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Fecha: 22 de Septiembre 2019

Título del Sermón: Reprendió al viento y a las olas

Versículo Bíblico: San Lucas 8:24~25

Lc 8:24~25 24Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que

perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se


25
hizo bonanza. Y les dijo: ¿ Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se

maravillaban, y se decían unos a otros: ¿ Quién es éste, que aun a los vientos

y a las aguas manda, y le obedecen?

Los vientos fuertes y recios, las altas olas, siempre azotan este mundo. Los

vientos y las olas soplan aterradoramente y amenazan nuestras vidas tanto en

la parte material como en la espiritual. No solo nuestras vidas, sino también

nuestros países, y el mundo entero, pareciera que somos como barcos de vela

sin saber cuándo golpearemos contra masas heladas. ¿ Cómo podemos calmar

los vientos y las olas para vivir una vida pacífica en un mundo donde fluctúan

los mares de ansiedades, preocupaciones e incredulidad?

1. Jesú s controla la tormenta

Nosotros necesitamos saber que Jesús es el único que gobierna y controla las

olas de nuestras vidas. Por lo tanto, si miramos a Jesús, tenemos paz. En la

Biblia, vemos que Jesús un día le dijo a sus discípulos para cruzar el mar de

Galilea, por lo que abordaron una pequeña barca y se dirigieron para el otro

lado del mar. Los discípulos conversaban entre sí, y el mar estaba en total

calma.

Repentinamente, empezó todo a nublarse y las olas se pusieron bravas. Los


vientos se hacían fuertes y los discípulos gritaban con temor a morir. Allí se

acordaron de que Jesús estaba con ellos en la barca y le gritaron: ¡Señor,

Señor, moriremos!

Despertando Jesús reprendió al viento y a las olas, y cesaron inmediatamente.

Los discípulos vieron lo que había sucedido y se sorprendidos dijeron: “¿Qué

es lo que sucedió? ¿ Quién es él que hace calmar los vientos y las olas?”.

Los discípulos tuvieron miedo en medio de la tormenta porque no conocían a

Jesús. Ellos no sabían que Jesús es el Creador de los cielos y la tierra, y es el

dueño de todas las cosas. Si uno no conoce y tiene un encuentro con Jesús, y

se aferra en el poder y conocimiento humano, cuando se encuentra en

problemas es prisionero del miedo y terror.

Hoy en día, muchas personas viven atadas al miedo, terror y horror. Personas

que tienen miedo por no tener dinero, perder el empleo, o envejecer sin ningún

ahorro. Si miramos el entorno y no a Jesús, nuestros corazones se llenarán de

miedo, inseguridad, temor e inestabilidad.

Dios no desea que tengamos miedo. Jesús dijo en San Juan 14:27, así:

Jn 14:27 27La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.

No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Los temores ocurren a diario en nuestras vidas, pero si miramos a Jesús, quien

reprende a la tormenta, podemos superar toda situación.

2. Enfrentamiento entre David y Goliat

Veamos el enfrentamiento entre David y Goliat. David sabía muy claramente

quién era Dios. Más aún él sabía que Dios, el Todopoderoso quien hizo los
cielos y la tierra, estaba con él, por lo que pudo ganar la batalla contra el gigante

Goliat.

Goliat creía en su gran cuerpo y en sus propias fuerzas y armas. É l creía que

esa pelea ya la tenía ganada, y le dijo a David burlándose: “¿ Soy yo perro, para

que vengas a mí con palos? Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a

las bestias del campo”.

Hay una verdad que Goliat no sabía, que la tercera dimensión está por debajo

y sujeta a la cuarta dimensión. Goliat era un ser tridimensional, como también

sus armas. Por lo tanto, Goliat, en la tercera dimensión no podía vencer a David

en la cuarta dimensión. Goliat no sabía nada de esto, por eso fue arrogante y

al final, fue derrotado.

David sabía perfectamente quién era Dios. Tenía un sólido conocimiento sobre

él, así que cuando se enfrentó a esa crisis, recordó y se presentó ante la

presencia de la omnipotencia de Dios. En 1Samuel 17:46~47, dice:

1Sa 17:46~47 46Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te

cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y

a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47 Y sabrá

toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque

de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.

David no tenía miedo porque conocía y creía en Dios Todopoderoso, como

también conocía la bondad y misericordia de Dios para con él.

David sabía que Dios era realmente bueno, por eso él dijo: “Dios es mi Pastor,

nada me faltará. En pastos delicados me hará descansar, junto a aguas de


reposo me pastoreará”, y no tuvo miedo al pasar por el valle de la muerte,

venciendo al gigante filisteo.

Si no conocemos realmente a Dios, nosotros ante cualquier problema o

circunstancias pensaremos erróneamente y nos quejaremos diciendo: “¿Dios,

por qué me has abandonado?”. No obstante, Dios es Dios bueno, y Dios está

con nosotros para guiarnos y venzamos las situaciones. El Dios en quien

creemos y a quien servimos es nuestro Dios bueno, que nos limpia, perdona y

justifica de nuestros pecados a través de Jesucristo, Dios derrama su Santo

Espíritu sobre nosotros, nos libra de todas las enfermedades, maldiciones,

pobrezas; y nos bendice con la bendición de Abraham dándonos abundancia y

vida eterna.

Solo los que le conocemos plenamente y tenemos un encuentro personal con

Dios podemos resistir al diablo y vencer los vientos y las olas de problemas y

dificultades.

3. Enfrentar con fe y oració n

Lo que debemos aprender es orar cuando nos encontramos con las tormentas.

Todos los que vivimos en este mundo pasamos por las tormentas de la vida.

Cada uno de nosotros pasamos por pequeñas y grandes tormentas. El hecho

de que vivamos con Jesús no significa que las olas de la vida no nos azotarán,

pues el diablo y sus demonios están para derrumbarnos.

Hay sufrimientos porque el diablo los crea, y nos ataca de ese lado, y crea

vientos constantes para que nosotros decaigamos. Sin embargo, no importa

los vientos y olas que levante el diablo, el barco que Jesús sostiene nunca se
hundirá. Aunque soplen vientos de norte a sur, y de este a oeste, nosotros no

fracasaremos. Esto es la gran diferencia que tenemos con los inconversos.

Nunca seremos destruidos ni arruinados pues Jesús está con nosotros. En

2Corintios 4:7~9, dice:

2Co 4:7~9 7Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la

excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados

en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos,

mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;

Nosotros somos débiles como una vasija de barro, pero por la presencia de

Jesús en nuestras vidas, aunque soplen vientos y olas, no quebraremos ni

mucho menos pereceremos. Si sabemos esto claramente, y por medio de la

oración despertamos a Jesús, enfrentaremos y venceremos todas las

tormentas de la vida. La oración es la forma de despertar a Jesús. Cuando

oramos, Jesús se levanta a reprender todos los vientos y las olas de nuestras

vidas, y nos da paz y cuidado.

Dios jamás nos responderá si no oramos. En Jeremías 33:3 y San Juan 14:14,

dicen así respectivamente:

Jer 33:3 3Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y

ocultas que tú no conoces.

Jn 14:14 14Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Por lo tanto, es importante que nos presentemos ante Dios clamando su ayuda.

Al orar, Dios escucha nuestras oraciones, y nos responde en consecuencia.

Yo tuve varias oportunidades de difundir el mensaje de Dios a través de las


pantallas de televisión tanto en Canadá como en los EEUU. Luego de predicar

por unas dos horas aproximadamente y orar por los enfermos, se les pidió a

los telespectadores sanados que llamen al programa. Al instante, entró la

primera llamada diciendo que había sido sanada, y luego siguieron muchas

más. Muchos experimentaron el milagro de Dios y entre ellos, hasta ahora

recuerdo una que fue un gran y memorable testimonio.

Mientras predicaba en el aire, repentinamente vi a una persona que sufría de

artritis severa, desde el otro lado de la televisión. Yo dije: “Entre los televidentes,

hay una persona que sufre de artritis. Declaro sanidad en su vida”. Tan pronto

como terminó la transmisión, entró una llamada de una hermana que testificó

que estuvo acostada durante algunos años por su artritis, y ese día vio y

escuchó el sermón, se paró frente al televisor y pudo danzar y moverse sin

dolor. Terminé mi tiempo en Canadá y fuimos a Nueva York, donde estaba

programado ir a una pequeña ciudad a predicar.

En esa pequeña aldea se regeneraba a los patoteros, drogadictos y alcohólicos,

era un lugar fuera de la ciudad que si se juntaban personas a lo sumo llegaría

a las 300. Yo, sinceramente, me quejé por dentro y dije: “No sé por qué estoy

en este lugar. Aquí es una zona rural en donde todos viven ocupados, nadie

vendrá a la iglesia, y si juntamos a todos, a lo mejor llegamos a 300. Es una

verdadera pérdida de tiempo”. Pero por otro lado pensé cuando Jesús, para

salvar a una mujer, fue al pozo de agua y le habló de él, por lo que fui hasta allí

y prediqué ese día.

Después de terminar la predicación, llegó el tiempo de orar fervientemente por


la sanidad de los enfermos y el momento de testimonio. Una hermana llegó al

púlpito con lágrimas para testificar. Luego de escuchar el testimonio de esa

hermana, yo entendí que Dios me envió allí. Ella testificó diciendo: “Tuve un

bloqueo aórtico en la parte inferior de mi abdomen, por lo que quedé paralítica.

Además tengo problemas cardíacos y estomacales, y no estoy sana. En el

hospital me dijeron que no había solución para mí y yo solo oré por años

esperando la voluntad de Dios. Desde hace unos años, escuché sobre el pastor

coreano Yonggi Cho, y oré a Dios pidiéndole que me dé la oportunidad de

encontrarme con el pastor Cho, y por fin, esa oración fue respondida hoy. Yo

cuando vine hoy aquí, vine sobre mi lecho de dolor, pero luego de recibir la

oración de sanidad, ahora estoy de pie dando testimonio de lo que Dios hizo

esta noche conmigo. Gracias Dios. Gracias pastor”. La hermana solo lloraba

de alegría, me agarraba de la mano, y no me soltaba.

De hecho, sinceramente, irme yo a ese lugar fue un milagro. La pequeña ciudad

pertenece al estado de Nueva York, pero está metida entre montañas. Nunca

pensé que yo iría a ese lugar. Sin embargo, Dios escuchó y respondió la

oración de la hermana, y obró de gran manera, que sanó su enfermedad. La

hermana tenía fe que podía ser sanada si recibía mi oración, y eso no es porque

yo sea bueno o excelente, sino por la gran fe que tenía ella a Dios. ¿ Esta Ud.

enfermo/a? Dios quiere curarle ahora. En 1Pedro 2:24, dice:


24
1Pe 2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el

madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la

justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.


Creamos firmemente en la Palabra de Dios y digamos: “Sáname Dios, sáname”.

Pensemos de esta forma, soñemos, creamos y proclamemos por nuestros

labios.

Dios nos prometió que si oramos y clamamos, él nos rescatará. El salmista dice

en Salmos 91:14~15, así:


14
Sal 91:14~15 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le
15
pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le

responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré.

¿ Quién es el Dios en quién creemos? Dios es quien nos libera, es Dios excelso,

Dios que responde a nuestras oraciones, y es Dios que nunca nos deja solos

en las tribulaciones. Dios es Dios, Dios bueno, Dios proveedor, por lo tanto,

cuando nos encontremos en tormentas, no tengamos miedo de acercarnos a

Dios y orar ante su presencia. Dios es el único que puede calmar todas las

tormentas de la vida.

El ambiente y la situación que enfrentamos hoy pareciera que estamos delante

del gran Goliat. Corea del Sur y Norte está dividida y se oponen entre sí, y

países comunistas como China y Rusia amenazan a los países democráticos.

Además, estamos en guerra económica con Japón, que ha dominado y

explotado nuestro país durante los últimos 36 años. El país y la economía se

están volviendo más difíciles, y la seguridad nacional está en crisis. En esta

situación, estamos viviendo una vida insegura. ¿ Qué actitud deberíamos que

tomar en esos momentos? ¿ Cómo podemos vivir una vida segura y pacífica

frente a los demonios que se ocultan en todas partes?


Por medio de Jesús debemos enfocarnos en nuestro Dios. Recordemos la ley

del observar, no miremos nuestro entorno sino solamente el trono de Dios.

Nuestro Padre tiene toda autoridad en los cielos y en la tierra, por lo que

acerquémonos a él para superar y vencer las tormentas de la vida.

El filisteo Goliat tenía la espada y lanza, todas las mejores armas, sin embargo,

el israelita David no tenía nada de armas. No obstante, David fue en el nombre

de Dios y obtuvo una victoria maravillosa. De la misma forma, en la actualidad

nuestros enemigos tienen una gran cantidad de armas modernas, incluyendo

armas nucleares, misiles, submarinos, y nosotros no tenemos armas nucleares.

No obstante, con nosotros está el creador de los cielos y la tierra, nuestro Dios

está de nuestro lado. Además, en Corea del Sur hay más de cien mil cristianos

que deseamos paz y victoria.

Si el Espíritu de la cuarta dimensión está con nosotros, nada de la tercera

dimensión podrá derribarnos. Nosotros no peleamos con fuerzas, sino por

medio de la oración. Si tratamos de pelear contra los enemigos con nuestras

propias fuerzas, levantaríamos una guerra tridimensional. Sin embargo, en la

Biblia misma dice que nuestra lucha no es contra carne ni sangre. En el libro

de Efesios 6:12, dice:


12
Ef 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra

principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de

este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Por lo tanto, la oración debe preceder a la guerra tridimensional. Si oramos

como hijos de Dios, nuestra guerra será en la cuarta dimensión y no en la


tercera. Si nuestro país se une en oración y oramos con todo nuestro corazón,

el Espíritu Santo en la cuarta dimensión nos fortalecerá ante el enemigo para

derribarlo, y hará que todas las cosas ayuden a bien.

Si despertamos a Jesús con nuestra oración, Jesucristo cambiará nuestro

interior, nuestras vidas y nuestros destinos, nos trasladará de la oscuridad a la

luz, de la muerte a la vida, y obrará con grandes milagros en nuestro ser. Una

persona que cree y teme a Dios reprende a mil, dos personas reprenden a diez

mil. Por lo tanto, nosotros unánimes debemos orar e interceder por nuestra

nación. Si nos unimos en oración, el Espíritu Santo tomará el control y obrará

para que buenas cosas sucedan a nivel personal, familiar y en la nación.

Aunque nuestros países vecinos nos amenacen no tenemos que tener miedo.

Goliat tenía espadas, lanzas y escudos, armas de primera en su tiempo, sin

embargo, David tomó 5 piedras y lo derribó en el nombre de Jesucristo.

¿ Cuál son nuestras armas? Nuestras armas son nuestra fe en Jesús y nuestra

oración. Mientras oramos no fracasaremos ni decaeremos y mucho menos

retrocederemos, al contrario, viviremos en victoria. En la Biblia aparece 365

veces “No temas”. Si tenemos miedo Dios no nos podrá ayudar. Si confiamos

en Dios y no tememos, saldremos valientemente por medio de la fe a batallar

y ganar, siendo más que vencedores.


Oremos: Dios Padre, ayúdanos a vivir valientemente estos tiempos de

problemas y cargas. Nosotros sabemos que tú tienes preparado

grandes cosas para cada uno de nosotros, así como has cuidado del

pueblo de Israel en el desierto, los has alimentado con maná del cielo

y les has dado agua por medio de una piedra, seguro estamos que tú

Señor, llenarás en nuestras necesidades. Cuídanos y ayúdanos

Señor. No importa cuán oscura sea la noche, con tu luz nosotros

iluminaremos y toda oscuridad desvanecerá. Brilla hoy en nosotros.

Todo esto te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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