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Península
Península
Características de una península
Las principales características que puede tener una península son las siguientes:
Fotog
rafía antigua
© Derechos Reservados
Autor: Melo González, Jorge Orlando
Progreso social y reorganización del Estado
EL triunfo liberal de 1930, que llevó al poder un partido ávido de mundo y de
influencia, planteó en forma rápida la necesidad de una reforma constitucional. El
liberalismo se sentía identificado con las corrientes renovadoras que habían
triunfado en otras regiones del mundo, como la revolución mexicana, la república
española o incluso el New Deal de Franklin D. Roosevelt. La Constitución de 1886
aparecía como una carta teocrática, apta para una república rural, atrasada y
tradicionalista. La crisis económica de 1929 y los graves conflictos rurales y
obreros de la década del veinte parecían exigir nuevos instrumentos legales. El
liberalismo planteaba, como respuesta a los desafíos, un programa de Estado
intervencionista, capaz de orientar la vida económica y de colocarse como árbitro
en los conflictos entre las distintas clases sociales.
Más de 30 años después otro presidente liberal, Carlos Lleras Restrepo, promovió
una reforma constitucional que en algunos aspectos era tan ambiciosa como la de
López. La Carta había sido ya alterada: en 1944 y 45 el mismo López había
promovido algunas reformas más limitadas, y en 1957 el pueblo colombiano había
creado, mediante plebiscito, un sistema de gobierno compartido entre liberales y
conservadores.
A diferencia del 36, cuando se partió de la idea de que lo urgente era adecuar la
Constitución a la realidad social del país, ahora el eje estuvo en la necesidad de
fortalecer el Estado para convertirlo en un organismo más eficiente y moderno,
menos sujeto a los intereses casi profesionales de los políticos y más atento a las
demandas de los sectores productivos del país. El contexto político era, en
muchos aspectos, distinto. En vez de un partido de gobierno hegemónico, el
presidente contaba con un apoyo mixto de liberales y conservadores, pero una
parte importante del Congreso pertenecía a la oposición. En el liberalismo, Alfonso
López Michelsen acaudillaba el Movimiento Revolucionario Liberal; en el
conservatismo el grupo laureanista se oponía al gobierno y, para acabar de
ajustar, se había formado un grupo partidario del general Gustavo Rojas Pinilla.
El escaso apoyo del Congreso marcó desde el comienzo el ritmo de avance de los
proyectos de reforma. Lleras había propuesto en varias ocasiones su realización,
pero prácticamente en forma simultánea con la presentación de las propuestas del
gobierno, el MRL presentó un detallado proyecto, elaborado en buena parte por
López y por Indalecio Liévano Aguirre. A la larga, el gobierno, bloqueado por la
oposición del Congreso, solo pudo lograr la aprobación de la reforma en 1968,
acogiendo buena parte de las propuestas del MRL y haciendo toda clase de
concesiones a los parlamentarios, fuera de las presiones de toda índole que tuvo
que ejercer el presidente.
El problema surgía ante todo de que Lleras pretendía fortalecer el ejecutivo, para
darle mayor control de la inversión pública y hacer más eficiente su actuación.
Esto debilitaba en muchos aspectos el papel del Congreso, cuyo tamaño quería
además reducir. Para la aprobación en primer debate, en 1967, el presidente
renunció en forma espectacular, y luego tuvo que conceder a los congresistas un
alza de dietas para que votaran favorablemente. La aprobación definitiva se hizo
luego de que el gobierno estableciera los auxilios parlamentarios, y aceptara que
varias de sus ideas no se realizaran. El número de parlamentarios no disminuyó,
ni se logró avanzar en el proceso de desmonte del Frente Nacional. Para lograr el
apoyo de los conservadores orientados por Mariano Ospina Pérez se prolongó el
Frente Nacional hasta 1978 y se estableció la obligación de dar al segundo partido
una participación "equitativa y adecuada" en el gobierno. El acercamiento con el
MRL culminó con la unión liberal y el ingreso de López al gobierno, primero como
gobernador del Cesar y luego como ministro de Relaciones Exteriores.
La reforma que finalmente fue aprobada cumplía, a pesar de todo, con las
intenciones del presidente: el Congreso perdió la iniciativa en el gasto público, los
institutos descentralizados quedaron bajo un control del ejecutivo, y se extendió el
período de los representantes a cuatro años. López logró crear la figura de la
"emergencia económica" y una declaración de principios en relación con la
intervención del Estado, al vincularla a una política de ingresos y salarios y de
pleno empleo, y al determinar que el objetivo principal del desarrollo económico es
la justicia social y el mejoramiento armónico e integrado de la comunidad y "de las
clases proletarias en particular". Las doctrinas económicas de Keynes alcanzaban
así un rango constitucional.
Tampoco esta reforma logró sus objetivos. La modernización del Estado se hizo a
costa de consolidar los vicios del clientelismo y de un proceso de creciente
corrupción y pérdida de importancia del Congreso y de los políticos profesionales.
La prolongación del Frente Nacional condujo a acentuar el congelamiento político
que se había producido en el país y que López Michelsen tanto había denunciado.
Colombia empezó a generar esa paradoja de un Estado eficiente y capaz en
muchos aspectos económicos y administrativos, pero impotente en los temas que
tradicionalmente se han asignado al Estado: garantizar los derechos básicos de
los ciudadanos mediante un sistema adecuado de justicia y un orden político que
tenga la aceptación de la mayoría de los ciudadanos.
Las dos reformas comentadas, realizadas mediante el procedimiento de la
aprobación por el Congreso en dos legislaturas distintas, fueron impulsadas por
dos presidentes decididos y con una amplia visión. La primera contó con el apoyo
de un partido liberal lleno de energía; la de 1968 se hizo contra un Congreso que
no se preocupó sino por conservar sus prebendas. Por ello la primera, aunque
más audaz, logró una coherencia que contribuyó a su aceptación por la sociedad.
La segunda tuvo mucho de colcha de retazos, a pesar de sus logros indiscutibles,
y pronto condujo a la sensación de que la Constitución había dejado de servirle a
Colombia.
1. Origen
El uso de liberalismo proviene de la obra del médico y filósofo inglés John
Locke (1632-1704), primero en la historia en desarrollar
una filosofía propiamente liberal, consagrando la propiedad privada como un
derecho y el consentimiento de los gobernados como un principio
fundamental. A esa primera doctrina se la conoce como “liberalismo clásico”,
para distinguirla de las corrientes que vinieron después.
2. Pilares fundamentales
El estado de derecho garantiza la igualdad tanto de gobernantes como gobernados.
Los seres humanos son entes racionales. Y como tal poseen derechos
inalienables y la capacidad de elegir por sí mismos. Esto se traduce en el derecho
de llevar la vida privada tal y como lo prefieran, amparados en los tres “derechos
naturales” de Locke: vida, libertad y propiedad privada.
4. El individualismo
El liberalismo antepone los derechos y libertades individuales por encima
de los colectivos, dado que considera al individuo como persona única,
primordial y en pleno ejercicio de sus libertades propias.
5. La propiedad privada
Para el liberalismo, la propiedad privada debía ser un derecho garantizado.
7. Tipos de liberalismo
El liberalismo económico buscaba brindar las menores intromisiones estatales posibles.
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