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Península

Existen en el planeta, una diversa cantidad de diferentes características o


de formas que encontramos en el terreno. Una de estas formas es la península, una
porción de tierra que se encuentra rodeada por agua en sus partes con excepción de
uno de sus lados, parte a la que se le conoce con el nombre de istmo, y que se
encuentra unida a una extensión mayor de tierra, que por lo general es
un continente.

¿Qué es una península?

Una península es un fragmento de tierra que se encuentra cercado por agua y que


está conectado con otra porción de tierra por medio de una superficie la cual es
relativamente estrecha.

Características de una península

Las principales características que puede tener una península son las siguientes:

 Se conecta al continente por medio del istmo.


 Se encuentra rodeada de agua casi en su totalidad.
 Pueden también aparecer en grandes lagos o en estuarios y ríos.
 Varían en tamaño.
 Son cuna de una gran variedad de flora y de fauna.
 La palabra península deriva del latín paeninsula, palabra que hace referencia
al fragmento de tierra cercado por agua que se conecta con otra tierra.
 En algunas ocasiones pueden ser confundidas con islas ya que se encuentran
unidas al continente por medio de franjas muy estrechas.
 Península Ibérica
 Península Ibérica, península en el suroeste de Europa, ocupada por España y
Portugal. Su nombre deriva de sus antiguos habitantes que los griegos llamaban
ibéricos, probablemente por el Ebro (Iberus), el segundo río más largo de la
península (después del Tajo). La cordillera de los Pirineos forma una efectiva
barrera terrestre en el noreste, separando la Península Ibérica del resto de Europa, y
en el sur en Gibraltar la península está separada del Norte de África por el estrecho
Estrecho de Gibraltar. El Océano Atlántico lava las costas septentrional, occidental
y suroeste, y el Mar Mediterráneo lava las costas meridional y oriental. Cabo Roca,
en Portugal, es el punto más occidental de Europa continental.

 Península ibérica. Península que tiene unos 583.254 kilómetros


cuadrados y dentro de sus límites geográficos se
encuentran España, Portugal, Andorra, Gibraltar y la franja
meridional francesa.
 Tradicionalmente se ha considerado como su centro geográfico
el cerro de los Ángeles, cerca de Getafe (Madrid), y también la
localidad madrileña de Pinto está nominal y tradicionalmente
vinculada a dicha consideración de centro.
 El punto más alto es el Mulhacén con 3.482 metros de altura. Se
ha nombrado también la Península Ibérica como
Iberia, Península Hispánica o Península Hespérica, al
territorio continental situado "más allá" de los Pirineos.
 La península ibérica son países mediterráneos, tanto por su
ubicación como por su orientación, su organización y su
entorno cultural. Sin embargo, la península también recibe la
influencia atlántica gracias a los vientos del oeste que le llegan
desde el océano. Debido a su forma y su relieve, el clima de la
península no es típicamente clima mediterráneo, sino que tiene
diversos grados de continentalidad.
Las reformas liberales de 1936 y 1968

 Fotog
rafía antigua
© Derechos Reservados
Autor: Melo González, Jorge Orlando
Progreso social y reorganización del Estado
EL triunfo liberal de 1930, que llevó al poder un partido ávido de mundo y de
influencia, planteó en forma rápida la necesidad de una reforma constitucional. El
liberalismo se sentía identificado con las corrientes renovadoras que habían
triunfado en otras regiones del mundo, como la revolución mexicana, la república
española o incluso el New Deal de Franklin D. Roosevelt. La Constitución de 1886
aparecía como una carta teocrática, apta para una república rural, atrasada y
tradicionalista. La crisis económica de 1929 y los graves conflictos rurales y
obreros de la década del veinte parecían exigir nuevos instrumentos legales. El
liberalismo planteaba, como respuesta a los desafíos, un programa de Estado
intervencionista, capaz de orientar la vida económica y de colocarse como árbitro
en los conflictos entre las distintas clases sociales.

El gobierno de Alfonso López, elegido en 1934 sin oposición conservadora,


asumió en forma inmediata el propósito de reformar la Carta, y desde septiembre
presentó al Congreso diversos proyectos en esta dirección. Los primeros debates,
sin embargo, se produjeron por el desacuerdo sobre el modo de hacer la reforma y
sobre sus alcances. Algunos liberales preferían convocar una Asamblea
Constituyente, y la mayoría de ellos era partidaria de escribir una Carta
completamente nueva, que presentara en forma coherente una nueva visión del
Estado, en vez de hacer reformas concretas y limitadas a las normas de 1886.

El gobierno terminó imponiendo su criterio, de modo que finalmente se decidió que


sería el Congreso el que asumiría la tarea y que se trataría de una reforma parcial.
La tarea se inició en serio en la legislatura de 1935, conformada exclusivamente
por miembros del partido liberal. En efecto, el conservatismo había decretado la
abstención electoral desde 1934 y practicaba una oposición radical.

Las propuestas presentadas por el gobierno incluían nuevas formulaciones del


derecho de propiedad, un replanteamiento de las relaciones entre el Estado y la
Iglesia, y una serie de medidas modernizadoras en el campo social y político. El
país se dividió alrededor de estos temas: un grupo de izquierda dentro del
liberalismo, encabezado por Gerardo Molina y José Vicente Combariza (José
Mar), propuso una Constitución que acogiera las aspiraciones de sectores
sindicales y amigos del socialismo; entre tanto, los conservadores comenzaron a
denunciar las propuestas como parte de un proyecto liberal, masónico y socialista
para destruir la religión y las bases del orden político. El gobierno mantuvo una
posición moderada, tratando de subrayar la perspectiva liberal y no socialista de
su proyecto, y el carácter modernizador pero no antireligioso de sus propuestas.
Esto no fue fácil, y el joven ministro de Gobierno Alberto Lleras Camargo, así
como el ministro de Educación Darío Echandía, tuvieron que enfrentar una
situación muchas veces explosiva.
La Iglesia estuvo entre los grupos más opuestos a algunas de las medidas
aprobadas en el Congreso. Cuando, a comienzos de 1936, la Cámara, después de
suprimir el artículo que daba reconocimiento explícito al carácter mayoritario de la
religión católica, decidió hablar de "orden moral" en vez de "moral cristiana", la
jerarquía expidió una declaración desafiante contra "la obra demoledora" del
régimen liberal, que pretendía establecer la libertad de cultos y de conciencia,
junto con otras medidas igualmente inaceptables. La Iglesia anunciaba que si se
aprobaba la Constitución, "ni nosotros, ni nuestro clero, ni nuestro fieles,
permaneceremos inermes y pasivos". En forma simultánea el Directorio Nacional
Conservador invitó a sus seguidores a la desobediencia contra una Constitución y
unas leyes injustas.

A pesar de todo, la Constitución fue aprobada, aunque después de modificar


muchas de las medidas que tropezaron con mayor oposición. Se dio gran
significación a la declaración de la propiedad como "una función social que impone
obligaciones", así como las modificaciones en el régimen de expropiaciones. En la
práctica, no fueron muchos los efectos de estas normas, pues sus aspectos más
novedosos nunca se desarrollaron. De mayor significación fue el reconocimiento
del papel del Estado en la orientación y "racionalización" de la economía, así como
los avances sociales y políticos aprobados: el reconocimiento del derecho de
huelga y del derecho de las mujeres a ocupar empleos en la administración; el
establecimiento del sufragio universal, sin restricciones de riqueza o alfabetismo y
la incorporación de la libertad de conciencia en la Constitución. No fue una
revolución, pues no era esto lo que querían sus principales promotores, Alfonso
López Pumarejo, Alberto Lleras y Darío Echandía: lo que buscaban era adecuar el
liberalismo a un país en desarrollo, y si no lo lograron del todo fue porque su
mismo partido resultó demasiado tímido.

Más de 30 años después otro presidente liberal, Carlos Lleras Restrepo, promovió
una reforma constitucional que en algunos aspectos era tan ambiciosa como la de
López. La Carta había sido ya alterada: en 1944 y 45 el mismo López había
promovido algunas reformas más limitadas, y en 1957 el pueblo colombiano había
creado, mediante plebiscito, un sistema de gobierno compartido entre liberales y
conservadores.

A diferencia del 36, cuando se partió de la idea de que lo urgente era adecuar la
Constitución a la realidad social del país, ahora el eje estuvo en la necesidad de
fortalecer el Estado para convertirlo en un organismo más eficiente y moderno,
menos sujeto a los intereses casi profesionales de los políticos y más atento a las
demandas de los sectores productivos del país. El contexto político era, en
muchos aspectos, distinto. En vez de un partido de gobierno hegemónico, el
presidente contaba con un apoyo mixto de liberales y conservadores, pero una
parte importante del Congreso pertenecía a la oposición. En el liberalismo, Alfonso
López Michelsen acaudillaba el Movimiento Revolucionario Liberal; en el
conservatismo el grupo laureanista se oponía al gobierno y, para acabar de
ajustar, se había formado un grupo partidario del general Gustavo Rojas Pinilla.
El escaso apoyo del Congreso marcó desde el comienzo el ritmo de avance de los
proyectos de reforma. Lleras había propuesto en varias ocasiones su realización,
pero prácticamente en forma simultánea con la presentación de las propuestas del
gobierno, el MRL presentó un detallado proyecto, elaborado en buena parte por
López y por Indalecio Liévano Aguirre. A la larga, el gobierno, bloqueado por la
oposición del Congreso, solo pudo lograr la aprobación de la reforma en 1968,
acogiendo buena parte de las propuestas del MRL y haciendo toda clase de
concesiones a los parlamentarios, fuera de las presiones de toda índole que tuvo
que ejercer el presidente.

El problema surgía ante todo de que Lleras pretendía fortalecer el ejecutivo, para
darle mayor control de la inversión pública y hacer más eficiente su actuación.
Esto debilitaba en muchos aspectos el papel del Congreso, cuyo tamaño quería
además reducir. Para la aprobación en primer debate, en 1967, el presidente
renunció en forma espectacular, y luego tuvo que conceder a los congresistas un
alza de dietas para que votaran favorablemente. La aprobación definitiva se hizo
luego de que el gobierno estableciera los auxilios parlamentarios, y aceptara que
varias de sus ideas no se realizaran. El número de parlamentarios no disminuyó,
ni se logró avanzar en el proceso de desmonte del Frente Nacional. Para lograr el
apoyo de los conservadores orientados por Mariano Ospina Pérez se prolongó el
Frente Nacional hasta 1978 y se estableció la obligación de dar al segundo partido
una participación "equitativa y adecuada" en el gobierno. El acercamiento con el
MRL culminó con la unión liberal y el ingreso de López al gobierno, primero como
gobernador del Cesar y luego como ministro de Relaciones Exteriores.

La reforma que finalmente fue aprobada cumplía, a pesar de todo, con las
intenciones del presidente: el Congreso perdió la iniciativa en el gasto público, los
institutos descentralizados quedaron bajo un control del ejecutivo, y se extendió el
período de los representantes a cuatro años. López logró crear la figura de la
"emergencia económica" y una declaración de principios en relación con la
intervención del Estado, al vincularla a una política de ingresos y salarios y de
pleno empleo, y al determinar que el objetivo principal del desarrollo económico es
la justicia social y el mejoramiento armónico e integrado de la comunidad y "de las
clases proletarias en particular". Las doctrinas económicas de Keynes alcanzaban
así un rango constitucional.

Tampoco esta reforma logró sus objetivos. La modernización del Estado se hizo a
costa de consolidar los vicios del clientelismo y de un proceso de creciente
corrupción y pérdida de importancia del Congreso y de los políticos profesionales.
La prolongación del Frente Nacional condujo a acentuar el congelamiento político
que se había producido en el país y que López Michelsen tanto había denunciado.
Colombia empezó a generar esa paradoja de un Estado eficiente y capaz en
muchos aspectos económicos y administrativos, pero impotente en los temas que
tradicionalmente se han asignado al Estado: garantizar los derechos básicos de
los ciudadanos mediante un sistema adecuado de justicia y un orden político que
tenga la aceptación de la mayoría de los ciudadanos.
Las dos reformas comentadas, realizadas mediante el procedimiento de la
aprobación por el Congreso en dos legislaturas distintas, fueron impulsadas por
dos presidentes decididos y con una amplia visión. La primera contó con el apoyo
de un partido liberal lleno de energía; la de 1968 se hizo contra un Congreso que
no se preocupó sino por conservar sus prebendas. Por ello la primera, aunque
más audaz, logró una coherencia que contribuyó a su aceptación por la sociedad.
La segunda tuvo mucho de colcha de retazos, a pesar de sus logros indiscutibles,
y pronto condujo a la sensación de que la Constitución había dejado de servirle a
Colombia.

Características del liberalismo:

1. Origen
El uso de liberalismo proviene de la obra del médico y filósofo inglés John
Locke (1632-1704), primero en la historia en desarrollar
una filosofía propiamente liberal, consagrando la propiedad privada como un
derecho y el consentimiento de los gobernados como un principio
fundamental. A esa primera doctrina se la conoce como “liberalismo clásico”,
para distinguirla de las corrientes que vinieron después.

2. Pilares fundamentales
El estado de derecho garantiza la igualdad tanto de gobernantes como gobernados.

Los preceptos fundamentales del liberalismo son:

 Los seres humanos son entes racionales. Y como tal poseen derechos
inalienables y la capacidad de elegir por sí mismos. Esto se traduce en el derecho
de llevar la vida privada tal y como lo prefieran, amparados en los tres “derechos
naturales” de Locke: vida, libertad y propiedad privada.

 Los gobernados deben consentir el mando. Es decir,


los ciudadanos tienen el derecho a decidir cómo son gobernados sin que ello
influya en sus asuntos privados, y la autoridad política no será sino el consenso
mayoritario al respecto.

 El estado de derecho. Garantiza la igualdad ante la ley tanto de


gobernantes como gobernados, de manera que nadie pueda usar el poder para
violentar las reglas del juego político.
3. Libertades individuales
Para el liberalismo la libertad es uno de los ejes primordiales de la vida
política, lo cual implica diversos aspectos sociales y culturales, como la
libertad de culto, la libertad de pensamiento, de expresión, de asociación y de
prensa, cuyos límites han de ser, justamente, las libertades ajenas al
individuo. Es decir: somos libres de hacer lo que queramos sin violentar los
derechos de los demás.

4. El individualismo
El liberalismo antepone los derechos y libertades individuales por encima
de los colectivos, dado que considera al individuo como persona única,
primordial y en pleno ejercicio de sus libertades propias.

5. La propiedad privada
Para el liberalismo, la propiedad privada debía ser un derecho garantizado. 

Otro precepto fundamental del liberalismo es la propiedad privada, como un


derecho que debe ser garantizado por la ley y cuya transmisión o
intercambio debe estar sujeta a leyes y ordenamientos públicos.

6. Los códigos legales


Los distintos aspectos sociales y económicos de la vida, según el liberalismo,
deben regularse mediante ordenanzas, códigos, leyes y otros textos de índole
jurídica y legal que sean de aceptación común y que se obedezcan en todos
los casos posibles sin distinción. Los conflictos y las interpretaciones
corresponderán, en ese sentido, a las asambleas, congresos e instituciones
pertinentes.

7. Tipos de liberalismo
El liberalismo económico buscaba brindar las menores intromisiones estatales posibles.

Comúnmente se considera el liberalismo en base a dos aspectos separados:

 Social. El liberalismo social aplica a la vida política de los individuos,


poniéndole coto a los poderes del Estado en su eventual intromisión en la vida
privada de las personas, desde la no regulación del matrimonio hasta la
liberalización de la educación. Existen diversas corrientes con puntos de vista
respecto a cada tema.

 Económico. El liberalismo económico tiene que ver en cambio con el


desarrollo material de los individuos, el cual corresponde a la iniciativa privada y
libre, con la menor cantidad de intromisiones estatales posibles, como impuestos,
regulaciones, etc.

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