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Herencia genética de la obesidad

Investigaciones muestran que la descendencia de una pareja con peso adecuado tiene
tan sólo entre 7 y 14% de probabilidades de padecer obesidad, la cifra aumenta a 40 y
80% respectivamente, cuando uno o ambos progenitores son obesos. No obstante, se
ha observado la misma tendencia del peso corporal tanto en hijos biológicos como en
hijos adoptivos de personas obesas. Esto indica que los modelos de comportamiento de
los padres o herencia social, también desempeñan un papel importante en la génesis de
la obesidad.

Actualmente se sabe que existen varios genes capaces de causar obesidad o de


aumentar la susceptibilidad de desarrollarla; dos son los que han recibido mayor
atención: el gen ob y el genbeta3-adrenorreceptor. El gen ob codifica la proteína
leptina en las células adiposas. La leptina actúa a nivel del hipotálamo e influye en las
señales de saciedad. El gen beta3-adrenorreceptor, localizado principalmente en el
tejido adiposo, regula la tasa metabólica en reposo y la oxidación de grasa en el ser
humano.

 Factores psicológicos: Los sentimientos de baja autoestima, la depresión,


el estrés, el aburrimiento, el trauma, la ansiedad son algunos de los factores
psicológicos que pueden dar lugar a un individuo a comer en exceso y bajo-
ejercicio. Es aconsejable identificar las principales causas de comer en exceso
o la angustia psicológica, ya sea con la ayuda de un profesional o de la familia
y amigos para prevenir la obesidad.

El primer gen susceptible a la obesidad se denomina FTO (gen de


materia grasa y obesidad asociada, según sus siglas en inglés). Este gen
es el que tiene el mayor efecto sobre el índice de masa corporal (IMC) de
todos los genes conocidos. Este incrementa el antojo por los alimentos
más grasosos.

lo que hace el FTO es alterar los niveles de la hormona del hambre,


la ghrelina, y hacer que las comidas de alto contenido graso sean más
apetecibles.

Los individuos tienen dos copias del gen FTO, una de cada padre, y
cada copia viene en una forma de alto o bajo riesgo.
Existe un vínculo familiar muy fuerte con la obesidad, y el código
genético de una persona puede jugar un papel importante en el riesgo en
que se tenga sobre peso.

Aquellos con copias dobles del gen de alto riesgo pueden ser 70%
más propensos a ser obesos que aquellos que tienen las copias de
bajo riesgo.

Hormonas y Obesidad
. Las hormonas leptina e insulina, tiene influencia sobre nuestro apetito,
metabolismo (la velocidad con la que nuestro cuerpo quema kilocalorías para producir
energía) y la distribución de la grasa corporal. Las personas obesas tienen estas
hormonas en niveles que fomentan un metabolismo anormal y una acumulación de
grasa corporal.
La hormona leptina es producida por las células grasas y secretada
en nuestro torrente sanguíneo. La leptina reduce el apetito de la persona actuando
sobre centros específicos del cerebro para reducir el impulso de comer. También
parece controlar la forma en que el cuerpo administra su almacenamiento de grasa
corporal.
Debido a que la leptina es producida por la grasa, los niveles de leptina tienden a
ser más elevados en personas obesas que en personas con un peso normal. Sin
embargo, a pesar de tener niveles altos de esta hormona que reduce el apetito, las
personas obesas  no son sensibles al efecto de la leptina y, como resultado, tienden
a no sentirse satisfechas durante y después de una comida.

La insulina, una hormona producida por el páncreas, es importante en la regulación


de carbohidratos y en el metabolismo de la grasa. La insulina estimula la absorción
de la glucosa (azúcar) procedente de la sangre en los tejidos tales como músculos,
el hígado y la grasa. Este es un proceso importante para asegurar que la energía
esté disponible para elfuncionamiento diario y para mantener normal el nivel de
glucosa circulante.  En una persona obesa, las señales de insulina a veces se
pierden y los tejidos ya no son capaces de controlar los niveles de glucosa.
El factor cultural también importa. Si los padres no poseen un adecuado
conocimiento nutricional de los alimentos saludables, probablemente la dieta de
sus hijos no sea lo suficientemente equilibrada y completa. Además debe
desecharse por completo la idea de que un niño "gordo" es sinónimo de salud, o
de que con la edad el niño irá reduciendo su peso.
Los hábitos alimentarios. Por comodidad o por las rutinas del día a día a
muchos niños no se les inculca ni se les ofrece la ingesta de verduras, frutas,
legumbres y pescado en su dieta semanal y, en cambio, toman excesivas
cantidades de "comida basura": comida rápida en burguers y pizzerías, chuches,
snacks, bollería industrial, etc. El niño acaba aborreciendo la fruta y deja de tomar
las 2 ó 3 piezas que necesita al día para completar una dieta sana,
sustituyendo su almuerzo o merienda con bollería y alimentos industriales,
llenos de carbohidratos y contenido calórico.

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