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CONCECUENCIAS:
En ese escenario no hay recursos para invertir y lo que se ha hecho ha sido con cargo a
la deuda, que ya que llegó a su límite. Sobrepasarla puede llevar a esta empresa a otra
condición legal, igual a la que tenía en sus orígenes. Frente a todo lo anterior, podemos
cerrar a Electricaribe, multarla, intervenirla e incluso expropiarla, si a eso queremos llegar,
pero nada de eso resuelve el problema. Los que frente a la oscuridad nos gusta prender
una vela, solicitamos: ejecutar lo que hoy contempla el Plan Nacional de Desarrollo, que
dispone incrementar las ayudas a través de los fondos (Foes, Prone y Faer) a fin de
apoyar a las familias más pobres que no pueden pagar en su totalidad el costo de la
energía; reducir el fraude y el impago, para lo cual se exigen nuevos instrumentos legales
y policivos; normalizar la deuda de organismos públicos, obtener el apoyo del Estado para
el pago de la deuda de los barrios subnormales, e incrementar las inversiones destinadas
tanto a mejorar la calidad del servicio como a reducir el fraude. Todo lo anterior, sin
perjuicio de que Electricaribe deba someterse internamente a una reingeniería para
mejorar la relación con sus cliente y ganarse su confianza. Al fin y al cabo estos son su
razón de ser. Si todo lo logramos, podrán hacerse las inversiones requeridas que, al 2019
serán del orden de los $1,1 billones por parte de Electricaribe y de $2,8 billones por otros
actores del problema convocados por el Gobierno Nacional. De no hacerse, lo que hoy
padecemos se incrementará de manera considerable y entonces sí vendrá la oscuridad
total.