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Hacia la "realeza social" del Sagrado Corazón

A. Desarrollo del término “realeza social del Sagrado Corazón”


Es evidente que la realeza de Cristo y el culto a su Sagrado Corazón son reflejos de una
espiritualidad cristocéntrica.
La devoción al Sagrado Corazón es un elemento clave en el desarrollo de la doctrina de la
realeza. Aunque no faltaron quienes hablaron de un reinado interior, la idea de la realeza
expresa muy bien el imperio que ejerce el Corazón divino sobre todos los hombres por
medio de “la verdad, la justicia y, sobre todo, la caridad”. Puede decirse que la realeza es
una de las ramificaciones de la devoción al Sagrado Corazón, aunque existen otras, más
místicas e interiorizadas, como la espiritualidad victimal.
Considerando el periodo que va del pontificado de Pío IX hasta la Quas primas, pueden
distinguirse tres fases en el desarrollo histórico de la doctrina de la realeza. El primero,
desde los años sesenta hasta los ochenta del siglo XIX, vio nacer la expresión reino social
de Cristo, su traducción en el plano devocional y una primera circulación internacional. El
segundo momento —entre los ochenta y el final del siglo— se caracteriza por la
multiplicación de instituciones que se proponen difundir la realeza social de Cristo, hasta
obtener con la encíclica Annum Sacrum de León XIII una primera recepción magisterial. La
última fase —concluida en 1925— registra el movimiento progresivo hacia la
proclamación de una fiesta litúrgica de Cristo-Rey
Según ha documentado Menozzi, el añadido social a la expresión reino de Cristo se debe
probablemente al P. Ramière: si no lo acuñó él, consta que lo elaboró técnicamente y lo
difundió.
Para Ramière, la única respuesta adecuada al gran problema de la secularización era la
construcción del reino social de Cristo. Ese reinado era compatible con las libertades
modernas, con tal de que se reconociera que éstas encontraban su fundamento en la ley de
Cristo, no en una autónoma determinación humana. Tampoco estaba ligado a determinadas
formas de gobierno, monárquicas o republicanas54
El reinado social de Cristo significaba para Ramière el reconocimiento de la autoridad de
Cristo y de la Iglesia en el orden moral
I. El Sagrado Corazón, rey en la tradición parediana
Antes de que se popularizara la idea de la realeza de Cristo se había hablado bastante antes
del reinado del Sagrado Corazón. Margarita María empleó muchas veces el lenguaje
monárquico para referirse a Jesús.
Como escribe Hamon, cuando Alacoque y sus contemporáneos «invocaban a Jesús, rey de
los corazones no pensaban ciertamente en una realeza social, civil y religiosa» sino que
aclamaban a una potencia llena de misericordia, de bondad y amor47. Concebían una

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realeza «totalmente espiritual, totalmente individual, nadie pensaba entonces en su realeza
so-cial». Tampoco se distinguía entonces entre la realeza de Jesús y la del Sagrado
Corazón: las dos ideas se irían precisando bajo la influencia de las circunstancias.
II. El cardenal Louis Pie
Otra de las figuras que intervino en el desarrollo de la idea del reinado social de Cristo fue
el cardenal Louis Pie (1815-1880), arzobispo de Poitiers61. Figura de primera línea en
Francia y líder del ultramontanismo, intervino activamente durante el Concilio Vaticano I a
favor de la infalibilidad pontificia.
Su pensamiento sobre la realeza de Cristo se desarrolló en el mismo contexto combativo
que muchos de sus contemporáneos. La herejía que había que erradicar del mundo
contemporáneo era el laicismo, la negación de la relevancia social y política del
cristianismo, la conculcación del derecho que tienen las naciones a ser regidas
cristianamente y tener a Cristo como Rey.
Durante buena parte del siglo XIX, la realeza de Cristo y la realeza del Sagrado Corazón
continuaron siendo conceptos equivalentes. Sólo progresivamente se fueron diferenciando,
cuando la realeza de Cristo pasó a significar el poder espiritual y temporal que le compete
sobre todas las criaturas humanas, de todos los tiempos, de todos los lugares; mientras que
la realeza del Sagrado Corazón designaba esa misma autoridad, en cuanto poder de caridad
y de misericordia
III. Leon XIII
Durante el pontificado de León XIII continuó difundiéndose, cada vez a mayor escala, la
idea de la realeza social de Cristo.
Para León XIII el Sagrado Corazón era por antonomasia la «"devoción moderna", casi una
"revelación moderna" del amor divino para responder a los desafíos mortales del mundo
moderno, y por tanto propia del siglo moderno y adecuada a él, a su cultura, a sus
infidelidades»
A la vez, durante su pontificado se desarrolló un nuevo tipo de consagración, la de las
familias, orientada a la preservación de la vida cristiana en el hogar.

 La consagración de la humanidad al Sagrado Corazón

La consagración universal se presentaba, pues, como un paso decisivo para afirmar la


realeza de Cristo y satisfacer «su deseo de reinar». Un reinado que se llegaría a instaurar
cuando el Señor entrara en posesión de los corazones, para abrasarlos con su amor y
misericordia, y que se caracterizaría por su carácter universal, evangelizador y ecuménico.

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IV. Pío X
La restauración del "instaurare omnia in Christo" se movía en una perspectiva más amplia y
más rica que la que acabamos de considerar. "Restaurar todas las cosas en Cristo"
significaba para Pío X algo más que realizar un orden social cristiano: se trataba de
restaurar las realidades humanas a fondo, sanándolas con la gracia divina e iluminándolas
con la verdad. Todo debía ser restaurado, regenerado, redimido en Cristo.
Pío X advertía que el deseo de emanciparse de Dios había traído a la humanidad la
desorientación y el caos más absolutos. Desarraigando las cosas humanas de su colocación
ontológica, de la finalidad para la que habían sido puestas por el Creador, era lógico que se
tambalearan, amenazando con mayores desastres. Sarto pensaba que sin Dios, el principio
de autoridad se desvanece, prosperan la anarquía y la rebelión, se desata la conflictividad;
sin Dios la familia pierde el fundamento de su estabilidad, la ciencia queda expuesta al
error, las relaciones laborales se desvirtúan, el poder político degenera fácilmente en la
tiranía y en la injusticia, las naciones se hacen la guerra.
V. Benedicto XV
También Benedicto XV pensaba que la soberanía de Cristo sobre la sociedad debía
construirse desde lo particular a lo general, desde el individuo a las estructuras, desde la
célula básica a las formas más complejas de sociabilidad. En este designio, la entronización
podía jugar un papel fundamental y eso es lo que le llevó a entusiasmarse con la obra del P.
Crawley, hasta hacerla cosa suya.
VI. Pío XI
Pío XI fue también el Papa de Cristo Rey: su programa de pontificado fue establecer la paz
en la sociedad humana a través del reinado de Cristo, tal y como rezaba su lema papal: "Pax
Christi in regno Christi"

 «Ubi arcano» (1922)

Reina Jesucristo en la mente de los individuos, por sus doctrinas, reina en los
corazones por la caridad, reina en toda la vida humana por la observancia de sus
leyes y por la imitación de sus ejemplos. Reina también en la sociedad doméstica
cuando, constituida por el sacramento del matrimonio cristiano, se conserva
inviolada como una cosa sagrada, en donde el poder de los padres sea un reflejo de
la paternidad divina, de donde nace y toma el nombre; donde los hijos emulan la
obediencia del Niño Jesús, y el modo todo de proceder hace recordar la santidad de
la Familia de Nazaret.
Reina finalmente Jesucristo en la sociedad civil…

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B. Mensajes a Santa Margarita María Alacoque sobre el reinado del Sagrado
Corazón
Santa Margarita María: «Tengamos confianza; el Sagrado Corazón reinará; él me lo ha
dicho; y Satanás esta confundido». En efecto un día Nuestro Señor se le apareció y le dijo
estas palabras: «Nada temas; yo reinaré, a pesar de Satanás y de sus satélites; yo espero a
todos los que quieren oponerse. Satanás quedará confuso con todos los suyos».
«En la época, decía el Papa León XIII, en que la Iglesia, apenas salida de sus orígenes,
estaba oprimida por el grupo de los Césares, un joven emperador vio en el cielo una cruz,
que le anunciaba la victoria. He aquí que hoy, otro emblema bendito y divino se ofrece a
nuestros ojos. Es el Corazón Santísimo de Jesús, sobre el cual se levanta la cruz, y que
brilla, con magnífico resplandor, en medio de las llamas; en él hemos de poner todas
nuestras esperanzas; a él hemos de pedir y de él hemos de esperar la salvación de los
hombres».
Nuestro Señor dio a conocer a la humilde y tímida hija del claustro, que le quedaba otra
misión que cumplir: la de anunciar a los príncipes, a los reyes y a los gobiernos, que Él
deseaba que todas las naciones rindieran a su Corazón divino un culto social.
«Nuestro adorable Salvador, cuenta la Santa Margarita María, me hizo ver la devoción a su
Sagrado Corazón como un hermoso árbol destinado a extender sus ramas (en el mundo)».
«Haz saber al Hijo primogénito de mi Sagrado Corazón que queriendo el Padre Eterno
reparar las amarguras y angustias que el adorable Corazón de su Hijo divino recibió en las
casas de los príncipes de la tierra, entre las humillaciones y ultrajes de su Pasión, ha
escogido a nuestro gran monarca, como a su fiel amigo, para la ejecución de un gran
proyecto».
«El Sagrado Corazón desea ver realizado su proyecto de esta manera:
I. Desea entrar con pompa y magnificencia en las casas de los príncipes y de los reyes
II. Quiere establecer su imperio en el corazón de nuestro gran monarca, por la
consagración que haga de si mismo a este divino Corazón que quiere triunfar del
suyo
III. Quiere reinar en su palacio
IV. Le ha escogido para ensalzar ante los hombres los oprobios y las humillaciones que
este divino Corazón sufrió en la casa de los príncipes y de los reyes; esto se hará
rindiéndole y procurándole los honores, el amor y la gloria que espera. Por eso le ha
escogido para que consiga autorización de la Santa Sede apostólica para la misa en
honor suyo, y para obtener todos los demás privilegios que deben acompañar a la
devoción de este divino Corazón
V. El Sagrado Corazón quiere por su medio triunfar de los corazones de los poderosos
de este mundo

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Escuchemos con qué precisión expone la Santa estas tres divinas peticiones a la madre de
Saumaise, encargada de hacer ejecutar el divino mensaje en Francia:
«El Padre Eterno desea que se cumpla el proyecto de este modo:
I. Quiere que se construya un edificio, donde estará la imagen del divino Corazón
II. Este adorable Corazón quiere recibir allí la consagración y los homenajes del rey y
de toda la corte
III. Quiere estar pintado en el pendón del rey y grabado en sus armas»

a) Cómo se construye el reino de Cristo


Establecer el reinado del Corazón de Jesús en las almas, en el hogar doméstico, en las
naciones y en la Iglesia, es el fin de la devoción al Sagrado Corazón.
Todas las obras divinas tienen en el mundo este solo fin: Que reine Nuestro Señor
Jesucristo. Por el contrario, todos los esfuerzos del infierno no tienden más que a impedir el
advenimiento de este reino y a arrastrar a los hombres a las filas de los ángeles rebeldes.
El culto del Sagrado Corazón es esencialmente amor; ahora bien, así como todas las cosas
han comenzado por el amor ¿no es conveniente que todo se consuma en el amor? Dios ha
creado por el amor, ha rescatado por amor; quiere ganarse por amor el mundo, que se
extravía. Luego, convenía que inspirase a su Iglesia una devoción nueva, cuya esencia fuese
el amor y que tuviese por signo exterior un corazón, que es el símbolo natural del amor.
Esta nueva devoción es la devoción al Corazón Santísimo de su divino Hijo, Nuestro Señor
Jesucristo.
¿Cuál es el principio de la realeza de Jesucristo, la ley fundamental de este nuevo reino? El
amor. Esta palabra lo dice todo. «El fin principal de la devoción al Sagrado Corazón»,
escribe Santa Margarita, «es convertir las almas al amor de este divino Corazón y hacer a
este Corazón dueño de todos los corazones, procurándole amor por amor. Un día me fue
mostrado un Corazón que despedía llamas por todas partes, con estas palabras: “Tengo sed;
ardo en deseos de ser amado”. Y todavía más: “Mi amabilísimo Soberano me hizo ver que
este ardiente deseo de ser amado le había hecho formar el designio de manifestar su
Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia y de gracia, de
salvación y de santificación que en él están encerrados; que es menester honrar (este amor)
bajo la figura de este Corazón de carne, y que esta devoción es el último esfuerzo del amor
divino, para someternos a la dulce libertad del imperio del amor». Y añade en otra parte:
«Estoy convencida de que el Sagrado Corazón solo quiere establecer su reinado por la
dulzura y la suavidad de su amor, y no por los rigores de su justicia».
¿Por qué, en lugar de reinado social de Jesucristo, decimos con preferencia, reinado social
del Sagrado Corazón? Porque Jesucristo es un rey de amor. Hubiera podido, ciertamente,
imponerse por la fuerza; hubiera podido temblar la tierra. Jesús prefiere dirigirse a nuestro

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corazón y ganarnos por amor. Si en esto estriba la dificultad de la conquista, en esto estriba
también su gloria.
Para vencernos, no quiso este Guerrero otras armas que las flechas de su Corazón
La devoción al Sagrado Corazón no está destinada solamente a ejercer su acción sobre los
individuos, sino debe tener también influencia exterior en la regeneración de la sociedad
civil y religiosa. Si el Corazón de Jesús quiere un reinado espiritual y religioso, también
pide un reinado social. Pero ¿cuáles serán los caracteres de este reinado, ¿cuáles son sus
leyes?
b) Caracteres del reinado del Sagrado Corazón
El Sagrado Corazón le reveló, que su reinado sería combatido y atacado; pero que este
reinado llegaría ciertamente, que sería universal, que se establecería, no por los esfuerzos
violentos del poder humano y por el rigor de la justicia divina, sino por la dulzura y la
fuerza de su amor

 El reinado del Sagrado Corazón ha de ser universal

«La devoción a este divino Corazón como un hermoso árbol que había destinado, desde
toda la eternidad, para que tuviera su germen y sus raíces en medio de nuestro Instituto y
extender después sus ramas en las casas que le componen, pero quiere que las Hijas de la
Visitación distribuyan los frutos de este árbol sagrado con abundancia a todos aquellos que
deseen comerlos, sin temor de que faltan; porque Él pretende por este medio devolver la
vida a las almas, apartándolas del camino de perdición. Su amor no dejará a ninguna de
aquellas que le estén consagradas».

 El Sagrado Corazón reinará por la dulzura y la fuerza de su amor

«Estoy convencida que el Sagrado Corazón quiere establecer su reinado por la dulzura y la
suavidad de su amor y no por los rigores de su justicia. La devoción de este Sagrado
Corazón no quiere ser forzada».
«Este divino Corazón es todo dulzura, humildad y paciencia; por esta razón quiere
insinuarse en los corazones, por la unción de su caridad, a la manera del aceite o bálsamo
precioso, cuyo olor y masa se extienden suavemente».
«Es menester, por lo tanto, que todo se haga dulce y suavemente, aunque con energía y
diligencia, según los medios que Él nos proporcione. Tenemos que proseguir la obra de
Dios, sin desistir ni cansarnos por cualquier obstáculo o contradicción con que se pueda
tropezar; pues este divino Corazón es bastante fuerte para vencerlo y bastante poderoso
para confundir a sus enemigos; pero hay que esperar con paciencia, porque este adorable
Corazón sabrá hacer cada cosa a su tiempo».
c) El Corazón de Jesús quiere reinar por amor

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El principio fundamental que debe regir todos los asuntos de este divino Rey, puede
formularse así: El Corazón de Jesús quiere reinar por amor.
Lo quiere por dos motivos: porque nos ama y porque no es amado. De aquí dimanan dos
leyes generales: el amor y la reparación.

 Primera ley de la devoción al Sagrado Corazón: devolver al Corazón de Jesús amor


por amor
Mi amabilísimo Soberano me hizo ver:
«1° Que el ardiente deseo que tenía de ser amado… le había hecho formar el designio de
manifestar su Corazón a los hombres con todos los tesoros de amor, de misericordia, de
gracia, de satisfacción y de salvación que contiene…; 2° Que había que honrar (este amor)
bajo la figura de este Corazón de carne, y 3° Que esta devoción es el último esfuerzo del
amor divino… para ponernos bajo la dulce libertad del imperio de este amor que desea
restablecer en los corazones de los que quisieran abrazarlo».
C. El mundo de hoy tiene sed de una civilización nueva
La gran terea de los apóstoles del Corazón de Jesús es mostrar al mundo que en el Corazón
de Jesús encontrará la solución de los males que le torturan y el cumplimiento de los
anhelos que arden en su pecho.
Esto tiene aplicación en el punto en que nos encontramos. El mundo está anhelando, sin
tener conciencia refleja de ello, el reinado del Corazón de Cristo, porque está anhelando la
civilización del amor.
Es evidente que en el mundo hay muchas estructuras injustas, que se deben cambiar. Pero
esas estructuras son injustas por el corazón del hombre que las monta y las mantiene. Esa
injusticia de las estructuras no se remedia por el simple cambio de ellas por otras. Nunca se
establecerá así el orden. Porque, si no se cambia el corazón, las nuevas estructuras será
fruto de nuevo del corazón injusto y malvado.
El mundo necesita remedio, necesita curación, porque el hombre tiene corazón de piedra. El
remedio lo tiene en el Corazón de Cristo por el que se establecerá la civilización de su
amor.
I. Colaboración universal al reino del Corazón de Cristo
A todos mueve el Papa (Pablo VI) a que trabajen por establecer la civilización del amor,
según su vocación y su puesto en la sociedad. Nadie puede quedarse indiferente o inactivo.
Pero la acción constructiva del reino de Cristo no es la simple técnica o la simple acción,
sino la que brota de un corazón bueno con la bondad nueva de Cristo. Es la acción que se
produce como expresión de un corazón que se entrega y ofrece.

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II. Venga a nosotros tu Reino
Pedir que venga el Reino de Cristo no es pedir nuestra comodidad, no es pedir que nos
dejen en paz a nosotros, sino que es pedir que todos los hombres, empezando por nosotros
mismos, nos rijamos por el Corazón de Cristo.
Y esto ¿qué exige de nosotros? Un desprendimiento, un despojo interior, un examen a
fondo para ver cuál es nuestra postura real ante el Corazón de Cristo.

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