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ALGO ESTA CAMBIANDO

Por GILBERTO ALEGRE (*)

Hace algunos años atrás se


formaba el Frente Renovador en la
provincia de Buenos Aires, en el que
Sergio Massa lideraba a un grupo de
intendentes, entre los que me
encontraba.

En ese tiempo y en soledad,


habíamos dado visibilidad a una posición
disidente a un kirchnerismo gobernante y
en pleno apogeo al que, con visiones
críticas, habíamos acompañado hasta entonces.

Para dar sustento a ese proyecto, se formó una escuela de gobierno que realizó su
presentación en una conferencia de prensa en el municipio de Tigre, contando entre sus
invitados y como figura preponderante al Dr. Tabaré Vásquez que, en ese momento, había
dejado la presidencia de su país. En esa charla, tuvimos también el honor y el orgullo de
contar con la presencia de varios compañeros de renombre en la política nacional y provincial,
entre los que se destacaba Antonio Cafiero.

Después de la conferencia, Antonio, que era el centro de la escena, comentó algunas


de sus riquísimas experiencias en la historia de nuestro movimiento. Fue entonces cuando
alguien le preguntó cómo interpretaba que Perón después de un largo exilio, no fuera olvidado
por su gente y pudiera retornar triunfante a nuestra Patria. Cafiero respondió que el General
había comentado en una oportunidad, que se habían dado tres factores preponderantes: en
primer lugar, colocó a Evita como la llama siempre encendida en el corazón de su pueblo,
después la calidad de sus adversarios y por último, la suerte, porque sin suerte, habría
acotado el General, es muy difícil triunfar.

La humildad de Perón hizo que él no se atribuyera ningún rol, cuando todos sabemos
que las tres condiciones pudieron haber sido claves en la supervivencia de nuestro espacio
político y su retorno a la Patria, pero sin su conducción, todas las otras variantes no hubieran
sido suficientes.
¿Por qué recuerdo esto? Porque entiendo que esas condiciones que se dieron durante
la proscripción del Peronismo, se repiten en cierto modo, en estos tiempos.

No puede dejar de reconocerse la calidad de conductora de Cristina Fernández, quien


llevó a su espacio otra vez al gobierno, más allá de las diferencias que tenemos muchos
compañeros con sus políticas. Parecía que su retorno no era posible y mientras muchos
suponían que terminaría su carrera política en la cárcel, otros tantos deseaban que ese fuera
su destino.

Sin duda, su capacidad (y también la calidad del adversario) hicieron que no se diera
esa posibilidad y, por el contrario, que retornara al poder, tras ganar nuevamente las
elecciones.

En su regreso, lo hizo formalmente acompañando a Alberto Fernández como su Vice


Presidente, cargo al que históricamente se le atribuía una capacidad menguada para la toma
de decisiones. Pese a esta situación, la mayoría de los analistas, le asignaban al Presidente
un papel secundario, porque era Cristina, quien tenía la conducción de ese espacio y, además,
porque el presidente había cuestionado severamente, tiempo atrás, a su compañera. Todo
hacía pensar que la conveniencia política había dado lugar a esa fórmula y que la falta de
acuerdo daría lugar a conflictos que se resolverían en el gobierno.

Ahora bien, según los dichos de Antonio, atribuidos al General Perón, la suerte juega un
papel preponderante en los resultados políticos que, si bien puede haber jugado
favorablemente en el retorno de Cristina, cabe preguntarse si el Presidente también ha sido
favorecido por ese factor aleatorio.

Recordemos que Alberto Fernández se fue del gobierno en una etapa de la gestión
kirchnerista aún aceptable, transformándose posteriormente, en un duro cuestionador de
algunas decisiones. ¿Qué motivos lo llevaron a reconsiderar sus dichos para terminar
aceptando ser candidato a presidente de Cristina? ¿Cuál es el acuerdo, si es que existió, para
evitar conflictos futuros entre ambos en el gobierno?

Ese será siempre un análisis que pertenece a su fuero íntimo y el tiempo dirá si su
decisión fue acertada.
Si nos atenemos a una célebre frase de Winston Churchill, quien dijo que “si uno no
cambia, nunca logra cambiar nada”, su decisión puede ser atinada, si logra realizar las
transformaciones que necesita nuestra Patria para volver a la senda del crecimiento y
desarrollo.

El haber llegado a la Presidencia de la Nación en este contexto, lo hace aparecer como


un político hábil y afortunado.

Sin duda, al Presidente le hubiera resultado difícil armar una estructura electoral sólida
a nivel nacional que lo llevara a ocupar ese cargo.

Pareciera que el haber llegado a este lugar, fue el resultado de su habilidad


acompañado por un golpe de suerte. ¿Pero eso es suficiente para llevar adelante una buena
gestión sin una estructura de poder propia? No debemos perder de vista que el triunfo,
también le significa hacerse cargo de un país en condiciones económicas de gravedad
severa, con un gabinete parcelado, un potencial frente hostil por los vencimientos de la
deuda y una realidad interna de acoso por los potenciales conflictos políticos con las facciones
más duras del kirchnerismo, refugiadas en algunos movimientos sociales y también en
determinados sectores políticos de la Cámpora, sin descontar eventuales demandas
generalizadas de gremios, que podrían iniciar reclamos por recomposiciones salariales
afectados por la inflación.

¿Qué Alberto conducirá el gobierno? ¿El crítico de algunas de las etapas de la gestión
kirchnerista, o deberá resignar este lugar, que aparecía como fruto de sus convicciones, para
alinearse con las decisiones de la vicepresidente?
En este panorama de incertidumbres, irrumpió en el escenario mundial y nacional una
pandemia que trastocó la vida normal de todos, y mutó los escenarios en algo nuevo y
desconocido.
Frente a eso, nuestro Presidente rápidamente se puso al frente de la situación
sanitaria, demostrando una capacidad de liderazgo que sorprendió a la mayoría de la
comunidad, otorgándole dicha acción un amplio reconocimiento social, reflejado en el
crecimiento de los índices de su imagen positiva.
Sin duda, esta situación le ha dado una entidad como líder, desconocida para la
gran mayoría de los argentinos. Y su liderazgo se consolidó en principios éticos muy
profundos, donde puso como valor la vida por sobre cualquier otro interés. Ante esta realidad
nuestro presidente planteó que la caída del PBI se puede recuperar, no así las vidas humanas
que se pierdan.

¿Cuáles serían entonces los riesgos que enfrenta el presidente Fernández hacia el
futuro?

Sin duda, los objetivos que aparecen como prioritarios son la renegociación de la
deuda, la recuperación de la economía, la reparación de los sectores que han caído en la
pobreza y la inserción internacional de nuestro país en un mundo complejo.

Nuestra Nación ya no contaría con capacidad de crédito, las posibilidades de emisión


monetaria también aparecerían como muy limitadas y, ante esta situación, podría ser
necesario aumentar la ya agobiante presión tributaria para lograr recuperar las fuentes de
trabajo, rescatar a todos los que han caído en la pobreza como consecuencia de esta crisis y
retomar la senda del crecimiento y desarrollo que hemos perdido hace muchos años.
Además, insertar en el mundo del trabajo a los excluidos desde hace varias
generaciones para volver a pensar en la movilidad social ascendente como objetivo central de
nuestras políticas y no solo en planes sociales. Volver a los grandes objetivos del Peronismo
quien proclamaba en una de sus verdades, que decía “Para el peronismo existe una sola clase
de hombres: los que trabajan”.

Para llevar adelante un programa de esas características y con calma social, se


necesitará un amplio consenso dentro de nuestra sociedad.

¿Se puede lograr? La grave situación que afrontamos haría posible este desafío, pero
conseguir una amplia mayoría de voluntades no se conseguirá resignando banderas que
hacen también a la salud, en este caso, de la Republica. Olvidarnos de la corrupción y seguir
insistiendo en ocultar esas prácticas que tanto daño le hacen a la convivencia de nuestros
compatriotas, no sería un buen punto de partida para comenzar la recuperación.
En nuestro país existe cierta tendencia negacionista, llevada adelante por quienes
eligen ocultar la realidad de hechos generalmente aceptados, para evadir una verdad
incómoda. Es necesario investigar como mínimo, no solo la corrupción del gobierno
kirchnerista, sino también los presuntos negociados durante la gestión del presidente Mauricio
Macri. Estos son algunos de los acontecimientos que no pueden caer en el olvido. Seguro hay
muchos más. No será fácil. Hoy solo lo puede lograr alguien como nuestro Presidente que,
levantando las banderas de la vida frente a cualquier otra especulación, está llevando con
éxito y amplio consenso social esta difícil tarea.

La próxima etapa será muy dificultosa y se necesitará un amplio apoyo de todos los
sectores.

Solo se puede aspirar a semejante objetivo levantando bien alta la bandera de la ética
y el sacrificio. Seguramente, la sociedad está dispuesta al sacrificio, pero con justicia. Sin
duda debe convocarse a personalidades con experiencia en el manejo de crisis, quienes junto
a jóvenes elaboren un programa que permita elegir un camino consensuado y apropiado para
esta realidad.

En esta etapa los jueces deben jugar un rol protagónico. El presidente debe saber que
no está solo. Él dio el primer paso con un claro ejemplo, al no convalidar un acto de corrupción
aberrante como hubiera sido la compra de alimentos con sobreprecios, en plena crisis
sanitaria.

Una golondrina no hace verano, pero es una señal de que algo está cambiando.
Tenemos una nueva oportunidad. No la desaprovechemos.

(*) Ex Concejal
Ex Director Provincial de Promoción del interior
Senador Provincial (MC)
Vicepresidente Primero del HCS Buenos Aires
Convencional Constituyente de la provincia de Buenos Aires
Intendente Municipal de General Villegas (5 mandatos)
Diputado Nacional (MC)

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