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Ricardo Andrés Flórez Jiménez

Universidad Nacional de Colombia

Curso de Filosofía Antigua

Protocolo Final

Introducción

El siguiente protocolo pretende realizar un barrido general del desarrollo del curso. Más allá de
los meros contenidos que se debatieron a lo largo del semestre, el propósito del protocolo es dar
cuenta también de los tipos de análisis que se hicieron. Así, se podrán entender mejor las
conclusiones a las cuales arribamos en cada sesión, ya que unas se decantaron a realizar análisis
proposicionales, mientras que otras a análisis conceptuales. El curso empieza con Aristóteles, ya
que este nos proporciona una visión de conjunto y cierta lectura de la historia de la filosofía.
Luego nos detenemos en Anaximandro y Empédocles, para finalmente dar cierre con dos
exponentes de la filosofía helenística: Epicuro y Pirrón.

Metafísica de Aristóteles

Las primeras dos sesiones se encargan de analizar los capítulos I al VII del primer libro de la
Metafísica de Aristóteles. En la primera clase se discuten los capítulos I y II, mientras que en la
segunda el resto. El objetivo de ambas sesiones pasa por dar cuenta del propósito del texto.

Para cumplir con este objetivo, se realiza en la primera clase una contextualización de la obra,
con el fin de entender en dónde se encuentran enmarcados los capítulos que se discuten. Tal
contextualización implica entender que los textos son parte de un proyecto contenido en la
Metafísica. El profesor propone una lectura específica de los fragmentos al enunciar que
Metafísica empieza, como tal, en el capítulo VII. Según la lectura propuesta, los capítulos I y II
del primer libro funcionan como una suerte de introducción a la introducción al resto del
proyecto del libro. Entendiendo así los primeros dos capítulos, se pasa a discutir sobre el
propósito de estos. La discusión arriba en afirmar que Aristóteles se propone “llegar a la
afirmación según la cual el objeto de estudio de la sabiduría son los primeros principios y
causas”. Junto a esto, en la primera sesión se concluye que uno de los propósitos subordinados de
los primeros dos capítulos es el de mostrar que la sabiduría es la mejor ciencia. Ya que es la
mejor ciencia, es la que satisface más a cabalidad el deseo de saber y la que asimila al hombre a
dios. Así concluye la primera sesión, la cual comparte su carácter metodológico con la segunda:
en ambas se busca dar cuenta principalmente del propósito de los textos. Sin embargo, la
segunda sesión se diferenció en un aspecto: esta se llevó de una manera parecida a como se
explicó el concepto de dialéctica, esto es, el profesor dirigió la discusión a través de tomar en
consideración la opinión de los asistentes para el objetivo de mostrar el propósito del texto.

En esta segunda sesión se construye sobre lo reflexionado anteriormente. Empezamos


suponiendo de antemano la tesis desarrollada anteriormente, la cual es que la sabiduría es la
ciencia suprema, la cual trata sobre los principios y causas. Se identifica que el propósito de los
capítulos III al VII es el de validar como exhaustivas las cuatro causas de la sabiduría según
Aristóteles o complementarlas si resultan insuficientes. Para cumplir con este propósito, el
profesor afirma que Aristóteles utiliza una metodología conocida como la “dialéctica”. Esta
consiste en revisar la verdad de algo con base en opiniones existentes frente a esto. Las opiniones
que se han de revisar no pueden ser cualquiera, en todo caso, sino las endoxa, esto es, las
opiniones informadas, plausibles o decantadas. Ahora bien, en aras de entender la argumentación
que realiza Aristóteles para defender su esquema de las cuatro causas, se hace la pregunta por la
organización del texto. ¿De qué manera se organiza el texto, qué estructura tiene para defender la
idea que desarrolla Aristóteles?

Llegados a este punto, se afirma que en la historia de la filosofía que plantea Aristóteles deben
encontrarse tres divisiones, o cesuras, que la estructuran. Cada una de estas cesuras corresponden
a la introducción de una causa en el pensamiento filosófico. La primera causa —la material—
pensada por los filósofos de la naturaleza es introducida como punto de partida. Se identifica una
primera cesura, en torno a Anaxágoras, tras la cual se daría paso a la causa del movimiento. Tras
esta primera identificación de una cesura, termina la sesión con la pregunta por las otras cesuras
que Aristóteles propone.

Simplicio, Anaximandro y Aristóteles

El segundo bloque temático del curso giró en torno al análisis de un fragmento escrito por
Anaximandro. El tipo de estudio que se hizo en este segundo momento del curso fue de carácter
proposicional y luego conceptual. Se convino en que para entender el fragmento de
Anaximandro era necesario remitirse a unas premisas aristotélicas implícitas que Simplicio
recoge, las cuales se encontraron expuestas en la Física de Aristóteles.

Como punto de partida para entender el texto de Anaximandro fue necesario aclarar la doble
naturaleza fragmentaria del escrito por estudiar. Este fragmento es, en primera instancia, parte de
una obra más amplia a la que desafortunadamente no podemos acceder. Pero, también, es parte
del texto denominado Física de Simplicio. Habiendo hecho tal aclaración, se procede de manera
similar a otras sesiones al intentar esclarecer el propósito del texto. El “método de análisis” de
esta sesión requiere poner atención a palabras indicadoras de los puntos articuladores del texto
para así dar cuenta del propósito del escrito. Siguiendo este método se identifica una de las tesis
de Anaximandro enunciadas al principio del texto, la cual dice “el principio es «lo Infinito»”.
Sobre esta tesis, Simplicio busca analizar las razones que tenía su autor para sostenerla.

La labor realizada posteriormente consistió en identificar las razones que Simplicio “reproduce”
en su texto para darle sustento a la tesis de Anaximandro. Aquí el análisis fue más minucioso al
distinguir las proposiciones una por una entre premisas y conclusiones. En este ejercicio, se
afirma que una de las conclusiones a las que se arriba en el fragmento de Anaximandro es que
“el principio de todas las cosas no es ningún elemento, sino algo distinto de ellas”, ya que la
proposición esta seguida del conector lógico “entonces”. Para sostener esta conclusión, Simplicio
se vale de una serie de premisas, las cuales identificamos explícitamente como:

A) La cita textual de Anaximandro sobre “pagar las culpas unas a otras”, la cual es una
metáfora sobre cómo los elementos se suceden unos a otros según el tiempo sin
destruirse.
B) Una proposición que remite a la experiencia, según la cual al haber observado la
transformación de los elementos, se dio cuenta que estos no perecían.

Sin embargo, estas premisas no son suficientes para argumentar la conclusión que se identificó
en esta sesión. Para llegar a esta conclusión, Simplicio se vale de una serie de premisas
implícitas, las cuales están manifiestas en el fragmento de la Física de Aristóteles. En este texto,
el autor categoriza a Anaximandro como parte de un grupo de filósofos. Para Aristóteles, la
postura de Anaximandro pertenece a quienes creen que el principio es Uno, está en movimiento
y que los contrarios están contenidos en el Uno. En vez de pensar que el Uno es un cuerpo
subyacente —es decir, uno de los elementos o un intermedio—, Anaximandro piensa que las
cosas se generan por separación de la Mezcla. Así, este autor queda agrupado como parte de los
filósofos que entendían el principio de generación y destrucción como uno en movimiento, en el
cual los contrarios están contenidos en el Uno.

Aristóteles va más a profundidad frente al concepto de contrariedad, ya que no se puede hablar


de movimiento sin contrariedad, según este autor. El argumento se desarrolla enunciando que los
elementos tienen contrarios: el agua es contrario del fuego, el aire de la tierra, etc. Si uno de esos
elementos fuese infinito, ya que para ser principio de generación y destrucción tiene que serlo,
entonces anularía a su contrario. Sin embargo, en la naturaleza no se ve que los contrarios se
eliminen, sino que se transforman. Así, a través de un modus tollens, Aristóteles arriba a la
conclusión según la cual ningún elemento es el principio. El principio de la generación y la
destrucción es la separación de los contrarios de la Mezcla, otro concepto que se introduce aquí.
La Mezcla, según la idea de Anaximandro, es la manera en la cual lo múltiple es Uno: los
elementos son múltiples cuando no están en el ápeiron (“lo Infinito”) y son unidad cuando están
en este.

Filosofía helenística: Epicuro y Pirrón

El tercer bloque temático del curso gira en torno a la filosofía helenística, haciendo un contraste
entre la escuela de Epicuro (“El Jardín”) y el pensamiento de Pirrón. La introducción a la
filosofía helenística se realiza en primera instancia a partir de la figura de Epicuro, ya que este da
cuenta de una serie de aspectos fundamentales del pensamiento de la época. Primero que todo,
como se mencionó anteriormente, esta época se caracteriza por la fundación de escuelas. Además
de esto, el concepto de ἀταραξία será fundamental para la ética de los filósofos de la época.

Ahora bien, Epicuro, nacido en Samos y posteriormente habitante de Atenas, seguía la corriente
del atomismo. Una de sus preocupaciones principales será la de la felicidad, ya que para la época
se ha efectuado una suerte de giro antropológico en los intereses de los filósofos, giro el cual se
halla por tarde en Sócrates mismo. Tras este giro, se pasa de un fuerte hincapié en el estudio del
cosmos a la preocupación por los asuntos humanos.

El texto que se analiza en la primera sesión de este bloque temático es la Carta a Meneceo de
Epicuro, la cual está dirigida a un seguidor de Epicuro. El propósito de la carta, según Epicuro,
consiste en proveer a Meneceo de ciertos materiales para una actividad de meditación consigo
mismo y otros para así vivir como un dios entre los hombres. Los materiales para tal actividad de
meditación se encuentran de manera condensada en la carta, ya que esta consiste en una suerte de
compendio de filosofía para ser feliz. Siendo un compendio y al mismo tiempo una guía de
materiales para una actividad, la carta funciona como una especie de manual, del cual hay que
echar mano día y noche, para conformar una manera de vivir que lleve a la felicidad. En tal
orden de ideas, Epicuro entiende la filosofía como una ocupación de carácter vitalicio, ya que
esta se encuentra asociada a la salud del alma, a la felicidad, algo que es una preocupación para
toda la vida. Se colige de lo anteriormente dicho que la noción de filosofía de Epicuro es de una
eminente orientación práctica. La filosofía se trata de una especie de cuidado terapéutico, la cual,
para tratar la salud del alma, precisa de cuatro medicamentos (tetrafármaco):

1) “Adquirir una recta concepción de los dioses”: al lograr esto, no se temerá su injerencia
positiva o negativa sobre nosotros.
2) “Adquirir una recta opinión de la muerte”: Epicuro nos exhorta a acostumbrarnos a
pensar que la muerte nada es para nosotros. Ya que esta es la privación de la sensación,
no es nada para nosotros, ya que lo malo se asocia, más bien, con el dolor.
3) “Adquirir una recta opinión de los placeres y sus límites”: enuncia que el fin de la
naturaleza es el placer y distingue de una manera esquemática los deseos según una serie
de criterios.
4) “Adquirir una recta opinión sobre los dolores y sus límites”: el autor desarrolla su idea
según la cual ningún dolor es eterno y expone su concepción sobre la tolerancia de los
dolores.

Habiendo expuesto el tetrafármaco, queda claro entonces que es fundamental para Epicuro tener
rectas opiniones sobre una serie de temas para ser feliz. En directa oposición a esta postura,
Pirrón argumenta que la “medicina necesaria” para la salud del alma es, en realidad, la
“suspensión del juicio”. Para hacer un acercamiento al pensamiento de Pirrón, se acude a los
escritos de Diógenes Laercio, quien tuvo a su disposición y trabajó sobre amplios conjuntos de
biografías, mas no tuvo conocimiento de primera mano. Para dar cuenta del pensamiento de
Pirrón, la sesión se centra sobre dos aspectos: cómo los escépticos mostraban su postura y lo
esencial para vivir bien, según estos.
Frente a lo primero, es necesario entender que los escépticos enunciaban ciertas expresiones o
voces por las cuales intentaban mostrar lo que pensaban, mas no buscaban argumentar por medio
de dogmas. Por ejemplo, la expresión “a todo enunciado se opone otro enunciado” no busca ser
un dogma sino producir un efecto de suspensión de juicio, pero como puede funcionar como un
juicio, el enunciado mismo se vuelca contra sí mismo para eliminarse a sí mismo. Las
expresiones de los escépticos funcionan como purgantes, los cuales después de eliminar los
juicios, se eliminan a sí mismos.

Frente a lo segundo, lo esencial para vivir bien, los escépticos plantean que es necesario no
volcarse a ciertas enunciaciones o emitir juicios como “la miel es dulce”, sino atenerse a los
fenómenos que “se nos aparecen”, esto es, decir “la miel me aparece dulce”. La suspensión del
juicio no consistiría, como los detractores del escepticismo decían, en dejar de atenerse a todo.
Hay ciertas cosas que se nos aparecen, no son parte de los juicios. Así que, para vivir bien, lo
único que necesitamos es atenernos a que “en este momento”, “la miel se nos aparece dulce”. Se
vive mejor así porque quien vive haciendo juicios vive atormentado.

Conclusión

El recorrido del curso se caracteriza por abarcar tanto distintos tipos de contenidos como
metodologías de análisis. Frente a lo primero, se estudiaron tanto textos argumentativos, como
cartas, biografías y el poema de Empédocles (el cual no fue mencionado en este protocolo,
desafortunadamente). Frente a lo segundo, se fueron adquiriendo herramientas interpretativas a
lo largo del curso. Esto es de tal suerte que parecería que en distintas sesiones se hicieron análisis
distintos, pero lo que ocurrió fue que se buscó progresivamente utilizar más herramientas
interpretativas mientras avanzaba el curso. Al principio, las discusiones se enfrascaban en
mostrar el propósito de un texto, mientras que en las últimas sesiones este objetivo era implícito,
esto es, una tarea por realizar por nuestra propia cuenta, como la de analizar
pormenorizadamente las proposiciones en un texto.

En cuanto a qué se puede concluir de las temáticas del curso, las observaciones son un poco más
complicadas de hacer. Se logró entender la dificultad de trabajar filosofía antigua por el carácter
fragmentario de muchos de los documentos que nos han sido legados. También, si bien se trabajó
con la idea de que la interpretación aristotélica de la historia de la filosofía era solo eso —una
interpretación—, es bastante claro que su lectura permeó fuertemente las lecturas posteriores del
curso, al no mostrarse una alternativa interpretativa. Finalmente, el último bloque temático fue el
mejor contextualizado en cuanto a entender las preocupaciones de la época y la importancia de la
creación de escuelas tras Aristóteles y Platón. El hilo que conectaba ambos autores, esto es, el de
cómo entendía cada uno la ἀταραξία, permitió contrastarlos y mostrar matices importantes desde
la especificidad de cada uno. Personalmente, me pareció supremamente interesante la discusión
en torno a las “voces” de los escépticos y la idea que el profesor soltó de la relación del concepto
de apariencia de los escépticos con la fenomenología.

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