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,..,
DECADENCIA
EN LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS
La manufactura textil de Toledo en el siglo XVI
Prólogo.......................................................... 11
INTRODUCCIÓN
Primera parte
TOLEDO EN LA ECONOMÍA CASTELLANA
DEL SIGLO XVI
Segunda parte
EL MARCO INSTITUCIONAL
1. El papel de la Corona....................................... 65
La legislación y su impacto.......... ..................... 66
La pañería.. .. . .. .. . .. . . . . . . . . . . . .. . .. . . . .. .. .. .... ........ . . 67
La sedería.................................................... 71
La confección........................................... ..... 73
Austeridad y lujo en la sociedad castellana............. 74
Una política comercial desafortunada................... 79
La manufactura ante la Real Hacienda.................. 82
2. La intervención del Ayuntamiento........... ............ 87
3. Las ordenanzas de oficios................................. 92
La siempre dificil redacción de las ordenanzas......... 93
Principales aspectos de las ordenanzas.................. 101
¿Fueron las ordenanzas un freno al desarrollo de la
nlanufactura? ........................................... ................ 109
4. Gremios y cofradías........................................ 113
Orígenes del gremialismo en Toledo..................... 115
¿Gremios cerrados, o abiertos? .......... .......................... 119
Caracteres generales del gremialismo................... 121
Conflictos internos y beneficiarios del gremialismo... 128
Tercera parte
LA ORGANIZACIÓN DE LA MANUFACTURA
TEXTIL
La confección................................................... 139
La bonetería: una actividad muy peculiar.................. 142
La pañería y la sedería, o el mercader como organizador 144
El mercader............................................... ...... 149
Aprendices, oficiales y "tejedores de suyo".. .. ...... ..... 153
La manufactura rural...................................... ..... 156
Cuarta parte
EVOLUCIÓN DE LA MANUFACTURA TEXTIL
TOLEDANA DURANTE EL SIGLO XVI
Sexta parte
LA CRISIS DE LA MANUFACTURA TEXTIL
DE TOLEDO Y LA CRISIS DE LA CIUDAD
APÉNDICES
1. Bibliografía.................................................. 357
2. Glosario...................................................... 400
3. Textos................................................ ......... 427
4. Aproximación al trabajo textil rural en Toledo en el
siglo XVI................................................... 439
5. Aproximación al comercio de tejidos en Toledo
durante el siglo XVI............................... ........ 445
6. Evolución de la población activa textil en Toledo
durante el siglo XVI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... .. . .. .. .. . ... ... . 467
7. Geografía del comercio textil de Toledo en el siglo
XVI.................... ......... ......... .................... 475
8. Lista de cuadros y mapas.................... .............. 483
PRÓLOGO
11
Este trabajo es ambicioso, a la par que riguroso y fruto de
un notable esfuerzo. Y sorprendente, ya que, si lo primero suele
ser moneda corriente en los tiempos que corren, que la
ambición vaya unida al rigor y al esfuerzo es mucho más raro.
Ambicioso porque se plantea lo principal, no lo accesorio. En la
Europa de la Edad Moderna y, en especial, en los islotes
urbanos que sobresalían en un océano de economía rural, las
manufacturas textiles eran, con diferencia, las más importantes,
ya midamos su relevancia por la cuantía de activos empleados
en ellas sobre el total de los que trabajaban en el sector
secundario, ya a través del valor añadido aportado por las
mismas al conjunto de la actividad industrial. Y lo es, aun más,
porque el autor, aparte de analizar la rama de la producción
textil más descollante en la ciudad de Toledo en el Quinientos,
la de la seda, no renuncia a acercarse a otras, como la pañería o
la confección.
12
la actuación de éstos. En lo referente a las pautas organizativas
de los diferentes procesos productivos, elucida el papel
desempeñado por los pequeños talleres artesanos, muestra la
existencia de establecimientos de mayor tamaño y cierta
complejidad organizativa, y establece la importancia y las
vinculaciones entre industria rural doméstica, talleres urbanos y
mercaderes-fabricantes, dueños del capital comercial que les
pennitía organizar desde fuera la producción. Yen lo que hace
a la evolución de la coyuntura del textil toledano durante el
Quinientos, atiende a la constitución de la ciudad como el
principal centro de producción de seda de Castilla y uno de los
primeros en el labrado de paños y en la confección de ropa
durante los primeros decenios del siglo, muestra como el
crecimiento manufacturero se aceleró entre, aproximadamente,
1530 y 1570, examina las razones del estancamiento observable
en las últimas décadas del XVI y se ocupa de explicar la dura
contracción productiva acaecida en los primeros decenios del
XVII, de la que la seda sería casi la única sobreviviente. Y, a la
par, se preocupa por introducir al lector en el interior de los
talleres textiles, por mostrarle cómo se abastecían de materias
primas, qué operaciones y maniobras efectuaban maestros,
oficiales y aprendices en cada fase del proceso de producción,
con qué medios técnicos contaban y cómo afectaban a sus
decisiones productivas los cambios operados en el mercado y en
los gustos de los consumidores.
13
en el tiempo y en el espacio, y casi siempre por las dudas que
plantea el que la imagen que se obtiene de ella sea
representativa de la actividad, requiere un cuidado, una
dedicación y un esfuerzo enormes. Que un investigador elija
semejante fuente para su primera obra de calado, dice mucho
acerca de su vocación y de su capacidad de trabtUo y pem1ite
esperar de él otros frutos en el futuro.
El lector está, en suma, ante un sólido libro de Historia
Económica, que se acerca con precisión a las bases productivas
que sustentaron el crecimiento demográfico y la pujanza de la
ciudad de Toledo en el siglo XVI y que explora algunos de los
principales motivos de su decadencia a comienzos del XVII.
Una primera versión de esta obra fue defendida por su autor
como memoria de investigación de doctorado en la Universidad
Complutense de Madrid, en el seno del Programa de Doctorado
de Historia Económica moderna y contemporánea de España,
obteniendo la máxima calificación. Ello es otra muestra de su
calidad.
14
INTRODUCCIÓN
Pues que tenemos como sabemos ricos pannos de
C;egobea para el nibierno y beatas de C;egobea digno
de Saragosa con otras muchas calidades de otros
pannos comunes, y las ragas famosas de Florenfa con
las muchas sedas tan riquas de Tolledo y toda Italia
que sirvan para el berano; y en Portugal mucha
cantidad de pannos comunes, que son portalegres, mas
finos y mas basgos, covillas, estamennas, clavas,
I1lGfao, y de la tierra por otro nombre; y pannos de la
sierra para los pobres. Pues teniendo esto, no son
nescesarias beatas, carafi'ias, grizes, ni pannos de
Londres ni otras que se pueden excusar; ¡y megor sera
bestir monos de lo nuestro y degar lo ageno! Y para se
remediar los lutos, vistan los ricos que pudieren
lemistes, y la gente pobre con diferenfa de valonales
vas tara que ansi hazen estos de aquí, Olanda y
Franfia, y 110S escusaremos de que salga tanto real de
ocho a trueque de sus trapos desenannos.
I El empleo aquí del concepto "industria", tan alejado durante el siglo XVI de
la acepción actual, sería forzado y anacrónico. Por ello, preferimos el uso de
"manufactura", más cercano a la realidad de aquel tiempo. No obstante,
Toledo fue calificada como una ciudad "de industria y acarreo", en términos
actuales, por Luis HURTADO (1963), p. 494.
17
tejido de paños y la confección de ropas durante aquella
centuria. Y, en efecto, tales afinnaciones no eran del todo
desacertadas. Junto a la sedería, pronto la actividad económica
de mayor relevancia en la ciudad, existió una numerosa
población ocupada en el trabajo de la lana y la confección.
Sedas, paños, bonetes, lienzos, sostuvieron el enonne desarrollo
de Toledo entre 1500 y 1600. En su confección y comercio se
afanó un importante número de sus habitantes. Tal presencia,
reconocida por las fuentes coetáneas, apenas ha sido
corroborada por la historiografía. Acaso este olvido respondiera
a la desaparición de la mayoría de los vestigios pretéritos,
cuanto a otras consideraciones.
No obstante, cuando, en la primera mitad del siglo XVII,
los arbitristas se interrogaron por las causas de la decadencia,
una de las razones más reiterada fue la introducción de
manufacturas extranjeras, sobre todo telas, más baratas, que
desplazaban del mercado a las locales 2• Toledo y Segovia
fueron los núcleos más afectados. Los artesanos holgaban sin
tener en qué trabajar, los productos de la tierra se perdían y
resultaba inevitable la salida de metales preciosos del reino. De
modo que Castilla, y Toledo, tierra rica y fértil, quedaba cada
día más pobre; y sus enemigos, con industria, tomaban sus
riquezas y consumían con telas y engaños a sus súbditos,
convertidos en indios3 . El textil, por tanto, se mostraba una de
las principales riquezas de las naciones.
La idea, aunque antigua, no ha sido refutada. Al
contrario. Reitérase como una verdad tan inmutable como
18
infundada. Castilla, a pesar de unas materias primas abundantes
y baratas, y de un mercado hasta cierto punto amplio,
desaprovechó sus ventajas para crear una manufactura textil
propia. Deslumbrada por los territorios incorporados, las
posibilidades de promoción social a través de la guerra y la
llegada de ingentes riquezas de América, abandonó el trabajo
productivo por la gloria de la pluma y de las armas 4 •
La integración de ambas visiones, documental e
historiográfica, se antoja problemática. Sus contradicciones son
evidentes, a pesar ciertos puntos comunes. Ello plantea algunas
cuestiones que no obviamos. En primer lugar, el problema
cuantitativo. Es imposible cualquier afirmación de declive o
auge, siempre relativos frente a otro periodo, si carecemos de
elementos de comparación. Asimismo, sabemos la dificultad de
analizar de forma conjunta realidad tan compleja como la
manufactura textil de una ciudad para tan dilatado periodo, con
su sedería y pañería, sin olvidar otros sectores menores:
algodón, lino ... , y la confección: sastres, jubeteros, calceteros ...
Las diferencias eran notables entre unas y otras actividades, ya
fuera por el proceso de trabajo, el producto final, el modo de
organización adoptado o por su comercialización. En teoría,
ninguna relación existió entre el bonetero, el tejedor de
terciopelo y el sastre. Cada actividad evolucionó de forma
independiente. El predominio casi absoluto de la seda desde
1500 justifica en sí una monografia. No obstante, es imposible
comprender de modo aislado el espectacular desarrollo del
trabajo de la seda en Toledo durante el siglo XVI. Existió una
relación con una base previa de que partía -el obraje de la lana-
y múltiples conexiones entre las diversas labores textiles.
El presente estudio se justifica, pues, en una visión de
conjunto que abarca cuantas actividades textiles convivieron
durante el Quinientos en Toledo. La Ciudad Imperial no sólo
destacó por sus sedas, también por sus bonetes y confección de
prendas. Actividades todas muy ligadas y dependientes entre sí,
y con los avatares vividos por la ciudad. Y ello por la
19
interdependencia entre sectores en principio tan distintos: es
imposible abordar los cambios y transformaciones en la
manufactura sedera o pañera, sin aludir a los acaecidos en la
moda y el vestido, o las condiciones económicas del reino y de
la población, que, en definitiva, gastaba aquellas telas.
A pesar de la relación más o menos estrecha entre las
diversas actividades textiles por sus características intrínsecas,
no pueden ser aisladas del devenir de la ciudad. Tampoco del
contexto marcado por la situación general de Castilla. Antes al
contrario. Toledo y su manufactura textil conocieron una
evolución paralela. Ambas dependieron de la otra para su
supervivencia. El crecimiento económico de la primera mitad
del siglo XVI, el aumento de la "renta per capita" de amplios
grupos sociales motivado por una mayor producción agraria, la
influencia del mercado americano, la llegada de metales
preciosos y una baja presión fiscal crearon una situación
favorable para el desarrollo del textil. Asimismo, la degradación
de aquellos mismos factores desde poco después de 1570
propició primero un estancamiento y luego la crisis de la
manufactura toledana. En tal sentido, a un periodo de lento
crecimiento, en los tres primeros decenios del siglo, siguió un
notable desarrollo, hasta inicios de la década de 1570. Con
posterioridad, el estancamiento se tomó en catástrofe, poco
después de 1600. Al igual que en otras ciudades castellanas.
Dichos cambios en la coyuntura general de la economía
castellana repercutieron en el vestido y la moda y, por tanto,
sobre los tejidos realizados en Toledo. De forma tal, que las
calidades producidas en la ciudad evolucionaron casi al unísono
de la coyuntura económica castellana.
Con ello pretendemos mostrar la transformación de la
ciudad de Toledo en su base económica durante el siglo XVI:
estancamiento o desaparición de sectores de reducida presencia
-lana, lino-, crisis de otros -bonetería-, y surgimiento de uno
nuevo -sedería-, que pervivió y sustentó la población de la
ciudad hasta el siglo XIX. Es este cambio estructural, sus
causas, sus mecanismos y sus efectos, a que personas y recursos
hubieron de adaptarse, el objeto de estas páginas.
20
El trabajo de la lana
Con todo, antes de adentrarnos en el tema que nos ocupa,
es necesario un breve recorrido por el estado actual
historiográfico. De hecho, la anterior imagen, fácil, de la
bibliografía tradicional, ha cambiado en las últimas décadas 5. El
creciente interés científico por la pañería, la manufactura más
difundida durante el Antiguo Régimen en Europa, se ha
traducido en innovadores estudios sobre la actividad. Así, se ha
avanzado en un mayor conocimiento de la producción de la
materia prima, la lana, y de los principales agentes de su
comercio, con estimaciones cada vez más fundadas sobre su
volumen y características.
Un resumen de la investigación más reciente descubre
tres grandes áreas. En primer lugar, la Mesta, y cuanto
representó. Aquí, el clásico estudio de J. KLEIN aún es válido en
algunas de sus líneas generales 6 . No obstante, desde su ya lejana
publicación, las aportaciones han sido numerosas. Éstas han
mejorado nuestro conocimiento del devenir de la institución y
de su significado. De entre ellas, destaquemos los trabajos de
ANEs, GARCÍA SANZ, LE FLEM, MARÍN o RlJTZ MARTÍN7•
Una segunda línea de investigación ha abordado el
estudio de las cabañas ganaderas en Castilla: su número,
carácter, rasgos internos. En este caso, los trabajos de LAGUNA
sobre el merino y de LLOPIS sobre las cabañas monásticas son
fundamentales para conocer su evolución histórica en España8 .
Y, en tercer lugar, se ha avanzado en una mejor comprensión de
los factores que intervenían en el comercio y el mercado lanero,
21
con estudios sobre la ganadería trashumante y riberiega, el
destino de los vellones -mercado local o exportación-, o las
calidades objeto de comercio y su destin0 9•
Mención aparte merece la obra conjunta de PHILLIPS y
PHILLIPS 10. En primer lugar, por el ámbito cronológico abarcado,
junto a la ambición del tema. A lo largo de los capítulos del
libro, los autores reconstruyen la historia de lo que ha sido y
signif1cado para España la ganadería lanar y el comercio de esta
fibra. De tal fonna, que es síntesis de una amplia bibliografia
sobre el tema. Ello convierte a la ganadería lanar, su carácter e
importancia en España en el ámbito de la actividad textil del
siglo XVI mejor estudiado.
Conocemos asimismo cada vez mejor la evolución de los
principales centros textiles de Castilla: Segovia, Cuenca,
Úbeda-Baeza, Granada, Córdoba ll • Hoy también sabemos que,
junto a aquellas grandes ciudades, existió una importante
manufactura rural, a veces independiente, otras en estrecha
relación con el mercado y la producción urbanos. No es dificil
hallar tejedores, tundidores o sastres como habitantes de los
pueblos, con fluidos contactos con la ciudad, en un número
antes inimaginado l2 • Desaparece, pues, la antigua y extendida
idea de Castilla como desierto manufacturero, exportadora de
materias primas e importadora de productos elaborados. Surge,
en cambio, una nueva imagen, no por ignorada hasta ahora
menos real: un trabajo textil difundido por toda la geografia y
12 NIETO (1999). Esta obra, como el propio autor recalca en el título, aborda el
estudio de la protoindustria en Castilla. No obstante, conviene alguna
matización, no por obvia menos necesaria. Manufacturas rurales habían
existido desde tiempos inmemoriales. De hecho, la presencia de los bienes
manufacturados locales o para autoconsumo era proporcional al aislamiento
comercial de una comunidad. El concepto protoindustria es más restringido
e implica cambios profundos en las sociedades tradicionales: demográficos,
agrícolas, sociales y de sumisión al capital mercantil. Ello restringe mucho
el número de casos posibles. No obstante, en torno a Toledo se dieron varios
ejemplos de protoindustria, cuyo estudio hemos emprendido.
22
principal actividad económica tras la agricultura. Como prueba,
basten las múltiples referencias de LARRUGA acerca de telares e
hilaturas rurales, o los inventarios de bienes de aldeanos o
habitantes de la ciudad con telares, husos o ruecas 13 •
La ciudad de Segovia aún no cuenta con una monografía
sobre su producción textil. Empero, varios han sido los nombres
de quienes han abordado hasta la actualidad su manufactura
pañera en múltiples artículos y ponencias, desde antiguo:
LEC EA, CARANDE, GARCÍA SANZ, LE FLEM, RUIZ MARTÍN o
ASENJo I4 • Ello propicia que la pañería segoviana sea hoy la
mejor conocida de cuantas existieron en el Quinientos en
Castilla. De origen medieval, esta actividad experimentó en la
ciudad del Eresma un rápido desarrollo durante el siglo XVI.
Con más de 16.000 piezas al año acabadas en su periodo de
máximo apogeo, hacia 1580, concentraba desde tiempo antes la
fábrica de paños más notable de la época, a gran distancia de
otras ciudades l5 . Asimismo, en el marco organizativo, llegó a la
implantación de evolucionadas formas de verlagssystem, en
algún momento superadas con la introducción, parcial, del
factOlY system. Ello hizo de Segovia una de las ciudades
europeas más importantes en el trabajo de la lana, comparable a
los otros grandes centros italianos y del norte.
Cuenca, auténtica capital castellana en el obraje de lana
durante la Baja Edad Media, quedó relegada a un segundo plano
en el siglo XVI, cuando la organización productiva y el
contexto socioeconómico cambiaron. Dicho tránsito, entre el
medioevo y los tiempos modernos, y los cambios acaecidos en
la principal manufactura de aquella ciudad fueron estudiados
por IRADIEL I6 • Su obra marcó un punto de partida y un camino
para estudios posteriores. En ella aborda la pañería conquense
en la Baja Edad Media desde su lógica interna, no sólo sujeta a
23
los dictados de la producción exterior; analiza los diversos
condicionantes del proceso productivo y los factores
económico-sociales que influyeron en el sector, para aportar
una evolución temporal, al menos aproximada, de la actividad l7 .
La sedería
Empero, la seda, excepto en Valencia, no ha recibido
igual atención investigadora. Tal desinterés historiográfico
proviene de su menor relevancia productiva frente a la pañería,
su concentración en un menor número de núcleos, y de las
fuentes disponibles, parcas. Los trabajos de BEJARANO sobre
Málaga y de GARZÓN PAREJA sobre Granada son un comienzo,
un punto de inicio para nuevos estudios, sin una continuidad
posteriorl 8• Ambas obras se centran en el marco institucional,
por ser el aspecto más fácil de abordar y de información más
prolija 19• Sin embargo, cuando se intenta una aproximación
cuantitativa, las fuentes se tornan esquivas, imprecisas, o
guardan el mayor de los silencios 20 . Recordemos, además, la
breve historia de la seda en España de GARZÓN PAREJA en su
obra sobre la sedería granadina, con noticias diversas sobre
numerosos núcleos donde su trabajo fue conocid021 • De carácter
más reciente, el estudio de la sedería en España fue abordado en
un congreso monográfico. A través del cual, los conocedores de
24
los principales centros sederos peninsulares ofrecen una visión
del significado histórico de la seda en la Península Ibérica22 • No
obstante, esta obra, con ser un primer paso, denota la carencia
de estudios para algunas regiones. En efecto. El caso granadino
o valenciano están bien representados, con la inclusión de 3 y 2
trabajos. En cambio, Toledo, Murcia y Mallorca merecen un
solo artículo y otros núcleos quedan olvidados.
Otras ciudades donde la seda alcanzó relevancia en época
moderna también han llamado la atención investigadora. Tales
serían para Córdoba las páginas que FORTEA dedicó al textil en
su tesis doctoral y la obra de CÓRDOBA DE LA LLAVE sobre las
manufacturas medievales; o MARTÍN RODRÍGUEZ para Almería23 •
A través de éstas, conocemos el origen de la actividad sedera en
Castilla, en las ciudades donde alcanzó alguna relevancia, a
fines del siglo XV, y su rápido desarrollo hasta mediado el XVI.
Se trató de una actividad nueva, ligada al clima de crecimiento
económico de aquella centuria y concentrada en núcleos
urbanos de la mitad sur peninsular. Todo lo cual llevó a situar
su origen sin razones fundadas en época musulmana, hipótesis
rechazada tanto por CÓRDOBA DE LA LLAVE como por FORTEA.
Caso especial fue la sedería de Granada, única herencia
directa musulmana 24 • La Corona procuró mantener su antiguo
esplendor con medidas de fomento de la producción de seda y
de su trabajo. No obstante, los problemas derivados de la
conquista del territorio y, poco después, la rebelión de las
Alpujarras, motivaron la ruina de la actividad durante un largo
period025 . Pese a todo, la ciudad albergó un espectacular
incremento de la cría de seda en bruto. Las 90.000 libras
cosechadas en 1541 fueron 135.000 veinte años después, y
170.000 antes de la sublevación de las Alpujarras 26 ; ello ilustra
25
su rápida adaptación y respuesta a las demandas del resto de
Castilla. Granada, tras un periodo de crisis por la citada
rebelión, recuperó la actividad, pero no los niveles anteriores a
1568. La cosecha de seda alcanzó unas 90.000 libras hacia
1600. Granada se mantuvo como centro manufacturero, y no
sólo exportador de seda en bruto, los tres últimos decenios del
siglo XVI y en momentos posteriores. No recobró, en cambio,
su anterior primacía, que ostentaron primero Toledo y luego
Valencia27 •
Por último, resta sólo mencionar la región murciana, con
su capital. Su importancia no se debió a ser un centro principal
del tejido de seda, cuanto a su calidad de productor de morera y,
por tanto, de seda en brut0 28 • De hecho, desde mediados del
siglo XV la cría de seda conoció una rápida expansión29 .
Durante el Quinientos, se difundió por amplias comarcas de
Murcia, hasta convertirse en la principal actividad agrícola30 .
Con más de la mitad de la superficie agraria dedicada al cultivo
de la morera, la producción alcanzó hacia 1600 entre 115.000 y
120.000 libras al año. A partir de entonces, Murcia fue la
principal región ca<;tellana productora de seda3 '. Cuya mayor
parte era destinada al consumo de Toledo y, en menor medida, a
la exportación ya los mercados granadino y cordobés32 •
Aquel enorme desarrollo de su cultivo en Murcia se vio
favorecido, no sólo por el aumento de la demanda procedente
de la actividad textil, sino también por el hundimiento de la cría
en Granada desde 1570. En efecto. Según Modesto ULLOA,
"no es exagerado decir que el menguado rendimiento de la
renta [de la seda] después de la rebelión se consiguió mediante
una especie de falsificación, haciendo pasar por granadina la
31 CHACÓN (1976), p. 276. Cifra que aumentaría aún hasta las 210.000 libras
en 1614: COLMEIRO (1986), t. 11, p. 74.
32 CHACÓN (1976), p. 279.
26
seda de otras procedencias que se tejía o negociaba en
Granada,,)3.
Toledo
Tan fecundo interés ha obrado múltiples estudios para
Castilla, desde distintos eníoques36 • Los casos conquense,
cordobés, granadino o segoviano serían los más singulares. Aún
no existe, empero, una monografía sobre esta actividad en la
27
Ciudad Imperial durante los tiempos modernos, a pesar de lo
sugerido por CARANDE y por IRADlEL varias décadas atrás y por
las fuentes 37 • Sólo vagas referencias en algunos historiadores
locales. A veces, repitiendo las mismas noticias de autores
anteriores, como MARTÍN GAMERO o LÓPEZ DE AYALA 38 • De sus
escritos, lo más importante fue haber señalado el peso del textil
en la ciudad del Tajo durante la Edad Moderna. Mención
especial mérece la obra de LARRUGA, fuente inagotable de
noticias, sobre todo de los siglos XVII y XVIII, Y para las zonas
rurales 39 • No obstante, los pocos datos ofrecidos hasta ahora
para Toledo en el siglo XVI y su manufactura textil son
erróneos, cuando no infundados e irreales, como demostraremos
en su momento. Con carácter más reciente, disponemos de las
obras de Almudena DE LA MOTA Y de Julián MONTEMAYOR4o . En
el primer caso, la autora, cuando contextualiza su estudio, se
limita a las noticias de autores antiguos, sin comprobación o
comentario alguno, y por completo inverosímiles, ya citadas por
MARTÍN GAMERO y LÓPEZ DE A y ALA.
Mayor crédito concedemos a MONTEMA YOR. En el
capítulo de su tesis doctoral dedicado a la manufactura y en
varios artículos más, ha estudiado la actividad textil toledana en
la época de los Austrias. Alejándose de los mitos
historiográficos aducidos hasta ahora, reconstruye la evolución
del textil en Toledo durante más de un siglo a partir de
numerosas fuentes hasta hoy desaprovechadas. Aparece así una
nueva actividad, retratada dentro de la vida urbana, cúyo era su
principal sustento. Empero, también ligada, en un marco más
amplio, a la evolución de Castilla y la coyuntura económica
general del reino. A partir de sus estudios, conocemos la
relevancia de la seda y su trabajo durante los siglos XVI Y XVIl
28
en Toledo, principal centro sedero de Castilla, con datos más
sólidos y numerosos que los hasta hace poco disponibles.
No olvidamos, tampoco, el memorial de Luis HURTADO
sobre la ciudad, para las Relaciones Topográficas41 • Varias
fueron las menciones en su escrito acerca de la seda o la
confección. Aun en su brevedad, la respuesta al capítulo XLII
ha sido la mejor descripción de la actividad textil toledana del
Quinientos hasta los trabajos de MONTEMA YOR. El
abastecimiento de materias primas, la organización de la
producción, el papel de los mercaderes, la comercialización,
quedaron reflejados en el texto; donde, si no con datos
cuantitativos, sí cualitativos, trazó un esbozo, aproximado, del
textil toledano en el siglo XVI, confirmado hoy por otras
fuentes.
Con todo, es evidente la carencia de monografías de que
adolece aún la actividad textil castellana, o española, de los
tiempos modernos. Los casos segoviano, granadino o
valenciano son una excepción. En la actualidad, los trabajos, en
distintos estados de desarrollo, iniciados en Toledo sobre su
manufactura son un comienzo prometedor para completar el
mapa de los principales centros textiles castellanos del Antiguo
Régimen. Acaso pronto podamos disponer de una historia de la
actividad en Toledo y conozcamos su verdadera relevancia.
29
la cálida acogida y amabilidad mostrada en cuantos archivos y
bibliotecas visitamos para la recopilación de documentos. Sólo
quien lo ha vivido conoce lo arduo, siempre fatigoso, y en
ocasiones solitario de esta labor. La soledad del archivo se vio
compensada, en cambio, por el continuo diálogo con una
bibliografía siempre sugerente. Su reconocimiento está en las
numerosas notas, casi 800, que jalonan el texto. Acaso sean
demasiadas, y en no pocas ocasiones desmesuradas, en
detrimento de un menor carácter explicativo. Sirvan, empero,
para reconocer nuestra deuda con cuantos nos precedieron.
Especial gratitud y deuda tenemos hacia José Antonio
Sebastián. Con su infinita paciencia, y tras las lecturas que
mediaron entre el primer borrador y la versión definitiva,
hilvanó la madeja del proyecto primigenio. Cual Guzmán, sus
consejos, y consejas, si no siempre seguidos, fueron todos
oportunos. Si algún acierto tiene este trabajo, es suyo. Las
tachas y errores, nuestros.
Parece siempre obligado un reconocimiento a la
paciencia y benevolencia de la familia para con uno y su
capricho de enterrar tres años en estas páginas. Aquí, la deuda
es real. Incluso cuando las horas robadas a su compañía
comenzaron a ser excesivas. Sin su ánimo y ayuda en los
momentos más difíciles habría sido imposible la consecución
del proyecto. Por último, y como en la época de nuestros
sederos y pañeros, queremos tener aquí un especial recuerdo
para la abuela y el abuelo que tanto interés mostraron siempre
por un trabajo que, en cambio, nunca podrán leer. A todos, mi
cariño y gratitud.
30
1. NOTAS SOBRE LAS FUENTE UTILIZADAS
31
Monasterio de El Escorial depararon testimonios insustituibles.
El manejo predominante de fuentes inéditas, de naturaleza
compleja y una explotación problemática para cuantificar
ciertos fenómenos, nos mantuvo en más de una ocasión en el
terreno de la hipótesis; en otras, los problemas rebasaron el
propósito y el carácter de nuestros tines. Con todo, la consulta
directa y asidua de fuentes de primera mano supuso un fuerte
estímulo.
La documentación manejada para realizar el presente
trabajo fue de carácter diverso. No obstante, distinguiremos en
ella dos grandes conjuntos, por su origen: la pública y la
privada. Empezando por la segunda, citemos los registros
notariales42 . Son el mejor modo para conocer la realidad
cotidiana de la manufactura textil de la época y apenas podemos
nosotros descubrir una característica nueva de los mismos no
reseñada ya. No obstante, necesarias algunas matizaciones
acerca de los problemas y limitaciones que su uso plantea.
La primera, la cronología. El más antiguo protocolo
notarial conservado data de 1503. Sólo para años posteriores
encontramos series casi completas de los registros de cada
escribano. Por tanto, fue imposiole remontamos más atrás de
aquella fecha. Especial atención mereció un escribano:
Bemardino de Navarra. Su serie documental comienza en 1506
y se prolonga hasta 1550 de forma casi ininterrumpida. Su
estudio para las primeras décadas del siglo sirvió como
elemento de control para los otros protocolos de la época. Dicha
consulta se vio limitada, además, por el reducido número de
registros conservados de aquellos primeros momentos. Pues, si
el primero data de 1503, el segundo es tres años posterior y,
desde la década de 1510, apenas se conservan dos ó tres por
año, de la treintena de escribanos existentes entonces en la
ciudad.
La poco halagüeña situación para la ciudad de Toledo
durante las primeras décadas del Quinientos, al igual que en
otras ciudades, como Córdoba, preludia la de las zonas rurales.
32
Se han perdido todos los registros notariales de lugares tan
señeros en el trabajo de la lana en aquel tiempo como La Puebla
de Montalbán. Lo cual llevó a renunciar a cualquier sondeo de
aproximación a las manufacturas rurales en los mismos núcleos;
preferimos un acercamiento, acaso más indirecto, desde la
propia documentación toledana. Ésta, aunque de forma
aproximada, refleja en igual medida la importancia de cada
núcleo.
Empero, si para principios de siglo el principal problema
fue la falta de registros notariales, conforme avanzamos en el
tiempo la situación fue la inversa, y la documentación resultó
ingente. Del año 1600 se conservan 21 protocolos, de los 33
escribanos que existían en Toledo, sobre un total de más de
1.000 protocolos para todo el siglo, con otros tantos folios cada
uno. Fue imprescindible, por tanto, la selección. Así, vaciamos
un protocolo cada 8 años. La elección del escribano fue
aleatoria. Se procuró, sin embargo, que siempre se conservara
una larga serie documental, lo cual a veces fue dificil. Para los
años 1520, 1560, 1576 Y 1600, además, vaciamos 3 protocolos,
a fin de profundizar más en sus posibilidades.
Éstas son infinitas: sólo dependen de nuestros propósitos.
El número y la riqueza de sus contratos hacen de los protocolos
una fuente, en ciertos aspectos, más rica que las ordenanzas de
oficios, hasta ahora usadas casi de forma única pará el estudio
de las manufacturas. De tal forma, que la casuística de contratos
de trabajo, de compraventa de materias primas, de medios de
producción o de géneros ya acabados, es muy variada.
Asimismo, y como se apreciará, brindó unas posibilidades de
sistematizar y cuantificar ciertos aspectos o realidades de la
época moderna aún no exploradas.
No obstante, el esfuerzo requerido fue abrumador para las
conclusiones alcanzadas. Fue necesaria la consulta de un
elevado número de protocolos para obtener resultados
coherentes. Además, el manejo de la información nunca fue
fácil y sí laborioso. A través de esta fuente se trató de
profundizar en ciertos aspectos de la documentación cuya
verdadera relevancia desconocíamos. De tal forma, que el
volumen y el carácter de la producción, la aparición y desarrollo
33
de ciertas fonnas organizativas, o incluso la localización
espacial de una actividad concreta pudieron alcanzarse de modo
más o menos exacto a través suyo. Siempre considerando la
limitación que para las áreas urbanas ofrece, y es su inexistencia
para detenninados periodos, y su sobreabundancia para otros.
Ello hace que el tratamiento de toda la infonnación por una
persona sola y para un periodo de un siglo sea labor imposible.
Las páginas siguientes son una muestra de todo ello.
Un segundo tipo de documentación sería aquélla de
carácter público, custodiada en su mayor parte en el
Ayuntamiento de la ciudad43 . Valgan aquí algunas de las
consideraciones sobre los registros notariales, como su escasez
a inicios del Quinientos, o la pérdida de valiosos fondos. Éste
ha sido, por ejemplo, el caso de los Libros de Acuerdos
Municipales, de los cuales disponemos completos sólo 23 de los
100 del siglo; o el de las alcabalas, de tal forma que fue dificil
encontrar ninguna serie documental íntegra. Además, es una
documentación de carácter diverso, con frecuencia no
especializada por su temática, a veces tampoco sistematizada en
su cronología, y aún sin catalogar de modo correcto. Compensa,
en cambio, por su enonne riqueza de detalles cualitativos, y a
veces cuantitativos. Especial atención merecieron las
ordenanzas de oficios, allí conservadas, y único vestigio de la
documentación generada por una organización tan típica del
Antiguo Régimen como la gremial.
En efecto. Cada oficio disponía de sus propios libros de
registro de aprendices, de maestros, de señales o de cuentas.
Los sastres y el arte de la seda, incluso, de una casa. Empero,
nada de aquello se ha conservado. Ello hizo que en numerosos
temas las sombras fueran más que las luces, y que en no pocas
ocasiones debiéramos conformamos con aproximaciones más o
menos exactas, cuando no con meras hipótesis o suposiciones.
Resulta, pues, envidiable la privilegiada situación de la ciudad
de Valencia, donde tantos estudios se han realizado a partir de
la documentación interna conservada del CoUegi Mayor de la
34
Seda, sobre los ámbitos más diversos. Cabía la posibilidad, por
último, de que tales fondos se hallaran en los archivos
parroquiales de las cofradías adscritas a cada oficio. No
obstante, dicha búsqueda fue infructuosa: si se conserva parte
de la documentación generada por cada cofradía, queda
circunscrita a aquélla de carácter económico, de gestión de su
patrimonio: censos, tributos, alquileres de casas ... , pero nada
que recuerde su asociación a oficio alguno.
Fuentes manuscritas
1. Archivo General de Simancas (AGS)
Centramos nuestra atención, sobre todo, en aquellos
documentos referidos a la administración de las alcabalas de
Toledo. Asimismo, para algún año concreto consultamos varios
legajos acerca de otras ciudades: Córdoba, Cuenca, Segovia,
Granada, destacados centros textiles de la época.
Consejo y Juntas de Hacienda (CJH), lego 149,351,357 Y 398
Contadurías Generales (CCGG), legs. 16, 768, 3919
Contaduría Mayor de Cuentas (CMC), legs. 104, 158,299,301,
304,305,307,317
Diversos de Castilla (DC), legso I
Expedientes de Hacienda (EH), lego 85, 86, 87, 89, 132, 157,
165,173,179,180,181, 182, 183,184,185,357,398,8l3
Guerra Antigua (GA), leg. 1314
Patronato Real (PR), lego 78
35
Juan de Navarra: protocolos 1819 (1568) Y 1840 (1592)
Diego Núñez de Toledo: protocolos 1366 (1528) Y 1377
(1544)
Pedro Ortiz Angula: protocolos 2189 (1584) Y 2196 (1600)
Pedro Ortiz de Galdo: protocolos 2165 (1576) Y 2185
(1600)
Juan Sánchez Montesinos: protocolo 1271 (1512) Y 1317
(1520)
Juan Sotelo: protocolos 1625 (1552) Y 1632 (1560)
Eugenio Sotelo de Ribera: protocolo 2733 (1600)
36
1530-1650; 1547-1570; 1571-1667; 1593-1827
Cortes. Refleja las demandas y peticiones presentadas por la
Ciudad en las Cortes. De carácter incompleto y fragmentario, en
los textos se hace referencia a la ciudad donde se celebraron las
Cortes, pero no a su año. Por tanto, en más de una ocasión nos
ha sido imposible fechar de modo exacto el contenido de las
peticiones.
(1542-1655)
Exámenes de oficios. A pesar de lo indicado en su título, no
coinciden la temática ni la fecha. En un cuadernillo se detallan
Jos nombres de varios de los examinados en 1597 y 1598, pero
están incompletos. Hay, además, un número indeterminado de
cartas de examen. Por último, debemos mencionar los varios
registros de votaciones para la elección de veedores y
examinadores de los siglos XVI Y XVII.
(1551-1605); caja 13
Gremios. Exámenes. Zapateros. Tundidores. Hace referencia,
de forma primordial, a los procesos anuales de elección de
veedores de distintos oficios, de fines del siglo XVI e inicios de
la siguiente centuria.
Gremios, 1700, caja 13 •
Libros de acuerdos municipales (LAM), o también Actas
capitulares. Son las actas de las sesiones del Ayuntamiento.
Cada libro abarca desde el primero de marzo hasta el último día
de febrero del año siguiente. En dichos libros quedaban
reflejadas todas las sesiones e iniciativas tomadas por la
institución, así como un resumen de sus debates. Es de
lamentar, sin embargo, que sólo se hayan conservado 23 libros
del periodo tratado, pues el primero contiene uno o varios
cuadernillos sueltos de 1494, 1526, 1527, 1529, 1531 Y 1540.
Libros manuscritos (LM) 001 (1526-1541),002 (1545);
003 (1547), 004 (1553), 005 (1561), 006 (1563), libros
manuscritos, 007 (1564), 008 (1566), 009 (1568), O1O
(1569), 011 (1572), 012 (1574), 013 (1575), 014
(1576), 015 (1577), 016 (1581), 017 (1582), 018
(1589), 019 (1591), 020 (1592), 021 (1593), 022
(1594),023 (1598), 024 (1599), 025 (1603)
37
Libro borrador de cartas absolutamente inútil que ber en e/,
siglos XV i XVI; libros manuscritos, sala B, núm. 120. Contiene,
como su mismo título indica, borradores de cartas de ambos
siglos, de la temática más variada.
Libros de cartas. Son los únicos referentes al siglo XVI, y
contienen las cartas remitidas por el Ayuntamiento a personajes
o instituciones varios, sobre temas de cualquier índole.
Libros manuscritos, sala B, 108 (1537-1541) Y 109
(1547-1600)
Libros de registro de escrituras, o de la Escribanía Mayor.
Ocho son los conservados del siglo XVI. Su temática es de lo
más dispar, y abarca cualquier tipo de contrato realizado en el
Ayuntamiento, desde las escrituras de obligados para el abasto
de la ciudad, a las licencias de asiento de bancos a cambistas o
contratos de servicio.
Libros manuscritos, sala B, 67 (1514-1580) Y 68 (1557-
1562)
Libros de rentas. Contienen los valores y las subastas de todas
las rentas de propios del Ayuntamiento, en un libro distinto para
cada año. En el presente estudio hemos recogido los valores de
las rentas relacionadas con el textil: de paños, de lienzos, de
esparto, del peso de la seda y de la ropa vieja. Esta última fue
abandonada en la década de 1550. De las demás poseemos
datos desde 1539, en una serie casi continua a partir de
entonces.
Lista de los gremios y sugetos que han sacado patente, de hacia
1800; AMT, Gremios. 1700, caja la
Ordenanzas de oficios
Cuatro cajas.
Ordenanzas Generales de Paños, en A(rchivo) S(ecreto), cajón
5°, leg. 4°, núm. 8.
Ordenanzas de los sastres, en AS, caj. 5°, lego 4°, núm. 14
Policia urbana, caja la,
Rentas. Si debería ser documentación referida a la
administración de las rentas de la ciudad, la caja 33 incluye
también otra referente sobre todo al obraje de los paños, ya del
siglo XVII.
caja la
38
(1600: paños, rentas, tiendas, mercados), caja 2a
(alcabalas, encabezamiento), caja 3a
Seda. La caja consultada incluye las ordenanzas del arte de la
seda pertenecientes al siglo XVI, así como otra documentación,
ya de la siguiente centuria, hasta casi 1700.
1500-1650; caja 613
Tributos. Los tributos eran los cánones cobrados a los
particulares que disfrutaban del uso de un solar del
Ayuntamiento. La caja, a pesar de lo que indica la fecha de su
título, sólo contiene documentación posterior a 1500. Ha sido
consultada para la localización de lugares de trabajos muy
especiales, como los tintes.
(1400-1500); c~ja 685
Vecindades. De carácter incompleto, incluyen las cartas de
vecindad conservadas.
39
Primera parte
43
capital de la monarquía sino ocasional y un periodo más breve
que otras ciudades como Valladolid o Madrid, durante la
primera mitad del siglo XVI; de hecho, si la Ciudad Imperial
acogió al César en ocho ocasiones, ninguna se prolongó más de
unos meses 2 • Por otra parte, la bibliografia más reciente y una
más atenta relectura de las fuentes muestran una realidad
distinta. Asertos antaño incuestionables quedan matizados y
nuevas aportaciones nos pem1iten, hoy, ofrecer otra imagen
acerca de la evolución de la ciudad durante el siglo XVI.
En las primeras décadas del siglo XVI, Toledo era una de
las mayores ciudades de Castilla, sólo por detrás de Valladolid
y Sevilla3 . Los viajeros la describieron como una ciudad
populosa y floreciente, en que las actividades manufactureras y
mercantiles ocupaban a una mayoría de sus habitantes4 • Y, en
más de una ocasión, fue calificada como una ciudad próspera.
QUEVEDO, refiriéndose al siglo XVI, la denominó "Toledo la
rica", y Pedro de MEDlNA escribió que "esta ciudad es muy rica,
de mucho trato,,5. Todos los testimonios literarios repiten la
palabra "rica" al calificar la Toledo de aquella época. El mismo
Lázaro de Tormes, cuando salió de Salamanca, "su motivo fue
venir a tierra de Toledo, porque decía ser la gente más rica,,6. El
siglo XVI fue para Toledo, a juicio de los contemporáneos,
pues, una época de expansión, de gran riqueza, según sus
palabras, ñeque se alcanzaron cotas superiores a las de otras
ciudades peninsulares. Aquel desarrollo no fue coyuntural.
Estuvo motivado por el clima de crecimiento iniciado en
2 Éstas fueron en 1525, 1526, 1528, 1529, 1534, 1538, 1539 Y 1542. LÓPEZ
DE AYALA (1901). Además, FORONDA (1914) y MIRANDA CALVO
(2002)
3 Valladolid, según el vecindario de 1528, era la ciudad más populosa de
Castilla, con 6.750 vecinos -pecheros-, seguida por Sevilla -6.634-, Toledo
-5.898- y Córdoba -5.845-. Tomado de Tomás GONZÁLEZ (1982).
4 MÜNZER (1991), p. 247. NAVAGERO (1983), p. 27. MARINEO SÍCULO
(1539), to\. XII.
5 QUEVEDO (1996), p. 318. MEDlNA (1548: edición facsímile consultada),
fo\. 97r. No son éstas las únicas referencias literarias acerca de la riqueza de
Toledo durante el siglo XVI; además, MONTEMA YOR (1996a).
6 La=arillo de Tormes (1999), p. 35.
44
Castilla en la centuria precedente y por la buena situación
geográfica de la ciudad.
Economía y demografia
Toledo, pero también su "tierra", conocieron, desde al
menos la década de 1430 y hasta 1570, un rápido y continuo
desarrollo agrícola7 • Se roturaron nuevas extensiones antes
incultas y aumentó el número de cabezas de ganado, hasta
extremos desconocidos. En algunos lugares, toda la superficie
disponible fue puesta en cultivo; en otros, durante las últimas
décadas de la centuria, el hambre de tierras fue tan acuciante
que el Ayuntamiento hubo de pennitir la roturación de dehesas
dedicadas a pastos. Asimismo, no obstante la antigüedad de las
quejas del Ayuntamiento por los daños del ganado en los
Montes, las disposiciones contra su entrada desde antes de 1600
fueron continuas y reiteradas. A pesar de las medidas tomadas,
la cabaña ganadera era cada día mayor, y también los daños
provocados. Ello obligó al Ayuntamiento a aumentar el número
de guardas y de visitas a la "tierra,,9. Y, en tercer lugar, si a
principios de siglo existía un mercado de tierra, si bien estrecho,
las últimas décadas contemplaron su desaparición. Se concentró
entonces la explotación en el arrendamiento a corto plazo, por
lo general de un año, a cambio de una renta cuyo producto no
dejó de crecer durante el periodo lO.
7 En opinión de MOLÉNA T (1997), pp. 302-303 Y 308-3 lO, la crisis del siglo
XIV llegó a su nadir hacia 1400. A partir de aquella fecha, y durante 30
años, hubo una etapa de estancamiento, para, desde entonces, iniciarse el
periodo de crecimiento que culminó en el siglo XVI.
R LÓPEZ-SALAZAR (I998), pp. 292-295. RUIZ MARTÍN (1998), pp. 57 Y ss.
En 1600, el Ayuntamiento autorizó al concejo de Navalmoral para labrar
una dehesa en su término, durante 6 años, ante la escasez de pan. LA!vI,
1599, pp. 573-574; AMT, LM, 025.
q Sólo en 1593, el tema fue tratado por el cabildo del Ayuntamiento en dos
ocasiones: LAI'vf. 1593, pp. 113,280-281; AMT, LM, 021.
10 La bibliografia disponible acerca del incremento de la renta de la tierra y
sus consecuencias para la agricultura y el conjunto de la sociedad, en todo
caso negativos, es hoy numerosa. BRUMONT (1980) y (1984), pp. 111-112;
y LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), pp. 290-291. LLOPIS (1986). SEBASTIÁN
AMARILLA (1990). VASSBERG (1986), p. 32. De ello los protocolos
45
Procesos éstos que no fueron únicos de Toledo o su
hinterland. Tanto Andalucía como Castilla la Vieja, León o la
comisa cantábrica, conocieron un temprano proceso de
recuperación de la economía y la producción agraria. Su fecha
de inicio varió según cada región. No obstante, sería antes de
1450 11 • Dicho proceso conoció iguales líneas de desarrollo que
las descritas para Toledo. También en Castilla aumentaron la
producción agrícola y la ganadera, en especial de alimentos
básicos 12. Crecimiento acompañado asimismo por un aumento
de la renta y un acortamiento de los plazos de la explotación de
las tierras arrendadas, con graves consecuencias ya a fines del
siglo XVI 13.
El resultado de todo ello fue un espectacular incremento
de la producción agraria, hasta 1570 ó 1580. El producto agrario
más que se duplicó, pero sólo aun a costa de una presión
excesiva sobre el medio y sobre las estructuras sociales 14 • A
partir de aquel momento, una crisis, prolongada, hasta fines de
siglo, en que unos años de buenas cosechas precedieron el
posterior hundimiento de la producción en el siglo XVII. Aquí
reside la razón última del rápido aumento de los efectivos
demográficos en Castilla entre 1500 y 1600, cuyo reflejo se dio
también en la ciudad del Tajo y su "tierra". Como muestra,
valga el GRÁFICO 1, de los diezmos sobre producción cerealista
de los arciprestazgos situados en un radio de 60 kilómetros en
tomo a Toledo, más Talavera, a partir de los datos publicados
13 GARCÍA SANZ (1985), p. 16. Cf., además, la bibliografia citada en nota 53.
14 BOSERUP (1987), p. 385. LE FLEM (1979), pp. 39. GARCÍA SANZ (1985),
P 17. LLOPIS (1986), pp. 27 Y ss. MARCOS MARTÍN (1988), pp. 256-258 Y
262; (1992), pp. 98-99; Y (2000), p. 39. PÉREZ MOREDA (2000), pp. 262 Y
ss, y nota 44. Un estudio más desarrollado y con similares planteamientos,
de la crisis bajomedieval, en BOYS (2001), en especial las pp. 20-26.
46
por MARTÍN GALÁN Y LÓPEZ-SALAZAR sobre los diezmos del
arzobispado de Toledo l5 •
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47
tampoco única de Toledo. En otras zonas de las cuales
poseemos estudios, ocurrió algo semejante. La producción
agraria aumentó desde antes de 1500 y hasta al menos 1570 ó
1580. Serían los casos de ambas Castillas, León o Andalucía l6 •
Por otra parte, aquella expansión permitió el rápido aumento del
número de habitantes de Castilla. Así lo atestiguan los estudios
disponibles 17 • En efecto, la recuperación de la agricultura y de
la ganadería precedió, y predispuso, la de los efectivos
demográficos. Sólo así es posible explicar el fenómeno que nos
ocupa y que no fue único de Toledo o Castilla. Desde 1400, las
diversas sociedades iniciaron la ocupación de las tierras
abandonadas tras la crisis de 1348. Una población menor a la de
cincuenta años antes hallaba ante sí campos incultos sobre los
que trabajar. Por otra parte, dado el tradicional subempleo del
factor trabajo en las sociedades tradicionales del Antiguo
Régimen, tal expansión no sería muy dificil, aun sin contar con
un aumento previo de los efectivos demográficos. Antes al
contrario. Fue el crecimiento agrario, tras superar cierto nivel
mmlmo, o umbral, lo que permitió el crecimiento
demográfico 18.
No obstante, interesa aquÍ resaltar un factor inexcusable
para comprender el especial desarrollo de la economía y la
16 BENÍTEZ (1982). BRUMONT (1984), pp. 145-146. CASADO (1997), pp. 284
Y 287. FORTEA (1980), pp. 445-446 Y ss. GARCÍA SANZ (1986), p. 248.
LÓPEZ-SALAZAR (1986), pp. 119-146. SEBASTlÁN AMARILLA (1991).
YUN (1987), p. 165-168.
17 GARCÍA SANZ (1978), pp. 304-305. LÓPEZ GARCÍA (ed.) (1998), p. 45.
MARCOS MARTÍN (1988), p. 249. No obstante, este modelo ha recibido
opiniones contrarías por diversos autores. Para estos últimos, la relación
sería la inversa. Es decir. La presión demográfica sobre unos recursos
limitados -tierra, agua, clima- habría inducido aquel desarrollo de la
agricultura y la ganadería. BOSERUP (1987), pp. 385-389. FORTEA (1980),
pp. 134 Y ss., Y 444. KRlEDTE (et al.) (1986), p. 118. MARTZ y PORRES
(1974), p. 7. Una posición intermedia, en BOYS (2001), p. 15. Un estudio
comparado del papel de la agricultura en la evolución económica de
Inglaterra y Francia en el siglo XVII y como factor desencadenante de la
Revolución Industrial, en APPLEBY (1979),
18 Una formulación del concepto "umbral", aunque en estrictos témúnos
demográficos, en LEE (1981 ), pp. 377-384.
48
sociedad castellanas durante la época moderna, obviado por la
historiografia en cuanto merece. Éste es el más rápido
incremento de la producción agrícola que de la población. Ello
significó un aumento de la "renta per capita" del castellano.
Aumento con numerosos efectos beneficiosos para la sociedad
castellana en su conjunto, al alejar el umbral mínimo de
l9
subsistencia • En primer lugar, pennitió una mayor capacidad
de gasto y, por tanto, de consumo per capita, que se tradujo de
modo principal en un mayor uso de bienes suntuarios no
producidos por el agricultor. Tal aumento propició, además, una
especialización económica y división social y regional del
trabajo, que, a su vez, generó un comercio más amplio,
diversificado y a mayores distancias. Sólo así es explicable la
rápida expansión de los núcleos urbanos, tanto en Europa como
en Castilla, desde mediados del siglo XV, con funciones de
centros manufactureros y comerciales20 . Tal sería el caso
paradigmático de Toledo y demuestra el enonne afán puesto por
la sociedad castellana en el desarrollo de la agricultura, al
menos hasta los años 70 del siglo.
Tampoco fue privativo de la región toledana el
estancamiento y retroceso de la producción agrícola desde la
década de 1580. En Segovia, Andalucía o León la producción
agraria alcanzó los máximos de la centuria entre las décadas de
1560 y 1580, Y entre 1580 y 1600 inició un descens021 • En
49
Toledo, poco antes de 1600, la producción experimentó una
ligera mejora, tras la cual conoció su desplome más acusado,
que se prolongaría hasta bien entrado el Seiscientos22 •
Sefialemos, sólo, la diferente cronología según las regiones, con
un estancamiento y pequefio declive en Castilla la Vieja y León
ya en la década de 1560 y su retraso hasta 1600, conforme
avanzamos hacia el sur, a Andalucía23 • No obstante las
diferencias según cronología e intensidad, la agricultura
castellana conoció tres periodos muy nítidos durante el periodo:
lenta mejora, uno posterior de más rápido crecimiento, y un
tercero de estancamiento, si no inicio de crisis, que se
tradujeron también en la coyuntura toledana.
Los excedentes de aquel formidable crecimiento del
producto agrario alimentaron el desarrollo de la ciudad en la
época24 . Toledo era centro de un vasto sistema económico, en
que ingentes recursos procedentes del medio rural eran
canalizados hacia la urbe. En primer lugar, la Iglesia, a través
del diezmo como medio primordial pero no único, detraía una
fracción considerable del producto agrario final, en su mayoría
gastado en Toled0 25 ; templos, clero regular y secular, servicio
50
doméstico; pero también numerosas obras pías y de
beneficencia: hospitales, albergues, comidas y ropas para
pobres, que atraían un número indeterminado de personas de
otros lugares26 • El Ayuntamiento, asimismo, a través de los
repartimientos a los "lugares" de su "tierra", obtenía buena
parte de sus recursos 27 • En fin, las zonas rurales servían de
abasto a la ciudad y como mercado a los artículos
manufacturados en ella realizados, cuando no entraban a formar
parte de las redes de producción artesanal de los numerosos
mercaderes urbanos. Surgió, pues, un sistema dual, campo-
ciudad, en que ambas partes resultaban complementarias, y sin
el cual el crecimiento de Toledo hubiera sido imposible.
Fenómeno señalado para otras ciudades castellanas y
europeas 28 • El caso de Toledo, con todo, no deja de ser peculiar,
dada su situación geográfica y a la importancia y extensión que
alcanzaron sus relaciones con el entorno rural circundante y con
zonas más alejadas.
Demografia y economía
véanse también LÓPEZ CELADA (1980); MONTEMA YOR (1996a), pp. 310-
329; o la descripción que de la ciudad hizo NA VAGERO (1983), pp. 25-30.
"6 MARTÍNEZ GIL (1997), pp. 292 Y ss. A este respecto, es ilustrativo el
comentario de Lázaro sobre la razón de su llegada a Toledo. Sobre el origen
de la inmigración a Toledo, MARTZ (1983), p. 215; Y MONTEMAYOR
(1996a), pp. 153-156. RODRÍGUEZ DE GRACIA (1980). Sólo así, mediante
el drenaje constante de recursos y personas del mundo rural al urbano, las
ciudades del Antiguo Régimen podían mantener su población. GASCON
(1970), pp. 992 Y ss. ROSA (1997), pp. 239-173.
27 A modo de ejemplo, en la renovación del encabezamiento de alcabalas de
1546 para el periodo 1547-1556, de 12.515.726 mrs. repartidos a Toledo,
1.467.000 mrs. lo fueron entre los lugares de su "tierra": Alcabalas. 1476-
1582, AMT, caja 25; a lo que habría que añadir lo recaudado por concepto
de propios: MONTEMA YOR (1981); y los repartimientos que podía hacer a
los lugares en caso de necesidad, como cuando le fue requerida una leva por
el rey para la guerra: LAM. 1599, pp. 115-118. AMT, LM, 024. LÓPEZ
GARCÍA (dir.) (1998), pp. 118-126. PIUZ (1977), p. 37.
n BRUMONT (1984). DYER (1991), p. 42. GAseON (1971), t. 1, p. 232.
KRIEDTE (et al.) (1986), pp. 19-20,27-29 Y SS., 42, 191, 199. LIS Y S011S
(1985), p. 26. NARBONA y CRUSELLES (1998), pp. 196-201. PÉREZ
MOREOA y REHER (1997), pp. 133 Y ss. PIUZ (1977), pp. 3-5.
51
Sobre esta base asentó su notable desarrollo la Ciudad
Imperial durante el siglo XVI. Ello tuvo un fiel reflejo en el
número de habitantes, junto a la documentación fiscal, único
modo de acercarnos a una evolución de su devenir secular. Para
ello, nos basaremos en los recuentos para los distintos
vecindarios y en las series bautismales publicadas por MARTZ y
PORRES, y WEISSER 29 • Éstas muestran un incremento continuo,
casi ininterrumpido, de los bautismos, hasta la década de 1570.
A partir de 1576-1577, coincidiendo con el cambio de
coyuntura agrícola, experimentaron un brusco descenso, en
tomo al 10 %. Esto nos lleva a pensar que existió una caída en
el número de habitantes que, por desgracia, no reflejaron los
vecindarios30 • Situación también común a otras ciudades
castellanas: Córdoba, Cuenca, y relacionada con los primeros
síntomas de crisis advertidos entonces en el mundo rural
castellano. Así lo indican diversos estudios3l . En tanto que las
zonas rurales padecían una situación cada vez más dificil y
precaria, las ciudades aumentaban aún el número de sus
moradores. Aquel proceso migratorio no fue, sin embargo,
como el de 1500. En 1500 la inmigración hacia las ciudades
había estado motivada por los excedentes generados en las
zonas rurales y las nuevas posibilidades abiertas por el
desarrollo del mundo urbano. En cambio, a la altura de 1580 ó
1590, la inmigración a las ciudades era provocada por la crisis
52
rural y la pauperizaclOn del campesinado32 • Por tanto, las
ciudades pudieron mantener el número de sus habitantes cierto
tiempo después de iniciada la crisis rural. No obstante, cuando
ésta se manifestó en las urbes, fue más grave y persistente que
en las zonas rurales 33 • Sin embargo, en 1585, los bautismos en
Toledo habían recuperado sus niveles anteriores. La ciudad
albergaba más de 12.000 vecinos de nuev0 34 • El cuadro
siguiente, que recoge los vecindarios hasta ahora conocidos,
prueba cuanto afirmamos.
53
hidalga y otro 10 % por el clero. Éstas fueron las proporciones calculadas por los
[uncionarios carolinos en la confección del censo de 1541, si bien quizá debiera ser
mayor el peso de clero y nobleza a fines de siglo. Véase asimismo BUSTELO (1973);
MARTÍN GALÁN (1981) Y (1985); NADAL (1988), p. 39; y PÉREZ MOREDA
(1986), p. 64. No obstante, MARTZ y PORRES (1974), p. 9, se decantaron por el más
elevado de 5.
)7 GARCÍA SANZ (1985), p. 13. PÉREZ (1978), pp. 650-665, en especial las
dos últimas; y (1988), pp. 365-378. PÉREZ MOREDA (1980), pp. 248-249;
(1994), pp. 231-232.
lS MONTEMA YOR (1996a).
54
una apariencia especial, cosmopolita, como pocas ciudades
castellanas en aquel tiemp0 41. Existía una nutrida colonia de
extranjeros, con los genoveses a la cabeza, dedicados al
comercio, seguidos en número por portugueses y franceses42 • Y,
cuando acudimos a los inventarios de bienes, sean de dote o
"post mortem", no son raras telas como las holandas o el
calicud, prueba de unas redes comerciales de muy largo
alcance. Como resultado, la ciudad conoció una rápida
expansión. Antes de fenecer el siglo, el Ayuntamiento debió
plantearse la ampliación del solar urbano: se ocupó hasta el
último rincón disponible, se levantaron nuevos barrios y,
cuando esto fue imposible, se inició el ensanche de la ciudad
fuera de sus murallas con el proyecto, fracasado, de
construcción de una gran plaza renacentista, cuyo único resto
hoy visible es la puerta nueva de Bisagra43 •
Todo ello justifica, pues, la imagen de Toledo que tenían
los contemporáneos: una ciudad "industrial" y de comercio,
causa de su riqueza, junto a la intemporal presencia de la
Iglesia. Según Luis HURTADO en su memorial para las
Relaciones Topográficas:
"Toledo y su comarca no es tierra de labranya sino de
yndustria y acarreo, tanta que se puede poner della para su
nobleza y urbanidad por cosa memorable que no se vera por
sus puertas ni puentes entrar arado ni par de mulas uncido o
son tan pocas que solo en las huertas estan ocupados, donde
avitan, [... ] la una ser mantenida la gente común de las
manifaturas de la seda, y de la lana, y de las tendeyuelas, de
rregatoneria [... ] Labranse en este pueblo muy buenos
sombreros, rejas de ventanas, frenos y cosas de cerrageria,
espadas y buenos cuchillos, con sus guarniciones de mulas y
cavallos y talabartes, ay mucha copia de sastres, muy
55
ynventores primos y cortesanos y el cal¡yado aunque con mucha
carestia por traer dc acarreo la colambre para ello,,44.
O como la ha definido GUTIÉRREZ NIETO, según el cual Toledo
fue el "auténtico polo industrial y mercantil en la Meseta Sur a
lo largo del siglo XVI,,45.
56
del terciario, en especial para alguna fecha como 1506 o 1520,
pues los protocolos conservados son de escribanos que vivían y
trabajaban en el centro de la ciudad. Allí residían las clases
acomodadas, dedicadas al comercio, y la proporción de gentes
con otras ocupaciones era menor. En cualquier caso, estas cifras
revelan el evidente carácter urbano de Toledo sobre otras
ciudades castellanas, con el predominio absoluto de las
funciones manufacturera y mercantil, y la nula importancia del
sector agrícola.
57
y también, desde aquel momento, la dura competencia con
Madrid por unos mismos recursos alimenticios, escasos en toda
Castilla. Así pues, las quejas del Ayuntamiento ante las
crecientes dificultades de alimentar a toda la urbe fueron cada
vez más frecuentes 50 • Sin un aumento continuo de la producción
agraria como el de la primera mitad del siglo, la ciudad vio
cercenado su notable desarrollo de momentos anteriores, con un
periodo de estancamiento, que no de crisis, durante tres
décadas. Su población se mantuvo en torno a los 12.000
vecinos, el monto recaudado por alcabala permaneció constante
tras el aumento sin precedentes de la década de 1570, y el valor
de los alquileres se estancó, con un progresivo alargamiento de
la duración de los contratos 51 •
58
Desde 1574, a todo este complejo sistema se sumó un
nuevo elemento: la cada vez mayor presión recaudatoria
ejercida por la hacienda regia en el cobro de impuestos, en un
contexto de renovados problemas 52 . De acuerdo a los datos
conocidos hasta ahora, Toledo, tras Sevilla, fue la ciudad que
mayor monto por alcabalas debió pagar en el siglo XVI, muy
por delante de Segovia, Cuenca, Córdoba o Madrid. Asimismo,
desde 1591, el nuevo servicio conocido como de Millones
agravó aun más la pesada carga del pechero castellano. Así,
alcabalas, millones y otros servicios hicieron de Castilla el
Estado europeo con una fiscalidad más elevada, y de Toledo,
una de las ciudades más afectadas 53 .
Una mayor presión fiscal, destinada a sostener una
política exterior, agresiva significaba menor cantidad de dinero
disponible para el castellano. Éste, por tanto, para compensar
una menor renta real, redujo su nivel de gasto, en especial de
aquellos bienes cuya elasticidad de consumo era mayor, como
las manufacturas de origen urbano. Pero, además, una mayor
presión fiscal, indirecta y basada en los productos básicos, hacía
aun más cara la vida en las ciudades y por tanto las
manufacturas urbanas, con mayores obstáculos para competir
con otras foráneas 54 • Por otra parte, a pesar del fin perseguido
por Felipe II en un principio, devino una mayor carga fiscal
para el pechero castellano, indirecta. Pronto los estamentos
privilegiados quedaron exentos y recibieron parte del producto
de aquellos impuestos en forma de rentas por deuda pública
consolidada. Ello agrandó los efectos peIjudiciales de tal
aument0 55 • En Toledo, además, dicho incremento se basó en las
5"
• BILBAO (1990), pp. 37-61. FORTEA (1980), pp. 414-444; (1986), (1990a) y
(1 990b). GARCÍA SANZ (I99Ib). ZABALA (2000) .
.13 GARCÍA SANZ (1991 b), pp. 17 Y ss.
54 GARCÍA SANZ (1 994b), pp. 60-61 Y 64. MARCOS MARTÍN (2000), pp. 232
Y ss, Y 438 Y ss.
55 Acerca de la alianza entre monarquía y nobleza, y la sustitución de la
antigua renta feudal por otra de tipo centralizado, tanto en Europa como en
España, y su papel en la consolidación del sistema absolutista: BOIS (2001),
59
rentas sobre las manufacturas, puesto que los consumos estaban
grabados con ellO % legal desde antes de 1574. Fenómenos
que los contemporáneos percibieron, y de graves efectos para
Toledo. Comprenderemos, por tanto, las dificultades y retos que
enfrentó la ciudad en aquel tiempo, y el súbito, mas no por ello
menos previsible, desfallecimiento a partir de 1600, cuando la
agricultura se mostró incapaz de mantener los niveles de
productivos de tiempos precedentes 56 .
En este contexto, cambiante, se desenvolvió la fábrica
textil toledana en aquella centuria. Ambos, Toledo y la
actividad textil, conocieron durante el siglo XVI, como también
después, una evolución pareja. Los momentos de esplendor o de
crisis en una se reflejaron en la otra. Al tiempo, siguieron el
devenir marcado por la coyuntura castellana. Detenémonos,
empero, en 1600. Toledo y su manufactura vivían su máximo
apogeo. A partir de entonces, se inició una caída hacia al
abismo.
pp. 108 Y ss. BRENNER (1979), pp. 72-125. KULA (1976), pp. 246-247.
LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), p. 294.
56 "Indudablemente, las crisis urhanas graves, [oo.] al combinarse un malestar
económico con una grave escasez de alimentos, causaban muchas
dificultades y sufrimientos: de hecho, la mayor parte de las ciudades que
experimentaron situaciones de este tipo no las superaron, sino que
siguieron decayendo poco a poco.": DYER, (1991), pp. 240-241. FORTEA
(1994), p. 300. GARCÍA SANZ (1991a), p. 165.
60
Segunda parte
EL MARCO INSTITUCIONAL
El título "Marc.o institucional" engloba ámbitos y
realidades diversas. No obstante, justifica su unidad como un
todo. Ordenanzas de oficios, gremialismo, actuación del poder
político y legislación no eran realidades exógenas al desarrollo
del textil toledano. Asimismo, se inscribían en un ámbito más
amplio que la manufactura o la ciudad. En efecto. El control de
elementos tan decisivos escapaba, al menos en parte, de manos
de quienes se hallaban relacionados de alguna forma con la
actividad. En cambio, permitía una intervención, a veces
decisiva, a grupos en principio no relacionados de modo directo
con el sector. Ello les confiere cierta homogeneidad para un
ámbito más extenso, como la Corona de Castilla, y permite un
estudio más amplio que el estricto marco local. Constituyeron la
base sobre la cual se asentó y evolucionó el textil toledano
durante el siglo XVI y en momentos posteriores!.
Ello no implica, empero, un carácter ni un papel
inalterables en el periodo. Al contrario. En los cien años
estudiados, las ordenanzas de oficios, la intervención del
Ayuntamiento o de la Corona no fueron algo dado, estático.
Evolucionaron con las transformaciones en la economía y la
sociedad castellanas. Quizá los cambios de estos "elementos
estructurales" fueran muy lentos o imperceptibles en cortos
periodos de tiempo; mas, en la "longue durée", marcaron el
devenir de la manufactura.
63
No obstante, cada una de estas "micro-estructuras"
conoció una evolución distinta, a veces incluso divergente.
Como resultado, existieron no pocos choques entre la Corona o
el Ayuntamiento de una parte, y las organizaciones gremiales de
otra. Por tanto, consideramos la acción simultánea y no paralela
de estos elementos. Sólo así comprenderemos el resultado final
de la misma, y por qué evolucionó de un modo determinado la
manufactura textil en Toledo.
64
1. EL PAPEL DE LA CORONA
65
productivo, aun a los consumidores4 • Sin embargo, ésta no fue
coherente, un todo perfecto, que evolucionara poco a poco.
Tanto el poder real como la Ciudad -el Ayuntamiento toledano-
ejecutaron una política errática, con medidas a veces poco
comprensibles o contradictorias con los objetivos perseguidos.
Las Ordenanzas Generales de 1511 son un claro ejemplo.
Fueron un intento consciente desde la monarquía por sentar
unas bases sólidas para el desarrollo de la pañería. No hubo, en
cambio, un ordenamiento semejante para la sedería, que fue
olvidada. La falta de una política coherente en el tiempo, que
fomentara la producción sedera, lastró la manufactura de
Toledo. Analizaremos, pues, en estas páginas dos instituciones,
que resumen este factor: la Corona y el Ayuntamiento de
Toledo, a su vez abordables en tres apartados o aspectos: las
medidas antisuntuarias, la política comercial y la política fiscal.
La legislación y su impacto
La legislación acerca de un sector económico, el marco
legislativo, corresponde al ámbito del poder político. Empero,
por la relevancia concedida hoy día, y también en el pasado, a la
legislación como elemento para desarrollar, limitar o reconducir
una actividad, la analizamos de forma independiente de las
demás acciones del poder político, como la fiscalidad o la
política comercial con otros Estados. Ello por su carácter más
específico y concreto en motivos, objetivos y medios respecto a
cada sector, que no consideran las acciones del poder político
sobre la economía en general 5 •
Adviértase, además, que seda, lana, lino, algodón, son
materias muy distintas, como su proceso de transformación. Por
66
ello, nunca existió un ordenamiento legal que abarcara todas de
modo conjunto, a pesar de las ventajas que habría reportado.
Así pues, seguimos aquí este mismo esquema. Analizaremos
primero la legislación básica que afectó al sector pañero, para
adentrarnos luego en el papel que tuvo en la sedería. Otras
tibras, como el algodón o el lino, en cambio, en consonancia
con su menor relevancia productiva en la economía castellana,
fueron olvidadas por la legislación.
Distinguiremos dos niveles de intervención del poder
político, creando una legislación y un corpus jurídico suficiente
para el desarrollo de las actividades objeto de su atención. Éstos
fueron el poder local, el Ayuntamiento de la ciudad de Toledo,
y la Corona. La labor legislativa del Ayuntamiento se plasmaba
en el proceso de redacción de las ordenanzas gremiales -cf. cap.
4-, pero también en otras múltiples normas que, en el transcurso
del tiempo, adaptaban la ley a la realidad social y sus cambios.
En estas páginas, describiremos el segundo nivel, la
Corona, principal agente legislador. Su intervención, a través de
la promulgación de diversas leyes en todo el proceso
productivo, influyó de modo decisivo en la manufactura textil,
en este caso de Toledo, y en su devenir durante el periodo.
Disponemos para ello de los dos grandes corpus legislativos de
la Edad Moderna: la Nueva Recopilación y la Novísima
Recopilación, de las actas de las Cortes y de las menos
conocidas Reales Ordenanzas y Pragmáticai.
La pañería
La pañería fue la manufactura más importante en Castilla
durante el Antiguo Régimen. Por tanto, era lógico el interés que
por su revitalización y progreso mostraron los Reyes Católicos.
Fruto del cual serian las Ordenanzas Generales de Paños y sus
modificaciones posteriores, en tiempos del emperador.
Las Ordenanzas Generales de Paños, publicadas en 1511
Sevilla, fueron el primer intento de la monarquía por establecer
67
un marco legal en toda Castilla para la producción de paños7 •
Para ello, se enviaron repetidas consultas y memoriales a los
principales centros pañeros del reino. No sólo los concejos y
ayuntamientos, también el artesanado y los mercaderes,
expresaron sus opiniones sobre el contenido del proyectos. Unas
veces en contra, otras a favor, las reiteradas consultas y
propuestas conformaron el texto definitivo. Su largo proceso de
redacción, desde 1494-1495 hasta su definitiva promulgación en
1511, prueba la complejidad de intereses enfrentados que
suscitó. Entre tanto, varios proyectos fallidos. Unas primeras
Ordenanzas Generales, impresas en Granada en 1500 y
modificadas en 150 1, fueron publicadas por BEJARAN09 • Con
posterioridad, otro nuevo proyecto, de 1504, no entró en vigor
por los problemas internos acaecidos en Castilla tras la muerte
de la reina aquel mismo añolo. Empero, la consulta por la
Corona a los sectores implicados no supuso la cesión a ciertos
intereses particulares. Durante todo el proceso, el poder real
mostró una coherencia de que careció en momentos posteriores.
Fue un intento, de acuerdo a los principales centros productores,
por desarrollar un modelo concreto de pañería. Las Ordenanzas
Generales de 1511 significaron, y aquí seguimos una idea ya
generalizada, el triunfo de la pañería del sur peninsular, de
calidad media y alta y carácter urbano, frente al modelo de la
mitad norte castellana, con predominio de paños de media y
baja calidad y una manufactura rural más importante.
Mediante una minuciosa ordenación de todo el proceso
productivo, se pretendió normalizar la producción en unos
68
paños determinados, comunes a todo el reino. El fin último era
elevar la calidad de las telas, para competir con la pañería
extranjera, en concreto con la genovesa. Esta, entonces la más
importante de Europa, sirvió de modelo. Son constantes las
referencias a la "marca ginovisca" a lo largo del texto. Los
oficios y el cometido de cada uno de ellos, las materias primas
-lanas, tintas- y su modo de empleo, los mismos paños que
debían producirse, sus características técnicas, cada fase para la
obtención del paño. Todo era comprendido por el articulado de
las Ordenanzas Generales. Regulaban también la vida interna de
cada oficio, el acceso al mismo, las organizaciones gremiales, y
la elección y actividad de los veedores y examinadores,
encargados de supervisar todo el proceso productivo.
Su papel fue decisivo. Significaron la homogeneización,
al menos parcial, de la producción pañera castellana, con una
mejora de la calidad. Fueron el modelo al cual debieron
adaptarse las diversas reglamentaciones y ordenanzas locales; y,
en general, representaron un punto de partida para una creciente
intervención del poder político. Fracasaron, en cambio, en el
establecimiento de un mismo modelo organizativo para todo el
reino. Tampoco surgió una manufactura capaz de competir con
la italiana o la del norte europeo. Con todo, dicho fracaso no fue
atribuible sólo a las Ordenanzas Generales, cuanto al conjunto
de la sociedad castellana, incapaz de ofrecer una alternativa
viable a las importaciones extranjeras, en calidad y precio.
Pese al largo tiempo transcurrido hasta su promulgación,
aún en 1512 Diego de Cuéllar, Antonio de Córdoba, Cristóbal
de Toledo y Pedro de Olivares, veedores de los tintoreros de
paños, dieron poder a Miguel Sánchez, tejedor de paños, para
"par(e)s:er e parescays ant(e) la altesa d(e) la reyna n(uest)ra
se(ño)ra e ant(e) los se(ño)r(e)s d(e)1 su muy alto co(n)sejo,
g(ue) vos den e e(n)tregue(n), e ma(n)dar e e(n)tregar la
declaras:io(n) sobre las ley(e)s g(ue) sabe(n) s:erca d(e) la forma
g(ue) se ha de tener en (e)1 faser d(e) los paños, e cordellates
[... ], porg(ue) porg(ue) (sic) por las d(ic)has ley(e)s no se sabe
69
ny averigua el largo q(ue) han de tener los paños e cordeIlat(e)s
e estameñas [.. .]"11.
Esto prueba que la supuesta copia del modelo representado por
la pañería meridional no fue completa, y cómo las Ordenanzas
Generales crearon problemas de adaptación a las ciudades en
principio más favorecidas por su publicación.
Este marco, reglamentista y de intervención de la Corona,
tuvo su continuidad en modificaciones posteriores. Fueron las
Declaraciones del obraje de los palios, de los años 1528, 1529,
1549 Y 1552, publicadas en la Nueva Recopilación l2 • Reflejan la
evolución del sector desde anteriores disposiciones y la presión,
exitosa, de determinado grupo: los mercaderes-fabricantes de
pañosl 3 • Aquellos nuevos capítulos apenas modificaron los
aspectos técnicos de la producción pañera. No así el creciente
papel que se arrogó la Corona y que delegó en los concejos y,
sobre todo, en el mercader. De hecho, con cada modificación,
los intereses del capital mercantil salieron reforzados:
sancionada su preeminencia como organizador de la
producción, las organizaciones gremiales vieron recortadas sus
posibilidades de intervención para modificar aquella posición.
No obstante lo anterior, las Ordenanzas Generales
pem1anecieron en su mayor parte vigentes toda la centuria. Tan
sólo leves cambios respecto a lo establecido en 1511. Contrasta
este rápido proceso legislativo sobre la actividad pañera de la
primera mitad del siglo con el relativo inmovilismo durante la
época de Felipe II, en que no se publicó adición alguna. Ello
nos conduce a dos conclusiones distintas, no por ello opuestas:
a) que el sector hubiera conseguido, tras los varios ensayos
que habían representado las diversas ordenanzas, un marco
legislativo acorde con sus intereses;
b) que sI.! evolución se hubiera detenido, o cuando menos
ralentizado, desde mediados de siglo, por lo cual no habría
necesitado nuevas modificaciones de las ordenanzas.
70
En efecto. La pañería, o mejor el mercader y el hacedor
de paños, obtuvieron de la Corona una legislación favorable a
sus intereses, que sancionaba el modelo productivo por ellos
dirigido. Que las Ordenanzas Generales de 1511 permanecieran
en vigor todo el siglo XVI y con posterioridad, informa de un
sector que no demandaba cambios en la legislación a él relativa.
Tal fue el caso de Segovia. La ciudad, especializada en el tejido
de paños 22"05 durante la mayor parte de la centuria, alcanzó su
producción máxima a inicios de la década de 1580; a partir de
aquella fecha, comenzó un lento declive hasta entrado el siglo
XVII 14. Fue en este contexto en que la opinión contra la entrada
de género extranjeros -paños- se extendió, exigiendo una
política mercantilista l5 • Con todo, después de 1552 no se
promulgó ninguna modificación más. Tras aquella fecha, el
sector pañero se vio abandonado a sus propias fuerzas.
La sedería
La imagen que ofrece la sedería es aun más desoladora.
Nunca existió el intento de promulgar una legislación similar a
lo representado por las Ordenanzas Generales para la lana, con
la participación de los grupos y ciudades afectados. No fue
hasta 1684, cuando desde tiempo antes la decadencia de la
sedería era patente, que culminó la redacción de unas
ordenanzas comunes para todo el reino l6 • Hasta entonces, sólo
71
pragmáticas como las de 1586, 1590 Y 1593 sobre la labor de
las sedas, todas de similar carácter l7 • Dichas pragmáticas
respondían, en primer lugar, a la tradicional austeridad
castellana, contraria al lujo. Así se reconocía en la exposición
de motivos para su redacción. Era dificil, por tanto, que ninguna
ley emanada de tales motivaciones ayudara a una actividad
como la sedera, basada en la natural inclinación humana por el
lujo y la ostentación. Con ellas se pretendió fijar la producción
en sedas de calidad, para competir con aquéllas importadas. No
obstante, redactadas sin la patticipación de los principales
centros sederos, menoscababan la producción existente. Así lo
argumentaron maestros y mercaderes en una petición al
Ayuntamiento de Toledo para que demandara la anulación o
cuando menos suspensión temporal de la pragmática de 1593,
pues
"los co(n )tribuyentcs no quyeren cncabezarse, a(n )tes se
astienen de e(n)tender e(n) (e)1 negoc¡:io del obraje de la seda,
por las muchas molestias e bexac¡:iones q(ue) dello resultaran, e
porq(ue) se an de perder [... ]; [además,] por la d(ic)ha nueba
p(re)matica no se mejoran la vondad de las d(ic)has sedas,
a(n)tes da nueva ocasyon p(ar)a que se hagan malas e de
menos dura, y otros muchos ynco(m)binyent(e)s [... ]"18.
Un año después, en 1594, el Ayuntamiento recibió una
pragmática real que le daba la razón en el tema l9 •
La situación no era nueva. Tres años antes, en 1590, se
había publicado otra pragmática de similar carácter, también
contestada por la Ciudad. Queda claro, pues, 10 tardío e
72
inadecuado de tales medidas, cuando el principal centro
productor de tejidos de seda del reino clamaba contra la
aplicación de unos capítulos perjudiciales para toda el arte y sus
miembros. Significaba, por tanto, un divorcio entre la demanda
de la sociedad y la oferta de la manufactura de un lado, y por
otro una legislación obstruccionista para la actividad.
Si comparamos ambas pragmáticas con las ordenanzas de
1684, observamos notables diferencias y faltas en las primeras.
Aquéllas no prestaban atención al hilado ni al tinte, tan sólo al
tejido. Además, como anticipa su título, pretendían sólo una
producción para consumo del pechero castellano, pues entonces
ya era evidente el fracaso de la legislación antisuntuaria. Una
carencia más: la falta de menciones a la organización gremial o
de los oficios. Eran, en definitiva, unas ordenanzas dirigidas a
regular el t~iido de sedas destinadas al conjunto de la población
pechera; y evidencia, al tiempo, del fracaso de la legislación
anterior contra el lujo, sin embargo, no derogada ni suprimida.
La confección
Junto a los sectores dedicados a la producción de paños y
sedas, existieron numerosos maestros, oficiales y aprendices
ocupados en labores de confección, al menos en Toledo.
Sastres, jubeteros, calceteros, roperos, boneteros, bordadores se
vieron afectados por las reiteradas leyes contra el lujo emanadas
de la Corona. Ellos eran quienes habían de trabajar con aquellos
paños, sedas o lienzos, permitidos o prohibidos por las leyes,
pero que sus clientes demandaban. Por tanto, sobre éstos centró
su atención la ley, y a ellos afectaron también las disposiciones
antisuntuarias. Eran los más perjudicados por las múltiples
medidas contra el desorden en el vestir, pues suya era la
confección de trajes y vestidos.
El choque entre la ley y la realidad fue constante. Aun los
labradores continuaron usando seda, a pesar de las reiteradas
disposiciones en contra. Éstas, en última instancia, acabaron por
aceptar el "desorden en el vestir", aunque de modo parcial: se
73
pennitió en ciertos casos el uso de la seda20 , y se intentó poner
fin a los abusos de algunas justicias en la aplicación de la ley
"porque ha acaescido que por agora se ha disimulado con
algunas personas la pena de la dicha prematica, y a otras
personas de honrra les han los alguaziles desnudado las ropas
bordadas que traen, y los alcaldes de vuestra corte no las han
condenado, sy vuestra magestad mandare que la dicha
prematica se guarde, mande que se execute contra todos
igualmente"cl.
Sólo la Iglesia, en tanto que institución, quedó libre de tales
prohibiciones, si casullas o mantos eran para el culto. Ello hizo
de los bordadores, acaso quienes trabajaban tejidos más ricos,
los menos afectados por la legislación antisuntuaria. Además,
aunque pocos, los casulleros y bordadores tenían en la Iglesia
un fiel cliente, haciéndolos menos sujetos de otros avatares.
Así pues, no existió una legislación que abarcara el textil
en su conjunto. Es más, fue contradictoria. Desde fines del siglo
XV era patente la necesidad de una legislación específica para
la pañería, que cristalizó en las Ordenanzas Generales de Paños
de 15 11. Su redacción, buscando la opinión de los principales
grupos afectados, propició su éxito, aunque parcial; y sus
modificaciones posteriores tuvieron un carácter consecuente,
reflejo del nuevo rumbo que tomaba la actividad. La seda, en
cambio, nunca recibió igual atención. Y, cuando fue regulada
mediante pragmática, las medidas tomadas se antojaron tardías,
insuficientes y perjudiciales.
74
No obstante, este intento chocó con la arraigada aversión al lujo
del pensamiento castellano, materializada en múltiples
pragmáticas y medidas antisuntuarias recogidas en la Nueva
Recopilación y en la Novísima Recopilación22 • Había leyes
limitadoras del uso de la seda por los grupos no privilegiados, u
opuestas al uso de los tejidos de oro, plata o piedras preciosas,
excepto por las personas reales 23 • El motivo esgrimido solía ser
los elevados gastos y el ya mencionado "desorden en el vestir".
Del mismo modo, las actas de las Cortes de Castilla contienen
numerosos memoriales y quejas por el lujo y los desmedidos
gastos de amplias capas sociales. Con ellos arruinaban el reino e
impedían el servicio al rey. La gente, se decía, prefería gastar su
dinero antes en trajes y vestidos que en comer, sobre todo la
mujer24 . Sastres, jubeteros y roperos proliferaban por doquier y
se abandonaban todos los oficios productivos y beneficiosos a
la "república", que quedaba consumida y arruinada25 •
Asimismo, el lujo en el vestir borraba las diferencias
extemas entre los diversos estamentos. Era un atentado directo
75
contra la rígida jerarquía social de la época. No podía
distinguirse al noble del mercader, ni al mercader del artesano o
labrador. Ello implicaba la desaparición de los símbolos de
estatus más aparentes y visibles, un ataque frontal contra el
orden establecido26 . En una sociedad como la del siglo XVI,
que concedía tanto significado a la apariencia externa y cuanto
representaba, el traje podía ser un medio de ascenso social. Un
vestido rico y ostentoso permitía el matrimonio con alguien de
"mayor calidad", o que dicha persona se confundiera dentro de
otra categoría social superior27 • El fin de todo aquel cuerpo
legislativo antisuntuario era claro: acotar el uso de ciertos
tejidos y prendas a reducidos grupos, minorías selectas, como
medio de diferenciación y de mantenimiento del orden
estamental y privilegiado. Seda y lana tornábanse metáforas de
la jerarquía social: la seda para los estamentos privilegiados y la
lana para el "ordo laboratorum,,28.
Todo ello se tradujo en un importante corpus de medidas,
disposiciones y leyes antisuntuarias, basado en una concepción
del lujo como lacra social, a erradicar. Consumía los recursos
de la población, empobrecía el reino y privaba de ingresos a la
Real Hacienda29 • De tal suerte que se prohibía que nadie
excepto el rey y su familia
"sean osados de traer, ni vestir brocado, ni tela de oro, ni plata
tirada, ni de hilo de oro, ni plata, ni cordon, ni pespunte, ni
passamano, ni otra cosa alguna de ello, ni bordado, ni
motivo por el cual entró en servicio con él: "un escudero que iba por la calle
con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás en orden [... ], que me
parescía, según su hábito y continente, ser el que yo había menester":
Lazarillo de Tormes (1999), pp. 72 Y 73; Y continúa, más abajo, en similares
términos, la descripción de su nuevo amo: pp. 82-84.
28 Fenómeno común a otras latitudes, como muestra. DYER (1991), pp. 118-
119. HUGHES (1983).
29 COLMEIRO (1986), t. 11, pp. 359 Y ss.
76
recamado, ni escarchado de oro, o plata, fino o falso, o de
perlas, o aljofar, o piedras, ni guamicion alguna de abalorio, de
seda, ni cosa hecha en vastidor [... ]"30.
Para las clases privilegiadas, quedaban reservados otros tejidos.
Mientras tanto, una mayoría de la población, pechera, veía
recortadas sus posibilidades de acceso a unos géneros cuya
oferta se hallaba en expansión. Asimismo, la aristocracia!
nobleza recibió frenos a su desmedido apetito por el lujo. De tal
modo, quedó restringido el uso de seda, oro o piedras preciosas
en las ropas o incluso en los coches, costumbre entonces muy
extendida. He aquí un notable obstáculo para las ciudades
donde la sedería fue más importante, como Granada o Toledo.
La observancia de tales normas, empero, nunca fue
generalizada. La reedición continua de aquellas pragmáticas y
sus elevadas penas traslucen similar grado de incumplimiento.
Las Cortes repitieron similares quejas contra aquellos excesos
en todas sus convocatorias 31 • Para una confirmación más, basten
los registros notariales de la época. Son numerosos los contratos
de compra de rasos, terciopelos, tafetanes por artesanos o
campesinos a los mercaderes de Toledo 32 • Los ejemplos como
éste son múltiples en los protocolos y en todos los inventarios
de bienes aparecen telas y ropas de seda, si bien en
proporciones muy diversas. Es evidente el papel que estas
}O Nueva Recopilación ... , lib. VII, tit. Xll, ley 1, fol. 238r.
.11Cortes de Burgos de 1515, petición 1; Cortes de Valladolid de 1518,
peticiones XL V Y LXVII; Cortes de Valladolid de 1523, petición LIII;
Cortes Madrid de 1528, petición LXXXVII; Cortes de Segovia de 1532,
petición Cl; Cortes de Valladolid de 1537, peticiones XIII, XIV Y CXLI.
Así se podría continuar en todas las convocatorias de las Cortes, con
constantes reiteraciones. Y, para el reinado de Felipe n, los capítulos LB y
LIII de las Cortes de 1586-1588. de marcado carácter antisuntuario, y las
pragmáticas a que dieron lugar, luego moditicadas por su excesivo rigor.
Actas de las Cortes de Castilla ... , t. XI: 1586-1588, pp. 445-450 Y 481-504.
}2 Por ejemplo, Juan Guerrero el Viejo y Juan Guerrero el Mozo, su hijo,
77
compras, no muy importantes pero numerosas, tuvieron en el
desarrollo de la manufactura sedera. De hecho, no fue sólo el
cambio de moda implantado en Castilla con la llegada de Carlos
1 y la demanda de la alta nobleza y su gusto por el lujo.
También su extensión a amplias capas sociales para las cuales el
uso de la seda se convirtió en una necesidad, el auténtico origen
de la expansión de las sederías}3.
Idéntica política hallamos en el Ayuntamiento. Mientras
34
unas veces clamaba contra las excesivas dotes , o contra el
35
desorden en los trajes , en otros casos pedía un proteccionismo
que salvara las manufacturas castellanas 36 • Ayuntamiento y
78
Corona, pues, coincidían en su actitud frente al lujo en el vestir.
Ambas instituciones se debatieron durante toda la centuria entre
el tI'eno o la prohibición del comercio y venta de unos géneros
considerados perniciosos para la sociedad, y el fomento de su
trabajo, para ocupar la población y evitar la salida de metales
preciosos. Ya entonces era manifiesta la imposibilidad de
conjugar ambas posturas. Ni Cortes ni Corona se decantaron en
última instancia por ninguna. Reflejaban así las contradicciones
de la sociedad castellana, como el Ayuntamiento las
representaba a escala local. En todo caso, el Ayuntamiento
clamó contra cuantos obstáculos dificultaron el desarrollo de la
manufactura local. Seguía, de este modo, las peticiones del
sector mercantil, pero también atendía el interés de la mayor
parte de los vecinos, que vivía del trabajo de la seda. Así, varias
cartas de la Ciudad tuvieron como fin la supresión, o al menos
la rebaja, de derechos impuestos a la seda de Murcia o de
Valencia, o impedir las vejaciones a los mercaderes toledanos
en aquellas ciudades 37 •
79
periodos de cierre de las fronteras a las importaciones del
exterior, de crecimiento de la producción local, siguieron otros
de completa libertad para introducir tejidos, con gran perjuicio
para los castellanos, que con frecuencia eran desplazados 39 . En
última instancia, sin embargo, intereses más inmediatos
decidieron el rumbo de tal política. En este sentido, ante las
apremiantes necesidades de la Real Hacienda, se optó por una
clara política a favor de la exportación de materias primas -lana,
seda, cochinilla-, que rindiera más jugosos beneficios en las
rentas de los puertos que las alcabalas, al menos a corto plazo.
Todo ello significó una subordinación de la política económica
y comercial a las necesidades financieras de la Corona, por
todos conocida. Además, como ULLOA sugiriera, bien pudo
responder a los intereses de los grandes financieros del
monarca, también los más importantes exportadores de materias
primas'lO.
Con todo, en 1552, por una pragmática real, se alcanzó la
mayor incoherencia41 • El objetivo de aquélla era que los telares
castellanos dispusieran de lana suficiente y barata, en igualdad
con los extranjeros para su compra, para el desarrollo de las
manufacturas locales. Al tiempo, se ordenaba que, por cada
doce sacas de lana exportadas por mercaderes extranjeros,
fueran introducidos en Castilla por el mismo puerto antes de un
año un fardel de lienzo de media carga y dos paños enteros. Ello
significaba atender las necesidades de un consumo creciente
que reclamaba productos baratos, pero olvidar una manufactura
autóctona todavía en expansión. En el caso de la seda, se
prohibía la importación de fibra en bruto. Se protegía así la
producción granadina, y con ello el valor de la renta de la seda
80
de Granada. Pero, asimismo, se permitía la entrada de toda seda
tejida, para abastecer el mercado local e impedir el alza de
precios, desoyendo todas las peticiones en contra del sector
manufacturero urbano.
Mayor gravedad revestía que aquellos cambios
respondieran a alguna petición de las Cortes. Sus objetivos se
debatían entre el fomento de la fábrica local, vista como
necesaria y beneficiosa, y su lucha contra el alza secular de los
precios. Así, las Cortes celebradas en 1537 en Valladolid
dejaron varias demandas antagónicas, vistas en conjunto: contra
los excesivos gastos en telas y desorden en el vestir -petición
XIII-, contra la entrada de mercaderías extranjeras -petición
LXXXIV-, contra el alza de precios de los paños -petición
CXVI-, a favor del cultivo de seda -petición CXXIlI- o contra
su extensión en el vestido -petición CXLI-. Todo ello muestra
las aludidas contradicciones de la sociedad castellana del
momento, con un proceso inflacionario y una afluencia de
riquezas nunca antes conocidas, que minaban la tradicional
austeridad castellana. En otros casos, el comercio era una
simple pieza de la política exterior de la Corona: a veces motivo
de enlrentamiento; otras, punto importante de los tratados de
4
paz ".
Los periodos de guerra y de paz afectaban al textil. La
exportación a otros Estados -y parte de la producción toledana
se exportaba- encontraba condiciones favorables o adversas, o
cesaba la importación de materias primas imprescindibles en el
proceso productivo. Como, por ejemplo, en 1573. La guerra
había interrumpido la importación de agalla, cuyo comercio
monopolizaban los genoveses. Apenas existía en la ciudad, y
sólo a muy subidos precios. Ambos factores, escasez y alto
coste de la materia prima, detenían la producción. Numerosa
población quedaba en paro forzoso, no sólo la dedicada al tinte,
sino también al tejido. Como solución, aunque temporal, se
81
recurrió al uso del zumaque, prohibido hasta aquel momento por
43
considerarlo de baja calidad y fals0 • Sin embargo, aquella
medida sólo podía ser transitoria, pues un tinte de menor
calidad afectaría a la fama de las entonces reputadas sedas de
Toledo.
La errática política comercial descrita tuvo un profundo
impacto en. el mercado castellano. Sedas, paños, y sobre todo
lienzos, inundaban, según los contemporáneos, el reino, con
grandes perjuicios para la manufactura local. Fiel testimonio
son los registros notariales. No obstante, aunque las Cortes y la
Corona fueron conscientes del problema que representaba el
volumen de aquellas importaciones, nunca ofrecieron una
alternativa coherente.
Añadamos a esto un obstáculo más contra el cual debió
bregar la sedería toledana: la prohibición de toda exportación
hacia América de tejidos de seda no procedentes de Granada,
entre 1569 y 1591 44 • Ello afectó a la capacidad productora y
exportadora de la ciudad: América era uno de los mercados
naturales para las manufacturas castellanas, de relativo alto
poder adquisitivo y en expansión. Por desgracia, la falta de
registros completos de alcabalas para la década de 1560 y
primeros años de la siguiente impide cualquier cuantificación
detallada de su impacto, en todo caso negativo. Así, cuando en
1591 aquel monopolio fue derogado, la actividad sedera
conoció en Toledo un nuevo despertar.
82
impedir o favorecer el desarrollo del textil castellano, no fue
menor el papel de una fiscalidad cada vez más agobiante.
Públicas y notorias fueron a los súbditos de Carlos 1 y Felipe Il
las crecientes necesidades de una Hacienda Real agobiada por
sus acreedores, con sus rentas empeñadas y cada día con
mayores necesidades, todo ello estudiado por CARANDE y
ULLOA 46.
Queremos aquí resaltar el duro impacto de la fiscalidad
en la manufactura textil, y su influencia en Toledo. Ya en 1520,
poco después de llegar Carlos 1 a la Península, sus demandas de
dinero a las Cortes fueron el detonante de las Comunidades47 •
Tras Villalar, la Corona aumentó de modo gradual y constante
sus recursos hasta la década de 1560, si bien nadie obvió el
proceso.
Felipe II continuó durante sus primeros años de reinado
la línea marcada por su padre. No obstante, deudas y
compromisos fueron cada vez mayores. Dos hechos de gran
trascendencia marcaron la política fiscal posterior y la vida de
toda Castilla. En 1575, el alza de las alcabalas, y en 1590 la
creación del "servicio de Millones,,48. El impacto de alcabalas y
millones fue muy duro en todo el reino; también en Toledo.
Ayuntamiento y mercaderes clamaron contra ambos 49 . El
aumento de las alcabalas -cf. ut supra- coincidió además con el
inicio de una prolongada crisis agrícola, que afectó al sector
manufacturero. La presión fiscal se tomó agobiante, y a lo largo
de las tres últimas décadas del siglo la Corona, al menos en la
49 Libro de cartas 1547-1600, fol. 185; AMT, LM, sala B, núm. 109. Y, en
1591, los gremios se negarían a encabezarse, pues los años anteriores habían
pagado a razón de más de un 10%: LAM. 1591. pp. 406-408 Y 559; AMT,
LM, 019. Compárese dicha postura con la vivida por las mismas fechas en
Cuenca, donde la falta de trato no alcanzaba a cubrir el valor de la alcabala a
razón de diez/uno, y se procedía a repartimientos según estimación de la
riqueza/capital de cada vecino: AGS, EH 89-31.
83
ciudad de Toledo, no consiguió aumentar el rendimiento de las
alcabalas, cuyo valor se mantuvo casi constante.
Mucho se ha discutido, desde aquel tiempo, si la mayor
presión fiscal fue el detonante y el principal motivo de la crisis,
cada vez más evidente a fines del siglo XVI, y tan extendida en
la siguiente centuria. Quizá la hipótesis más acertada sea la
propuesta por FORTEA para el caso cordobés. En la ciudad
andaluza, el aumento de los impuestos coincidió con un cambio
en la coyuntura económica general y, en todo caso, la agravó.
No se busque, empero, una relación directa de causalidad, que
no existió 50.
Para la seda, la presión fiscal fue muy elevada, sin
comparación posible con la soportada por la lana. Materializada
ésta bajo el epígrafe de "renta de la seda de Granada",
englobaba distintos conceptos y derechos. Su estudio ha sido
realizado por varios autores 51 • Aquí queremos mostrar sólo
cómo la elevada presión fiscal de la más importante materia
prima influyó en la evolución del sector. En efecto: la Hacienda
Real, a través de los arrendadores, cobraba un diezmo -10 %- de
la seda cuando ésta estaba en madeja, amén de otros pequeños
derechos, como el tartil y el perteneciente a la alcaicería. Para
fomentar su trabajo en el mismo reino granadino, la seda
pagaría otro diezmo, junto a algunos otros de menor cuantía. En
cambio, si la seda salía en bruto, se distinguía según su destino:
a) si salía por mar hacia Túnez, sólo pagaría el diezmo, sin las
doblas;
b) si para Valencia, Génova, Florencia o cualquier otro lugar,
el diezmo;
c) y si era para Castilla, diezmo y medio, más los derechos de
saca, lía y otros menores 52 •
84
Es decir, la seda procedente de Granada incorporaba unos
impuestos "ad valorem" del 25 % cuando entraba en Castillas3 .
A esta cantidad se sumaban luego los pagos por alcabala en
cada compraventa. Queda justificada, por tanto, la acusación de
don Francisco de Orense, procurador de Burgos en las Cortes de
1583-1585: no se aplicaban con rigor las pragmáticas contra el
lujo de Cortes anteriores, dados los elevados ingresos que la
Corona obtenía de la renta de la seda54 •
Por tanto, para crear una manufactura sedera, Castilla
competía en clara desventaja con otros centros textiles, incluso
extranjeros. Desde el mismo inicio del proceso productivo, la
materia prima era más cara. La situación, recuerdo de la
existente en época nazarí, se mantuvo durante todo el siglo
XVI. Entonces la seda era exportada a Berbería e Italia, pero no
a Castilla, que prohibió la entrada de seda granadina para
ahogar la economía del reino andalusí. Todo ello contrasta con
lo acontecido en Italia. En la Península transalpina, las
autoridades locales o de los diferentes Estados: Florencia,
Nápoles, Venecia, y en particular Bolonia, se preocuparon por
disponer de un suministro fluido y al mejor precio, de seda.
Para lo cual no dudaron, si era necesario, en fomentar la
importación de seda en bruto de otras zonas, si con ello se
mantenía la actividad de los husos y telares 55 . La diferencia con
la actitud castellana es evidente. Más si se advierte que la
granadina era la seda de mejor calidad de la Península Ibérica.
Por último, la fábrica de Toledo debió enfrentar un
problema, aunque padecido por Castilla, de fuerte impacto en la
ciudad: la alta presión fiscal resultante del aumento de alcabalas
de 1574. Un documento simanquino reconoce el hecho. Antes
de aquel año las manufacturas de la ciudad contribuían a la Real
Hacienda apenas unos 2.000.000 de mrs. El nuevo
encabezamiento, con un aumento de 50.000.000 millones de
154-161. Para una explicación más amplia de cada uno de estos conceptos,
cf. GARZÓN PAREJA (1972), pp. 220-223.
53 CARANDE (1990), t. n, p. 319.
85
mrs. en las alcabalas de Toledo, fue cargado en su mayor parte
sobre la producción y los tratos de manufacturas. De tal forma
que las rentas de paños de oro y seda, y seda y lana, hasta
entonces separadas, valieron en 1574 1.194.500 mrs., de los
cuales 738.000 pertenecían a los vientos arrendados; en 1575,
56
6.375.000 mrs.; yen 1582, ya unidas ambas, 10.700.000 mrs .
Las consecuencias no se hicieron esperar. El mismo documento
reconoce el duro impacto de tal aumento y la pesada carga que
significaba para numerosos contribuyentes. Ésta, no obstante, se
mantuvo hasta fenecer la centuria. Y, como veremos más abajo,
representó un importante papel en la crisis iniciada hacia
160057 •
56 AGS, EH 182 Y 185. AGS, CJH 149. Oc hecho, era una cantidad similar a
la pagada por el cuerpo de la ciudad de Segovia, o más de la mitad de lo
contribuido por Cuenca, asimismo importantes centros textiles castellanos.
57 Situación que contrasta con la de Lyon en la misma época. Tanto la Corona
como el poder local fueron conscientes en todo momento del papel de la
liscalidad en el mantenimiento de una manufactura floreciente. Por tanto, a
pesar de las constantes demandas de los monarcas franceses a la ciudad para
obtener nuevos recursos, siempre se grabó en la menor medida posible la
actividad sedera, guardando las exenciones y privilegios concedidos por
Francisco 1. GASeON (1971), t.1I, pp. 702-710.
86
2. LA INTERVENCIÓN DEL AYUNTAMIENTO
87
de "sobreveedor,,58. Las sobreveedurías eran sorteadas con
carácter anual para todos los oficios, no sólo los textiles, entre
los miembros de los cabildos de regidores y jurados. Su
finalidad era asegurar la participación del Ayuntamiento en la
vida gremial. Debían presenciar los exámenes de los oficiales
para obtener la categoría de maestro, así como las visitas de los
veedores a los talleres y tiendas s4 • Además, su intervención en
la designación de veedores y examinadores fue cada vez mayor.
Esto motivó amplia oposición y múltiples pleitos en contra,
pues los sobreveedores debían asistir a tales elecciones y luego
presentar los veedores y examinadores en el Ayuntamiento. Allí
eran asentados en los Libros de acuerdos y recibían facultad
para ejercer su cargo. Esta nueva "innovación" fue introducida
°.
con las ordenanzas de 15526 Con el argumento de las disputas
y altercados anuales entre los maestros de cada oficio a causa de
tales reuniones, se estableció un nuevo procedimiento. La
votación se realizaría ante la justicia de cada lugar, villa o
ciudad, y ante el escribano del concejo. Los papeles con los
nombres de los seis maestros más votados serían introducidos
en un cántaro, de donde un niño sacaría dos. Éstos serían
nombrados veedores, con deber de presentarse ante el concejo
para tomarles juramento y poder ejercer su ocupación. Para
Toledo contamos con escrituras originales de lo acontecido
algunos años en tales elecciones, que se conservan en el
Ayuntamient061 • Todo ello es clara muestra de cómo las
instituciones locales buscaron y ejercieron un control más o
menos directo y efectivo de las manufacturas.
88
Como era de esperar, la reacción de las organizaciones
gremiales contra esta nueva intromisión del poder municipal fue
unánime. Los oficiales y los tejedores de seda, también los
demás oficios, impugnaron aquellos cambios ante la justicia. La
documentación disponible sugiere que a los tejedores de seda se
les reconoció la antigua costumbre. Con todo, poco después
encontramos idéntica petición de los mismos, con resultado
favorable a fines de dicho año, y en contra de los mercaderes62 •
En 1563, los pleitos continuarían, esta vez por los calceteros,
quienes al final obtuvieron satisfacción63 • Pese a todo, la
reforma de 1552 se extendió poco a poco a todas las
actividades, con la inclusión de este capítulo en las ordenanzas
según eran reformadas. Empero, la falta de los' Libros de
acuerdos municipales para la mayoría de aquellos años impide
describir con exactitud el proceso 64 • Además, las fuentes se
prestan a múltiples problemas de interpretación. En tanto que en
unos casos cada oficio habría conservado sus facultades para
elegir veedores y examinadores, en otros se dice que el
sobreveedor había presentado a los veedores y examinadores, o
que incluso los había nombrado 65 . Cada oficio conoció una
situación distinta. Así, los tejedores de seda obtuvieron facultad
en 1623 para reunirse en el monasterío de San Pedro Mártir
para elegir veedores y examinadores; en cambio, los tundidores
en 1589 los eligieron sin ningún permiso expreso del
corregidor, ambos mediante votación66 • Sin embargo, no deja de
89
ser revelador que dicha documentación se conserve en el
Ayuntamiento y no como pelieneciente a organización gremial
alguna67 •
Ya en aquel momento, las organizaciones gremiales
percibieron que aquella política respondía a los intereses de los
mercaderes y tabricantes de escritorio. Los sobreveedores,
regidores y jurados del Ayuntamiento, debían ser figuras
independientes que evitaran y resolvieran los conflictos en el
seno de las organizaciones gremiales. No obstante, hallámoslos
con frecuencia en sus negocios privados dedicados a la
actividad sedera o pañera68 . Era difIcil, pues, que su
imparcialidad fuera la requerida. En todo caso, si la figura de
sobreveedor no representaba bien los intereses del capital
mercantil, éste dispuso de una oportunidad más de intervenir,
desde el momento que consiguió un representante en las visitas
de los veedores, elegido por el Ayuntamiento. Esta elección fue
un caso único entre los centros textiles castellanos. En ningún
otro lugar dispusieron los mercaderes de una tan importante
institución. Todo indica que su figura fue un elemento clave
para participar en las principales acciones de control de la
producción que realizaban los maestros a través de los veedores.
No obstante, a pesar de los buenos deseos mostrados, el
Ayuntamiento primó sus necesidades de control de la actividad
en lugar de un auténtico fomento de la actividad económica. El
interés en la fluidez de la llegada de materias primas o de la
movilidad laboral no se tradujo en políticas más
comprometidas. La Ciudad no intervino de forma decidida para
(,7 Sería el caso, por ejemplo, del Col'legi de I'art mayor de la seda de
Valencia: NA VARRO (1996).
68 Valga como ejemplo el siguiente: Francisco de Moneada, jurado, mercader,
vendió a Lucas del Valle, mercader, vecino de Medina del Campo, 3 piezas
de terciopelo y 10 de tafetanes prietos y de colores, por 61.993 mrs., a pagar
en la feria de mayo de Medina del Campo; unos meses después, recibió de
Martín Hernández de Arroyo, mercader, en nombre de Lucas del Valle,
43.065 mrs., por 8 piezas de tafetán sencillo de pelo, y otra de terciopelo, a
pagar en la feria de Villalón; y, también de Lucas del Valle, 11.367 mrs.,
por 3 piezas de tafetán de colores, en la feria de Villalón. AHPT, pral. 1625,
fols. 159v, 573r y 8841'. El vecindario de 1561 contiene numerosos
ejemplos.
90
garantizar el abasto de lana, seda u otras materias. Tampoco
buscó la llegada de mano de obra experta que renovara el
conocimiento técnico o permitiera la introducción de nuevas
manufacturas69 . Al contrario. Carecemos de testimonios que
indiquen acciones similares. De hecho, la institución se limitó,
dentro del pensamiento de la época, a establecer un marco de
acción donde se desenvolvieran los varios agentes, sin tomar
medidas concretas de fomento.
Como se colige de los puntos tratados, en poco tiempo, el
Estado, o los diversos poderes políticos, consiguieron intervenir
en la vida económica de forma cada vez más amplia. No sólo
mediante la legislación y nonnas varias que dictaban o la
aplicación de un régimen fiscal determinado, sino a través del
control de los principales agentes que intervenían en el proceso
productivo: artesanos y mercaderes. Se pretendía afianzar con
ello las bases del nuevo Estado y evitar cualquier posibilidad de
contrapoder; y, en la medida de lo posible, conseguir recursos
para una depauperada Hacienda Real y para un Ayuntamiento,
el de Toledo, que no tardaría en hallarse en situación parecida.
No hubo, pues, al menos durante el siglo XVI en el caso
del textil, una política coherente y estable en el tiempo, con
unos objetivos reconocidos y compartidos por la sociedad. Se
quiso, se buscó, una manufactura importante en Castilla, que
ocupara a sus gentes, enriqueciera el reino y evitara la salida de
moneda. Empero, estos deseos chocaron con la realidad de un
pensamiento colectivo contrario al lujo y reacio a determinadas
ocupaciones, con una política comercial que se demostró
inadecuada, un militarismo exterior insostenible a largo plazo, y
una presión fiscal y deuda pública que engulleron buena parte
del metal precioso castellan0 70 •
91
3. LAS ORDENANZAS DE OFICIOS
92
abordado por la historiografía y en Toledo, sólo por MARTÍN
GAMERO, hace más de 140 años 71 •
En las páginas siguientes abordaremos los tres aspectos
más relevantes. Uno primero, su proceso de redacción, y cómo
atendía a intereses contrapuestos de varios grupos, con reflejo
en su articulado. En segundo lugar, el contenido de tales
ordenanzas y su análisis. Por último, relacionaremos dichos
textos con la evolución de la manufactura. De este modo,
desentrañaremos su papel desde una perspectiva comparada con
la de otros centros. Sólo así descubriremos su auténtico
significado.
93
CUADRO 4. Ordenan:::as de (!licios promulgadas en Toledo durante el siglo XVI
72 Unos capítulos fueron publicados por LARRUGA (1787-1800), t. VII, p. 207. Asimismo SAN ROMÁN las citó insertas en unas
Reales ordenanzas del arte de la seda, de 1750, cuya copia se halla en el Ayuntamiento de la ciudad.
CUADRO 4 (y Il). Ordenanzas de oficios promulgadas en Toledo durante el siglo XVI
96
capital nazarí, en 1501 se publicaron las primeras ordenanzas76 •
Resulta evidente, pues, el retraso de la redacción de ordenanzas
sobre la seda en Toledo, frente a lo acontecido en otros centros.
Ello, quizá, por el más tardío desarrollo de la sedería en la
Ciudad del Tajo respecto a otros núcleos del sur peninsular.
Para una mejor comprensión de dicho proceso, es ilustrativo el
CUADRO 5, con las fechas de primera promulgación de
ordenanzas en las principales ciudades castellanas.
'"....o 2'"
(!)
(!) ...c::
u
E 'O
U U
1478 C
1483 s
1492 s
1501 G
1502 s
1513 s
1515 s
1519 T
1522 s
1525 T
1526 G G
1529 CvT CyT C
1531 G
1533 T
1538 T
1543 T
1554 C
1565 T
97
Dicho proceso de redacción se centró en los oficios y arte
de la seda y en la confección. El trabajo de lana recibió las
ordenanzas de 1529 para todo el sector, no más. Sólo los
tintoreros de paños y los tundidores redactaron textos
separados, pues las de la carda y peine de 1585 son copia de las
segovianas de 20 años antes. En cambio, los boneteros, quizá
tras la seda el oficio más numeroso, promulgaron ordenanzas
propias a lo largo de todo el siglo.
Regulaban éstas algún sector o actividad, con frecuencia
un oficio. Su carácter era muy variado, según la actividad y el
momento de redacción. Empero, todas o la mayoría compartían
ciertos rasgos comunes, no sólo en la ciudad de Toledo, sino en
Castilla y aun en un contexto más amplio. En primer lugar, la
mera existencia de ordenanzas denotaba la relevancia alcanzada
por una actividad. Eran, por tanto, el reconocimiento del oficio,
entendido como el conjunto de personas ocupadas en un mismo
trabajo mecánico; y a veces, también, el de la cofradía o del
gremio, cuando no su constitución "ad hoc,,77. Luego, quedaba
regulado todo aquello relacionado con la manufactura:
producción, características técnicas, obra falsa. Sólo en último
lugar, se establecía la estructura de dicho gremio o cofradía, con
sus cometidos, sus medios y organización interna: veedores,
examinadores ... No obstante, cada oficio atendió determinados
aspectos. Ello implica, a pesar de ciertos rasgos comunes a
todas las ordenanzas, otros específicos de cada una.
La iniciativa primera de su redacción partió siempre de
quienes ejercían cada oficio. Así lo indican las ordenanzas
cuando afirman que el "gremio reunido ..." o que fueron
presentadas por los oficiales/maestros. Lo cual no suponía la
participación de todos ellos en las consultas y redacción de los
capítulos. De la lectura de diversos procesos insertos en ellas
adivinamos la diferenciación socio económica existente en su
seno. Un reducido número de maestros, con mejor posición
98
económica, controlaba la institución y dirigía su redacción.
Proceso común a otras ciudades y descrito con anterioridad para
Córdoba78 • En otras ocasiones, aquella minoría pretendió
redactar nuevos capítulos, aun a costa de la oposición de los
demás miembros del oficio. Como en 1592, cuando se pretendió
para el arte de la toquería. Ambas partes, tanto la favorable
como la contraria a dicha redacción, se acusaban de ser los
menos y de actuar contra la mayoría79 .
Una vez redactadas, las ordenanzas debían ser "pasadas
por ciudad". El proyecto era enviado al Ayuntamiento, para su
conocimiento. Allí recibía las modificaciones oportunas y era
remitido a otros grupos interesados en su contenido, aunque no
fueran del oficio, como los mercaderes. El Ayuntamiento
"diputaba" una comisión de un regidor y un jurado para
proponer las alegaciones pertinentes y recabar cuantas fueran
presentadas. En otras ocasiones, dichos diputados redactaban el
texto, a partir de la consulta de "maestros peritos e(n) (e)l arte y
de otras personas"so. En aquel momento, como veremos
después, los mercaderes hacían valer todas sus posibilidades e
influencia para imponer sus intereses. Asimismo, su papel se
acrecentaba, dada su intervención en todo el proceso productivo
y la notable acogida de sus propuestas en el Ayuntamiento. La
institución municipal, sin participación de organizaciones
gremiales, estaba compuesta de no pocos regidores y jurados
dedicados a actividades comerciales o mercantiles81 •
La pugna entre mercaderes y oficios, y sus respectivos
intereses, no tardaba en surgir. Si importantes eran las
divergencias entre los maestros en el momento de redactar los
capítulos, mayores eran las existentes con los mercaderes. De
todo ello han dejado constancia los procesos de apelación que,
78 FORTEA (1980), pp. 380-381. Por ejemplo, cuando fueron reformadas las
ordenanzas de los sastres en 1601, sólo once maestros se hallaron presentes
en la concesión del poder para ello. AMT, Ordenanzas de oficios, caja 2a •
79 AMT, Ordenanzas de oficios, caja 3".
99
en algunos casos, se adjuntaron a las ordenanzas. Todos ellos
recogen un enfrentamiento entre los maestros y mercaderes por
dirimir el modo de organizar la producción. Éste se centraba,
como tema principal durante la segunda mitad del siglo XVI, en
el método de elección de los veedores, en sus prerrogativas para
la inspección y en el papel del mercader en todo el proceso
productivo. Tomemos como ejemplo el pleito entre los
tejedores de seda y los mercaderes. Las ordenanzas prohibían
que nadie que no fuera maestro examinado tuviera telares a su
cargo, sólo en su casa, y no más de tres aprendices, o cuatro
para tirar de las cuerdas 82 • Los veedores, además, tenían
facultad y obligación de inspeccionar cualesquier casas, de la
ciudad y hasta 20 leguas a la redonda, en tierra de realengo o de
señorío, fueran de artesanos o de mercaderes. Éstos, en cambio,
se mostraron siempre contrarios a tales medidas, y apelaron de
forma reiterada, pues mermaba su capacidad de influencia. Por
tanto, para evitar los fraudes y chantajes, pidieron tener también
ellos facultad para visitar a los "tejedores de suyo", siquiera en
compañía de veedores y sobreveedores. Tales prevenciones de
los maestros frente al capital mercantil fueron, empero,
insuficientes. Como veremos más adelante, la existencia de
ordenanzas no impidió que el mercader -verlager- se erigiera en
auténtico director y protagonista de la actividad textil.
Redactado el proyecto detinitivo en el Ayuntamiento, era
enviado al "Consejo de su Magestad". En él se harían de nuevo
las alegaciones oportunas y las modificaciones pertinentes. Al
Consejo acudían, de nuevo, maestros y mercaderes en sus
procesos de apelación resueltos en primera instancia en el
ámbito local. El Consejo veía el proyecto y las alegaciones; por
último, redactaba un texto definitivo. Éste era remitido por
segunda vez al Ayuntamiento, "pasado por ciudad", y luego
aprobado y pregonado en las principales plazas de Toled0 83 •
Tan complicado proceso de redacción y aprobación hacía que
82 Caps. XLVII, XL VIII Y LVIII, "Ordenanzas del arte de la seda del año
1545". AMT, Seda, 1500-1650.
83 Similares procesos han sido descritos para Córdoba, Segovia y otras
ciudades castellanas.
100
los plazos entre el primer proyecto y su pregón en la ciudad
fueran muy amplios. No fue raro que se prolongaran uno, dos ó
más años. Valga como ejemplo el siguiente:
"Ordenanzas del ofizio de tocas y velos hechas el a(ñ)o
de 1592. Pleyto que se siguio entre los maestros del d(ic)ho
ofi(ci)o y mercaderes de d(ic)hos generos sobre que la
Ziu(da)d las aprovasse. Y estando pendiente el a(ñ)o de 1599,
por d(ic)hos maestros se presentaron en la ziu(da)d d(ic)has
ordenanz(a)s con provision p(ar)a que se hiciesen dilig(encia)s
sobre su confirmacion. Y bolbieron hazer contradiz(i)on
d(ic)hos mercader(e)s, y se bolbio a continuar el d(ic)ho pleyto.
El qual fue en apelaz(i)on a Valladolid, adonde se siguio entre
d(ic)hos maestros y mercaderes. Y se despacho ex(ecuto)ria el
a(ñ)o de 1602 en que se manda no aya hordenanzas de d(ic)ho
ofi(ci)o, y que solo se ponga precio en el bender,,84.
Mientras tanto, las antiguas, o las nuevas con carácter
provisional, eran aplicadas. Éstas, sin embargo, sólo entrarían
en vigor cuando lo aprobara el Ayuntamiento, no el oficio; y
cuando el original de las precedentes fuera entregado al
Ayuntamiento y guardado en su archivo, razón por la cual hoy
las conservamos. Control municipal no sólo exclusivo de la
ciudad de Toledo, mas de ámbito castellano o europeo. Así,
cuando en Lyon se recibió la "pragmática real" para la creación
de las "jurandes", la municipalidad se opuso a la publicación.
De hecho, en la ciudad del Saona nunca existieronjurandes y el
trabajo fue Iibre85 •
84 AMT, Ordenanzas de oficios, caja 3". Caso que no fue único: las
ordenanzas de los colcheros, aprobadas en 1519, fueron confirmadas sólo en
1540; y las del cortinaje y pasamanería de 1525, tras 6 años, aún no habían
recibido confirmación.
85 GASeON (1971), t. 1I, pp. 680-681.
86 Los mercaderes redactaron memoriales y presentaron quejas de que, so
pretexto de nuevas ordenanzas, sólo se quería cambiar el método de
101
de tales cambios, adivinamos la evolución de cada oficio.
Aquéllas de principios de siglo poseen un carácter más sencillo,
con un articulado más breve, sin especificaciones técnicas tan
exhaustivas como las posteriores. En ellas se constituían las
figuras de veedor y examinador con sus funciones, el periodo de
aprendizaje y el examen de ingreso en el oficio, así como las
penas contra la obra falsa y el fraude. Ya antes de la década de
1550, adquirieron mayor complej idad: se fortalecieron las
figuras de veedores y examinadores, el examen de ingreso y las
categorías de aprendiz, oficial y maestro se asentaron de modo
definitivo, la regulación del trabajo y de la producción fue cada
vez más minuciosa y las penas fueron incrementadas. Se
pretendía con ello reforzar el sistema gremial en sus aspectos
fonnales y, al tiempo, guardar la posición de quienes se
hallaban en la cúspide del sistema productivo 87 •
Confonne avanzó el siglo, la regulación de los aspectos
técnicos de la producción se hizo más detallada. Aquella mayor
complejidad estaba justificada. Hacia 1500 en Toledo se tejían
tocas, terciopelos, rasos y damascos, para lo cual eran
necesarios detenninados hilos. Debía existir, por tanto,
coordinación entre las madejas que producían los hiladores y las
calidades demandadas para las telas 88 . Con el tiempo,
aparecieron nuevos tejidos más ligeros, como el terciopelo de
aguas. La necesidad de nuevos hilos fue entonces evidente. Las
ordenanzas, pues, incorporaron aquellos cambios, obligados por
los acontecidos en la moda, los gustos y posibilidades en el
vestido. En efecto. Si con el tiempo fueron más complejas, no
se impute a un espíritu "ordenancista" desenfrenado de
organizaciones gremiales y autoridades locales, deseosas de
erigir particularismos y crear privilegios. Aquel desarrollo
102
enraizaba en la mayor complejidad que adquiría el proceso
productivo, de la cual era fiel reflejo.
El cambio técnico y del vestido imponían nuevas formas
de trabajo. Tales transfon11aciones eran recogidas por las
ordenanzas cuando éstas eran renovadas o revisadas. El
problema surgía si eran muy antiguas. En el caso de los
torcedores de seda, fue el motivo esgrimido para su revisión en
1571, la antigüedad del texto y su no correcta adecuación al
trabajo realizado entonces. No obstante, era imposible que
ninguna ordenanza recogiera las "innovaciones" aparecidas a
cada momento. Muchas tenían un carácter temporal o pasajero;
otras, escasa repercusión como para ser incluidas o quedar
reflejadas en el articulado. Fue una de las razones esgrimidas
por quienes se oponían en 1592 a su redacción en el oficio de la
toquería. Argumentaban que, como oficio de mujeres, los
cambios y las invenciones eran constantes, casi diarios; por
tanto, lo absurdo de redactar unos capítulos pronto desfasados 89 •
Empero, éstas parecen objeciones menores. Más importante
sería el coste de tal cambio, tanto para el oficio como para el
Ayuntamiento.
Toda normativa, cualquiera que sea su carácter, alberga
en sí un propósito de perdurar en el tiempo. Se hace impensable
el cambio de una ley pasados U110S meses, uno ó dos años tras
su promulgación. Es necesaria cierta seguridad jurídica, que
aportaban las ordenanzas. Tal seguridad sería imposible de ser
continuos los cambios en la ley, con periodos de adaptación
solapados, y su desconocimiento por los interesados90 • Ello
103
habría provocado la desconfianza general de artesanos,
mercaderes y consumidores, y habría privado al sistema de una
de sus principales razones de existencia: la estabilidad,
concepto tan caro en todos los ámbitos de la sociedad de la
época, y en la cual se basaban las relaciones entre productores y
consumidores.
En segundo lugar, no descartamos el coste del cambio
para los interesados. Hemos visto el largo proceso que debía
superar toda ordenanza hasta su publicación, en tiempo y en
dinero. Podía ocurrir, como así fue, que el Ayuntamiento, que
debía correr con los gastos de "tramitación", careciera de
recursos suficientes. Fue lo acaecido en 1594, cuando se quiso
enviar a la corte una comisión para moderar la pragmática del
año anterior91 : el Ayuntamiento no disponía de fondos y fue
sufragada por el "arte de la seda" con sus propios fondos 92 •
Otras veces, la duración de tales gestiones desanimó la
redacción de nuevos capítulos, como el caso de los cinteros. O
los previsibles conflictos que surgirían en dicho oficio, entre sus
miembros, o con otros sectores, con los mercaderes, como el
aludido ejemplo de los cinteros.
Incluso, el enfrentamiento podía ser entre oficios
diferentes93 . Así ocurrió en 1560 entre los tintoreros de seda y
los tintoreros de paños sobre el tinte de los mantos de burato,
que acabó en pleit0 94 • No tenemos la sentencia última.
Desconocemos, pues, su resolución. Empero, los testimonios
aportados por ambas partes descubren los contrapuestos
intereses que podían surgir entre oficios cercanos con el inicio
de nuevas ordenanzas. Acaso éste no fuera el único ejemplo, e
inconvenientes semejantes alguna vez desanimaron la redacción
de nuevos capítulos.
para que los afectados se familiarizasen con los nuevos artículos. Cap.
LXXVIII, "Ordenanzas del arte de la seda", 1554; AMT, Seda, 1500-1650.
91 El texto de la pragmática en Nueva Recopilación ... , lib. V, tít. XlI, ley
XXIII, fol. 32.
92 LAM, 1593, pp. 677-681 Y 689-692; AMT, LM, 021.
93 JACQUES (1972), pp. 30 Y ss. LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), p. 387.
a
94 AMT, Ordenanzas de oficios, caja 2 . Acerca de los mantos de burato, cf.
HERRERO GARCÍA (1945).
104
Una vez aprobadas, las ordenanzas regían la actividad del
oficio y de todos sus miembros. Ello a través de la regulación
de diversos aspectos básicos: acceso al oficio, categorías
laborales, control y calidad de la producción, supervisión de los
apartados anteriores, derechos o penas por infracciones.
El primer paso para el desempeño de un oficio era el
cumplimiento de un periodo de aprendizaje, que culminaría con
el examen. Aprendizaje y examen merecieron siempre la
atención de las ordenanzas. Sus artÍCulos regulaban toda posible
contingencia. Cuando alguien entraba en servicio como
aprendiz con un maestro, debía asentarse contrato ante
escribano y en libros que al efecto tenían los oficios. En el
contrato se estipulaba el tiempo de aprendizaje, las condiciones
de trabajo: alojamiento, manutención, vestido; el pago recibido
al final del servici095 • Tanto en las ordenanzas como en los
contratos de aprendizaje se prohibía la fuga del aprendiz, o el
cambio de maestro sin el consentimiento de éste; en caso
contrario, el maestro agraviado debía ser resarcido y el aprendiz
finalizar su servicio con el nuevo maestro en las condiciones del
contrato primitivo. Se limitaba, además, el número de
aprendices por maestro, por lo general en dos. La historiografia
ha visto en todas estas disposiciones medidas para evitar la
excesiva diferenciación entre los maestros. Las ordenanzas
justificaban dicho límite en la buena enseñanza del oficio para
el aprendiz, imposible si un maestro se hacía cargo de un
elevado número. Sin embargo, nunca se prohibió que un
maestro acogiera en un taller otros maestros asu servicio, y
éstos, sus correspondientes aprendices. Se trataría, pues, más
que de una medida indirecta para limitar el acceso a la maestría
y el posible desajuste entre población activa y demanda del
mercado, y reducir la competencia; de una forma de reparto del
trabajo, para evitar que los maestros más pobres cayeran en el
105
paro continuo y en la miseria más absoluta, frente a la presión
de mercaderes y maestros enriquecidos96 •
Tras el fin del periodo de aprendizaje, entre 2 y 8 años,
según el oficio, el aprendiz debía superar el examen. De
conseguirlo, recibía la categoría de maestro; ya podía trabajar
por su cuenta. No obstante, se establecía un periodo de
transición, entre 1 y 2 afios, de permanencia con su antiguo
maestro, como de "laborante,,97. En caso de no superar el
examen, el contrato de aprendizaje finalizaba; el aprendiz
adquiría la categoría de oficial y quedaba libre para trabajar a
las órdenes de cualquier maestro. Aprendiz, oficial y maestro,
fue la jerarquía laboral instituida en Castilla como medio de
organización del trabajo, sancionada por las ordenanzas.
Sin embargo, no siempre que se establecía la existencia
de examen se regulaba cómo sería, qué debía hacer el aspirante,
o su duración. En estos casos, la propia voluntad de los
examinadores determinaba el carácter .de dicho examen. A
veces, las ordenanzas, como las de los sastres, especificaban de
qué obras debía examinarse el aprendiz y la duración del
examen, nunca superior a dos días98 . Era un modo de equiparar
a cada aspirante con una mínima equidad. Además, y lo que
más nos interesa, cuando se detallan las obras a realizar, son
una oportunidad para conocer al menos la producción
cualitativa, si no cuantitativa, en determinado momento, y qué
se consideraba más importante. Otras, se establecía un examen,
pero no las obras de que debía examinarse el todavía aprendiz.
Quedaban, pues, al arbitrio de los examinadores, a menudo las
106
mismas personas que los veedores 99 • Todo ello motivaba
frecuentes protestas. Recogidas incluso en las ordenanzas.
Denunciaban la parcialidad de los examinadores y la existencia
de corruptelas, cuando se prohibía que ningún examinador, "por
amor, ny debdo, ny ynterese ny otra cosa ylic;ita, no le ayan de
exam ynar" 100 •
El control y vigilancia sobre la obra producida, los
aprendices, los exámenes, los maestros o cualquier problema
surgido dentro del oficio estaban cometidos a los veedores y
examinadores. Las ordenanzas regulaban de forma escrupulosa
las competencias, número y modo de elección de veedores y
examinadores. Su número variaba de un oficio a otro. Dependía
de cuántos maestros hubiera adscritos a cada oficio. Por la
Cuarta declaración del obraje de los paños, de 1552, se
estableció que
"[ ... ] en las partes, y lugares donde oviere numero de diez
oficiales de los dichos oficios [los referentes a la lana], que
cada uno tenga casa, y tienda sobre si, se junten a hazer la tal
eleccion de veedores estando presente nuestra justicia [... ] hasta
dos [... ]; y en caso que en el tal lugar no oviere los dichos diez
oficiales, y oviere hasta quatro, o mas, [... ] mandarnos que
entren todos en suertes, [... ] y el primero que saliere de la
forma declarada, sea veedor aquel año en aquellugar,,101 .
Así pues, la mayor parte de los oficios de la ciudad elegía dos
maestros cada año para los cargos de veedor y examinador. Su
duración era anual. En casi todas las ordenanzas, además, se
estableció cierto límite: se prohibió que nadie que ocupara uno
de los cargos pudiera desempeñarlo de nuevo hasta pasados 2,3
ó 4 años.
Para ser elegido solía bastar con disfrutar el grado de
maestría y tener tienda abierta. No obstante, en algún caso las
condiciones fueron endurecidas en grado sumo. Así, los
107
tejedores de seda prohibieron en 1561 que nadie de menos de
40 años de edad y 10 afios de maestría optara a tales cargos 102.
Por tanto, las posibilidades de muchos de verse elegidos
quedaron anuladas. La elección, en un principio, era realizada
por los maestros de cada oficio reunidos en cabildo. Sin
embargo, tras la pragmática de 1552, el Ayuntamiento intervino
en el proceso. Desde aquel momento, todas las nuevas
ordenanzas redactadas en Toledo reflejaron la nueva situación,
si bien siempre con peculiaridades propias de cada oficio. El
arte de la seda elegía cuatro veedores/exarninadores: dos para el
terciopelo, lffiO del raso y otro del damasco. Para ello,
"que los ocho eletores sobred(ic)hos [elegidos por el cabildo
de todos los maestros del ojldo] an de nonbrar ocho maestros,
los q(ua)tro d(e) ellos del terciop(el)o, para q(ue) de aquello
salgan los dos veedores; y los maestros del damasco, p(ar)a
q(ue) d(e) estos dos salgan el uno veedor; y otros dos del rraso,
para que salga el uno d(e) ellos; de los quales d(ic)hos ocho
maestros an de ser echados e(n) suertes por los ocho maestros
eletores, para q(ue) d(e) ellos salgan veedores aquellos a quien
la suerte cupiere [... ],,103.
En otros oficios, como los sastres, los sobreveedores
designaban veedores y examinadores, cuando, en las
ordenanzas de 1564, en su primer capítulo, se mandaba que
"en cada un año, por el primero dia del mes de mar~o, los
señores just(id)a e rregidores, conforme al capítulo de cortes
de 1552, nonbren dos veedores y dos esamynadores del arte y
of(ici)o de jubet(e)ros, personas aviles y sufi~ientes, y de
buenas con~ien~ias, y honbres q(ue) sean d(e) esperienzia, para
que usen los d(ic)hos ofi~ios aquel año q(ue) fueren nonbrados
[ ... ]"104.
102 Cap. XXXII, "Ordenanzas del arte de la seda", 1561. AMT, Seda, 1500-
1650.
103 Cap. XXXII, "Ordenanzas del arte de la seda del año 1573". AMT, Seda,
1500-1650.
104 Cap. r, "Hordenanzas que nuevamente se an hecho para el uso y exer¡¡:i¡¡:io
del arte y of(ici)os de los sastres y jubet(e)ros desta ¡¡:iudad de Toledo,
conforme al t(iem)po e a lo q(ue) de presente se usa, e las q(ue) pareze que
108
Situaciones todas parecidas, que no idénticas, que muestran el
interés de una institución, el Ayuntamiento, y un grupo, los
mercaderes, por mantener su control lOS •
conviene para q(ue) las obras bayan en toda p(er)fi~ion". AMT, Ordenanzas
de oficios, caja 2".
105 Éste se llevaría a cabo a través de los fluidos contactos entre el capital
mercantil de la ciudad y los miembros del Ayuntamiento, mediante el
nombramiento de veedores por la institución. Aspecto éste tratado con
anterioridad.
106 Numerosos ejemplos en ENDREI (1991).
107 ENDREI (1991), p. 467. lRADIEL (1974), p. 90. JACQUES (1972), p. 6.
LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), p. 98. PEETERS (1988), p. 179. THIJS (1981),
p. 357. TORRAS (1996), p. 172.
109
coste, generaba mayor riqueza. La situación, pues, era inversa
en donde predominaba la aplicación de ordenanzas. Allí, el
beneficio se sustentaba en la búsqueda de rentas y la actividad
entraba en una irremisible decadencia. Así, los mercaderes
acusaban a los toqueros de redactar las ordenanzas para
establecer un monopolio y vender a muy subidos precios, lo
cual significaría el beneficio de sólo unos pocos y la ruina del
oficio lOS. Empero nunca se acusó de querer acabar con las
"innovaciones,,¡09, tan sólo que los continuos cambios no serían
recogidos por las ordenanzas, y por tanto serían obra falsa.
Dicha idea quedaría alejada de la realidad. Cuando en el siglo
XVII algún toledano buscara la causa de la decadencia de la
sedería en la más avanzada fábrica existente en Inglaterra, no
atribuiría ese desconocimiento a la oposición de gremios y
artesanos, sino a problemas diversos ajenos a las mismas. No
obstante, caben varias objeciones más a esta teoría.
Hemos visto cómo las ordenanzas podían permanecer
vigentes durante décadas. Algunas, incluso a lo largo de todo el
siglo XVI. Así, las de tejedores o tintoreros de paños. Sin
embargo, la ausencia de cambios no estuvo motivada por una
naturaleza en sí misma rígida. Aquéllas evolucionaron con la
producción. Presentaban algún retraso en su adaptación, en todo
caso lógico; es imposible que la legislación sobre aspecto
alguno evolucione al tiempo que la realidad. Es más. La
actividad que se desarrolló en mayor medida, el tejido de la
seda, fue la que más reformas y adiciones conoció en sus
ordenanzas: al menos seis textos distintos entre 1500 y 1600.
Consideremos, por otra parte, los cambios de pequeño calado,
cada cierto tiempo, en los capítulos vigentes, para adaptarlos a
la demanda del momento. En tal sentido conocemos varios
108 "[ ... ] e si se an mobido a hacer estas horden(anz)as a sido por ynterese
q(lIe) sc les sigue e pasion q(lIe) tienen con los mercaderes de la toq(lIe)ria,
e porque las labores valgan a muy mas subidos prec¡:ios; [... ]". "Pleyto que se
siguio entre los maestros del d(ic)ho ofi(ci)o y mercaderes de d(ic)hos
genero s sobre que la Ziu(da)d las aprovasse", fol. 54r. AMT, Ordenanzas de
ojicios, caja 3'.
109 Innovaciones entendidas en la acepción terminológica de aquella época, es
decir, cambios en la moda, no técnicos.
110
casos, como el de los arpones en 1573, el de los terciopelos
blandos en 1592, o el de anafayas y herbajes llo • En cambio, las
ordenanzas de tintoreros de lana apenas recibieron enmiendas a
lo largo de la centuria, ya que la técnica tintórea no experimentó
modificaciones en el periodo. Así pues, las ordenanzas no
necesitaron más adiciones o rectificaciones porque las
actividades no evolucionaron hasta el punto de exigir tales
cambios.
Por tanto, ¿en qué medida retrasaban la evolución del
oficio o la innovación? Es difícil aceptar esta teoría. Las
ordenanzas reflejaban los cambios acaecidos algún tiempo
después y nunca negaban la posibilidad de reforma. En sus
capítulos regulaban las características técnicas de la obra, con
sus especificaciones propias. Por ejemplo, los terciopelos
doblados y aceüunfes debían ser tejidos en peine de 21
ligaduras, de 8 púas cada ligadura, y 8 hilos por púa, en marca
genovesa lll . Nada se detallaba, en cambio, acerca de las
características que debía tener el telar, auténtico motor que
revolucionaría la producción, en la Inglaterra de las Luces.
Asimismo, las ordenanzas sobre el hilado establecían las
características de cada hilo, a través del número de puntos de
cada estrella del "ingenio"; empero, nada especificaban acerca
del número de husos. ¿Dónde está, por tanto, el supuesto freno
al progreso técnico representado por las ordenanzas?
En tanto que el terciopelo de dos pelos fuera tejido con
unas determinadas características o la trama presentara una
cierta torsión, el tejedor o el hilador podían incorporar cuantas
mejoras estimaran oportunas a sus telares y tomos. De hecho,
las ordenanzas, que con tanto empeño regulaban los tejidos,
apenas aludían a los telares o husos. Establecían las
características de peines y lizos, o el número de puntos de cada
estrella en los tomos. Nada más conocemos a través de aquéllas.
Cualquier persona podría haber introducido cuantas
110 AMT, Seda, 1500-1650. LAM, 1592, pp. 483-485; AMT, LM, 020. LAM,
1577, pp. 31-33; AMT, LM, 015.
111 Cap. I1, "Ordenanzas del arte de la seda del año 1545". AMT, Seda, 1500-
1650.
111
innovaciones la técnica de aquel momento le hubiera permitido,
de haber existido. Sólo debía cumplir las especificaciones
establecidas para cada tela en las ordenanzas. Tampoco
limitaron el número de trabajadores: aprendices y oficiales, en
cada taller. Asimismo, es elocuente que los mercaderes nunca
presentaran quejas contra su existencia, salvo en el caso de la
toquería. Al contrario. Sirviéronse de ellas para perseguir la
obra de mala calidad, falsa, y el fraude. Es decir, el ámbito en
que más empeño mostraron las ordenanzas ll2 . Y sólo se alzaron,
aunque de forma constante, contra el modo de elección de
veedores y examinadores, que podía escapar a su control.
Debemos rechazar, pues, la idea tradicional de las
ordenanzas como origen de la crisis de la manufactura. Habían
existido en la época de auge, a principios del siglo, y también en
otras regiones -Francia, Holanda ... - que, se afirmaba, inundaban
Castilla con sus productos, sin implicar por ello su ruina. Y
dirigir nuestra mirada a otras razones de mayor importancia,
que adivinaron los contemporáneos 113.
112 Si ello era así, ¿se conducían los mercaderes contra sus propio interés y
beneficio?
113 Lyon sería un caso paradigmático. Un régimen ordenancista similar al
toledano, más duro en algunos aspectos, que, empero, no impidió el
desarrollo de la actividad.
112
4. GREMIOS Y COFRADÍAS
113
para quien oficio, léase gremio, sería "toda corporaclOn
constituida, en exclusiva o en parte, con fines económico-
laborales, reconocida y controlada por los poderes públicos" 115 •
Ello nos lleva a rechazar la tradicional asimilación entre
cofradía y gremio. El gremio era una institución económico-
laboral, con medios y tines específicos, por completo alejados
de los de la cofradía l16 . En tanto que el gremio agrupaba a la
población dedicada a un mismo oficio, la cofradía poseyó un
carácter más abierto. De hecho, hallamos integradas en una
misma cofradía a personas de diverso origen y condición social,
económica y laboral l17 . No se vea, pues, ningtma relación de
identidad entre ambas instituciones, ni en el siglo XVI ni en
momentos anteriores 118. En efecto. Cuando Luis HURTADO
enumeró las cofradías de la ciudad, sólo 10 de las 147 existentes
estaban vinculadas de alguna forma a un oficio. Éstas eran las
de San Antón, de los cabestreros; de San Crispín y Crispiano,
de los sastres; de San Eloy, de los plateros, ambas en la
Magdalena; de San Juan Evangelista, de los hiladores de seda,
en San Lorenzo; de la Concepción, de los pelaires, en San
Salvador; de la Santa Fe, de los monederos; de Nuestra Señora
de la 0, en San Salvador, de los tundidores; y de Nuestra
Señora del Rosario, de los tejedores de seda, en San Román l\9.
No obstante, siempre podía ingresar en ellas cualquier persona.
114
Orígenes del gremíalismo en Toledo
Valgan estas palabras previas como marco· en que situar
los orígenes y posterior desarrollo del gremialismo en Castilla y
en Toledo. La historiografía tradicional ha buscado el inicio de
las instituciones gremiales en el reinado de los Reyes Católicos,
convertidas en meros instrumentos del poder real. Teoría que
hizo suya incluso lRADIEL 120. Con anterioridad, Castilla habría
ignorado la existencia de gremios. Las continuas prohibiciones
de la Corona, siempre opuesta a la creación de ligas o
monopolios que acapararan la producción, habría sido la razón.
Por tanto, el artesanado y otras profesiones debieron encubrir su
asociacionismo bajo instituciones como la cofradía l21 • Las leyes
prohibitivas aducidas para la inexistencia de gremios, empero,
atañen todas a ligas y cofradías que, bajo su aspecto religioso,
tuvieron más carácter político que económico o laboral 122. Así
se desprende de la lectura de tales pragmáticas. Entre sus
miembros citan éstas a infantes, duques, condes, marqueses,
priores, maestres, ricos hombres ... ; no a artesanos u oficiales 123 •
Tampoco es claro el sentido concreto de algunos términos
empleados en dichas prohibiciones: ligas, cotos. Por tanto, no se
impute la inexistencia de gremios en la Castilla anterior a 1500
a la oposición de la Corona, que aprobó distintas ordenanzas
durante el periodo en Toledo. Tales fueron las de la lana, ya
comentadas, o las de los plateros en 1423, entre otras l24 •
Se ha visto en la acción de los Reyes Católicos,
asimismo, el origen de los gremios castellanos 125. De hecho,
120 IRADIEL (1974), p. 76. Para una visión contraria, CARLÉ (1954), p. 192; Y
GONZÁLEZ ARCE (1991a), p. 324. Para LUCASEN y PRAK (1998), p. 66,
en cambio, el gremio aparecería a partir del asociacionismo, cuando se
alcanzaba el número de 10/12 artesanos. Además, existiría una estrecha
(strong) relación entre crecimiento demográfico e incremento del número de
gremios en la Edad Media.
121 RUMEU (1944), pp. 102-105. CARLÉ (1954), p. 191.
122 GONZÁLEZ ARCE (1 991a), pp. 318-319. FHMER (1998), p. 121.
123 Nueva Recopilación ... , lib. VIII, tít. XIV, leyes 1, 11 Y IIl.
124 CODOIN (1848) t. LV, pp. 366-380, con tres capítulos añadidos en 1524,
pp. 380-385.
125 CARLÉ (1954), p. 192.
115
Fernando el Católico habría implantado la organización gremial
en Castilla, a partir del modelo catalano-aragonés I26 • Parece
más verosímil, no obstante, la teoría de IRADIEL, de que fue el
crecimiento económico de las ciudades castellanas, con la
aparición y desarrollo de importantes manufacturas urbanas, el
verdadero origen de los gremios 127. Teoría cercana a la de
GONZÁLEZ ARCE, para quien, "la organización gremial surge
como respuesta a la necesidad de estructurar al artesanado,
controlar su producción y el beneficio económico que
generase" 128. En cambio, para RUMEU, habría que buscar tal
origen en el intento de evitar la superproducción, impedir la
competencia mediante la regulación de los precios, repartir de
modo equitativo las materias primas y controlar el fraude l29 ;
aspectos, como veremos, inexistentes dieron en Toledo.
A partir del siglo XIII, con un artesanado urbano cada
vez más numeroso, aparecieron las primeras muestras de
asociacionismo 130. Con todo, en la Baja Edad Media, su
desarrollo fue lento, dada la larga crisis iniciada en 1348. No
sería hasta los Reycs Católicos y el periodo de estabilidad y
crecimiento económico que inauguraron, con las medidas de
fomento promulgadas, que la organización gremial fuera
instaurada. Tales fueron los casos de Córdoba y Segovia. En
aquellas ciudades, el gremio conoció una implantación tardía,
siempre sometido al control del poder municipal l3l .
116
Distinto debió ser el caso toledano. Según González
Arce, en su estudio sobre el origen de los gremios sevillanos,
éstos surgieron de la transposición del fuero de Toledo en
Sevilla por Alfonso X el Sabio tras su conquista I32 • Aparece una
manufactura organizada y reglamentada en todos sus aspectos,
de herencia musulmana, con tres características principales 133 :
a) existencia de cargos para la vigilancia y control de la
producción: el almotacén, cargo concejil, y el alamín;
b) unas ordenanzas o reglamentación, aplicada por el alamín o
el almotacén;
c) y asociaciones de artesanos de cada especialidad l34 •
Así pues, el sistema gremial de trabajo se hallaba consolidado
en Sevilla ya en el siglo XIII, del cual evolucionó el del siglo
XV 135. Por tanto, si las ordenanzas sevillanas eran copia de las
de Toledo, no debió ser muy diferente la organización de la
actividad en ambas ciudades. Esto nos lleva a proponer la
existencia de una organización laboral parecida en la Toledo del
siglo xrn lJ6 . Incluso, algún autor adelanta un siglo más las
primeras referencias a artesanos organizados en distintos
niveles de especialización en Toledo 137 • Hipótesis confim1ada
por las ordenanzas sobre el trabajo de la lana del siglo XV 138.
Con todo, las primeras referencias sobre gremialismo datan del
siglo X. Así lo afirma GARCÍA SANJUAN. Dado que el fuero de
Sevilla era copia del toledano, y que la organización laboral que
reflejan está tomada de los tratados "hisba", del siglo X, no
(1974), pp. 76 Y ss. JACQUES (1972), pp. 20 Y ss. LÓPEZ GARCÍA (dir.)
(1998), pp. 98-99. FHMER ( 1998), p. 121.
132 GONZÁLEZ ARCE (1991b), pp. 178-179.
133 Sobre la organización del trabajo en época musulmana, GARCÍA SANJUÁN
(1997).
134 GONZÁLEZ ARCE (1991 b), pp. 169 Y 164. Sobre la existencia de
asociaciones gremiales en el mundo musulmán y sus características, cf.
CAl-lEN (s.d.).
135 GONZÁLEZ ARCE (1991 b), p. 177.
138 Éstas han sido publicadas por IZQUIERDO (1989a), pp. 113-144.
117
repugna la idea de que el gremialismo en Toledo remontara sus
orígenes hasta una época anterior a su conquista por Alfonso
VI. Así, las primeras instituciones gremiales habrían surgido en
la ciudad en el siglo Xl, acaso en la centuria anterior.
No obstante los problemas cronológicos de estas
ordenanzas, ofrecen una información muy rica. La figura de los
veedores aparece ya constituida en los capítulos primeros, los
más antiguos, quizá de hacia 1400; junto a la de los fieles -ley
IX, de los tejedores- encargados de reprimir las faltas y los
fraudes cometidos. He aquí dos de los elementos que
consideramos principales para la existencia del gremio: las
ordenanzas y las autoridades encargadas de su aplicación, que
RUMEu creyó suficientes para admitir la existencia de gremios,
teoría aceptada por IRADIEL 1YJ . A ello hay que añadir otros
elementos más, típicos de las organizaciones gremiales, como la
separación de los oficios y el aprendizaje.
Existen, con todo, lagunas o carencias en las ordenanzas
que impiden hablar de la existencia plena del gremio en Toledo
durante el siglo XV. Aunque se establecía un periodo de
aprendizaje para ejercer el oficio, no estaba aún instituido el
examen de acceso a la maestría. Tampoco existía una división
marcada entre maestros, oficiales y aprendices, y los dos
últimos grupos quedaban englobados bajo una misma
categoría l4o . Más decisivas parecen las referencias a unos
veedores cuyo modo de elección ignoramos, si bien conocemos
su carácter anual. En alguna ocasión parece que eran nombrados
por el Ayuntamiento -ley XII, de los tejedores-o Pero, en 1501,
el Ayuntamiento recibió de los Reyes Católicos facultad para
nombrar un "sobreveedor de los paños". Lo cual presupone el
nombramiento de los veedores por los artesanos, reunidos en
cabildo '41 •
139 IRADlEL (1974), pp. 293-294. Institución, por otra parte, existente en
época islámica. GARCÍA SANJUÁN (1997), pp. 215 Y ss.
140 Sobre la generalización del examen durante el siglo XV, FALCÓN PÉREZ
118
La falta de referencias a gremio alguno, cabildo o
cofradía es, con todo, la principal razón para afirmar su
inexistencia, al menos durante el siglo XV. Una prueba más
sería el reparto de las multas por fraude, entre denunciador,
veedor y Ayuntamiento; nunca destinadas a la caja de ningún
gremio o cofradía. Todo ello nos lleva a negar la existencia del
gremio en Toledo durante el siglo XV, tal como lo definimos al
comienzo del capítulo, aunque reconocemos muchos de sus
elementos más característicos. Esto en cuanto a la pañería. En
cambio, nada puede afirmarse de una actividad como la seda,
irrelevante en aquella época J42 •
Sería, pues, durante el siglo XVI, que el gremio
conociera su auténtico nacimiento en Toledo. Las causas
últimas del proceso no parecen del todo claras: ¿iniciativa real?,
¿del Ayuntamiento?, ¿crecimiento económico y desarrollo de
las manufacturas?, ¿influencia del modelo catalano-aragonés?,
¿evolución de las estructuras preexistentes, y en última
instancia de origen musulmán? Resulta imposibJe, en el actual
estado de nuestros conocimientos, decantarnos por una; y más
fuera una combinación de todas.
119
Durante el siglo XV todo el textil había sido regulado por unas
mismas ordenanzas. En cambio, el siglo XVI conoció un rápido
proceso de separación de tales oficios, materializado en la
redacción de ordenanzas propias.
No obstante, son precisas algunas matizaciones acerca
del supuesto carácter exclusivista, monopolista y cerrado
atribuido al gremio. Según ROMEU, desde fines del siglo XV, y
durante la primera mitad del siguiente, se consumó el tránsito
del gremio/cofradía abierto al cerrado. El gremio se convirtió,
primero, en freno al desarrollo de la manufactura y, luego, en
principal factor de su decadencia l43 • La historiografia
tradicional ha justificado el concepto de "gremio cerrado" en
unas supuestas características "típicas" del gremio yen el
"cierre" del acceso de nuevos miembros por otro sistema
distinto al nepotismo y la cooptación; y en la eliminación de
toda supuesta competencia en su seno. Los hijos heredarían el
oficio del padre, sin necesidad de examen, y los demás
aspirantes sufrirían grandes trabas para alcanzar la maestría l44 ;
la competencia entre sus miembros se reduciría a la mínima
expresión posible, con medidas de distinta índole: acceso
igualitario de todos los maestros a las materias primas,
monopolio de la oferta y por tanto fijación de precios y control
sobre la demanda, obstáculos a la importación de géneros. En
suma: el gremio entendido como una entidad monopolista, para
la creación, mantenimiento y acrecentamiento de los privilegios
de determinado grupo: sus miembros 145.
143 RUMEU (1944), pp. 95, 101-102. Opinión compartida por otros autores:
KULA (1976), p. 92; TORRAS (1996), p. 173; Y LARRUGA (1787-1800), t.
VII, pp. 10-11, para el ejemplo concreto de Toledo.
144 Sólo en el caso de los torcedores de seda, en 1571, se dio una situación
parecida. Entonces se permitió que los hijos de maestro sucedieran a sus
padres: "Otrosi, por qllanto los hijos de los maestros del dicho arte por la
mayor parte se crian en el, y lo continllan y exercitan en casa de su padres,
que si los tales hijos de maestros quisieren poner tornos, que lo puedan
hazer libremente, y usar en el d(ic)ho arte, y suyeder en el derecho e
possesion dc sus padres sin que pague derechos algunos ( ... )". Cap. XL,
[Ordenanzas de los torcedores de seda hechas el año de 15711. AMT,
Ordenanzas de oficios, caja 2a •
145 Al respecto, JACQUES (1972), p. 6.
120
No descartamos los intentos del artesanado por alcanzar
tales privilegios. La sociedad del Antiguo Régimen era una
sociedad privilegiada, en tanto que la obtención y disfrute de
prebendas y preeminencias era una de las bases del sistema
social. Empero, nunca se dio lUla situación análoga en ninguna
de las asociaciones gremiales existentes en Toledo durante el
siglo XVI, al menos reflejada por la legislación al efecto. Por
tanto, para delimitar el verdadero alcance del gremialismo en la
ciudad, es necesario un análisis de los principales rasgos de los
gremios toledanos, y su contraste con las características
atribuidas a ellos por la historiografía.
146 "Yten, que los hijos legitimos y yernos de maestros, quando se ovieren de
examinar, sean obligados de pagar por su exsamen un ducado [...] Y que los
tales, no debiendo servic,:io a ningun maestro, se puedan examinar cada y
quando se fallaren avieles para ello". Cap XL VI, "Ordenanzas del arte de la
seda", 1561. AMT, Seda, 1500-1650. Ct: también LUCASEN y PRAK
(1988), p. 64.
121
era obligatorio para cualquier aspirante a la maestría, sin tener
en cuenta la ocupación de los padres. Su único privilegio era
una reducción a la mitad de los derechos pecuniarios, algo que
disfrutaban también los maestros que se examinaban dentro de
.
un mIsmo . de un arte supenor
o f~ICIO . 147 .
La viuda de maestro era la única excepción a esta ley.
Podía conservar la ocupación de su marido, para su sustento y
"evitar ofensas a Dios". No obstante, bajo condiciones muy
estrictas: debía terminar de enseñar el oficio a los aprendices
que tuviera su marido antes de morir, pero no tomar otros
nuevos; además, tendría algún oficial o maestro a cargo del
trabajo; como cualquier otro maestro, estaba sujeta al
cumplimiento de las ordenanzas; y, por último, en caso de
nuevo matrimonio, perdía dicha ocupación l48 • Varios casos son
los que conocemos, en que una viuda heredó el oficio del
marido, incluso con su marca personal 149. Lo cual podía
propiciar procesos un tanto rocambolescos, como el entablado
en 1597 entre Francisco Pérez, bonetero, y el gremio de la
bonetería, de una parte, y Alonso de Arenas, bonetero, de la
otra, por las señales que éste echaba: la suya en el momento de
examinarse, la de su padre, difunto, y la de Cristóbal de Arenas,
122
su hem1ano, difunto, cuya esposa heredó su señal, dejándosela
por testamento en herencia a Alonso de Arenas l5o •
Se ha afirmado, también, que la duración del aprendizaje
era excesiva, lo cual desanimaba a muchos aspirantes a
aprender un oficio. Sin embargo, dicho periodo no era tan
abusivo como se ha asegurado. Solía comprender entre los tres
y Jos cuatro años; algunas veces, como para los tejedores de
raso en 1545, guarnicioneros y cinteros en 1565, y tejedores de
cortinaje en 1585, eran requeridos dos años, no más l5l • Sólo
para "deprender" a tejer damasco y terciopelo necesitaba el
aprendiz cinco años, y ocho para la bonetería. Estos ejemplos se
justificaban en la mayor complejidad del trabajo a realizar.
Sobre todo por los boneteros,
"porque para ser maestro, ha de saber y tener noticia de las
suertes de la lana, y de la manera del apartar y conocer las
cardas y el cardado, y la hilaza, y los talles de los bonetes,
quando los traen enagujados; y saber batanar" y amoldar, y
aparejar, y teñir de grana y de negro; y saber reparar, y
aprensar, y empapelar. Ansi que para saber las cosas que
convienen al oficio, son menester mas de ocho años,,152.
Su registro en el libro de cada oficio era obligatorio, y se
prohibía que ningún aprendiz cambiara de maestro, sin el
conocimiento y permiso de éste. Así, por ejemplo, Alonso
Coronel, tejedor de damasco, tenía en servicio a Francisco;
cuando le restaba un año de contrato, lo traspasó a Antonio
Pariente, tejedor de damasco, a cambio de cinco ducados 153.
Además, como medida de protección del aprendiz frente a
posibles abusos del maestro, se prohibían los préstamos y pagos
150 lb.
151 En ocasiones, hubo cambios en cierto modo curiosos. En las ordenanzas de
la seda de 1545, el aprendizaje para el raso duraría dos años y para el tafetán
tres; en las de 1554, raso y tafetán aparecían igualados a tres años; y en
1561, eran necesarios tres años para conocer la obra del raso y dos para la
del tafetán.
152 [Ordenanzas del oficio de la bonetería, del año de 1531], en MARTÍN
GAMERO (1858), p. 47.
153 AHPT, pral. 1819, fol. 265r. Ejemplos similares en GASeON (1971), t. n,
p.625.
123
a éste para que le enseñara el oficio l54 . Sin embargo, no fue raro
que un aprendiz u oficial pagara a un maestro para terminar de
aprender un oficio. Como el caso de Martín de Villarrubia,
tejedor de paños, quien se obligó a servir seis meses a Diego de
Talavera, tejedor de paños, a cambio de mantenimiento de
comer y beber, "e me abeys de mostrar a texer cordellat(e)s
e(n)teramente, e me deys esaminado dello", y más dos pares de
camisas y otros dos de zapatos 155. Por último, se prohibía
enseñar oficio alguno a esclavo o descendiente suyo, so graves
penas, tanto para el esclavo como para el maestro o persona que
infringiera dicha ley 156.
No se juzgue el aprendizaje, empero, sólo como un medio
para mantener el monopolio de unos maestros reacios a
cualquier competencia. A través suyo personas ajenas al oficio,
no sólo los hijos o yernos de los maestros, "deprendían" un
oficio. Además, y ésta era la función que lo justificaba, servía
para crear una mano de obra especializada en manufaéturas
como la lana o la seda, en que la división del trabajo estaba muy
desarrollada. Asimismo, absorbía tiempo y recursos del
maestro, que de algún modo debía recuperar. Con frecuencia,
tampoco se considera que el aprendizaje dentro del gremialismo
era el único modo de asegurar la fonnación de un "capital
humano" tan dificil de crear y conservar en aquella época 157 •
Otra vía para reducir la competencia, de que ha sido
acusada la institución gremial, ha sido su control de las materias
primas, y el acceso a las mismas en igualdad de condiciones por
154 Cap. IV, [Ordenanzas de los colcheros, hechas el año de 1519]. AMT,
Ordenan::as de (~ficios, caja l. No obstante, esta medida puede entenderse
de un modo opuesto. Con ella se trataría de evitar que determinados
maestros contrataran un elevado número de aprendices, sólo para obtener
recursos pecuniarios. Así, además de disponer de una mano de obra casi
gratuita, los maestros dejarían sin trabajo a otros oficiales y maestros~
155 AHPT, prot ) 366, fol. 91 r.
156 Cap. LXVIII, Ordenanzas del arte de la seda, 1554. AMT, Seda, 1500-
1650.
157 Pocos son los autores que ponen de manifiesto esta realidad, y menos entre
quienes muestra una opinión reacia hacia el papel de las instituciones
grcmiales. Véanse, al respecto, PFISTER (1998), p. 18. RElTH (1998), p. 88.
NIETO (1999), pp. 90 Y 119. TORRAS (1998), p. 30.
124
todos los miembros. Ni las ordenanzas ni otra documentación
albergan pruebas de ello. El Ayuntamiento, siempre atento a las
demandas de los mercaderes, se habría opuesto, por ser estanco
y monopolio. Al contrario. Un reducido número de mercaderes
monopolizaba el comercio de todas las materias primas,
estancándolas. Elevaban así los precios de modo artificial, con
sustanciosos beneficios, y en contra de los intereses de los
artesanos. Prácticas que denunciaron las ordenanzas de 1573, o
medio siglo después Damián de OUVARES I58 .
Un elemento más de crítica hacia los gremios ha sido el
monopolio de la oferta. Mediante su límite, los maestros
elevaban los precios y, por tanto, sus beneficios. Nada parecido
se aprecia en las ordenanzas ni en las actas de las sesiones del
Ayuntamiento. Tampoco existieron quejas o peticiones de
mercaderes, los más afectados por tal situación. Sólo en un
caso, en el proceso entablado entre los mercaderes y los
maestros de la toquería, encontramos una acusación semejante,
pues "si se an mobido a hacer estas horden(anz)as a sido por
ynterese q(ue) se les sigue e pasion q(ue) tienen con los
mercaderes de la toq(ue)ria, e porque las labores valgan a muy
mas subidos pre9ios (... ),,159. No obstante, la acusación iba
unida a otras más: descenso del comercio, y por tanto de las
rentas reales, paro de las mujeres a ello dedicadas, que entonces
parecían más acuciantes.
Más bien, como veremos en su momento, pocas eran las
posibilidades de un gremio o del maestro toledano de limitar la
producción para elevar los precios cuando, al tiempo, se
reconoce que la exportación, y por tanto la competencia con
otros textiles quizá de mejor calidad o más baratos, era la
principal salida de los géneros toledanos. Era el caso de la
bonetería, cuyo más importante mercado radicaba en Berbería;
o de los tejedores de seda, en competencia con las sederías
158 [Pleito añadido a las ordenanzas de 1573, sobre la falta de agalla]. AMT,
Seda, 1500-1650. OUVARES (1621).
159 [Pleito que se siguio entre los maestros del d(ic)ho oJ1(ci)o y mercaderes de
los d(ic)hos generos, sobre que la Ziu(da)d las aprovasse (las ordenanzas»).
AMT, Ordenanzas de oficios, c¡\ja 3", fol. 54r.
125
granadina y después valenciana, y con las importaciones de
Italia o Francia. Por tanto, ningún gremio podía imponer la
oferta y establecer los precios, si al mismo tiempo carecía de
mecanismos para controlar el abasto de materias primas y el
posterior comercio de la producción. Todo ello realizado por el
mercader, quien sí poseía la capacidad para tal control.
Muy relacionadas con esto, existían limitaciones a la
entrada de mercaderías y trabajadores, impuestas por las
ordenanzas, y que no servían sino para mantener la privilegiada
situación del artesanado local. No obstante, una detenida
revisión de la documentación muestra que tales barreras eran
sólo de carácter parcial, tenían escasa efectividad o no existían.
Las ordenanzas mandaban que toda tela realizada en
Toledo llevara la marca del maestro que la tejiera y el sello de
la ciudad, impuesto por los veedores. La medida
homogeneizaba la producción en géneros de calidad,
reconocidos por todos los consumidores. Asimismo, se exigía
que las telas introducidas en la ciudad tuvieran el sello del
maestro que las tejió y del lugar de origen. En alguna ocasión,
además, se intentó que cumplieran las ordenanzas vigentes en
Toledo. Fue el caso de los tundidores, tejedores de paños y
pelaires. Los veedores examinaban todos los paños, tanto los
tejidos en la ciudad como los foráneos. Con el argumento de ser
obra falsa, contra las ordenanzas de la ciudad, incautaron
algunas piezas l60 • El mismo día, los mercaderes apelaron al
Ayuntamiento. Según el capítulo XV de las Adiciones de 1528 a
las Ordenanzas Generales de Paños de 1511, los veedores
podían ver y sellar toda obra realizada en la ciudad, y entrar
para ello en las casas y tiendas de artesanos y mercaderes; pero
no sancionar la obra que procedente de otros lugares no se
ajustara a las ordenanzas de Toledo, o careciera de sello: era de
suponer que cumpliría las de su lugar de origen. En última
126
instancia, el Ayuntamiento falló a favor de los mercaderes; no
obstante, prohibió que tuvieran piezas sin sellar y de cuyo
origen no pudieran dar razón, pues serían juzgadas obra falsa 161.
Debemos ver aquí un doble fin perseguido por los
veedores. En primer lugar, limitar la entrada en la ciudad de
toda tela contraria o no de acuerdo a las ordenanzas. Por tanto,
en Toledo sólo se venderían paños fabricados en la ciudad.
Éstos serían los únicos con que podrían tratar los mercaderes.
La demanda y la producción local aumentarían, en beneficio del
artesanado. Pero, afirmaban los mercaderes, los paños que
introducían no eran tejidos en Toledo, ni realizaban
competencia alguna, por lo que dicho argumento era absurdo l62 .
Además, tras la supuesta preocupación gremial por la
seguridad del consumidor, podían esconderse intereses más
oscuros. Cada vez que un pafio, seda o tela eran sellados, se
cobraba un derecho, para los veedores, el gremio o el
Ayuntamiento. Si dicho sello era impuesto a las telas foráneas,
los beneficiarios obtendrían suculentos ingresos. Los
mercaderes apelaron en contra. La medida ocasionaría elevados
gastos, no sólo por el pago de tal sello, sino por el transporte
hasta sellarlos y vuelta a la tienda, su apertura y posterior
pliegue. El trato, con mayores gastos, disminuiría, y con ello la
alcabala, argumento siempre sensible para la Corona. El
Ayuntamiento, como en ocasiones precedentes, creó una
comisión para el estudio del tema. Ante la cual presentaron
alegaciones tanto los artesanos como los mercaderes, a quienes
favoreció la sentencia l63 : los mercaderes continuaron fabricando
en la ciudad y a un tiempo introduciendo telas foráneas sin traba
alguna. Como prueba, valga el apéndice sobre comercio de
telas, en que se aprecia la nula repercusión de tales obstáculos.
Queda patente, pues, el fracaso del artesanado en su
intento por evitar la entrada de mercancías foráneas en la
163 lb.
127
ciudad. Era una muestra más de la fuerza desigual entre el
artesano y el mercader, a veces unidos, otras enfrentados. Sobre
los cuales, como ilustra este ejemplo, emergía el Ayuntamiento,
auténtico árbitro y poder organizador de la economía urbana.
Asimismo, si nunca existió una barrera para la
introducción de telas procedentes de otros lugares en la ciudad,
tampoco la hubo a la llegada de trabajadores foráneos. Se les
exigía, como a toda persona que quisiera poner obrador o tienda
en Toledo, su carta de examen o de maestría. De mostrarla, le
estaba permitido trabajar en aquella obra de que estuviera
examinado. Si no la presentaba, debía examinarse de nuevo,
según las ordenanzas de Toledo. Después de lo cual recibiría
carta de examen, tras el pago de los correspondientes derechos.
Sólo hallamos un ejemplo de cierta discriminación del artesano
llegado de fuera. Fueron los tejedores de cortinaje y
pasamanería. Las ordenanzas de 1525 establecieron que quienes
llegaran a la ciudad y mostraran carta de examen no pagaran
por el dicho examen; salvo quienes procedieran de Valencia,
"porq(ue) en Valenyia los ofiyiales esaminados q(ue) van de
Toledo los torna(n) a esaminar y les llevan del esamen c;:inco
libras, y es razon de pagalles en la misma moneda, q(ue) les
esaminen y les lleven otro tanto como ellos llevan de examen
en su tierra a los q(l/e) van de Toledo, y a los otros q(ue)
vinieren examinados de otras partes q(l/e) no les lleven
nada,,16~.
128
historiografia la causa de la decadencia de las manufacturas, no
se dieron en Toledo: ¿por qué decayó la actividad textil en la
ciudad?; o, más en concreto, ¿para qué el gremio?
Con anterioridad aludimos a la extendida idea del
surgimiento del gremio por iniciativa de los Reyes Católicos. Se
habría tratado con ello de crear instituciones mediante las cuales
controlar lo más de cerca posible las actividades artesanales
urbanas. Por otra parte, algunos autores han señalado que el
gremio respondía a la propia lógica interna del desarrollo de los
oficios, y de las necesidades asociativas de sus miembros. Son
dos teorías distintas, pero, hasta cierto punto, complementarias.
Acaso el gremio surgiera del asociacionismo espontáneo
de los artesanos, como apuntó ROMEU I65 • Una segunda
posibilidad sería buscar su origen en un intento consciente del
artesanado de organizar la producción de un modo determinado.
Así se desprende de algunas ordenanzas de oficios de las que
sabemos fueron las primeras '66 . Y, en tercer lugar, estaría el
supuesto carácter monopolista del gremio. Ninguna ordenanza
obligaba a todo 311esano a pertenecer al gremio, o al pago dc
cuotas l67 • Además, y no menos cierto, la pertenencia al gremio
podía deparar algunas ventajas: asistencia a fiestas y banquetes,
ayudas o pensiones en caso de enfermedad o vejez, sin contar
con otras quizá más importantes, como la posibilidad de
participar en la elección o ser elegido veedor o mayordomo.
Con ello no rechazamos por completo la idea de RUMEu
del "gremio cerrado"; sólo la limitamos a ciertos casos. ASÍ, por
ejemplo, las ordenanzas de guarnicioneros y cinteros de 1565,
vedaron la posibilidad de poner tienda a quien tuviera menos de
dos años de maestría, ya que no sería considerado maestro
165 RUMEU (1944), p. 117. No concuerda esta afirmación con otra suya poco
antes, acerca de las causas por que surgió el gremio: lb., p. 94. Además,
COLMEIRO (1986), t. 1, p. 259. Para un contexto más amplio como el
europeo, DUPLESSIS (2001), p. 46.
166 [Ordenanzas de los boneteros del año de 1531], en MARTÍN GAMERO
(ed.) (1858), p. 47.
167Incluso se daban casos como el de la cofradía de Nuestra Señora del
Rosario, que tan sólo admitía a 73 miembros.
129
examinado. Francisco de Santiago, padre de Melchor de
Santiago y de -no aparece el nombre-, denunció dicho capítulo,
"porque el trato de la yinteria este entre yinco o seis dellos, y
por nesyesitar a los que poco pueden para que les bendan todas
las obras que hiyieren [... ] Y señaladamente lo an hecho por
enbidia de mis hijos, que an tenido e tienen puestas tienda de
yinteria [... ]"168.
Aquí se aprecia un claro intento del "gremio" por limitar, no ya
el acceso a nuevos miembros, sino por reducir su número. Con
todo, es un caso único que no se repitió.
Más verosímil parece la teoría del gremio como elemento
de control del artesanado. Un control, sin embargo, repartido
entre varios grupos: elite enriquecida del oficio, mercaderes y
Ayuntamiento, no por ello enfrentados. Antes al contrario, los
veremos en alianzas cambiantes, para defender sus propios
intereses, a veces coincidentes, otras opuestos.
El gremio, se ha dicho, tenía un fin igualitario; pero, al
mismo tiempo, también se ha descrito la diferenciación entre
sus miembros l69 • Artesanos empobrecidos, sin taller ni medios
de producción propios, frente a otros, una minoría, enriquecida,
que controlaba la producción, distribuía el trabajo y acaparaba
los cargos. Dicha diferenciación se trasladó al seno del gremio u
oficio 170. Aprendices y oficiales, por principio, no tenían
ninguna relevancia en la vida del oficio. Igual suerte corrió el
maestro empobrecido, no poseedor de los medios de producción
ni de tienda abierta. Así lo reconocían las ordenanzas, cuando
mandaban que ningún maestro sin tienda abierta participara en
la elección de veedores y examinadores... Por el contrario,
aquellos maestros con tienda abierta, y por tanto en teoría
130
independientes, gozaban de todos los derechos. De ellos, el más
importante era la posibilidad de elegir y ser elegido para alguno
de los cargos del oficio: examinador, veedor, mayordomo,
portero. Además, poseían otros medios para mantener aquel
control: a través del disfrute de tales cargos supervisaban la
labor de todos los miembros del oficio, con continuas visitas.
De hecho, no son raras las quejas por abusos e intentos de
extorsión a quienes no trabajaran para determinado maestro o
mercader'7'. El maestro enriquecido, o que salvó el paulatino
pauperízación de la sociedad del siglo XVI, disponía de las
ordenanzas para mantener su posición. En ocasiones, también
era el encargado de redactarlas a iniciativa del gremio, o por
cuenta propia; tras cuya aprobación vemos elegir como
veedores y examinadores a sus promotores el año siguiente 172 •
De igual modo, el mercader intervino en la vida gremial.
Su participación adquirió una importancia cada vez mayor, en
consonancia con su papel en el proceso productivo 173 • Si bien la
historiograt1a describe el gremio y el mercader como figuras
opuestas, antagónicas, en perpetuo enfrentamiento, la realidad
cotidiana en Toledo mostró algo distinto. En el proceso de
redacción de las ordenanzas, el mercader tenía participación -cf.
cap. anterior-o Y en las visitas, junto a los veedores y al
sobreveedor, debía asistir el representante de los mercaderes '74.
Los mercaderes podían formar parte, asimismo con todos
sus derechos, del gremio u oficio. En efecto, las ordenanzas
prohibían que los mercaderes ingresaran en ningún oficio. No
131
obstante, maestros enriquecidos y por tanto productores, con un
desarrollo de sus actividades que los convertía en auténticos
mercaderes, sí tenían la posibilidad de intervenir, y lo hacían, en
la vida del gremio. Por otra parte, existió una larga disputa entre
mercaderes y artesanos sobre quiénes podían ser elegidos
veedores. Ya vimos cómo las ordenanzas establecían que los
veedores y examinadores fueran maestros con tienda abierta.
Los mercaderes, en cambio, entablaron continuos pleitos contra
estos capítulos. Argumentaban que "ay e(n) (e)l ofiyio muy
honrrados y sabios e(n) (e)1 harte q(ue) pusieron vehedores y 10
an sido muchas bezes q(ue) no traen telares de suyo" 175.
Empero, esta disputa implicaba mucho más. En ella se dirimía
el control del oficio. Según afirmaba el gremio, de ejercer los
cargos maestros sin tienda, representarían los intereses de los
mercaderes y harían lo que éstos les ordenaran, sin visitarlos, ya
que les proporcionaban su sustento. Para los mercaderes, en
cambio, eran notorios y públicos los abusos de los veedores: no
visitaban a sus amigos y realizaban continuos chantajes a los
mercaderes, exigiendo sobornos o que les dieran que obrar.
No obstante, el gran beneficiado de todos estos choques
fue el Ayuntamiento J76 • A la Ciudad debían dirigirse maestros y
mercaderes para dirimir sus disputas. Desde muy temprano, el
Ayuntamiento se constituyó en el principal beneficiario del
sistema corporativo, a través de caminos diversos 177. Desde
principios de siglo, tuvo facultad para nombrar un sobreveedor
en las visitas de los veedores; figura que, con el paso de los
años, fue extendida cada vez con mayor poder a todos los
175 [Pleito entablado el CIlIO de 1561 por los mercaderes de seda por la
redacción de nuevas ordenan=Cls aquel mIO, añadido a las dichas
ordenCln=asj. AMT, Seda, 1500-1650.
lió Teoría propuesta para toda Castilla por COLLANTES (1991), p. 371.
132
oficios. Por las ordenanzas de 1552 del obraje de la lana, se
ordenó que la elección de los veedores y examinadores se
realizara en presencia del corregidor o alcaldes de cada concejo.
Con esta excusa, el Ayuntamiento intervino de fonna directa en
la elección y en los nombramientos, a través de los
sobreveedores. Varios oficios apelaron al Consejo del Rey, con
satisfacción de sus demandas. Al año siguiente, el
Ayuntamiento nombró veedores, y provocó nuevas apelaciones.
Argumentaban los maestros, que si bien los capítulos de 1552
mandaban que la elección se realizara ante el corregidor, era
facultad de los maestros. Con todo, la refom1a fue afianzándose,
y la intervención del Ayuntamiento fue cada vez mayor.
Más interés tuvo para la Ciudad el gremio como medio
para distribuir exacciones fiscales, tan importantes durante el
siglo XVI 178. En el capítulo de las ordenanzas publicadas por
MARTÍN GAMERO dedicado a las alcabalas, se dice que su reparto
fuera confonne y a través de los gremiosl 79 • Ello facilitaba la
labor recaudatoria al Ayuntamiento, así como un conocimiento
más directo de la realidad de cada oficio. Algo que cobró
enorme importancia a partir de la subida de las alcabalas de
1574 y de la creación de los Millones en 1590.
No obstante, a pesar del interés mostrado por distintos
grupos en el desarrollo del gremialismo, la institución fue
prohibida en 1552. Aquel año, a instancia de las reiteradas
peticiones de las Cortes, se tomaron duras medidas de carácter
económico. Una de ellas fue la prohibición, por pragmática del
emperador, de todas las cofradías de oficiales 180. Se estableció,
además, el nombramiento de los veedores y examinadores por
los concejos. Éstos revisarían también las ordenanzas y las
enviarían al Consejo Real para su examen y aprobación. Los
distintos oficios de la ciudad apelaron. Era un duro ataque a sus
133
prerrogativas y la situación alcanzada. Como ejemplo, valga el
pleito entablado por los maestros del "arte de la seda".
Argumentaban que la pragmática de 1552 no iba con ellos,
"porque la cofradia que dizen q(ue) nosotros tenemos, que es
de la advoca¡;ion de n(uest)ra s(eñor)a del rrosario, aunque ay
e(n) (e)Ila muchos maestros del arte de la seda, porq(ue) fueron
los primeros q(ue) la fundaron; pero a muchos años que (e)sta
abierta y es general p(ar)a todos quantos quieren entrar e(n)
(e)Ila [... ] Lo otro, porque e(n) lo que toca al hazer de las
hordenan¡;as y el nombrar de los veedores, tanpoco no habla
con nosotros el d(ic)ho capitulo de Cortes, porq(ue)el d(ic)ho
capitulo habla con los ofi¡;iales, y nosotros no somos ofi¡;iales,
sino artistas, y por tales estamos declarados por carta
executoria de su mag(es)t(ad) [ ... ]"181.
A partir de entonces, el Ayuntamiento intervino en la
elección de veedores y examinadores, en un proceso ya
descrito. Sin embargo, y a pesar de que la pragmática de 1552
nunca fue derogada y de la pronta intervención del
Ayuntamiento para arrogarse las nuevas competencias, el
gremialismo no fue erradicado de la ciudad. El "gremio del arte
de la seda" continuó en posesión de su "casa", donde los
maestros hacían "cavildos y ayuntamientos", a pesar de
detenninadas protestas. En los demás oficios, la situación no
fue muy diferente: los maestros siguieron reuniéndose, hicieron
ordenanzas en nombre del gremio, y el Ayuntamiento como tal
los trató. Así, el gremio pervivió durante el siglo XVI, y en la
centuria siguiente. Pero no era ya la temible institución descrita,
monopolista e intervencionista, cerrada y reacia a cualquier
cambio; sino sometida al férreo control de una instancia
superior, el Ayuntamiento, que la utilizó para sus propios fines.
IRI [Pleito entablado el año de 1561 por fas mercaderes de seda por la
redacción de I//Ievas ordenan::as aquel año, añadido a las dichas
ordenan::as], en AMT, Seda, 1500-1650.
134
Tercera parte
LA ORGANIZACIÓN DE LA MANUFACTURA
TEXTIL
Trayda esta seda, se venden algulJas vezes en
madeja por muy poca ganancia, otras vezes los que la
traen la dan a devanar, y de la carda al hilador, y del
hilador al tinte, y de alli devanada a los texedores para
ser texida, y estas lavores las sI/ele hacer todas un
mercader, y algunas vezes se reparten entre dos. l/no
haziendo los torcidos, y el 011'0 las tintas y el texer,
137
presentaron fuerte resistencia. No obstante, se mantuvo
incólume durante la centuria.
Un segundo aspecto fue la exigencia de capital para la
producción y la comercialización. En la confección de un paño
o seda era necesario el trabajo de varios obreros, especializados
en cada fase. Ninguna persona podía realizar todas las
operaciones para fabricar un cordellate o un terciopelo. División
del trabajo por oficios sancionada por las ordenanzas y por
pragmáticas reales. Éstas prohibían que nadie desempeñara dos
2
oficios • Además, desde que la materia prima entraba en el
circuito productivo hasta que una tela era vendida en el mercado
podían transcurrir meses, quizá años. Durante tal periodo, pocos
maestros podían disponer de grandes sumas de capital
inmovilizado en materias primas o existencias en sus talleres o
3
tiendas • En cambio, en la confección de prendas, las exigencias
de capital y de tiempo no eran tan importantes, como tampoco
la división del trabajo en fases. Ello dio lugar a modelos
organizativos diferentes.
Y, en tercer lugar, consideremos las necesidades y
requisitos para la comercialización. No existía un mismo
contacto, igual de directo con el mercado, del productor de
telas, de quien confeccionaba prendas por encargo directo del
consumidor, o del mercader dedicado a su comercio. De aquí
que surgiera la necesidad de determinados grupos, como los
mercaderes. Ellos eran el nexo, los intermediarios entre el
comprador y el productor de la prenda. Estos últimos factores:
capital y comercialización, más aun que el sistema gremial,
fueron decisivos a la hora de modelar una organización
determinada de la manufactura textil 4 .
2 .\/I('\'(I Recopilación ... , lib. V, tít. VI, ley XII y tít. XII, ley XII; lib. VII, tít.
XIII. leyes LVI y XCVII.
.1 Aquí residía la diferencia mús importante entre el mercader y el artesano. En
tanto que la mayoría del capital mercantil era circulante, el maestro artesano
solía agotar todas sus posibilidades en la formación de un pequeño capital
fijo: el taller, con uno, dos ó a lo SUIllO tres tornos o telares y en su sustento,
quedando impedido para la compra de materias primas.
I ASENJO (1991). p. 28; Y GARCiA SANZ (199Ic), pp. 186-187. FORTEA
(1980). pp. :i9-f-411 Y 460-470.
138
Existieron, pues, modelos organizativos diversos. Desde
el artesano independiente, trabajador por cuenta propia con uno
o varios aprendices y oficiales, hasta formas desarrolladas de
"verlagssystem", en que el capital mercantil se erigía en
elemento organizador del proceso productivo. Además,
múltiples situaciones de carácter intermedio: maestros
enriquecidos, convertidos en "fabricantes"; compañías entre
artesanos, con mercaderes, o incluso con religiosos 5; maestros
que intervenían en todo el proceso productivo, con una posición
semejante, que no igual, a la del mercader. Era una realidad
muy diversa, compleja, en que los distintos elementos: artesano,
organización gremial, mercader, capital, se imbricaban en
relaciones imposibles de reducir a un modelo único. Ello
implica un análisis de las diferentes actividades: pañería,
bonetería, confección, seda. En cada una conVIVIeron
situaciones diversas, poco relacionadas unas con otras. Con el
tiempo, también éstas evolucionaron.
La confección
Comencemos, pues, por la confección. Agrupamos en
ella distintas actividades: sastres, jubeteros, bordadores ... Aquí
predominó lo que denominaremos "sistema gremial clásico". Es
decir, el taller independiente, de maestros, con aprendices y
oficiales a su cargo, y reducida importancia del trabajo
asalariad06 . Ello por dos motivos. En primer lugar, porque la
139
confección de prendas es una actividad resumible en dos
acciones, cortar y coser, realizadas en un mismo taller por una
misma persona; al contrario que la lana, que requería multitud
de manos operarias antes de ser convertida en un paño apto para
la venta. Por otra parte, encargos y ventas directas a
particulares, según sus demandas, constituían el grueso de la
producción. No era necesario un elevado capital para iniciarse
en el oficio como maestro independiente. El maestro recién
examinado apenas necesitaba unas agujas y unas tijeras,
siempre más baratas que los telares, los tomos de hilar o las
tijeras de tundir7 • Por ello, la presencia del mercader no era tan
necesaria como fuente de capital. Y, también en un plano
teórico, el cobro de las ventas era al contado, con lo cual el
crédito, al menos en un monto elevado, tampoco era un
elemento principal 8• El sastre, el jubetero, compraban la tela
bien al mercader o al tejedor. Ellos mismos transformaban
aquella tela en ropas, que luego vendían en sus propias tiendas,
abiertas a la calle y al público. Con frecuencia, además,
coincidía que la tienda y el taller fueran contiguos, o en la
misma sala, cuando no la casa del maestro. Por tanto, la
presencia del mercader no era imprescindible. Todo ello
consolidó un artesanado independiente, inexistente en otras
actividades.
En ocasiones, los mercaderes, ora llegados de otros
lugares para abastecerse de mercaderías o de la ciudad, las
adquirían en las tiendas. Así, Juan Pérez Palacio, mercader,
vecino de Ávila, pagó a Rodrigo de Valladolid, calcetero,
historiogralia. Una parte de los oficiales, con frecuencia casados y con hijos,
percibía por su trabajo una suma de dinero. En cambio, otros oficiales y
todos los aprendices recibían del maestro alojamiento, manutención,
vestido. Para éstos el pago pecuniario apenas representaba una facción de su
consumo. ¡,Cómo medir el coste o valor de aquella retribución, por lo
general mayor que la expresada en dinero?
Fn tanto que los protocolos notariales guardan compraventas de telares,
tornos o tijeras de tundir, no aparecen sastres comprando tijeras o agujas.
x De hecho, en los protocolos no hallamos escrituras de préstamo o pago
diferidos que involucren a sastres, jubeteros o calceteros. En todo caso,
referencias a deudas, de carácter menor, en testamentos e inventarios de
bienes.
140
28.774 mrs., de resto de 4 paños blancos y amarillos 9 • En este
caso, no sería predominante el sistema de encargos del tipo que
veremos existió entre mercader y tejedor. Sino que, como indica
el ejemplo, además de los encargos de los particulares, a veces
incluso con la tela, los sastres o jubeteros confeccionaban
prendas por cuenta propia. Luego, las venderían a su costa y
riesgo, a mercaderes como Juan Pérez Palacio. Incluso, algunos
sastres se embarcaban por sí mismos en un comercio de más
largo alcance. Ello no obsta para que, como indicamos, la
mayor parte de la producción se vendiera al detalle en las
tiendas a los clientes finales.
Debieron de existir, empero, situaciones diversas, que no
descubre el sistema propuesto. En el siglo XVI el sector de la
confección de Toledo fue el más reputado de Castilla. Los
mercaderes foráneos llegaban a Toledo para adquirir prendas.
Además, la multitud de personas dedicadas a tales menesteres
originó un número infinito de situaciones, todas distintas: desde
el pequeño maestro dependiente de otro, a grandes talleres,
quizá, dedicados a encargos de las casas reales 10. Esto no
impidió, como afirmamos más arriba, el predominio de los
maestros con tienda abierta, independientes. Y, de acudir a la
documentación, apreciamos la en0n11e complejidad que podían
alcanzar las relaciones de un sastre. Así, en 1560, Francisco de
Robles, sastre, testó 11. De los cuatro folios de su testamento,
tres recapitulan sus deudas y haberes. Cuentas que reflejan
contactos mucho más allá de la ciudad de Toledo.
Con un carácter secundario, por su importancia
cuantitativa, aunque de gran relevancia por los testimonios y
vestigios conservados, fue la confección de casullas y otras
ropas religiosas, a cargo de bordadores, casulleros ... Aquí, el
nombre, la fama del maestro eran determinantes. Eran obras de
gran valor, para un cliente, al Iglesia, exigente, que quería y
podía mostrar y exhibir su poder. Por tanto, el trabajo no
quedaba a cargo de cualquier aprendiz. Debía ser hecho por el
141
maestro, no por mano de obra semiservil o inexperta. Ello
favoreció el taller independiente, del maestro, con una fama o
reconocimiento social no expresado ni a sastres ni jubeteros en
general. Con todo, nada obsta para que, aun entre el reducido
número de bordadores y casulleros, surgiera una evidente
diferenciación. Las fuentes de la época muestran desde
artesanos pobres a otros a quienes su posición o fama les
proporcionaba un sustento más que suficiente. No se busque,
pues, en el menor número de personas ocupadas en esta
actividad, una excusa para un igualítarismo social o económico
que tampoco aquí existió.
12 Lo cual equivale a 1.475 kg Y 798 g. AI-IPT, proL 2185, fols. 236v, 237,
238r, 257v, 264v. 269r, 329, 332v, 341, 640v, 765v, 766r y 906r.
13 Como los 4.000 1111'S. que pagó Cristóbal Aguado, bonetero, a Franeiseo de
Madrid y Pedro Husillo, mercaderes, por eierta mercadería, en nombre de
Juan de Cuéllar. tintorero, por ciertas tintas que le había dado en su ropa.
AHPT, prot. 1220, t()1. nov.
142
por los boneteros. El predominio de cada uno sólo dependió de
las propias necesidades o intereses del bonetero.
Por último, también ellos comercializaban la producción,
ya en las tiendas de Toledo, ya mediante la exportación, sobre
todo al norte de África. Ésta se realizaba por dos medios
distintos, que encontraremos de nuevo en el caso de la seda.
Uno primero, sería la "distribución" directa por el bonetero en
los mercados, se hallaran en la Península Ibérica, América o en
Berbería. Es el testimonio ofrecido por Alonso de Arenas, al
que antes aludimosl 4 • Asimismo, la venta de los bonetes se
realizaba mediante intermediarios especializados. El bonetero
enviaba su mercancía a agentes en lugares diversos. Éstos en
última instancia comercializaran los bonetes y gorras,
repartiéndose los beneficios de forma diversa l5 .
De lo anterior se deduce la peculiaridad de la actividad
bonetera. Todas las fases del proceso productivo coincidían en
una misma persona, un maestro, quien, además, mercaba su
producción, incluso en otros reinos. Difería, pues, del me{cader
fabricante o del maestro enriquecido que alcanzaba un papel
similar al del mercader. Éstos se limitaban a ser dueños de la
materia prima o del futuro producto final, con predominio del
capital circulante, o en todo caso poseían unos telares o unos
tornos. El bonetero, en cambio, reunió en sí todas las fases. Se
constituyó a un tiempo en trabajador y en mercader. Esta
situación no existió en ninguna otra actividad textil. Es dificil
calificarla con alguno de los conceptos acuñados por la
bibliografía dedicada al estudio de la organización económica
del Antiguo Régimen l6 . Además, fue propio y original de la
bonetería lo frecuente de esta forma organizativa tan singular.
Consideremos su extensión a la mayor parte del oficio, y no
sólo a una minoría enriquecida, como ocurrió en la seda o la
143
lana. Ello no impidió que, desde muy pronto, se diera una
visible diterenciación entre los miembros del oficio. En efecto.
El ejemplo antes aludido de las compras de grana, y otras
fuentes que informan de su patrimonio, ilustran el fenómeno.
Entre los boneteros se hallaban enormes fortunas, amasadas a
partir de una cuantiosa producción propia que se comercializaba
en el mercado internacional; pero también maestros
empobrecidos, que sobrevivían con una pequeña producción o
bajo relaciones de dependencia, como oficiales o "asalariados".
Idéntica organización imperó en otras actividades, como
la sombrerería y la gorrería. No obstante, una diferencia era
fundamental. En tanto que la bonetería fue durante parte del
siglo XVI la principal manufactura de la ciudad, si bien en lento
y continuo declinar, la fábrica de sombreros y gorras, a pesar de
lo indicado por algunas fuentes, nunca alcanzó una relevancia
semejante -parte V, cap. 5-, ni por población ocupada ni por
volumen de producción. Ello nos excusa de repetir el modelo
descrito ahora para la fábrica de bonetes.
144
"señor de los paños,,18. Como reflejan sus capítulos, el señor de
los paños era el dueño de la materia prima, la lana, y dirigía
todo el proceso productivo. Él era quien compraba la lana a los
ganaderos, casi siempre ya separada por calidades, peinada y
quizá hilada; luego, la entregaba al tejedor para que hiciera la
tela, al tintorero, tundidor... Era la principal figura, la
organizadora de la producción. Por tanto, recibía continuas
garantías 19. De hecho, la pena era más severa cuando el fraude sc
cometía sobre una tela cuyo propietario no estaba implicado en
la actividad; es decir, el señor de los paños. Asimismo, se
prohibía que el paño pasara de una fase a otra sin el
conocimiento y el permiso de su duefío. Éste podía inspeccionar
en todo momento la obra realizada; y, en caso de falta o fraude,
debía ser indemnizado. Ello nos conduce a afirmar la existencia
de un desarrollado "domestic system" en la ciudad de Toledo en
el siglo XV, como corroboran las ordenanzas.
Una prueba confirma esta hipótesis: los pagos de
liquidación de cuentas asentados en los protocolos notariales de
principios del Quinientos. Todos aluden a deudas con
tintoreros 20 • No existen, e'mpero, contratos parecidos con
145
tejedores o pelaires, en que éstos recibieran cantidad alguna.
Ello supone su dependencia directa del mercader. Adviértase
cómo el tintorero daba las tintas; pero también que las había
comprado a algún mercader, con frecuencia, como es el caso,
burgalés21 • Todo lo cual indica la diferente evolución de cada
oficio. En tanto que los tintoreros tuvieron poder económico
para mantener su independencia, en una actividad en que la
materia prima, las tintas, tenían un elevado coste; otros oficios,
como el de tejedor o hilador/torcedor, conocieron una rápida
pauperización de sus relaciones de trabajo22.
Los protocolos notariales de principios de siglo reflejan
una manufactura dual del tejido. Si bien la documentación
guarda silencio en determinados aspectos, es expresiva de
ciertos hechos. En los primeros afios del Quinientos, abundan
contratos del tipo siguiente: Francisco de la Higuera, toquero, se
obliga a pagar a Antonio de Sepúlveda, mercader, 2.756 mrs.,
por cierta mercadería; y a Cristóbal Ángel, mercader también,
2.040 mrs., por cierta mercadería23 . En ningún contrato
conocemos qué escondía el término mercadería. Acaso fuera
seda lista para tejer. Existen escrituras similares para las
primeras décadas del siglo en los distintos oficios textiles: ya
fueran sastres, tejedores, hiladores, boneteros, tintoreros, nunca
se detallaba la mercadería comprada o vendida.
146
CUADRO 6. Aproximación a compras de materias primas por artesanos en Toledo en el siglo XVI
Ocupación 1506 1512 1520 1528 1536 1544 1552 1560 1568 1576 1584 1592 1600 Total
Boneteros 6 3 5 I 1 - 8 10 - - I - 27 62
Bordador - - 6 - - - - I - - - - - 7
Cabestreros - - 1 - - - - - - - - - - 1
Calceteros 3 5 7 I - - - 3 - - 9 - 1 29
Cordoneros - 2 - - - - 1 2 - - 1 - - 6
Gorreros - - - - - - - - - - 1 - - 1
Hiladores de seda I 4 1 1 3 - I 1 5 I 1 - 3 22
Jubeteros I - 1 - - - - - - - I - - 3
Roperos - - 1 - - - - - - - 4 1 12 18
Sastres I 2 2 - - - - 1 - - 1 - 2 9
Sombrereros I - - 1 - - 1 - - 2 - - 3 8
Tejedores - - 1 - - - - - - - - - 1 2
Tejedores de lino - - 1 - - - - - - - - - - 1
Tejedores de paños 1 I - - - - - - - - - - - 2
Tejedores de seda 13 20 10 2 1 - 2 4 3 1 2 - 1 59
Tintoreros 14 I 9 - - - 2 1 - - 3 - 2 32
Tintoreros de seda 1 1 - - - - - - - - - - - 2
Toqueros 6 - 2 1 - - - 1 - 1 - - - 11
Traperos 1 - 1 4 - - 1 - - - - - - 7
Tundidores - - - - - - 1 - - - - - - 1
Total 49 39 48 11 5 O 17 24 8 5 24 1 52 283
Mas, a pesar del silencio acerca de la naturaleza de tales
mercaderías, se adivinan los cambios organizativos en la
manufactura toledana. Conforme avanzó la centuria, a partir de
1550, los contratos notariales reflejaron en mayor medida la
naturaleza de aquellas mercaderías. Pero también, si la
documentación es más explícita, menor es el número de
contratos referidos, de compras de materias primas por
artesanos a mercaderes. De tal forma, que dichas compras,
frecuentes en hasta 1520, casi desaparecieron. Sólo los
boneteros y los sastres aparecen en la segunda mitad de siglo
como compradores de materias para su trabajo: en el primer
caso lana, en el segundo, telas ya tejidas. Lo cual pmeba lo
atirmado más arriba: la independencia conservada por
boneteros y sastres, frente a lo ocurrido en otras actividades, y
la progresiva entrada del artesano textil bajo la dependencia
cada vez más estrecha del capital mercantil.
Ello no implica que todo el trabajo recayera bajo la
organización y dependencia del mercader. Hay contratos de
compra de seda por hiladores también en la segunda mitad del
siglo. Como las 15 libras y 4 onzas de seda de Valencia y
Murcia compradas por Juan de Alcalá, hilador de seda, y Diego
de Alcalá, su hijo, como Hadar, a Juan Hurtado, mercader, por
18.500 mrs., a 75 mrs. y medio cada onza24 • Mas, como muestra
el ejemplo, eran compras de escasa cuantía, con cuyo trabajo no
subsistía el hilador. Del mismo modo, no sólo hiladores, sino
tejedores, aparecen como compradores de seda. Así, Francisco
del Bosque, tejedor de terciopelo, pagó a Pedro Ruiz Durón,
mercader, 16.399 mrs., por 11 libras y 2 onzas y cuarta de pelos
de Valencia25 . No obstante, son de escasa envergadura y pocos
casos, frente a las adquisiciones por los mercaderes; y también
respecto al número total de tejedores o hiladores que existía en
la ciudad. Estos ejemplos evidencian, más bien, lo contrario. Es
decir, la reducida capacidad económica de la mayor parte de
24 AHPT, prot. 1819, fol. 196r. La compra de seda para su trabajo, por
hiladores/torcedores, ha sido documentada también por MIRALLES (2002),
p.158.
2, AHPT, prol. 1819, fol. 203v.
148
maestros, materializable sólo en pequeñas adquisiciones de seda
cuyo trabajo sólo reportaría un complemento de sus ingresos.
El mercader
La parquedad documental al reflejar el modo de trabajo
de un artesanado independiente nunca importante en número,
tórnase locuacidad respecto al mercader. Las ordenanzas de la
lana del siglo XV reconocían al "señor de los paños", mercader
o "verlager" como el centro en torno al cual se organizaba la
producción26 • A él incumbía la obtención de la materia prima,
su preparación a través de operaciones realizadas por artesanos
distintos, y su tejido, con el concurso de profesiones diversas,
distintas, y diferenciadas por la ley. De tal forma, que en 1500
aparecía como el auténtico organizador de la producción textil
toledana. Aquél no poseyó, empero, un carácter homogéneo.
Distinguiremos dos clases o tipos de mercader dedicado a la
actividad textil. Por una parte, el mercader-fabricante, es decir,
aquél propietario de la materia prima, quien, a través de su
repatto en talleres domésticos, obtenía un producto. De otra, el
mercader implicado sólo en el comercio, ya de telas, ya de
prendas acabadas 27 • Con todo, cabe una segunda distinción,
entre mercaderes especializados en el textil, fuera fabricación o
comercio, y aquéllos para quienes estas actividades, aun
importantes, no eran las únicas que componían el entramado de
sus tratos. Así, según un testimonio que aportaron para un pleito
contra los tejedores de seda, en la ciudad había cien mercaderes
dedicados al trato de la seda28 • No eran muchos. Consideremos
149
los 300 que debían de residir en Granad~9. Pero eran más los
que ejercían su trato con carácter secundario. Asimismo,
comerciaban con otros productos, realizaban préstamos,
alquilaban casas o invertían en la agricultura.
Sobre la importancia de aquellos mercaderes, Luis
HURTADO dejó lila frase, no por breve, menos ilustrativa: "[ ... ]
en taltando a los mercaderes la seda o la lana a los boneteros,
vacan sus exercicios [los artesanos J, [... ]30" En efecto, el
mercader controlaba toda la producción: suministraba la materia
prima en la ciudad y, en no pocas ocasiones, el capital para la
puesta en funcionamiento de los talleres de unos maestros en
teoría independientes'l. Ya a inicios del siglo XVI las
principales familias mercantiles de la ciudad poseían
importantes intereses en la producción y comercio textil. Eran
los Husillo, Acre, de la Torre, Dueñas, Toledo, San Pedro,
Palma. Algunos de cuyos miembros fueron arrendadores de la
renta de la seda de Granada; y todos, abastecedores de seda,
como grandes compradores en Valencia y Murcia. Su papel y su
intervención en el despegue de la manufactura textil, junto a los
genoveses, fueron decisivos.
¿Cómo se realizaba tal intervención? Los medios fueron
varios, encaminados siempre a obtener el control de la
producción. Como prueba la evolución de los contratos de
compra de materias primas -seda- por tejedores o hiladores, el
sistema de trabajo a domicilio se extendió de forma inexorable
según pasaron los años. Así lo reconocen los contratos que, del
tipo reproducido en apéndice como documento 2, se firmaban
en la ciudad. Son rarísimos los encontrados para la primera
mitad del sigl0 32 . Mas, conforme avanzamos en el tiempo, su
150
número crece. Incluso las ordenanzas, aun con ciertas garantías
para los maestros, aceptaron, de mejor o peor grado, la
supremacía del capital mercantil. Como las del arte de la seda
de 1554, que prohibían a ningún mercader dar de tejer a nadie
que no fuera maestro examinado, ni prestarle diner0 33 •
Las entregas de dinero o seda del mercader al tejedor o
hilador debían quedar registradas en los libros de ambos, para
su uso en caso de desavenencias, o para información fiscal 34 •
Con tales libros se pretendía evitar los excesos cometidos por el
mercader. No obstante, en el probable caso, y quizá frecuente,
de que el artesano no anotara las entregas o perdiera el libro,
tendría validez sólo el del mercader35 . Ello era un abuso
evidente de su posición, pero no el único ni el más relevante.
Mayor importancia tuvo el control de los mercaderes
sobre las materias primas y la comercialización. En especial los
más importantes de la ciudad. Basaban su fuerza, ante todo, en
la disponibilidad de capital, que un artesano no alcanzaba. Un
telar de ancho consumía durante un afio unas 100 libras de seda,
y el precio de la libra de seda permaneció a lo largo del siglo
por encima de los 1.000 mrs. Si el maestro disponía de sólo un
telar, necesitaba más de 100.000 mrs. para la compra de seda,
algo alejado de sus posibilidades. Suma que habría que
multiplicar de haber poseído más telares. Lo cual tendría mayor
validez para el hilado y el torcido, al ser más elevada la
producción por persona, con unas 500 ó 600 libras al año. Por
tanto, muy pronto el artesano hubo de acudir al mercader como
suministrador de materia prima; perdió, así, gran parte de su
151
teórica autonomía, garantizada por las ordenanzas y el sistema
gremial 36 .
Dicha situación de dependencia fue reconocida por las
ordenanzas de 1545 del arte de la seda, cuando establecieron
límites a los abusos del mercader. Tales abusos se centraron,
sobre todo, en el préstamo de dinero a los maestros. Éstos, al no
poder reintegrar las cantidades recibidas, perdían sus telares,
que solían ser la fianza hipotecada. El mercader, sin embargo,
no embargaba el telar o el torno. Se lo devolvía al maestro en
forma de alquiler, a través de un nuevo contrato. Por éste, el
maestro se obligaba a trabajar en exclusiva para dicho
mercader, por unos precios o "salario" muy bajos37. Fue el caso
de Gabriel Jiménez, tejedor de damasco, quien se obligó a
Bartolomé del Castillo, mercader;
"[ ... ] e yo os e de dar por cada bara el precio que doy y
adelante diere a mis maestros durante el tiempo que durare el
dicho esqui te, y no aveis de poder tejer vos otro damasco sino
mio hasta aver hecho el dicho esquite, e yo e de ser obligado a
no os dejar de dar a tejer hasta que se ayan esquitado los dichos
quatro¡,;ientos reales [ ... ],,38.
Con todo, la prohibición de acciones corno ésta no
excusaba continuas transgresiones a la ley. Acaso fuera el
sistema más usado por el capital mercantil para organizar la
152
sedería. Todo ello con dramáticas consecuencias para el
artesano. La entrada en relaciones de dependencia significaba
una mayor explotación de su trabajo a cambio de una menor
retribución. Asimismo implicaba una rebaja del status y de
participación en la vida del oficio, ya que sólo quienes llevaran
telares o tomo de suyo participaban en algunas de las
actividades más características de la vida gremial. Además,
dicha dependencia ligaba la suelte del artesano a la de quien le
proporcionaba trab~jo y sustento. De modo que, si el mercader
abandonaba la actividad por cualquier circunstancia, sus tratos
conocían una mala situación o era alcanzado, las repercusiones
para el pequeño artesano eran aun más graves39 •
.jI "Yten, por quanto ay algu(n)as muger(e)s q(l/e) sin estar debaxo de anparo
de maestro q(ue) las pueda eorregir y enme(n)dar las faltas que tienen en lo
que usan del d(ic)ho arte, que es texer tafetanes, porque nunca lo
depre(n)dieron, e si lo saben a sydo por bivir con algu(n)os maestros o ser
criadas. Las q(ua)les d(ic)has muger(e)s que se hallare(n) oy dia a hasta la
pu(hli)cayion d(e) estas horden(al1~:)as, por quitar yneonvinyentes que no se
querelle(n) que las hazen agravio, que puedan gozar de lo q(l/e) saben y usar
153
mayor relevancia que la atención prestada por las fuentes. En
alguna actividad debió de resultar mayoritario, como en el
hilado, en la toquería. Con todo, es imposible conocer su
importancia42 • Una idea, aunque indirecta, hallámosla en los
inventarios de bienes "post mortem" de algunas mujeres, en que
aparecen husos o ruecas: como el torno que poseía, en el
momento de su muerte, Magdalena Sánchez, valorado en 3
reales 43 •
No obstante, los aprendices y oficiales constituyeron el
grueso de la mano de obra en la manufactura textil toledana.
Sobre su número o condiciones de vida apenas informan las
fuentes. Las ordenanzas sólo establecieron las pautas más
elementales de relación entre aprendices y oficiales de una
parte, y maestros de otra. Los contratos notariales ofrecen poca
información más: duración del servicio, obligación del maestro
de proporcionar casa, comida y vestido; y al final del periodo,
un pago, con frecuencia parte en dinero y parte en ropas, y la
posibilidad de darlo examinado. A cambio, el oficial o aprendiz
se obligaba a vivir en casa del maestro, a trabajar, realizar
buena obra y a no escapar. Sin embargo, no eran del todo raros
los casos de fuga de aprendices. Ello dice mucho de la dureza
en las condiciones de vida de quienes conocían aquella
situación. Algo, por otra parte, sefíalado por otros autores44 .
del d(ic)ho arte, con tanto que no pueda(n) ellos mostrar a otras nyngunas,
pues esta averiguado que ellas no lo saben, y esta averiguado y es ansi que
es cargo de con<;ien¡;ia dexallas a ellas por el daño que rrer¡:ibe la repu(bli)ca
e(n) (e)1 mal obraje q(l/e) haze(n) por no estar debaxo de maestro q(ue) las
admynystre ni enmiende lo que daüan y no siente(n) [oO.]" Cap. XLVI,
"Ordenanzas del arte de 1,\ seda, 1554"; AMT, Seda. 1500-1650. La
participación femenina en el tejido del tafetán no fue impedida por las
ordenanzas. Los protocolos notariales contienen no pocos contratos de
aprendizaje de niüas para la obra del tafetán y la toquería. A modo de
ejemplo: AHPT, proL 2557, fol. 1300.
42 No extraüe. pues, que las únicas ordenanzas acerca del trabajo femenino
sean las de las hilanderas de 1496.
4; AHPT, prot. 1632, fols. 432v-438r. Como ilustra el ejemplo, la femenina
era una actividad muy poco capitalizada. Véase, además, BELFANTI (1993),
p. 270. GASCON (1971 ), t. 1, p. 391. GUENZI (1997), p. 231.
44 JACQUES (1972), pp. 71 Y ss.
154
De lo dicho hasta ahora se deduce una estructura
piramidal, fonnada por aprendices, oficiales y maestros; y, en
un nivel superior, el mercader. Hemos visto cómo la
compenetración entre ambas partes fue muy íntima, con
relaciones muy estrechas y funciones complementarias: capital
vs. trabajo, producción vs. comercialización. Además, el
mercader, por su posición en el proceso productivo, intentó
trasladar su dominio al ámbito de la organización gremial 45 •
Objetivo que no consiguió, al menos en todos sus puntos. Sí, en
cambio, un nuevo grupo, surgido del desarrollo de las
manufacturas urbanas: el artesano o maestro enriquecido por su
actividad, que alcanzaba las mismas funciones y actividades del
mercader. De escaso número, NAVARRO atribuye un carácter
revolucionari0 46 . En Toledo no debieron de ser más de 100,
conocidos como los maestros que "tejen de suyo". Es decir, no
por encargo del mercader, sino por iniciativa propia, ya que
poseían los medios de producción y el capital suficientes para
ello. Estos maestros eran los que vimos más arriba dirigir los
procesos de redacción de ordenanzas, controlar el acceso a los
cargos del oficio, o enfrentados a los mercaderes.
Y, en efecto, disfrutaban de una posición especial,
privilegiada. En tanto que maestros examinados, participaban
de forma activa en la vida del oficio, aprovechaban al máximo
las posibilidades que les deparaba para consolidar su posición
social y económica. Mas, al mismo tiempo, no arrostraban los
problemas y obstáculos de los mercaderes-hacedores en sus
actividades. Era una situación dual, ambivalente, imprecisa, que
les pennitía, pero también obligaba, a comportarse como
artesanos y mercaderes, con las ventajas y contradicciones que
implicaba. Los "tejedores de suyo" eran quienes podían acceder
al cargo de veedor y examinador; y, por tanto, quienes
155
47
realizaban las VIsItas y habían "redactado" las ordenanzas .
Ellos, más que el conjunto de maestros, eran los beneficiarios
del sistema gremial como elemento, no de confrontación, y sí de
relación dificil, con los mercaderes-hacedores. Sobre su modo
de acción, poco podemos decir, sino repetir lo afirmado para los
mercaderes. Compraban ellos mismos la seda, bien devanada y
torcida, bien en bruto, y la hilaban y torcían para su tejido. Mas,
a diferencia de los mercaderes, los "tejedores de suyo" sí podían
trabajar telares, fueran en propiedad o en arrendamiento, y, al
tiempo, repartir parte del trabajo a talleres domésticos, fuera en
la ciudad, o en el campo.
La manufactura rural
No obstante la riqueza documental acerca del trabajo
urbano, las manufacturas rurales aún permanecen en la más
completa oscuridad. Hoy conocemos en líneas generales su
importancia en la economía del Antiguo Régimen. De los
habitantes de los lugares que aparecen en los protocolos de la
ciudad, no pocos declararon una ocupación artesanal. Suele
afirmarse el carácter antitético y excluyente entre manufactura
rural y urbana. Ante la presión de unas organizaciones
gremiales ancladas en sus privilegios, conservadoras y opuestas
a toda innovación, el mercader habría optado por el traslado de
parte del trabajo a las zonas rurales. Allí una mano de obra
abundante, barata y libre del corsé del gremialismo deparaba
mayores beneficios y ventajas 48 . ¿Era así en la ciudad de
Toledo?
·17 Entrecomillamos el verbo redactar, pues, como vimos más arriba, el proceso
para promulgar unas ordenanzas era mucho más complejo.
·IH Para una visión general de la manufactura integrada dentro de la economía
156
Las ordenanzas, cualquiera que fuera el oficio, no
afectaban sólo a la Ciudad del Tajo, sino a su "tierra" y 20
leguas a la redonda. Es decir, un espacio de unos 100 kms. de
radio, en el cual debían ser obedecidas y cumplidas. Dentro de
aquel territorio de 20 leguas, los veedores tenían derecho y
obligación de realizar visitas periódicas, al menos una vez cada
tres meses. Con la posibilidad de ir acompañados por los
sobreveedores, podían registrar cualesquier casas e imponer
penas, de que llevaban parte49 • Se comprende, entonces, el
interés de los veedores en tales visitas. Consideremos que su
remuneración era mayor de realizarlas solos, ya que las penas
no se repartirían con los sobreveedores. Desconocemos su
incidencia en la manufactura rural. Empero, no es aventurado
suponer su impacto, y cómo aquéllas no fueron por completo
ajenas al control de las organizaciones gremiales toledanas. Más
aun. Varios son los ejemplos de habitantes de lugares y villas
que viajaron hasta Toledo para examinarse y obtener la
maestría50 • Esto muestra que la supuesta independencia de la
manufactura rural frente a la urbana no era tal. En el caso de la
seda, además, su trabajo, cuando aparece, estaba ligado de
modo estrecho al de la ciudad. Así, la iniciativa la llevaron
siempre mercaderes y maestros de Toled0 5 ]. De hecho, nunca
surgió un auténtico centro en la campifía que ensombreciera a la
ciudad. La sedería fue un fenómeno de carácter urbano.
Caso especial fue la bonetería. Las ordenanzas de
principios de siglo reconocen su difusión en las zonas rurales en
torno a Toledo. La Puebla de Montalbán, incluso, destacó. En la
villa de Fernando de Rojas debió de existir una elevada
producción de bonetes. Esto motivó las quejas de los maestros
Cap. LI, "Ordenanzas del arte de la seda, 1573", rol. 10r; AMT, Seda, 1500-
·I<¡
1650. Para Génova, MASSA (1988), p. 21.
50 Numerosos ejemplos de cuanto afirmamos, en los documentos de examen
de la caja AMT, Gremios. Exámenes. Zapateros. Tundidores. Además,
DESPORTES (1999), p. 203.
51 En Granada, el hilado de la seda era realizado en las zonas rurales, en tanto
que el tejido en la misma ciudad de Granada. BEJARANO (1951), pp. 62-63.
Otros ejemplos similares, en BELFANTI (1988), p. 255. GASeON (1971), t.
11. pp. 322-323. MOJOLl (1988), p. 87. TREZZI (1988).
157
de Toledo, que veían mermar sus ventas 52 . Los boneteros de la
ciudad pidieron que se prohibiera la entrada de bonetes de
aquella villa en Toledo, y en algún caso el Ayuntamiento aplicó
tal prohibición 53 • No obstante, desconocemos la verdadera
importancia alcanzada por la bonetería de La Puebla de
Montalbán, así como su evolución.
Todo ello queda reflejado en el ApÉNDICE 4. En él
incluimos cuantos habitantes de las zonas rurales declararon una
profesión textil, o compraron materias primas relacionadas con
actividades textiles, como tintes. Es evidente que este cuadro no
refleja la evolución a lo largo del siglo. Aun así no deja de ser
ilustrativo de ciertos fenómenos y del carácter cualitativo que
poseyó.
Distinto carácter tuvo el trabajo de la lana. Como muestra
el cuadro reproducido en apéndice sobre población activa, en
Toledo eran pocos los cardadores, peinadores o tejedores de
lana. No así los tundidores, pelaires o bataneros, en número
muy superior al de tejedores u otros oficios. La razón de tal
desajuste era la distinta localización de cada una de estas fases.
En Toledo se tejían paños de calidad, 24"05 negros y granas, que
eran acabados en la ciudad. En las zonas rurales, en cambio, la
producción era de paños de menor cuenta. Las primeras fases,
hasta el tejido, debían de realizarse, por encargo de los
mercaderes, en las casas de los campesinos, quizá de algún
158
tejedor a tiempo completo. Luego, el paño era trasladado a la
ciudad. Allí recibía el tinte y los últimos adobos. Sólo así es
explicable la gran desproporción entre cardadores o tejedores de
paños, y pelaires o tintoreros. Además, era la única razón a las
nueve presas, con batanes, existentes en la ribera del Tajo a su
paso por Toledo s4 •
Aparece, por tanto, una organización distinta entre la
manufactura sedera, más compleja, de carácter urbano; y una
pañería en que las primeras fases eran realizadas en el campo, y
el adobo final en la ciudad. Algo similar han descrito GARcíA
SANZ para Segovia y FORTEA para Córdoba en aquella época .
S5
Empero, el impulso organizador del mercader no se detuvo es
este estadio. En la manufactura de la seda dio un paso más,
hacia el "factory system"SG. Aquí, no son los protocolos
notariales, sino las ordenanzas de los torcedores y de los
tejedores de seda, nuestro mejor aliado. Hemos visto cómo los
mercaderes, entre los que incluimos los "tejedores de suyo",
conseguían la dependencia de otros maestros y cómo se obviaba
el teórico límite al número de telares o tornos. Fue lo ocurrido
159
en Toledo. Las ordenanzas nunca fijaron un límite al número de
telares. Cualquier persona podía mantener cuantos telares
cupieran en su casa, siempre que a su cargo estuvieran maestros
examinados. Sólo se prohibía que aquellos telares se hallaran en
otra casa sin maestro examinad0 57 • De tal forma, que las
ordenanzas reconocieron la existencia de tales mercaderes,
poseedores telares y tornos en sus casas. Aceptaron su figura y
sólo obligaron a la contratación de maestros. Fue un paso se dio
en fechas tempranas, dada la cronología de los textos
conservados, que nos sirven de referencia. Subsiste, sin
embargo, un problema, cual es su cuantificación. Es imposible
conocer cuántos telares ni cuántas personas, y menos aun la
producción bajo este sistema, y, por tanto, su importancia
relativa en la ciudad. Empero, su existencia ya en las décadas de
1560 y 1570 revela el enorn1e desanollo de la sedería toledana
durante el siglo XVI.
¿Dónde está, pues, ese límite del que se acusa a las ordenanzas, al progreso
de la organización, y por tanto de la producción?
160
Cuarta parte
163
forma aproximada, aparecerá la fábrica textil como la principal
actividad de Toledo y una de las más importantes de Castilla.
Por último, las causas del, primero, deterioro de la expansión de
estas manufacturas en Toledo y, luego, su crisis, así como su
papel en el proceso de decadencia de la Ciudad Imperial desde
poco después de 1600, retendrán nuestro interés.
Reconocemos, con todo, la dificultad de analizar sistema
tan complejo, con sectores diversos, a través de prismas varios,
sin obviar la variable temporal. Ello requiere mayor esfuerzo.
No obstante, la estructura ha sido determinada por el mismo
tema y a él se ha adaptado, cual entonces la propia manufactura.
164
1. ORÍGENES DE LA MANUFACTURA TEXTIL EN
TOLEDO
165
4
1229 Recuérdese la teoría de VERLINDEN, para quien el
.
renacimiento urbano medieval habría sido inconcebible sin el
desarrollo previo de la manufactura y, luego, del comerci05 .
Empero, tal no puede afirmarse, como demostraremos, para la
seda. Los precedentes de cada actividad fueron distintos, como
su evolución después de 1500. Por tanto, trataremos aquí lana y
seda de forma separada, porque diferentes fueron los momentos
de su aparición en la ciudad.
El trabajo de la lana
Parece obvio que la pañería toledana del Quinientos tuvo
su origen en la del siglo anterior. No obstante, en el caso de la
seda, asertos tales han sido realizados sin base alguna. Del siglo
XV datan las primeras ordenanzas conservadas sobre el trabajo
de la lana6 • Sin una fecha precisa de redacción, serían
recopiladas alrededor de 1400 y, quizá, las más antiguas de
Castilla7• Con todo, es imposible una datación, en todo caso
insegura. Algunos capítulos parecen redactados hacia 1400, de
atenemos a las reducidas sanciones pecuniarias impuestas a
infracciones y fraudes; otros, en cambio, con penas más
elevadas, indicarían una fecha posterior, de fines del siglo XV.
Ambas cronologías, empero, son compatibles. Acaso ocurriera
en Toledo lo que en otras ciudades: pregones, mandamientos
capítulos fueron promulgados por la Ciudad conforme las
necesidades de cada momento y, tiempo después, recopilados,
bajo los Reyes Católicos. Proceso señalado por COLLANTES8 •
166
La existencia de ordenanzas demuestra la relativa
9
importancia de la pañería en la ciudad . Se conservan
testimonios de un "mesón de los paños" en la plaza de
Zocodover, para la venta de los paños foráneos en el mercado
franco de los martes; y una "alcaicería de los paños", para los
de Toledo JO. Es probable, también, que un mesón junto al
monasterio de la Concepción, denominado "de la seda",
estuviera destinado a la venta de dicha fibra 11. lRADIEL,
basándose en estas mismas ordenanzas, ha afirmado que Toledo
poseía la manufactura pañera mejor organizada de Castilla a
principios del siglo X y 12. En aquella centuria aparecieron los
primeros batanes, tras la reconversión de molinos; se
multiplican, además, las referencias a oficios textiles, con
predominio de los tundidores y tintoreros. Ello significa una
13
estructura organizativa determinada • Así, de las 200 personas
con profesión citadas por CARLÉ, 20 declararon un oficio
14
textil • De hecho, la misma existencia de tales oficios muestra
la división del trabajo ya entonces operada y el desarrollo
interno alcanzado. Todo indica que en Toledo floreció una
167
importante panena durante el Cuatrocientos, cuyas primeras
noticias remontarían a los siglos XII Y xm l5 . Entonces se
producían endegrossas, paíios primeros, contrafechos de
Francia y los que tienen escarabajo, y luego también cendales,
sayales, lienzos, mantos, tocas y sedas'6. Importancia que de
modo indirecto confirmarían las Ordenanzas Generales, al citar
Toledo como una de las principales ciudades pañeras.
Varios elementos fueron decisivos para el desarrollo de la
pañería en la ciudad. En primer lugar, su estratégica ubicación.
Casi en el centro geográfico peninsular, transcurrían muy
próximas algunas de las más importantes cañadas; ello
facilitaba el abasto de lana. La ganadería, sobre todo dedicada a
la producción lanar, se distribuía por los Montes de Toledo. Con
frecuencia, además, era propiedad de los grandes mercaderes
urbanos y cargos del Ayuntamiento'7. Asimismo, el río Tajo, de
abundante caudal todo el año, imprescindible para algunas fases
del trabajo textil; el relativo fácil acceso a algunas materias
primas, como la leña; y la cercanía de un mercado, con una
población numerosa en la vega del Tajo y la ciudad, con sus
casas nobles, ricos hombres y potentado clero, demandantes
todos de paños de calidad, coadyuvaron al temprano desarrollo
de una de las más afamadas pañerías castellanas del Bajo
Medioevo'8. La producción, basada en el trabajo de lana
merina, abarcaba de 16l10S a 21l10S. semejantes a los de Cuenca 19 ;
y de alta calidad a fines del siglo XV, con paños rojos tintos en
168
cochinilla, estameñas, sargas y paños religiosos de inferior
cuenta20 . No obstante, IZQUIERDO estima que entre los paños
toledanos predominaban los de mediana y baja calidad.
Las ordenanzas, en cambio, muestran que la calidad de
los paños, de 16"05 a 21"°S, era aceptable. Las Ordenanzas
Generales de 1511 establecieron el 16"0 como el paño de menor
cuenta; sólo permitieron otros más bastos para la población
religiosa y el autoconsumo. Conforme el trabajo de la lana
progresó en la ciudad, con amplia presencia del capital
mercantil, y la producción exportada fue más importante, la
calidad de las telas toledanas mejoró. La recuperación
económica y demográfica castellana del siglo XV jugó un
importante papel en aquel proceso, como advirtiera PIRENNE. No
obstante, IZQUIERDO ha evitado toda hipótesis sobre las causas y
la cronología de la evolución de la baja pañería toledana del
siglo XV a la alta de la centuria posterior, que quizá nunca
alcancemos del todo.
Junto a la pañería, descolló un importante sector de
confección de prendas. Ya aludimos a la existencia de un zoco
de los sastres en el siglo XII 1. Fueron numerosos los sastres,
jubeteros, roperos, bordadores o boneteros, de renombrada fama
en la época. Atendían la demanda de una nutrida clase,
enriquecida, de nobles, clero, mercaderes y otras profesiones
liberales residentes en la ciudad; mas también los encargos de
otros lugares, acaso más importantes que los obtenidos en
Toledo. Especial alusión merecen el bordado y la bonetería. Son
numerosas aún hoy las casullas realizadas por aquéllos,
conservadas en las iglesias, en la catedral y en otras partes de
España. De gran riqueza algunas, incorporan seda, lana, hilo de
oro y de plata, con precios en extremo elevados. A modo de
ejemplo, valga el aprecio de una casulla de terciopelo carmesí,
en 1560, tasada, sin el trabajo del bordador, en 103.495 mrs 21 •
0, para tiempos pretéritos, los ejemplos aportados por MOTA y
V ILLANUEV A22.
169
El trabajo de la bonetería habría alcanzado asimismo
amplia difusión a fines del siglo XV, tanto en la ciudad como en
las zonas rurales cercanas. Y ello por su enorme desarrollo en la
centuria siguiente, como muestran los protocolos notariales de
comienzos del siglo XVI. De tal forma, que la bonetería era a
principios del Quinientos la principal manufactura de la ciudad.
Algo confirmado por las fuentes literarias. Según Pedro de
MEDINA, "[ ... ] hazense en ella mas bonetes y gorras, y otras
cosas de lana hechas de aglüa, mas que en ninguna parte de
España,,2J. Ello no obsta para que fuera una manufactura nueva
todavía en 1500. A pesar de que CARLÉ cita la fábrica de
sombreros de fieltro en Toledo para el siglo XIII, entre las
profesiones no aparece la de bonetero 24 . Asimismo, la moda del
bonete, tinto en negro, no se difundió sino desde fines del siglo
XV 25 . No se busque, por tanto, un origen remoto a una actividad
entonces nueva. Empero, como reconoce IZQUIERDO, la
parquedad documental impide el análisis detallado de la pañería
toledana anterior a 1500. Con todo, la dificultad para el estudio
de la manufactura lanera anterior al siglo XVI, tórnase
inseguridad cualquier afirmación sobre la seda.
La seda
A partir de una cita de Gaspar Naranjo, LARRUGA afirma
que en 1480 se dio el mayor consumo de seda en Toledo, con
450.000 libras, y el trabajo de 15.000 telares; que debemos
suponer de estrecho, pues resultarían a 30 libras de seda por
telar y año. No obstante, el mismo autor mostró sus reservas
ante tales cifras, que consideró exageradas26 . Es difícil creer
estos datos. Aquellas 450.000 libras de seda al año nunca fueron
producidas entre Granada, Jaén, Murcia y Valencia juntas. ¿De
dónde procedía la seda? Mayor dificultad ofrece la existencia de
170
15.000 telares en 1480 en la ciudad cuando en 1503 no superaba
los 25.000 habitantes, y 20 años antes no contaría con más
moradores 27 • ¿Quiénes trabajaban aquellos telares? Estas cifras
no quedan lejos de la tópica visión del reinado de los Reyes
Católicos como una edad de oro, cenit tras cuyo fin Castilla
inició la decadencia hacia su nadir.
La realidad, no obstante, fue otra. La carencia de fuentes
indica la nula presencia de la sedería en Toledo en la época. De
lo contrario, aunque pocos, algún vestigio conservaríamos. Las
referencias antes mencionadas de cendales, mantos y tocas son
cuando menos vagas y nada informan del desarrollo alcanzado.
LADERO, quien cita a MOLÉNAT, recoge sólo 12 referencias a
"tejedores de seda" y 2 a "tintoreros" durante la primera mitad
del siglo XY, y una huerta "de la morera", entre las huertas de
Zalencas 28 • Asimismo, CARLÉ sólo menciona 3 nombres
calificados como "velluteros": ¿tejedores de terciopelo? Así
pues, estos datos, tomados como reflejo de la manufactura
toledana, refutan la tradicional versión del origen musulmán del
trabajo sedero en Toledo como actividad importante, que habría
pervivido tras la conquista por Alfonso YI. Todo indica que la
manufactura de la seda en Toledo tuvo su origen, no en época
29
islámica, sino durante los últimos momentos del siglo XY •
En efecto. Antes del reinado de Isabel y Fernando, en
1476, la seda tenía una presencia reducida en el reino
castellano. Sólo Murcia habría destacado por esta actividad, no
obstante, tardía30 • Sólo a partir de 1450 el cultivo de seda
171
comenzó, con un rápido auge, que se prolongó en la centuria
siguiente. Sin embargo, no surgió en Murcia una amplia
manufactura sedera. En 1586, de un 28 % de la población activa
ocupada en el sector secundario, el 40 % se dedicaba al textil;
ello representaba sólo un 11 % de la población activa total.
Poco después, una nueva etapa se inició con los Reyes
Católicos. Tras el fin de la guerra civil y conseguida la paz con
Portugal, Castilla vivió una época de relativa estabilidad
política, en contraste con el periodo anterior. El matrimonio de
Fernando e Isabel, si no la unión real de ambas Coronas,
propició un acercamiento, con una relajación de barreras
arancelarias y unos más fluidos intercambios comerciales 31 •
Quizá la llegada de seda de Valencia a Toledo se vio
favorecida, y con ello la aparición de las sederías de la ciudad
del Tajo, hipótesis aún por confirmar. En 1484, Alfonso de
Toledo y Diego de Acre, en nombre de los demás mercaderes
de Toledo, dieron poder a Alfonso Husillo para tratar con los
arrendadores de las aduanas de Requena, Almansa, Yecla y
Moya un acuerdo que evitara incidentes como los ocurridos
entonces. Con él se pretendía reducir los derechos por las
mercancías, entre ellas la seda. No habría derechos por la seda
elaborada o semielaborada, por los hilos de oro, objetos de
coral, batistas finas de París, las sedas teñidas ... ; pero sí por los
satenes, adamascados, terciopelos, pelos de camello, brocantes
. 31
Y se das en madeja -.
Mayor importancia tuvo la conquista del reino nazarí
entre 1482 y 1492. Si bien la guerra absorbió los recursos de la
Corona durante 10 años, la conq uista abrió a Castilla una de las
principales regiones productoras de seda. A partir de entonces,
pp. 68-69. ROSA (1988), p. 126. THIJS (1988), pp. 208. VIGO (1997), pp.
303-304. El caso murciano, en OIACÓN (1979), p. 186.
31 Cortes de Toledo de ) 480, cap. el; en Cortes de los antiguos reinos ... , t. IV,
pp. 185-186.
32 GUIRAL-HADZIIOSSIF (1989), pp. 98-99. Desconocemos el origen de dicho
contlicto. Es evidente, sin embargo, el papel de la seda. Adviértase el interés
en su libre tránsito, en tanto que las telas quedaron sujetas a gravamen.
Sobre la repetición de estos mismos nombres 20 años después, controlando
la sedería valenciana, NA VARRO (1994), p. 210.
172
durante casi todo el siglo XVI, las familias de los más
acaudalados mercaderes toledanos controlaron la renta de la
seda de Granada y, por tanto, su producción y comercio.
Toledanos fueron Rodrigo de San Pedro, quien tomó la renta en
1492-1493; Alonso de León, en 1493; Diego de la Fuente, entre
1505 y 1511; Alonso de Toledo, entre 1511-1524, Juan de la
Torre, 1525-1552; Hemán Díaz de Alcocer, 1569-1573; y
Álvaro López, entre 1584 y 1591 33 •
Así pues, habría que situar el verdadero despegue de las
sederías de la Ciudad Imperial en los últimos momentos del
siglo XV, en las décadas de 1480 y 1490, a partir de la
conquista del reino nazare 4 • Ello coincidiría con lo apuntado
sobre Córdoba por FORTEA, para quien la sedería cordobesa
surgió a fines de aquella centuria por la conquista de Granada y
el descubrimiento de América35 . Para MONTEMAYOR, en cambio,
la aparición del trabajo sérico en Toledo como actividad
importante fue anterior al reinado de los Reyes Católicos,
relacionada con la presencia de mercaderes toledanos en
Valencia desde las décadas de 1420-143036 • Descarta, pues, el
posible papel de la conquista de Granada, en todo caso
posterior. No obstante, en otro momento ha reconocido que tal
despegue pudo tener lugar en el último cuarto del siglo XV 37 •
173
A favor de esta hipótesis pueden aducirse varias pruebas.
Primero, como apuntamos, el silencio de las fuentes. La
redacción de las ordenanzas de la seda data del siglo XVI,
frente a la lana, con textos más antiguos. Además, dicho
proceso fue tardío, entrado el siglo XVI. Basta compararlo con
lo acaecido en otras ciudades castellanas con importante
manufactura sedara. Las únicas referencias a la seda en las
ordenanzas del siglo XV son los botones y las tocas de seda,
arte menor, en las ordenanzas de la pañería. En segundo lugar, a
través del análisis de los protocolos, se aprecia la reducida
especialización en las actividades relacionadas con la seda en
los primeros momentos del Quinientos, prueba del carácter
reciente de su trabajo. Y tercero, la menor relevancia de la seda
durante aquellos años en la ciudad frente a la que luego
alcanzaría38 •
Varios datos, sin embargo, matizan estas teorías. Así, el
temprano interés del capital mercantil toledano por el control de
la seda granadina. También, la llegada al reino nazarí, tras su
inmediata conquista, de tejedores de seda toledanos, asentados
en las ciudades poco antes tomadas 39 . Al mismo tiempo, una
pragmática de los Reyes Católicos sobre el comercio textil, de
17 de abril de 1494, prohibió la venta de sedas de Valencia y
Toledo como si fueran de Génova, cambiándoles el nombre40 •
Dicha pragmática evidencia una manufactura nueva, todavía en
desarrollo, aún sin una producción diferenciada y, por tanto,
obligada a imitar la de otros centros de renombrada fama para
su supervivencia. De hecho, los genoveses habían creado la
sedería valenciana hacia 1475 y a ellos pennanecería supeditada
hasta 1520. También en Toledo, al menos en un primer
momento, los genoveses jugaron un papel destacado, como
mercaderes y como atiesanos. El alarde simanquino de 1503 de
Toledo recoge el nombre de trece de ellos: cinco mercaderes y
otros cinco que sin profesión concreta; pero tres dijeron ser
174
tejedores de seda. Tan parca información impide describir el
papel desempeñado por éstos, o si el caso de Toledo se
parecería al valenciano. No obstante, su papel pudo ser nada
desdeñable como difusor de la técnica genovesa, entonces la
más avanzada. Acaso no fuera ajena Toledo al proceso de
difusión del terciopelo y de otros géneros de arte mayor por los
genoveses, como aconteciera en Valencia y otros centros desde
1475 41 • Por último, cabe la posibilidad de relacionar el
desarrollo del cultivo de moreras en Murcia desde 1450 con el
inicio de la sedería toledana, y no sólo con las exportaciones
hacia Italia por genoveses, quienes también se hallaban
presentes en la Ciudad Imperial, dedicados al comercio de
materias primas textiles42 .
No obstante, los datos disponibles permiten ofrecer una
hipótesis sobre tal origen. En 1500 predominaban en la ciudad
los tejedores de estrecho: toquería, pasamanos, actividades que
se habrían desarrollado durante la centuria precedente; y una
elevada proporción de "tejedores de seda", que no declaraba
ninguna especialización43 . Tanto en Toledo como en otras
ciudades, los testimonios del trabajo de la seda aparecen
siempre relacionados con la comunidad judía y la fábrica de
tocas y tejidos ligeros 44 . Serían éstos velos, tocas o pañuelos,
ligeros, por lo común con mezclas de otras fibras: algodón, lino,
oro, plata, y de elevado valor. Algunos nombres, incluso,
recuerdan un origen anterior, musulmán. Éste es el caso, por
ejemplo, de las alcaidías. Todos, géneros del arte menor, mas
175
de elevado valor. Así lo atestiguaría el nombre de alguna renta
toledana, como la de "paí1os de oro y seda". Con todo, la
producción era reducida. Es posible que las 450.000 libras de
seda y 15.000 telares de Gaspar Naranjo tengan alguna validez,
no en cuanto a su cifra, pero sí a la relación consumo de seda
por telar. Las 30 libras resultantes informan del predominio del
arte menor. Ésta sería la única manufactura serícola existente en
la ciudad, ya que los genoveses llegarían sólo a partir de 1480.
En Toledo, judíos eran muchos de quienes a fines del
siglo XV se dedicaban a la producción y comercio de géneros
séricos. Tal vez desde el siglo XIII, que conservamos los
primeros testimonios. Como los Husillo, de la Torre, Acre, o de
la fuente. De hecho, aún en el siglo XVI, la mayor
concentración de tejedores de seda se dio en el Barrio Nuevo, o
antigua judería. Asimismo, una mayoría de toqueros residía en
la parroquia de San Román, junto a la anterior, en 1520.
Parecida conclusión se despende de los datos aportados por
CANTERA y LEÓN (1969). De la mano de obra judía dedicada al
trabajo de la seda en 1495, 14 eran tejedores de seda; 1,
tintorero de seda; y 22, toqueros. Es decir, se confirmaría, al
menos para fines del Cuatrocientos, el predominio del "arte
menor" de la seda en Toledo, con la fábrica de tocas, cintas (dos
tejedores) y cordoneros (cinco).
Los datos disponibles sugieren, pues, un doble origen de
la sedería toledana. Por una parte, la aparición, primero, de los
oticios "de lo estrecho" en el siglo XV, acaso antes, ligada al
trabajo de la comunidad judía. Sólo en un segundo momento,
COnf01l11e la disposición de materia prima y de capital, y la
economía castellana lo permitieron, las sederías "de lo ancho"
alcanzaron mayor desarrollo; en un primer momento, por la
llegada de mercaderes y artesanos genoveses a Toledo. De este
modo, el crecimiento económico y el relativo aumento de la
capacidad adquisitiva del castellano desde fines del siglo XV y
durante al menos la primera mitad de la centuria siguiente, se
tradujo en una mayor demanda de productos de lujo. Entre los
cuales, el textil ocupó un lugar determinante, como
reconocieron las Cortes. Hipótesis que confirma la fecha de
redacción de las ordenanzas de oficios. Las de los colcheros en
176
1519 fueron las primeras del siglo XVI, seguidas de las de la
pasamanería y cortinaje en 1526. En cambio, las del arte de la
seda, que abarcaban el terciopelo, raso, damasco y tafetán,
debieron esperar hasta 1533. Así pues, en un primer momento,
predominaron en Toledo los tejedores de lo estrecho. Con
posterioridad, su número disminuyó de modo paulatino. En
cambio, el de tejedores de ancho: de terciopelo, raso, damasco,
tafetán, no dejó de aumentar, con una cada vez mayor
especialización del trabajo, sobre todo en el terciopelo. Es lo
que representa el CUADRO 7, sobre población activa dedicada al
tejido de la seda durante el primer tercio del siglo, a partir de la
documentación notarial.
177
el trabajo de la seda en fecha tan temprana como 151245 • Todo
ello prueba la vitalidad que, al margen del aporte genovés,
disfrutaban la sedería y el capital mercantil toledanos antes de
1500. Sabemos de la importancia que alcanzó también en
Talavera el beneficio de la seda, y en los protocolos hallamos
referencias a tejedores de seda en los pueblos cercanos a
Toledo. No obstante, la aparición y mantenimiento de la sedería
rural estuvo relacionada y supeditada a la de la ciudad. De
Toledo eran los mercaderes que suministraban la materia prima
a los tejedores, y también quienes luego la comercializaban.
Tampoco es claro el origen de la manufactura talaverana. Acaso
surgiera por un proceso de difusión desde Toledo. No es raro
encontrar en los protocolos a mercaderes talaveranos comprar
seda en Toledo, o a mercaderes toledanos suministrársela a
tejedores allí afincados46 . En todo caso, la falta de monografia
alguna al respecto impide cualquier juicio definitivo.
A partir de entonces y durante el siglo XVI, la actividad
textil conoció un rápido desarrollo en la ciudad. Toledo se
convirtió en la egregia sedería castellana y en uno de los
principales centros dedicados a las otras actividades textiles.
Éstas, como ya reconocieron Luis Hurtado o el Ayuntamiento,
sllstentaron de su población durante más de tres siglos. Así,
cuando el textil entrara en irremisible decadencia, la ciudad lo
acompañaría en idéntico destino.
178
2. MATERIAS PRIMAS y ABASTECIMIENTO
179
influencia, una abundante cosecha de seda alimentaba sus
manufacturas. Además, en ambas, la fluida y sencilla
comunicación marítima permitía la salida de su producción47 •
Empero, ¿gozaba Toledo de alguna de estas facilidades?
En principio, no. La ciudad y su tierra albergaban un numeroso
ganado lanar; sin embargo, ni en cantidad ni en calidad
competía con las más reputadas lanas conquenses o sorianas. La
cercanía de varias cañadas era un elemento a favor, pero no
decisivo. Más paradójica aun fue la aparición del trabajo sedero.
Nunca existió una importante producción de seda en ninguna
zona cercana, y las madejas procedían de fuera del reino.
Además, la ciudad se halla en el centro de la península. Aquella
situación era favorable en algunos momentos; con todo, eran
evidentes las ventajas de toda urbe marítima para su comercio.
Sin embargo, en Toledo existió una numerosa población
ocupada en el trabajo de la lana y de la seda. ¿Cómo explicar
esta contradicción? Para ello analizaremos tres factores. En
primer lugar, el abasto de lana, y cómo estuvo determinado,
pero también influyó, en cada actividad. En segundo lugar, la
seda, y los cambios en su procedencia y calidad con el tiempo.
Dedicaremos el tercer punto al abastecimiento de otras materias
y sustancias también imprescindibles en las actividades textiles,
como las tintas, las sustancias mordientes, la leña o el agua.
La lana
La pañería y la bonetería de Toledo se especializaron
desde época temprana en géneros de elevada calidad. Por tanto,
las materias primas, base de un buen producto final, debían
ajustarse a cada tejido. Las Ordenanzas Generales de Paños de
1511 prohibían toda lana de añinos o peladas para paños
47 Tanto Valencia como Granada eran, desde época medieval, ciudades bajo
cuyo control e influencia disponían de un amplio territorio, donde se dio una
especialización en productos agrícolas y manufactureros para la
exportación; a cambio, importaban grano y otros alimentos. Especialización
imposible sin unas fluidas comunicaciones. GUlRAL (1989), pp. 327-379.
ARIÉ (1992), pp. 158-161 Y 186-193.
180
48
superiores a 18 1105 , cordellates, estameñas, docenos y frísas •
Ello motivó que la pañería toledana antes de 1500 usara con
preferencia lana merina. En cambio, los paños de menor cuenta
incorporarían lanas más bastas. La existencia de una materia
prima abundante y de calidad habría favorecido el desarrollo de
una pañería importante.
Empero, esta teoría es insuficiente. Desde que las fuentes
son explícitas, se advierte, no sólo una numerosa cabaña ovina
dedicada a la producción de lana en torno a Toledo, sino su
búsqueda en zonas más remotas. Para una aproximación más
exhaustiva a dicho fenómeno, dos son las fuentes utilizables. De
una parte, los protocolos notariales. Recogen cientos, miles de
contratos de compraventa de lana, en que se especificó su
calidad, peso, precio, procedencia, forma de entrega y
condiciones de pago. Asimismo, contamos con los Libros de
Acuerdos del Ayuntamiento. En ellos nunca hallaremos noticias
sobre el número exacto de cabezas de ganado existentes en el
ténnino y legua de la ciudad. Acaso tampoco llegó a conocerlo
la institución49 • Sin embargo, en tales libros eran registradas
todas las entradas de rebaños en el término de Toledo50 • De
haberse conservado la serie completa, o al menos en su mayor
parte, para el siglo XVI, podría calcularse de forma aproximada
el número de cabezas de ganado en cada momento, aun siendo
trashumante una parte. ¿De dónde procedían, pues, las lanas y
cuál era su calidad?
A partir de los registros notariales puede reconstruirse de
modo muy aproximado el proceso en todos sus aspectos. En la
48 Nueva Recopilación ... , lib. VII, tít. XlI, ley IV, fol. 244v.
4q Una de las rentas de propios de la ciudad era la de "ganados de los Montes".
No obstante, desconocemos el monto generado por cada tipo de ganado; y,
dado su reducidísimo valor y el escaso número de años que fue arrendada,
es imposible establecer ninguna evolución. Sus valores se hallan recogidos
en los Libros de rentas del Archivo Municipal de Toledo.
50 En ésta sólo podían introducir ganado los vecinos de Toledo. Ello motivó
frecuentes conflictos con la Mesta, por la entrada de ganados trashumantes.
Argüía el Ayuntamiento los cuantiosos daños ocasionados por los mesteños,
que se sumaban a la numerosa cabaña estante de la ciudad, la zona rural
alrededor de ella yen los Montes.
181
mayoría de los casos, el comprador, vecino de Toledo, adquiría
la lana en las zonas rurales, con frecuencia de forma adelantada.
Valga como ejemplo el contrato de venta por Francisco de
Mazarambroz, vecino de Casasbuenas, a Elvira de Madrid, de 4
arrobas de lana merina, "de la tierra, de mi hierro e señal, a uso
de laneros, deshaldado, e deslavado, syn basto e syn bastardo",
a entregar en abril de 1537, porque le adelantó 4 ducados, y el
resto al recibir la lana; es decir, a 585 mrs. cada arroba51 • Las
características de tales contratos han sido señaladas con
anterioridad por diversos autores, por cuanto no son necesarias
otras consideraciones 52 . Mayor interés ofrecen tres aspectos,
fundamentales: la calidad de la lana usada en Toledo, su
procedencia geográfica y los compradores de tales lanas.
La lana presenta, dependiendo de la edad del óvido, dos
calidades 53 • Por una parte, la lana denominada añino; y, por
otra, la de los animales adultos. Más significativa era la
distinción según la raza. De la oveja merina se obtenía la lana
de idéntico nombre, estimada la de calidad superior. A parte, la
de otros animales, como la oveja churra, o la procedente del
trabajo del cuero en las tenerías, o de peladas54 • Ésta era
considerada de íntima calidad y su uso estuvo siempre
prohibidos5 • Además, en cada tipo de lana según el animal, se
distinguían varias suertes también por las partes de procedencia:
no era igual la lana de los cuartos traseros que delanteros, ni la
del cuello que aquélla de los costados. Por último, se aludía a su
origen geográfico. Las de Cuenca eran reputadas las de mejor
182
calidad de Castilla56 • Por tanto, las adquirían los fabricantes
segovianos, conquenses e italianos. También los de otras
ciudades castellanas, como Toledo.
La casuística era infinita. Empero, alcanzaba mayor
relevancia en otros centros pañeros, no en Toledo. A partir de
los contratos notariales conocemos la procedencia de cada
partida de lana, pues siempre se especifica la vecindad del
vendedor57 • En cambio, sólo tres clases de lana aparecen en las
fuentes utilizadas. Son las bastas, de añinos y merina. De éstas,
alrededor de tres cuartas partes eran merinas, un 10 % añinos y
en una sola ocasión se menciona la compra de lana basta. Al
margen dejamos los contratos que omiten la clase de lana
adquirida. Éstos representan una cuarta parte del total. No
obstante, dada su procedencia: Molina, Medinaceli, podemos
aventurar la hipótesis de que también fueran merinas58 .
¿De dónde procedían, cuál era el origen de las lanas
consumidas en Toledo? Las fuentes muestran una enorme
dispersión en el abastecimiento. En primer lugar, la ciudad era
el centro desde donde operaban los mercaderes italianos.
Familias como los Centurione, los Imperiali, los Doria, sobre
todo durante la primera mitad del siglo, se instalaron en Toledo.
Desde la Ciudad Imperial adquirían a los ganaderos y pastores
ingentes cantidades de lana por toda Castilla59 • Dicha lana,
lavada, era transportada por la ruta murciana hasta Cartagena60 •
183
Allí era embarcada y enviada a Italia, para su trabajo por las
pañerías florentina o veneciana6J •
El abastecimiento de la pañería, como también de la
sombrerería y la bonetería, no era distinto al sistema empleado
por los mercaderes italianos. La única diferencia radicaba en la
escala alcanzada por cada actividad. El bonetero, el mercader, al
igual que el italiano, suscribían contratos con los ganaderos
durante el invierno. En tales contratos, el comprador se
aseguraba cierta cantidad de lana, de una calidad concreta y a
un precio preestablecido. Adelantaba para ello algún dinero, que
nunca excedía de un tercio o la mitad del precio contratado. A
cambio, el propietario del ganado se comprometía a entregar la
lana en la época de esquileo, en mayo, o en la primera semana
de junio a más tardar, en un lugar y condiciones preacordados.
La concentración temporal de los contratos en momentos
determinados también se dio en su distribución geográfica. La
manufactura toledana prefirió tres zonas para su abasto de lana.
Por una parte, la producción local. Ésta representaba alrededor
de la mitad del consumo, de atenernos a los contratos notariales
manejados. Sin embargo, no estaba diseminada en todos los
lugares por igual. Centrábase en un radio de unos 30 kilómetros
en tomo a Toledo, en los pueblos más cercanos y situados al
norte del Taj 0 62. En este caso, predominaban las compras de
lana merina63 • No obstante, de los 4 contratos referidos a añinos,
3 procedían de estos lugares, así como el único de lana basta.
Los propietarios de tales ganados solían ser habitantes en los
lugares referidos en cada documento, con frecuencia ganaderos
184
o pastores. Pero, en ocasiones, eran vecinos de Toledo,
residentes en la ciudad o en dichos lugares, donde en todo caso
se hallaban tales hatos, los propietarios del ganado y quienes
realizaban las ventas.
Una segunda zona de origen de lana era La Mancha y
Extremadura64 . Es decir, regiones de llanura, abundantes en
pastos y, más importante aun, con invernaderos que albergaban
buena parte de la cabaña trashumante castellana durante
determinados meses 65 • Así, en alguna ocasión, hallamos
contratos firmados con ganaderos de Zafra o Almagro, lugares
alejados de Toledo.
La otra zona destacada para el abasto de lana era el
Sistema Ibérico. De las provincias actuales de Cuenca,
Guadalajara y Soria procedía alrededor de un tercio de la lana
consumida en Toledo. En total, 17 contratos. De ellos, 8
finnados por habitantes de localidades hoy en la provincia de
Cuenca, 6 de Soria y 3 de Guadalajara. La calidad de estas lanas
era elevada. De atenernos a la documentación manejada,
preponderaba la lana merina frente a cualquier otra de inferior
clase66 • Desconocemos la importancia del abasto en otras zonas
a las aquí señaladas. Sin embargo, no debió de alcanzar gran
relevancia; y, a falta de testimonios, sería una excepción67 •
Todo ello queda reflejado en el CUADRO 8, acerca de las
lanas compradas por vecinos o habitantes de Toledo, a partir de
la documentación notarial de la ciudad. Incluimos, con la
localización de los lugares de origen de los vendedores, el
185
CUADRO 8. Origen y calidad de las lanas consumidas en Toledo durante el siglo XV!
Calidad de las lanas
Procedencia Total
Añinos Basta Merina Desconocida
Ajofrín - - - ( 1) l 00 pesos (1) 100 pesos
Albacete (1) 85 - - - (1) 85
Almagro (Ciudad Real) - - - (1) 80 (1) 80
Añover de Tajo - - (1) 10 - (1) 10
Bargas (1) 2 - (2) 18 - (3) 20
Brihuega (Guadalajara) (1) 2 - - - (1) 2
Budia (Guadalajara) (1) 40 - - - (1) 40
Camarena - - (1) 34 - (l) 34
Casasbuenas (1) 5 - (1) 30 - (2) 35
Cuenca (sierra de) (1) 40 - - (2) 92 (3) 132
Dos Barrios - - (1)700 - (1)700
Estivel (ciudad de Toledo) - - (1) 40 - (1) 40
Gálvez - - - - ?
IIIán de Vacas (tierra de Talavera) - - (1) 5 - (1) 5
La Puebla de Montalbán - - - (2) 77 (2) 77
Magán - - (2) 14 - (2) 14
Mazarambroz - - (1) 30 - (1)30
Medinaceli (Soria) - - - (2) 100+? (2) 100+?
Melgal (ciudad de Toledo) - - (1) 10 - (1) 10
Mocejón - - (3) 36 - (1) 36
CUADRO 8. Origen y calidad de las lanas consumidas en Toledo durante el siglo XVI Ó' Il)
Calidad de las lanas
Procedencia Total
Añinos Basta Merina Desconocida
Molina (Guadal ajara) - - (1) 400 - (1) 400
Nambroca - - (2) 450 - (2) 450
Olías del Rey - - (1) 5 - (1) 5
Peñalén (Cuenca) - - (5) 355 - (5) 355
Poveda (Soria) - - (2) 265 - (2) 265
Quintanar - - (1) 250 - (1) 250
Redondo (tierra de Medinaceli) - (1) 40 (1) 85 - (2) 125
Santa María de Pejinas - - (1)10 - (1) 10
Santo Domingo - - (1) 120 - (1) 120
Seseña - - (1) 30 - 1 (30)
De la tierra - - (1)11 (1) 8 (2) 19
Toledo - - (1) 12 - (1) 12
Torrijos - - - (1) ? (1) ?
Villaescusa (Albacete) (1) 19 - - - (1) 19
Yeles - - (1) 45 - (1) 45
Yunclillos - - (1) 30 - (1) 30
Zafra (Badajoz) (1) 200 - - - (1) 200
Desconocido - - - (1) 100 (1) 100
Total (8) 385 (1) 40 (35) 2.995 (11) 457 (55) 3.877
......
~ FUENTE: AHPT, prots.
número de contratos suscritos (entre paréntesis), y la cantidad
total de lana, a continuación, expresada en arrobas. Asimismo,
la fuente manejada menciona las suertes de lana contratada. Ello
ilustra, mejor que ningún texto, la manufactura de la ciudad.
Estos datos evidencian la extensión de las redes de abasto
de lana de la Ciudad Imperial. ¿Significa esto que Toledo y las
zonas rurales consumían mayor cantidad de lana que la obtenida
de la cabaña local? Es arriesgada toda aseveración al respecto.
Ya aludimos a la colonia mercantil italiana, en especial
genoveses, en la exportación de lana desde Toledo. Ello había
motivado en 1462 que la Corona concediera a la manufactura
local el derecho a tanteo sobre un tercio de la lana exportable68 •
La proporción fue aumentada a la mitad en 1551 por Carlos 1,
quien derogó la medida un año después 69 . En otras ciudades los
mercaderes compraban la lana a los campesinos o ganaderos, la
transportaban a las ciudades: Cuenca, Córdoba, Segovia, y allí
la transformaban en sus telares o la vendían a mercaderes o
maestros. En Toledo, la situación fue otra. No eran mercaderes,
sino boneteros o sombrereros, los principales compradores de
lana. ASÍ, del total de 55 contratos de compra directa de lana en
bruto a los propietarios de ganado, 15 fueron suscritos por
boneteros, 1 por un sombrerero, y 3 por mercaderes.
La dificultad de abasto de la manufactura castellana y el
alza del precio de la materia prima motivaron la pragmática de
Toro de 23 de abril de 1552. Por ella se prohibía la reventa de
lana y se concedía licencia a varias ciudades, como Cuenca,
Segovia, Toledo, Córdoba, Úbeda y Baeza, para crear
comisiones oficiales que compraran lana para venderla a precios
razonables a los artesanos 70. En tal sentido interpretamos tres
escrituras, donde advertimos la intervención directa municipal.
En la primera, Pedro de Sandoval, Juan Femández, bonetero, y
IiK Medida otorgada por el monarca en las Cortes de 1462, petición XXVII.
COLMEIRO (1861), t. III, p. 721.
69 CARANDE (1990), t. 1, p. 310. A juicio del cual, más de la mitad de la
producción castellana de lana era exportada. CARANDE (1990), t. 1, p. 113.
Asimismo, VIÑAS (1975), pp. 340 Y ss. En opinión de DESPORTES (1999),
pp. 62-67, la mayoría de la lana aragonesa era exportada. BENITO (1975).
70 CARANDE (1990), t. 1, pp. 109-110.
188
Juan Pareja, mercader, se obligaron a vender a los laborantes de
lana, para el año 1555, 1.500 arrobas de lana, al precio
contenido, más costas y 3 reales de ganancia. Para aquel mismo
año, Juan de Herrera, mercader, se obligó a vender a los
oficiales de la sombrerería 700 arrobas de añinos prietos de La
Mancha, Huete y Yébenes, a no más de 5 reales la arroba. Y,
poco después, sería Pedro de Madrid quien se obligara a
suministrar 600 arrobas de añinos de La Mancha, Huete y
Yébenes, con ganancia de 4 reales, para el año 1558; cantidad
que Francisco Pérez y Pedro de Hermosilla rebajaron en medio
real 71 • Desconocemos, empero, la vigencia de aquel sistema, así
como su relevancia. Los estudios sobre las pañerías conquense,
segoviana o cordobesa lo omiten. Ello impide delimitar la
incidencia de aquel nuevo procedimiento, dado que las compras
directas de lana por maestros artesanos no cesaron después de
1552. Todo induce a dudar de la extensión de este nuevo
sistema de compra de lana y del papel que desempeñó.
En todo caso, la dificultad o facilidad de la fábrica local
para abastecerse de su principal materia prima no fue un
obstáculo o aliciente único en la evolución de la bonetería o
pañería toledanas. Más importante fue la creación de toda una
red de intermediarios para el abasto de seda a la ciudad. A cuyo
análisis dedicamos las páginas siguientes.
La seda
No obstante el notable desarrollo de la sedería en Toledo
durante el Quinientos, nunca surgió una producción serícola
autóctona capaz de mantener los telares de la ciudad. Por tanto,
la importación fue imprescindible. ¿De dónde procedía la
preciosa materia prima? ¿Cómo llegaba a Toledo? ¿Quiénes
participaban en su comercio y distribución? ¿De qué calidades
era aquélla? Responderemos a estas cuestiones en las páginas
siguientes. Antes, son necesarias unas consideraciones previas
acerca de la seda y sus diferencias con la lana.
189
La lana se obtiene de una especie animal, la ovina, con
presencia en toda la península Ibérica y gran capacidad de
adaptación a diferentes ambientes ecológicos. En cambio, tanto
la morera como el moral, y en particular el gusano de seda,
requieren unas condiciones de humedad, temperatura o altitud
concretas 72 • Ello determinó que la producción de seda quedara
restringida a tres zonas, con cierta continuidad geográfica:
Granada, Murcia y Valencia. Además, otros centros de menor
relevancia, como Jaén o Talavera. Por tanto, nunca existió una
producción de seda en bruto como la de lana, cuantificable en
arrobas, sino en una unidad menor, la libraD. Así, es probable
una producción de unas 500.000 arrobas de lana al año,
resultante de calcular una cabaña de estantes y trashumantes
para toda Castilla de unos 5.000.000 de cabezas de ganado lanar
hacia 1580, momento de máximo auge de la actividad durante
el siglo XVI, y de 4.500.000 en 160074 • En cambio, las 170.000
libras de seda cosechadas en Granada en 1568 quedaron luego
reducidas a unas 90.000 75 • Sumemos a ello las alrededor de
120.000 libras de Murcia hacia 1600, y una cantidad, en todo
caso menor, de Valencia y otras zonas, como Jaén. Ello
significaría que la producción total de seda en bruto rondaría las
400.000 libras. Es decir, unas 18.000 arrobas. La mayor o
menor abundancia de cada fibra, como también sus cualidades
textiles, el trabajo incorporado y su estima social influyeron en
su precio y su demanda. Así, en 1560, una arroba de lana fina
190
merina costaba unos 750 mrs.; en cambio, se necesitaban
alrededor de 2.000 mrs. para adquirir una libra de seda de
Granada. Resulta lógica, por tanto, la especialización de
regiones concretas en el cultivo de la seda, dadas las
condiciones ambientales propicias para ell076 •
Los fabricantes, la producción, hubieron de adaptarse a
aquella realidad. Los mercaderes toledanos adquirían la seda en
los centros de origen. Recordemos el acuerdo de 1484, entre los
principales mercaderes de Toledo y los arrendadores de la renta
de los puertos secos entre Castilla y Aragón, citado más arriba.
En la mayoría de ocasiones, las compras eran realizadas
mediante concesión de algún poder. Así, en 1600, Gregorio de
Urrea, mercader, otorgó poder a Tiburcio de Urrea, su hermano,
también mercader, para comprar cualquier cmltidad de seda en
Murcia77 • Como éste, todo protocolo notarial de la época guarda
múltiples ejemplos. Siempre, la misma organización. Un
mercader de Toledo concedía poder a otra persona, con
frecuencia familiar o vecino de Toledo y habitante en Murcia o
Valencia, para obligarlo hasta cierta suma de mrs.,para la
compra de seda "o cualquier otra mercadería". Dicha estructura
tuvo reflejo también en los encabezamientos de alcabalas. En
ellos hallamos encabezados de las rentas de paños de oro y
seda, y seda y lana a habitantes en Murcia. Así, del registro de
encabezados de dicha renta en 1589, siete eran vecinos o
residentes en Murcia78 •
191
Las diferencias respecto a la compra de lana son
evidentes. El acceso directo del artesano urbano a la lana del
propietario del ganado no se repitió en la sedería. La seda era
monopolizada por unos cuantos mercaderes en las zonas
productoras, alejadas varios cientos de kilómetros de Toledo. A
continuación, aquélla era trasladada a Toledo por dos caminos
preestablecidos: eran las rutas de Murcia y de Valencia79 • Una
vez en manos del mercader, podía él mismo tejerla, mediante la
entrega a hiladores y tejedores; o venderla a otro mercader, aquí
con carácter más especulativo; quien, de nuevo, podía optar por
su trabajo o por una nueva venta.
Todo ello originó un complejo comercio de larga
distancia entre las zonas productoras: Valencia, Murcia y
Granada; y las consumidoras de seda: la misma Granada,
Córdoba y Toledo. Añadamos a ello la enorme variedad
existente de sedas. Al igual que en la lana, se distinguían varias
clases según su procedencia: la granadina, en teoría criada con
moral, y por tanto de mayor calidad; y la valenciana y
murciana, seda de morera, más basta. Se diferenciaba, también,
entre la seda joyante, de calidad superior, y la seda redonda,
inferior. Asimismo, como en la lana, se distinguían varios tipos
de hilo según la parte del capullo de que fueran obtenidos 80 •
Aquella seda llegaba a Toledo de tres modos distintos: en
estado bruto, es decir, cruda o en capullo; hilada, y entonces era
denominada pelo; ya torcida, en madeja, o incluso tinta.
192
CUADRO 9. Origen de la seda consumida en Toledo durante el siglo XVI
Granada Murcia Toledo Valencia
Año
Contratos Peso Contratos Peso Contratos Peso Contratos Peso
1506 2 107/13 o - - - - - -
1512 - - - - - - - -
1520 2 51l/60 - - - - - -
1528 - - - - - - - -
1536 - - - - - - - -
1544 - - - - - - - -
1552 - - - - - - 2 308l
1560 7 537/15'50 - - - - 5 64/11 o
1568 - - 9 66/5'5 o 1 34 o 12 182/6'50
1576 - - 4 117/9'50 - - 2 15 o
1584 1 ? 4 144/100 - - 15 2.382/14 o
1592 - - - - - - - -
1600 - - 6 3.055/50 - - 3 11/6 o
Total 12 1.157/2'5 o 23 3.383/15 o 1 340 39 2.950/4'5 o
FUENTE: AHPT, prots. El peso de la seda viene detenninado en ¡(ibras) de 460 gramos yen o(nzas) de 28'75 gramos.
Por tanto, las posibilidades existentes eran mayores que
en el caso de la lana. Todo ello queda plasmado en el CUADRO 9.
Recoge los diversos tipos de seda mencionados en la
documentación notarial, según su origen geográfico. Juzgamos
necesaria la inclusión, además del número de contratos, de las
cantidades de seda y de su precio, ya que ello refleja alguna
diferencia de interés. Asimismo, estimamos imprescindible el
marco temporal. Sólo de este modo alcanzaremos los cambios
acaecidos en el origen geográfico de la seda tejida en Toledo.
A comienzos de siglo, todos los contratos notariales
81
reflejan el uso exclusivo de seda granadina • En aquellos
primeros momentos, la sedería valenciana conocía su pleno
apogeo, y las plantaciones murcianas aún no rendían sus
mayores frutos 82 . Era lógica, pues, la apuesta por la seda
granadina. Dentro de la cual encuadramos el control de la renta
de la seda de Granada desde la misma conquista y, por tanto, de
la producción en bruto. Así, Benito de Córdoba, junto a Pedro
García y Alonso de Fuensalida, mercaderes de seda, recibieron
de Francisco y Lope Sánchez de la Jara, cambiadores, 311.193
mrs., restantes de un cambi0 83 . Tal pago nada tendría de
peculiar, salvo por el modo de saldarlo: 50.000 mrs. fueron
entregados a través de un depósito con Andrés Ortega,
escribano público; el resto fue liquidado mediante 495 libras de
seda, de la que tenían Diego y Juan de la Fuente, a la sazón
arrendadores de la renta de la seda de Granada, a 1.135 mrs.
cada libra; es decir, 561.825 mrs. Ello muestra cómo, de
arrendador de una renta, el capital mercantil toledano pasó
pronto a controlar la producción y el comercio de seda.
No obstante, la situación cambió de forma rápida. Las
Gennanías implicaron la decadencia de la sedería valenciana84 •
8·\ GARCÍA CÁRCEL (1981), p. 209. NAVARRO (1999), pp. 56, 58-59. El
autor, además, proporciona varios testimonios que relacionan la crisis de la
sedería valencia a principios del siglo XVI con el auge de Toledo -p. 226-.
194
Sólo desde aquel momento la fábrica toledana dispuso de una
zona de abastecimiento suficiente a sus necesidades. Tras 1520,
el consumo de seda valenciana fue cada vez mayor. De este
modo, son comprensibles las numerosas referencias de mediada
la centuria a compraventas de "pelos de Valencia", junto a los
reiterados intentos de las autoridades valencianas por imponer
aranceles a la exportación de sedas hacia Castilla. Ello indica,
además, el modo como la seda llegaba a la ciudad: en fonna de
pelos, no cruda. Es decir, cuando la seda llegaba a Toledo y era
vendida por vez primera en el "mesón de las sedas", en la
mayoría de las ocasiones era ya hilada85 • Aclara esto la petición
del Ayuntamiento de Toledo para que la seda de Murcia fuera
comercializada como la de Valencia, en madeja, no en ovillo, y
de una misma suerte, dados los grandes fraudes cometidos 86 •
Similar proceso ocurrió en la seda murciana. En Murcia
nunca surgió una manufactura impoliante que debiera proteger
ninguna institución. Como sugieren PÉREZ PI CAZO y LEMEUNlER,
el origen y posterior desarrollo del cultivo de seda en Murcia no
fue un factor para la aparición de las sederías cordobesa o
toledana. Al contrario. Habrían sido los mercaderes castellanos,
en particular toledanos, quienes difundieron el cultivo de la
morera por toda la huerta murciana, ya a fines de siglo XV 87 •
Por último, mencionemos, aun de fonna breve, la
producción local de seda. En efecto. Nunca surgió en Toledo un
cultivo importante de seda. Siquiera durante el siglo XVIII,
cuando se realizaron los mayores esfuerzos, infructuosos, por
desarrollar una producción local ajena a la dependencia de las
195
importaciones. Con todo, no habían sido los primeros hasta
entonces. Luis HURTADO aludió a la cría de seda en Toledo y sus
cercanías 88 • No es éste, empero, el único testimonio disponible.
En 1603, el Ayuntamiento ordenó que le mayordomo arrendara
los álamos, morales y ejidos de Azuqueica89 • Así, una de las
rentas de propios del Ayuntamiento era la de los morales de la
seda. Esto confirma que el cultivo de seda no era desconocido
en Toledo a fines del siglo XVI. Sin embargo, el valor de esta
renta nunca fue elevado; má"ime, al basarse en el arriendo de
una plantación, según diversos testimonios, de sólo 13
moreras90 • Ello indicaría, pues, la escasa relevancia de este
cultivo.
Tres años antes, en 1600, Marcial y Domingo Sánchez,
vecinos de Toledo, se obligaron a Pedro Hemández Cervatos,
bonetero, a criar y beneficiar 5 onzas de simiente de seda en
Mazarambroz; a cambio recibirían 40 ducados, más los gastos y
la mitad de los posibles beneficios'>l. No hemos hallado más
ejemplos de cría de seda en tomo a Toledo, además de las
referencias de MOLÉNAT, citadas más arriba, del siglo XV.
Todos datan de la segunda mitad de la centuria y, como el
mismo HURTADO reconoció, "ésta es muy poca y más fina que la
de Murcia,,92; es decir, aunque de calidad, muy escasa.
Esta diversidad de zonas de abasto, en parte controladas
por el capital mercantil toledano, permitió una fluida llegada de.
materia prima durante toda la centuria. Según Luis HURTADO, la
seda de Murcia llegaba entre mayo y septiembre, y la de
Granada, por Santiago. Sin embargo,
"[ ... ] como se ayan talado los morales, y mudados los criadores
[se refiere a la expulsión de los moriscos de Granada], no se
platica ya en esta ciudad [... ]'.93.
196
Y, en efecto, la rebelión morisca de las Alpujarras se dejó sentir
en Toledo. Juan Lagarto, a la sazón arrendador de la renta de la
seda, denunció a la ciudad el arrendamiento de 1569,
"[ ... ] por razo(n) de la guerra de Granada dexa de venyr a esta
yiudad mucha cantidad de seda del marquesado e otras
p(ar)tes; por causa de lo q(ua)1 pidionos de dos mili d(ucad)os,
e asy pide se le haga de la quenta dellos; despues, porq(ue) la
tiene ar(r)e(n)dada como e(n) la d(ic)ha c(art)a se
q(ontien)e,,94.
197
Real 96 • Por tanto, la sustitución de la seda granadina fue lógica,
previsible. Consideremos el cambio hacia tejidos de menor
valor a fines de siglo XVI, que abordamos en otro momento.
Otras procedencias no fueron recogidas por nuestras
fuentes. No disponemos siquiera de un contrato o de una
referencia a seda jienense97 • Ello nos hace dudar de la
importancia de su cultivo en Jaén o su provincia, así como de
las posibles relaciones comerciales con Toled098 • Tampoco
hallamos testimonios de la llegada de seda italiana, bien a través
de Murcia o Valencia, bien de la colonia italiana, genovesa
podríamos afimlar, como intermediaria, afincada entonces en la
Ciudad Imperial. Más numerosos son, en cambio, los contratos
o referencias a la llegada de seda de la India. En los inventarios
de bienes, ya dotales o "post mortem", no extraña la aparición
de telas o ropas de calicut. La calicut, como otras mercaderías
procedentes de aquel subcontinente, fue distribuida en Europa,
al menos hasta 1600, por portugueses 99 • Y, en efecto,
encontramos a portugueses comerciando con telas en la época.
De mayor interés son dos catias de 1593, para que el arrendador
de la renta de la seda de Granada no impusiera el diezmo a la
seda india introducida por portugueses IOO • A ello ya se refirieron
198
fORTEA y NAVARRO JOJ • Sólo nos queda confirmar la más que
probable reducida importancia de la seda de este origen dentro
del consumo total de la ciudad J02 •
Así pues, como la paílería, la manufactura sedera de
Toledo estableció un completo sistema de abasto de las
principales materias primas: lana y seda. Empero, una tela, un
bonete o un sombrero, no requerían sólo lana o seda. También
otras materias sin las cuales aquéllas no podían ser trabajadas.
Es precisa, por tanto, una mínima alusión a estas materias
"secundarias", para comprender mejor los condicionantes y
limitaciones de cada actividad.
Los tintes
En efecto. No sólo de lana y seda se sustentaban aquellas
manufacturas. Otros elementos eran asimismo imprescindibles.
Debía existir una corriente de agua, el Tajo, para mover los
batanes. Del mismo río, se obtenía agua para el hilado de la
seda, el lavado de la lana y para el tinte. Y leña con que calentar
aquella agua, y sustancias con que tintar las telas. Sin olvidar
otras, omitidas con frecuencia, mas no menos importantes para
el proceso productivo, como el aceite, el jabón o la greda 103 •
Ello hizo de Toledo en 1500 una ciudad favorecida por la
naturaleza para la manufactura textil. Contaba con un río
caudaloso, donde construir presas para batanes, e incluso algún
lavadero de lana l04 • La disposición de agua permitía un
desarrollo del tinte al alcance de pocas ciudades. La leña
tampoco fue un obstáculo; al menos a principios de siglo,
199
cuando la densidad demográfica aún era baja y las roturaciones
no habían devastado gran parte de la masa forestal. De hecho,
Toledo controlaba una amplia zona de aprovechamiento
forestal, los montes de Toledo, cercana y abundante en leña.
Asimismo, de un lugar próximo, Magán, se obtenía la greda de
mejor calidad de toda Castilla, o "tierra de Magán".
Por tanto, sólo los tintes, quizá el elemento que más
influía en el aprecio y consideración de la tela, debían ser
"importados" en cantidades que hacían depender la manufactura
del comercio exterior. Ya citamos los problemas ocasionados en
1573 por el monopolio genovés de agalla lO5 • Acaso no fuera la
única ocasión que sucedió algo parecido. Empero, ni los
mercaderes genoveses, ni los asentados en Toledo, realizaban
dicho comercio. Fueron, sobre todo, mercaderes burgaleses.
Así, en 1506, Álvaro Carrillo, tintorero, se obligó a pagar a
Alonso Álvarez de Madrid, cambiador, y a Rodrigo de Frías,
mercader, vecino de Burgos, 33.016 mrs., de resto por mitad de
6 costales de pastel comprados junto a Cristóbal de Toledo,
también tintorero 106. Ejemplos como éste se repiten en los
protocolos, aunque no de forma tan explícita. Como el caso de
García Sánchez, mercader, quien como fiador de Bartolomé
Delgado, tintorero, pagó al mismo mercader de Burgos 3.000
mrs., por cierta mercadería, que suponemos tintas lO7 • De hecho,
como ha demostrado CASADO, Toledo era uno de los principales
mercados del pastel burgalés: el segundo, tras Segovia lO8 •
Respecto a la grana, la situación tampoco difería. Según
LORENZO SANZ, en 1598 arribaron de América 8.000 arrobas de
l09
grana • Aquel mismo año, los boneteros de Toledo compraron,
al menos, 128 arrobas. Pueden aducirse otros ejemplos, mas
1115 AMT, Seda, /500-/650. Problemas que fueron comunes a toda Europa.
VÁZQUEZ DE PRADA (s.d.), p. 102.
106 AHPT, prot. 1221, fol. 153.
IOH CASADO (1990), cuadro 1 (p. 532), mapa 1 (p. 535) Y apéndice a (p. 544).
109 LORENZO SANZ (1986), t. r, p. 550. El mismo autor ofrece las cifras de
cochinilla llegadas a Sevilla durante el reinado de Felipe n, y aquellas 8.000
arrobas de 1598 fueron superiores al promedio de los cinco años anteriores,
de 6.195 arrobas. Para más datos, VÁZQUEZ DE PRADA (s. d.), p. 101.
200
todos confinnan una misma idea: Toledo era uno de los
principales mercados de tintes de Castilla. De hecho, RUIZ
MARTÍN cita Toledo entre los mayores mercados de cochinilla,
con Amberes, Nantes, Ruán, Génova, Florencia, Córdoba,
Segovia y Medina del CampollO. y LAPEYRE descubre a los
mercaderes toledanos arrendando el almojarifazgo del brasil lll .
Una parte sustancial de aquellos tintes era consumida por
la manufactura de Toledo. Otra, en cambio, era redistribuida
desde la ciudad por los mercaderes en lugares comarcanos, e
incluso en otras ciudades. Así, en 1552, Pedro Vida, vecino de
Cuenca, se obligó a pagar a Cristóbal Cemúsculo y herederos
de Bemardino Cemúsculo 8.450 mrs., por una arroba de
brasi 1112. Pronto, los mercaderes toledanos se introdujeron en
aquel comercio. Fue el caso de Diego López de Sevilla y
Alonso Martínez, mercaderes vecinos de Toledo, a quienes
Francisco Blasco, vecino de Villamantilla, en Segovia, se
obligó a entregar 100 arrobas de rubia, en VilIamantilla, en
mayo de 1561, a 6 reales y 3 cuartos cada arroba I 13. Luego, el
mismo mercader se encargaría de su venta directa al tintorero, o
quizá sólo de su entrega al tintorero para el tinte de unas
prendas suyas.
Otras materias
Aquella situación casi idílica comenzó a cambiar en la
segunda mitad de la centuria, a partir de la década de 1570.
Aquellos años conocieron el máximo de producción cerealista,
para iniciarse después un lento declive. A ello no fueron del
todo ajenas las adversidades climáticas. Desde entonces, los
periodos de sequía fueron cada vez más recurrentes 114. Además,
una población todavía en aumento en las zonas rurales,
demandaba un mayor uso de agua, cuando comenzaba a ser
201
evidente su falta. En 1577, el Ayuntamiento de Toledo solicitó
el abandono de los nuevos regadíos creados en Colmenar l15 •
Argumentaba, faltaba el agua, cuya escasez se sentía sobre todo
en la ciudad. Allí, los molinos y otras actividades dependientes
del preciado líquido se hallaban paradas. No fue aquél el único
año en que molinos y batanes debieron parar por falta de agua
del Tajo. Al menos en 1584 y 1589 se repitieron los mismos
problemas. Carecemos de más noticias al respecto, acaso por la
pérdida de documentación, en especial de los Libros de
acuerdos municipales, más que por la inexistencia de .periodos
climatológicos adversos 116.
Como el agua, la escasez de madera, y en concreto la
leña, fue permanente desde la década de 1570 117 • No fue ésta,
empero, exclusiva de una ciudad o comarca, sino de toda
Castílla. Ya las Cortes de 1573 trataron el problema. Según un
memorial presentado, el uso doméstico, para calefacción y
cocina, y en la manufactura, hahía conllevado su falta ll8 . La
situación se repitió por las mismas fechas en Toledo. Las
roturaciones precedentes habían acabado con extensas zonas
boscosas, a pesar de la teórica, más que real, cercanía de los
montes de Toledo ll '!. Ello provocaba un encarecimiento del
tinte y de otras materias derivadas de la combustión y
necesarias al trabajo textil, como la ceniza l20•
IIR "OtrosÍ dezimos, que la ralta de la leña y diminucion que han venido los
montes destos reynos, está bien entendida, mayonnente de los que viven en
Campos, Andalucía y reyno de Toledo, donde ya no se halla ni puede
quemar sino sannientos y paja; y tambien quán necesario sea al prevenir y
proveer el remedio dello [.. .]" Actas de las Corles de Castilla ... , p. 464.
Escasez que se reflejó en un aumento de su precio a fines de siglo: cf.
GRÁFICO 2, a partir de las series de precios de HAMILTON (1983).
119 También desde aquel momento, fue cada vez más reiterada la insistencia
del Ayuntamiento en los daños a los Montes. Como solución, se redobló la
vigilancia y aumentaron las penas a quienes provocaran su destrucción.
120 Dos son los únicos ejemplos que hallamos de "adquisición" de ceniza en el
periodo que nos ocupa. En ambos aparece la figura del panadero y del
alquiler de un horno. No sería aventurado suponer que luego aquella ceniza
202
GRÁFICO 2. Precio del carbón en Toledo en mrs. en la segunda mitad
del siglo XVI
(JO
50
·10
10. t ..
20
10
v, v.
00
...
00
203
para venderlo a subidos precios. No hallamos, sin embargo,
ningún contrato de compraventa de dichas fibras. Parecida falta
de datos tenemos respecto al comercio del lino y del algodón.
Conocemos la existencia de ordenanzas sobre el tejido del lino,
hoy desaparecidas. Empero, disponemos de un solo contrato de
compra de lino, fechado en 1506, y otro de algodón 121. Poco
más podemos aportar al conocimiento de un comercio, en
cualquier caso, de poca importancia 122 •
204
3. MANIOBRAS Y OPERACIONES TEXTILES
123 Para una vlslon general de la técnica en los tiempos modernos, cf.
KELLENBENZ (1987). Más en concreto, acerca de la manufactura textil,
pueden consultarse varias obras, tanto de ámbito europeo como castellano:
ENDREI (1968) Y (1971); FLANAGAN (1957); PATTERSON (1957);
205
la similitud "técnica" de la fábrica textil toledana con la de otros
centros contemporáneos, sería imposible aportar algún dato
nuevo. Por tanto, nos limitaremos a una exposición sucinta del
proceso productivo de la lana y de la seda, principales fibras
trabajadas en Toledo. Sólo señalaremos algunas características
especiales que su trabajo adquirió en la ciudad.
La pañería
En el capítulo anterior abordamos el abastecimiento de
las principales materias primas. La producción de paños de
calidad durante el siglo XVI conllevó una demanda de lana
centrada en las clases superiores, o merina. Otras, como los
añinos, son menos frecuentes en los contratos notariales. La
calidad de la lana, sus características intrínsecas, determinaban
su proceso productivo. No conocía las mismas fases una grana
fabricada a pm1ir de lana merina, que un pardillo con otra más
basta. Por tanto, distinguiremos ambos tipos de trabajo. No
obstante, dado el predominio de la lana merina para paños de
calidad, dedicaremos mayor atención a esta fábrica y al proceso
productivo urbano, es decir, el tejido y las fases posteriores.
La lana merina, por sus características intrínsecas, no
permitía el peinado; sólo la labor de cardado 124. Las
Ordenanzas Generales de 1511 incluso establecieron cardas
diferentes según el paño fuera superior a 20 no o inferior a 18 no , o
pardillo l25. Se obtenían así fibras cortas, de entre 10 y 20 cms.
Tras su hilado, se empleaban para paños fuertes y pesados, es
decir, de alta calidad, al uso de la antigua pañería, o berbís l26 •
Apenas poseemos testimonios de cómo se realizaban estas
GARZÓN PAREJA (1972), pp. 108-120; I-IILLS (1993); IRADIEL (1974), pp.
186-208; NAHLIK (1971); TURNAU (1971); y USHER (1941), pp. 211-254.
124 En cambio, las otras lanas, como la de ovejas churras, larga, de 20
centímetros ó más, debía primero ser peinada y luego cardada.
125 Nueva Recopilación ... , lib. VII, tít. XIII, leyes X, XI Y XII, fol. 245.
Las ordenanzas de carda y peine de 1585, copia de las de Segovia,
prohibían la lana de añinos y de peladas para 18"OS o superiores; además,
obligaban a arcar con dos cuerdas, para obtener una materia prima de mayor
calidad. Acerca de la difusión de la "nueva pañería", COLEMAN (1969).
206
primeras fases del trabajo de la lana en Toledo. La selección,
separación, desmotado o despuntado, lavado y arcado debía de
hacerlas el mismo ganadero o pastor. Los contratos de compra
especificaban que fuera "[ ... ] lana blanca, merina, deshaldada, e
deshervada, sin roña y sinjieltro, y sin pertuniño, y sin otro mal
pelo, e sin ducillo de más, [... ]"127. Las labores de peine y carda
serían también realizadas en el ámbito rural, dada la tardía
redacción de ordenanzas para esta actividad y el reducidísimo
número de cardadores y peinadores en la ciudad.
Mención especial requiere la operación de lavado. No
tanto por su trascendencia o dificultad, sino por las noticias,
pocas, de lavaderos en derredor de Toledo. Dichos lavaderos
pertenecían a mercaderes italianos, quienes para su trabajo
podían contratar obreros especializados oriundos de Segovia 128 .
En ellos procesaban buena parte de las enormes cantidades de
lana que, luego, exportaban a Florencia o Venecia. En cambio,
los pequeños ganaderos que vendían su lana a los sombrereros o
boneteros de Toledo, lavarían sus vellones en sus casas 129 • Con
el lavado se buscaba la eliminación de las impurezas contenidas
en la lana, como grasa o polvo. La lana era escaldada con agua
caliente y luego aclarada con agua fría. La operación se repetía
varias veces, hasta quedar la lana por completo limpia. Por
último, era trasladada a "tendederos", para su secado.
Tras el lavado, la lana era despinzada, si se destinaría a
paños de calidad, o emborrada, cuando era para telas de menor
cuenta. Ambas operaciones se efectuaban con cardas. En el
207
peine, se usaba el instrumento de igual nombre. Para ello recibía
grasas y lejías en distintas cantidades según el paño a tejer
luego. Se facilitaba así la operación y evitaba dañar las fibras.
Asimismo, pocas son las referencias al hilado en Toledo.
La única que conocemos atañe a las ordenanzas de hiladoras de
1496, ya mencionadas. Por otra parte, cuando los protocolos
citan la profesión de hilador, la persona se denominaba hilador
o hilador de seda, nunca de lana. Ello supone la ubicación de
esta fase en el ámbito rural. Empero, carecemos de testimonios
irrefutables al respecto. Así fue en Cuenca y otras ciudades l30 •
La lana, peinada y cardada, era colocada en el rocadero. La
hilandera giraba la rueca y la lana pasaba por la tortera, donde
era torcida 131. Se obtenía, entonces, de unas fibras discontinuas,
un hilo continuo, hilaza, de características y calidad diversas
según la materia prima empleada, listo para el tejido.
Luego seguía la operación de urdidura, previa a la de
tejido. Consistía en disponer de modo correcto la trama y la
urdimbre en el telar. La trama en la canilla de la lanzadera, y la
urdimbre en los lizos, tensados por la estilla. Las ordenanzas no
describen las características del telar. Éste no debió de ser
distinto al de Cuenca, o telar horizontal doble. Ello justificaría
la existencia de aprendices para tirar de las cuerdas, que revelan
los registros notariales 132. Como veremos más abajo, apenas
diferían el telar para seda y el telar para lana. No obstante, una
sola era decisiva: en tanto que la lana sólo admitía un modo de
tejer el paño, la seda ofrecía mayores posibilidades. En efecto,
una vez colocada la urdimbre del futuro paño en la astilla, y la
trama en la lanzadera, ésta era pasada repetidas veces entre los
hilos de la urdimbre. A cada pasada de la lanzadera, el tejedor
accionaba los lizos mediante pedales, que hacían que los hilos
pares subieran o bajaran, y al contrario los impares. Se obtenía
130 [RADlEL ([974), p. 193. FORTEA (1980), pp. 309-310. GARCÍA SANZ
( 1986), pp. 212 Y ss. GAseON (1971), t. 1, pp. 322-323. MALANIMA
(1988), p. 64. MOJOL! (1988), p. 87.
131 Nótese que las ordenanzas de hilanderas de Toledo omiten el huso de meca
o torno y se limitan a punir los traudespor hurto o mezcla de materia prima.
1.1, Es imposible la descripción del telar a partir de la documentación toledana:
ni siquiera los protocolos notariales recogen venta alguna de telares de lana.
208
así, tras distintas pasadas de la trama, un tejido resistente, pero
de técnica muy simple, con un hilo de trama por cada hilo de
urdimbre.
209
Luego, una vez tejido, el paño recibía otras operaciones.
Éstas tenían por objeto mejorar el acabado y el aspecto de la
tela. No obstante, según la calidad del paño, tales operaciones
variaban. El primer paso era el desborrado y despinzado,
trabajo efectuado por los pelaires. Con toda probabilidad,
fueran estas actividades las primeras de carácter urbano en la
confección del paño. De hecho, en la ciudad era mayor el
número de pelaires que el de tejedores. Ello implica que, en
Toledo, recibía los adobos finales un número muy superior de
paños a la producción local, con un origen mral. El cometido de
los pelaires era reparar los posibles daños o defectos con que el
paño hubiera salido del telar, como nudos, hebras o hilos. Para
ello usaban dos instmmentos distintos: la rebotadera y las
tijeras J35 • El pelaire colocaba el paño sobre una tabla o mesa,
estirado; sobre ella sacaba todo mal pelo o hilo y, con las tijeras,
de gran tamaño, igualaba toda la superficie de la tela136 •
El siguiente paso era el batanado. Con esta operación, el
paño era limpiado de impurezas y recibía sus características
finales: dimensiones, consistencia. Dicho trabajo era realizado
en el batán. Recuérdese la necesidad de una corriente de agua o
de materias primas: aceite, greda, que, mezclada con agua,
formaba la melecina. Asimismo, la exigencia de grandes sumas
de capital para la construcción y mantenimiento de un batán.
Por tanto, en Toledo, su propiedad fue siempre de personas
acaudaladas, quienes arrendaban las instalaciones a tundidores o
pelaires por periodos de uno o varios años 137. Ya más arriba
citamos a Luis HURTADO y lo nueve molinos-batanes en el Tajo
a su paso por la ciudad: índice de la presencia de esta operación
en Toledo a principios del siglo XVI.
El batanado constaba de cuatro fases: lavado, escurado,
e'?fúrtido Y refrescado. El paño admitía, además, otros adobos,
como la carda de envés. Las dos primeras fases eran el lavado y
el enfurtido. Con ellas se limpiaba el paño de toda la grasa e
210
impurezas adquiridas en el proceso productivo. El paño recibía
sucesivos baños de melecina, en que la grasa y demás
impurezas quedaban adheridas a la greda. Más tarde, salían con
facilidad en aclarados sucesivos de agua fría y caliente. A
continuación, el paño era entregado al pelaire para la carda del
envés, y luego devuelto al batán.
En este momento, el paño recibía el auténtico batanado,
operación denominada enfurtido. El paño era metido en una pila
con agua, y golpeado por los mazos del batán, de madera. De
esta forma, perdía todo tipo de impurezas y adquiría cuerpo y
consistencia. Sin embargo, el paño no debía ser demasiado
batanado o enfurtido: de lo contrario, podía quedar deteriorado.
La siguiente fase era el cardaje a la percha, o de haz,
obligatoria para 22 005 y superiores, 14no \ cordellates y
estameñas 138. Su finalidad era dar brillo al paño y eliminar
cualquier mal pelo. Para ello el paño era colocado en una
rambla o tirador, donde era tensado. Así colocado, el pelaire
debía pasar con suavidad el palmar o cardencha sobre el paño y
sacar todo hilo suelto. Según IRADIEL, en Cuenca se utilizaba el
cardón valenciano, ya que se prohibía el de hierro l39 . Sin
embargo, las ordenanzas del siglo XV nada mencionan. Sólo se
precisaba que se diera "diez e seys traytes con cardas palmares
de cardon muerto o bivo" a cada retal de paño l4o •
Tras el cardaje, restaban aún dos fases. La primera éra el
tundido o tundidura. Su finalidad era igualar toda la superficie
del paño, cortando todo pelo o pelusilla en la superficie de la
tela. El encargado de esta operación era el tundidor. Para tundir
el paño, debía ser sujeto con unos ganchos de hierro, o abetes,
y, colocado sobre una mesa, o tabla, era estirado. El tundidor
pasaba las rebotaderas sobre el paño, y luego las tijeras, de gran
tamaño. Quedaba así toda la superficie del paño igualada, con
una calidad y brillo uniformes 141. Luego, el paño era apuntado,
138 Ley LV de las Ordenanzas Generales de PaFIos. Nueva Recopilación ... , lib.
VII, tít. XIII, fol. 251 r.
139 lRADIEL (1974), p. 203.
141 Las ordenanzas de 1540 se limitaron a una mera organización del trabajo,
sin aludir al propio tundido.
211
es decir, doblado de un modo preestablecido, listo para su
comercialización y venta.
El tinte
Por último, la pieza era tintada. La operación no debía
realizarse, sin embargo, siquiera en último lugar. En la lana, el
tinte podía ser aplicado en tres momentos diferentes: con la lana
aún en bruto, sin trabajar; tras el peine y la carda, y antes de la
hilatura; o tras del batanado y de la primera carda a la percha, o
de haz l42 . Esta distinción no era caprichosa ni baladí. La calidad
del tinte dependía del momento de su aplicación. Cuando el
paño o bonete había sido tintado en un primer momento, se
decían "tintos en lana", y estimados de mayor calidad; si tras el
hilado, se denominaban "tintos en hilo; y "tintos en paño", o de
calidad inferior, cuando eran tintos del tercer modo.
Para que el paño recibiera su color final, requería cierta
preparación previa. Los paños de calidad, como los 24 00 $ de
Toledo, debían ser "tintos en lana". Ello implicaba una calidad
del tinte pareja a la del tejido. En primer lugar, el paño, la lana,
debían ser enjebados. La operación consistía en aplicar una
sustancia mordiente, fijadora del posterior tinte. Así, la lana o el
paño eran tintos en pastel, con lo que adquirían color azul. Eran
los famosos celestes. Por tanto, cuantos más celestes recibía la
prenda, mayor la calidad de su tinte. De modo que las
ordenanzas establecían un número mínimo de celestes para cada
pieza de acuerdo con su calidad. Según las Ordenanzas
Generales, los 14nclS y 16no$ llevarían un celeste, los 18 00S celeste
y medio, y los 20no$ y superiores dos celestes l43 •
142 Basamos la elección de esta línea argumental en que no sólo los paños,
sino también los bonetes, gorras y sombreros eran productos de lana, y por
tanto exigían el mismo proceso para su tinte.
143 Leyes LXVlII a LXXI de las Ordenanzas Generales de Palios. Nueva
Recopilación ... , lib. VII, tít. XIII, fols. 252v-253r. Un estudio del tinte de los
nUBOSOS "paños ingleses" o "de Londres" en BAUMANN (1990), pp. 27-33,
donde el autor enumera las mismas sustancias tintóreas prohibidas y
pemlitidas que en Toledo.
212
Para ello, en una tina, se preparaba, purificada, agua
caliente, mezclada con pastel y cendra, hasta que se disolvían.
A continuación, debía reposar todo durante unas horas, hasta su
fermentación completa. Sólo entonces, el paño, ya mojado,
podía ser introducido para recibir un celeste. En la tina, el paño
o lana era amasado, para incorporar la tinta. Cuando tomaba
color verdoso, significaba que estaba listo. Se sacaba de la tina
y se extendía al aire. Por oxidación, la lana cambiaba su color
del verde al azul. El proceso debía ser repetido, al menos,
cuantas veces estipularan las ordenanzas, hasta conseguir los
celestes requeridos. Sólo entonces, el paño podía ser demudado,
es decir, tinto en cualquier otro color excepto el azul, que ya
tenía. En cambio, en los paños de más baja calidad, en muchos
casos no se realizaba el enjebado. En prendas como los
pardillos, más bastos, era imposible; o en otros, por el mercado
de bajo poder adquisitivo a que estaban dirigidos.
En Toledo, en concreto, tres colores predominaban en la
manufactura de la lana. El negro y el blanco, para los paños, y
el rojo, en los bonetes. Era una producción de calidad, y por
tanto también el tinte. Esto hacía que fueran dos las tintas más
utilizadas: el pastel y la grana. Durante el siglo XVI no se
conoció ninguna sustancia de que obtener el negro. Para
conseguir una coloración parecida se usaba el pastel l44 .
Mediante la repetición del proceso arriba descrito, la prenda, o
la lana en bruto, recibía sucesivos celestes. Así, poco a poco,
adquiría una coloración más oscura, próxima al negro, cuanto
mayor fuera el número de celestes.
No obstante, y como en las otras fases del textil, el fraude
no era desconocido. En Toledo se defraudaba en la tintura a la
hora de dar los celestes. De éstos, dos eran los principales: se
podía, en primer lugar, añadir menos pastel del reglamentado
para el paño o bonete; o se aplicaban menos celestes de los
correspondientes. Tanto daba al resultado: un tinte de inferior
144 En el proceso entre los tintoreros de paños y de seda por el tinte de los
mantos de burato, ambas partes acusaban a la contraria de usar tintes fuertes
como vinagre, hierro, ferrete o esmolada, todas sustancias permitidas para la
seda, pero prohibidas, aunque usadas, por los tintoreros de paños.
213
calidad y mayor beneficio del tintorero o mercader responsable.
Para evitar y descubrir tales hechos, se ordenaba que en cada
ciudad existieran muestras de los distintos celestes, para que los
veedores juzgaran la perfección de la obra tintada l45 . Además,
era obligatorio en cada prenda un pequeño espacio donde
apreciar la calidad del tinte, aunque el paño fuera demudado l46 •
Para obtener otros colores distintos del azul en sus
diversas gamas, era necesario demudar la prenda. En realidad,
el proceso apenas difería del realizado para el tinte con pastel.
Sólo las sustancias colorantes. Por tanto, son innecesarias
nuevas referencias a ello. Sí, en cambio, queremos mencionar lo
que fue la segunda marca de la tintorería toledana: el uso de la
grana. De hecho, se convirtió en auténtica especialidad dentro
de la bonetería y, en menor medida, en la pañería. Así, en las
compraventas de los protocolos, no son pocos los paños para los
cuales se especifica que eran tintos en grana.
Bonetería y sombrerería
No obstante, la relevancia del trabajo lanar en la Toledo
del Quinientos no se debió tanto al obraje de los paños, cuanto a
la fábrica de gorras, sombreros y, sobre todo, bonetes. En ellos
se usaba la lana, al igual que en los paños; con todo, el proceso
productivo era otro. El bonete o el sombrero necesitaban menos
operaciones para ser acabados. De hecho, y excepto el tinte, del
que trataremos más adelante, todo el trabajo era realizado por
una sola persona: ya el bonetero, ya el sombrerero.
Empero, las ordenanzas guardan silencio acerca del modo
de trabajo de boneteros y sombrereros. Aluden a las prendas
que debía realizar el aprendiz en el examen para alcanzar la
maestría, a la calidad mínima de las materias primas, o aquéllas
prohibidas. En ambos oficios, la lana debía ser de buena
calidad. Las lanas de más baja suerte, como la de peladas y la
214
borra, estaban prohibidas 147 • Asimismo, sombreros y bonetes
debían tener un peso no inferior al estipulado. Ello equivalía a
que, como en la pañería y en el arte de la seda, toda prenda
tuviera una cantidad mínima de lana.
Para evitar fraudes, como en la pañería y la sedería, se
prohibía engrasar, melecinar, dar betún o encalar ninguna obra.
La razón era también la misma. Se ocultaban los fraudes y
faltas, y se facilitaban los hurtos de lana. Las ordenanzas, en
cambio, omitían igual atención al proceso productivo. A pesar
de su utilidad para conocer el tejido y tinte de paños y sedas,
nada dicen de la producción de un bonete o un sombrero.
Sabemos, por otros casos, que tales prendas se fabricaban por
tejido de punto o por amalgama de la lana l48 . Aquí, sólo la
documentación notarial ofrece alguna luz. En 1560, Pedro de
Sandoval, bonetero, alquiló a Francisco de Robles, bonetero, y a
Martín de Peñacerrada, bonetero, como fiador, una prensa
caliente de bonetes con sus urgenes, 6 barras de hierro, una
plancha de cobre de unas 60 libras y una barra gruesa, por un
periodo de 8 años, a cambio de 36 reales cada año 149• He aquí la
razón por que las ordenanzas ignoraban el modo como se
fabricaban sombreros y bonetes. Al ser realizados en una
prensa, bastaba colocar la lana en el molde y prensarla, para
obtener una obra igual a todas las anteriores. Por tanto, para
distinguir dos bonetes, se podía acudir a la cantidad o calidad de
la materia prima o del tinte, pero no al modo de fabricación 150.
Éste descartaba, además, otras operaciones inexcusables en el
obraje de paños: no eran necesarios el cardaje a la percha ni el
tundido, y otras fases, como el tinte, resultaban más sencillas 151.
147 Sólo se admitía lana de peladas en los conocidos como "bonetes sencillos",
y cuya denominación denotao~ ya el uso de una lana de más baja calidad.
148 CÓRDOBA DE LA LLAVE (1990), p. 125.
150 Mas, de ser así, ¿cómo explicar las referencias de las ordenanzas a la
diferente perfección de los bonetes o sombreros toledanos respecto a los del
resto de Castilla?
151 Nótese el distinto esfuerzo requerido en remover dentro de la tina un paño
de 40 varas de largo y de hasta 37 kgs. y 720 g. de peso, con la facilidad de
manejo de un bonete.
215
Se prohibía, además, forrar los sombreros, de existir
algún defecto. Pues sombreros viejos, o usados, eran forrados a
menudo con seda, y luego vendidos como nuevos; el forro
echado podía encubrir una mala obra, aunque nueva. Para atajar
tales fraudes, las ordenanzas establecieron que no todo el
sombrero o gorra fuera "aforrado", sino que en el interior
quedara una pequeña muestra sin cubrir, para conocer la
perfección de la obra.
Por último, el sombrero, gorra o bonete era tinto. El
proceso era idéntico al de la pañería, ya que todos estaban
fabricados en lana. Así pues, no juzgamos necesario repetir de
nuevo el proceso de tinte de un paño, y nos remitimos a lo
descrito más arriba. Sí queremos resaltar, en cambio, algún
aspecto relevante de las ordenanzas de boneteros. Éstas, en
algún momento, más parecen las ordenanzas de los tintoreros de
paños. Regulaban tanto la fábrica de un bonete como los colores
permitidos. No obstante, esta operación presentaba algunas
características únicas.
Todos los bonetes, como se suponía a una producción de
calidad como la de Toledo, debían ser tintos en lana 152. Los
colores más difundidos eran el rojo y el negro/azul. Al igual que
en la pañería, estos tintes debían ser aplicados sobre un
enjebado celeste; es decir, eran demudados. Y, como en los
pallos, debía quedar una pequeña marca que probara que el
bonete había sido demudado sobre celeste l53 • Hasta aquí, en
nada difería del proceso de un paño. Sin embargo, cuando el
bonete debía tener otro color, no era necesario el demudado
sobre celeste: también podía ser tinto en lana sobre blanco. Era
una característica especial adoptada por la bonetería. No
obstante, desconocemos la importancia cuantitativa de este
sistema. Las fuentes muestran el predominio casi absoluto de
los bonetes negros y rojos. De hecho, eran los dos únicos
colores mencionados de forma individual en las ordenanzas.
216
Como se aprecia por lo expuesto, la producción de un
bonete o sombrero difería en gran medida de la de un paño o
una seda, que ahora veremos. Ésta fue la causa de la peculiar
organización que adoptó la actividad. No existieron, a pesar del
dilatado periodo estudiado, cambios en la producción. Así lo
muestran los textos conservados de las ordenanzas. Es más.
Continuó durante el siglo XVII sin conocer transformaciones
apreciables dignas de mención.
La sedería
La seda es una de las dos fibras textiles de origen animal,
y la de mayor desarrollo en Toledo en la Edad Moderna. Su
proceso productivo requiere mayor complejidad que el de la
lana, el algodón u otra fibra. Asimismo, sus cualidades son las
óptimas para el tejido. Por ello, y por los mayores beneficios
que deparaba, las innovaciones técnicas de los tiempos
modernos fueron siempre primero aplicadas al trabajo de la
seda; sólo con posterioridad se difundían a otras actividades l54 .
Para la obtención de seda son imprescindibles dos
materias primas: la hoja, de morera o moral, y la semilla, el
gusano. Ambos son insustituibles. La morera o moral carece de
utilidad si sus hojas no se aprovechan para la cría de un gusano
que, de faltarle, muere en breve plazo y pierde todo valor. De la
combinación de ambos, según sus distintas clases, se obtienen
sedas de muy diversas calidades y cantidades y, en ocasiones,
verdaderas obras de arte.
Ya aludimos a cómo los Reyes Católicos, tras la
conquista del reino nazarí, auspiciaron la conservación de las
sederías granadinas. Su fundamento residía en una elevada
producción de seda, de calidad, gracias el trabajo de la
población morisca y al cultivo de la morera negra, o moral. En
efecto. Hay dos tipos de moreras: la negra, "morus nigra", o
moral; y la blanca, "morus alba", o morera. Ésta es de peor
calidad y, por idéntica razón, la seda del gusano criado con ella.
217
Así, existió una fuerte resistencia en Granada durante el siglo
XVI a la sustitución del moral por la morera 155. Y, cuando, a
fines del reinado de Felipe 1I, era evidente la decadencia de la
sedería granadina, se buscaron las causas en dicha sustitución y
en la entrada de seda, valenciana y, sobre todo, murciana, criada
con hoja de morera, de peor calidad.
El fin de la morera o del moral es alimentar el gusano.
Existen varias especies de oruga productoras de seda en España:
"satuma pavonia", "satuma pyri" y "ciraellsia isabelae,,156. No
obstante, sólo una, la bombyx moti, permite su uso textil. Su
cría, harto delicada y necesitada de constantes cuidados, fue
descrita en la década de 1570 por Gonzalo DE LAS CASAS I57 • A
lo largo de un año, que es el periodo vital de este insecto, pasa
por varias fases.
Una primera, de huevo, conocida como "simiente" o
"semilla". Cada hembra pone unos 500 huevos, fijos a las hojas
de moral o morera. La fase dura unos 10 meses, a cuyo fin la
larva abandona el caparazón. La simiente puede ser cosechada y
guardada, para luego ser "revivida", cuando el criador quiera,
mediante incubación o puesta al sol de los huevos.
A partir de la eclosión de las larvas, comienza un proceso
frenético de crecimiento: la oruga multiplica por diez su peso y
por treinta su volumen en un mes, tras cuatro mudas o
dormidas. Cada una dura alrededor de una semana l58 • En este
218
momento, el gusano requiere los mayores cuidados e ingente
cantidad de hoja como alimento.
Tras la cuarta muda, la oruga mide entre 7 y 8
centímetros y ha alcanzado su máximo desarrollo. A partir de
entonces, deja de comer y comienza a segregar la seda. Con ella
tejerá el capullo donde realizará la mayor de sus metamorfosis,
la conversión en crisálida y luego en mariposa. Es la etapa
denominadafresza, de unos diez días 159 .
Por último, la oruga pasará por las etapas de ninfa o
crisálida, unos 16 días, para su transformación en imago o
mariposa dentro del capullo.
y por la de mariposa, unos 4 días, en que deberá
reproducirse antes de su muerte.
El proceso completo requiere alrededor de doce meses.
Por tanto, en teoría sólo es posible una cosecha anual. Ha de
considerarse, además, el ciclo de las estaciones y del moral,
pues es necesaria hoja fresca para el alimento del gusano.
219
funciones eran realizadas por las mIsmas personas l61 • Las
fuentes indican que, si bien los hiladores se dedicarían al
devanado y torcido de seda, buena parte llegaría a la ciudad
hilada de los centros productores. En Toledo sólo se realizaría
la torsión, de acuerdo a las ordenanzas y a la demanda de las
telas producidas en la ciudad l62 • No obstante, es imprescindible
un acercamiento al torcido, pero también al hilado, dada la
importancia concedida como fundamento de toda buena obra.
La primera operación era el devanado. Sumergíanse los
capullos en una caldera, perola, con agua caliente, a unos 90° C.
Una vez en el agua, debía removerse mediante cepillos para
descubrir, ya reblandecida la sericina, el cabo del filamento, o
maestro. Se obtenía así un hilo continuo, de hasta 1.300 metros
de longitud, que forma el capullo. Además, de acuerdo al
tiempo de cocción, la seda perdía mayor cantidad de sericina.
Por tanto, sus cualidades para el tejido y el tinte, su brillo, color
o suavidad eran superiores, y con ello su precio l63 .
Luego, se procedía al hilado. Consiste en la reunión de
varios hilos o filamentos simples para obtener otro mayor y más
resistente. La operación, según las fuentes, era muy delicada. El
hilo debía ser homogéneo: sección, color, brillo. Por ello, los
filamentos seleccionados para cada hilo eran lo más similares
1ó4
posible . Estaba prohibida, además, la mezcla de sedas de
distinta clase, y los aí'iadidos para que ganara peso l65 • El
argumento esgrimido era los hurtos contra el dueño de la seda.
220
Se añadía a la de calidad la misma que era detraída, pero
inferior; o se compensaba el menor peso de lo sustraído con la
adición de gomas y otras sustancias. Todo lo cual redundaba en
pérdida de calidad y fraude al consumidor.
221
multiplicaba la productividad l66 • Además, y no menos
importante, proporcionaba hilos homogéneos y de mayor
calidad, adecuados a las características de cada tela. Las
ordenanzas de torcedores de 1538 mencionan los tornos y los
husos, utilizados éstos por las mujeres. Empero, mostraban
especial interés en el número de puntos de cada estrella, con
elevadas penas para los infractores 167. Sólo así la obra sería
perfecta, de acuerdo a las especificaciones del tejido. Las
ordenanzas del arte de la seda de 1545 establecían el torcido en
devanaderas, no en cubillos, como en Génova y Florencia, en
busca de mayor calidad l68 . Por último, el torcedor debía
entregar la seda torcida a su dueño en devanadera, no en ovillos,
para que apreciara la calidad de todo el hilo.
La producción de los hiladores/torcedores no permaneció
invariable toda la centuria. Ya mencionamos cómo el mismo
oficio refirió la antigüedad de las ordenanzas y su no
adecuación a los tejidos como razón principal para su cambio.
Comparemos los textos de 1538 y de 1571 ó 1573. Apreciamos
una creciente complejidad del torcido en la década de 1570, con
más hilos reglamentados y mayor insistencia en la calidad.
Todo lo cual respondía a cambios en la moda y en los tejidos
que salían de los telares de la ciudad. Es lo que muestra el
CUADRO 11, sobre los hilos producidos en Toledo, según las
222
ordenanzas de torcedores. Muestra, al lado de hilos cuyo uso
perduró durante todo el periodo, la desaparición de algunos,
sustituidos por otros. En todo caso, el hilado reafirmaba su
carácter de actividad "subsidiaria" del tejido, en cuanto debía
adaptarse a la demanda de géneros existente en cada momento.
El tejido
Ya torcido, una o dos veces, el hilo era apto para su uso
en cualquier tejido. Si bien podía ser destinado a labores de
costura o bordado, la práctica totalidad de la seda era empleada
en la manufactura del tejido. La operación, como se adveltirá,
ofrece notables semejanzas con la de la lana. Pero también,
algunas peculiaridades, que le confieren un carácter especial. En
primer lugar, el telar incorporaba modificaciones respecto al de
lana o lino. Algunos elementos: pedales, lanzadera, plegador,
eran comunes a ambos telares; otros, en cambio, eran propios al
de seda: lizos, peines, con carácter independiente del telar l69 •
Además, existía una especialización para cada tejido. Aparte de
la distinción convencional entre telar de estrecho y de ancho,
los protocolos mencionan telares para terciopelo, damasco ... 170
Característica especial de la seda es la amplia variedad de
tejidos posibles, superior a las ofrecidas por otras fibras. De
modo que, mientras en el caso de la lana o lino aquéllas se
reducen a una pasada de la trama entre los hilos par e impar de
la urdimbre, las posibilidades de la seda parecen infinitas. El
número de lizos era mayor que en los telares de otras fibras. Se
podía llegar hasta los 8 ó 10, como especificaban las ordenanzas
de 1545, con la regulación de los rasos: de 8 lizos, 22 ligaduras,
40 púas y 8 hilos por púa, y de 8 y 10 lizos en peine de 21
ligaduras, 40 púas y 10 hilos por púa. Como muestra este
169 Por ejemplo, en 1536, Juan dc Rcsa, tejedor de terciopelo, alquiló a Juan
Bautista, tejedor de terciopelo, un telar dc terciopelo, "syn lizos e syn
peynes, syn puntales y syn tornyllos", por 13 reales al año. AHPT, prot.
1292, fol. 72v.
170 Sólo el protocolo de 1568 del escribano Juan de Navarra, recoge el alquiler
o venta de un telar de damasco, uno alto y otro bajo de tafetán, uno de raso y
otro de terciopelo. AHPT, prot. 1819, l'ols. 3v-4r, 9r, I 82v, 333 y 393v.
223
ejemplo, también los peines del telar de seda poseían
características propias: su marca y medida diferían, según la tela
tejida. En las ordenanzas es constante la alusión a la "marca
genovisca", o peine de 21 ligaduras, al cual debían ajustarse las
diversas telas'7'. El peine se dividía en palacios, ligaduras y
portadas. Éstos variaban en número en cada peine. Marcaba,
así, el total y la separación de los hilos de la urdimbre. De ello
dependían las características de la tela y su calidad.
También el proceso de tejido tenía unas características
distintas de las demás fibras. Podían atarse dos o más hilos,
hasta diez, por púa, en la urdimbre. En la trama, se llegaban a
utilizar cuatro hilos entrelazados con la urdimbre 172 • Además,
trama y urdimbre se entrecruzaban de muy diversas formas. El
modo más sencillo era un hilo de trama por cada hilo de
urdimbre. Era el caso del tafetán. Sin embargo, de la
combinación de un número variable de hilos de trama y
urdimbre resultaban los múltiples tejidos. Así, el terciopelo se
consigue con la pasada de un hilo de trama por cada dos de
urdimbre 173 ; o el raso, con cuatro hilos de urdimbre o más por
cada pasada de trama. Las ordenanzas, en cambio, nada
informan acerca de las características técnicas de los telares.
Los contratos de compraventa de telares recogidos en los
protocolos especifican si era un "telar de terciopelo" o "de
damasco". No obstante, desconocemos las características
concretas de aquellos telares.
común. Existían, además, el terciopelo de uno, dos o tres pelos. Podía ser
alto, bajo, prieto, ligero, delgado. De tantas formas como el tejedor
imaginara y su habilidad le permitieran. Por tanto, no realizaremos aquí una
descripción del proceso de tejido de cada tela. Nos remitimos al glosario
inserto en apéndice. En él se describen los tejidos fabricados en Toledo.
224
La tintura
Abordamos, por último, el tinte de la seda. Como la lana,
puede realizarse en tres momentos distintos del proceso
productivo: al principio, con la materia prima en bruto: la lana
después de esquilada, lavada y separada por calidades, y la seda
cuando aún se halla en capullo; después del hilado, o con la
pieza tejida. No obstante, la seda ofrece una cuarta posibilidad:
la pintura a mano, tras la finalización de la tela l74 • Dependiendo
de cuándo se realice, la calidad, como para la lana, es distinta.
Consideremos también las propiedades de la seda. Ésta, además
de sus características para el tejido: brillo, resistencia,
elasticidad, es la fibra con mayores facilidades para ser teí1ida.
El tinte ha sido siempre, pues, una fase muy importante de su
trabajo. No olvidemos que el producto final es de lujo y de
calidad. Por tanto, la tintura requería aun mayor atención que en
el caso de la lana, y así lo recogieron las ordenanzas.
Según afirmaban éstas, el teí1ido era una operación muy
delicada. Requería una mano de obra especializada y materias
primas de calidad. Del resultado obtenido, dependía la finura de
la tela y, por tanto, su precio final. Algo muy importante,
cuando la mayor parte de la producción toledana era exportada
y competía con otras sedas castellanas, italianas o de otras
procedencias. El tinte se realizaba en grandes tinas con agua
hirviendo. En ellas se aí1adía el tinte y, ya disuelto, la seda.
Además, era obligatorio el uso de tinas, no de calderas, salvo un
caso: el terciopelo 175 . Las ordenanzas omiten cualquier motivo
de tal prohibición, salvo atender a una mayor perfección del
tinte. En la mayoría de los casos, la seda era tinta en madeja.
Era el mejor modo de que la seda incorporara las tintas, después
del blanqueo que suponía su cocción durante el hilado. Para
ello, la seda recibía repetidos baí10s hasta alcanzar el color
deseado. Tras su secado, quedaba lista para su uso en el telar.
225
CUADRO 12. Colores y tintas para la seda usados en Toledo, a partir de las ordenan;:as de oficios
1525 1550
Color
Permitidas Prohibidas Permitidas Prohibidas
Amarillo Alcohol de fustete y Brasil
~ualda
Azul Añil (sobre blanco) Añil
Carmesí Carmesí Brasil, orchilla
Colorado Grana fina, o por Orchilla, brasil Grana fina, y el pie de Brasil, orchilla
mitad con brasil, palo rubia
de Runia (Romania)
Dorado Fustete y gualda
Encarnado Grana fina Brasil, orchilla Grana u otro
Grana Grana fina
Leonado Fustete Brasil Pie de fustete
Morado o pavonado Grana fina Brasil, orchilla Grana u otro
Naranjada Fustete Brasil Pie de fustete Brasil
Negro Agalla fina romaní o Zumaque y cáscara de Agalla fina romaní o Zumaque (salvo para
del golfo de León, granada del golfo de León, las sedas dobladas,
goma arábiga, vidrio, goma arábiga, vedriol, tramas de terciopelo y
limage y vinagre limage y vinagre sedas bastas)
Verde Azul, y pie de gualda Orchilla, torvisco
FUENTE: "Ordenanzas de los tintoreros de seda, 1525"; AMT, Ordenanzas de oficios, caja 2". Título CXXXIX: de los tintoreros de seda (de 1550),
en MARTÍN GAMERO (ed.) (1858), p. 245.
Las ordenanzas de tintoreros establecían el uso de tintas de
buena calidad, acordes con las características supuestas al tejido
sérico. En Toledo eran obligadas ciertas sustancias colorantes.
Otras estaban prohibidas, por su mala calidad o perjuicios
ocasionados a la tela. Su empleo queda resumido en el CUADRO
12. En él mostramos de modo esquemático las tintas utilizadas
en la sedería toledana, las prohibidas y los colores obtenidos
con ellas. En los demás colores no incluidos en el cuadro no
existía fraude. Por tanto, las ordenanzas omitían toda
prohibición, y los tintoreros podían aplicar con libertad los
colores verde, dorado, amarillo, pardillo y blanco.
Por último, se preveía uno de los más corrientes fraudes
en el textil: el hurto de materia prima. Si éste era común en el
obraje de la lana, mayor debía de ser en la seda, dado su precio
más elevado. Las ordenanzas de torcedores y de tejedores
prohibían el engomado de la seda, pues daba ocasión a encubrir
notables y continuos engaños. Asimismo, las de tintoreros de
seda renovaron dicha prohibición. Se regulaba con
minuciosidad la cantidad de tinta que cada tejido recibiría.
Además, la seda perdía parte de su peso en el tinte, aun cuando
las tintas incorporadas significaban cierta ganancia. Para evitar
tales fraudes, continuos, las ordenanzas regularon la merma de
seda al salir del tinte. Así, por cada libra de seda recibida, el
tintorero podía devolver 15 onzas, salvo en las telas de doblado,
cuya libra podía quedar reducida hasta las 14 onzas.
Conviene resaltar aquí un hecho nunca remarcado de
forma suficiente, que en Toledo se manifestó en algún
momento: la separación de los oficios de tintorero de lana y de
seda en dos corporaciones diferentes. No obstante, cuando en
1560 ambas partes entablaron pleito por el tinte de los mantos
de burato, más arriba aludido, ambos oficios se acusaron del uso
de tintas falsas y perjudiciales. En realidad, tanto en la lana
como en la seda se utilizaban casi las mismas sustancias. La
única diferencia estribaba en el uso del pastel para los paños.
Ello motivó que los mantos de burato recibieran el primer tinte,
227
el pastel, por los tintoreros de lana, y que luego los tintoreros de
seda los demudaran a su color negro, pues era más barato 176 •
Como se habrá apreciado, la seda necesitaba un reducido
número de operaciones hasta convertirse en una tela. Contrasta,
pues, con las numerosas operaciones que requería el vellón de
lana hasta devenir un paño perfecto. No obstante, la calidad de
la fibra y las posibilidades para su tejido han permitido siempre
a las telas séricas alcanzar una complejidad, una estima y un
valor muy superiores a aquellos de las restantes fibras. Por ello,
la seda ha exigido una mayor especialización de la mano de
obra, más experta que la requerida para la lana o el lino.
No obstante, los fraudes, continuos, perduraron toda la
centuria, a pesar de los esfuerzos de las autoridades gremiales,
del Ayuntamiento o de los mercaderes. Hiladores y tejedores
hurtaban seda; los tintoreros, además, daban a las telas menos
tintas de las requeridas. Los mercaderes encargaban paños y
sedas de menor calidad que la estipulada en las ordenanzas.
Algunos testimonios sugieren que el problema era en algunos
momentos no sólo importante, sino generalizado 177: la calidad
disminuía y, por tanto, las ventas. ¿Significa esto que en Toledo
no se sabía tejer paños o sedas? Las fuentes no lo corroboran.
Todos los sectores de algún modo relacionados con la
producción lo estaban también con el fraude, al igual que en
otras ciudades. No obstante, de haber sido tan generalizado, y la
calidad de la producción tan baja, ésta nunca hubiera alcanzado
el desarrollo que experimentó. De hecho, en 1550 se desestimó
la adopción de las ordenanzas granadinas sobre el tinte de la
seda, ya que la producción toledana era de mayor calidad 178 .
176 Con todo, uno de los testigos en aquel pleito, Miguel de ViIlegas,
reconoció ser tintorero de seda y de paños.
177 ce Apéndice, doc. 3. Por otra parte, dicho fenómeno no sólo no fue
exclusivo de Toledo, sino que fue aducido en todas las ciudades cuando
sobrevino alguna crisis o la decadencia de la actividad. Huelgan, por tanto,
los ejemplos.
178 "Ordenanzas que han de guardar e cumplir los tintoreros de seda", en
MARTÍN GAMERO (ed.) (1858), p. 345.
228
Los procesos de tejido del algodón y del lino han sido
obviados' 79 • La razón no es otra que la nula importancia de la
producción de telas con estas fibras en Toledo l8o • De hecho, no
hemos pretendido, como advertimos al inicio del capítulo, un
inventario ni una descripción exhaustiva de las técnicas usadas
en el textil de la ciudad durante el siglo XVI. Éstas apenas
difirieron de las conocidas en otros centros contemporáneos.
Sólo hemos tratado de acercarnos al proceso por que debían
pasar un paño, un bonete o una seda hasta su acabado, y
remarcar, aquí sí, las características propias de dicho proceso en
Toledo.
179 Para convertir el lino en una libra apta para su tejido, la materia prima
requiere siete fases: enriado, secado, macerado, vareado, peinado, hilado, y
urdidura; y por otras tantas el algodón: maceración, vareado, cardado,
hila/ura, blanqueado, maceado y teñido. Luego, el tejido no difería en nada
de la lana. Para un desarrollo breve de cada uno de estos conceptos,
remitimos al glosario.
ISO Si de la existencia de ordenanzas de tejedores de lienzo o lenceros
conservamos alguna mención, ninguna nos ha llegado del trabajo del
algodón en la ciudad.
229
4. MODA Y ECONOMÍA COMO
CONDICIONANTES: LOS CAMBIOS EN LA
PRODUCCIÓN
230
relativa austeridad en el vestido l81 . En efecto. Los reyes
portaban ropas nobles, pero de lana. Eran los pesados paños de
la denominada "antigua pañería", 26 nos y superiores 182 • De gran
calidad, su uso estaba muy extendido entre la aristocracia y la
realeza castellanas. No obstante, a la muerte del rey Fernando,
le sucedió su nieto Carlos. Con él llegaron a Castilla nuevos
cortesanos y enfoques políticos, y nuevos usos. El futuro
emperador, tras su coronación, implantó en Castilla el protocolo
y la etiqueta borgoñones, y con él la seda y los tejidos preciosos
en el ropaje real. Como era de esperar, el cambio indumentario
del nuevo rey se trasladó a la aristocracia y, de ahí, a toda la
sociedad castellana, con la difusión del uso de las calzas de
seda l83 . Asimismo, el acceso al trono de Felipe II marcó un
nuevo cambio en el vestido. Las medias sustituyeron las calzas,
también de seda, con predominio del color negrol84.
Moda y economía determinaron la evolución del textil de
toda Castilla durante el periodo estudiado. Por tanto, de la
interacción de ambos factores, entrevemos los cambios de la
manufactura toledana. Para ello recurriremos a dos fuentes
insustituibles. En primer lugar, las ordenanzas de oficios.
Empero, éstas son insuficientes para nuestros propósitos: nada
informan acerca de la importancia relativa de cada género en el
total de la producción. Para dicho acercamiento necesitamos,
además, los protocolos notariales, fuente hasta ahora poco
231
explotada de fonna sistemática para estos fines l85 • Con ello
elaboramos un cuadro, reproducido en apéndice, sobre el
comercio de telas en Toledo durante el siglo XVI. Elegidas
algunas fechas claves, a modo de hitos, incluimos toda
transacción referida a algún género textil. El significado de la
muestra es elevado: representa alrededor de la décima parte de
la masa documental generada en cada año seleccionado. No
obstante, para las dos primeras fechas, 1506 y 1520, sólo refleja
una muy pequeña fracción de las compraventas asentadas en los
protocolos. La razón estriba en que la mayoría de contratos
especifica el precio y las condiciones de pago, pero no el
producto. De éste sólo conocemos que era "cierta mercadería".
Aun así, a pesar del carácter por completo distinto de
ordenanzas y de protocolos notariales, ambas fuentes coinciden
y se complementan. Lo cual reforzará nuestras conclusiones.
185 Además, las ordenanzas de oficios sólo pueden ser usadas para establecer
la evolución en la producción sedera, mas no de la pañería ni de la
confección. Por tanto, por volumen de información y por su importancia,
centraremos nuestra atención en la sedería.
18t> NAVAGERO (1983), p. 60.
232
y los censos sobre población activa. De hecho, los tejedores de
terciopelo integraban el grupo más numeroso de los tejedores de
seda, como en Valencia el oficio de "velluters,,187.
La producción pañera, al igual que la sedera, se
especializó pronto en géneros muy concretos. Dejamos aparte el
elevado número de paños sin ninguna otra indicación para
detenninar su calidad. Con todo, en Toledo predominaban dos
tipos de tejidos: los cordellates y estameñas como paños de más
baja cuenta, y en el otro extremo aquéllos de alta calidad, 20"05
y superiores, y granas 188. El 24 f10 tinto en color negro incluso
devino auténtica ocupación de los tejedores toledanos durante el
siglo XVI. Quizá esta especialización en un género de calidad y
prestigio evitó el colapso completo de la pañería toledana, al
propiciar un mercado teórico más vasto y un reconocimiento y
fama más amplios. De hecho, eran piezas de mayor cuenta a las
salidas de los telares conquenses o segovianos, en su mayoría
20 n05 Ó 22"°S como calidad superior, y en que el 24"0 tenía sólo
carácter marginal 189 . Como colofón, hallamos la compra de dos
26 n05 y de tres 26"05 de grana, es decir, paños superfinos.
233
La situación del tinte no difería de la propia del tejido.
Tres colores predominaron a lo largo de la centuria en el textil
toledano: el negro, el blanco y la grana l90 . Tanto la sedería
como la bonetería hicieron profuso empleo de ellos. Nuestros
datos sobre comercio textil apenas traslucen el color de las
telas. No por omisión de la fuente; antes al contrario: junto al
nombre y la medida de cada género se especificaba su color. No
obstante, renunciamos a incluir tal característica, que
aumentaría la clasificación "ad infinitum", y haría su contenido
apenas inteligible. ASÍ, la mayor parte de paños mencionados en
los protocolos señala estos tres colores como preponderantes,
sobre una proporción menor que recibió otro tinte.
Con el tiempo, la producción de paños se centró en un
número menor de géneros, mientras se reducía la cifra de piezas
salidas de los telares urbanos. Disminuyó la importancia de
estameñas y cordellates, los paños más bastos tejidos a
principios de siglo, y se mantuvo la fábrica de granas, 22n0S,
24 no \ negros, o 26 n05 • Ello demuestra la adaptación casi
completa de la pañería toledana a un mercado exigente,
demandante de calidad. Acaso dicha especialización ocurriera
de modo "consciente". Sería el medio para una más fácil venta,
dada la fama de los tejidos toledanos en 1500 191 • Significaría,
además, la capacidad de respuesta de la pañería y del capital
mercantil de la ciudad ante dos factores complementarios. De
una parte, la dura competencia de las importaciones italianas,
como las rajas de Florencia, durante las décadas centrales del
siglo, en un momento en que, se decía, los mercaderes
extranjeros monopolizaban todas las ventas de tejidos 192 • Pero,
asimismo, el alza secular de precios, descrita por HAMILTON, y
que bien pudo trasladar el tejido de paños a las áreas rurales l93 •
1'10En cambio, como muestra el ejemplo anterior, las granas toledanas eran en
su mayor parte blancas.
191 Casos similares en PEETERS (1988), pp. 167 Y ss.
234
Como muestra el ApÉNDICE 5, a lo largo del siglo el
número de telas comercializadas aumentó en gran medida. Sin
embargo, es imposible averiguar la proporción tejida en Toledo.
En la mayoría de los contratos se omite el origen geográfico de
l94
cada pieza . Con todo, supondremos, como así debió de
ocurrir, que cuando la tela procedía de fuera de la ciudad se
mencionara su origen, mas no si había sido tejida en Toledo o
en las zonas rurales. Creemos, no obstante, que este problema,
en el fondo insalvable, no invalida nuestros resultados.
La bonetería y la gorrería
A idéntica conclusión conduce el caso de la bonetería y
gorrería. A principios de siglo en Toledo se elaboraban bonetes
de diversos tipos: sencillos, doblados, prietos, redondos, con
grana; y gorras también de variada clase: dobladas, prietas, de
grana l95 . Asimismo, la bonetería y la gorrería conocieron un
proceso muy parecido al de la pañería. La producción, de
calidad en 1500, pervivió durante el periodo estudiado.
Disminuyó en gran medida el número de bonetes sencillos y de
otras clases salidos de los talleres toledanos, y la fábrica se
centró en bonetes finos de grana l96 • Dicha evolución, evidente
en la época, fue advertida por Luis HURTADO 197. Sería muy
difícil, con todo, representar la cronología exacta de tal cambio.
Hacia 1500 era manifiesta la importancia de gorras y
bonetes de grana en la producción de la ciudad. Aquella
especialización en prendas de grana, y negras en menor medida,
235
no fue casual. Clero, estudiantes y población castellana en
general usaban bonetes y gorras negros. Los de grana, en
cambio, eran exportados al norte de África. Así, la bonetería
toledana era tan dependiente de la coyuntura internacional y de
las relaciones con el Magreb como de la situación económica
castellana. Tal proceso, en principio, parecía lógico: era un
género de calidad y fácil de comercializar. Empero, aquella
misma especialización hacía a la bonetería dependiente de la
coyuntura y de la situación sociopolítica de una región,
Berbería, que escapaba por completo a su control. LARRUGA
aludió a los excesivos derechos sobre esta actividad como la
principal razón de su decadencia y el traslado de su fábrica a
Túnez l98 . Es probable, incluso, que la degradación de las
relaciones de Castilla con la región motivara al menos en parte
dicha crisis. Más verosímil, en cambio, parece la hipótesis
ofrecida por las fuentes de la época. Según éstas, fue el cambio
del gusto del castellano, del bonete a la gorra de seda o al
sombrero, la causa de su decadencia l99 • De hecho, después de
cierta fecha, el mercado de la bonetería, y por tanto su
producción, quedó constreñido al clero, con bonetes negros, y al
norte de África, rojos. Esto la convierte en claro ejemplo de
manufactura desarrollada al calor de una nueva moda que,
desaparecida ésta, arrastra a la primera. Fenómeno, por otra
parte, conocido también en otras ciudades europeas.
Con todo es difícil ofrecer algún dato más acerca de la
producción pañera y la bonetería toledanas, o su evolución. El
mayor escollo, insalvable, es la falta de noticias. La
manufactura de prendas de lana se basó en piezas de alta
calidad: en la pañería, con 24 00S y granas; y en la bonetería, con
bonetes de grana. Al mismo tiempo, fue abandonado el obraje
de los géneros de menor calidad de principios de siglo:
cordellates, estameñas, bonetes sencillos. En resumen: la
producción se centró en aquellas prendas que, a priori, ofreCÍan
mejores posibilidades de comercialización. Dicho proceso
236
ocurrió también en Cuenca, Segovia y Córdoba: no fue una
particularidad de Toled0 20o . Algo por completo contrario a lo
sucedido para la seda, de la cual nos ocupamos ahora.
La sedería
El desarrollo alcanzado por la seda en la ciudad brinda
una magnífica oportunidad para seguir la evolución cualitativa
de la producción de géneros séricos. La información aportada
por las ordenanzas es indispensable. Asimismo, compararemos
los datos ofrecidos por dichas ordenanzas con los contenidos en
la documentación notarial. Se apreciará cómo ambas fuentes, de
naturaleza tan distinta, ofrecen a nuestras cuestiones respuestas
similares. Ello reforzará nuestras conclusiones.
Las ordenanzas de 1533 regulaban el tejido de pocos
20J
géneros . Su calidad, empero, era elevada. Los resultados
obtenidos en los protocolos notariales confirman tal realidad.
Todas las pocas referencias entresacadas muestran el
predominio del terciopelo, seguido del damasco y del raso. Es
reveladora, además, la ausencia del otro gran tejido sérico, el
tafetán, en aquellos primeros momentos. Aludimos a ello más
arriba, al abordar el origen de la sedería en la ciudad, y cómo
desde poco después de 1500 la mano de obra se especializó en
el tejido del terciopelo. Ello concuerda con los testimonios de
otros autores, según los cuales el terciopelo sería una tela aún
nueva en 1500. Para CASTANY, su origen dataría del Bajo
Medioevo, quizá en el siglo xm 202 . No obstante aquella tardía
aparición, su rápida difusión propició que, ya a inicios del siglo
xvr, fuera el tejido de seda más utilizad0 203 •
200 FORTEA (1980), pp. 308-309. GARCÍA SANZ (1986), p. 214. lRADIEL
(1974), pp. 210 Y ss. RUIZ MARTÍN (1965), pp. CVIII-CIX.
201 Sería de sumo interés su comparación con las ordenanzas precedentes,
perdidas. Empero, acaso ambos textos no mostraran grandes diferencias.
Tampoco las posteriores presentan cambios sustanciales de unas a otras.
202 CASTANY (1949), p. 417.
237
CUADRO 13. Evolución del tejido de la seda en Toledo
a partir de las ordenanzas de oficios
M
""v ""v - r:- r:- 0\o ~ 0\
M ~ M
----
M ~
Anafayas
Tejidos
-
-"" -"" -"" "" -"" "" "" "" ""
X
Brocado X
Caprichola X
Ceñideros X X X
Cintas X
Colonias X X
Damasco X X X X X X
Damasco calafuco X X
Felpa (o terciopelo alto) X X X
Fusteda X X X X
Gorgorán X
Herbajes X
Listones y medios listones X X X
Pasamanos de arpón X
Picholado X
Raso alto llano X
Raso llano X
Raso de 8 lizos X X X X X
Raso de 8 lizos ligero X
Raso de 8 lizos llano X X
Raso de 10 lizos X X X
Raso de 10 lizos llano X X
Raso pespuntado X
Sarga de seda X X X X X
Tafetán de crucecita X
Tafetán doble X
Tafetán doble negro X
Tafetán doblete X X
Tafetán de 2 lizos X
Tafetán de 4 lizos X X X X X
Tafetán frisado X
'raletán ligero X X X X
Tafetán pespuntado X X
Tafetán de piñuela X
Tafetán de reina
Terciopelo aceituní X X X X
Terciopelo aceituní sencillo X
Terciopelo doblado X X X X
Terciopelo doble aceituní X
Terciopelo de dos hilos X
Terciopelo de dos pelos X X X
238
CUADRO 13. Evolución del tejido de la seda en Toledo
a partir de las ordenanzas de oficios Ó' 1/)
M V'l '<T rr, \O o N M
rr, G o- o- o-
--------
'<T V'l 1"- 1"-
Tejidos
-
V'l V'l V'l V'l V'l V'l V'l V'l V'l
FUENTE: Ordenanzas del arte de la seda de la ciudad de Toledo -cf. cuadro 4 sobre
ordenanzas de oficios-o Nueva Recopilación ... , lib. V, tít. XII, leyes XXII y XXlIl, fols.
35r-32 (sic)v.
239
calidad. De hecho, nuestros datos acerca del comercio textil y
las ordenanzas corroboran la calidad de la producción toledana,
con predominio del terciopelo, ya de pelo y medio, ya de dos
pelos. Incluso, las ordenanzas de 1561 citan el terciopelo de 3
pelos, es decir, aun superior. Ello confirma que, al menos hasta
la década de 1560, la demanda de seda se centró, cada vez más,
en géneros nobles.
Es imposible determinar hasta qué punto la producción
especializada en géneros de buena factura de la primera mitad
del siglo en Toledo se debió a la mejora económica de la época.
No obstante, lo ocurrido a partir de la década de 1570 ilumina
esta cuestión. Desde entonces, la calidad de los tejidos
menguó 206 • Junto a los damascos, fusteda, felpa, raso de 8 y 10
lizos, tafetán de 4 lizos y terciopelo aceituní, doblado, de 2
pelos y de pelo y medio, aparecieron en las ordenanzas de 1573
nuevos tejidos más ligeros, como el damasco cafajilco, los
pasamanos de arpón o el terciopelo ligero priet0207 • Dicho
proceso continuó al menos los años 1576, 1592 Y 1593, con la
regulación por ordenanzas de varios tejidos como las anafayas,
capricho/as, herbajes, tafetán ligero, de crucecilla y de piñuela
en 1576, el terciopelo de pelo y medio blando y el terciopelo de
pelo y medio ligero.
Los datos sobre comercio muestran similar proceso. En
1560 predominaba en Toledo la producción de terciopelo y
terciopelo de pelo y medio, seguida del tafetán, raso y, por
último, del damasco. La situación apenas había cambiado en
1576. En todo caso, una mayor presencia del tafetán. Otros
tejidos, como el terciopelo de dos pelos o el gorgorán, según se
aprecia en los datos recogidos, apenas tenían interés 208 • Aun
240
más esclarecedor es lo ocurrido a la altura de 1600. El damasco
mantuvo su carácter marginal dentro de la producción sedera
toledana. No sucedió lo mismo respecto a los grandes tejidos.
Raso y tafetán, sobre todo este último, conocieron un cierto
despegue en las postreras décadas del siglo, en tanto que el
terciopelo en sus distintas formas acusó un leve retroces0 209 •
Esto significa, al menos en alguna medida, un descenso de la
calidad de las sedas salidas de los telares toledanos 2lo . Para
reforzar esta hipótesis sería esclarecedor conocer el auténtico
tejido oculto tras definiciones tan vagas como damasco, raso,
tafetán o terciopelo. No obstante, la naturaleza de la fuente
impide mayor precisión.
¿A qué se debió esta menor calidad de la sedería toledana
a fines de siglo? Carece de fundamento la idea de una pérdida
de conocimientos técnicos en aquellas fechas, cuando quizá
entonces la actividad sedera viviera su máximo apogeo.
Busquemos, por tanto, el principal motivo, no del lado de la
oferta, cuanto de la demanda. Dos hechos tuvieron especial
trascendencia. En primer lugar, el cambio de coyuntura
económica iniciado en el decenio de 1570 y, asimismo lo que
denominaremos "sociología del vestido". Ya mencionamos
ambos factores más arriba, al tratar el origen de la sedería en
Toledo. No obstante, desde la década de 1570, éstos mismos
jugaron a favor de un cambio en la producción.
En realidad, el agravamiento de la coyuntura económica
de aquellos años no suscitar una menor demanda de tejidos
séricos. Al contrario. Como demuestran los datos de producción
de seda en bruto, ésta continuó en aumento al menos hasta
entrado el siglo XVII. Ello desmiente que el gasto de tejidos de
seda disminuyó antes de 1600. Sí existió, empero, un cambio en
la demanda. Los recursos "per capita" más bajos de cada
castellano recondujeron las preferencias hacia tejidos más
210 Similar proceso describió FORTEA (1980), pp. 327-328 para la producción
sedera cordobesa.
241
ligeros y baratos que, en definitiva, siendo de seda, cumplían su
función suntuaria. El campesino o el habitante urbano
continuaron comprando telas de seda, aunque cada vez de
menor precio, pues menores eran sus posibles económicos. Una
muestra más de ello son las protestas elevadas ante las
pragmáticas de 1590 y 1593 sobre el tejido. El motivo
esgrimido no podía ser más elocuente. Según el arte de la seda,
no se trataba de dificultades técnicas, pues en Toledo podía
tejerse cualquier tela. Sino que, de cumplirse lo ordenando, la
calidad de tejidos sería mayor, pero también su precio. Ello
impediría la venta de la producción y, en fin, la actividad
desaparecería de la ciudad de Toledo, acaso de toda Castilla211 •
Por tanto, si la calidad media de las sedas toledanas
disminuyó en las tres últimas décadas del siglo XVI, no fue por
una crisis de la actividad. Indicaría, en todo caso, su fortaleza,
su capacidad de readaptación a los nuevos géneros que el
?]J
mercado demandaba- -. Sumemos a esto lo que antes
denominamos "sociología de la moda". Con ello no postulamos
ningún cambio o transformación en el vestido, los tejidos, o su
uso. Sino cómo el vestido se convirtió en un elemento
preponderante de interacción en las relaciones sociales. Cuando
se dio el tránsito de la antigua a la nueva pañería, ésta fue
acusada de falsedad: los nuevos paños, con menos lana, eran
además de menos "dura" y al final más caros que los antiguos,
242
que podían ser usados durante afiosm . A pesar de lo cual, la
nueva pafiería triunfó, pues pennitía al comprador cambiar de
vestido con más frecuencia. Un hecho similar ocurrió, avanzado
el siglo XVI, en la manufactura de la seda. Tejidos más ligeros,
más baratos, y en proporción a los antiguos más caros. No
obstante, eran preferidos por amplias capas de la sociedad, dado
que su teórico más bajo precio pennitía su sustitución en
periodos más breves de tiempo. El fenómeno había sido
"importado" en Castilla por los mercaderes extranjeros. Éstos
introducían telas ricas, vistosas, baratas, pero ligeras y poco
resistentes en comparación a las castellanas. Sin embargo, las
telas extranjeras eran preferidas, y acababan con la producción
local, fenómeno que señaló algún autor214 • Es lo que, en
analogía con lo ocurrido un siglo antes en la pañería,
denominaremos "nueva sedería".
Los nuevos géneros de seda no sustituyeron los
anteriores, como tampoco la nueva pafiería hizo desaparecer la
213 Sin embargo, lRADIEL (1974), p. 215, demostró que tal diferencia de
calidad no existió.
214 ORTIZ (1970), p. 409. "Para que hemos menester tantas invenciones de
243
antigua215 • Ambas convIvIeron en "armonía", entendida ésta
corno la consecución por cada una de un mercado propio. El
terciopelo de pelo y medio ligero no desplazó al terciopelo
aceituní. Cada nuevo género cubrió una demanda que no quería
o no podía gastar las antiguas sedas. Sin embargo, que el
campesino o el artesano se inclinaran hacia esta nueva
producción, no implica igual proceso para otros grupos. Los
bordadores y casulleros de la ciudad, las oligarquías de los
grandes núcleos urbanos o la realeza, permanecieron fieles a los
antiguos tejidos. Es difícil imaginar que Felipe 11 o el duque de
Medina Sidonia vistieran un tafetán ligero o una estameña; o
que Juan Carlos, aguador, usara a diario jubón y calzas de
terciopelo de dos pelos confeccionados por Pinto, sastre,
considerado en la década de 1540 el mejor sastre el reino.
215 De hecho, sederías tan florecientes como la veneciana del siglo XVI
sobrevivieron al duro Siglo de Hierro sólo gracias a su especialización en
géneros de altísima calidad. SELLA (1997), pp. 41-42.
216 Adviértase, en este punto, la elevad especialización del trabajo en la
244
pues, establecer ninguna evolución de la producción de estas
actividades a lo largo del tiempo. Tampoco los protocolos
ofrecen información complementaria. Apenas unos contratos de
compraventa de tocas, alguno más de pasamanos. Pero nunca
describen sus características o calidades. Esto imposibilita
establecer la producción en cada momento o sus cambios.
En cambio, pronto queda patente la amplia difusión de
pasamanos, cintas, botones, tocas, borlas o cordones en la
época. En ocasiones, eran las únicas obras permitidas por las
pragmáticas reales a determinados grupos sociales como
elemento suntuari0 2l7 . Pero también las capas enriquecidas y los
estamentos privilegiados usaban de modo profuso estos
géneros. Ello motivó que todos los sectores de la sociedad
castellana los incorporaran a su vestimenta. Así, hasta cometer
auténticos excesos en una necesidad en principio tan básica
como el vestido. Lo cual plasmaron tantos escritos
contemporáneos218 •
245
De aquí el desmedido florecimiento de sastres, jubeteros
y calceteros, dedicados a la confección. Ellos plasmaban los
deseos de lujo y de elegancia, no sólo de cortesanos y elites
locales, sino de los oficiales y labradores. Durante el siglo XVI
su número en las ciudades, y aun en los pequeños núcleos,
debió de ser muy elevado. Hasta tal punto, que las Cortes
abordaron el tema en repetidas ocasiones. Los sastres, junto a
calceteros y jubeteros, confeccionaban la ropa: jubones,
camisas, calzas, siempre de acuerdo a los deseos particulares de
cada cliente. Por tanto, las ordenanzas de oficios se refieren a la
confección general de cada prenda, los pespuntes o refuerzos
necesarios; nada especifican, en cambio, de los motivos o
adornos que debía incorporar. Sin embargo, la posesión de
prendas de seda estuvo muy extendida en la sociedad castellana.
Según una pragmática de 1600, toda persona que poseyera
joyas, tejidos ricos u objetos de valor debería registrarlos. Así,
junto a los inventarios dotales o "post mortem", descubrimos la
amplio uso de tales prendas, y cómo el desmedido número de
sastres fue criticado por autores de la época219 •
Caso especial fue el de casulleros y bordadores. Éstos se
especializaron en la confección de prendas de altísimo valor y
y asi darle la nueva, que para hacer sayo, ó capa ha de tener. [ ...] ¿de qué
sieve el cabezon, y gorgorin yerto y almidonado, con unas lechugas tan
crecidas, y lechugadas, que si fuesen de verdura, tendría un jumento que
pacer todo el dia en una dellas? [... ]" SEMPERE y GUARIÑOS (1973), pp.
76-77. VIÑAS y MEY (1975), pp. 345 y ss.
219 "En la primera entrada [del infierno] hallamos siete demonios escribiendo
los que íbamos entrando. Preguntáronme mi nombre, díjele y pasé; llegaron
a mis compañeros y dijeron que eran sastres; y dijo uno de los diablos:
-Deben entender los sastres en el mundo que no se hizo el infierno sino para
ellos, según que vienen por acá.
Preguntó otro diablo cuántos eran. Respondieron que ciento, y respondió un
demonio mal barbado entrecano:
-¿Ciento y sastres? No pueden ser tan pocos. La menor partida que habemos
recibido ha sido de mil y ochocientos. En verdad que estamos por no
recibilles.
[... ] En esto hizo otro vómito de sastres el mundo, y hube de entrarme
porque no había dónde estar ya allí, y el monstruo infernal a traspalar, y diz
que es la mejor leña que se quema en el infierno sastres." QUEVEDO (1991),
pp. 183-184.
246
de idéntica calidad. En general su mayor cliente fue la Iglesia,
cuyo poder económico era de sobra conocido. Aquí sí, no
obstante el reducido número de prendas, hallamos alguna
información en los registros notariales. Dado su elevado coste,
antes del comienzo de cada una, se asentaba contrato notarial
con las características de la obra: precio, medidas, figuras,
materias primas. Ello permite identificar numerosas prendas
conservadas en iglesias e instituciones religiosas. Empero,
nuestro propósito no es describir la evolución de esta actividad
en aquella época, sino mostrar los cambios en la producción220 •
Así pues, y a modo de resumen, se dio una doble
evolución en el textil toledano durante el siglo XVI. De una
parte, aquellas actividades relacionadas con la lana, como la
pañería, la bonetería y la gorrería. Aquí, una producción de
mediana y alta calidad en 1500 aparece especializada a fines de
la centuria en géneros finos y selectos. De otra, la sedería. En
ella el tejido casi exclusivo de sedas de buena calidad a
principios de siglo tendió hacia telas más ligeras y baratas,
conforme una parte sustancial de los potenciales demandantes
de aquellos tejidos conocieron un empobrecimiento de sus
condiciones de vida. Esta evolución tuvo su origen en dos
hechos: las transformaciones de la economía castellana entre
1500 y 1600, con las posibilidades y obstáculos que ello
propició; y un cambio en la propia moda, con una rápida
difusión de la seda como elemento suntuario, desde la Corona, a
amplias capas de la sociedad que antes sólo habían usado lana o
lino para su vestido.
220El lector hallará más amplia información en las obras de MOTA (1980) Y
de VILLANUEVA (1935), donde se aborda el tema con más detenimiento,
desde una perspectiva más cercana al análisis artístico.
247
5. LA DIFICULTAD DE UNA CUANTIFICACIÓN
248
renunciamos, empero, a este ejercIciO, refutando algunas
imágenes imposibles y aportando algún nuevo dato.
Ello nos obliga a recurrir a documentación varia.
Primero, analizaremos todas las noticias, con frecuencia
literarias o indirectas, recopiladas de fuentes documentales de la
época. En segundo lugar, examinaremos la documentación
fiscal. Y, en tercer lugar, acudiremos a los vecindarios hoy
disponibles, ya citados en diversas ocasiones221 • Por último,
compararemos, hasta donde pennitan las fuentes, el nivel
productivo de algunos centros textiles de la época. Con ello
reconoceremos, con datos más fundamentados, las acertadas
palabras de Pedro de MEDINA; y que, al menos durante el siglo
XVI, Toledo fue el principal centro textil castellano. El
resultado de lo cual, si no la producción de cada actividad o su
volumen en cada momento, sí nos permitirá, al menos, trazar
una evolución de la actividad textil toledana entre 1500 y 1600.
249
"[ ... ] los boneteros de Toledo son tantos, que no pueden caber
todos en una calle, y ansi viven muchos derramados en
diversas parte de la ciudad";
no sólo en Toledo, pero en las zonas rurales:
"en esta dicha ciudad de Toledo, y en otras ciudades, villas y
lugares destos nuestros reynos, ay mucho número de boneteros
[ ... ]";
y, un poco más adelante,
"la mayor parte de la gente pobre dessa ciudad [Toledo] y su
tierra, se mantiene de las labores de la obra del dicho oficio
[bonetería]"223 .
También Luis HURTADO en su Memorial advirtió la
importancia de la bonetería y de la sedería. Según el ilustre
canónigo, en una entrada de Carlos 1 en la ciudad salieron a
recibirlo 3.500 boneteros 224 • Desconocemos la fecha, aunque no
sería posterior a 1542, cuando el emperador visitó por última
vez Toledo 225 • Esta cifra es por sí sola irreal, exagerada.
Confirma, empero, al idea de una bonetería muy importante al
despuntar el siglo XVI. Varias décadas después, su número
había disminuido de modo paulatino. MARTÍNEZ DE MATA
menciona un recibimiento a Felipe II, en que el "gremio" de la
bonetería desfiló con 564 infantes 22G • En 1576, sólo sería unos
I 00 maestros 227 •
Asimismo, cualquier cuantificación de la sedería se
antoja ardua. La cifra de 10.000 personas ocupadas en el trabajo
de la lana y de la seda, de Pedro de MEDINA, es indicativa de la
importancia de estas actividades en Toledo. Carecemos, sin
225 LÓPEZ DE A YALA ... (1901). Carmelo VIÑAS (1975), p. 374, en cambio,
cita como fecha de esta visita el año 1S 18. Acerca de los viajes y estancias
del emperador en la península y en Toledo, véase, además, MIRANDA
CALVO (2002).
226 MARTÍNEZ DE MATA (1971), pp. 220-221.
250
embargo, de indicio alguno de quiénes de dedicaban en realidad
a ellas. Con todo, existe cierto acuerdo en toma a esta cifra
como aproximada de cuantos se sustentaban de alguna forma
del trabajo o comercio de la seda. Así lo expresaron los jurados
en 1575. Según éstos,
"mas de diez mili y veinte mili personas pobres viven del labor
u trabajo de sus manos que depende y esta colgado del obraje
de las sedas y paños que traydos de fuera parte se benefician y
adoban en esta ciudad,,228.
Algún autor, en el siglo XX, recogió estas apreciaciones e
incluso las creció más. Según el conde de Cedillo, eran 10.000
los individuos implicados en la manufactura sedera tas el fin de
las Comunidades, y 50.000 en la década de 1570229 • Y, a juicio
de SAN ROMÁN, hasta 40.000 telares hubo en la ciudad durante
el siglo XVI 230 • Pero si las 10.000 personas que trabajaban en la
seda en la primera mitad de la década de 1520 parecen
excesivas, son más desproporcionadas las 50.000 personas para
1570, o los 40.000 telares. Nótese que la población de toda la
ciudad apenas era mayor. Sin embargo, el conde de Cedillo
estimaba para aquel entonces un censo de 80.000 habitantes en
Toledo, a partir de la aplicación de un coeficiente de 5 al
vecindario de 1571, y la adición de los demás habitantes hasta
alcanzar los 80.000 por la población flotante 231 •
Aún más difíciles de aceptar son las estimaciones
ofrecidas por LARRUGA. Recordemos las 450.000 libras
trabajadas por 15.000 telares en 1480, citadas más arriba.
Cuarenta años después, a causa de las Comunidades, el número
de telares se habría reducido a ¡sólo! 6.664, con un consumo de
200.000 libras de sedam . Por último, LARRUGA recogió, aunque
228 Citado por MONTEMA YOR (1996a). La enorme diferencia entre una y otra
cifra demuestra la inexactitud de dicho cálculo.
229 LÓPEZ DE AYALA ... (1901), p. 55.
230 SAN ROMÁN (1925), p. 1.078.
251
no mencionó la fuente, el número de telares en la ciudad en
1663: 2.061 de ancho y 300 parados, y 7.000 de angosto y 200
parados m . Empero, ¿no acepta el mismo LARRUGA una
producción mayor durante el siglo XVI que el XVII? De
reconocer estos datos, la sedería toledana no conoció una crisis
desde principios del reinado de Carlos I hasta fines del de
Felipe IV, sino un vigoroso crecimiento, con 3.000 nuevos
telares. Además, 10.000 telares en 1663 en Toledo habrían
implicado el trabajo de toda la ciudad en ellos.
No obstante, a pesar de la irrealidad de las noticias hasta
ahora ofrecidas, se desprende una idea muy clara: la
manufactura textil era la principal actividad económica en
Toledo, y de su trabajo obtenía sustento buena parte de la
población. Como lo expresó en repetidas ocasiones el
Ayuntamiento. Fuera por el alza de la alcabala, para obtener una
baja del encabezamiento, o para minimizar la cuantía del
servicio de Millones; faltando aquélla, vacarían maestros y
oficiales en su trabajo, y los mercaderes en el trat0234 • Por tanto,
debía ser una actividad favorecida por el poder. Así lo entendió
el Ayuntamiento, contrario a cualquier obstáculo que surgiera.
De lo contrario, sería el fin de la actividad, y de Toledo.
252
descubrimos a todos los maestros, o la mayor parte, de un
oficio. Ello brinda una idea, al menos aproximada, de la
importancia de cada actividad en un momento dado. Los
motivos para tales reuniones eran de lo más variado: elegir
veedores, examinadores u otros cargos del oficio, aprobar unos
capítulos u ordenanzas nuevas, tratar un pleito entre dos o más
maestros. En todo caso, lamentamos que tales reuniones o los
testimonios de ellas no sean más habituales. Su valor se ve
realzado, además, porque, a pesar de su carácter discontinuo en
el tiempo, permiten su contraste con datos puntuales de otras
fuentes. De gran utilidad será su resumen, en un cuadro.
Adviértase, de nuevo, que éstas son cifras de maestros de cada
oficio, no de oficiales y aprendices 235 . Tampoco recogen la
población femenina ocupada; en algunos casos, como la
toquería y cintería, mayoritaria.
El cuadro muestra no eran tantos los maestros torcedores
de sida en la ciudad. Las ordenanzas reconocían que eran unos
60. Dato concordantes con otros fiables sobre el consumo de
seda en Toledo. Asimismo, conocemos el número de maestros
calceteros para dos años consecutivos. Según el documento,
eran 38 en 1563, y 45 en 1564. Sin embargo, de la nómina de
todos los nombres, solo 25 se repitan en ambas fechas. Ello
plantea la cuestión de si en otras ocasiones no ocurriría lo
mismo, y no fueron recogidos todos los maestros, como
sugieren ciertos documentos. Así, confeccionamos algunas de
estas listas a partir de los nombres de los maestros presentes a la
concesión de algún poder. En aquellas ocasiones, se afirmaba
que, "el gremio reunido ... ", y en nombre de los ausentes ... Por
tanto, siempre cabe la duda de cuántos serían los no presentes.
Con todo, ningún oficio, excepto el de (tejedores) "del arte
(mayor) de la seda" y acaso los de sastres y boneteros, acogería
253
CUADRO 14. Maestros de oficios textiles en Toledo a partir de las ordenanzas de oficios
Oficio o
r'I
"""
"""
V)
"""
oV) o ...... r'I
Carda y peine
-- -- -- -- -- - 50- -- --
V) V) V) V) V) 'r)
-
\O \O \O
Cortinaje - - - - - - - 70 7
Pelaires 22 - - - 16 - 22 - -
Tejedores de paños - - 29 38 - 24 - - -
Tintoreros de paños 11 - - - 11 - 1I - -
Tundidores - 32 32 - - 24 22 - -
FUENTE: AMT, Ordenanzas de oficios. Exámenes. Zapateros. Tundidores.
255
La documentación jiscal
La principal fuente son las alcabalas recaudadas por la
ciudad en las rentas tocantes al textil. Los valores, basados en la
documentación simanquina y municipal, fueron publicados en
parte por MONTEMAYOR 236 . Por desgracia, carecemos de noticias
previas al encabezamiento general de 1546. Para años
posteriores, la información es escasa y discontinua237 • En efecto.
Conocemos tan sólo datos aislados de la primera mitad del
siglo, y alguno más, todavía fragmentario, tras el crecimiento de
1574. El Ayuntamiento de Toledo custodia documentación
referente a las rentas, con información para años muy concretos.
No olvidemos, además, el carácter aproximado de la alcabala
como indicador de la producción, pues recaía, no sobre ésta,
sino sobre el comerci0238 . Fue el caso de rentas como la del1ino
y algodón, o la de la lana y seda. El rápido incremento de su
valor en la primera mitad de la centuria no se sustentó en un
aumento de la producción, sino del comercio. Algo, por otra
parte, señalado por otros autores con anterioridad; no es
necesario, por tanto, insistir en ello. Ello dificulta todo cálculo a
partir de datos hasta cierto punto discutibles.
Un segundo problema, no menor, es saber qué
intercambios refleja en realidad cada renta. Desconocemos los
géneros gravados por las rentas de paños de color, tapetes y
alfamares. La renta del lino y algodón debiera concernir al
comercio de dichas fibras; acaso también, de las telas con ellas
256
realizadas. Mas, ¿sobre qué intercambios se asentaba la renta de
lienzos y sayales? Acaso esta renta incluyera las actividades de
algún modo relacionadas con la confección. Así lo sugiere el
caso cordobés, ya que en aquella ciudad existía una renta de
"lienzos, sayales y aljabibes". No obstante, las profesiones
conocidas de los encabezados indican que dicha renta grabaría
los géneros textiles fabricados en lienzo. Como su propio
nombre indica, la "renta de paños de oro y seda" reflejaría el
comercio de telas tejidas con estas fibras. Lo cual tendría
sentido, pues dicha renta fue unida a la de "seda y lana" en
1574. Sin embargo, según el "Nomenclátor de algunos pueblos
de España", de 1546 y en adelante, para la renta de seda y lana
se pagarían 15 mrs. por cada libra de seda, 10 mrs. por arroba
de lana, y 8 mrs. si la lana era de la tierra, para los
contribuyentes vecinos de Toledo; y sin franqueza, es decir, al
10 % de su valor, los forasteros 239 • Así pues, dicha renta
grabaría el tráfico de seda y lana en bruto. Por tanto, ¿qué renta
respondía al comercio o la producción pañeros? La opción más
plausible es la renta de paños de color, aunque sería necesario
algún documento que lo probara. Además, los boneteros
contribuían en la renta de la especiería y buhonería, junto a
otras actividades.
Todo ello demuestra la dificultad de una cuantificación a
partir de la recaudación de impuestos de los cuales
desconocemos incluso la naturaleza exacta sobre cuyos géneros
se fundaban. Tampoco las averiguaciones de la documentación
simanquina ofrecen los resultados en principio esperados. Los
cuestionario atendieron más a conocer el posible valor teórico
de la renta que a cuantificar los tratos, cuestión siempre eludida
por los interrogados. De hecho, todos los testigos, si bien
reconoCÍan que no se cobraba la alcabala a la tasa legal, también
ignoraban su valor de cobrarse al 10 %. Tampoco ofrecieron
respuestas convincentes a la cuestión sobre el nivel de los
tratos. Es evidente, pues, el intento de testigos y arrendadores
257
por ocultar el valor de los tratos y de las rentas a la Real
Hacienda. No obstante, podemos trazar una evolución muy
aproximada de la manufactura textil de Toledo en el siglo XVI.
Los valores de las distintas rentas ilustran la importancia de la
sedería en la ciudad, seguida de la pañería y, en menor cuantía,
lencería y ropa vieja. Pero aun más interesantes son los cambios
que muestran, reflejados en los GRÁFICOS 3 Y 4.
Los datos, pocos, de la primera mitad de siglo sugieren
un rápido incremento de la recaudación en todas las rentas. La
razón sería doble. De una parte, el proceso inflacionario en
Castilla durante la centuria, en particular en aquellas primeras
décadas. Pero también, la mayor contratación y comercio de
aquellos años, fenómeno reseñado por la bibliografía. Podemos
concluir sin temor a error, pues, que gran parte del alza del
precio de las alcabalas se debió, no sólo a la inflación, cuanto al
desarrollo del comercio y la producción.
No obstante, tras el notable incremento del impuesto,
decretado por Felipe Il en 1574, los valores de las rentas textiles
en Toledo permanecieron estables durante las décadas
siguientes. Tan sólo un ligero incremento hasta 1590 y 1600.
Luego, iniciaron un continuo descenso, mayor si descontamos
el efecto de la inflación" 40 • Los gráficos muestran cómo, tras
1574, el valor de las alcabalas apenas se elevó. Además, cada
renta conoció una evolución. Las rentas de paños de oro y seda,
y seda y lana, y paños de color y tapetes alcanzaron sus
máximos seculares en torno a 1590 y se mantuvieron después.
En cambio, las de lienzos y sayales, y lienzos y atfamares
conocieron un brusco descenso a partir de entonces, y la de ropa
vieja aún se mantuvo durante una década más. Ello demuestra
que la evolución de cada actividad respondía tanto a factores
generales como la coyuntura económica de Toledo o de
Castilla, como a otros más especíticos de cada una de ellas241 •
De lo contrario, habrían evolucionado de forma paralela.
21(¡ Como reconociera ULLOA (1971 ), p. 9, "A largo plazo, los precios influían
más que el volumen en el valor de la renta".
2·11 Cualquier hipótesis sobre el descenso de valor de una renta es aventurada
si. como es el caso, ignoramos los géneros sobre que se fundaba.
258
GRÁFICO 3. Alcabalas textiles de Toledo en el siglo XVi
(Números índice. Escala logaritmica)
101100
1000
• •• .......... ......
••
100 _*)1(" • I
x
• l'años de color, tapetes y all.irrnrcs
'" '" • • Tapetes y al fumres
x Seda y lana, y paños de oro y seda
~ Patios de oro y seda
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o
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o §
o
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00 00 00
'" '"
259
En efecto. La distinta evolución cronológica de cada
renta reflejaría igual proceso en el mercado sobre que se basaba.
Aquéllas como las de lienzos, o pafios de color, basadas en el
consumo de la población "pechera", conocerían su mismo
devenir. Cuando, hacia 1590, la población alcanzó su cota
máxima de efectivos y, por tanto, de consumidores de lienzos y
otras prendas, las citadas rentas siguieron las mismas pautas,
con sus valores máximos. Por el contrario, a partir de aquella
fecha, los síntomas de crisis económica y demográfica fueron
cada vez más evidentes. Había menos consumidores, y más
pobres. Por tanto, el consumo de prendas corrientes se redujo y,
con ello, el valor de las rentas de Toledo.
El caso de la seda, en cambio, fue distinto. La
reconversión productiva de Toledo hacia tejidos más ligeros y
el mantenimiento, si no incremento, de los gastos suntuarios de
las elites sociales sostuvieron el consumo de géneros séricos.
Con todo, de aplicar los efectos de la inflación a la renta de la
seda, ésta mostraría un descenso continuo durante el siglo XVII.
Todo lo anterior evidencia la imposibilidad de reconstruir
a través de las alcabalas algo más que una evolución
aproximada e la producción textil toledana, y aun menos los
niveles alcanzados, con datos cuantitativos. Ello conduce a otras
fuentes de naturaleza distinta pero que, en algún caso, brindarán
más coherentes y satisfactorios resultados.
Encabezados y contribuyentes
No obstante, resta una fuente antes aludida, a la cual no
hemos prestado la atención merecida. Son las listas de
encabezados y contribuyentes en cada renta. De algunas, sólo
conservamos la cifra total de personas que se obligaban en cada
"gremio" fiscal 242 • De otras, en cambio, conocemos los nombres
de todos o una parte de los contribuyentes.
e-le El uso del ténnino gremio aquí sigue una de las acepciones de la época.
Según ésta, el conjunto de contribuyentes en una renta encabezada tenía
carácter solidario; cada uno respondía por el resto en caso de impago o
malversación.
260
Cuando éste era el caso, además del nombre, se
especificaba su profesión o lugar de residencia: colación, o
incluso la calle. En ocasiones, el encabezado actuaba en nombre
de una compañía de la cual era socio o empleado, y registraba el
hecho con la frase "y compañía"; pero, a veces, se citaban los
nombres de tales socios. Sólo así atisbamos cuán difundidas se
hallaban determinadas actividades, y cómo en ellas participaban
personas en principio ajenas por su posición social.
243El legado AGS, EH 185 guarda infonnación sobre las rentas de Toledo
entre 1568 y 1574. En él se hallan, con los encabezados de 1568, listas de
contribuyentes de algunas rentas para determinadas fechas. No obstante,
dado el carácter completo del recuento de aquel primer año y la escasa
variación de uno a otro, sólo incluimos los datos de la primera fecha.
261
evidencian la pérdida de documentación, por cuanto deben
considerarse sólo a título informativo.
El cuadro, por sí mismo, evidencia el predominio del
trabajo y comercio de la lana, y sobre todo de la seda, en
Toledo. De hecho, la renta de paí10s de oro y seda, y seda y lana
cada aí10 alcanzaba el valor más elevado y englobaba más
contribuyentes. A gran distancia, las rentas de paí10s de color,
de tapetes y alfamares, y, en menor medida, las demás.
Asimismo, estos registros nos acercan, aunque de modo
indirecto e infravalorado, al trabajo femenino. No son del todo
raros los ejemplos de una mujer encabezada. En ninguna
ocasión se especificaba su actividad ni el motivo de su
encabezamiento. Quizá fuera tejedora, o hiladora; empero,
acaso estuvieran dedicadas también al comercio, a través de
-, o de mo d o mas
compamas, 'd'lrecto-744 .
Con todo, ninguna fuente utilizada hasta ahora permite
cuantificar, siquiera de modo aproximado, la importancia
relativa o cuantitativa en Toledo de cada actividad, o su
evolución durante el Quinientos. La alcabala, impuesto
indirecto sobre el comercio y el consumo, puede ser aceptada
cono reflejo más o menos fiel de la evolución de los
intercambios comerciales, mas no de la producción. Así, en
rentas como las de lienzos, y lino, predominaban los mercaderes
como encabezados, no los tejedores de lienzo, o de lino, u otra
actividad relacionada. Queda en pie, por tanto, el problema
planteado más arriba: ¿hubo en verdad 10.000, 20.000 ó 50:000
personas sustentadas del trabajo de la seda en Toledo?, ¿se
tejieron cientos de miles de libras de seda al aí1o?, ¿hubo 3.500
boneteros en algún momento en Toledo?
2·\.jDe los 505 encabezados de la rcnta de paños de oro y seda, y seda y lana
de 1590, 16 eran mujeres: Catalina de Sena, las dos hijas de Juan de
Espinosa, María de Rojas, mujer de Miguel Gapán, Antonia López, tejedora,
viuda dc Melchor de Biesca, Isabel de Cabrera, Ana de la Paz, la madre de
Fernán Sánchez de Córdoba, Juana de Valladolid, viuda de Juan de Burgos,
María de la Fuente, Isabel Álvarez, Catalina Ortiz, Elvira de Herrera, Luisa
de Lucena, María Gómez, y María Pérez, cordonera, viuda.
262
La población activa ocupada en la mam{/actura textil
Aseveraciones como éstas son dit1ciles de rebatir o
confirmar con las fuentes usadas hasta ahora. De hecho, la
crítica a la documentación manejada obliga a rechazar su
validez como elemento cuantificador. No renunciamos, empero,
a conocer la importancia de aquellas actividades. Ha sido, pues,
necesario, "crear" una nueva fuente, con que reconstruir la
población activa de la ciudad para toda la centuria. Podríamos
hacernos ceñido al análisis de los dos vecindarios nominales de
la ciudad de que disponemos para el siglo XVI, y compararlos
con el de 1639. No obstante, ello no elimina ciertas distorsiones
en algunos aspectos y en los resultados finales. Así, para unas
1.800 personas con profesión, el vecindario de 1561 indica la
existencia de 60 tintoreros. De extrapolar tal resultado al
conjunto de la población masculina adulta de Toledo, los
tintoreros rebasarían la cifra de 500, dif1cil de admitir245 .
Además, dichos vecindarios están separados entre sí por 58 y 77
aí'1os. ¿Qué ocurrió en aquellos periodos? ¿Existieron cambios
temporales en la producción que no recogieron? Para responder
a estos interrogantes, elaboramos a partir de la documentación
notarial diversos censos de habitantes de Toledo. Aquí
presentamos sólo los resultados referentes a población activa.
Éstos son, con las fuentes disponibles, la mejor aproximación
para cuantificar la producción o su evolución.
En la confección de estos censos consideramos todos los
protocolos consultados. Elaboramos listas nominales, con el
nombre, ocupación, dirección y algún dato relevante más de
cuantas personas aparecían. Para los afias con varios registros
examinados, cruzamos todos los nombres para crear un censo
único. Ello ofreció ciertos hechos inesperados en principio, de
no menor interés. Algunos, la mayoría mercaderes o miembros
del Ayuntamiento, se repetía en dos o los tres protocolos del
mismo año. No menos sorprendente fue el resultado de agregar
las diversas listas nominales de un mismo año. Tras el recuento
aislado de cada protocolo de 1600, en sendos casos aparecía un
263
22 % de población activa dedicada a actividades textiles.
Significaría, por tanto, rebajar nuestras estimaciones sobre la
importancia de estas manufacturas en la ciudad. No obstante,
cuando cruzamos los nombres de los dos primeros protocolos
consultados en aquella fecha, el porcentaje aumentó al 24 %, Y
al 26 % tras incluir el tercero. ¿Qué ocurriría de examinar todos
los protocolos de aquel año? Como sugiere el ejemplo, estas
cifras deben tomarse como un mínimo, al menos respecto a la
manufactura textil 246 •
También son obligadas algunas consideraciones respecto
al método de recuento final del número de personas incluidas.
Computamos dos veces las personas que manifiestan dos
ocupaciones. Así, Villalpando declaró ser doctor y vicario del
arzobispo; por tanto, aparece recogido en sendas ocasiones,
como doctor y como vicario. Esto sucede, sobre todo, en lo que
denominaríamos "sector terciario". Además, siempre admitimos
como profesión los títulos académicos de "doctor", "licenciado"
y "bachiller", aunque se mencione en algún caso otra actividad:
barbero, jurado. Por último, omitimos la "hidalguía", visible a
partir del uso de "don", como profesión; tampoco el clero247 •
Algunos problemas, sin embargo, son inherentes a esta
fuente. El trabajo femenino es paradigmático. Las mujeres
dedicadas entonces a la actividad productiva nunca declaraban
oficio alguno; por tanto, no aparecen como trabajadoras con
ocupación. Esto descarta, en principio, cualquier cuantificación
del trabajo femenino. Asimismo, en contadas ocasiones se
distinguen categorías laborales, es decir, maestros y oficiales.
La cifra de boneteros de 1600 es claro ejemplo de que estos
censos, salvo que se especifique la categoría del maestro, la
246 Nuestros censos presentan una proporción menor de mano de obra ocupada
en el textil que los censos al uso. ¿Sobrevalúan unos y subestiman otros
ciertos grupos socioprofesionales? Con toda probabilidad, el vaciado de
todos los protocolos de un mismo año revaluaría la presencia de la actividad
manufacturera, en tanto que disminuirían otras, como el comercio.
247 No obstante, nuestros datos concuerdan de modo aproximado con los
vecindarios al uso. En 1591, había unos 700 clérigos seglares, aunque acaso
fueran más. Según nuestros censos, el clero seglar representaría alrededor
del 6 % de la población adulta masculina en 1600.
264
persona puede ser maestro u oficial. En 1597, 37 maestros
asentaron sus señales, en tanto que en 1600 sólo uno se declaró
maestro. Con todo, la mayoría de los restantes nombres de 1597
se repite tres años después; los demás serían oficiales.
Advirtamos, por último, la dificultad para conocer, siquiera de
forma aproximada, cuántos aprendices existieron en cada
momento en Toledo. No conservamos los libros de asiento de
tales contratos, y en los protocolos sólo se registraban aquéllos
en que el aprendiz residiría en otra casa distinta de la de sus
padres. Por ello, toda cuantificación se antoja aventurada248 •
Para extrapolar estos censos, referidos sólo a población
masculina en edad adulta, necesitamos una aproximación a
cuántos hombres habitaban en Toledo en cada momento. Los
vecindarios de 1503 y 1561, nominativos, registraron los
vecinos de la ciudad; ignoramos, en cambio, la tasa de
masculinidad, y por tanto el número exacto de hombres. La
única información fiable es el censo de 1569. Según éste,
Toledo albergaba 51.181 habitantes, exceptuado el clero. De
éstos, 17.877 eran hombres, 27.221 mujeres, y 6.083 niños 249 .
Aquí interesa, no obstante, sólo la población adulta masculina.
Si suponemos que desde la realización de este censo el número
de habitantes de Toledo apenas varió, tampoco lo hizo la
población masculina. Tendríamos, pues, la cifra de 17.000,
aproximada, y quizá estable, con que comparar y extrapolar
nuestros censos de las tres últimas décadas de la centuria, con
pequeñas variaciones por la emigración a América o las levas
militares25o • Para fechas anteriores, suponemos una tasa de
masculinidad similar y constante. Ello permite un cálculo de la
población masculina a partir de los vecindarios conocidos. Es lo
que muestra el CUADRO 17, con el número de habitantes de
Toledo en los años de nuestros censos, así como la población
265
adulta masculina, a partir de una tasa de masculinidad siempre
constante de 0'66, ó de 1'459 veces el número de vecinos 251 •
"\ 1Hallamos la tasa de masculinidad a partir del censo de 1569. Para los años
1506, 1512, 1520, 1536, 1544 Y 1552 calculamos el número de habitantes y
el de población masculina suponiendo una variación constante del número
de vecinos entre dos fechas de las que poseemos un censo: 1503, 1528 Y
1561. No se busque, pues, en estos cálculos una exactitud que no poseen ni
pretenden, sino un carácter aproximado para comparar nuestros datos de
población activa. Con todo, quizá nuestras suposiciones no son por
completo desacertadas, de confrontarlas con la serie de bautismos en la
ciudad publicada por WE1SSER (1973), gráfico 1, p. 622, con un aumento
constante de la población de Toledo durante la primera mitad de siglo.
166
tejedores. Además, ninguna persona aparece dedicada al hilado
de lana, cuando existían cardadores, peinadores, arcadores.
Acaso porque dicha operación era realizada por mano de obra
femenina y en las áreas rurales, que ninguna fuente recoge.
Todo ello implica que, al menos desde el siglo XVI, recibían
sus adobos finales en la ciudad más paños que los tejidos en
ella. Es decir, desde Toledo se controlaba y dirigía una red de
manufacturas rurales desde antes de 1500, en que las primeras
fases del paño se realizaban en el ámbito rural y el acabado en
la ciudad252. No obstante, la inexistencia de fuentes impide
cuantificar estas relaciones antes de aquella fecha.
Remarquemos, por último, la existencia de 47 sastres, y
un número menor, que siempre se repetía, de jubeteros y
calceteros. Además, 6 tejedores de lienzos y otros tantos de
vivos. Aparecen así, a inicios de siglo, delimitadas en gran
medida las bases sobre las que el textil toledano asentó luego su
desarrollo. Acaso, alguna salvedad. Como los boneteros, o los
23 tejedores y 62 tejedores de seda sin otra precisión para
conocer de fonna más concreta su labor.
El censo de 1506 posee similares características. Un
importante número de personas dedicadas a la pañería, sobre
todo en sus última" fases. Pelaires, tundidores, tintoreros; y
también de aquellas ocupadas en el trabajo sérico. Ambos, tanto
el de 1503 como el de 1506, muestran una b~ia especialización
del tejido de seda, sólo en el terciopelo. Al margen quedan los
tejedores de tocas, o toqueros, ya diferenciados a inicios del
siglo XVI. Asimismo, eran numerosos los oficios de la
confección: calceteros, jubeteros, y en particular boneteros y
sastres. La existencia de una sastrería desarrollada en Toledo en
1500 parece lógica, si atendemos a los habitantes que entonces
albergaba. Más singular es el caso de la bonetería. Como
267
demuestran estos censos, y mejor el de 1520, más completo, los
boneteros formaban uno de los oficios más importantes de la
ciudad. No obstante, también evidencias la imposibilidad de que
3.500 maestros boneteros recibieran a Carlos 1, siquiera en el
momento de mayor apogeo de la bonetería en la ciudad.
Rehecho, nuestros datos sugieren que en 1520 no habría más de
300 ó 350 boneteros, entre maestros y oficiales, si extrapolamos
dichos datos a toda la población de Toledo 253 •
Cabe señalar, también, la existencia de ciertas actividades
de escasa relevancia en aquel inicio de siglo: cinteros, tejedores
de lienzo, tejedores de vivos. Todas desaparecieron de la ciudad
en las primeras décadas del Quinientos. Sólo sobrevivió como
actividad importante la cintería, reducida al trabajo femenino,
apenas visible en la documentación. Otras actividades, como la
sombrerería, la cordonería o incluso el bordado, aparecen a
inicios del siglo XVI con una escasa importancia numérica. No
obstante, la calidad y la "fama" de la producción hicieron que
estos trabajos pervivieran a lo largo de centuria.
La confección de prendas
Estos primeros censos del Quinientos reflejan una
manufactura textil en Toledo muy variada. La producción
cubría los usos y gustos de los diferentes grupos sociales. Esta
situación, empero, cambió por completo en la primera mitad de
la centuria. Actividades como el tejido de vivos desaparecieron
pronto de Toledo. Otras, como la carda o el tejido de lana,
quedaron reducidas en igual periodo a un papel secundario.
Muy distinta fue, en cambio, la evolución de la
confección. Alrededor del 5 ó 6 % de las personas con
ocupación eran calceteros, jubeteros, sastres o bordadores. Esto
implica que, hacia 1570, y hasta acabar el periodo que nos
ocupa, unas 1.000 personas se dedicaban a realizar prendas de
vestido, al menos. Ello sin contar con los posibles aprendices en
las casas de los maestros, que omiten nuestros censos. De éstos,
m Cifra que, con la de aprendices, confirma los 564 boneteros que, según
MARTíNEZ DE MATA, desfilaron ante Carlos I. Y VIÑAS (1975), p. 348.
268
más de la mitad eran sastres, seguidos por calceteros y, en
menor medida, por los jubeteros. Fueron todas actividades que
evolucionaron al compás de la ciudad254 • Durante la primera
mitad del siglo, y hasta la década de 1570, calceteros, jubeteros
y sastres aumentaron su número conforme lo hizo la población;
después, se mantuvo estable hasta 1600. No obstante, el censo
de este último año presenta un hecho curioso. Por vez primera,
los jubeteros sobrepasaron a los calceteros. En efecto. Si hasta
entonces los calceteros al menos habían duplicado en número a
los jubeteros, en esta última fecha, aun por poco, los jubeteros
superaron a los calceteros. Quizá dicho cambio se deba a una
sobreestimación de la fuente, que no descartamos. Empero, el
vecindario de 1639 refleja que tal cambio bien pudo ser real. En
aquella fecha, se contaron en Toledo 13 calceteros y 14
jubeteros. Significaría, pues, un mantenimiento del cambio
acaecido poco antes de 1600 en las dos actividades.
Mención aparte merece la bonetería. Los censos
confirman la importancia de la fábrica de bonetes a inicios del
siglo XVI. Más, como estos mismos datos demuestran, no
ocupaba a toda la ciudad. Su evolución fue en cierto modo
peculiar, comparada con la de las otras actividades textiles.
Según el censo de 1503, los boneteros constituían uno de los
oficios más difundidos. Su número, de atender a las cifras de
afios posteriores, aumentó de forma considerable: más deprisa
que la población de Toledo, al menos hasta la década de 1550.
Sólo así se comprenden los testimonios anteriores. También
singular fue la cronología de su decadencia. Poco después,
inició un temprano proceso de crisis que no se detuvo siquiera
en 1600. Los cien maestros boneteros de Luis HURTADO para
1576 cobran verosimilitud ahora255 •
En estrecha relación con la bonetería convivieron otras
dos actividades: la sombrerería y la gorrería. Ambas, como
254 La actividad del bordado, puesto que su principal cliente era la Iglesia,
conoció una evolución algo distinta. Con todo, resulta manifiesto el mayor
número de bordadores en 1600.
255 Los 25 boneteros de nuestro censo de 1576 corroborarían, extrapolados a
los poco más de 12.000 vecinos de la ciudad, el cálculo de Luis HURTADO.
269
muestran los censos, nunca alcanzaron la importancia de la
bonetería. Para una idea más exacta de su producción, bastan
los dos únicos datos de consumo de lana de que disponemos
para el siglo XVI. En 1555 eran 700 arrobas de lana, y 3 años
después, 600 arrobas 256 • Si una docena de gorras necesitaba
alrededor de una arroba de lana 257 ; y un sombrero no requería
más lana, ello significa que la producción toledana era, al
menos, de unas 8.400 unidades. De hecho, sólo la fábrica de
sombreros consiguió cierta relevancia en la ciudad.
Al margen quedaron otras actividades de muy escasa
entidad. Así, según el pleito entre guarnicioneros y cinteros de
una parte, y de otra cordoneros y talabarteros, en 1566, había
sólo 7 u 8 cinteros258 . Cifra que corresponde con lo sugerido por
nuestros censos, dada su reducida representación en ellos.
La sedería
Llegamos aquí a la seda. ¿Son siquiera aproximadas las
citi'as expuestas en el primer apartado? No es fácil construir una
serie continua de producción a partir de los datos disponibles.
Con todo, es posible establecer una evolución muy aproximada.
Los diversos censos muestran el predominio de los toqueros y
los tejedores de seda sin otra especialización, a principios de
siglo. Acaso algunos de los tejedores de seda fueran también
toqueros. A partir de entonces, ambas actividades siguieron
caminos separados. Desde 1500, el número de tejedores de
ancho se incrementó de modo notable, con una proporción
creciente de la población activa de la ciudad. A este desarrollo
siguió una mayor especialización de la mano de obra. Muy
pronto aparecieron, diferenciados, los primeros tejedores de
terciopelo y, poco después, los tejedores de damasco, raso y
tafetán. No obstante, esta última categoría laboral, y por tanto
su producción, conocería un auténtico despegue sólo en la
eS" U/m; de registro de escrituras, 1514-1580, fol. 199-200 y 214; AMT, LM,
sala 13, núm. 67.
c57 AIIPT, proL 1632, fol. 106.
m AMT, OrdenGn::as de oficios, caja 4".
270
segunda mitad de la centuria. En cambio, los oficios del arte
menor, como la colchería y cintería, experimentaron un lento
declive desde inicios de siglo; no para desaparecer, sino para
convertirse al tejido de géneros del arte mayor. De hecho, en
1600, sólo los cordoneros mantendrían su importancia; ya no
junto a los cinteros, colcheros o toqueros, sino al lado de los
tejedores de pasamanos. Todo lo cual ilustra el enorme cambio
acaecido en la manufactura textil de una ciudad como Toledo en
un peno . do de 100 anos-o
- ~59 .
De hecho, actividades de pequeña relevancia en 1500,
como el trabajo del lino, desaparecieron en poco tiempo. Otras,
como la bonetería o la pañería, asimismo de cierta trascendencia
en los primeros momentos de la centuria, perdieron una mayoría
de la población ocupada en el transcurso de unas décadas 260 . La
confección, en sus distintos ámbitos, se mantuvo con la
evolución de la ciudad. Por último, con el albor del siglo XVI,
una actividad nueva, quizá implantada por un grupo de
extranjeros, inició un rápido ascenso, hasta ser poco después la
principal manufactura, la sedería. No obstante, ¿cuántos telares
funcionaron en Toledo durante el siglo XVI, ya fueran de lana,
o de seda?
Todo indica que en torno a 1500 se dio el mayor apogeo
de la pañería de Toledo. Los 4 tejedores de cordellates y 19 de
paí'ios del vecindario de 1503, de ser extrapolados a toda la
población toledana de aquel momento, resultarían al menos 115
ó 120 telares. Cifra no muy elevada, pero tampoco desdeí'iable.
Sesenta años después, en 1561, el vecindario menciona sólo 7
tejedores de lana. Es decir, durante aquel periodo se había
reducido el número de tales tejedores, descenso que muestran
nuestros censos. Para confirmar esta temprana "decadencia" de
271
la pañería de Toledo, permítasenos mencionar un documentos
de 1569, en que se describe el mal estado de la pañería. Para
averiguar las causas, el Ayuntamiento diputó una comisión, que
retrató un sombrío estado de la actividad. Los tintoreros
aplicaban tintes de mala calidad, por lo cual los paños no salían
perfectos y dejaban de venderse. Para evitarlo, los paños eran
expedidos a Córdoba para recibir el tinte. Se calculaban 50.000
las piezas enviadas cada año a la ciudad andaluza para sus
adobos finales26 I . Es probable que la imagen transmitida por
este texto fuera cierta. Resulta más difícil, en cambio, admitir
cifra tan elevada de paños trabajados en Toledo, dados los
niveles de producción logrados en Segovia o Córdoba.
El caso de la seda fue del todo distinto al de la lana. El
auge de la actividad y el aumento de la producción continuaron
al menos hasta la década de 1570, al igual que en otros
centros 262 • Durante aquel periodo, los cambios internos en la
manufactura, con el surgimiento de nuevos tejidos y la
desaparición de otros, no cesaron. La división del trabajo
tornóse cada vez más compleja. Ello nos lleva a agrupar todas
las ocupaciones de nuestros censos en cuatro grandes categorías
profesionales: hiladores y torcedores de seda, tintoreros de seda,
tejedores "del arte mayor" o "de lo ancho", y tejedores "del arte
mayor" o "de lo estrecho". Ello facilitará nuestros cálculos.
Según nuestro censo de 1576, los tejedores del arte
mayor representaban alrededor del 6 % de la población activa.
Significaría, pues, la existencia en la ciudad de, al menos, 1.000
tejedores de ancho o, si se quiere, 1.000 telares de ancho de
263
tejer seda • A esta cifra debemos sumar los telares de angosto.
Como muestran los diferentes censos, los tejedores de cintas, de
tocas o de cordones eran una minoría. Consideremos, empero,
261 LAM, 1569-1570, pp. 128-129; AMT, LM, 010. er. apéndice, doc. 3.
2b2 GASeON, (1971), t 11, p. 619. MASSA (1988), p. 36. VIGO (1997), p. 307.
263 Acaso se argumente que esta cifra de telares deba ser reducida a la mitad,
ya que no los maestros, pero los oficiales, deberían de tirar de las cuerdas o
mover la lanzadera. Nótese, empero, que hasta ahora no hemos considerado
para nuestros cálculos la existencia de aprendices. Serían éstos, en realidad,
quienes efectuarían aquellas funciones auxiliares menos especializadas,
dado su menor "coste" para el maestro, frente al oficial.
272
264
la mano de obra femenina • En efecto. Según las ordenanzas
de toqueros de 1592, en la ciudad había unas 2.000 mujeres
dedicadas a tejer tocas. Su número parece muy elevado.
Significaría que en Toledo existieron hacia 1590-1600 unos
3.000 telares de seda. Para su funcionamiento necesitarían cada
año unas 100.000 libras de seda los telares del arte mayor, y
otras 60.000 los telares de angosto. En total, 160.000 libras,
cantidad muy inferior a la de LARRUGA citada más arriba. Cifra
ésta mínima, susceptible de ser incrementada, dada una
producción de entre 300.000 y 400.000 libras de seda en bruto
en España en el siglo XVI, y que los otros centros sederos no
alcanzarían un consumo de 150.000 libras. De hecho, hay quien
cita el tejido de 200.000 libras en Toledo a comienzos del siglo
XVII, que no descartamos 265 . Es una buena aproximación al
nivel productivo alcanzado en Toledo. De hecho, en 1619,
cuando se había iniciado la crisis, la manufactura sedera
consumía 140.000 libras 266 . Es posible que la cifra de 2.000
mujeres tejiendo tocas fuera exagerada, y deba ser reducida.
Con todo, nada invalidaría nuestro cálculo de 1.000 tejedores de
ancho, antes confim1aría nuestra hipótesis, al aumentar su
número.
Este consumo de seda implica que la actividad del hilado
no debió de estar muy extendida en la ciudad. De acuerdo a los
datos que poseemos de productividad, implica que en aquella
época, una persona podía hilar 500 libras de seda al año. De
aceptar un consumo de 160.000 libras al año, serían necesarias
320 personas para la operación. A esta cifra debemos sumar la
de torcedores. Según NAVARRO, un tomo de devanadera podía
trabajar 20 libras de seda al día267 . Esto refuta cualquier intento
por descubrir mano de obra femenina numerosa en la ciudad o
273
en las zonas rurales dedicada al hilado o torcido sederos. De
hecho, si calculamos 250 días hábiles al año para el trabajo, una
persona podía beneficiar en dicho periodo hasta 5.000 libras de
seda268 . Se comprende, pues, el reducido número de maestros
torcedores de seda en la ciudad, poco más de 60, y los escasos
ejemplos de mujeres ocupadas en estos menesteres. No
obstante, en un documento citado por MONTEMA YOR, en 1619
eran 100 los maestros torcedores, que sustentaban con su
trabajo 8.000 personas269 •
Aun menor debió de ser el número de tintorero. El
vecindario de 1561 cita 61. Apenas habría muchos más. De lo
contrario, su capacidad de producción excedería las sedas
tejidas en Toledo o los paños introducidos en la ciudad para su
acabado. En todo caso, es posible un sistema de trabajo por
completo inverso al de la manufactura rural clásica. En la seda,
el tinte precede siempre el tejido. Dado que el mercader, de
Toledo, entregaba al tejedor rural la seda hilada y torcida,
también estaría tintada. Por tanto, el número de tintoreros en la
ciudad sería algo mayor.
Con estos datos es difícil aceptar que en Toledo durante
el siglo XVI la seda ocupara a 10.000, 20.000 y menos aun
50.000 personas. Los 3.000 telares que calculamos más arriba
eran manejados por 4.000 personas. Sumemos a ello quienes se
empleaban en el hilado y torcido de la seda, y en su tinte, que
no serían más de 1.000 personas. Ello implica un máximo de
5.000 personas ocupadas en el trabajo de la seda en Toledo en
el momento de máximo auge de la actividad, después de
1570 °.
27
268 Estos 250 días hábiles para el trabajo deben ser considerados un máximo.
A los 52 domingos y unos 50 días de fiesta de guardar del calendario habría
que añadir otras razones: reuniones del oficio, actos públicos, enfermedad.
LARRUGA (1787-1800), t. VIII, p. 80, cita la existencia de 160 tomos de
seda, que procesarían unas 300.000 libras al año, o casi 2.000 libras por
torno y ailo. Por otra parte, una proporción nada desdeñable de la seda
llegaba hilada a Toledo desde Valencia. Ello reduce el teórico número de
hiladores existentes en la ciudad. VALLÉS (1985), p. 12.
269 AMT, Alcabalas, 1589, caja 28. MONTEMA YOR (1996b), pp. 126-127.
270 Cifra que aumentaría hasta las 6.000 ó 6.500 personas de aceptar un
consumo de 200.000 libras, que no descattamos.
274
De este ensayo de cuantificación omitimos todas aquellas
personas dedicadas al comercio de géneros textiles. Los censos
recogen las cifras de cuantos se declararon mercaderes de seda,
cintería, lenceros o roperos. En algún momento se afirmó que
todo el trato dependía de lOó 12 mercaderes 271 • No obstante,
también una proporción no menor de los mercaderes y jurado, e
incluso algún regidor del Ayuntamiento, estaba implicada en el
comercio textil. Ello imposibilita siquiera una aproximación a
su número. Con todo, dada la relevancia que alcanzó la
producción toledana, se adivina el desarrollo del comercio de
tales géneros.
275
papel preponderante como sostén de la fiscalidad se afianzó en
las décadas siguientes. Así, a fines de siglo, la alcabala textil
representaba cerca de la tercera parte de la recaudación.
Ello prueba el papel alcanzado durante aquella centuria
por la manufactura toledana frente a la de otras grandes
ciudades. Lo cual queda resmnido en los cuadros siguientes.
Incluyen los valores de las alcabalas de las principales ciudades
castellanas en determinados años, y sus rentas "textiles". Dada
la disparidad de denominaciones de las rentas y de los bienes
grabados por cada una, simplificamos los resultados en una sola
cifra por ciudad y año. De lo contrario, sería imposible
comparar la renta de paños de oro y seda, y seda y lana de
Toledo con las de Córdoba, que distinguía entre renta de seda, y
otra de paños, o la de bonetes de Sevilla, sin equivalencia en
Toledo.
FUENTE: Nomenclátor de algunos pueblos de Espaiia. con los vecinos y rentas que
pagan. Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, manuscritos castellanos, L 1 19.
276
CUADRO 19. Alcabalas de la actividad textil en los principales centros
castellanos. en 1590 (en mrs.)
Total alcabala Total alcabala % de alcabala
Ciudades pagada por basada en la textil sobre el
cada ciudad actividad textil total urbano
Baeza y Ubeda 20.195.623 - -
Córdoba 35.407.549 11.750.696 33'1
Granada - - -
Murcia 10.989.650 4.083.624 37'7
Segovia 7.570.395 1.258.472 16'6
Sevilla 102.166.681 34.233.179 33'5
Toledo 48.598.851 19.176.454 39'4
FUENTE: AGS. EH 132 Y 184. FORTEA (1980). ULLOA (1986). ZABALA (2000).
277
presenta, resumidos, los más relevantes. Nótese, en primer
lugar, la numerosa presencia de la confección en todas las
ciudades. Desde el 5 % de la población activa que debía de
representar en Córdoba, a en tomo al 6 ó 7 % de Segovia o
Toledo. Se justifican, así, las continuas quejas de los estamentos
oficiales acerca de la proliferación de aquellos oficios.
Asimismo, se desprende una clara diferencia entre Segovia,
donde la pañería dominó de forma indiscutible; y las ciudades
como Toledo y Córdoba, con presencia de la sedería y del
trabajo de la lana, y Granada, con el predominio de la seda. Por
último, a través de esta fuente, Toledo aparece de nuevo como
la ciudad en que los trabajos textiles, representados a partir de la
población ocupada, eran más importantes.
En efecto. La pañería toledana no podía compararse con
la segoviana, y los 600 telares que, según LARRUGA albergó la
ciudad del Eresma en su momento de mayor esplendorm . En
tanto que en Toledo existieron 9 batanes, en Segovia
funcionaron 16 y en Córdoba, entre 15 y 20 a fines del siglo
Xy274. Asimismo, la producción pañera de Córdoba y Segovia
superaba la toledana275 • No obstante, Toledo había desarrollado
una manufactura de la confección, una bonetería y una sedería
sin par en ninguna otra ciudad castellana276 • La sedería de
Toledo representaba cerca de la mitad de las coronas de Castilla
y Aragón. En Valencia el tejido de seda había casi desaparecido
desde principios del siglo XVI, para reconvertirse en hilado
destinado a Toledo; en Murcia nunca se había desarrollado una
manufactura importante; y en Córdoba existieron 632 telares de
.'75 Cuenca alcanzó las 4.000 piezas al año; Ávila, 6.000; Úbeda y Baeza,
8.000; y Córdoba y Segovia, 16.000. BILBAO Y FERNÁNDEZ DE PINEDO
(1988), p. 130. Los 115 ó 120 telares de lana que calculamos para 1500
podrían haber producido entre 3.059 y 3.192 piezas al año.
276 A título de ejemplo, en 1590, en Madrid, había 100 calceteros, 57 sastres,
278
CUADRO 20. Aproximación a la población activa textil de las principales ciudades castellanas
1506 1509 1560 1561 1561 1561 1596 1600
Actividades
Toledo Córdoba Toledo Granada Segovia Toledo Córdoba Toledo
Bonetería 24 21 91 1 - 1 28 9 42
Comercio 47 77 27 46 3 63 51 23 75
Confección 110 60 160 82 15 141 96 86 116
Esparto 4 53 6 - 8 12 - 30 1
Hilado 9 - 1 16 9 - 24 - 3
Lana 67 65 67 20 5 1.414 23 19 40
Lencería 1 - 2 1 2 11 7 - -
Seda 72 29 165 5 8 16 83 30 273
Tejedores - 23 5 2 92 363 92 31 17
Tintoreros 32 3 8 2, 3 64 60 34 8
Varios 9 - 27 - 3 1 6 - 15
Total textil 375 331 559 175 148 2.086 464 262 593
Total ciudad 1.292 1.200 2.274 982 526 3.279 1.322 1.855 2.181
Total vecinos 6.000 6.000 11.100 12.000 4.409 11.254 10.500 12.000
FUENTE: BENNASAR (1968). FORTEA (1980). pp. 233-242. RUIZ MARTÍN (1968), pp. 155-157. VINCENT (1985), sin paginar.
ancho, no más 277 • De ser correctas las cifras disponibles, la seda
en bruto cosechada en ambos reinos durante el siglo XVI
apenas debió de superar las 300.000 libras. Si en Granada se
alcanzaron las 170.000 libras antes de la rebelión de las
A lpuj arras , éstas quedaron reducidas a unas 90.000 en las
décadas de 1580 y 1590278 . Ello motivó el rápido incremento
del cultivo de seda en Murcia, con unas 210.000 libras poco
después de 1600279 . Añadamos a ello la seda cosechada en
Valencia, en tomo a las 100.000 libras, en exclusiva destinada
al mercado toledan0 28o ; u otras cantidades menores en Jaén o la
misma Toledo. Considérense las 140.000 libras que absorbió la
manufactura toledana en 1619; descubriremos la importancia de
ésta en el conjunto del reino durante el siglo XVI28 1•
Al margen dejamos otras noticias imposibles, todas de
difícil comparación. Ya citamos más arriba los 4.000 telares y
300 mercaderes existentes en Granada en 1568, de los cuales
desconocemos siquiera si eran de ancho o estrecho282 . En
Sevilla, según GARZÓN PAREJA, había el año 1519 16.000
telares, que consumían 800.000 libras de seda, trabajados por
281 El mismo documento señala una baja producción, como había sido aquel
mismo año y el anterior, por la corta cosecha en Murcia y Valencia. Según
MORRAL y SEGURA (1991), p. 75, durante el siglo XVI Toledo absorbía
tres cuartas partes de la seda murciana y valenciana. Por tanto, nuestros
cálculos son un mínimo de los niveles en realidad alcanzados entonces por
la sedería toledana, como es nuestro propósito.
282 Según GARCÍA GÁMEZ (1998), p. 264, en 1608, en Granada, existían ente
1.000 y 1.200 telares, y 200 tornos. Lo cual significaría que toda la
producción granadina de seda era consumida por los telares de la misma
ciudad. Un Memorial de la ciudad de Granada a S. M (s.d., aunque tal vez
de hacia 1618), fol. 1r, cita para el Quinientos la existencia en aquella
ciudad de 300 tomos y más de 5.000 telares. No obstante, estas cifras sólo
se justifican por el marcado carácter antifiscal del memorial y su consciente
idealización del pasado, en contraposición de un claro pesimismo acerca de
la situación contemporánea.
2í-iO
130.000 personas; cifras en sí mismas fantásticas 283 • Sí
conocemos, en cambio, el número de sastres, boneteros y otros
oficios textiles de la ciudad del Guadalquivir en 1561. En todo
caso, y como en Madrid, menor que en Toled0284 •
La manufactura toledana resiste una comparación
asimismo con otros centros extranjeros. El mayor desarrollo de
la fábrica de seda y la confección no impidió una pañería y una
manufactura de complementos: bonetería, sombrerería, gorrería.
Tal vez no salieran por sus puertas tantos paños como en
Florencia o Milán. Tampoco albergó una actividad hilatoria de
seda como la de Bolonia; ni un número de tejedores cercano al
de Génova o Nápoles. Otras actividades, como la lencería,
apenas existieron. El cuadro siguiente es la representación más
nítida de todo ello. En él incluimos los datos conocidos de
algunos de los principales centros textiles europeos en 1600.
Omitimos las ciudades o regiones productoras de lencería,
como Bretaña o Flandes. También, aquéllas dedicadas a la
fábrica de tejidos mixtos, como el fustán, ya que estos géneros
no se tejían en Toledo. Con todo, su inclusión no variaría en
gran medida los resultados.
Nuestros datos confirman la relevancia de la manufactura
toledana durante el siglo XVI en el contexto europeo. Como
Lyon o Granada, carecía de una desarrollada fábrica pañera285 •
No obstante, su sedería aventajaba la de ambas. Era equiparable
a las de Venecia, Milán o la propia Génova. Asimismo, la
Ciudad del Tajo era una de las más importantes en cuanto a su
actividad de confección de prendas, comparable a las grandes
283 GARZÓN PAREJA (1972), p. 70. MARTÍNEZ DE MATA (1971), pp. 194-
195, 359-360, al publicar un memorial de Francisco de Cisneros y Jerónimo
de Porras (pp. 387-417), a la sazón alcaldes del arte de la seda de Sevilla en
1655, recogió la cifra de 3.000 telares y 30.000 personas ocupadas; tal
número habría disminuido hasta los 60 telares aquel último año.
284 Aljabibes, 72; boneteros, 12; calceteros, 47; revendedores de estameñas y
lienzos, 47; jergueros, sayaleros y manteros, 25. AGS, EH 173, fols. 141-
195.
285 Aludimos aquí tan sólo a la pañería urbana. En páginas anteriores
mencionamos una importante fábrica pañera rural, cuya producción era
terminada en la ciudad. No obstante, no es ésta objeto de nuestra atención
aquí, sino en un trabajo que preparamos.
281
ciudades italianas. De hecho, de sumar los distintos sectores,
resulta que la ciudad de Toledo sería el mayor centro textil de la
península Ibérica y uno de los mayores de Europa.
eS!> ROMANO (1952), p. 509, cita que vivían de la lana 20.000 personas en la
ciudad.
2R7 Como ilustra el cuadro, el número de telares era inferior en Génova al de
Toledo. En cambio, de incluir los existentes en el ámbito rural, rondaría la
rcgión ligur los 7.000: MASSA (1980), p. 254; Y 32.000 las personas que de
tl1mla directa o indirecta vivían de la seda en la urbe: MASSA (1980), p. 69.
2SS No hallamos datos para las otras actividades en Florencia. No obstante, a
pesar de su notable desarrollo, la sedería no alcanzó en la vida económica de
la ciudad un peso similar al de la pañería. DINI (1994), p. 321.
282
dispar. La producción de lienzos desapareció en breve plazo. La
confección, ligada tanto al mercado urbano como a la
exportación, evolucionó al compás de ésta, con unas 1.000
personas ocupadas, tal vez más. También la bonetería conoció
un rápido crecimiento, hasta superar la cifra de 900 boneteros
en las décadas de 1540 y 1550; a partir de entonces, inició un
lento declive, testimoniado por fuentes diversas. La seda, en
cambio, vivió un amplio desarrollo, al igual que en otros centros
europeos. Si en 1500 era hasta cierto punto nueva, su arraigo y
despegue en la ciudad fue espectacular. Desde fines de la
década de 1560 ocupaba no menos de 5.000 personas. Todo ello
convierte a Toledo en la capital textil de Castilla durante el
siglo XVI. El cual, si en ciertos aspectos es considerado como
siglo de oro, en la Ciudad Imperial lo fue de la seda.
283
6. MERCADO Y DIFUSIÓN DEL TEXTIL
TOLEDANO
284
Conocemos mejor que en ningún momento anterior el
funcionamiento de las compañías y la extracción social de sus
miembros; las principales rutas y vías de comunicación, tanto
terrestres como marítimas 289 • Asimismo, ha progresado la
comprensión del comercio en el desarrollo económico. Desde
PIRENNE a la más moderna teoría económica, se ha señalado al
comercio como el dinamizador de la economía y medio
fundamental para la apertura y relación de las sociedades290 . Es
más. Los grandes núcleos manufactureros, ya modernos o
contemporáneos, son incomprensibles si no son insertos en un
sistema o red comercial. De hecho, algún autor ha remarcado la
íntima relación entre localización de los núcleos y redes
comerciales y las sederías en época moderni 9J • El caso más
paradigmático sería Génova. Ciudad carente de materias
primas, gracias al comercio creó una de las manufacturas más
señeras de Europa292 •
Estos avances, tanto teóricos como metodológicos, han
permitido un acercamiento al volumen de los flujos
comerciales, su evolución y su destino en Castilla293 • Queda,
pues, una de las cuestiones principales. ¿Qué productos, bienes
e incluso servicios eran objeto de comercio, y en qué
proporción? He aquí el mayor problema. Ello ha motivado
trabajos sobre el comercio exterior americano, pero menos
acerca del tráfico interior castellano, sea en volumen o en valor
de cada género 294 • De hecho, apenas conocemos nada de los
289 Un resumen de todo ello en MARCOS MARTÍN (2000), pp. 251-256 Y 378-
414.
290 Acerca de la precedencia del comercio o de la manufactura sobre el otro en
su origen, VERLlNDEN (1972), p. 406, para quien el comercio nace de la
industria, y no al contrario.
291 GASeON (1971), t. 1, p. 131-135.
285
intercambios basados en tejidos o prendas. Tan sólo continuas
referencias a la entrada de telas extranjeras o, en todo caso,
sucintos indicios acerca del destino de la producción local. Así,
algún autor reparó en la importancia que para ciudades como
Toledo desempeñaron bajo los Austrias la actividad mercantil
para dar salida a su manufactura295 . Y lo que décadas atrás era
una intuición o hipótesis, se confirma en estos momentos 296 •
Los toledanos eran de los mercaderes castellanos más
activos 297 • En Medina del Campo poseían, antes de 1500, una de
las cuatro calles dedicadas a los comerciantes de una ciudad; y
en sus ferias eran los terceros por volumen de contratación298 •
Eran los segundos en importancia, tras los genoveses, en Jos
negocios cambiarios299 . También en las ferias de Medina de
Rioseco y Villalón ocuparon uno de los primeros lugares. Al
menos hasta la década de 1560, en que dichas ferias entraron en
crisis y los mercaderes toledanos las abandonaron incluso para
la realización de pagos300 . Idéntico lugar ocupaban en el
comercio exterior, según los registros de los puertos y de las
aduanas en tiempos de Felipe rr 30 !. En Sevilla constituían una
de las comunidades más numerosas de mercaderes302 • Y
KELLENBENZ los citó, junto a burgaleses y sevillanos, como los
295 CARANDE (1990), t. 1, pp. 193 Y ss. MERCADO (1975), pp. 254 Y 314-315.
BRAUDEL (1993), p. 369, cita Toledo como centro de todo el tráfico
comercial castellano y en consecuencia la urbe peninsular más heterogénea.
En lodo caso, y aunque careciéramos de todo testimonio directo, es
impensable la inexistencia de exportaciones, dada la entidad de la
producción toledana.
296 MONTEMA YOR (1996a).
300 CASADO (1997), pp. 316-322. COLMEIRO (1986), t. JI, pp. 211-222. YUN
(1987), cuadros 67 y 68. Y los trabajos de FALAH HASSAH sobre las ferias
de Medina del Campo.
]01 LAPEYRE (1981), cuadros XVIII y XIX, pp. 96,104,129 Y 131.
286
prestamistas castellanos de Carlos ¡J03. No obstante, apenas
disponemos de estudios rigurosos acerca de sus actividades.
Sólo los trabajos de MONTEMA YOR y WEISSER304 •
Es necesaria, por tanto, una vuelta a las fuentes, con un
uso intensivo apenas recibido. Ello no revelará el volumen de la
producción destinada al mercado, que en el textil fue siempre la
totalidad. Con todo, determinaremos con cierto grado de
exactitud o aproximación los géneros contratados y su destino
geográfico en el tiempo, estudio abordado de forma separada.
La producción comercializada
El elevado número de prendas fabricadas en Toledo
nunca fue consumido por el mercado local. Necesitó, pues, su
venta más allá de las murallas. Asimismo, los mercaderes
toledanos no sólo comerciaban con telas y ropas salidas de los
talleres de la ciudad. Desde que las fuentes ofrecen alguna
información, hallámoslos comprando y vendiendo géneros de
procedencia varia: paños conquenses y segovianos, lienzos de
Flandes o Bretaña, sedas granadinas y valencianas 305 • Con todo,
los tejidos toledanos conservaron la preferencia de los
mercaderes de la ciudad. Aquí nos basamos en los contratos
recogidos en el ApÉNDICE 5, sobre comercio de géneros textiles,
ya citado.
Los resultados obtenidos con este método concuerdan
con los alcanzados en el apartado anterior sobre producción. Se
aprecia cómo las sedas: terciopelos, damascos, rasos, tafetanes,
tocas, representaban las más sustanciales ventas de textiles de
287
los mercaderes de Toledo. Éstas serían en su mayor parte de
géneros tejidos en Toledo. Sin embargo, no eran los únicos.
También existió un activo comercio de sedas de Granada y
Valencia. Ello prueba las intensas relaciones comerciales
establecidas por el capital mercantil toledano con las otras
sederías urbanas. Así, los protocolos recogen compras de
terciopelos, tafetanes o rasos de Valencia y Granada306 •
Empero, como reflejan los registros notariales, los
mercaderes no basaban sus tratos sólo en las sedas. Los
extendieron a géneros de otras fibras textiles. En Toledo se
vendían paños procedentes de toda Castilla: de la tierra,
Almodóvar, Cuenca, Segovia, Villoslada; y de todas las
1
calidades: desde 12 hasta 2611(lS de Toledo. Asimismo,
]("
288
a cambio de aquellas telas, y crear una manufactura local. Algo
que pronto se consiguió, mas con un aumento de su precio. Un
año después, la disposición fue derogada. Empero, el daño al
comercio de las rajas ya estaba hecho. Fiel testigo son los
registros de comercio exterior. Desde entonces, su uso por los
castellanos, quienes querían, y podían, disminuyó de forma
paulatina308 • Todo ello queda reflejado en apéndice. En él se
aprecia la progresiva especialización en paños concretos, así
como la vida efimera de otros como las rajas florentinas y los
intentos de sustitución por las castellanas.
Tampoco faltaban en las tiendas de los mercaderes las
telas de lino y algodón. Fustanes, holandas o lienzos sin
ninguna especificación más aparecen en las ventas ante
escribano. Asimismo, prendas de vestido. Calzas, jubones,
bonetes, también eran objeto de un activo comercio, por
roperos, sastres, jubeteros o boneteros. De hecho, el trato de
géneros textiles era el más extendido en la ciudad: acaso
representara más de la mitad de los de contratos notariales, o de
su valor final 309 • Algo nada raro en aquella época. Según
demuestra LAPEYRE en diversos momentos, más de la mitad de
todas las mercancías importadas en Castilla eran telas 3lO • En
289
algunas ocasiones, introducidas por extranjeros; en otras, por
naturales del reino. En todo caso, los mercaderes toledanos
pergeñaron cualquier mercado. Compraban y vendían géneros
fabricados en Toledo o en las zonas rurales. La mayoría de los
paños con que comerciaban y cuya procedencia conocernos, no
era de Toledo. Tampoco rehusaban las telas extranjeras3ll •
Quizá no las hubieran importado ellos mismos, pero basaban en
ellas un activo comercio, por piezas, o por varas.
Tal diversidad de géneros implicaba una especialización
similar de los tratos mercantiles. En ocasiones, una persona
compraba y vendía sedas, paños, lienzos, todo tipo de telas y
ropas. La mayor parte, en cambio, se concentraba en un género.
Eran los mercaderes de paños, de seda, de lienzos, o lenceros,
tratantes sólo en una fibra. Empero, en la mayoría de las
ocasiones no se declaraba ninguna concreción más, aparte de la
mercantil. Ello no impide adivinar cómo muchos se dedicaban a
actividades textiles. Esto aumentaría su número de fonna
considerable, respecto a lo mostrado en los censos.
Todo lo anterior trasluce la enonne importancia del
comercio de géneros textiles en Toledo durante el siglo XVI.
Toledanos eran quienes, al menos desde 1500, monopolizaban
el comercio de sedas en Castilla y, acaso también, el de prendas
de bonetería y sombrerería3l2 . Asimismo, disfrutaban de una
cómoda posición en la panena, con la venta de paños
conquenses, segovianos, riojanos, de la tierra; y en la
lencería313 .
290
Geografia del comercio textil toledano durante el siglo XVI
La venta de géneros textiles de Toledo no resultaría
difícil, dados su reconocimiento y fama y en toda Castilla y en
otras partes. Sombreros y gorras eran los mejores de todo el
reino. Las granas de Toledo, las más apreciadas. Los bonetes
negros eran gastados por la población castellana; los rojos, en el
norte de África. Y las obras de cortinaje y pasamanería eran
exportadas a otros reinos. Algo similar debía de acontecer para
los paños y sedas 314 •
No somos, pues, nosotros, sino la documentación
contemporánea, el principal testigo de la importante exportación
de los géneros toledanos. Podrían aducirse otros ejemplos, mas
todos coinciden en la misma idea3l5 • De mayor interés será una
delimitación más precisa del área geográfica que abarcó su
comercio. Como en ocasiones anteriores, las fuentes notariales
son imprescindibles. Así, elaboramos varias series temporales y
espaciales con todos los núcleos receptores o compradores de
géneros de Toledo. Para ello recurrimos sólo a fuentes de la
misma ciudad. Es la mejor alternativa, dada la imposibilidad de
consultar la documentación de todas las poblaciones, por su
volumen en algunos casos, por pérdida en otros. Además, por
número de contratos y calidad de información, los protocolos de
Toledo brindan resultados coherentes.
Todo ello queda reflejado en tres apéndices. Incluyen las
escrituras de compra de géneros textiles por habitantes de cada
núcleo. No se considere, empero, su valor monetario expresado
en maravedis. El motivo es el desconocimiento del precio de
tales mercaderías. Valga un ejemplo: Gonzalo Pérez del
Castillo, vecino de Illescas, se obligó a pagar a Alonso Díaz de
como mayor concreción, "de todas suertes" -cf. apéndice, cuadro 1-. Ello
impide cualquier estudio detenido del comercio de estas telas.
314 En 1546, Juan Antonio Pinelo, genovés habitante en Toledo, fue
denunciado por no declarar 6 millones de mrs. en ventas. En su descargo
adujo que la mercancía: seis cajas de "terciopelos ligeros de Toledo", con
123 piezas de 2.525 varas y 7 dozavos, no habían pasado por ninguna venta.
Él las había enviado a Lyon, por lo cual eran suficientes los 40.408 mrs.
pagados en el puerto. AMT, Alcahalas, 1476-1582; caja 27.
315 CARANDE (1990), t. 1, pp. 193 y ss. VIÑAS (1975), p. 351.
291
Cornez y Francisco de Villamayor, mercaderes, vecinos de
Toledo, 3.306 mrs., de resto de 2 varas y media de raja, 2 varas
y media de terciopelo morado, 5 varas de raso morado, 2 varas
y cuarta de tafetán morado, 2 varas de raso prieto y 2 de
fustán 3l6 • ¿Cuál fue el valor real de todo? Es imposible
conocerlo. Además, este tipo de contrato se repite en no pocas
ocasiones. En otras, no se especificaba valor alguno. Fue lo
ocurrido a principios de siglo. Si para aquella época el problema
fue conocer la naturaleza de las "mercaderías", para 1506 fue
todo lo contrario. Al menos en aquella fecha, cualquier género
textil que salía de la ciudad debía ser registrado ante escribano,
con su destino concreto. Ello impide conocer, de los 26
documentos con Medina del Campo como receptora de la
mercancía en el primer tercio del siglo, el valor de 23. Igual
ocurre con los 4 contratos con Medina de Rioseco. Con lo cual,
Villamiel, con una sola escritura en 1506 de 504 mrs., semeja
un mercado más importante que las grandes ferias
contemporáneas.
Con todo, los resultados son de enorme interés. En algún
caso, confirman lo apuntado por otras fuentes. Como muestra el
ApÉNDICE 5.1, acerca del comercio textil de Toledo entre 1506 y
1536, existían tres grandes zonas de difusión, o mercados. En
primer lugar, las poblaciones próximas a la ciudad. Alameda,
Alcázar de Consuegra, Almorox, Bargas, Camarena,
Consuegra, Illescas, Maqueda, Mocejón, Ocaña, Parla, Sonseca,
La Torre de Esteban Hambrán y Villamiel, son todos lugares a
menos de 60 kilómetros de Toledo. En principio, era la
alternativa más fácil y cercana. En tomo a la ciudad, según el
vecindario de 1528-1536, vivían unas 110.000 personas317 • Ello
significaba un mercado en modo alguno despreciable. Son 21
contratos sobre 84. Es decir, alrededor de una cuarta parte de la
producción textil toledana de las primeras décadas del siglo
XVI era comercializada en las zonas más próximas a la ciudad.
292
Tal proporclon sería algo mayor de incluir los 2 contratos
firmados por habitantes de Puente del Arzobispo y otro con
Ciudad Real, poblaciones casi a igual distancia de Toledo. Esto
confinna, al menos en parte, la clásica teoría de división del
trabajo entre los núcleos urbanos, de carácter manufacturero,
fabricantes y exportadores de productos elaborados; y las zonas
rurales, de economía agro-ganadera, consumidoras de dichas
manufacturas urbanas. Sistema descrito para otros centros
textiles flamencos o italianos 3l8 •
No obstante, como demuestran estos ejemplos, los
grandes centros textiles de la época moderna hubieran sido
inconcebibles sin el recurso a la exportación o comercio a larga
distancia. En efecto. Ésta atañía a la mayor parte de las piezas
salidas de los telares de Toledo. Volvamos a los datos. Vemos
representadas ciudades como Almería, Córdoba, Granada o
Murcia319 • En estos casos, como los anteriores, existió un doble
sistema de comercialización. En algunas ocasiones, los
mercaderes o habitantes de tales poblaciones se desplazaban
hasta Toledo para adquirir los géneros 320 • Cuando la compra,
como en este caso, la realizaba un mercader, podemos presumir
una posterior reventa a cargo del mismo en su lugar de
residencia. Como también es lógica la suposición de que las 6
varas de velarte, 1 de terciopelo y 2 de raso compradas por Juan
de Arriba, vecino de Seseña, a Juan y Luis Pérez de las Cuentas,
mercaderes vecinos de Toledo, por 8.432 mrs., serían para su
propio consumo, no para su posterior venta32l . Dicho fenómeno
ha sido reseñado hace algún tiempo por GARCÍA SANZ, según el
293
cual eran los mercaderes forasteros quienes iban a Segovia para
- 3??
comprar l os panos· --.
La realidad, en cambio, era más compleja. No sólo los
habitantes de las zonas rurales más o menos cercanas, o los
mercaderes de otros lugares adquirían por sí telas en Toledo.
Asimismo, desde Toledo, mercaderes, pero aun algunos
maestros artesanos, enviaban sus "mercaderías" fuera de la
ciudad para su venta en las numerosas ferias de la época323 • Allí
eran expuestas y compradas, quizá por mercaderes de otras
partes. De hecho, las ferias eran el modo mejor para
comercializar todo tipo de géneros. En ellas había numerosos
compradores y, acaso no menos importante, facilidad en los
medios de pago. No es éste momento de describir el
funcionamiento de aquéllas 324 . Pero sí de remarcar su enorme
relevancia. Tales serían los envíos remitidos a Alcalá de
1··lenares, Pastrana o Tendilla, todas poblaciones con ferias de
origen medieval 325 •
No obstante, las más destacadas a inicios del Quinientos
eran las ferias de Villalón, Medina de Rioseco, y, sobre todas,
Medina del Camp0 326. A Medina de Rioseco llegaron cuatro
envíos y, a Medina del Campo, 26. Esto implica que un tercio
de la producción se distribuía a través de los grandes mercados
de Tierra de Campos. Hasta allí eran enviados las telas, los
bonetes, los sombreros y las gorras para su venta, en la calle de
los toledanos. Y a ellas también se remitían los pagos de las
294
compras efectuadas a crédito en Toledo. Acabada la feria, las
sedas y paños serían transportados a sus lugares de destino
últimos y vendidos al por menor 327 •
Notamos, por último, los casos de Almagro y de Tendilla,
con uno y tres contratos cada una. Ambas se ubicaban en
encrucijadas de gran trascendencia. Almagro se hallaba en la
ruta natural que unía Toledo con Portugal y, al final, con
Lisboa328 • Además, cortaba el itinerario del "camino de la
Plata". Es decir, en aquella población confluían dos de las más
importantes vías de comunicación y de las rutas comerciales de
la época: la que unía Portugal con el centro de Castilla, y su
prolongación hasta Valencia, y la que transcurría entre
Andalucía y la Cordillera Cantábrica329 • Tendilla, en cambio,
hallábase en el camino desde Guadalajara a Cuenca y, por
último, a Valencia. Al margen dejamos cuatro contratos cuyos
destinos desconocemos.
Todo ello confirma unas redes de distribución y
comercialización en extremo refinadas para el contexto general
de Castilla. El comercio textil de Toledo abarcaba a inicios del
siglo XVI todo el reino; en algunas ocasiones, además, se
sugiere la posibilidad de exportaciones a Portugal33o • Lo cual
concuerda con la manufactura que sostenía entonces aquel
comercio y la clase mercantil que lo ejercía331 . Dicho proceso
327 Luis ORTIZ (1963), p. 409, reclamó dos ferias para Toledo, para la venta
de sus géneros. Ya no tendrían que ser transportados hasta Medina del
Campo, se abaratarían y el trato aumentaría. Al respecto, compárese la
situación de Toledo con la de Lyon. En la ciudad francesa, las cuatro ferias
anuales facilitaban un medio incomparable de comercialización de los
géneros de la ciudad.
328 Lisboa era, más que destino final, etapa asimismo de comercio con
Oriente. Fenómeno que no pasó desapercibido para los mercaderes
toledanos, como veremos.
329 Además ambas poblaciones disfrutaban de una feria anual, que reforzaba
su carácter de encrucijada comercial.
330 De hecho, CARLÉ (1954), p. 163, recogió las alusiones a la exportación de
textiles castellanos a Portugal en época medieval.
331 En 1503, de las 1.316 personas que declararon alguna profesión, 165 eran
mercaderes. En 1506, 310, de 1.340 personas. Y en 1520, 347 sobre 1.608.
Acerca de la importancia de algunos de estos mercaderes y sus gruesos
tratos baste sólo el siguiente ejemplo: en 1506, Pedro Husillo, mercader, se
295
no se detuvo en 1530: continuó en los decenios siguientes332 •
Fue la época de mayor crecimiento del periodo: aumento del
número de habitantes, desarrollo económico, elevación de los
niveles de renta y de consumo y, en consecuencia, del tráfico
comercial. En tal sentido, el comercio de la ciudad se vio
favorecido. Durante aquellos años, el textil toledano incrementó
de modo notable la producción, lo cual hizo ineludible, si no fue
auspiciado por el desarrollo de los intercambios. Es lo que
recoge er~ÉNDIcE 5.2, que abarca los años 1544-1568. Es
decir, casi todo el segundo tercio de la centuria.
Como se aprecia, el número de contratos y de lugares
reflejados por la fuente es mucho mayor ahora. No obstante, en
el primer caso usamos cinco protocolos y en el segundo, seis.
Por tanto, el volumen de documentación consultada no sería
factor decisivo para el aumento de la cifra de contratos. Con
toda probabilidad, este fenómeno refleja un incremento del
comercio, señalado por las fuentes contemporáneas y por la
bibliografía actual. Otra palie, empero, de aquel incremento se
debe a la mejor calidad de la fuente manejada. En efecto. A
principios de siglo, apenas nunca se mencionaba la naturaleza
de las "mercaderías". En cambio, este término desapareció
hacia 1550, para recoger de forma explícita las mercancías
intercambiadas.
Estas prevenciones proporcionarán un carácter más
explicativo a los resultados obtenidos de la documentación de la
segunda mitad de siglo. Con todo, el aumento del número de
contratos y de localidades mencionadas es incuestionable. En
cierta medida, se mantuvo alguna tendencia apuntada a inicios
del periodo. Las zonas rurales en tomo a la ciudad aún
296
absorbían buena parte de la producción toledana. Asimismo,
como en el periodo anterior, Medina del Campo era el principal
destino de las sedas y paños toledanos, con 167 contratos, por
valor de 4.534.914 mrs. A pesar de lo cual, carecemos de
contratos para las otras ferias terracampinas. ViIlalón había
permanecido ausente desde el primer momento. Ahora también
lo estaría Medina de Rioseco; para la cual no hallamos
ejempl0333. Otras ferias, como la de Alcalá de Henares,
frecuentadas por el textil toledano, se mantuvieron como
centros receptores de sedas y paños. En este momento, con el
añadido de que dicha feria se convirtió desde 1561 en
abastecedora y centro de pagos de la nueva capital filipina 334 .
También, como en época precedente, se mantuvieron las
demás corrientes de intercambio. Como la que unía la ciudad
con Portugal, a través de Almagro -con tres contratos por valor
de 133.358 mrs.- y Plasencia, con uno más. O aparecen nuevas
ciudades y pueblos al n0l1e del Tajo, como Á vila, Cuenca,
Madrid, y otras de menor entidad: Carrión de los Condes,
Sigüenza o Villanueva de los Infantes. Era, como muestran los
datos, una geografía muy extensa, que abarcaba gran parte del
reino. Lo cual plantea la llegada de mercaderes de toda Castilla
a Toledo para comprar telas y ropas. Algo lógico, cuando eran
dichos mercaderes quienes asentaban los contratos, y también
los pagos después de 1560, en la ciudad. De modo que, excepto
en las poblaciones más cercanas, los toledanos no venderían sus
géneros al detalle.
Pero si una región aparecía en aquel momento como
principal destinataria de los géneros de la ciudad, era la
comprendida al sur del Tajo, en particular Andalucía335 • Fue
ésta, durante el siglo XVI, la zona más favorecida por el
333 Ello concuerda con lo conocido de las ferias de estas dos villas, de menor
entidad que Medina del Campo, y con una más pronta decadencia. YUN
(1984) y (1987), pp. 209 Y 217.
334 LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), p. 92. RUIZ MARTÍN (1965), pp. LXXXII Y
ss.
335 Fenómeno observado por CASADO (1997), p. 311, para toda Castilla,
asociado a la crisis del sistema terial. Además, CHAUNU (1956-1959), t.
VIII 1, pp. 247-248.
297
crecImIento económico y por el desarrollo del comercio
transoceánico. Con aquella base, cobra significado la imagen,
entonces frecuente, de una tierra rica y fértil, la más ubérrima y
opulenta de toda España. En primer lugar, surgen numerosas
poblaciones de La Mancha. Así, Daimiel, con dos contratos, o
La Guardia con tres. Mejor representadas hallamos las ciudades
andaluzas. Córdoba, Jaén, Murcia; también otras de menor
entidad, como Úbeda, Ugena, Ronda -con dos contratos por
valor de 323.172 mrs.-, La Roda o Mula, cada una con un
contrato. Todo ello evidencia el poder de compra que ya en la
década de 1560 disfrutaba Andalucía.
Consideremos, por último, la exportación fuera del reino.
Las fuentes contemporáneas advierten de su relevancia. En tal
sentido interpretamos la compañía entre Hemando de la Fuente,
el jurado Juan Bautista del Águila y Francisco Femández, para
vender ciertas cajas de bonetes muzos de grana en Cádiz, al
tiempo que se sugería la prórroga de la compañía en el futur0 336 .
Con toda probabilidad, aquellos bonetes estarían destinados a su
embarque hacia el norte de África. En efecto. A lo largo del
siglo XV, los intercambios castellanos con el norte de África se
habían concentrado cada vez más en el puerto gaditano 337 .
Como confim1ación a esta tendencia, en 1493 ordenaron los
Reyes Católicos que Cádiz fuera el único puerto para comerciar
con Berbería de Poniente, como ya lo era de Levante338 • A partir
de entonces, la ciudad andaluza acogió todo el comercio con el
norte de África. De aquí que los bonetes toledanos destinados al
mercado norteafricano partieran de aquel puert0339 •
298
Igual interpretación concedemos a los varios contratos
remitidos a Sevilla. Ignoramos su número exacto o su valor: en
dos ocasiones eran de resto de otros anteriores. Uno más, esta
vez dirigido a América, confimla nuestra hipótesis de la
impOltancia del mercado indiano, si no desde 1500, en la
segunda mitad de la centuria340 . En tal sentido, varias peticiones
realizadas en las Cortes durante aquella época son de sumo
interés. En las de 1586-1588, el Ayuntamiento reclamó el fin de
la piratería341 . Y en 1594, pidió la partida de la flota "por el gran
daño que resulta a todo el reyno,,342. Es decir, en ambas
ocasiones, demandas a favor de un fluido comercio con el
Nuevo Continente.
Los registros de carga de las flotas confirman todo lo
anterior. Las telas eran las únicas manufacturas castellanas de
cierta relevancia conducidas hacia las Indias: sobre todo las
sedas. Según MORINEAU, en 1595 se exportaron hacia América
9.422 pares de medias de lana, 942 de medias de seda y 390
piezas de terciopelo, con probabilidad, toledanas 343 . No
obstante, sólo disponemos de un contrat0 344 . Ello no significa
que la producción de Toledo no hiciera la travesía hacia el
Nuevo Mundo, sino que conocía un distinto sistema de
comercialización.
En efecto. Todo apunta a que los envíos a América eran
realizados, no mediante ventas a mercaderes instalados en
343 MORINEAU (1985), pp. 93-94. Además, aquel año fueron enviados a
América 685 fardos de ruán, 952 manquillas de holanda, 420 pacas de breas,
614 fardos de brin y angeo, 1() 1 fardos de naval y 81 fardos de angeo. La
exportación de sedas castellanas hacia América, en CARANDE (1944), p. 31
Y carta 3"; y LORENZO (1986), t. 1, p. 427.
'44
> AHPT, prot. 1819, fol. 626.
299
Sevilla, sino a través de compañías, por medio de representantes
o factores. Algo que no era nuevo ni habían establecido los
'45 '
castellanos, pero sí adoptado los mercaderes toledanos"' . Estos
enviarían los terciopelos o granas a corresponsales suyos en
Sevilla. De ahí que no queden contratos de venta, pues no
existían. Es más. Otro factor en América se encargaba de
vender la mercancía. Se evitaban así sucesivas ventas y, por
tanto, el pago de derechos como la alcabala, que encareCÍan los
6
génerosH • De aquellos mercaderes, LORENZO SANZ ofrece
algunos nombres. Toledanos fueron Remando Díaz de Alcacer,
Alonso Franco, Marcos Sánchez y Gaspar Sánchez de Úbeda.
El primero de ellos fue arrendador de la renta de la seda de
Granada entre 1569 y 1573; no es dificil pues adivinar qué
productos remitía a América. Además, los Alcacer, junto a los
Franco y los Sánchez de Úbeda, conformaban algunas de las
familias mercantiles más egregias de la ciudad, al menos desde
1500, de origen converso, como también los Husillo, San Pedro,
347
Palma o de las Cuentas . No fue éste, empero, el único destino
)e!' El sistema había sido creado por los mercaderes italianos en la Baja Edad
Media. A partir de una casa matriz, distintos parientes o personas cercanas a
la tiullilia se establecían en las ciudades más importantes. Allí comerciaban
y vendían las mercancías enviadas desde la casa principal. Tal sería en
Castilla la familia de los f3ernuy, o las instaladas en Flandes. Para Toledo,
destaquemos algunas de las familias genovesas más importantes, hasta ser
grandes banqueros de la monarquía: los Imperiali, los Lomelin, los Doria,
todos afincados en Toledo hacia 1500e Un análisis de la actividad de una de
las principales casas comerciales en Castilla en KELLENBENZ (2000).
Acerca de las compañías en Lyon y su papel en la manufactura, GASeON
( 1971 ), t. 1, pp. 280 Y 291. Sobre Génova, MASSA (1995), pp. 43-69 Y 211-
231.
)·!6 Ejemplo de lo cual sería el ya citado pleito contra Juan Antonio Pinelo.
Este sistema permitía además un más ágil funcionamiento de todo el
proceso. A la reducción de costes de transacción se sumaba la del tiempo de
comercialización y la facilidad en la comunicación, en una sociedad como la
del siglo XVI, en que las variables espacio y tiempo eran tan distintas de las
actuales. Sobre las funciones de encomenderos y factores, y la vida interna
de las compañías que comerciaban con América, LORENZO SANZ (1986),1.
1, ppe 145-154. Además, CARANDE (1944); IGUALS y NAVARRO (1997), p.
289; YRUIZ RIVERA YGARCÍA BERNAL (1992), p. 96.
)47 GÓMEZ-MENOR (1970). LEÓN TELLO (1979).
300
de las exportaciones toledanas. Al igual que en el periodo
anterior, adivinamos un fluido comercio con Portugal.
Asimismo, hallamos alguna escritura con Génova348 •
La situación descrita para los dos primeros tercios de la
centuria no varió en gran medida entre 1570 y 1600. En todo
caso, un mayor número de referencias y de lugares
compradores. A grandes rasgos, permanecieron las principales
corrientes anteriores. Una parte sustancial era comercializada en
las zonas rurales en torno a Toledo. Además, numerosos
núcleos diseminados por toda la geografía castellana registran
uno o varios contratos. Aprécianse, con todo, algunos cambios
de notable interés.
Las antaño florecientes ferias de Medina del Campo
fueron sustituidas de forma definitiva por la de Alcalá de
Henares, más cercana al mercado madrileñ0 349 • Asimismo, se
dio una mayor expansión en zonas cercanas, como La Mancha.
Disponemos de contratos con Ciudad Real, Albacete, La Torre
de Juan Abad, Daimiel, Valdepeí'ías. Y, aunque no aparece
Murcia, sí lo hacen algunas poblaciones como Mula, Hellín o
Cartagena, auténtico puerto del sureste en la época. Desde allí
se exportaban al norte de África los bonetes de grana y otros
géneros de Toledo, que tanta aceptación tenían 350 •
A medida que las fuentes son más explícitas, el papel de
las exportaciones adquiere mayor protagonismo. Así, Lisboa
está reflejada con 4 contratos, por un valor de 194.009 mrs.
Hasta ahora, la capital pOltuguesa se había presentado siempre
301
como un destino hipotético, probable, que no podíamos
demostrar de forma satisfactoria351 . MAGALHÁES citó las
exportaciones portuguesas de sedas toledanas hacia la India a
principios del siglo XVI 352 • Ello bastaría para atestiguar la
calidad de los géneros toledanos. Asimismo, BOYAJIAN
menciona las familias de judíos castellanos emigrados a
Portugal tras la conversión de 1492, y convertidos allí en 1497,
como las mayores familias de mercaderes portugueses
establecidos en el Índico 353 •
En varias ocasiones también aparecen compradores
habitantes en la corona de Aragón: un contrato, sin ninguna
especificación más sobre su origen, fue suscrito por un residente
en aquel reino. Con todo, la mayoría está dirigida a mercaderes
del litoral. En una ocasión, a Elche; y en otra, a Valencia, por
206.506 mrs 354 . No acaba aquí, sin embargo, la nómina de
lugares alcanzados por el comercio textil toledano. Quizá de
Bilbao, con dos escrituras de 377.541 mrs. en 1584, salieran
también los lienzos aquel mismo año remitidos de Amberes, por
valor de 53.040 mrs 355 •
Así pues, una manufactura textil de la relevancia de la de
Toledo en la época fue acompañada de un paralelo desarrollo de
las redes comerciales. En realidad, ambos se complementaban.
Los Acre, San Pedro, Husillo, y otras familias mercantiles
trataron con toda clase de géneros, producidos en la ciudad, o
en otras zonas. Aquellas familias dif-undieron las sedas, paños y
bonetes por toda la geogratla peninsular. Y, cuando la sedería
35\ Algunos contratos con habitantes de Almagro y Trujillo eran tomados por
portugueses_ Y, desde 1500, hallamos escrituras notariales sobre ventas a
mercaderes portugueses, e incluso algún toledano afincado en Lisboa. No
obstante, desconocemos la naturaleza de las "mercaderías" remitidas.
MAGALHÁES-GODINHO (1969), p. 699.
353 SOY AJIAN (1993), p. XIII.
154 AHPT, prot. 1722, fols. 371r-372r. AHPT, prot. 2189, fol. 688v. Una
descripción del eje comercial Toledo-Valencia, en CHAUNU (1956-1959), t.
VlII\, p. 248, nota 3.
~55 AHPT, prol. 2189, fols. 25 y 590. En sendas ocasiones se trató de compras
de lienzos. Acerca de las exportaciones francesas de lienzos a Castilla,
GASCON (1971), t. 1, p. 74. Asimismo, cita el envío de alguna seda de lujo a
Francia, tras la paz de 1559: t. 1, pp. 118 Y 156, Y t. JI, p. 881.
302
alcanzó cierto umbral, también permitió ciertas exportaciones,
cuya mención contradice la tan manida invasión de Castilla por
tejidos extranjeros. Con toda probabilidad, las exportaciones de
géneros muy variados no sólo existieron, sino que fueron más
cuantiosas de lo sugerido por estas encuestas. Hasta aquí
apuramos las posibilidades ofrecidas por las fuentes. Sin
embargo, la importancia de los géneros y de la extensión
geográfica del comercio textil de Toledo merece la suficiente
relevancia como para resaltar su entidad. Ha sido imposible
llegar más lejos. Con todo, aún queda la mayor parte de la
documentación sin explotar. No sólo en Toledo, sino en otros
archivos, hallaríamos más testimonios, completando los datos
ofrecidos. Empero, consideramos significativos nuestros
resultados, como indicadores de la evolución del comercio textil
de Toledo.
303
7. SÍNTOMAS DE AGOTAMIENTO A FINES DE
SIGLO
304
parte en aquella coyuntura. De un lado, Granada, antigua joya
de la corona, a fines de siglo aún sin recobrarse del trauma que
significara la rebelión morisca; de otro, Córdoba, Toledo,
también Murcia, que habían aventajado a su predecesora tiempo
antes, hallaban obstáculos cada vez mayores a su crecimiento.
Aquella disposición pretendía compensar el impacto del
nuevo "servicio de millones" en las ciudades sederas. En
Toledo la situación no era de expansión o de bonanza; tampoco
de crisis generalizada. No obstante, desde el incremento de las
alcabalas de 1574, las manufacturas toledanas habían arrostrado
crecientes dificultades, preludio de la posterior crisis. La
población, a la altura de 1590, abandonaba sus ocupaciones, sus
tratos, y marchaba a otras localidades; la principal actividad, la
seda, y quienes vivían de ella, se hallaban arruinados:
"[ ... ] cuya causa es la debilitacion y ruyna con que tiene a esta
ciudad el riguroso y desygual repartimiento [... ] y enterado de
los notables daños que dello resultaban a esta Republica, y de
la diminucion y quiebra que de cada dia yban teniendo los
tratos y comercios caudalosos y maestros oficiales del arte de
la seda con gran num(er)o de telares e de otros nuevos ofizios
que yban Hlltando, en que principalm(en)te estribaba este
comerzio y conserbacion del lugar y muchas ottras lastimosas
causas dignas de su rreal c\emenzia [... ]"357.
Y, en efecto, hallamos quejas sobre la ida de habitantes de
Toledo a la corte ya en la década de 1570. Momentos aquellos
muy duros, como la misma administración filipina reconociera.
La derogación de dicha pragmática fue un alivio para
todos los núcleos con impo11antes sederías, en especial para
Toledo. Empero, resulta empeño vano cuantificar el impacto de
aquella medida en la ciudad. Las alcabalas, principal indicador
de la evolución económica, muestran un estancamiento. Tan
sólo pequeñas variaciones desde la década de 1570 hasta
entrado el siglo XVII. De una mayoría de años, carecemos de
datos. A partir de los disponibles, hacia 1590 se dio un máximo
en los valores de todas las rentas basadas en la alcabala del
textil; y, después de unos años, hacia 1600, el inicio de un
357 Libro de cartas, /547-/600, fol. 185; AMT, LM, sala B, núm, 109.
305
rápido declive. Por tanto, la decadencia de las actividades
textiles en Toledo se iniciaría entre 1590 y 1600, con una leve
recuperación durante el traslado de la corte a Valladolid, y una
caída, continua, tras su regreso a Madrid 358 •
Casos similares fueron los de Segovia o Córdoba, por
citar las otras grandes ciudades castellanas de la actividad textil.
En ambas, los máximos de producción se alcanzaron en torno a
1590. A aquella fecha siguió una década de estancamiento,
hasta poco después de 1600. Sólo entonces, bajo Felipe 1lI,
comenzó la tan manida crisis del siglo XVII. Asimismo, otras
ciudades europeas de amplia tradición textil, como las de Italia
o los Países Bajos, vivieron situaciones parecidas. Génova,
Venecia o Florencia alcanzaron a fines del siglo XVI máximos
en el tejido de paños o sedas; para iniciar un lento, pero
inexorable, declive secular, hasta al menos 1700359 •
Mas, si la cronología de dicha crisis es fácil de abordar y
nítida a través de la recaudación fiscal, suelen obviarse los
factores propiciatorios. De poco sirve dilucidar la cronología de
un proceso, si ignoramos sus razones últimas, único medio de
explicar su desarrollo. Resistímonos, empero, a buscar una sola
causa. Tal sería el caso de las teorías que, con excesiva atención
a las quejas de algunos contemporáneos, aducen la decadencia
de la manufactura textil castellana por la introducción de telas
extranjeras360 • La cuestión que nos ocupa es anterior a todo ello.
358 Los datos publicados por MONTEMA YOR (l996a) son ilustrativos de
cuanto afirmamos. Asimismo, el caso de Nicolao Bambacari. Este mercader,
genovés residente en 1608 en Madrid, pidió aquel año vecindad en la villa y
corte. Allegaba residir allí de más de cinco años antes, donde tenía telares de
terciopelo. No obstante, lo más interesante es que, con anterioridad, los
había tenido más de veinte años cn Toledo, de donde se lo habían llevado a
Madrid por orden del rey, con todos sus telares y tejedores: AVM, 2/347/15.
359 Los ejemplos segoviano y cordobés en FORTEA (1980), p. 394. LE FLEM,
(1976), pp. 526-527. La bibliograt1a para Europa es muy extensa. Sin ánimo
de exhaustividad: CIPOLLA (1989b), pp. 158-161. MALANIMA (1988), pp.
67-69. MASSA (1988), p. 36. ROMANO (1952), pp. 511-512. SELLA (1957)
Y (1997), pp. 30-31. VERMAUT (1988). VIGO (1997), pp. 307 y ss.
360 DINI (1994), p. 326, cita para fechas en tomo a 1500 la llegada de paños y
sedas, como brocados o tejidos de oro, que, sin embargo, no abortaron el
desarrollo de la manufactura castellana.
306
De eXistir importaciones de telas, sólo podía ser por dos
razones: o Castilla no quería producir los tejidos comprados en
el exterior, o no podía. Por tanto, las telas francesas, italianas,
holandesas, chinas o indias cubrían una demanda no satisfecha
por la manufactura castellana, sin entrar ahora en sus motivos.
De hecho, como demostrara GARCÍA SANZ, las importaciones de
telas a cambio de lana no acabaron con la fábrica local. Fueron
una opción racional y compatible con la existencia de una
pañería castellana especializada en determinadas calidades361 .
Por otra parte, importaciones de géneros textiles habían
existido durante todo el periodo. Basta para comprobarlo acudir
a las obras de la época sobre comerci0 362 • Ello no había
representado un freno absoluto al desarrollo de los centros
peninsulares. A pesar de la llegada de un elevado número de
telas, Segovia y Toledo, los centros más conspicuos de la
pañería y la sedería, vivieron su mayor esplendor de los tiempos
modemos durante el siglo XVI. Evitamos, pues, la tentación de
buscar el origen de la decadencia textil castellana, o de Toledo,
en las importaciones masivas de telas, más que causa, efecto de
los males de la manufactura y del reino castellan0 363 • Antes al
361 Las rajas importadas de Florencia alcanzaron su cifra máxima hacia 1560,
con 2.500 piezas al año: RU1Z MARTíN (1965), p. CIX; que LAPEYRE
(1981), p. 53, rebajó hasta las 1.476; en tanto que Cuenca, cuya pañería
conocía ya una larga crisis en 1590, producía 4.000 piezas: AGS, EH 87.
eL, también, ANES (1974), p. 107; BENITO (1975); GARCÍA SANZ
(1994a); y NIETO (1999), cuya hipótesis de trabajo ha sido la misma.
362 Nos interesa aquí resaltar un memorial de mediados de siglo sobre las
importaciones castellanas, en su mayoría productos textiles; y publicado por
BRUMONT (1995). LE FLEM, (1976), p. 533, para el caso segoviano. Así,
en la ciudad del Eresma, las quejas sobre las importaciones de paños
comenzaron en 1540, pero la manufactura continuó su desarrollo durante
medio siglo más. A juicio de ESPEJO y PAZ (1912), p. 177, durante el
primer tercio del siglo XVI se dio una fuerte competencia entre los géneros
extranjeros y castellanos cn las ferias. Además, THIJS (1981), p. 355.
363 Esto no implica nuestro más completo rechazo a este argumento; tan sólo
situarlo en sus justos términos. En todo caso, resulta esclarecedora la
divergente política realizada en Castilla, de tomento de la exportación de
lana y de la importación de telas para contener los precios, con la llevada a
cabo en Inglaterra, de prohibición no sólo de las exportaciones de lana, sino
de fomento de su compra en el exterior -merina castellana- para el
307
contrario. Mayor lógica posee la búsqueda de dichos factores
desencadenantes dentro de la misma fábrica local.
La agricultura
En efecto. Fueron causas endógenas las principales que
precipitaron la caída del textil en Toledo y en Castilla. Éstas
fueron varias, y actuaron durante todo el siglo. No obstante, la
conjunción de factores diversos a partir de 1570, y sobre todo
desde 1590, determinó el carácter, la cronología y el modo de
aquella crisis. Esquema ampliable con pequeñas variantes
locales a todo el reino. Esto encuadra la crisis de la manufactura
toledana dentro del contexto económico vivido por Castilla.
Ello no significa que el crecimiento económico disfrutado
hasta 1570-1580 originara el desarrollo manufacturero toledano;
tampoco que la crisis de una supusiera la de la otra. De haber
ocurrido así, todos los grandes centros textiles, castellanos o
europeos, ofrecerían una misma evolución cronológica, que no
existió. Tal hipótesis implica, asimismo, un teleologismo
demasiado general, vago y poco explicativo para ser aceptado.
Aquí aludimos a algo más básico. El crecimiento de la
producción agrícola hasta 1570. La producción cerealista en
tomo a Toledo se duplicó en las siete primeras décadas del
siglo. En aquel mismo periodo, la población castellana no dobló
su número de efectivos. Esto incrementó el producto agrario
"per capita" en Castilla, si no mucho, en la medida que permitió
una mejora del poder adquisitivo del castellano, y por tanto de
su consum0364 • Éste se tradujo, a menudo, en tejidos. Ya
aludimos a ello más arriba, y a las continuas quejas de las
Cortes sobre el asunto, por cuanto no insistiremos más.
308
No obstante, desde poco después de 1570, la producción
agraria inició un lento descenso. Al mismo tiempo, aunque el
mundo urbano había alcanzado su techo demográfico, no pocas
zonas rurales de Castilla mantuvieron el incremento de su
número de habitantes hasta 1600. El aumento demográfico y el
descenso de la producción agraria se conjugaron en una
elevación espectacular del precio del principal alimento, el
trig0 365 . Ello tuvo efectos ruinosos sobre las manufacturas
urbanas, entre ellas la de Toledo. Cada vez más, la unidad
lamiliar necesitaba mayor proporción de sus recursos para la
alimentación de sus miembros. Se reducía así la posibilidad de
otros consumos no imprescindibles para el sustent0366 .
Las ciudades y sus manufacturas sufrieron aun más las
consecuencias de aquel proceso. En especial Toledo, necesitada
del abasto de las zonas rurales. El artesano urbano se halló de
pronto ante una subsistencia cada vez más cara y dificil. La
consecuencia inmediata fue el aumento del precio de sus
productos. Dicho proceso ha sido descrito para otros casos,
sobre todo para el corto plazo, de ciclos anuales de buenas y
malas cosechas367 • ¿Qué efecto tuvo a largo plazo en la
manufactura textil de Toledo?
Devastador, si atendemos a las fuentes. En los últimos 30
años del siglo XVI y primeros del siguiente, la ciudad padeció
una falta crónica de pan, que muestran las estadísticas de
precios de HAMILTON. El Ayuntamiento recurrió a la compra de
trigo en Andalucía y en Aragón 368 . Algún año necesitó un
365 De hecho, a partir de 1580, y hasta 1607-1608, el precio medio del trigo
alcanzó los 1.000 mrs. por fanega, con grandes oscilaciones anuales, aun
más dramáticas que los altos precios.
366 Para España: FORTEA (1980), p. pp. 444-445 Y 459; GUTIÉRREZ NIETO
(1984), p. 18; LLOPIS (1986), p. 19; YUN (1987), pp. 151-182, Y parte 1II
(pp. 269-449). Los casos francés e italiano, en BELFANTI (l993), p. 274,
nota 6.; GASeON (J 971), t. JI, pp. 664-665; VIGO (1997), pp. 318-319.
367 Además de las obras citadas en la nota precedente, DEYON (1963), p. 955.
GASeON (1971), t. JI, p. 419. ROMANO (1952). SELLA (1957), p. 30-31 Y
33.
368 Sobre la compra de grano en Andalucía, LAM, 1592, p. 311; AMT, LM,
020. Y Libro de cartas, 1547-1600; AMT, LM, sala B, núm. 109. Sobre
idénticas compras en Aragón, lb., fol. 297 (de 1599), y los LAM, 1598, pp.
309
empréstito de t 00.000 ducados por Felipe 11 para cubrir las
necesidades más acuciantes de la alhóndiga369 • Es evidente, por
tanto, el efecto de la inflación del precio del trigo en la
producción textil. Un aumento que debía competir con los
géneros de otras zonas, como Córdoba, Granada o Valencia, de
más fácil provisión.
2.5 r-------------------------,
1.5
0.5
310
destinada al consumo de la corte 370 • De hecho, una compra de
grano por el Ayuntamiento en Salamanca y Zamora fue
requisada por el rey para el mantenimiento de su capita¡371. Esta
falta crónica de alimentos, no sólo influyó .en la crisis de la
manufactura textil, sino que fue decisiva eh el inicio de la
decadencia de la ciudad a partir de 1600. Como prueba de todo
ello, valga el GRÁFICO 5, con los precios del trigo en Toledo y
en su principal centro textil competidor372 •
El gráfico adjunto muestra cómo, desde mediados de la
década de 1580, la relación positiva que mantenía Toledo frente
a Valencia en el precio del trigo se invirtió. A pesar de los
inevitables cambios anuales de coyuntura agrícola, durante el
siglo XVII el precio del trigo en Toledo tendió a aumentar
respecto al de Valencia. Ello equivalía a una más cara
subsistencia en la Ciudad Imperial frente a la del Turia. El
factor trabajo, la mano de obra, tenía mayor coste en Toledo,
con una subsistencia más cara. Tales incrementos, a largo plazo,
fueron repercutidos por los mercaderes en sus géneros. Por otra
parte, la modificación de tal relación equivalía a un traslado de
la mano de obra, y por tanto de la producción, hacia un nuevo
lugar, Valencia. Allí existía en 1600 cierta tradición sedera, una
producción de seda en bruto suficiente y un sustento más barato
para los artesanos. No sorprenda, como reconociera algún autor,
que los maestros y oficiales del arte de la seda emigraran a
Valencia. Era la opción más racional y con menor coste para el
capital mercantil.
370 RINGROSE (1985), pp. 330-331. El autor cita la petición de los agricultores
de grano y de vino, que pedían vender su producción en Toledo, no en
Madrid, ante los altos precios que el alimento alcanzaba en la ciudad. Al
respecto, LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), pp. 105-106. CASTRO (1987), pp.
189-205. Durante el siglo XVII, a Toledo le estuvo permitido el abasto de
trigo sólo en Olías, Magán y Mocejón, y no sin continuos enfrentamientos
eon los alcaldes de corte.
371 Libro de cartas, 1547-1600, fols. 288 y ss; AMT, LM, salaB, núm. 109.
311
La crisis agrícola iniciada hacia 1570-1580 se configura,
así, como uno de los principales factores para la crisis del textil
toledano a partir de 1600, a través de dos vías: de una parte, una
contracción del posible mercado, al disminuir los teóricos
recursos de la potencial población consumidora; en segundo
lugar, provocó un encarecimiento de las subsistencias y, por
tanto, de la producción, cuando la capacidad de gasto del
castellano comenzaba a reducirse 373 .
La jiscalidad
No fue éste, sin embargo, el único factor que influyó en
las manufacturas toledanas. Como catalizador de la crisis, actuó
junto a otros de similar importancia. De todos, el principal fue
la presión fiscal. Ya ha sido más que citada la distinta actitud de
Felipe 11 frente a la de su progenitor. Con el acceso al trono del
rey prudente, las exacciones sobre el pechero castellano fueron
cada vez mayores. Las fechas de 1561, 1574 Y 1591 serían los
principales hitos de aquel proceso. Como consecuencia, hacia
1600, el castellano soportaba una presión fiscal más elevada que
el portugués, aragonés, italiano, francés o inglés374 • A la carga
fiscal regia debemos incorporar, además, el renov~do interés
sefíorial por obtener mayores recursos, en un contexto de
creciente endeudamiento y descenso de sus ingresos. Los
señores, ora laicos o eclesiásticos, no desaprovecharon
oportunidad alguna por mejorar sus rentas, aun a costa de una
mayor explotación del campesinado, hasta su completa ruina.
Por tanto, una desproporcionada riqueza se concentró en una
poco numerosa elite social. Entre tanto, los demás grupos:
campesinado, artesanado rural, conocieron una pauperización
de sus condiciones de vida375 • Ello tuvo efectos adversos para
Hipótesis señalada por FORTEA (1980), pp. 444-445; Y por GARCÍA SANZ
.173
(1986), pp. 218-220, para los casos cordobés y segoviano. Además,
GASCON (1971), t. JI, pp. 664-665.
m Para todo lo anterior: FLYNN (1982); FORTEA (1990a) y (1990b), pp. 63-
64; GARCÍA SANZ (1991 b).
312
las manufacturas, como los descritos para del descenso de la
producción agrícola y su aumento de precios.
Empero, pese a las repercusiones generales de la cada vez
mayor presión fiscal en la economía castellana, apenas se ha
mencionado que
"Toledo fue probablemente la ciudad que sufrió más como
consecuencia directa del aumento de alcabalas de 1575. [... ] se
observa el enorme aumento, particularmente en las rentas que
gravaban las manufacturas y sus materias primas. Las que
gravaban los alimentos aumentaron también fuertemente, a
pesar de que el estancamiento de la población y la disminución
de la riqueza seguramente hicieron disminuir el consumo,,376.
En el enG,abezamiento de 1577 le fueron repartidos a Toledo 73
millones 'de maravedís. Con la baja posterior a todo el reino, a
Toledo se le redujo la suma a pagar hasta los 63 millones. Cifra
aún excesiva. A juicio del Ayuntamiento, según su población, a
la ciudad sólo corresponderían 53 millones377 • Por tanto, fueron
continuas las quejas de los mercaderes y del Ayuntamiento
sobre los efectos, adversos, de la presión fiscal en la ciudad.
Para enfrentar las demandas de la Real Hacienda, el
Ayuntamiento hubo de arbitrar nuevos expedientes, como las
sisas. Pero, ante la permanente falta de recursos, la institución
optó por crear un nuevo derecho, sobre la entrada de seda en la
ciudad, y sobre las jerguillas378 . Decisión contraproducente, a
pesar del papel del contrabando, que redujo en gran medida el
375 Fenómeno éste que no fue único de la sociedad castellana. Al respecto: LIS
y SOLY (1985), pp. 74-101. THIRSK (ed.) (1967) t. IV, p. 402. LÓPEZ
GARCÍA (dir.) (1998), pp. 123 Y ss. YUN (1987), caps. VI y VII, pp. 269-
396; Y (1990).
376 ULLOA (1986), p. 201.
377 [Memorial de la Ciudad de Toledo al Rey, para la rebaja del
encabezamiento de la alcabala], en AClas de las Cortes de Castilla ... , t. XI:
1589-1590 (1886), pp. 272-275. Y LAM, 1577, pp. 370-371; AMT, LM,
015. A partir de entonces, nunca se cubrieron las recaudaciones asignadas, y
las pérdidas fueron constantes. Ello aclara las reiteradas negativas del
Ayuntamiento a entrar en los sucesivos encabezamientos generales del
remo.
378 MONTEMA YOR (1996b), p. 129.
313
valor de la nueva renta. Al parecer, la producción se acababa, el
trato se arruinaba, y los mercaderes y artesanos abandonaban su
actividad e, incluso, la ciudad 379 . Testimonio que no es único.
Desde fines del siglo XVI, numerosos escritos como éste
identificaron la elevada presión fiscal como causa principal de
los males padecidos por la ciudad38o • El CUADRO 23, que recoge
la presión fiscal vigente en las 18 ciudades y villas con voto en
Cortes, muestra Toledo como una de las ciudades con una carga
fiscal "per capita" más elevada381 •
379 "( ... )en el que cumplió á tin del año de setenta y quatro [el encabezamiento
de alcabalas], se le agravió en mucha suma, y respecto des te y de hallarla
en tan subido precio, en el que vuestra Señoria tomó el año de setenta y
cinco, quando el crecimiento de los dos millones y medio, fué causa de que
se le repartiese tan gran suma que no la pudo llevar, ni pagar, ni tomar su
encabczamiento de por menor 1... ]; y asi, el que antes pagava cien reales de
alea val a venia á pagar á quatro y á cinco mil reales, y á este respecto, de
cuya causa la gente de contratación se arruinó y enflaqueció de tal manera,
que en pocos años perdieron sus caudales y dejaron los tratos, y mucha
suma de casas dellos se salieron á vivir á esta Corte y á otras partes, y como
los mercaderes sustentavan los oJleiales dándoles en qué trabajar en todos
los oticios, vinieron á padecer tanta necesidad que morian de hambre y les
era forzado desamparar sus casas y mugeres é irse á la guerra á buscar
donde trabaxar, y ha sido de manera la ruina de la dicha Ciudad, que
verdaderamente con ser lugar de quince mil vecinos no tiene hoy la mitad
dellos, [ ... j". Tomado dcl memorial citado más arriba .
.180 Para el caso cordobés, FORTEA (1980), p. 413. Asimismo, CAMERON
( 1981 ), p. 155 .
.181 En la elaboración de estc cuadro no rectificamos los datos ofrecidos por
MOLINIÉ, excepto para Córdoba en 1591, demasiado bajos; optamos, pues,
por los de 1587: FORTEA (1980), p. 150. Para el vecindario de 1591,
sumamos las cifras correspondientes a pecheros, hidalgos y clero secular.
Omitimos, en cambio, cl elcro regular, a pesar de que fue incluido en la
suma tinal, a razón de un vecino cada 10. Nuestras cifras disminuyen, por
tanto, aunque en muy ligera medida, las ofrecidas en los vecindarios: por
ejemplo, los 2.826 vecinos de Ávila quedan reducidos a 2.781, y asimismo
para las demás ciudades. Los valores de alcabalas aluden a lo repartido a
cada ciudad junto con su tierra o distrito. No obstante, las ciudades o villas
cabezas de partido sufragaban la mayor parte del impuesto. Así, de lo
correspondiente a Murcia, la ciudad asumió 12.700.000 mrs.: CHACÓN
(1979), p. 329. Por tanto, no sería muy desajustado a la realidad lo pagado
por los habitantes de las otras villas y ciudades. Para el servicio de Millones
usamos las sumas de los af'íos 1595-1596. ¡'~stas fueron las pagadas por cada
ciudad, sin sus distritos, dadas las grandes diterencias entre unas y otras.
314
CUADRO 21. Presiónfiscal urbana por vecino en Casrilla a.fines del siglo XVI (alcabalas y millones, en mrs.)
381 MARIANA (1987). Los casos francés y castellano, entonces los más
señeros, en GASeON (1971), t. Ir, pp. 567-576. HAMILTON (1988), pp. 64 Y
167. SPOONER (1972), pp. 178-179. Afladamos a esto la desarticulación y
crisis del sistema ferial castellano desde poco después de 1560, y por tanto,
del sistema de compensación de pagos existente hasta aquel momento.
316
negociaran-38'J. Esta frase descubre gran parte de los problemas
que aquejaron a la ciudad y su manufactura textil desde poco
después de 1600. El cambio de coyuntura económica acaecido
entonces determinó el abandono de las actividades mercantiles
por una elevada proporción de mercaderes y fabricantes.
Aquellos mercaderes desviaron sus capitales hacia otras
actividades, como la financiera o la agraria, con la compra de
juros, rentas, tierras, de beneficio más seguro. Es lo que
BRAUDEL denominara "traición de la burguesía,,384.
No obstante, dicha traición, si en verdad alguna vez
existió, tuvo su racionalidad 385 • Durante el siglo XVI, los
mercaderes toledanos habían arrendado las rentas de la ciudad.
Al tiempo, eran tenedores de juros, propietarios de tierras o
compradores de censos386 . Todas eran actividades conocidas y
practicadas por aquéllos, de forma paralela a las meras
mercantiles. Por tanto, no se inquiera una traición de la
burguesía en un grupo sin conciencia de clase. Más exacta sería
una reorientación de sus actividades en una coyuntura nueva y
adversa, en que la manufactura y el comercio se habían tomado
más dificiles 387 •
386 Un caso ilustrativo sería la familia Fugger. Acerca del destino asignado por
los Fugger a sus ganancias en el comercio: KELLENBENZ (2000), pp. 194,
197, 524 Y 656. Asimismo, el autor aporta listas de compradores de juros, en
que los toledanos aparecen entre los más importantes.
387 Una proporción sustancial de la clase mercantil de Toledo era de origen
converso. En especial, sus niveles más altos. Para borrar dicho origen, el
acceso a la nobleza en cualquiera de sus grados, y, a ser posible, también a
las regidurías del Ayuntamiento y los cargos del Santo Oficio, se convirtió
en un fin prioritario para determinadas familias. Ello implicaba un abandono
317
Las consecuencias de tal abandono no se harían esperar.
El mercader había sido uno de los elementos decisivos para el
surgimiento y organización de la manufactura textil. Su
desaparición arnlinó todo el edificio. Con la renuncia a cumplir
su papel, el funcionamiento de todo el proceso productivo se
hizo más lento y difícil. El abastecimiento de materia prima
debió de entorpecerse 388 . Asimismo, sin el mercader, el nexo
entre el productor y el consumidor desaparecía. Ya no era tan
fácil la relación entre oferta y demanda, y la comercialización
resultaría más lenta y cara. Como consecuencia, la actividad
textil padeció una cada vez mayor descapitalización:
disminuyeron las posibilidades de inversión, la capacidad de
comerciar y, por último, la de producción389 • Desaparecida
buena parte de las familias mercantiles del siglo XVI, quedó
desarticulada en gran medida la estnlctura de la manufactura
textil y, con ello, sus posibilidades de supervivencia frente a la
competencia de otros centros.
De hecho, los memorialistas señalaban en sus escritos
como una constante la introducción de telas. Cambiadas éstas
de color o nombre, eran puestas de nuevo de moda como último
producto. Entre tanto, la producción local agonizaba. Aquí
reside el fracaso del capital mercantil como nexo entre el
artesano y el comprador, al abandonar la fabricación por el
comercio de telas extranjeras, más lucrativo. Pero, además, era
el encargado de relacionar los distintos centros productores, las
diversas ciudades. Y con ello, el único capaz de transmitir los
adelantos o cambios en la moda y aquéllos de la producción390 •
318
Un memorial de Diego HURTADO DE MENDOZA confirma
esta hipótesis. Ofrece un breve resumen del estado de la
manufactura toledana en 1629 391 • Según el autor, en Castilla
eran excesivos los días de fiesta y de descanso con relación a
aquellos en que en realidad se trabqjaba. Sobre todo, en
comparación a otros lugares, como Francia, Italia, Holanda o
Inglaterra392 • En este último caso, las medias de aquel reino
desplazaban a las de Toledo, como principal centro productor,
de los mercados castellanos. En Toledo, cada par de medias se
hacía en diez días; y en Londres, a pesar de las menos horas de
sol disponibles, las mismas medias en dos, ya que poseían
mejores telares393 • El hecho es de por sí elocuente. La sedería,
no la pañería, indujo la mayor parte de los adelantos técnicos en
el textil durante los tiempos modernos. Asimismo, los asumía
en primer lugar. Sólo con posterioridad, se difundían a otras
actividades, como el lino, la lana o el algodón 394 •
Si las palabras de HURTADO DE MENDOZA eran ciertas, la
sedería toledana, y la del resto de Castilla, quedaban al margen
de los principales adelantos técnicos. No era que el extranjero,
según las fuentes, engañara al castellano con telas llamativas
319
pero "falsas" y de baja calidad. Sino que las producía a precios
más bajos395. Todo lo cual tuvo su importancia, cuando uno de
los memorialistas de la ciudad lo señaló como causa de la
decadencia del textil. ¿Qué papel jugaron los genoveses en todo
el proceso? Según Germán NAVARRO, la sedería valenciana
conoció su definitivo despegue a partir de la intervención de los
genoveses en el proceso productivo. Ellos introdujeron las
nuevas técnicas del tejido a fines del siglo XV. De hecho,
después de 1600, la sedería genovesa perdió a favor de otros
centros su antigua preponderancia técnica. No es arriesgado
pensar, pues, en la influencia que su abandono supuso para esta
actividad. No obstante, el estudio de esta hipótesis no ha sido
aún abordado para Toledo ni para otras ciudades sederas.
320
seda, la rebelión de las Alpujarras significó en un o~rimer
momento un importante descenso de la producción' 7. No
obstante, incitó el espectacular desarrollo de su cultivo en otras
regiones como Jaén y, sobre todo, Valencia y Murcia. Hasta tal
punto, que las posibles carencias de seda del primer momento
fueron pronto superadas, dada la falta posterior de quejas en
este sentid0398 •
Más decisiva sería la escasez de dos elementos entonces
tan importantes en el textil como la lana o la seda: la leña y el
agua. En principio, ambas materias, imprescindibles para
algunas fases del proceso de fabricación, como el batanado o el
tinte, eran abundantes en Toledo. No por casualidad, todos los
grandes centros textiles: Córdoba, Cuenca, Granada, Segovia,
se hallaban en la ribera de uno, o dos ríos. Los testimonios
finiseculares conservados, en cambio, muestran tanto para
Castilla como para la ciudad, un panorama por completo
distinto. Desde las décadas de 1570-1580, la leña devino cada
vez más escasa en todo el rein0 399 • Si faltaba la leña era más
dificil y caro hacer el pan o la calefacción en invierno; también
el tinte de las telas.
De igual modo actuaba la falta de agua. El río Tajo es el
segundo más caudaloso de la Península. No obstante, en aquella
época los habitantes de los pueblos usaban su agua para unos
regadíos cada vez más extensos. Toledo, por tanto, se quedaba
sin agua, y el Ayuntamiento trató de limitar, cuando no
suprimir, dichos regadíos. Añadamos los periodos de sequía,
como 1589, cuando la escasez de agua provocaba la parada de
1547-1600, fol. 182; AMT, LM, sala S, núm. 109. Más probable es que el
descenso de producción urbana fuera compensado con el desarrollo de la
pañería rural, con destacada intervención del capital mercantil.
397 Juan Lagarto, a la sazón arrendador de la renta de la seda el año 1569,
pidió una reducción del valor de la renta aquel año, pues "[... ] por razo(n) de
la guerra de Granada dexa de venyr a esta "iudad mucha cantidad de seda
del marquesado e otras p(ar)tes [... ]" LAM, 1569, p. 424; AMT, LM, 010.
398 HURTADO (1963), p. 525.
399 SELLA (1987), p. 306. Hecho que atestiguan los datos de precios del
carbón ofrecidos por HAMILTON para Castilla La Nueva (Toledo), con un
incremento en las décadas de 1580 y 1590.
321
los molinos4oo . De hecho, diversos testimonios confirman la
falta de agua o de leña como un freno insalvable a la expansión
del textil en otras ciudades, como Cuenca40I •
La falta de ciertas materias primas imprescindibles en la
actividad textil coadyuvó a la crisis de la manufactura. No fue
éste, empero, el papel de los moriscos repartidos a la ciudad tras
su expulsión del reino granadino. A principios de la década de
1570 llegaron a Toledo unos 1.600 ó 1.700. Cifra que poco
después se reduciría a algo más de 1.200402 • Ello representaría
alrededor del 3 % de la población de una ciudad entonces
masificada. Mas, a pesar de lo afimlado hasta ahora, su llegada
apenas transcendió en la actividad textil. La documentación
analizada muestra que la mayor parte de aquellos nuevos
habitantes eligió por ocupación la agricultura o el comercio y
acarreo de mercancías. Al igual que en otras zonas del reino.
Los moriscos toledanos eran hortelanos, arrieros, azacanes o
tratantes. En cambio, apenas nos consta su dedicación a
actividades textiles. Sirva como ejemplo el cuadro siguiente, de
todas aquellas personas calificadas como moriscos, o "del reino
de Granada", con profesión relacionada con el textil, a partir de
los protocolos notariales.
400 LAM, 1589, p. 323; AMT, LM, 018. En otras ocasiones, en cambio, eran
los periodos de crecida los causantes del paro de la producción.
401 lRADlEL (1974), p. 83.
402 MARTZ y PORRES (1974), p. 14. Para más información, cf. el libro sobre
Moriscos, 1573; AMT, LM, sala B, núm. 174; y la obra de PEDRAZA
(1975).
322
A pesar del rápido crecimiento de su número, sólo una
reducidísima proporción se dedicó a actividades textiles. Por
tanto, su expulsión tampoco significó un duro golpe a la
manufactura. De hecho, no hallamos quejas al respecto en los
libros de cartas o acuerdos municipales de la época. FORTEA
advirtió igual situación para Córdoba403 • Todo esto contradice la
tradicional idea sobre la presencia de los moriscos en la ciudad.
No revitalizó la manufactura de la seda, por otra parte entonces
todavía floreciente. Y tampoco su expulsión significó el inicio
de la crisis de la sedería. Ésta ya conocía síntomas
preocupantes, y apenas tuvo incidencia
323
por revitalizar la manufactura. No extrañe, pues, que lo que
hacia 1590 eran síntomas de agotamiento, aún con una
posibilidad de reforma y reorganización, acabara poco después
de una década en el inicio de tma crisis hasta entonces ignota.
324
Quinta parte
327
fueron aun más graves que los padecidos por Castilli. Los más
de 12.000 vecinos que había albergado desde antes de 1570
disminuyeron a menos de 5.000 mediada la siguiente centuria3•
Asimismo, su radio de influencia y su capacidad de intercambio
se redujeron en gran medida desde 16004 • Durante el siglo XVII
continuó como uno de los principales núcleos textiles
castellanos. No obstante, fue sólo en un contexto de
dificultades, relegada la ciudad a la categoría de centro urbano
de segundo orden. La decadencia demográfica, así, era
acompañada de una decadencia económica y urbana notables 5 .
En 1685, en Toledo había 701 telares de seda: 258 de
ancho y 443 de estrecho. Ello ilustra el profundo cambio
operado en la manufactura durante el siglo XVII, y cómo la
crisis de la misma fue muy importanté. Recuérdense los cerca
de 3.000 telares que calculamos para la centuria anterior. Es
decir, en ocho décadas, el número de telares, y con ello la
capacidad productiva, se redujeron a una cuarta parte de los
niveles alcanzados antes de 1600 7• Para una mejor comprensión
del proceso, reproducimos en cuadro las cifras de telares
disponibles para el siglo XVII. Tomamos todas de la obra de
LARRUGA. Descartamos el número de telares de los años
anteriores a 1686, exagerado, excepto los 600 telares de 1685.
Apreciamos el notable retroceso de la actividad sedera en la
época de los Austrias menores. Mayor aun si consideramos los
7Proceso similar al vivido por las ciudades italianas: Como, Milán, Génova,
Florencia y Nápoles. CIPOLLA (J 989b), pp. 157-174
R Sin embargo, más adelante afirmó que eran 3.000 los telares de listones
existentes aquel mismo año: t. VIII, p. 55.
329
experiencias acerca de la ciudad. Sabían, porque lo habían
vivido, que el siglo XVI había significado una época dorada
para Toledo, y que la causa principal había sido el desarrollo de
la actividad textil 10. La consecuencia natural de todo ello era
que, si la manufactura más importante conocía un periodo de
decadencia, igual suerte corría la ciudad 11. Por tanto, para la
recuperación de una era necesario el resurgir de la otra. Por otra
parte, fueron siempre conscientes de que la razón primera de
todos aquellos males era económica, y que económicas debían
ser también las soluciones aplicadas 12 .
No somos nosotros, pues, sino los contemporáneos,
quienes percibieron la relación entre decadencia de Toledo y de
su manufactura textil. Ello originó uno de los grupos arbitristas
más importantes del siglo XVII. Jean VILAR lo ha calificado
como una auténtica "escuela de Toledo", comparable a la de
'1 ELLlOTT (1998), pp. 127, 151-152, en su obra acerca del Conde-duque,
sugiere que los escritos de los autores toledanos fueron decisivos para el
cambio de política comercial acaecido en los primeros años de su
valimiento.
10 El origen social de los memorialistas toledanos era muy variado. Unos
pertenecieron al Ayuntamiento, como Baltasar Eliseo de Medinilla, regidor,
o Juan Belluga, jurado; otros fueron clérigos, como Alejo de Venegas o
Sancho de Moneada. No obstante, la nómina más nutrida salió del
"estamento" mercantil: Damián de Olivares y con frecuencia de familias de
origen judeoconverso: son los Belluga, Moneada. Para una información más
completa de todos ellos: ANES (1982). ARANDA (1992), pp. 89,97 Y 134;
(1993) Y (2001). GUTIÉRREZ NIETO (1988), p. 258. VILAR (1970), (1991);
y, del mismo autor, la introducción que hace a la Restauración política de
Espai'íG de Sancho de Moneada (1970), Y (1999). Adviértase, además, la
fecha de nacimiento de todos estos autores, entre 1560 y 1580. Es decir,
tanto por experiencia vital como profesional, habían conocido la ciudad de
Toledo durante el siglo XVI. Todo ello se reflejaría en sus escritos de 1620.
11 El proceso de auge espectacular de la manufactura textil en una ciudad y
ligado a un solo producto ha sido descrito para varios centros europeos de la
época moderna: Leiden, Hoondschoute, Florencia. Asimismo, su decadencia
sería meteórica, cuando la fábrica de aquel género iniciara su crisis. Para los
casos italiano y flamenco, cr. los trabajos recogidos en VAN DER WEE (ed.)
(\ 988). ROSA (1997), p. 255. ROMANO (1952). SELLA (1997), pp. 29 Y ss.
VIGO (1997), pp. 304 Y ss. VRIES y VAN DER WOUDE (1997).
330
Salamanca. Dichos autores, identificada la "enfermedad": la
decadencia, que padecía el "cuerpo" de su ciudad, del reino, de
la monarquía toda; y su "medicina": un profundo cambio de la
sociedad y la economía castellanas para crear una base
productiva nueva: agricultura, manufactura, comercio, que
devolviera su antiguo estado a Castilla; tormularon Lffi
ambicioso programa de reconstrucción económica, cuya
aplicación debería iniciarse en su ciudad, Toledo 13 • No obstante,
aquí nos interesa la relación, ya entonces advertida, entre crisis
de la manufactura y de Toledo.
Poco después de 1600 se inició una continua emigración
de los habitantes de la ciudad I4 • Según Damián de OLIVARES o
Juan BELLUGA, aquella emigración se dirigía a Madrid. Para
LARRUGA, en cambio, la mano de obra sedera de Toledo buscó
nuevas oportunidades en Valencia '5 . Asimismo, cada vez más
mercaderes abandonaban la ciudad para instalarse en la cercana
capital. En la villa y corte radicaba uno de los principales
mercados para toda manufactura sedera; además, la presión
fiscal resultaba menos agobiante I6 . Por tanto, ausentes los
mercaderes, faltaba el trato, los artesanos vacaban en sus
ejercicios y la actividad se hundía en una crisis cada día
mayor I ?
Estos testimonios más o menos literarios fueron
aportados todos por contemporáneos, con fines
propagandísticos, para obtener alguna rebaja fiscal o algún
privilegio para la ciudad. Empero, tales lamentos no eran
2700000 . . . - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ,
240(]ooO h
2100mX) I \
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300000
333
capital de la monarquía había significado el colapso de todo el
sistema urbano preexistente en Castilla20 • La elección de la
nueva corte, convertida en gran centro consumidor de recursos,
trastocó las relaciones urbanas preexistentes en Castilla. A
partir de entonces, Madrid ordenó todo el territorio en beneficio
propio. Buscaba con ello la extracción de la mayor cantidad
posible de recursos. Ello significó la necesaria subordinación de
las demás ciudades castellanas, centros de sistemas urbanos, a
la nueva capital. Despojadas de su antiguo papel económico,
político, y social, perdieron todo sentido e iniciaron un
irremisible proceso de decadencia: de ciudades dominantes a
dominadas, de manufactureras a agrícolas, de burguesas a
nobiliarias. Proceso que no fue único de Castilla21 •
22 Compárense estas cifras, en todo caso incompletas, con las ofrecidas para
Madrid por LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), p. 95: 100 calceteros, 57 sastres,
32 roperos, 12 sombrereros y 12 pasamaneros.
23 No obstante, LARRUGA (1787-1800), t. IX, p. 22, quien se basó en
MARTÍNEZ DE MATA (1971), p. 208, citó la existencia de 200 maestros en
1624, con una producción de 19.200 cajones al año, cada uno de 40 docenas
de bonetes. No coincidimos con estas cifras, pero sí con las del autor
andaluz (1971), p. 219, para una fecha como 1655, con sólo 10 boneteros.
Acerca del fin de la bonetería en Toledo, SAN ROMÁN (1921), pp. 109-110.
24 LE FLEM (1976).
335
declinar entre 1500 y 1600. De tal suerte, que en esta última
fecha pocas personas se dedicarían al trabajo de la lana en la
ciudad. Así, sólo 31 maestros tejedores de paños fueron
"invitados" en 1589 a reunirse con el corregidor para tratar
ciertos pleitos25 • Su número aun disminuiría con posterioridad.
Apenas unas cuantas personas se ocupaban en actividades
comprendidas por la pañería en 1639. En aquella fecha, no sólo
era reducido el número de tejedores de lana; también las
actividades siguientes, como el tinte o el tundido, típicamente
urbanas, habían conocido un notable retroces026 • A Toledo
restaría, tan sólo, su carácter comercial y de centro
redistribuidor de paños y lienzos. Fue un proceso continuo de
declive, que ilustra el gráfico siguiente, con los valores de las
rentas de paños y de lienzos recaudadas por el Ayuntamiento.
Tanto la renta de lienzos como la de paños, tras los
máximos alcanzados hacia 1605, iniciaron un rápido descenso
en sus valores. Ciertas recuperaciones temporales y la más
duradera iniciada en 1685 no esconden las repercusiones del
Siglo de Hierro en la Ciudad Imperial. Con todo, desconocemos
el papel del fraude y la coyuntura comercial en la evolución de
estas rentas. No son pocas ni pequeñas, sin embargo, las
elevaciones temporales, muy breves, de los valores de las dos
rentas; luego, volvían a la atonía precedente. Tales variaciones
dependieron de los factores anteriores. Empero, es imposible
una cuantificación exacta de cada uno por separado.
25 AHPT, proL 2285, fols. 785-786. A dos telares por maestro, en la ciudad
habría poco más de 60 telares. Es decir, una décima parte de los existentes
por entonces en Segovia y la mitad de los que calculamos para inicios de la
centuria.
26 El vecindario de 1639 apenas incluye más de 50 personas cuya ocupación
estuviera relacionada con la producción pañera. Ello no significa una crisis
de la pañería. Al contrario. Poblaciones como Sonseca, Ajofrín o Novés
albergaron en el Seiscientos un notable desarrollo de la actividad pañera.
Este fue mayor que el declive de la actividad urbana precedente. El origen
de aquellas manufacturas era la pañería rural tradicional, de baja calidad. No
obstante, desde fines del siglo XVI, el capital mercantil urbano, con
continuos encargos, motivó profundos cambios en una actividad hasta
entonces poco desarrollada.
336
GRÁFICO 7. Rentas de palIOs y de lienzos de Toledo en el siglo XVII
(en mrs.)
- - Pafios - - Lienzos
337
evolucionaron de modo sincrónico, parejo. Reflejo ello de la
simbiosis establecida por ambas en el siglo XVI. Así, la sedería
y la ciudad conocieron durante los reinados de Felipe III y
Felipe IV un largo proceso de crisis y de declive que se
prolongó varias décadas, con un resultado final dramátic0 28 .
Remarquemos, no obstante, un hecho aún no puesto de
manifiesto en grado suficiente: a pesar de los problemas
padecidos por la sedería durante el siglo XVII y del descenso de
la producción que ello significó, aumentó su importancia
relativa en la vida de la ciudad. Si antes de 1600 la seda había
sido la principal actividad económica de Toledo, con
posterioridad fue su única manufactura de reIevancia29 •
1200000 , - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - . . . . ,
1000000
800000
600000
400000
200000
o
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'"u. IV
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W
W
W
V. \O W --l \O W
'"
(1996b), p. 129.
338
A modo de ejemplo, valga el GRÁFICO 7. Refleja los
valores conservados del derecho del seis al millar de la seda,
establecido en 1625. Las lagunas para el periodo son notables e
insalvables: vienen determinadas por la misma fuente. Con
todo, una larga crisis, ininterrumpida apenas durante todo el
siglo, se dibuja. Quedaría conocer el papel que jugó el fraude;
quizá de hasta el 50 %, como indica el enorme incremento del
valor para algún año en que la tomó arrendada el gremio de
sederos. No obstante, cabe suponer un fraude constante a largo
plazo. Con lo cual este derecho sería un indicador aproximado
de la evolución de la sedería toledana durante el siglo XVII.
Obsérvense, si no, los efectos de la crisis de 1680. La
recuperación de mediados de la década de 1680 se dio tras una
grave crisis. En efecto, aquel mismo año, se inició la reforma de
la moneda, que tan graves perjuicios ocasionó a corto plazo. La
reforma coincidió, asimismo, con un año de mala cosecha en
Murcia, con la caía de precios y producción de seda30 . Tal
coyuntura tuvo un grave impacto en la sedería toledana, que
acusó el derecho de seis al millar.
Así pues, Toledo y su fábrica textil conocieron una
misma evolución: lento pero continuo declive entre 1606 y
1646, ralentización del mismo hasta 1685, e inicio de una
pequeña recuperación en los últimos quince años de la centuria.
Entre tanto, varias crisis, coyunturales, que marcaron la
evolución general de Toledo y de su manufactura, reflejadas en
los gráficos anteriores.
339
"no deven darse oidos a arbitrios impertinentes, que tocan mas
a oficiales que a nobles, porque Ciudad que es Madre dellos;
no se ha de poblar con plebeios,,32.
Estas concisas palabras de Baltasar Eliseo evidencian el carácter
de la mayor parte de los memoriales redactados en Toledo. En
ellos la decadencia económica se erige como la causa principal
de los males de la ciudad y de la sociedad castellana. La
agricultura captó el interés de Sancho de MONCADA, de Diego
33
HURTADO DE MENDOZA o de Pedro HURTADO DE ALCOCER • No
obstante, la manufactura fue elevada a principal origen de la
riqueza de Estados y naciones34 • En los autores de la "escuela
de Toledo", la ciudad y su sedería aparecen como ejemplo y
objeto de su análisis. La crisis de la manufactura estaba
motivada por la falta de protección de la Corona y por la
competencia de los géneros extranjeros. Por tanto, para sacar al
reino de la crisis, era necesaria una decidida política
mercantilista, con la prohibición de toda clase de importaciones.
Aparte, Sancho de MONCADA, OLIVARES o HURTADO DE
MENDOZA expusieron sus ideas sobre los motivos de dicho
declive o sus remedios, más en concreto, que denotan el
pensamiento de cada autor.
Empero, aquí no nos referimos a ellos por sus propuestas
para subvertir la decadencia. Sino por su descripción de la
fábrica textil en aquel momento y su capacidad para señalar la
imbricación entre ciudad y manufactura. Dos autores, en sendos
340
memoriales, nos ofrecen una descripción de la fábrica de tejidos
en Toledo: Damián de OLIVARES y Diego HURTADO DE
MENDOZA. El estado que exponen para la década entre 1620 y
1630 es desolador. Telares parados, oficiales que vacaban en
sus ejercicios, miseria, emigración, y entrada de telas
extranjeras que sustituían a las castellanas.
34]
afinnó "que dichas jerguillas y estameñas las compran en jerga
los mercaderes de Toledo, donde se adereyan y venden, [... ]"37.
En total, a juicio de nuestro autor, 38.250 personas perdían su
sustento, de las cuales 4.050 habitaban en Toledo. Sumemos a
ello la fábrica de medias. Ésta, con una producción anual de
700.000 pares y un valor de 4.550.000 de reales, representaba el
trabajo de 28.000 arrobas de lana por otras 16.900 personas.
Mayor importancia tenía, en opinión de Ouv ARES, el
daño que recibía la fábrica de sedas. Cada año, 435.000 libras
de seda dejaban de entrar en la ciudad para su trabajo. Esto
originaba unas pérdidas de 21.715.000 reales. Por tanto, y al
margen de la verosimilitud de los datos aportados, queda
patente el mayor valor y beneficio de la producción sedera
sobre la pañera. Estas 435.000 libras eran trabajadas en 5.000
telares y, en total, procuraban sustento a 38.484 personas''8 .
También como para el caso de la lana, enumeró los géneros
tejidos en Toledo. De entre éstos, se mantiene la mayoría de
telas labradas en la centuria anterior; no obstante, apreciamos
algunos cambios, como la "caña de vaca" y las medias de seda.
Damián de OLIVARES no se limitó sólo a los lamentos o
quejas por la entrada de telas extranjeras y la decadencia de la
manufactura toledana. Como trasluce su memorial, una parte
muy notable de la población rural y de la misma ciudad obtenía
su sustento del trabajo de la lana o de la seda. Es más. De
admitir las cifras sobre población activa que aporta el memorial,
Toledo no albergaba habitantes suficientes para los 42.000
37 OLIVARES (1621), fol. 2v. Sus palabras denotan la amplia difusión, cuando
menos geográfica, del trabajo rural a domicilio. Trabajo, además, dirigido
por mercaderes de la ciudad, con origen en el siglo XV. Proceso éste, de
traslado de la manufactura de las urbes a las zonas rurales, que no fue único
ni original de Toledo en el siglo XVII. De hecho, ha dado carta de
naturaleza al concepto de "protoindustrialización", tan difundido entre la
historiografía.
38 De estas cifras resulta un consumo por telar y año de 87 libras. Ello
equivale a que la mayor parte del teórico trabajo perdido procedía del arte
mayor de la seda. ¿Significa esto que la sedería toledana se vio afectada en
mayor medida por la entrada de tejidos "anchos" que por la llegada de
géneros "de lo estrecho" o "de lo angosto" extranjeros? Es probable, dada la
reconversión iniciada a partir de 1600 hacia tej idos del arte menor.
342
puestos de trabajo que se habrían perdido con la introducción de
tejidos extranjeros. Más importante es el cuadro que dibujó
sobre el estado de la manufactura en la ciudad. Los impuestos y
los precios de los alimentos no dejaban de aumentar, el
comercio estaba desorganizado, la producción no se vendía, los
artesanos emigraban y los mercaderes abandonaban sus
actividades. Era lógica, pues, la decadencia de la ciudad:
"[ ... ] todo lo qual se ha acabado, y esta en tanta diminucion que
el negocio de la seda, que era el mas gruesso que avia en
España, y que no solo se sustentava la mayor parte de Toledo,
mercaderes y oficiales, sino que venian muchos de otras partes
a trabajar y a tratar a ella, y ay se van todos los que vinieron y
los que se estavan, y los oficiales del dicho trato con estrema
necessidad dexan sus casas, muge res, y hijos, en contingencia
de sus honras, y las pobres mugeres con tanta pobreza no
tienen en que poner mano, y perecen, y save Dios los pecados
que se evitaran si tuvieran en que ganar la comida. Y los
mercaderes por aver cesado el dicho trato, se van acabando y
consumiendo, y cada dia se va conociendo mas ca(n) las
nuevas quiebras que de ellos se ve, y esto es tan aprisa y de tal
manera que si Dios no lo remedia de oyen diez afios ha de
quedar esta Ciudad acabada de arruynar, [.. .]"39
La simbiosis que presenta Damián de OLIVARES entre
ciudad y sedería es completa. Quizá sus cifras fueran
exageradas, con poca relación con los testimonios de otros
autores o los aportados más arriba. Fue, no obstante, quien más
y con mayor fuerza expuso la relación entre crisis de Toledo y
de su manufactura textil. Mas no fue el único. Otros autores
coincidieron con su análisis. También ellos reflejaron una
ciudad y una manufactura en crisis. Fueron éstos CEBALLOS,
Sancho de MONCADA o Fernando ÁLVAREZ DE TOLEDO. Todos,
de forma más o menos directa, vincularon la decadencia de
Toledo, de Castilla, al declive de sus manufacturas 4o . Pero, de
343
citar otro autor que vinculó la crisis de la ciudad y de su fábrica
textil, destaquemos a Diego HURTADO DE MENDOZA.
344
ventas de telares, el tejido de damasco era una actividad de
escasa relevancia en Toledo en comparación de las demás telas
de seda. En cambio, hacia 1630, era el segundo género de seda
más tejido en la ciudad, tras el terciopelo. Ello prueba el notable
cambio acaecido tras 1600 en la sedería, y cómo el descenso de
"calidad" de las sedas advertido desde fines del Quinientos
también tuvo una traducción palpable en los géneros toledanos.
La actividad en 1700
Los procesos arriba apuntados para princIpIOs del
Seiscientos tuvieron su continuación hasta fenecer la centuria.
Según un recuento de 1695, en la ciudad existían 585 telares42 •
Sumados los 36 telares de damasco en aquella fecha en la villa
de Fuensalida, la cifra se acerca a los citados por LARRUGA para
aquel año. '
345
El documento confirma lo afirmado más arriba.
Damasco, raso y tafetán disfrutaron de cierta ventaja frente al
terciopelo, cuyo tejido en parte fue abandonado. Aun más
importante fue la reconversión hacia nuevos géneros, de
reciente aparición, más ligeros, tendencia iniciada ya en el siglo
XVI: cuajados, pañuelos, picotes; y el predominio, para el
terciopelo, de variantes que no eran la clásica: felpas, fondos,
rizos, y el damasco.
Asimismo, y como ilustra el cuadro precedente, existían
notables diferencias de productividad entre unos telares y otros.
Desde los 800 pañuelos y los cuarenta mantos que podía salir de
un telar en un año, a los únicos dos cuajados que tejía un telar
en igual periodo. Todo ello, junto a la distinta riqueza de cada
género, motivaba precios y posibilidades de comercialización
que, en definitiva, se tradujeron en el número de telares. No
existió, pues, anquilosamiento en la sedería toledana del siglo
XVII. Antes al contrario. Se buscaron de forma consciente
nuevas opciones, que refleja el cuadro. Éstas no fueron
suficientes para restaurar la antigua fábrica. Con todo,
permitieron su supervivencia.
Epílogo
Las páginas anteriores describen, aun de fon11a sucinta,
cómo, a pesar de la crisis, el textil, y en concreto la seda, fue
durante el Seiscientos la principal actividad económica de
Toledo. Aumentó su importancia cualitativa, hasta convertirse
en la única manufactura digna de consideración en la ciudad
durante los siglos XVII y XVIII. De hecho, toda la población,
hasta entrado el siglo XIX, de un modo directo o indirecto, se
sustentó del trabajo de la seda. En un censo de maestros
artesanos confeccionado hacia 1800, aquellos cuya ocupación
estaba relacionada con el textil eran mayoría. De un total de 398
maestros, 34 se dedicaban a la confección, 37 al trabajo de la
lana, 120 a la seda y 9 eran tintoreros, sin más especialización.
Este censo no es completo: en la ciudad había un mayor número
de maestros de oficios. No obstante, es indicativo de la
importancia de la seda y del textil en general aún en 1800.
346
Entonces, todas las actividades textiles ocupaban todavía a la
mitad de la población43 .
y cuando, hacia 1850, se buscaran las razones de la total
ruina de la ciudad, sólo se hallaría una: la desaparición casi
completa de la sedería. En un texto de fines de la década de
1850, su anónimo autor no sólo describió el deplorable estado
de la ciudad, sino que ligó la suerte corrida por Toledo durante
la Edad Moderna a la de su manufactura sedera44 . Así pues, por
el grado de simbiosis entre ambas, que el texto reconoce, y por
su propio contenido, merece ser reproducido íntegro, a modo de
colofón.
43 Lista de los gremios y sugefos que han sacado patente, de hacia 1800;
AMT, 'Gremios. 1700, caja la. En la misma caja existe otro censo de
idénticas características de 1809.
44 Fenómeno similar al acontecido en Segovia, GARCÍA SANZ (1991 a), pp.
,161-162.
45 AMT, Policía urbana, caja 1a, sin foliar.
347
CONCLUSIÓN
El siglo XVI contempló la eclosión de algunos grandes
centros manufactureros en toda Europa. Bolonia, Florencia,
Leyden, Hoodschoute, Lyon, basaron buena parte de su
esplendor en la manufactura textil. Aquel auge estuvo motivado
por la prosperidad económica y el crecimiento demográfico de
la época. En Castilla, ciudades como Córdoba o Segovia
hicieron del trabajo de la lana y de la seda el sustento principal
de sus moradores. Era éste, pues, un desarrollo dependiente en
extremo de la coyuntura económica que lo había permitido, al
cual ligaron su evolución.
Tampoco Toledo representó una excepción. La
manufactura textil de la Ciudad Imperial, amparada en la
recuperación económica castellana del Cuatrocientos, progresó
a un ritmo vertiginoso. Asimismo, las mutaciones internas en su
estructura y funcionamiento permitieron a las diversas
actividades adaptarse con más o menos éxito a los
condicionantes de la economía, cambiantes.
No obstante, nuestro análisis quedaría "en jerga", si no
tejiéramos la "urdimbre" representada por la situación
económica con la "trama" del factor institucional. En efecto. La
acción de los diversos poderes públicos: Corona, Cortes,
Ayuntamiento, determinó la creación de un marco de relaciones
más o menos adecuado y permisivo a la manufactura textil. En
tal sentido, la sociedad castellana y sus instituciones arrostraron
continuas contradicciones. De una parte, el deseo de una fábrica
floreciente que generara riqueza y evitara la salida de
numerario; y, por otra, la realidad de una Hacienda Real que
promovía la exportación de materias primas a cambio de
manufacturas, de unas Cortes imbuidas de un hondo
351
pensamiento antisuntuario, y de un Ayuntamiento que buscaba
el fomento de una actividad de la cual dependía buena parte de
sus ingresos y de los de sus miembros.
Aquella intervención se sustanció, además, en una
intromisión creciente del poder político en la organización del
trabajo. Ordenanzas de oficios y organizaciones gremiales
serían incomprensibles de restringir su análisis a los meros
intereses del artesanado. También el capital mercantil, bien de
forma directa o indirecta, intervino en este ámbito. Todo ello
tuvo su correlato en formas de organización del trabajo y de la
producción dispares, según cada actividad. Así, en la
confección, predominó el pequeño taller, dirigido por un
maestro al cargo de uno o varios oficiales o aprendices. En la
sedería y la pañería, en cambio, el "verlagssystem" irrumpió
desde un momento temprano, hasta controlar la mayor parte de
la producción. No obstante, existió un número elevado de
maestros independientes que alcanzaron una posición de
privilegio cercana a la del mercader. Mención especial merece
la bonetería, por el grado de integración de todas las fases del
proceso productivo en una sola persona, lo cual propició formas
organizativas en cierto modo peculiares.
En este marco se inscribió la evolución de la manufactura
textil toledana, analizada en una segunda parte. Cada actividad
es estudiada desde su lógica interna, sin olvidar su inclusión en
un marco más amplio, para determinar su evolución durante el
periodo. No formaron, empero, la confección, la lencería o la
pañería un todo homogéneo. La pañería o la confección de
prendas tenían un origen medieval; la sedería, en cambio, a la
altura de 1500 era una actividad nueva con un futuro
prometedor. En todo caso, cada una conoció una evolución
propia a lo largo de la centuria. La sedería y la confección
experimentaron un notable auge, motivado por el crecimiento
económico castellano hasta el último cuarto de siglo. Otras,
como la bonetería, tuvieron un florecimiento tan fulgurante
como su final: fue una actividad en exceso ligada a un solo
producto, de moda unos decenios. En cambio, la pañería y la
lencería, de escasa importancia en 1500, casi desaparecieron en
las décadas siguientes.
352
El modo de abastecimiento de materias primas, la
técnica, los géneros producidos o la geografía de su comercio,
con una sucinta aproximación a su importancia cuantitativa,
muestran las distintas facetas de la sedería, la bonetería o la
confección. De modo que, a través de cada uno de estos
aspectos, surge una imagen de conjunto. En este sentido, el
textil toledano creó, desde el siglo XV, una extensa red de
abasto de materias primas, también destinada a comercializar la
producción. Así, desde Granada o Cádiz por el sur, a Bilbao o
Medina del Campo al norte, pasando por Lisboa o Valencia, la
práctica totalidad del territorio peninsular era abarcada por el
comercio de productos y géneros textiles de Toledo.
Una producción especializada en géneros de calidad, que,
incluso, como los bonetes, eran exportados. Tan notable
desarrollo de la fábrica de sedas y bonetes, y de la confección,
hizo de Toledo la ciudad más importante de Castilla. En efecto.
A lo largo del siglo la producción se adaptó a una demanda de
productos cada vez más baratos. Ello no implicó, empero, que
desapareciera la manufactura de géneros de calidad. Los
boneteros en muzos de grana, los bordadores de casullas o los
tejedores de lana en 24 nos y granas, mantuvieron su fama y
reputación en toda Castilla. Ello pennitió a Toledo convertirse
en la principal ciudad castellana por su sedería y su bonetería,
por delante de Granada, y quizá por su confección, junto a
Sevilla. Todo lo cual sugiere que, durante el Quinientos, Toledo
fue el principal centro textil del reino, por población activa
ocupada y volumen de producción.
No obstante, desde la década de 1570, varios factores se
conjugaron en contra de esta manufactura. El descenso de la
producción agrícola, acompañado poco después por la crisis
demográfica; una creciente presión fiscal, la escasez de alguna
materia prima, y el probable abandono de la actividad por
alguno de los agentes más importantes de la misma, originaron
una profunda crisis desde poco después de 1600. A dicho
retroceso dedicamos el último capítulo, y al papel que jugó la
manufactura textil, sobre todo la seda, en la vida local en el
Seiscientos. Así, tanto la ciudad como el textil conocieron una
evidente decadencia durante el siglo XVII. Con todo, la sedería,
353
a pesar de su declive, perduró como una de las más importantes
de Castilla y como sustento principal de la ciudad.
La manufactura textil de Toledo fue, pues, un magnífico
espejo donde observar la evolución de Toledo. Ligada al
crecimiento económico de la época, conoció un rápido
despegue, que la situó como la más importante de Castilla. Algo
posible dada la adaptación de la producción a los cambios
marcados por la coyuntura del reino y al desarrollo de dos
actividades como la sedería y la confección, sustento de la
ciudad durante más de tres siglos. Ésta, pensamos, es la
conclusión principal.
354
APÉNDICES
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junta que su Magestad que esta en el cielo, nombró. Y para
responder a algunas dudas a este último me hizo a veinte y
quatro de Otubre, deste presente año de 1621, 6 fols., imp.,
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OLIVARES, Damián de (1622), Respuesta de ... , a un papel que
ha salido sin autor, que se intitula advertencia para la
prohibición de las mercaderías estrangeras, que dice da
causas porque no se deven prohibir por ley absoluta, y
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Hacienda Real en Castilla, Santander, Universidad de
Cantabria
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2. GLOSARIO l
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de ciertos insectos al depositar sus huevos, que, molida y
disuelta en agua, se usa como mordiente en tintorería, por su
alto contenido en tanino.
AGRAMAR. Majar el cáñamo, lino u otra fibra para separar del
tallo la fibra y hacer ésta hilable.
AGUJETA. Cinta de seda, hilo o lana para atacar los calzones,
jubones y otras cosas. Correa o cinta con un herrete en cada
punta que sirve para atar o ceñir la ropa o el calzado.
AHOGADO. Acción de someter el capullo a una sumersión en
agua caliente, exposición al sol, aplicación de aire caliente, y
en la actualidad también de ultrasonido o microondas, para
matar la crisálida e impedir que el imago agujeree el capullo
para salir.
ALAMAR. Presillas, u hojales postizos en los vestidos.
ALCAICERÍA. Es un barrio en la ciudad de Granada de tiendas
de las sedas, adonde desde tiempo de los romanos se
pagaban los derechos de ellas a los césares, y por eso le
pusieron ese nombre, que alcaicería vale cosa perteneciente
a César.
ALCAlDÍAS. Cierta clase de tocas. Sinónimo musulmán de las
tocas de reina.
ALCAPARROSA. ef caparrosa.
ALCATIFA. Sinónimo de alfombra; se aplica a las alfombras
finas parecidas a un tapiz.
ALHAMAR. Alfamar. Manta colorada.
ALIMANISCO. Adamascado. También ciertos manteles tejidos
con cuadritos.
ALTIBAJO. Tejido de seda, el mismo que el denominado hoy
terciopelo labrado, del cual lo alto eran las flores y labores, y
lo bajo o el fondo, el raso.
ALUMBRE. Sulfato de alumina y potasa. Usado para el teñido
de la seda negra.
ANAFAYA o ANAFALLA. Tela primero realizada en algodón,
y posteriormente de seda.
ANASCOTE. Cierta tela de seda, de que se hacen mantos y
otras cosas. Antiguamente, sarga de hábito; cierta tela
parecida a la sarga.
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ANGEO. Tela de estopa o lino basto procedente de Francia o
Flandes.
AÑIL. Pasta de color azul oscuro extraída de los tallos y hojas
de la planta homónima por maceración en agua, y usada en
tintorería para obtener el color azul. Color azul o pastel.
AÑINO. El vellón del cordero de un afio.
APUNTAR. Doblar los pafios y plegarlos, para pasar los
pliegues con un hHo de bramante por ambos lados, para que
se les ponga el marco y sello, y conste estar fabricados según
ley.
ARCAR o ARQUEAR. Con un arco de una o dos cuerdas,
desenredar la lana, abrir los copos para sacudirla y
esponjarla para cardarla e hilarla más fácilmente.
ARPÓN o ARPONES. En la pasamanería, barras de madera
que suben y bajan como las caracolas, y fonnan dos líneas, y
quedando 12 a un lado y 12 a otro mantienen los lizos
pequefios en perfecto nivel siempre que paran.
ARROPE. Es el mosto cocido.
ASTERA. Colorante usado para el tinte negro de la seda.
ASTILLA. Ant., peine para tejer. Armazón de barras de madera
del telar, donde se tensan los hilos de la urdimbre, y que
sirve de soporte al resto de sus componentes, y esta astilla
trae consigo el peine; en otros telares le llaman a todo junto
peme.
ATANQUÍA. Cardazo, seda basta del interior de los capullos.
También sinónimo de adúcar.
ATZEYTON, o atzeytun. Se trata de otro nombre de raso,
quizás también del nombre de una variedad de éste.
AVIVADO. Acción consistente en suministrar progresivamente
a la simiente el calor necesario para que entre en incubación.
BARCELA. ef marchas.
BASTIDOR. Dos perchas con sus hembras en que se embastan
las orillas de lo que se ha de bordar, con que está la tela
tirante para poderla bordar o labrar de aguja.
BATÁN. Máquina por lo general hidráulica, con gruesos mazos
de madera, para golpear, desengrasar y enfurtir los pafios,
depositados en una pila con mezcla de agua, greda y aceite.
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BAYETA. Tela de lana, t10ja y poco tupida.
BEDRIOL DE CAPARROSA. Ver vitriolo de caparrosa.
BERBÍ. Paño de lana elaborado con hilo sin peinar, con origen
en la ciudad belga de Verviers.
BLANQUEAR. En la curación de los lienzos, meterlos en una
lejía de cenizas de madera y dejarlos luego secar al sol
durante cierto tiempo.
BOCACÍ. Tela falsa de lienzo teñido de diversas colores y
bruñido; puesta debajo de paño acuchillado, en jubones o
calzas, se sacan bocados de ella por las cuchilladas; y por
otro nombre se llama bocarán, y holandilla lo fino.
BOCARÁN. Carecemos de referencias.
BOLILLOS. Palito comúnmente de boj que sirve para hacer
encajes. Se llama también el que se hace de madera, y es
muy delgado, y sirve para hacer encajes y randas, y en lo
antiguo servía para hacer las franjas que llamaban de
bolillos; es hecho al torno, y la mitad que mira a la cabeza es
mucho más sutil para envolver y cargar el hilo, y la otra
mitad es más gruesa, para que haga peso.
BOLILLOS (DE TAMBORETA). En los telares de
pasamanería, piezas torneadas, que hacen las veces de
gam¡chillas, y sirven a la tamboreia.
BOMBYX MORI. Insecto perteneciente al orden de los
Lepidópteros, suborden Heteróceros, familia de los
Bombícidos, género Bombyx y especie Mori, conocido
como gusano de seda. Recibe también el nombre de
"Sericaria Mori".
BONETE. Gorra de varias hechuras, por lo común de cuatro
picos, usada por los eclesiásticos y seminaristas, y por los
colegiales y graduados; de an1plia difusión en el siglo XVI.
BONETERO. El que haze bonetes, y unos son de los de lana y
aguja, de que se haze en Toledo y en otras partes, gran
cargazón fuera de Espai'ía, y otros de paño de quaira quartos
esquinados, que son los que en Castilla usamos los clérigos.
BORDADO. Labor sobre cualquier tela con hilo, seda, plata,
oro, a base de puntadas, formando dibujos en ella.
BORLA. Conjunto de hebras, hilos o cordones que penden
verticalmente de un nudo o núcleo.
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BORRA. Fibras de seda que proceden de capullos mal
formados o aplastados, o de las primeras secreciones de la
oruga para adherirse al cañizo, es tratada como el algodón y
la lana; puede recibir además los nombres de "borrilla" o
hiladillo. El pelo de la res que aún no se puede esquilar en
vellón; es lana muy basta. También el pelo que el tundidor
saca del paño con las tijeras.
BRAMANTE. Hilo gordo o cordel muy delgado hecho de
cáñamo.
BRASIL. Árbol deJa familia de las papilionáceas, cuya madera
es el "palo brasil". Tinte obtenido del palo brasil y usado
para el color rojo encendido.
BRASILETE. Árbol de la misma familia que el brasil, y cuya
madera es de color más bajo que la de éste.
BRETAÑA. Cierta tela de lino, dicha así porque procedía de
Bretaña.
BRIN. Estopa baja de lino. Tela ordinaria y gruesa con
ligamento tafetán, elaborada con los hilos de estopa de lino
de segunda calidad, parecida al vitré; se utiliza para forros y
como tela para pintura al óleo. En un principio esta tela, que
no es más que una lona ligera, se utilizaba para el velamen
de pequeñas embarcaciones.
BURATO. Cendal muy delgado que tiñen de negro y se hacen
de él mantos para los demás, tan tTansparentes que
descubren todo lo que cubren; antiguamente se traía esta tela
de la isla de Coo. También realizado en seda, aunque de
tacto áspero.
BUREL o BURIEL. Paño del color natural de la lana.
CADARZO. Seda basta que se hace de la que no se hila en
tomo, por ser de capullos emburrujados y empedernidos.
Seda basta del exterior del capullo. También cinta estrecha
de seda basta.
CALAFUCO (terciopelo). Carecemos de referencias.
CALICUT o CALICUD. Tela delgada de seda, procedente de la
India, cuyo nombre proviene de la provincia donde se tejía.
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CALZAS. Medias o pantalón que cubría desde la cintura a los
pies. Las denominadas medias calzas eran aquellas que
llegaban sólo hasta las rodillas.
CAMELOTE o CHAMELOTE. Tela hecha de piel de camello.
Tejido fuerte e impermeable, generalmente de lana, aunque
también de pelo de cabra o seda.
CANANMACITAS. Sin referencias disponibles.
CANILLA. En los telares, caña pequeí'i.a, como de tres pulgadas
de larga, en que se devana la trama, y rueda sobre una pieza
de hierro, a que llaman hembrilla, y en otras partes broca, y
metida en la lanzadera va suministrando la trama.
Desigualdades o diferencias de hilos cn los tejidos.
CAÑUTILLO DE ORO. Hilo delgado de oro o plata redondo,
que sirve para bordar.
CAPARROSA. Nombre común de varios sulfatos nativos de
cobre, hierro o cinc, empleados en la tintorería para la
obtención de los colores azul, verde y rojo, respectivamente.
CAPERUZA. Bonete rematado en punta doblada hacia atrás.
CAPILLEJO. Cierta cofia; madeja de seda doblada y torcida.
CAPRlCHOLA. Sin referencias.
CAPUZ. Vestidura larga y holgada, usualmente con capucha,
que se ponía encima de la demás ropa.
CÁRCEL(ES). En los telares, unas varillas de caí'i.a o alambre
que componen la astilla o peine, y están en la parte inferior
de la caja; también los paí'i.os que sostienen los lizos.
CARDA. Cabeza tenninal del tallo de la cardencha, sirve para
sacar el pelo a los paí'i.os y felpas. Cepillo con púas de
alambre usado para limpiar y separar unas fibras de otras.
Operación de cardar.
CARDADO DE ENVEZ. En la batanadura de paños, cardado
que se realizada en los mismos una vez limpios y antes de
enfurtirlos.
CARDADO DE HAZ o A LA PERCHA. Operación realizada
sobre el paño ya concluida la batanadura, consistente en
pasar sobre el mismo repetidas veces un palmar mientras se
mantenía colgado de una rampla o tirador.
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CARDAR. Preparar la lana para el hilado, pasando sobre ella la
carda repetidas veces, sobre todo con las fibras cortas y
rizadas.
CARDENCHA (DE PELAIRE). Con que carda; lo más común
es 10 que se hace con el vinagre fuerte o con la casca, cuando
está medio acea. Los valencianos la llaman "verdet". Hierba
que produce tallo alto, lleno de espinas, las hojas largas y
espinosas [... ]; la cabeza después de seca sirve para alisar los
paños. Por semejanza se llama a la carda que se hace de
hierro, y de que usan los pelaires para cardar la lana.
CÁRDENO. Primera fase de la tintura, consistente en meter el
paño en un baño de agua y pastel. Lo que es de color morado
oscuro.
CARDUZAR. Dar la primera carda a la lana, con la carduza,
instrumento parecido a la carda pero más grande y de menor
densidad de púas.
CARISEA. Paño delgado, a manera de estameñete; lábrase en
Inglaterra.
CARMELLONA. Tocado masculino parecido al bonete.
CARMESÍ. Cochinilla. Tela rica de seda de otro color. Color
púrpura muy subido, semejante a la roja castellana. El polvo
que sale del gusanillo que se cría en la grana.
Figuradamente, la tela de paño o seda teñida de este color.
CAROFES. Sin referencias.
CÁSCARA DE GRANDA. La cáscara de la granada.
CASULLA. El último de los ornamentos que viste el sacerdote
para decir misa. Antiguamente era cerradas hasta abajo con
una abertura para sacar la cabeza; pero por ser muy
embarazosas se fueron acomodando al uso que hoy tienen,
que es en forma de capotillo, partido en dos mitades, y
abierto por los lados hasta abajo, con una abertura redonda
en medio, para entrar por ella la cabeza; en las dos caídas de
atrás y adelante se le suele poner una cenefa, que llega hasta
abajo, ancha y en medio de ellas, que es regularmente de
distinta tela.
CEDAZO. Instrumento compuesto de un aro redondo y de una
tela que cierra por su hueco la parte inferior. Sirve para
separar las partes sutiles de las gruesas de algunas cosas.
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CELESTE. Cada uno de los baños que se dan al paño en agua
con pastel.
CENDAL. Lo mismo que liga para sujetar las medias; especie
de guarnición para el vestido. Tela de seda muy delgada, o
de otra tela de lino muy sutil, con ligamento de tafetán.
CENDALÍ. Cendal. También batihoja.
CENDRA. La materia compuesta de ceniza cocida y seca, y de
tuétanos y cuerno de carnero, quemados, y molidos,
reducido todo a tierra, que se deslíe en agua, se mezcla con
cal viva y sirve para cendrar.
CENIDERO. ¿Ceñidero?
CEÑIDERO. Cinta, cordón o cuerda de seda, algodón, hilo u
otra materia, con que se ajusta el cuerpo por la cintura.
CERCADURA. Cerca de cama, tela que cubría los contornos de
la misma.
CERRO. En el lino y en el cáñamo, el mazo o copete que queda
después del espadillado y rastrillado, por quedar en forma de
cirro o copete del caballo, de donde se han tomado todas las
alusiones dichas de cerro y cerrión. CERRO DE LINO,
LANA, etc.: la porción que se pone en la meca de una vez.
Cáñamo de primera calidad, rastrillado y limpio.
CEUTÍ. Cierto tejido de seda de lujo.
CINTERÍA. ef pasamanería.
COBERTOR. Manta o cobertura de abrigo para la cama.
COCHINILLA. Insecto hemíptero, originario de México que,
reducido a polvo, se usa para dar el color grana a la seda,
lana u otras telas. Colorante obtenido de dicho insecto.
COFIA. Red de seda o hijo, ajustada a la cabeza con una cinta,
para recoger el pelo. Gorra femenina para abrigo y adorno de
la cabeza, con encajes, cintas, etc.
COLCHA. Cobertura de cama labrada y pespuntada con
embutidos de algodón, que hacen diversos lazos; las
comunes son de lienzo, otras de holanda fina y otras de seda.
COLONIA. Cinta de seda lisa de dos dedos de ancho, poco más
o menos. Cinta de seda de tres dedos o más de ancho; suelen
hacerse lisas o labradas, y de un solo color, o de varios.
CONTRAHECHO. El cabo hecho con filástica usada. Es
término marinero.
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CORDELLATE. Cierta especie de paño delgado, como
estameña, dicho así par un cordoncillo que hace la trama.
Tejido basto de lana.
CORDÓN. Cuerda, por lo común redonda, de seda, lino, lana u
otra materia filiforme. Las cintas de seda, redondas. Cuerda
hecha de seda u otro material más fino que el cáñamo o el
esparto, que se emplea para adomo o para atar cosas en que
importa el buen aspecto.
CORDONERO. El que hace cordones y otros cairelados de
seda.
COTONIA. Tela hecha de hilo de algodón, ordinariamente
blanca, con sus labores de realce o de gusanillo, de que se
hacen colchas, almillas y otras cosas.
CRISÁLIDA. Se llama una pequeña haba que queda de un
gusano u oruga, que dejando de ser ya oruga, padeció su
metamorfosis, perdió todo movimiento, y está sin alimento
alguno, y sin pies, ni alas, ya más ya menos tiempo,
conforme a la naturaleza de la oruga; después de esta
mutación, y silencio, sale una mariposa, o insecto volante.
CRISOL. Sin referencias.
CUBILLOS. Carretes para devanar. Cilindro en que se arrolla la
seda al torno.
CUERDAS. En el preparador de la trama para terciopelos cerca
de una rueda alta, y otra cuerda que da vuelta a una rueda
inferior, se llama en francés "carde". En la pasamanería,
cada uno de los cordeles que atraviesan los lizos altos, y que
tomando unos hilos, dejan otros, de modo que estando
asegurados en la extremidad del telar, suben por los bolillos
de la tamboreta y pasan por los lizos altos, dejando de entrar
por los anillos de otros [... ].
CURAR LIENZOS. Blanquearlos.
CHACONADA. Tela de algodón muy fina, parecida a la
bastita, pero no de tanta finura.
CHAMELOTE. ef camelote.
CHANTAL. No disponemos de ninguna referencia.
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CHURRA. Ganado lanar que no es trashumante, y por esta
razón llaman riberiego; su lana es de inferior calidad a la del
ganado merino.
DAMASCO. Tela fuerte de seda o lana, que presenta una
decoración con efectos reluciente/mate que se consiguen
mediante una alternancia de ligamentos -"pesado" y
"ligero"-, de tal manera que una cara del tejido resulta ser el
negativo de la otra.
DEBANAR. Operación copsistente en desenrollar el filamento
de los capullos. Coger el hilo en el ovillo. Reducir a ovillos
las madejas de hilado, que están en la devanadera.
DEMUDAR. La última operación de la tintura de paños,
consistente en cambiar el color de los mismos mediante el
empleo de tintas.
DESBORRAR. Operación de quitar al paño ya tejido la borra y
los nudos antes de entregarlo al pelaire para que lo batanara.
DESMOTAR. Quitar las motas de los paños. Despinzar. Cortar
los nudos y cabezas salientes a la lana con una tijera.
DESPINZAR. Operación de preparar la lana para el hilado con
tijeras, parecida a las de desmotar y despuntar. También, la
operación de limpiar de hebras y nudos el paño ya tejido con
tijeras o pinzas, para limpiarlo de hebras y nudos, y cortar
los hilos salientes.
DESPUNTAR. Véase desmotar.
DEVANADERA. Armazón de cañas o de listones de madera
cruzados que gira alrededor de un eje vertical y fijo en un
pie, para que, colocadas en él las madejas del hilado, puedan
devanarse con facilidad. Máquina en que se ponen las
madejas de hilado para devanar; hácese de diferentes modos,
y el más común consiste en un pequeño madero, que le sirve
de basa, donde está embebida una varilla de hierro alta de
una vara, y en ésta se encajan unas tablillas de madera o de
caña, con que se forman los cruces, distantes la una de la
otra como media vara y en las puntas de ambas cruces se
ponen otras varillas o cañas que traban una y otra, y todo
junto da vueltas al derredor, impelido de la persona que
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devana, tirando del hilo de la madeja que está puesta en la
devanadera.
DORMIDA. El descanso que se toma durmiendo; dícese
regularmente de los gusanos de seda, que descansan dejando
de comer, y duermen algún tiempo, despiertan, y vuelven a
comer, y esto hacen por tres veces, hasta que empiezan la
labor de los capullos.
DROGUETE. Tela comúnmente de lana, listada de varios
colores y generalmente con flores entre las listas. También
tejido brochado de seda, lana y algodón con hilos que
fonnan los dibujos sin constituir cuerpo con el tejido.
EMBORRADO. Segunda carda de la lana, entendiéndola para
echarle el aceite, y después de echado, darle otra vuelta para
emprimarla. Cardar al potro, que es una especie de atril. Fase
primera del cardado de la lana, realizada con cardas más
bastas que las de emprimar.
EMPRIMAR. Cardar cinco veces la lana antes de hilarla. En el
obraje de los paños, pasar la lana con una segunda carda, de
puntas más delgadas y tupidas que la primera.
ENFURTIDO. La batanadura propiamente dicha: metido el
paño en la pila, era golpeado por los mazos de madera del
batán, con lo que perdía la grasa y adquiría cuerpo y
homogeneidad.
ENGOMADO (DE LA SEDA). Los que tratan en telas, así de
lienzo como de seda, suelen engomarlas, para que estén
tiesas y de más dura. Untar y dar con la goma desleída a las
telas, lienzos y otros géneros, para que estén lustrosas y
parezcan de más dura.
ENJEBADO. Tratamiento del paño con sustancias mordientes,
preparándolo para recibir el tinte.
ENJEBE. Lejía para blanquear los paños.
ENJUGADO. Secado del cáñamo y del lino tras la cocción.
ENJULLO. En los telares hay comúnmente tres enjullos: el
primero es un rollo, que sirve para ir desenrollando de él los
hilos que van sirviendo la urdimbre, y así le suelen llaman
desarrollador; el otro, que está delante del tejedor, y se llama
enjullo de antepecho; y el tercero, llamado vara de empaño,
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que está hacia el medio del telar en la parte inferior que se va
tejiendo; todos son cilíndricos.
ENRIAR. Sumergir los tallos de lino y cáñamo en agua
caliente, para reblandecer la corteza leñosa que los envuelve
y liberar la goma que mantiene unidas las fibras.
ESCALDAR. Quemar o abrasar con agua caliente.
ES CARLA TA. La color subida y fina del carmesí, o grana fina.
ESCARABAJO. Imperfección que presentan algunos tejidos
cuando no tienen los hilos de la trama en líneas rectas
seguidas.
ESCARLATÍN. Escarlata de color más bajo y tejido mucho
menos fino que la escarlata.
ESCOFINA. Lima grande de dientes gruesos, para escofinar, o
raspar la madera.
ESCOFINADOR DE BRASIL. El que escofina el brasil,
reduciéndolo a polvo, para su uso como tinte.
ESCURADO. Operación de la batanadura, consistente en
limpiarlos de aceite y grasa con greda antes de enfurtirlos.
ESPADAR. Golpear, con una espadilla, el tejido leñoso del lino
y cáñamo para dejar las fibras sueltas y libres del tamo o
pelusa, y que puedan ser hiladas.
ESPADILLA. Instrumento de madera, a modo de machete,
usada para espadar. También útil complementario en los
urdidores, una especie de barra de madera con orificios que
divide los hilos en dos hileras paralelas.
ESPUMILLA. Tejido muy ligero y delicado, semejante al
crespón.
ESQUILAR. Trasquilar las ovejas, quitarles el vellón.
ESTAMBRADO. Paño elaborado con estambre, de calidad
superior a la del berbí.
ESTAMBRE. Hilo largo, muy retorcido, denominado también
"pie de tejido", usado para la formación de urdimbres de
paños.
ESTAMEÑA. Tejido de lana así dicho por ser la urdimbre y la
trama toda de estambre.
ESTAMETE. Cierta clase de paño.
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ESTRELLA. En la devanadera de terciopelo, ruedecita en lo
alto de ella en que se coloca la madeja desenredada antes de
devanarla.
FALDILLA. Prenda de vestir femenina que va de la cintura
hasta los pies. También partes bajas de ciertas ropas.
FARDEL. Saco o talega, para meter cosas, apretadas, [... ] como
las sacas de lana, que se llevan de España para Italia.
FELPA. Tejido que tiene pelo por la haz. También tela de seda
con rizo mayor que el terciopelo, toda de cabos de hilo.
FERRETA. Ferrete.
FERRETE. Sulfato de cobre, obtenido del cobre o alambre
quemado; usado con los tintes.
FIELTRO. Capa aguadera de lana, no tejida sino incorporada
con la fuerza de agua caliente, lejía o goma, con que van
tupiendo, como hacen a los sombreros. También el capote o
sobretodo que se hace para defensa del agua, nieve o mal
tiempo; diósele este nombre, porque se debía de hacer de
alguna especie de fielTro, aunque menos fuerte que el de los
sombreros.
FILADIZ. Seda que se saca del capullo roto.
FILÁSTICA. Uno de los hilos que colchados forman los
cordones que constituyen los cabos. Es término marino.
FILELÍ. Cierta tela delgada traída de Berbería.
FILISEDA. Cierta variedad de tejido de seda con ligamento de
tafetán y con la urdimbre y trama de filadiz.
FRANES. Carecemos de referencia alguna.
FRAZADA. La manta tejida de lana y peluda, que se echaba
sobre la cama, denominada así por tener el pelo largo y
revuelto, [...] y hoy día no tiene otra cama la gente de trabajo
y menesterosa.
FRISA. Cierta tela de lana delgada con pelo, que se suele
retorcer; la frisa sirve de aforros y de entretelas a las
bordaduras, porque no se rocen unas con otras, para
mantillas a los niños, por ser blanda y suave y de poco peso,
y de otros muchos ministerios. También pelo de algunas
telas, como el de la felpa.
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FUSTÁN. Tela gruesa de algodón y lino con pelo por una de
sus caras.
FUSTEDA. Tejido de hiladillo de seda.
FUSTETE. Arbusto de la familia de las anacardiáceas, de cuya
madera y corteza, cocidas, se obtiene una sustancia tintórea.
El dicho tinte, de color amarillo, para teñir las pieles,
prohibido por las ordenanzas de los tintoreros.
GALVENALINA. No hallamos ninguna referencia acerca de
este tejido.
GAMUZA(S). Es un animal especie de cabra montés; y de sus
pieles adobadas se hacen calzas y jubones. Piel delgada, que
adobándola sirve para j ubones, calzones y otros usos.
GINOVISCA. Marca o tamaño de los peines del telar, ya de
lana, ya de seda, que, por su uso en Génova, tomó de ella su
nombre.
GOMA ARÁBIGA. La goma de la espina egipcia; cualquier
otra, de ciruelos, perales, cerezos, almendros, y de todos
aquellos árboles que producen resina. Los que tratan en
telas, así de lienzo como de seda, suelen engomarlas, para
que estén tiesas y parezcan de más dura.
GORGORÁN. Tela de seda con cordoncillo, sin otra labor por
lo común, aunque lo había también listado o realzado.
GRANA. Cochinilla. Quermés. Sustancia tintórea procedente
del cuerpo seco de la cochinilla que, machacada y disuelta
en agua, teñía de rojo. Cierto paño fino.
GRANADA. Fruta bien conocida, que tiene la cáscara muy
dura y de color pardillo.
GREDA. Arcilla arenosa, por lo común de color blanco
azulado, usada principalmente para desengrasar los paños y
quitar manchas. La conocida como "greda de Magán" era la
de mayor calidad.
GRUESA(S). Sin referencias.
GUALDA. Hierba de la familia de las resedáceas, a partir de
cuya cocción se obtiene un tinte amarillo dorado. También el
dicho color.
HEBRA. Una porción larga y delgada de lino, lana, seda u otra
materia.
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HILADILLO. El hilo de la estopa de la seda, y que no se puede
torcer de ella, el cual se hila en la rueca como el lino. De
este hiladillo hacen cintas, que tienen el mismo nombre.
HILAR. Reducir a hilo el lino, cáñamo, lana, seda, algodón, ()
cualquier otra fibra. Sacar de sí el gusano de seda la hebra
para formar el capullo.
ffiLAZA. Fibra textil reducida a hilo. Hilo que sale gordo y
desigual. Hilo con que se teje cualquier tela.
ffiLERA. La hueca del huso, por ser donde se afianza la hebra
para fonnarse.
ffiLO. Hebra larga y delgada que se forma retorciendo el lino,
lana, cáñamo u otra materia textil. Ropa blanca de lino o
cáñamo, por contraposición a la de algodón, lana o seda.
HOLANDA. Tela de lienzo muy fina, para camisas, de gente
rica. MEDIA HOLANDA. Lienzo menos fino que la
holanda.
HOLANDILLA. Lienzo teñido y prensado, usado generalmente
para forros de vestidos. Cf. también bocací.
HUECA. La muesca espiral que se hace al huso a la punta
delgada, para que trabe en ella la hebra que se va hilando, y
no se caiga el huso.
HUSO. Instrumento para hilar, compuesto por una varilla
gruesa, generalmente de madera, que tiene en una
extremidad una tortera o bacinete que ayuda a que el hilado
se vaya devanando en él. También instrumento de hierro que
tiene en la parte inferior una cabezuela también de hierro
para hacer contrapeso a la mano, y que sirve para devanar la
seda.
IMAGO. Fase adulta del bombyx mori.
IMPLA. Toca o velo de la cabeza. También tela de que se
hacían estos velos.
JERGA. Tela gruesa y tosca, como de sayal. Paño grosero, bien
sea de lana, pelo o cáñamo, cuyo tejido forma rayas
diagonales. También sinónimo de jergón.
JERGÓN. Jerga. Funda gruesa que se hinche de paja o atocha
para la cama debajo de los colchones.
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JERGUILLA. Tela de seda delgada, o lana, o mezcla de una y
otra, que se parece en el tejido a la jerga.
JUBÓN. Prenda de indumentaria masculina, ajustada y ceñida,
que cubría desde los hombros hasta la cintura.
JULIANICOS. Carecemos de referencia alguna.
LABRADO. Calificativo de las telas decoradas con motivos
complejos obtenidos por ligamento del tejido mediante
procedimientos especiales de tejido.
LANA. El vellón y el pelo de la oveja y su cría. Había tres
géneros de lana: una muy fina, de las ovejas merinas, que
servía para hacer los paños y otros tejidos más nobles; otra
de inferior calidad, que daban las llamadas riberiegas, de que
se hacían los paños más gruesos, bayetas y otras cosas; y la
de las ovejas churras, más tosca y grosera, y el pelo largo,
con gran diferencia de los otros dos géneros de lana, para
paños bastos y otras cosas.
LANA BASTA. La conocida como "pelo de oveja", de fibras
gruesas, ásperas al tacto, que aparecen mezcladas y no son
aptas para su empleo en el textil.
LANA CASTELLANA. De peor calidad que la merina, menos
uniforme, fibra más larga y gruesa y menos densa.
LANA DE HALDAS. Vellón del vientre y las patas del animal,
menos denso y más sucio, y por tanto menos valorado.
LANA MERINA. Variedad de lana tina, de color blanco mate,
gran uniformidad y fibras cortas y rizadas de gran densidad.
LANA DE PELADAS. La lana procedente de las peladas.
LANA PERCAÑINA. La lana no utilizable en la industria
textil.
LANILLA. Tejido de poca consistencia hecho con lana fina.
LANZADERA. Pieza del telar para introducir la trama en la
urdimbre, a mano o mecánicamente.
LAVADO. En el batanado de paños, introducirlos en la pi la del
batán en una mezcla de agua caliente y tierra para limpiarlos.
Referido a la lana, escaldarla en baños de agua caliente y fría
para librarla de la suciedad.
LIBRA. Es peso comúnmente de 12 onzas. Pesa que
comúnmente consta de dieciséis onzas, y en algunas partes
415
de doce. Peso antiguo de Castilla, dividido en 26 onzas y
equivalente a 460 gramos.
LIENZO. Tela que se fabrica de lino, cáñamo o algodón.
LIENZO DE BRETAÑA o BRETAÑA. Cierto lienzo fino
fabricado en Bretaña.
LIENZO DE HOLANDA. Véase holanda.
LIENZO NA VAL. Lienzo de Bretaña.
LIENZO DE PARÍS. Sin referencias.
LIGADURAS. Subdivisiones de los peines de los telares de
seda, que determinan a su vez la división de los hilos de
urdimbre.
LIGAMENTO. Fom1a de entrelazar los hilos de la urdimbre y
de la trama del tejido.
LINO. Yerba conocida, de la cual después de seca la arrancan y
la echan a remojar y cocer en pozas, y vuelta a secar se
macea y espadilla, y quedando en hebras se purifica del todo
en el rastrillo, y lo que desecha de sí se llama estopa; hílase
y tejen de lino telas de lienzo para camisas, sábanas y ropa
blanca, y es para muchos servicios.
LIÑUELO, o LINUELO. Cada uno de los ramales del peine
delantero del telar, donde se sujetan los cabos de los hilos de
la urdimbre.
LISTÓN. Cinta de seda más angosta que la colonia. También, el
remate de hilo enlazado que se echaba en el canto de los
paños y servía para distinguir su calidad y naturaleza a
través de sus diferentes formas y colores.
LISTONCILLO. El listón angosto, comúnmente llamado
reforzada.
LISTONES. En el telar, unas piezas que están detrás del peine.
y cada listón se compone de dos cárceles, tan largas como
tiene de ancha la tela, y los cordelitos que hay desde una
cárcel a la otra se llaman lizos; en medio de cada lizo hay
una sortija que se llama maHón, y es de hilo o de madeja de
aire, sirviendo para recibir los hilos de la urdimbre.
LIZO. Pieza del telar para separar entre sí los hilos de la
urdimbre, a fin de poder introducir la trama. Hilo fuerte que
sirve de urdimbre para ciertos tejidos de seda. Cada uno de
los hilos en que los tejedores dividen el estambre para que
416
pase la trama. Cada uno de los hilos en que los tejedores
dividen la seda o estambre para que pase la lanzadera con la
trama.
LORIGUILLO. Planta que sirve para los tintes.
MACERAR. Golpear las fibras del lino, cáñamo y algodón,
durante su fase de preparación en fibras textiles.
MADEJA. El hilo apartado que queda en CÍrculo para devanarse
y pulirse.
MAJAR. Aplicado al lino, macerarlo, tras ser cocido y secado,
para separar las fibras.
MANGA. Parte del vestido en que se mete el brazo. En algunos
balandranes, pedazo de tela que cuelga desde cada hombro
casi hasta los pies.
MANTO. Ropa suelta femenina, a modo de capa, que cubría de
pies a cabeza, sobre el vestido.
MALVAS. Sin referencias.
MEDIAS. Siempre en plural; absolutamente suele significar
medias calzas.
MELECINA. Mezcla de agua caliente y greda donde se metía el
paño en la batanadura.
MELINJE(S). Sin referencias.
MERMELLA TES. Sin referencias.
MITÁN. Holandilla.
MOLINILLO. Guarnición usada antiguamente en los vestidos.
También el colocado por los tiradores de oro en el banco
largo para adelgazar la pieza que tiraban, que solían llamar
rueda.
MORDIENTE. Sustancia usada en tintorería para preparar el
paño y que pudieran fijarse mejor los colores.
MORERA. Árbol del grupo de los Urticales, familia de las
Moracias, género Morus. Para la cría del gusano de seda se
usan las variedades denominadas blanca -"Morus alba"- y
negra -"Morus nigra"-.
NINFA. Cf crisálida.
NOBLEZA. Tela de seda, especie de damasco, con más
delicado dibujo; Ilamóse así, o por su excelencia del tejido, o
porque la empezaron a usar los nobles.
417
ONZA. Peso que consta de 16 adarmes y equivale a 28'7
gramos.
PALACIOS. Subdivisiones de los peines de los telares de seda,
que determinan a su vez la división de los hilos de la
urdimbre.
PALMAR. Instrumento formado de la cabeza de la cardencha, o
la misma cardencha, para sacar el pelo suavemente al paño.
En los lavaderos de lana, es un cesto de junto en que las
pisan sacadas ya del tino.
PALMILLA. Suerte de paño que particularmente se labra en
Cuenca; y la que es de color azul se estima más.
PALO DE ROMANIA. Sin referencias.
PAÑO. Comúnmente, la tela tejida de lana; por extensión,
cualquier tejido de seda, lino o algodón.
PAÑO DE LONDRES. Sin referencias.
PARDILLO. Paño tosco, grueso y basto, de color pardo, sin
tinte, para gente humilde.
PARÍS. Cierto tejido de seda.
PASAMANERÍA. Conjunto de productos complementarios -
borlas, cintas, flecos, etc.- de seda que dieron lugar a la
aparición de los gremios denominados del "arte menor de la
seda".
PASTEL. Pasta en forma de bolas o tabletas hecha con las hojas
verdes de la hierba pastel o glasto, empleada como tinte de
los paños, para el color azul, negro u otros colores.
PEINADO. Operación para depurar y enderezar paralelamente
las fibras textiles, fundamentalmente referida a la lana,
pasando sobre ella un peine de dientes de hierro.
PEINE. Barra con una serie de púas entre las cuales pasan en el
telar los hilos de la urdimbre y que sirve para apretar el
tejido de trama a cada pasada. Parte delantera del telar,
donde se sujetan los hilos de urdimbre formando el
denominado pie del tejido. Útil del hierro con dientes para el
peinado.
PELADA. Piel de carnero u oveja, a la cual se le arranca la lana
después de muerta la res.
418
PELAIRE. Oficial de lana, cuasi pelacre, porque saca el pelo al
paño.
PELO. En la seda, hebra formada por un solo hilo con torsión
de 3.000 vueltas. Palie o medida de la trama. La seda que no
está hilada o que está cruda. También cualquier hebra
delgada de lana u otra fibra.
PENDÓN. La bandera o estandarte pequeño. También los
pedazos de tela que quedan a los sastres de las obras que les
dan a hacer.
PERCHA. Rampla.
PEROLA. Recipiente para reblandecer la senCll1a de los
capullos y poder así desenrollar el filamento de seda.
PESPUNTE. Cuasi postpunte, porque vuelven atrás con la
aguja; labor hecha con aguja, de puntos seguidos y unidos, o
metiendo la aguja atrás.
PICOTE. Es una tela basta de pelos de cabra, y porque es tan
áspera que tocándola pica, se dixo picote. Siglos XIII al XV:
tela áspera y basta de pelo de cabra. Cierta teja de seda muy
lustrosa, de que se hacen vestidos.
PIE. Lana estambrada para las urdimbres. Imprimación que se
usa en los tintes para asegurar y dar permanencia al color
que definitivamente se emplea.
PIÑUELA. Tela o estofa de seda, denominada así por las
pequeñas piñas labradas en ella.
PLAES. No poseemos referencia alguna.
PLEGADOR. Pieza en los terciopelos que sirve para colocar la
urdimbre. En los mismos telares, pieza que sirve como de
estribo a la que despliega el pelo; y generalmente llama
plegadores en estos telares de los que en otros enjullos; y
hay plegador de pelo y de tela.
PLEITA. Faja o tira de esparto trenzado en varios ramales, o de
pita, palma, etc., que cosida con otras sirve para hacer
esteras, sombreros, petacas y otras obras.
PORTADA. En el arte de la seda, división de los peines de
cierto número de hilos, como los palacios y las ligaduras,
para f0n11ar la urdimbre.
PRENSAR. En el obraje de paños, apretar el pafío, una vez
tundido, para darle cuerpo y consistencia definitivos.
419
PÚA. Cada una de las puntas de hierro insertas en el peine del
telar, donde se sujetan uno o más hilos de la urdimbre.
También cada uno de los ganchitos o dientes de alambre de
la carda.
PUNTO. Llaman los del arte de la seda la labor o forma que va
tomando el haz de la tela que no lleva dibujo especial; y así
según los varios modos con que se ejecuta se dice: esto está
en punto de tafetán, de saya de reina. En la media, aquellas
pequeñas partes de que se va formando, y se hace sólo con
pasar el hilo de una aguja a otra, e irle enlazando al mismo
tiempo.
QUERMES. Insecto hemíptero parecido a la cochinilla, cuya
hembra forma las agallitas que, exprimidas, dan el color de
grana.
RAJA. Cierto género de carisea o paño prensado; díjose así,
cuasi rasa, porque no le queda pelo como a los demás paños.
RAMBLA. Artefacto compuesto de postes de madera fijos
verticalmente en el suelo y unidos por series de travesaños,
con puntas o ganchos de hierro, en que se colocan los paños
para enramblarlos o estirarlos.
RANDA. Adorno que se suele poner en los vestidos y ropas;
encaje labrado con aguja o tejido, el cual es más grueso, y
los nudos más apretados que los que se hacen con palillos;
las hay de hilo, lana o seda.
RANDAL. Tela hecha en fonna de randa, o la pieza de randas.
RASO. Tela de seda lustrosa, de más cuerpo que el tafetán y
menos que el terciopelo. Satén obtenido por trama. También
sinónimo de satén.
RASTRILLAR. Limpiar el lino o cáñamo de la arista y estopa.
RASTRILLO. Tabla con muchos dientes de alambre grueso, a
manera de carda, sobre los que se pasa el lino o cáñamo para
apartar la estopa y separar bien las fibras.
REBOTADERA. Peine de hierro con que se levanta el pelo del
paño que se ha de tundir.
REFINO. Lo que es muy fino, como el paño refino de Segovia.
REFORZADA. Listón del ancho de un dedo, poco más o
menos.
420
REFRENIDO. Sin referencias.
REINA. ef "tocas de la reina ".
RENDÓN. Vale tanto como de golpe y sin reparar.
REPOSTERO. Paño o trozo cuadrado de tejido que lleva
bordados, generalmente por el procedimiento de bordado de
aplicación, las armas del príncipe o señor, y sirve para
ponerlo sobre las cargas de las acémílas y también para
colgarlo en las antecámaras y balcones.
RIZO. En los terciopelos, etc., el pelo que se deja sobre el
tejido. Una clase de terciopelo. Terciopelo no cortado en el
telar, áspero al tacto y que forma un cordoncillo.
ROAN, o RUÁN. Tela de seda delgada. Especie de lienzo fino,
llamado así por el nombre de la ciudad de Ruán, en Francia,
donde se teje y fabrica.
ROCADERO. Armazón en figura de piña, formada de tres o
más varillas curvas, que en la palie superior de la rueca sirve
para poner el copo que se ha de hilar.
RUBIA. Planta de la familia de las rubiáceas. Originaria de
Oriente, de su raíz, seca y pulverizada, se obtiene el tinte del
mismo nombre. Tinte de color rojo.
RUECA. Instrumento que sirve para hilar, y que se compone de
una vara delgada con un rocadero hacia la extremidad
superior, en el cual se enrollan fibras en bruto, un cabo de
las cuales se pendía y se retorcía en el huso.
SABANILLA. Llaman en las montañas de Burgos a un lienzo
que se atan las mujeres en la cabeza, y cae hacia las espaldas
a modo de bolsa. Cualquier pieza pequeña de lienzo:
pañuelo, etc. La cubierta exterior de lienzo con que se cubre
el altar, sobre la cual se ponen los corporales.
SARGA. Tela de seda producida al pasar la traIl1a sobre dos ó
más hilos de urdimbre y por debajo de uno solo que en las
sucesivas pasadas es el inmediato, lo que produce un efecto
de líneas diagonales.
SAYA. Vestidura talar antigua, especie de túnica, que usaban
los hombres.
SAYAL. Casaca. Un género de ropilla abierta por los lados.
421
SEDA. Líquido viscoso segregado por ciertas glándulas de
algunos artrópodos, como las orugas o las arañas, que
solidifica en contacto con el aire formando hilos muy finos y
flexibles. Hilo formado por varias hebras producidas por el
gusano de seda, para coser o tejer telas. Cualquier obra o tela
hecha de seda.
SEDA AZACHE. La de inferior calidad, que se hila de las
primeras capas del capullo después de quitada la borra.
SEDA COCHA. La seda cocida, en agua alcalina, que ha
perdido la goma natural.
SEDA CON CHAL. La de clase superior, hilada de capullos
escogidos.
SEDA CRUDA. La seda recién devanada, y por tanto con un
elevado contenido de sericina.
SEDA FLOJA. Sin torcer.
SEDA JOYANTE. La que es muy fina y de mucho lustre.
SEDA MEDIO CON CHAL. Seda de la calidad inferior a la de
candongo, y cuyo peso específico es la mitad de la conchal.
SEDA OCAL. La seda de inferior calidad, pero fuerte, sacada
del capullo ocal, o de seda basta.
SEDA DE ORCUYO. Sin referencias.
SEDA RASA. La seda sin ninguna labor de adorno, parecida al
lienzo de París.
SEDA REAL. La seda obtenida de capullos buenos del primer
estrío.
SEDA REALINA. La seda que se obtiene de capullos
defectuosos o manchados. Es de color más oscuro, sucia y
de título irregular.
SEDA SALVAJE. Toda seda no procedente del gusano
Bombyx Mori.
SEDA VERDE. La que se hila estando vivo el gusano dentro
del capullo.
SERIClNA. Proteína adherente que envuelve y da consistencia
al filamento de fibroína de la seda.
SERVILLETA. El pañizuelo de mesa en que nos limpiamos las
manos y la boca cuando comemos; el nombre servilleta
dicen ser flamenco, de servete, que vale mantel pequeño,
pero el francés la llama servite.
422
SUBIDO (un color). Darle más viveza, cargándole más, o
añadiéndole algunos mixtos para que resalte.
TABLERO. Mesa para cardar o tundir los paños.
TAFETÁN. El ligamento más básico de seda, a partir de cruzar
un hilo de urdimbre y otro de trama.
TAFETÁN DE DOS LIZOS. Sin referencias.
TAFETÁN DE CUATRO LIZOS. 'Tela de seda, delgada y muy
tupida.
TAFETÁN DE GRANA. Tafetán con la urdimbre y la trama
del mismo color, grana.
TAMBORETA. En los telares de pasamanería, varitas o palitos
llamados bolillos, que sostienen los lizos pequeños, o bajos,
por medio de unas cuerdas, de modo que cada tamboreta está
suspensa por dos cordones que dan vuelta a las garruchas.
TAPIZ, punto de. Técnica de tejido semejante al espolinado,
que también consiste en el uso de diversas tramas, una por
cada motivo decorativo, limitadas a las dimensiones de cada
dibujo. No obstante, los hilos de la urdimbre muchas veces
no quedan totalmente entreligados con las diferentes tramas.
TELAR HORIZONTAL. O de bajo lizo. Aquél en que la
urdimbre se tensa en una astilla colocada horizontalmente y
los lizos se mueven mediante pedales.
TELILLA. Nombre que se daba antiguamente a la red de malla
bordada, especialmente cuando ésta era elaborada con hilos
de oro y plata. En las juderías de Barcelona, Toledo y
Mallorca se tejían muchas redecillas o telillas de oro y plata,
que aparecen más tarde mencionadas en las leyes suntuarias
dadas en Castilla y Aragón.
TERCIADO. Género de cinta algo más ancha que el listón.
TERCIOPELO. Tejido que presenta una superficie cubierta de
pelos, que se consigue con dos urdimbres y una trama, tres
pelos, de donde toma su nombre. Los hay también de dos y
de cuatro pelos.
TERCIOPELO DOBLADO. Carecemos de referencias.
TERCIOPELO DE DOS PELOS. Los terciopelo cuya urdimbre
de pelo va remitida a hilos dobles por malla.
423
TERCIOPELO LABRADO. El que forma en ciertos parajes del
dibujo un terciopelo cortado o rizado, y en otro,
generalmente el fondo del dibujo está constituido por un
ligamento sencillo.
TERCIOPELO SENCILLO, O DE UN PELO. El terciopelo
cuya urdimbre de pelo está remitida a un hilo sencillo por
malla.
TERCIOPELO DE PELO Y MEDIO. El terciopelo de
elaboración manual cuya relación en la urdimbre de pelo
corresponde a una malla de un hilo simple por otra a hilo
doble. Es el verdadero terciopelo, o terciopelo cortado.
TERCIOPELO PRIETO. Sin referencias.
TERLIZ. Tela fuerte de lino o algodón, comúnmente de rayas o
cuadros. También cierto tejido de seda. Tejido con tres
lienzos.
TERNO. El vestuario uniforme de los tres que celebran una
misa mayor o asisten en esta forma a alguna función
eclesiástica. Cualquier vestido particularmente rico o
especial.
TINA. En los tintes, caldera grande, en que se disponían todos
los materiales para dar color a las lanas.
TIRADOR. Local destinado a tundir y apuntar los paños tras el
tinte. También las barras en que se colocan los paños para su
secado tras el tinte, el batanado y otra operación.
TIRELA. Tela listada. Lo mismo que agujeta.
TIRITAÑA. Tela de seda delgada, de la misma cuenta que el
tafetán doble, denominada así por el sonido que hacía
luciendo una con otra.
TOCA. Prenda de tela para cubrir la cabeza. Tela, especie de
beatilla, de que ordinariamente se hacen las tocas. El velo de
la cabeza de la mujer.
TOCAS DE REINA. Tela de seda delgada y clara.
TORCER. Reunir varios hilos de seda mediante una torsión
entre ellos para que ofrezcan mayor resistencia en los
tejidos.
TORCEDOR. El que tuerce la seda. Huso grande para torcer la
hilaza.
424
TORNASOL. Denominación genérica de los tejidos que, con la
urdimbre de un color y la trama de otro diferente, producen
un cambiante reflejo o viso de un color sobre otro, según sea
la incidencia del ángulo visual.
TORNO. Rueda que sirve para hilar. En los telares de
terciopelo, el que sirve para hacer las canillas.
TORNO DE HILAR. Instrumento compuesto por un molinillo o
rueda que se hace girar con una mano, mientras con la
izquierda se va hilando la fibra que se devana
simultáneamente en el uso que la rueda pone en movimiento.
TORSIÓN. Acción de enroscar sobre sí mimos diferentes
filamentos, cuyo número variará según el grueso del hilo que
se quiere obtener, medido en número de vueltas por metro.
La torsión puede efectuarse en sentido "S" o en sentido "Z",
no excluyendo torsiones posteriores. En el caso de la seda, a
diferencia de las fibras discontinuas, la torsión no es
imprescindible para fonnar el hilo, pues éste se obtiene
directamente del capullo.
TORTERA. Rodaja que se pone en los husos con que se hila,
para que ruede por razón de su peso, y detenga la husada,
esto es, la masa del hilo.
TORVISCO. Mata de la familia de las timeleáceas, de la cual se
obtiene una sustancia tintórea. La dicha sustancia, para los
amarillos y verdes.
TRAMA. El tejido está formado por hilos longitudinales y
transversales entrelazados. La trama es el conjunto de
pasadas transversales que en el telar se intercalan con la
urdimbre. Seda torcida fonnada por dos ó más cabos
doblados. Hilo usado para fonnar la trama de los tejidos.
TRAPADA. No disponemos de referencia alguna.
TRASCATE. Sin referencias.
TUNDIR. Cortar o igualar con tijera el pelo de los paños,
mediante rebotaderas y tijeras largas, para darles mayor
homogeneidad, brillo y suavidad.
URCHILLA. Cierto liquen que vive en las rocas bañadas por el
agua del mar. Colorante obtenido del dicho liquen, que teñía
de rojo y violeta; era considerado tinte de baja calidad.
425
URDIDERA. lnstmmento para urdir telas, que se compone de
una armazón de palos, a modo de devanadera, formada de
triángulos con un cilindro en medio, con que se mueve
alrededor.
URDIDURA. Proceso por el cual se agrupan los hilos que
fonnarán la urdimbre, procurando que sean de idéntico
grosor y calidad, y de suficiente longitud.
URDIMBRE. La urdimbre es el conjunto de hilos
longitudinales que, una vez preparados a la anchura deseada
de la tela y concertados y ordenados con el peine y los lizos,
se montan en el telar para intercalarlos con la trama.
VALMASEDA. No hemos hallado ninguna referencia.
VAREAR. Cf. "arcar".
VELARTE. Paño enfurtido y lustroso, de color negro, que
servía para capas, sayos y otras prendas exteriores de abrigo.
VELO. Tejido de seda muy fino y vaporoso.
VELUZ. La felpa o terciopelo.
VELLÓN. Toda la lana junta de un camero u oveja que se
esquila.
VELLUTERO. El que trabaja en seda, especialmente en felpa.
VETA. Lo toma también Sejoum; dicc. por lo mismo que cinta,
pero es error.
VITRE. Lona usada en la mar, muy delgada, originaria de la
ciudad bretona de Vitré.
VITRIOLO DE CAPARROSA. Cierto género de goma de que
se hace la tinta de zapateros, dicho por otro nombre
caparrosa.
VIVO. En las fábricas, la lista de la orilla de la tela. En la
sastrería, los filetes, o parte del forro que sobresale por
adorno a la orilla de la tela de cualquier vestido; y el mismo
nombre dan cuando el filete se forma de un galol1cillo puesto
entre tela y forro.
VOLANTE. Género de velo tan delgado que cualquier viento le
vuela.
ZUMAQUE. Arbusto de la familia de las anacardiáceas,
contiene mucho tanino; tinte de color verde obtenido de la
dicha planta, cuyo uso estaba prohibido a los tintoreros.
426
3. TEXTOS
427
Ayora, a ttreinta y tres rreales, que monto myll y
quinientos y ochenta y quatro reales.
Un cajon de diez y seys d0genas que embyo al dicho
Andres de Ayora, a sesenta y seys rreales la d0gena, que
monto myll y d09ientos y veinte y un rreales.
Mas embyo al dicho Andres de Ayora 9inco d0genas de
bonetes colorados, a tres ducados la d0gena; monta
trescientos y sesenta y ocho rreales.
De dos cajas y un cajon en que fueron estos dichos
bonetes, quarenta y seys rreales.
Que quedo a dever el dicho Andres de Ayora sesenta
reales.
Mas presto el dicho Juan de Morales al dicho Andres de
Ayora veinte y quatro rreales.
Mas para pagar el peso sesenta y seys rreales, pago de
portes de un tercio de gera y portazgos y subillo asta su
casa ttreinta y seys reales.
Pago de alcavala a Diego Cabello, alcabalero, setenta y
ocho reales.
Que pago a Crístoval Montero, mercader, por el dicho
Andres de Ayora, myIl y ocho9ientos y veinte y quatro
reales.
Que queda a pagar a Melchor Ortiz, mercader, 9iento y
quarenta y seys rreales.
Que paga de contado al dicho Juan de San Pedro Velasco
ttreynta y seys rreales.
Todas las quales dichas partidas montan los dichos siete
myll y quatro9ientos y nueve reales, los quales devio del dicho
Juan de Morales al dicho Andres de Ayora, por rrazon de tres
myll rreales, que rre9ivio en cedula de canbyo que le embyo el
dicho Andres de Ayora, y de sesenta libras de grana de polbo,
en tre9ientos y quarenta y un rreales, y que recibio de Paredes,
gorrero, quinientos rreales, de ttreinta y ocho arrobas y diez y
nueve libras de zera limpia que se bendyo a 9iento y veinte y
ttres mrs la libra, que monto ttres my11 y quinientos y sesenta y
ocho reales, que todo monto los dichos siete myIl y
quatro9ientos y nueve reales, que ansi a pagado en las dichas
partidas. Y hecha quenta enttre el dicho Juan de San Pedro en el
428
dicho nonbre y el dicho Juan de Morales, no es alcanzado en
cossa alguna mas que en los dichos ttreinta y seys reales, que
paga de presente al dicho Juan de San Pedro. De todos los
quales dichos mrs el dicho Juan de San Pedro se otorgo por
contento y pagado a su boluntad ... "
Prot. 2185, fols. 984r-985r
429
mi e mis vienes, como por contrato liquido que tal aparexada
execw;ion, y sin que sea necesario citarme a mi ni a los
susodichos para dar la dicha quenta, porque desde luego me doy
por citado y llamado para dalla e para todo lo demas que sea
nec;esario citac;ion, y sin que sea necesario, e alli diligencia ni
excursion contra los dichos Rrodrigo Martinez y Miguel de
Guevara y sus vienes, ni contra ninguno dellos. Y si las
hicieredes, la doy por vien hecha, sin que sean necesario la
acabar; para lo qual ansi cunplir e pasar todo quanto dicho es,
haciendo de deuda agena propia mia, obligo mi persona y
vienes, avidos e por aver; e por esta carta doy poder cunplido a
todas y qualesquier justicias, jueces de su magestad o a
qualesquier partes y lugares que sean para que me conpelan a lo
ansi cumplir, e pagar con costas, como por sentencia pasada en
cosa juzgada. Sobre lo qual rrenunc;io todas y qualesquier leyes
de nuestro fabor e la general e derechos della. En testimonio de
lo qual otorgue esta carta ante el excrivano publico e testigos
yuso escritos, que fue hecha y otorgada en la dicha ciudad de
Toledo, a once días del mes de abril, año del señor de mili y
seyscientos años. Y porque el otorgante, que yo el escrivano
doy fee que conozco, dixo no saber escribir, firmo un testigo.
Testigos que fueron presentes: Juan Aparicio, y Diego de Galdo
y Símon Sanchez, vecinos de Toledo.
Juan Aparicio (Rúbrica) Pedro Ortiz, escribano
publico (Rúbrica)"
Prot. 2196, fol. 82r
mediados de siglo
430
ynfonna<;ion, que vuestra senona me mando, es cosa cierta
segund me fue ynformado de personas de con<;ienyia e verdad
que los unos ny los otros no hazen los que son obligados,
porque aviendo como ay leyes e prematicas de estos reynos
hachas con mucho acuerdo cerca dello, no se guarda, porque los
perayles no cardan los paños como son obligados, antes los
meten por la mano, de manera que van abiertos e no duran la
mytad que durarían sy guardasen las dichas leyes. E los
tintoreros lo hazen peor, que demas que no guardan las leyes
que hablan <;erca dello, porque no dan el a<;ul que conviene e
aun algunos contra las dichas leyes no dan azul, syno los tiñen
enyima (no se lee), e salen antes quemados que tintos, de cuya
causa se llevan los paños a teñyr a Cordova e Baeya, donde se
tenya por algund remedio tener un señor rregidor de los
sobreveedores en cuya presen<;ia se sellasen todos los paños del
azul cotejados con la muestra que tiene el ayuntamyento
confonne a la dicha ley, porque en esta <;iudad se benefiyian en
cada un año cinquenta mill paños, es cosa muy neyesaria el
remedio dello, porque ynporta al bien publico e a la honrra
della. E antiguamente se subian a la playa del ayuntamiento,
donde se sellavan los que estavan buenos, e los que no se
llevaban al tinte. E en lo que pide Pedro de Carmona, que
rrenueven las dichas muestras, es obligado vuestra señoria
confonne a las dichas leyes, e hazer en ello. E en lo demás
poner rremedio, porque ynporta mucho. Faga vuestra seí'íoria lo
que fuere servido. Juan de Valladolid."
AMT, LAM, 1569-1570; LM, 010, pp. 128-129
431
Yten, declaro que en Alonso de Escobar Morantes, mercader,
que bibe junto a las casas de Pareja, debo seys myII mrs, los
quales a su libro e juramento me remyto; mando que se
paguen de mis bienes.
Yten, digo que a un hermano de este dicho devo treynta e tres
reales poco mas o menos, los quales a su libro e juramento
me remito; mando que se paguen de mys bienes.
En Toledo, debo a su suegro de Enrique, que se llama
Antonio de Medina, seys varas de raso dorado y tres quartas
de raso blanco y de raja le devo quatro varas y tres quartas;
mando que se paguen de mis bienes, y mas se le de un
ducado y medio para que el lo de a la primera que el sabe e
de dares que tiene en poder de Gales, calcetero, dos varas de
tela de plata para que me bendiese; mando que se le den al
dicho Antonio de Medina para que las benda, e si mientras la
corte estuviere en Toledo no se bendiere, mando que se de a
mi muger la tela, e se pague al dicho Antonio de Medina la
deuda.
Yten, digo que devo a Garcia Sanchez de las Cuentas una
vara de veynte e doseno con lo demas que el dexere, lo qual
digo que de mis bienes se pague lo que el dixere que yo le
devo y me a dado, porque vos lo remita a su conciencia.
Yten, digo que devo a Alvaro Fernandez y a su compañya
yinco myIl mrs poco mas o menos; mando que se paguen de
mys bienes.
Yten, declaro que devo a Luis Sanchez Cota ocho ducados;
mando que se paguen de mys bienes.
Yten, declaro que devo a Pedro de la Jara, mercader, diez
reales; mando que se paguen de mys bienes.
Yten, declaro que devo a Rosado, zapatero, hechura de unos
yapatos de terciopelo.
Yten, declaro que devo a Baltasar Sanchez, <;apatero, unos
yapatos sobresc1ados.
Yten, digo que le devo a Graviel Xuarez lo que pareciere por
su libro con juramento, eyebto <;ierta partida que halla en
damasco ayul, y las demas cosas remyto a su libro e
juramento; e mando que se le paguen de mys bienes.
432
Yten, declaro que devo a Francisco Lopez Biyente lo que
dixere por su libro, e digo que se le pague de mys bienes.
fol. 362v
Yten, declaro que devo a Ayllon quatro honyas e quarta de
hechuras de cordones, y mas dos docenas de alamares que yo
saque para un hijo del tesorero de la cruyada; mando que se
le paguen de mys bienes e se cobren del dicho tesorero e de
su hijo.
Yten, declaro que devo a VilIamayor y su compañero treynta
e seys reales; mando que se paguen de mys bienes.
Yten, digo que todas e qualesquier personas que parecieren
que les devo hasta en cantidad de quinientos mrs que se les
paguen de mys bienes.
Yten, declaro que devo a Pedro de la Torre, andante en corte,
lo que el dixere conjunto que le devo; mando se le pague de
mys bienes.
Yten, digo que devo a Miguel, mi criado, veynte e siete
reales que me dio a guardar; mando que se le den luego
demas de su servicio.
Yten, declaro que me debe my suegro cinco myll mrs que
pague por el.
Mas me debe que pague otros doy e ducados.
Mas me debe diez e ocho reales de costas.
Yten, declaro que me debe mincer Antonio en Sevilla
quinientos e seys reales que yo pague por el, el qual me a
dado de los yien reales por un cabo e veinte e quatro varas de
olanda por otro, y una camuya que dio my hijo; mando se le
tomen en quenta, y lo demas lo pague e se le cobre del.
Yten, declaro que me debe el liyenyiedo Alonso Perez dOye
ducados de hechuras de ropas que yo le hiye.
Yten, declaro que tiene en su poder Garyi Sanchez de las
Quentas diez e siete varas de bayeta parda y otro pedayo
negro; mando que se cobre del o los demas deBas.
Yten, declaro que tiene en su poder Me1chor Hernandez,
mercader, dos pieyas de camelote dobladas, una morada y la
otra carmesí; mando que se cobren del.
433
Yten, declaro que Luys Sanchez Cota tiene en su poder seys
varas y quarta de ferino que le di que me bendiese; mando
que se cobre del o los demas dello.
Yten, declaro que me debe Graviel Suares la hechura de una
ropa de grana para su muger con una faxa y dos pespuntes, y
una capa, y un sayo para el repulgado y botones, y dos
capuchas de luto, y una loba, y dos caperuc;:as; y a su cuñado
un sayo de terciopelo con una taxa y dos perpuntes, y un
capote de refino con una taxa y quatro perpuntes; mando se
cobre del.
Yten, declaro que me debe Francisco Lopez Bicente ocho
varas de terciopelo negro de pelo y medio; mando que se
aberigue la quenta, y quyen deviere al otro pague.
Yten, declaro que me debe el tesorero de la cruc;:ada, que se
llama fulano de Prado, quatroc;:ientos e quarenta reales de
ropas que yo le e hecho, como pareciera por una c;:edula que
esta en mi bolsa, y yo le devo ducado y medio; mando que se
cobre del.
Yten, declaro que su yemo de Francisco de Encinas me debe
quatro ropas y un jubón de raso negro, y tengo recibidos
doscientos reales; mando que se cobre del lo demas que me
deviere.
fol. 363r
Yten, ruego y cargo a Francisco de Navas e Pedro de Mora,
que a sus conciencias les remito, que si me deven algo me lo
paguen, y si yo les devo mando que se les pague de mys
bienes lo que ellos dixeren que yo les devo.
Yten, declaro que una muger me dio un anillo de oro que
dicen de memorias, sobre el qual le di c;:iento y honc;:e reales,
para los quales me a dado dos ducados, y ella le bema
pidiendo; mando se le de y se cobre de ella el dinero, y esta
muger mora en las tendillas nuevas, en una casa que hera de
Santiago.
Yten, declaro que me debe la del jurado Yujenyo Gerra dos
ducados de quenta rematada, y mas hechura de un jubon y
seda y ojales.
Yten, declaro que me debe Reman Carrillo, que bibe en
Almagro, hechura de un c;:ayo, y una capa de raja, y un jubón,
434
e ocho reales de bonetes, que por tanto sera <;inco ducados,
poco mas o menos; mando que se cobre del.
Yten, declaro que me debe GaIlen, calcetero, una ropa de
gorgoran, y dos reales de bocasin, y dos de seda; mando que
se cobren del.
Yten, declaro que me debe Luisa Nuñez, hija de Francisco
Hemandez, len<;ero, veynte e dos ducados, para el primero
dia de agosto, para el primero dia de agosto (sic), de una
basquina amarilla que le bendi con guarnición de terciopelo e
condoncillo (sic) de plata que le bendi en veynte e (tachado)
siete ducados, e me resto deviendo veynte e dos ducados.
Yten, mas me debe la susodicha hechura de un jubón de raso
carmesí con cadenillas labrado que le hi<;e; mando que se
cobre todo de ella:
Doña Catalina, que mora junto a la dicha, declaro que me
debe quatro reales.
Yten, declaro que me debe el alguacil de la inquisicion nueve
reales de la hechura de un sayo y una capa y botones,
igualado; mando se cobre del.
fol. 363v
Yten, declaro que Cabello, portero del Santo Oficio, me debe
quatro reales que le empreste; mando que se cobren del.
Yten, declaro que me debe Torres, cintero, la hechura de una
capa y sayo; mando que se cobre del.
Yten, declaro que el jurado Cadalso me debe <;inquenta reales
que le preste, e mas catorce reales que costo el llevalle a
Talavera, que son por todos sesenta y quatro; mando que se
cobre del, y digo que se los empreste en Talavera.
Yten, declaro que el señor Graviel Rincón, regidor, me debe
la hechura de un jergón de raso blanco con cordones en
espiguilla e botones, e una capa, e un sayo con un ribete e
botones; mando que se cobre del.
Yten, declaro que el sei'íor don Sebastian Ramirez me debe
cuartas hechuras, las quales pares<;eran por mi libro de cosas,
quales puesto, y lo que me a dado, pares<;era por my libro; y
demas de lo que esta en mi libro me a dado sesenta y dos
reales, y mas dos varas y tres quartas de tafetán morado
435
entredoble, mando que se aberigue quenta y se cobre del lo
que me debe.
Yten, declaro que me debe uno de Tembleque por una
obligación, como por ella paresyera, yinco ducados, que los
demas mrs en ella contenidos los a cobrado; mando que se
cobren del.
Yten, que me debe el sefíor Billeruela ocho ducados que le
preste sobre una taya de plata.
Yten, declaro que me debe una persona que conoce mi muger
quatro ducados que le preste sobre una poma de oro.
Yten, declaro que otra persona me debe dos ducados que le
preste por un sayo de damasco.
Yten, declaro que Juan Ortiz, sastre, me debe tres ducados de
playo pasado, mando que se cobre del.
Yten, declaro que me debe un sobrino del sefíor inquisidor
siete ducados sobre una cadenilla de oro y una arquilla con
yiertas cosas que reya la yedula que es de playo pasado.
Yten, me debe otro sobrino del sefíor inquisidor yiertas
hechuras; mando que jure lo que es y me pague, y digo que
es una arera llega de entorchados, y un aropa, y un sayo con
seda, y el aforro y hechura, y esto solamente pidan porque de
otras obras que le hiye me dio los dineros.
Yten, declaro que Baltasar de San Pedro de debe un yayo y
un capote con un ribete que le hiye, y mas me debe hechura
de un sayo e un jubón de olanda, y los botones de todo, y
seda de color, y mas una saya de paño verdosa con tres tiras y
tres entorchados e pasadelles de rosa, y mas quatro honyas de
entorchados, y mas una vara de raso dorado, y media vara de
tafetan dorado que yo le puse; mando que se cobre del.
Yten, declaro que el señor Tomas Cernúsculo me debe de
hechura de una saya de terciopelo honye ducados, y mas de
debe treye honyas de entorchados y cordones
fol. 364r
y tres honyas de seda, y una capa, y un sayo con ribete de raja
y bonetes, y tres varas de friseta, mas hechura de una ropa
encarnada con dos ribetillos de terciopelo morado, y mas dos
pies y dos tercios de terciopelo morado, a treynte reales la
vara, y mas de seda y bebederos, dos reales, y mas un
436
cabonato de terciopelo ayul, quatro reales, y mas de raso y
botones y seda, diez reales; y para esto le devo un espejo en
veynte e dos reales, y un hierro de una bolsa, y en lo que
mandare, y unos botones en sesenta reales; mando que se le
reyiban en quenta, y lo demas se cobre del.
Yten, declaro que a Martin Galeico le devo pasada la pascua
de espiritu santo que verna como pareyiera por un contrato,
quitandole un mes de fallas, y a de aver doy e ducados, y se a
de descontar yinco ducados que le a dado en velle, y mas una
vara de veynte e doseno, que costo diez e ocho reales, e mas
tres reales que le di; mando se le pague lo que yo devo.
Yten, declaro (tachado) e mando que a Bernal Divilla le
paguen lo que a estado en mi casa.
Yten, mando que se le pague a Francisca, mi criada, lo que
pareciere develle.
Yten, declaro que Andresillo me dio diez ducados para que le
enseñase mi ofiyio; mando que le buelban seys ducados.
Yten, mando que den a Draguillo un sayo de luto e un
ducado, porque me a servido bien.
Yten, declaro que a un Medina, obrero de sastre, pague por el
siete ducados, y dellos le devo diez reales de una capa que
me hiyo; cobrese del lo demas, lo que laste por el y esta carta
es de lasto ante Juan Sanchez, y para esto e dado porder a
uno de Comenar Viejo; pidasele, e si lo obiere pagado a este
de Colmenar e mostrare carta de pago, no ay que pedille sino
al de Colmenar.
Yten, declaro que me debe una muger de Escobar, candelero
una hechura de un manto de burato y (tachado) dOye varas de
franpillas y seda de color.
Yten, declaro que me debe un cuñado de Mesa, que bibe en
San Martin, hechura de un capote tudesco, e un sayo, e una
capa con un ribete de paño, e dos jubones de telilla, e otro de
rason con trencillos, e mas el lienyo e trenyillas e botones de
seda como pareyera por una yedula que esta en mi libro
debdo e de otras cosas que le e fecho; e por todo ello me a
dado quatro ducados; mando se cobre lo que me debe.
Yten, declaro que dexo en poder de mi muger hasta tres myll
reales, y una taya, y un jarro, y un salero, y un baso de plata,
437
e mas catorce doblones que son suyos; y estos doblones
mando que no sea obligado (sic) a traellos en partiyion con
sus hijos, porque son suyos, y en los demas mys bienes le
este a lo que ella dixere.
[o!. 364v
Yten, declaro que la dicha Catalina Alvarez, mi muger, truxo
a mi poder en dote e casamiento sesenta myll mrs, y de ellos
le hiye dote en Sevilla; mando que los dichos sesenta myll
mrs los aya en lo mejor parado de mys bienes, y declaro que
quando con ella me case no tenya bienes, ademas de mys
vestidos.
E cumplido, e pagado e executado este my testamento e
mandas del, en el remamente (sic) que de mys bienes que
quedares dexo e nombro por mys herederos universales de
todos mys bienes, derechos e acciones a Tome de Robles, y
Catalina de Robles, y Mariana, e Catalina, e Francisca, e
Lorenyana, y al postumo o postuma que naciere de la dicha
my muger, porque esta preñada, para que los ayan y hereden
por yguales partes, tanto al uno como al otro.
Francisco de Robles (Rúbrica) Gonzalo López de Herrera,
escribano publico (Rúbrica)"
ProL 1699, fols. 362r-364v
438
4. APROXIMACIÓN AL TRABAJO TEXTIL
RURAL EN TOLEDO EN EL SIGLO XVI
439
reducidísima presenCIa de las otras actividades textiles: la
bonetería, la cabestrería y la lencería, en consonancia con sus
posibilidades productivas. Valga todo ello como complemento a
lo dicho acerca de la manufactura urbana de Toledo.
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Ajofrín - - 1 - 6 1 - - 3 11
Alcalá de Henares - - 1 - - - - - 1 2
Alcázar - - - - 1 - - - - 1
Aldea del Campo - - - - - - - - 1 1
Azuqueica - - - - 1 - - - - 1
Bonilla - - - - - - - - ? ?
Burguillos - - - - 1 - - - - 1
Camarena - - - - - 1 - - - 1
Campillo de Altabuey - - - - - - - - l 1
Carmena - - 1 - - - - - 1
Casarrubios del Monte - - - - l - - - 1 2
Casasbuenas - - - - - - - 1 1
Cobisa - - - - - - - - 2 2
Consuegra - - l - - - - - - 1
Chinchón - - - - - - - - l l
Chozas de Canales - - - - 1 - - - - l
Daroca 1 - - - - - - - 1
Escalona - - - - - I - 1 - 2
Fuensalida - - - - l l - - l 3
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Galisteo? - - 1 - - - - - - 1
Gálvez - - - - - - - - 1 1
Garcinúñez - - 1 - - - - - - 1
Griñón - - - - - 1 - - - 1
Huete - - - - 1 - - - - 1
IIIescas - 1 - - - 3 1 - - 5
Lominchar - - - - - 3 - - - 3
Magán - - - - 1 - 1 - - 2
Maqueda - - 1 - - - - - - 1
Mazarambroz - - - - - - - 2 2
Mesegar - - - - - - - - 1 1
Mocejón - - 2 - - - - - - 2
Mora - - - - - - - - 1 1
Nambroca - - - - - 1 - 1 2
Navas del Marqués - - - - l - - - - 1
Navas del Moral - - - - 1 - - - 1
Nombela - - 1 - - - - - - 1
Ocaña - - 2 - 1 1 - 2 1 7
Orgaz - - - - 2 - - - - 2
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Pastrana - - - - - l - - - l
Las Pedroñeras - - 1 - - - - - - l
Perales de Nava - - - - 2 - - - - 2
Pinto - - - I - - - - - 1
Polán - - I - - - - - - 1
Puente del Arzobispo - - I - - - - - - I
Puerto llano - - - - - - - - l l
La Puebla de Montalbán - - - - - I l - 1 3
San Lucas - - - - - 1 - - - 1
San Mmtín de Valdeiglesias - - I - - - - I - 2
San Miguel el Alto - - - - l - - - - 1
Santa María del Campo - - - - 1 - - - - 1
Seseña - - - - l - - - - I
Sigüenza - - 2 - - - - - - 2
Sonseea - - l - - - - - 1 2
Talavera de la Reina - - 5 I - I - - 4 JI
Tembleque - - l - - - - - I
El Toboso - - J - - - - - - J
Torrejón de Velase o - - l - - - - - - l
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Trujillo 1 - 1 - - - - - - 2
Val demoro - - 1 - - - - - - l
Valenzuela - - - - - - - - 1 1
Villafranca - - - - - 1 - - - 1
Villamiel - - - - 1 - - - - 1
Villanueva de los Infantes - - - - - - - - 1 1
Villar de Pedroso - - - - - - - - 1 1
Yepes 1 - - - - 1 1 2 - 5
Yuncos - - - - - - - - 2 2
Total 3 1 29 2 25 18 5 6 31 120
5. APROXIMACIÓN AL COMERCIO DE TEJIDOS
EN TOLEDO DURANTE EL SIGLO XVI
ribetillos de
terciopelo.
(13) 56 piezas.
(1) l vasquiña.
(4) 1.091 onzas.
(1) 1 ropa de mujer.
(1) 3 piezas de
onza y media.
(1) 2 piezas de a 2
onzas.
TAFETAN DE CALZAS (1)6 varas.
TAFETAN DOBLE (2) 14 varas. (2) 31 varas.
TAFETAN ENTREDOBL(EiADO) (5) 11 piezas.
(1) 4 varas.
(J) 1 pieza: 51 onzas
y 3 cuartas.
TAFETAN FRISADO (1 ) 14 varas y 2 (1) 45 varas.
sesmas.
GÉNEROS 1506 1520 1560 1576 1600
TAFETAN DE GRANADA (4) 9 piezas.
(1) 14 varas y
media.
TAFETAN LISO (1) 3 varas.
TAFETAN PESPUNTADO (l) 2 varas y media.
(1) 93 onzas.
(2) 5 piezas.
(1) Cierta cantidad.
TAFETAN PRIETO (1) 300 onzas.
(1) 3 piezas.
TAFETAN DE REINA (1) 9 varas.
TAFETAN SENCILLO (2) 2 varas y 3
cuartas.
TAPICERIAS (1) 14 piezas.
TELA (1) 2. (1) 1 fardel.
TELA DE ORO (1) 1 pieza. de 54
varas y sesma.
TELA DE PLATA (1) 1 pieza.
TELILLAS . (1) 25 jJiezas. (1) 10 piezas.
TELILLA ANCHA DE MlLAN (1) 33 varas.
TELILLA ANGOSTA DE MILAN (1) 1, de 9 varas.
TELILLA DE ORO (1) 5 varas y media.
TERCIADO (1) 1 pieza. (1) 413 varas y
media.
TERCIOPELO (2) 115 varas. (35) 138 varas y (2) 7 varas. (5) 97 varas.
(2) 24 piezas. media. (5) 12 piezas. 13 piezas de tercio-
(4) ID piezas. pelo, tafetán y
(1) 1 vasquiña. mantos.
GENEROS 1506 1520 1560 1576 1600
TERCIOPELO (1) 4 piezas.
(1) 2ropas.
TERCIOPELO ACElTUNI (1) Vara y cuarta.
TERCIOPELO DE COLOR (1) 3 piezas.
TERCIOPELO DE DOS PELOS (1) I tercia. (1) ? (1) 11 varas. (1) 50 varas.
(3) 9 varas y media.
TERCIOPELO DE DOS PELOS DE (1) 3 varas.
TOLEDO
TERCIOPELO FELPADO (1) Unos bolones.
(1 ) 3 varas y media.
TERCIOPELO DE GENOV A (1) 8 piezas, con
230 varas.
TERCIOPELO DE GENOVA DE (1) 30 varas.
DOS PELOS
TERCIOPELO GOLPEADO (I) 1 vara.
TERCIOPELO LIGERO (3) 89 varas y
sexma.
(1) 3 piezas.
TERCIOPELO DE PELO Y MEDIO (7) 14 piezas. (4) 7 piezas. (l) 12 varas menos
(1) 6 piezas, con (4) 28 varas y I cuarta.
101 varas y tercia.
1/24.
(26) 144 varas y
cuarta.
(1) 100 varas, y de
un pelo
golpeado.
(1) ?
GENEROS 1506 1520 1560 1576 1600
TERCIOPELO PRIETO (1) 14 varas. (1) 1 pieza.
(2) 6 varas y 4
quintas.
TERCIOPELO RIZO (1) 13 varas y
tercia.
TERCIOPELO DE VALENCIA (1) 1 pieza.
TERNO (1) 1.
TOCAS DE RED (2) 8 docenas y
tercia.
TOCAS VIZCAlNAS (1 ) 24 pares.
TOQUERIA (1) 47. (9) 83 piezas.
(1) 8 parejas.
TOQUILLAS (1) 15 piezas.
TORNASOLES (1) 3 piezas.
TRAPADAS (1) 2. (1) 2.
TRAS CATE (1)1.
VELARTE (1) 10. (1) ?
(1) 3 piezas.
(16) 74 varas y
1/12.
VELARTE DE CIUDAD REAL (2) 5.
VELARTE DE CHILLON (1)1.
VELARTE DE SEGOVIA (18) 83 varas y 3
cuartas.
VELARTE DE SEGOVIA BERBI (1) 1 vara.
VELARTE DE SEGOVIA (1) 8 varas.
ESTAMBRADO
VELARTE DE SEGOVIA REFINO (2) 9 varas.
GENEROS 1506 1520 1560 1576 1600
VELARTE DE SEGOVIA 16no (2) 7 varas y media.
VESTIDO DE TURCA (1)1.
VOLANTES (1) 6 piezas.
VOLASIN (1) 13 varas y
cuarta.
l 2"° NEGRO (2) 23 varas.
14"0 (1)1. (1)1.
14no DE CIFUENTES (1)l.
16no (2) 48 varas y
tercia.
(l) (no se
especifica
número)
16"0 DE CUENCA (2) 27 vams y (1) 1, de 25 varas.
cuarta. (1) 1, de 25 varas y
media.
(1) 1, de 24 varas).
(1 ) 1, de (=21
varas).
16"0 MESELA DE BRELOSLADA (1) 1, de 26 varas.
16"0 DE NEILLA (1) 1, de 27 varas y
media.
180• (1) 1. (2) 3 piezas.
(l) (no especifica
número)
IS"o DE BIRUEGA (2) 2.
IS"o DE CIFUENTES (1) 2, con 4S vams
y media.
GENEROS 1506 1520 1560 1576 1600
lS"O DE ClFUENTES (1) 1, de 25 varas.
(1) 2.
(l) 4, con 102 varas.
(l) 1. de 26 varas.
IS"OPARDO (2) 6 varas y 3
cuartas.
20"0 (1)1. (4) 11 varas y 5
octavas.
20no AL PELO (1) 15 varas.
20 no AL PELO DE SEGOVIA (1) 3 varas.
20nO BERBI (l) 2 paños.
20 no PRIETO (1) 1 vara.
20 no de SEGOVlA (9) 142 varas y
11112.
(1) 2.
(1) 1 sayo y 1 capa.
20no DE SEGOVIA BERBI (4) 18 varas y 5/12.
(1) 1 paño.
20no DE SEGOVlA ESTAMBRADO (1) 1 paño.
22 no (11 ) 35 varas y (2) 27 varas y (4) 24 varas y
11112. media. media.
(1) 1 capa llana. (2) 2 piezas.
20 110 DE MASCEA (1) 1, de 26 varas.
22no DE AVILA (2) 8 varas y cuarta.
22"0 DE BOLIGA (2), 2 piezas, de 25
y 26 varas.
22 no DE CIFUENTES (1) 1, de 27 varas y
media.
GENEROS 1506 1520 1560 1576 1600
22"" de CUENCA (1) 1 pieza, y 1 (1) 1 pieza.
sesma. (1) 1 capa y balón y
ropilla.
(3) 21 varas y
cuarta.
(4) 4 piezas, de 12,
21, 22 varas y
media y 25.
22"0 DE MASCEA (2) 12 varas.
22"0 de SEGOVIA (22) 118 varas y (1) 3. (l) Ropilla.
sexma. ( 1) 1, de 34 varas y
(1) 1 ropa. media.
(1) 1 caba. (1) 1.
(1 ) 28 varas y
cuarta.
22"0 DE SEGOVIA BERBI (3) 10 varas y 5/6.
24"0 !. (5) 25 varas y 1 (1) 3 varas y media.
20. sexma.
(1) 4.
(2) 7 medios paños.
24"0 DE AJOFRIN ( 1) 4 varas y cuarta.
24"0 DE AGREDA (1) 1, de (-26
varas).
(1) 20 varas y
media.
24"0 DE ALMODOV AR (1) 3 varas y med ia.
(I)!.
24"0 BERBI (1) 12 varas.
GENEROS 1506 1520 1560 1576 1600
24"0 COLORADO (1 ) 4 varas y 2
tercias.
24"0 DE CUENCA (1) 3 varas y media.
24" 0 DE SEGOVIA (2) 5 varas.
24"0 DE TOLEDO (1) 5 varas y cuarta.
24"0 NEGRO DE TOLEDO (3) 14 varas y 5
sexmas.
24"0 PRIETO (1) 1 vara y 2 (1) 8 varas.
tercias.
26"0 (1) 2. (1) 4 varas.
26"0 DE GRANA (1) 3.
6. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ACTIVA
TEXTIL EN TOLEDO DURANTE EL SIGLO XVI
467
Profesiones
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Agujeteros
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Aparejador de seda - - - - - - - - - - - - 1 - - -
Apartadores de lana - - l 1 - - - - - 2 - - - - - 2
Aprensadores - - - - - - - - - - - - - - - 4
Arcadores 2 1 - 2 - - - - - - - - - - - -
Atocheros - - - - - - - 1 2 2 - - - - - -
Del arte de la seda - - - - - - - - - - - - - - - 8
Bataneros 1 - 1 - 1 - - - 1 1 - 3 - - - 1
Batidores de oro 2 - 2 1 - - - - 2 2 - - I - - 3
Boneteras - - - 1 - - - - - - - - - - - 2
Boneteros 24 24 45 56 23 83 - 57 91 131 28 8 27 7 2 39
Bordadoreslbordadores 2 2 4 3 - 4 - 5 11 20 7 8 8 "
.) - 9
Bordador del rey 1 - - - - - - - - - - - 1 - - -
Cabestreros 5 6 2 3 - - - 8 24 25 1 - 25 - - 12
Calceteros 12 36 30 22 3 4 - 20 58 70 10 10 41 18 2 16
Cardadores 18 1 1 9 - 2 - 2 3 7 5 - 1 - - 5
Cardadores y peinadores 9 4 4 3 - - - - - 1 - - 1 - - -
Casulleros - - - 1 - - - - - - - - - - - -
Cinteros 4 1 2 "
.) - - - 2 5 6 - - 1 - - -
Cintero de la catedral - - - I - - - - - - - - - - - -
Profesiones
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Colchera - - - - - - - - - I - - - - - -
Colcheros 6 4 4 5 - 2 - - - 2 3 1 1 - - -
Cordeleros 2 - - - - - - - - - - - - - - -
Cordoneros 10 5 5 7 2 2 - 21 28 33 6 7 35 16 - 11
Corredor de ropas ¡ - - - - - - - - - - - - - - -
Escofinadores de brasil - - - - - - - - 1 3 3 - - - - 1
Espartera - - - - - - - - 1 1 - - - - - -
Esparteros 4 4 1 2 - - - 1 4 4 - - 5 1 - 1
Forrador (de sombreros) 1 - - I - - - - - - - - - - - -
Gorreros - - - - - - - 1 2 2 - - - - - -
Guanteros 2 - - - 1 - - 2 3 1 - 1 - - 2 2
Hace paI10s 1 - - - - - - - 1 - - - - - - -
Hiladores 1 2 - 6 - I - - 1 25 24 - 3 3 - 3
Hiladores de oro - - - 1 15 5 - - - - -,., ,.,,.,- - - - -
Hiladores de seda 18 7 18 11 - - - 13 18 15 .) .).) 21 6 5 37
Hilador/torcedor de seda - - - - - - - - - - - - - - - 1
¡-liIatero - - - - - - - - - - - - - 1 - -
Jubeteros 8 15 10 5 - 2 - 5 5 10 5 - 14 9 - 19
Laborantes de lana - - - - - - - 1 - 2 - - - - - 1
L. de cordellates - - - - - - - 1 - - - - - - - -
-
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Profesiones I
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Laborante de paños 1 - - -
Lanero - - 1 - - - - - - - - - - - - -
Lencera - - - - - - - - - 1 - - - - - -
Lenceros 4 12 3 6 - 1 - 2 9 16 5 - 7 - - 17
Lineros 1 1 1 - - - - - - - - - - - - -
Maestros del arte de la seda - - - - - - - - - - - - - 1 1 64
M ... y mercader - - - - - - - - - - - - - - - 1
M ... : teje tafetán y mantos - - - - - - - - - - - - - - - 1
M ... : teje terciopelo - - - - - - - - - - - - - - - 6
Maestros boneteros - - - - - - - - - - - - - - - 1
Maestros cordoneros - - - - - - - - - - - - - - - 1
Maestro del cortinaje - - - - - - - - - - - - - - - 1
Maestros hiladores de seda - - - - - - - - - - - - - - - 1
Maestro pasamanero - - - - - - - - - - - - - - - 1
Maestros pelaires - - - - - - - - - - - - - - - 4
Maestro de torcer seda - - - - - - - - - - - - - - - 1
Maestros tundidores - - - - - - - - 2 - - - - - - -
Manguero - - - - - - - - - 1 - - - - - -
Manteros 1 1 - - - - - - 2 2 - - - - - 3
Mercaderes de cintería - - - - - - - - 1 1 - 1 - - - 6
Profesiones ......
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Mercaderes de lencería - - - 2 - - - 2 3 3 1 2 14 4 4 1
M. de lencería/lenceros - 2 - - - - - - 1 - - - - - - -
M. de lienzos y sayales 1 - - - - - - - - - - - - - - 1
Mercaderes de mantos - - - - - - - - - - - - 1 - - 3
M. de paños ] 1 - - - - - - 1 12 11 1 -''" - - 2
M. de paños de oro y seda - - - - - - - - - - - - 1 - - -
M. de ropería - - - - - - - - - - - - - - - 3
M. de ropería/roperos - - - - - - - - - - - - - - - 13
M. de seda 2 10 26 11 1 - - 4 1 31 31 - 21 3 - -
M. de toquería - - - 1 - - - - 1 1 - - - 2 - -
Oficiales de tejer terciopelo - - - - - - - - 1 1 - - 1 - - -
Oficiales de tintorero - - - - - - - - - - - - - - - 7
Pasamaneros - - - - - - - - - - - - - - - 1
Peinadores 2 3 - - 1 - - - 1 - - - 1 - - 6
Pelaires 22 15 14 15 3 7 - 4 10 13 4 4 5 5 - -
Pelaire y palmero - - - - - - - - - 1 - - - - - -
Remendadotes - - - - - - - - - 1 I - - - - -
Ropavejeros, o aljabibes 4 - - - - - - - - 1 I - - 1 - -
Roperos 2 20 14 11 - 5 - 15 12 21 7 1 36 - - 30
Sastres 47 26 48 31 10 14 - 20 61 112 64 16 48 - - 55
Profesiones ......
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Sastre (mujer) - - - - - - - - 1 1 - - - -
Sederos 1 1 - - - - - 1 1 1 - - - - - -
Sombrereros 3 4 1 6 1 1 - 8 8 10 1 - 21 - - 19
Tapiceros - - - - - - - - 1 1 - - - - - 1
Tejedora - - - - - - - - - 1 - - - - - -
Tejedores 22 - - 2 - 1 - - 5 88 92 - 1 2 1 17
T. de ancho - - - - - - - - - - - - 1 - - -
T. de arpones - - - - - - - - - - - - 1 - - -
T. de cel1ideros - - 1 1 - 1 - - - - - - - - - -
T. de cordellates 4 - 5 2 - - - - - - - - - - - -
T. de cortinaje - - - - - - - 1 - - - - - 2 1 -
T ... y pasamanos - - - - - - - - - - - - - - - 1
T. de costales - - - - - - - - - - - - - - - 1
T. de damasco - 1 3 11 7 7 - 11 21 23 3 13 ID 5 2 9
T. de estamel1as - - - - - - - - 3 5 l - 3 l - 1
T. de jerga - - - - - - - - - - - - - - - 2
T. de lana - - - - - - - - - - 1 - - - - -
T. de lienzo 6 1 1 4 2 - - - 1 2 1 - 1 - - -
T. de lino - - - - - - - - - - - - - - - -
T. de mantos - - - - - - - - - - - - - 2 - 7
Profesiones ......,
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Tejedor de molinillos
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T. de oro - - - 1 - - - - - - - - - - - -
T. de paños 19 5 14 8 4 7 - 8 11 16 5 2 1 1 - -
T. de paños de color - - - - 1 - - - - - - - - - - -
T. de paños y cordellates - - - - - - - - - - - - - - - -
T. de pasamanos - - - - - - - - - - - - 1 - - 7
T. de raso - - - 2 6 - - - - - - - - - - -
T. de seda 63 29 64 22 7 3 - - 2 3 1 5 - - - 3
T. de seda y mercader I - - - - - - - - - - - - - - -
T. de tafetán - - - - 1 - - - 7 7 - 15 7 2 2 1
T. de terciopelo - 7 7 35 29 45 - 35 66 157 69 44 37 34 20 88
T. de terciopelo y tafetán - - - - - - - - - - - - - - - -
T. de vivos 6 - 1 - 1 - - - 1 - - - - - - -
Tejilleros - - 3 - - - - - - - - - - - - -
Tintoreros 12 27 16 30 2 1 - 6 8 58 60 I 7 2 1 8
T. de estameñas - - - - - - - - - - - - - - - 1
T. de granas - - 1 - - - - - - - - - - - - -
T. de holandillas - - - - - - - - - - - - - - - 1
Tintorero y mercader I - - - - - - - - - - - - - - -
T. de pafios - - 5 - - - - - 11 7 - - - 1 - 3
Profesiones ......I
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Tintorero de seda - 5 4 3 14 3 - 2 10 11 1 3 3 3 1 7
T. de seda y paños - - - - - - - - - - - - 1 - - -
Tiradores de oro - 2 1 1 - - - - 1 3 2 1 1 1 - -
Toqueros 26 30 18 50 12 12 - 10 5 5 - 5 4 1 1 5
Torcedores de seda - - - - - - - - - - - 5 - - - 7
Traperos 6 22 13 13 1 - - 2 6 lO 1 - 1 1 - -
Trasquiladores - 1 - - - - - - - - - - - - - 2
Tratantes en paños 1 - - - - - - 1 2 2 2 - - - - -
Tundidores 29 35 27 35 6 3 - 11 25 32 2 6 5 6 - 8
Cuadro resumen
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Total 428 380 427 452 577 888 464 482 571
Total con profesión 1.316 1.340 1.713 1.570 2.274 3.674 1.322 2.345 2.181
% textil/total con profesión 32 28 25 28 25 24 35 20 26
7. GEOGRAFÍA DEL COMERCIO TEXTIL DE
TOLEDO EN EL SIGLO XVI
475
Aproximación a una geografia del comercio textil de Toledo,
1506-1536
476
Aproximación a una geograjia del comercio textil de Toledo,
1544-1568
477
Destino Total contratos Valor (en mrs.)
Mesegar 1
Mula 2 123.306
Murcia 2 14.236
Navacerrada 1 26.910
Navalcarnero 1
Noblejas 1 53.000
Nominchal (Lominchar) 4 13.453
Ocaña 1 16.000
Orgaz 1 28.563
El Pardo 1 4.046
Parla 2 16.238
Pinos 1 4.080
Pinto 1
Plasencia 1 19.513
Polán 1 6.199
La Puebla de Montalbán 7 108.799
Pulgar 1
Quintanar de la Orden 1 12.500
Recas 1 5.624
La Roda 1 1.000
Ronda 2 323.172
San Clemente 1
San Martín de Valdeiglesias 1 8.500
San Martín de la Vega 3 68.277
San Miguel 1 5.100
Santa Cruz de la Zarza 1 18.000
Santa María del Campo 1
Seseña 4 24.325
Sevilla 1 151.498
Sigüenza 2 31.347
Sonseca 4 12.317
Talavera 5 103.643
Tarazona 1 18.921
Tembleque 2
Torrejón de Velasco 2 89.440
Ugena 1 5.516
Valaguera 1
Valdemoro 1 3.802
Velasco 1 5.100
Villaguera 1
478
Destino Total contratos Valor (en mrs.)
Villamiel 1
Villanueva de Alcaudete 1
Villanueva de los Infantes 5 261.033
Villarrobledo 1
Villaseca de la Sagra 1 6.222
Yébenes 4 28.113
Yepes 4 18.549
Yuncler 1
Yuncos 2
Fuera de la ciudad 1 112.500
Total 350 9.513.611
479
Aproximación a una geografía del comercio textil de Toledo,
1576-1600
480
Destino Total contratos Valor (en mrs.)
Daimiel 22 1.516.996
Elche 1 10.020
Escalona 6 171.589
Fuensalida 1 9.180
Gálvez 2 57.332
Getafe 2 26.236
Hellín 1 95.738
Hontanarejo O
Hontanilla 2 108.788
El Hoyo 1 22.644
Huete 1
Humanes 2 4.556
Jarandilla 1 47.572
Lisboa 4 194.009
Lorca 3 72.521
Madrid 2 32.980
Malagón 1 50.500
Manzanares 1
Maqueda 3 15.915
Medellín 6 436.418
Medina del Campo 1
Membrilla 1 20.484
Mocejón 1
Mora 3 57.173
Mesegar 2
Mula 1 63.130
Murcia 1
Navalcamero 1
Navalpín 1 680
Nombela 3 22.941'5
Novés 1
Ocafia 20 723.929
Olías del Rey 1
Orán 2 85.000
Orgaz 3 23.125
Palencia 1 51.693
Palomeque 1 2.550
Pastrana 2
Las Pedroñeras 1 18.245
Polán 1 2.992
481
Destino Total contratos Valor (en mrs.)
El Pardo 1 77.127
Puente del Arzobispo 3 74.900
Puertollano 2
San Clemente 1 68.000
San Martín de Montalbán 2 8.364
Santa Olalla 4 88.056
Segovia "
.) 134.907
Seseña 2 10.200
Socuéllamos 2 18.552
La Solana 3 24.343
Sonseca 13 419.946
Soria 2 5.236
Talavera 15 452.445
La Torre de Juan Abad 1 33.178
Torrijos 8 249.780
Trujillo 9 783.170
Valdepeñas 3 225.283
Valencia 1 206.056
Valladolid I 30.600
Las Ventas con Peña Aguilera 2 646
Vida I
Villa de Henera 2 92.765
Villacañas 1 5.104
Villaconejo 1 14.926
Villaguardia 1 11.797
Villamiel 1 6.800
Villanueva de los Infantes 3 42.754
Villarrobledo 1 24.232
Villarruejos 1 2.890
Villaseca 1
VilIena 5 410.857
Yébenes 2 36.250
Yepes 4 39.345
Zamora 1
Fuera de la ciudad 4 187.744
Total 278 11.720.364'5
482
8. LISTA DE CUADROS Y MAPAS
CUADROS
1. La población de Toledo en el siglo XVI................. 53
2. Acercamiento a la población activa de Toledo en el
siglo XVI ............................................ " . . . . .. 56
3. Alcabalas de la ciudad de Toledo durante el siglo
XVI........................................................... 58
4. Ordenanzas de oficios promulgadas en Toledo
durante el siglo XVI. .. .. .. . .. ... .. .. .. .. .. . .. ...... .. .. .. .. 94-95
5. Año de primeras ordenanzas de algunos oficios
textiles en las principales ciudades castellanas......... 97
6. Aproximación a las compras de materias primas por
artesanos en Toledo en el siglo XVI..... ................ 147
7. Aproximación a la población activa dedicada al
tejido de la seda en Toledo a principios del siglo XVI 177
8. Origen y calidad de las lanas consumidas en Toledo
durante el siglo XVI ........................................ 186-187
9. Origen de la seda consumida en Toledo en el siglo
XVI........................................................... 193
10. Medida y peso de los principales paños, según las
Ordenanzas Generales de Pailos.......................... 209
11. Hilos usados en la sedería toledana a partir de las
ordenanzas de torcedores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
12. Colores y tintas para la seda y usados en Toledo, a
partir de las ordenanzas de oficios........................ 226
483
13. Evolución del tejido de la seda en Toledo a partir de
las ordenanzas de oficios .................................. 239-240
14. Maestros de oficios textiles de la ciudad de Toledo,
a partir de las ordenanzas de oficios..................... 254
15. Maestros partícipes en las elecciones de veedor...... 255
16. Encabezados de las alcabalas del textil toledanos
durante el siglo XVI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 261
17. Estimación de la población en vecinos y adulta
masculina de Toledo en el siglo XVI.. ................ ,. 266
18. Peso de la actividad textil en los principales centros
castellanos, en 1552..................... .............. ..... 276
19. Peso de la actividad textil en los principales centros
castellanos, hacia 1590.. ..... .................. ........ .... 277
20. Aproximación a la población activa textil de las
principales ciudades castellanas........................ ... 279
21. Presión fiscal urbana por vecino en Castilla a fines
del siglo XVI (alcabalas y millones, en mrs.)........ ... 315
22. Aproximación al trabajo textil en la población
morisca... .................. .................... .............. 322
23. Telares existentes en Toledo en la segunda mitad
del siglo XVII............................................... 329
24. Telares de seda existentes en Toledo en 1695..... .... 345
GRÁFICOS
1. Producción cerealícola en tomo a Toledo en el siglo
XV!........................................................... 47
2. Precio del carbón en Toledo en mrs. en la segunda
mitad del siglo XVI. . . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
3. Alcabalas textiles de Toledo en el siglo XVI
(Números índices. Escala logarítmica)..... ............. 258
4. Alcabalas textiles de Toledo en el siglo XVI
(Números índices. Escala logarítmica).................. 258
5. Relación del precio del trígo en Valencia vs. Toledo,
1503-1650 (media móvil de 5 años)..................... 310
484
6. Renta del peso del mercado en Toledo en el siglo
XVII (en mrs.).............................................. 333
7. Rentas de paños y de lienzos en Toledo en el siglo
XVII (en mrs.).............................................. 337
8. Derecho del seis al millar de la seda (en mrs.)......... 338
485
Copia digital realizada por el
Archivo Municipal de Toledo
Prólogo de José Antonio Sebastián