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A partir del precedente que se estipula en la sentencia T-629 de 2010 donde a través de acción de

tutela la señora LAIS busca la protección de sus derechos constitucionales fundamentales “al
trabajo, la seguridad social, igualdad, debido proceso, salud, dignidad, protección de la mujer en
estado de embarazo y derecho del que está por nacer, fuero materno”, además de la amenaza a su
“mínimo vital, el cual se ha definido como aquella suma absolutamente indispensable para cubrir las
necesidades básicas de educación, alimentación, vestuario y seguridad social y, sin la cual, la
dignidad humana se ve afectada. En este orden, formula como pretensiones de la acción, que se
ordene al representante legal del bar PANDEMO, su reintegro “a las mismas labores que
desempeñaba, en el mismo cargo, con las mismas condiciones y sitio de trabajo, con pago de
salarios y prestaciones dejados de percibir” Así mismo, exige el pago de los salarios a que tiene
derecho “con el sueldo base de cotización y se pague el correspondiente a afiliación completa al
sistema de seguridad social en salud y en pensiones de todos los meses laborados y faltantes y de
riesgos profesionales los meses que se laboraron y los meses faltantes y la afiliación a Caja de
Compensación Familiar por todos los meses laborados y faltantes.
En este orden de ideas, y con las características que describe el Derecho Constitucional y legal, así
como la importancia que debe otorgársele a la mujer cabeza de familia y en estado de embarazo,
entra la Corte en una disyuntiva en relación a la determinar si se ampara la actividad económica
realizada por parte de una trabajadora sexual en los establecimientos que están destinados para ese
fin o si por el contrario, como lo estimulan y argumentan los jueces de las primeras intervenciones
por parte de los jueces de instancia, tal solicitud es improcedente en la medida en que hay un
carácter de ilicitud dentro del objeto y no cabe posibilidad de garantías y en esta última posición la
corte maneja la postura de que se trata en ultimas de la restricción de derechos fundamentales como
el trato digno, el libre desarrollo de la personalidad y ante todo a ganarse la vida, el de tener un
trabajo y de recibir una remuneración justa y equitativa, y que por consiguiente se da un trato
desfavorable a una minoría o grupo social tradicionalmente discriminado con lo son las trabajadoras
sexual que por ende tienen condición de debilidad manifiesta.
Surge entonces de esta manera la necesidad de proteger y reconocer sus mínimas garantías, de
brindarles de posibilidad de vincularse a un sistema de protección y cuidado y también al de
seguridad social, y que en efecto la prostitución debe considerarse prima facie una actividad lícita,
debido a su existencia efectiva y su inserción en el mercado, regulado por sus reglas de oferta y
demanda y en el que sus actores buscan alcanzar beneficios económicos que garanticen su
existencia, el mínimo vital y el desarrollo económico de los mismos.
Es precisamente su condición de trabajo la que estipula su condición de estabilidad laboral reforzada
reconocido anteriormente por la Corte como fundamental, considerándolo pluriofensivo para la
misma y para con su hijo, fomentando por parte del Estado de políticas de inclusión, reconocimiento
de derechos específicos y naturalmente garantías jurídicas especiales. En consecuencia con la
decisión tomada por la Corte a determinar la existencia de una relación laboral de la trabajadora
sexual para con el establecimiento en donde ofrecía sus servicios y por consiguiente con el
representante legal del mismo, la Corte entra a determinar por medio de los testimonios y pruebas a
hacerse valer que la trabajadora, en ejercicio de sus funciones cumplía así mismo con un
subordinación directa y dependencia, existiendo para la Corte asimismo claridad acerca de la época
en que se inició su prestación laboral de manera continua y subordinada por cuenta del
establecimiento PANDEMO.
La posición es bastante clara y proteccionista en la medida en que una u otra forma, toma a
consideración y trae constantemente a colisión dentro del trascurso de la sentencia, la regulación y
trato que se le debe dar a la mujer madre cabeza de familia y subsidiariamente en este caso a la
atención que debe recibir con mujer en estado de embarazo. Se logra comprobar entonces, que la
relación que existió con la actora dentro del proceso con la contraparte fue una relación laboral, y por
ende la existencia de un contrato de trabajo, así entendido en el momento en que la trabajadora
sexual actuando bajo su plena capacidad y voluntad, sin la existencia de inducción ninguna a la
prostitución desarrolla su actividad en condiciones dignas y libres. Viendo esto coherente con la
decisión que plantea la corte en relación a las garantías y derechos que le otorga la misma, se puede
mencionar adicionalmente el hecho de que siendo la transacción, la conciliación y el desistimiento
formas anormales de terminación de un proceso, su conceptualización no se ve materializada dentro
del desarrollo del caso propuesto en la sentencia, en la medida de que las partes, desde el inicio en
que se entraba la Litis, manejan la postura de llevar a cabo sus pretensiones, y utilizan todos los
recursos que la ley les proporciona para hacer valer sus intereses. De esta actitud se puede
evidenciar entonces, la falta de conciliación entre las partes o en su defecto la necesidad de transar
el proceso, teniendo en cuenta que de esto penden las voluntades de los mismos por llegar a un fin
alternativo del proceso.

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