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Elena G. Espinal Dr. Odontología; Lic. Psicología; Directora Escuela de vida, Independencia 2533,
(1225) Bs. As. Tel/Fax 942-7588
Luis Fernando Rivera, Lic. Teología; Dr. Ciencias Bíblicas; Decano Antropología; Director Escuela de
Graduados, Universidad Argentina John Kennedy, Rivadavia 7113 11F (1406), Bs. As. Tel. 661-3023;
612-9020.
INTRODUCCIÓN
Hay conceptos centrales que desde la primera mitad del siglo pasado van jalonando el
pensamiento existencial como puntos de mayor densidad y alcance. Síntesis en KIERKEGAAD,
superhombre en NIETZSCHE, internacionalidad en HUSSERL, proyecto HEIDEGGER, relacionen
BUBER. La aplicación de la terapia no se hizo esperar con JASPERS, MORENO, ROLLO MAY,
ROGERS, WINNICOTT y el argentino PICHON-RIVIERE.
El del encuentro del todo particular en la comunicación, relación, vínculo y proyección, se torna en
el punto clave de la existencia.
Vamos a retomar ese preciso momento que descubre la filosofía existencial para hacerlo objeto de
reflexión logoterapéutica a la luz de algunos nuevos aportes.
Ordinariamente dolor, desgracia, conflicto, accidente, etc., se consideran efecto a hechos que,
desde afuera, amenazan al hombre desvalido y sobrepasado. Sin embargo, y desde un
pensamiento puramente Kantiano, el mundo externo es inaccesible en el sentido que no se puede
hablar de él, como no se puede hablar por ejemplo, de la libertad que, no siendo tema de la razón,
en la medida que esta empiece a darle palabras, comienza a negarla.
Yodo aquello que es sensación de mundo externo (dolor, ruido o percepción) s transforma en
sufrimiento, significado y conflicto a partir de la interpretación. El acontecimiento llega a ser
valioso o desvalorizante a partir de los juicios en que viene interpretando. Los juicios están
incorporados a nuestro ser como historia y difícilmente nos liberamos de ellos a no ser por un
duro y sostenido trabajo de confrontación, feed back e insight.
Pensamos que por nuestras situaciones vividas somos lo que somos. Nuestra respuesta,
terminante como un veredicto, suele ser: “Yo soy así”; “esto no es para mí; “no estoy en
condiciones”; “Yo no soy para esto”.
En vez de conflicto o quiebre, y dentro de un contexto propio, FEANKL prefiere hablar de vacío
existencial o perdida de sentido. El sentido no se puede ligar a la realidad en sí neutra, sea un
campo de concentración, una enfermedad grave o la misma muerte, como igualmente una buena
noticia, una lotería o un encuentro. Las cosas no son buenas o malas por sí mismas, simplemente
son. Si se ligan, entonces, a los juicios que construyen historias, ¿es que sólo a partir de aquí
engendran posibilidades que antes no existían? ¿Basta con crear nuevos juicios para despejar el
horizonte o abrirse paso en la vida?
Y aquí radica una diferencia fundamental entre la logoterapia y la ontología del lenguaje que así
parece insinuarlo. Si bien el sentido toma cuerpo en los juicios, interpretaciones e historia que el
hombre construye a partir de la comunicación, sin embargo, su verdadera fuente está más allá.
El tema que ahora surge se puede anunciar así: ¿es posible cambiar de juicio, interpretación e
historia sin algún asidero previo? Y si, en principio, hay asidero, cómo se interpretaría éste desde
el pensamiento de FRANKL, como surge, aparece o se genera? En qué consiste?
A. La conversación
El tema de la conversación tiene ahora su lugar propio. La conversación en mayéutica así como
hace 2400 años lo afirmaba PLATON del dialogo. Conversando y en conversación se capta, de
repente, aquel aspecto virtual del que la realidad está preñada y con el que se puede contar como
posibilidad. De esta manera surge un nuevo juicio, otra interpretación y la historia como acontecer
emprende otro rumbo. No es la soledad y el aislamiento sino la fecunda interacción de la
conversación que logra escuchar la voz de alerta de un nuevo advenimiento y lograr el entramado
de un nuevo tejido para el futuro.
Por la conversación algo aparece en lontananza que mueve y conmueve, porque precisamente
tiene en el presente su punto de arranque. Y lo que aparece es la visión que invita a ubicarse
anticipadamente en ella para emprender y sostener la marcha. He aquí la fuente genuina del
sentido y lo que con anterioridad se da a todo juicio, interpretación e historia. La conversación, el
logos de cotidiana encarnación, es la interacción que expande la conciencia en la apertura de la
realidad, moviliza organizando e instaura progresivamente el cambio renovador.
B. La visión
El término visión hace referencia a una institución por excelencia que “en” y “con” los demás
genera anticipadamente una imagen superadora del presente, al cual ahora interpela y mueve, ya
que no está cerrado, concluido o vedado a lo nuevo. A partir de la visión el hombre no se
conforma con lo logrado hasta aquí ni se resigna a la mera repetición de fórmulas para el eterno
retorno de lo mismo que se da como mantenimiento, establishment o status quo.
De ésta manera, en relaciones de reconocimiento con respuesta afectiva, surge un ámbito nuevo
y particular de posibilidades como integración superadora (la “catarsis de superación” de J.
Moreno) para dejar atrás el caos del desentendimiento, la rigidez de lo estereotipado y la
polarización irreductible de dualismos y enfrentamientos.
2. Por medio dela relación se pone en movimiento un nuevo orden que aparece como
proyecto (Heidegger) y está siempre más allá de toda existencia. Y si seguimos
coherentemente ésta línea de pensamiento, los místicos pueden intuir un TU (con
mayúscula) y un Nosotros en plena comunión y realización, cuyo paradigma lo ofrece el
cristianismo en la imagen trinitaria.
3. Para la comprensión cabal de la visión, hay que recurrir también al concepto de valor, así
comolo viene planteando M. SHELER desde la fenomenología, pero con la salvedad que no
hay que buscarlo en la cualidad de las cosas sino constituirlo en la relación. Para esto
contamos también con el aporte de HERRERA FIGUEROA que considera que los valores
no son ni subjetivos ni objetivos sino relacionales y atributivos. Por ejemplo, el amor – que
para FRANKL es “el objetivo más grande al que el hombre puede aspirar”- sólo existe
como tal en la relación, fuera de ella se torna palabra, teoría, declamación o, en el mejor
de los casos, poesía.
C. Repetición y temporalidad
Podemos recrear constantemente lo que somos y toda la experiencia previa. Y en ésta tarea, de
desprendimiento del pasado y temporalización del futuro, surge la angustia y el riesgo en tal
medida que muchos se sienten vivir, como bien lo expresa la metáfora, al filo de la navaja o en la
cresta de la ola.
La vida del hombre se constituye en el tiempo, más aún, es en sí misma temporalidad. Sin
temporalidad todo lo que dijimos antes queda en lo etéreo e irreal: relación, proyecto, valor. El
tiempo como acontecer es encarnación del espíritu y sede de la transformación y transfiguración.
De una manera similar puede considerarse el futuro: tampoco existe porque es posibilidad de
existencia. Sin embargo, desde éste ámbito de falta de ser surge la visión con el efecto inaudito de
infectar pasión al presente y transformarlo por la acción. El futuro es una suerte de causa al revés,
como el caballo que desde adelante tira. El empuje no viene de atrás, de alguien que hace pie en
el pasado, sino el presente cobra alas por el encanto y magia de la visión. Y tanta es su eficacia que
se transforma en acta de defunción del pasado con su mecanismo ritual repetitivo, y declaración
de un nuevo orden que comienza a instaurarse ya (“el reino de los cielos se está acercando”).
Antes de desarrollar el tema del aprendizaje vamos a entroncar las premisas que preceden en la
versión de Víctor Frankl sobre la conciencia
Al lado de la conciencia ontológica (Bewusstsein) que descubre el ser, hay que distinguir la
conciencia ética (gewissen) que descubre el deber ser (Seinsollenendes) y el poder ser
(Seinkönnendes). Esta última es la conciencia que entra al terreno de lo real por la
anticipación espiritual de la visión, anticipación intuitiva que tiende al descubrimiento de
valores.
Dentro de éste planteo la interpretación de los sueños tiene como objeto ésta esfera
inconsciente espiritual porque no sólo hay represión de la líbido, desde una teoría de la
sexualidad infantil, sino también represión de la religión que en sueños se libera.
El primer HEIDEGGER había descubierto, en el análisis de la facticidad, el “habla” (die Rede) como
expresión viva y comportamiento que materializa el proyecto. El “habla”, como nueva expresión
de juicios que se imponen con todo el peso de la declaración, bajan la visión a nivel de realidad o –
mejor expresado aún- elevan la realidad a nivel de trascendencia. Pero esto se hace objeto de un
nuevo aprendizaje, con frecuencia doloroso y lleno de angustia. Se trata del aprendizaje de los
valores.
El contenido de los valores es objeto de un aprendizaje que tiene como meta elevar el presente y
transformar el mundo. El aprendizaje entonces aprehende lo que comprende (com – prehendere)
a la luz de la visión. Al saber de contenidos teóricos mediante el mecanismo de la repetición
memorizada –que de todas maneras se justifica porque se supone garantía para la transformación
del mundo- surge ahora el aprendizaje de valores en una actitud de libertad lúdica para la
creatividad.
El discurso de éste nivel crea una historia diferente que refleja , intuye y busca el acontecer de la
existencia. El diseño de nuevas posibilidades rasga las investiduras casi sacras del comportamiento
tradicional para dar expresión a éste fenómeno inédito de transformación de la existencia.
Ahora sí cabe hablar del hombre “animal racional”, no ya por la posesión de un logos reducido a
vacuidad formal, sino por un logos como fuerza creativa de transformación y transfiguración.
Conclusión
La visión es una Ksíntesis (KIERKEGAARD) que tiene el alcance del Ksuperhombre (NIETSZCHE) y
supone una Kintencionalidad (HUSSERL) abierta a la trascendencia (FRANK) para construir el
proyecto en el logro de la relación (BUBER) como trama nueva y superadora de la existencia.
La visión tiene como caldo de cultivo la conversación, como logos cotidiano en compromiso
directo con la realidad. Conversando surge el encuentro de las existencias. Es célebre el origen
cristiano a partir del Espíritu, para la gesta del mayor emprendimiento humano con la consigna de
transformar y transfigurar. Y éste encuentro supera el contagio transferencial del pasado
cristalizado en juicios. La conversación descubre la visión, desata el conflicto con respecto a la
historia hecha, libera de la repetición, cambia el discurso, busca, expresa y refleja la trascendencia
de la conciencia en su proyección al valor. He aquí su misión: crear “tierra nueva y cielos nuevos”.
Bibliografía
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