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Los Ciclos de la mujer y la luna

Escrito por Miranda Gray   


Domingo, 02 de Agosto de 2009 17:33
Luna Roja. Los dones del ciclo menstrual, Gala Ediciones,
1995 

El caso de la menstruación femenina es


uno de los ejemplos más claros de esta
tendencia nuestra a omitir el lado
introspectivo que caracteriza a los
valores yin. El ciclo menstrual es un
conjunto de fases donde la mujer tiene
el potencial de conectar, mensualmente
y a través de su propio cuerpo, con la
creatividad que se desprende de todo
ciclo vital de muerte y renacimiento.
Tiempo lineal y tiempo cíclico. Ritos
de iniciación (Nacimiento y
Renacimiento)
Hay un momento en la vida de la mujer
donde comienza a sentirse parte integrante y conformante del proceso
creativo de la naturaleza. El punto de inflexión lo marca su primera
menstruación. Antes de ese momento, la mujer es todavía una niña y
vive un tiempo lineal caracterizado por el discurrir homogéneo de sus
días sin cambios importantes en su naturaleza emocional y energética.
La primera menstruación es un momento importante en la vida de la
mujer. Por desgracia este momento pasa desapercibido en la mayoría
de los casos o se vive sin la conciencia y la importancia que tendrá
para la mujer este acceso fisiológico y corporal con el ritmo vital. En
nuestra sociedad actual no hay una educación enfocada a informar a
las niñas que a partir de su primera menstruación los días no van a ser
iguales. Las chicas adolescentes de hoy en día no tienen una
información clara y precisa de que su biología va a transformarse y se
estructurará en ciclos. Para una adolescente es importante saber que
cada uno de los días van a ser diferentes a lo largo de un mes y que,
sin embargo, volverán a repetirse mes tras mes. Esta repetición va a
generar un ritmo del que podrán ser conscientes con tan sólo
observarlo, vivirlo. La finalidad de concienciarse de su ciclo es poder
explorar cada uno de los diferentes matices diarios sin perderse
emocionalmente dentro de esta variedad tan rica de posibilidades.
Muchas de las madres no pueden informar a sus hijas de este hecho
por que ni siquiera ellas saben que existe esta posibilidad, tampoco los
padres. La sociedad nos exige vivir desconectadas, nos pide que
volvamos a ser seres asexuadas volviendo al tiempo lineal de nuestra
niñez.
Una vez la mujer ha accedido a su naturaleza cíclica, es imposible
desconectarse y querer volver a vivir en un tiempo lineal. Sería como
querer retornar biológicamente a nuestra infancia, y esto la naturaleza
no lo contempla. Sin embargo la sociedad sí nos exige esta
homogeneidad en nuestros patrones de conducta, nos demanda seguir
igual día tras día, sin cambios a lo largo de un ciclo mensual. Nuestro
péndulo vital nos obliga a bajar, a bucear y explorar nuestra naturaleza
interna, mientras que la sociedad exige constantemente estar arriba,
disponibles, activas, yang, fuera, al frente, ignorando los ciclos yin de
interiorización. La mujer, en su descenso a lo profundo trae al mundo
externo el yin, ella es la portadora de sus cualidades, pero para ello
necesita conectar con esa parte, necesita distanciarse durante una fase
de su ciclo para volver al mundo externo, yang, con la sabiduría
adquirida en su descenso.
Por esta razón muchas mujeres viven cada mes de manera conflictiva
esta oportunidad que la naturaleza brinda. Lo llamamos síndrome
premenstrual. Son unos días de conflicto donde la naturaleza empuja a
la mujer hacia lo profundo, mientras que la sociedad la retiene
impidiéndole ese acercamiento. Y así la mujer vive un periodo de gran
conflicto donde su visión interior contrasta con una realidad exterior
que ha extremado sus valores hasta el punto también de desvirtuarlos.
La falta de información a la hora de entender este proceso es muchas
veces la causa que impide tanto a la mujer como al hombre tomar
conciencia de este hecho. Dialogar con las energías que se despiertan
durante la menstruación a lo largo del ciclo puede ayudar a la mujer a
recuperar parte de su equilibrio. Este diálogo necesitará de un
distanciamiento responsable y consciente de la actividad y el ritmo que
se viven fuera.
Nuestros antepasado celebraban los inicios de los ciclos, y la primera
menstruación de una mujer era motivo de celebración para la
comunidad. Pero los ritos de iniciación tan importantes en estas
sociedades también han desaparecido de nuestra manera occidental de
entender la vida, así como el sentido sagrado de la misma. Esta
carácter sagrado no era otra cosa que sentir en carne propia esa
conexión con el pulso, con los latidos de la vida. De igual importancia
y significación para la mujer son las alteraciones biológicas que se
producen en su ciclo mensual, como son los embarazos o la
menopausia. También la menopausia deberían igualmente celebrarse
como final de un periodo y renacimiento a otra etapa. Pero al perder el
sentido de los cambios, hemos perdido la heterogeneidad que genera
diferencia, alternancia y vida, en favor de una homogeneidad cada vez
más estéril y aburrida. ¿Qué podemos hacer? Experimentar con
curiosidad cada fase de nuestro ciclo mensual, integrarla, celebrarla y
dejarla marchar. Y emocionarnos y agradecer al sentir el ritmo.

Cuatro Fases
Sociedades antiguas y todavía hoy comunidades indígenas separaban y
aislaban a las mujeres que estaban menstruando para, precisamente
aprovechar al máximo el potencial vital y creativo que la mujer
portaba dentro. Una información ancestral valiosa que se utilizaba para
ayudar, nutrir, inspirar y dirigir a la comunidad donde habitaban. Para
ponernos en contacto con estas energías creativas que se liberan
durante el ciclo mensual podemos distinguir cuatro fases fisiológicas
que son las fases de todo proceso creativo y también las fases de
gestación de la naturaleza.

1. Muerte (culminación, menstruación)

El ciclo comenzaría con el primer día de sangrado. Un momento en el


que se cierra el ciclo anterior y se da comienzo a un nuevo ciclo. Este
dejar ir dura entre 3 y 5 días más o menos dependiendo de la mujer. Es
éste un momento de muerte e introspección, de liberación de un ciclo
que se ha completado. En esta fase la mujer tiene el potencial de
contactar con ese interior frío, oscuro, receptivo que forma parte
intrínseca de su naturaleza. Un momento de intimidad y aproximación
a un espacio interno profundo, muy profundo, que nos recuerda unos
valores hoy por hoy olvidados.

2. Renacimiento (preparación, comienzo)

Después de los días de menstruación el cuerpo de la mujer comienza a


prepararse para gestar un nuevo óvulo en los ovarios, es la fase de
renacimiento. Esta preparación tiene a nivel vital externo su expresión
en la planificación preliminar de las ideas que darán lugar a nuevos
proyectos. Esta es una fase donde podemos encontrar inspiración en
todo aquello que nos rodea, pudiendo disfrutar de una forma renovada
de la relación con nuestro entorno. La naturaleza intuitiva de la mujer
irá seleccionando aquello en lo que ir fijando su atención pero todavía
sin decidir una forma, simplemente jugando.

3. Pensamiento (dirección)

Esta fase da paso a unos días en los que la mujer empieza a contactar
con la dirección que quiere dar a esas ideas, gestándose la intención y
la forma de un proyecto, idea o causa determinados. También aquí la
intuición de la mujer tiene un papel relevante en la toma de decisiones
y prioridades. A nivel fisiológico el óvulo ha viajado de los ovarios al
útero y se encuentra en su fase más receptiva esperando a unirse a un
espermatozoide. Éste es por ello un momento donde la mujer se
expresa a un nivel más externo y sus deseos personales son menos
importantes, se va preparando ya aquí para una posible maternidad. En
esta fase la mujer puede aportar gran ayuda y nutrimento a otros
miembros de su entorno o comunidad.

4. Creatividad (creación)
Y por último llegamos a los días previos a la menstruación. Uno de los
momentos donde la mujer está más frenética y creativa en su vida
cotidiana pues el óvulo, si no ha sido fecundado por un
espermatozoide, tienen el potencial de hacerlo a otros niveles tomando
la forma de proyectos y causas que se concretan y exteriorizan con la
estructura y potencia natural que ha ido gestándose a lo largo de las
etapas anteriores. La mujer en esta fase empieza ya a sentir la llamada
interna y van creciendo recíprocamente su intuición o su lucha,
conforme se adentra o se resiste a esta reunión con la parte de su
naturaleza más desconocida y recóndita.

y vuelta a empezar

Y así llegamos de nuevo a la fase donde el óvulo y el tejido que


recubre el útero son expulsado fuera del cuerpo. La mujer puede
acceder aquí a su naturaleza más yin. La mujer en esta fase conecta
con soluciones y salidas creativas, encuentra los matices, resuelve los
enigmas. Se completa y despide un ciclo, y se va madurando el inicio
del próximo.

Parecería obvio resaltar que la forma de entrar en conexión con las


energías de cada fase no proviene de la razón y el entendimiento
intelectual de estos ciclos. Con este artículo corremos quizá el riesgo
de que la lectura del mismo pueda generar una barrera intelectual
superficial que impida un acercamiento mas vivencial. Sin embargo
hemos considerado importante facilitar esta información y hacerlo
desde la perspectiva integradora del ciclo básico del yin y el yang.

1. Rememora tu primera menstruación. Reúne en casa a familiares


y amigos, y atrévete a celebrar ese momento como celebras tu
cumpleaños. Busca entre tus recuerdos la fecha o época del año donde
tuviste tu primer ciclo, si no consigues acordarte, establece una fecha
simbólica. Celebra este evento anualmente; estás celebramos el inicio
a la vida cíclica. En ocasiones sorprende cómo nuestra fecha de
nacimiento, nuestro cumpleaños, es cercana o coincide con la fecha de
nuestro primer periodo.

Aprovecha los regalos que te hagan o te hagas para lucirlos durante los
días de tu menstruación a lo largo del año. Esos días vístete para ti.
Elige colores que te acompañen en tu introspección: negro, marrones,
violetas…

Otra sugerencia es que os reunáis varias amigas cuya fecha de inicio a


la vida cíclica coincida en el tiempo. Animaros a compartir y celebrar
ese momento.
2. Ir sincronizando tu menstruación con la Luna. A lo largo de los
dos o tres primeros meses es importante observar la luna y entender
cómo está funcionando tu ciclo actualmente. Posteriormente podemos
empezar a sincronizar nuestro periodo con los días de Luna llena, o de
Luna nueva. Sincronizarnos con la luna llena nos brinda la
oportunidad de exteriorizar y dar forma en el mundo a nuestra
creatividad interior. Sincronizar con la luna nueva nos lleva a un
periodo de mayor introspección profundizando en el misterio y la
intuición. Dependiendo del momento vital en el que nos encontremos
puede apetecernos más sincronizarnos con uno u otro.

Para conseguir esta sincronización fijaremos nuestra intención en un


plazo relativamente flexible de tiempo, por ejemplo 1 año, y cada mes
alrededor de la 2ª semana que es la fase de nuestro ciclo mensual
relacionado con la dirección y los proyectos, nos centraremos en
recordar nuestro objetivo. Podemos utilizar la siguiente frase para
programarnos y fijar nuestra intención en sincronizarnos “Sincronizo
mi ciclo mensual interno con el ciclo de la Luna. La próxima
primavera (verano/otoño/invierno) mi menstruación empezará con la
Luna llena (nueva)”. Este margen de 1 año es recomendable para
intentar no caer en procesos obsesivos de competencia personal, y
permitir que esta pauta corporal se vaya instaurando en nuestro cuerpo
de manera paulatina y relajada.

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