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El monstruo
no es una bestia descomunal.
Es un hombrecillo con gafas circulares
que destacan
sus asquerosos ojos
color flema;
en general su aspecto
tiende a confundirse
con la muerte.
La única razón
de su existencia
consiste en
sembrar
el Imperio
del
terror.
Disfrazado
como pastor
hipnotiza
al
rebaño
bajo palabras
de
protección
y
orden.
Mientras ellas
están
bajo los
efectos
de sus palabras,
él y otros lobos
devoran
la manada.
Quienes intentan
evitar sus
pasos impunes,
son sacrificados
de la peor manera.
La textura decrepita,
flácida y arrugada
es la máscara
de un espíritu
cargado de odio
y
privado
del
Eterno descanso.
En las noches,
mientras navegas
el rio negro,
la diosa que carga
la balanza,
libera tormentas
de pesadillas.
Pesadillas alimentadas
con el horror
que has generado.
Por eso tomas
gotas de valeriana.
Los jóvenes de Soacha
jamás te permitirán
dormir en paz.