tual—. Es obvio que, desde el prisma interno, existen lagunas relativas
al tratamiento jurídico de ciertas opiniones o decisiones, en particular cuando son el resultado de un procedimiento de control que España no haya aceptado, como es el caso de las reclamaciones colectivas res- pecto a la CSE. Sin embargo, en la práctica, este problema tiene algo de artificial: en la medida en que el CEDS, que conoce de las reclama- ciones colectivas relativas a la CSE, también lo hace respecto a los infor- mes relativos a España, no hay duda que su jurisprudencia se extenderá por igual al tratamiento de idénticas cuestiones en ambos procedimien- tos de control, es decir, será utilizada al evaluar los informes de Estados Partes como España. Junto al factor ya señalado, el de la interferencia argumental del TC, hay diversos factores que inciden en este estado de la cuestión. Ahora bien, hay verlos desde una perspectiva global: en ellos inciden el conjunto de los operadores jurídicos que intervienen en la práctica jurisdiccional, no solamente los propios juzgadores, porque todos ellos pueden incentivar con su actitud, e incluso llegar a provocar, plantea- mientos resolutorios acordes con los términos de la legalidad inter- nacional e interna —pues, no debe olvidarse que la función norma- tiva de los tratados internacionales se produce dentro del marco del ordenamiento jurídico interno y de las reglas jurídicas de este—. Pero también pueden, legítimamente por supuesto, sugerir una aplicación no debida o no ajustada al objeto del litigio de esos mismos tratados internacionales. Se quiere señalar, de manera genérica y sucinta, tres factores relevantes. En primer término, se aprecia a nivel político-jurídico y técnico-jurí- dico una falta de suficiente conocimiento de los términos que definen la caracterización como fuente normativa, el alcance y la implementación de los tratados internacionales, así como del exacto alcance jurídico de la reglamentación en el ordenamiento jurídico español de la función normativa de los tratados internacionales de derechos humanos, de manera diferenciada de su función interpretativa. En este sentido, junto en ocasiones una tendencia a desvirtuar la aplicabilidad interna de los tratados internacionales en favor de la norma jurídica española —es decir, adoptada conforme a los procedimientos de creación del derecho en España—, es perceptible la enorme dificultad objetiva de asumir una aproximación internormativa que se extienda simultáneamente a un conjunto de normas jurídicas de distinto origen jurídico-formal —inter- na e internacionales—, incluso cuando el punto de partida sea el de la aplicación de la norma más favorable. Ahora bien, tales dificultades no
162 Reflexiones sobre la aplicabilidad de las opiniones y decisiones de los órganos de expertos…
pueden justificar, o al menos eso se cree, interpretaciones que desvir-
túan el valor jurídico de los tratados internacionales o aproximaciones diferentes a los mismos en función del objeto del litigio. En cualquier caso, es evidente que la dimensión constitucional de los DESC, la mayo- ría de ellos tenidos por principios rectores de la política social y eco- nómica, es un vector de considerable entidad. En segundo término, nunca hay que descartar un cierto nivel de dificultad personal en quien debe aplicar ese conglomerado internor- mativo, debido a su propia formación, para desprenderse de la aplica- ción de la ley o de la norma de rango inferior a la ley, en favor de un tratado internacional de derechos humanos; tal vez esto sea más evidente en el ámbito de los temas relativos a las relaciones laborales. En todo caso, por asimilación, la progresiva y necesaria penetración de normas jurídicas ajenas al Derecho español —por ejemplo, del Derecho de la Unión Europea— debe ser un espejo que redunde en otras acti- tudes, pero también en una forma diferente de enfocar el análisis y la formación de quien debe juzgar. Lo más positivo sería que los procesos de unificación de doctrina comportasen un análisis jurídico de estas cuestiones —aunque para ello, claro está, deben plantearse adecuada- mente los recursos preceptivos—, para ofrecer pautas claras y uniformes que solucionen las posibles dudas existentes. Y, en tercer término, existe un factor estructural de difícil modifica- ción que es, este así, ajeno al ordenamiento jurídico español: la ausencia de mecanismos de coerción en el Derecho internacional de los derechos humanos para realmente desmotivar cualquier forma de aplicación de las normas jurídicas en materia DESC que las contradiga o las infrava- lore. Esto destaca todavía más la relevancia de que los jueces estatales se conviertan figuradamente en jueces internacionales. Finalmente, se quiere señalar que lo antedicho pretende o se fija en algo que puede parecer innecesario: la inadecuada aplicación de los tratados internacionales en materia DESC, interpretados conforme a las opiniones y decisiones de los órganos de expertos internacionales com- petentes, compromete la responsabilidad internacional de España, y puede repercutir en un futuro enjuiciamiento negativo por los mismos del nivel de cumplimiento de las obligaciones jurídicas internacionales de España en materia DESC.