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La incorporación que supone la evaluación de riesgos como parte del Sistema de Gestión de
la Calidad supondrá importantes ventajas a la organización.
No todos los procesos que se realizan en la organización están sujetos al mismo riesgo, por
ello, aquí vamos a exponer aquellos principales en los que la evaluación de los riesgos es
más que recomendable ya que ello contribuirá en gran medida a mejorar su manera de
enfrentarse a los problemas que le surjan de forma efectiva.
Para identificar los riesgos, es necesario tener en mente los posibles problemas que
pudieran surgir y, a continuación, buscar la manera de evitar que ocurra, es decir, buscar la
formar de dar cobertura a tales amenazas, ya sea bien su mitigación o bien su aceptación.
Planificación del Sistema de Gestión de la Calidad: aquí, una evaluación del riesgo nos
permitirá ver dentro de todos los procesos de la organización, dónde se encuentra el riesgo.
Igualmente nos ayuda a analizar qué riesgos se nos puede plantear ante algún cambio en
tales procesos. Una vez analizados, lo siguiente sería determinar los recursos necesarios
para poder contrarrestarlos.
Diseño: en este proceso, la gestión del riesgo se aplicaría analizando aquellas zonas del
diseño en las que se pueda ver comprometido el cumplimiento de los requisitos,
identificando riesgos potenciales ante cambios en un diseño, así como tener recursos para
garantizar que podemos tratar un producto o servicio con inconformidades en caso de
producirse.
Auditoría interna: la gestión del riesgo en este ámbito debería llevarnos a preguntarnos
entre otros aspectos, cuestiones tales como si la programación de tales auditorias tiene
mayor frecuencia en aquellos procesos de mayor riesgo.
Gracias a la gestión de riesgos en los procesos, contamos con medidas que nos garanticen
que los problemas previstos no ocurran, o bien en caso de que sucedan, nos den la
metodología a realizar para poder abordarlos.
La política de calidad es un breve documento de una extensión no mayor a una hoja que se
integra en el manual de calidad y que demuestra el compromiso de la dirección de
implantar un sistema de gestión de la calidad orientado a la atención del cliente y a la
mejora continua.
Los requisitos de la norma ISO 9001:2015: la norma establece la necesidad de incluir los
compromisos de cumplir con los requisitos de los clientes y de mejorar continuamente la
eficacia del sistema de gestión.
Dirección: la alta dirección debe comprometerse con la política de calidad, ya que es algo
clave en la gestión de la organización.
4. OBJETIVOS DE CALIDAD.
Un sistema de gestión de la calidad (SGC) requiere que sus objetivos sean medibles, y
también coherentes con la Política de la Calidad y la Planificación Estratégica establecidas
por la organización. Lógicamente, entonces, para establecer estos objetivos la empresa
debe analizar en profundidad su política de la calidad. Dicho de otro modo, este análisis
debe orientarse a examinar qué es lo que desea lograr la empresa con su SGC. En este
sentido, la finalidad primordial que debe guiar el funcionamiento del SGC es, sin dudas,
poner en marcha el Proceso de Mejora Continua en la organización.
La norma ISO 9001:2008 establece que la estrategia al nivel más alto se encuentra definida
por la Política de la Calidad, la cual debe ser una declaración sincera de la Dirección en la
que se definen las ideas, nociones y conceptos más importantes vinculados con el SGC, en
los que cree y está dispuesta a dedicar los recursos de la organización necesarios para
concretarlos.
La Política de la Calidad debe sentar las bases para establecer y revisar los Objetivos de la
Calidad, que representan los hitos que la organización debe establecer en su travesía hacia
la Política de Calidad.
Definir y establecer los Objetivos
La norma ISO 9000:2005 define a los Objetivos de Calidad como “algo ambicionado o
pretendido relacionado con la Calidad”. También se requiere que lo que se pretende
alcanzar esté expresado en términos que permitan claramente determinar si se ha
conseguido o no lo propuesto, algo que resulta posible sólo si los Objetivos de la Calidad
son medibles, objetivamente comprobables.
Por ejemplo, el objetivo "mejorar la calidad del producto" así expresado no permite
determinar si se ha conseguido o no lo propuesto. Resulta necesario entonces definir
también cuánto, en qué medida se desea mejorar la calidad del producto.
Otro aspecto importante a considerar es que los Objetivos de la Calidad deben establecerse
en los niveles y funciones pertinentes, asignándolos a las personas correspondientes a fin
de que resulten un instrumento para la mejora. Los Objetivos tienen el cometido de
concretar qué se desea conseguir, y son los elementos que sirven de referencia a las
personas que tienen responsabilidad sobre los procesos que han de posibilitar alcanzar los
retos planteados.
Si bien la Norma ISO 9001:2008 no establece un vínculo directo entre la Revisión por la
Dirección y los Objetivos de la Calidad, resulta adecuado que los resultados de la revisión se
presentaran en forma de objetivos a conseguir, y que las acciones y decisiones indicadas
fueran acciones y decisiones para conseguir dichos objetivos.