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Jordi Bonet Pérez

tual—. Es obvio que, desde el prisma interno, existen lagunas relativas


al tratamiento jurídico de ciertas opiniones o decisiones, en particular
cuando son el resultado de un procedimiento de control que España
no haya aceptado, como es el caso de las reclamaciones colectivas res-
pecto a la CSE. Sin embargo, en la práctica, este problema tiene algo
de artificial: en la medida en que el CEDS, que conoce de las reclama-
ciones colectivas relativas a la CSE, también lo hace respecto a los infor-
mes relativos a España, no hay duda que su jurisprudencia se extenderá
por igual al tratamiento de idénticas cuestiones en ambos procedimien-
tos de control, es decir, será utilizada al evaluar los informes de Estados
Partes como España.
Junto al factor ya señalado, el de la interferencia argumental del
TC, hay diversos factores que inciden en este estado de la cuestión.
Ahora bien, hay verlos desde una perspectiva global: en ellos inciden
el conjunto de los operadores jurídicos que intervienen en la práctica
jurisdiccional, no solamente los propios juzgadores, porque todos ellos
pueden incentivar con su actitud, e incluso llegar a provocar, plantea-
mientos resolutorios acordes con los términos de la legalidad inter-
nacional e interna —pues, no debe olvidarse que la función norma-
tiva de los tratados internacionales se produce dentro del marco del
ordenamiento jurídico interno y de las reglas jurídicas de este—. Pero
también pueden, legítimamente por supuesto, sugerir una aplicación
no debida o no ajustada al objeto del litigio de esos mismos tratados
internacionales.
Se quiere señalar, de manera genérica y sucinta, tres factores relevantes.
En primer término, se aprecia a nivel político-jurídico y técnico-jurí-
dico una falta de suficiente conocimiento de los términos que definen
la caracterización como fuente normativa, el alcance y la implementación
de los tratados internacionales, así como del exacto alcance jurídico de
la reglamentación en el ordenamiento jurídico español de la función
normativa de los tratados internacionales de derechos humanos, de
manera diferenciada de su función interpretativa. En este sentido, junto
en ocasiones una tendencia a desvirtuar la aplicabilidad interna de los
tratados internacionales en favor de la norma jurídica española —es
decir, adoptada conforme a los procedimientos de creación del derecho
en España—, es perceptible la enorme dificultad objetiva de asumir una
aproximación internormativa que se extienda simultáneamente a un
conjunto de normas jurídicas de distinto origen jurídico-formal —inter-
na e internacionales—, incluso cuando el punto de partida sea el de la
aplicación de la norma más favorable. Ahora bien, tales dificultades no

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Reflexiones sobre la aplicabilidad de las opiniones y decisiones de los órganos de expertos…

pueden justificar, o al menos eso se cree, interpretaciones que desvir-


túan el valor jurídico de los tratados internacionales o aproximaciones
diferentes a los mismos en función del objeto del litigio. En cualquier
caso, es evidente que la dimensión constitucional de los DESC, la mayo-
ría de ellos tenidos por principios rectores de la política social y eco-
nómica, es un vector de considerable entidad.
En segundo término, nunca hay que descartar un cierto nivel de
dificultad personal en quien debe aplicar ese conglomerado internor-
mativo, debido a su propia formación, para desprenderse de la aplica-
ción de la ley o de la norma de rango inferior a la ley, en favor de
un tratado internacional de derechos humanos; tal vez esto sea más
evidente en el ámbito de los temas relativos a las relaciones laborales.
En todo caso, por asimilación, la progresiva y necesaria penetración de
normas jurídicas ajenas al Derecho español —por ejemplo, del Derecho
de la Unión Europea— debe ser un espejo que redunde en otras acti-
tudes, pero también en una forma diferente de enfocar el análisis y la
formación de quien debe juzgar. Lo más positivo sería que los procesos
de unificación de doctrina comportasen un análisis jurídico de estas
cuestiones —aunque para ello, claro está, deben plantearse adecuada-
mente los recursos preceptivos—, para ofrecer pautas claras y uniformes
que solucionen las posibles dudas existentes.
Y, en tercer término, existe un factor estructural de difícil modifica-
ción que es, este así, ajeno al ordenamiento jurídico español: la ausencia
de mecanismos de coerción en el Derecho internacional de los derechos
humanos para realmente desmotivar cualquier forma de  aplicación de
las normas jurídicas en materia DESC que las contradiga o las infrava-
lore. Esto destaca todavía más la relevancia de que los jueces estatales
se conviertan figuradamente en jueces internacionales.
Finalmente, se quiere señalar que lo antedicho pretende o se fija
en algo que puede parecer innecesario: la inadecuada aplicación de los
tratados internacionales en materia DESC, interpretados conforme a las
opiniones y decisiones de los órganos de expertos internacionales com-
petentes, compromete la responsabilidad internacional de España, y puede
repercutir en un futuro enjuiciamiento negativo por los mismos del nivel
de cumplimiento de las obligaciones jurídicas internacionales de España
en materia DESC.

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