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CONVENIOS INTERNACIONALES SOBRE EL MEDIO AMBIENTE

La formación de tratados internacionales para controlar o regular aspectos referentes a la


ecología y el entorno ambiental, comenzó con mayor fuerza en el transcurso de la Segunda
Guerra Mundial, cuando se vislumbró la magnitud de las afectaciones que podría causar el
ser humano, no solamente a una región del planeta en particular, sino a la totalidad de éste.
Desde entonces, se han establecido múltiples y muy diversos acuerdos y tratados para
proteger al ambiente natural; pero se han considerado más como convenios de fondo y
acción. No fue sino hasta el año de 1987, cuando el entonces presidente del Banco Mundial,
Sr. Barber B. Conable, exhortó de forma general a todas las naciones a hacer un esfuerzo
real para cooperar en la conservación del entorno natural mundial. En su discurso llevado a
cabo en Washington D. C., dijo lo que se presenta a continuación: "Tenemos conocimiento
de que los recursos básicos de la Tierra, el aire y el agua, sobre los que se sustenta la
supervivencia del planeta, están amenazados. Pero el esfuerzo común para resolver los
problemas comunes del mundo requiere de cierto grado de coordinación institucional y una
dosis de voluntad política, que el hombre invierte más frecuentemente en destruir que en
preservar". A través de lo que dijo el entonces presidente del Banco Mundial, se podía
vislumbrar la necesidad urgente de formar acuerdos de cooperación internacional de mayor
aplicabilidad, para tratar de preservar con eficiencia y eficacia los recursos naturales
indispensables para la vida del ser humano, y de todo el planeta. Para esto, es necesario
contar con la ayuda de la mayor cantidad posible de personas de todo tipo en todo el
mundo, como científicos, gobiernos y sus dependencias, empresas, empleados, campesinos,
obreros, y la población civil organizada, para planear actividades tanto de carácter
inmediato como de carácter estratégico. Las actividades de índole inmediata o urgente,
deberán estar enfocadas a la preservación de lo que aún no ha sido devastado; y las
actividades de índole estratégica deberán estar encaminadas a transformar las tendencias de
explotación y abuso irracional que no solamente afectan a la estabilidad ecológica, sino a
las formas y fondos de la soberanía y la independencia de las naciones en la totalidad del
planeta. A través de los tratados o convenios internacionales se pueden planear
adecuadamente todas esas actividades. Desde entonces se han elaborado y firmado más de
169 Tratados Internacionales referentes a la Ecología y a la Protección del Ambiente, entre
países y regiones de todo el mundo. Dichos tratados pueden clasificarse por sus contenidos
o temas específicos de la siguiente forma:
· Cambio Climático Global
· Agotamiento del Ozono Estratosférico
· Cambio de la Cubierta de las Tierras y Desertificación
· Deforestación
· Conservación de la Diversidad Biológica
· Contaminación Transfronteriza del Aire
· Los Océanos y sus Recursos Vivientes
· Comercio/Industria y el Ambiente
· Dinámica de la Población.

Algunos de los convenios más importantes que se han realizado en el transcurso de estos
años son los siguientes:
CONVENCIÓN MARCO DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE CAMBIO
CLIMÁTICO (UNFCCC)
El objetivo primordial del Convenio sobre Cambio Climático que se firmó el 9 de mayo de
1992 en Nueva York, (Estados Unidos), es el de estabilizar las concentraciones de gases de
efecto invernadero en la atmósfera, a niveles que no produzcan cambios peligrosos para el
sistema climático.
Ese nivel debe lograrse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten
naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea
amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible. La
Convención se negoció en poco más de dos años, y actualmente unos 185 países la han
ratificado, quedando así jurídicamente vinculados en virtud de la misma. El tratado entró en
vigor el 21 de marzo de 1994.
La Convención sobre el Cambio Climático se centra en un problema especialmente
inquietante: “Estamos alterando la forma en que la energía solar interactúa con la atmósfera
y escapa de ella, y esto quizás modifique el clima mundial”. Una de las consecuencias sería
el aumento de la temperatura media de la superficie de la Tierra en un 2% para el próximo
siglo y cambios en las pautas meteorológicas a escala mundial. Tampoco se pueden
descartar otros efectos imprevistos. Si bien un 2% puede no parecer mucho, tomando a la
Tierra en su conjunto, ello equivale a retener el contenido energético de 3 millones de
toneladas de petróleo por minuto.
La Convención ha sido concebida de forma que permita a los países reforzar o atenuar sus
disposiciones de acuerdo con los últimos descubrimientos científicos. Por ejemplo, pueden
convenir en adoptar medidas más específicas (como reducir en un cierto grado las
emisiones de los gases de efecto invernadero), aprobando "enmiendas" o "protocolos" a la
Convención. Es lo que sucedió en 1997 con la aprobación del Protocolo de Kyoto.

EL PROTOCOLO DE KIOTO  
La Convención de 1992 fue un buen punto de partida pero, a medida que los años pasaron y
que siguieron acumulándose elementos científicos, en 1997, los gobiernos respondieron a la
creciente presión del público en favor de la adopción del Protocolo de Kioto -Un protocolo
es un acuerdo internacional autónomo pero vinculado a un tratado existente-. Ello significa
que el protocolo sobre el clima comparte las preocupaciones y los principios establecidos
en la Convención sobre el Cambio Climático. Luego, basándose en ellos, añade nuevos
compromisos, que son más enérgicos y mucho más complejos y detallados que los
estipulados en la Convención.
Como el Protocolo de Kioto virtualmente ha de afectar a todos los principales sectores de la
economía, se considera que es el acuerdo de más largo alcance jamás adoptado sobre medio
ambiente y desarrollo sostenible. Establece objetivos jurídicamente vinculantes y
calendarios para disminuir las emisiones de los países desarrollados.
La Convención alentó a estos países a estabilizar las emisiones; a través del Protocolo han
de asumir el compromiso de reducir sus emisiones colectivas por lo menos en un 5%. Los
niveles de emisiones de cada país se calcularán como un promedio de los años 2008-2012;
estos cinco años son conocidos como el primer período de compromiso. Los gobiernos
deberán demostrar un avance concreto hacia la consecución de esa meta.
El Protocolo de Kioto obliga a limitar las emisiones conjuntas de seis gases de efecto
invernadero en un 5,2% para el conjunto de países industrializados durante el periodo
2008-2012. A pesar de la negativa estadounidense de firmar el convenio, país que supone el
36,1 % de las emisiones totales de los países desarrollados, tendrá que cumplir tarde o
temprano con la normativa internacional que supone Kioto.
El Protocolo ha sido ratificado por 124 países (incluyendo Japón y los estados miembros de
la Unión Europea) que suman el 44,2% de las emisiones realizadas por los países
industrializados. Para su entrada en vigor era necesario un mínimo de 55 países y que entre
ellos sumasen el 55% de esas emisiones. Con la entrada de Rusia, que aportó un 17,4% de
emisiones, la cifra se superó con creces. 90 días después de la firma del presidente ruso
Vladimir Putin y la ratificación final por parte del Parlamento de Rusia, el Protocolo de
Kioto entró en vigor. El 16 de Febrero de 2005 será entonces una fecha histórica para el
planeta, será recordada como el día en que empezó a funcionar legalmente el primer tratado
ecológico mundial.

CONVENCIÓN SOBRE EL COMERCIO INTERNACIONAL DE ESPECIES


AMENAZADAS DE FAUNA Y FLORA SILVESTRES (CITES)  
Este acuerdo internacional concertado entre los diferentes Estados, y que empezó a gestarse
en la década de los 60. Tiene por finalidad velar por que el comercio internacional de
especimenes de animales y plantas silvestres no constituya una amenaza para su
supervivencia.
La CITES se redactó como resultado de una resolución aprobada en una reunión de los
miembros de la IUCN (Unión Mundial para la Naturaleza), celebrada en 1963. El texto de
la convención fue finalmente acordado en una reunión de representantes de 80 países
celebrada en Washington DC., Estados Unidos de América, el 3 de marzo de 1973, y entró
en vigor el 1 de julio de 1975.
La CITES se concibió en el marco de espíritu de cooperación que traspasa fronteras. Hoy
en día, ofrece diversos grados de protección a más de 30.000 especies de animales y
plantas, bien se comercialicen como especimenes vivos, como abrigos de piel o hierbas
disecadas.
De los numerosos convenios internacionales sobre medio ambiente, el Convenio CITES es
el que más éxito ha tenido hasta la fecha, habiendo sido firmado por más 140 países.
El convenio CITES no persigue la prohibición total del comercio de especies salvajes sino
el que este comercio se realice de forma sostenible con criterios científicos de forma que
sea una fuente duradera de riqueza, estimada por todas las poblaciones locales y por los
gobiernos respectivos. El comercio únicamente se prohíbe en casos límite de especies al
borde de la extinción.
El convenio contempla tres grados de protección para las especies de flora y fauna
silvestres:
1. Especies de comercio controlado siempre que procedan de un país determinado;
2. Especies de comercio controlado con independencia del país de procedencia, sea
firmante o no del convenio.
3. Especies de comercio prohibido salvo determinadas excepciones, también con
independencia del país de procedencia.
Se estima que anualmente el comercio internacional de vida silvestre se eleva a millones de
dólares y afecta a cientos de millones de animales y plantas. El comercio es muy diverso,
desde los animales y plantas vivas hasta una vasta gama de productos de vida silvestre
derivados de los mismos, como los productos alimentarios, los artículos de cuero de
animales exóticos, los instrumentos musicales fabricados con madera, la madera, los
artículos de recuerdo para los turistas y las medicinas.
CONVENIO MARCO SOBRE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA  
En 1987, el Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA), reconoció la necesidad de incrementar y canalizar los esfuerzos
internacionales para proteger la diversidad biológica del planeta. Desde ese momento,
diversas instituciones globales como la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (IUCN) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) hicieron sus aportes
hasta llegar a un primer borrador del convenio.
El proceso formal de negociaciones se inició en febrero de 1991, cuando el Grupo de
Trabajo cambió su denominación a Comité Intergubernamental de Negociación de un
Convenio sobre la Diversidad Biológica. La fecha impuesta para la firma del Convenio, la
cual debería suceder durante la Convención de las Naciones Unidas del Medio Ambiente y
Desarrollo (CNUMAD), más conocida como la "Cumbre de la Tierra", sirvió como
incentivo para el acuerdo final sobre el contenido del Convenio, el cual se suscribió el 5 de
junio de 1992, entrando en vigor 18 meses después.
Los objetivos del Convenio son: la conservación de la diversidad biológica, la utilización
sostenible de sus componentes y la participación, justa y equitativa en los beneficios que se
deriven de la utilización de los recursos genéticos, mediante, entre otras cosas, un acceso
adecuado a esos recursos y una transferencia apropiada de las tecnologías pertinentes,
teniendo en cuenta todos los derechos sobre esos recursos y a esas tecnologías, así como
mediante una financiación apropiada.
El Convenio ha creado un foro mundial, en el que los gobiernos, las organizaciones no
gubernamentales, los círculos académicos, el sector privado y otros grupos o individuos
interesados intercambian ideas y comparan estrategias.
La autoridad suprema del Convenio es la Conferencia de las Partes (CdP), compuesta de
todos los gobiernos (y organizaciones de integración económica regional) que han
ratificado el tratado. Este órgano rector examina los adelantos en el marco del Convenio,
identifica las nuevas prioridades y establece planes de trabajo para los miembros.
Las actividades de los países en desarrollo relacionadas con el Convenio pueden recibir
apoyo del mecanismo financiero del Convenio: el Fondo para el Medio Ambiente Mundial
(FMAM), que a finales de 1999 había contribuido con casi mil millones de dólares para
proyectos de diversidad biológica en más de 120 países.

PROTOCOLO DE CARTAGENA SOBRE SEGURIDAD DE LA


BIOTECNOLOGÍA  
El Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, aprobado en enero de
2000, es un acuerdo subsidiario al Convenio de Biodiversidad para abordar los riesgos
potenciales que plantea el comercio transfronterizo y la dispersión accidental de
organismos vivos modificados por medio de la biotecnología moderna. Uno de los
objetivos del tratado, es el fomento el uso seguro de los productos transgénicos, tema que
despierta una encendida polémica global, liderada por Estados Unidos y Europa.
El Protocolo permite que los gobiernos señalen si están o no dispuestos a aceptar las
importaciones de productos agrícolas que incluyan organismos vivos modificados,
comunicando su decisión a la comunidad mundial a través de un centro de información
sobre seguridad de la biotecnología, mecanismo establecido para facilitar el intercambio de
información y de experiencias sobre organismos vivos modificados.
El tratado reconoce la soberanía nacional sobre todos los recursos genéticos y estipula que
el acceso a los recursos biológicos valiosos se deberá llevar a cabo en condiciones
mutuamente convenidas y sujeto al consentimiento previo fundamentado del país de origen.
Cuando se utilizan un microorganismo, planta o animal para una aplicación comercial, el
país del que procede tiene derecho a extraer un beneficio. Estos beneficios pueden incluir
dinero en efectivo, muestras de lo que se recoge, la participación o capacitación de
investigadores nacionales, la transferencia de equipo y conocimientos especializados en
biotecnología y la distribución de todos los beneficios que resultan de la utilización del
recurso.
Las negociaciones para un protocolo se llevaron a cabo por primera vez en Jakarta, en
noviembre de 1995. La fase final de estas conversaciones se realizó en Cartagena de Indias
(Colombia) con la asistencia de más de 175 países, reunión a nivel ministerial, durante la
cual los gobiernos presentes firmaron el protocolo.
En junio de 2003 la República de Palau se convirtió en el Estado número 50 en ratificar el
Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad, lo que permitió su entrada en vigor. La primera
reunión de la Conferencia de las Partes que han ratificado el Protocolo tuvo lugar en Kuala
Lumpur, Malasia, en febrero de 2004.

CONVENIO DE BASILEA SOBRE EL CONTROL DE LOS MOVIMIENTOS


TRANSFRONTERIZOS DE LOS DESECHOS PELIGROSOS Y SU
ELIMINACIÓN  
El Convenio de Basilea es un tratado ambiental global que regula estrictamente el
movimiento transfronterizo de desechos peligrosos y estipula obligaciones a las Partes para
asegurar el manejo ambientalmente racional de los mismos, particularmente en lo referente
a su disposición.
El Convenio de Basilea fue adoptado el 22 de marzo de 1989 y entró en vigor el 5 de mayo
de 1992. El Convenio es la respuesta de la comunidad internacional a los problemas
causados por la producción mundial anual de 400 millones de toneladas de desechos
peligrosos para el hombre o para el ambiente debido a sus características
tóxicas/ecotóxicas, venenosas, explosivas, corrosivas, inflamables o infecciosas. Este
convenio fue en parte la respuesta a la Declaración de la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo, 1972), las Directrices y principios de el Cairo
para el manejo ambientalmente racional de desechos peligrosos, aprobados por el Consejo
de Administración del Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente por su
decisión 14/30, de 17 de junio de 1987, las recomendaciones del Comité de expertos en el
Transporte de Mercaderías Peligrosas, de las Naciones Unidas (formuladas en 1957 y
actualizadas cada dos años), las recomendaciones, declaraciones, instrumentos y
reglamentaciones pertinentes adoptadas dentro del sistema de las Naciones Unidas y la
labor y los estudios realizados por otras organizaciones internacionales y, regionales.
El Convenio reconoce que la forma más efectiva de proteger la salud humana y el ambiente
de daños producidos por los desechos se basa en la máxima reducción de su generación en
cantidad y/o en peligrosidad. Los principios básicos del Convenio de Basilea son: el
tránsito transfronterizo de desechos peligrosos debe ser reducido al mínimo consistente con
su manejo ambientalmente apropiado; los desechos peligrosos deben ser tratados y
dispuestos lo más cerca posible de la fuente de su generación; los desechos peligrosos
deben ser reducidos y minimizados en su fuente.
Para lograr estos principios, la Convención pretende a través de su Secretaría controlar los
movimientos transfronterizos de desechos peligrosos, monitorear y prevenir el tráfico
ilícito, proveer asistencia en el manejo ambientalmente adecuado de los desechos,
promover la cooperación entre las Partes y desarrollar Guías Técnicas para el manejo de los
desechos peligrosos.

EL PROTOCOLO DE MONTREAL RELATIVO A LAS SUSTANCIAS QUE


AGOTAN LA CAPA DE OZONO  
El Protocolo de Montreal, que se acordó tras una serie de reuniones y negociaciones
rigurosas en la sede de la Organización Internacional de la Aviación Civil en Montreal (de
donde deriva su nombre), entró en vigor el 1 de enero de 1989, cuando 29 países y la CEE,
que representan aproximadamente el 82% del consumo mundial, lo habían ratificado. A
partir de entonces muchos otros países lo han ratificado.
El carácter delicado de las negociaciones se ve reflejado en el acuerdo definitivo, en el que
figuran cláusulas que abarcan las circunstancias especiales de varios grupos de países,
especialmente los países en desarrollo con índices de consumo bajos que no desean que el
protocolo obstaculice su desarrollo.
Pero el Protocolo es flexible de manera constructiva; se puede aumentar su rigurosidad a
medida que se fortalezcan las pruebas científicas, sin que sea necesario volver a negociarlo
en su totalidad. De hecho, en el Protocolo se establece la "eliminación" de las sustancias
que agotan la capa de ozono como su "objetivo final."
El Protocolo fue solamente un primer paso, conforme se concibió entonces. Pero una vez
acordado, los acontecimientos se sucedieron a velocidad sorprendente. Las nuevas pruebas
científicas pusieron de manifiesto que sería preciso adoptar controles mucho más estrictos y
mayores, y los gobiernos y la industria obraron en mayor medida y más rápidamente de lo
que se había creído posible.
El Protocolo de Montreal de 1987 ha tenido varias revisiones, entre ellas la Enmienda de
Londres de 1990, la enmienda de Copenhague de 1992 y la Enmienda de Montreal de 1997.

FORO INTERGUBERNAMENTAL DE BOSQUES  


La Comisión de Desarrollo Sostenible de la Naciones Unidas (CDS) estableció en 1995 el
Panel Intergubernamental de Bosques (PIB), para continuar el diálogo sobre el tema
forestal iniciado en la Cumbre de la Tierra de 1992. Después de dos años de trabajo el PIB
entregó 140 propuestas de acción en aspectos relacionados con los manejos forestales
sostenibles y dirigidos a los países, organizaciones internacionales y otras organizaciones,
incluyendo al sector privado.
Los resultados del PIB fueron respaldados por la 19ª sesión Especial de la Asamblea
General de las Naciones Unidas en junio de 1997. Sin embargo, considerando que había
una serie de temas de primordial importancia aún sin resolver, la Asamblea General
recomendó la continuación del diálogo intergubernamental sobre bosques. En
consecuencia, el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (ECOSOC), decidió
establecer en 1997 el Foro Intergubernamental de Bosques, dependiente de la Comisión de
Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
El Foro Intergubernamental de bosques se reunió por primera vez en Nueva York, en
octubre de 1997; la segunda y tercera sesión se realizaron en Ginebra en Agosto de 1998 y
Mayo de 1999, respectivamente, y la última sesión del Foro se celebró en Nueva York, en
febrero del 2000.
Las Propuestas del IPF muestran una serie de aspectos positivos, que tienen en cuenta
consideraciones de tipo social, cultural, económico y ambiental en la selección de especies,
áreas y sistemas silviculturales, dándole preferencia a las especies nativas y evitando los
monocultivos.
No obstante, al mismo tiempo el IPF considera que "la plantación de árboles de rápido
crecimiento ha tenido buenos y eficientes resultados desde el punto de vista de los costos
para la protección del suelo", y que "cumplen un valioso papel . . . en ayudar a conservar la
diversidad biológica", pese a que se ha comprobado exactamente lo opuesto.
Tales contradicciones merecen ser destacadas y enfatizarse que el papel principal del IPF es
implementar los acuerdos existentes para la protección de los bosques y no la promoción de
monocultivos forestales en gran escala, que son en muchos casos una causa directa o
indirecta de la destrucción de los propios bosques.

CONVENIO DE AARHUS  
El Convenio sobre el Acceso a la Información, la Participación del Público en la Toma de
Decisiones y el Acceso a la Justicia en Materia de Medio Ambiente, más conocido como
Convenio de Aarhus por ser ésta la ciudad danesa en donde se firmó el 25 de junio de 1998,
es un convenio internacional adoptado en el marco de la Comisión Económica para Europa
de las Naciones Unidas (CEPE o UNECE en sus siglas en inglés).
Se presenta como la normativa más avanzada en lo que a democracia participativa en
materia de medio ambiente se refiere, y sus implicaciones, como su propio título refleja,
alcanzan al acceso a la información ambiental, la participación pública en la toma de
decisiones y el acceso a la justicia en materia de medio ambiente.
El objetivo del Convenio es entonces, sensibilizar a los ciudadanos ante los problemas
medioambientales, favoreciendo el acceso a la información y una mayor participación
pública en el proceso de toma de decisiones. El Convenio tiene por objeto contribuir a la
protección del derecho de todos los individuos de las generaciones actuales y futuras a vivir
en un entorno adecuado para su salud y bienestar. Es por ello que las Partes del Convenio
se comprometieron a adoptar las medidas legales, reglamentarias u otras que sean
necesarias para permitir que los funcionarios y autoridades públicas ayuden a los
ciudadanos. Igualmente, busca fomentar la educación ecológica y sensibilizarlos con
respecto a los problemas relacionados con el medio ambiente, Además que otorgar su
reconocimiento y sostén a las asociaciones, grupos u organismos que tengan por objeto la
protección del medio ambiente.

CONVENIO DE RÓTTERDAM  
El Convenio de Rótterdam fue aprobado en septiembre de 1998 y suscrito por 60 países y
por la Unión Europea. En diciembre de 2002, la Comunidad Europea aprueba el
procedimiento de consentimiento fundamentado previo aplicable a ciertos plaguicidas y
productos químicos peligrosos objeto de comercio internacional. Así mismo, el Parlamento
Europeo reglamenta en enero de 2003 las exportaciones e importaciones de productos
químicos peligrosos.
El objetivo del Convenio de Rotterdam, es mejorar la normativa internacional del comercio
de determinados productos químicos y plaguicidas peligrosos con vistas a proteger la salud
de las personas y el medio ambiente, así como favorecer la utilización ecológicamente
racional de estos productos.
El Convenio busca promover la responsabilidad compartida y los esfuerzos conjuntos de las
partes en la esfera del comercio internacional de ciertos productos químicos peligrosos a fin
de proteger la salud humana y el medio ambiente frente a posibles daños, facilitando el
intercambio de información acerca de sus características, estableciendo un proceso nacional
de adopción de decisiones sobre su importación y exportación y difundiendo esas
decisiones a las partes.
Los delegados, que representan a más de 100 países, acordaron la inclusión de dos
plaguicidas -el binapacril y el toxafeno- en la lista del Convenio de sustancias químicas
prohibidas o de uso estrictamente restringido. La inclusión de estas dos sustancias eleva a
29 el número de plaguicidas y productos peligrosos de la lista.

CONVENIO DE NACIONES UNIDAS DE LUCHA CONTRA LA


DESERTIFICACIÓN
En 1977, la Convención de las Naciones Unidas sobre Desertificación (CNUD) adoptó un
Plan de Acción para combatir la desertificación (PACD), sin embargo, y a pesar de los
muchos esfuerzos, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA), concluyó en 1991 que el problema de la degradación de la tierra en las áreas
áridas, semiáridas y subhúmedas secas se había intensificado, aunque existían "ejemplos de
éxito a nivel local".
La comunidad internacional consciente de que la desertificación constituye un importante
problema económico, social y medioambiental que preocupa a numerosos países en todas
las regiones del mundo, decidió hacer frente a la desertificación de una manera más
agresiva. Es por ello, que en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), que se celebró en Rio de Janeiro en 1992 se
apoyó un enfoque nuevo e integrado del problema, y se hizo hincapié en las acciones
orientadas a promover un desarrollo sostenible a nivel comunitario.
La Asamblea General de las Naciones Unidas pidió que se estableciera un Comité
Intergubernamental de Negociación (CIND) para preparar, no más tarde de junio de 1994,
una Convención de Lucha contra la Desertificación, particularmente en África. En
diciembre de 1992, la Asamblea General convino en ello adoptando la Resolución 47/188.
Ateniéndose a un calendario apretado, el Comité completó sus negociaciones en cinco
reuniones. La Convención fue adoptada en París el 17 de junio de 1994, y se puso a
disposición para su firma en esa ciudad los días 14 y 15 de octubre de 1994. Entró en vigor
el 26 de diciembre de 1996, noventa días después de materializarse la 50ª ratificación.
En marzo de 2002, más de 179 países eran Partes en ella. La Conferencia de las Partes
(CP), que es el órgano rector supremo de la Convención, celebró su primer período de
sesiones en octubre de 1997 en Roma, Italia; el segundo, en diciembre de 1998, en Dakar,
Senegal; el tercero, en noviembre de 1999 en Recife, Brasil; el cuarto en diciembre de 2000
en Bonn, Alemania, y el quinto en octubre de 2001 en Ginebra. En septiembre de 2003 en
la sexta y última reunión se designa al Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM)
como mecanismo financiero de la Convención.

CONVENIO DE RAMSAR  
El convenio de Ramsar es un acuerdo internacional que tiene como finalidad la protección
de las zonas húmedas del planeta. Es el único tratado internacional dedicado a la protección
y el uso racional de un tipo de hábitat particular: Los humedales. Fue en Ramsar (Irán) en
1971 cuando se instituyó el convenio, tendiente a proteger diversas especies de aves
acuáticas ya en peligro de extinción.
Precisamente una de las causas principales para la convocatoria inicial del convenio de
Ramsar fue la constancia de la disminución del número de aves acuáticas y la desecación
en años anteriores de numerosas zonas húmedas.
En España por ejemplo, entre los años 1948 y 1990 se perdió el 60% de la superficie de
zonas húmedas. En otros países europeos la pérdida de zonas húmedas fue igualmente
dramática. Se puede resaltar el caso de Francia donde se desecó el 67 % de los humedales
entre 1900 y 1993; el de Alemania con una pérdida del 57 % entre 1950 y 1985, o el de
Italia con un 66 % entre 1938 y 1984.
En la actualidad 130 países están inscritos como partes contratantes del Convenio de
Ramsar. Entre ellos se incluyen todos los países de la Unión Europea y la mayor parte de
los estados europeos.
El número de sitios de Ramsar designados por los países adheridos se eleva a 1126 que
cubren una superficie superior a los 91 millones de hectáreas, una superficie mayor que
España. El último país de Europa inscrito fue Uzbekistán con un humedal de pequeña
extensión, y el anterior Tayikistán con 6 humedales y unas 90 hectáreas. Uzbekistán se ha
adherido al tratado en el año 2002 y Tayikistán junto con Cuba, Chipre, Isla Mauricio y
Nigeria se adhirieron en 2001.
El país que más hectáreas ha designado como sitios de Ramsar es Dinamarca con 732,265,
seguido del Reino Unido con 852 mil hectáreas, Francia con 795 mil y Alemania con 672
mil. Obviamente es Dinamarca el país que mayor porcentaje del país tiene protegido bajo
los criterios de Ramsar con un 17 % de su superficie. Además, ha designado sitios en el
territorio de Groenlandia con una extensión total de 1.546.500. España con su 0,31 % es
uno de los países con menor porcentaje de su territorio asignado a sitios de Ramsar sólo
seguido por Bélgica, Italia y Luxemburgo.

CONVENIO DE ESTOCOLMO SOBRE CONTAMINANTES ORGÁNICOS


PERSISTENTES  
El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos y Persistentes (COP), también
conocido como el "Convenio de COP's", fue firmado por representantes de más de cien
países de todo el mundo en mayo del 2001 en Estocolmo, Suecia. El Convenio es un
instrumento internacional para el control y eliminación de 12 compuestos peligrosos que
han sido agrupados bajo el calificativo de "la Docena sucia".
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) anunció la entrada
en vigor del convenio para el 17 de mayo de 2004 luego de que Francia se convirtiera en el
50º estado en ratificar el acuerdo.
El convenio centra su atención en la llamada "Docena sucia" que se divide de la siguiente
manera: nueve compuestos químicos prioritarios a ser eliminados, de ellos ocho son
plaguicidas: aldrin, endrin, dieldrin, toxafeno, mirex, heptacloro, DDT, clordano, y un
producto de uso industrial: PCB, y tres cuya generación deberá ser reducida al máximo el:
HCB, que puede ser plaguicida o producto industrial, y dos subproductos generados de
manera no intencional: dioxinas y furanos.
Los Contaminantes Orgánicos Persistentes son productos y subproductos de la actividad
industrial humana que se definen por su volatilidad, su gran estabilidad química y su
capacidad para acumularse en los tejidos grasos de los organismos vivos. En
concentraciones extraordinariamente bajas, estas sustancias son capaces de inducir
trastornos hormonales, nerviosos, inmunológicos y reproductivos, así como cánceres y
tumores de múltiples tipos. Una de las prioridades es ayudar a los países a combatir la
malaria al reemplazar al DDT con alternativas cada vez más efectivas y seguras. La
Conferencia de las Partes también establece un Comité para evaluar otros químicos y
plaguicidas que podrían agregarse al objetivo de lista inicial de la "Docena sucia".

TRATADO INTERNACIONAL SOBRE RECURSOS GENÉTICOS DE PLANTAS


PARA LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA  
La Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), en su 31° período de sesiones en noviembre de 2001, aprobó el
Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la
Agricultura, que entro en vigor en junio de 2004.
Con la ratificación de once países europeos, Egipto y la Comunidad Europea como
organización miembro de la FAO comienza la cuenta atrás para la entrada en vigor del
Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Agricultura y la
Alimentación. Cuarenta y ocho países, desarrollados y en desarrollo han ratificado el
Convenio hasta el momento, superando así la cifra de cuarenta ratificaciones necesarias
para la entrada en vigor.
Este acuerdo internacional vinculante es crucial para permitir una “agricultura sostenible",
Supone una importante contribución al objetivo marcado en la Cumbre Mundial sobre la
Alimentación de reducir a la mitad el número de personas hambrientas para el año 2015. El
tratado garantiza que los recursos fitogenéticos para la agricultura y la alimentación, vitales
para la supervivencia humana, se conserven y se usen de manera sostenible, y que los
beneficios derivados de su uso se distribuyan de manera justa y equitativa.
Años de negociaciones intergubernamentales bajo los auspicios de la Comisión de
Recursos Genéticos para la Agricultura y la Alimentación de la FAO, han conseguido
finalmente su objetivo. El tratado proporciona un marco legal internacional que será un
factor fundamental para garantizar la seguridad alimentaria ahora y en el futuro.

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