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Descola, Philippe. Las lanzas del crepúsculo, Buenos Aires, FCE, 2005.

Posr-scruPTUM

r-AS ESCRITUMS DE I-T ETNOLOGÍA

La etnología mantiene con l¿ lnerarura ¡elaciones reñida de ambigüedad. La


preocupación por la precisión, la importancia de las fórmulas acuñadas y la
fluidez na¡rativa,la necesidad de ¡raducir de lammera más jusraconcepros que
nurca tienen en la lengux
europex equivalentes semánticos, todas estc limi-
raciones, propias de una ciencia condenada a producir seotido por 1o esencial
con las palabns de la lengua ordinaria, obligan a la etnología a "cuidar su esti-
lo". Sin embugo, son poco frecuenres quienes, como Claude LéviSt¡aus o
Michel Lenis, han sabido hacer honor a la República de las rrtrx y elevar la
emología a la alura de un género literario. No es ia intención lo que falta, ni
siquierx el lalento. Si la nayoría de los etnólogos son novelistas fracasados,
según la fórrnula de Ednund Leach, ia r¿ón de ello no debe buscarse en el
capricho de las musas. Lro reglas de la escrirura monográfica han sido fijadas
hace más desesentaaíos ylimitu a rodo emólogo que apiraahacerse conocer
modo de exp-e.ion del que se ,mprEn¿ muy pronro en su
carera, gncias a la lectura de sus antecesores, y que acabapor parecerle natural.
De ello resuha ciena esr¿ndarizadón de l¿s formas de descripción, el uso casi
exclusivo de categorías reconocidas por la profesión-+l parentesco,la religión o
las técnicas y la autocensura de juicios demasiado abienmente subjetivos.
Lrro no riene oo, ", mi.mo nada d< .r:ri..'blc pn.' uni .,en. ir que ¿punr¡ .
producir generaiizaciones v,ílidas compuando informaciones etnográficas ex-
traídm de culturas muy diversc; es comprensible que ral ambición apele a una
múe¡¿ homogénea de p¡esenrar los datos.
Alproscribir tod: referencia ala subjetlvidad, h ernolosíe clásica se hacon,
denado, no obstante, a deja en la sombra lo que prticulariza su enfoque en el
seno de ot¡as cienciu hum¿nas, es decir, un sabe¡ fundado sob¡e la relación
penonal y conrinua de un i¡dividuo singular co¡ orros individuos snrguiares,
saber que resulta de un concu¡so de ci¡cuns¡anci¡ cada vez diferentes, que sin
embargo no está desprovisto de legitimidad, pero del que los profanos ignoran
casi siernpre en qué condiciones ha sido adquirido. Los his¡ori¿dores mencio-

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I,AS IANTAS DEL CREPÚSCLJLO

nan nucho los archivos que han uúlizado y que otros rendrán ocasión de
consulrar para exnaer interpreracioncs diferentes: los sociólogos describen los
cuesrionarios y los proccdimienros esradisticos que lcs permiren llegar a deter
minadas conclusiones: los psicólogos no vacilan en describi¡ extens¡mente sus
protocolos experimentales; en sintesis, sólo los ernólogos se sienten liberadosde
explicarcómo han podido sacarde una experienci¿ únic¿ un conjunto de cono-
cimienros cuya validez exigen que ser aceptadapor todos. El taller del ernólogo
es élmismo y su relación con un pueblo dado, sus ingenuidades ysrrs asrucias,
la m¿rcha ror¡uosa de su in¡uición,l¡s situ¡ciones donde el aza¡lo hacoloodo,
el papel que le toca desempeñar a veces sin s¿berlo, en las esrraregic locales, la
arrisrad que puedevincuhdo con un personaje aquien convertiráen su princi-
pal informante, sus reacciones de entusi¿smo, de cólera o de disgusto, todo un
mosaico complejo de sentimientos, de cualidades yde oponunidades que con-
fiere nuest¡o "mérodo de investigación' su coloración panicular' Ahora bien,
a
es estapane consdrutiva de nuesrro enfoque ciendfico la que los preceptos de la

escritura etnológica obligan a sitenciar Por cierto, se enconlrarán siempre al


comienzo de una monografí¿ las indicaciones de fecha y lugar, pero ellc mis-
mas, desprovistas de sustancia exntenci¿l, tienen la únic¿ función de esablecer
utra sarantla limina¡ de verdad: "He ¡esidido en ¡al aldea o r¿l conunidad en tai
épocayhablo, por tanto, con conocim;eDro de causi'. Fuera de esm cláusula de
estilo, ia evocación de las condiciones del "rcneno" no se tr¡lucen en el ¡esto
del texto nás que bajo formas alusivas, límpidas para quienes han pcado por
experiencic similares, pero sobre las cuales sería considerado ¡¡als¿no insis¡ir
Adem:ís de que innoducen una limitación propimente epistemológica en
la producción científica de la etnologia. las reglas canónicas de la escrnura
monográfica limitan singularnente la audiencia. Snr preconizar la innospec-
ción complaciente, el exot¡mo de p¿corilla o la celebración de la aventura, es
jüsro pregüntarse por qué, salvo en muy r¿ras excepciones, los etnólogos no
tienen el amplio público que historiadores hansabic{o creane. Mientras que
1os
esros úlrinos y entre cllos los más grodes sabios escriben tanto Pare sus
pares como parr el gran público si¡ ebandonar no obstantc 1c exigencias de
rigor propias de su d;sciplina,los enólogos parecen resignaree apdados porla
la¡jrud de los editores a publicar cada vez menos y para un círculo cada vez
más restringido de profesionales. Para reaccionar contra esre estado de cosm y
tra¡ar de restituir e la literatura en,ológica el enfoque subjet;vo del que ha siclo
privada por las convenciones, dccidí, siguieodo los contjc de Jean Matau¡ie,
escribireste libro. Con él he apostado a q ue la etnologia p ucda salir de1 gueto en
e1 que s
ha dejado encen¿¡ man¡eniéndome fiel a su intencjó¡ Primera d€
lograr instruir, educar vdistrae¡ haccr obra cientlficae intenogarse por
a la vez

l¡s co¡diciones de sü eiercicio, retrazar un itinerario peronal y dar a conocer


roda la riqueza de una cultura desconocida. El luturo dirá si Io he logrado. Por
ahora sólo sé que tal empresa hr-rl¡iera sjdo casi i¡¡poslble fuera del marco de la
colección que la acoge. Sin verdadero equivalente en Fmncia o en elexrranjero,
Tene Humaine ofrdce desde h:ce cuaren¡a años un refugio presrigioso a los
ernólogos que las limitaciones delesrilo univercir¿rio dejan insadsftchos. Con-
tando con antecedenres admirables, la colección confiere un aura de legnimi-
dad a esras excuniones tuera de los senderos t¡ansnados; ella me ha aitdado a
vencer ias reticencias que rodo etnólogo exPerimenta para hablar de sí mismo,
F que, por un consenso extraio en rueslra disciPlina, todos están de acuerdo
en ver en la ernologia menos una serie de ob¡as reunidas por la inrención que
un género reconocido. A dilerencia de la antropología'posmoderna'muy en
bogaen los Esrados Unidos, donde laernologia misma se rransforma en obieto
I
de invexigación, donde la observación de se pone por delanre de la observa'
ción de los orro' para de.embo.rr en un ;<mo rrrcrssta que no siemprec'
"olip
compensado por las cualidades del ;dioma, a dilerencia de este nuevo avatar
egotisra dei etnocentrisno, Tene Humaine recuerda, libro trar libro, que la
experiencia singulu de la dive¡sidad de los otros es portadora de una universa-
lidad accesible a todos.
La voluntad de dirigirne a un público más amplio procede, al fin cle cuen'
tas, de la doble responsabilidad sociai que tiene el etnólogo: frente al pueblo
que ie dio su conflanza durante varios eños y cula originalidad puede celebrar
con más justicia que los profesionales de l¿ aventu¡a exótica, y frente a sus
propios conciudada;ros que, financiando sus investigacio¡es explorador o
universnario, sienpre esrá al se¡vicio del Est¿do , pueden esperar de él que los
pongaalranro de cuáles su inrerés. Pero la etnologiaes un¿ ciencia más técnica
que la historia y muchos de sus desanollos requieren un lenguaje y métodos
que seguirán siendo siempre patrimonio de los especialistas El problema de la
escritura ernológica no se presenta bajo la formade una alrernativa entre publi'
cación erudnay obra de divulgrción, sino a través de la elección del modo de
expresión que mejor se adecua a lc
cuesrio¡es abordadas y la intención busca-
da. El gran mériro de Ter¡e Humaine es h¿bcr sabido c¡e¡¡ un foro a la ¡redida
de aquellos que esrán interesados en hacer panicipar a una audiencia m:ir vasta
en este modo original deL conociniento de los orros que rienen la dicha de
haber hecho su prolesión.

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