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El rol autónomo del arte en los tiempos de la autonomía

del pueblo soberano por sobre la institucionalidad


Por Cristian Calderón

Desde el 16 de octubre, que en todas las ciudades de este estrecho país


se puede sentir los vientos frescos que mueven a sus anchas las voluntades del
pueblo los arremolinados tiempos que atravesamos como sociedad. Fue el
derrumbe de casi todas las estructuras normativas con las cuales la
institucionalidad estructura y norma casi todas y cada una de nuestra maneras
de relacionarnos en sociedad y entre pares.

De esta manera es como vimos esparcidos por el largo del territorio


nacional los ataques de un pueblo hastiado de decenas de años en donde las
relaciones monetarias coartaban todos y cada uno de los derechos soberanos
que como seres humanos debiésemos tener; es de esta forma que vimos los
intereses institucionales metidos en nuestra educación, en nuestra salud, en
nuestro sistema de previsión y en nuestras pensiones. Estas fueron las razones
que esparcieron el fuego de la transformación de la vida misma por sobre los
secos pastos que el abuso había dejado en grandes extensiones territoriales de
nuestra intrincada geografía nacional, dejando al pueblo en un estado de
alzamiento, desde el cual arremetió con total vehemencia contra todas las
formas materiales en las que este control institucional se materializa en nuestras
vidas cotidianas; es de esta manera que se vieron confrontadas con violencia
tanto cuarteles policiales y militares como centros de abastecimiento de víveres
y herramientas, sedes de bancos e instituciones financieras así como en sedes
regionales y municipalidades.

Al calor de esta protesta social, es que el pueblo mismo busco maneras


autónomas de normar sus interacciones interpersonales, generando espacios en
el territorio mismo para componer organización de manera externa al colapso de
las instituciones nacionales ya tan deslegitimadas, generando en las ruinas de
cada derrumbe, un espacio de interacción social; creando piquetes médicos en
cada sitio donde la policía viola nuestros derechos humanos, organizando
cabildos ciudadanos cada vez que la transformación nos obligó a replantear
nuestros vínculos políticos, montando ollas comunes cada vez que el hambre
nos alcanzó en la lucha o produciendo medios de comunicación alternativos,
para superar el cerco mediático que el gobierno impulsa para ocultar bajo la
alfombra los casquetes de las escopetas anti motines.

Entre medio de este vendaval de nubes lacrimógenas, casquetes


metálicos y pedigones de dudosa materialidad, cual es el rol que como artistas
nos corresponde en este proceso transformativo de la sociedad?

A mi juicio, esta ya no puede ser una cuestionante que este desligada de


responsabilidades practicas; en los tiempos donde la transformación de la vida
esta en juego, el rol del arte es volver a insertarse dentro de la practica vital. Ya
fue el momento para las ferias de arte Chaco y FAXXI ya tan coartadas por su
componente monetario que desvirtúan los significados y la conexión que
tenemos con estos espacios expositivos, atiborrados de puestos y stand, en
donde la participación se vende al mejor postor., es el fin a mi juicio de estas
posturas reaccionaras del arte que poco contenido nos otorga, pero si una
estética muy cuidada.

Llegó un tiempo nuevo, en el cual de la mano de la re-significación de las


relaciones sociales que todos estamos viviendo, tenemos que re-significar las
formas en que nos aprontamos al proceso artístico, reintegrándolo a nuestras
practicas vitales la creación artística, recuperando la finalidad de las vanguardias
artísticas de principio de siglo, como nos menciona Peter Burger “La exigencia
(de la unión de la praxis vital con el proceso creativo) no refiere al contenido de
las obras; va dirigida a contra el funcionamiento del arte en la sociedad” 1,es en
este sentido que el arte que nos corresponde hacer como creadores conscientes

1
Bü rguer, Peter. “El problema de la autonomía del arte en la sociedad burguesa”. En
Teoría de la vanguardia: Teoría de la vanguardia, Península 1974 pp. 103
del contexto social, es uno que concluya con la máxima instaurada por el
vanguardismo y que busque la síntesis una vez mas de lo artístico con lo vital,
quitándole de las manos el control del significado artístico a los especuladores
financieros, coleccionistas y académicos, y devolverlo en un parto creativo al
pueblo, que ya empoderado en un acto de iconoclastía pura destruye uno a uno
los símbolos que representar las formas de poder, generando territorio para
poder construir nuevos símbolos que sean contingentes a las nuevas formas de
relaciones sociales que se buscan establecer desde la misma calle.

Es en este sentido, que la selección fotográfica de la muestra ““NADA ES


MUY CARO SI SE TRATA DE NUESTRA FELICIDAD” (2019) 2, toma un fuerte
valor como registro del proceso de descomposición simbólica del antiguo
régimen de control, puesto que la selección de estas fotografías muestran
plenamente como este devenir iconoclasta se manifiesta en las calles, grafican
la manera en que estas formas de control del partido del orden caen en el
descredito y anulan su valor material al fuego de las barricadas que colman las
esquinas de las grandes urbes de la intrincada geografía nacional.

2
Serie fotográ fica por Cristian Belano, Titulo obtenido de un extracto de “Lo
estamos Pasando Muy Bien”, de Los Prisioneros de su disco “La cultura de la basura”
(1987)

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