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FALSOS POSITIVOS

KAREN GABRIELA SANCHEZ GONZALEZ


GRADO:1001°

NUEVO COLEGIO SAN JUAN BAUTISTA


VILLAPINZON
SOCIALES
2019
INTRODUCCIÓN

Este trabajo plantea un análisis jurídico de los llamados comúnmente “falsos positivos” el cual,

subyace de una problemática social en nuestro país, que transciende y afecta a diversos sectores

de la sociedad, desde los estratos más bajos, hasta los más altos; ya que estos sucesos que

sacudieron a Colombia en la década del 2000 involucran a miembros del Ejército de Colombia

con el asesinato de civiles inocentes para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate

dentro del marco del conflicto armado que vive el país. Estos asesinatos tienen como objetivo

presentar resultados por parte de las brigadas de combate. A estos casos se les conoce en el

Derecho Internacional Humanitario como ejecuciones extrajudiciales y en el Derecho Penal

Colombiano como homicidios en persona protegida.

Se pretende determinar qué la jurisdicción tiene una competencia para conocer los asuntos de los

militares que incurran en el delito aludido, si con justicia ordinaria (del cual actualmente se están

llevando varios procesos), la justicia penal militar (que ya con su nueva reforma en proceso

excluye el conocimiento de los falsos positivos) o bajo la justicia transicional (dependiendo de

cada caso en particular y su relación con el conflicto).


FALSOS POSITIVOS

A lo largo del conflicto armado interno, las fuerzas militares colombianas han confrontado

acusaciones de graves violaciones de derechos humanos formalmente con el origen de los grupos

guerrilleros en 1964, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de

Liberación Nacional (ELN). En la década de los ochenta, aumentaron las denuncias contra la

fuerza pública por violaciones a derechos humanos que incluían la comisión de detenciones

arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales y tortura. (CIDH, 1993).

Ahora bien, el delito de “falso positivo” no está contemplado en el ordenamiento penal

colombiano ni en ningún otro tipo de legislación, teniendo en cuenta que, semánticamente es una

contradicción. Por otro lado, en el Derecho Internacional Humanitario se conoce como ejecución

extrajudicial, y en el Derecho Penal Colombiano está contemplado en el capítulo III, como

homicidios en persona protegida.

Una ejecución extrajudicial o extralegal es, según el derecho internacional humanitario, un caso

de violación a los derechos humanos que consiste en el homicidio de manera deliberada de una

persona por parte de un servidor público que se apoya en la potestad de un Estado para justificar

el crimen.

Los congresistas decidieron incorporar en la legislación colombiana el delito de “homicidio en

persona protegida” y definieron la conducta de la siguiente forma: “El agente del Estado que en

ejercicio de sus funciones matare a una persona fuera de combate incurrirá en prisión de 30 a 50

años de cárcel. Y se entenderá como “fuera de combate toda persona que esté en poder del

agente del Estado, esté inconsciente, ha naufragado, esté herida o enferma, y no pueda por ello

defenderse. También la persona que se haya rendido y haya dejado las armas”. También se
tipifica como ‘ejecución extrajudicial’ la acción en que un agente del Estado ponga a una

persona civil en absoluta indefensión. (ONU, 2014).

Sin embargo, el escandalo alcanzo furor en el 2008, cuando Luis Fernando Escobar Franco que

en ese entonces personero de Soacha denuncio la aparición de los cadáveres de 19 jóvenes que

habían desaparecido en el municipio de Soacha, vecino a Bogotá y de la localidad de Ciudad

Bolívar al suroccidente de la ciudad y que aparecían como bajas del ejército en Norte de

Santander. Posteriormente se manifestaron otros casos en Antioquia, Boyacá, Huila, Valle y

Sucre.

Inmediatamente fueron destituidos varios oficiales y suboficiales del ejército, no obstante, el

hecho más significativo fue la renuncia del comandante de las Fuerzas Armadas, el General

Mario Montoya, posteriormente nombrado el Embajador en República Dominicana. A pesar que

la violencia política ha perdurado por muchas décadas, se percibe un gran ascenso de casos

relacionados con el inicio de la política de Seguridad Democrática llevada a cabo por el ex

Presidente Álvaro Uribe, en el cual, se presentaron numerosas bajas de civiles reportados como

si hubieran muerto en combate denominados por los medios de comunicación como falsos

positivos, muestra de esto es que para Octubre del 2009 la Fiscalía General de la Nación tenía

bajo investigación 946 casos relacionados con posibles "falsos positivos" y la Procuraduría tenía

a su vez 1043.

El 27 de mayo de 2010 Philip Alston, relator especial de la ONU para las ejecuciones arbitrarias,

en informe presentado tras su visita a Colombia, en junio de 2009, denunció que existe «un

patrón de ejecuciones extrajudiciales» y que la impunidad abarca el 98.5% de los casos…


Por otro lado, en mayo del 2015, se realizó el primer encuentro nacional de víctimas de

ejecuciones extrajudiciales, el principal objetivo de estas 80 familias es que las muertes de sus

hijos, padres y hermanos no queden en la impunidad y que se aclare qué pasó. Lo cual no es nada

fácil si se tiene en cuenta que hay 5.700 denuncias, según la Coordinación Colombia, Europa,
Estados Unidos, y la Fiscalía adelanta 3.430 investigaciones por estos hechos.
Siete años después de que se conoció la existencia de ‘falsos positivos’, y de que 27 altos

militares fueron separados de las Fuerzas Armadas por haber permitido que estos ocurrieran,

apenas seis coroneles han sido condenados y a ningún general se le han imputado cargos.

A propósito del artículo de Nicholas Casey para el New York Times sobre el regreso del

fenómeno de los falsos positivos a Colombia gracias al programa de incentivos militares

propiciado por Iván Duque como política de gobierno, se nos recuerda que aquí no bastó que

medios nacionales e internacionales, agencias y organizaciones no gubernamentales destacaran

las 10.000 muertes que dejó la ola de la seguridad democrática para que decidiéramos apostarle a

algo distinto, y es verdad.

Por ejemplo, no fue suficiente que los paramilitares se metieran al municipio de El Salado el 16

de febrero de 2000 y en medio de la plaza del pueblo, al ritmo de acordeón y tambores, mataran

a 60 civiles, violaran a 2 mujeres e impidieran a los sobrevivientes enterrar a los muertos.

Tampoco las masacres de El Aro, Mapiripán, San José de Apartadó o Bojayá, cometida hace 17

años este mismo mes, o los cientos de crímenes cometidos por esos grupos irregulares y

confesados por ellos mismos durante los juicios que se adelantaron en el marco de la Ley de

Justicia y Paz.

La política de Estado del momento fue clara: acabar con frentes guerrilleros y miembros de

grupos armados ilegales, a través de estímulos que terminaron propiciando la muerte de civiles

que no estaban involucrados en el conflicto armado. Más de 3.000 asesinatos, de acuerdo con las

cifras de Human Right Watch, por cuenta de los cuales fueron condenados 961 uniformados.

Colombia añoraba aquellos tiempos, así lo dijo en las urnas el pasado 27 de mayo.
De acuerdo con el polémico informe del New York Times sobre la orden dada al Ejército de

Colombia, acá no solo se está presionando a soldados para que intensifiquen los ataques y

aumenten las bajas “en combate” sin el cuidado que involucra salvaguardar la vida de los civiles

que puedan atravesarse en el proceso, sino que se les ha inducido a “hacer lo que sea” para

mejorar sus resultados, incluyendo forjar alianzas con grupos paramilitares.

Sufrimos de pérdida absoluta de memoria, nos condenamos de forma recurrente al letargo

evolutivo y nos consolidamos como una comunidad primitiva que no supera el uso de las flechas

contra la amenaza enemiga. A fuerza de nuestra historia deberíamos haber desarrollado una

consciencia superior de bienestar social, pero seguimos siendo la clase de pueblo que escoge

como líder al más violento.

“Así seguirá ocurriendo, porque mientras se nos olvide el pasado violento que llevamos más

de 50 años intentando superar y el precio que nos ha costado, estamos obligados a

repetirlo”

El pasado 18 de mayo del 2019 se presentó lo siguiente: El Gobierno Nacional, a través de su


ministro de la Defensa, Guillermo Botero, aseguró que la Fuerza Pública obra en todas sus

acciones operativas y administrativas sobre la base del respeto a los Derechos Humanos.

Botero desmintió tajantemente que hubiera alguna directriz u orden para incrementar el número

de bajas por parte de la Fuerza Pública.

“No es cierto, no existe ninguna instrucción en ese sentido, ni existe ninguna “directriz”,

puntualizó en declaraciones que se anticiparon al informe del diario New York Times conocido en

las últimas horas.

Según ese informe, el comandante del Ejército, general Nicacio Martínez, habría dado la orden a

sus tropas de duplicar el número de criminales y guerrilleros dados de baja o capturados e

incluso hasta aceptar un incremento en la muerte de civiles si eso ayudaba a conseguir los

objetivos en el campo de batalla.

El diario señala que la información fue confirmada por al menos tres oficiales colombianos y

otras fuentes del gobierno del presidente Iván Duque. Estos oficiales, en las entrevistas, se

declaran preocupados por la presión que se está ejerciendo sobre ellos para producir bajas

y sostienen que esto podría provocar un regreso a la época de los falsos positivos cuando

miembros del Ejército terminaron asesinando civiles.

22 GENERALES COLOMBIANOS
INVOLUCRADOS EN “FALSOS POSITIVOS”
"MADRES DE SOACHA" RECUERDAN A LAS
VÍCTIMAS DE "FALSOS POSITIVOS"

LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE
DERECHOS HUMANOS PIDIÓ A LA CORTE
PENAL INTERNACIONAL QUE INVESTIGUE
POR CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD
LAS 3.345 EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES
COMETIDAS PRESUNTAMENTE EN EL PAÍS
ENTRE LOS AÑOS 2002 Y 2008.

LAS 26 MASACRES EN EL GOBIERNO DE


ÁLVARO URIBE
CONCLUSIONES

1. Se puede apreciar el alto índice de impunidad en la judicialización de estos casos, un

98,5% de impunidad en casos que deberían de ser resueltos rápidamente y aplicar todo el

rigor de la ley a los responsables.

2. Los “falsos positivos” se realizan en zonas aisladas o rurales, principalmente en aquellos

municipios donde se desarrollan operaciones militares o en lugares donde no impera la

fuerza pública.

3. En muchas ocasiones las víctimas son señaladas de ser auxiliadores de la guerrilla o de

pertenecer a un grupo guerrillero, de ser informantes que acompañan a las tropas y

algunas veces uniformados, encapuchados y portadores de armamento.

4. Por lo general, las víctimas de este macabro hecho son campesinos humildes que se

dedican solamente a sus cultivos, los cuales no tienen nada que ver con el conflicto

armado interno que existe en el país. También son jóvenes que se van de sus lugares de

origen a buscar mejores condiciones de vida.


5. En todos los casos las víctimas fueron reportadas por las ffmm como actores armados

muertos en combates, donde en la gran mayoría de los casos fueron vestidas con prendas

militares y les fueron puestos armamento y munición.

6. Esta problemática claramente ha persistido durante varios años, dónde se puede

evidenciar que cada vez que pasa el tiempo hay más impunidad frente a estos casos y

muchas más víctimas.

7. En todos los hechos es obvio que todo esto tiene como objetivo presentar resultados por

parte de las brigadas de combate entre el 2006-2009 durante el gobierno de la seguridad

democrática de Álvaro Uribe.

BIBLIOGRAFIA

 www.las2orillas.co

 www.unimilitar.edu.co

 www.fidh.org

 www.eltiempo.com

 www.elpais.com

 www.hispantv.om

 www.colombiacheck.com

 www.verdadabierta.com

 www.radio.com.co

 www.semana.com

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