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Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula

(UNAH-VS)

Trabajo

Grupal

Clase: Sociología (SC-101)

Catedrático: Lic. Norberto Colindres

Tema:

“Pueblo Indígenas, Etnias, y Desigualdades Sociales”

Grupo Nº

#04

Nº lista Nº cuenta Nombre completo

#02 No.20192002202 Josué Daniel Gale Perdomo


#13 No.20202000021 Karen Gisselle Alemán Canales
#31 No.20202001185 Josué Elías Romero Meza
#40 No.20202001764 Melany Marisol Galeano Sabillon
#44 No.20202001447 Aneth Isabella Flores Flores
#45 No.20202001582 Karol Abigail Garcia Pineda

Sección:

1202

San Pedro Sula, 03 de marzo del 2020


Pueblo Indígenas, Etnias, y Desigualdades Sociales

1
Índice

Introducción.................................................................................................................................................3
Objetivos......................................................................................................................................................4
Marco Teórico...........................................................................................................................................5
Capítulo I....................................................................................................................................................5
1. Aspectos históricos.........................................................................................................................5
1.2 El concepto de raza y la discriminación..........................................................................................7
1.3 Desigualdad étnica.............................................................................................................................7
Capítulo II....................................................................................................................................................9
2. Los pueblos indígenas y la desigualdad en América Latina..................................................................9
2.1 Situación actual de la población indígena.........................................................................................10
2.2 Combatir las desigualdades étnicas y regionales..............................................................................11
2.3  Los pueblos indígenas en Honduras................................................................................................12
Conclusiones..............................................................................................................................................14
Bibliografía................................................................................................................................................15

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Introducción

En este trabajo se pretende demostrar que el problema de las desigualdades para los indígenas no
es un tema reciente, se remontan a muchos años atrás .Sin importar la modernización de la
actualidad en la cual nos encontramos, la desigualdad continua siendo un problema, un problema
que ha sido aislado .Un problema en el cual prácticamente ignoran a las minorías étnicas y a los
indígenas.

La mejor forma de comprender un problema social de situación actual es estudiar todo su origen
e historia en este caso los pueblos indígenas en América Latina. Se remonta a un proceso
histórico que comenzó hace más de cinco siglos.

En 1492 los europeos llegaron a América buscando rutas alternativas para el comercio con Asia
de especias y productos de lujo, como sedas, joyas y perfumes, entre otros. De forma paulatina
fueron descubriendo un continente entero, poblado por otras personas, a quienes los castellanos
llamaron “indios” por considerarlos inicialmente habitantes de la India, de las “Indias
Occidentales”.

Las guerras por la Independencia fueron una oportunidad perdida para los indígenas, puesto que
los nuevos aires de libertad fueron sobre todo patrimonio de los criollos, es decir, de los europeos
nacidos en América. A pesar de participar en las guerras a partir de las promesas de mayor
igualdad, después de la culminación del proceso de independencia estas no se cumplieron. Al
contrario, surgió la ideología del “problema indio”, que caracterizó al indígena como un
obstáculo al proyecto liberal modernizante del Estado-nación. En México, por ejemplo, la “Ley
Lerdo” o Ley de Desamortización de las Fincas Rústicas y Urbanas de las Corporaciones Civiles
y Religiosas, promulgada el 25 de junio de 1856, se tradujo en la práctica en la fragmentación y
venta de gran parte de las tierras que los ayuntamientos indígenas habían mantenido durante la
colonia. Leyes de este tipo se dictaron en muchos países de la región y fueron precedidas en las
nuevas Constituciones, donde el tema indígena fue prácticamente ignorado o inserto en el
paradigma civilizatorio. (Clavero, 2008, pág. 29)

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Objetivos

Objetivo General
Investigar los problemas de desigualdades que afectan a las etnias y a los indígenas de América
latina, y comprender la situación actual de la población indígena.

Objetivos Específicos

 Analizar la discriminación étnica en relación con países latinoamericanos.


 Indagar en la participación de las organizaciones indígenas en la realidad social.
 Investigar posibles soluciones o alternativas para ciertos problemas.

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Marco Teórico

Capítulo I
1. Aspectos históricos

En 1492 los europeos llegaron a América buscando rutas alternativas para el comercio con Asia
de especias y productos de lujo, como sedas, joyas y perfumes, entre otros1. De forma paulatina
fueron descubriendo un continente entero, poblado por otras personas, a quienes los castellanos
llamaron “indios” por considerarlos inicialmente habitantes de la India, de las “Indias
Occidentales” (Antillas y Bahamas, islas del Caribe). Lo primero que sorprendió a los recién
llegados, cuyas filas estaban integradas por hidalgos (se habían dedicado a la milicia, donde
lucharon contra los musulmanes), una minoría de clérigos y caballeros (quienes podían comprar
un caballo) y, sobre todo, por soldados y campesinos pobres, fue lo saludables que parecían los
indígenas en comparación con ellos: más altos y robustos, limpios y con una dieta muy nutritiva.
Pero esta imagen no persistió. Las expediciones inglesas de peregrinos que llegaron años después
de los primeros contactos a la llamada “Nueva Inglaterra” (Estados Unidos), por ejemplo,
describieron pueblos abandonados, cadáveres y esqueletos desparramados por el suelo de
antiguos asentamientos (Mann, 2005, pág. 50). Más al sur y aproximadamente en 1525, en el
llamado Tawantinsuyu, el territorio que abarcaban los dominios incas, los nuevos gérmenes (que
llegaban antes que sus reservorios humanos) habían acabado con la vida, entre otras personas, de
Huayna Cápac, el undécimo y penúltimo Inca o gobernante del Incariato, entonces el mayor
imperio sobre la Tierra. El virus de la viruela se desataría de nuevo en 1533, 1535, 1558 y 1565;
el tifus lo hizo en 1546, la difteria en 1614 y el sarampión en 1618. Las consecuencias pueden
parecer hoy inimaginables: murieron nueve de cada diez habitantes del Tawantinsuyu (Dobyns,
1983, citado en Mann, 2005, pág. 102). En México, de acuerdo con las últimas investigaciones de
Cook y Borah (citados en Mann, 2005, pág. 144), la población de la Triple Alianza (Imperio
Azteca), que en 1518, un año antes del encuentro con los conquistadores encabezados por Hernán
Cortés era de 25,2 millones (21,4 millones según Denevan, 1976) se redujo a 700.000 en 1623,

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después de ocho brotes víricos, entre estos la viruela y el sarampión. En el gráfico I.1 es posible
observar el volumen de la población indígena estimada al momento de la llegada de los europeos.

Durante los años setenta del siglo pasado hubo en las ciencias sociales y en particular en el marco
latinoamericano de la teoría de la dependencia, un debate relevante sobre si la conquista de
América Latina, y la consiguiente expansión mercantil y conformación de Europa como
metrópolis, ocurrió bajo un esquema feudal o capitalista primitivo. Se trató de un debate de
André Gunder Frank y Luis Vitale respecto de la “izquierda tradicional” (Cueva, 1979), y fue
importante porque abordaba el papel de la región en la historia y la interrogante sobre si podía
haber una revolución socialista sin atravesar por un período de capitalismo. Independientemente
de los modos de producción, lo que parece no estar en discusión es que la acumulación de capital
con mano de obra indígena servil y negra esclava conformó el sistema económico mundial que se
conoce en la actualidad (Wallerstein, 1974-89) , incluida la clasificación social de la población
sobre la idea de raza (Quijano, 2000). La justificación religiosa para la ocupación europea de
América y la obtención del tributo indígena por parte del encomendero condujeron a la
acumulación de tierras y capital, en un proceso en que hubo oposición y alternativas.

La principal expresión de este choque ideológico y de principios ocurrió entre Juan Ginés de
Sepúlveda y Bartolomé de las Casas en 1550, en Valladolid, en un panel teológico jurídico del
Consejo de Indias conocido como “polémica de los naturales”. En 1510, De las Casas fue el
primer sacerdote ordenado en América. Inicialmente fue favorable al sistema de la encomienda
—él fue encomendero—, pero tuvo una conversión espiritual en 1514, renunció al sistema de
encomiendas y regresó a España para denunciar las injusticias que este generaba (véase el
recuadro I.4). Su labor pionera en la causa de los derechos indígenas tuvo su primer fruto en las
Leyes Nuevas (1543) dictadas por Carlos V, que incluían el fin de la entrega de más concesiones
de encomiendas, aunque tuvo limitada aplicación (incluyendo la sublevación de Gonzalo Pizarro
en el Perú en 1544-1548). En su nuevo puesto como obispo de Chiapas (México), trabajó para la
aplicación de estas leyes e incluso aplicó una interpretación personal, en el sentido de liberar a los
indígenas de las antiguas encomiendas y no solo de prohibir las nuevas.

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1.2 El concepto de raza y la discriminación

La importancia de categorías y conceptos como raza y etnicidad reside en que a través de la


historia y hasta nuestros días, rasgos físicos y biológicos como el color de piel, el grupo de sangre
o, de otro lado, la cultura a la cual se pertenece, son causa de desigualdad, discriminación y
dominación de un grupo que se autodefine como superior o con mejores y más legítimos
derechos que aquellos a los que se desvaloriza y excluye (Oommen, 1994).1 Junto con género y
clase, raza y etnicidad generan verdaderos sistemas y mecanismos culturales, sociales e incluso
institucionales de dominación a través de los cuales se impide el acceso equitativo de grandes
grupos humanos a los frutos del desarrollo económico. Mientras la raza se asocia a distinciones
biológicas atribuidas a genotipos y fenotipos, especialmente con relación al color de la piel, la
etnicidad se vincula a factores de orden cultural, si bien con frecuencia ambas categorías son
difícilmente separables. La construcción de una terminología y una estructura ideológica de la
raza es de antigua data, pero su mayor desarrollo se produce entre los siglos XVI y XVIII,
durante las fases de descubrimiento, conquista y colonización de América por parte de naciones
europeas. 1 Ver Bello y Rangel, 2000, pp. 4-6. Discriminación étnico-racial y xenofobia en
América Latina y el Caribe 8 El colonialismo va a ser una fuente primordial para la constitución
de las ideas sobre las diferencias raciales. La misma idea de la superioridad racial europea frente
a la supuesta inferioridad y salvajismo de los nativos de América serán parte de los procesos
históricos de construcción de imágenes culturales de conquistados y conquistadores (Said, 1993).

1.3 Desigualdad étnica

Las brechas presentes entre los pueblos indígenas y las poblaciones afro descendientes en
relación con el resto de la población, sobre la base de información censal y de otras fuentes
especializadas. El análisis se inicia con México, lo que posibilita, primero, observar las brechas
en áreas geográficas con población predominantemente indígena, como aproximación a una de
las trampas de la pobreza, el hecho de vivir en zonas deprimidas, y, segundo, estimar la
discriminación étnica con datos de tres censos, los de 1990, 2000 y 2010. Se presentan
referencias a las brechas existentes en Chile, Colombia y el Perú. Para estimar las brechas que
presenta la población indígena en los territorios considerados como predominantemente

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indígenas, se toma como punto de partida la clasificación de los municipios según el peso de la
población indígena en la población total. Buena parte de la población indígena vive en
comunidades rurales y se dedica a actividades rurales en zonas deprimidas. El estudio de la
desigualdad social se enriquece cuando se integra la consideración de las desigualdades
espaciales, ya que el lugar o la región de residencia afecta las posibilidades de movilidad
individual y grupal (Stewart, 2013 y 2008; Dutta y Nagarajan, 2005).

La Comisión Nacional para el Desarrollo de los 56 Revista de la CEPAL N° 125 • agosto de


2018 Desigualdad horizontal y discriminación étnica en cuatro países latinoamericanos Pueblos
Indígenas (CDI), de México, propone, para lograr una mejor comprensión de la gravedad de la
discriminación hacia los pueblos indígenas, identificar lo que podría denominarse “regiones
indígenas”, una tarea cuya complejidad, en términos cuantitativos, “se expresa en el hecho de que
60 por ciento de la población indígena, aproximadamente 6,02 millones de personas, vive en los
municipios indígenas —estos son cuando la población indígena representa más del 40 por ciento
del total municipal—, mientras que el resto, es decir, cerca de 4,2 millones, habita en municipios
donde su representación proporcional es minoritaria” (CDI/PNUD, 2006, pág. 7).

En estos municipios existen 24.090 localidades indígenas, con alta marginalidad y rezago, de las
cuales un número elevado son pequeñas y están dispersas. Unos y otras se ubican en estados
predominantemente indígenas y conforman regiones donde existe una elevada intensidad de
pobreza y desigualdad, en todas o algunas de las dimensiones de la desigualdad señaladas,
constituyendo áreas territoriales en las que es difícil escapar de la situación de rezago (Bird,
Higgins y Harris, 2010).

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Capítulo II

2. Los pueblos indígenas y la desigualdad en América Latina

La década dorada" latinoamericana, como se suele llamar al primer decenio del siglo XXI,
implicó que 70 millones de personas lograran salir de la pobreza gracias al boom económico
impulsado por la demanda de materias primas y la implementación de políticas redistributivas.
Pero este periodo no afectó a todos los latinoamericanos por igual. Según el informe del Banco
Mundial Latinoamérica Indígena en el siglo XXI, si bien las personas indígenas progresaron
considerablemente durante el periodo de crecimiento económico, la brecha con los no indígenas
sigue aumentando

Según diferentes censos, en el año 2010 el 8% de la población total de la región era indígena.
Esta proporción representa a unas 42 millones de personas, de las cuales el 80% se concentran en
México, Guatemala, Perú y Bolivia. Sin embargo, se trata de cifras estimadas ya que la
identificación de pueblos indígenas en América Latina es compleja debido a que esta condición
no es específica y ha variado con el tiempo. En este contexto el reconocimiento oficial en tiempos
de nuevos marcos jurídicos alcanzados durante el Primer y Segundo Decenio Internacional de
Naciones Unidas para los pueblos Indígenas entre 1995 y 2014, es fundamental para que estos
pueblos tengan acceso a la participación de la toma de decisiones.

La ratificación de tratados internacionales que "reafirman las aspiraciones de los pueblos


indígenas en materia de autodeterminación han estado acompañadas por su creciente
participación en la vida política de la región afirma el informe. Representantes indígenas
participan activamente en política integrando agrupaciones o creando nuevos partidos en países
como Bolivia y Ecuador, y en menor medida, en Venezuela, Colombia y Nicaragua. Además,
algunos de sus líderes han alcanzado puestos políticos de relevancia hasta alcanzar la presidencia
como es el caso de Evo Morales en Bolivia.

Además de los avances a nivel de representación política los índices socioeconómicos de los
indígenas latinoamericanos han mejorado con una notoria reducción de la pobreza y un aumento
del acceso a la electricidad y el agua corriente Según el informe de Banco Mundial, la mayor

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parte de las poblaciones ha alcanzado el acceso a educación primaria, lo que constituye uno de
los logros más importantes y claros de los últimas décadas, ya que en países como Ecuador.

A pesar de las mejoras durante la década dorada, las brechas persisten y en algunos países se han
ensanchado. Si bien la pobreza entre personas indígenas se redujo, aún afecta al 43% de los
hogares, más del doble que las familias no indígenas. Esta desigualdad económica está asociada a
una desigual inclusión l mercado laboral. En países como Perú, Ecuador y México, la proporción
de personas que tienen un empleo calificado y seguro es de dos a tres veces menor entre
indígenas que no indígenas. Como ejemplo, el informe indica que los ingresos de un indígena en
una zona urbana de México son 12% menores a los de un no indígena, y esta diferencia alcanza el
14% en las zonas rurales.

Estos datos reflejar la persistencia de una patrón de exclusión social que todavía limita su
capacidad para contribuir y beneficiarse del Estado evolución de los índices sociales y de la
ampliación de los marcos jurídicos que han mejorado les condiciones de vida de los pueblos
indígenas, es evidente que la región tiene pendiente profundizar algunas de las políticas
vinculadas a los derechos de los pueblos originarios y reenfocar los objetivos que permitan
alcanzar el desarrollo de sin renunciar a sus culturas e identidades Por lo tanto más ala de la sus
territorios.

2.1 Situación actual de la población indígena.

La primera dificultad para establecer el tamaño y estructura de la población indígena de América


Latina es que los censos hasta ahora aplicados son escasos e incompletos, además de basarse en
distintos tipos de variables y criterios, lo que en algunos casos dificulta la comparabilidad de
datos entre países. En la actualidad, sin embargo, existe un gran interés y demanda por investigar
el origen étnico de las personas, sea porque los propios pueblos indígenas ven en los censos un
instrumento para hacerse visibles y ser reconocidos, sea porque los censos permiten tomar
decisiones y establecer políticas focalizadas sobre la base de los datos de los registros censales
(Peyser y Chackiel, 1999).

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La diversidad de los pueblos indígenas se expresa también en los variados espacios geográficos
que ocupan dentro de los países y de la región. Aunque se les sigue asociando al ámbito rural, la
migración campo/ciudad y el crecimiento natural de la población de origen indígena en zonas
urbanas han configurado otra realidad, cada vez más evidente. En Chile, por ejemplo, se calcula
que de las 998 000 personas indígenas censadas el año 1992, un 80% reside en CEPAL - SERIE
Políticas sociales N° 47 15 áreas urbanas, la mayor parte de ellas en la zona metropolitana de la
capital. En las décadas recientes, se estima que grandes ciudades como Lima, La Paz o Ciudad de
México han recibido un aporte mayor de población indígena que en toda la historia precedente,
debida sobre todo al deterioro y estancamiento de las economías comunitario/campesinas, a la
pérdida de recursos productivos y a la atracción y necesidad del trabajo asalariado urbano.

2.2 Combatir las desigualdades étnicas y regionales

El cambio estructural afecta a las personas, los grupos y las regiones de manera distinta.
Pertenecer a un grupo es intrínseco al desarrollo humano, y cuando los beneficios y costos del
cambio estructural corresponden a afinidades étnicas o religiosas, o a la ubicación geográfica, las
personas pueden percibir al desarrollo en términos de esas rupturas. Tales desigualdades pueden
ser una fuente de conflicto y afectar negativamente al bienestar. Sin embargo, las mediciones de
la desigualdad que clasifican a los individuos y los hogares en función del ingreso, a menudo
excluyen las dimensiones grupales y espaciales. Las desigualdades de grupo están estrechamente
vinculadas a la manera en que los grupos se integran en diferentes sectores de la economía, así
como por su representación en instituciones políticas y sociales. También se reflejan en la manera
en que las identidades son valoradas en la esfera cultural. Por lo tanto, dichas desigualdades son
multidimensionales e incluyen dimensiones económicas, sociales, culturales y políticas. Lograr la
igualdad en cada una de estas dimensiones tiene un valor intrínseco y también es un instrumento
para la promoción de la igualdad junto con las otras dimensiones, o para el logro de otras metas
de desarrollo. Enfrentar las desigualdades étnicas y espaciales es fundamental para la reducción
de la pobreza por diversas razones. Primero, las desigualdades entre grupos (u horizontales)
constituyen un componente importante de la desigualdad global de un país. Centrarse sólo en la
desigualdad vertical (véase el capítulo 2) puede esconder importantes diferencias entre grupos o

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regiones. Algunos grupos pueden estar seriamente en desventaja o registrar concentraciones de
pobreza superiores al promedio aun cuando la desigualdad vertical sea baja. Segundo, las
desigualdades regionales en grandes países industrializados, así como en la mayoría de las
economías en desarrollo y en transición, parecen estar al alza. Si los grupos étnicos se encuentran
geográficamente concentrados, la industrialización o el desarrollo pueden obviar a grupos que no
están localizados en zonas económicamente dinámicas, intensificando la pobreza en las áreas
marginadas. Tercero, las desigualdades entre grupos étnicos pueden conducir a conflictos, lo que
es probable que afecte el desarrollo. De hecho, la mayoría de los conflictos actuales tienden a
tener una dimensión étnica1 y son difíciles de resolver. Cuarto, las desigualdades horizontales o
entre grupos son significativas porque, en algunas situaciones, puede no ser posible mejorar la
posición de los individuos sin enfrentar la posición del grupo. En sociedades étnicamente
diversas, las desigualdades espaciales y étnicas pueden estar estrechamente interrelacionadas,
aunque la dinámica puede diferir en situaciones donde los grupos étnicos son altamente móviles o
ampliamente dispersos. La extensión de las desigualdades regionales es típica de las primeras
etapas del desarrollo, mientras que el declive de las desigualdades regionales tiende a caracterizar
más las etapas maduras del desarrollo. Sin embargo, no siempre es obvio cómo evolucionarán las
desigualdades étnicas al paso del tiempo a medida que el ingreso crece.

2.3  Los pueblos indígenas en Honduras

No existen datos precisos o actualizados sobre la población indígena en Honduras. Según el


censo nacional de 2001, el 7% de una población total de unos 6 millones era indígena o afro
descendiente. Según un censo realizado por organizaciones indígenas en 2007, la población
indígena y afro descendiente sería el 20%, aproximadamente 1,5 millones de una población
nacional de 7,6 millones de personas. El 80% de la población indígena vive en sus tierras
tradicionales y el 20% en zonas urbanas.

Entre los pueblos indígenas de Honduras existen diversos grados de preservación de sus idiomas
y de sus estructuras sociales y culturales debido a distintas experiencias y niveles de contacto con
la colonización europea y los subsiguientes gobiernos y sociedades no indígenas. Durante su
visita, la Relatora Especial pudo constatar el fuerte arraigo que sienten los miembros de los

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pueblos indígenas a su identidad como pueblos diferenciados y su deseo de mantener y fortalecer
sus culturas, idiomas, saberes, territorios y formas de gobernanza.

Los pueblos indígenas de Honduras representan una rica diversidad cultural a lo largo del país.
Estos pueblos, su ubicación y población, según el censo de 2001, son:

• El pueblo lenca (279.507 miembros) que habita principalmente en los departamentos de


Intibucá, La Paz, Lempira y Santa Bárbara en el occidente del país;
• El pueblo maya chortí (34.463 miembros) en los departamentos occidentales de Copán y
Ocotopeque;
• El pueblo tolupán (9.617 miembros) en los departamentos centrales de Yoro y Francisco
Morazán;
• El pueblo garífuna (46.448 miembros) en el litoral Atlántico desde el departamento de Cortés
hasta Gracias a Dios;
• El pueblo nahua (20.000 miembros según datos no oficiales) en el departamento oriental de
Olancho;
• El pueblo pech (3.848 miembros) en los departamentos de Colón, Olancho y Gracias a Dios;
• El pueblo tawahka (2.463 miembros) en los departamentos orientales de Olancho, Colón y
Gracias a Dios;
• El pueblo miskito (51.607 miembros) en el departamento de Gracias a Dios.

Cada pueblo indígena cuenta con una o más organizaciones o federaciones que representan los
intereses de sus miembros o de sectores particulares de su población. Durante los años 90, los
pueblos y organizaciones indígenas realizaron movilizaciones políticas o "peregrinaciones" en
Tegucigalpa para llamar la atención del Gobierno y de la sociedad nacional hacia sus
reivindicaciones por sus territorios, culturas, idiomas y el acceso a la salud, educación y otros
servicios sociales. Como resultado de esas movilizaciones se produjeron ciertos avances en la
titulación de tierras indígenas, se ratificó el Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1989
(núm. 169) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y aumentó la cobertura educativa
y sanitaria en comunidades indígenas.

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Conclusiones

Los pueblos indígenas en América latina viven una situación crítica a causa de la desprotección
de sus derechos sobre sus tierras, territorios y recursos naturales, y los actos de violencia que
enfrentan por querer reclamar sus derechos.

Los pueblos indígenas tienen mucho que aportar en la planificación del desarrollo local y
nacional gracias a sus conocimientos milenarios y especial relación con sus tierras ancestrales.
Mediante procesos verdaderos de consulta y participación, los pueblos indígenas deben tener un
espacio para contribuir a la planificación del desarrollo, incluyendo mediante sus propias
propuestas y alternativas con respecto a los tipos de proyectos comúnmente promovidos por el
Estado, las empresas y las instituciones financieras.

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Bibliografía

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