Está en la página 1de 15



Sala I, C/N°° 44.196 “Luo Gan s-


archivo”
Juzgado N°9 - Secretaría N°17
Expediente N° 17.885/05

Reg. n° 1353

///nos Aires, 21 de diciembre de 2010.


Y VISTOS Y CONSIDERANDO:
I. Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de este
Tribunal en virtud del recurso de apelación interpuesto por Alejandro Guillermo
Cowes en representación de la querella, contra la resolución de archivo adoptada
por el Sr. Juez de primera instancia Julián D. Ercolini, el día 3 de marzo del
corriente año.
II. En primer lugar, corresponde hacer referencia a los sucesos
que conforman el objeto de investigación, para lo cual viene al caso señalar que la
presente encuesta tuvo su inicio a mediados del mes de diciembre de 2005, cuando
la Sra. Liwei Fu, en su carácter de Presidenta de la Asociación Civil “Estudio de
Falun Dafa”, impulsada por la presencia circunstancial en nuestro país del
entonces funcionario chino Luo Gan y amparándose en la operatividad del
principio de “Jurisdicción Universal”, puso de manifiesto su intención de que la
justicia argentina investigara y castigara diversos acontecimientos ilícitos
perpetrados en aquella nación, en los que habría intervenido el nombrado como
Secretario de Asuntos Políticos y Legales del Comité Central del Partido
Comunista de ese país (PCC), Director de la Comisión Nacional de Partidos
Políticos y de la Ley y, principalmente, Vice Director y coordinador directo de la
Oficina de Control de Falun Gong 6-10 (ver fs. 20/37 y 41/58).
Explicó la denunciante que la misión de esta última agencia


gubernamental, cuya denominación respondía a la fecha de su creación (10 de
junio de 1999), desde un primer momento había sido, lisa y llanamente, la
erradicación de la práctica del “Falun Dafa” o “Falun Gong”, antigua disciplina
estructurada en los principios de “verdad, benevolencia y tolerancia”, con raíces
en la milenaria cultura espiritual oriental.
Al referirse de manera puntual al modo en que se desarrollaba
la persecución, relató que Luo Gan, con la anuencia de quien entonces ejercía la
primer magistratura de China, Jian Zemin, era quien tenía a su cargo el control de
los denominados “asuntos de Falun Gong”, y coordinaba, a través de la
mencionada oficina, diversos actos propios de una política sistemática dirigida a la
identificación, detención, tortura, reeducación o exterminio de todos aquellos
ciudadanos que formaban parte del movimiento.
Expresó, en ese mismo sentido, que durante el avance de
aquella implacable política estatal de represión, que se desarrollaba a lo largo de
toda la extensión territorial de China, se habían adoptado una serie de medidas
aberrantes propias de un verdadero genocidio, como la internación de los
practicantes en campos de trabajo donde se los sometía a la esclavitud y se los
torturaba física y psíquicamente como método de disuasión, la desaparición de
personas y cremación de cadáveres, la mutilación de cuerpos, la venta de órganos
y la expropiación injustificada de bienes, entre muchas otras.
Tales fueron los acontecimientos que, catalogados por la
denunciante como crímenes de lesa humanidad que atentaban contra la comunidad
internacional, fueron sometidos a consideración de la justicia argentina y
conformaron hasta la actualidad la plataforma fáctica de la presente investigación
penal.
III. Circunscribiéndonos a los fundamentos que nutren el fallo
impugnado, es preciso señalar que la decisión adoptada, que dispone el archivo de
las actuaciones por imposibilidad de proceder (art. 195 del CPPN), se apoya, por
un lado, en el convencimiento del juzgador de que la justicia argentina se
encuentra imposibilitada de conocer en los ilícitos denunciados por haber acaecido


la totalidad de ellos fuera de los límites territoriales de la República (art. 1 del


CP), criterio éste que fue también defendido por el representante del Ministerio
Público Fiscal al momento de sugerir al inicio de las actuaciones la
desestimación de la notitia criminis (ver dictamen de fs. 63/7).
Y por otro lado, el cierre del proceso constituye, desde la
óptica de ese mismo intérprete, una medida ineludible considerando aquella
posición del representante de la vindicta pública.
Es que a entender del Magistrado, los eventos materia de
encuesta, por su trascendencia y por la calidad e investidura de las personas que
en ellos habrían participado (ex funcionarios estatales con inmunidad
diplomática), poseerían implicancias insoslayables entre los Estados de China y
Argentina, situación que, interpretada desde el prisma del art. 120 CN, conllevaría
a la necesidad de contar indefectiblemente con el impulso de la acción por parte
del Fiscal, más allá de permanecer incólume el sostén independiente de la
acusación en cabeza del querellante particular, cuya promoción solitaria resultaría,
por la excepcionalidad del caso, insuficiente.
IV. La exposición de agravios formulada por la querella partió
de una exhaustiva descripción de la actividad persecutoria sufrida por los
practicantes de “Falun Dafa” en la República Popular de China, impulsada, según
el relato, por los miembros de la más alta jerarquía del PCC desde hace más de
once años hasta la actualidad, en violación a las leyes y constitución de ese país,
como también en desmedro de las garantías consagradas en distintos instrumentos
internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948),
la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) y
la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes (1984).
Por un lado, puso de manifiesto la calidad de los delitos
investigados, destacando que habían sido cometidos en forma sistemática por
funcionarios de un Estado soberano, debiendo ser considerados innegablemente
como crímenes de lesa humanidad.


A su vez, adujo que la investigación de ese tipo de ilícitos, por
su escala, volumen y gravedad, no podía encontrar un obstáculo en las normas de
procedimiento vigentes en los ordenamientos locales, en la medida que sus
alcances lesivos afectarían directamente a la comunidad internacional, resultando
plenamente aplicable en esos términos la denominada “Jurisdicción Universal”,
que no sólo había sido receptada como principio a nivel internacional en distintos
instrumentos y por los organismos pertenecientes al sistema americano y europeo,
sino también en múltiples pronunciamientos jurisdiccionales de distintos países,
contando incluso a nivel local con el reconocimiento de nuestra Constitución
Nacional, puntualmente en su art. 118.
Al respecto, indicó: “Todo lleva a concluir que en la Argentina
de hoy (…), nuestros jueces (…) tendrían que estar plenamente dispuestos a
priorizar el principio de JURISDICCIÓN UNIVERSAL por el de territorialidad,
que debe ceder ante el horror y la impunidad de cuanto se denuncia. Y en este
caso es mucho mayor el fundamento por tratarse de un sistema criminal actual
que se está ejecutando en este momento (…)”.
Las características de los delitos y la obvia imposibilidad de
que su juzgamiento se produzca en el país donde éstos fueron cometidos (la
actividad persecutoria provendrían del propio aparato estatal chino, monopolizado
por el PCC) constituyen, de acuerdo a la visión de la parte recurrente, motivos
suficientes para considerar que en el caso resulta operativo el mentado principio
extraterritorial, que habilita a los Tribunales locales a juzgar los crímenes de lesa
humanidad cometidos en otro suelo.
En orden al segundo de los argumentos utilizados por el a quo
como respaldo de su pronunciamiento conclusivo, sostuvo que el acusador
privado, constituido como tal en el expediente y con personería para actuar en
juicio, se hallaba amparado por la garantía del debido proceso legal y era titular
del derecho a la jurisdicción que estaba implícito en el de defensa en juicio, razón
por la cual podía, en procura de una sentencia útil en relación a sus derechos,
promover una investigación en solitario y con independencia de una eventual


postura contraria al impulso de la acción por parte del Ministerio Público Fiscal.
Aludió para ello a la opinión de reconocidos doctrinarios y a la jurisprudencia
sentada por la Corte Supema de Justicia de la Nación en los fallos “Otto Wald”
(CSJN, fallos: 268:266), “Santillán” (CSJN, fallos: 321:2021) y “Quiroga”
(CSJN, fallos: 327:5063), como también a distintas disposiciones contenidas tanto
en nuestra Constitución Nacional (art. 18) como en la Convención Americana de
los Derechos Humanos (CADH, art. 8.1) y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (PIDCyP, art. 14.1).
Destacó, a su vez, que el Juez de grado no había dado ninguna
razón concreta y valedera que sirviera de fundamento para considerar
imprescindible la intervención de un Fiscal Federal en el presente proceso, ni para
reconocer como legítimo el interés del Estado chino en los resultados de la
encuesta. Y, finalmente, cuestionó la postura del juzgador en punto a darle
prioridad a la integridad de las relaciones diplomáticas de ambas naciones frente a
la necesidad de perseguir y juzgar los aberrantes crímenes cometidos por los
imputados con el objetivo de exterminar a los practicantes de una disciplina
espiritual.
A partir de los argumentos reseñados, la querella solicitó que
se revocara el archivo que había sido dispuesto en primera instancia, de modo de
posibilitar la prosecución de la investigación.
Los Dres. Jorge L. Ballestero y Eduardo R. Freiler dijeron:
a) Así delimitada la controversia, corresponde señalar como
punto de partida que los suscriptos, respetando la posición jurisprudencial que han
defendido en diversos precedentes, comparten el significado y los alcances que la
querella le ha otorgado a la multiplicidad de eventos que conforman el núcleo de
la investigación. Tales acontecimientos, entre los que pueden destacarse las
torturas físicas y psíquicas, las desapariciones forzadas de personas, los
homicidios, los actos de sometimiento a la esclavitud, las vejaciones, la
cremación de cadáveres, la mutilación de cuerpos y la venta de órganos, que
habrían sido cometidos de manera sistemática y como política estatal por


funcionarios gubernamentales de la República Popular de China en el marco de un
proceso de persecución a los practicantes de la corriente espiritual denominada
“Falun Dafa” o “Falun Gong”, indudablemente poseen la entidad suficiente para
ser considerados contrarios al derecho de gentes (art. 118 CN) y, por ende,
pasibles de ser agrupados en su conjunto dentro de la órbita de los crímenes de
lesa humanidad, dada su potencialidad para afectar los valores fundamentales que
la humanidad ha reconocido a todo individuo (ver, de esta Sala, c/n° 40.201 “NN
s/sobreseimiento”, rta. 21/12/07, reg. 1604; c/n° 40.188 “Rovira, Miguel Angel
s/prisión preventiva”, reg. 260, rta. 14/03/08, voto del Dr. Eduardo R. Freiler; c/n°
42.002 “Taddei, Ricardo s/prescripción”, rta. 18/11/08, reg. 1400, votos de los
Dres. Eduardo R. Freiler y Jorge L. Ballestero; c/n° 42.247 “Videla”, rta.
30/12/08, reg. 1631, y sus citas, entre otras; y en idéntico sentido CSJN, Fallos
323:2035; 326:2805; 328:2056 y 330:3248).
Y en punto a la importancia de aceptar la mentada
significación, cabe consignar que “La consideración de los hechos como crímenes
contra la humanidad acarrea toda una serie de consecuencias (…). En primer
término, la prohibición de esta categoría de crímenes es considerada parte del ius
cogens, es decir, son normas imperativas de derecho internacional general
aceptadas y reconocidas por la comunidad internacional de Estados como
normas que no admiten acuerdo en contrario y que sólo pueden ser modificadas
por normas ulteriores de derecho internacional general del mismo carácter
(artículo 53 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados). Este
carácter de ius cogens que posee la prohibición de los crímenes contra la
humanidad genera para los Estados obligaciones erga omnes, entre las cuales se
destacan la inderogabilidad de las prohibiciones, la responsabilidad penal
individual frente al derecho internacional por la comisión de dichos crímenes, la
obligatoriedad de su juzgamiento (que se traduce en la fórmula aut dedere aut
iudicare), la inaplicabilidad de reglas de prescripción, la inoponibilidad de
inmunidades personales incluyendo las de los jefes de Estado, la inoponibilidad
de la defensa de Obediencia Debida y el principio de jurisdicción universal (ver


“Videla”, con cita de Bassiouni, M. Cheriff, "International Crimes: Jus Cogens


and Obligatio Erga Omnes", en “Law and Contemporary Problems”, Fall 1996, p.
73, el subrayado nos pertenece)”.
A su vez, dicha conceptualización, lejos de resultar una mera
declaración, constituye el motivo principal para catalogar de limitado o acotado el
análisis jurídico que condujo tanto al representante de la vindicta pública como al
instructor a evaluar en el presente caso la operatividad de la jurisdicción de los
Tribunales argentinos exclusivamente sobre la proyección normativa del art. 1 del
CPPN, que instituye el llamado principio de territorialidad para la aplicación de la
ley penal de nuestro país, pasando por alto que los delitos investigados
conformarían, como se dijo, los llamados delicta iuris gentium, en cuyo
juzgamiento se encuentra interesada la comunidad internacional en su conjunto
(“Código Penal y normas complementarias. Análisis doctrinario y
jurisprudencial.”, Tomo I, David Baigún/Eugenio Zaffaroni, directores, Ed.
Hammurabi, Buenos Aires, Año 1997, pag. 31, comentario al art. 1° del CP por
Guillermo J. Fierro).
Y es allí donde la denominada “Jurisdicción Universal”, que
con el tiempo cobra mayor vigor en el escenario internacional, adquiere relevancia
como herramienta concreta para que los Tribunales locales sean quienes canalicen
aquella perspectiva común de las distintas naciones de perseguir y sancionar esta
clase de actos que comprometen el derecho de gentes, más allá del lugar donde
éstos hayan sido perpetrados y prescindiendo de la nacionalidad de las víctimas e
imputados.
Viene al caso traer a colación la opinión que, en el sentido
indicado, efectuó en un reciente fallo el Tribunal Supremo de la Nación
refiriéndose a la posición de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos:
“(…) la Comisión Interamericana de Derechos Humanos habilita a que, frente a
un crimen internacional de lesa humanidad, si el Estado no quisiera o no pudiera
cumplir con su obligación de sancionar a los responsables, resulte plenamente
aplicable la jurisdicción universal para que cualquier Estado persiga, procese y


sancione a quienes aparezcan como responsables de esos ilícitos, aun cuando los
mismos hubieran sido cometidos fuera de su jurisdicción territorial o no
guardaran relación con la nacionalidad del acusado o de las víctimas, en virtud
de que tales hechos afectan a la humanidad entera y quebrantan el orden público
de la comunidad mundial (Informe n° 133/99 caso 11.725 Carmelo Soria
Espinoza, Chile, 19 de noviembre de 1999, pár. 136 a 149 y punto 2° de las
recomendaciones). Por lo cual, si no se ejerce la jurisdicción en función del
principio territorial, entra a operar el principio universal y se pone en juego la
soberanía de la República Argentina” (CSJN, c/G.291.XLIII, “Gualtieri Rugnone
de Prieto, Emma Elidia y otros s/sustracción de menores de 10 años”, rta.
11/08/09, considerando 6°, con cita del fallo "Simón", 328:2056, voto de la jueza
Highton de Nolasco, considerando 29).
Así, la gravedad de este tipo de delitos, que hace emerger un
deber de actuación de carácter irrenunciable en cabeza de los Estados, “(…) puede
dar fundamento a la jurisdicción universal, como se desprende del art. 118 de la
Constitución Nacional que contempla los delitos contra el derecho de gentes
fuera de los límites de la Nación (…). Ello da por supuesto que tales delitos
pueden ser juzgados en la República y, cabe entender, también en otros Estados
extranjeros. Y además, que esos delitos contra el derecho internacional, contra la
humanidad y el derecho de gentes, por su gravedad, lesionan el orden
internacional, en modo que no puede verse en tal art. 118 sólo una norma de
jurisdicción sino sustancialmente de reconocimiento de la gravedad material de
aquellos delitos (…) y “(…)Que según la teoría de la jurisdicción universal, tales
delitos podrían ser juzgados fuera del país en el que se hubiesen cometido, los
delitos contra el derecho internacional pueden fundar la jurisdicción universal de
cualquier Estado según la costumbre internacional por violar una norma de ius
cogens en modo sistemático lesionando el derecho internacional (…)”(CSJN,
fallo “Simón”, expte. S.1767.XXXVIII, rta. 14/06/05, con cita del fallo "Nadel",
registrada en Fallos: 316:567, disidencia del juez Boggiano; y en idéntico sentido,
Gil Domínguez, Andrés “Derecho de Gentes, crímenes de lesa humanidad e


imprescriptibilidad”, Jurisprudencia Argentina, Año 2005, Tomo I, pag. 1138/43).


En suma, esta excepción al principio de territorialidad,
motivada por la presencia de delitos cometidos fuera de los límites de la Nación
que afectarían el derecho de gentes (art. 118 CN), es la que en el caso resulta
plenamente operativa, conforme lo ha señalado el impugnante al fundar su
posición crítica frente al cierre del sumario.
b) Sin embargo, como se verá a continuación, la posibilidad de
avanzar en la investigación encuentra un obstáculo que excede la cuestión atinente
a la afirmada potestad argentina, y cuyo tratamiento resulta a su vez prioritario
frente a la discusión planteada en el recurso en torno a la ausencia del Fiscal en el
vértice acusador, controversia esta última que, es importante destacarlo, se vería
zanjada para los suscriptos por la presencia en autos de la voluntad de promoción
manifestada por el acusador particular desde el inicio de las actuaciones (sobre el
derecho de la querella a sostener la acusación en soledad, ver c/n°42.345
“Incidente de apelación de Ricardo Monner Sans en autos: s/abuso de autoridad
y violación de los deberes de funcionario público”, reg. 691, rta. 28/07/09, voto
del Dr. Jorge L. Ballestero; c/n°37.185 “AFIP y otro s/consulta”, reg. 632, rta.
29/06/05 y c/n° 34.023 “Thomas Hatti s/abuso de autoridad”, reg. 927, rta.
01/09/05, votos del Dr. Eduardo R. Freiler; entre muchas otras).
Ha podido comprobarse durante la sustanciación de este
expediente, principalmente a través de la información acompañada en distintas
oportunidades por el acusador privado, que en el Juzgado Central de Instrucción
N°2 de la Audiencia Nacional de España se encuentra radicado el sumario N°318-
2003, que fue iniciado a partir de una querella interpuesta el día 15/10/03 por una
serie de individuos que, como víctimas o familiares de víctimas, acusaron a los
funcionarios chinos aquí investigados, Jian Zemin y Luo Gan, por los delitos de
genocidio y torturas, actos que habrían sido cometidos en ese país desde el año
1999 en el marco de un proceso de persecución estatal sistemática dirigida contra
personas pertenecientes o simpatizantes del movimiento espiritual “Falun Gong”
(ver fs. 284/93, 561/2, 1021/4, 1607/9, 1677/81 y 1794/817).


Resultó significativa para la consolidación de aquella
investigación la sentencia dictada por la Sala Segunda del Tribunal Constitucional
Español el día 22/10/07 (STC 227/07). Allí, el más alto Tribunal en materia
constitucional reconoció, sobre la base del principio de “Justicia Universal”, la
competencia de los Tribunales españoles para conocer en la instrucción de los
sucesos a pesar de no existir víctimas nacionales (ver fs. 1021/4).
A su vez, es preciso destacar que la parte querellante ha
ilustrado al juzgado instructor sobre los avances evidenciados por aquel sumario,
que se encuentra integrado también por las querellas dirigidas contra los
funcionarios chinos Bo Xilai, Jia Qinglin y Wu Guanzheng (principalmente, ver
escrito obrante a fs. 1817, recibido el día 16/11/09).
Es posible concluir, entonces, que la justicia española, a través
de la intervención de sus distintas instancias, ha procurado materializar y
satisfacer el interés de la comunidad internacional en perseguir y sancionar los
aberrantes delitos que constituyen la razón de ser de estos actuados, garantizando
el juzgamiento de las personas que fueron sindicadas como responsables a través
de los canales propios de un Estado de Derecho.
La certeza sobre el desarrollo de tal enjuiciamiento conduce a
interrogarse sobre la procedencia del avance paralelo de esta investigación
teniendo en cuenta el imperio de la garantía que prohíbe la múltiple persecución
penal por el mismo hecho, consagrada en nuestra Constitución Nacional y
receptada también por distintos instrumentos internacionales, como la Convención
Americana de Derechos Humanos (art. 8, inc. 4) y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (art. 14, inc. 7), como así también por la mayoría de
los tratados modernos de extradición, como por ejemplo el celebrado entre
Argentina y España, aprobado por ley 23.708 (B.O. 20/10/89) (ver al respecto
Fierro, Guillermo J. “Extradición y non bis in idem”, Jurisprudencia Argentina,
Año 2005, Tomo I, pag. 1132/7).
Puesta de manifiesto la superposición de los ámbitos de
competencia de las justicias española y argentina frente a idénticos


acontecimientos, emerge la obligación de esta jurisdicción de velar por la


operatividad de la aludida garantía, la cual, vale la pena destacarlo, ha sido
reconocida como derecho humano por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (caso “Almonacid”, CIDH-Serie C N°154, rta. 26/09/06).
Y ese objetivo es el que deberá ser alcanzado a través de las
herramientas legislativas que han sido instauradas al efecto por el ordenamiento
jurídico local, teniendo en cuenta la ausencia de una normativa procedimental
específica de carácter supranacional que permita instrumentar esta protección en
beneficio de personas imputadas en procesos regidos por la novel “Jurisdicción
Universal” (El referido vacío legal ha sido objeto de debate, por ejemplo, en el
XVII Congreso Internacional de la Asociación Internacional de Derecho Penal:
www.cairn.info/revue-internationale de droit pénal 3/2002. Ver, en sentido
similar, Eiroa, Pablo D. “La garantía del ne bis in idem en el marco de la
extradición”, publicado en Jura Gentium –Revista de filosofía del derecho
internacional y de la política global—, V 2009-1).
Ahora bien, es preciso señalar al respecto que nuestro código
procesal ha escogido una fórmula amplia de protección, en virtud de la cual nadie
podrá ser perseguido penalmente más de una vez por el mismo hecho (art. 1 in
fine). Su alcance debe interpretarse, en palabras de Maier, como un resguardo
frente al “riesgo de una nueva persecución penal, simultanea o sucesiva, por la
misma realidad histórica atribuida, única interpretación compatible si se quiere
garantizar, sin hipocresías, un verdadero Estado de Derecho y si se quiere evitar
sinrazones en la aplicación práctica del principio”(v. Maier, Julio B. J. “Derecho
Procesal Penal. I. Fundamentos”, Ed. Del Puerto, Buenos Aires, 1999, pág.
601/602).
De este modo, deberá precisarse si concurren los extremos
definidos por los juristas como eadem persona (identidad de la persona
perseguida), eadem res (identidad del objeto de la persecución) y eadem causa
petendi (identidad de la causa de la persecución). Estas tres identidades deben


coexistir para que pueda afirmarse la concurrencia de una identidad total (conf.
Clariá Olmedo, J. A., “Derecho Procesal Penal”, t. I, 1960, p. 250).
En el caso concreto, y sin necesidad de efectuar un examen
profundo y exhaustivo, surgen palmarios los presupuestos que tornan operativa la
garantía analizada, por cuanto ambos procesos, tanto el que tramita en jurisdicción
española como el que se sustancia en este Fuero, involucran a las mismas
personas, por idénticos acontecimientos, y tienen como perspectiva la aplicación
de una sanción penal.
En definitiva, considerando que nuestro Tribunal Supremo ha
formulado una serie de reparos con respecto a la aplicabilidad de la garantía de ne
bis in idem en supuestos de delitos de lesa humanidad, detrás de los cuales se haya
la voluntad de impedir, en consonancia con la postura de la CIDH, que la
protección sea utilizada para lograr su impunidad o disolver la posibilidad de
reproche (CSJN, fallo “Mazzeo, Julio Lilo y otros s/rec. de casación e
inconstitucionalidad”, M. 2333.XLII, rta. 13/07/07), y que de conformidad con
las razones expuestas hasta aquí tal hipótesis debe ser desechada de plano por
existir una investigación en cabeza de la jurisdicción española que abarca la
totalidad de los acontecimientos delictivos que conforman el núcleo de la presente
instrucción , el cierre de estos actuados se impone como la única alternativa para
evitar que el conflicto de litispendencia internacional al que venimos haciendo
referencia menoscabe las garantías de las personas implicadas, razón que
conducirá a los suscriptos a inclinarse por la homologación del pronunciamiento
apelado.
El Dr. Eduardo G. Farah dijo:
En consonancia con el criterio esgrimido por mis distinguidos
colegas, considero que no podría descartarse, a priori, que los hechos
denunciados, del modo en que han sido presentados por la querella, puedan ser
catalogados como delitos de lesa humanidad, de acuerdo con los parámetros que
sobre la categoría he desarrollado en anteriores precedentes (ver, en este sentido,
Sala I, c/n° 40.201 “NN s/sobreseimiento”, reg. 1604, rta. 21/12/07; c/n° 40.188


“Rovira, Miguel Angel s/prisión preventiva”, reg. 260, rta. 14/03/08, entre otros).
No obstante ello, entiendo que durante el transcurso del
proceso han podido ser comprobadas distintas circunstancias adicionales que,
sumadas al obstáculo central planteado en el voto de la mayoría, conforman un
escenario en el que se erige como la solución más adecuada el cierre de la
investigación, incluso ponderando los alcances del principio de Jurisdicción
Universal que han sido enarbolados por el acusador privado.
En primer lugar, no puede dejar de considerarse que el motivo
central que impulsó a Liwei Fu, Presidenta de la Asociación del Estudio de Falun
Dafa en Argentina, a presentar el escrito original de denuncia el día 13/12/05, fue
la presencia circunstancial en nuestro país de Luo Gan, Secretario del Comité
Central del Partido Comunista Chino, quien en ese momento se había alojado por
unos pocos días en el “Hotel Sheraton” de esta ciudad, según los términos del
propio líbelo.
Y fue en el punto III de la noticia criminal donde la
denunciante hizo explícita su concreta pretensión, solicitando dentro del apartado
titulado “Objeto de Denuncia” que se procediera de manera urgente a la inmediata
detención del funcionario, de conformidad con lo que establecía el artículo 6,
punto 1, de la Convención contra la Tortura (ver fs. 20/37 y 41/58).
Considero, entonces, que desde el preciso momento en que
Luo Gan abandonó nuestro país luego de culminar su visita oficial, desapareció la
razón objetiva principal que había justificado el interés de la querella en la
apertura del sumario, objetivo signado por la posibilidad de lograr la inmediata
detención del nombrado aprovechando su presencia ocasional en Argentina.
No resulta ocioso señalar, en esta misma dirección, que
precisamente fue esa la circunstancia especial que valoró nuestro Tribunal
Supremo al momento de negar que existiese razón alguna que justificara su
intervención en la causa por el cauce de la competencia originaria (ver fs. 91).
Y merece ser destacado, paralelamente, que si el objetivo es
asegurar un juzgamiento acabado de aquellos acontecimientos sobre la base de los


lineamientos que sustentan el Principio de Jurisdicción Universal, tampoco
resultaría provechoso aceptar la intervención de los Tribunales argentinos, habida
cuenta que en el camino hacia la reconstrucción de los sucesos sería indispensable
oír la versión que podrían brindar las personas que habrían resultado víctimas de
la persecución, quienes en su totalidad, conforme surge del escrito promotor
presentado por la querella, se hallarían diseminados en distintos rincones del
mundo (Australia, Estados Unidos, Irlanda, Suiza y Canadá) menos en Argentina,
e incluso habrían obtenido la ciudadanía del país que los receptó en el exilio (cfr.
detalle de casos efectuado en el punto N° 11 de los escritos de fs. 20/37 y 41/58).
Este escollo, al tiempo de sugerir cierta arbitrariedad en la
elección de la jurisdicción argentina por falta de un punto de conexión local,
concreto y determinado, conspira contra la posibilidad de nuestros tribunales de
acceder con la debida profundidad a los pormenores de los eventos y,
consecuentemente, a la verdad histórica. Resulta razonable, frente a tal situación,
la opinión vertida por mis colegas en punto a que debe darse preeminencia a la
investigación sustanciada en España, pero ya no sólo por imperio exclusivo de la
garantía constitucional que prohíbe la doble persecución penal por un mismo
acontecimiento, sino también por razones de conveniencia práctica en el proceso
de juzgamiento, puesto que el expediente iniciado ante la justicia ibérica nació con
anterioridad al presente y evidencia un avance ostensiblemente mayor, habiéndose
constatado como dato indicativo de ese progreso la intervención de las máximas
autoridades judiciales en materia constitucional, las cuales, viene al caso
destacarlo, se inclinaron por afirmar la competencia de la justicia española y
remarcar la plena operatividad del Principio de Jurisdicción Universal (ver
sentencia dictada por la Sala Segunda del Tribunal Constitucional Español el día
22/10/07 –STC 227/07—, fs. 1021/4 del principal).
En virtud de las consideraciones que anteceden, es que voto
por confirmar la resolución recurrida en todo cuanto fuera materia de apelación.
En virtud del acuerdo que antecede, el Tribunal RESUELVE:
CONFIRMAR la resolución apelada, en todo cuanto resuelve


y fue materia de apelación.


Regístrese, hágase saber al Sr. Fiscal General y devuélvase a la
anterior instancia, donde deberán practicarse las restantes notificaciones que
correspondan.

Dr. Eduardo G. Farah Dr. Jorge L. Ballestero Dr. Eduardo R. Freiler

Ante mi: Sebastián N. Casanello


Secretario de Cámara.

También podría gustarte