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La trascendencia del ser

José Solano Solano


Trascender deriva de la palabra latina transcendentia y es aquello que está
más allá de los límites naturales. La acepción que aquí recurre es ser más. La
persona tiene la capacidad de trascender su propio ser y estar en el mundo.
La dificultad de alcanzar la trascendencia se plantea desde el plano material y
espiritual en el que ser más se obnubila frente a la realidad que agobia. 

Lo difícil, pues, de trascender radica en la realidad tal cual se muestra. El


mundo globalizado permea en las personas la capacidad de ir más allá por
medio de mecanismos enajenantes que coartan la capacidad creadora del ser,
inhibiéndole su desarrollo cognitivo-espiritual. Lo que ocurre es que la
persona queda atrapada en la red de medios de desinformación, lo embulle
dentro de las corporaciones de comida rápida y lo cohíbe dentro de la burbuja
de la inconsciencia del centro comercial con promociones de viernes negro

Y sin embargo, el ser humano, por antonomasia, siempre tratará de


trascender, aun viviendo en la oscuridad de su pensamiento inhibido porque,
incluso sin causa, la mera intensión de transgredir el orden establecido, se
convierte en el llamado intrínseco del ser por alcanzar esa trascendencia. Mas
ese intento transgresor se queda simplemente en el quebranto del orden
social, no alcanza plantea la alternativa. Es así como la rebeldía lo lleva a
buscar la libertad, aun sin comprenderla cabalmente, pero no la consigue,
vuelve a quedar sumido en la corriente. Por lo tanto, la consciencia por un
lado y la acción política por el otro, pero ineludibles entre sí, llevan al ser
humano a la liberación definitiva, primero espiritual-cognitiva para,
finalmente, alcanzarla en el plano material y hacer de la utopía una realidad.
Una no puede actuar sin la otra pues no generaría cambio.

En síntesis, trascender no es alejarse de los placeres mundanos o la realidad


tal cual, pues en ella la persona es y está. Simplemente significa no dejarse
absorber por los mecanismos enajenantes que derivan en la incomprensión
de los procesos históricos en los que se desenvuelven las sociedades y, por
ende, las personas como individuos.
La persona es en el mundo en cuanto más humanamente consciente se
percibe y busca transformarse a sí mismo y a todo lo que le rodea porque,
como se dijo, la construcción y reconstrucción de la realidad forma parte de la
naturaleza inacabada del ser humano, quien busca constantemente su
libertad material y espiritual. Por lo tanto, esa continua búsqueda de ser libre
lo encamina a su propia trascendencia, pues la libertad aquí entendida es
aquella que lo desliga de las ataduras impuestas al pensamiento y a su
comportamiento ético, desde esta asimilación se desencadena la liberación
material.

Desde esta comprensión del ser, en su fundamento sociohistórico, es que la


persona está en el mundo, porque estar en el espacio-tiempo implica la
constante necesidad de cambiar lo que deba ser cambiado para recrearlo más
humano; es, por tanto, la acción directa sobre la realidad –igualmente
inacabada– la que motiva a la persona a ser más.  

Trascender no es simplemente reconocer la realidad existencial del mundo,


con sus injusticias, pobreza y desigualdad, es sobre todo movilizarse por
transformarla, es ansiar la libertad, es la esperanza de un hoy y mañana
mejor, es aceptar a otros, es amar a la humanidad y vivir al máximo este paso
por la Tierra. Luchar por un mundo más humano, por la igualdad, la justicia y
la libertad, se convierte en la razón de ser de la existencia de las personas
frente a los horrores cometidos por la humanidad misma. 

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