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JUAN PABLO ARANGO HENRIET

La Sala Plena no escuchó a las partes en alegatos de conclusión, situación que


genera la causal de nulidad específica contemplada por el numeral 7 del artículo
133 del Código general del Proceso, el suscrito presentó alegatos de conclusión
por escrito, una vez que la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo asumió el
conocimiento para dictar sentencia. Sin embargo, el alegato de conclusión no fue
estudiado por la Sala no se convocó a los sujetos procesales para escucharlos en
audiencia como lo ordena perentoriamente el artículo 133, numeral 7, las
alegaciones se presentaron oportunamente ante la Sección Quinta del Consejo de
Estado, pues bien, al respecto, ha de destacarse que el artículo 181 del CPACA
previene que, al momento de finalizar la audiencia de pruebas, el juez o
magistrado, señalará fecha y hora para la audiencia de alegaciones y juzgamiento,
empero, la misma norma también lo faculta para que, por considerarla innecesaria,
ordene la presentación por escrito de los alegatos o al culminar la audiencia inicial,
pues, en asuntos como el sub judice, los artículos 179 y 283 del CPACA permiten
al conductor del proceso prescindir de la audiencia de pruebas, por no haber
pruebas que practicar en ella. Si bien es cierto que en caso de que se el
demandado opte por dicha audiencia, a ella deben concurrir los magistrados que
integran la respectiva Sala, Sección o Subsección, según sea el caso, de acuerdo
con el quórum requerido para adoptar la decisión, tal y como se desprende de lo
normado en los artículos 182 y 183 del CPACA. Sin embargo, ello no significa que
sea la Sala, Sección o Subsección la encargada de definir cuál de las dos
alternativas (alegaciones en audiencia o por escrito) es la que mejor se aviene al
trámite del proceso, pues se trata de una decisión que, en estos casos, concierne
al magistrado ponente. Así lo impone al artículo 125 en el cual se prescribe que
"Será competencia del juez o Magistrado Ponente dictar los autos de trámite;
norma cuya aplicación no admite discusión para este tipo de asuntos, pues es
claro que la providencia que dispone sobre la forma en la que deben presentarse
los alegatos de conclusión es de esa naturaleza. Además, porque el artículo 183
indica que las audiencias y diligencias serán presididas por el Juez o Magistrado
Ponente, al tiempo en que señala que en el caso de jueces colegiados podrán
concurrir los magistrados que integran la sala, sección o subsección si a bien lo
tienen, esto implica que la presencia de los demás magistrados que integran la
respectiva Sala de decisión es potestativa de cada uno de ellos.
De ahí que siendo el ponente el único obligado a asistir, en este caso, a la
audiencia inicial o a la de pruebas, por obvias razones es a él a quien le
corresponde señalar fecha y hora para la audiencia de alegaciones y juzgamiento,
o en su defecto,  ordenar la presentación por escrito de los alegatos.
CONSEJO DE ESTADO
Radicación: 11001-03-28-000-2016-00025-00 11001-03-28-000-2016-00024-00
Demandado: GUIDO ECHEVERRI PIEDRAHITA.
Asunto: nulidad originada en la sentencia; demás normas concordantes
asuma el conocimiento del proceso para dictar el correspondiente fallo, le
compete proveer sobre la manera en que deben tramitarse los alegatos.
Dicho esto, es menester recordar que, para el memorialista era necesario que la
Sala Plena escuchara tales alegatos en audiencia, habida cuenta que por
ministerio del artículo 133 numeral 7 del CGP el mismo juez que "escuche" las
alegaciones debe ser el que dicte la sentencia; así se desprende también del
artículo 107 de esa misma codificación. Ante ello, lo primero que esta Sala debe
advertir es que la remisión normativa que consagra el artículo 306 del CPACA,
aplica para los "aspectos no contemplados en este Código se seguirá el CGP en lo
que sea compatible con la naturaleza de los procesos y actuaciones que
correspondan a la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo". Lo segundo es
que las regulaciones del CGP están ideadas para un proceso de naturaleza verbal
en el que no existe la posibilidad de acudir a las alegaciones escritas que, en
cambio, sí se permiten para el proceso contencioso. Por tanto, el hecho de que la
Sala, Sección o Subsección no "escuche" los alegatos, no implica per se un vicio
en el trámite, siempre y cuando el magistrado ponente haya optado por el
antedicho esquema escritura. Contrario a ello, y por las mismas razones
esbozadas en precedencia, cuando el ponente convoque a la audiencia de
alegaciones y juzgamiento, esta debe celebrarse ante los magistrados de la Sala,
Sección o Subsección encargada de dictar sentencia, de conformidad con lo
establecido en el artículo 183 del CPACA. Empero, ello no fue lo que ocurrió
dentro del asunto de la referencia, toda vez que, en virtud de las facultades que
dicha normativa le confieren, la Consejera Ponente, en auto de 4 abril de 2017-11,
dispuso correr traslado a las partes para que las alegaciones se presentaran por
escrito.
En su acepción más simple, la Corte ha definido el precedente como “aquella
sentencia anterior y pertinente cuya ratio conduce a una regla, prohibición, orden o
autorización determinante para resolver el caso, dados unos hechos y un
problema jurídico, o una cuestión de constitucionalidad específica, semejantes”.
De lo anterior se desprende que la idea de precedente, así planteada, apareja un
carácter vinculante para los operadores jurídicos, lo que quiere decir que las
sentencias que anteceden la resolución de un caso particular constituyen un
importante factor a considerar. Luego, en ese marco, cobra total importancia la
discriminación entre el decisum, la ratio decidendi y los obiter dicta.
De ellos, sólo los dos primero tienen fuerza vinculante para los operadores
jurídicos. Así, mientras el carácter vinculante de las sentencias, en lo que tiene
que ver con el decisum, se comprende desde la óptica de la modulación de sus
efectos; en lo que atañe a la ratio decidendi, se cristaliza en la teoría de la
obligatoriedad del precedente judicial, al precedente subyace un deber de
acatamiento que solo en circunstancias excepcionales puede ser desatendido.
Ahora bien, en tratándose de la jurisprudencia del Consejo de Estado,
considerando la estructura y dinámica de la Corporación, para efectos de su
implementación, se hace necesario realizar algunas precisiones adicionales. Se
debe tener en cuenta que el Consejo de Estado está compuesto por salas, entre
ellas, la de Consulta y Servicio Civil, y la de lo Contencioso Administrativo. Esta
última, que es la que se encuentra investida de función jurisdiccional, a su vez, la
integran cinco Secciones, de las cuales, dos de ellas, están divididas en
Subsecciones, la Sección Segunda en dos; y la Tercera, en tres. Cuando la Sala
Plena de lo Contencioso Administrativo adopta una decisión judicial, no cabe duda
que la ratio decidendi de esta adquiere la connotación de precedente aplicable a
los casos futuros, pues, de alguna forma, señala la posición unívoca del órgano de
cierre en la jurisdicción contenciosa frente a un tema. Luego, constituye pauta
jurisprudencial ineludible en el ejercicio de las células judiciales que la componen,
así como también de los operadores jurídicos de los que es superior funcional. De
forma análoga, lo propio debe decirse de las providencias emanadas de la Sala
Plena de sus Secciones, toda vez que a través de ellas se busca la superación de
divergencias de criterios que devengan de la labor hermenéutica de las
Subsecciones que hacen parte de la correspondiente Sección, dinámica que no
aplica a todas las Secciones, pues, por ejemplo, la Sección Quinta, pues, como es
sabido, no está dividida en subsecciones. Como es lógico, esto no resulta
suficiente cuando existen criterios dispares entre Secciones, pues, para ello, el
órgano unificador es la Sala Plena.
Sobre el particular, se ha dicho que “la ratio dedicendi es la formulación general,
más allá de las particularidades irrelevantes del caso, del principio, regla o razón
general que constituyen la base de la decisión judicial específica. Es, si se quiere,
el fundamento normativo directo de la parte resolutiva.” Se trata de un elemento
que constituye el factor determinante para dar respuesta al problema jurídico que
entraña la sentencia.
Ahora, si bien en dicha providencia la Corte se refirió a la ratio de las sentencias
de constitucionalidad, es lo cierto que las mismas pautas se pueden aplicar,
mutatis mutandi, a cualquier tipo de providencia, bajo una estructura lógica que
integre un silogismo jurídico conformado por:
1. Un presupuesto fáctico que pueda plantearse de forma genérica.
2. Una consecuencia jurídica asociada al mismo.
3. La aplicación al caso concreto.
Esa conjugación entre el presupuesto fáctico genérico y su consecuencia,
conforman la ratio decidendi, esto es, el porqué de la decisión, el Consejo de
Estado ha coincidido con la Corte Constitucional en que la importancia de ese
mandato imperativo que deviene de la tesis, que al respecto se ha ido
estructurando por vía de jurisprudencia, se explica en lo siguiente:
1) El principio de igualdad, que es vinculante para todas las autoridades, e incluso,
para algunos particulares que exige, que supuestos fácticos iguales se resuelvan
de la misma manera y por consiguiente, con la misma consecuencia jurídica.
2) El principio de cosa juzgada, que otorga a los destinatarios de las decisiones
jurídicas, seguridad jurídica y previsibilidad de la interpretación, pues si bien es
cierto, el derecho no es una ciencia exacta, sí debe existir certeza razonable sobre
la decisión.
3) La autonomía judicial, que no puede desconocer la naturaleza reglada de la
decisión judicial, pues sólo la interpretación armónica de esos dos conceptos
garantiza la eficacia del Estado de Derecho.
4) Los principios de buena fe y confianza legítima, que imponen a la
Administración un grado de seguridad y consistencia en las decisiones, pues
existen expectativas legítimas con protección jurídica.
5) Por razones de racionalidad del sistema jurídico, porque es necesario un
mínimo de coherencia a su interior.
En esos términos, cuando se trata de validar la aplicabilidad de un precedente
judicial a un asunto en particular, resulta necesario que el operador jurídico
verifique que:
(i) En la ratio decidendi de la sentencia se encuentra una regla relacionada
con el caso a resolver posteriormente.
(ii) La ratio debió haber servido de base para solucionar un problema
jurídico semejante, o a una cuestión constitucional semejante.
(iii) Los hechos del caso o las normas juzgadas en la sentencia anterior
deben ser semejantes o plantear un punto de derecho semejante al que
debe resolverse posteriormente.
La nulidad originada en la sentencia especificidades propias del medio de control
de nulidad electoral, motivo por el cual mal podría decirse que se omitió la etapa
de alegaciones y juzgamiento por el hecho de no haber agotada mediante
audiencia. Así las cosas, para la Sala es claro que el reparo abordado dentro del
presente acápite no está llamado a prosperar, de la adopción de sentencia por un
número inferior de los Magistrados previstos por la ley En relación con este punto,
el libelista sostiene, de un lado, que una decisión con 14 votos a favor y 10 en
contra, con igual número de aclaraciones y salvamentos no puede ser considerada
de unificación jurisprudencial; y del otro, que la mayoría requerida para este caso
-según su lectura de los artículos 236 Superior, así como 107, 110 Y 128 del
CPACA, era de 15 consejeros, por ser la mitad más uno de sus miembros, y no
14.

Agregó que también existe un yerro al no haberse conformado en número impar,


pues de la decisión participaron 24 de sus integrantes. Para esta colegiatura, los
reparos relacionados con el alcance de unificación del fallo no se avienen a la
causal que habilita el reclamo de la nulidad consagrada en el artículo 294 del
CPACA. Por tal motivo, se relevará de hacer cualquier tipo de análisis en tal
sentido. De otra suerte, en relación con "número impar de magistrados" es de
señalar que esa consagración del artículo 236 constitucional se refiere a la
composición del Consejo de Estado como órgano de la jurisdicción; lo cual no
guarda ningún tipo de relación con el tipo de quorum que el legislador establezca
para deliberar y decidir en los asuntos de su competencia. Así, al no haber
ninguna regla que imponga que en sus sesiones deba participar un número impar
de magistrados, esta aseveración del demandante debe ser desestimada.
Finalmente, en lo que respecta al número de consejeros necesarios para aprobar
la tesis adoptada en el fallo, es menester recabar que el inciso primero del artículo
128 del CPACA preceptúa: "Artículo 128. Quórum para otras decisiones en el
Consejo de Estado. Toda decisión de carácter jurísdiccional o no, diferente de la
indicada en el artículo anterior, que tomen el Consejo de Estado en Pleno o
cualquiera de sus salas, secciones, o subsecciones o los Tribunales
Administrativos, o cualquiera de sus secciones, requerirá para su deliberación y
decisión, de la asistencia y voto favorable de la mayoría de sus míembros".

De ahí se lee que la decisión de la Sala requería del voto favorable de "la mayoría
de sus miembros"; y no de la mitad más uno de los mismos, como erradamente lo
propuso el libelista. Luego, si por virtud de lo consignado en el artículo 110 del
CPACA, la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo se compone de 27
miembros, es claro la mayoría para los efectos previstos en el citado artículo 128
se alcanza con 14 de los integrantes. Por lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala
de lo Contencioso Administrativo, RESUELVE NEGAR la solicitud de nulidad
originada en la sentencia de 23 de mayo de 2017, presentada por el demandante
Miguel Antonio Cuesta Monroy y Rafael Calixto Toncel Gaviria.
 

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