimiento técnico
adecuado para la comprensión de un caso sería “comenzar por el análisis de la
defensa contra los afectos, con el objeto de llegar a aclarar la resistencia de la
transferencia, y sólo entonces proseguir con el análisis de la angustia misma y de sus
antecedentes históricos” (p. 46). Por lo anterior, se puede afirmar que en el estudio de
estas defensas del yo se encuentra la clave de los postulados y la técnica
psicoanalítica de Anna Freud.
Un segundo elemento importante para la técnica de Anna Freud en el trabajo con niñas
y niños es aquel vinculado con la transferencia. Desde su perspectiva, el psicoanalista
deberá poner especial atención en los fenómenos transferenciales que se den en el
contexto de la situación analítica actual y debe ser capaz de distinguir entre lo que
constituye transferencia y lo que son modos habituales de relacionarse para el paciente
(Freud, 1973). Para lograr este objetivo, el analista necesita mantener un encuadre
estandarizado, esto es, utilizar el mismo con todos los pacientes. Esta forma de
proceder facilitará la capacidad de discernir entre lo que es transferencia y lo que no.
Respecto a la regla psicoanalítica de la asociación libre, Anna Freud (1973) la seguirá
considerando importante, sin embargo, también incorporará la interpretación de
sueños, la narración de ensueños y dibujos. Cabe destacar que no considerará al juego
como equivalente a la asociación libre.

Además del trabajo directo con el niño, Anna Freud (1993) incorporará el trabajo con
los padres y el entorno familiar, solicitando a la familia que colabore con informes
respecto al niño. Freud (1973) considera que el ambiente familiar del pequeño es
fundamental y que además del trabajo psicoanalítico es posible incorporar una
dimensión pedagógica y educativa que fomente la adaptación del niño a su contexto. El
resultado del trabajo psicoanalítico y pedagógico para Anna Freud generará un
fortalecimiento del yo y una mejor adaptación del sujeto a la realidad (Freud, 1973).

En cuanto a la técnica de Melanie Klein, a diferencia de la Anna Freud, no considerará


necesario cambiar el foco de análisis hacia el yo. Klein enfocará su técnica en
interpretar directamente los contenidos inconscientes del ello, teniendo en
consideración que estos no solamente emergen de la verbalización de los niños y
niñas, sino que también en el juego con objetos, de sus fantasías y de su conducta con
el psicoanalista. Es por esta razón que Melanie Klein establecerá la técnica del juego
como base de su proceso analítico que guiará también el encuadre de sus sesiones. El
juego del niño se interpretará como expresión de los contenidos del ello, como
externalización de sentimientos de culpa y manifestación de relaciones objetales
tempranas (Hinshelwood, 2004).

Otro elemento relevante de la técnica de Melanie Klein será la transferencia. De hecho,


esta autora señala que todo lo que ocurre en sesión se vincula con procesos
transferenciales hacia la figura del analista (Hinshelwood,2004), por lo tanto el análisis
de la transferencia es fundamental. Es preciso señalar que en este punto se puede
observar un gran conflicto con la técnica de Anna Freud (1973), quien consideraba que
el analista debía tener gran cuidado al brindar sus interpretaciones ya que sentimientos
fuertes podían llevar al acting out de la transferencia. Contrario a esto, Melanie Klein
(2009) propone un abordaje considerablemente más directo al interpretar la
transferencia y respondiendo a las preguntas del paciente y dándole a conocer la
interpretación de forma clara y directa. A diferencia de Anna Freud, Klein consideraba
que esta técnica brindaba alivio evidente a los sentimientos de ansiedad y culpa que
atormentaban al paciente.

3. Juego y simbolismo

Entre los muchos puntos de desencuentro que se pueden observar en las propuestas
teóricas de Anna Freud y Melanie Klein, destaca el rol del juego y el simbolismo como
un espacio de desacuerdo relevante.

En primer lugar, es necesario señalar que para Melanie Klein el rol del juego resulta tan
fundamental que es capaz de sustituir la asociación libre como principal regla para el
trabajo psicoanalítico con niños. Klein (2009) considera que debajo de cada juego
existe un significado oculto al que se puede llegar mediante su interpretación. Además,
plantea que el juego también puede dar cuenta de la defensa. Para ella en todo juego
se encuentra no solo un proceso de representación simbólica, sino también una
oportunidad de descarga de la fantasía de masturbación (Klein, 2009). En este sentido,
adquiere gran relevancia la noción de fantasía ya que esta enriquece y permite el
trabajo de interpretación. Es así como Klein señala (2009) que “es en la fantasía que el
niño escinde al objeto y al yo, pero el efecto de esta fantasía es muy real, porque
conduce a sentimientos y relaciones (y luego a procesos de pensamiento) que están
desconectados entre sí” (p. 15).

Respecto al rol el juego en Anna Freud (1973), esta no estará de acuerdo con el
pensamiento de Melanie Klein de que este constituye un equivalente a la asociación
libre, posible de ser interpretado por medio de símbolos. Lo anterior se sostiene en que
los símbolos no siempre son unívocos y por lo tanto se cometería un error el considerar
que el juego puede tener una interpretación única y total (Freud, 1973). Anna Freud se
encuentra en un profundo desacuerdo con esta noción de juego y señala que “por
razones teóricas dudamos en llevar esta interpretación simbólica hasta límites
extremos y en aceptar una tan completa equivalencia entre juego y asociación libre” (p.
48).

Otra de las razones por las que el juego no sería adecuado para la técnica
psicoanalítica según Anna Freud sería que “el análisis de los niños nos presenta un
peligro, pues si bien suministra un rico material de información acerca del ello, el
conocimiento del yo infantil que por su mediación obtenemos resulta sumamente
escaso” (Freud, 1973, p. 47). Si se considera que para esta autora lo fundamental en el
análisis es el conocimiento y el fortalecimiento del yo, la falta de información
proporcionada por las técnicas que solo dejan fluir contenidos del ello sin mayores
resistencias, tendrían una gran carencia para el logro de un análisis exitoso.

4. Conclusión

A lo largo de este trabajo se ha pretendido realizar una revisión comparada de la teoría


psicoanalítica de Anna Freud y la de Melanie Klein. Para esto se analizaron algunos de
los aspectos más importantes de sus respectivas teorías, dando cuenta de sus
discrepancias y, por supuesto, de las claras diferencias que emergen desde sus
postulados.

En primer lugar, para sintetizar y concluir lo desarrollado anteriormente, se puede


destacar que las diferencias entre ambas autoras se cristalizan en sus planteamientos
tanto teóricos como prácticos. Se puede observar que la importancia que cada una de
ella otorga a diferentes instancias psíquicas. Por un lado, Anna Freud, realiza un giro
desde el enfoque tradicional psicoanalítico centrado en el análisis del ello, hacia la
observación del yo y sus diferentes mecanismos de defensa que develan las
resistencias de la persona y permiten establecer la forma en que se llevará a cabo la
terapia psicoanalítica. Por otro lado, Melanie Klein continúa encauzando su análisis al
contenido del ello y de hecho adapta su técnica para que este pueda observarse de
manera más patente, en función de esto, crea la técnica del juego y modifica el
encuadre tradicional.

En segundo lugar, se puede afirmar que ambas autoras, a pesar de sus diferencias,
generaron un aporte fundamental a la teoría psicoanalítica, cuyas consecuencias tiene
implicancias técnicas, teóricas y políticas hasta el día de hoy. En este sentido, es
posible observar que adherir a los postulados de una o de otra implica abordar de una
manera distinta la aproximación al trabajo psicoanalítico con niños. En el caso de
seguir el enfoque propuesto por Anna Freud, nos encontraríamos con una imposibilidad
para considerar considerar a los niños menores de siete años como pacientes
adecuados para realizar una trabajo psicoanalítico. Lo anterior debido a que desde
Freud, antes de esa edad los niños no generan transferencia, lo que es un requisito
fundamental para el análisis. Las consecuencias de esto se pueden observar incluso en
Chile, donde la regulación de la institucionalidad del SENAME, considera que los niños
muy pequeños, deben ser abordados modificando las condiciones y vulneraciones
dadas por su contexto, sin considerar una terapia reparatoria donde se analice
directamente al niño, antes de los siete años.

Por otro lado, considerar los postulados de Melanie Klein, sin matizar la técnica de
interpretación directa, podría tener consecuencias negativas para el niño/paciente,
como la actuación de la transferencia fuera de la situación psicoanalítica, lo que
conllevaría el riesgo de exponer al niño a situaciones peligrosas, fuera del contexto
protegido de la terapia, generando un riesgo para su integridad física, por ejemplo.

Sin embargo, resulta indispensable señalar que, a pesar de lo anterior, Melanie Klein
dirige la atención a la vida intrapsíquica temprana del niño o niña y erige su importancia
fundamental. Esto redunda en otorgarle una nueva dignidad y consideración a la
experiencia personal interna/externa y social de niños y niñas. Además, nos permite
hacer un trabajo de reparación e intervención directa con el niño en casos de
vulneración grave de derechos. El Impacto de estos postulados en la vida del niño,
desde temprano, confluye en una importancia y dignidad a su subjetividad, antes
desconocida.

En este sentido, los niños y niñas ya no son considerados solamente como adultos
incompletos, cuya vida psíquica no es tan relevante como sus condiciones materiales o
contextuales, sino que se deja establecido que estos poseen un importante y rico
mundo interior en desarrollo que puede causarles conflictos intrapsíquicos, angustia y
culpa y el psicoanálisis se constituye en una herramienta importante para curar o aliviar
estos sentimientos y mejorar su calidad de vida.
Referencias

Freud, A (1993). Normalidad y patología en la niñez. Buenos Aires: Paidós.

Freud, A.(1973). El yo y los mecanismos de defensa. Buenos Aires: Paidós.

Hinshelwood, R. (2004). Diccionario del pensamiento kleiniano. Buenos Aires:


Amorrortu.

Klein, M. (2012). El psicoanálisis de niños. Obras completas vol II. México: Editorial
Paidós.

Klein, M. (2009). Envidia y gratitud. Obras completas vol. III. México: Editorial Paidós.

Laplanche, J. y Pontalis, J-B. (2004). Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires:


Paidós.

También podría gustarte