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Sche Per
Sche Per
está fuera del campo y recoge datos puros de una manera objetiva. Los etnógrafos
tradicionales tienen la obligación de capturar los hechos con la máxima precisión
posible, pero Scheper-Hughes plantea la imposibilidad de objetividad, la comprensión
antropológica siempre es parcial y hermenéutica, porque todos los hechos están
seleccionados y los antropólogos eligen que interpretar y que ignorar. La autora lleva a
cabo su trabajo como resultado de una interacción humana entre ella y la gente
delAlto, prefiere utilizar una etnografía abierta que permita múltiples conclusiones
alternativas. La antropología implica un salto fuera de sí mismo hacia otro y
desconocido. Scheper-Hughes entiende que los etnógrafos dejan huellas en su trabajo
porque son humanos y no pueden evitar implicarse en la vida de la gente que
investigan. Para ella, la antropología es un campo de conocimiento, pero un campo de
acción también. El trabajo antropológico es empírico, pero debe liberarse de la verdad
de sus presupuestos culturales occidentales. Los antropólogos dan voz a los
silenciados, tienen el poder de decir la verdad y de llevar a cabo un trabajo de
conocimiento.
En Muerte sin llanto, se han mostrado los factores que contribuyen a la indiferencia
ante la muerte infantil. Las condiciones históricas de producción de azúcar y el
capitalismo industrial se traducen en Bom Jesus en una situación de precariedad que
deviene en pobreza y esta, en hambre. Los pobladores y niños se enferman de
nerviosismo pero las causas estructurales están en un Estado que no provee comida y
que los alimenta de medicamentos. Esta situación genera una alta tasa de muerte
infantil, es decir, también una baja expectativa por parte de las madres ante sus hijos.
Así desarrollan un cariño tardío, tomando siempre en cuenta el potencial de
supervivencia de los niños.
En palabras de la autora, intenta realizar una “antropología con los pies en el suelo”
pues su etnografía pretendía sumergirse en las realidades y dilemas prácticos de la vida
cotidiana de los protagonistas de su estudio, consistentes en la violencia cotidiana que
debían enfrentar diariamente los moradores del Alto do Cruzeiro [9].
Una de las grandes aportaciones es la autoridad con que la autora afronta el ejercicio
de su antropología, comprometida ante un drama social de tal magnitud. Este la obliga
a realizar una profunda reflexividad ante el ejercicio de la propia praxis antropológica.
Aparece de forma transversal en toda la obra el desarrollo de una antropología
feminista, preocupada de conceder voz a los protagonistas e integrar el complemento
ético a la práctica de la disciplina, que desembocará en un compromiso antropológico
con el sujeto de campo. Esta forma de hacer etnografía, preocupada por la reflexividad
y la subjetividad, será un gran paso que dará la antropología para adentrarse en la
posmodernidad
La muerte sin llanto es un relato sobre las vivencias de una clase social brasileña, cuya
escasez de recursos y padecimiento de enfermedades bajo una estructura sanitaria
deficiente, aboca irremisiblemente a la muerte a las mujeres y niños de una favela.